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Si el viajero se deja llevar por la curiosidad y pregunta en los valles y riscos de la Alta Extremadura acerca de viejos vestigios, pronto le dirán que "eso es cosa de moros". Así, las cuevas se convierten en habitáculos de moras, casi siempre encantadas; los restos prerromanos y romanos, en "kábilas morunas"; los dólmenes, en "casas del moro". ..Todo aquello que denote cierto tufillo a remota época es, según esta gente extremeña, producto del moro.
MOROS EN LAS JURDES
Al norte de la provincia de Cáceres, mordiendo la meseta castellana, se encuentra la comarca de Las Jurdes. Célebres han sido estas tierras por las mil y una patrañas que vertieron sobre ellas. Aquí, en este solar erizado de pizarrosas montañas y oscurecido de castaños y madroñeras, aún se pasea el moro de la leyenda. Moros y moras campean a sus anchas por los estrechos valles y por los riscales de la sierra. No existen vestigios arqueológicos que nos hablen de huellas de moros, ni costumbres antañonas relacionadas con estas gentes, ni danzas con sabor moruno, ni, en definitiva, rasgo etnográfico alguno que se emparente con el término "moro", tal y como hoy lo entendemos. Sólo quedan los topónimos y la leyenda.
Por Vegas de Coria, aldea jurdana que bebe las aguas del río Jurdano, los moros estuvieron doscientos años en el pago de la Arrolamúa. En Martilandrán, cuyo auténtico nombre es Martín Andrán, cuentan que también estuvo el moro doscientos años en las inmediaciones de El Chorro. Por Las Heras, pequeño pueblo dependiente del municipio de Casares de Las Jurdes, dicen que los moros habitaron en la Cueva de la Seta. Relatan en Aceitunilla, encantadora aldea colgada de las estribaciones de la Sierra del Cordón, que los moros corretearon cerca de la Peña Morina. Por Caminomorisco, municipio que se llamó antiguamente Las Calabazas, dice la gente que los moros anduvieron por la Sierra de Los Barrerones. En El Cerezal, caserío que se asienta en la confluencia de tres ríos, los moros hicieron su vida en los parajes del Gollete y en El Maúl. En el pueblo de Horcajo estuvieron internados en sus frondosos pinares, junto a la Cueva de la Mora. También en La Horcajada se refugiaron en otra Cueva de la Mora. Lo mismo se puede decir de Nuñomoral, que en el paraje de la Peña Güeca hay otra Cueva de la Mora. Y en Fragosa (no citamos más pueblos, porque se haría interminable la lista), nuestros moros vivían en las cuevas del Picu Cahtillu.
Topónimos relacionados con el moro aparecen muchos en Las Jurdes. En Aceitunilla, por ejemplo, Lombu del Moro y Cueva del Moru. En Martilandrán, Cueva del Moro y Cueva de la Mora. En La Huetre, Sepultura de la Mora. En Caminomorisco, cuyo topónimo nos dice ya mucho de por sí, encontramos Juenti del Moru (Fuente del Moro) y Peña de la Mora...
Acerca del modus vivendi de estos moros, coinciden, en la mayor parte de los pueblos de Las Jurdes, en hacerlos morar en cuevas. En Aceitunilla, estas cuevas son "terrizah", es decir, que están bajo tierra. En Las Heras, las cuevas están picadas en la roca viva. Todos están de acuerdo en afirmar que los moros se dedicaban la mayor parte del tiempo a la caza. Al parecer, en El Cerezal, aparte de este deporte o necesidad, también eran cabreros y apicultores. El tío Lorenzo Azabal Duarte, de 87 años, vecino de esta aldea, nos contaba: "Luh moruh eran negruh. S,arriaban pal Maúl. Jadían tratuh con cabrah y cormenah. Antecinuh d,aballá, moh quearun dichu: -"Cualihquiea qui le peti jandá pirongu en ehti lugá, con cabrah y cormenah já de tratá." (O sea, que los moros eran de piel muy morena. Vivían en el paraje del Maúl y se dedicaban al pastoreo de cabras y colmenas). Queda, asimismo, una imagen del moro como personaje peleón, "jechu a la garulla" (ladrón de huertos) e incluso homicida. Otra característica suya era la que los catalogaba como seres misteriosos, con poderes paranormales. No es raro oir por Las Jurdes frases como estas: "-Luh moruh eran encantaoris y jadían cosah cumu de brujah" (es decir, que eran medio brujos).
LAS MORAS DE LAS CUEVAS
Raro será el pueblo jurdano en que no se cuente la leyenda de la mora encantada, que habita en intrincada y misteriosa cueva en lo más fragoso de la sierra.
La leyenda, en síntesis, es como sigue: " Un pastor jurdano anda apacentando su ganado en el monte. En su deambular, se acerca junto a una cueva. Cuál es su sorpresa cuando observa que una mora tiene colocada una tienda de baratijas a la puerta de la gruta. La mora le invita a acercarse, preguntándole qué es lo que prefiere de todo lo que ve. El pastor contesta que "las tijeras". Entonces la mora monta en cólera y gruñe desaforada: "¡Serán para cortarte la lengua!" El pastor sale huyendo, pero la mora le da alcance y logra cortarle la lengua. Regresa el pastor a su majada y con mímica -no puede hablar- narra lo que le ha ocurrido. Los viejos pastores le dicen que aquélla era una mora encantada, que guarda fantásticos tesoros en su cueva y que para desencantarla hay que pedirle la mano".
A estas moras que habitan en cuevas se las llama, por el valle del río Ladrillar, "Jáncanah", palabra que guarda una gran consonancia con las "Anjanas" y el "Ojáncanu", seres fabulosos de la mitología cántabra. En el valle del río Ladrillar se asientan el pueblo de Ladrillar, que es cabeza de ayuntamiento, y tres aldeas dependientes de él: Ríomalo de Arriba, El Cabezo y Las Mestas. En esta zona, la leyenda varía algo. Veámoslo:
"Las Jáncanas suelen salir cada cien años. En el sitio de Los Juntanos, que pertenece al término de Ladrillar, se apareció una vez a un hombre una Jáncana encantada, con forma de culebra. La Jáncana tenía puesta una tienda, y le pidió al hombre que la desencantara. Para ello, el hombre debería permitir que la culebra se enroscase hasta por tres veces en derredor de su cuerpo. Cuando estuviera bien enroscada, el hombre le escupiría tres veces. En ese mismo instante, la Jáncana le haría la pregunta del ritual. Dicho y hecho. Pero he aquí que cuando la Jáncana le preguntó: "¿Qué es lo que quieres de mis cosas?", el hombre respondió: "Las tijeras" Entonces, la Jáncana se enfureció y se lanzó detrás del hombre, con las tijeras en la mano, al objeto de matarle. Iba gritando por los montes: "¡Desgraciado, que otros cien años a vivir bajo tierra me has condenado! ¿Por qué no dijiste todas las alhajas de la cueva y a mí la primera...?" y el hombre escapó, librándose de una muerte segura."
LAS MORAS DE LAS FUENTES
Otro manojo de leyendas que corren por Las Jurdes, introducen el mágico elemento de la mañana de San Juan y su relación con el agua. Nos hablan estas leyendas de moras que habitan junto a fuentes y corrientes de agua. Nos encontramos con que en la aldea de El Asegur, en el pago de El Chorro el Güecu, habitaba una mora, la cual salía todas las mañanas de San Juan, antes de venir el día, a beber a tal chorro. Y dicen las crónicas aldeanas que, en un cierto San Juan, la mora murió envenenada, pues el agua tenía una "salamantiga" (salamandra). Pero el moro (al parecer, estaba casada la mora) no murió y aún anda por aquellos lugares. En Aceitunilla sucede lo mismo, sólo que aquí es en La Juenti el Rihcu (Fuente del Risco), y la mora no se muere. Por Casares de Las Jurdes cuentan lo mismo que en Aceitunilla; en este caso, los hechos ocurren en la llamada Poza de la Mora. En el caserío de El Cerezal, la leyenda gira en torno a los parajes del Charco Rollón y Juenti de luh Juntanuh (que es lo mismo que decir "Fuente de los Fontanos", valga la redundancia). Por Caminomorisco aparece la Juenti de loh Moruh, en la sierra de Arrocalabazah, de la que se cuentan leyendas semejantes. En el lugar de Cambroncino se habla de lo mismo en las inmediaciones de la Juenti de la Alamea, que está en la sierra del Chapallar. y podríamos seguir y seguir, porque no encontraríamos ni un sólo núcleo jurdano en el que no pululen moras que se acerquen a beber la mañana de San Juan.
Curiosa resulta, por otro lado, la leyenda que hemos recogido en el caserío de El Gasco, perteneciente al municipio de Nuñomoral. Es la única en la que se conjugan los elementos: moro, cueva, agua y mañana de San Juan. La transcribimos literalmente, tal y como nos la contó José Crespo Miguel, alumno de 5º de E. G. B. del Hogar Escolar de Nuñomoral:
-Erasi una vé un hombri c,andaba jidiendu carbón pa la sierra del Gahcu. Antocih sa, la, pació un moru que l,ehpetó.
-¿Erih conformi en jadelti ricu?
-El hombri le diju que sí. Entoncih el moru lu llevó a la Cueva de la Güesera, qu,ehtá ampié del Chorru. El moru sacó un pan de la bandola y le diju al hombri:
-Cogéilu, pero no comáih d,ehti pan jahta la mañana de San Juan, que esa mañana te enllegaráh jahta mí, antih de vení el día, y m,ah d,enseñá el pan, sin que le farti un rehcañu, y yo te jaré ricu y te daré un botellín con agua del Chorro, cogía en la mañana de San Juan, pa que no te duelgan nunca máh lah muelah.
El hombri aballó cumu un rejileti de contentu. Pero lu suh ijuh andaban a matajambri y de continu le pidían pan. Antoncih al hombri no le queó otro lugal que dali un rehcañu, pa qu,.engañaran al banduju.
Cuandu llegó la mañana de San Juan, el hombri se presentó al moro y le dio el pan. Pero el moro viendu que le fartaba un rehcañu, le diju:
-No habéih cumpríu lu acordau, poh al pan le farta un rehcañu. Adióh riquezah. Esi pan eh la mora que,htá encantá en la Cueva de la Güesera, y vusotroh l,habéih comíu una pierna, que eh el rehcañu que voh habéih zampáu. Asina que la mora ha queau coja y no puedi salí de la cueva y no puedi sel desencantá. Otroh cien añuh máh la mora en la cueva siguirá" 1.
EL SIMBOLISMO DE LAS LEYENDAS
En primer lugar, hay que plantearse la siguiente pregunta: ¿Quiénes son los "moros/as" para el pueblo jurdano? Por lo que venimos exponiendo, vienen a ser unos seres legendarios, que habitan en cuevas o cerca de fuentes y corrientes de agua, que se dedican a la caza, al pastoreo y a la apicultura, que son amigos de las pendencias y que poseen artes de encantamiento.
Muy claro está que este "moro/ a" que vaga en la mente del jurdano, no tiene nada que ver , desde un punto de vista histórico, social y antropológico, con aquellos moros que se asentaron en nuestra Península a lo largo de 800 años.
Hoy en día hablar de los moros es traer a la memoria recuerdos e imágenes de gente norteafricana. Para muchos, el término "moro" le recuerda su servicio militar en Africa, o las campañas, al lado de los regulares, en la pasada guerra civil; o los dibujos de la enciclopedia escolar, con ecos de cruzadas o batallas de Covadonga y Clavijo; o incluso esos personajes ambulantes, de chilaba a rayas, que invaden actualmente nuestros pueblos con sus quincallas y abalorios.
Pero si hoy se piensa así, es muy posible que tiempo atrás la palabra "moro" tuviera otro significado. Con toda seguridad que vino a significar "antiguo morador", "seres que moraron en determinados lugares y de los que sólo se pueden dar noticias vagas, nebulosas". Y al no existir una certeza histórica, basada en hechos reales y concretos, estos antiguos moradores -"moros/as"- se convirtieron en seres míticos, entroncados, como muy bien afirman Tomás Mañanes y José Luis Alonso 2, con la mitología indoeuropea y prerromana.
¿Quiénes podrían ser estos antiguos y míticos moradores?
Si desmenuzamos las leyendas expuestas, veremos cómo el segundo haz de ellas nos habla sobre las moras que viven junto a las fuentes y otras corrientes de agua. Habría que relacionar, por lo tanto, a estas moras jurdanas con el ciclo mitológico de las antiguas Ninfas o númenes de las fuentes. Dentro de este ciclo nos encontramos con las Xanas que habitan por Asturias y que, al parecer, son descendientes de las Dianae (las ninfas o compañeras de Diana) 3. También se emparentan estas Xanas y Moras con las Lamiak fluviales del País Vasco y con las Mozas del Agua de Cantabria 4.
Sobre los "moros/as" que habitan en las cuevas, también tienen sus paralelos en otros personajes míticos de distintas zonas de España, como las Lamias de las cavernas vascas 5. Las cuevas de las moras jurdanas, al igual que las de las lamias vascas, son muy profundas, con laberínticas galerías, que comunican lejanos pueblos, o castillos, o iglesias, u otros restos o monumentos que revisten cierta antigüedad. Y allí hay fantásticos tesoros, innumerables riquezas que esperan al biennacido que tenga la suerte de romper maleficios y deshacer encantamientos.
Las leyendas de las moras de las cuevas también parecen conexionarse con el tema de "la amante sobrenatural", reflejado en numerosas leyendas europeas y asiáticas. Las llamadas "Melusinas" en algunas regiones de Francia y Alemania coinciden en gran parte con las "Jáncanah" del valle jurdano del río Ladrillar, fundamentalmente por su carácter troglodítico y por adoptar formas de serpientes 6.
Pero creemos que hay que diferenciar las versiones de la mora a secas que pone una tienda de baratijas a la puerta de la cueva, de aquella otra en que adopta la forma de serpiente. En el primer caso, como hemos dicho anteriormente, estaríamos ante el mito de la "esposa o amante sobrenatural", que como bien señala Caro Baroja 7, puede haber servido de base para el romance castellano de "La Infantina encantada". Sobre el segundo caso, nos parece que presenta mayor conexión con el mito de "la mujer y la serpiente", del que tantas muestras existen en la comarca jurdana, pero que no es cuestión de tratarlo ahora, ya que nos llevaría muchas páginas.
Otro elemento que aparece en las leyendas es "la mañana de San Juan". Pero tampoco es cuestión de tratar aquí de este asunto. Tan sólo apuntar, como es de sobra conocido, el carácter mágico y esotérico que posee esta fecha en determinadas zonas. Tal día, sobre todo la noche y la madrugada, antes de salir el sol, plantas y aguas, fundamentalmente, adquieren poderes especiales, casi siempre de carácter fecundante o profiláctico. De aquí que a las moras jurdanas les guste hincharse de agua la mañana de San Juan.
Llámanos sobremanera la atención otro elemento simbólico de las leyendas jurdanas. Nos referimos a las tijeras, el instrumento con que la mora corta la lengua al pastor. Auténtico simbolismo mágico rodea a las tijeras no sólo en Las Jurdes, sino en otras muchas zonas de Extremadura. Hemos observado petroglifos de la Edad del Bronce donde aparecen grabados que representan a tijeras, como el denominado "Patá de la Mora", en Mesegal, caserío jurdano dependiente del municipio de Pinofranqueado.
Por otro lado, las tijeras puestas en cruz debajo de la cuna de los niños, es un método eficaz para espantar a las brujas. Cuando la tormenta se avecina, no hay mejor remedio para conjurarla que colocar unas tijeras, abiertas en cruz, en el suelo, junto a la puerta de casa, o bien clavadas en dicha puerta. y cuentan asimismo que no hay mejor antídoto para alejar los malos espíritus que rondan a los difuntos, que colocarles, durante el velatorio, unas tijeras, también en forma de cruz, sobre el vientre. Todavía siguen colocándoselas a muchos.
Sin entrar, por ahora, en demasiadas profundidades, casi podríamos enclavar todas estas leyendas dentro de un ciclo mitológico genuinamente pastoril, contrapuesto a los mitos propios de los pueblos agricultores. El desarrollo geográfico de las leyendas y otros pasajes nos recuerda también el mito de la Serrana de la Vera, del que se conservan en Las Jurdes curiosas versiones romanceadas.
* * *
Digamos, como colofón final, que todo este mundo de mitos y leyendas está desapareciendo a marchas forzadas de la comarca jurdana. Los nuevos modos de vida, calcados de la consumista sociedad ciudadana, también han penetrado en la intrincada red de montañas de Las Jurdes. Hasta ahora, en esta comarca, se han venido conservando determinadas tradiciones y se ha mantenido una estructura social peculiar, lo que ha dado lugar a que estas tierras tuvieran personalidad propia, apareciendo como una de las zonas más originales de toda la Iberia. En ello ha intervenido el secular aislamiento histórico-geográfico (a veces se podría hablar de automarginación como mecanismo de autodefensa) de los pueblos jurdanos. Pero ya viene cabalgando por los serrejones la anodina, uniforme y homogénea "cultura" standarizada. Los jurdanos (de por sí con un índice cultural bajísimo) se dejan influir en grado sumo por el bombardeo de la sociedad de consumo, fundamentalmente por la que se ha dado en llamar "la caja tonta". y estamos presenciando, cada vez con mayor auge, cómo estas gentes llegan a avergonzarse de sus tradiciones, renegando de su genuina cultura popular, por lo que se produce un fenómeno de aculturización y una pérdida asombrosa de identidad.
Hora es, pues, de recoger este riquísimo material antropológico que se atesora en Las Jurdes. Si no lo hacemos ya, se habrá perdido una gran oportunidad de aportar elementos valiosísimos al mapa etnográfico de los pueblos de España, o, mejor dicho, de la entera y neta Península Ibérica.
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(1) Esta leyenda nos refiere las andanzas de un moro que habita en la Cueva de la Güesera, junto al llamado Chorru de la Miacera, entre las aldeas de Fragosa y El Gasco (ayuntamiento de Nuñomoral). Tal moro se le aparece a un jurdano pobre, con la intención de sacarlo de su pobreza. Por tal motivo le entrega un pan, pero con la condición de que no lo pruebe hasta que no llegue la mañana de San Juan. Sin embargo, el jurdano no puede aguantar que, día tras día, sus hijos le pidan pan. Parte un pequeño trozo y se lo entrega. Al llegar la mañana de San Juan, aparece el moro, el cual se percata de lo que ha pasado. Entonces amonesta al jurdano, diciéndole que seguirá en su pobreza, pues el trozo de pan que falta es la pierna de la mora que está encantada en la cueva, que ya no podrá ser desencantada hasta dentro de cien años.
(2) Tomás MAÑANES PEREZ y José Luis ALONSO PONGA: "Leyendas de moros y tesoros en el Bierzo", pág. 10, Revista de Folklore, nº. 14, 1981, Valladolid.
(3) CARO BAROJA, J.: Algunos mitos españoles, pág. 56, Editora Nacional, Madrid, 1941.
(4) Idem, pág. 58.
(5) Idem, pág. 56.
(6) André LEBEY: Le roman de la Melusine. París, 1925. pág. 20. Citado por Caro Baroja, op. cit., pág. 60.
(7) CARO BAROJA, J., op. cit., pág. 51.
(8) Agradezco con todo corazón y cariño las informaciones que en mis trabajos de campo me aportaron los siguientes jurdanos : Baldomero Martín Sánchez (Vegas de Coria), Amador Veraz Panadero (Martilandrán), Carmen Martín Alonso (Las Heras), Juan Iglesias Crespo (Martilandrán), Aurora Iglesias Ortiz (Aceitunilla), Jesús Gómez Domínguez (Caminomorisco), Amador Domínguez Domínguez (Fragosa), Lorenzo Azabal Duarte (El Cerezal), Martín Rueda Martín (Cambroncino), Eliseo Martín Iglesias (Aceitunilla), Lidia Azabal Iglesias (Aceitunilla), Gregorio Martín Domínguez (Nuñomoral), Agustín Rodríguez Iglesias (Asegur), Enrique Martín Vicente (Casares de las Jurdes), Juana Martín Velaz (Nuñomoral), Victoriana Azabal Duarte (Nuñomoral), Eladio Angulo, Adelio Crespo y Aurora Pino (los tres de Ladrillar), Juan Martín (La Muela), Tío Pedro el tabernero (El Castillo), Máximo Martín (alcalde de Caminomorisco), Agustín Hernández de Cáceres (Pinofranqueado), Baldomero Duarte (Nuñomoral) y Domingo Rubio Crespo (tamborilero de El Cerezal). Vaya también mi gratitud a los chavales jurdanos acogidos en el Hogar Escolar de Nuñomoral, Con los que conviví a lo largo de cinco cursos.