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La poesía popular que alfabetizó Brasil, tuvo su principal origen y fuente en los pliegues de cordel. Tiempos en que, los periódicos o diarios no alcanzaban ni a las tierras húmedas, ni las áridas del nordeste de Brasil. Los interiores de Paraíba, Pernambuco, Alagoas… Y la radio era entonces, un lujo no permitido a cualquiera. Los feriantes colgaban de una cuerda, –de ahí el origen de su nombre– la llamada literatura de cordel, que la poesía popular, la tradicional, que se publicaba en folletos.
Desde finales del siglo xix los pliegos de cordel trataron de informar y lo consiguieron, al igual que entretener, fue incluso una manera de alfabetización; que benefició a una buena parte de los brasileiros. Se calcula que alcanzaron a millones.
Al igual que está sucediendo en nuestro país, las noticias que llaman la atención por inéditas, poco frecuentes y escandalosas, el suicidio de Getúlio Vargas, lo fue por el rasgo que tenía como presidente y por ser conocido como el benefactor de los pobres. Padre de ellos, al garantizar derechos de los brasileiros, hasta entonces no reconocidos. El hecho del suicidio del presidente Getúlio Vargas, inspiró unos 60 títulos hasta ahora conocidos, convirtiéndose en un género exitoso de ventas y del enorme éxito de ediciones. En el siglo xix dos millones de ejemplares se consideraban, casi un milagro.
Los pliegos de cordel, forman parte de la cultura autóctona del nordeste principalmente, pero alcanza otras regiones de Brasil. Se trata de poemas en verso, de lenguaje claro y sencillo, en perfección métrica y trabajadas rimas. La sextina de poesía, por su rima y métrica marcaron la distinción de estos relatos. En España son conocidos y custodiados en algunos museos de etnografía. Joaquín Díaz en su Centro Etnográfico (Urueña) alberga expuestos, algunos, de los muchos archivados. Los folletos de cordel impresos, en papel de prensa, del tamaño de octavillas, xilografías en portadas, llegaban a pueblos recónditos y ciudades durante las festividades y los días de feria. Sorprendían los ambulantes, los feriantes (si es que no son la misma cosa) con sus técnicas de venta. En voz alta, declamaban los versos, enfáticamente, en las plazas y las iglesias, los que contenían vidas de santos, fervores religiosos o milagros. Si se trataba de una novedad y acaecía algo sorprendente, interesante, exclamaban: «¡Enhorabuena!. Si queréis llegar a saber el final, tendréis que comprarlos» lo que equivalía: hasta ahí, quiero contar. Eso sucedía cuando era una novela o relatos más largos. No iban a revelarlo, que, en aquellos casos, si sucedía, a saber, cómo lo tomarían.
Renace este género, según explica Jorge Renato de Meneces, de familia de cordelistas de varias generaciones en Pernambuco, donde se imprimió el primer pliego de cordel. Ahora está siendo el impulsor y rescatador del género. Desde niño, se empapó de este modo de escritura que se pierde en generaciones familiares. Y que, lo cultivaron y lo dieron a conocer. Filo –como es llamado y conocido– adaptó a la poesía popular el cuento Iglesia del Diablo, de Joaquín María Machado de Asís. Este cordelista, entusiasmado y prolífico, explica que de esta profesión uno no puede mantenerse; de ahí que haya echado mano de Instagram y encontrado nuevos entusiastas y aficionados. Proceden fundamentalmente de Sao José do Egito, a más de 300 kilómetros tierra adentro, que a la vez es el epicentro de la poesía popular, junto a la vecina Teixeira. Allí sueñan que en su región brilla en el espacio, por su poesía.
Es heredera, la literatura de cordel de los trovadores medievales; alcanzó a Brasil con la llegada de la imprenta y los colonizadores portugueses. Sucedió en la primera mitad del siglo xx.
Entonces los habitantes que vivían en aldeas, pequeñas ciudades al nordeste, aisladas, o en fincas apartadas, aguardaban expectantes los días feriados para adquirir el preciado folleto. Quienes sabían leer; que eras escasos, lo declamaban. La temática era variopinta, podía alcanzar al noticiero nocturno, relatos a modo de novela, o recomendaciones para combatir enfermedades. Entonces la epidemia de tuberculosis era la más frecuente y temida.
La presencia de las mujeres en la literatura de cordel
Mará Alice Amorín, editora y ensayista, quedó tan hechizada por la poesía popular, que se convirtió en la mayor estudiosa conocida de la literatura de cordel, y creo un rico archivo de folletos, como explicaba recientemente, en un medio de comunicación de Pernambuco: «Fue una literatura minusvalorada porque circulaba más entre los pobres, que entre las élites. Es muy democrática. Muchos niños aprendieron a leer y escribir, escuchándolas «, explicaba Amorín. Para ella: «se equivocan quienes creen que es solo rima y métrica. Requiere un discurso poético, armonía, metáforas…».
A los cordelistas urbanos les gusta la noche. Un ambiente bohemio que excluida a las mujeres. Por eso, hasta recientemente fue un arte monopolizado por los hombres en el que ninguna mujer, como María des Nieves Batista Pimentel, solo logró publicar, oculta tras el nombre de su marido, Altino Alagaboa. Jorge Filo recuerda a Suberina Branca, cordelista octogenaria que se ganaba la vida como prostituta.
María Alice, se congratula con emoción que el género se modernice, mientras presenta elementos tradicionales. En vez de: «languidecer como una reliquia, objeto de análisis de investigadores, es una cultura viva que circula por teatros, escuelas y plazas», recalca. Las historias suelen estar sazonadas con ironía, pedagogía, crítica social o lecciones morales. En su apogeo un autor como Leandro Gomes do Barro llego a publicar más de 240 obras, y a vender se calcula, 10.000 ejemplares de un título. Al llegar la radio y la televisión comenzó su declive.
En ambiente bohemio el resurgimiento
Actualmente Mari Biggio, de 36 años, encarna el desembarco femenino que ha revolucionado la literatura de cordel. Desde su adolescencia, fue una enamorada y empezó a frecuentar el circuito de mercado, donde ser mujer y negra rompía moldes. Se propuso innovar; para declamar, llevaba trajes, collares, pulseras, elementos escénicos.» Yo quería ser la profesional del arte». Y lo logró.
Le propusieron, por ser mujer, un taller de pliegos de cordel para niños, que no sabían leer y allí comenzó la magia. Encontró su vocación. «Me dije: Quiero trabajar formando público para la literatura de cordel». La rima, la métrica, el ritmo, tienen un potencial pedagógico increíble. Combina la poesía es sextillas con adivinanzas, supersticiones locales e ilustraciones. Coloca a mujeres como protagonistas en las hazañas de María Bonita y Lampiao, los bandidos más famosos de la época.
Fue durante la pandemia cuando Bigio descubrió que, su aparente soledad entre cordelistas no era verdad. Otra autora echó a rodar en redes sociales una denuncia de machismo en el mundo del cordel y empezaron a surgir voces de poetas que descubrieron que no estaban solas. Alumbraron una red muy potente femenina de cordelistas, con ganas y entusiasmo de cambio. «Vemos machismo no solo en los comportamientos, sino en los temas: la suegra en tono jocoso, la mujer prostituta, el hombre traicionado, etc.». Mari Bigio, forma un dúo con su hermana Milla, que tiene un canal de You Tube, en el que ha publicado 17 libros y un centenar de folletos, sin dejar de innovar. Gracias al impulso de las mujeres y de internet se moderniza y renace la literatura de cordel.