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Huelga insistir, por ser algo suficientemente conocido, en lo que la Escuela de los Annales significó para el estudio histórico de la vida cotidiana, campo compartido con la Etnohistoria. También, obviamente, tanto en conexión con la historiografía francesa como con otras metodologías de investigación histórica, se han realizado aportaciones a ese campo de estudio en España[1].
Hemos hablado de Historia. Emilio Lledó, desde la Filosofía, nos recuerda algo:
La historia es lenguaje, porque éste constituye un modo privilegiado de cómo lo «ya antes» se comunica al «ahora». Sin comunicación no habría ni permanencia ni continuidad. […] El historiador busca, en el fondo, entablar un diálogo con totalidades del pasado que sólo son parcialmente visibles entre los restos que de él nos quedan. Estos restos adquieren mayores posibilidades hermenéuticas cuando se nos presentan como lenguaje, como documento u obra literaria, o sea, como testigos con voz…[2]
El hecho de que tenga razón (que la tiene) no significa que no existan otras fuentes, otros «restos» que nos comunican su mensaje, como las obras artísticas, que transmiten información con un lenguaje diferente al de las palabras, pero también un lenguaje.
Por ello, también desde la Historia del Arte se han realizado interesantes aportaciones al estudio de la vida cotidiana en el pasado. Bastaría con recordar, a modo de muestra significativa y conocida, Pintura y vida cotidiana en el Renacimiento de Michael Baxandall[3] (y, dicho sea de paso, la Historia y la Historia del Arte tienen nexos en común para el estudio de la vida cotidiana, incluso alguno tan curioso como las pinturas sobre la citada temática que realizó el gran etnohistoriador Julio Caro Baroja[4]).
Hay muchas obras de arte, de diverso tipo y épocas diferentes, en las que se reflejan escenas de la vida cotidiana, algunas asaz conocidas. En el presente trabajo nos centraremos en una muestra artística creada para en el ámbito de la tipografía. Nos referimos a un libro titulado Compendium ac συνόπσις in libros Ethicorum Aristotelis, un resumen en latín de la Ética a Nicómaco de Aristóteles, realizado por el humanista, diplomático, estadística y eclesiástico inglés Cuthbert Tunstall. En concreto, nos centraremos en la tercera edición, publicada en Lovaina en 1567 «Apud Hieronymum Wellaeum» [5]. Este impresor, Hieronymus Welle, tenía una marca de tipógrafo en la que aparecen un cazador a pie con su perro y dos liebres corriendo en direcciones contrarias, en correspondencia con el lema latino que aparece rodeándola: «QUI DVOS INSECTATUR LEPORES NEVTRVM CAPIT» (quien persigue dos liebres no consigue ninguna de las dos). Pero no la analizaremos en el presente artículo, dado que puede verse en la página web de la Universitat de Barcelona dedicada a marcas de impresores[6]. Lo que sí nos interesa especialmente es que en la citada edición empleó algunas letras capitales decoradas, con escenas de la vida cotidiana[7], como se verá en las reproducciones fotográficas que adjuntamos: un hombre comiendo, una mujer dando el pecho a un bebé, otra con una cántaro y una jarra, otra ordeñando, etc. En el volumen citado aparecen cinco de este tipo (A, O, P, Q, V) que recogemos que el presente artículo. Podría suponerse que quizá habría en la mencionada imprenta todo un alfabeto con este tipo de decoración, aunque solo se empleó algunas letras de la misma en esta edición en concreto.
Lo que nos ha decidido a preparar el presente trabajo es triple. La primera, poner a disposición de los estudiosos de la Etnohistoria, la Historia del Arte y la Historia (especialmente a los interesados por el enfoque holístico de la Escuela de los Annales) esta información, que no resulta muy accesible, dado que de esta edición en concreto conservamos un ejemplar en nuestra biblioteca personal y no hay ninguno ni en la Biblioteca Nacional de España ni tampoco en bibliotecas históricas creadas en el Renacimiento tan importantes como la Biblioteca Colombina de Sevilla y la Biblioteca del monasterio de El Escorial. Además, no se encuentra digitalizada en Google Books, donde sí aparece la publicada en París en 1554[8], en la que, por cierto, no se utiliza este tipo de letras capitales decoradas. La segunda, para que algún estudioso interesado puedan seguir esta línea de investigación, intentando localizar otras ediciones del citado editor lovaniense del Renacimiento y averiguar no solo si en aquella imprenta existió efectivamente todo un alfabeto decorado como las muestras que, a continuación, reproducimos fotográficamente (por orden alfabético), con escenas de la vida cotidiana, sino también si podrían tener (o no) algún simbolismo añadido a la escena visible[9]. La tercera, la interesante conjunción entre cultura escrita y cultura popular que constituyen los ejemplos aquí recogidos: acciones propias del día a día en un libro propio de la cultura humanística más elevada de la época.
Notas
[1] Por citar un solo ejemplo: MANUEL FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, La sociedad española del Renacimiento, Salamanca 1974, capítulo V: «ASPECTOS DE LA VIDA COTIDIANA». Previamente, en la p. 12, escribe: «Finalmente, trataremos de añadir algo distinto a lo tantas veces repetido desde Pfandl y González Palencia, hasta Valbuena Prat y Defourneux, sobre la vida cotidiana»; además, cita sus respectivas obras. Por cierto, la obra de Ludwig Pfandl cumple en 2024 su primer centenario, lo que indica la ya larga tradición del estudio sobre la vida cotidiana en el Renacimiento y en el Barroco.
[2] EMILIO LLEDÓ, Filosofía y lenguaje, Barcelona 2015, p. 95.
[3] MICHAEL BAXANDALL, Pintura y vida cotidiana en el Renacimiento. Arte y experiencia en el Quattrocento, Barcelona 1978.
[4] Pueden verse algunas de estas obras reproducidas en JULIO CARO BAROJA, «Malincònico Autunno»: Culturas/Diario 16 (13/07/1966).
[5] Se encuentra referenciada en el siguiente catálogo: ANDREW PETTEGREE – MALCOLM WALSBY (ED.), Netherlandish Books. Books Published in the Low Countries and Dutch Books Printed Abroad before 1601. A-J, Leiden – Boston 2011, p. 122, [nº.] 2610.
[6] La citada página web es: marques.vrai.ubu.edu.
[7] Aunque sean muestras de tipografía lovaniense, las escenas servirían para ilustrar la vida cotidiana de cualquier lugar de Europa en aquella época.
[8] «LVTETIAE, Ex oficina Michaëlis Vascosani, M. D. LIIII.»
[9] Lo decimos recordando algo que escribió Julián Gállego: «No hemos de buscar la univocidad de una obra de arte, como acaso lo quiere el sentido lógico, un tanto limitado, de nuestro siglo.» (JULIÁN GÁLLEGO, Visión y símbolos en la pintura española del Siglo de Oro, Madrid 1984, p. 158).