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Revista de Folklore número

501



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Cantares de amor no correspondido de Adeje, isla de Tenerife

MONROY CABALLERO, Andrés

Publicado en el año 2023 en la Revista de Folklore número 501 - sumario >



Resumen:

En esta segunda entrega, relacionamos 82 cantares que giran en torno al amor no correspondido a través de la palabra poética atesorada en la memoria de Concepción Alemán Alayón, y la recuperación realizada por su nieto Miguel Pérez Carballo, de textos aprendidos antes de 1930 en el municipio tinerfeño de Adeje, de las 347 que conforman el corpus total que pudo retener en su prodigiosa memoria esta mujer antes de sumirse en el luto y encerrase en su casa a causa de la muerte de familiares cercanos. En total, 43 coplas, 16 cuartetas, 12 redondillas y 11 quintillas que suponen la imagen fiel de lo que debió ser la tradición oral de Adeje en Tenerife.

Palabras clave: cantares, tradición, oralidad, Tenerife, Canarias.

Abstract:

In this second installment, we relate 82 songs that revolve around unrequited love through the poetic word treasured in the memory of Concepción Alemán Alayón, and the recovery carried out by her grandson Miguel Pérez Carballo, of texts learned before 1930 in the Tenerife municipality of Adeje, of the 347 that make up the total corpus that this woman was able to retain in her prodigious memory before she plunged into mourning and locked herself up in her home due to the death of close relatives. In total, 43 couplets, 16 quatrains, 12 redondillas and 11 quintillas that represent the faithful image of what must have been the oral tradition of Adeje in Tenerife.

Keywords: songs, tradition, orality, Tenerife, Canary Islands.

1. Introducción

Gracias a Concha Alemán, y a la labor de transcripción inicial y posterior conversión en texto digital de su nieto Miguel Pérez Carballo, hemos podido rescatar del olvido la literatura de tradición oral en Adeje, municipio de la isla de Tenerife perteneciente al archipiélago de las Islas Canarias. La prodigiosa memoria de esta adejera, capaz de recordar hasta 347 cantares de temáticas muy diversas, ha hecho posible la recuperación de la voz perdida de la tradición de esta zona de la isla.

Los datos biográficos de Concepción Alemán Alayón (Adeje, 1888-1977) ya aparecen cosignados en el artículo «Cantares amorosos de Adeje, en la isla de Tenerife», Revista de Folklore nº 490 del año 2022. En la foto, aparece en riguroso luto vestida de negro, con sus hijos y nietos.

Los diferentes textos se han clasificado temáticamente en cantares amorosos, de amor no correspondido, de penas y funestos, humorísticos, filosóficos, religiosos y circunstanciales. En concreto, este artículo recogerá los de amor no correspondido, de tal forma que hacen un total de 82 poemas, de entre ellos: 43 coplas, 16 cuartetas, 12 redondillas y 11 quintillas o con estructura similar a las quintillas, en octosílabos de rima asonante. Estas composiciones se caracterizan por una visión negativa del amor, por el dolor y el pesar que el amor causa cuando no es correspondido y por la aceptación final de la situación de desinterés del ser amado sobre el amante despreciado.

Se trata de cantares inéditos, a excepción de las pocas composiciones ya recogidas en obras como La copla: folías, isas, malagueñas y seguidillas (1946) de Sebastián Padrón Acosta, Poesía tradicional canaria (1968) de José Pérez Vidal, Lírica tradicional canaria (1990) de Maximiano Trapero, La música tradicional canaria, hoy (1998) de Talio Noda, Coplas y canciones (1999) de Juan Brito Martín, como principales obras donde se encuentran recogidas la mayor parte de las coplas en Canarias. Anotaremos los casos de recolección anterior; pero el resto de ellas son totalmente inéditas.

2. Cantares de amor no correspondido

2.1. El dolor por la no correspondencia del ser amado, que se muestra a través de las lágrimas y en la desazón poética materializado en muchas ocasiones en la palabra pena:

La imposibilidad del amor lleva al yo lírico a llorar y a no desear más al ser amado, como ocurre en la quintilla, en la copla y en la cuarteta siguientes:

Algún día tú, mujer,

has de llorar sin consuelo

y le has de pedir al cielo

que te vuelva yo a querer,

y entonces yo no te quiero.

Los ojitos de mi cara

de llorar se están secando,

la culpa la tienes tú

que me estás atormentando.

Lágrimas nublan mis ojos

cuando tú de mí te alejas,

y tú, por causarme enojo,

unida en dolor me dejas.

Al igual que el amante vaticina el futuro triste de la amada cuando ya él no la ame:

¿Cuántas veces llorarás

cuando no tengas remedio?

Te veré y me verás,

pero no nos hablaremos.

Esta desazón que crea el desamor hace que el ser amado y el amante se odien el uno al otro, por medio de la figura del políptoton:

No quiero que tú me quieras,

ni yo tampoco quererte;

quiero que tú me aborrezcas,

yo también aborrecerte.

A pesar de todos los intentos de lograr su amor, entre ellos el de cantarle hermosas canciones a su amada, ella no responde a su deseo:

Porque cuando yo te llamo

con dulce y tierna canción,

no vienes a mis reclamos:

bella mujer yo te amo

con todo mi corazón.

La ausencia de la amada es otro motivo recurrente que causa dolor en el amante:

Es la ausencia tan locura

que no me deja vivir;

¿cuándo querrá la fortuna

que yo te vuelva a decir?:

pimpollo de la hermosura.

La anáfora del color de los ojos de la amada remarca tanto el motivo de su enamoramiento, unos bellos ojos azules, como el de su sufrimiento:

Ojos azules tenía

la mujer que me olvidó,

ojos azules tenía

como los tenía yo.

Los dos siguientes poemas comienzan curiosamente de igual manera, aunque se trate de composiciones diferentes, en el primer caso con el motivo recurrente en la tradición oral de la carta que se envía al ser amado:

Anda ingrata de tu amor:

tú bailando y él ausente

yo le escribiré una carta

que te olvide

y no “pa” siempre.

Anda ingrata que aunque muera

no te he de amar en la vida,

porque tus ingratitudes

no matan pero lastiman.

El «destino cruel» hace alusión al enamoramiento cuando el amante no es correspondido:

Aquel destino cruel:

me aconsejan que te amen,

y me dicen que te llamen

ángel de mi padecer.

A pesar de la intención del amante de no enamorarse de la amada, este impulso amoroso es inconsciente; por lo que no cumple con su juramento de no hacerlo:

Yo juré de firme intento

de nunca amores tener

y tú has venido a romper

mi sagrado juramento.

Pero lo habitual es la utilización de palabras como pena, disgusto, dolor, entre otras que remiten al amor no correspondido:

No quiero casas caídas,

ni paredes derrumbadas,

ni casamiento a disgusto:

donde no hay gusto, no hay nada.

Si supieras mi dolor,

mi sentimiento y mi pena

demostrarás cariños

aunque muy ingrata fueras.

¿Hasta cuándo, vida mía,

tengo de vivir penando?

Todas las horas del día

me las paso suspirando.

Porque cuando me dijiste

que tu delirio era yo,

me mostraste con los labios

lo que el pecho no sintió.

Tengo un dolor en el alma

y los médicos me dicen:

que no es dolor,

que es amor

que va criando raíces.

Cuando chiquita lloraba,

ahora que soy grande lloro;

cuando chiquita por madre,

ahora por el bien que adoro.

Amante mío que fuiste,

espejo donde me miré,

qué mal me correspondiste:

eso es lo que lloraré.

Otras composiciones en donde se habla del dolor que causa el desamor en el amante es:

En calma estoy, dulce amor,

esperando tu respuesta;

la mucha calma molesta,

desengañarme traidor.

2.2. El suspiro como plasmación expresiva del desamor:

Una variante de la pena es su materialización en el suspiro, que denota el amor no correspondido y el deseo del amante en ser atendido en su propuesta de amor, el último cantar incluso con una nota de humorística:

Quien pudiera, dulce sueño,

en este corto retiro,

enviarte mi corazón

como te envía suspiros.

Mi corazón da un suspiro,

el alma le dice espera:

corazón, ¿por quién suspiras,

por quien de ti no se acuerda?

Todas las mañanas voy

con el pensamiento a verte,

y como quedas enfrente

son los suspiros que doy.

Hasta los suspiros míos

son más dichosos que yo:

ellos van por donde quieren,

ellos pueden ir y yo no.

Suspira corazón triste,

rompe esa pena con ayes

y mira no te desmayes,

en la pena que te existe.

En la antítesis dormida/despierto se mueve la quintilla:

Por tu calle voy pasando

prenda del alma querida,

si te despierto cantando

vuélvete a quedar dormida

que yo me voy suspirando.

2.3. La superación del amor, el olvido, el arrepentimiento o la aceptación de la situación de desprecio del ser amado:

Menos comunes son los que hablan de la superación del amor, en donde prima el olvido sobre el lamento de amor, aunque algún rescoldo de pena y dolor se mantengan en la voz lírica:

Que te quise, fue verdad;

que te olvidé, fue mentira;

que te vuelva yo a querer

eso no, ni que se diga.

Dicen que ya no me quieres,

que tienes a quien querer;

a mí no se me da nada:

si tú tienes, yo también[1].

Si piensas que yo te quiero

porque me hayas olvidado;

no tengo, que si tuviera,

me vestiría de encarnado[2].

Tenía un amante yo

que llorando me decía:

que jamás me olvidaría

y ese tiempo ya pasó.

2.4. La presencia de la naturaleza, como mediadora del sentimiento del amante, en especial de las aves y las flores:

La simbología erótica de los elementos de la naturaleza ya ha sido estudiada en el artículo «Por verte, Virgen Sagrada, hizo el sol una parada: la simbología erótica de los estribillos romancescos canarios» (Monroy 2005: 11-46), por lo que simplificaremos lo aportado en esa investigación, como por ejemplo la presencia del ave en este tipo de composiciones, sea esta la paloma, el ruiseñor, la calandria, el jilguero… casi siempre como metáfora de la amada:

Paloma si vas al monte,

mira que soy cazador;

y si te tiro y te mato

para mi será el dolor[3].

Aquí traigo una paloma,

que en el nido la cogí;

la otra quedó llorando,

como yo lloro por ti.

Palomita blanca y bella

dime quién se te murió:

si se te ha muerto tu madre

o tu novio te olvidó.

Canta alegre el ruiseñor

anunciando el nuevo día,

y yo canto vida mía

sin esperanza de amor.

Qué importa que la calandria,

el ruiseñor y el jilguero

canten para divertirme

si para mí no hay consuelo.

A los montes y a las aves

tengo de cantar mis penas:

a los montes porque callan,

a las aves porque vuelan[4].

Otro elemento de la naturaleza importante es el de las flores, que representan el amor en toda su esencia, sobre todo la rosa, el clavel, el azahar, la azucena,… que simbolizan a la amada:

Veinticinco rosas tiene

el rosal de Alejandría,

veinticinco puñaladas

daba porque fueras mía.

Clavelito colorado,

nacido en el mes de enero,

cómo quieres que te olvide

si fuiste mi amor primero.

Cuando me dan a beber

azahares con aromas;

otro, que tú no has de ser,

el dueño de mi persona.

Qué bonita azucenita,

toda llena de rocío,

¿quién la pudiera alcanzar

pero, cómo yo, Dios mío?

A las azucenas blancas

yo no las puedo olvidar,

porque de blanco se visten

las niñas de mi lugar.

En tu puerta planté un pino

en tu ventana un clavel,

para el día que te cases

cojas clavellinas de él[5].

No quiero querer a nadie

ni nadie me quiera a mí,

quiero andar dentro de las flores;

hoy aquí, mañana allí[6].

Si entendiera que con flores

se quitaran tus agravios,

yo te mandara buscar

las flores de abril y mayo[7].

Yo me subí a una pradera

en busca de varias flores

para darle los olores

a una mujer hechicera.

Dentro el trigo nace el trébol,

dentro el trébol varias flores,

y por eso yo me atrevo

a tener contigo amores[8].

El lugar de encuentro amoroso por excelencia en la lírica tradicional es la fuente o el agua del río, como aparece en la composiciones siguientes:

La palabra que me diste

en la orilla de la fuente,

como era cerca del agua

se la llevó la corriente.

Ya me voy, ya me despido,

ya mis ojos son dos fuentes,

ya no cesan de llorar

hasta no volver a verte[9].

Tu querer y mi querer,

tu cariñito y el mío,

es como el agua en el río

que atrás no puede volver[10].

Otra forma de ver el desamor es como ofensa del ser amado hacia el amante, cuando éste no es atendido como hubiera querido:

Si tú supieras leer

lo que en mi pecho se encierra,

nunca más sobre la tierra

me volvieras a ofender.

Curiosamente, la transmisora de estas composiciones incluye entre las quintillas populares un fragmento de una composición culta, cuyo autor es José de Espronceda:

Hojas del árbol caídas

juguetes del viento son:

¡las ilusiones pérdidas

que son hojas desprendidas

del árbol del corazón![11]

2.5. El mar:

El mar es uno de los temas más característicos de los cantares canarios, es el elemento que lo contextualiza en el paisaje isleño como en la redondilla siguiente, con un doble sentido de la palabra golfo refiriéndose tanto al fenómeno geográfico como a la calidad del individuo del que se enamoró el yo lírico:

Mañana en el mar salado

tu imagen contemplaré,

y llorando pasaré:

este golfo desgraciado.

Junto al mar, es normal encontrar menciones a la costa, en especial a la playa, como en la copla siguiente:

Llorando por ti en la playa

mi llanto en el mar cayó,

y como era tan amargo

el agua fuera lo echó[12].

Dentro de la playa, lo más significativo es la arena, de ahí su mención en la copla, relacionando lo efímero de la escritura en la arena que es borrada por la ola y del amor en un marinero:

El corazón del marino

tal como la arena es,

que lo que en ella se escribe

el mar lo borra después.

La copla que sigue a continuación comienza como un estribillo canario, con la mención de la arena y del agua del mar:

Por debajo de la arena

corre el agua y se trasmina

por eso a mí me gusta

el nombre de Guillermina[13].

La siguiente quintilla, de rima muy especial, menciona otro elemento propio de las playas y de la costa, el caracol de mar:

Hasta los caracolitos

que se crían en el mar

me han dicho

que yo te olvide

y no te puedo olvidar.

La unión de un fenómeno atmosférico como la lluvia junto al elemento del mar, nos da el tono de nostalgia que persigue el poeta:

Salió una lluvia del mar

regando todos los campos.

¿Cómo quieres que te olvide

a quien he querido tanto?

Lo más valioso que aporta el mar son las perlas, de ahí su mención junto al sol, expresando lo más hermoso de los dos mundos: el cielo y el mar. Pero la belleza de ambos elementos no alegra el corazón del amante, porque no es correspondido:

En el mar nace la perla,

en el horizonte el sol,

pero la dicha no nace

dentro de mi corazón.

La comparación entre la nave, baqueteada por el viento, el campo estéril y el cielo sin estrellas se relaciona con la mujer que no es capaz de amar en la cuarteta:

Es la mujer sin amor

como la nave sin viento,

como el campo sin verdor,

y sin luz el firmamento.

2.6. Los astros: el sol, la luna, las estrellas,... además de los elementos atmosféricos (amanecer, atardecer, etc.)

En cuanto al sol y la luna, ya los hemos mencionado en otros apartados. Entre los astros, destaca la mención de las estrellas, que pueden llegar a ser cómplices del amor sentido por el yo lírico:

Hasta las estrellas dicen

que yo me tengo la culpa:

querer a quien no me quiere,

buscar a quien no me busca.

Blanca estrella desprendida,

rica perla de los mares,

para colmar mis pesares;

ya sabes que mis cantares

son tuyos como mi vida.

Sí, porque te dije un día

de broma que me quisieras:

te subiste a las nubes

alta como las estrellas.

La comparación entre el amor que se olvida fácilmente y la nube que el viento crea y deshace a su placer es clara en esta cuarteta:

Amor porfiado y violento

fue contigo mi querer,

fue nube que hizo el viento

y la volvió a deshacer.

2.7. La muerte:

Inherente al desamor es el deseo de morir en el amante que no obtiene la felicidad del amor, de ahí la reiteración de poemas cuyo núcleo principal gira en torno al deseo de finalización de su vida.

A morir voy a morir,

a morir que no hay remedio;

a morir voy confesando,

que te quise y que te quiero.

Quererte, mi bien, te quiero

mientras mi vida durare;

a la vez que yo me muera

Dios del cielo que te ampare.

¡Ay, Dios, qué terrible son

las fatigas de la muerte!

Pero las de yo quererte

no tienen comparación.

De igual forma, el amor puede suponer un sentimiento tan parecido al de morir que el amante los confunde ambos, ante la pena que siente al no verse correspondido, en la derivación lloro-lloraba:

Ya no suspiro por verte,

ni lloro como lloraba;

yo creí que era mi muerte,

pero al fin todo se acaba.

2.8. La religión:

Como se ha comentado en el artículo anterior, el de los «Cantares amorosos de Adeje, en la isla de Tenerife» (Monroy, 2022), el tema religioso no es muy utilizado en estas composiciones, por el respeto y devoción tan grande que siente el pueblo por su religión. Pero encontramos algunos casos en que se mencionan los espacios sagrados, como la iglesia, lugar de encuentro amoroso a través de la metáfora de la penitencia como el sufrimiento que siente el amante ante la dejadez del ser amado:

Ayer tarde fui a la iglesia

a confesar con un santo

y me dio de penitencia

que no te quisiera tanto.

El cielo es comparado con el más alto galardón que puede recibir el amante, el beso de su enamorada:

En el cielo de tu boca

estuve un año escondida

y como no me buscabas

no me di por entendida.

La amada, retando a Dios, prefiere la muerte al enlace amoroso con el amante; lo que supone infringir una norma sagrada cristiana: la del suicidio.

Es posible sin ser Dios

que haya en el mundo quien pueda

quitarme si tengo vida

porque tu amada no sea.

2.9. La cárcel de amor:

En la línea de Cárcel de amor de Diego de San Pedro y de la poesía del cancionero del siglo xv, podemos hallar composiciones que traten el amor como el cautiverio que sufre el amante a causa del amor hacia la amada cuando este no es correspondido, como en la cuarteta siguiente, en donde se sigue la analogía de que el amor es una cadena perpetua y la amada el carcelero que tiene prisionero a la voz lírica:

Cadena perpetua tengo,

me la quitan si te olvido;

anda, dile al carcelero

que apriete bien los tornillos.

La quintilla siguiente lo ejemplifica mejor:

Preso en la cárcel estoy,

preso por una mujer;

carcelero, si me muero,

esa que no me venga a ver

que ni muerto la quiero.

Igualmente, en la quintilla y en copla siguientes se continúa con el mismo tópico intemporal del amor como un cautiverio que sufre el amante cuando la amada no responde a sus sentimientos, y en el segundo caso formulado a través del símbolo de la cadena al cuello, en la doble alusión de que ata al preso como al enamorado:

Yo reconocí en tus sienes

que me querías matar,

ahora que presa me tienes:

¿cómo me podré librar

de la prisión que me tienes?

La cadena traigo al cuello,

la que me mandó usted a echar,

como era de fino acero

no la pude quebrantar.

2.10. Sentencias:

Muchas de estas composiciones se formulan a manera de sentencias, como la siguiente copla en donde aparece una advertencia hacia la mujer de no tener malos amores en tierra ajena, por los problemas que ello conlleva dentro de la alusión de la mitad del fruto metaforizado en la mitad del amor:

Media naranja en el agua,

de lejos parece entera;

no se enamore señora

de hombre que no es de su tierra[14].

Estas advertencias siempre suelen ir dirigidas hacia la mujer, que es la que más riesgo toma en el enamoramiento, sobre todo si este sale mal parado. De ahí, que se le aconseje que busque un amor duradero, firme como un árbol y no endeble como un arbusto:

Al arbolito pequeño

poco aire tumba la hoja,

el amante que no es firme

por poca cosa se enoja.

Otras advertencias también pueden ir dedicadas al amante, sobre todo cuando la amada no cumple su palabra de amor prefiriendo a otro hombre como esposo:

Esta mujer fue inconstante,

su palabra no cumplió;

que se ha casado con otro

y a mi fue y me dejó.

El lamento del amante que es incapaz de plasmar en palabras su amor por ser analfabeto, se hace patente en la siguiente copla:

Mi amante escribe y no lee,

yo leo y no sé escribir:

dichoso de aquel que sabe

manifestar su sentir.

Otra copla perfilada de forma sentenciosa, siguiendo la analogía de la falta de luz en el lucero y en el día y sin transparencia en el riachuelo, lo vemos en correlación con la mujer a la que le falta algo vital en la vida, el estar enamorada:

Lucero sin claridad;

día, mañana sin sol;

arroyo sin transparencia;

es la mujer sin amor.

2.11. Otros temas

Ante la imposibilidad del amor, el amante prefiere el retiro y la vida solitaria en el campo, siguiendo el tópico del Beatus ille horaciano:

Dime cuándo es tu partida,

que me quiero retirar,

darle fin a mi vida

y a los montes, a llorar.

O el de la vida como un viaje en barco y los puertos, los encuentros amorosos infructuosos entre los amantes:

Si quieres que yo te quiera

vente a mi puerto a embarcar,

tus brazos serán los remos

y mis lágrimas el mar.

Igualmente, se puede ver el amor como un veneno que la amada le va aplicando de forma gradual al enamorado hasta la muerte:

Cómo quieres que te quiera,

que te adore callando,

si tú me das a beber

el veneno rechinando.

3. Conclusión

Entre los cantares de amor no correspondido que atesoraba en su prodigiosa memoria Concha Alemán, nos encontramos con los que hablan del dolor por la no correspondencia del ser amado, a través de su expresión en lágrimas y en desazón poética materializado en muchas ocasiones en la palabra pena; como también en la reiteración del vocablo suspiro como plasmación expresiva del desamor; en otras ocasiones, encontramos la superación del amor ante el olvido, el arrepentimiento o la aceptación de la situación de desprecio del ser amado; también la naturaleza se hace presente por medio de las aves, las flores y la fuente; como nota contextualizadora de la realidad canarias tenemos la presencia omnipresente del mar; no falta la alusión a los astros (sol, luna, estrellas) y a los fenómenos atmosféricos (amanecer, atardecer, lluvia); junto a otros temas como el deseo del amante de morir, el tema religioso, el amor como prisión y el carácter claramente sentencioso de muchas de estas composiciones. En fin, un catálogo completo de lo que supuso la lírica de tipo tradicional en su temática de amor no correspondido en el municipio de Adeje, al suroeste de la isla de Tenerife.




BIBLIOGRAFÍA

Brito Martín, Juan. Coplas y canciones. Tenerife: Centro de la Cultura Popular Canaria, 1999.

Espronceda, José de (2023): El Diablo mundo. El Pelayo. Poesías. Edición de Domingo Ynduráin. Madrid: Editorial Cátedra, Letras Hispánicas.

Monroy Caballero, Andrés. «Por verte, Virgen Sagrada, hizo el sol una parada: la simbología erótica de los estribillos romancescos canarios», Revista de Poética Medieval, nº 14 (2005), Universidad de Alcalá de Henares: 11-46.

___. Estribillos romancescos canarios: Estudio literario, lingüístico y etnográfico. Las Palmas de Gran Canaria: Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Servicio de Publicaciones y Difusión Científica, 2017.

___. «Cantares amorosos de Adeje, en la isla de Tenerife», Revista de Folklore, nº 490, diciembre de 2022, Valladolid, pp. 54-67.

Noda Gómez, Talio. La música tradicional canaria, hoy. Las Palmas de Gran Canaria: Ediciones de la Fundación Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, 1998.

Padrón Acosta, Sebastián. La copla: folías, isas, malagueñas y seguidillas. La Orotava: Cuadernos de Folklore Drago, Musa Popular Canaria, 1946.

Pérez Vidal, José. Poesía tradicional canaria. Las Palmas: Ediciones del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1968.

San Pedro, Diego de (2005): Cárcer de amor. Arnalte y Luscenda. Sermón. Edición de José Francisco Ruiz Casanova. Madrid: Editorial Cátedra, Letras Hispánicas.

Trapero, Maximiano. Lírica tradicional canaria. Islas Canarias: Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias, Biblioteca Básica Canaria, 1990.




NOTAS

[1] En Talio Noda (1998:93): «Dices que ya no me quieres,/ que tienes a quien querer;/ a buen tiempo me avisaste:/ si tú también, yo también».

[2] Recogido por Trapero (1990: 92): «Si piensas que tengo penas/ porque me has olvidado,/ no tengo, que si tuviera/ me vestía de encarnado».

[3] En Trapero (1990: 135): «No vayas, paloma, al monte,/ mira que soy cazador,/ si meto un tiro y te mato/ para mí será el dolor».

[4] En Trapero (1990: 135): «A los montes y a las aves/ vengo a contar mis penas:/ a los montes porque callan,/ a las aves porque vuelan».

[5] En Pérez Vidal (1968: 153): «En tu puerta planté un pino/ y en tu ventana un peral;/ quiera tu madre o no quiera,/ contigo me he de casar».

[6] En Trapero (1990: 93): «No quiero querer a nadie/ ni que me quieran a mí:/ quiero andar entre las flores,/ hoy aquí y mañana allí».

[7] En Trapero (1990:134): «Si supiera que con flores/ se quitaran los agravios/ yo mandaría a buscar/ las flores de abril y mayo».

[8] En Trapero (1990: 142): «Dento ‘el trigo nace el trébol,/ dentro ‘el trébol varias flores,/ y por eso yo me atrevo/ contigo a tener amores».

[9] En Trapero (1990: 94): «Ya me voy, ya me despido,/ ya mis ojos son dos fuentes:/ ya no cesan de llorar/ hasta no volver a verte».

[10] En Trapero (1990: 87): «Tu querer y mi querer/ son dos quereres en uno:/ que siempre estamos riñendo/ por si es mío o por si es tuyo».

[11] La composición dice así:

Hojas del árbol caídas
juguetes del viento son:
¡Las ilusiones perdidas
¡ay! son hojas desprendidas
del árbol del corazón!
¡El corazón sin amor!
¡Triste páramo cubierto
con la lava del dolor,
oscuro inmenso desierto
donde no nace una flor!

[12] Los dos primeros versos en Trapero (1990: 89): «Llorando por ti en la arena/ mi llanto en el mar calló;/ es mi llanto tan amable/ que el mar no lo consintió».

[13] Al igual que en el caso anterior, parte de los dos primeros versos aparece en Monroy (2017: 270): «Por debajo de la arena / corre el agua mansa y sueña» y «Por debajo de la arena / corre el agua y va serena».

[14] En Trapero (1990: 106): «Media naranja en el mar/ de lejos parece entera,/ no te enamores, mi niña,/ de un hombre que no esté en tierra».



Cantares de amor no correspondido de Adeje, isla de Tenerife

MONROY CABALLERO, Andrés

Publicado en el año 2023 en la Revista de Folklore número 501.

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