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Basilio Martín Patino y el cine en Salamanca
El director que en mayor número de sus películas ha filmado imágenes de Salamanca ha sido Basilio Martín Patino (Lumbrales, 1930). Ha sido el mejor escenógrafo para la ciudad. En Nueve cartas a Berta, el espacio representado de Salamanca ciudad alcanza nada menos que 56 minutos de los 95 de metraje del film, a lo que hay que añadir las secuencias de la Sierra de Francia y Morille, otros 15 minutos. El film refleja una ciudad estratificada, inmovilista, con el peso de la religiosidad tradicional, un ámbito que desmonta las ansias de cambio del joven universitario, que se reintegrará resignado a la «normalidad» de su entorno. Ese cierre del film, cuando ya las circunstancias eran otras y también se sentía aún más libre para ejercer una reescritura, el cineasta lo modificó en 2007 con su ensayo fílmico Palimpsesto salmantino. Con asiento en un guion de consistencia literaria, el relato fílmico no sigue un desarrollo rectilíneo o plano. El realizador marcó un estilo adecuado para arrastrar el relato mediante una narración fragmentada. Convertida en película emblemática de referencia del denominado Nuevo Cine Español, Nueve cartas a Berta trasladó a imágenes una Salamanca real, cotidiana, reconocible. También figuran imágenes tan atractivas como representativas en la marcha vital del protagonista que se localizaron en la provincia (Valero, San Esteban de la Sierra y Morille). Si el paisaje es identificable, también lo es el paisanaje. Entre los miembros del equipo cinematográfico figuró otro salmantino, José Luis García Sánchez, que comenzó como ayudante de dirección un largo recorrido junto a su pariente Martín Patino. En el rodaje se emplearon cinco semanas – de 12 de abril a 22 de mayo de 1965– y el coste fue de poco más de 3’5 millones de pesetas, con una duración de 95 minutos. Aunque recibió la máxima protección oficial, frases, planos y hasta títulos de capítulos fueron modificados o eludidos con ingenio. Entre la juventud representó una especie de revulsivo. Se estrenó en Madrid el 17 de febrero de 1967[1].
La Berta presente–ausente de la primera película de Basilio M. Patino fue Ella, en Los paraísos perdidos (1985). Rodada fundamentalmente en la localidad zamorana de Toro, está protagonizada por Charo López, que incorpora a la hija del profesor exilado que vuelve desde Alemania. Desde Toro, Ella – Berta viajó a Salamanca para encontrarse con el que se supone que fue Lorenzo – Emilio G. Caba, aquí interpretado por el escritor Juan Cueto. El fotógrafo Pepe Núñez y el escritor Gonzalo Torrente Ballester están entre los ocupantes de la terraza. Y aparece en imagen el propio director de la película, sentado ante uno de los veladores. Los paraísos perdidos supuso la primera vez que Charo López intervino en un rodaje en la ciudad en la que nació, al igual que es la primera película de B. Martín Patino y de la actriz juntos. La filmación en Salamanca correspondió a los días 18 y 19 de febrero de 1985, y esos fueron los días finales de rodaje.
El origen remoto de Octavia hay que buscarlo en el guion Borrachos como dioses. En Octavia, Salamanca alcanzó a quedar plasmada con una belleza y una fuerza que solo tienen rival en Nueve cartas a Berta. Rodrigo se topa con su pasado familiar y salmantino, del que escapó. Octavia, rebelde, marginal, drogadicta, busca otros territorios. Se encargó de la fotografía José Luis López Linares. La película se rodó entre el 26 de septiembre y el 24 de noviembre de 2001. Y se desarrolló en la propia casa del director en la calle del Arcediano, presente en la película de forma permanente. La cocina pertenece a la casa salmantina del director, al igual que el jardín en el que se baña la joven. El director, como ya hizo en su primera película, regresó al patio del Casino con su ambiente adormecido. El estreno del film tuvo lugar el 1 de octubre, en el Teatro Bretón.
En el Paraninfo universitario se proyectó Palimpsesto salmantino (2007). Martín Patino aportó lo que denominó «una especie de encargo» mediante la manipulación de tres de sus películas anteriores con referencias salmantinas. En el caso de Nueve cartas a Berta, el protagonista Lorenzo levanta el vuelo y se marcha de la ciudad, lejos del ambiente que lo ahogaba en el film de 1965. En el Palimpsesto Salmantino, el cineasta configuró en tres partes una nueva reflexión sobre Salamanca. Primero, la pieza Amanecer en Salamanca. El segundo capítulo, Los paraísos intuidos, se centra en Nueve cartas a Berta. La tercera reescritura, Borrachos como dioses, se centra en Octavia (2002).
Entre las aportaciones de los cineastas salmantinos, la obra de BMP es la que alcanzó mayor proyección. El cineasta es autor de una obra más bien corta, pero rica y muy personal. Quizá se trata, según Ignacio Francia, de una obra muy subjetiva. Nació en Lumbrales el 29 de octubre de 1930, hijo de un matrimonio de maestros, que partieron en 1940 para ejercer su profesión en Salamanca. Las lecturas, las relaciones, los viajes al extranjero y sus estudios en la facultad de Filosofía y Letras le aportaron una mente más abierta y crítica. Organizó las I Conversaciones Cinematográficas Nacionales, en mayo de 1955. Se fue a Madrid en junio de 1955. En 1985, con Los paraísos perdidos, la ficción se rodó en Toro, Zamora, Ávila y Salamanca. En 1991, filmó otro film que contó con escenarios salmantinos: La seducción del caos (1991).
José Luis García Sánchez también está ligado familiarmente a la localidad de Morille. García Sánchez echó a andar en el cine de la mano de su pariente Basilio M. Patino, y ya en Nueve cartas a Berta entró como segundo ayudante de dirección. En febrero de 2000, García Sánchez se hizo cargo del rodaje ya en marcha de Lázaro de Tormes (2001).
Charo López nació con el nombre de María del Rosario López Piñuela (Salamanca, 1943). En Los paraísos perdidos (1985) de Basilio M. Patino, además de interpretar para el cine por primera y única vez en su ciudad natal, cubrió uno de los personajes más memorables de su carrera.
Nueve cartas a Berta: el comienzo
BMP nació en Lumbrales (Salamanca). En la capital de la provincia estudió Filosofía y Letras en la especialidad de Filología italiana e inglesa. Ejerció de joven la crítica cinematográfica. La Semana Internacional de Cine de Valladolid 2002 le dedicó una retrospectiva y le concedió la Espiga de Oro por toda su obra[2].
La película comienza con una cita de un poema de Antonio Machado. Lorenzo vuelve a Salamanca tras conocer a Berta en Londres. Se ven bicicletas junto al río y aparecen los protagonistas: Teresa y Lorenzo. Aparecen los títulos de los nueve capítulos sobre manuscritos medievales en la pantalla. Un profesor habla sobre Karl Schmidt en un aula. Aparece una farmacia y, al fondo, la Plaza Mayor y las campanas del reloj del Ayuntamiento. Elsa Baeza interpreta a Teresa, novia de Lorenzo. Fachada de la escuela de San Eloy y, al lado, un palacio. Se ven una librería de la Rúa y un retrato de Franco en una pared. Y el rótulo del Novelty. Berta es hija de un exiliado. Y Antonio Casas interpreta al padre de Lorenzo. En esta ocasión, luce un bigote. Se ve la biblioteca del protagonista, que mira el Tormes desde la ventana. Está en un balcón sobre una columna de capitel corintio, de época romana. El padre fue periodista y lo pasó mal en la posguerra. Sale el escritor y periodista Emilio Salcedo, fumando en una redacción. El padre escribe sobre deporte y trabaja en un banco.
Concentración de alféreces provisionales en la Plaza Mayor. El padre estuvo en el Alto de los Leones y sobrevivió. La madre padece de los nervios y Lorenzo quiere que su mujer sea más independiente. Baile en el Patio de Escuelas. Lo hacen sueltos, individualmente. La Tuna Universitaria pide a una chica que hable. Es un baile muy parecido a la Yenka. El padre recita a A. Machado. Y Lorenzo acompaña a Teresa a su residencia de monjas. Lorenzo habla a Berta de su ciudad monumental. Salen el Patio Chico y la catedral nueva. Emilio Gutiérrez Caba actúa con mucha naturalidad, pese a su juventud. Aparecen las escaleras de la Universidad Pontificia, en donde Lorenzo espera a Teresa. Se ven el río Tormes y el verraco de piedra junto al mismo. Lorenzo habla de la Celestina y de Cervantes. Menciona la cruz en donde la Inquisición castigaba a los herejes.
Lorenzo se siente desapegado de la realidad que le rodea. Berta es española, pero nunca ha estado en España. Sale el kiosko de los soportales de la Plaza Mayor. Y un hombre gordo y de gafas leyendo la prensa. Un profesor habla de humanismo. Es mayor, delgado y calvo, con gafas. Se trata de otro exiliado tras la guerra, que ha vuelto a Salamanca. Entre sus contertulios y comensales en la cena está Ricardo Muñoz Suay. Cenan con el profesor (entre ellos está Lorenzo) y le invitan. Lorenzo habla de la lejanía de los de fuera, del exilio. Salen la fachada del edificio antiguo de la Universidad y la estatua de Fray Luis de León, muy posterior a aquella, plateresca. Se ven después la Casa de las Conchas, la catedral antigua… El profesor exiliado habla sobre Unamuno bajo su casa. En San Esteban habla de lo bien que se vive en Salamanca. Carballeira, padre de Berta, es amigo del profesor. Ambos vivieron en la Residencia de Estudiantes. La Plaza aparece iluminada y el profesor anhela vivir allí. Conoció a Berta de pequeña.
El padre esperaba despierto, leyendo la prensa, como en Nunca pasa nada, de Bardem. Ambas películas son de 1965. Se ve una casa que da a la Plaza. Lorenzo suele ir trajeado, como los estudiantes de aquella época. El puente romano y el Tormes. Sale el Casino, donde está la clientela burguesa. Escalera de una Facultad y un cartel de un partido entre el Real Madrid y Salamanca. El padre advierte a Lorenzo de que no se meta en líos. Berta y su padre, seducido por una oferta de trabajo, se van a Puerto Rico. Lorenzo escribe un artículo, pero su padre no le dice nada al respecto
La salida a un pueblo de la provincia se inicia con un baile típico. Se prohíbe ceder la pareja durante el baile. Trini, de pelo corto moreno, le echa en cara a Lorenzo que tontee con Berta. Es una mujer liberada, pero seria. Tere y Lorenzo pasean por el pueblo y critican a su prima. Lorenzo y Tere se besan y abrazan. Buscan a Lorenzo y Trini vuelve a reñirle. El pueblo tiene una iglesia con espadaña y aparece un autobús aparcado. El padre le critica por trasnochar. Lorenzo tiene un aspecto algo infantil, pero con una barbilla saliente y pelo abundante. En un autocar, varios estudiantes viajan a Madrid junto a un sacerdote. Es una especie de convivencia religiosa y hay alguien de Valladolid. Interior de una iglesia moderna. Lorenzo habla en off de un cristianismo más auténtico. Están en las afueras de Madrid. Berta le habló positivamente de Juan XXIII y el Concilio Vaticano II. Lorenzo no se siente muy bien y le cuesta dormir. Se ven la Puerta de Alcalá, una obra de pavimentación y un precioso caserón donde hablan en inglés. Está en la calle Alfonso XII. Aparece una puerta del Retiro madrileño. El que fuera piso del profesor Carballeira, padre de Berta, está ocupado por oficinas. Aparece un cartel de James Bond con Sean Connery. Y un kiosko en una gran avenida. Un amigo extranjero, de barba pero sin bigote (recuerda a Carlos Barral), le habla de Berta. Aunque lo hace con fuerte acento extranjero (es francés). Estuvo en el campo de trabajo londinense con Lorenzo. Aunque sea francés, le presenta a una amiga rusa. El amigo bromea con su nacionalidad y menciona un koljós. Aparece, saliendo de un café, Carlos Saura. Jacques dice a Lorenzo que Berta es muy inteligente.
Desde la ventana de su casa, en la Plaza de Carvajal, se ve San Esteban, cercano. Habla la abuela, ya mayor. El capítulo 8 se Titula Tiempo de silencio, como la novela de Luis Martín Santos. Lorenzo dice que va a la biblioteca. Tiene una beca del banco en el que trabaja por las mañanas su padre. En otra imagen, vemos a Lorenzo saliendo por las escaleras de entrada a la Biblioteca General de la Universidad. Se siente mal y trata de tomar aire en la ventana del pasillo de acceso a la biblioteca. Un profesor se preocupa por él y bajan por la escalera renacentista al piso inferior. Van caminando por el claustro en donde están el paraninfo, la capilla y diversas aulas (Unamuno, Dorado Montero, Fray Luis, Francisco de Vitoria). Y el profesor le habla de algo que escribió.
Salamanca supo dar un gran impulso a estos estudios superiores, ofreciendo a sus alumnos una de las bibliotecas más importantes desde su nacimiento hasta el día de hoy. Su finalidad se centra en el apoyo al estudio, la docencia y la investigación. En los siglos xvi y xvii, universidades como la de Salamanca o la Complutense adquirieron un gran prestigio internacional, en buena medida debido a sus ricas bibliotecas, cuyos fondos estaban especializados en Teología, Derecho, Medicina y el mundo clásico fundamentalmente. El Siglo de las Luces quiso imponer un espíritu renovador en todos los órdenes. El Estado pasó a hacerse cargo de las universidades, que perdieron su autonomía. Sus bibliotecas crecieron lentamente[3].
Lorenzo se acuesta y su madre le cuida. Trini habla de la angustia vital. Luchy Soto es la madre. A Lorenzo le faltan dos o tres cursos para terminar la carrera. Aparece en casa de sus tíos y en misa. Sigue dando vueltas a sus problemas. Está en el campo y llega el bus Salamanca–Cepeda–Valero. Lorenzo toca las campanas. Vista del pueblo y la torre desde las afueras. Lorenzo vuelve de la Sierra y el padre le ve mejor. Se vuelve a ver el Novelty. La música se hace notar. Lorenzo y su padre van por la calle Compañía. Es un travelling que repite el comienzo. Elsa Baeza tiene el pelo moreno y los ojos oscuros. La novedad es la televisión en casa. Hay un cartel de homenaje a Machado, también presente en Nunca pasa nada. Tere parece ingenua y buena. Y se besan junto al Tormes, cuando llega la primavera y cantan los pájaros. Los exteriores e interiores fueron rodados en Salamanca y Madrid. La música fue compuesta por Carmelo Bernaola. El rodaje se realizó en abril y mayo de 1965.
Según José Francisco Aranda, el filme anuncia lo que poco después acontecería en España y en Europa sobre la crisis universitaria y los graves acontecimientos que de ella derivarían[4]. Para Álvaro del Amo, no hay que olvidar el prisma `generacional´ con que está planteada la película; no solo a través de una contraposición entre padres e hijos, sino también diferenciando una serie de generaciones de universitarios posteriores a la de Lorenzo. Lorenzo soportará con paciencia el microcosmos agobiante de su familia. Lorenzo creerá que ama a Berta, al mismo tiempo que continúa con su novia rica y próxima. Nueve cartas a Berta sirve José también como prisma, como caudal de reflexión para las dos generaciones siguientes de universitarios[5].
Julián Marías, por último, reseña que Salamanca está presentada con veracidad y eficacia; la belleza de la ciudad, la vida universitaria; el detalle de lo cotidiano; el mundo social, rutinario, opresivo en algunos momentos y a pesar de ello entrañable[6].
El protagonista: Emilio Gutiérrez Caba
Sobre aquel rodaje y su época, Emilio cuenta que en el verano del 65 había empezado una relación con Elsa Baeza. 1965 fue un año fantástico: Nueve cartas a Berta (1966) fue en abril y La caza (1966) en julio de aquel mismo año. En el caso de Martín Patino, el representante de Gutiérrez Caba, Lorenzo García Iglesias, era amigo suyo y presionó para que Basilio le considerase para el Lorenzo de Nueve cartas a Berta. Los rodajes de Nueve cartas a Berta y de La caza no fueron nada fáciles, por distintas razones. El de Nueve cartas a Berta porque Basilio, en aquel momento, era pesadísimo. Y fue un aburrimiento, pero al final se enamoró de Elsa y ella de él mismo. En un momento dado, estuvo más por ella, por vivir la primavera en Salamanca con una maravillosa y atractiva cubana, que por la película en sí. No era fácil trabajar con Patino, según EGC. La película tenía un magnífico equipo de dirección; Basilio estaba muy bien arropado con Ricardo Muñoz Suay, Teo Escamilla… y eso facilitaba las cosas. En Nueve cartas a Berta, Basilio decidió doblar a Elsa y a Emilia. Los rodajes fuera de Madrid generan más vínculos, porque surgen lazos de amistad especiales al vivir en el mismo hotel, comer juntos… Gutiérrez Caba se considera disciplinado. Aunque nunca ha llevado una vida social intensa, sí era de salir con una señora u otra…[7]
EGC tuvo la suerte de actuar con estrellas como Marisa Paredes, Emma Suárez, Carmen Maura, Charo López, Victoria Abril, Ana Fernández y José Sacristán. Nació en septiembre de1942. Conoció a José Isbert cuando Emilio tenía 10 ó 12 años, en los estudios madrileños de rodaje Sevilla Films. Un par de años antes había interpretado el inolvidable personaje de Don Pablo, el alcalde Villar del Río en Bienvenido, Míster Marshall. Escribió un precioso libro de memorias. A Emilio le une a Charo López una larga amistad, algunas películas, una profunda admiración…; esta hermosa mujer tiene un sentido del humor muy especial e inteligente. A José Sacristán le conoce desde 1960[8].
Emilio Gutiérrez Caba nació en Valladolid el 26 de septiembre de 1942. Su familia se ha dedicado al teatro y al cine desde 1850. Su infancia y su adolescencia transcurrieron en ese medio, lo que determinó su vocación artística de manera natural. En 1963 empezó a trabajar en el cine y cuenta con más de ochenta películas y cortometrajes rodados. En su filmografía destacan títulos como Nueve cartas a Berta, de BMP; La caza, de Carlos Saura; La colmena, de Mario Camus; Las bicicletas son para el verano, de Jaime Chávarri; La sombra del ciprés es alargada, de Luis Alcoriza… En Madrid y en Calella de Palafrugell (Girona) tenía su domicilio a comienzos del siglo xxi[9].
Nueve cartas a Berta, en su contexto histórico
Diez años separan las Conversaciones de Salamanca del primer largometraje dirigido por BMP. En 1955, el realizador de Nueve cartas a Berta era todavía un estudiante de Filosofía y Letras. En 1965 aparecieron también los primeros largometrajes de una Escuela de Barcelona. Y si Patino aceptó ser apadrinado por García Escudero desde una Dirección General de Cinematografía que concedió la generosa categoría de Interés Especial –con sus correspondientes ayudas económicas– a Nueve cartas a Berta, Muñoz Suay se vio obligado a ejercer como ayudante de dirección del debut del que antaño había sido su pupilo salmantino. Crónica de las inquietudes de un joven estudiante salmantino en una España todavía convulsa por las secuelas de la Guerra Civil, el film conjuga el retrato del ambiente opresivo de una ciudad de provincias ahogada por la represión y por los vencedores de aquella contienda con el espejismo de la libertad que el protagonista identifica en la hija de un intelectual exiliado, a la que ha conocido durante una breve estancia veraniega en Londres. Ese es también el nombre del personaje que Charo López interpreta en Los paraísos perdidos (1985), segunda etapa de una apócrifa trilogía salmantina que el realizador concluirá con Octavia (2002). El padre, alférez provisional, no pudo terminar Medicina por culpa de la guerra y se conforma con trabajar media jornada en un banco mientras emplea la otra media como redactor deportivo de un periódico local. Sabe perfectamente quién es el padre de Berta, autor de un ensayo sobre la generación del 36 que se lo ha dedicado con el verso de Machado sobre las dos Españas. La religión ocupa un lugar esencial en la vida del protagonista. Lorenzo se escapa de los ejercicios espirituales, recorre Madrid en busca de los lugares que había frecuentado la familia de Berta. Pero España ha cambiado radicalmente. Una de las cartas que remite a Berta lleva por título Tiempo de silencio y el editor Carlos Barral recogió ese guiño a la novela de Luis Martín Santos. Los ex combatientes se vieron perfectamente reflejados como los heroicos vencedores de una guerra que después fueron marginados por el franquismo. En la España de mediados de los sesenta, Nueve cartas a Berta tuvo mucho más éxito de público que el esperado y una notable acogida crítica que aglutinó a distintos sectores ideológicos. Los críticos y cineastas extranjeros no entendían que en la España franquista pudiese existir no uno sino dos Nuevos Cines[10].
El 27 de febrero de 1967, fecha del estreno de Nueve cartas a Berta, las imágenes en blanco y negro se deslizaban sobre la pantalla del Cinema Palace de Madrid. Las críticas y los comentarios habían ensalzado la obra. La ciudad de Salamanca que fijó la película ya no es igual en parte de sus imágenes. Terreno escabroso por la cantidad de restos que entonces se hallaban sembrados por el suelo de la ladera. Son el trasfondo de humildes casas. Superado ese tramo, la pareja alcanza la meseta del cerro. Basilio M. Patino volvió cinematográficamente al mismo punto de 1965. Los ayudantes de dirección fueron R. Muñoz Suay y J.L. García Sánchez. Basilio M. Patino empleó esa zona degradada en su tejido urbano a modo de contrapunto con la ciudad plena y estancada en la que se desenvuelve habitualmente el protagonista. Una situación que ya no corresponde con la total transformación experimentada en eso ámbitos configurados hoy en torno a la Vaguada de la Palma. El objetivo busca la plaza de Carvajal de la casa en la que vive la familia de Lorenzo. Lorenzo sale de casa –el único edificio del entorno que aún permanece en pie– y, al caminar, entra en plano el arranque de la bajada hacia la Cuesta de Carvajal. Son espacios totalmente transformados. La cámara encuadra la configuración de la calle del Arcediano, que figura en el texto de La Celestina. El reflejo de ese ámbito en la película es probablemente el más valioso, ya que ha permitido trasladar a la posteridad un espacio salmantino de potente sentido histórico–literario. Desaparecidos también, figuran el taller y la redacción de La Gaceta Regional. En ella aparecen el fotógrafo José Larraz y el periodista Emilio Salcedo, junto con el actor Antonio Casas. Salcedo trabajaba entonces en el periódico de Prensa del Movimiento. La pareja va a besarse a la orilla del río junto al puente ferroviario del Pradillo. Quizá sea la calle de Toro la que ofrece un cambio más llamativo. E igualmente se encuentra alterada a ambos lados, aunque reconocible, la subida de la Cuesta de Carvajal. Lorenzo se muestra satisfecho de su ciudad. Nueve cartas a Berta concurrió al Festival Internacional de San Sebastián, con el logro de la Concha de Plata. Fue el film del Nuevo Cine Español sobre el que más se ha escrito, del que se la considera película emblemática. A Nueve cartas a Berta le llegó la hora de la alteración, y su revisión se plasmó en el segundo episodio de Palimpsesto salmantino. Martín Patino volvió a recrear Salamanca cinematográficamente en su última película de ficción, donde el personaje de Rodrigo Maldonado, que sí se fue de la ciudad y de la familia, regresa al espacio de la ciudad. En 2001, al filmar Octavia , el realizador volvió a algunos de los lugares plasmados en su primera película. Y la desaparición o transformación habían cambiado esos puntos, caso de la Vaguada de La Palma fundamentalmente. Habían pasado 36 años, se había destruido mucha Salamanca de interés y la ciudad había pasado de 95.000 habitantes a unos 158.000 habitantes. Y del blanco y negro, al color[11].
Charo López y Los paraísos perdidos[12]
Chema de la Peña traza un rico perfil de la actriz salmantina en Me cuesta hablar de mí. Incluso cuando logró el éxito con papeles como los de las series de televisión Fortunata y Jacinta y Los gozos y las sombras o Epílogo, la película de Gonzalo Suárez, la admiración por su talento iba unida a la atracción por su belleza, lo que le generaba inseguridad como actriz. Sus años de Salamanca, sus matrimonios con el crítico Jesús García Dueñas y el periodista Carlos Gabetta y su especialísima relación profesional con Gonzalo Suárez, con el que ha rodado siete películas, desfilan por una semblanza que se enriquece con testimonios de críticos, directores y colegas[13].
Los paraísos perdidos comienza en un hospital con la muerte de una persona. Se ve una panorámica de Toro y también un lateral de la colegiata. Junto a ella está el caserón familiar con un patio. Como telón de fondo, se escucha el texto de Hiperión. Se ve la puerta del hospital La Milagrosa. Sale también la fachada del cine Imperio, por dentro en ruinas, y el jardín – mirador sobre la vega del Duero. El caserón en el que se instala la protagonista (Charo López) también está semirruinoso. Su fachada está consolidada mediante andamios de madera. Se ve, al fondo, la Torre del Reloj, que separa Norte y Sur de Toro. Y también su puente. En Zamora nos encontramos con el Portillo de la Traición, el castillo, etc. La protagonista traduce el Hiperión de Hölderlin. Se ven el Duero, la catedral de Zamora… La protagonista va a ver a su madre, enferma en un hospital. Aparece también una residencia de ancianos, enclavada en Ávila. En otra escena, una iglesia románica de Toro. Charo mira el interior y la cúpula de la colegiata, otra iglesia con esculturas góticas pero sin techo, el pórtico gótico a los pies de la colegiata, etc. Hay escenas rodadas en Salamanca: plaza mayor, Anaya, catedral, la estatua de Fray Luis de León e incluso la fachada del edificio antiguo de la Universidad.
Sobre la película, el crítico y guionista Ángel Fernández Santos escribió lo siguiente: El film, más que relato, es poesía; es una composición lírica. El director y guionista fue BMP. La música, de Carmelo Bernaola. De nacionalidad española, Los paraísos perdidos se fecha en 1985. La perfección –que roza lo sublime– de la cámara de Alcaine y la intensidad y acoplamiento –que roza la filigrana– de la banda sonora con la imagen colman de rara hermosura a esta compleja obra cinematográfica. Se quedan tensamente pegadas a la retina imágenes de Charo López, Ana Torrent, Landa, Narros…[14]
Salamanca en Octavia
En el año 2002 se estrenaron películas como El señor de los anillos: Las dos torres, Chicago, Las horas, Atrápame si puedes o Hable con ella, películas que cumplen 20 años en 2022. Víctor M. González considera la cuarta sobre veinte obras a Gangs of New York, que fue la primera colaboración de Leonardo Di Caprio con Martin Scorsese, de quien se convirtió en actor fetiche. El quinto film sería El pianista, una obra cumbre del cine del Holocausto que descubrió además a Adrian Brody. La novena de esta relación de veinte sería Las horas. Stephen Daldry dirigió en 2002 esta maravillosa adaptación de la novela homónima en torno a tres historias de tres mujeres en tres momentos diferentes de la historia, unidas por la novela La señora Dalloway, de Virginia Woolf. En el décimo lugar estaría Chicago. Y en el 12, El caso Bourne. Matt Damon ya era una estrella cuando se puso al frente de El caso Bourne. El 18 sería para Hable con ella, una de las grandes obras de Pedro Almodóvar (para algunos, todavía la mejor junto a Todo sobre mi madre). Y en el puesto 19 se colocaría Frida, uno de los biopics más memorables de la historia del cine y el que consagró a Salma Hayek como una gran actriz[15].
Octavia, la tercera película de este ciclo de BMP dedicado a la ciudad de parte de su infancia y juventud, se estructura como un flash–back que comienza con el entierro de la protagonista. Se ven retratos fotográficos de Alfonso XIII, Juan Carlos I y Sofía… Trabaja en la película Teresa Martín Patino, hija del director, como actriz (nombre completo: Teresa M. Patino Doblado). Destacan la piscina y el olivo de la ficción, que en la realidad forman parte de la casa del director en la ciudad charra. Los Maldonado construyeron el caserón en el Siglo de Oro.
1. El hijo pródigo. Se ve el congreso que se desarrolla en Salamanca: en el paraninfo universitario. En el Patio de Escuelas Menores, hay un aperitivo para los congresistas. Se ven la estatua de Unamuno por Pablo Serrano (está frente a la casa del antiguo rector) o la fachada iluminada de la Universidad antigua. Sale el mercado y Rodrigo Maldonado relata su historia y su huida. Salen al pasillo de la biblioteca histórica, con Javier Rioyo y Maldonado en primer plano. Octavia nació en la selva colombiana, hija de Manuela (Antonia San Juan) y de un guerrillero que desapareció (fue fusilado por orden de Rodrigo). La casa que aparece como propiedad de la familia Maldonado es, en realidad, la de BMP junto a las catedrales. Desde la habitación de hotel de Rodrigo y su mujer, se ve de noche San Esteban. Elsa, la esposa, es Blanca Oteyza, muy bien en su papel discreto. La Dehesa es la finca de los Maldonado. Tiene ganadería: toros, caballos… Los congresistas ven torear allí, en una pequeña plaza de toros. En el hotel en cuya cafetería el periodista Javier Rioyo entrevista a Rodrigo, hay restos de una iglesia. Rodrigo colaboró con la Stasi de la RDA y, cuando cayó el Muro de Berlín, estaba allí. Le recuerdan también su relación con el cura guerrillero Camilo Torres.
2. Ítaca. Rodrigo y su esposa vuelven a la casa familiar de Salamanca. Rodrigo recuerda sus lecturas novelescas. En la catedral, se ven planos de terrazas exteriores y vistas de la ciudad, las torres de la Clerecía y jóvenes drogándose. La policía les detiene. Rodrigo recuerda la Primavera de Praga (estaba allí cuando comenzó) En la Plaza Mayor, Elsa (Blanca Oteyza) entra en una farmacia y el farmacéutico saluda a su esposa y le cuenta recuerdos de Rodrigo joven. En la calle Compañía se ven pequeños comercios. Los congresistas se encuentran en el patio de la Casa de las Conchas… Rodrigo se apellida Maldonado de Lis (familia noble por partida doble). La madre de Octavia (Antonia San Juan) fue monja en Latinoamérica.
3. Borrachos como dioses (título sacado de una poesía de Claudio Rodríguez). La situación económica de la familia es mala. Aparece el claustro de las Úrsulas. Rodrigo se entera de que le han utilizado como pantalla para negocios familiares y se enoja. Su esposa le lee su biografía política, según un informe sobre él. Es un documento policial, pero ambos se ríen e ironizan a costa del texto. Al amante de Manuela le fusilaron por supuesta violación (parece ser que Rodrigo dio la orden de ejecución). En el Novelty, se ve de fondo la estatua sedente de Torrente Ballester. Octavia aparece desmayada en la calle. En la cafetería había establecido diálogo, junto con amigos de ella, con Rodrigo, que en realidad es su abuelo materno.
4. Los motivos de Antígona. En una librería, Rodrigo encuentra un libro de poesía de David, su hermano menor (en realidad hermanastro, pues su madre se casó tras la muerte del padre de Rodrigo durante la guerra civil). David firma con sus apellidos: Aubricht de Lis. Como en Los paraísos perdidos, se observa una fuerte presencia de Alemania y lo germánico en BMP, lo que también se detecta en Madrid. Octavia se marcha de casa. Y Rodrigo se siente mejor de vuelta a Salamanca, citando a Unamuno. Aparece el interior del Casino, como en Nueve cartas a Berta pero 36 años después. Y mientras, Octavia pasea a caballo por el puente romano. Rodrigo desconfía de su hermano David. Octavia entra en la Plaza Mayor seguida por sus amigos y la policía local la detiene. La ingresan y la sedan en un hospital. Rodrigo y su mujer van en coche. Van al campo, pero pasan junto al Palacio de Congresos, entonces recientemente edificado. Cuando llegan, el caserón de la Dehesa está ardiendo. A su padre le fusilaron durante el Alzamiento del 18 de julio. Y su madre se casó con un militar alemán de la Legión Cóndor. Cita a San Juan y Hölderlin. David nació del segundo matrimonio de su madre.
5. Razón de melancolía. Octavia está en el hospital. La madre de Rodrigo se hizo un palacete en la Dehesa y se sentía atraída por el alemán. Allí organizaba fiestas, se bañaba en la piscina y se paseaba a caballo desnuda. Rodrigo se hace cargo de las tierras de la familia. Ofrece a Manuela reconocerla como hija, pero ella le responde que es a Octavia a quien debe ayudar. La película desbarra al acercarse el final: varias voces entremezcladas que dificultan la comprensión de los diálogos, actrices chirriantes, Teresa Berganza y Pergolesi… Rodrigo y un cazador van a caballo. Rodrigo cita a Tolstoi y Turguénev. Ambos, agricultores y escritores. Tuvo una hija siendo mayor.
6. Stabat Mater. Manuela busca a Octavia en la ermita y encuentra restos de droga. La encuentran inconsciente en el exterior de la catedral. Aparece la hija pequeña de Rodrigo y Manuela busca a Octavia en un hospital. Está inconsciente, con sobredosis. Una médico la vigila. Manuela compra droga en un descampado y se la lleva a Octavia, en la cama. El funeral se celebra en la iglesia de un pueblo. El caballo blanco en el que montaba Octavia encabeza el cortejo fúnebre. Nieva mientras toca la orquesta. Están muy bien como actores Rodrigo (Miguel Ángel Solá) y su esposa (Blanca Oteyza), él como protagonista y ella más discreta, en un segundo plano.
El entierro de la protagonista es en invierno, en el campo. La música de Pergolesi es, al comienzo, alegre y vivaz. La familia Maldonado construyó la casa señorial, con el olivo como símbolo. La fotografía es extraordinaria. El guion y la dirección son de BMP y Octavia se estructura en capítulos. El protagonista habla en el paraninfo salmantino. Y aparece el patio de Escuelas Menores, con lluvia, en un aperitivo. Se ve la fachada de la Casa de las Muertes, al lado de la casa de Unamuno y ante su estatua, realizada por Pablo Serrano. San Esteban y otros monumentos se filman de noche. También aparecen la Plaza Mayor y una de sus salidas, el mercado central… El protagonista fue amigo de Camilo Torres. Se ve la ventana a la que asomaba en 1965 Lorenzo (Nueve cartas a Berta), el claustro alto de la USAL y el periodista Javier Rioyo. El protagonista dejó embarazada a la madre de Manuela, que era una criada de la casa. Octavia es hija de un guerrillero de América Latina y de Manuela.
Aparece un Lorenzo, secretario y que viajó e intervino en política. Rodrigo está en un hotel, con su esposa. Al fondo, San Esteban iluminado, de noche. El caballo parece de un picador. Aurora Bautista aparece, ya mayor y dicharachera. Aparece una dehesa con toros corriendo y caballos detrás. Los congresistas visitan la dehesa y asisten a una corrida de toros. Javier Rioyo es un periodista y entrevista a Rodrigo, que se ha convertido en una personalidad local con el Congreso sobre los servicios secretos, cloaca del Estado. Rodrigo colaboró con la Stasi. Están en la cafetería de un hotel cerca de la muralla. Como en Los paraísos…, hay mucha relación con la cultura y la política germanas.
El capítulo segundo se titula Ítaca y se ve el palacio urbano de los Maldonado. De él desaparecieron libros y otros objetos de valor. Rodrigo recuerda sus lecturas. Es una ciudad histórica y monumental, pero también moderna y rehabilitada. Visitan una residencia, como en Los Paraísos… Hay un homenaje a Almodóvar con Antonia bailando un bolero, con un poeta al que Manuela deja tirado. Se ven tejados de la catedral nueva y el Sur de la ciudad, la Clerecía… La policía pilla a Octavia con droga en el tejado de la catedral. Rodrigo estuvo en la Primavera de Praga, en 1968. Sale la farmacia de los tíos de Lorenzo, en la Plaza Mayor. Letreros y pequeños negocios se ven en la Calle Compañía; El Bardo; interior de la Casa de las Conchas (el patio de lo que hoy es una biblioteca pública) y su fachada. Manuela es monja misionera y se quedó embarazada de Octavia. Llora al hablar de ella. Octavia tiene aspecto de mestiza, morena y de pelo largo.
3. Borrachos como dioses es una cita del poeta zamorano Claudio Rodríguez e iba a ser el título provisional de la película, que al final se cambió por el de Octavia. Octavia se desnuda al borde de la piscina. La situación económica de la familia se ha deteriorado, entre otras cosas por las obras de caridad con las monjas. La madre murió sin testar sus bienes. Hay préstamos a bajo interés, que los bancos piden más altos. La familia tuvo un rector, un alcalde, un escritor… En el claustro de las Úrsulas se ven las torres de la catedral al fondo. La familia intervino en el levantamiento franquista de 1936. Eran terratenientes. Han elaborado un largo dossier sobre la vida de Rodrigo Maldonado de Lis. En 1989 estuvo relacionado con los excomunistas y la caída del Muro de Berlín. Sale de nuevo San Esteban, por la tarde. Rodrigo vivió en La Habana. Se siente mal por su pasado (o al menos parte de él). Se reúne con Octavia y sus amigos en una mesa del interior del Novelty. Aparece la estatua de Torrente Ballester, como escuchando la conversación de al lado. Octavia tiene un rostro franco y bondadoso, redondo y tranquilo. Y un flequillo y mechones laterales largos... Lleva melena larga. La película se hace verborreica y la narración, confusa. Aparecen muchos personajes con multitud de rostros y matices. Hay constantes referencias al pasado. Manuela hablando de forma confusa. Rodrigo cabreándose con lo que conoce (la situación económica familiar) y con su pasado… La única que actúa y apenas habla es Octavia, drogadicta y exhibicionista aunque afectuosa. Rodrigo pasea solo, de noche, por los soportales de la Plaza Mayor. Oscila entre ser un monstruo o un héroe, un caballero andante. Octavia aparece mal, inconsciente.
El capítulo 4 se titula Los motivos de Antígona (la división en apartados recuerda la de su predecesora Nueve cartas a Berta). El hermano de Rodrigo es escritor y el mayor compra un libro de poesía suyo. Pasea por la Rúa Mayor. Vuelve a pasar por los soportales, con una amiga de juventud. Octavia le pregunta por su padre guerrillero. Al final, monta el número a Rodrigo. Las mujeres mayores cantan el himno de la Legión. Rodrigo creía en la revolución, pero le gusta Salamanca de mayor. Menciona a Unamuno y su gusto por la ciudad provinciana, tradicional y clerical. A Rodrigo le obsesiona el tema de la violencia estatal de los cuerpos represivos, legales e ilegales (sobre todo, de estos últimos). Como en Nueve cartas a Berta, salen el interior del casino y sus clientes. En el puente medieval sobre el Tormes, Octavia pasea su caballo blanco, vestida con una capa negra. Entra en la Plaza Mayor y se desnuda, pero la policía municipal la detiene. La internan en una clínica. Aparece en pantalla el recientemente construido palacio de congresos. Han intentado quemar el caserón de la Dehesa. Al padre de Rodrigo le fusilaron por conspirar contra la República. Rodrigo menciona a San Juan de la Cruz y Hölderlin. La Guardia Civil está pendiente del incendio. El personaje de Aurora Bautista habla con entusiasmo de la alegría de la guerra en Salamanca, con los rebeldes, los italianos y los alemanes como aliados.
5. Razón de melancolía. Rodrigo recuerda a su madre, que al enviudar se unió a un militar de la Legión Cóndor. Pero Rodrigo siguió viviendo con su madre. También ella se paseó desnuda a caballo, como Octavia. La escena entre Rodrigo y Manuela es larga y pretenciosa, como las reflexiones de aquel, que parece encerrado en una familia arruinada y caótica. Octavia sale del hospital al cabo de dos semanas. Hay tres niveles de conversación: la familia, las reflexiones de Rodrigo y el discurso navideño de Juan Carlos I. Es difícil seguir los tres a la vez. Se ve una ermita antigua con espadaña. Rodrigo menciona a Turguénev y Tolstoy, mezcla de escritor y trabajador de la tierra (o terrateniente, como él).
6. Stabat Mater. Se ve por dentro la ermita, pintada y decorada pero con restos de droga. Rodrigo tiene una hija pequeña, que llega de fuera. Manuela encuentra a Octavia, con sobredosis, en una clínica. La médico la riñe por descuidar a su hija. Manuela consigue droga a Octavia, que al final muere en el propio hospital. En el funeral, nieva. Aparece el ataúd negro junto al olivo centenario.
Noches de vino tinto es una película de José Mª Forn, director al que Patino valoraba mucho, sobre las relaciones de pareja y la bebida. Tiene referencias poéticas y religiosas (Enrique Urbizu, su protagonista masculino, encabezó el reparto de El Evangelio según Mateo, de Pasolini). El vino también juega un importante papel en el cine de Patino (en concreto, en Octavia, donde se menciona un verso del zamorano Claudio Rodríguez). Se ven imágenes en Noches… de la Estación de Francia, la estación barcelonesa que más veces ha aparecido en rodajes cinematográficos y que también acoge los de anuncios publicitarios. Aparece el vestíbulo y después los andenes y un tren saliendo de la estación.
Para Antón Merikaetcheberria, Octavia es una película densa, ambiciosa y considerable, que exige la máxima atención del espectador[16]. Carlos Fernández Heredero opina que Octavia no pertenece al campo de la narrativa. Aquí se narra la historia de un regreso, pero sus cauces expresivos no son los del relato dramatizado, sino los de un oratorio–confesión, conjugado en riguroso presente pero capaz de invocar los recuerdos del pasado sin llegar a formalizar un solo flash - back[17]. Alberto Estella se dejó embriagar por la fuerza de las imágenes y de los planos inéditos que Patino logra de Salamanca y algunas dehesas que cruza el río Huebra[18]. Octavia, según Mirito Torreiro, es un film en parte autobiográfico, pero más bien como película manifiestamente generacional, a la manera de Nueve cartas a Berta, a la que recuerda por la dicotomía entre provincia y cosmopolitismo, por la poderosa voz en off que articula todo el discurso[19]. Para Carlos Losilla, Octavia transcurre en el tiempo del retorno del protagonista a Salamanca, su ciudad natal, con la excusa de participar en un congreso. Como la colmena de Víctor Erice, la Salamanca de Patino es la metáfora del país entero, detenido en el tiempo[20]. Octavia es una mirada de soslayo a una ciudad medular de la vida española, Salamanca, y una mirada frontal a la médula del siglo xx, señala Ángel Fernández Santos. Es la Salamanca de Patino un lugar de luminosa belleza, pero oscuro[21].
Palimpsesto salmantino
Era una calle de conventos (la calle Compañía, en Nueve cartas a Berta) e hizo un travelling. Habla Basilio, ya mayor, desde su despacho. Iba en el maletero de su propio coche. La película es de 1966. Lorenzo comenta a un amigo que al padre de Berta le han ofrecido una cátedra en Puerto Rico. Lorenzo critica el conformismo de su padre, trabajando de mañana en un banco y escribiendo artículos por la tarde. Basilio, el director, tiene una mirada bondadosa y habla con soltura sobre el cine, que es, según él, algo mecánico y de origen mental. Tiene el pelo largo y cano. El cine es una forma de sacar fuera lo que uno tiene dentro, en el cerebro. Habla de la Escuela de Barcelona y de José María Nunes. Es un plano fijo. Destaca su capacidad de improvisar sobre un tema que le interesa. Para él, la libertad es más importante. De cerca, se le ve que lleva bigote y perilla recortados. Destaca a rusos y norteamericanos como creadores del lenguaje cinematográfico. Tiene ojos azules. En Nueve cartas… le pusieron a Muñoz Suay como maestro y vigilante, pero hizo lo que quiso. Llevó como meritorio a José Luis García Sánchez. En el rodaje en el Casino, invitó a burgueses de la ciudad y les dejó mirar a cámara, pese a la postura en contra de Muñoz Suay[22].
BMP fue un hombre libre y juguetón: luchador, rebelde, subversivo, innovador, curioso, imaginativo, irónico, inclasificable, con claroscuros y contradicciones. Dueño de gran cultura, cargado de energía creativa, Basilio fue un humanista. El cine lo conoció en Lumbrales, su pueblo natal. Junto al cine, la lectura fue otra tarea a la que a la que se entregó con fruición. En Becedas (Ávila) durante 1949 y 1950, el joven que aspiraba a entrar en la Universidad estudió y leyó. En el verano de su último curso (1954 – 1955), su destino fue Inglaterra, en un campo de trabajo para recogida de fresas, situación que trasladaría a Nueve cartas a Berta. Un día de finales de 1955, Basilio se trasladó a Madrid. No solo fue compañero de viaje de los comunistas, sino que, según Ignacio Francia, militó en dicho partido. Sus guiones siempre llevaron apreciable carga literaria. Basilio ha sido el hombre que más y mejor ha afrontado la memoria colectiva de España[23].
El franquismo lo metió en sus calabozos, le prohibió películas y le llevó a rodar en la clandestinidad, según Carlos F. Heredero. Primero fue el cineasta juvenil del Nuevo Cine Español, luego el creador adulto de los setenta y los ochenta[24].
En el cine de ficción de BMP son frecuentes los retornos. Estos regresos están vinculados al exilio o a las condiciones que lo produjeron, es decir, de una forma u otra el trauma de la guerra civil española. Así ocurre en Nueve cartas a Berta, Los paraísos perdidos y Octavia. El tema central es la España que nació de aquella terrible ruptura, vista en 1965, en 1985 y en 2002. El personaje que vuelve al origen familiar, a la pequeña ciudad de provincia, a la casa solariega, genera narraciones mitigadas que, en realidad, son puntos de apoyo desde los que articular reflexiones sobre España. En Nueve cartas a Berta, llaman la atención los apellidos: Carvajal, el del padre, y Carballeira el del exiliado, significan lo mismo: robledal. Con Octavia, Patino vuelve a ambientar una película en Salamanca. El protagonista regresa a la ciudad para participar en un congreso sobre libertad, nuevas tecnologías y espionaje militar. España se ha integrado en un mundo globalizado. Pero en Octavia, aparece de soslayo otro tema: el de que los hijos pagan las culpas de los padres. Algunos de los viejos amigos de Berta ocupan cargos en instituciones. La España vista desde la edad madura es la de la normalización democrática. García de la Riva llama la atención sobre las referencias a escritores que aparecen en Octavia, a través de las lecturas juveniles del protagonista (Dickens, Defoe, Salgari, Verne) o a las alusiones a Turguéniev y a Tolstoi. Pero se detiene en especial en Antígona, de Sófocles, citada en el título del capítulo cuarto[25].
En la provincia y la ciudad de Salamanca transcurrió su infancia, adolescencia y primera madurez. Es en el espacio salmantino donde se sitúan las tramas de las películas más intimistas, de un tono más ensimismado y al mismo tiempo más desencantado, angustiado a veces, pero también más poético. Al mismo tiempo, Patino compone un tríptico del devenir de nuestra historia reciente. Nueve cartas a Berta presenta de manera casi documental lo que era la Salamanca de aquel tiempo. Lorenzo Carvajal, el personaje central, comparte muchos rasgos con la nueva generación de estudiantes que llegan a las aulas universitarias españolas en la década de 1950 – 1960. Hay un retrato del ambiente universitario, de las aulas, de las fiestas y cafeterías que frecuentan. Astudillo se vislumbra el reflejo del profesor Tierno Galván, catedrático en la Universidad de Salamanca de 1953 a 1965. Aportándonos datos del pasado falangista del padre. Un carácter sereno y autoritario. Representa una familia tradicional y católica. El escenario del descampado, frecuente en películas de crítica social, aparece también en la novela de los escritores de la generación del medio siglo. La Plaza Mayor se representa como el centro aglutinante de la vida cotidiana. Las clases populares invaden un espacio en el que vive la burguesía. El retrato de la burguesía salmantina, compuesta de comerciantes, médicos y terratenientes, se completa con la descripción del Casino. Al otro lado, el río y sus riberas. Ya en la provincia, se encuentran dos pequeños pueblos salmantinos. El primero (Morille), más cercano a la capital, aparece en capítulo de «La excursión». Se recoge su pobreza y el abandono, la emigración a Alemania, la tristeza del paisaje, los ritos folklóricos, el atraso y lo reprimido. El ambiente que se recoge es un ambiente carnavalesco. El segundo pueblo (Valero) de la provincia que aparece en escena se encuentra más alejado, en la Sierra de Francia. Aparece en el capítulo final, «Un mundo feliz». Escuchamos sus reflexiones sobre el catolicismo y la fe. La visita en la que se ubicaba la vivienda que pertenecía a la familia de Berta, un elegante edificio histórico de principios del siglo xx, situado en la calle Alfonso XII, frente al parque del Retiro, conecta el status social de la familia del profesor exiliado con la burguesía intelectual de izquierdas. Aparece el mundo estudiantil. Estos regresos implican momentos históricos diferentes. En Los paraísos perdidos, una mujer de mediana edad de una familia de intelectuales republicanos regresa a la pequeña ciudad de Toro, donde pasó algunos períodos de su infancia y adolescencia. En sus manos queda la vieja casona familiar medio en ruinas. Allí encuentra también el legado del padre, según Pilar García Jiménez fallecido en el exilio. Es de nuevo un personaje en una crisis vital que se enfrenta a lo que es y hace balance de su propia vida. En Octavia, de nuevo un personaje masculino, portador de un apellido ilustre, regresa a su ciudad de origen (Salamanca) para participar en un congreso de la Universidad. Regresa tras una ausencia de cuarenta años. A través del monólogo interior de Rodrigo, conocemos el pasado de la familia y el suyo propio. Vuelve aquí el escenario de Salamanca, que aparece dividido en tres subespacios fundamentales:
La ciudad, cuarenta años más tarde, es una ciudad transformada, en la que se ha rehabilitado su conjunto histórico. En Octavia se añaden algunos espacios más, como las azoteas de la catedral, el hospital y el hotel. Las aulas de la Universidad aparecen de nuevo. La vivienda urbana será el centro de lo que representa la familia de Rodrigo socialmente. Se trata de un antiguo palacio renacentista construido por los Maldonado. En segundo lugar está la casa solariega de «la finca», una dehesa de la familia a pocos kilómetros de la ciudad. El tercer lugar corresponde al palacete, situado también en una dehesa. Son personajes ligados a un momento histórico y a su generación[26].
El director de Nueve cartas a Berta enseña el encierro de una mujer en la esfera privada. En la Universidad, las estudiantes están representadas, aunque en minoría con respecto a los hombres; así aparece en dicha obra. Simone, de origen ruso, traslada la impresión de asemejarse a Berta. Lo que sabe de Berta es que reside en Inglaterra. Andrea es una chica joven que estudia y que es el símbolo de la nueva feminidad. El personaje de Octavia, realizada en 2002, quizá sea uno de los más radicales de toda su filmografía, pues preferirá la muerte a la pérdida de libertad[27].
Martín Patino se centró en la elaboración del guion cinematográfico de Octavia. Miguel Ángel Solá se decidió a encarnar al antiguo rebelde salmantino y, de paso, también entró en escena su mujer, la española argentinizada Blanca Oteyza, en el papel de Elsa, la mujer de Rodrigo. El salmantino regresado paulatinamente se reintegraba a su entramado familiar reencontrado[28].
Arantza Aguirre colaboró con BMP en su última película de ficción, Octavia. Basilio fue amigo de escritores como Carmen Martín Gaite, Daniel Sueiro, Isaac Montero, Félix Grande, Agustín García Calvo… Pero sus personajes no eran nada fáciles de interpretar. Era muy educado, pero también muy terco. Octavia supuso un regreso cinematográfico a Salamanca y un particular Tiempo recobrado[29].
Si algún actor ha tenido un arranque espectacular en su carrera, ese fue Emilio Gutiérrez Caba (Valladolid, 1942). El actor afirma que, con frecuencia, Basilio se mostraba muy dubitativo, aunque Ricardo Muñoz Suay lo apoyaba mucho. Lo que realmente preocupaba a Basilio durante el rodaje eran los planos y las escenas con diálogo. Lo que peor le sentó a Emilio Gutiérrez Caba fue que, además de no haberle dicho nada, el director decidiera doblar su voz en la película. Al poco de comenzar el rodaje Elsa y Emilio se enamoraron y tenían que andar a escondidas… Y luego siguieron como novios bastante tiempo. Era una Salamanca muy diferente a la actual, como queda reflejado en la película[30].
La calleja del Arcediano es la que Fernando de Rojas parece elegir para situar La Celestina. Una sabia combinación de plazuelas, patios, huertos, viejos palacios, jardines. Una excavación arqueológica permitió vislumbrar el impresionante yacimiento, dejando ver las huellas del primitivo poblado, posterior castro romano, sobre el que debió edificarse el primitivo caserío medieval. Ya como estudiante de Filosofía y Letras, coincidió que la Facultad estuviese al otro lado de las catedrales. De su hermano heredó su biblioteca. En la Universidad de Salamanca conoció y se sintió fascinado por la existencia ácrata de una personalidad tan contradictoria como la de Agustín García Calvo. Un día se enteró de que se había trasladado a Salamanca un catedrático rojo que escribía de cine. Era el Tierno Galván ingenioso, cordial, atildado y ceremonioso que siguió estimando hasta su muerte. Basilio había finalizado los cursos de Filosofía y Letras, pero quería dedicarse a la creación cinematográfica. Devolvería su protagonismo, dándole vida a la antigua biblioteca universitaria. Se supone que Salamanca andaría por los veinte mil habitantes. Hubo una afluencia de escritores atraídos por la Universidad: Fernando de Rojas, Cervantes o Juan del Enzina, Garcilaso, Calderón de la Barca, en tráfico frecuente con Alba de Tormes; y Melchor Cano, Teresa de Jesús, Góngora, Ruiz de Alarcón, Tirso de Molina, Lope de Vega, Juan de la Cruz… Aquí vinieron a estudiar El Buscón don Pablos y el pícaro Guzmán de Alfarache. Y le informaban en 1998 de que se ampliaban las bibliotecas[31].
El cine, según Patino, es también una forma de contar la Historia. Por algo el Caudillo eligió Salamanca para dirigir la guerra. No parece haber en toda la producción del país decorados más representativos y reiterados que los de Salamanca. La princesa de Éboli, El doctor Zhivago, 1492. La conquista del paraíso…[32]
En la Salamanca en que vivió BMP había un ambiente de exaltación franquista. Antonio Tovar era el rector… BMP había viajado a campos de trabajo de verano en Italia e Inglaterra; había visitado París, Londres, Perugia, Roma… Siempre tuvo una querencia ácrata. Para él fue un acontecimiento descubrir a Muñoz Suay, a Bardem, a Berlanga… La Universidad apoyaba mucho. García Escudero era una militar ilustrado que había leído. BMP padeció la censura. Nunca militó en el PCE. Berlanga tampoco fue comunista nunca[33].
Caudillo, Nueve cartas a Berta y Octavia transcurren en Salamanca. Su casa estaba en lo alto de la muralla, ahora jardín de Melibea, donde tuvo una infancia feliz: calles del Arcediano, plaza de los Leones, del Silencio, Patio Chico, Tentenecio, puerta del Río, cuesta de Carvajal… Es allí donde Fernando de Rojas sitúa La Celestina. El olivo milenario. Nueve cartas a Berta eran los primeros traumas, el desencuentro de los hijos con la generación que había hecho la Guerra Civil. Sobre todo, el descubrimiento de otros mundos y otras formas visibles de pensar y de convivir. Y de empaparse de los contenidos de la Biblioteca General o de las salas de cine. La Plaza de Anaya era su hábitat natural[34].
Lo curioso de Nueve cartas a Berta es que nació por encargo. Maeso le pidió que escribiera algo de ambiente universitario, que se desarrollase en Salamanca porque Basilio la conocía bien. Le dijo que pensase una secuencia que se desarrollase en Madrid, como contraste. Y la película se rodó, quizá no en las mejores condiciones de trabajo. Ser intelectual en España es ya ser visto con recelo. Se fue a Madrid para hacer cine. Vivían la Salamanca de Unamuno. Nacieron al cine en pleno apogeo del neorrealismo[35].
Epílogo. Chirbes en Salamanca
También el viajero daba vueltas y más vueltas a la Plaza Mayor algunos domingos, igual que cientos de personas que caminaban bajo los soportales de piedra. Las tardes en que llovía apenas podía darse un paso bajo los soportales de la plaza. Pero el grupo mayoritario de peripatéticos le formaban adolescentes de clase media, estudiantes que ni siquiera habían llegado a la Universidad todavía. Los estudiantes latinoamericanos eran por entonces numerosos en la ciudad. La incomprensible grandeza de un escenario como envoltorio de una gris monotonía. Hacia las 10 de la noche, aquel gran rebaño humano se metía por el arco de la calle Toro, o por la calle Zamora, o enfilaba la plaza del Corrillo. Quedaban en la Plaza solo algunos solitarios que cruzaban apremiados bajo la lluvia. Quedaba la piedra sola, hermosa y fosforescente bajo la lluvia. Ya había descrito estupendamente ese zascandileo Carmen Martín Gaite en Entre visillos. La Plaza Mayor; el claustro de la Universidad; la imagen de la espadaña de la capilla y la visión de la torre de la catedral elevándose por encima de los tejados; el patio de Escuelas Menores, tan pequeño y frágil; y también la armonía del Patio Chico; la ligereza de las arquerías del patio del palacio de la Salina, o de la Casa de las Conchas, y muy especialmente esa serena belleza que uno encuentra en el claustro de las Dueñas. El pasadizo de piedra de la calle de la Compañía (al muchacho de catorce años le hubiera gustado ser director de cine y rodar en esa calle un travelling; lo hizo por él Basilio Martín Patino en Nueve cartas a Berta) o el interior de las Agustinas forman parte imprescindible del bagaje de su sensibilidad. A un paso del convento de San Esteban se levanta el claustro de las Dueñas. La historia de Salamanca está ligada a la de su Universidad. No está de más recordar que Cervantes localizó aquí El licenciado Vidriera. Salamanca es un oscuro fruto de Trento, pero también una esperanzada luz de los ilustrados dieciochescos[36].
NOTAS
[1] FRANCIA, Ignacio: Salamanca de cine. Salamanca: Caja Duero, 2008.
[2] Biofilmografía de Basilio Martín Patino.
[3] ZAMORA CALVO, Mª Jesús: Las bibliotecas universitarias. Sobre el tema de las bibliotecas reflejadas en el séptimo arte, véase: ALONSO FRANCH, Eduardo, «El curioso romance entre las bibliotecas y el cine». Mi Biblioteca, n. 32, invierno 2013, pp. 16 – 20.
[4] ARANDA, José Francisco: «Patino un cine profundo y sincero». Nueve cartas a Berta, un film de B. M. Patino.
[5] AMO, Álvaro del: Extractos del comentario escrito para Nuestro Cine, nº 62. Ibid.
[6] MARIAS, Julián. Gaceta Ilustrada, 19 marzo 1967. Ibid.
[7] GALAN FAJARDO, Helena Galán Fajardo, GIL VAZQUEZ, Asier: Pasar la batería. Guion de vida de Emilio Gutiérrez Caba, pp. 49 – 82. Getafe: Tecmerin, 2017.
[8] GUTIERREZ CABA, Emilio: Vinos de cine. Barcelona: Martínez Roca, 2002.
[9] Biografía del autor. Ibid.
[10] RIAMBAU, Esteve: «Nueve cartas a Berta: de la modernidad y otras soledades». En esto consistían los paraísos, pp. 20 – 33. Granada: Centro José Guerrero, 2008.
[11] FRANCIA, Ignacio: La Salamanca desaparecida a través de ‘Nueve cartas a Berta’. Salamanca: Centro de Estudios Salmantinos, 2018.
[12] Para un análisis más completo de la película, véase: ALONSO FRANCH, Eduardo: «Toro, Zamora y Los paraísos perdidos», en Anuario 2018 Instituto de Estudios Zamoranos Florián de Ocampo. Zamora: IEZ, 2018, pp. 505–514.
[13] ARRANZ, Vidal: «Charo López y el complejo de ser guapa». El Norte de Castilla, 30 octubre 2021. Seminci, p. 8.
[14] FERNANDEZ – SANTOS, Ángel: «Gran película con dos pequeñeces». El País, 25 octubre 1985.
[15]20 películas de 2002 que cumplen 20 años en 2022 / por Víctor M. González. GQ, 20 enero 2022.
[16]El Correo Vasco, 28 septiembre 2002.
[17]El Cultural de El Mundo, 10 octubre 2002.
[18]ABC de Casilla y León, 3 octubre 2002.
[19]Fotogramas, octubre 2002.
[20]Archivos de la Filmoteca, nº 45. Valencia, octubre 2003.
[21]El País, 11 octubre 2002.
[22] Entrevista a Basilio Martín Patino (2010).
[23] FRANCIA, Ignacio: «Libre y juguetón. Una introducción al proyecto Basilio Martín Patino, Pasión por el juego» en Basilio Martín Patino. Pasión por el juego. Salamanca: Universidad, 2020.
[24] HEREDERO, Carlos F.: «Rebelde con causa». Ibid.
[25] GONZALEZ GARCIA, Fernando: «Exilios, retornos, distancias». Ibid.
[26] GARCIA JIMENEZ, Pilar: «De Nueve cartas a Berta a la trilogía de ‘Los regresos’». Ibid.
[27] BARRERO GONZALEZ, Laura: «Libre te quiero, mujer». Ibid.
[28] FRANCIA, Ignacio: «Al arrimo del olivo en el jardín frondoso. Escenas de gestación y rodaje de Octavia». Ibid.
[29] AGUIRRE, Arantxa: «Rara avis». Ibid.
[30] FRANCIA, Ignacio: «Conversación con Emilio Gutiérrez Caba, actor». Ibid.
[31] MARTIN PATINO, Basilio: «Volver a Salamanca. 1998». Ibid.
[32] Id.: «The Salmantican way of life. 2000». Ibid.
[33] Id.: «Recuerdos del Cineclub Universitario de Salamanca. 2003». Ibid.
[34] Id.: «Discurso de investidura como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca. 2007». Ibid.
[35] BILBATUA, Miguel y RODRIGUEZ SANZ, Carlos: «Conversación con Basilio Martín Patino. 1966». Ibid.
[36] CHIRBES, Rafael: El viajero sedentario. Ciudades. Barcelona: Anagrama, 2004.