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En otros tiempos, los días más importantes eran el domingo antes del lunes y martes de Carnaval, que se llamaba domingo gordo, querían indicar con esto que era el día más grande e importante para los vecinos de Abertura. Se formaban estudiantinas, cantando canciones por todas las calles del pueblo, al mismo tiempo que pedían dinero. Los instrumentos musicales con los que se acompañaban eran las castañuelas que hacían sonar las mozas, utilizando los mozos panderetas y almireces. Al frente de la estudiantina iba una persona mayor con experiencia en estos menesteres, que actuaba como director y otro personaje de similares características que iba con la bandera, al que se denominaba «el abanderado».
La mayoría de las canciones que entonaban las estudiantinas tenían un único tema, pero otras resultaban una mezcla de hechos o cosas anecdóticas que habían pasado en el pueblo durante el año anterior y que solamente tenían significado para los que en él vivían, debido a que estaban enterados de las cuestión que se tratase. Era una especie de sátira o crítica caracterizándose por su sencillez, alegría e imaginación, rayando muchas veces en lo picaresco. Algunas canciones que se cantaban en las estudiantinas nos han llegado gracias a las anotaciones que aún se conservan de quien las escribió y dirigió, entre ellos don Francisco Romera García.
Al iniciar cada estudiantina se cantaba la siguiente estrofa:
Al señor alcalde y a toda la autoridad
Les pedimos permiso para poderles cantar.
Y ahora la siguiente estudiantina, la cual era sólo de mozos que iban vestidos de bandoleros:
En la sierra nací, debajo de una palmera
Dónde me echaron al agua y me pusieron bandolera.
Estribillo: Salid niñas bellas, salid al balcón
Que vienen los bandoleros cantando con ilusión.
La que viene a continuación también era de mozos solos:
Ya nos vamos a la sierra, porque es preciso partir
Que a la niña que yo quiera, se lo vamos a decir.
Y a la cautiva se le promete, tratarla con esmero
Porque tenemos conciencia, aunque somos bandoleros.
El tema del siguiente eran los aragoneses, siendo mixta y vestidos con trajes típicos:
Viva Aragón porque tiene en las mujeres la sal,
En los hombres los baturros y la Virgen del Pilar.
Estas estrofas que vienen ahora, se dedican al Abanderado para que enarbolase y moviera la bandera:
Tú eres el abanderado, que traemos de Aragón
Y todos te saludamos, bajo palabra de honor.
Y después de saludarte, a trabajar con salero
Para ver si nos llevamos, de este pueblo el dinero.
Si nosotros cantamos, es solo por el dinero
Que nos dan las señoritas, para pagar los pañuelos.
A continuación presentamos otra, en la cual iban vestidos de zapateros y albañiles, siendo naturalmente una estudiantina compuesta solo de mozos. En esta se observa que no tiene unidad en las estrofas, sino en que cada una se indica un suceso o hecho importante en el pueblo, una crítica sobre algo:
Con plata la pena se mata, con el oro se compra el placer,
Con el cobre se come y se bebe, y se compra chorizo y morcilla también.
Tenemos buen presidente, en esta localidad
Que ha puesto en todas las calles, la luz de electricidad.
Todavía hay quien no la quiere, las luces que nos han puesto,
Porque les gusta sacar, los burros por el invierno.
Antes de que hubiera luces, había gente que por la noche llevaba los burros para que comieran a sitios dónde estaba prohibido llevarlos:
No quiero luces que me encandilo, decía una dama este domingo
Porque las luces no alumbran nada.
Y al llegar aquí todos gritaban al unísono:
¡Yo quiero luces! ¡Yo quiero luces!
Que alumbran más.
Zapateros y albañiles, han echado un memorial
Pidiendo al ayuntamiento, que no encarezcan el pan.
Que bajen los comestibles, o nos suban los jornales
Sino con carne de gatos habrá que alimentarse.
Bueno está el negocio, bueno está el país
Pobres los obreros, los hijos de aquí,
Los del extranjero, mandan a Madrid,
Por llevar el trigo en sacos de maíz.
Hoy los escaparates según las cosas están
Van a poner en la fonda, un guardia municipal.
Pues solo corre el aliento, nada más que respirar
Esa canasta y los bollos, sin haber roto el cristal.
El martes de carnaval salían los mozos a tiznar a las mozas y estas eran tiznadas por el primer mozo que les diera alcance. Por la mañana, en pequeños grupos se repartían los mozos por todas las calles del pueblo para tiznar a las mozas, llevando cada uno en la mano o quizás en algún otro sitio más escondido para que nadie se percatara de sus intenciones, un trozo de corcha, que había sido puesto anteriormente a la lumbre y convenientemente untado de aceite para que tiznara y se quedara impresa la huella en el rostro de la moza. Después de que ya hubieran hecho varias redadas por el pueblo, los mozos comentaban entre ellos las anécdotas y peripecias que habían tenido que pasar para tiznar a una determinada moza. Se consideraba como un honor y signo de hombría el haber tiznado a alguna moza o más en concreto alguna moza en especial. Cada moza que iba siendo tiznada, salía al exterior y se agregaba al grupo de mozos, y así sucesivamente hasta que se reuniera toda la juventud, empezando con ello la fiesta del Carnaval de este día.
Después de reunirse todos, un grupo de mozos iban a buscar a los músicos para que animasen la fiesta; mientras tanto, otro grupo de mozos preparaba la llamada «Vaca embolá» que estaba formada por unas varillas de cerner bien atadas, a un extremo se colocaban dos cuernos de vaca junto con un campanillo y cubriendo todo esto un gran trapo rojo e introduciéndose en el interior un mozo, que corría detrás de los demás como si se tratase de un animal terrible y fiero, causando gran júbilo y algarabía entre los mayores y pequeños que lo contemplaban. Iban todos tiznados y vestidos de carnaval, por todas las calles del pueblo pidiendo forraje para la «vaca», pero no vayan a pensar que era forraje lo que pedían sino dinero para comprarse algún litro de vino y echar un trago de vez en cuando para seguir la fiesta de carnaval.
Y, el miércoles de carnaval, más conocido como Miércoles de Ceniza, finalizaba la fiesta. En este día por la mañana se celebraba una misa, a la que asistía todo el pueblo con gran devoción. En un momento de la ceremonia la gente iba postrándose sucesivamente ante el sacerdote, el cual con una bandeja de platino en la mano que contenía ceniza procedente de la quema de ramos de olivos que se habían bendecido el Domingo de Ramos, hacía la señal de la cruz en la frente de cada persona pronunciando las siguientes palabras: «hombre, acuérdate que eres polvo y en polvo has de convertirte».
Por la tarde tenía lugar el «Entierro de la sardina», que consistía en que un grupo de mozos se vestía con capas negras que antes se llevaban en los entierros, llevando una caja de sardinas con unas cuantas dentro. Uno representaba el papel de madre, otro el de padre y los demás de familiares, de vez en cuando lanzaban suspiros y simulaban llorar diciendo más o menos las siguientes palabras: «¡ay la pobre de mi niña! Ya se ha muerto, ya no va a volver a bailar en el carnaval!»
Como el entierro de la sardina además era cantado, se cantaban misereres y algunas estrofas como las siguientes:
Pobrecita la sardina
Se ha muerto por falta de alimento
Y lleva a la cabecera
Los sesos de un burro muerto.
La sardina ya se ha muerto
Y la llevan a enterrar
Entre cuatro monaguillos
El cura y el sacristán.
Como sabemos muy bien todo espectáculo tiene que tener un organizador que actuaba como director, que solía ser un hombre del pueblo. Así terminaban los carnavales y empezaba la Cuaresma, tiempo por aquel entonces de recogimiento y falta de diversiones, no había estudiantina ni baile ni rondallas ni nada hasta el domingo de Resurrección. El lunes siguiente se celebraba la «Gira» que era una romería que antes se hacía en Santa Ana, actualmente se conserva pero se hace en un cruce de carreteras donde se reúnen dos o tres pueblos.
La matanza popular se celebra el domingo gordo. Todos los vecinos participan en la matanza, los hombres se dedican a matar el cerdo, mientras que las mujeres van preparando las migas para el desayuno, con el pinche de media mañana, al medio día la carne y los huesos para después hacer un rico arroz; por la tarde su café con las pastas, todo ello para los vecinos.
Canción de Carnaval
Adiós carretera, adiós carnaval,
Que si tú te has ido
Las pascuas vendrán
Las pascuas vendrán ( bis )
Adiós carretera y adiós carnaval.
En este pueblo no hay mozos,
Y si los hay no se atreven
Que vienen los forasteros
Y se llevan la que quieren.
Adiós carretera, adiós carnaval,
Que si tú te has ido
Las pascuas vendrán
Las pascuas vendrán ( bis )
Adiós carretera y adiós carnaval.
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La que no se haya echado novio
Que espere al año que viene.
Adiós carretera, adiós carnaval,
Que si tú te has ido,
Las pascuas vendrán.
2.- La Semana Santa
el Viernes Santo sale en procesión el Cristo de la cruz, el Ecce-Homo, el Yacente, Cristo con la cruz a cuestas y la Virgen del Rosario.
El Domingo de Resurrección se hace una procesión con el Resucitado y la Virgen María. Las mujeres salen desde la iglesia con la Virgen, vestida de negro por el luto por una de las calles y los hombres con el Resucitado van por otra calle. Una vez que se encuentran se le quita el luto a la Virgen. Después todo el pueblo vuelve a la iglesia con la Virgen, ya vestida de blanco y el Resucitado. El Día de Pascua se hace una romería cerca del pueblo. Allí los vecinos pasan el día junto a otros vecinos de los pueblos cercanos.
3.- Fiestas en honor a San Gregorio
La feria en honor a San Gregorio se celebra el 9 de mayo. Los principales recursos de Abertura siempre han sido los obtenidos por la agricultura y la ganadería. La existencia de la dehesa boyal[1], cuyos pastos se aprovechan en comunidad y de numerosas cercas de prado, han hecho que el ganado vacuno sea el más numeroso, seguido del ganado lanar, cerdos y cabras. Tenemos constancia documental que desde el siglo xvii, había un mercado local un día a la semana donde se sacaba el ganado a la plaza para venderlo o comprarlo, no había feria anual. Había que llevar el ganado a las ferias de Trujillo o Garciaz. Por dicho motivo, los ganaderos deciden crear en Abertura una feria anual que fuera antes de la de de Trujillo, que se celebraba en los primeros días de junio. Eligieron fecha y la pusieron el día 9 de mayo, que es cuando los pastos empiezan a amarillear y se empezaba la siega de la cebada. Guiados por el espíritu religioso de estos tiempos, decidieron que el patrono de la feria fuera San Gregorio, obispo de Ostia (Italia, cerca de Roma). Así nace la feria de San Gregorio. En la Edad Media fueron muy frecuentes las pestes, incluso se había hablado de la gran peste, pero en realidad fueron muchas las que hubo. Eran tiempos de una cultura teocéntrica y las pestes se interpretaban como castigo de Dios. Se acudía a los santos para obtener la protección y hasta se les asignaba la protección de alguna peste especial. Como San Gregorio de Ostia, al que se acudía como abogado contra la langosta. El Papa Juan XVIII le pidió estrecha colaboración, y lo nombró cardenal y obispo de Ostia, una de las llamadas diócesis suburbicarias de Roma, para las que el Papa designa personas de mucha confianza y consejo. Le encomendó además el cuidado de la biblioteca apostólica, cargo que desempeñó con acierto y sabiduría.
Cuando así brillaba en Roma San Gregorio, ocurrió en España una terrible plaga de langosta, que asoló totalmente las actuales provincias de Navarra y La Rioja. El Papa lo envió a Navarra como legado suyo y posteriormente pasó a Nájera (La Rioja). Esta ciudad era por entonces la capital del reino de Navarra.
Empezó a darse a conocer plenamente haciendo prodigios entre la gente y librándoles de la plaga de langostas. Gracias a este milagro y a su labor entre la gente sencilla y humilde, se granjeó la amistad y el cariño de los habitantes del reino de Navarra.
La suerte más grande que tuvo Gregorio fue su encuentro providencial con Domingo de la Calzada. Una vez que conoció sus cualidades, no dejó nunca que se separase de él. Le era de gran ayuda en el camino que habían emprendido ambos hacia la santidad. Gregorio le enseñó a Domingo esta senda con su ejemplo. Y gracias a él, Domingo llegó a ser santo con el nombre de Santo Domingo de la Calzada. Los cinco años que habían durado sus grandes trabajos, continuos sacrificios e incesantes fatigas, debilitaron totalmente su salud. Cayó enfermo de gravedad y se retiró a Logroño. Recibió los últimos Sacramentos entre transportes de amor, y con edificación de todos, y fijando los ojos en el cielo, fue a descansar en los brazos del Padre Celestial el 9 de mayo de 1044.
Hasta hace relativamente algunos años, el primer día de feria, se sacaba en Abertura al Santo en procesión al cerro más elevado del pueblo, conocido como la Cuesta, donde se divisan todas las tierras pertenecientes al pueblo y subido en una peña daban al Santo la vuelta mirando a todas las tierras, donde las bendecía para que los protegiera de las plagas. Y, siendo el pueblo agricultor, todo su bienestar económico dependía de las cosechas y el ganado.
En esos tiempos la feria eran tres días de mucha fiesta. La feria era vivida a través de la religión con la celebración de la misa todos los días. El primer día antes de la misa se llevaba a San Gregorio en procesión hasta «la cuesta» allí se apoyaba a la imagen en una piedra cuadrada en forma de mesa para que bendijera los campos mientras se recitaban las oraciones. Un grupo de niñas se vestían con trajes regionales para acompañar a la procesión. Después se iba al rodeo y había baile durante los tres días por la mañana, tarde y noche amenizados estos bailes con las mejores orquestas. La plaza se llenaba de atracciones para los más pequeños, barcas, tómbolas, casetas de tiro, norias, y los famosos puestos de turrón y garrapiñadas. También algunos años hubo capeas en la plaza que se cerraba con carros alrededor de las calles. El rodeo, tenía fama por los alrededores por su importancia. La víspera ya estaban los coches y camiones por la plaza. Se empezaba a ver a los merchantes o tratantes con sus garrotes en la mano dando vueltas por el pueblo, los cuales se quedaban en casas del pueblo o en las dos posadas que había en la localidad. La mañana de la feria los vecinos se levantaban temprano para acercarse al rodeo. Ya desde la plaza se escuchaba a lo lejos la mezcla de sonidos de personas, animales y automóviles.
Es importante destacar la tradición que ha habido siempre en Abertura a correr los toros. Las chotillas y vaquillas eran reses bravas, y algunas veces los chotillos no eran tan pequeños, sino que eran novillos e incluso se mató una vez un toro. Se compraban a un particular del pueblo, con anterioridad al día de la Capea, pidiendo permiso al alcalde y concediéndolo éste para que esas reses estuvieran pastando hasta el día del espectáculo en un terreno propiedad del ayuntamiento llamado «Cerca de los toros», ya que aquí se encuentran en varias épocas del año dos o tres toros sementales para la vacada de la Dehesa Boyal, en la cual cada vecino tiene algún animal. Los lugares dónde se solían hacer las corridas era el sitio denominado «Canchos de San Idelfonso» o en la plaza, pero normalmente era en esta última dónde se celebraban. A eso de las cinco o las seis de la tarde, las calles que afluían a la plaza se veían llenas de gentes que marchaban en dirección a ésta, para coger un buen sitio y no perderse ningún detalle de tan ansiado espectáculo. Hacían el ruedo o se tapaban las calles con carretas de labor. Se cantaban algunas estrofas en estas tardes de capea.
Ya sale la banda al ruedo, siguiendo a una linda jaca
Luciendo cintas de alpaca y gorros de cocinero.
Llega la hora suprema, llega la hora fatal
De que el clarín avise
Subíos a una cornisa, que es la hora de matar.
El espada Carnaval, viene con otro instrumento
Viene dispuesto a matar,
Como si fuera un jumento, al toro de la vacá.
Volviendo a la fiesta de San Gregorio. El primer día de feria en el rodeo había representantes de varias entidades bancarias para ofrecer sus servicios y captar nuevos clientes, porque nadie vendía ganado hasta esos días al ser un pueblo basado en la agricultura y la ganadería, era en esos días cuando se hacía dinero. Grupos de chicos instalaban cantinas, un pequeño recinto dónde servían bebidas, a la vez que ganaban algo de dinero, los demás se refrescaban. Al llegar se veían los grupos de vacas, ovejas, caballos y burros, en cada corrillo dos o tres personas con sus varas guardando al ganado para que no se escaparan. Los tratantes dando las vueltas alrededor del corrillo para observar bien a los animales y ponerles el precio. Los tratos se hacían regateando por ambas partes, hasta que hablaba el mediador y se partía al medio, para terminar se daban la mano. Después se confirmaban los tratos tomando las cervezas en la cantina. Al atardecer se retiraban los animales, los que no se vendían se los dejaba en alguna cerca cercana para el día siguiente volver a sacarlos, por si había más suerte para poder venderlos. Pasados los años la feria sufrió un gran declive y el rodeo dejó de tener importancia. Esta consecuencia fue debida a un mayor aumento de cabezas de ganado en el pueblo y ya no se podía esperar a vender sólo en estas fechas, los tratantes de ganado visitaban al ganadero cada vez que este tenía ganado para vender, pasando así de una venta anual a una venta continuada.
En los últimos años se ha potenciado esta celebración con varias actividades lúdicas como una comida campera en la que la corporación municipal invita a comer a todo el pueblo y a todos los que quieran participar y degustar los guisos más tradicionales. Otro de los festejos son las capeas, y los espectáculos ecuestres. Los caballos bailan con bailaoras flamencas al ritmo de la música en directo. En los últimos años se ha incorporado un espectáculo de cetrería, exposición de aves rapaces y espectáculo de vuelo de águilas, búhos reales. Cada año la corporación municipal ha querido sorprender a los asistentes con estos variados y entretenidos espectáculos.
4.- Las fiestas en honor a Santiago Apóstol y Santa Ana
Las fiestas se celebran entre los días 25 y 26 de julio. En realidad son las fiestas con más afluencia de público porque se celebran en verano. El día 25 se sale en procesión con la imagen del Apóstol Santiago por las calles del pueblo, después se disfruta bailando con la charanga y visitando los bares; por la tarde, los juegos populares y talleres. Ya en la noche todos los vecinos se congregaban en la plaza a bailar en la verbena.
El día 26 tiene lugar la romería en la ermita. Los vecinos acuden vestidos con trajes de la región y donde se ofrece una Santa Misa, después una procesión de la imagen de Santa Ana alrededor de la ermita, dejando la allí hasta el siguiente año. Las asociaciones adornan las carrozas, donde irán los asociados. Se da un premio a las mejores carrozas. Esta romería, en otras épocas era muy vistosa, debido a que el recorrido al lugar donde se celebra la romería se hacía montados en toda clase de caballerías, sin embargo últimamente todos van en automóvil y, por lo tanto, ha perdido gran parte de su sencillez y encanto primitivo.
5.- Fiesta del Emigrante
En el mes de agosto se celebra la Fiesta del Emigrante. En ella se ha querido reconocer el esfuerzo de todos aquellos que tuvieron que salir de su tierra para ganarse la vida. Este día está dedicado a ellos. Por la mañana se celebra una misa en la ermita de Santa Ana en honor a los emigrantes. Posteriormente, los vecinos del lugar participan en diversas actividades, lectura de poesías antiguas, concursos gastronómicos, exposiciones. Por la noche hay una verbena popular para que todo el pueblo disfrute.
6.- El 1 de noviembre. «Los quintos»
En otros tiempos era una verdadera institución la celebración del «Año Oficial de los Quintos», que comenzaba en Abertura el 1 de noviembre. Era una tradición heredada de padres a hijos que, año tras año, se cumplía con la más rigurosa escrupulosidad, teniendo que haber motivos o razones bastantes notorios para que alguno de sus miembros no asistiera a esta celebración ritual.
Con el nombre de Quintos se denomina a los que durante el año cumplen veinte años de edad, en este espacio de tiempo son alistados, tallados y sorteados para su incorporación al ejército. Comienza para ellos el año oficial de Quintos el día 1º de noviembre, festividad de Todos los Santos. En realidad se comienza dos o tres días antes, porque se reúnen todos los Quintos con todos sus acompañantes, amigos, parientes, vecinos…, y se iban de caza menor con casi todos los perros del pueblo, raro es el que se escapa sin ser atrapado por los Quintos para ese día tan señalado. Todos se reunían con su zurrón y cachiporra, y gran cantidad de perros. El fin primordial de este día no es el coger muchas piezas, aunque si esto se consigue es un elemento más que contribuye al júbilo popular, lo esencial es estar un día juntos y divertirse. Cada vez que se coge una pieza se lanzan al aire gritos de alegría.
La víspera de los Santos por la noche hacen una gran cena con todos los conejos y liebres cazados, y si aún no es suficientes, los Quintos agregan algunas piezas más de sus casas. Pasan la noche comiendo, cantando y rondando todos juntos, hasta altas horas de la madrugada, a partir de este momento empiezan a recorrer un ciclo que les llevará hasta el año que viene en que otros ocuparán su lugar y desempeñarán sus mismas funciones, a partir de este momento todas las vísperas y días de fiesta saldrán por las calles del pueblo cantando y rondando a las mozas, observándose una diferencia y es que en las vísperas estas rondas se hacían con panderetes, pero en los días de fiesta que había músicos en el pueblo; después de terminado el baile, la ronda se hacía con acompañamiento de éstos.
Durante este año disponen de un permiso especial del Alcalde. Todos juntos forman un bloque compacto. Tal fuerza es la que posee esta institución, tal es la importancia que se da el haber nacido en el mismo año, que incluso muchos de los quintos son amigos.
La noche de los quintos iban a los llanos, lugar donde se encuentran las eras, llenaban sacos de paja y la echaban en las puertas de las casas donde había mozas, era un modo de llamar la atención a las mozas de tal manera que cada cual lo hacía con una determina, sobre la que tuviera ciertas pretensiones; otras veces cogían macetas o tiestos de flores, como se llaman por aquí, de las puertas y ventanas de las casas de las gentes y las colocaban en las puertas de las mozas que cortejaban. A la mañana siguiente en todos los barrios del pueblo se podía observar grupos de mujeres entretenidas en animada charla, era el llamado comadreo que consistía en una especie de cotilleo o charla crítica, comentando las gamberradas de la noche anterior de los quintos.
Una de las fiestas más importantes de los quintos o quizás la más principal, era la tradicional corrida de gallos que se celebraba el martes de carnaval por la tarde, aunque este nombre de «corrida de gallos» no se ajusta muy a la realidad de lo que en verdad consistía la fiesta, ya que los pobres animales no corrían nada sino que estaban muy quietos amarrados a una soga, ésta a su vez estaba atado a los palos clavados en el suelo; los que corrían eran ellos a través de un recorrido fijado de antemano y montados a caballo, luciendo en su cuello bonitos pañuelos bordados de seda, en sus solapas puros bordados también en seda, y llevando en la mano un palo con el cual daban o intentaban dar golpes a un determinado gallo, ya que muchas veces fallaban porque naturalmente había una especie de árbitro o juez que levantaba o bajaba la soga para que la cosa fuese más difícil y entrara a formar parte del espectáculo la habilidad o destreza. Los pañuelos y puros eran bordados por las novias y si no la tenían por las madres, primas o hermanas.
En este día todo el pueblo se encontraba en la plaza para observar el espectáculo, vestidos con refajos y pañuelos típicos de esta zona, lo cual daba a la plaza un aspecto y colorido especial. Finalmente, algunas estrofas de las coplas y canciones que los quintos cantaban bien por el día o por la noche.
Dime dónde vas morena
Dime dónde vas salada
Dime dónde vas morena
A las tres de la mañana.
Voy a la fuente del caño
A beber un vaso de agua
Que me han dicho que es muy buena
Beberla por la mañana.
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Quintos de Salamanca
Qué vais cantando
Mientras los corazones
Os van llorando
No olvidas que os esperan
Tiempos mejores
Mientras yo pueda daros
Unido a mí pecho
Todos mis amores.
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Adeclín le dice a España
Que a Lucema no se toma
Y a Lucema se ha tomado.
Todos temen a Melilla
Como si Melilla hubiera
Algún león encantado
Que a los hombres se comiera.
Al final ya cuando se marchaban a casa cantaban las siguientes estrofas:
Los Quintos de hogaño
No sirven paná
Porque de borrachos
Se van a acostar.
Se van a acostar
Se van a acostar
De borrachos que están.
No hace falta explicar mucho lo que son las Rondas, ya que cada pueblo o cada cual sabe lo que son, bien por experiencia propia o porque lo haya oído contar de otros, el caso es que es una de las cosas más típicas y arraigadas en el corazón de todos los pueblos de España o por lo menos de Extremadura.
Como la misma palabra indica, consiste en vagabundear a deshoras por las calles del pueblo cantando, acompañados de algún instrumento, normalmente era la vigüela (instrumento de cuerda más pequeño que la guitarra) o una pandereta grande especialmente preparada para esto con su característico tun-tun, formaban aún más escándalo y bullicio del que ya llevaban. Normalmente estas Rondas las hacían los quintos, acompañados de todos su séquito: amigos, hermanos, primos, parientes… junto con otros mozos aunque también podían ser los rondadores otros mozos cualquiera.
Los fines de estas Rondas unas veces era llamar la atención a la gentes, ya que al día siguiente se oirían los comentarios como: «pues anoche vaya jaleo que armaron los quintos a eso de las dos o las tres de la madrugada», otras veces era algún grupo de despechados pretendientes que habiendo recibido de su ex dama calabazas lanzaban al aire más o menos las siguientes coplas:
Para pasear tú calle
No necesito cuchillo
Porque el novio que tú tienes
Me lo meto en un bolsillo.
Otras veces se organizaba un verdadero concurso de cante flamenco, ya fueran malagueñas, soleares o seguidillas en las que competían todos los de mayor fama contemplados con envidia por los que no sabían hacerlo. Estas Rondas se hacían las vísperas y días de fiesta después del baile, aunque como hemos dicho antes, la víspera se hacían con los instrumentos que ellos tenían, pero en las fiestas iban acompañados por los músicos. La bebida que normalmente llevaban para estos acontecimientos era vino, anís y aguardiente de la tierra, de muy buena calidad. Hace ya bastantes años existían grandes extensiones de terreno, llenas de viñedos, concretamente la Herrería y la Cuesta, produciendo un vino y aguardiente de alto grado y de muy buena calidad, pero a causa de una epidemia que padecieron las vides, tuvieron que arrancarlas todas o casi todas, hoy actualmente quedan muy pocas.
He aquí algunas de las coplas o canciones que se cantaban esa noche:
Toda la calle abajo
Va una vigüela tocando
Y una cuadrilla de mozos
La ronda viene cantando.
Quítate de esa ventana
No nos vean ahí hablando
Se lo dirán a mi padre
Pudiendo yo estar excusado.
No está bien
Que yo me vaya a dormir,
sin rondar,
Y esto me sucede a mí.
El cuerpo me pide usía
No lo puede complacer
A la pobre de mi novia
Que no la puedo ver.
Ya sé que estás acostada
Pero dormidita no
Ya sé que estarás diciendo
Ese que canta es mi amor.
Dónde estarán estos mozos
Que a la cita no quieren venir
Cuando nunca a este sitio faltaron
Y se desvelaron por estar aquí.
Ya estoy aquí
No te amohínes mujer
Tú has de tener fe ciega en mí.
No mientas mi mozo garrido
Segoviano presumido
Que no me has de engañar.
No te engaño, recelosa
Que sé querer de verdad.
Siempre me dices lo mismo
Tus consejos no quiero tomar
Porque sabes decir muchas cosas
Cariñosas y engañosas
Pero nunca te quieres casar.
Me casará cuando tú quieras mujer
Tuyo será todo mi amor
Bien mío, en tu querer confío
Bien pronto será mi casa
Un nido para los dos.
La calle de los canchales,
Ya no la rondan chavales
Que la rondan buenos mozos
Con cuchillos y puñales.
Espejo de cristal fino
Que de fino te quedaste
A la mejor ocasión
Te fuiste y me dejaste.
Sorteo de los quintos en Abertura. Se ponían los quintos en el Ayuntamiento esperando el sorteo que empezaba a las nueve de la mañana, de aquí la canción:
Que ganas tengo que lleguen
Las nueve de la mañana
Para saber si mi suerte
Ha sido buena o fue mala.
Acostumbraban a poner dos cántaros, en uno iban las papeletas con los nombres y el otro los números. Dos niños cantaban tanto las papeletas como los números y el Alguacil daba a conocerlos. De ahí una copla que decía:
Mete la mano, chiquillo,
En ese cántaro nuevo
Y sácame el número uno
Que me vaya de éste pueblo.
Canción de los quintos
Somos los quintos de hogaño
Y verán los fanfarrones
Que nos sobra valentía
Y tenemos…pantalones.
Todos temen a Melilla
Como si en Melilla hubiera
Algún león encantado
Que a los hombres se comiera.
Las mocitas de éste pueblo
Son pocas y bailan bien,
Y en llegando a la costura
Ninguna sabe coser.
Ésta es la calle Real
La de las mozas garridas,
Que tienen sal por arrobas
Y que son muy pretendidas.
La pandereta del quinto
No lleva oro ni plata,
Lleva el aro de una criba
Los quintos son los que cantan
Que los sextos ya no valen,
Pues van las calles arriba
Sin decir adiós a nadie.
Y contestaban los otros:
«estos quintos no son quintos,
Que son niños por criar,
Pues rompen panderetas
Por no saberlas tocar».
En el mes de febrero se acercaba el día del «Talleo». Se levantaban muy temprano, vestidos con las mejores ropas.
A los mozos de reemplazo se les citaba en el Ayuntamiento. Allí se pasaba a medirlos, y tomarles la «talla», en la primera fase. Esto se llamaba el «talleo». En el Ayuntamiento de la localidad el Secretario era el encargado de anotar las alturas de los mozos, y de los defectos, pies planos, defectos físicos para ser exentos de tomar las armas, etc.
Y posteriormente se pasaba al «sorteo», que era la fase donde se destinaba a los «talleados», a ocupar sus destinos en los diferentes cuarteles militares. A la hora de la comida se preparaba un gran banquete para todos los familiares con sus correspondientes dulces típicos de la zona.
7.- La fiesta de la Inmaculada
Abertura sigue fiel al rito de quemar un muñeco con petardos en su interior que representa al demonio y la victoria de la Virgen sobre él. Se celebra el 8 de diciembre, tras la Santa Misa se quema en la plaza al demonio para rememorar el triunfo del mal sobre el bien.
Es importante para cualquier pueblo no perder la memoria histórica. Al repetir este gesto cada año el día de la Inmaculada, este acto quiere tener un significado como siempre se pretendió. Esta quema es un símbolo de lo que Abertura quiere destruir, el demonio pretende significar lo dañino, lo que nos destruye como pueblo, las divisiones que crean enemistad; las relaciones individualistas que daña la vecindad como pueblo; el mirar cada familia por sí mismo y no acudir a las necesidades de los vecinos; la apatía, la desilusión y la desgana que son como pequeños demonios que nos comen; y tantas cosas negativas que no favorecen la buena vecindad solidaria de un pueblo. Pero el fuego destruye y a la vez el fuego purifica. Por eso el fuego destruye al demonio, es decir, queremos matar todo lo que divide, lo que desune, todo lo que egoístamente no hace colectividad. Queriendo con esto significar que esta mujer, María la madre de Jesús, pisó la serpiente, el mal, lo dañino. Que la Inmaculada, que significa no manchada con el mal, quiso salvar y liberar del mal, del demonio, de nuestros demonios familiares. Con esta acción Abertura, año tras año, a través de este fuego, quiere salir purificada como pueblo, quiere liberarse de los males y como el pueblo somos nosotros, vamos a poner de nuestra parte para colaborar y hacer un pueblo unido, hermanado y solidario.
8.- Las campanilladas
Cuando se celebraba algún matrimonio, en el cual uno de los cónyuges era viudo, los dos viudos o cuando se separaba algún matrimonio; se organizaba una campanillada. Ésta consistía en que toda la juventud y gentes del pueblo cogían campanillas y latas y organizaban una especie de charanga, cantando por todas las calles del pueblo pregones como este:
El que quiera ver novillos
Corniabiertos y amarillos
Con la barriga calá
Que vaya a casa de fulano
Y allí los verá.
Fulano y fulana
Son hijos de padres difuntos
Anoche durmieron juntos
Primera amonestación.
Algunas veces llevaban una vaca brava atada a una soga y todo el acompañamiento detrás, hasta llegar a la casa donde vivían los recién casados cantando las coplillas anteriormente citadas.
Antes de la celebración lo primero que se hacía era preparar la casa, para ello se faldegaba la casa con cal, eso prácticamente era tarea de la familia del novio, hermanas, primas, etc. después la novia se encargaba de llevar la comida.
Las invitaciones, se hacían por las casas, a la familia, tíos, primos, algunos amigos.
Amonestaciones: había que ir a misa los tres domingos anteriores a la boda, el párroco al final de la eucaristía decía el nombre de los novios, y proponía que si alguien conocía algún impedimento para que los novios no se pudieran casar, que lo comunicara. Después se iba a la casa de la novia, para tomar unos dulces, con el acompañamiento de los padres, los padrinos, los cirieros y los hermanos. Los cirieros, eran dos hombres que decidían la familia del novio igual que los padrinos, ellos caminaban con el acompañamiento para recoger a los novios y llevaban una vela en la mano que se intercambiaban al llegar a la iglesia.
La pedida de mano: la familia del novio se presentaba con los padrinos, cirieros en la casa de la novia, allí tomaban algunos dulces y alguna copa de aguardiente, el novio también ponía los dulces.
El copo, era muy recordado, se juntaban las mujeres, amigas, hermanas, primas, para pasarse por casa de la madrina a pedir con el salero y el jarro del aceite, la madrina las daba el aceite echándolo en el jarro y llenaba el salero con la sal y también daba pimienta, era muy típico; después las convidaba dándolas unos dulces.
Los dulces los preparaban cada familia, con sus familiares, se juntaban todas las mujeres para elaborarlos, perrunillas, escaldadillos, buñuelos, mantecados, etc. La gente lo disfrutaba mucho y lo pasaban estupendamente todos estos días.
A las vísperas, un día o dos antes, se trasladaban los familiares de ambas partes, para hacer el inventario del ajuar que pertenecía a cada novio, preparaban la lista con todo lo que aportaban para el matrimonio, los platos, los vasos, los jarrones, las ollas, las cazuelas, los cubiertos, los manteles, las mantas, las sabanas, las cochas, la ropa interior, las herramientas, las tierras, los regalos, el dinero, etc. y todo se apuntaba en una lista, el articulo con el valor que tenía en pesetas. Por si no se casaban saber luego lo que era de cada uno. Al final los dulces para los que allí se encontraban.
También los familiares de unos y otros pasaban a probar las comidas que se elaboraban para la celebración de la boda, los del novio a casa de la novia y los otros a la casa del novio.
Llegado el día de la boda, el novio con los familiares, padrinos, cirieros e invitados se dirigen a buscar a la novia a su casa, para después ir a la Iglesia a la celebración de la Boda, ya con todos los invitados. Los cirieros con su vela cada uno por el camino y en la iglesia durante la lectura de la Epístola de San Pablo, durante la celebración del matrimonio:
Vivan los recién casados, Dios les dé salud, dinero, mucho trigo en los doblaos y las ganas pa comerlo.
Vivan los recién casados y el cura que los casó; la madrina, los «cirieros», acompañamiento y to.
Terminada la celebración de la boda, todos a casa de la novia para la comida, que trataba algunas veces de arroz con pollo, carne de cabrito en salsa, escabeche con pollo y los típicos dulces, sobretodo buen vino de pitarra que no faltaba y sus copas correspondientes, anís y el aguardiente, los buñuelos, se solían repartirse también a los niños que estaban en la calle.
Después se organizaba el baile de la manzana. Era habitual que lo amenizara una de las mujeres que había en el pueblo con su acordeón, aún se recuerda en el municipio a doña Teodora o a Anita Forera, los novios bailaban la famosa jota y luego todo lo que se tenía de repertorio, normalmente se hacía en la calle donde vivían los novios, mientras se bailaba se iba dando el dinero para los novios, en una mesa en una cesta y con varias bandejas de dulces.
Llegada la hora de la cena todos a cenar otra vez donde la novia, a continuación se seguía con el baile de nuevo.
Algunas veces solían cantarles coplas a los novios cuando se iban a dormir.
A la mañana siguiente todos se pasaban por la casa de los recién casados, para preguntar cómo habían pasado la noche, los novios amablemente sacaban dulces y aguardiente a todos los que se acercaban.
Por la tarde el nuevo matrimonio, familia, padrinos, cirieros se acercaban a la ermita de Santa Ana, para ofrecer sus ofrendas y pedir que el nuevo matrimonio tuvieran pronto descendencia.
El día de la boda o al día siguiente, también iban a velar al Santísimo, el nuevo matrimonio, padrinos, cirieros y familia, los novios eran cubiertos con una estola a la mujer por la cabeza y al hombre por los hombros. Los que no pasaban a velar, se decía que si tenían un hijo interesado en ser sacerdote, no podía serlo, porque sus padres no habían estado velando.
Los días pasaban con mucha ilusión, alegría y unión de todos los familiares de ambas partes, sin faltar la diversión, comiendo, bebiendo y bailando
9.- El Folclore
El traje típico popular de Abertura es el refajo multicolor picado en negro, bordado en varios colores con grandes cenefas, también de picado, el fondo de un color y las cenefas de otro color para que destaque, o las polleras de variada policromía, con la tela llamada de saco y bordadas con lana de multitud de colores, camisa blanca bordada, corpiño con lentejuelas y bordes, o con jubón negro adornado con puntillas, mandil negro con abalorios, faldiquera, con las mismas puntillas, abalorios y cintas que lleven el jubón o corpiño, medias blancas y zapatos negros. Como aderezos se ponen gargantillas y pendientes de herradura, pañuelo de palma de merino de cien colores y moño picaporte.
Jota popular de abertura
Al entrar en Abertura
Lo primero que se ve
Es la torre de la iglesia
Con el esquilón al pie.
Las mozas de la Abertura
Cuando van al cancho gordo
Se miran unas a otras
Y ninguna tiene novio.
Que digan que sí
Que digan que no,
Que digan que sí
Que sí digo yo.
Ya no quiere mi madre
Que yo vaya a Alcollarín
Porque dicen que tengo
Los amores allí.
Los amores allí
No los puedo tener
Que en Abertura madre
Tengo yo mi querer.
NOTAS
[1] La Dehesa boyal de Abertura está compuesta por unas 580 Hectáreas, dividida en tres hojas la Majadilla, Barrezuelos o tejares y las Lanchas, una se dedica solo para pastar el ganado, las otras cada año se cambian la siembra turnándose entre las dos, cada vecino del pueblo recibe su suerte de la dehesa (cabeza de familia), en el año 1940 cada vecino pagaba 5 pts. por suerte y actualmente son 20 euros, años atrás estaba vigilada siempre por un guarda, más otros dos que había para vigilar varias fincas del término, Noque, Mudalpelo, Corajas, cerbaleras, etc.