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Fájara es el nombre de una cueva de Sierra Tejea situada en el término municipal de Canillas de Aceituno, pueblo de la Axarquía de Málaga. Dicho vocablo significa surgencia de agua a presión. Tal denominación se explica por el hecho de que, tras períodos de prolongadas lluvias y nevadas en la Sierra, varias galerías de la cueva se sifonan y arrojan, por la estrecha boca de entrada, una gran mole de agua a fuerte presión. Por investigaciones recientes se sabe que tan singular fenómeno se debe a las filtraciones de agua de lluvia que, tras fuertes temporales, se producen en la zona de la Sierra conocida como Los Charcones. Esta circunstancia, unida al desnivel de la cueva ( 40,58 metros / -9,58 metros) explica el hecho de que varias galerías altas se sifonen por completo y arrojen, pendiente abajo, una enorme cantidad de agua a fuerte presión. Antaño, en las estaciones de lluvia, salía de ella tanta cantidad de agua, que hacía mover las piedras de dos molinos harineros construidos cerca del nacimiento del rio Bermuza.
La cueva se localiza, siguiendo un carril, a unos dos kilómetros del pueblo, al suroeste, en una zona próxima al nacimiento del rio Bermuza. El libro de apeo y repartimiento de la Villa, del año 1574, así cita esta cueva: «Un rio caudaloso, que se nombra Hondarreha, que está a un cuarto de legua de la Villa, y nace en la cueva de Garalmanhar» (f. 24 v). En 1896, recogiendo la información que dio Madoz en su Diccionario geográfico de 1845, así describe la cueva Gabriel Puig y Larraz en Cavernas y simas de España: «Canillas del Aceituno. Cueva de las Fájaras. Está situada esta caverna en la falda de Sierra Tegea, en la partida de campo llamada de las Tajaras o Fájaras. Es de gran extensión y contiene gran número de estalactitas y estalagmitas. En los años abundantes de lluvias sale por ella un arroyo que mueve algunos molinos. Itinerario: caminos vecinales».
La Federación Andaluza de Espeleología y la Sociedad Excursionista de Málaga la han estudiado y topografiado. Por espeleometría se sabe que presenta un recorrido total de 1444, 79 metros. Aún queda por ser explorada, mediante espeleobuceo, la Sala del lago o Sala del Sifón, que comunica con un rio subterráneo.
La boca de entrada sólo es visible a muy corta distancia, ya que la ocultan unos bloques de piedra y unas adelfas que allí crecen. Dicha boca es relativamente estrecha (8,40 metros de anchura por tan sólo 70 centímetros de altura). Un equipo de espeleólogos descubrió dos nuevas bocas de entrada (CA-17 A y B) distantes unos 280 metros de la boca principal (CA-1-1). Estas entradas se localizan en la vertiente izquierda del brazo central del cañón de Los Charcones (NE-SW), a unos 15 metros aproximadamente del cauce del torrente, suspendidas sobre la escarpada pared.
En la Sala I de entrada lo primero que se siente es un brusco cambio de temperatura. Es una sala espaciosa. Los hombres prehistóricos se refugiaron en ella para combatir las inclemencias atmosféricas del exterior. La Sala está dividida en su centro por una columna de roca madre de 2,40 metros de altura. El suelo presenta arena y pequeños bloques de piedra. Es una arena muy fina, como de playa, de tal manera que, de no estar húmeda o mojada, se escapa de los dedos.
La Sala II de entrada es de mayores dimensiones (7,30 metros de ancho por 6 metros de altura). En ella se abre la Galería del espolón y la Sala de los murciélagos (o Sala de la murcielaguina). La Galería del espolón se abre a 56 metros de la entrada, ascendiendo sobre una rampa. Tiene cuatro ramales de acceso y su pendiente es constante. Al final de la Galería del espolón se encuentra la llamada Sala de los murciélagos (o Sala de la murcielaguina). Su pavimento aparece ocupado por abundante concentración de origen orgánico: guano de murciélago procedente de las numerosas colonias que habitan dicha Sala. Se aprecian pequeñas depresiones con depósitos de varios decímetros de espesor. Antaño este guano era utilizado por los campesinos como abono para sus campos. Es una Sala de amplias proporciones (10,30 metros de ancho por 1,80 metros de alto). Su sección tiene forma de óvalo irregular alargado. Tras atravesar un complejo laberinto donde abundan bajas y gruesas columnas, la Sala culmina en un bajo divertículo arenoso de 6 metros de ancho por 0,80 de alto, fragmentado por varias columnas de roca madre. En este punto afloran restos humanos en la superficie del pavimento: un fémur, la parte inferior de un cráneo, una cintura pélvica, vértebras y algunas costillas. Está por determinar la antigüedad de dichos restos óseos.
Dejando a mano derecha la Galería del espolón, la cueva sigue su desarrollo en suave rampa ascendente. Tras un recorrido de 25 metros, con anchos de 5,60/1 metros y alturas de 0,80/1 metros, se llega al sifón lleno de agua, en la llamada Sala del lago. La Galería del sifón se sifona por completo en períodos de fuertes lluvias y nevadas en Sierra Tejea. La Sala del lago constituye una importante encrucijada de galerías. Su planta es aproximadamente circular, con 11 metros de diámetro y 1,90 metros de altura. En su pavimento se abren diversos sumideros que permiten apreciar la pérdida de agua del río subterráneo que por allí discurre. Se está estudiando el aprovechamiento de estas aguas en períodos y ciclos de sequía y metasequía. La Galería del lago parte de la Sala de igual nombre, en su margen izquie4do. Se trata de un pequeño pasadizo cubierto de arena que termina, inmediatamente, en el lago. Éste ocupa una superficie de 10 metros de longitud por 2,50 metros de anchura. En este punto se oye claramente el sonido de una cascada que se precipita por un sumidero no visible.
Las llamadas Galerías Bajas se inician en la Sala del lago, a 243,5 metros de la boca de entrada. Tienen 170 metros de recorrido. Todos sus puntos inferiores se conectan entre sí por bóvedas sifonantes y diminutos conductos de imposible acceso.
En la Sala del safari se capturó a un quiróptero para su estudio. Es una sala de amplias proporciones: 16 metros de longitud, 4,10 de ancho y 5,50 de alto, con gruesas columnas de estalactitas y estalagmitas.
La Galería Ducados es una galería eje en torno a la cual se organizan las Galerías Altas, a la izquierda, y las Galerías intermedias, a la derecha. Su trazado es rectilíneo y claramente ascendente ( 30º). Hay allí numerosos charcos de agua estancada. Al fondo de la Galería Ducados se inicia un reducido conducto tubular ascendente de 11 metros de recorrido: es una estrecha gatera con suelo de roca firme que, agrietada en algunos tramos, nos deja ver la enorme altura a la que nos encontramos en relación con el verdadero suelo de la cueva. El final de este singular conducto tubular contacta con el estrato superior de las Galerías Altas a través del llamado Paso de la alcayata. El ya mencionado estrecho pasadizo acaba en una pequeña abertura situada a 1,50 metros de altura: es el Paso de la alcayata, así llamado por la postura que ha de adoptar el cuerpo para sortearlo. Este tramo y el de la boca de entrada a la cueva son los más difíciles de sortear.
El mencionado Paso da nombre a la Sala de la alcayata. Esta Sala tiene forma arriñonada y confluyen en ella tres galerías. Está formada por ciclópeos bloques de piedra anárquicamente situados, que dan la sensación de un caos geológico total. Esta Sala presenta dos puntos de penetración: un conducto inferior y un escarpe superior que se unen más adelante formando un solo paisaje.
Ese pasadizo se llama Galería del muerto, de 42 metros de recorrido y anchos entorno a los 0,70 metros, así llamada porque en ella reposan en posición sedente restos óseos humanos dentro de un gran gour. Aparece el esqueleto completo de un ser humano. Está por determinar la antigüedad de dichos restos óseos.
A continuación se inicia la llamada Galería de las estrellas. Gruesas estalactitas fistulosas y bellas coladas parietales de un deslumbrante color blanco contrastan con el resto de la cavidad.
En la Edad Media, los musulmanes que habitaban Canillas de Aceituno le dieron a la cueva el nombre de Faral-Manhar, surtidor de agua a presión.
Durante la segunda mitad del siglo xvi la cueva fue empleada por moriscos de Canillas declarados en rebeldía. Algunos de esos moriscos sufrieron las llamadas ahumadas: hogueras prendidas frente a la boca de entrada de la cueva. Con el humo se mataba por asfixia a todo aquel que no salía.
Desde del siglo xviii hasta finales del xix la cueva fue refugio de bandoleros de Canillas (Villaloboa), de Sedella (Arce, Conde) y de otros pueblos de la Axarquía (Melgar, el Bizco del Borge).
Como leyenda histórica del siglo xx se cuenta que, a principios de los años treinta. hubo un muchacho en Canillas, conocido como el Sabio de la Fájara, que tenía la asombrosa y rara habilidad de predecir exactamente cuándo la cueva iba a reventar, es decir, cuándo iba a arrojar por su muy estrecha boca de entrada, una gran mole de agua a fuerte presión.
Otra leyenda habla de un viejo solitario que jamás soportó la presencia humana a corta distancia: era el Viejo de la Fájara. Rápidamente huía y se escondía cuando adivinaba que alguien llegaba cerca de donde él estaba. Vivía prácticamente en estado semisalvaje: andrajoso y enfermizo, sólo una hermana lo cuidaba. Su territorio era el del viejo molino de harina, el nacimiento del río Bermuza, el viejo puente árabe y la cueva Fájara. Dormía sobre un camastro de capotes y se alimentaba de sus cabras y ovejas y de los frutos que los abundantes árboles frutales de la zona producen.
En el período de postguerra (años cuarenta del siglo xx), las más profundas galerías de la cueva sirvieron de refugio a los maquis.
La cueva Fájara también ha sido lugar preferido para las excursiones de los llamados Días de las comadres y de los compadres.