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Introducción
El poema épico burlesco, «La Moschea. Poética inventiva en octava rima (Cuenca, 1615)», narra una cruenta guerra habida entre moscas y hormigas, en la que, además, por cada bando, intervienen otros aguerridos luchadores del gremio insectil. La composición resulta atractiva, desborda en gracia y belleza, tanto por su factura como por los materiales cultos que enriquecen el discurso; sin obviar, por otro lado, la capacidad del autor, José de Villaviciosa, quien a la sazón contaba tan solo 26 años, equipado, en apariencia, con una formación aun en ciernes: Bachiller de Artes, adquirida entre la ciudad del Doncel, donde vio la luz en 1589, y el entorno alcalaíno (González Palencia, 1926).
A confesión de parte[1], la obra emula al poema homónimo, «La Moschaea», escrito en latín macarrónico por Teófilo Folengo (alias Merlín Cocayo) en el primer tercio del siglo xvi (Venecia, 1521), no obstante, en un análisis, sobrado de audacia que no de rigor, el hispanista Crawford (1912) concluye que nuestro autor realizó una traducción con añadidos para relleno de nulo o escaso valor. Aserción refutada por D. Ángel González Palencia (1927) con un meticuloso estudio, al que se ha adherido una plétora de ellos (Balcells, 1983; Freixas Alás, 2004; Luján Atienza, 2002a y b; Morreale, 2005; etc.), porque, ni las ineludibles coincidencias, ni los préstamos en versión libre, que salpican tan prolijo texto, tienen entidad suficiente para el menoscabo de la aptitud creativa del autor; aunque, apenas han reparado en el elenco de protagonistas del enfrentamiento bélico, exponente máximo de concurrencias.
Todos éstos, sin excepción, pertenecen a la fauna del área biogeográfica mediterránea (Santiago-Álvarez, 2021), en la que están inmersas ambas penínsulas, de ahí, que la indagación al respecto se perfile de sumo interés para reforzar el rechazo al vituperio de Crawford. En consecuencia, el presente trabajo persigue elucidar, en un estudio comparativo, los conocimientos de historia natural que impregnan tanto la obra de José de Villaviciosa[2] como la de Teófilo Folengo[3].
Canto Primero (I)
El inicio del poema sigue la pauta del modelo, presentación del objeto de relato: la espantosa guerra mantenida «por soldados alados y sin pluma[4], (I, 6)», historia tiempo ha en el olvido:
la cual está en la piel de un piojo escrita[5]
de lengua hebrea vuelta en la mosquita. (I, 63-64)
en custodia «de los archivos de la gran Moschea (I, 58)», e invocación a las musas para lograr el propósito; pero de súbito, con un leve préstamo[6], en versión libre, encamina la creatividad por los derroteros del origen de aquélla:
Hay en la Pullia una ciudad antigua,
la mejor entre todas las mejores,
cuyo famoso nombre se averigua
tenerle de sus mismos fundadores.
Éstos fueron, según que se atestigua,
de la carne mortal propagadores,
de aquella gente que, en lugar de barca,
del Diluvio escaparon en el arca. (I, 97-104) etc., etc.
digresión prescindible para algunos (Martínez de la Rosa, 1845; Luján Atienza, 2002b), aunque recrea la viva realidad del medio natural en el que coexisten, en el cumplimiento de sus cometidos biológico y ecológico, los seres salvados del peligro diluvial en el arca de Noé[7], donde también tuvieron cabida aquellos surgidos en el quinto día de la Creación[8], como los protagonistas.
El desempeño constructor comienza con una labor de reja de sol a sol ejecutada por «Dos animales de fiereza extraña (I, 121)» uncidos, a los que se conoce por «el nombre de aradores[9] (I, 128)» (Fig. 1A); pero de inmediato algo inquietante acaece:
De los primeros golpes al encuentro
se les descubre una profunda sima
que, al parecer, llegaba al mismo centro
desde la boca que mostraba encima.
La escuridad densísima de adentro
era cosa que puso espanto y grima
al corazón más bravo y más valiente
de la prosapia de la mosca gente. (I, 153-160)
que pone en alerta a los conterráneos:
Al punto dos fortísimos moscones,
que llamarles fortísimos merecen,
los escondrijos, rimas y rincones
de aquella sima averiguar se ofrecen.
De la posteridad destos varones
son los que en ciertos tiempos se parecen
que salen con ruïdo y grandes fieros
a escudriñar resquicios y agujeros. (I, 185-192)
se trata de dípteros de ambiente natural, que sin duda los conocía el autor (Fig. 1B y C); gran tamaño, colores metálicos: azul, Calliphora vomitaria (L), C. vicina R. D. etc., verde, Lucilia caeser (L), L. sericata (Mieg.), etc. (Diptera: Calliphoridae), vuelo rápido, zigzagueante, con zumbido ensordecedor (Santiago-Álvarez, 2021), cuya presencia en interiores impacta; estos son diurnos por eso para llevar a cabo la exploración:
La lucérniga vino, bestia fiera,
y de prestarles su favor intenta,
y a servir de lanterna y compañera
con los fuertes moscones se presenta.
Mejor que de pez negra o blanca cera
una hacha de luz grande representa,
la cual tiene en las noches encendida
y en sus cuartos postreros escondida. (I, 201-208)
coleóptero que produce luz en la obscuridad de la noche (Santiago-Álvarez, 2021), Lampyris nocticula L., Luciola lusitanica Charp., etc. (Coleoptera: Lampyridae), ha observado con detenimiento a los adultos voladores, los machos, por eso precisa que el hacha está en posición ventral al extremo del abdomen (Fig. 1D). Los que aguardan hacen votos a Júpiter para el éxito de la empresa:
Un solemne hecatombe y sacrificio
de animales no vistos y remotos
le ofrecen, y con lágrimas internas
de diez fieras tarántolas[10] las piernas. (I, 261-264)
De las abejas un enjambre entero[11]
lo mismo al mismo dios le suplicaron
por el licor purísimo y primero
con que ellas su niñez paladearon.
Y le prometen, si con buen agüero
responde al edificio que intentaron,
dar a sus fuegos sacros y divinos
de un zángano holgazán los intestinos. (I, 265-272)
ofrecen un individuo de la otra casta visible, zánganos, que se creía sin provecho alguno; al cabo regresan los espeleólogos:
Llega el suspenso vulgo, y ven asida
del uno y otro fuerte compañero
una vil calavera carcomida,
cabeza de animal antiguo y fiero. (I, 321-324)
para el alivio del hambre y la sed:
Todos los menudillos de una hormiga
al instante a los tres les aparejan
dando con ellos y el licor tudesco
a sus cansados cuerpos un refresco. (I, 333-336)
manjar improcedente para los moscones de aparato bucal chupador (Gil Collado, 1960; Tremblay, 1997); los machos adultos de la lucérniga no se alimentan (Grandi, 1951, II, pág. 726); a la postre desvela la identidad de la carga extraída:
El incrédulo vulgo no se espante
que su fiereza encumbre demasiado,
porque no era de bestia semejante
a la vaca doméstica del prado.
Es de las que los campos adelante
caminan en ejercito formado,
a quien, por su fiereza tan extraña,
vacas de San Antón las llama España[12]. (I, 345-352)
pequeño coleóptero de color naranja, alunarado (Fig. 1E), depredador de áfidos (Hemípteros-Homópteros: Aphididae), del que la sagaz observación de Villaviciosa plasma, con mucha antelación, el comportamiento de búsqueda de la presa sobre el sustrato herbáceo (Iperti, 1965).
Los buenos augurios, a resultas de la exploración, animan la prosecución de los trabajos de tal modo que:
El bizarro oficial las alas suelta
de hermoso tornasol y terciopelo[13],
y vuelve, con la cara en polvo envuelta,
cargado y con sus pies trillando el suelo.
Dan muchas veces una y otra vuelta
con el trabajo ejercitando el vuelo
que ha de poner los pies de sus personas
sobre tiaras, mitras y coronas. (I, 393-400)
por fin la febril actividad dio por concluida la empresa:
El celebrado nombre la obra rara
de la terrible máquina hermosea,
en cuya voz abiertamente y clara
la fama dice lo que la obra sea.
¿Qué Babilonia o Troya se compara
al nombre singular de la Moschea?
Que éste es el que le dio su fama altiva,
que de sus fundadores se deriva. (I, 409-416)
pero tanto esfuerzo conduce a la consumación vital, como plasma nuestro autor:
Muy bien tenéis, ¡oh, mosca!, merecida
opinión que a la vida corresponda,
y que el alma del cuerpo dividida
en el seno de Baco está y se esconda.
Bien es que a muerte, que es más propia vida,
se le dedique y ponga urna redonda,
y que al cuerpo incorrupto le sustente
cuba de San Martín o San Clemente. (I, 425-432)
Razón es que a las moscas aproveche
ser desta gran ciudad los fundadores
sin que a la muerte su linaje peche
el tributo con ansias y dolores,
sino que en dulce miel y blanca leche,
ungidas con purísimos licores,
en el trance fatal tengan la paga
que a vida tan heroica satisfaga. (I, 433-440)
con evocación de un pasaje folenguiano[14], no advertido por Crawford ni González Palencia, aunque el vulgo estaba avisado de la presencia de moscas anegadas en el vino[15].
Nuestro autor vive apasionado por la naturaleza, la observa con delectación, de ahí que a modo de colofón delinea el biotopo[16] donde pululan los ancestrales colonizadores, seres reales, imagos casi en su totalidad impulsados a la procura de alimento para culminar la función de perduración y continuidad en el tiempo y el espacio:
Ésta la gran Moschea se intitula,
por la bondad de Júpiter tan rica
que lo que en su distrito se acumula
a ninguna ciudad se comunica.
Y aunque al torpe ejercicio de la gula
su gran fertilidad atrae y aplica,
la belicosa gente desta tierra
continuo se ejercita en hacer guerra. (I, 521-528)
Su fértil, rica y espaciosa vega
que tantas frutas y tan dulces brota
el mar vecino mansamente riega.
Si alguna vez el viento le alborota
hasta las puertas se avecina y llega
y blandamente su muralla azota.
Éste se llama el Címico que asombra
por lo que huele a chinche a quien le nombra. (I, 529-536)
Es por extremo fértil y abundante
del maná soberano de Aristeo[17]
y no tiene otra alguna semejante
en el licor de Baco y de Liceo[18].
Y esto se causa por estar distante,
según afirma el sabio Ptolomeo,
en medio grado, o casi, de su polo,
pueblo en altura y en ventura solo. (I, 537-544)
Nunca la fiera madre al hijo tierno,
como otras suelen, a sus pechos cría,
porque en saliendo del lugar materno
al punto de su vista le desvía.
Al cálido verano, al frío invierno,
a tierras remotísimas le envía
porque al trabajo y al sudor se aplique
y a que por sí se valga, vuele y pique. (I, 545-552)
hasta aquí habla del primer nivel trófico, consumo del autótrofo: planta, por el heterótrofo: animal, así como la desaparición temporal; también hace alusión al segundo nivel trófico, el establecido entre heterótrofos:
Poca gente se ocupa ni entretiene
en esta tierra en vicio ni regalo,
ni yo tampoco afirmo que no tiene
en tanta multitud de bueno y malo,
que nunca un pueblo a ser perfecto viene
ni grado igual a todos les señalo,
que entre abejas solícitas y fieles
también habitan zánganos crueles[19]. (I, 553-560)
estos zánganos crueles (Fig. 1F y G) los nombra en la siguiente estrofa:
Hay hermosos y bravos animales
a quien llaman avispas[20] y abejones[21]
que a las abejas hurtan los panales
siendo flojos y tímidos moscones.
Mas ellas suelen contra aquellos tales
desenvainar agudos aguijones
con cuyas puntas el sabroso almíbar
se les convierte en un amargo acíbar. (I, 561-568)
plasma una observación personal, la depredación de que son objeto las abejas por estos himenópteros sociales.
Canto Segundo (II)
La narración da comienzo en este canto, con la presentación de quien ostenta la prelación, la mosca (Fig. 2A); exalta su desbordante demografía que atribuye a la inherente prolificidad de que goza (Arias Montano, 1601)[22]:
Tu tienes lleno el mundo de vasallos
y todos hijos de la gran Moschea,
que en diferentes suertes de caballos
el más pobre de todos se pasea,
y no me alargo mucho en alaballos,
pues no hay alguno que tan pobre sea
que no sea rico por tierra extraña
más que los genoveses por España. (II, 161-168)
vive en adaptación sinantrópica:
Pues si son de los bienes que produce
la madre tierra, ¿Cuál se les escapa?
¿Cuál a su paladar no se reduce,
o cuál se les encubre o se les tapa?
¿Qué oculta mesa no se trasluce,
y aunque se siente a ella el Rey o el Papa
siempre la mosca su derecha ocupa,
y ella de todo la sustancia chupa? (II, 177-184)
por la que resulta ubicua:
¿Qué rico mercader o trapacista
hay en el mundo que contrate o venda
sin que el testigo mosca por su vista
note malos tratos de su tienda?
¿Qué honra con secreto se conquista
sin que ella no lo sepa ni lo entienda?
¿Qué asalto hay, qué encuentro, qué batalla
donde la fuerte mosca no se halla? (II, 185-192)
Siempre está en los registros y aduanas,
y siempre es quien preside en los escaños.
En Florencia la rica trata en lanas,
en la ciudad de Londres trata en paños,
a África también pasa con granas,
con caballos a reinos que, aunque extraños,
no hay en los puertos guarda que la impida,
ni le haga tuertos, ni derechos pida. (II, 193-200)
mas al amor de la temperatura cálida alcanza distribución cosmopolita:
En África, en España, en Alemania,
en el Arabia, en Tiro y en Sidonia,
en Francia, en Flandes, en Mesopotamia,
en Pullia, en la Austria y en Sajonia,
en Lidia, en Libia, en Persia y en Hircania,
en Grecia, en Trapisonda y Macedonia,
en Vallecas, en Meco y en Zarzuela,
la mosca en todas estas partes vuela. (II, 201-208)
¿Qué diré de la India, adonde envía
Febo con grande fuerza sus calores?
Las moscas son sus hijas, pues las cría
y las engendra sólo en sus ardores.
La provincia también de Andalucía
en donde se producen las mejores,
y es, por tener el temple muy caliente,
en moscas y caballos excelentes. (II, 209-216)
porque el frio no le permite vivir:
Sólo las moscas el septentrión helado
muy raras veces en su vida pasa,
no porque tenga espacio limitado
ni el largo vuelo suyo tenga tasa,
sino que es sitio estéril, mal templado
que nunca el sol sus términos abrasa,
y danle del invierno en la aspereza
vaguidos importunos de cabeza. (II, 217-224)
imposibilita la expresión de su potencial biótico al abierto (Tremblay, 1997, pág. 33); es más, constata la minoración o desaparición poblacional en la estación invernal de las áreas templadas. Pero además, la sagacidad de Villaviciosa descubre la escena del cortejo sexual para alcanzar el acoplamiento conducente a la ovoposición (Arias Montano, 1601)[23]:
Ningún amante con igual destreza
en servir a su dama se señala:
¡Con cuánta gallardía y gentileza
alegres vueltas hace por su sala!
¡Con cuánto desenfado y sutileza
le muestra el tornasol de una y otra ala[24]!
¡Qué galán y cortés la dama toca,
su amor le dice y bésala en la boca! (II, 225-232)
esta original descripción, que cautivó a Martínez de la Rosa (1845, pág. 37), es una primicia (Fig. 2B), corroborada en la primera mitad del siglo pasado por los entomólogos italianos Berlese[25] (1902) y Rivosecchi[26] (1958); a ella agrega el concomitante aparato auditivo:
¡Con qué sonora voz, con qué zumbido
las alas de su música concierta,
con que del dubio arriba referido
nos muestra la verdad patente y cierta!
La vez que el dulce son llega al oido
al más metido en sueño le dispierta
y algunas también hace de manera
que le oiga el que no quiere, aunque no quiera. (II, 249-256)
En suma, nuestro autor realiza una lúcida exposición de la biología de la mosca doméstica, que en nada se parece al texto macarrónico (T. Lib. I, 55-84; v. Santiago-Álvarez, 2022, págs. 47-48), de carácter encomiástico (Zaggia, 1987, pág. 318), a pesar de las coincidencias que afloran.
A continuación dispone un lance, ex novo, con el que Villaviciosa vuelve a dar pruebas de sus amplios conocimientos sobre el medio natural:
Publícanse unas cortes generales
por bocas de clarines y trompetas,
resuenan chirimías y atabales
alborotando las personas quietas.
Despachan a provincias principales
al pie de cuatrocientas estafetas
y todas caballeras en langostas,
porque éstas son del rey ligeras postas. (II, 273-280)
Éstas son unas bestias regaladas
que prestamente por el aire vuelan
y encarecen a ratos las cebadas
y aun en los mismos campos las asuelan.
En estas alimañas no domadas
salen mensajeros y revelan
el intento del rey a sus vasallos
y aperciben sus armas y caballos. (II, 281-288)
los enviados del rey salen montados sobre langostas (Fig. 2C) a las que caracteriza por su capacidad voladora y su voracidad causante de estragos en los cultivos, síntesis de la visión de un testigo presencial de alguno de los incontables episodios de plaga asoladora originados por «la langosta común o mediterránea», Dociostaurus maroccanus (Thunberg) (Orthoptera-Caelifera: Acrididae), en nuestro territorio (Vázquez Lesmes y Santiago-Álvarez, 1993).
En un corto lapso todo este alborozo se enturbia, cuando de pronto una mosca estafeta, herida de muerte, se postra ante el soberano y prorrumpe en reproches:
En vano, oh rey Sanguileón (este era
del poderoso rey el propio nombre)[27],
juntas caballería forastera
porque de ver tu majestad se asombre. (II, 337-340)
a lo largo de la perorata descubrimos especies diversas, dada la alta ambigüedad que ostenta el vernáculo mosca (Santiago-Álvarez, 2012b, pág. 385), así, con un préstamo[28] en versión libre:
en vano, rey, acompañado sales
a cazar de las habas los pulgones[29], (II, 355-356)
alude a dípteros cuyos imagos depredan a los de otros insectos (Diptera: Asilidae), capturados por vuelo o al acecho (Grandi, 1951; Tremblay, 1994); las presas son pequeños coleópteros que infestan los habares (Fig. 2D y E), el «festoneador de las hojas», Sitona lienatus (L.) (Coleoptera: Curculionidae), que mantiene permanencia, o el «espermatófago» en el estado de larva, Bruchus rufimanus Boh. (Coleoptera: Bruchidae) de efímera presencia que viene a poner sus huevos sobre las vainas y desaparece (Alfaro, 2005);
en vano a visitar los hospitales
por tu persona propia te dispones,
en vano, rey abominable, chupas
las regaladas costras de las pupas; (II, 357-360)
aquí está hablando de la mosca doméstica;
En vano pides el mejor sustento
y sobre todos de gastar procuras
el licor que en los ojos del jumento
con los hocicos de tu rostro[30] apuras, (II, 361-364)
en este caso se refiere a la «mosca de prado», Musca autumnalis De Geer (Diptera: Muscidae), próxima a la doméstica, también con aparato bucal chupador (Fig. 2F) que se alimenta por succión de secreciones diversas (Santiago-Álvarez, 2012a, pág. 48);
en vano el rocín flaco y macilento
te sustenta en sus mismas mataduras,
en vano gustas de besar las llagas
del pobre enfermo y de lamer sus bragas; (II, 365-368)
habla de los vistosos moscones, C. vomitaria, C. vicina, L. sericata, etc. (Diptera: Calliphoridae) que se alimentan de exudados de heridas, excrementos frescos, etc. (Santiago-Álvarez, 2012a, pág. 50);
En vano, necio rey, el gusto aplicas
a las cosas sabrosas y süaves,
en vano en tus deleites comunicas,
y el mal de tu república no sabes,
en vano andas cursando las boticas
y catando las purgas y jarabes,
en vano tienes gusto en los pebetes
y con ellos en cámaras te metes. (II, 369-376)
ahora torna a hablar de la mosca doméstica; en todo lo que precede Villaviciosa plasma el comportamiento de alimentación de estos imagos, algo que sin duda ha observado.
La mosca estafeta, al borde de la muerte, concluye con la denuncia de las desgracias que se avecinan sobre el reino:
El rey que rige la canalla hormiga
con todo su poder de naturales
anda en tu daño haciendo bando y liga
con todos tus contrarios capitales.
Este es el fiero azote que castiga
el singular valor de tus leales.
El enemigo por tus tierras baja.
Guarda tus reinos, y su orgullo ataja. (II, 433-440)
Siete mil moscas (muérome en decillo)
fueron cautivas de enemigo exceso,
sus gargantas pasadas a cuchillo
tras un contrario bélico suceso.
Al Ranifuga[31], nuestro gran caudillo,
en cárceles oscuras tiene preso,
aunque tengo entendido del rey fiero
que ya le habrá añudado el tragadero. (II, 441-448)
aunque mantiene gran coincidencia con el modelo (T. Lib. I. 151-156; v. Santiago-Álvarez, 2022, págs. 49-50), es más una versión libre que una traducción; no obstante, esta inverosímil matanza de moscas la toma Villaviciosa como causa inmediata del conflicto (Luján Atienza, 2002, pág. 38).
La estafeta espiró y su cadáver fue recogido por una golondrina, que viene a indicar el destino natural de una mosca, pasto de aves insectívoras,
Después por cosa cierta se imagina
que la ave de tan suma ligereza
que al cuerpo de mosca se avecina,
llevándola en los aires con presteza,
que fue sin duda una golondrina,
a quien suele mover naturaleza
a trasladar las moscas de improviso
dentro en su buche, que es su paraíso. (II, 481-488)
Canto Tercero (III)
Este Canto se ocupa del siguiente protagonista que aparece en el modelo (T. Lib. I, 181-308), el tábano (Fig. 3A), en cuyos dominios recaló la Fama con suma celeridad: «desde el Alpe y en sola una semana llegó a la vista de la gran Tabana. (III, 151-152)», para propalar los tristes augurios que se ciernen sobre las moscas:
A esta insigne provincia el nombre viene
por la famosa y noble descendencia
de quien la habita y le conserva y tiene
por título de antigua herencia.
La Tabana se llama, que contiene
tábanos de grandísima excelencia,
que siempre en las ciudades se coligen
del nombre sus principios y su origen. (III, 153-160)
el neologismo empleado para designar el territorio que habitan los tábanos, dípteros braquíceros, Tabanus bovinus L., T. autumnalis L. Haematopota pluvialis L. etc. (Diptera: Tabanidae), es sinónimo de ancestrales topónimos[32], indicio del conocimiento personal de Villaviciosa sobre los confines bien delimitados de los parajes donde aquéllos se asientan[33];
Oyó el Matacaballo[34], que así era
del tabanesco rey la propia gracia,
la novedad que el corazón le altera,
sintiendo del cuñado la desgracia.
No sabe si sea falsa o verdadera,
mas viendo que por puntos más se espacia
da crédito a la nueva porque es mala,
que en la verdad la buena no le iguala. (III, 177-184)
nombra al rey con otro neologismo, aunque disponía de un término en romance, «matabuei» (Alonso de Fontecha, 1606. fol. 156; Vittori, 1609; Terreros y Pando, 1786; Zaragoza Godínez, 1826, pág. 16), así deja asentado que también son azote de équidos. La noticia le causa inquietud da las órdenes oportunas para salir con premura en ayuda de su cuñado, al instante ponen a su disposición la cabalgadura:
Era el caballo de admirable brío,
de la especie de aquellos que sustenta
la primavera, y que en el seco estío
el cielo tiene de sus vidas cuenta.
En fin, era de aquellos que el rocío
con su frescura engorda y alimenta,
de fuertes miembros y color morcillos,
casta maravillosa, el nombre grillos. (III, 209-216)
pero en aras a la singularidad, nuestro autor dejó de lado la confusa voz macarrónica, «cantarella» (T. Lib. I, 189-192; v. Santiago-Álvarez, 2022, pág. 51), no sucumbió a la homofonía, optó por un recurso ex novo, aunque con persistencia del equívoco, al contraponer, el rocío, alimento propio de la sedentaria cigarra (Laguna, 1555; Pineda, 1588, dial. X, cap. XXXII, pág. 254), con los atributos morfocromáticos del grillo; quizá inspirado por las definiciones que halló en: Diccionario español-latino (Nebrija, 1495): «grillo especie de cigarra, grillus, -i»; Vocabulista aravigo en letra castellana (Alcalá, 1505): «grillo especie de cigarra, aburicrǐq,»; Janua Vitae (Castro, 1526): «grillo especie de cigarra, grillus -i ar. aburicrin (II. lex. fol. 29v)».
No obstante, a renglón seguido plasma una observación personal que no deja lugar a la duda para reconocer que habla del «grillo campestre», Gryllus campestris L. (Ortoptera-Ensifera: Gryllidae):
Estos tan fuertes son como camellos
y muestran con certísimas señales
ser de toda la tierra sólo ellos
los más nobles y bellos animales.
Naturaleza les firmó los sellos,
que es escudo a modo de armas reales
dándoles, como a bestias de más tomo,
caparazón bordado sobre el lomo. (III, 217-224)
resalta la rugosidad de la grupa, la modificación que sufren los élitros del macho para acomodar el aparato estridulador (Fig. 3B), o sea, que por la parte dorsal tiene el cuerpo dividido en dos áreas de distinta textura, sutil caracterización que transmuta la partición bicolor expuesta por Folengo para la susodicha caballería[35].
El séquito de Matacaballo lo completan los animales de carga portadores del deslumbrante equipaje:
Tras estos animales van feroces
otros sin proporción más temerarios
para el camino fuertes y veloces
y para más que son los dromedarios.
Éstos caminan con estruendo y voces
y son de leves águilas contrarios,
y tanto alguno destos ha podido
que le ha echado sus pájaros del nido[36]. (III, 225-232)
Treinta alimañas destas con su carga
conciertan la recámara vistosa,
manifestando en la jornada larga
la suma de riquezas poderosa.
Si alguna bestia acaso se descarga
de la gran pesadumbre ponderosa
tanto con manos y con pies se ayuda
que la carga arrastrando lejos muda. (III, 233-240)
Destos es el sustento y la comida,
la paja y la cebada, mas primero
la arroja de su cuerpo digerida
el macho o el jumento de arriero.
Con esto pasa su contenta vida
ejercitando su valor ligero,
y a tales bestias dadas a trabajos
las llaman en Castilla escarabajos. (III, 241-248)
Esta caterva de las negras pieles
lleva música siempre que camina,
que sonajas parece o cascabeles:
¡Dichoso el animal que a tal se inclina!
En breve a los soberbios chapiteles
de la gran Moschea se avecina,
y del rey los caballos con sus saltos
se avecinaron a los muros altos[37]. (III, 249-256)
reflejo del conocimiento personal adquirido por observación sobre el «escarabajo pelotero», Scarabaeus sacer L. S. typhon Fisch, Copris lunaris (L), etc. (Coleoptera: Scarabaeidae-Scarabaeinae), que acude con rapidez al estiércol del ganado para hacer la pella rodante (Fig. 3C) que dará comienzo a la descomposición (Tremblay, 2000); como se puede comprobar no es traducción de Folengo (T. Lib. I, 195-198; v. Santiago-Álvarez, 2022, pág. 52).
El Matacaballo informado de la ignominiosa muerte del Ranifuga, lanza un sentido lamento:
¡Oh, miserable joven, más valiente
que fue contra los dárdanos Aquiles,
Ulises sagacísimo y prudente
contra la red de las arañas viles,
más que Tideo entre Micena gente
en corazón y fuerza varoniles,
Atlante de la máquina moschea
que toda con tu muerte titubea! (III, 273-280) ss
aquí aclara que este zoónimo de incorrecta grafía, tiene idéntico significado que el macarrónico[38]; en consecuencia el vernáculo rana (batracio), no forma parte del vocablo compuesto.
Por fin llegó a la Moschea, conducido a los aposentos del cuñado, el encuentro ocurre en lugar inapropiado para un tábano, la cámara; no obstante, le dirige un animoso discurso (III, 369-520), que apenas reclama nuestro interés:
Saldrá toda mi gente en orden puesta,
unos terciando la soberbia pica,
otros armando el arco y la ballesta
que al contrario la muerte pronostica.
Saldrá otra gente fuerte, que a la opuesta
con tal furor y rabia hiere y pica
que en cualquier parte que su rostro[39] planta
la deja emponzoñada y la levanta. (III, 401-408)
aquí refleja el modo de acción de los tábanos cuya picadura con su extraordinario aparato bucal (Fig. 3D) resulta traumática. El rey Sanguileón recupera el ánimo, en la réplica (III, 545-664) se inclina a la guerra, cuya organización deja en manos de su cuñado; como primera providencia ofrece una paga al ejército que va a organizar:
Traed y disponed a vuestro gusto,
pues todo corre ya por vuestra cuenta,
que a ser vuestro soldado bien me ajusto,
pues ya os compete a vos vengar mi afrenta.
Formad un grande ejército y robusto,
páguense los soldados de mi renta,
del tributo que tengo dentro en Braga
y en la grande provincia de Biznaga. (III, 553-560)
Dénles adelantadas cien raciones
libradas en las pagas del servicio,
y alójense en mi reino y sus mojones
mientras no van al militar oficio,
y de cuanto me pagan los valones
también les hago gracia y beneficio,
y en las penas de cámara me agrada
que tengan otra paga adelantada. (III, 561-568)
pero ésta solo corresponde a la mosca doméstica y a los moscones, no a las hematófagas hembras de los tábanos. En el ardor de su oratoria, resuelto ya para entrar en batalla, exclama:
Yo juro por la leche en que mi abuelo
pasó anegado a la región averna
de no cortarme de la barba el pelo,
ni del vil ganapán picar la pierna[40],
ni de nadar jamás donde el buñuelo
el orbe baña de su masa tierna,
ni lamer el dulzor de las postemas,
ni del viejo decrépito las flemas. (III, 601-608)
donde alude a las especies del Canto II (v. supra) pero añade una de gran parecido con la doméstica, muy molesta, con aparato bucal picador-chupador (Fig. 3E), llamada «mosca brava o de los establos» (v. supra, n. 27), Stomoxys calcitrans (L.) (Diptera: Muscidae), pica a los animales en las partes bajas de las patas y a las personas en los tobillos (Gil Collado, 1960); por último se envían mensajeros para anunciar la guerra y pedir que vengan las ayudas por el mar Címico:
Pónganles luego el freno a las langostas
y despáchense aprisa mensajeros,
que en cursos breves de ligeras postas
vayan y vuelvan prestos y ligeros.
Corran volando las marinas costas,
dénles matalotajes y dineros,
y a los reyes, amigos y parientes
les enseñen mis cartas y patentes. (III, 633-640)
Al punto las chicharras se adelanten
a dar de mis intentos la noticia
y sin cesar con sus trompetas canten:
«¡Guerra, guerra!” con ánimo y codicia.
No cesen hasta tanto que levanten
de los montes la gente a la milicia
desde que pinta a Ceres el agosto
hasta que Baco dé maduro el mosto. (III, 641-648)
pero ahora Villaviciosa, en otro alarde de conocimientos, dispone para heraldo, a Ephippiger ephippiger (Fieb.), Steropleurus brunneri (Bol.), etc. (Orthoptera-Ensifera: Tettigonidae), la saltarina y vocinglera chicharra (Fig. 3F), con desdén de la afamada cigarra, Tibicina plebejus (Scop.), Cicada orni L., etc. (Hemiptera-Homoptera: Cicadidae) por su condición de sedentaria (Santiago-Álvarez, 2020).
Canto Cuarto (IV)
La factura de este Canto apenas remite al modelo folenguiano, nuestro autor, conocedor del medio natural, ambienta todo el episodio en periodo estival cuando las poblaciones de adultos alcanzan el estado de clímax, por eso implicó en la mensajería, a chicharras y langostas, que manifiestan particular pululación:
Ya las trompetas con soberbio grito
de los montes y cuevas levantaron
de soldados un número infinito,
que en ayuda del Mosca se juntaron.
Ya las ligeras postas el distrito
de todo el orbe universal pisaron,
trayendo las langostas y chicharras,
hermosas compañías y bizarras. (IV, 81-88)
estas fuerzas llegadas en ayuda animan a los dos reyes expectantes, que al punto, disponen la salida por mar, al encuentro de las enemigas, organizadas «de modo que se viera en el armada la letra pitagórica[41] pintada (IV, 143-144)», así:
Van a fuerza de remos delanteras
en el cuerno derecho de la armada
ochenta famosísimas galeras
de gente por sus obras celebrada.
Aquí navegan las catervas fieras
de la estirpe soberbia no domada
a quien el mundo cénzalos le puso
por nombre derivado de su abuso. (IV, 145-152)
Estos cuando caminan significan
su natural fiereza en el zumbido,
y con él con gran ímpetu publican
la mitad de su nombre al oído.
Cuando estas gentes sus contrarios pican
penetra su dolor hasta el sentido,
y destos es el más feroz tormento
que reciben los ojos del jumento. (IV, 153-160)
El rey Asinicedo[42] los mantiene,
en quien también nos muestra con certeza
el nombre suyo, que principio tiene
de semejante origen y proeza.
Este soberbio con sus gentes viene
en galeras de suma ligereza,
hechas con arte y con industrias bravas
de las recias cortezas de las habas. (IV, 161-168)
En estas fuertes máquinas encierra
los varones en fuerza singulares,
instrumentos seguros que la tierra
produjo a fin de navegar los mares.
Despojos son ganados en la guerra
que tuvo en la región de los habares,
donde murieron veinte mil pulgones
dándoles el despojo a sus varones. (IV, 169-176)
Villaviciosa rescata el término cénzalo (Santiago-Álvarez, 2021), que alude, en exclusiva a los dípteros culícidos (Fig. 4A), Culex sp., Anopheles sp., Aedes sp. (Diptera: Culicidae), o «mosquitos de trompetilla» porque sus hembras hematófagas producen un irritante sonido por vibración alar, cuando se disponen a infligir picaduras a vertebrados, aunque el área ocular no es la preferida. Los cénzalos no atacan a otros insectos (Downes, 1958, pág.250), por eso, la matanza de pulgones, coleópteros adultos que viven sobre las habas (v. supra), hasta donde se nos alcanza, es una observación personal referida, por asimilación, a alguna especie de ceratopogónidos (Seguy, 1941; Downes, 1958), pequeños dípteros nematóceros (Diptera: Ceratopogonidae) con aparato bucal picador chupador (Fig. 4E), de sangre o hemolinfa de insectos, porque no encontramos registros al respecto en nuestra literatura entomológica.
Ahora, con una introducción, en cierto modo erudita,
Tras éstos vienen en la misma banda
ciento y veinte navíos de alto borde
y el rey soberbio que los rige y manda
con el mosca y el tábano concorde.
Deste, si es la verdad el rumor que anda,
el fuerte Asinicedo es hijo borde
habido en una mosca labradora
de la provincia legañil señora[43]. (IV, 177-184)
presenta a la única tropa en el estado de larva:
Éste vino a la guerra y desafío
con un millón de fuertes mirmiliones[44],
soldados todos de robusto brío,
bravos y forajidos valentones.
Estos en las calores del estío
se juntan en copiosos escuadrones
y a los que entonces por los montes pasan
más que las fuerzas del calor abrasan. (IV, 185-192)
Es el asilo y estación segura
desta caterva que crueldad profesa
la cueva umbrosa, lóbrega y obscura,
el intricado monte y selva espesa.
Destos la más pequeña picadura
deja en los hombres la señal impresa[45].
En fin, son forajidos bandoleros,
desnudos de piedad y no de aceros[46]. (IV, 193-200)
Tras las gentes del rey Asinicedo
siguen a su caudillo que los trujo,
el cual tiene por nombre el rey Mirpredo[47]
que es de la ira y la crueldad dibujo.
Varón de grandes fuerzas y denuedo,
de gesto temerario, aunque magrujo,
y que suele comerse, aunque esté cruda,
entera la asadura de un aluda[48]. (IV, 201-208)
El autor conoce el insecto del que habla, un geobionte (del gr. γῆ, ῆς, tierra; βιόω -ῶ, vivir, pasar la vida) periódico, Myrmeleon inconspicuus Rambur, M. formicarius L., etc. (Neuroptera: Myrmeleontidae), cuyas larvas pululan en verano (Fig 4B), viven individualizadas en embudos excavados en suelos arenosos (Fig. 4C), o ligeros, trampas dispuestas en rodales en claros de montes y selvas para atrapar insectos errantes, de modo particular hormigas como corrobora el nombre asignado a su rey: depredador de hormigas. En consonancia, presenta con mucha antelación una presa que vive refugiada en frutos de cascara dura caídos al suelo:
Dice un autor que nuestra historia toca
que había en un monte de terrible altura
una cueva profunda con su boca
por do se entraba a la estación obscura.
Era a manera de peñasco o roca,
habitación fortísima y segura
donde un hormiga, capitán valiente,
se asegura con su poca gente. (IV, 225-232)
Desta roca se sabe con certeza
que era una grande nuez vana y podrida,
cuya puerta y entrada la corteza
mostraba en sus arrugas escondida.
De aquella inexpugnable fortaleza
toma el único nombre y se apellida
el capitán que con su gente poca
se encastillaba en esa fuerte roca. (IV; 233-240)
De Mirmix[49] o Mirmiz, que entonces era
su nombre propio, desechó una parte
y tomando la sílaba primera,
con las dos de su roca las comparte,
y hecha de entrambas la dicción entera
Mirnuca[50] viene a ser la entera parte.
Que este es el nombre con que aquél se llama,
tomado del antiguo y de su fama. (IV, 241-248)
es un traslado del modelo (T. Lib. II, 231-234; v. Santiago-Álvarez, 2022, pág. 63) en versión libre, y prosigue:
Deste Mirnuca fuerte y temerario,
forzado de la estrella que le inclina,
este moscón fue émulo y contrario,
y amigo de su muerte y su ruïna.
Y viendo el apellido extraordinario,
ya que en la contra suya se encamina,
quiso llamarse el rey y sus varones
uno Mirpredo y otros Mirmiliones. (IV, 249-256)
no dudamos que Villaviciosa estuviera al tanto de la emergencia de hormigas de las otrora preciadas agallas de quercineas (Espadaler y Nieves, 1983) que eran acopiadas por su riqueza en ácido tánico (v. Santiago-Álvarez, 2022, pág. 64) para usos varios.
La tercera fuerza llegada encabeza la banda izquierda:
Con cien banderas, el segundo cuerno
la vista con los ánimos alegra,
que todas van debajo del gobierno
de uno de aquellos por quien tiembla Flegra.
No se ve del profundo del infierno
en la región más formidable y negra,
Furia infernal con serpentina rosca
como este diablo en forma de una mosca. (IV, 265-272)
El rey Sicaborón[51], a cuyo mando
está la grande Buta[52] en la Tartaria[53],
viene las fieras ondas navegando
contra la gente al mosca rey contraria.
Éste juntó, a la voz de solo un bando,
una caterva fuerte y temeraria
de forajidos de admirable talle,
hijos de Buta y Barriliense[54] valle. (IV, 273-280)
Quinientos mil y más mosquinos[55]
lleva en una valerosa infantería,
que tienen hecha de sus fuerzas prueba
en cuanto el valle Barriliense cría.
Es gente tal que se sustenta y ceba
en sangre de enemiga compañía,
y porque tanto el vino le parece,
por eso esta canalla le apetece. (IV, 281-288)
Villaviciosa realiza la presentación a modo de sinopsis de un pasaje de Folengo (T. Lib. II. 45-68; v. Santiago-Álvarez, 2022, págs., 55-56) en versión libre aunque mantiene el zoónimo real, los tres topónimos inventados, toma en préstamo el vocablo mosquino, neologismo con el que enriquece nuestro léxico (Santiago-Álvarez, 2021) habida cuenta de la carencia en romance para acoger a los insectos que afloran en el diagnóstico entomológico[56]: los cebados con sangre, son nematóceros (Fig. 4D y E): Phlebotomus papatasi (Sc.), Ph. perniciosus Newst. etc. (Diptera: Phlebotomidae); Leptoconops bezzi Noè, L. irritans Noè, etc. (Diptera: Ceratopogonidae), enojosos, hematófagos de picadura acerba y silenciosa (Tremblay, 1991); los atraídos por el vino, son ciclorrafos (Fig. 4F): Drosophila melanogaster Meig, D. funebris (F.), etc. (Diptera: Drosophilidae), las llamadas «moscas del vinagre», inofensivas, importunas (Tremblay, 1994).
Por otro lado, nuestro autor que está inmerso en un territorio apícola (del lat. apis, abeja y colere, cultivar), a partir de una tímida insinuación folenguiana[57], dispone a la abeja como tropa mercenaria a las órdenes del Sicaborón:
Lleva el fiero inhumano a la milicia
una soberbia multitud de abejas
que sirven de ministros de justicia,
a quien no corre en su crueldad parejas.
Si no es algún mosquino de codicia,
y su defecto llega a sus orejas,
luego le manda echar a estos moscones
que es tanto como echarle a los leones. (IV, 289-296)
tiene conocimiento personal del celo que ponen en la protección de sus preciadas producciones:
Son las abejas estirpe fiera
por cuya cola nace y se derrite
la dulce miel y provechosa cera,
obra que no tiene arte que le imite.
Guardan éstas su fruto de manera
que no hay quien se le robe o se le quite,
porque si alguno llega y no repara
su atrevimiento se verá en la cara. (IV, 297-304)
Porque en la cola llevan escondida
una afilada y cortadora espada
con que en los hombres dejan, con la herida,
la parte donde llega emponzoñada.
Y aunque ellas pierden (¡gran rigor!) la vida
al tirar de la rígida estocada,
a trueco del dolor con que lastiman
de su vida la pérdida no estiman. (IV, 305-312)
así como del fatal desenlace de la acción, «porque claro es que las abejas mueren en picando, porque dexan mucho del aguijón y con el las tripas, (Alonso de Herrera (1513) lib. V, cáp VI, fol. CXXXIv)», al no poder retraerlo del tejido epidérmico.
La erudita anotación del mito de Cupido (IV, 313-320; 321-328; 329-336) relatado en La Anacreóntica[58] [35], le permite decir que a consecuencia de la picadura sufrida por aquél Citerea castigó a las abejas «porque los gustos del amor no prueben (IV, 336)» con lo que comprende lo expuesto por Alonso de Herrera (1513): «que sin ayuntamiento de macho ni hembra engendran, (Prol. lib. V)» o Méndez de Torres (1586): «que la aveja, que dizen maessa o maestra, sin ayuntamiento de macho, y sin dolor, echa de si una semilla, de que se engendran tres generos de avejas (Cap. II, pág. 19)».
También las lleva porque son extrañas
para un ardid y provechoso intento
contra las trazas y traidoras mañas
de las arañas: ¡raro pensamiento!
porque éstas romperán de las arañas
con su ligero vuelo y movimiento
las delicadas redes con que enlazan
las tristes moscas que en la guerra cazan. (IV, 345-352)
Y porque tiene en ellas conocida
su natural fiereza temeraria,
pues que no hacen estima de su vida
por hacer mal y daño en la contraria,
para ser riguroso arañicida
lleva esta chusma entre la gente varia,
y porque en sangre de enemigos tiñan
sus fuertes aguijones cuando riñan. (IV, 353-360)
es probable que las abejas rompan las telarañas pero no consta que desenvainen el aguijón contra las tejedoras, su ataque es por reacción defensiva, no ofensiva.
A continuación vienen las conocidas huestes del rey Sanguileón (IV, 385 ss) pero en este caso desciende a particularizaciones, «la mosca de Arjona[59]», «la manchega[60]», etc. que en opinión de González Palencia (1928, pág. 193) «muestran en el autor más erudición folklórica y popular que científica» sin embargo, en el pasaje desgrana agudas observaciones personales muy ilustrativas:
De el cargo de la gran caballería
le hizo el rey merced y beneficio,
porque su vida siempre ocupa y cría
desde la tierna edad a su ejercicio.
En el fiero calor del mediodía
hacer mal a los potros es su oficio,
y bien le siente el rocín o yegua
cuando corren carreras de una legua. (IV, 417-424)
Ésta, tan conocida por la fama,
que sus hechos magnánimos pregona,
por su patria certísima se llama
la mosca excelentísima de Arjona.
Ésta la sangre del rocín derrama
y aquella parte adonde llega encona,
sacando de su hocico una gran trompa[61]
con que los cueros a las bestias rompa. (IV, 425-432)
De aquella trompa sale una navaja
tan sutil que con ella en un momento
con rabia inmensa y rigurosa saja
las carnes del rocín y del jumento.
Chupar la sangre que en el lomo cuaja
es de su vida el principal sustento,
y con tanto rigor las bestias trata
que no para hasta el punto que las mata. (IV, 433-440)
observa el ataque directo a un rocín por una mosca aunque en realidad nos está hablando de un tábano como se deduce del tamaño de la trompa (Fig. 3D), la navaja, la sangre derramada[62] (Fig. 4G) y el ataque en el momento de más calor;
Otra mosca cruelísima, manchega,
la gente de a pie rige y acompaña,
que en guerra furibunda y en refriega
continua se ejercita en la campaña.
Toda la Mancha, con su llana vega,
está sujeta a su rigor y saña,
y al peregrino que sus tierras pasa,
vivo le come, le persigue y asa. (IV, 441-448)
Tan denodada por los campos sale
cuando la aprieta la locura hambrienta
que no hay Furia infernal que se le iguale,
porque a la misma rabia representa.
Contra el furor de su aguijón no vale
reparo alguno, porque a do se asienta
entremete la punta penetrante,
punta de más dureza que diamante. (IV, 449-456)
No hay resistencia en la guardada pierna
contra fiero bocado y picadura,
porque es defensa contra el daño tierna
el arma que parece ser más dura.
A la escondida parte más interna
llegar la punta con furor procura,
tanto que fuerza, si en picar aprieta,
a danzar cabriola o zapateta. (IV, 457-464)
ahora describe con sumo detalle el duro aparato bucal picador-chupador (Fig. 3E), de la ya citada S. calcitrans, la llamada «mosca brava o de los establos» cuya picadura causa extremo dolor a los animales y al hombre; cierra el estrecho entre los dos brazos la hueste venida de la Tabana (Cant. IV, 465 ss).
Canto Quinto (V)
Este Canto es el de la navegación de la armada mosquil que se prometía feliz pero acabó en un fatídico naufragio, episodio narrado en el macarrónico en 34 dísticos (T. Lib. II, 241-308) que nuestro autor decuplica en 85 octavas de manera original, pero apenas tiene interés para nosotros, la llamativa descripción de los vientos queda fuera del objetivo marcado.
Las naves zozobran acosadas por el oleaje y la violencia del viento que no cesa, ante tan inexplicable situación los atribulados navegantes, en consonancia con el sentir de aquella época:
Confiesan que a venganza se provoca
su dios porque en su templo cometieron
mil sacrilegios con audacia loca
por quien tales castigos merecieron.
Juran allí de no poner la boca
donde los sacerdotes la pusieron
ni chupar de la lámpara el aceite
ni besar a las damas con afeite. (V, 385-392)
con promesas impetran el restablecimiento de la calma:
Y si el divino Júpiter les saca
libres a tierra de peligros tales,
y de los vientos el orgullo aplaca,
y templa de las aguas los raudales,
en beneficio de la gente flaca
prometen visitar los hospitales
y en recompensa y por debidas pagas
curar los pobres y lamer sus llagas. (V, 393-400)
pero esto sólo pueden realizarlo los que tienen aparato bucal chupador, moscas y moscones; también acuden a los sacrificios:
El rey Sanguileón a Dios promete,
viendo la cara de la muerte al ojo,
porque el orgullo de los vientos quiete
y él su rigor mitigue y justo enojo,
que envuelto en aromático pebete
le pondrá en sacrificio un gordo piojo
de cuya piel hará, si desta escapa,
para su estatua una bordada capa. (V, 401-408)
El tabanesco rey promete y jura,
mirando el fiero mar, que muchas veces
en su centro les abre sepultura
para hacerlos sustento de los peces,
si de peligro tal les asegura,
recibiendo benévolo sus preces
de darle en sacrificios peregrinos
de una pulga los grandes intestinos. (V, 409-416)
El rey Mirpredo, entre el tumulto ciego
a Júpiter promete un gran servicio,
si por su petición y justo ruego
se muestra en el peligro más propicio.
Jura de dar a su divino fuego
¡Honroso y estimable sacrificio!
Dos aradores[63], cuya carne herede
el sacerdote, con que rico quede. (V, 417-424)
así como a las ofrendas:
El poderoso rey Asinicedo,
que ve con cuánta fuerza le amenaza
del Lebeche y el Bóreas el denuedo,
y el temor que sus ánimos abraza,
si les destierra Júpiter el miedo,
le ofrece por despojos de su caza
cuatro pulgones[64] que la gente admiren
y que las riendas de su coche tiren. (V, 425-432)
Sólo el Sicaborón no ofrece votos,
antes los echa con dos mil reniegos,
blasfemando los ánimos devotos
que ofrecen parias a los santos fuegos: (V, 433-436)
todo esto guarda coincidencia con el poema macarrónico (T. Lib. II, 277-286; v. Santiago-Álvarez, 2022, pág. 64), pero es una elaborada versión libre.
Canto Sexto (VI)
El Canto es a modo de colofón del anterior, el náufrago Sicaborón aparece de manera sorprendente en la costa, lleno de furia y acosado por el hambre, sostiene un cruento enfrentamiento con cuatro pulgas; episodio narrado en 42 dísticos del macarrónico (T. Lib. III, 1-84; v. Santiago-Álvarez, 2022, págs. 64-65) que nuestro autor septuplica en 75 octavas; aunque advertimos coincidencias son muchas las incrustaciones que le confieren el título de original, no obstante, son pocos los aspectos que reclaman nuestra atención.
Villaviciosa realiza la descripción del paraje donde ocurren los hechos (VI, 257-288), inquieto porque «No encuentra en todo el campo quien le lleve a su ejército o dél le traiga nueva (VI, 209-210)» después de un ligero movimiento «de un chapitel le dieron los reflejos. (VI, 216)» al que aplica la vista «y ser remate de una torre mira, (VI, 218)» hacia la que se dirige:
Era esta torre desde donde acecha
el rey Sicaborón cuanto alli pasa,
por obra insigne, de una pieza hecha
sin mezcla de betunes y argamasa.
La punta sube desde el pie derecha,
cuya cumbre sin par las nubes pasa,
de manera que vieran en su altura
de otro Nembrod soberbio la locura. (VI, 257-264)
La negra sombra de su altura pisa
de tierra muchos pasos en rodeo,
obra al fin que la madre común pudo
hacer, adonde el arte quedó mudo. (VI, 269-272)
Mas ya el curioso por saber codicia
qué torre es ésta o qué milagro raro,
obra mejor que la soberbia Egipcia,
más admirable que el ingenio faro.
Sepa, si no ha llegado a su noticia,
que esta con quien alguna no comparo
era un hongo terrible y estupendo
de la preñada tierra parto horrendo. (VI, 273-280)
A sombra de su altísima techumbre
cuatro pulgas armadas razonando
vio, que entre brasas de infinita lumbre,
una liendre montés iban asando. (VI, 281-284)
describe con precisión que la torre esta hecha de una pieza, es un hongo (Fig. 5) con su pie (P) y su sombrero (S) debajo del cual cuatro pulgas asan una liendre montés (Gil Collado, 1960); incluye un pasaje metafórico:
Bien sabe, amigo, que de asar vivimos,
porque este solamente es nuestro oficio,
y que en no estando asando nos morimos,
que es nuestra vida ajeno perjuicio.
Y pues sin ser asado permitimos
que libre pase, estime el beneficio.
Y sepa que se engaña si hace cuenta
que es la campaña bodegón o venta. (VI, 329-336)
pero las pulgas no pican a otros insectos, son hematófagas; por otro lado describe la forma más corriente de matarlas:
Aunque bien sabe el mundo que a millares
suelen matar las pulgas mis pulgares. (VI, 359-360)
que el salto es el modo de desplazamiento de estos insidiosos insectos:
Y los cuatro con saltos se le acercan
y por las cuatro partes al rey cercan. (VI, 383-384)
Viéndose entonces del soldado faltos
los tres pulgas coléricos reniegan
y al tártaro furioso con sus saltos
rabiando se avecinan y se llegan, (VI, 417-420)
al cabo el bravo Sicaborón da por finalizada la batalla:
Mas porque ya la hambre le desmaya
vuelve a la liendre que para él se guisa
y al punto descubrió la excelsa cumbre
del chapitel, la torre, el humo y lumbre. (VI, 533-536)
Así a la grande bestia despedaza
y arreo el cuerpo de la liendre lleva
de manera que el tártaro en un punto
se comió carne y huesos todo junto. (VI, 541-544)
esta acción carece de verosimilitud, los mosquinos no son oófagos, pero no así la subsecuente:
La fiera sed sus higados traspasa,
que apenas hay tormento que le iguale, (VI, 557-558)
Extendió su ligero movimiento
el moscón y halló un grano de uva blanco,
del cual chupando el regalado zumo
subió a los ojos el alegre humo. (VI, 565-568)
El dulce humor con el aliento trujo
la sed, haciendo de su pecho fuga,
y falto de licor quedó el orujo,
como cuando el lagar su bulto arruga. (VI, 569-572)
probablemente fruto de propia observación, porque las «moscas del vinagre», las drosófilas (del gr. δρόσος, rocío; φίλος, amigo), son ávidas del zumo de bayas maduras en extremo a las que se allegan en gran número.
Canto Séptimo (VII)
Este Canto presenta a los soldados «sin pluma», la hormiga (Fig. 6A) y sus aliados, a los que Villaviciosa presta una atención que no encontramos en Folengo; principia con el origen mitológico de aquélla pero en seguida, con unas pinceladas de mirmecología (del gr. μύρμηξ, hormiga; λόγος, tratado), describe su modo de vida y actividad en la naturaleza:
Al fin, de aquella sangre resucita,
como parto segundo de la tierra,
la que en fiereza a la Pitón imita,
y hace a las moscas la sangrienta guerra.
En las entrañas de la tierra habita,
donde este monstro bandolero encierra
lo que a los tristes labradores roba
y allí lo guarda en la secreta alcoba. (VII, 97-104)
Cuando a robar por los caminos salen,
espeso trillan una senda angosta,
industria natural con que se valen
porque se logre del sudor la costa.
Tienen agudos dientes con que talen,
y como espesa nube de langosta
los trigos en las hazas disminuyen
y con las cargas a sus cuevas huyen. (VII, 105-112)
Allí están los graneros escondidos,
que la turba ladrona de mies llena,
porque los halle el tiempo apercebidos
cuando de hielo y nieve el suelo llena.
Entonces en la tierra están metidos
hasta que muestra el sol su luz serena,
y el grano hurtado, que húmedo revuelven,
al sol lo enjugan y a la troj lo vuelven. (VII, 113-120)
que vive en sociedades subterráneas compuestas por miles de efectivos, los que las aprovisionan en afanosa actividad de acarreo realizada a peón en grandes filas sin desbordar la estela originada por el continuo trasiego; actividad causante de daños a la agricultura que compara con los ocasionados por la devastadora langosta. Por otro lado resalta la disparidad entre su tamaño y la carga arrastrada, expuesto por Vélez de Arciniega (1597) con alguna antelación[65], a lo que nuestro autor añade la jocosa desmesura de aquélla empleada en el transporte de un buey muerto:
dicen que dijo al buey la hormiga loca:
«O estás asido o es mi fuerza poca» (VII, 143-144)
pero esta audacia no permite llegar a concluir que:
para que destas el adagio diga
que suele a veces ser león la hormiga. (VII, 151-152)
porque ella sólo recoge, no ataca, como hacen los depredadores mirmiliones u hormigas león; no obstante, el argumento del Poema se asienta en un insólito caso de enemistad entre dos insectos que viven ajenos el uno al otro:
Esta caterva, desde el mismo instante
que de la sangre concebidas fueron,
contra las moscas desde allí adelante
el rencor y la ira concibieron.
La causa desto y la razón bastante
los doctos coronistas no escribieron
y todos andan en el caso a escuras
buscando la verdad por conjeturas. (VII, 153-160)
nuestro autor pide ayuda a la musa (VII, 161-168) para conocer el verdadero motivo del supuesto odio incubado por la hormiga; para ello acude a la imperante doctrina de la generación espontanea de los insectos, por corrupción o transmutación de otros seres (Etimologías XI, 4,3), que hasta la segunda mitad del siglo xvii (Redi, 1668) no fue rebatida:
Después que aquel mortífero veneno
del monstro serpentino recebido
fue de la madre tierra, y en su seno
nuevas formas de bestias concebido,
ya que estuvo el cruor de calor lleno
y de la sangre y el materno nido
tuvo la bestia hormiga el nacimiento
y con él su color sanguinolento, (VII, 169-176), etc.
por esta vía, un pasaje de Naturae Historia (Arias Montano, 1601)[66] le da luz para argumentar, la que Luján Atienza (2002a, pág. 38) denomina causa remota del conflicto, sobre un fenómeno natural de gran valor ecológico, que con toda seguridad él había observado en más de una ocasión, dado que en la época era frecuente el abandono a la intemperie de animales muertos:
Así la mosca, al buitre semejante,
cuando las alas por el viento mueve,
la carne muerta y el hedor distante
le manifiesta el aire, en que se cebe[67].
Al fin llegaron en aquel instante
de aladas moscas un enjambre leve,
que a sus hambrientas ganas les convida
la carne muerta del Pitón podrida. (VII, 209-216)
En su cadáver mísero se ceban
y sedientas después le desocupan,
y buscando lugar a donde beban
el sucio lago de la sangre ocupan.
Allí para matar la sed que llevan
de la embebida sangre el zumo chupan
puniendo con la fuerza de sus sorbos
al nacimiento de la hormiga estorbos. (VII, 217-224)
Al fin, desde aquel punto, instante y hora
que de las moscas la progenie aleve
de la sangre corrupta engendradora
del hormiga feroz el humor bebe,
desde aquel tiempo acá en los pechos mora
el rencor enemigo, que los mueve
a que en guerras campales se ejerciten
y unas con otras el vivir se quiten. (VII, 233-240)
aquí expone, el proceso de la descomposición de un cadáver insepulto en el que participan los insectos de la fauna cadavérica, cuya avanzadilla está formada por dípteros, los primeros en llegar, una copiosa legión de los vistosos califóridos, C. vomitaria, C. vicina, etc., o moscones, se afanan en una labor de alimentación y exploración antes de deponer los huevos, o larvas, después desaparecen, al cabo de algún tiempo, emergen los adultos de la nueva generación (v. Santiago-Álvarez, 2012a, págs. 51 y 52; 2017, pág. 49) que en días soleados y cálidos se encuentran en cantidad elevada, formando enjambres alrededor del cadáver donde se desarrollaron. A continuación llegan los sarcofágidos, Sarcophaga haemorhoidalis Fal., S. carnaria L. etc. (Diptera: Sarcophagidae), la segunda legión, etc. (Mégnin, 1894)
El revuelo bélico surgido entre las moscas de manera ostentosa por una causa inmediata (Luján Atienza, 2002a, pág. 37), la matanza de unas siete mil (v. supra), puso en alerta al bando ejecutor:
y el magno Granestor[68], rey de la hormiga,
también trae hecha con los suyos liga (VII, 247-248)
este manda a la recluta a las congéneres provistas de alas (Fig. 6B):
Despachó por la tierra cien aludas[69],
que son las estafetas con que envía
a pedir a los reyes sus ayudas,
sujetos a su imperio y monarquía.
Las bestias más feroces y más crudas
en cuanto el orbe de la tierra cría,
con armas de notable diferencia
se pusieron al punto en su presencia. (VII, 273-280)
fueron haciendo su entrada de manera ordenada, en primer lugar:
Con quinientas mil pulgas se presenta
su vengativo rey el Caganielo[70],
que allí donde su ejército se asienta,
cubre de negro luto el ancho suelo[71].
Es gente belicosa, que atormenta
sin humanos respetos y sin duelo,
que tercia al hombro la soberbia pica
y emponzoña la parte adonde pica. (VII, 281-288)
Es turba astuta, en los ardides sabia,
que suele entrarse por lo más estrecho
a dar mal rato y a morder con rabia,
con que nos muestra bien la de su pecho.
No deja parte alguna que no agravia,
sin haber resistencia de provecho,
pues sin reparo en lo interior se siente
la fuerte mordedura de su diente. (VII, 289-296)
Es gente negra más que de Etiopia,
y para el ejercicio de la guerra
más que las otras conveniente y propria
por la sin par ferocidad que encierra.
Trujo el rey Caganielo tanta copia
de tan solos dos partes de su tierra,
una la fértil Pullia, y la vecina
selva a quien todos llaman la Canina. (VII, 297-304)
hace una aportación personal del modo de acción y comportamiento de este insidioso insecto (Fig. 6C), tan solo en los cuatro últimos versos hallamos una resonancia folenguiana[72]; a continuación:
Llegaron ante el rey, tras los primeros,
de gentes fieras la legión segunda
en monstros temerarios caballeros[73],
con estrépitu grande y barahunda.
Con sus piojos sacrílegos y fieros,
en quien la hormiga la victoria funda,
el fuerte Fifolgel[74] salió a campaña
despoblando sus sierras y montaña. (VII, 305-312)
Otros sacó de la Morena Sierra,
de aspecto temerario, aunque magrujo,
que como jabalís aquella tierra
gayados y feroces produjo.
Los montañeses y estos a la guerra
el Fifolgel, su gran caudillo, trujo
por ser gente soberbia y inhumana,
bestias que beben de la sangre humana. (VII, 321-328)
habla de los que infestan al hombre (Fig. 6D), Pediculus humanus (L) (Anoplura: Pediculidae), también de los del ganado y animales salvajes muy en particular de los asociados a suidos (Fig. 6E), Haematopinus suis (L.) (Anoplura: Haematopinidae), con dos listas dorsales conspicuas (Gil Collado, 1960). Luego vienen las chinches (Fig. 6F):
El valiente Putrifola[75] a su cargo,
y como de su rey lugarteniente,
trae de las chinches el estruendo largo,
que son medio millón de opuesta gente.
Y por estar su rey con cierto embargo
no puede hallarse al combatir presente,
porque a no estar tan gordo, es muy sin duda
que en persona al hormiga diera ayuda. (VII, 353-360)
Estése allá metido en sus resquicios
que yo agradezco mucho sus servicios. (VII, 367-368)
a las órdenes de Putrífola, subalterno del imposibilitado rey; habla de la hinchazón de una chinche saciada de sangre y recuerda su condición de lucífugas pues durante la fotofase se esconden agrupadas en resquebrajaduras, grietas de paredes, catres, rodapiés, etc. Por último llegan las arañas:
Pero, ¿no me diréis qué espesa nube
es aquella que el aire deja escuro?
¿No veis que el polvo hasta los cielos sube
con que el miedo a mis gentes no aseguro?
Mas basta que al que por contrario tuve
es nuestro amigo el fuerte Mosquifuro[76]
que con la multitud de sus arañas
a eternizarse viene con hazañas. (VII, 369-376)
después de alabar sus ardides, etc. «(VI, 377-384; 385-392; 393-400)» da una precisa aportación personal:
Ha muchos años que es de mi consejo
y puede darle en casos de milicia,
que es, en efecto, gran soldado viejo
y en máquinas de guerra de codicia.
Es alguacil de moscas, nombre anejo,
porque fiero las prende y ajusticia
y todas tiemblan de su barba anciana
que al muro nombre dio de barbacana. (VII, 401-408)
el rey Mosquifuro, es alguacil de moscas (Santiago-Álvarez, 2021), una araña, Salticus scenicus (Clerk) (Aranei:Salticidae), con libertad de movimientos, hacia arriba, hacia abajo para un lado para otro porque no depende de la tela de seda para capturar sus presas sino de un hilo del que pende y se lanza de manera brusca sobre ellas. Ahora manda que «dos aludas le traigan al momento /al valiente Mirnuca a su presencia. (VII, 427-428)» para concertar los propósitos bélicos:
Muy bien sabéis que se sustenta y ceba
en sangre de enemigos mirmiliones[77],
y hizo con ellos de sus fuerzas prueba
en muchas importantes ocasiones.
Dígalo de la nuez la escura cueva
de donde iban saliendo sus varones,
que siempre en una y otra escaramuza
dieron al mirmilión en caperuza. (VII, 433-440)
lo nombra capitán general de los ejércitos.
(continuará)
Cándido Santiago Álvarez
Catedrático emérito de Entomología Agrícola
E. T. S. I. A. M. Universidad de Córdoba (España)
NOTAS
[1] Manifestada sin reserva en el Prólogo al lector: «Quien disimular no sabe /dirá que hurté cual ladrón /las gracias al Macarrón, /y al de su patria lo grave; /pues demás que ellos sin llave /dejaron y sin custodia /la razón de su prosodia, /mírense los libros tales, /y si se hallaren cabales, /que canten la palinodia. (Prol. 51-60)»; «Fue la Hormiga en la batalla /la que llevó lo mejor, /no por ser más su valor /que el que en la Mosca se halla, /sino porque quise honralla, /porque a mi se me antojó, /más que por lo que ella obró, /y porque es razón al fin, /que lo que le dio Merlín /eso le bendiga yo. (Prol. 91-100)».
[2] Para todo el estudio nos valemos de la edición: «La Moschea. Poética inventiva en octava rima», preparada por Ángel Luis Luján Atienza. Cuenca, 2002. Citamos por canto, seguido de número de verso.
[3] Acudimos a dos textos: el primero, (Moscheae, 1ª edi. Venecia, 1521) incluido en «Opus Merlini Cocaii poetae Mantuani Macaronicorum (MOSCHEAE Facetus liber in tribus partibus diuifus, & tractans de cruento certamine Mufcarum & Formicarum. pp. 494-531)». Venecia, 1581 (BN. U/5877. Madrid); el segundo, (Moscheidos, 2ª red., c. 1530¿?) incluido en «Merlini Cocaii poetae mantuani Macaronicorum poemata (MOSCHEIDOS hh. 229v - 249r)». Venecia 1554 (BN. U/3438. Madrid); las citas textuales provienen de los respectivos equivalentes, «La Moschaea nella redazione Toscolanense», y «La Moschea nella redazione Cipadense», edición de Zaggia (1987); anotadas por Liber (Lib., precedido de T. o C.) y verso en numeración romana y decimal respectivamente, con traducción libre a la lengua española de la italiana ofrecida por el editor.
[4] Todos son imagos de insectos, pero estos carentes de alas, ápteros.
[5] Cuña jocosa, el pergamino es el despojo tegumentario de tan diminuto insecto que una vez muerto permanecía por un tiempo adherido al pelo, su lugar de asiento, luego se desprendía, resultaba tangible; algo que sin lugar a duda era conocido por el autor.
[6]«Urbs est in Pulia quae nunc Moschaea vocatur, /nobilis et Romae se putat esse parem. (T. Lib. I, 43-44)» [Hay una ciudad en Puglia que ahora se llama Moschea, y se considera igual en nobleza a Roma.].
[7] Vulgata: ipsi et omne animal secundum genus suum, universaque iumenta in genere suo, et omne quod oventur super terram in genere suo, cunctumque volatile secundum genus suum, universae aves, omnes volucres (Gen, 7, 14).
[8] Vulgata: Dixit etiam Deus: Producant aquae reptile animae viventis, et volatile super terram sub firmamento caeli. Creavitque Deus cete grandia, et omnem animan viventem atque motabilem, quam produxerant aquae in species suas, et omne volatile secundum genus suum. Et vidit Deus quod esset bonum. Benedixitque eis, dicens: Crescite, et multiplicamini, et replete aquas maris: avesque multiplicentur super terram. Et factum est vespere et mane, dies quintus. (Gen. 1, 20-23); y también leemos en Naturae Historia (Arias Montano, 1601; 404-406).
[9] Otra cuña jocosa, son microscópicos arácnidos: Sarcoptes scabiei (L.) (Acaridei; Sarcoptidae), ácaros ectoparásitos del cuerpo humano causantes de la dolencia dérmica sarna (Santiago-Álvarez, 2021).
[10] Esta araña, Lycosa tarentula (Rossi) (Aranei: Lycosidae), cumplía la condición de animal exótico porque hasta avanzado el siglo xviii aquí era desconocido el tarantismo (Cid, 1787; González Palencia, 1944), la enfermedad atribuida a su picadura, a cuyo remedio propugnaba la leyenda danzar sin descanso al ritmo de la popular tarantela (Boscán, 1534. fol VIIIv; Mexia, 1540. II, pág. 86; Laguna, 1555. pág. 157). El nombre vulgar deriva de Taranto (Santiago-Álvarez, 2021), ciudad de la Pullia con notable presencia de aquélla en los alrededores.
[11] Con el término abeja hace referencia a la casta de las obreras porque en aquellas fechas aun no se las denominaba con este nombre.
[12] Nombre vulgar compuesto que recibe la «mariquita» (Riera, 1950), Coccinella septempunctata L. (Coleoptera: Coccinellidae).
[13] Aguda observación personal: irisación originada por la incidencia de la luz sobre las hialinas alas de la mosca lanzada al vuelo.
[14]«vixque Falerniaco repletur tazzia vino, /se iacit in dulci gurgite musca prius; /et licet hic moriat, tamen haec mors vita vocanda est, /nam semet Bachi flumine sponte negat. /O bellam fozzam mortis, quam, musca, trovasti: /non dolor in simili morte, sed humor apum est; (T. Lib. I, 73-78)» [y apenas la copa es llenada de vino falerniano, bien presto la mosca se arroja al dulce líquido; y aunque aquí encuentra la muerte, con todo una tal muerte es algo para llamar vida, ya que espontáneamente se ahoga en el mar de Baco. Oh, qué hermosa manera de morir has encontrado, oh mosca: en una muerte semejante no hay dolor, sino néctar de abeja;] (Santiago-Álvarez, 2022, págs. 47-48).
[15] En el acervo paremiológico: «Dijo el mosquito a la rana: “Mas vale morir en el vino que vivir en el agua” (Correas, 1992, pág. 156)»; en la literatura aurea: «Somos las mujeres como mosquitos, que se van con más deseo al vino más fuerte en que mas presto se ahogan. (López de Úbeda, 1605, II, pag. 370)». El término mosquito, aquí, hace alusión a la «mosca del vinagre», Drosophila melanogaster Meig. (Diptera: Drosophilidae), pequeñas moscas abundantes otrora en las cocinas, cantinas, tabernas, bodegas, etc. que eran atraídas por el olor del mosto, el vino y el vinagre (Santiago-Álvarez, 2006).
[16] biotopo (del gr. βίος, vida; τόπος, lugar, sitio): Área geográfica con unas condiciones ambientales determinadas para el desarrollo de ciertas especies animales y vegetales. (R.A.C.E.F.N, 1990).
[17] La miel, atrayente de moscas.
[18] El vino. ídem.
[19] El zángano de la abeja es inofensivo, el calificativo que acompaña al término hace referencia a insectos que se aprovechan de las abejas. Covarrubias (1611) en la voz Galavardo trae: «Los zánganos son cierta especie de avispas, que matan las abejas y se comen la miel.». (ver Pícara Justina, Santiago-Álvarez, 2017, pág. 55). Dic. de Autoridades: Diego Gracián. Morales de Plutarco f.100. que como dize Platon, afsi como vnos zánganos con aguijón los metió en la república, para deftruycion della. (Gracián, 1571).
[20]Polistes gallicus (L), Vespula vulgaris (L), (Hymenoptera: Vespidae), v. Santiago-Álvarez (2021, pág. 79).
[21]Vespa crabro L. (Hymenoptera: Vespidae), v. Santiago-Álvarez (2021, pág. 76).
[22]Ouorum autem numerus ac ratio fic habet. Quibus animantibus poft partum nulla prorfus alendae, fouendae, ac tutandae prolis cura impofita fuit, innumerae fufficiendae fobolis virtus & facultas contigit. [….]. Ceteris vero ouiparis, quae aquatilium negligentiam imitantur, vt locuftis, mufcis, crabronibus*, cantharidibus, & fimilis farinae reliquis (in quibus apum exceptam familiam nouimus) abunde copiofa progignendi faecunditas conftat. (Naturae Historia, pág. 305) [El número y razón de los huevos es asi: A los animales que después del nacimiento no se les ha impuesto ninguna preocupación por alimentar, calentar y proteger la prole, les corresponde la virtud y facultad de tener una descendencia incontable. […]. A los demás ovíparos, que imitan la negligencia de los seres acuáticos, como las langostas, las moscas, los tabarros o avispones, las cantáridas, y los demás de harina semejante (entre los que sabemos hay que exceptuar la especie de las abejas) tienen una fecundidad abundante a la hora de procrear (pág. 415)]. * crabronibus, dat. pl. de crabro, -nis que significa tabarro o avispón (Castro, 1526).
[23] Ex his autem partim a fui generis beftiolis pariuntur: partim vero ex illorum liquorum falfi & pinguis face quam fpiritus efficientia animat originem, (Naturae Historia, pág. 305) [De éstas una parte son paridos por bestezuelas de su especie, otra tiene su origen y nacimiento del residuo de aquel líquido graso y salado al que da vida el espíritu con su eficiencia, (pág. 415)].
[24] v. supra, n. 13.
[25] Vi ha anche un atto preliminare che il maschio, non affatto ignaro di quella attività che è speciale al sesso suo per ottenere 1’ amplesso, compie assai spesso, per invogliare la femmina all’amore, o meglio tentare se essa si trova a ciò disposta. (pág. 356) [También hay un acto preliminar que el macho, para nada ajeno a esa actividad que es especial de su sexo para obtener la unión, realiza muy a menudo, para incitar a la hembra al amor, o más bien para tentar si está dispuesta a hacerlo.(trad. del autor)].
[26] Se tale invito non viene accolto dalla femmina, viene ripetuto subito ma non più de 3-4 volte; la seconda e la terza volta l’invito è più insistente il ♂ vibra con grande forza le ali ed emette un acuto ronzio. (pág.482) [Si tal invitación no es aceptada por la hembra, es repetida en seguida pero no más de 3-4 veces; la segunda y la tercera vez la invitación es más insistente el ♂ vibra con mucha fuerza las alas y emite un agudo zumbido. (trad. del autor)], pero en n. a pie,**** ( pág. 481) leemos: Probabilmente l’invito alla copula consiste di un corteggio assai più complicato ma esso si svolge comunque con movimenti troppo rapidi per essere descritti con sicurezza. [Probablemente la invitación a la cópula consiste en un cortejo bastante más complicado pero ello se desarrolla de todos modos con movimientos muy rápidos para ser descritos con seguridad (trad. del autor)].
[27] Mantiene el onomástico macarrónico, Sanguileo (del lat. sanguis, -inis, sangre; leo, -onis, león) el que hace sangrar a los leones (Santiago-Álvarez, 2022, n. 3) transliterado, que alude a una especie próxima a la doméstica, indistinguible para los no versados en Entomología, Stomoxis calcitrans (L.) (Diptera: Muscidae), con aparato bucal picador-chupador cuyas hembras son hematófagas (Santiago-Álvarez, 2022, pág. 48).
[28]«heu, male zaninos itis cazzare fabarum, (T. Lib, I, 101)» [ay, haces mal de andar a cazar los gorgojos de las habas,] (v. Santiago-Álvarez, 2022, pág. 49). Este reparo lo eliminó Folengo en la 2ª redacción o Cipadense.
[29] Pulgón, voz documentada en romance desde el siglo xiii, se aplica a Haltica lythri var. ampelophaga Guér (Coleoptera: Chrisomelidae-Halticinae) pequeño coleóptero que ataca a la vid, salta como las pulgas porque tiene engrosados los fémures de las patas posteriores; aunque, desde finales del s. xviii, también designa a los áfidos (Hemiptera-Homoptera: Aphididae), insectos sedentarios con aparato bucal picador chupador, pero este sentido es un galicismo (Santiago-Álvarez, 2021, pág. 98, n. 9); no obstante, Villaviciosa la emplea para estos otros coleópteros con el primigenio en romance por asimilación.
[30] También trompa o probóscide: aparato bucal chupador de dípteros Muscidae, Calliphoridae, etc.
[31] Transliteración defectuosa del zoónimo macarrónico Ragnifuga (del it. ragno, araña; lat. fugio, is, fugi, fugitum, huir, evitar, fugarse, escaparse), el que huye, evita, escapa de las arañas (Santiago-Álvarez, 2022, n. 6); en referencia a dípteros de gran tamaño, los moscones, que atraviesan la telaraña en el impacto, sin ser retenidos (Santiago-Álvarez, 2022, pág. 50); no obstante, descartamos la creación de un neologismo con la voz rana de primer componente que tergiversaría el verdadero significado original al que se adhiere Villaviciosa como más adelante señalaremos (v. infra, n. 38).
[32] Tabanedo (León), Tabanera (Palencia), T. de Cerrato (Palencia), T. del Monte (Segovia), T. la Luenga (Segovia) (Madoz, 1845-1850, tomo XIV)
[33] Dado que: la fase de larva trascurre en hábitat húmedo, agua, praderas encharcadas, zonas pantanosas, etc., la de imago en ambiente libre, los claros forestales y boscosos (Gil Collado, 1960; Tremblay, 1994) donde encontrarán animales sobre los que se lanzarán las hematófagas hembras, de vuelo rápido, para satisfacer sus necesidades de sangre que propiciarán la maduración de los ovarios.
[34] Traducción del zoónimo macarrónico Scannacavalla (del ital. scannare, matar; cavalla, yegua), el que mata caballos (Santiago-Álvarez, 2022, n. 7).
[35] nam cantarellas solitant equitare tavani, quarum cullattas aurea barda tegit. (T. Lib. I, 191-192) [en efecto los tábanos están acostumbrados cabalgar las «cantarellas»*, las cuales tienen la trasera cubierta por una aurea armadura.]; et cantarellis ponere frena iubet; /ista cavallorum razza est animosa batais, /quorum culattas ferrea barda tegit. (C. Lib. I, 158-160) [y ordena poner las bridas a las «cantarellas»*; /esta es una raza de caballos animosa en las batallas, /y ellos tienen las traseras cubiertas por una férrea armadura.];
*«escarabajos sanjuaneros» o «abejones» (v. Santiago-Álvarez, 2022, pág. 51; fig. 1 y fig. 2).
[36] Síntesis de una curiosa fábula de Esopo: «El águila y el escarabajo» que circulaban impresas en romance desde finales del s. xv (Anónimo, 1482, pág. 157); con reflejo en nuestro acervo paremiológico «Quien tiene enemigos, no duerma, que hasta el escarabajo del águila se venga”. (Santiago-Álvarez, 2006, pág. 168).
[37] En otro orden de cosas esta alusión a los saltos de los caballos del rey nos reafirma en la identificación del «grillo campestre».
[38] En estos dos versos: «Ulises sagacísimo y prudente /contra la red de las arañas viles, (III, 275-276)», queda subsumida la etimología del zoónimo Ragnifuga. (v. supra, n. 31).
[39] Probóscide (v. supra, n. 30; et infra n. 61), pero en estos el aparato bucal es de tipo cortador-chupador.
[40] Reminiscencia folenguiana: «Sic iuvat excalzas villani rodere gambas? (T. Lib. I, 107)» [¿Tanto os place picar las piernas desnudas de los campesinos?] (v. Santiago-Álvarez, 2022, pág. 49).
[41] Así se denomina a la letra ípsilon (υ, Υ, ύψιλο) del alfabeto griego, esto es, la Y griega.
[42] Asinicedo: del lat. asinus, -i, (asno) y caedo, is, ere, cecidi, caesum, (abatir, cortar, derribar, golpear, herir); que hiere al asno. La creación del neologismo sortea el confuso zoónimo folenguiano, Sgnifer (Santiago-Álvarez, 2022, n. 10, pág. 54); también apunta a la ignorancia que tenía Villaviciosa de la 2ª red. o Cipadense donde ya la había trocado por Cosino (del lat. culicinus): «Rex zenzalarum Cosinus nomine passat (C. Lib. I. 311)» [El rey de los cénzalos de nombre Cosino] del dial. mantuano que alude a zanzara (Cherubini, 1827).
[43] Una de tantas amenas libertades que se toma Villaviciosa, en realidad se trata de un imposible biológico porque de un múscido, la «mosca de prado», Musca autumnalis (Diptera: Musicdae), no puede originarse un culícido, Culex, sp., etc. (Diptera: Culicidae).
[44] Helenismo tomado en préstamo por nuestro autor, aunque ya figuraba en la variante mirmicoleón (Santiago-Álvarez, 2021); la equivalencia en romance es hormigaleón.
[45] Apunta una observación personal dado que la picadura a los hombres solo consta su ocurrencia de manera fortuita (Hawkeswood, 2006); no obstante, puede referirse a mirmiceon (μυρμήκειον), la venenosa araña-hormiga (Gil Fernández, 1959, pág. 66) con igual nombre, recogida en: De proprietatibus rerum (Anglico, 1240):«Est etiam aliud genus aranee nomine mirmicaleon fiue mirmiceon • quod alio nomie dicitur formicaleon. formice fímile capite albo habens nigrum corpus distinctum maculis albis cui morfus vefparum dolore torquet et dicitur formicaleon qz formicas venatur ut leo et earum fugunt humiditatem fed a pafferibo deuorant et ab aliis auibus vt formica. (Liber XVIII, cáp. X)» vertido a romance a finales del s. xv: [Libro de las Propiedades de las cosas (Burgos, 1494): «E ay otro linaje de arañas que es llamado formigalion que es semejante ala formiga: y ha la cabeza blanca y el cuerpo negro menchado de algunas manchas blancas y su mordedura es como la de la, bíuora; y es dicha formiga leon porque ella caça las formigas como el león y chupa su humidad mas las aves la caçan y comen como formiga. (Lib. XVIII, cap. IX)»].
[46] Hace referencia a su aparato bucal perforador chupador, en forma de agujas afiladas por alargamiento de las mandíbulas (v. Santiago-Álvarez, 2021, pág. 91, fig. 2).
[47] Transliteración del zoónimo Mirpraedo (del gr. μύρμηξ, -ηκος, (mýrmex, -ekos; hormiga) y del lat. praedor, -aris, -ari (robar, asaltar): asalta hormigas; que depreda hormigas. (Santiago-Álvarez, 2022, n. 20, pág. 57).
[48] Hormiga con alas, término que hemos aclarado con anterioridad (Santiago-Álvarez, 2021); otro dato que avala los conocimientos de H. N. de nuestro autor porque reconoce a esta casta de las hormigas, los individuos sexuados.
[49] Transliteración del gr. μύρμηξ, hormiga.
[50] Mirnuca: del gr. μύρμηξ mýrmex, (hormiga) y del lat. nux, -cis, (fruto de cascara dura): hormiga en nuez u hormiga de nuez. (Santiago-Álvarez, 2022, n. 30, pág. 63).
[51] Transliteración de Siccaboronus: del lat. sicco, as, are (secar, enjugar), del dial. mantuano, borone [tappo, zaffo], (canilla, espita, tapón, Cherubini, 1827): el que seca canillas, tapones, etc. de barriles (Santiago-Álvarez, 2022, n. 14, pág. 55).
[52] Buta: topónimo imaginario de evidente significado enológico: en efecto significa «botte” (T. Lib. II. 67) o sea, cuba, tonel (bota, del lat. buttis, odre).
[53] Tartaria: topónimo inventado, alude claramente al tártaro de cubas y toneles (T. Lib. II. 57).
[54] Barriliense: topónimo inventado, alude claramente a los barriles; es el dominio adecuado a un mosquino (T. Lib.II. 58); barril.
[55] mosquino: traslación al romance de moschinus sost., que en italiano es moscerino, (Zaggia, 1987, glosario, pág. 764 ).
[56] Todos ellos estaban englobados, junto con los cénzalos, en el ambiguo vernáculo mosquito (Santiago-Álvarez, 2021) de uso tan generalizado; Villaviciosa realiza de manera acertada el desdoblamiento.
[57]«Indiscretus enim tantum tantumque superbus, /immo cruentato sanguinis ore bibax, /ut quoscumque viros non Martis in arte valentos /mangiari a cruda praecipiebat ape; /haec apis est animal cuius fert cauda venenum /deque suis membris ceraque melque fluit. (T. Lib. II, 59-64)» [Él en efecto era tan descomedido y tan soberbio, /hasta tal punto ávido de sangre en su boca ensangrentada, /que ordenaba que cualquier hombre que no fuera valiente en el arte marcial /pereciera atacado por una cruel abeja; /esta abeja es animal cuya cola contiene veneno, /y de sus miembros gotea cera y miel.].
[58] Traducida al castellano a principios de siglo xvii (Quevedo, 1609: Oda, XL), aunque ya circulaba en un romance anónimo que comienza «Por los jardines de Chipre” (Duran, 1882: 1407).
[59] Villaviciosa recurre a la paremia, «La mosca de Arjona, que corta dos veces» recogida en el Vocabulario de refranes del Maestro Correas (1992) quien aclara que no guarda relación con el díptero: «Hubo un tiro en la fortaleza de Arjona que llamaban la mosca, con que mosqueaban los moros» y corroboran varios autores, Eslava Galán (1986), Morales y Talero (1958; 1965-1966a y b), etc.
[60] Lo tomamos como un nombre vulgar que designa a una mosca abundante por los campos de La Mancha.
[61] Ver n. 30; 39.
[62] Los tábanos son telmófagos (del gr. τέλμα, pantano, laguna; φάγομαι, comer), succionan la sangre que brota de la herida originada por cortadura de vasos practicada por la mentada navaja.
[63] v. supra, n. 9.
[64] v. supra, n. 29.
[65]«A la hormiga nunca le falta de comer, sino es quando se lo comen los ratones, porque fuera de que es tan cuydadosa se atreve a cosas muy grandes. Veese algunas vezes llevar un escarauajo, ó lombriz, que pesa cinquenta vezes mas que ella, que a vezes me ha acontecido a mi mirar con mucho cuydado, quien la lleuaua por ser tan chica que no se parecia. Conoció bien este detalle San Ambrosio en el 6 y cap. 4 Exame. Donde dize La hormiga que se atreve a cosas mayores que tiene las fuerças. (Libro Primero. De las hormigas, Cáp. 39, pág. 391)»
[66] Zebvb Mufcae genus. Foedissimam in huiufmodi confufo beftiolarum genere fpeciem effe mufcarum, quibus ZEBVB nomen impofitum quadrat, ipfo declaratur etymo. a fure enim eft vocabulum verbo ZABAH, quod fluere remittique interpretamur: atque ad fanguinis vel cruoris, atque adeo puris effluxionem faepe refertur. Eft autem genus hoc mufcarum quod ex corrupto nafcitur fanguine, ex eodemque pafcitur: ideoque carnibus infectum adharet, ac origini fuae fimilem tabem, et corruptionem molitur, ouaque admouct innumera: corrumpendae etiam carnis fluore in vermes animanda. (pág. 307) [La especie de mosca ZEBVB. Que, dentro de esta confusa especie de bestezuelas, es el más repugnante tipo de moscas, al que le cuadra el nombre impuesto de ZEBVB, lo indica la misma raíz. Pues el término deriva de la palabra «zángano», ZABAH, que interpretamos como «fluir» y «dejar salir» y se refiere a menudo al flujo de sangre o crúor, e incluso de pus. Es ésta una especie de moscas que nace de la sangre y se alimenta de ella, y por eso se adhiere hostil a las carnes y provoca una corrupción y putrefacción semejante a su origen y pone huevos innumerables, que se convierten en gusanos con el flúor de la carne que se corrompe. (pág. 417)].
[67] Observación muy sagaz: el sentido del olfato en los insectos.
[68] Granestor: del lat. granum, i, (grano, semilla) y edo, is, ere, edi, esum, (comer, consumir, devorar): que come granos. (Santiago-Álvarez, 2022, n. 29, pág. 62).
[69] v. supra, n. 48.
[70] Transliteración de Caganiellus: del it. cacare, o cagare, defecar, y niello que a su vez deriva del lat. nigellus, adj. dim. de niger (negro); que defeca negro, obscuro. (Santiago-Álvarez, 2022, pág. 53).
[71] Una visión personal: rastro en mosaico de pequeñas manchas negras, esférulas, las desecadas deyecciones de sangre no digerida por los adultos de las que se valen las larvas para su sustento (Tremblay, 1997); a este aspecto fisiológico de la pulga, conocido ya por San Alberto, responde el nombre del rey (Santiago-Álvarez, 2022, pág. 53).
[72]«boscosam sub iure suo tenet ipse Lasenam /subque suo imperio silva Canina iacet. (Lib. III, 107-108)» [bajo su mando el tiene la boscosa Lasena /y está bajo su dominio el bosque canino.] (v. Santiago-Álvarez, 2022, n. 33, pág. 66). La fértil Pulia, aporta a la pulga del hombre: Pulex irritans L. (Siphonaptera: Pulicidae), la selva Canina, a la del perro, Ctenocephalides canis (Curtis) (Siphonaptera: Pulicidae) que cumple todo su ciclo vital sobre él por lo que el rastro de manchas negras se observa en el lecho y periferia.
[73] Sobre langostas (v. infra).
[74] Fifolgel: mantiene este zoónimo de etimología aun no descifrada (Santiago-Álvarez, 2022, n. 32, pág. 66), otra prueba para descartar a la 2ª redacción, o Cipadense, donde lo trueca por Furfa: «Prima pedocchiorum comparsa est zurma bravorum, /quos rex a Cutichae clymate Furfa guidat; (C. Lib II, 49-50)» [En primer lugar comparece la chusma de los atrevidos piojos,/guiados desde la tierra de Cutica por el rey Furfa;]
[75] Putrifola: del lat. puteo, es, ui, ere (oler mal, exhalar mal olor) y del it. folla, (mucho): desprende olor nauseabundo. (Santiago-Álvarez, 2022, n. 34, pág. 67)
[76] Mosquifuro: es la transliteración del zoónimo macarrónico Muschifur (del lat. musca, ae (mosca) y furor, aris, ari (robar, hurtar, sorprender): ladrón de moscas. (Santiago-Álvarez, 2022, n. 31, pág. 65)
[77] Esta es una libertad que se ha tomado Villaviciosa porque Mirnuca es fiero pero una hormiga no ataca a un mirmilión, su encarnizado depredador.