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Revista de Folklore número

511



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Naturaleza y música: los elementos acústicos (I)

CABRELLES SAGREDO, Mª Soledad

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 511 - sumario >



El entorno sonoro está formado por los sonidos del medio ambiente percibido por el oído humano. Todo suena a nuestro alrededor pero, evidentemente, no todo lo que oímos nos agrada y, algo más preocupante, no siempre somos conscientes de captar todo lo que suena ya que nos hemos acostumbrado a no escuchar.

La mayoría de las personas oímos, por supuesto, pero la audición con un propósito determinado es algo que se aprende. Practicarla, prestando atención, enriquece la escucha y convierte el hecho acústico en algo excepcional. Reconquistar la complejidad y variedad sonora de nuestro medio exige un esfuerzo considerable de concentración, entrenamiento y discriminación auditiva.

Introducción

Para lograr un pensamiento productivo, en cualquier ámbito del conocimiento, es muy importante favorecer el desarrollo de la capacidad perceptual. Percibir implica, como procesamiento de la información, llevar a cabo operaciones mentales de exploración, selección, síntesis, comparación y resolución. Todo ello nos obliga a considerar tres momentos en el acto de la percepción:

• La sensación (reacción física).

• El sentimiento (reacción afectiva).

• El conocimiento (reacción mental).

Solo cuando intervienen los tres parámetros, la percepción es completa ya que la mente prima sobre la materia y la percepción es contextualizada. También debemos tener presente el carácter social de la percepción que poseen algunas imágenes visuales o sonoras, por la diferente forma de captación de cada observador y su personal manera de percibir que son factores condicionantes en dicha percepción.

Dentro de la percepción sensorial, en nuestro caso, nos centramos en la percepción auditiva ya que está relacionada con los sonidos de la naturaleza y de nuestro entorno.

Los sonidos estimulan nuestros oídos de múltiples maneras, con significados y mensajes diversos: palabra, música, ruidos, cada uno con sus propios códigos que generan reacciones emocionales diferentes aportando al ser humano una dimensión subjetiva del tiempo y del espacio. La información sonora transmitida, ya sea una tormenta, mar bravío, cascada, etc., posee una indudable capacidad para transformar las sensaciones estéticas en símbolos generando emociones o sentimientos que trascienden a las propias características físicas. En este sentido, recordemos que en la Teoría de los Arquetipos de Jung (1947) se reconoce la existencia de símbolos comunes en diferentes razas y culturas. Después, R. Murray Schafer (Canadá 1933-2021) investiga y comprueba el valor simbólico universal con significado referencial que también tienen determinados sonidos y los denomina con la terminología de «sonidos arquetípicos». Además, en la década de los años 1970, acuña dos términos importantes, es decir, el «paisaje sonoro», concepto que reúne los sonidos del medio ambiente y también «esquizofonía», concepto que define la separación de un sonido de su fuente emisora natural. En su memoria, se ha establecido como celebración anual el «Día Mundial de la Escucha», 18 de Julio, fecha de su nacimiento.

La comunicación acústica es un punto de partida para comprender el intrincado sistema de significados y relaciones que el sonido crea en contextos ambientales. En dicha comunicación acústica, el sonido es el intermediario entre el oyente y el medio formando una unidad, como un balance entre entrada y salida sonora, impresión y expresión, audición y producción.

Muchos sonidos, reforzados por la repetición, son aceptados por el público como algo «natural», sin tener en cuenta que imponen un tempo, un estado de ánimo o un carácter que no tienen relación alguna con el entorno original.

Entre naturaleza y música existen varias implicaciones recíprocas. Si prestamos atención, podemos descubrir que la escucha es muy enriquecedora al ofrecer al oído matices sonoros muy sutiles. El escritor y músico Luis Landero (1990) comenta que «el arte de escuchar es el arte de seducir» ya que la variedad sonora acaba por conquistar al oído atento.

A lo largo de la historia, los compositores han estado determinados por la influencia de los sonidos del medio y los elementos acústicos de la naturaleza para explorar nuevas formas de expresión musical.

Diversos compositores han prestado atención al entorno sonoro como inspiración para la composición de sus obras musicales. No solo han tenido en cuenta la nota escrita en sus partituras sino también los timbres, intensidades y formas para recrear la belleza ambiental con instrumentos de la orquesta.

En occidente, aunque la música posee gran tendencia hacia la racionalidad y rechaza la espontaneidad, existe abundante presencia de imitaciones de sonidos reales en diferentes épocas y estilos. En la música polifónica del Renacimiento como en la música del Romanticismo o en la música Electroacústica, podemos encontrar temas vinculados a elementos naturales como el agua, fuego, tierra, aire, aves, jardines, locomotoras, batallas o cacerías.

A principios del siglo xx, el paisaje sonoro está invadido de máquinas y observamos el reflejo industrial en la composición musical con los trabajos de Russolo y los Futuristas en la creación de la máquina «intonarumori» o en la obra «Pacific 231» de Honegger, donde se escucha el sonido orquestal imitando el arranque de una locomotora. Posteriormente, con la intervención de las nuevas tecnologías, los compositores utilizan el sonido ampliando el universo musical a estímulos auditivos antes ignorados. A partir del análisis de los fenómenos sonoros, han incorporado muchos tipos de sonidos y muestran la capacidad que posee el arte para contribuir a crear, mantener, inventar e innovar, dejando testimonio de la memoria sonora de cada sociedad.

Como expresa Truax (1983), los especialistas surgidos del campo musical han removido nuestra conciencia estética musical afrontando, desde un planteamiento pragmático, diferentes criterios de enorme posibilidad que ofrece el diseño de sonidos en espacios cotidianos, algo que hasta el momento parecía inevitable o mero subproducto de nuestros actos, objetos o nuestro propio desarrollo.

En efecto, con la Música Concreta de Schaeffer (1967), los sonidos producidos por instrumentos musicales tradicionales son sustituídos por hechos sonoros concretos (objetos sonoros) del espacio cotidiano como voces, puertas, ruidos de máquinas, etc. Todo esto conlleva un importante cambio en la escucha de la realidad que el compositor moldea, según sus propios fines, incorporando la dimensión estética en la representación contemporánea del medio ambiente sonoro.

En la tarea compositiva, la comprensión de la música cambia y aparecen nuevos enfoques del fenómeno musical como medio de expresión de la vanguardia que desarrolla potentes herramientas de análisis del fenómeno sonoro. El músico puede ejercer influencia y manipulación sobre el medio ambiente sonoro mediante una adecuada implicación en el diseño del sonido, ya sea en su dimensión negativa (combatir el ruido) o en la positiva (construir un nuevo espacio sonoro).

El siglo xxi, caracterizado por el cambio y la reestructuración acelerada, el compositor está sometido a diversas influencias sociales e individuales que le hacen experimentar un alto nivel de exigencia para adaptarse a las nuevas condiciones del proceso creativo.

La sociedad de la información, con frecuencia, limita peligrosamente la capacidad de reflexión y, por ello, es necesario transformar dicha información en conocimiento objetivable para potenciar las nuevas formas de percibir y organizar adecuadamente la oferta de nuevas posibilidades.

Los elementos acústicos de la naturaleza

La percepción de los paisajes y las imágenes de sus espacios han servido como sugerencia a célebres músicos para recoger la voz de los bosques, estepas, desiertos, selvas, montañas, cascadas, ríos y lagos, en múltiples obras musicales.

Con frecuencia, los compositores se han inspirado en los elementos acústicos de la naturaleza, es decir, Agua, Aire, Fuego y Tierra para escribir sus partituras que, con los títulos, pueden inducir determinadas imágenes mentales cuando son escuchadas.

Agua

Como elemento fundamental de la vida, presenta múltiples formas sonoras en la naturaleza. Cada una de ellas posee su propio resonar, ya sea la sutil modulación de los ríos en llanuras, el profundo murmullo de los torrentes en las montañas o las enormes cataratas que llegan a marcar acústicamente grandes territorios.

También el ambiente marino posee una serie de rasgos específicos que configuran una auténtica cultura sonora y evoca nuestros recuerdos como el vaivén de las olas o el mar rompiendo en un acantilado.

Las poblaciones situadas en zonas costeras se caracterizan por tener una serie de estereotipos sonoros generados por estar situados muy próximos al mar que las poblaciones del interior, en cambio, carecen. En el ambiente marino, las sensaciones sonoras se asocian a otras sensaciones como la percepción olfativa, táctil y climática, sobre todo por el aumento del grado de humedad.

Los sonidos del mar se prestan a numerosas descripciones musicales presentes en las habaneras o barcarolas. La sugerencia del océano, del fluctuar de las olas o del viaje en barco han influido para componer diversas partituras.

• El mar, 3 Esbozos Sinfónicos para Orquesta, de Claude Debussy (1862-1918).

1º Movimiento – Del alba al mediodía.

2º Movimiento – Juego de Olas.

3º Movimiento – Diálogo entre el Viento y el Mar.

Trasladar a la escritura orquestal un elemento tan tumultuoso y variado como el mar, es decir, imprevisible, libre y móvil supuso tener que superar muchas dificultades. En la partitura recrea atmósferas con técnicas de fragmentación y melodías poco concretas acompañadas de timbres inusuales.

• Mar en calma y viaje feliz. Félix Mendelssohn (1809-1847).

• El barco se mece sobre las olas. Edward Grieg (1843-1907).

• En el mar. Charles Ives (1874-1954).

• Rumor de Agua. Toru Takemisu (1930-1996).

• Concierto de Agua. Tomás Marco Aragón (1942…).

• Miniwanka o los instantes del agua. R.Murray Schafer (1933-2021). Está inspirada en las sonoridades del Ciclo del Agua, desde su origen con las primeras gotas de lluvia hasta su retorno al mar, a través de la intervención de un coro que imita los distintos matices sonoros.

Aire

Este elemento en movimiento, el viento, posee un sonido diferente según área geográfica, clima, flora y obstáculos en su recorrido. Así, como consecuencia de ello, cada lugar adquiere su propia identidad sonora.

El viento hace vibrar las hojas y ramas de árboles diferenciando el sonido de los diversos entornos. En las praderas, espacios abiertos donde no hay obstáculos ni elevada vegetación, el viento sopla de manera intensa y regular. Entre las delgadas acículas de los pinos el sonido producido es similar a un silbido agudo y profundo, en cambio, entre árboles con hojas de mayor tamaño y más resistentes, el sonido resultante es más grave. Los compositores intentan reflejar la delicada descripción de la musicalidad del viento en sus obras.

• El viento susurra en los árboles. Frederick Delius (1863-1934).

• Soplan vientos salvajes. Modest Mussorsky (1839-1881).

• Viento de verano. Anton von Webern (1883-1945). Es una obra singular y posee una invocación musical al dios Pan. Pertenece a un período poco conocido del compositor, anterior a su período dodecafónico, en la que lleva a cabo un minucioso trabajo narrativo con una compleja estructura melódica y armónica.

Fuego

Este elemento, asociado a situaciones apocalípticas, enormes incendios, lava volcánica cayendo por laderas y acompañadas de ensordecedores estrépitos, representa el poder de la naturaleza en términos míticos o mágicos.

Los ruidos más intensos escuchados sobre la tierra han sido los producidos por explosiones de volcanes. En 1883, el sonido producido por la erupción del volcán Krakatoa en Indonesia, se escuchó a una distancia de 4.500 Kms. Fue una impresionante impronta sonora que ha quedado registrada en escritos y documentos para la memoria histórica.

• Danza ritual del Fuego. Manuel de Falla. Pertenece al Ballet «El amor brujo», con una parte cantada titulada El fuego fatuo. Esta obra fue estrenada en Madrid (1915). Posteriormente, hizo otra versión que es la más conocida e interpretada, estrenada en París (1925).

Falla supo capturar la expresión de este elemento manifestado en la música popular andaluza y lo traslada a la partitura, con una música ligada al movimiento de la danza alrededor de una hoguera, incluyendo matices folklóricos muy estilizados.

La protagonista es la gitana Candelas cuyo padre la ha casado, según Ley Gitana, con el malvado José que muere apuñalado. El espectro de José impide ser feliz a esta joven y, para liberarse de él, le seduce con la danza conduciéndole al fuego donde perece. Esta historia se atribuyó a Gregorio Martínez Sierra, pero la verdadera autora fue su mujer, la dramaturga María de la O Lejárraga quien adoptó ese nombre como seudónimo literario, aunque el entorno artístico de la pareja conocía bien la auténtica autoría de los escritos.

El cineasta español Carlos Saura, realiza la película titulada El amor brujo, donde rinde homenaje a esta obra musical de Falla.

• Las Criaturas de Prometeo. Ludwig van Beethoven (1770-1827). Es un Ballet dedicado al personaje de la mitología griega, iniciador de la primera civilización humana, que robó el fuego sagrado del cielo y lo enseñó al hombre.

• Prometeo o El Poema del Fuego. Alexandre Scriabin (1872-1915). Añade, a la abultada formación orquestal que representa al «cosmos», un piano solista que representa al «ser humano», junto con un coro y el famoso Clavier a Lumieres o teclado de luces, como sistema de sonidos y colores proyectados sobre el Auditorio con frecuencias luminosas sincronizadas con la música. De esta forma, incorpora otros aspectos sensoriales en la escucha de la obra.

Tierra

Los materiales que forman el territorio condicionan las características acústicas de cada área geográfica y hacen cambiar los sonidos del entorno. Las rocas, montañas, bosques, selvas, desiertos o llanuras no solo configuran dicho territorio sino que determinan el ambiente sonoro, ya que afectan a la reverberación del sonido, que será diferente según el tipo de material que lo constituya. Todo ello, realza unas frecuencias y apaga otras, que contribuyen a crear una atmósfera y estado de ánimo muy singular en las personas que lo habitan.

• Sinfonía Nº 1 «Titán», Re Mayor. Gustav Mahler (1860-1911). Está inspirada en los dioses del Olimpo de la mitología griega. La diosa GEA o GAIA (tierra) y el dios URANO (cielo) tienen seis hijos y los correspondientes nietos, que reciben cada uno el nombre genérico de TITÁN. Uno de los nietos de Gea, llamado ATLAS, es un gigante con fuerza excepcional que soporta en sus espaldas a toda la tierra. Por ésto aparecen, basándose en el argumento de dicha narración mitológica, en la fachada de algunos edificios y como elemento decorativo, gigantes soportando el peso de la construcción como símbolo de su extraordinaria fuerza. El nombre de ATLAS también lo recibe el compendio de Geografía Universal.

Mahler expresa emociones relativas a la contemplación y vivencia de la Naturaleza (TIERRA), con danzas populares, marchas y fanfarrias para lograr potentes efectos a través de una gran variedad melódica. Acaba con un magnífico final como tránsito de las tinieblas a la luz y triunfo definitivo del optimismo, expresado por el gran frenesí orquestal.

Por último, mencionamos al compositor barroco Antonio de Literes Carrión (Mallorca 1673-1747) cuya partitura titulada «LOS ELEMENTOS» (Ópera armónica en estilo italiano) hace referencia al Agua-Aire-Fuego-Tierra y además añade el Sol, la Aurora y el Tiempo, consiguiendo reunir a todos ellos para formar un conjunto narrativo de gran equilibrio musical.

Fue estrenada en el entorno privado del Palacio de la Duquesa de Medina de las Torres (1705), a quien Literes dedicó por la celebración de su cumpleaños. Constituye un ejemplo paradigmático de Ópera de Cámara y en ella hay mezcla de arias da capo con influencia italiana y bailes de la tradición hispana, muy novedosos para aquella época.

La tarea compositiva sobre los cuatro elementos de la naturaleza ha sido tratada también en otros ámbitos artísticos y desde perspectivas históricas muy diversas.

Las nuevas exploraciones, como proyección hacia el futuro para concebir y diseñar una realidad con diferentes formas de expresión, serán fundamentales para hacer posible seguir avanzando en el enriquecimiento cultural que ofrece educar la mirada y el oído atento.

Mª Soledad Cabrelles Sagredo
Doctora en Filosofía y CC.Educación. Titulada en Música




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Naturaleza y música: los elementos acústicos (I)

CABRELLES SAGREDO, Mª Soledad

Publicado en el año 2024 en la Revista de Folklore número 511.

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