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Los estudios sobre el papel del género en las relaciones personales y sociales se han multiplicado en las últimas décadas por múltiples razones. Las reflexiones acerca de los aspectos en que la igualdad debe imponerse como una justa reivindicación son, por lo tanto, consecuencia de la necesidad de revisión que aquellas mismas relaciones están demandando de una sociedad presuntamente dinámica y cambiante. No siempre esas reflexiones, sin embargo, arrojan estadísticas positivas. La aceptación de roles tradicionales en una sociedad pretendidamente moderna revela hasta qué punto la educación pasiva recibida en el ámbito familiar juega con ventaja frente a una instrucción que pretende instaurar normas más justas y equitativas. Una mirada a las formas en que las mentalidades han ido conformando los papeles y las actitudes en el pasado sería, por tanto, un primer paso en el análisis de los hechos y en la propuesta de soluciones. La lucha por el poder o la agresividad irracional suelen estar en el principio de todos los problemas y manifestarse en casi todos los ámbitos de la vida de relación.
Es curioso y notable que, a pesar de todas las dificultades que en cualquier época tuvo la mujer para elegir oficio, surgieran de forma imparable personalidades como la de Felisa Lázaro, llamativas tanto por su éxito profesional como por la forma tan decidida de sortear aquellas dificultades. Voluntades de hierro y mentalidades avanzadas para su tiempo fueron abriendo un camino difícil e interminable. La capacidad e inteligencia de Felisa, sus cualidades artísticas y su inquebrantable deseo de dedicarse al canto la convirtieron en una de las artistas más célebres y queridas de su época. Sin embargo, su partida de defunción refleja que todo lo conseguido durante años de éxito y denodados esfuerzos quedó anulado en la fría redacción de quien escribió los datos de su defunción: «de profesión su sexo y de estado soltera». El artículo de Antonio Baile Rodríguez que encabeza el presente número recupera el nombre y la dignidad de la vallisoletana Felisa Lázaro para la historia del género chico y la canción española. El aparente inmovilismo de la tradición contrasta con la evolución permanente de sus planteamientos.