Revista de Folklore • 500 números

Fundación Joaquín Díaz

Si desea contactar con la Revista de Foklore puede hacerlo desde la sección de contacto de la Fundación Joaquín Díaz >

Búsqueda por: autor, título, año o número de revista *
* Es válido cualquier término del nombre/apellido del autor, del título del artículo y del número de revista o año.

Revista de Folklore número

516



Esta visualización es solo del texto del artículo.
Puede leer el artículo completo descargando la revista en formato PDF

‘Diario de un joven médico’, de Mijaíl Bulgákov, y la serie basada en sus relatos

ALONSO FRANCH, Eduardo

Publicado en el año 2025 en la Revista de Folklore número 516 - sumario >



El contexto histórico

Los esfuerzos de los intelectuales no han sido en vano: testifican lo mejor, lo más digno de la experiencia histórica de los hombres y las mujeres en la lucha por la emancipación[1]. La cultura rusa en general, y la literatura en particular, son ricas en tradiciones vivas de crítica social. En circunstancias de crisis general y colapso, el Partido Bolchevique y la clase obrera organizada juntos fueron la única fuerza capaz de establecer algún tipo de orden en Rusia y salvarla como Estado civilizado. Sin embargo, resultó un shock para la intelligentsia la serie de medidas tomadas por los nuevos gobernantes que restringían la democracia. Los bolcheviques interpretaban el marxismo, en cierto sentido, como la ideología de la modernización y la europeización. Pero el nuevo gobierno fue incapaz de impedir la guerra civil, y los eventos escaparon completamente de su control. Los resultados de la guerra civil fueron trágicos para la intelligentsia rusa. Parte de la intelligentsia se adhirió a los bolcheviques, parte se unió a los blancos; la mayoría intentó encontrar un tercer camino. Nadie puede negar que para la literatura, la pintura, la crítica de arte y la vida espiritual rusa en general, los años veinte fueron una época extremadamente fructífera. Empezaron a aparecer grupos literarios con diferentes plataformas estéticas y filosóficas. La tendencia dominante era hacia la burocratización. Los judíos reforzaron hasta cierto punto el ala más progresista de la intelligentsia y la cultura rusas. El golpe más duro lo recibieron la literatura y las ciencias sociales. En 1958, Pasternak publicó en el extranjero su novela Doctor Zhivago. La literatura de los años sesenta se volvió hacia el pasado. Su tarea fue la de recordar y contar lo que no había sido posible registrar de su propia época. Dos son los principales grupos sociales que han producido disidentes: las élites literarias y las científicas. Los trabajos más exitosos de los disidentes fueron aquellos dedicados a la literatura, en especial obras de ficción. El defecto de las utopías no es que sean irrealizables, sino que su realización lleva a consecuencias bastante diferentes de las deseadas. Trabajos de ficción e investigación se complementaban unos a otros. La historia se convirtió en política. Sin cultura no puede haber ninguna democracia durable. Sin democracia, la cultura no puede triunfar. La publicación de obras de Nabókov, Gumiliev y otros escritores del siglo xx conoció una particular aceptación entre los lectores. No obstante, existe cierta nostalgia por el pasado. Y a pesar de que precisamente sobre la intelligentsia, en los años treinta, cayó la más dura represión, el período soviético llegó a ser un tiempo de enorme crecimiento en el número y en la influencia de la intelligentsia. El nuevo poder también introducía la educación. Y de pronto, en los años de la Perestroika, el poder se ponía de acuerdo con ella. Pero la sociedad cambió y los gustos se transformaron[2].

No era sino el mismo mundo de desapariciones misteriosas, poderes arbitrarios y mercados negros retratado por Mijaíl Bulgákov en El maestro y Margarita. Aunque en la era estaliniana no desaparecieron por completo las conquistas alcanzadas en los años siguientes a la revolución de octubre, la irrupción de fórmulas represivas se hizo notar de manera evidente. La ampliación de las dimensiones del sistema educativo fue espectacular. Hicieron su reaparición algunos de los estudios tradicionales que habían sido marginados tras la revolución de Octubre. Fueron muchos los escritores y artistas que se vieron privados de la posibilidad de expresarse, cuando no tuvieron que abandonar el país, acabaron en los campos de trabajo o encontraron la muerte. La censura recobró todo su vigor en la década de 1930. Su efecto fue una atmósfera de inseguridad que marcó profundamente a muchos creadores, como lo demuestra de manera fehaciente el contenido de las ingenuas cartas enviadas por Bulgákov a Stalin, insertas en una tradición cultural de correspondencia entre escritores y gobernantes[3].

¿Quién fue Mijaíl Bulgákov?

Estudió medicina, pero destacó como novelista y dramaturgo, y alcanzó fama mundial por su dominio del humor sarcástico y de la fantasía en una literatura claramente política. En 1921 se estableció en Moscú, siendo rehabilitado después de muerto, durante la época del deshielo. Entre sus obras destacan la novela autobiográfica La guardia blanca (1924), Los días de los Turbin (1925), adaptación de la novela, que aunque fue violentamente atacada por la crítica oficial obtuvo un éxito considerable, y Don Quijote (1940). Y su obra maestra, aunque inacabada, El maestro y Margarita (1966), novela de compleja construcción, en la que se retoma el tema de Fausto y de la salvación[4].

Mijaíl Bulgákov nació en Kiev (Ucrania) como el hijo más celebrado de un profesor de teología en la Academia Teológica de Kiev. Fue a la Primera Alta Escuela de Kiev (1900-1909) y estudió después medicina en la Universidad de Kiev (1900-1909). De 1916 a 1918 trabajó como doctor en la línea del frente y hospitales de distrito. Estas experiencias las describió en Notas de un joven doctor (1925-1926). En 1918-1919 Bulgákov trabajó como doctor en Kiev y asistió a la ocupación alemana y después a la ocupación por el Ejército Rojo. Durante estos años sufrió de adicción a la morfina, pero fue ayudado por su primera esposa a superar la adicción. En 1920 Bulgákov abandonó la medicina en favor de una carrera como escritor. Su novela ampliamente autobiográfica La guardia blanca (1925) fue una relación de los turbulentos años entre 1914 y 1921 como reflejó en las vidas de una familia blanca de Ucrania. La crítica de Bulgákov del sistema soviético no fue admitida por las autoridades. El favor de Stalin protegió a Bulgákov solo de arrestos y detenciones, pero sus escritos permanecieron inéditos. La obra más importante de Bulgákov fue El maestro y Margarita, escrita en 1928-1940. Una primera edición soviética se publicó en 1966-1967. Murió en Moscú el 10 de marzo de 1940. No sería hasta los años ochenta cuando todas las obras de Bulgákov pudieron ser publicadas en Rusia. Lo sobrenatural y lo oculto le atraían, y utilizó cortes frecuentes hacia lo fantástico y la parodia[5].

Diario de un joven médico

En La toalla del gallo rojo bordado, Bulgákov relata las cuarenta verstas que separaban la ciudad de Grachovka del hospital de Múrievo, que les llevaron un día entero. A las 2´05 de la tarde del 17 de septiembre de 1917 estaba en el patio del hospital de Múrievo. Maldijo mentalmente la medicina y la solicitud de ingreso que presentó, cinco años atrás, al rector de la universidad. Miró melancólicamente la casa de dos pisos, las paredes de madera rústica de la casita del enfermero y su futura residencia, una casa de dos pisos muy limpia. Su aspecto juvenil le envenenó la vida al principio. En las salas vacías cabían con facilidad hasta cuarenta enfermos. La estantería estaba llena de libros. Por primera vez en su vida, tuvo que realizar una amputación a una persona moribunda. Dos meses y medio más tarde, a través de la ventana brillaba uno de los primeros días del invierno. Saltando con ayuda de dos muletas, entró una muchacha de encantadora belleza. Tenía una sola pierna y llevaba una falda muy amplia.[6]

En Bautismo de fuego, los caminos seguían intransitables y a la consulta no iban más de cinco personas. La lluvia caía durante días y noches enteras. El patio estaba cubierto de fango y de niebla. La posición transversal es absolutamente desfavorable tanto para la mujer que va a parir como para el médico que ha terminado la universidad hace solo seis meses. La parturienta ya estaba sentada en la mesa de operaciones. Pelagueya Ivánovna sacudió al recién nacido y le daba golpecitos. Y la madre también estaba viva[7].

En La garganta de acero, el doctor se ve rodeado por las tinieblas del mes de noviembre atravesadas por los torbellinos de nieve que habían cubierto la casa. Había pasado los 24 años de su vida en una gran ciudad y pensaba que la tormenta aullaba solamente en las novelas. Las veladas eran extremadamente largas. Soñaba con la ciudad del distrito. La noche del 29 de noviembre, a las 11, trajeron a una niña al hospital de Nikólskoie. Era un médico de 24 años que se había graduado hacía dos meses y al que habían nombrado para dirigir el hospital de Nikólskoie. Vio a una niña de unos tres años. La niña se asfixiaba. Jamás había visto cómo se hace una traqueotomía. La niña respiró y comenzó a llorar fuertemente. Estaban rodeados de nieve y la consulta crecía de día en día. Y llegó el día en que recibió a 110 personas. Habían comenzado a las 9 de la mañana y terminaron a las 8 de la tarde[8].

En La ventisca se señala que el joven médico había adquirido tal fama después de la amputación de la pierna, que casi sucumbió bajo el peso de su reputación. Todos los días cientos de campesinos acudían a su consulta. Además, había cuarenta pacientes hospitalizados. En dos semanas fue llevado en trineo cinco veces. El martes tuvo 11 pacientes ambulatorios. Se encontró fuera de un edificio con columnas blancas del estilo neoclásico de Nicolás I. Eran las cinco en punto. Un médico joven se levantó de su silla para saludarle. Su expresión era agónica y angustiada. Por un segundo captó una mirada de asombro en sus ojos cuando vio que era tan joven como él. Y cada vez el frío era más gélido[9].

La erupción estrellada relata cómo se topó con la sífilis por casualidad. Comenzaba a anochecer y caía la primera nieve del invierno. Explicó a su paciente cuán contagiosa era la sífilis. Descubrió en sí mismo enormes conocimientos en el campo de las enfermedades venéreas. Una mujer fue su segundo paciente en ese campo, al que entregó sus mejores años[10].

En Morfina, el doctor se da cuenta de que en el invierno de 1917 fue feliz. La tormenta que comenzó le atrapó y le llevó desde un lugar perdido a la capital del distrito. Pasó un año y medio entre la nieve en invierno y los severos y pobres bosques durante el verano sin ausentarse un solo día. La calle mayor de la pequeña ciudad era una vía en la que colgaba un rótulo con unas botas, un bollo dorado, algunas banderas rojas. En un quiosco vendían periódicos moscovitas del día anterior con noticias sensacionales. Cerca de allí silbaban los trenes que llegaban desde Moscú. El hospital tenía plantas de cirugía, medicina de cabecera, infecciones, obstetricia. En el hospital había un médico jefe, tres internos (sin contarle a él), sanitarios, comadronas, enfermeras, una farmacia y un laboratorio. Y se hizo cargo de la sección pediátrica. La difteria y la escarlatina le absorbieron. Durante el invierno de 1917, cuando le trasladaron a la capital del distrito, fue feliz. Terminó el año 1917 y pasó volando febrero de 1918. Febrero, marzo, abril, mayo y habría terminado las prácticas. A finales de mayo, el joven médico se despediría de la espléndida ciudad y volvería a Moscú. No podía llegar a Gorelovo más que al día siguiente en el tren procedente de Moscú, recorrer treinta verstas en ferrocarril, bajar en la estación N y desde allí viajar 22 verstas en trineo hasta el hospital de Gorelovo. El doctor Poliakov yacía bajo la lámpara. El doctor Poliakov había muerto. Junto a la carta del suicida había un cuaderno corriente, con la cubierta negra. En él se refiere a Bomgard, que trabajaba en Gorelovo, un distrito alejado similar al suyo y a tres distritos de distancia del suyo. El 2 de marzo, señala que, al parecer, han derrocado a Nicolás II. Y el 10 de marzo, que allí se está produciendo una revolución. El 13 de abril, señala que la cocaína es el veneno más terrible y pérfido. El 6 de mayo de 1917 dice que se inyecta morfina dos veces al día. Pero realiza perfectamente las operaciones, señala Poliakov. El 14 de noviembre de 1917, después de fugarse de Moscú, del sanatorio del doctor…, está de vuelta. Todavía estaba en la clínica durante el tiroteo y el golpe de Estado. El 27 de diciembre escribe que Bomgard se ha marchado del distrito de Gorelovo y le han enviado para reemplazarle. El 17 de enero de 1918 señala que su aspecto externo es delgado y pálido como la cera. El año anterior pesaba 65 kilos y entonces, 55. El 11 de febrero dice que se dirigirá a Bomgard porque es joven y porque fue compañero suyo de universidad. Se trata de un hombre sano y fuerte, pero al mismo tiempo dulce. Será compasivo. Le han concedido un permiso. Está cansado y no va al hospital. En el amanecer del 13 de febrero, en Gorelovo, decide que el cuaderno será para Bomgard. Y en el amanecer del 13 de febrero, en Gorelovo, Bomgard acabó de leer el diario de Serguéi Poliakov[11].

En Las tinieblas egipcias se cuenta que en la capital del distrito hay un cine, tiendas. Sus pechos se calentaban con el vodka. Comenzaba a sentir el peso de la melancolía y de la soledad. Era un amanecer opaco de invierno[12]. En Un ojo desaparecido ya ha pasado un año desde que llegó. Pelagueya Ivánovna y el médico recibieron un niño varón. Llegó vivo y salvaron a la madre. El espejo le devolvió la imagen de la fisonomía contrahecha de tipo degenerativo, con un ojo derecho que parecía haber recibido un golpe. Nunca las cosas inesperadas –como un parto a la orilla del río– llegaban solas a Múrievo. A menudo estaban aislados por la nieve, aullaba la tormenta, y se quedaban sin salir del hospital de Múrievo durante un par de días. En la aldea de Gúchievo, hizo la segunda torsión de su vida. Pero el niño nació muerto. Había pasado un año. Desde sus primeros pasos en el hospital de Múrievo comprendió que debía aprender a sacar muelas. Rememoraba el conocido cuento de Chéjov sobre la extracción de la muela del sacristán. Y por primera vez le pareció que aquel cuento era divertido. Había hecho dos amputaciones desde la cadera. Y partos. Cuántas neumonías, tifus, cánceres, sífilis, hernias (que curó), hemorroides, sarcomas… En un año había atendido a 15.613 enfermos. Solo había internado a 200 y solo habían muerto 6[13].

Mijaíl Afanásievich Bulgákov (1891-1940) nació en Kiev en una familia de sacerdotes. Bulgákov estudió medicina y trabajó durante algún tiempo en una aislada consulta rural, experiencia que describió en varios relatos. A principios de los años veinte se trasladó a Moscú y comenzó a trabajar como dramaturgo, novelista y colaborador de diversos periódicos. Bulgákov murió de un fallo hepático en 1940[14].

Lo que autores como Chéjov o Bulgákov nos proporcionan es casi la totalidad de lo que vendría a ser el reportaje periodístico de primera línea sobre la vida rural anterior a la revolución. Los relatos son mayoritariamente autobiográficos. Después de que Bulgákov se hubiera graduado de la facultad de Medicina de la Universidad de Kiev en 1916, trabajó durante varios meses cerca del frente cuando estalló la Primera Guerra Mundial. Fue enviado a trabajar a una aldea del distrito de Smolensk, en el que se inspiró para el «Muriovo» de los relatos. A principios de 1917 desarrolló una adicción a la morfina. En 1918 regresó a Kiev y trabajó como médico, especializándose en enfermedades venéreas. En 1919, durante la Guerra Civil rusa, Bulgákov fue llamado a filas como médico militar por el Ejército Blanco, primero en Ucrania y luego en el Cáucaso. Contrajo el tifus. Cuando la guerra terminó, se marchó a Moscú y trabajó durante un tiempo con su tío, un ginecólogo, hasta que a principios de la década de 1920 comenzó a dedicarse a la escritura a tiempo completo. Gran parte de sus experiencias alimenta Morfina y otros cuentos[15].

En La tráquea de acero, el joven doctor recuerda que con poco más de 24 años y graduado hacía apenas dos meses, se encontraba al mando de la clínica Nikólskaya en Muriovo. Nunca había visto difteria, a excepción de algunos casos poco graves[16]. En El ojo desaparecido, ha pasado un año desde que llegó. Una vez sufrieron tal nevasca que estuvieron encerrados dos días enteros en la clínica de Muriovo. Las costumbres inglesas no habían desaparecido del todo en la isla desierta de Muriovo. A los 25 años, celebraba su primer aniversario como médico profesional. Era una mañana de octubre gris, el primer día de su segundo año. Ahora que el primer año había pasado, sabía que el próximo también estaría lleno de sorpresas[17]. En Sarpullidos como estrellas, descubre que su cerebro era una mina de información sobre la sífilis. Y más tarde dedicaría los mejores años de su vida al estudio de las enfermedades venéreas. Las entradas más habituales eran de sífilis secundaria. La sífilis secundaria era la más terrible de todas[18].

Fue más feliz que nunca durante aquel invierno de 1917. Viajó desde lo más profundo del campo hasta una ciudad rural. La calle principal de la pequeña ciudad lucía banderas rojas y letreros de tiendas que enamoraban. Y no muy lejos se oía el ruido de los trenes que se dirigían a la capital. El hospital contaba con departamentos separados de cirugía, medicina interna, aislamiento para los casos más graves, maternidad y ginecología. Y se encargó del departamento de pediatría. Pero también desarrolló una adicción inesperada a Fennimore Cooper. Pasó 1917 y se encontraba en febrero de 1918. Hacía dos años que no veía a Poliakov. Siempre había sido un hombre de lo más razonable. El doctor Poliakov había muerto. Resulta muy sencillo volverse adicto; ocurre en muy poco tiempo. Te encuentras casi de forma inmediata en un estado de calma, que pronto crece en una deliciosa euforia. El deshielo primaveral ruge con fuerza. Pero la cocaína que Poliakov introdujo en su cuerpo se transformaba en algo distinto. El 14 de noviembre de 1917 habla de la ciudad conflictiva e inquieta de Moscú. El 27 de diciembre, Poliakov anota que Bomgard ha dejado su clínica de Gorélovo y le envían a sustituirle. Una mujer médica irá a ocuparse de la de Poliakov. Recuerda una estación de Moscú en noviembre, cuando escapó de la clínica[19].

La Guardia Blanca

Cuando Mijaíl Afanásievich Bulgákov publicó sus primeros cuentos, se acercaba a los treinta años. Cuando murió, había cumplido los 48. Nació en Kiev, en 1891, y murió en Moscú, en 1940. En Kiev, la ciudad en la que sitúa la acción de La Guardia Blanca, hizo sus estudios de Medicina. Ejerció la carrera durante algún tiempo, hasta 1919, y después de una breve estancia en Vladikavkaz, ciudad del Cáucaso, se trasladó definitivamente a Moscú. Sentía verdadera pasión por el teatro. La Guardia Blanca nos ofrece, ante todo, un vigoroso cuadro de acontecimientos de los que el autor fue testigo. En Kiev conoció la ocupación alemana, el encumbramiento y la caída del hetman Skoropadski, el pasajero triunfo de Petliura y la definitiva llegada del Ejército Rojo. La ciudad, que pasó de unas manos a otras, fue testigo de sangrientos combates. Los oficiales y la Guardia Blanca no son más que un puñado de hombres a quienes sus jefes abandonan en el momento culminante[20].

El año 1918 fue terrible y grande. Turbín, el hermano mayor, es un joven médico de 28 años. El año 1918 avanzaba veloz hacia su fin y cada día la vida se volvía más amenazadora y erizada. En la ciudad reinaban la inquietud y la confusión. La ciudad desprendía humo. Estaba hermosa entre el frío y la niebla de las montañas sobre el Dniéper. En el invierno de 1918, todas las viviendas estaban abarrotadas. Durante toda la primavera, la ciudad se fue llenando de forasteros. Y durante el verano, siguió llegando gente nueva. Durante todo aquel verano, no se dejó de disparar en los alrededores. Eran decenas de miles los hombres que habían vuelto de la guerra. Los alemanes abandonaban Ucrania. Los alemanes se iban, los franceses venían[21].

La ciudad se levantaba entre la niebla, asediada por todos los lados. Petliura estaba allí. En la ciudad estaban luchando. Petliura había tomado la ciudad. La alarma y la angustia empezaron de pronto a fluir y extenderse. El tifus echaba leña a la estufa y en plena fiebre llegó la figura de un hombre. En la calle seguían los disparos. El 16 de diciembre el anciano, hombre de buen corazón y pelo blanco, dijo que Turbín padecía tifus. Petliura estuvo en la ciudad 47 días. 1918 fue grande y terrible, pero 1919 fue más terrible todavía. Y la división azul de Petliura, en la noche del 2 al 3 de febrero, cruzó la ciudad y se perdió para siempre. La estación estaba abarrotada por el espanto. En los andenes el movimiento era constante, a pesar de que era plena noche, casi al amanecer. Todo pasaría: los sufrimientos, los dolores, el hambre y la peste. Bulgákov data esta obra en Moscú, 1923-1924.

Para Madsley, la revolución no puede considerarse triunfante hasta que los bolcheviques vencen en la Guerra Civil[22]. Guerra y lucha, hambruna y peste asolaron durante tres años el mayor país de Europa[23]. La mayoría de campesinos era políticamente pasiva. Los bolcheviques no perderían hasta mediados de 1918 el dominio de las principales ciudades debido a los levantamientos obreros. Como grupo opuesto a los bolcheviques, hasta los minoritarios cosacos tuvieron más importancia que los obreros y campesinos rebeldes en la zona soviética[24].

La victoria del poder soviético en el invierno de 1917-1918 iba de la mano de luchas internas de una intensidad que solo podría describirse como «guerra civil». La Guerra Civil rusa se inició en otoño de 1917. Comenzó durante la tarde del 25 de octubre. Pero el verdadero derramamiento de sangre se produjo algunos días después con un conato contrarrevolucionario. En el bando soviético nos encontramos a trabajadores armados y soldados y marineros revolucionarios. En Moscú, la segunda ciudad más importante del imperio, las confusas y sangrientas luchas callejeras que se sucedieron durante varios días, junto con los bombardeos de artillería y las masacres, terminaron con la victoria de los rebeldes. Una característica básica de la política rusa era el deseo de acometer una reforma de la propiedad agraria a costa de la nobleza terrateniente. La población del imperio que vivía en las ciudades era relativamente escasa. Como el poder tenía su base en las ciudades, estas eran esenciales. El desempleo y la escasez de alimentos de finales de 1917 generaron un ambiente de desesperación y de deseo de soluciones maximalistas. La opinión pública que predominaba era socialista, pero desconocía que el socialismo tomaría la forma del bolchevismo. La gran mayoría de los rusos eran campesinos y los bolcheviques un partido marxista centrado en las ciudades. Durante el invierno de 1917-1918 hubo tres asuntos de gran importancia para los grupos sociales: la paz, la salvación ante una catástrofe económica y el cambio social. El Ejército se convertiría en la base de la contrarrevolución de los blancos. Los oficiales nacionalistas del Ejército formaron los ejércitos blancos. En enero de 1918, los bolcheviques consiguieron el poder en el corazón de Rusia, una amplia base que nunca se les podría arrebatar. La diferenciación social estaba más agudizada, la gente veía amenazada su propia supervivencia. El Estado y el Ejército habían colapsado en Rusia. Mientras tanto, la guerra civil se extendía hacia la periferia del imperio[25].

El poder soviético triunfó no solo en las zonas clave de la Rusia europea septentrional y en los Urales, sino también en todo su vasto territorio. Buena parte de la población de la periferia del imperio era de nacionalidad gran rusa. Los convoyes de revolucionarios resultaron un factor decisivo al recorrer grandes distancias desde las urbes industriales para acabar con los centros de oposición en la periferia. Los cosacos serían un elemento crucial durante la guerra civil. Las minorías del imperio eran muy variadas. Los ucranianos y los bielorrusos ascendían en 1917 a 32 y 5 millones respectivamente. Al igual que los gran rusos, eran eslavos y los tres pueblos poseían idiomas, culturas y religiones similares. En Siberia, la mayor parte de la población eran colonos gran rusos. El avance del poder soviético varió en cada zona. La guerra por el ferrocarril tuvo importancia en Ucrania, que suponía el mayor desafío potencial para el Gobierno soviético. Los trabajadores de los nuevos centros industriales eran principalmente gran rusos, y en el oeste representaban la mayoría de la población de las ciudades, incluso en Kiev, junto con los judíos. El bando soviético carecía de poder en Ucrania. Al final, los destacamentos armados, organizados en el norte gran ruso y extraídos de la guerra por el ferrocarril de Antónov Ovséyenko contra la contrarrevolución cosaca, resultaron decisivos. En la propia Kiev, los trabajadores rusos de la fábrica de armas Arsenal se sublevaron (Dovjenko rodó una película sobre este tema en la década de 1920). Algunos miles de rusos armados sellaron –al menos por el momento– el destino de Ucrania. A mediados de febrero de 1918, prácticamente todo el vasto imperio estaba bajo el control de los sóviets. La zona central permanecería siempre bajo el control soviético a lo largo de toda la guerra civil, mientras que las zonas periféricas se perderían en 1918 y se convertirían en la base del movimiento antibolchevique.

Trotski se encontraba entre los líderes del levantamiento bolchevique. La Rusia socialista declaraba el fin de la guerra. Rusia aceptó firmar la paz con los nacionalistas ucranianos, lo que reconocía tácitamente a Ucrania como Estado independiente. Un símbolo inmediato de la derrota fue el cambio de la capital a Moscú, pues Petrogrado quedaba entonces demasiado expuesta a los ataques. Lenin y el tren del Gobierno partieron hacia el interior. A partir de ese momento, el debate político estuvo mucho más restringido. En Finlandia, la autodeterminación fue real. Los hábitos políticos cambiaron tras la crisis del Partido Bolchevique entre febrero y marzo de 1918 y tras la reafirmación de Lenin en el poder. Los bolcheviques estaban preocupados por la Guerra Civil y por la crisis económica. Los salvadores del poder soviético en Moscú, y quizá en todo el país, fueron los Fusileros Letones. La política exterior soviética fue de apaciguamiento. Lenin consiguió un «respiro» y los bolcheviques pudieron concentrarse en la Guerra Civil.

La política dominante era la de Lenin. Las relaciones soviético-aliadas habían pasado de la desconfianza a la abierta hostilidad. Al intento de los eseristas de acabar con la vida de Lenin siguió el llamado «Terror Rojo». La influencia directa de los destacamentos aliados que desembarcaron en Rusia fue enorme, y su impacto a largo plazo fue aún mayor. El resultado serían dos años más de activa hostilidad aliada contra la Rusia soviética. Trotski permanecería como Comisario del Pueblo para el Ejército y la Marina hasta 1925 y como tal haría su mayor contribución práctica al Estado soviético. Más importantes aún resultaron su energía y su capacidad política. Los comisarios resultaban esenciales. Los rojos controlaban las grandes ciudades industriales de la Rusia central. El bando soviético controlaba una población cinco veces mayor: unos 60 millones.

Las aldeas se unieron contra todo lo ajeno a sus comunidades y la política bolchevique llevó a la confrontación con todo el campesinado. Una de las claves del éxito de los bolcheviques consistió en el desarrollo gradual de unas instituciones estatales más efectivas. En marzo de 1918, el Gobierno se trasladó al Kremlin de Moscú. Uno de los mayores éxitos de los bolcheviques lo constituyó la movilización del proletariado. Los veteranos más capaces del Partido se centraron en la dirección del Estado. El partido se unió cada vez más según avanzaba 1918 y no había muchas oportunidades para el debate. A partir de julio de 1918, la Cheká inició un rápido desarrollo para convertirse en órgano de represión extendido y despiadado. La mayor parte de sus primeras víctimas pertenecía a la antigua élite. En Petrogrado se vivió la peor situación. Los disturbios rurales se extendieron en 1918. La antigua oficialidad tenía un papel destacado. Varias zonas se habían combinado a primeros de junio para formar la República Soviética del Norte del Cáucaso, con sede en la capital del Kubán, Yekaterinodar. La captura del Kubán por parte del Ejército Voluntario durante julio y agosto de 1918 fue uno de los acontecimientos más importantes de la guerra.

Siberia se convertiría en la base de una ofensiva general contra el poder soviético. El origen de la mayoría de siberianos era gran ruso. Las huestes cosacas desempeñaron un papel fundamental en Siberia, al igual que en la Rusia meridional. Kiev cayó ante el Ejército Rojo el 5 de febrero de 1919. Los aliados tratarían al bolchevismo como a un enemigo. El destino del Gobierno bolchevique se decidiría dentro del territorio del antiguo imperio. Diversos factores explican los acontecimientos de marzo y junio de 1919, una derrota de los blancos que resultaría decisiva. Un informe mencionaba que tres cuartos del ejército padecían tifus. A finales de noviembre de 1918, el Comité Central bolchevique declaró al meridional el frente más importante y el tren de Trotski pasó buena parte del invierno allí. Los ejércitos soviéticos se encontraban a gran distancia de sus bases. Pero el avance rojo continuó hacia el sur. Eran los rojos los que contaban con un mayor número de tropas. El tren de Trotski se desplazó hacia la zona amenazada de Ucrania, donde había nacido hacía 40 años. En 1919 no se había producido ningún cambio en los principios «regulares» de la organización del ejército propuesta por Trotski: centralización, mando en manos de antiguos oficiales designados, rígida disciplina, unidades convencionales y reclutamiento obligatorio. El mayor cambio en el Ejército Rojo recayó en su rápido crecimiento. A comienzos de 1919, el ejército se concentraba en el este y el sur. Los símbolos y la propaganda, evitar la colectivización y los peores errores de 1918, contribuyeron a la victoria de los rojos. Los rojos ganaron las grandes campañas de 1919. Rusia central, con sus grandes recursos humanos y su todavía considerable potencial económico, constituyó la clave del éxito bolchevique en 1919. Quizá la principal diferencia entre 1917-1918 y 1919 fue que el Gobierno bolchevique se encontraba más firmemente establecido.

La región del Kubán fue la más complicada. El movimiento blanco era, en esencia, un movimiento de los propietarios y de la oficialidad. Entre las tropas de combate rojas se había propagado el tifus. La victoria en el Kubán (marzo de 1920) allanó a los rojos el camino hacia Transcaucasia. Un 80 por ciento de la población era rural, en su mayoría campesinos pobres. La mayoría de la población era pobre y las dificultades económicas se habían incrementado con la guerra, la revolución y el aislamiento con respecto a los suministros y los mercados rusos. Dos años después de que finalizara la contienda en Europa, la última parte del territorio ruso fue despejada de fuerzas contrarrevolucionarias y extranjeras. La situación en las ciudades era terrible. La agitación del campesinado era cada vez mayor. La población de la zona soviética había aumentado, aproximadamente, de 85 millones de personas en el verano de 1919 a 140 en el otoño de 1920. A mediados de 1920, el poder soviético se había consolidado aún más y el Ejército Rojo había aumentado.

Las condiciones de vida en el medio urbano continuaron siendo espantosas durante la Guerra Civil. El Estado tuvo que tomar de los campesinos tanto su producción para las ciudades como a sus hijos para destinarlos al Ejército Rojo. La popularidad del programa bolchevique y la capacidad de su administración eran aceptables, en comparación con las de sus oponentes. La victoria soviética se debió, en gran medida, al reclutamiento de un ejército de masas comandado por antiguos oficiales, equipado con las existencias del Ejército imperial y compuesto por reclutas campesinos. Lo más mortífero lo constituyeron las terribles epidemias. Al tifus y la fiebre tifoidea se unían la disentería, el cólera y la epidemia de gripe española de 1918 y 1919. Los efectos del hambre fueron devastadores. Los costes de la guerra en vidas humanas fueron inmensos.

Grachovka es un poblado del raión Leningrád del Krai de Krasnodar. Está situada 133 km al norte de Krasnodar, capital del Krai. El Krai de Krasnodar es uno de los nueve que conforman los 85 sujetos federales de Rusia. Está en el Cáucaso Norte. De clima continental, destaca su río Kubán. Este Krai es el más poblado del Distrito Federal Sur y el tercero más poblado de la nación. Krasnodar es una ciudad del suroeste de Rusia junto al río Kubán. Es el centro administrativo del Krai de Krasnodar (también conocido como Kubán). Es el centro económico y cultural del Distrito Federal Sur y del Cáucaso Norte, además de ser el centro de la región histórica y geográfica del Kubán. La ciudad se halla en las llanuras de la orilla derecha del río Kubán. Durante la Guerra Civil, la ciudad fue capital de facto del Movimiento Blanco en el sur de Rusia. En 1920, el nombre de la ciudad cambió a Krasnodar[26].

La serie Diario de un joven doctor

Comienza en 1934, en Moscú. En 1917 se acababa de licenciar en Medicina y Odontología y le envían a un pequeño hospital. La serie se basa en los relatos de Bulgákov y se hizo en 2016. En 1934, interpretado por otro actor, se le ve mayor, más alto, y sometido a un registro en su despacho de Moscú. La policía encuentra un diario de aquella época. Está al noreste de Moscú, muy lejos. Trabaja en una dacha de madera bajo la nieve y vive en ella. Con el tiempo, el médico se vuelve morfinómano. En 1934, le tratan con electroshocks. Daniel Radcliffe, el protagonista de joven, es admirador de Bulgákov. Leyó El maestro y Margarita a los 17 o 18 años. La serie se basa en las experiencias del propio Bulgákov. En 1934 lo investiga la policía soviética. En la serie se mezclan el joven médico y el doctor maduro, aunque en los relatos no se utiliza este recurso. El pueblo se llama Murievo. La segunda parte empieza en Moscú en 1935, con el protagonista barbudo y detenido. En Murievo están en 1918. Falta morfina porque el joven doctor la utilizó para sí mismo, y trata de disimularlo. Le toca atender a un grupo de bolcheviques y al subinspector del Zemtsvo. En 1935, huye en un tren junto a un campesino. El joven doctor sufre una erección por culpa de la cocaína. Los blancos se acercan y Mika intenta colocar la bandera roja. Y al final, cura a los blancos. Aparece La sombra de la nieve, de Alexander Blok, dedicado a Natasha, una joven aristócrata. Bailan al ritmo de la balalaika. Pero Natasha está prometida a un general. La serie es de la BBC. Mika se ha enamorado de Natasha y le escribe un poema. Le llevan a un militar congelado que ha caído en una emboscada. Ha habido una masacre y el militar muere. Natasha llora y Pelageya está enferma, en la cama. Es tifus y se muere. Mika habla con Natasha sobre Blok. Los guardias blancos se van y vuelven los bolcheviques. A Mika le llaman de vuelta a Moscú, a los dos años de llegar, para integrarse en el instituto de enfermedades venéreas a cargo de los bolcheviques.

La primera parte comienza en Moscú, 1934. El viaje a su primer destino es arduo y largo, con nieve. Va en un coche de caballos. Ana le habla del viejo doctor. 17 años después, el personaje es más alto y más fuerte. Tenía en su primer destino una gran biblioteca. El joven doctor piensa que su voz no impone y que su aspecto es infantil. Es más bajo que su personaje de mayor. Se bajó del tren en Grachovka. Los actores resultan muy convincentes en su papel respectivo, en especial el doctor de joven y de maduro. Estudió en la Universidad Imperial de Moscú y le enviaron para que dirigiese el hospital de Murievo. Se imagina en 1917 dando una conferencia, con barba crecida, en Moscú. Tardó un día en llegar al hospital desde la estación de tren. Hay una epidemia de sífilis y piensa en pedir más medios a las autoridades. Grachovka está más cerca y es una pequeña ciudad. El policía le acusa de quedarse morfina para su uso personal. El oficial le lee los síntomas de la adicción a la morfina: ansiedad, depresión, náuseas, insomnio, deposiciones frecuentes e involuntarias, eyaculación involuntaria, pérdida de peso, adicción al dejarla, espasmos musculares, tensión alta… y le devuelve el diario y la jeringuilla. En marzo de 1917, el zar ha sido depuesto y la revolución está en el ambiente. Los dos actores se encuentran mal. La nieve cubre el terreno y la casa-hospital. El médico se vuelve célebre y acuden más pacientes a su hospital. A uno le diagnostica malaria. Y la sífilis hace estragos. El médico se siente mal y deprimido. Le aconsejan dejar la morfina y se pelea con su otro yo maduro. Le acusarán de mala práctica profesional y adicción a la morfina.

Jon Hamm representa al médico maduro. Será detenido, registrado su despacho y sometido a una cura de desintoxicación de la morfina. Daniel Radcliffe leyó El maestro y Margarita a los 18/19 años y le obsesionó. Celebró sus 21 años paseando por el apartamento de Bulgákov. Jon Hamm dice que la obra se basa en las experiencias como médico joven de Bulgákov. Vemos sus experiencias como joven médico a través de flashbacks. Y, a medida que la historia avanza, todo se vuelve más oscuro y desagradable. Se pasa de un estilo cómico a algo más propio del cine de terror. Y la serie es ambas cosas a la vez. Sugirió a Daniel como protagonista porque sabía que era un chico joven, pálido y de frágil aspecto que podría encajar en el guion. En el rodaje había un asesor médico. Jon tiene un rostro de rasgos angulosos muy marcados, con la barbilla poderosa e incluso un hoyuelo en la misma. Dan dice que su personaje es muy formal e idealista a su llegada al pueblo, pero se va hundiendo en la adicción y la frustración. Y su vida empieza a girar en torno a la morfina. Conserva la serie, según Dan, la inspiración alegre e irreprimible de Bulgákov.

La morfina es un tema muy importante en la serie, que va de 1935 hasta 1917. El médico maduro fue internado en una clínica de desintoxicación. Murievo, 1918: el joven doctor llega a su destino rural. Pide más morfina de lo habitual y de lo asignado al hospital. El médico maduro sube a un tren en marcha, donde hay un pasajero que parece cosaco. La serie es de 2013, de nacionalidad británica e inspirada en los relatos de Bulgákov. Fue escrita por Mark Chappel. Murievo, 1918. El joven doctor solo encuentra cocaína. Sufre síndrome de abstinencia. Se parodia la música de Kalinka. Natasha llega herida en un brazo. Los blancos invitan a cenar al personal del hospital. Los bolcheviques quemaron la casa de Natasha. El joven médico descubre La máscara de la nieve, de Blok. Natasha le conoció y este le dedicó el libro. Natasha quiere huir a París. El médico maduro toca la balalaika y el joven dispara una escopeta. Y se da otro tiro en el pie. Cuando despierta, Natasha le lee poemas. Es la canción de Ofelia. Le lee otro poema de La máscara de la nieve. Pero tiene un novio, que es general de la Guardia Blanca. El director se llama Robert McKillop. La serie se titula Diario de un joven doctor y otras historias. Murievo, 1918. Dan está histérico por la falta de morfina y reniega de los bolcheviques. La imagen del vagón de tren recuerda a Doctor Zhivago. Los blancos le llevan un herido. En Gorelovo ha habido una masacre y el V Batallón ha desaparecido. Pelagueia está en cama, con tifus, la enfermedad más frecuente en Rusia. Pelagueia agoniza y al final muere. Alex Hardcastle también participa en la dirección. Pero fue escrita por Mak Chappel. Murievo, 1918. Hablan sobre Blok y Mika recita un poema en memoria de Pelagueia. Los rojos le interrogan y les dice que Natasha y los blancos van a Grachovka y luego a Arkangelsk. El tren lleva suministros médicos. Se oye un tren en marcha y una explosión. Natasha tiene una pierna rota, se escucha otra explosión y Mika huye con morfina. Al siguiente invierno han pasado dos años en Murievo. Recibe una carta y se marcha con su maleta. Le ofrecen un puesto en el instituto de enfermedades venéreas de Moscú. Al cabo del tiempo, Jon vuelve, con barba, al hospital. Ve la cruz de Pelagueia Ivanovna (1869-1918), tirada y con nieve. La cruz es ortodoxa, aunque la inscripción está en caracteres latinos.

Daniel Radcliffe, Jon Hamm y la serie

El otrora mago adolescente es Vladímir Bomgard, un médico recién licenciado que se estrena en la remota localidad de Murievo, donde atenderá a sus primeros (y extraños) pacientes y recibirá una visita muy especial, la de su yo futuro, interpretado por Jon Hamm. La conciencia viene de 1935 para evitar que su joven alter ego cometa los errores que llevaron a su perdición, como la adicción a la morfina, que atrajo a sus demonios. Radcliffe destaca las abundantes escenas sangrientas y el humor negro, fácil de interpretar porque, admite, es su tipo de humor, aunque reconoce que ver las condiciones de la época ha cambiado su punto de vista. Pese a recordar Un cuento de Navidad de Charles Dickens, la historia está basada en los relatos autobiográficos del escritor ruso Mijaíl Bulgákov[27].

La producción de cuatro capítulos está basada en una colección de cuentos del escritor y actor de teatro Mijaíl Bulgákov. La historia cuenta experiencias semiautobiográficas de Bulgákov como un joven médico en el pequeño pueblo de Murievo en el inicio de la Revolución Rusa, en 1917. No solo enfrentó las supersticiones e ignorancias de sus pacientes humildes, sino también sus demonios internos. La serie fue dirigida por Alex Hardcastle y escrita por Mijaíl Bulgákov, Mark Chappel, Shaun Pye y Alan Connor. Hamm y Radcliffe trabajaron juntos para desarrollar similitudes en sus actuaciones[28].

Es imposible que Radcliffe (Fulham, Londres, 1989) no le caiga a uno bien. Daniel Jacob Radcliffe nació el 23 de julio de 1989 en Fulhan, Londres, ciudad donde sigue residiendo[29].




NOTAS

[1] ADAMOVSKY, Ezequiel: «Prólogo de la versión en castellano» en KAGARLITSKY, Borís: Los intelectuales y el Estado soviético de 1917 al presente. Buenos Aires: Prometeo, 2006.

[2]Ibid.

[3] TAIBO, Carlos: Historia de la Unión Soviética. De la Revolución Bolchevique a Gorbachov. 2ª ed. ampl. Madrid: Alianza, 2017.

[4]Diccionario de escritores célebres / Dirigido por José María Martínez Cachero. Madrid: Espasa Calpe, 1995, p. 116.

[5] Mihail Bulgakov (1891-1940).

[6] BULGÁKOV, Mijaíl: Diario de un joven médico. Madrid: Alianza, 2016.

[7]Ibid.

[8]Ibid.

[9]Ibid.

[10]Ibid.

[11]Ibid.

[12]Ibid.

[13]Ibid.

[14] BULGÁKOV, Mijaíl: Morfina y otros cuentos. Madrid: Nevsky, 2017.

[15] WOMACK, James: «Introducción. Los relatos médicos de Mijaíl Bulgákov». Ibid.

[16] BULGÁKOV, Mijaíl: Morfina y otros cuentos. Madrid: Nevsky, 2017.

[17]Ibid.

[18]Ibid.

[19]Morfina. Ibid.

[20] Prólogo. BULGÁKOV, Mijaíl: La Guardia Blanca. Barcelona: Penguin Random House, 2014.

[21]Ibid.

[22] JIMÉNEZ ZAERA, Jesús: Nota de la editorial. MADSLEY, Evans: Blancos contra rojos. La Guerra Civil rusa. 2ª ed. Madrid: Desperta Ferro, 2017.

[23] Prólogo a la primera edición. Ibid.

[24] Prólogo a la edición de 2008. Ibid.

[25]Ibid.

[26] Wikipedia.

[27]Daniel Radcliffe pasa consulta a sus demonios en la Rusia de 1917. eldiario.es (EFE Londres, 28 marzo 2013).

[28] «Delirios del pasado». La Nación, 14 julio 2013.

[29] FERNÁNDEZ, Fausto: «Daniel Radcliffe. Juego de niños». Fotogramas, 2142, abril 2022, pp. 56-59.



‘Diario de un joven médico’, de Mijaíl Bulgákov, y la serie basada en sus relatos

ALONSO FRANCH, Eduardo

Publicado en el año 2025 en la Revista de Folklore número 516.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz