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Revista de Folklore número

521



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Rimas de asunto local en el entorno de La Robla (León)

BADIOLA GARCIA, Manuela † / SANCHEZ BADIOLA, Juan José

Publicado en el año 2025 en la Revista de Folklore número 521 - sumario >



Recogemos en este breve artículo algunas coplas, refranes y dichos tomados del folklore de la comarca que tiene como cabecera a la villa de La Robla. Composiciones populares que, por lo general, con algún tipo de rima, tienen en común su referencia a distintas realidades locales: topónimos, caracteres, costumbres y creencias…, reflejando el espíritu, generalmente descriptivo o satírico, con que fueron creadas. A través de ellas, afloran maledicencias, rivalidades, diferencias económicas y todos los elementos de la vida y la mentalidad de una comarca a la par rural y fabril, minera y campesina.

En este ambiente social y cultural de pasados siglos todo quedaba, de un modo u otro, circunscrito al entorno más inmediato: si amenazaba conflicto, se tiraba de la expresión «va a andar Brugos por cima Rabanal», dos pueblos vecinos, como quien dice «se va a armar la de Dios es Cristo», o «la de San Quintín», o «la de Roma con Santiago». Si el cielo se veía «colorao» para la Babia, día era de sol y no de agua; el astro rey no salía ilógicamente por Antequera, sino por Olleros (de Alba); la gente se despedía «hasta el jueves en La Pola», emulando a los comerciantes del mercado de La Robla que se citaban para el siguiente. Los que se obstinaban en meter en la iglesia una viga atravesada, untada de tocino, eran de Folledo, y un desatinado no se iba por los cerros de Úbeda, sino por el «Sestiadero», ni daba una aquí y otra en Francia, sino una en «Vegarramiles» y otra en los «Espaellares» (pagos de La Robla). También los dichos remitían a ocurrencias y personajes locales, a menudo olvidados: «De Fenar, ¡hostia!»[1], «Faite el tonto, Pacho», «Tente forno mientras cobro», «Morra el gato, morra farto...», «antroxiemos, aunque reventemos», «al baile, que toca Rosa», «al filandón filandoiro».

Como en tantos lugares de España, buena parte de esta literatura está dedicada a los prejuicios y malquerencias entre localidades contiguas, dando muestras, afirmaba Díaz-Plaja, no de su sabiduría y nobleza, sino, más bien, de sus instintos más bajos[2]. Rimas, decires y coplas que motejan al vecino con ingenio malicioso y fácil retruécano, aunque, también, reflexionaba Cela en sus viajes por la Alcarria, con escasa originalidad. Y lo mismo cabe decir de los relatos y fábulas, que no trataremos aquí: «Negar (...) que el cuento es un vehículo para zaherir a una colectividad vecina, sería estúpido. En su polivalencia, el cuento también servía para eso»[3]. Abundaban, en cualquier caso, las coplillas sarcásticas o maliciosas:

Llanos y La Devesa

son dos lugares,

que de lejos parecen

dos muladares,

decía una copla, y otra, referente a Alcedo, que está en un alto:

Alceo, Alceo,

tená, tená,

¡cuándo los demonios

no te llevarán!

El vituperio puede parodiar el habla local:

Las mozas de La Robla,

de Llanos y La Devesa,

dicen prato, dicen prata,

dicen La Robra y la igresia[4].

O vilipendiar a las mozas echando mano de un formato escatológico muy extendido[5]:

Las mozas de…

son tetudas y barrigudas;

que, cuando van pa’ la cama,

tiran pedos como mulas

Los mozos de la capital gordonesa presumían de haber «echado de La Pola / a los bárbaros del norte», que de tal suerte motejaban a los mozos de La Robla, villa rival por antonomasia, los cuales, luego de alguna hazaña semejante, alardeaban de «dar de beber a los gatos/ por un orinal», aludiendo al mote de los de La Pola. Lo mismo sucedía entre los mozos de Puente de Alba y Peredilla de Gordón, que, pese a compartir parroquia, siempre se desafiaban en los bailes y deportes: si los segundos trataban de bárbaros a los primeros, éstos les motejaban de «peredillonchos» y «lilis».

De Villabura, mínimo barrio cercano a Cuadros, se decía: «Villalbura: tres casas con la del cura», y también: «La jota de Villalbura: tocan dos y baila una». Llombera (o «Tamba», como se la denomina popularmente, debido a un paraje cercano), sito al fondo de un valle apartado, gozó de especial atención:

¡Cuántos van a Llombera

por ver el Cristo!

¡Cuántos hay en Llombera

que no lo han visto!

Hemos recogido, asimismo, otros varios dichos: «Si vas pa’ Tamba, lleva pan, que agua ya te la darán». «A Llombera, comoquiera». «Si a León de día quieres llegar,/ del sol de Llombera no te has de fiar». Incluso la sarcástica locución: «De última moda en Llombera».

Como en tantos lugares, las burlas hacia el vecino se centraban con descarada irreverencia en sus patronos y sacerdotes:

San Jorgín, San Jorgín

(patrono de Brugos de Fenar),

metido en esa tronera,

con los ojos de cristal

y pilila de madera

El cura de La Robla

y el de Mansilla

tienen más larga la mano

que la pilila[6].

El cura de …

tiene la sotana rota,

que la rompió entre las zarzas

por correr tras de una moza.

Posiblemente, el mejor exponente de esta literatura o, cuando menos, el más extenso, es un largo cantar, muy difundido antaño en la comarca, que hilvana los tópicos e insidias referentes a todos lugares riberiegos del Bernesga:

Peredilla y Puente de Alba,

los primeros que se encuentran.

Alcedo está en un alto,

la obligación en Las Ventas.

En Llanos los abogados,

el puerto está en La Devesa.

La Robla, paja y cebada

pa’ los burros de La Tercia.

En Cascantes, arrogantes,

tiradores de bragueta,

que no llegan a La Seca

ni de pies ni de cabeza.

En La Seca, pescadores,

que hasta el cura se las pesca.

En Cabanillas, los galgos

que corren por las laderas.

En Valsemana, agabujas,

del raposo sementera.

En Cuadros, los buenos mozos

que tienen las patas tuertas,

y bajan a Santibáñez

a pretender las doncellas.

Lorenzana, por ser villa,

lo mejor del río Bernesga.

En Sariegos son guerristas,

que se rompen las cabezas

y se rasgan las camisas.

Villabalter, panaderos,

perdición de panaderas.

En Trobajo, canta el grajo;

en Oteruelo, el mochuelo;

y en Armunia, la garduña.

¡Aleluya!

En otros casos, la sátira traslada al caso concreto –Cascantes de Alba– rimas o canciones conocidas en otras partes de España:

En el año mil y seiscientos,

a Cascantes lo hicieron ciudad.

Por el momento, todos contentos;

luego, ya se verá.

Estamos, sin duda, ante el trasunto de una copla alusiva a Cascante (Navarra), que recibió de Carlos IV el título de ciudad, en 1633[7].

La Robla, villa bravía,

más de veinte cantinas

y ninguna librería.

Es este ejemplo una composición muy repetida, al igual que la siguiente:

La Robla ya no es La Robla,

que parece el Washington;

tiene cantinas y cine,

almacenes y estación.

El fuerte crecimiento del núcleo industrial roblano, desde la segunda mitad del siglo xix, explica este tipo de coplas, como, asimismo, el expresivo poema que le dedica, en los años veinte, el cura López Tascón, titulado El ansia de lo desconocido o la niña de La Robla[8]:

La Robla es en las Montañas

una villa laboriosa

donde la vida rebosa

incansable en sus entrañas.

Trenes que vienen y van,

silbando estruendosamente,

y el moverse de la gente

que trabaja con afán.

De los vecinos collados

sin cesar baja el carbón,

y en torno de la estación

se agitan los empleados...

No siempre, sin embargo, las coplas se dirigen contra localidades vecinas; las hay que aluden, con idéntico tono sarcástico, a circunstancias de la propia villa roblana, por ejemplo, las diferencias sociales entre familias, expresadas en los lamentos los respectivos gallos:

«¡Necesidad!», canta el del tío…;

«¡Bastante!», le responde el de la tía…;

El del tío…: «¡Me muero!»

Y el de la señora…:

«¡Joderos!».

Otras tenían por materia determinada obra pública de dudoso acierto, como la fuente instalada, hacia 1934, en la entonces Plaza de la República de La Robla:

En el medio de la plaza

nos han puesto un caño nuevo;

en él, gotita a gotita,

se va llenado el caldero.

En el medio de la plaza

nos han puesto un caño nuevo,

que, con el agua que echa,

se nos va a inundar el pueblo.

Al arraigado caciquismo de finales del xix y principios del xx se referían algunas otras coplas, imposibles de recuperar, pero con la misma estructura acomodada a cada caso: «En el cielo manda Dios,/ en España manda el Rey/, y en el pueblo de…»[9]. Hemos logrado rescatar, no obstante, la que sigue, con los motes de dos presuntos caciques locales:

En el cielo manda Dios,

en León manda Merino[10],

y en el Valle de Fenar

el «Obispo» y el «Cardino».

Una curiosa composición se refiere a la indumentaria masculina, descrita con detalle:

Media media blanca,

media media negra,

calzón corto,

la faja al culo,

y sombrero calañés:

¡de La Robla es!

A ello alude, seguramente, una noticia de 1851, que sitúa en Benavente a cierto fulano «...vestido de marranero como del traje de la Robla»[11]. Los comerciantes de ganado de cerda, que en el país llamaban «gocheros», eran ya importantes a principios del siglo xviii, cuando sabemos de cierto José Meléndez, «tratante de cochinos». A mediados del siguiente, Madoz se refiere a los vecinos de La Robla y el inmediato Alcedo que «...se dedican a traficar en ganados de cerda y vacuno, manejando al efecto los mayores capitales del país»[12]. Esta actividad se complementaba con una próspera carretería, documentada desde el siglo xvi, que exportaba a Castilla cal y piedra caliza, carbón, carnes, peras… y traía a la Montaña vino de Toro y Rueda. A ello alude, precisamente, una bien conocida copla, incorporada ya al cancionero regional:

Déjame subir al carro,

carretero de La Robla,

déjame subir al carro,

que voy a ver a mi novia.

Que déjame subir al carro, carretero,

que déjame subir al carro, que me muero.

Transportaban sus mercaderías por los viejos caminos y calzadas, eran reconocibles en todas las ventas y mesones, soportaban con estoicismo los calores de estío y los hielos invernales y asumían con resignación los peligros del bandolerismo y los nada insólitos percances, pues, como afirmaba uno de sus dichos: «El que carrilea, entorna». Y aunque con fama de juradores, eran gente a la par tenaz y religiosa, como resumía otro: «Para con Dios, hay que tener del carro».

El recurso a la adaptación de composiciones ajenas también tuvo, como era de esperar, su vertiente religiosa, fundamentalmente, el arraigadísimo Himno a la Virgen de Celada, patrona de La Robla, basado, a lo que parece, en el dedicado a la del Carmen:

¡Oh, Virgen de Celada! (bis)

cuyos reflejos (bis)

en mis ojos de niño/a

resplandecieron (bis).

¿Te acuerdas, madre (bis),

a tus pies cuántas veces

recé la Salve (bis)?

Del mundo en los peligros (bis),

¡ay, no me dejes! (bis)

y a recoger mi alma,

ven en mi muerte (bis).

Que sólo quiero (bis),

asido/a de tu mano

volar al cielo (bis).

Un ruego te dirige (bis),

tu pueblo amado (bis):

que no muera en La Robla

nadie en pecado (bis).

¿Te acuerdas, madre (bis),

a tus pies cuántas veces

recé la Salve (bis)?

No pocas composiciones versificadas de la comarca tienen por tema los tesoros morunos escondidos en alguna cueva o un antiguo castro, ofreciendo algunas indicaciones acerca de su localización. Historias que tenían, todo sea dicho, cierto fundamento, por cuanto los registros reales de tesorillos recogen, entre 1589 y 1701, algunos descubiertos «…en el castillo de Olleros, tierra del conde de Luna; en otro castillo que estaba entre Llanos de Alba y Lombas (¿Llombera?); en la fuente (¿Puente?) de Alba; en la fuente de Cepeda, en una cueva que estaba cerca de ella; en el lugar de Candanedo, al cubo donde sale la yedra»[13].

Uno de estos tesoros, oculto, al parecer, en «la Portilla» que divide los valles de Gordón, Alba y Fenar, estaba tan a flor de tierra que saldría fácilmente «a punta de reja o a resbalón de oveja». De otro, cerca de allí, decía una copla:

Entre Tamba, Tambica y Tambicón,

tres colladas que son,

hay un tesoro grandón,

que vale más que León

y toda su guarnición.

Si no sale a punta de reja,

sale a patada de oveja

o de moza gaceta.

Otro caudal, no menos formidable, fue sepultado cerca de Robledo de Fenar, donde se registra el topónimo «Valtesor», y fue buscado por los lugareños, incluso con ayuda de brujas, llegando a excavar un profundo y ancho pozo que todavía se conserva, y del que dicen:

En el alto del Castrión

hay un pozo muy profundo,

en que se oyen ladrar

los perros del otro mundo.

De la Cárcava al Castrión,

están las llaves de mi corazón;

y del Castrión a la Cárcava,

están las llaves de mi arca[14].

Poco más al norte, en Santa Lucía, recogió Alfonso García una copla semejante:

De Peña Cuchillar

a Peña Boracá,

hay un tesoro

que se puede sacar

con punta de reja,

con pata de oveja,

con garbo de moza

que se llama Sinforosa[15].

En La Valcueva, hizo lo propio con otra Luis Rojo:

Collares de perlas,

oro y brillantes,

mi madre me dice

que vaya a los mouros

de Peña Cantable.

En castros de mouros

amores fiables,

por eso yo quiero

los de Peña Cantable[16].

En el entorno de La Robla sólo ha quedado la vaga noticia de una composición similar, irremediablemente perdida, relacionada con la cueva de la Cepeda, en término de Llanos de Alba, la cual, según la leyenda, comunicaba con el castillo de Alba y guardaba un rico tesoro. Parece que también se difundió algún panfleto con pistas e indicaciones para localizarlo, probablemente similar al que recogió en La Pola el médico don Marcelino Fernández (1866-1932), que fuera alcalde de Oviedo entre 1916 y 1920. Según refiere, se conservaba en la capital gordonesa, en casa de don Florentino Martín, cuyos pasados lo habían adquirido, en 1865, de cierto Calzaduras, y era presunta copia de otro documento custodiado en Simancas. Aquel mismo año, guiado por el folleto, entró un humilde panadero local en la misteriosa cueva y permaneció en su interior varios días, y a partir de entonces, se le vio prosperar y ascender de posición, se decía que gracias al oro hallado en sus galerías[17].




NOTAS

[1] Caracterizaba a los fenariegos, al decir de Berrueta, un cierto tono de bravura (Mariano Domínguez Berrueta, Regiones naturales y comarcas de la provincia de León (León: Imp. Católica, 1952), 68).

[2] Fernando Díaz-Plaja, El español y los siete pecados capitales (Madrid: Alianza Editorial, 1966), 14.

[3] José Luis Agúndez García, «Cuentos populares andaluces (XV)», Revista de Folklore, 295 (2005): 3-22.

[4] Francisco Escobar García, El ilustrísimo concejo de Gordón enriquece su historia (León: Imp. Casado, 1977), 127.

[5] Modesto Martín Cebrián, Cancionero secreto de Castilla y León. Coplas picantes, burlescas, escatológicas y anticlericales (Urueña: Fundación Joaquín Díaz, 2017), 447.

[6] Modesto Martín Cebrián, Cancionero secreto de Castilla y León…, 665.

[7] Valeriano Ordóñez S. J., Alma lírica del pueblo. El huerto de los cantares (Pamplona: V. Ordóñez, 1982), 24.

[8] José López Tascón, La Montaña de León (Salamanca: Calatrava, 1927), 229-232.

[9] No hemos de descartar la posible influencia de las rimas que la prensa de la época dedicaba a los enfrentamientos políticos y caciquiles durante la Restauración, por ejemplo, La legalidad, periódico conservador, 24 de noviembre y 29 de diciembre de 1882.

[10] Fernando Merino Villarino (1860-1929), el destacado político liberal leonés, yerno de Sagasta, al que se dedicó en La Robla la calle principal.

[11] Boletín Oficial de Zamora, 17 de marzo de 1851.

[12] Pascual Madoz, Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Tomo XV (Madrid: Imprenta del Diccionario…, 1849), 619.

[13] Tomás González, Registro y relación general de minas de la corona de Castilla. Primera parte (Madrid: M. de Burgos, 1832), tomo II, 220.

[14] Julia Miranda Pérez-Seoane et alii, Estudio lexicológico y toponímico del Valle de Fenar (León: Diputación Provincial, 1990), 201.

[15]Alfonso García, «Motes colectivos en tierras de Gordón», Diario de León, 9 de febrero de 1992.

[16] Luis Rojo Martínez, El valle de la Valcueva (León: Diputación Provincial, 2001), 32.

[17]«A la entrada de los Barrios de Gordón antes de entrar en ellos existe una peña de bastante elevación y en la cumbre hay un castillo y por debajo de dicho castillo hay entre otras una cueva que su entrada es de una estarea en todas las dimensiones y su entrada es al Este por la que bajarás con bastante precaución. Su bajada asta el primer descanso es de nueve estareas 9 y continuarás bajando con mucho cuidado y luego que ayas bajado 14 estareas verás cómo la cueva toma su derición (sic) hacia el poniente. Por la que andarás como unas cuatro estareas toparás y en su centro cabarás cinco codos de hondo y cuando creas tener los cinco codos de tierra cabados tomarás muchas precauciones y mucho cuidado allegar las erramientas a la tapa del arca es de hierro mide medio cuarto de estarea en todas su dimensiones las que encierra un tesoro de ynestimable valor en ella hallarás un pavo todo de oro hallarás vandejas jar(r)as y vasos todo de oro macizo y todo al servicio de una cocina también de oro y una suma considerable de onzas de oro acuñadas y por si algún día puedes rescatarlo dejamos estos datos para que puedas bajar asta él y cojerlo no dejes de no hacer cuanto este escrito manda» (Marcelino Fernández y Fernández, Por tierras de León. Recuerdos y tradiciones (Oviedo: 1926), 11-12).



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BADIOLA GARCIA, Manuela † / SANCHEZ BADIOLA, Juan José

Publicado en el año 2025 en la Revista de Folklore número 521.

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