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Resumen
Este ensayo[1] del Grupo de Estudio del Sur[2] trata acerca de las historias escritas sobre vida, obra y milagros de algunos santos populares argentinos, es decir, de personas que merecieron ser objeto de devoción y consideradas intermediarias en los ruegos a Dios aunque no hubiesen sido canonizadas por la Iglesia católica. Los estudios llevados a cabo a lo largo de varios años en distintos puntos de la Argentina, rural y urbana, nos permitieron discernir cuatro tipos de formato de estas historias de santos populares a partir del contexto en el que las mismas se formaron y a partir del cual de proyectaron en espacio y tiempo.
Palabras clave: Santos populares - Difunta Correa - Gauchito Gil - San La Muerte - San Son - Santa Librada - Patricia - Florencita - Chicos de Floresta.
Secular hagiography. Dynamics and typology in the record of Argentine popular devotions (19th-21st centuries)
Abstract
This essay is about the stories written about the life, work and miracles of some popular Argentine saints, that is, people who deserved to be objects of devotion and considered intermediaries in prayers to God even though they had not been canonized by the Catholic Church. The studies carried out over several years in different parts of Argentina, rural and urban, allowed us to discern four types of format of these stories of popular saints from the context in which they were formed and from which projected in space and time.
Keywords: Popular saints - Difunta Correa - Gauchito Gil - San La Muerte - San Son - Santa Librada - Patricia - Florencita - Chicos de Floresta.
Sumario: I. Antecedentes. II. El tema y su interés. III. Secuencia y tipología. III. 1. Tipo Ambrosetti. III. 2. Tipo Encuesta al Magisterio. III. 3. Tipo Chertudi-Newbery. III. 4. Tipo judicial. IV. Consideraciones finales y perspectivas. V. Bibliografía citada. VI. Agradecimientos.
I. Antecedentes
En este ensayo se entiende por devociones populares aquellas dirigidas a personajes que, a pesar de contar con muchísimos devotos, no han sido canonizados por la Iglesia católica. En la Argentina se los llama santos populares, renombre que se manifiesta y difunde por medio del señalamiento de lugares públicos a los que se resignifica relacionándolos con su historia y milagros mediante construcciones devocionales en las que se les dejan flores, velas, placas con agradecimientos, etcétera. Algunos tienen, además, santuarios centrales a los que se concurre en peregrinación[3].
Entre 2001 y 2004, M.E. Gentile dictó el seminario Teoría y Práctica del uso de fuentes documentales en Folklore en el Instituto Universitario Nacional del Arte[4], semillero del Grupo de Estudio del Sur.
Desde 2005 a 2014, el Fondo Nacional de las Artes otorgó becas personales en el rubro Investigaciones Folklóricas, entre otros estudiantes de dicho Seminario, a Sousa y Pintado. De 2010 a 2014 el FNA otorgó becas grupales en el mismo rubro, también dirigidas por M.E. Gentile, al GES formado por Sousa, Pintado, A.M.Gentile, Rivadero y Tabares. Si bien no se postuló a ninguna beca, el otro autor del presente ensayo –Ferrer– participó y aportó a las indagaciones del Grupo, con el que también compartió seminarios, publicaciones, charlas y dio conferencias.
II. El tema y su interés
En los años en que se llevaron a cabo las investigaciones que dieron lugar a este ensayo, la historia de un santo popular y sus milagros se divulgaban luego de su muerte. Durante un tiempo se difundían oralmente, luego se concretaban en prolijas publicaciones de pocas páginas (brochure) o pequeños libros impresos en papel común, diagramación austera y precio accesible. En los negocios contigüos a los santuarios centrales u otros, se ofrecían a la venta objetos de culto (velas de colores, estampitas, imágenes) y objetos de uso diario que demostraban la devoción, tales como gorras, jarros, llaveros, cintas para el espejo del auto, almanaques. También se encontraban estos productos en la cercanía de santuarios católicos que contaban con muchos devotos, como el de la Virgen de Lourdes en Santos Lugares o el de San Cayetano en Liniers, en locales separados de las santerías católicas. Es notable, aunque no sorpresiva, la similitud en vocabulario, textos y objetos ofrecidos en santerías católicas y no-católicas.
Para las personas reconocidas como santas, sea por las buenas acciones llevadas a cabo en vida, sea por los milagros realizados después de muertas, sea por haber soportado una vida de sufrimientos y hasta una muerte cruel, había relatos personalizados que reunían todas estos hechos e inspiraban piedad y emulación a sus devotos.
En nuestro país, el cambio de Milenio se acompañó con una crisis económica que potenció la difusión de las devociones populares establecidas y mas conocidas (Difunta Correa, Gauchito Gil y San La Muerte); al mismo tiempo facilitó la emergencia de los protagonistas de algunas creencias regionales documentadas un siglo atrás con el propósito de convertirlas en santos populares, como fueron los casos de San Son y Santa Librada y, un poco más cercano en el tiempo, a San Expedito.
Alrededor de estos movimientos se generaron puestos de trabajo relacionados con la producción, distribución y venta de los objetos en los que se materializaban estas devociones, además de incrementarse las construcciones devocionales, que son unos pequeños monumentos recordatorios de milagros concedidos ubicados a la vera de algunas rutas, en la acera de alguna calle urbana y hasta en la vidriera o sitio más visible de un negocio[5], y de transformar en lugares de peregrinación y culto de santos populares algunos galpones y casas particulares en el entorno de las ciudades.
A su vez, los medios masivos de comunicación, siempre interesados en atraer y mantener audiencia a cómo dé lugar, contribuyeron a difundir la apariencia de los sitios de devoción y peregrinación como pautada por el ritual católico pero al mismo tiempo diversa, y hasta caótica[6].
Lo mismo respecto de la similitud entre las historias de vida de los santos populares y las de santos canonizados por la Iglesia, de preferencia mártires y con el agregado de matices locales extraídos de las leyendas regionales.
Asi, las devociones populares que emergieron en el entorno del Milenio dieron lugar a objetos de estudio que interesaron al Folklore, –el área más dinámica de la Antropología Social–, a la Historia y al Arte popular, entre otros.
El Grupo de Estudio del Sur se abocó a la recopilación de datos mediante trabajo de campo con registro fotográfico y entrevistas informales, compulsa de bibliografía y documentos en archivos. Esta aproximación mostró cómo se ampliaba la comprensión de los hechos descritos y su proyección; surgió, entonces, la necesidad de organizar los conocimientos adquiridos de manera distinta a como se venían presentando hasta el momento. Para nosotros era evidente que tanto en los estudios previos como en los que el Grupo venía realizando se podían reconocer tipos, modos de acercamiento al tema de las devociones populares en una secuencia cronológica asociada directamente con los aportes e influencias que se iban acoplando al formato exterior de dichos cultos con el propósito de mantenerlos novedosos y actualizados frente a sus devotos.
Nuestro punto de vista y metodología de trabajo se había aplicado antes con buenos resultados respecto de los talismanes andinos actuales, –otro atractivo objeto de estudio de apariencia compleja– también desde la Historia, el Folklore y el Arte popular[7].
En cuanto a la hagiografía seglar, todas las historias de santos populares conocidas tienen en común haber sido publicadas en soporte papel sin excluir, al mismo tiempo, otras formas de representación y difusión.
El tema interesa, asimismo, a los estudios comparativos porque no todas las devociones populares y sus respectivas hagiografías trascendieron igualmente, ni antes ni después del Milenio. En este momento, 2024, no es posible hablar de canonizaciones, cultos o devociones populares sin considerar, además, a cada una de ellas en su contexto de espacio, corto, mediano y largo plazo, y proyección hacia otros ámbitos, entre muchos otros el de la política (Difunta Correa, Gauchito Gil)[8], y las distintas manifestaciones artísticas (DC, GG y SLM, especialmente)[9].
En lo que sigue nos referiremos, en particular, a la formación y difusión de los textos de una especie literaria a la que llamamos hagiografía seglar[10], es decir, la historia de vida de los santos populares; y proponemos una tipología de la misma operativa en el ámbito de nuestro país entre los siglos xix y xxi.
III. Secuencia y tipología
Agrupamos y clasificamos las hagiografías seglares en cuatro tipos que pueden no ser exclusivos, pero hay que advertir que los puntos de referencia considerados marcaron etapas significativas también en otros ámbitos como los de la Arqueología, la Etnografía, el Derecho, y los muy distintos modos de expresión artística. Los denominamos: Ambrosetti, Encuesta al Magisterio[11], Chertudi-Newbery y Judicial.
III. 1. Tipo Ambrosetti
A fines del siglo xix se publicaron en Argentina los primeros estudios de Folklore entremezclados con los de divinidades prehispánicas y sus símbolos[12] tal como se las podía observar en las vasijas de alfarería prehispánica de la cultura Santa María que eran intensa y extensamente obtenidas en excavaciones de sitios del noroeste argentino.
Tres autores –Samuel Lafone Quevedo, Adán Quiroga y Juan B. Ambrosetti– se dedicaron a indagar acerca de esos dibujos y sus significados a partir de la premisa –en boga en Europa y Estados Unidos– de que se trataba de divinidades que gobernaban los fenómenos meteorológicos, y en particular se trataba de ofrendas para pedir agua. Según ellos, las nubes, el rayo y la lluvia eran representados mediante las figuras del suri (Rhea americana, avestruz), la serpiente, el sapo y la cruz. Como no siempre los datos acompañaron sus afirmaciones, sus trabajos pasaron lentamente a formar parte de los que hoy se leen con el respeto que merecen los pioneros[13].
Por su parte y en directa relación con los trabajos agropecuarios, Ambrosetti llamó «creencias religiosas» a las fiestas con que se celebraban en los valles del noroeste argentino a los «santos de bulto»[14] (los canonizados Marcos, Antonio, Juan, Santiago); y subsumió descripciones y comentarios en sus estudios de Folklore[15]. Pero en el capítulo dedicado al payé[16] nuestro autor también se refirió a «los dos santos más curiosos»: San Son y San La Muerte. El resultado final fue un conglomerado de datos comentados cuyo valor radica en el espacio y tiempo de su recopilación; Ambrosetti no retomó esos temas[17].
Los textos citados hasta aquí los denominamos Tipo Ambrosetti. Se trata de la historia del santo y lo relacionado con su culto basada en una recopilación de relatos recogidos en terreno, sin un plan previo acerca de un tema en particular, y a través de conversaciones informales.
III. 2. Tipo Encuesta al Magisterio
En 1921 el Consejo Nacional de Educación llamó a concurso a los maestros de escuelas primarias del país para recopilar «todo el material disperso de folklore, de poesía y música» siguiendo Instrucciones preparadas por Juan P. Ramos y Pablo Córdoba, asesorados en parte por Samuel Lafone Quevedo[18]. Las mismas se acompañaron con un cuadro de clasificación del material que se esperaba reunir y ejemplos para cada tema. En general, los maestros se ajustaron a completar los enunciados propuestos en el proyecto, a veces desde puntos de vista diversos, a veces reuniendo varios relatos en un texto promediado.
Por ejemplo, entre las respuestas enviadas, los relatos acerca de Difunta Correa fueron ubicados por los mismos maestros en los siguientes rubros: «brujas - fantasmas - espíritus - duendes», «tradición», «supersticiones relativas a la muerte», «narraciones y refranes - tradiciones populares» o «tradición sanjuanina», pero mayoritariamente como «tradición»[19].
El puntano Luis Jerónimo Lucero ganó el primer premio. Sus carpetas contienen una cantidad importante de datos de primera mano[20], bien organizados y escritos, remitidos en tres envíos. Lucero decía, a modo de introducción a su trabajo, que, siguiendo las Instrucciones del Ministerio, recopiló todo lo que él entendía (y Ramos era de la misma opinión) qué era Folklore. Incluyó chistes, cuentos, apodos, refranes, coplas, adivinanzas, todos con doble sentido y escritos señalados con rojo, además de los datos históricos, geográficos, recetas y mas chistes, cuentos, apodos, refranes, coplas, adivinanzas, etcétera, que solo admitían una lectura[21].
Los planteos teóricos de Lucero acerca de qué cosa era Folklore, su consulta con Ramos sobre si debía, o no, realizar un envío que contuviese materiales que podían ser considerados obscenos (sic), resumen su buen conocimiento del tema, es decir, qué era Folklore y sus posibles límites. Es notable que esta perspectiva no se halle en los trabajos previos (Lafone, Quiroga y Ambrosetti) ni en los que siguieron (Jacovella, Carrizo, y sus epígonos). Leyendo a estos autores, el folklore del habitante del área rural argentina –y hasta más allá de mediados del siglo xx– estaba compuesto por coplas del romancero español, bailar las versiones criollas de danzas europeas, mirar el cielo para saber si haría buen o mal tiempo, contar historias con moraleja y cantar villancicos.
En cambio, a principios del siglo xx, Lucero retrató gente que, además, disfrutaba y sufría, que bromeaba y renegaba de su entorno, criticaba a sus vecinos apodándolos de lo peor, y se las ingeniaban para sacar el mayor provecho posible de su medio ambiente, mientras recordaban la Historia de su pueblo y provincia.
En sus envíos, cada capítulo fue precedido de una nota sobre el tema que abordaría a partir de la página siguiente, indicando si había o no datos, o aclarando que lo recopilado era lo que había podido hallar luego de buscarlo con empeño, y así. En algunos casos también citaba a sus informantes y describía el contexto en el que había recogido sus relatos. Lucero actuó como un etnógrafo, y como tal captó en toda su patética estrechez la mentalidad de algunos de sus coetáneos.
En 1939, una Comisión Didáctica auspició la publicación de una Antología Folklórica Argentina basada en una selección de «las piezas de mayor valor» de entre las de 1921. Se realizaron dos selecciones; una destinada a las escuelas primarias y otra a las escuelas de adultos. Con relación al tema que interesa aqui, para las primeras se recopilaron los villancicos, y para las segundas tanto La Telesita como La difunta Correa fueron a dar al capítulo «Narraciones de sucesos reales»; en el segundo caso, se hizo un texto promediado, es decir, de varias versiones se hizo una siguiendo ciertas razones que dieron sus editores:
Esa fidelidad para la versión original, imperativa para la letra poética, no se ha conservado para los relatos en prosa, que por venir en textos gramaticalmente deficientes o con añadiduras superfluas o a fin de conciliar en una versión más rica diversas variantes de un mismo tema, han sido redactadas de nuevo, en estilo impersonal y conservando el ingenuo modo popular[22].
Aquel interés de Ambrosetti en las «creencias religiosas» se fue transformando en el marco de los estudios de Folklore conforme avanzaba el siglo xx. En 1940, el Consejo Nacional de Educación resolvió realizar una nueva recopilación de material folklórico. Allí, Pacha-Mama y Zupay[23] fueron etiquetados mito[24]; y se pedía:
Determinar con toda precisión qué parte del pueblo cree en ellos y cuáles son las prácticas que observa. La población conserva restos de cultos primitivos, ¿observa el de la religión cristiana?
Las encuestas de 1946 y 1949 fueron dirigidas a recopilar el habla regional. Sus resultados, en ambos casos, se decía que no habían sido localizados[25].
Volviendo a la Encuesta de 1921, el Tipo correspondiente –a partir del cual se trazará la historia de un santo popular y las formas de su culto–, es el de una plantilla a completar con datos previamente seleccionados, dejando fuera los que no caben en la misma, o reacomodándolos de acuerdo a presupuestos ajenos a la recopilación.
A modo de reflexión se puede agregar que, cuando se escriba una nueva Historia de los estudios de Folklore en nuestro país, entre otras preguntas pendientes de respuesta suponemos que estarán: ¿porqué se consideraron como sucesos reales unos relatos para los que no había más información que una tradición oral cuyos matices, además, no fueron tomados en cuenta? ¿por qué se obviaron los chistes, adivinanzas, etcétera, con doble sentido en la recopilación de datos de Folklore?. Para ésta última Don Ricardo Palma ya había dicho ¿tal vez porque había «... gente mojigata, que se escandaliza no con las acciones malas sino con las palabras crudas.»?[26].
III. 3. Tipo Chertudi-Newbery
Ambas autoras, con la colaboración de Ricardo L. J. Nardi, dedicaron primero un largo artículo (1966), luego convertido en libro (1978), a lo que denominaron «fenómeno cultural complejo» y, líneas más abajo, «complejo Difunta Correa» y luego «complejo cultural Difunta Correa». Al interior del mismo consideraron «tres clases de elementos culturales: la leyenda, la creencia y el culto.»[27].
Con ambas publicaciones, la Difunta Correa ingresó a los estudios de Antropología Social desde la devoción popular a una santa no canonizada por la Iglesia católica, espacio en el que ya se encontraba San La Muerte con un largo artículo de José Miranda[28].
Sin embargo, en 1978 las devociones populares no-católicas todavía no habían emprendido su propia ruta de difusión facilitada por los medios masivos de comunicación. La lista de canonizaciones populares publicada por Chertudi & Newbery es la de personas muertas con violencia y dolor, las llamadas Ánimas, con cultos muy localizados, regionales en términos decimonónicos.
Lo que llamamos aqui Tipo Chertudi-Newbery –en el cual se basa la historia de vida de un santo popular y sus hechos–, es el resultado del estudio de una devoción popular vigente y de aplicar puntualmente la lista de pautas que se habían seguido para alcanzar el éxito que culminó en la Fundación Cementerio Vallecito en 1948 como administradora del lugar donde se decía que había sido hallada y enterrada la Difunta Correa.
En otras palabras, el culto a un santo popular se iniciaba con la tradición oral (existente, o no), se seguía con la conformación de la biografía del santo, los relatos de sus milagros, la consolidación de la leyenda, y las formas, lugares y elementos del culto[29].
Pero resulta que no todos los cultos populares que trataron de organizarse en el entorno del Milenio siguiendo esa fórmula tuvieron un éxito similar al de la Fundación Vallecito sino que, generalmente, consiguieron un alcance local y efímero.
Pueden considerarse excepciones de cultos localizados, en cuanto a duración, los de las niñas Florencita[30] y Patricia[31] promovidos por sus respectivas familias. En otros casos se trató del resurgimiento de San Son, Santa Librada y San La Muerte[32], registrados y publicados por Ambrosetti (1917) y Don Félix Coluccio (1986, 1995)[33]. Algunos tuvieron presencia en las artes visuales, como SLM[34] y Gauchito Gil; sobre Difunta Correa, Lucy Campbell realizó una película (1975), hay una instalación del maestro Antonio Berni (1971-1976) y un acrílico de Carlos Gómez Centurión[35], entre otros. Estas tres devociones cuentan, además, con poemas y música de autoría de sus devotos, y una gráfica en contínua expansión mediante estampitas, láminas, etcétera.
III. 4. Tipo judicial
Se trata de hagiografías seglares elaboradas a partir de documentos de época tan oficiales como pueden serlo partidas de nacimiento, defunción, expedientes policiales, trámites seguidos tras identificar al autor de un asesinato, notas periodísticas coetáneas al momento de la muerte del futuro santo, etcétera.
En algunos casos se trataba de personas muertas con violencia y dolor, cuyo culto también cuadraba con el de las Ánimas. Citaremos algunos casos como ejemplo.
Visitación Sivila, conocida en Jujuy como Almita Sivila, fue muerta por su marido en 1908. El autor de su biografía se limitó a transcribir los truculentos folios de la investigación policial correspondiente[36].
Nicolás Caputo fue un taxista asesinado en San Juan en 1939, biografiado en base a fotos y notas periodísticas de época[37].
El caso de Florencia Matilde Ordoñez Caballero, la Florencita, fallecida en 1924, a los 18 años, en Río Cuarto (provincia de Córdoba), abrumada por las obligaciones a las que la sometía su madre, que estaba obsesionada por conservar su pureza física y espiritual. Su culto fue estudiado y analizado en base a trabajo de campo, fotos personales, bibliografía y documentación oficial[38].
El caso del niño salteño Pedrito Sangüeso, asesinado en 1963, cuenta también con una exhaustiva biografía asimismo basada en trabajo de campo, compulsa de periódicos locales y documentación oficial[39].
Con relación al culto de Patricia Leiva, fallecida a los doce años en 1987 tenemos su historia relatada por sus padres[40]. De ella hay, además, una estampita con oración y su foto, convocatoria a caminatas, un poema, llavero con foto y a la calle de Chivilcoy donde estaba su casa le pusieron su nombre en 2005[41].
Los asesinatos de los llamados «Pibes o Chicos de Floresta», ocurridos el 29-12-2001 se recuerdan desde entonces con un mediano monumento en la vereda del lugar que consta de una vitrina con fotos, y un gran mural en una plaza cercana[42]. Con relación a un caso similar se puso otro pequeño monumento, hoy desaparecido, en una esquina del barrio de Villa Luro donde asesinaron a un muchacho en un aparente ajuste de cuentas[43], al igual que otro recordatorio junto a un paso a nivel también en Floresta[44].
Cerramos esta lista, incompleta, con el celebérrimo Gauchito Gil, cuya biografía se trazó en un libro realizado en base a un prolijo trabajo de búsqueda documental y análisis iconográfico; además, su autora confrontó los diversos relatos y sus imágenes[45]. Otra biografía desangelada de GG, basada en el contexto histórico, toponimia y señalamiento del espacio más antiguo se publicó años después[46].
IV. Consideraciones finales y algunas perspectivas
El estilo literario de las hagiografías seglares que ilustran los tipos propuestos aquí siguió pautas conocidas desde antes de la primera publicación de la Legenda Aurea (c.1264 d.C.)[47], el mismo que continuó hasta hoy casi sin cambios, exitosamente.
En nuestros cuatro tipos se nota la escalada cronológica y espacial. Los pasos desde la narración local y oral hacia la historia de vida escrita y sus versiones cinematográficas y televisivas se fueron dando a medida que cada devoción iba adquiriendo el carácter de objeto religioso y hasta llegar a ser un objeto turístico[48]. Ya lo había señalado uno de los protagonistas del éxito de Difunta Correa en un crudo informe oficial de mediados del siglo xx:
Produce, por si sola la Difunta más dinero que todas las demás fuentes turísticas juntas de la Provincia [de San Juan], con el agregado de que la Difunta se sostiene por si misma ...[49]
Pero en paralelo a esta adaptación por demás materialista se encuentra la fe de los devotos que centran su esperanza en la intermediación del santo de su devoción. Por y para ellos fue que las estampitas con oración, las oraciones fotocopiadas o manuscritas, y las notas de agradecimiento dejadas junto a la imagen del santo en construcciones devocionales y en los altares de iglesias modificaron paulatinamente sus textos procurando sintonizar la devoción con la prédica católica, incorporando expresiones en las que se le reconoce al santo –inclusive a uno considerado tan independiente como San La Muerte– su carácter de mediador ante Dios[50].
En general, los estudios de las devociones populares por parte de algunos especialistas consisten en indagar y publicar, de tiempo en tiempo, la incorporación de nuevos rasgos a los ya existentes. Los suman y exhiben como curiosidades alrededor de las cuales se generan espectáculos durante los cuales se teatralizan antiguos trabajos de Etnografía. Se forma asi un espacio al que va a parar cualquier ocurrencia transmitida por cualquier medio masivo de comunicación cuya razón de ser es el número de personas que dan forma a la audiencia, o a los lectores.
Esta dinámica la facilitan las interpretaciones sencillas de los tipos Encuesta al Magisterio, Chertudy-Newbery y Judicial, éste último con su imán de atrocidades, reales o imaginadas. En esos niveles reposan algunos estudios de las devociones populares a santos no canonizados por la Iglesia en nuestro pais.
El GES, en cambio, considera espacio, tiempo y proyección de la devoción hacia y desde otros ámbitos como un todo en el que se cruzan creencias de diferentes procedencias (New Age, Feng Shui, Umbanda, etc.) y hasta el tratar de demostrar su poder un santo popular sobre otro. Las llamamos convergencias, las yuxtaponemos sin promediar las historias vigentes ni crear nuevas historias en base a las mismas.
Tomar en cuenta la dinámica del objeto de estudio hace que el mismo permita aproximaciones desde otros puntos de vista, y de otro tipo de estudios también.
Además, si bien estas hagiografías seglares funcionan como modelos en el quehacer diario de sus devotos[51] ellos pueden rogarle al santo de su devoción alcanzar gracias que no concuerden con un modelo de vida cristiano. Son relativamente frecuentes las noticias periodísticas acerca de malhechores devotos de SLM o GG, lo cual no transforma en delincuentes al resto de sus devotos aunque la asiduidad no deje de ser llamativa dada la concentración en ambas devociones.
Además, figuras como las de DC, GG y SLM trascienden el vínculo previo con las devociones populares a través de la interpretación de las imágenes (iconología) y como forma de expresión; y pueden, asimismo, considerarse pervivencias de sentires antiguos que se expresan hoy día mediante otra gráfica.
Son habituales los cambios y continuidades en todos los cultos a santos populares, como se pudo comprobar a lo largo de los años de trabajo de campo del Grupo en distintos puntos del país, en distintos sitios de devoción, en la lectura atenta, en las entrevistas informales. Entre los cambios más llamativos están los notados en Mercedes, en el sitio canónico de GG, al que se sumó la vecindad de un santuario a SLM, de quien sus devotos afirman que protege al GG.
Por su parte, en Vallecito, santuario central de Difunta Correa, hace años que se encuentran allí imágenes de devociones marianas y de GG, pero no de SLM. Como nos manifestó una vez una devota, «a la Difunta no hay con qué darle». Es decir, no hay otro culto popular que pueda competir con el de ella porque ella vivió y murió irreprochablemente, según el modo de vida aceptado en la época.
Pero hoy día ya rigen los cambios en los requisitos para alcanzar la santificación a nivel popular. Por ejemplo, una mirada rápida al camino recorrido por alguien tan conocido como Diego A. Maradona (1960-2020), y el que comenzó a recorrer tras su muerte, permite perfilar la dirección hacia la que se proyectan dichos cambios que, en este caso, se puede demostrar mediante las figuras que siguen.
La de Maradona no es la única canonización popular que aspira a permanecer y difundirse. Desde poco antes del Milenio trataron de emerger santos populares desde otras actividades y solamente la observación de cada caso puede mostrar cuál prevalecerá y se difundirá en el tiempo y en el espacio, o no.
Hoy, además de los imprescindibles «vivir una oculta vida triste»[52] y «morir una muerte cruel e injusta», las candidaturas a la santificación popular exigen a los candidatos que sean guapos, ricos, derrochones, desbocados y propuestos con insistencia por la congregación de los medios masivos de comunicación. Si bien la enfermedad y la muerte ayudan, notemos la diferencia con los santos populares antiguos: ya no son condiciones necesarias para comenzar a ser considerado un santo popular.
De cada uno de ellos se dice que ha dejado un legado, aunque no se pueda reconocer en esa donación ninguno –o casi– de los valores que habrían acompañado a los santos populares anteriores y mas conocidos. O sea, ya estamos en aquel futuro próximo.
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Agradecimientos
Institucionales: Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Fondo Nacional de las Artes de la República Argentina (FNA); Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA) actual Universidad Nacional de las Artes (UNA); Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL).
Personales: Olga E. Fernández Latour de Botas, Elena Rojo de Covache, Hugo A. Pérez Campos (ARGRA), Juan Falú, Fabián Díaz y Carlos Dellepiane Cálcena.
NOTAS
[1] El texto de este ensayo fue enviado en febrero de 2024, a solicitud de un editor, para un libro homenaje a Luis Millones que editaría la Universidad César Vallejo (Lima). Se envió y fue aceptado por editor y compilador. Pero en los tomos de «Que soles se acercaban al pasado - Homenaje a Luis Millones» ((ISBN 978-612-5114-34-19) editados por dicha Universidad no se publicó este ensayo sino un artículo de M.E. Gentile que la autora había enviado a otros editores cuando se la convocó en 2012 para el primer intento de libro homenaje a Millones. Dando una clara muestra de falta de formalidad para realizar publicaciones que se llaman científicas y que se supone que mantienen garantías de seriedad académica, editor y compilador contravinieron la expresa desautorización de la autora de publicar el texto de 2012, y lo publicaron sin respetar siquiera que el mismo había sido revisado para su edición en 2013, asunto del cual ambos habían sido informados oportunamente. Hay un hilo de correos electrónicos que avalan lo dicho. Para la presente edición el texto de febrero de 2024 fue revisado y aumentado.
[2] Dra. Margarita E. GENTILE, ex Investigador CONICET - Museo de La Plata; ex Profesor titular ordinario, Dpto. de Folklore, Universidad Nacional de las Artes, Buenos Aires; correspondiente por la Academia Nacional de la Historia, Perú. Lic. Rodolfo E. FERRER, ex Director del Centro Polivalente de Arte, San Juan, prov.de San Juan. Lic. Irma C. SOUSA, ex Profesor titular ordinario del Dpto. de Artes Visuales, Universidad Nacional de las Artes, Buenos Aires. Especialista en lenguajes artísticos combinados. Lic. Anahí M. GENTILE, Artespacio / Pyxis Asociación, Buenos Aires. Lic. Felicita M. J. MAMANI, Centro Polivalente de Arte, Salta, prov. de Salta. Lic. Cynthia L. PINTADO, Escuela Superior de Educación Artística, Buenos Aires. Lic. G. Ariel RIVADERO, Universidad Nacional de La Rioja, prov. de La Rioja. Lic. Jorge O. TABARES, Músico, Profesor de música regional, Dpto. de Folklore, Universidad Nacional de las Artes, Buenos Aires.
[3] Entre otros, GENTILE, M.E. «Transformaciones en el uso y función de algunas construcciones devocionales», Folklore Latinoamericano 12 (2010 b): 113-120.
[4] Actual UNA; Universidad Nacional de las Artes, Buenos Aires.
[5] Entre 2004 y 2007 tratamos el tema con Faletti, Pintado y Sousa en reuniones realizadas en Buenos Aires, Chivilcoy (prov. de Buenos Aires) y Río Cuarto (prov. de Córdoba). La dinámica de los señalamientos en sitios públicos entre esos años fue tal que nos dificultó concretar una tipología de los mismos, motivo por el que los asuntos tratados en aquellas oportunidades los publicamos como estudios de casos, perfilando el tema (SOUSA, Irma C. «El espacio en la producción de cultura popular argentina» Folklore Latinoamericano 5 (2004): 297-302. FALETTI, Marcos A. «Monumentos fúnebres y cultos familiares en torno a la muerte trágica. (Documentos gráficos y testimonios orales)», Folklore Latinoamericano 9 (2006): 87-98. FALETTI, Marcos A. «El camino de la muerte: entre la conmemoración y la devoción en torno a difuntos en el sur cordobés», Folklore Latinoamericano 10 (2007): 161-168; SOUSA, Irma C. «Tipologías de representación en el culto a Gauchito Gil». Folklore Latinoamericano 11 (2008): 319-331. GENTILE, Margarita E., Irma C. SOUSA y Cynthia L. PINTADO. «Continuidades y cambios en la expansión del culto público a Señor La Muerte». Folklore Latinoamericano 11 (2008b): 147-157. GENTILE, Margarita E., SOUSA, Irma C. & PINTADO, Cynthia L. «Actualización de datos acerca de un culto popular en expansión: Señor,La Muerte», Actas del II Congreso Regional de Folklore y Cultura Tradicional, Río Cuarto (2009a): 1-18.
[6] A esto último contribuyen quienes instalan en algún espacio baldío un santuario con la finalidad de lucrar con las ofrendas, sanaciones, venta de objetos bendecidos, etc. En su ignorancia y desprecio del significado de una construcción devocional se limitan a amontonar objetos incongruentes, facilmente reconocibles por un devoto como por un investigador.
[7] GRUPO DE ESTUDIO DEL SUR «Talismanes andinos actuales. Historia, folklore y arte popular», Revista de Folklore 405 (2015): 48-63.
[8] Con ser uno de los más populares, el canonizado San Cayetano y su lema «Pan y Trabajo» no pudieron ser incorporados a ninguna plataforma política. Ni siquiera cuando cambió en «Paz, Pan y Trabajo». Adenda: el 22-5-2024, entre los barrios porteños de Liniers y Villa Luro amanecieron prolijos carteles pegados en los vallados de obras en construcción con la foto de un referente político de amplio prontuario acompañando su nombre con el lema sancayetanense «Paz, pan y trabajo». Al día siguiente, sobre ese retrato apareció pegado un cartel impreso en blanco y negro que decía en letras pequeñas «Senadores», y abajo en letras muy grandes: «No voten esta basura». Casualmente, en esos días días se discutía en el Congreso una ley maloliente; el fulano del retrato no tenía nada que ver con eso pero se presentaría en las próximas elecciones en la ciudad. ¿Optimizando recursos? ¿dos mensajes al precio de uno?
[9] M.J. Carozzi acotó el tema a los años ´90 del siglo xx, generalizó datos abarcativos publicados en la década anterior y concluyó que esas «sacralizaciones de difuntos» tuvieron por razón «... la separación entre poderosos y humildes, la división entre ricos y pobres, la distinción entre géneros populares y hegemónicos.» (CAROZZI, Ma. Julia, «Antiguos difuntos y difuntos nuevos: las canonizaciones populares en la década del ´90» en Miguez, D. & Semán, P. (ed.), Entre santos, cumbias y piquetes. Las culturas populares en la Argentina reciente, Buenos Aires, Biblos (2006): 12). Excepto las previas a DC y GG, ninguna de las citadas en ese trabajo habían sobrepasado sus respectivas localidades a la fecha de esa publicación; es decir, fueron intentos de generar cultos populares en el marco de la emergencia a que nos referimos antes, intentos interesantes pero fallidos. No fueron los únicos, y en conjunto merecerían otra atención.
[10] Esta expresión se acuñó y usó en un trabajo puntual acerca de Gauchito Gil (GENTILE, Margarita E. «La cruz Gil. Historia, espacio y tiempo de una devoción popular de la provincia de Corrientes, República Argentina (siglos xx-xxi)», Anuario Revista de Folklore (2014): 3-26).
[11] En la documentación que dio origen a la recopilación de 1921 no se usó la palabra «encuesta» (MONITOR DE LA EDUCACIÓN COMÚN, «Curso de Folklore Argentino. Síntesis de la labor realizada por el Consejo Nacional de Educación a partir de 1921 hasta 1960», Vol. 936, (1961): 49-75. FERNÁNDEZ LATOUR DE BOTAS, Olga E. «Sesenta años después. Visión crítica actual de la Colección de Folklore de 1921». Revista Nacional de Cultura 10 (1981): 105-140. No obstante, es asi como se la conoce y cita.
[12] En 1846, William Thoms propuso reunir bajo el nombre de Folklore los temas de Etnografía directamente vinculados con creencias en general (DUNDES, Alan, The Study of Folklore, University of California at Berkeley, Prentice-Hall, Inc., 1965, pp.4-6.
[13] GENTILE, Margarita E. «Ciento nueve años después de ‘La Cruz en América’». En Los crucificados, religiosidad, cofradías y arte: Actas del Simposium 3/6-IX-2010, 997-1014. San Lorenzo del Escorial: Real Centro Universitario Escorial-María Cristina, 2010a.
[14] Imágenes de madera tallada y policromada, o de yeso moldeado y pintado.
[15] AMBROSETTI, Juan B. Supersticiones y leyendas. Región misionera, Valles Calchaquíes y Las Pampas. Santa Fe: Librería y Editorial Castellví, 1967 [1917]: 43.
[16] Hoy día, el payé es un poco amuleto protector y un poco talismán eficaz para conseguir algo que se desea. En nuestra clasificación es un «objeto simple», formado por una sola pieza (GRUPO DE ESTUDIO DEL SUR «Talismanes andinos actuales …», ob.cit., 2015.
[17] Uno de nosotros retomó y actualizó lo relacionado con aquellos santos curiosos y con San Antonio de Padua, de quien Ambrosetti contó las particularidades de su culto y trato pero que no incluyó del todo en esa etiqueta (GENTILE, Margarita E., «Innovar con arcaísmos: San Son, presencia urbana de un culto popular rural». Folklore Latinoamericano 10 (2007): 191-197. GENTILE, Margarita E., Escritura, oralidad y gráfica del itinerario de un santo popular sudamericano: San La Muerte (siglos xx-xxi)». Espéculo. Revista de estudios literarios 37 (2008a). GENTILE LAFAILLE, M. E. «Expresiones populares de la devoción a San Antonio de Padua (República Argentina, siglos xx-xxi)», Simposium XXIa. Edición (2013 b): 861-878.
[18] MONITOR 1961, ob.cit.: 49; FERNÁNDEZ LATOUR DE BOTAS 1981, ob.cit.
[19] GENTILE, Margarita E., «Confluencias en la formación del relato y la gráfica de una devoción popular argentina: Difunta Correa (siglos xix-xx)». Espéculo. Revista de estudios literarios 41 (2009b).
[20] GENTILE, Margarita E. «La pichca: oráculo y juego de fortuna (su persistencia en el espacio y tiempo andinos)», Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos 27-1 (1998): 75-131.
[21] La «Visión crítica actual ...» de Fernández Latour, con serlo y mucho, sin embargo tampoco tomó en cuenta este aspecto de la encuesta.
[22] CONSEJO NACIONAL DE EDUCACIÓN, Antología Folklórica Argentina para las escuelas primarias, Buenos Aires: Guillermo Kraft Editora, 1940. CONSEJO NACIONAL DE EDUCACIÓN, Antología Folklórica Argentina para las escuelas de adultos, Buenos Aires, Guillermo Kraft Editora, 1940: 17.
[23] Ampliamente, Pachamama sería una versión de la milenaria Madre Tierra, y el Zupay una versión del Diablo criollo. Hay abundante bibliografía en la red global sobre estos temas, a la que remitimos.
[24] MONITOR 1961, ob.cit.: 64.
[25] MONITOR 1961, ob.cit.: 74. Muchos años después se supo que esas carpetas con documentos oficiales las tenía en su domicilio particular doña Berta Vidal de Battini, y actualmente parece que se encuentran en un fondo documental que lleva su nombre, en la provincia de San Juan.
https://fondobattini.unsj.edu.ar/fondo_battini
[26] PALMA, Ricardo, Tradiciones en salsa verde, Lima, Ediciones de la Biblioteca Universitaria, [1904] 1973: 12. GENTILE, M. E. «Explicación en Folklore, según maestros puntanos (1921)». Ponencia leída ante el 1er. Congreso Nacional de Folklore, San Luis. 2010 ms.
[27] CHERTUDI, Susana y Sara J. NEWBERY, La difunta Correa. Buenos Aires: Editorial Huemul, 1978: 7, 201. «La Difunta Correa». Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 6 (1966-1967): 95-178.
[28] MIRANDA, José, «San La Muerte», Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología 4 (1963): 81-93.
[29] GENTILE, Margarita E., «Dinámica de las devociones populares grupales y familiares. Estudio de casos como aporte a problemas teórico-metodológicos en folklore». En 9 Temas de Etnohistoria. Devociones populares y creencias, siglos xv a xxi, 275-350. Buenos Aires: Casimiro Quirós, editor, 2011a.
[30] FALETTI, Marcos A. «Génesis de un culto popular. Río Cuarto, Córdoba, siglo XX. Estudio de caso y análisis comparativo», Folklore Latinoamericano 7 (2005): 51-58.
[31] GENTILE, Margarita E., MUÑIZ, Ana G. & CIOCE, Damián P. «Familia y sociedad: dinámica de algunos cultos emergentes», Folklore Latinoamericano 8 (2005): 147-156. GENTILE, Margarita E., «Dinámica de las devociones populares grupales… ob.cit., 2011.
[32] GENTILE, Margarita E., «Escritura, oralidad y gráfica … ob.cit., 2008a. GENTILE, Margarita E., «Gráfica de las devociones populares: los exvotos pictóricos». En Segundo Congreso Regional de Folklore y Cultura Tradicional. Río Cuarto: Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba, 2009c.
[33] COLUCCIO, Félix. Cultos y canonizaciones populares de Argentina. Buenos Aires: Ediciones del Sol, 1986. Las devociones populares argentinas. Buenos Aires: Ediciones Nuevo Siglo, 1995.
[34] En 1969, Jorge O. OTT & Mario MOLINA Y VEDIA realizaron un cortometraje titulado «En busca de San La Muerte» basado en un cuento de Ma. Luisa Acuña, cuyo texto no pudimos ubicar; la documentación para el film la proporcionó José Miranda. Las imágenes talladas en madera, algunas a escala humana, suelen ser de apreciable calidad, tanto por la materia prima como por la concepción de la imagen representada.
[35] GENTILE, Margarita E., «Confluencias en la formación del relato … ob.cit., 2009b.
[36] BIDONDO CARRIZO, Raúl O. Almita Sivila. Jujuy: Minerva, 1973.
[37] FERRER, Rodolfo E., Nicolás Caputo, asesinado en San Juan en 1939, y su posterior canonización popular, 2003 ms.; FERRER, Rodolfo E. «Historia, folklore y arte en la configuración y difusión de devociones populares. Sistematización de los datos correspondientes a la provincia de San Juan, República Argentina (siglos XIX a XXI)». En Historia, Arte y Folklore de devociones populares argentinas: estudios y reflexiones entresiglos, compilado por M.E. Gentile, 61-97. Buenos Aires: Casimiro Quirós, editor, 2011b.
[38] FALETTI 2005, ob.cit.
[39] MAMANI, Felicita M. J., «Pedrito Sangüeso. Dinámica de una devoción popular. Historia, Arte y Folklore» en Gentile, M. E. (comp.) Historia, Arte y Folklore de devociones populares argentinas: estudios y reflexiones entresiglos, Buenos Aires, 2011b, 423-473.
[40] LEIVA, Carmen & Juan C., De la mano de Patricia, Chivilcoy, edición de los autores, 2004.
[41] GENTILE, Margarita E., MUÑIZ, Ana G. & CIOCE, Damián P. «Familia y sociedad, 2005, ob.cit.
[42] El último registro del sitio data de marzo 2024; el mismo se conservó a pesar de los cambios del entorno. Es probable que el interés del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires haya pesado en eso.
[43] Ese pequeño monumento, que incluía una vitrina con fotos e imágenes religiosas, se destruyó cuando se demolió la casa vecina de donde se obtenía la iluminación nocturna del mismo; se lo reemplazó por una baldosa con un texto conmemorativo y luego la misma se quitó y no fue restituída cuando el gobierno de la ciudad remodeló la vereda. Uno de nosotros (Pintado) continuó con el registro luego de su publicación inicial, lo mismo que con el sitio junto al ferrocarril, buenos ejemplos de los avatares de algunos recordatorios que no llegaron a ser cultos populares de amplia difusión.
[44] PINTADO, Cynthia L. «Aportes al folklore urbano» Boletín de Lima 153 (2008): 137-150. PINTADO, Cynthia L. «Tres memoriales coetáneos en Floresta y Villa Luro, C.A.B.A. Registro y estudio de sus formas de expresiòn», Folklore Latinoamericano 9 (2008): 277-282. PINTADO, Cynthia L. «Formas y funciones de las Cruces. Estudio de casos (República Argentina, siglo XXI)», Simposium XVIII (2010): 1015-1024.
[45] SOUSA, Irma C. Gauchito Gil. Imagen y representaciones. Buenos Aires: Editorial Dunken, 2010.
[46] GENTILE, Margarita E. «La cruz Gil. ob.cit. 2014.
[47] VORÁGINE, Santiago de la. La leyenda dorada. Madrid: Alianza Editorial, 1987 [c.1264].
[48]Turismo religioso se denominan las peregrinaciones, organizadas por agencias de turismo, que recorren varios de estos sitios en un solo viaje redondo.
[49] GENTILE, Margarita E., «Confluencias en la formación del relato … ob.cit., 2009b.
[50] GENTILE LAFAILLE, M. E. «Expresiones populares de la devoción… ob.cit., 2013 b.
[51] GG como proyección de Robin Hood y el lema «robar a los ricos para dar a los pobres», por ejemplo. GENTILE, Margarita E. «Trasfondo medieval de los relatos acerca de gauchos matreros pero milagreros (República Argentina, siglos xix-xxi)», Revista de Folklore 381 (2013 a): 29-46. PINTADO, Cynthia L. «Nuevos datos sobre un culto popular de la campaña correntina: Turquiña». En Historia, Arte y Folklore de devociones populares argentinas: estudios y reflexiones entre siglos, compilado por Margarita E. Gentile, 560-573. Buenos Aires: Casimiro Quirós, editor, 2011. PINTADO, Cynthia L. «La muerte de un polémico personaje: el Malevo Ferreyra». Ponencia presentada en el Simposio «Muerte, sociedad y cultura». Chivilcoy, 2011. GENTILE, Margarita E. «La cruz Gil. …, ob.cit. 2014, etcétera.
[52] De la que nos enteraremos cuando su fama comience a decaer y necesiten mantenerse vigentes en los medios aunque sea contando historias tan truculentas como increíbles.