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Revista de Folklore número

513



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La Historia Natural en la conformación del poema zooépico La Moschea de José de Villaviciosa (y II): el desenlace bélico

SANTIAGO ALVAREZ, Cándido

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 513 - sumario >



(Continuación)

Canto Octavo (VIII)

Este Canto desarrolla en 84 octavas un episodio en 19 dísticos (T. Lib. III, 119-156) sólo presente en la edición princeps de la Moschaea de Folengo, 1ª redacción, o Toscolanense; la reunión de los diablos en el Infierno a la llamada de Plutón para abordar la acogida y punición a las almas de los infortunados guerreros que sucumbirán en la inminente guerra. Aunque parece interrumpir de manera brusca el hilo del discurso, no está desubicado, Villaviciosa lo ha dispuesto de igual modo, después del movimiento de tropas y antes de ser alcanzado el clímax bélico.

Nuestro autor ha compuesto un canto original, se ocupa de todos y cada uno de los protagonistas en el enfrentamiento, como refleja el siguiente cuadro resumen:

protagonista

diablos

Villaviciosa

Folengo

mosca

Cancerbero

Cerbero

hormiga

Astharoth

Satanás

pulga

Asmodeo

Minos

mosquino

Leviatán

Draganiza

cénzalo*

Dragoniza

chinche

Behemoth

Astarot

mirmilión

Belial

Cagnazzo

araña*

Satanás

piojo

Malabranca

Belial

tábano

Behelzebuth

Malabranca

abeja*

Lucifer

* no lo trata Folengo

además, en los acogimientos apenas hay coincidencias, no así en las causas para trazar las penas que semejan una versión libre amplificada de las expuestas por Folengo (T. Lib. III, 139-156; v. Santiago-Álvarez, 2022, págs. 67-68), fundadas en el característico comportamiento alimenticio de cada uno de ellos; así,

Al Cancerbero horrible se cometa,

porque esto no es razón que se le quite,

pues es perro trifauce, que arremeta,

y al natural del perro en esto imite.

Y por su angosto trigaznate meta

al reino obscuro del soberbio Dite

todas las almas de las moscas muertas,

siendo sus bocas del infierno puertas. (VIII, 385-392)

Perezca allí la gula de su pecho,

y aquel torpe vivir a sus anchuras

halle angosto camino en el estrecho

del can, pena debida a sus locuras.

Ésta es sentencia justa y de derecho,

y a su rigor conformes desventuras.

Paguen los besos que a las damas dieron

cuando atrevidas sin vergüenza fueron. (VIII, 393-400)

aquí se refiere a la mosca doméstica a la que se castiga por alimentarse de materias diversas y ocasionar importunación; ahora,

Vaya Astharoth y en las hormigas haga

aquello mismo que con ellas hace

el oso montañés, que se las traga

siempre que hambriento por los montes pace.

Su estómago de hormigas satisfaga,

pues él dellas jamás se satisface,

siendo un vientre ministro de justicia

de el otro que lo fue de la avaricia. (VIII, 401-408)

ejecute el castigo a las hormigas, al modo de su enemigo natural, porque su acción en la naturaleza no es inocua para la agricultura; después,

Las lujuriosas pulgas Asmodeo

en las obscuras cárceles esconda,

y él a su vicio abominable y feo

con iguales castigos corresponda.

De la caterva pullicina arreo,

inquieta, lujuriosa y hedionda,

del índice y el pólice en sus yemas

tengan castigo sus soberbias temas. (VIII, 417-424)

ponga freno con las uñas a la insidiosa pulga del hombre, Pulex irritans L. (Siphonaptera: Pulicidae), que obstinada se enseñorea del biotopo cutáneo, para adquirir su alimento, aun cubierto por vestidos, (v. supra); pero,

Del fiero Leviatán será el camino

el hondo espacio que su vientre tiene

por donde se entre el género mosquino

que a ver las penas del infierno viene.

Esta caterva que al olor del vino

en los cóncavos frescos se entretiene,

del fiero Leviatán el vientre tenga,

porque no siempre en fresco se entretenga. (VIII, 425-432)

dejar la vía expedita para que se aneguen las pequeñas moscas, Drosophila melanogaster, D. funebris, etc. (Diptera: Drosophilidae), o «moscas del vinagre», en el líquido que las atrae; a,

La plaga cenzalina, que persigue

con inaudito género de enojos

a los mortales que en los campos sigue,

entrando sin temor por boca y ojos,

Dragoniza sus ímpetus mitigue,

y al tiempo que se abrieren los cerrojos

de la infernal y temeraria puerta

allí se plante con su boca abierta. (VIII, 433-440)

de estos se olvidó Folengo, aquí Villaviciosa señala a los que atacan en campo, en ambiente natural, aunque la alusión a la entrada «por boca y ojos» resulta improcedente parece hablar de enjambres de mosquinos, en concreto ceratopogónidos en danza sexual; por,

El hinchado Behemoth, la bestia fiera,

a la caterva de la chinche inmunda

prevenga del infierno una caldera,

la que fuere más cóncava y profunda.

En ella su asquerosa vista muera,

y entre sus aguas infernales se hunda,

y allí su mal hedor bullendo acabe,

o del hedor pestífero se lave. (VIII, 449-456)

el agua hirviendo era la manera expedita de acabar con las chinches y su hediondez; contra,

Las almas de los crudos mirmiliones,

que hasta en sus camas a la gente inquietan

levantando en las carnes los chichones

que por chupar la sangre las aprietan,

esta caterva infame de ladrones

en los últimos cóncavos se metan

tiniendo a Belial por carcelero,

que no les deje abierto un agujero. (VIII, 465-472)

atribuye a los mirmiliones unos daños que de ocasionarlos son de manera fortuita (v. supra, n. 45); que,

El fiero Satanás en las entrañas

lóbregas del infierno, donde habita,

meta de las indómitas arañas

la caterva zancuda y infinita.

Y para sus diabólicas marañas

haga a la chusma bélica y maldita

que nuevas redes con las suyas tracen

porque con ellas nuevas almas cacen. (VIII, 473-480)

a estas tampoco las considera Folengo; mas,

Al cruel Malabranca se cometan

los piojos, fruta vil de galeotes,

y especial los sacrílegos que inquietan

hasta los eclesiásticos cocotes.

Destos que las cabezas no respetan

aun de los mismos sumos sacerdotes

Malabranca, juntando uña con uña,

las anchas pieles de su cuerpo bruña. (VIII, 481-488)

resalta la condición ectoparasitaria de los piojos, aquí sólo habla de los que infestan al hombre y el modo de matarlos con las uñas; pero,

Behelzebuth el furioso, que consiente,

sin que por ello se desdeñe y brame,

llamarse padre desta sucia gente,

y que la mosca infame se lo llame,

allá en sus calabozos atormente

a su albedrío el tabanismo infame,

y su soberbia indómita castigue

sin que el llamarle padre a amor le obligue. (VIII, 489-496)

recuerda la dureza de acción de los tábanos; por último,

A Lucifer también se le reserva,

del despojo sin par que se reparte,

de melifluas abejas la caterva,

que es entre todas provechosa parte.

Y aquí castigará con pena acerba

el modo extraño y el oculto arte

de que sola sus fábricas fabrique

sin que el cómo a las gentes comunique. (VIII, 497-504)

Y lo que con castigo riguroso

es más justo que paguen bestias tales,

sin que con ellas pueda ser piadoso

alguno de los monstros infernales,

es porque viendo su panal sabroso

tan grato al paladar de los mortales

en cuanto con su maña hacer pudieron

en asco su dulzura convirtieron. (VIII, 505-512)

la imposición de castigo a tan beneficioso insecto se debe a la saña que emplea en la defensa de las útiles producciones, la cera y la miel. A continuación Villaviciosa realiza una erudita exposición del paso de este insecto social del estado de vida salvaje a la domesticación, la aparición de la apicultura (VIII, 513 a 584), que requiere un estudio fuera de este contexto; a este respecto realiza una aportación relativa al arma defensiva de las obreras, a todas luces llamativa para la época:

Trocó en su espada cortadora y fuerte

los temerarios filos de manera

que quien pensó con ella dar la muerte

hace con ella que ella misma muera. (VIII, 585-588)

pues no fue hasta la segunda mitad del siglo xvii cuando por un estudio micrográfico (Hooke, 1665) se descubre que el extremo distal del aguijón, no está pulido, lleva dientes dirigidos hacia fuera (Fig. 7), que imposibilitan el retroceso una vez clavado en un cuerpo elástico como el tejido epidérmico de los mamíferos.

Canto Nono (IX)

Sobre este Canto Crawford (1912) opina que «is intended as a pendant of the preceding» y que el «incident is not found in Folengo, and serves merely as padding (pág. 93)»; e incluso González Palencia (1927) lo despacha con un «No se halla precedente en Folengo (pág. 51)»; también Balcells (1983) «–el IX, por ejemplo– sin precedente en Folengo (pág. 14)», sin embargo, nuestro autor, expone de manera coherente el ambiente bélico que se vive en el campo de batalla donde los enfrentados ejércitos allí dispuestos, atrincherados, se hallan en continua agitación.

Villaviciosa inspirado en Folengo (T. Lib. II, 1-34) nos relata cómo el bullicio de los ejércitos alcanzó el Olimpo (IX, 217 ss) donde se generó entre los dioses un inquietante aturdimiento, que no comenzó a remitir hasta que uno de ellos sugiere enviar a Mercurio a la tierra para averiguar la causa, así lo dispone Júpiter:

Mira si son ejércitos de Francia,

temidos por el ímpetu primero,

o si sale de Italia la arrogancia

llevando el viento su parlar ligero;

repara si es la esguízara jactancia,

o los gascones en aspecto fiero,

o si tudescos, gente dada al jarro,

flamenco astuto, o español bizarro[1].(IX, 305-312)

cumplida la embajada regresa para dar cuenta de todo lo averiguado que, confiesa, no comenzó:

hasta que vi en las címicas riberas

lucir acero y tremolar banderas. (IX, 359-360)

entonces al fijar la atención:

De el rey Sanguileón la gente cruda

en orden, que era un número infinito,

vi, y junto a ella para darle ayuda

el mirmilión, el tábano y mosquito[2].

En su contra la araña vi zancuda,

la chinche, pulga y piojo que el distrito

dejaron de su tierra, haciendo liga

por dar favor al Granestor hormiga. (IX, 369-376)

los ejércitos caminan por el anchuroso campo, donde encuentran, «puestos el uno y otro frente a frente (IX, 399)», dos castillos:

Ya que las fuerzas fueron descubiertas

de tanto infante armígero[3] y jinete,

corre Sanguileón y por cien puertas

del un castillo sus soldados mete.

El Granestor también, que miró abiertas

las del otro que entrada le promete,

apresurando las veloces plantas

a los suyos metió por otras tantas. (IX, 401-408)

cuya naturaleza nos descubre por medio de otro préstamo[4] en versión libre:

Estos asilos dos o fortalezas

que dentro de sus muros contenían

tantas estancias y anchurosas piezas

donde tantos ejércitos cabían,

eran fuertes bestiones o cabezas

de tales, porque serlo parecían.

Y eran, según por las señales hallo,

calaveras de vaca y un caballo. (IX, 417-424)

la ocupación por las huestes, en este caso, fue a la viceversa[5], así:

En la de vaca el fuerte Mosquifuro

con sus trazas enredos y marañas

cerró las puertas y dejó seguro

en él su campo de enemigas mañas.

Y luego para fuerza y antemuro

un bestión fabricaron las arañas,

que fieros mosquetazos resistía,

y balas de contraria artillería. (IX, 425-432)

Cien piojos hay las noches y los días

que sobre el muro altísimo velando

están las enemigas compañías

del rey Sanguileón atalayando.

Cien pulgas andan siempre por espías

viendo las trazas del contrario bando

y cuando el mosca su intención divulga

lo divulga a su rey también la pulga. (IX, 433-440)

tanto la fortificación como la vigilancia tienen ecos folenguianos (T. Lib. III, 95-104; v. Santiago-Álvarez, 2022, pág. 65-66); por su parte las moscas ocuparon la de caballo una vez que:

De las abejas los ingenios raros

también hicieron admirable hacienda

de estacadas, bestiones y reparos,

donde la chusma alada se defienda. (IX, 441-444)

la estancia ha sido protegida, nuestro autor tiene conocimiento del calafateo que realizan las abejas en los vasos o colmenas, con el betún acarreado también llamado propóleos[6].

Están sobre los altos torreones,

donde la mosca con su gente habita,

doscientas atalayas mirmiliones

viendo lo que el hormiga solicita.

Y estos a los amigos escuadrones

están diciendo en perpetua grita:

“¡Al arma, amigos, arma, alerta, alerta,

que sale el Mosquifuro por la puerta!” (IX, 449-456)

las salidas y escarceos de las tropas se suceden, así relata que:

Por donde las narices y la boca

la bestia caballar un tiempo tuvo,

salió tanto mosquito que era poca

la plaga dellos que en Egipto hubo[7]. (IX, 489-492)

El enviado de Júpiter, absorto por el bando de las moscas, continua con la descripción detallada de los ejércitos, pero ni Crawford, ni González Palencia, ni Balcells, prestaron atención a las reminiscencias folenguianas que en versión libre aparecen (T. Lib. II, 79-168; v. Santiago-Álvarez, 2022, págs.58-62). En lo que respecta al rey Sanguileón (IX, 497-ss) solo reparamos en la montura:

Sobre el caparazón de un negro grillo,

que de gordo parece que revienta,

el triste rey, el mísero caudillo,

el cuerpo armado a la venganza asienta.

Furioso los ijares del morcillo

pica, cuyo color nos representa

por el sin vida Ranifuga el llanto

y de sus enemigos el espanto. (IX, 529-536)

que la describe con precisión y sencillez, se trata del «grillo campestre»; en cuanto a:

El rey Matacaballo en diferentes

escuadras pone su caterva fiera

de tábanos expertos y valientes,

de quien hazañas de valor espera.

El era el gran caudillo destas gentes,

asombro fiero del contrario y era

el que quitó la espada a su enemigo,

que es la que en las batallas trae consigo. (IX, 553-560)

este extremo nos lo aclara con un pequeño préstamo de Folengo[8] en versión libre:

Éste fue desde niño aficionado

al ejercicio militar de suerte

que con cuantos sus fuerzas ha probado

han probado con él su misma muerte.

Tal vez de un abejón desafiado

fue cuerpo a cuerpo el tabanesco fuerte,

en cuyo desafío hizo de modo

que se dio a conocer al mundo todo. (IX, 561-568)

Saliéronse los dos a la campaña

(que siempre en ella el tábano pelea),

y el astuto abejón (astucia extraña

digna deste lugar, porque se crea)

llevaba oculta con cautela y maña

en el remate de su cola fea

una espada finísima desnuda

de filo cortador y punta aguda. (IX, 569-576)

recrea la pelea con el abejón[9] (Fig. 1G), en campo abierto, pero la agresividad del tábano no es real en este caso, porque aquél es un depredador de éste (Leclercq, 1971). La descripción de la refriega (IX, 577-640) parece indicar que Villaviciosa fue testigo presencial de la misma en alguna ocasión, porque son insectos diurnos.

Se ocupa de los cénzalos (T. Folengo, Lib. II, 143-156; v. Santiago-Álvarez, 2022, págs. 60-61) pero no traduce, no obstante, aparecen coincidencias:

La turba de cénzalos crueles

el rey Asinicedo tiene a cargo

formando lucidísimos cuarteles

de fuertes gentes y de espacio largo.

Es gente que en los bélicos tropeles,

aunque no muestran armas, sin embargo,

son los que más a los contrarios dañan

porque con no mostrarlas los engañan. (IX, 657-664)

llevan las piezas bucales, finos estiletes, recogidas por el labio (Fig. 4A),

Son gentes magras y de fuertes niervos,

de complexión robusta y bravo talle,

monstros sin ley, en el picar protervos

sin que en su corazón piedad se halle.

Gente criada entre silvestres cuervos

en monte despoblado o incluso valle,

y que imitando al cuervo, sólo intenta

sacar los ojos al que le sustenta (IX, 665-672)

toda la digresión con el cuervo (IX, 673-680) es un adorno retórico empleado por Villaviciosa proveniente sin duda de diversas fuentes (Palmireno, 1575; Pérez Moya, 1585; Arias Montano, 1601) e incluso de nuestra literatura aurea (Santiago-Álvarez, 2019, pág. 42), revolotean sobre el nido pequeños dípteros nematóceros inofensivos[10].

Es esta fiera turba cenzalina

de condición tan bárbara y extraña

que va cantando siempre que camina

y canta más cuanto es mayor su saña. (IX, 681-684)

ya habló con anterioridad del característico zumbido alar (v. supra) del que estaría advertido, además se encuentra reflejado en nuestro acervo paremiológico[11].

En un pulgón hinchado caballero

va el rey caudillo desta gente brava,

vestido el cuerpo, en vez de fino acero,

del orbe duro que cubrió una haba.

Este caballo y armas el rey fiero

en defensa sacó, porque se alaba

que por despojos de valor los hubo

cuando allá en los habares guerra tuvo. (IX, 689-696)

pone punto final al canto con el relato de un hecho sorprendente:

Por medio del ejército contrario

pasó esgrimiendo el cortador acero

un moscón furibundo y temerario

más que las Furias del infierno fiero.

Siguióle del hormiga el campo vario,

pero él, valiente y por igual ligero,

de entre sus uñas y sus armas sale

y de su fuerza y de sus pies se vale. (IX, 713-720)

la llegada del Sicaborón que también está recogida en el modelo (T. Lib. III, 85-88; v. Santiago-Álvarez, 2022, pág. 65) pero no con tanto aparato; hubo unos momentos de confusión entre las fuerzas de la mosca hasta que por fin fue reconocido:

Pero después que por el habla y señas

del tártaro el aspecto conocieron

allí fueron las fiestas no pequeñas

y los sumos contentos allí fueron. (IX, 737-740)

«Sea bien venido», al tártaro decía

el rey Sanguileón de la Moschea, (IX, 745-746)

CANTO DÉCIMO (X)

Este Canto continua con los preparativos de los bandos contendientes, el de las moscas recupera el ánimo con la venida del Sicaborón, a quien el rey Sanguileón nombra general en jefe de las tropas, aceptado el cargo, diligente se presenta ante ellas con espantable atavío:

De una uña de hombre el cuerpo viste

que al más duro metal su fuerza iguala,

arma cruel, para los piojos triste,

que su muerte a los míseros señala[12]; (X, 57-60)

mas de improviso llega con estrépito al campamento:

El caballo leal del rey de Buta[13]

haciendo cabriolas y corvetas

con pies y manos el arena enjuta

arroja a la región de los cometas.

Con no le haber domado maña astuta,

él por causas ocultas y secretas

como el otro Bucéfalo, al rey fiero

humilde se le muestra cual cordero[14]. (X, 81-88)

pero sobre esta montura que:

Grillo también se llama, no de aquellos

morcillos del gran rey de la Moschea,

que aunque aquellos son más gordos y mas bellos

que la casta de estotros y ralea,

estos alzando los altivos cuellos

tanto suelen saltar que no hay quien crea

que el salto suyo pueda ser tan alto

que setecientas pulgas pase un salto. (X, 89-96)

se cierne la incertidumbre, nuestro autor tuvo ante si un insecto fuerte y veloz, desemejante del morcillo de Sanguileón, al que Folengo nombra «panarottos» (T. Lib. II, 133-134; v. Santiago-Álvarez, 2022, pág. 59-60) pero no logra descubrir la realidad biológica aludida, Blatta orientalis (L) (Blattodea: Blattidae), la hedionda cucaracha[15] (Santiago-Álvarez, 2021), por ello sale del paso por medio de la figura de la antífrasis (Luján Atienza, 2002a); quizá lo hubiera conseguido ayudado con la 2ª redacción o Cipadense donde al término mantuano acompañan atributos más explícitos[16].

Ahora habla de la hueste de los mirmiliones (T. Lib. II, 157-168; v. Santiago-Álvarez, 2022, págs. 61-62)

Mira de los soberbios mirmiliones

en orden puestos por su rey Mirpredo

los bravos y lucidos escuadrones

que al infierno pudieran causar miedo.

Armados miró el rey a sus varones

de ricas armas y con denuedo

que ya a los mirmidones y Mirnuca

se le antoja que el ímpetu trabuca. (X, 153-160)

De una ala de murciégalo vestido

va de pies a cabeza el rey y lleva

la visera fortísima que ha sido

de los golpazos del Mirnuca prueba. (X, 161-164)

también va vestido de esta guisa en Folengo (T. Lib. II, 165-166; v. Santiago-Álvarez, 2022, pág. 62), elección que se justifica porque, para la hormiga «El murciégalo es fu enemigo y vn ala fuya la haze que no entre en fu cueua, fi fe la pónen a la puerta della, y anfi fue fymbolo del que habita fuera de fu cafa (Funes y Mendoça, 1621; Libro II, cáp XXXIII, pág. 431)».

El elocuente Sicaborón enardece a las tropas con un motivado discurso (X, 233 a 304), recuerda la vil matanza de las siete mil moscas allende, el ajusticiamiento del Ranifuga, la multitud apresada por Mosquifuro en sus redes, la situación de acoso a la que se ven sometidos:

Ya veis que nuestras fuerzas por momentos

los retos del Putrífola aniquilan,

en que reta el licor que los jumentos

por su vista a menudo nos destilan[17].

Pues aquellos pestíferos hambrientos

y unas arañas femeniles que hilan

como mujeres débiles, ¿se atreven

a resistirnos sin que el pago lleven? (X, 289-296)

a la postre consigue que el bravo Asinicedo decida retar a las hordas enemigas, episodio que no aparece en toda la obra de Folengo:

Yo un soldado mosquito cuyo nombre

mientras os digo mi embajada callo,

porque mientras os hablo no os asombre

que por esa razón quiero excusallo,

si no es que acaso sin que yo me nombre

conocéis en mis armas y caballo

el fiero estrago de pulgona gente

y por renombre al Cénzalo valiente. (Cant. X, 345-352)

A ti, el hormiga, pulga, chinche o piojo,

que con más que sobrado atrevimiento

dijiste que retabas el despojo

con que el rocín nos sirve y el jumento;

a ti araña que aunque en fuerzas flojo

a traición con tu raro entendimiento

traidores tiros con engaño labras,

con que nuestros mosquitos descalabras. (X, 353-360)

con esta presentación, a modo de provocación, deja claro que resultan dañinos, ahora se dirige a cada uno:

Reto el primero al Granestor y luego

reto al Mirnuca en el lugar segundo, (X, 369-370)

pero solo saca a relucir su afán de aprovisionamiento, etc.; continúa con los sinántropos, los llamados compañeros de siempre (Doby, 1998) que conoce a la perfección, en primer lugar se dirige:

A los piojos sacrílegos y fieros

reto y al Fifolgel su gran cabeza,

que cabeza de piojos bandoleros

no es, a mi parecer, de envidia pieza.

Sus matadores íntimos aceros

reto, no los que cubren su fiereza,

sino aquellos de el hambre matadores

por ser ellos tan grandes comedores. (X, 385-392)

Reto los cuernos y la punta aguda

que cada piojo en su cabeza muestra,

que en efecto juntó gente cornuda

el Granestor hormiga en contra nuestra.

Sus ocho pies les reto, que, sin duda,

para huyendo escapar la vida vuestra

bien habréis menester, piojos hambrientos,

volver los ocho pies en ochocientos. (X, 393-400)

a los humanos, que tienen su asiento en el cuero cabelludo, P. humanus capitis (De G.), habla del aparato bucal picador, de sus picaduras, de las antenas y prolongación de la cabeza (Fig. 6D y E), pero tan perspicaz observador tiene un lapsus liguae al señalar «ocho pies» a estos insectos; en segundo lugar:

Al Caganielo pulga y sus secuaces

reto y también sus atrevidas bocas

de sangre chupadoras y vivaces,

fiereza suma en sus presencias pocas.

Reto sus dientes fieros y mordaces,

los saltos altos y sus furias locas.

Bestias en fin que el polvo de la tierra

produjo al mundo para hacerle guera. (X, 401-408)

ahora se ocupa de la pulga (Fig. 6C), habla del temible aparto bucal picador chupador, los daños, los saltos y su generación del polvo[18], los antiguos sabían que las pulgas nacían en estercoleros, en lugares poco acicalados donde abundan detritos que favorecen la alimentación y cría de las inofensivas larvas, que ellos no veían; en tercer lugar:

Reto la chusma de Letiria[19] sucia

y al capitán Putrífola hediondo,

y de uno y otros la presencia lucia

de su asqueroso círculo redondo.

Reto de todos la medrosa astucia

de recogerse en el resquicio hondo,

y el agujero en que se aprietan reto,

y de ponerlos juro en más aprieto. (X, 409-416)

habla de las chinches (Fig. 6F), el hediondo olor que producen las exocrinas glándulas odoríferas, el aspecto rechoncho después de haber ingerido su pasto de sangre, las picaduras, el refugio gregario durante la fotofase, etc. para concluir:

Reto los ocho pies del Mosquifuro,

y las redes que en daño nuestro traza,

y de pasar con mi caballo juro

por ellas, para ver cómo se enlaza. (X, 417-420)

aquí trata la fabricación de las telarañas, los cuatro pares de patas del arácnido.

Causó en el campo del hormiga asombro

porque ignoraban que animal humano

pudiera echar tan grave carga al hombro

ni abarcar tan gran leño con la mano.

Y prosigue el mosquito: «Yo me nombro

el crudo azote del pulgón villano.

Llámome, si antes no os morís de miedo,

el cenzalino rey Asinicedo». (X, 449-456)

Ahora, presenta a los ejércitos de la hormiga comandados por Mirnuca (X, 481 a 616), pero pocas cosas requieren nuestra atención, salvo:

De la piel de un gusano el Mosquifuro

soberbio armado va de punta en verde,

por ser reparo tan terrible y duro

que nunca falta ni su fuerza pierde.

Y aunque iba sin las armas bien seguro,

quiere que en los cien pies se le recuerde (X, 545-550)

Lleva la piel vestida de manera

desde la zanca larga hasta la cara

y todos los cien pies saliendo afuera

que aun a los dioses pienso que espantara. (X, 553-556)

aquí está hablando del despojo tegumentario del «cientopies» (Nebrija, 1495), el quilópodo escolopendra, Scolopendra cingulata (Latraille) (Scolopendromorpha: Scolopendridae); mas luego viene el Fifolgel en su montura:

¡Oh quién hubiera visto por sus ojos

sobre una langosta caballero

al Fifolgel, caudillo de los piojos,

que iba delante dellos el primero! (X, 585-588)

homónima con la del macarrónico[20], no obstante, Villaviciosa alude al acrídido «langosta común» (Orthoptera-Caelifera: Acrididae) (v. supra), Folengo, al hacer la semejanza con una alfana, a un tetigónido de cuerpo grueso (Orthoptera-Ensifera: Tettigoniidae); pero descabalga al Putrífola, lo pasa a infantería:

El Putrífola chinche con dos alas

de gente fuerte de Letiria infantes, (X, 593-594)

El Canto termina con la perversa acción de las Furias (X, 617 a 688) para alcanzar el clímax bélico; por último los heraldos avisan para entrar en batalla:

Ya las chicharras con estruendo y grita

están las duras erres redoblando,

y la caterva bélica infinita

los soberbios escudos embrazando. (X, 689-692)

Ya el enemigo que salgáis aguarda,

ya avisan las chicharras la salida, (X, 705-706)

Canto Undécimo (XI) Y Canto Duodécimo (XII)

Estos Cantos, alcanzado el clímax bélico, se ocupan de la descripción de las batallas pero ninguno de los lances soporta el análisis de historia natural, no obstante, a lo largo del texto podemos completar la lista de animales que participan bien de manera marginal bien como caballerías.

El arma que porta Asinicedo:

Baja su lanza el capitán mosquito,

que era de un caracol el cuerno largo, (XI, 121-122)

procede del par de tentáculos superior del caracol (Molusco-Gasterópodo-Pulmonado) portador de los ojos; la que empuña el Fifolgel:

Pero la tiesa lanza que en el suelo

al mosquito tendió casi sin vida

por ser de una cigarra zanca fuerte

era más propria para dar la muerte. (XI, 133-136)

proviene de la afamada cigarra, Tibicina plebejus (Scop.), Cicada orni L. etc. (Hemiptera-Homoptera: Cicadidae) (Santiago-Álvarez, 2020)

El zángano de la abeja y el caballete son las monturas del Mirpredo y Caganielo respectivamente:

Caballero en un zángano acomete,

y del Mirnuca su partida vista

gente furiosa con los piojos mete

que el furor mirmiliónico resista.

Sobre un alado y largo caballete

manda a la pulga que furiosa embista

y el caballo sin par, alzando el vuelo,

lleva sobre su lomo al Caganielo. (XI, 161-168)

caballete es un neologismo semántico para nombrar a Forficula auricularia L. (Dermaptera: Forficulidae) de la que hace una bella descripción (Santiago-Álvarez, 2021, s. v.; fig. 1) que en Folengo es la montura[21] asignada a Granestor.

La imitación de un díptico folenguiano[22] le predispuso a cambiar de montura al Matacaballo en el fragor de la batalla:

La carrera de estorbos desocupa

el tabanesco, y con su espada ensancha

para pasar su gente echando chispas,

caballeros en rígidas avispas. (Cant. XI, 301-304)

sin embargo Folengo se limitó a emplear un sinónimo, «pampogna», voz del dialecto mantuano ignota para nuestro autor (v. Santiago-Álvarez, 2022, pág. 69 y n. 8).

El Mirnuca cabalga sobre una aluda:

La raspa y lanza con soberbia abaja

la hormiga contra el tártaro, y sañuda

los píes aprieta y con furor ultraja

los ijares hinchados de su aluda. (Cant. XI, 601-604)

El Granestor va caballero sobre la lucérniga:

Como una Furia va sobre la silla

Del animal hermoso que enseñaba

Por su cola la luz que en la Moschea

Halló de vaca la cabeza fea. (Cant. XI, 709-712)

Al final de la jornada, en plena escotofase:

Saben los retirados los conciertos,

y quitando a sus fuertes los cerrojos

sacan dos mil lucérnigas, que abiertos

de sus cuartos traseros traen los ojos.

Buscan las moscas sus soldados muertos

entre la turba, el Fifolgen sus piojos,

la pulga sus catervas, y la araña

los pocos muertos suyos en campaña. (XI, 801-808)

una observación personal, escena muy llamativa que se divisa en las noches del estío cuando los machos de la lucérniga vuela en busca de las hembras.

Conclusión

El análisis confirma el acomodo del poema épico burlesco, «La Moschea. Poética inventiva en octava rima», a la edición princeps de «La Moschaea» de Folengo (Venecia, 1521), 1ª redacción o Toscolanense, al margen de la modificada y con añadidos amplificatorios, 2ª redacción o Cipadense, aparecida en un lapso de algo más de dos lustros (1530¿?), a pesar de la opinión en contrario de Keeble (1971) y Luján Atienza (2002a). El autor subsume la lista de protagonistas de la mentada edición: los personajes ficticios que guían las tropas (Tabla 1), uno, Sgnifer, trocado por el neologismo Asinicedo; otro, Scannacavalla, traducido, Matacaballo; inalterado otro, Fifolgel; los restantes transliterados pero sin acreditar neologismo el incorrecto, Ranifuga:

Tabla 1. Los guiadores

Folengo

Villaviciosa

tropas

Folengo

Villaviciosa

tropas

Caganiellus

Caganielo

pulgas

Putrifola

Putrífola

chinches

Fitfolgel

Fifolgel

piojos

Ragnifuga

Ranífuga

moscas

Granestor

Granestor

hormigas

Sanguileo

Sanguileón

moscas

Mirnuca

Mirnuca

hormigas

Scannacavalla

Matacaballo

tábanos

Mirpraedo

Mirpredo

mirmiliones

Sgnifer

Asinicedo

cénzalos

Muschifur

Mosquifuro

arañas

Siccaboronus

Sicaborón

mosquinos

Los héroes naturales, singularizados con significativas denominaciones uninominales del entreverado lenguaje macarrónico[23] que traslada al romance[24] (Tabla 2), aunque, las voces del dialecto mantuano (Cherubini, 1827): «cantarella», «pampogna» y «panarottus», quedan relegadas, «forbesina» trocada por un neologismo semántico, caballete (Santiago-Álvarez, 2021, s. v.) y «zaninus» por el vernáculo pulgón.

Los nombres listados eran de dominio general, registrados en el acervo paremiológico (Santiago-Álvarez, 2006; 2010; 2012b; 2014), en la literatura áurea (Santiago-Álvarez, 2017a; 2017b; 2017c; 2018a; 2018b y 2019), etc., aluden a insectos de vida libre que pululan por la consabida área biogeográfica.

El contingente bélico está organizado de manera similar (Tabla 3) aunque cabe destacar la impronta de Villaviciosa, en el bando de las moscas (Tabla 3A) se mantienen las larvas del neuróptero mirmilión, los imagos de dípteros, cénzalo rescatado, mosca, mosquino incorporado y tábano, mas añade una fuerza mercenaria formada por abejas; en el de las hormigas (Tabla 3B), dispone a la araña, con piojo, chinche, pulga y hormiga; pero es en las caballerías (Tabla 3C) donde acomete la gran reorganización a consecuencia de las susodichas relegaciones, así como por la exclusión de cigala, en romance cigarra, dada su condición de sedentaria.

Tabla 2. Los héroes naturales*

Orden

macarrónico

romance

Orden

macarrónico

romance

Clase insectos

Blatodeos

panarottus

Sifonápteros

pulicus

pulga

Ortópteros

grillus

grillo

Coleópteros

cantarella

locusta

langosta

cincidela

lucérniga

Dermapteros

forbesina

caballete

pampogna

Ptirápteros

pedocchius

piojo

scaravazzus

escarabajo

Hemípteros

cimicus

chinche

zaninus

pulgón

cigala

cigarra

Himenópteros

ape

abeja

Neuróptera

mirmilio

mirmilión

formica

hormiga

Dípteros

moschinus

mosquino

vespone

abejón

musca

mosca

tavanus

tábano

zenzala

cénzalo

Clase arácnidos

Arañas

ragnus

araña

* Los nombres científicos puede hallarlos el lector en nuestros trabajos anteriores

(Santiago-Álvarez, 2021, pág. 106 y 2022, pág. 72)

Tabla 3. El contingente bélico

A.- La mosca y aliados

B.- La hormiga y aliados

C.- Las caballerías

Orden

romance

Orden

romance

Orden

romance

Neurópteros

mirmilión

Arañas

araña

Dermápteros

caballete

Dípteros

cénzalo

Anópluros

piojo

Ortópteros

chicharra

mosca

Hemípteros

chinche

grillo

mosquino

Sifonápteros

pulga

langosta

tábano

Himenópteros

hormiga

Coleópteros

escarabajo

lucérniga

Himenópteros

abeja

pulgón

Himenópteros

aluda

avispa

zángano

Todo lo cual tiene reflejo en el reajuste de los jinetes (Tabla 4), solo encontramos dos coincidencias, Sanguileón y Fifolgel sobre grillo y langosta respectivamente, deja descabalgado al Putrífola, Matacaballo y Sicaborón van sobre el grillo, Asinicedo sobre el pulgón, el resto van subidos en las nuevas monturas, Mirnuca sobre la aluda, Granestor sobre la lucérniga, Mirpredo sobre el zángano y en el fragor de la batalla Matacaballo sobre la avispa; mantiene la bestia de carga y aparece la chicharra como heraldo.

Tabla 4. Monturas

Orden

Caballerías

Jinetes

Dermapteros

caballete

Caganielo

Ortópteros

grillo

Sanguileón

Matacaballo

Sicaborón

langosta

Fifolgel

Coleópteros

lucérniga

Granestor

pulgón

Asinicedo

escarabjo

bestia de carga

Himenópteros

aluda

Mirnuca

avispa

Matacaballo

zángano

Mirpredo

Villaviciosa presenta al elenco de protagonistas, insectos de vida libre, unos de ambiente natural otros sinántropos, imagos casi en su totalidad en plena culminación de su ciclo vital, englobados en la inmediata biocenosis[25] junto con otros muchos, de los que también se interesa; obvia el aspecto externo, evocado por los significativos nombres vernáculos, pero se adentra en la vida, costumbres, comportamiento alimenticio, etc. planteamiento novedoso para la época máxime en un texto de esta índole. Las numerosas aportaciones personales, fruto de la gran capacidad de observación de un hombre absorto por la naturaleza, abundan en la originalidad del poema; aunque fueron silenciadas por Crawford (1912), incomprendidas por Keeble (1971) para quien Villaviciosa emplea «almost exclusively the ideas of other writers» solamente «on the rarest occasions writing a passage or a line that proclaims: “This I saw for myself”. “This I myself feel” (pág. 186)» así como, por González Palencia (1928) y Luján Atienza (2002a) que sostienen proceden del saber vulgar o del mundo de la fábula respectivamente.

La similitud argumental resulta evidente, sin embargo, el desarrollo discurre con un orden que imprime la nota de singularización que el malévolo Crawford no supo captar; todo va encaminado al enfrentamiento bélico pero mientras en Folengo la concatenación de hechos está deslavazada (v. Santiago-Álvarez, 2022) en Villaviciosa, a pesar de la amplificación textual, sobresale la coherencia. En conclusión, Villaviciosa ha compuesto un poema original muy distinto al macarrónico.

Cándido Santiago Álvarez
Catedrático emérito de Entomología Agrícola
E. T. S. I. A. M. Universidad de Córdoba (España)

Agradecimientos

El autor expresa su agradecimiento por los comentarios y ayuda prestada en la confección de las ilustraciones que enriquecen el texto, a la Profesora, Titular de Universidad, Dra. Inmaculada Garrido Jurado, en el Departamento de Agronomía de la ETSIAM, Universidad de Córdoba (España).




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Zaragoza Godínez, A. P. 1826. Nuevo compendio de la Mitología: o sea ciencia o explicación de la fábula, para poder conocer la alegoría de las Divinidades del Gentilismo. Madrid.




NOTAS

[1]78 En la octava aflora una reminiscencia folenguiana: «Numquid erunt Sguiceri? Numquid Vascona canaia? /Numquid gens verbis Italiana bravis? /Ista Todescorum numquid plebs apta bocalo? /Mandat descalzos num quoque Spagna suos? (T. Lib. II, 41-44)» [¿Serán acaso los suizos? ¿Quizás la canalla gascona? /¿Quizás es el pueblo italiano con sus desvergonzadas palabras? /¿Es esta quizás la chusma alemana adaptada a la jarra? ¿O quizás también España envía sus hombres descalzos?]

[2]79 Emplea este ambiguo término (Santiago-Álvarez, 2021) por exigencias de la rima aunque con antelación ha declarado que los aliados de la mosca son el cénzalo y el mosquino.

[3]80 armígero (del lat. arma -morum, armas; gero, gessi, gestum, llevar, llevar encima), que lleva armas.

[4]81 Hic erat in medium campagnae testa cavalli, / non procul et veteris crappa stat ampla bovis; /intus mille salae, camerae talamique decentes /et loca squadrones apta logare duos. (T. Lib. III, 89-92) [Aquí en medio del campo había la cabeza de un caballo, /y no muy lejos la gran cabeza de un viejo buey; /y adentro había mil cuartos, cámaras y camas decorosas, /y espacio para albergar dos escuadrones.]

[5]82 Muscas testa bovis, formicas testa cavalli /continet, has circum bastio fortis erat. (T. Lib. III, 93-94) [La cabeza del buey contiene las moscas, la del caballo las hormigas, /y alrededor de ellas había un fuerte bastión.]

[6]83 Alonso de Herrera (1513): «ellas por dentro lo cierran con un betun muy singular que llaman oledano Lib. V. cap. VIII, fol. CXXXIIIv»; «Ay un betun que hazen las auejas dentro de las colmenas y alas piqueras, Lib. V. cap. IX, fol. CXXXIIIIv»; Méndez de Torres (1586): «Hazen un betun las avejas a la redonda de las soleras, que les sirve de escurecerles el corcho, que no les entre claridad, y para que no les entre ayre, y para tapar las hendeduras del corcho. Los Griegos y Latinos le llaman propolis, es Español, unos le llaman Aleda (pág. 70-71)»

[7]84 Aquí, en realidad, estamos ante un lapsus calami de Villaviciosa, se trata de los mosquinos, adjudicatarios de la tercera plaga de Egipto (Septuaginta, Ex. 8, 12 ss; Vulgata, Ex, 8: 16 ss; Etimologías XII, 8, 14; etc.). Remitimos al lector a nuestro trabajo anterior: Santiago-Álvarez (2022), pág. 54, n.10.

[8]85 Hic habuit quondam uno cum vespone duellum, /qui tandem multo victor honore fuit; /cuius de cauda spinum detraxit acutum, /omnibus in guerris haec sua spata fuit. (T. Lib. II, 125-128) [Una vez el tuvo un duelo con un avispón, /y al final resultó vencedor con mucho honor; /de la cola de este sacó el aguijón puntiagudo, /y en cada guerra esta era su espada.]

[9]86 Abejón, sinónimo de avispón (Santiago-Álvarez, 2021, s.v.), alude a la Vespa crabro L. (Hymenoptera: Vespidae). Este es otro dato para descartar la 2ª red. o Cipadense donde se dice que el duelo fue con una avispa: Hic habuit quondam cum vespa forte duellum, /qui tandem multo victor honore fuit; /illius e cauda stoccum detraxit aguzzum, /qui plus quam mortis frizza forando forat. (C. Lib. I, 407-410) [Una vez se encontró teniendo un duelo con una avispa, /y al final salió victorioso con mucha honra; /de su cola sacó un estoque afilado, /que al perforar traspasa más que la flecha de la muerte.]

[10]87 Todavía no se sabía que los cénzalos se criaban en aguas estancadas.

[11]88 El cínife, cuanto más muerde, más canta (López de Úbeda, 1605; II. pág. 288). Desde chiquito toca su violín el mosquito (Santiago-Álvarez, 2010; pág. 99). Zumbido de mosquito, música de violín chiquito (Santiago-Álvarez, 2006; pág. 160).

[12]89 Aquí aflora una reminiscencia folenguiana: «Siccaboronus habet stortam non lamine ferri, /sed faber ex dura condidit ungue viri. /Hoc genere armorum pulices natura spaventat, /quapropter superat Siccaboronus eos. (T. Lib. III, 47-50)» [Sicaborón tiene una espada no hecha con una hoja de hierro, /sino forjada por un herrero con una dura uña humana. /La naturaleza de tal clase de armas espanta a las pulgas, /por lo que Sicaborón estaba en ventaja respecto a ellas.], aunque varían la manifestación de la uña, en forma de espada, y los atemorizados sujetos, las pulgas. Extremo tergiversado por González Palencia (1927, pág. 37) y Luján Atienza (2002a, pág. 142, n. 7) para quienes Sicaborón apareció «del ala de un murciélago vestido»; cuando en realidad este fue el atavío del rey Mirpredo (v. infra). La causa tiene reflejo en nuestro acervo paremiológico: «Entre dos uñas tiene su muerte la pulga. La pulga tiene su muerte entre las uñas.»

[13]90 v. supra, n. 52.

[14]91 Préstamo de Folengo en versión libre (T. Lib. II, 93-104; v. Santiago-Álvarez, 2022, pág. 58), allí el que entra es el caballo del rey Sanguileón, «el grillo campestre»

[15]92 La primera cita documental en: Obra de Agricultura (Alonso de Herrera, edi. 1528): «y siempre en las tinajas que están soterradas tengan mucha vela que quando estan abiertas estén siempre muy tapadas porque no caygen en el vino algunas sauandijas que andan por el suelo y principalmente cucarachas que son abominablemente suzias y de grande edor. (lib. II, cap. XXII, fol. fol. XLVIr)»

[16]93 «Mittit corseros regio Fornarica fortes, /quos panarotos nomine dixit Adam: /sunt lunghi et nigri, vecchio de pane creati, /qui moschinorum esse probantur equi. (C. Lib. I, 439-442)» [La región de Fornarica envía fuertes corceles, /que Adán llamó panarotos: /son largos y negros, nacidos del pan viejo, /y son los caballos, ya bien probados, de los mosquinos.]

[17]94 Esto lo fundamenta en el refrán «De amigo a amigo, chinche en el ojo» o «De compadre a compadre, chinche en el ojo» aunque carece de significación entomológica como hemos dejado aclarado con anterioridad (Santiago-Álvarez, 2010; 2017c)

[18]95 Esto lo encontramos en Plinio (Lib. XI, cáp. XXXIII, pág.532; «Alia rursus generantur sordibus aridi soli, posteriorum lasciuia petauristae», Otros nacen del polvo de tierra desecada; se les llama petauristas («volatineros», Gil Fernández, 1959, pág. 177; pulga, porque saltan con las patas posteriores); San Isidoro (Etim. XII, 5, 15; «Pulices vero vocavit sunt quod ex pulvere magis nutriantur». Las pulgas tienen el nombre de pulices porque se alimentan sobre todo de polvo); San. Alberto (Lib. 26, pág. 679: «Pulices nascuntur ex pulvere humefacto et calefacto, praecipue si admiscentur calor animalium corporius». Las pulgas nacen de polvo humedecido y calentado, principalmente si participa el calor corporal del animal.).

[19]96 Este topónimo lo toma de Folengo (Lib. III, 110) Lettiria transliterado, del it. letto (lecho, cama) donde se instalan las chinches . (Zaggia, 1987), de ahí su nombre científico, Cimex lectularius L.

[20]97 «Huic incontra venit Fitfolgel supra locustam, /quae velut alphanae fortia, fortis erat. (T. III, 203-204)» [Les viene en contra Fifolgel sobre una langosta, /la cual que era fuerte como una alfana.] (v. Santiago-Álvarez, 2022. pág. 68). Alfana: caballo corpulento, fuerte y brioso (DRAE).

[21]98 et forbesinam stricte speronat equam; /ista bifurcatam gestat mala bestia caudam, /ob cuius rapidam surgit arena fugam. (T. Lib. III: 282-284) [y espolea con fuerza a su caballo, una forfecchia, /que es una bestia malvada con la cola bifurcada, /la cual con su rápida carrera hace levantar la arena.] (v. Santiago-Álvarez, 2022, pág. 69) (Granestor).

[22]99 Scannacavalla suam banderam tollit ad auras, /pampognam striccat, turba tavana sequit; (T. Lib. III, 297-298) [Matacaballo iza su bandera a los vientos y espolea la pampogna, seguido por la turba de tábanos;]

[23]100 Para una mejor comprensión hemos optado por el nominativo singular de los nombres aparecidos en el texto macarrónico, ateniéndonos a las consideraciones expuestas por Zaggia (1987) en el Glossario, págs. 689-823.

[24]101 Plasma las denominaciones vernáculas todavía en uso durante el siglo XVII que son indicio de saber como sentencia San Isidoro: «Nisi enim nomen scieris, cognitio rerum perit (Etimologías, I, 7)», «Si ignoramos el nombre, el conocimiento de las cosas desaparecería».

[25]102 biocenosis (del gr. βίος, vida, existencia; κοινός, común), Comunidad de organismos vegetales y animales que ocupan un mismo biotopo (R.A.C.E.F.N, 1990)



La Historia Natural en la conformación del poema zooépico La Moschea de José de Villaviciosa (y II): el desenlace bélico

SANTIAGO ALVAREZ, Cándido

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 513.

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