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I
Han pasado más de cuatro siglos desde que el jesuita toledano Jerónimo Román de la Higuera diera rienda suelta a su fecunda imaginación y redactara el Flavii Lucii Dextri Barcinonensis Chronicon Omnimodae Historiae, conocido como el Cronicón de Dextro. En este y otros escritos de la misma catadura, como son los que atribuye a ficticios investigadores (Luitprando, Marco Máximo, Julio Pérez o San Athanasio), fueron apareciendo las inventadas biografías de toda una pléyade de santos, especialmente mártires, al igual que incontables acontecimientos históricos de desconocidos períodos de la iglesia en España.
Curiosamente no fue una crónica y sí una hoja suelta la que le sirvió para crear a San Evasio. Esta anotación le fue entregada en mano por Román de la Higuera al crédulo obispo Prudencio de Sandoval, prelado de Tuy, que de inmediato se encargó de su difusión.
El mitrado Evasio llegó a Tuy para sustituir al creador de aquella milenaria sede episcopal. Su nombre era Epitacio y había nacido en la Lusitania, en la supuesta ciudad de Ambracia, enclavada en el lugar que ocupa la actual Plasencia. Para darle una apariencia de veracidad, Román de la Higuera encuadró estos datos salidos de su magín dentro de unos hechos que en aquellos momentos, por los finales del siglo xvii, se consideraban históricos, como era la fundación de Ambracia por grupos helenos venidos a la Península. Así se refería al origen de la población el historiador dominico fray Alonso Fernández por los comienzos de la centuria siguiente:
El puesto donde aora está la ciudad de Plasencia, es donde antiguame[n]te estuuo vna gran ciudad de Griegos, llamada Ambracia, fundada por ge[n]tes de Macedonia y Ambracia, q[ue] la pusieron el mismo nombre que tenia la ciudad de donde ellos partieron[1].
En este idílico y próspero enclave es donde transcurre la infancia y la juventud Epitacio, creciendo fuertemente apegado a las creencias de sus antepasados. Aquí conocerá la nueva doctrina, puesto que Ambracia es uno de los primeros lugares en donde se va a escuchar la predicación evangélica, transmitida por un discípulo directo del apóstol Santiago.
Los cronicones debidos a la ágil pluma de Román de la Higuera se explayan relatando las andanzas del hijo de Zebedeo por tierras andaluzas, ocupado principalmente en hacer milagros y en nombrar obispos. Uno de los beneficiados con el cargo presbiterial será Pedro de Ratis o de Rates, judío de nacimiento, que, luego de llevar muerto largo tiempo, fue resucitado, tal y como afirma en su fantasiosa historia atribuida a San Athanasio:
[…] fue Profeta grande, llamado Samuel el Moço, o Malachias el Viejo, por la gravedad de sus costu[m]bres, hermosura de su rostro, i [n]o avie[n]do muchos años, q[ue] avia muerto, le resucitó Santiago, para q[ue] le ayudara en el ministerio de la predicacio[n], en q[ue] estava ya exercitado[2].
Estos escritos fueron aprovechados por Francisco de Bivar para los comentarios que hace de Dextro[3]. Y precisamente Bivar alarga en más de medio siglo los años que el antiguo Samuel tarda en resucitar por obra del apóstol Santiago, bautizarse, cambiar su nombre por el de Pedro, ser consagrado como presbítero y tomar posesión de la diócesis de Braga.
Y, por si fuera poco, también echa mano de otra fuente «inédita», cual es la fabulosa historia de San Pedro de Rates escrita por un no menos imaginario San Caledonio, al que acaba incluyendo en el episcopologio bracarense. Si exagerados y fabulosos son los cronicones de Román de la Higuera, en ocasiones se convierten en peccata minuta si se los compara con lo que nos ofrecen quienes se sirven de ellos para sus propias elucubraciones.
Parece ser que en Braga existía desde muy antiguo una tradición sobre Pedro de Rates y de su consagración por el apóstol Santiago. Así lo puso de manifiesto Henrique Flores:
Entre los Discipulos que el Apostol tuvo, fuera de los doce, se debe reconocer, por Tradición de la Iglesia de Braga, á S. Pedro de Rates; sin aprobar por esto las ficciones con que le han querido revestir los Autores sequaces de los falsos Chronicones. La Santa iglesia de Braga no ha adoptado en su Oficio aquellas exorbitantes novedades que se hallan en los modernos Escritores, ni deben ser siquiera mencionadas. Lo que dice su Iglesia es, que fue uno de los varios Discipulos del Apostol Santiago, sin contarle aun entre los nueve especiales: pues no fue ninguno de los siete que acompañaro[n] al Maestro en la buelta de Judea… Para esto no hallo mas prueba que la Tradición de Braga, que es mucho mas antigua que los Pseudo-Chronicones: y para cosas respectivas á una Iglesia, debemos consultarla á ella misma y darla crédito, mientras no tengamos argumentos, que obliguen al dissenso[4].
El autor de la España Sagrada llegaba tarde con sus advertencias, puesto que en el caso que nos ocupa poco pudieron los escasos datos que aportaba la tradición oral contra el entramado novelesco que iban descubriendo los cronicones. Si el pueblo consideraba atractivas las nuevas vivencias que envolvían a sus santos, no le iban a la zaga los representantes del clero, entre los que ocupa un lugar destacado el portugués Rodrigo da Cunha, arzobispo de Braga durante siete años.
Rodrigo da Cunha, aunque echa mano de la tradición para asentar la presencia de Santiago en Braga y la consagración de San Pedro en esa ciudad, en otros aspectos, cuales son la resurrección o el bautizo de su obispo, sigue fielmente lo marcado en los cronicones:
Entrou em Braga o Santo Apostolo, & pera entrar com estro[n]do detrouão (cujo filho o chamàra Christo Nosso Senhor) se foi a huna sepultura celebre, onde jazia enterrado de seiscentos annos hun Santo Profeta Iudeu de nação, & que aly viera dar com outros catiuos mandados de Babylonia por Nabuchodonofor, chamado Malachias o velho, ou Samuel o moço, & em presença de infinito pouo, chamãdo por elle o resucitou, em nome de IESV Chrifto, aque[m] vinha prègar, & publicar por verdadeiro Deos. Bautizou o pouco depois, & dandolhe nome de Pedro o escolheo, & tomou por primeiro, & principal de todos seus dicipulos[5].
Es el arzobispo Da Cunha, en lo que a Pedro de Rates se refiere, un leal imitador de su colega, el aludido Prudencio de Sandoval, que un cuarto de siglos antes había colado auténticos pufos históricos sobre la iglesia de Tuy[6]. Sandoval no solo creía al pie de la letra las sorprendentes historias que le llegaban, sino que manifestaba sinceras alabanzas a quienes suponía que eran sus autores:
Dextro y Julián Arcipreste Toledo, que son las mejores estrellas que en lo antiguo nos guían[7].
Goçado he de mi buena suerte, de la ventura que el Padre Ieronymo Roman de la Higuera, religioso docto y curioso de la Compañia de IESVS, ha tenido e[n] hallar libros, papeles, fragmentos, y memorias de gran antiguedad, que por gran diligencia han venido a sus manos, y me los ha comunicado. Dellos son vnos fragmentos de cosas que escribio San Athanasio, no el de Alexa[n]dria, sino el primer Obispo de Çaragoça, casi en tiempo de los Apóstoles[8].
A través de estos apócrifos visualiza los pasos de Pedro de Rates en dirección a Braga. Puesto que no tiene excesivas prisas, y ciertamente movido por razones evangelizadoras, opta por desviarse del camino y visitar Ambracia, la populosa urbe lusitana y escasamente romanizada. Y será aquí precisamente donde contacte con Epitacio, que se convertirá en su acompañante y lo designará como obispo de Tuy:
San Pedro de Rates, y siguiendo sus jornadas, para su silla de Braga, que era en aquellos tiempos Ciudad Augusta, Imperial, Patricia, y de las mas insignes de Espana la vlterior, llegase predicando a la Ciudad de Ambracia, que era junto Place[n]cia, muy antigua población de Griegos, y que allí conuirtiese San Epitacio, o Epitecto, como le llaman otros, que el no[m]bre Griego es, y se saue, por lo que luego dire, q[ue] era vezino y ciudadano de alli. De Ambracia, o Placencia, se vinieron los dos a Braga, y porque Tuy era población de Griegos, como ya se dixo, pareciole bien a San Pedro darle Pastor, q[ue] fuese de su nacio[n], para que predicase en ella, y co[n]uirtiese su comarca a la fe de Christo[9].
Con la llegada de Pedro de Rates a Ambracia comienza Juan Tamayo Salazar la biografía de San Epitacio[10]. Es otro de los autores que sienten auténtica debilidad por los cronicones, hasta el punto que, puesto que todo lo considera verdad en ellos, le impide realizar sus propias investigaciones, a pesar de contar con facultades y medios para ello:
Si el talento consumido en defender á los santos falsos, que inventó Román de la Higuera, y forjarles una historia buena ó mala, se hubiera empleado más cuerdamente, no tendrían número ni rival las historias particulares de nuestra España[11].
Muy suave resulta el párrafo anterior si lo comparamos con los que le dedicó en su momento Gregorio Mayans y Siscar, uno de los que, junto a Nicolás Antonio, pusieron en evidencia a los falsarios historiadores:
Sucedió, digo, que Tamayo Salazar, hombre mui leído, pero ignorante, supersticioso i embustero, dio al público un poema fingido en nombre de Aulo Halo. Quiso Tamayo hacer entender a los ignorantes i crédulos que aquel poema se hallava en un pergamino antiguo, i tuvo maña para que el Cardenal Arzobispo de Toledo don Baltasar de Moscoso i Sandoval diesse licencia para que se imprimiesse dicha obra[12].
A todas luces se evidencia que fue un alumno muy aventajado del Padre Jerónimo Román de la Higuera, puesto que sus delirios tampoco tienen límites, sobre todo en las redacciones hagiográficas:
Llamó piadoso a uno de los hombres más supersticiosos que ha tenido España, como lo fue Tamayo Salazar que, según dejó escrito don Nicolás Antonio en su ‘Bibliotheca antigua’, fue de poca o ninguna fe, añadiendo que se avergonzava cada vez que tomava en las manos su ‘Martirologio’ lleno de ignorancias i de fábulas, como lo atestiguan el Cardenal de Aguirre, don Pedro Fernández del Pulgar, el Marqués de Mondéjar, i otros muchos… No me atrevo a proseguir, ni copiar, por el respeto que devo a V. A., el desprecio con que hablan de Tamayo Salazar los últimos continuadores de la grande obra de las ‘Actas de los Santos’, los padres Juan Bautista Solerio, Juan Pinio, Guillermo Cupero, i Pedro Bosch, valiéndose de la autoridad de los manuscritos de don Nicolás Antonio, que se conservan hoi en la librería del Rei nuestro Señor. El mismo Pellicer calificó como piadoso expositor de Aulo Halo a un impostor que igualmente avía fabricado el texto que las notas dél. Dijo que hablava dulcemente el que siempre ignoró la lengua latina, llenándola de solecismos i barbarismos, i sus versos de disonancias, ignorando las cantidades de las sílabas que saben los niños[13].
Pero si nos detenemos en el libro que nos ocupa, donde lo que recaba de su propia cosecha es abundante, en lo que atañe a San Epitacio resulta un tanto comedido. Y lo cierto es que a pesar del título, le dedica a la biografía del santo escasas páginas y, salvo generalidades, todo proviene de los escritos de Rodrigo da Cunha, de Prudencio de Sandoval y de los cronicones de Román de la Higuera, a los que cita con el claro interés de que se le conceda rigurosidad a cuanto apunta. Casi podría decirse que los historiadores de las diócesis de Tuy y de Braga le dan el trabajo hecho. Habría que ser muy piadoso para aceptar la opinión que le merece a un historiador, de muy escaso sentido crítico, cual es Gil González Dávila, su mentor:
De los hechos, y Corona deste glorioso, y valeroso Mártir escrivio con sacro, y deleytoso estilo, el Erudito, y muy versado en las Historias Sacras de la Iglesia el Licenciado Iua[n] de Tamayo Salazar, á que yo me remito, por no entristecer con mi corto discurso lo que en el suyo está también ordenado[14].
En el capítulo II, que titula con un «Pruevase la relación deste discurso», dedica algunas páginas a certificar la autenticidad de cuanto dice de San Epitacio recurriendo a determinados documentos. Sigue el modelo esquemático y hasta la argumentación de Rodrigo da Cunha. Mientras éste presenta una copia literal del cronicón de San Athanasio de Zaragoza[15], que luego traduce al portugués, sobre la presencia de Pedro de Rates en Ambracia y la conversión de Epitacio, Tamayo Salazar lo cita de pasadas[16]. Otro tanto sucede en las referencias a esta evangelización de San Pedro por parte de Caledonio, que transmite el Padre Bivar de la pseudoepístola de Hugo, obispo de Porto, en sus comentarios a Dextro[17].
Tamayo tiene sumo interés en demostrar el nacimiento de Epitacio en Ambracia. Con este fin acude a Da Cunha[18] y a Sandoval. Curiosamente el primero no dice nada al respecto, aunque si lo remarca el obispo de Tuy en diferentes pasajes de su obra[19]. A ello suma la cita de Dextro, relativa al recuerdo que sus paisanos tienen del mártir en el año 268: «Ambratiae in Lusitania S. Epitecti eiusdem Ciuitatis iuis & Pontificis, & Martyris Christi fore memoria»[20]. Y concluye recurriendo a un escueto «Ut Epitafios Ambratianus» de Julián el Arcipreste[21].
El cronicón de San Athanasio informa de cómo Pedro de Rates nombra obispo de Tuy a su compañero Epitacio. La ocupación de esta silla episcopal también está referenciada en Dextro, en Iuliano y en un apócrifo Martyrologio de la catedral de Plasencia, del que informa haberse escrito en 1352[22]. Pero junto a estos datos, Tamayo de Salazar le concede una gran fiabilidad a la «tradición», ya que la considera una «proposición sin disputa»:
Ordenó San Pedro de Rates a San Epitacio Obispo de Tui. Esta proposicion es sin disputa. La tradicion de aquella Santa Iglesia es tan constante, y tan firme la memoria de su Santo Pastor, que querer negarles a sus Prebendados, y Ciudadanos esta opinion, fuera tomar con cada vno vn pleito sangriento, pues demas de la constancia desta verdad, se conserua oy en la puerta principal de aquella Catedral que sale a la plaça, el retrato del Santo con insignias Pontificales, y vnas letras, que entre otros periodos ay uno, que dize: Sanctvs Epitativs. I. Episcopvs Tvdensis. Y en la sała Capitular de aquella Santa Iglesia vn quadro grande co[n] las mesmas palabras, solo añade el año del Martirio. Y quando esto cessara, y la tradicion no fuera tan firme, ay tantos testimonios, que bastaran para su verdad[23].
Ciertamente soprende este texto de Tamayo, tanto por lo que alude a la tradición de Tuy como por la representación pictórica de San Epitacio. Nada dice al respecto el obispo e historiador de aquella diócesis, y es de suponer que hubiera dado cuenta de ello. Más bien deja entrever que el conocimiento respecto a estos hechos deviene de la información que le proporcionara el autor de los cronicones, el jesuita Jerónimo Román. Por otro lado, parece evidente que la tradición sobre San Epitacio en Tuy toma carta de naturaleza desde el momento que Prudencio de Sandoval promociona su culto, una vez que supo de su existencia.
Lo que sí se puede afirmar es que la adscripción de este supuesto santo venido de Ambracia para ser obispo de Tuy pone los cimientos a la primitiva pseudohistoria de la diócesis gallega. Con ella se muestra implacable uno de los redactores de la voluminosa historia de la iglesia en España:
Si alguna vez hemos de adoptar al Poeta que dijo, Non habet in nobis fábula ficta locum, nunca mejor que ahora: pues son tantas las fábulas fingidas al principio del Siglo precedente, que no caben aquí. Busca alli á S. Epitacio, Obispo que digeron ser de Tuy, martirizado en tiempo de Nerón. Bajo el mismo Tirano te dirán haber padecido en el territorio de Tuy los Santos Crispulo y Restituto. Luego te pondrán segundo Obispo de Tuy á S. Evasio. Todo esto, porque quisieron fingirlo: y pareciendo poco, añadieron lo que amontona Argaiz[24].
Cerca de los Santos atribuidos á Tuy desde el fin del Siglo décimo sexto, huviera que gastar muchas planas, si fuese necesario examinar aqui con seriedad lo perteneciente á cada uno: pues las mal empleadas plumas, que inventaron, y adoptaron los falsos Chronicones, anduvieron tan liberales con esta Diócesi, que fue una de las mas recargadas…[25].
Volviendo al fabuloso San Epitacio, nos encontramos una razón de peso para que Pedro de Rates lo haga obispo de Tuy. Esta no es otra que la cultura griega del nuevo prelado, pues al igual que Ambracia, también aquella ciudad había sido fundada por emigrados helenos[26], y esto facilitaba su labor evangelizadora:
(…) y por que Tuy era población de Griegos, como ya se dixo, parecio bie[n] a San Pedro darle Pastor, q[ue] fuese de su nacio[n], para que predicase en ella, y co[n]uertiese su comarca a la fè de Christo. Este fue San Epitacio primer Obispo, que predico, y conuertio aqui a muchos, y celebro el sacrifício de la Missa, y administro los Sacrame[n]cos, muchos años antes, que el Apostol San Pedro assentasse su silla en Roma, y S. Dionysío predicase en Paris y San Eugenio en Toledo, y assi otros Sa[n]tos en otras ciudades insignes, y famosas de nuestra Europa[27].
Nada se nos apunta del tiempo que Epitacio permaneció en Tuy ni del desarrollo de su ministerio, si bien Tamayo nos ofrece algunos datos genéricos que extrae de su propio magín:
Hablauales al alma en su lenguage; reconuenialos con verdades en su idioma, y conuencialos feruoroso de sus errores, sin contradicion, acreditando con marauillas, cime[n]tando con milagros, y fundamentando con obras prodigiosas, con acciones virtuosas, sus palabras, sus verdades, y sus doctrinas Euangelicas. Con que facilmente reduxo a la verdad a aquella idolatria, a aquella ceguedad a nuestra Sa[n]ta Fé. A ella conuirtió el Sa[n]to mucha parte de la Ciudad, y de sus Comarcas[28].
En el ya citado escrito de San Athanasio se indica que los obispos de entonces no se adscribían a un lugar fijo, sino que, a imitación de los apóstoles, iban a todos aquellos sitios a donde los llevaba el Espíritu Santo, para predicar y hacer milagros, como ocurrió con Epitacio: «ut Epitacius, qui non solum in Tudensi diecesi, sed in vrbe Lusitaniae Ambracia sopraedicauit: qui signis, & varietate linguarum, praedicationem illustrabant: nec soli ibant praedicatum»[29].
El historiador de Tuy nos informa de la decisión de Pedro de Rates de enviar a Epitacio a Ambracia para convertir a sus paisanos, puesto que, teniendo en cuenta su ascendencia griega, le resultaría más fácil este cometido. Fue el mismo argumento que había esgrimido cuando lo mandó a regir la diócesis tudense:
De Tuy enbio San Pedro a nuestro Santo Obispo Epitacio a Ambracia su patria, que caya en los términos de la antigua Lusitania… y entre los naturales está muy recebido ser poblacion de Griegos, como la de Tuy, y por esso como a gente de su nación, y sangre, fue Sa[n] Epitacio Obispo de Tuy a predicar, y conuertir los de Ambracia, o Plazencia, y hasta oy dia reconocen en Plazencia a Sa[n] Epitacio por fu Apostol, y primer predicador de la fé, por la qual fue martyrizado en aquella Ciudad[30].
Guarda silencio Sandoval sobre la labor apostólica de Epitacio en Ambracia, ya que los cronicones también lo pasan por alto. Sin embargo, de llenar esta laguna se encarga Tamayo de Salazar. Amaña un relato que ocupa varias hojas de su libro, en el que desliza tales vaguedades que podrían adaptarse a la biografía de cualquier mártir predicador[31].
En su muerte le acompañó Basileo, sustituto de Pedro de Rates en la sede de Braga. Como llegase a sus oídos que el presbítero ambrancese estaba encarcelado y próximo a sufrir el martirio, acudió a reconfortarlo. En Ambracia fue detenido e inmolado junto a su compañero. Así lo refiere Da Cunha:
De Roma voltou São Basilio à sua Igreja, & della em breue te[m]po à cidade de Plasencia, onde soube estaua preso Santo Epitacio Bispo de Tui, assi pera o seruir em sua prisaõ, como pera dar animo a os fieis, pera q[ue] naquelle trabalho naõ perdessen à co[n]fiança. Em Plasencia o prenderão, & meterão na mesma cadea, onde estaua Sa[n]to Epitacio, & ambos em vinte & tres de Mayo na perseguição de Nero (o anno certo senaõ sabe) fairaõ della a padecer glorioso martyrio executado co[m] nouas, & varias inuenções de tormentos[32].
Dextro y Julián el Arcipreste aluden al martirio de Epitacio. El primero nos trae el recuerdo que de él se mantiene en Ambracia en dos textos, que enmarca en los años 268 y 277:
Ambratiae in Lusitania Sa[n]ti Epitecti eiusdem Ciuitatis couis, et Pontificis, et Martyris Christi, flore memoria[33].
Floret memoria Tude Sancti Epitecti, fui primi Episcopi, discipuli S. Petri Bracarensis, creditur passus grauissima tormenta sub principio Neronis[34].
Por lo que respecta a Julián el Arcipreste, en muy poco se aleja del anterior, puesto que alude al 252:
Tude, et alibi floret memoria Sancti Epitatii primis Tude[n]sis Episcopi, et martyris[35].
Al decir de los cronicones, la muerte de Epitacio debió producirse en torno a los años 57 ó 58. El hallazgo de sus restos tuvo lugar en el 584, a tenor de otra «historia» elaborada por Román de la Higuera y que atribuyó al obispo Máximo de Zaragoza. En tal fecha Neufila, obispo tudense, busca y encuentra en Ambracia el cuerpo de San Epitacio, que se lleva a su diócesis:
(…) hiço las diligencias deuidas en las ruinas de Ambracia, que parece estaua ya derruida por los Alemanes, cerca de las reliquias deste Santo Apostol, y fuero ellas tan buenas, que las hallo, y traxo a Tuy[36].
II
Si la fantasía recreó la figura de San Epitacio, convirtiéndolo en el primer obispo de Plasencia (Ambracia), algo semejante iba a ocurrir con San Evasio, que abrirá el episcopologio de la vecina diócesis de Coria.
También a Evasio lo hacen venir de Tuy, donde ejercía la prelatura en sustitución de Epitacio, que ya había marchado a su tierra. No obstante, hay quienes pretenden despojarlo de los honores de haber inaugurado la sede cauriense, colocando en su lugar a un tal Pío, que también alcanzó la santidad mediante la corona del martirio.
Alguna tradición apunta que la diócesis de Coria fue erigida por el Papa San Silvestre en el año 338 y la historia señala que Jacinto se llamaba el primer obispo conocido, firmante, en el 589, de las actas del Tercer Concilio de Toledo. Pero los cronicones adelantan en tres siglos la primera de las fechas, al tiempo que informan que nada tuvo que ver un pontífice en la concesión de tal dignidad, sino que la misma partió del apóstol Santiago cuando deambulaba por Hispania, en el año 37. Así aparece reflejado en el Cronicón de Liberato[37]. Entre los obispos nombrados por el discípulo de Cristo se cita a un Cauriensis Pius. Esta misma afirmación la hallamos en el Cronicón de Hauberto[38]: «Creauit etiam alios Episcopos Sanctus Iacobus, scilicet Eugenius Valentinus, & Pius Cauriensis». Y la ratifica en su Catálogo de Obispos[39], que genera por la misma época: «Caurienses Episcopi incipierunt tempore pradicationis Sancti Iacobi Apotoli. Primus eorum fedit Pius, ann. Dñ. XXXVII»[40].
El obispo Pío rigió los destinos de esta diócesis de Coria algo más de dos décadas, ya que en el año 60, durante el mandato de Nerón, sufrió el martirio junto a otros prelados que se habían reunido en un concilio en Peñíscola, como se lee en la transcripción de Hauberto:
Este mesmo año en la Isla, y villa de Peñiscola en el Reyno de Valencia, estando juntos en Concilio los santos obispos, Arcadio, Ephren, Nestor, Capiton, Elpidio. Ethereo, Agathodoro, Pio, Eugenio, Basilio, Eutidio, y otro Pio, fueron despojados, de todos sus vestidos, y libros, y muertos con atrocidad por la confesion de la Fe. Fueron estos Santos Martires[41].
Según Hauberto, tras la muerte de Pío, a lo largo de medio siglo, quedó vacante la sede, ya que hasta el año 115 no se hará cargo su sucesor, el obispo Néstor. No obstante, Argaiz intercala dos nombres, San Evasio y San Jonás, que toman posesión de la sede en los años 60 y 85 respectivamente, aunque al primero de ellos más que como presbítero lo califica de predicador[42].
Hasta que Prudencio de Sandoval no dio a conocer a este San Evasio nadie sabía de su existencia. Y, como afirma, él mismo acababa de enterarse merced a un viejo conocido:
Mucho me he valido de las gra[n]des dilige[n]ncias, y curiosidades d[e]l maestro Ieronimo Roma[n] de la Higuera, pues de su mano he goçado del segu[n]do Ob[is]po de esta Santa Iglesia: este fué San Euasio martir[43].
El crédulo obispo Sandoval no duda de la información que recibe del aludido falsario, máxime cuando éste le indica la procedencia de sus datos:
(…) y assi dice del vn Martyrologio manuescrito d[e]la Catedral de Place[n]cia, que vino a manos de este doctissimo Padre. I. Decembris Casali in Lusitania Sanctus Evasius secu[n]dus Episcopus Tudensis martyr.
Se da la circunstancia que Jerónimo Román no había incluido a Evasio en ninguno de los cronicones, puesto que las invenciones sobre su figura las creó con posterioridad, como a bien tiene informar Henrique Flórez:
Pero encontrando despues á S.Evasio en Ciudad llamada Casal, y aplicando este nombre de Casalensis Civitas al citado lugar del Alcázar ó Casar de Cáceres, sin autoridad de ningún Geographo, solo por capricho; le contrajo á este pueblo en esquelas familiares, que luego se hicieron públicas en los escritos de otros[44].
Sandoval se convierte en el intermediario para la difusión de los escasos datos de la vida de Evasio, segundo obispo de Tuy, colocado en sustitución de Epitacio, que se había trasladado a la vieja de diócesis de Ambracia. Siguiendo los pasos de su predecesor, igualmente conocedor de la cultura griega que se respiraba entre los tudenses, se encamina a la Lusitania, para hacerse cargo de la diócesis de Coria, una ciudad a la que también se le quería atribuir una ascendencia helénica[45]. Prácticamente solo se recrea en la muerte:
A dos leguas de la villa de Caceres, esta una villa principal, llamada el casar de Caceres en do[n]de ay ruynas y señales de antiguedad Romana, y inscripsiones, que sin duda es el lugar en que padecio San Euasio, de q[ue] habla este Martyrologio, y q[ue] llegó aquí desde Tuy predicando este varon Apostolico, a imitación de su a[n]tecesor San Epitacio, q[ue] no contento con la predicacio[n], y fruto que tenia hecho e[n] Tuy, se vino como piadosamente se puede pensar, predicando por aquello de Ciudad Rodrigo y Coria hasta Ambracia ó Plasencia[46].
El particular de la vida de San Euasio, martyrio y años en q[ue] fue ha borrado el tie[m]po, como acaecio a otros muchos santos, demas de las quemas de papeles, y libros sagrados, que despues se hicieron en tiempos de Diocleciano. Parece padecio San Evasio en tiempo de Domiciano, y que fue muy conocido por estas partes, dedicandole Iglesias, como parece fue la de San Eruas, que es del monastorio real de Sahagu[n][47].
Si Sandoval se pasó de incauto a la hora de aceptar los cronicones, no fue la buena fe la que guió a Tamayo Salazar. No sólo los admiraba, sino que los ampliaba de su propia cosecha. Él no llegó a plantearse la inexistencia del Martyrologio de la catedral de Plasencia, a la que estaba adscrito, sino que, además de utilizar el engaño, lo amplió cuanto pudo. Así se refiere a Evasio en su santoral:
Euasius huius nominis I, Episcopus Tudensis II, qui praedicatoris Euangelici munere, Cauriensem dioecesim illusrauit, & ibide[m] prima iecit Catholicae fundamenta fidei, ad Annum LXXXII. apud Cafalem in eadem dioecesi Martyr occubuit[48].
El Martirologio de Tamayo fue objeto de un seguimiento por quienes, sin el mínimo escrúpulo y carentes de dudas, encontraban en él una fuente para la elaboración de sus historias más o menos locales. Pero también se convirtió en objeto de exacerbadas críticas, dirigidas tanto al autor como a la obra. Nicolás Antonio puso en evidencia sus artimañas[49], al igual que más tarde haría Mayans y Siscar. Valladares lo tacha de
[...] hombre muy leído, pero ignorante, supersticioso y embustero… por haber fingido Actas de Santos Mártires y Confesores, cartas y obras en nombre de Santos y de varones insignes, y por haber intentado que se tuviesen por bienaventurados hombres que se sabe que están ardiendo en los infiernos[50].
El calificativo que le dio el doctor Martín Vázquez Siruela fue el de «mano y pluma asquerosa»[51]. Los Bolandistas lo llamaron «faecundus sanctorum multiplicator»[52]. Y entre los múltiples vituperios que le dedica José Godoy Alcántara, tal vez el más suave es el que define el Martirologio de Tamayo Salazar como «su principal depósito de ficciones, errores y mentiras»[53].
Entre sus fieles seguidores, al menos en el tema que nos ocupa, nos topamos con Gil González Dávila, un historiador carente del más mínimo sentido crítico. Tomando por real el Martyrologio de la catedral de Plasencia y por dogma cuanto apunta Tamayo, aporta sus pinceladas sobre San Evasio:
Otra grandeza desta Nobilissima Villa es que… en el Casal, que dista de Caceres dos leguas, aver ganado en ella la Corona del Martirio San Evasio, segundo Obispo de la Santa Iglesia de Tuy[54].
Con la máxima devoción hacia a las autoridades de Tamayo Salazar y González Dávila, y fiel a lo apuntado por Prudencio de Sandoval, aparece el escritor extremeño Juan Solano de Figueroa Altamirano. Siguiendo la estela trazada por Tamayo, que en 1646 publicaba su San Epitacio, Solano de Figueroa cuatro años más tarde daría a la luz una historia sobre los santos de la localidad de Medellín[55]. Es inimaginable que, pese al gran cumulo de inventos que atesora, no mereciera la atención de quienes arremetían contra los falsos cronicones. Muy tardíamente sí recibió la bien merecida crítica de Vicente Barrantes, que ve el santoral medillense
[…] como libro de aquellos dias en que Solano de Figueroa tomó á empeño cultivar en Extremadura la mala semilla de santos apócrifos que por toda España sembraron los falsos cronicones[56].
Pero aún pasarían tres lustros hasta ver impresa otra obra del mismo tenor acerca de los santos de Cáceres, también de escaso mérito y mucha imaginación[57]. Así se manifiesta en la censura favorable que de él hace Fray Francisco Calderón, dando la licencia para su publicación:
Y digo q[ue] es muy propio del espiritu del Autor porque es muy parecido a la Historia, que escriuio con tanta felicidad de los Santos de la antiquissima Villa de Medellin, que por su trabajo, y desvelo tiene[n] oy erigidos Altares: y se puede dezir de vno, y otro Tratado, lo que dixo Sidonio Apolinar de vn libro que auia escrito, que en el se manifestaua su espiritu, como el semblante se manifiesta en el espejo.
La hagiografía que nos hace de San Jonás, uno de los personajes referenciados, está llena de auténticas patrañas, en la que no es la menor el convertirlo en mártir de Cáceres. Esto no es óbice para ser aceptada como la más pura ortodoxia, al menos en el ámbito eclesial de la diócesis. Y, tras airear algunas cartas de apoyo, consigue que el obispo de Coria, don Francisco Zapata y Mendoza, decrete de manera oficial el culto en toda su jurisdicción:
[…] auiendo reconocido por algunas Historias Eclessiaticas antiguas, y modernas, y otros papeles manuescritos, que el Glorioso San Ionas fue natural de la ciudad de Athenas, y Discipulo de San Dionysio Areopagita, que le ordeno de Sacerdote, y embió a predicar a España; y en la villa de Caceres deste nuestro Obipado, y en sus lugares adjacentes, y circunvezinos, conuirtió los primeros Chritianos, y padeció en ella martyrio… Y assi, por las presentes exortamos, y mandamos a dichos nuestros muy venerables, y amados hermanos Dean, y Cabildo de nuestra Santa Iglesia de Coria, y a los Vicarios, Arciprestes, Curas, Beneficiados, Clerigos Seculares, y Regulares, y a las demas personas de dicho nuestro obispado, de qualquiera calidad, ó condicion que sean, que tienen obligacion de cantar, ó rezar el Oficio Diuino en el Coro, ó fuera dél; que de aqui adelante, despues de la publicacion de estas nuestras letras, rezen de el dicho Glorioso San Ionas, como Santo natural de dicho nuestro obispado, con solemnidad, y oficio semidoble de el comun de vn Martyr; y en la villa de Caceres co[n] oficio doble, por auer padecido en ella Martyrio a veinte y dos de Setiembre[58].
No sorprende, por consiguiente que en estos momentos, concretamente en 1667, en la recién erigida ermita de la Virgen de Guadalupe o del Vaquero, se plasme en el retablo principal la figura de San Jonás, debido a los pinceles de Francisco Mendo.
Si para la apropiación de San Jonás se sirvió de un párrafo del Cronicón de Dextro, que convertía el «pagus Castrensis», sito en las proximidades de París, en «Castra Caecilia» (Cáceres), con Evasio empleará otra burda maniobra. Para ello se valdrá tanto de la cita de Tamayo en su Martirologio como de la información que recaba de Prudencio de Sandoval, al que se la suministró Román de la Higuera. Solano de Figueroa dedica a San Evasio un total de ocho páginas, comenzando la perorata de esta guisa:
Con S. Euasio ofrezco a Caceres, y a vn lugar de su jurisdicion, que se llama el Casar, vna nueua dicha, y vna nueua gloria: pues mereció ser palenque de las victorias, y triunfos de este Martyr[59].
No encuentra para esta afirmación más apoyo que las fuentes citadas y el hecho de que en el término de Casar de Cáceres existen vestigios de época romana, lo que en su opinión le reafirma que éste es el lugar del martirio. Por otro lado, sus argumentos los copia de los enunciados por Sandoval. Ambos consideran como auténtico el Martyrologio de la Catedral de Plasencia. Y los dos dan por hecho la existencia de un San Evasio en Italia. El historiador de Tuy sostiene que se trata de dos santos diferentes. Uno de ellos
[…] fue Obispo de Casali, ciudad de Italia… que aquel de que habla Galasino (sic), y Molano, y los Martyrologios Romanos antigo, y nuebo, es otro del mismo no[m]bre, que bolo para el cielo a dos de Deciembre, y el nuestro padeció primero de Deciembre, y assi pienso q[ue] aquel es conocido en Italia pricipalmente en las Iglesias de Bérgamo, y Verselle[60].
El Martirologio de Pedro Galesinio los identifica como obispos y confesores, y a ambos les confiere una nacionalidad italiana, el uno suscrito a la iglesia de Calasense y el otro, a la diócesis de Briscia[61]. Tomando como modelo a Galesinio, así quedan marcados en otro posterior martirologio:
Euasii Episc.) Vet. Martyrolog. Roman.& manuscript. Galesi.. de eodem hac die ex monimentis (vtait) Casalensis, Vercellensis, & Bergomatis ecclesiarum, quae non vidimus[62].
Euasii Episcopi.) Tabulae eius ecclesiae, que his ipsis consentiunt[63].
Estos datos, que a buen seguro sirvieron a Román de la Higuera para su especulación, no son suficientes para conducir por el camino de la lógica a Solano de Figueroa. Él, que cree pie juntillas las patrañas del Martyrologium Hispanum de Tamayo de Salazar, no tiene inconvenientes en contradecir con argumentos pueriles los datos que proporcionan dos historiadores de la talla de Galesinio y Baronio. El argumento que da para aseverar su opinión con respecto al martirio de San Evasio en Casar de Cáceres, que considera «no solo probable, sino cierta», carece de la mínima convicción:
Digo… que aunque el Casal de Italia es Ciudad Episcopal, y San Euasio fue Obispo; no por esso se ha de entender precisamente, que San Euasio fue Obispo del Casal de Monferrato. Porque las palabras: Inciuitate casalensi, no significan señaladamente, que fuesse Obispo del Casal de Italia[64].
A lo máximo que llega es a aceptar una hipotética procedencia italiana, donde desarrollaría la labor pastoral antes de hacer lo propio en Tuy y, posteriormente, en Coria:
No empero repruebo, ni tengo por improbable, que San Euasio huuiesse sido Obispo en Italia; porque esto no le embarazaua, para que despues baxasse a ser Obispo de Tuy Antes tengo por bien fundado lo que escriuio Do[n] Ivan Tamayo en su Martyrologio Español q[ue] tambien fue obispo de Coria, y el Primero desta Santa Iglesia[65].
No conforme con la probanza, pretendió Solano de Figueroa conseguir para San Evasio lo que había logrado con respecto a San Jonás: gozar de una devoción pública como obispo y mártir de esta tierra:
Y queda corriente poderse celebrar, su fiesta (precediendo la declaracion del Ilustrisimo señor Obispo de Coria) en el Casar, como Patria suya, donde adquirió el nacimiento espiritual: en Caceres, como Cabeça de la jurisdicion temporal del Casar: y en el Obispado de Coria, como Santo de su Diocesi, y su Pastor[66].
En el año 1752 se redactó un curioso manuscrito, debido a la pluma de Andrés Santos Samaniego, canónigo de la catedral de Coria, que se encuentra encuadernado junto a otros infolios en la Biblioteca Nacional de España[67]. En él se diserta ampliamente sobre San Evasio, haciendo una curiosa llamada con letra distinta a la del copista: «Trátase de si San Evasio fue, o no, obispo de Coria». Comienza Santos Samaniego dejando patente cómo Solano de Figueroa había conseguido parte de su objetivo:
Aunque en el Libro de la Dignidad Episcopal se hace mención de el Santo, el Obispo D. Antonio Fern[ande]z de el Campo, de quien se dira abaxo, declaró á 4 de Noviembre de 1670 á San Evasio por 1º obispo de Coria diciendo que aunque no natural de aquí padecio en el Casal de Caceres, Villa de este Obispado, según el Vreviario de Plasencia[68].
En aquella decisión del obispo Fernández del Campo influyeron lo «confirmado» por Solano de Figueroa, el Breviario Placentino, el Martirologio de Tamayo de Salazar y el libro de Prudencio de Sandoval sobre la diócesis de Tuy. Pero Santos Samaniego busca el esclarecimiento recurriendo a sus propias pesquisas. Comienza negando la existencia del Calendario de Plasencia, de 1352, desconfiando del que se declaró autor de su descubrimiento:
[…] y lo mas es que no parece, aunque le he buscado, y se deve la noticia de su hallazgo al padre Roman de la Higuiera Autor sospechoso en el asumpto[69].
E incluso duda de la existencia de Evasio como obispo de Tuy. Las tablas antiguas de sus prelados se refieren a él con idénticas palabras que se le atribuían al martirologio placentino; de las pinturas a él dedicadas no se desconoce la antigüedad; y la ermita de Sahagún consagrada en honor de San Ervas nada tiene que ver con San Evasio, como pretendía Prudencio de Sandoval, sino con San Gervasio[70]. Su conclusión es clara: nada implica a la diócesis de Coria con el supuesto mártir Evasio.
Por las mismas fechas que Samaniego el historiador Henrique Flórez había dejado claro su planteamiento sobre el susodicho obispo Evasio, certificándolo como un invento de Román de la Higuera. Tamayo sería el encargado de transmitir a través de «su Martyrologio todas las heces de aquellas pestilencias»[71]. Tras poner en evidencia las afirmaciones de Tamayo Salazar, concluye categórico «que S. Evasio fue martyrizado en una Ciudad llamada Casal di S.Vaso, esto es, de S. Evasio, que es su Patrono, donde se conserva su cuerpo»[72].
Como podemos comprobar con los ejemplos anteriores, la lucha contra los infundios de los cronicones no ha sido tarea fácil, sobre todo al no contar con los apoyos de quienes más interesados debieran estar en erradicar las falsedades. No sorprende, por consiguiente, y resulta ilustrativa la carta que el deán de Jaén, José Martínez de Mazas, enviara al secretario de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, Isidoro Bosarte, dando cuenta de esta realidad:
Treinta años hace que por desterrar de este obispado las suplantaciones de Santos que se introdujeron en su calendario, sin mas autoridad que la de los falsos Cronicones, escribí un Memorial para los señores obispos y clero secular. Nada aprovechó, porque la mentira se sostiene con la falsa piedad[73].
Y poco cabe esperar, al menos en lo que a San Evasio se refiere, cuando en las páginas divulgativas oficiales del Obispado de Coria-Cáceres se mantiene el siguiente texto:
La diócesis de Coria es una de las más antiguas de España. Según una antigua tradición fue fundada por el Papa San Silvestre en el año 338, siendo emperador Constantino y se tiene como probable que fuera su primer obispo San Evasio, quien padeció martirio en Casar de Cáceres[74].
NOTAS
[1] FERNANDEZ, Fray Alonso: Historia y Anales de la Ciudad y Obispado de Plasencia. Refieren vidas de sus Obispos, y de Varones señalados en Santitad, Dignidad, Letras y Armas. Fundaciones de sus conuentos, y de otras obras pías: Y seruicios importantes hechos á los Reyes. A la Magestad Católica de Felipe Quarto Victor Nuestro Señor. Con privilegio, en Madrid, por Iuan Gonçalez. A costa de la Ciudad, y de la Santa Iglesia de Plasencia. Año 1627. Pág. 5.
[2] ERCE XIMÉNEZ, Miguel de: Prueva de la predicacion del apostol Santiago el Mayor en los Reinos de España. Dotrina, que aviendo satisfecho al Santissimo Padre Vrbano octavo la puso afirmativamente en el breviario romano por estudio, i diligencia.de don Miguel de Erce Ximenes, doctor en ambos derechos. Primera Parte. En Madrid, por Alonso de Paredes, año de 1646. Fol. 130 v.
[3] Flavio Lucio Dextro era hijo de San Paciano, obispo de Barcelona. Murió a mediados del siglo V. A él le atribuye Román de la Higuera, su autor, la redacción de Chronici omnimodae historeae, de la que dice haber sido elaborada en el año 430. Para evitar suspicacias sobre el origen del documento difundió el bulo de que el original se encontraba en Worms, en manos de un burgués, al que tuvo acceso y copió un supuesto Padre Torralba, discípulo suyo y ya fallecido. Con tales datos la comprobación de su vericidad resultaba imposible. Ver YELO TEMPLADO, Antonio: «El Cronicón del Pseudo-Destro. Proceso de redacción», en Anales de la Universidad de Murcia, vol. 43, nº 3-4 (Murcia, 1985), págs. 103-121.
[4]España Sagrada, Theatro Geographico-Historico de la Iglesia de España: origen, divisiones, y limites de todas sus Provincias. Antiguedad, traslaciones, y estado antiguo y presente de sus Sillas en todos los dominios de España, y Portugal. Con varias disertaciones criticas, para ilustrar la Historia Eclesiastica de España. TomoIII. Contiene la Predicación de los Apóstoles en España: propagación de la Christiandad desde el siglo primero: origen, progresso, y mutación de la Missa antigua en estos Reynos. Justificado todo por Escritores de buena fé, y Documentos auténticos. En Madrid, año de 1748. Pág. 133.
[5] CUNHA, Rodrigo da: Da História Ecclesiastica dos Arcebispos de Braga, e dos Santos, e Varones illustres, que florecerão neste Arcebispado. Primeira parte. En Braga, por Manuel Cardozo, Anno 1634. Pág. 68, cap. XIIII, 2.
[6] SANDOVAL, Prudencio de: Antiguedad de la ciudad y iglesia cathedral de Tuy y de los Obispos que se save aya auido en ella. Sacada de los Concilios y cartas Reales y otros papeles. Em Braga. Em casa de Fructuoso Lourenço de Basto. Anno 1610.
[7]Ibid., fol. 12 v.
[8]Ibid., fol. 11 r. Estos falsos fragmentos atribuidos a San Athanasio, aseguraba Román de la Higuera haberlos recibido del P. Bartolomé Andrés de Olivenza, que los halló en un monasterio de Cerdeña, cuando allí ejerció de provincial. Ver: MARTINEZ MARINA, Francisco: «Antiguedades hispano-hebreas, convencidas de supuestas y fabulosas. Discurso histórico crítico sobre la primera venida de los judíos á España», en Memorias de la Real Academia de la Historia, Tomo III. Madrid, en la imprenta de Sancha, año de 1779. Pág. 448.
[9]Ibid., fol. 13 r – 13 v.
[10] TAMAYO SALAZAR, Juan de: San Epitacio Apóstol y Pastor de Tui, Ciudadano Obispo y Martir de Ambracia, oy Plasencia. Su vida y martirio. Madrid, Diego Díez de Carre[r]a, 1646
[11] BARRANTES, Vicente: Aparato Bibliográfico para la Historia de Extremadura. Tomo Primero. Madrid, Establecimiento Tipográfico De Pedro Núñez, 1875. Pág. 97.
[12]Censura al libro España Primitiva. Manuscrito, Biblioteca Nacional, 1739. Fol. 29 v.
[13]Ibid. fol. 31r-32r.
[14]Teatro Eclesiástico de las Iglesias Metropolitanas, y Catedrales de los Reynos de las dos Castillas. Vida de sus Arzobispos, y Obispos, y cosas memorables de sus sedes. Tomo Segundo. Madrid, en la imprenta de Pedro de Horda y Villanueva., Año 1647, pág. 482.
[15] CUNHA, Rodrigo da: Da História Ecclesiastica dos Arcebispos de Braga, págs. 71-72.
[16] TAMAYO SALAZAR, Juan de: San Epitacio Apóstol…, pág. 70.
[17] DEXTRI BARCINONENSIS, Fl. Lucii Chronicon omnimodae historiae: Primum quidem eidem Hieronymo dicatum, sed eo ad Superos translato, multis locis locupletatum, Paulo Orosio Tarraconensi iterum nuncupatum. Nunc demun opera et estudio. Fr. Francisci Bivarii Mantuae-Carpetani. Lugduni, Sumtibus Claudii Landry, 1627. Pág. 57.
[18]Catalogo e Historia dos Bispos do Porto. No Porto, por Ioaõ Rodriguez Impressor de sua Senhoria, anno 1623. Caps. I, págs. 20 y 35.
[19] SANDOVAL, Prudencio de: Antiguedad de la ciudad y iglesia cathedral de Tuy, fol. 13 v. – 14 r.
[20] DEXTRI BARCINONENSIS, Fl. Lucii Chronicon omnimodae historiae, pág. 292. El comentario de Bivar, pág. 294.
[21]Chronicon Adversarios, y descripción de los Hermitorios de España. Fue publicada en París en el año 1628.
[22] Sandoval da la fecha de 1357.
[23] TAMAYO SALAZAR, Juan de: San Epitacio Apóstol y Pastor de Tui, págs. 74-75.
[24] FLÓREZ, Henrique: España Sagrada, Theatro Geographico-Historico de la Iglesia de España: origen, divisiones, y limites de todas sus Provincias. Tomo XXII. De la Iglesia de Tuy desde su origen hasta el Siglo decimo sexto. En Madrid, por Antonio Marín, año 1767. Tratado 61. Capítulo IV. «Antigüedades de la Sede Tudense, y catalogo de sus Obispos». Pág. 26.
[25] FLÓREZ, Henrique: España Sagrada… Tomo XXIII. Continuación de las memorias de la Santa Iglesia de Tuy. En Madrid, por Antonio Marín, año 1767. Tratado 61. Capítulo XIII. «De los Santos del Obispado de Tuy», pág. 96.
[26] Se dice que los fundadores fueron compañero del Diomedes, que bautizó el enclave con un nombre en honor a su padre Tideo, rey de Etolia.
[27] SANDOVAL, Prudencio de: Antiguedad de la ciudad y iglesia cathedral de Tuy, fol. 13 r – 13 v.
[28] TAMAYO SALAZAR, Juan de: San Epitacio Apóstol y Pastor de Tui, págs. 12-13.
[29]Ibid, pág. 70.
[30] SANDOVAL, Prudencio de: Antiguedad de la ciudad y iglesia cathedral de Tuy, fol. 13 v – 14 r.
[31] TAMAYO SALAZAR, Juan de: San Epitacio Apóstol y Pastor de Tui, págs. 16-26.
[32]Da História Ecclesiastica dos Arcebispos de Braga, cap. XIX, pág. 99.
[33] DEXTRI, Fla. Lucii: Fragmentvm Chronici vel omnimodae historiae. Manuscrito. Biblioteca Nacional. Fol. 19 r.
[34] Esta cita no se encuentra en ninguno de los dos manuscritos que he manejado de la Biblioteca Nacional, pero sí aparece en los comentarios de Bivar, pág. 293.
[35] DEXTRI BARCINONENSIS, Fl. Lucii Chronicon omnimodae historiae, pág. 295.
[36] SANDOVAL, Prudencio de: Antiguedad de la ciudad y iglesia cathedral de Tuy, fol. 26 r. Así lo recoge la crónica de San Máximo: Año 584: ex ruinis Ambratae vbi sanctus Epitatius, primus Episcopus Tudensis passus est, Neufila Episcopus Tudensis, Tuden reliquias tra[n]tulit: Anastasius Episcopus eadem illi consecrauit.
[37]Chronici de rebus Hipania. Atribuido al abad Liberato de Gerona, que supuestamente vivió en el siglo VII, fue redactado por el religioso Juan Gaspar Roig y Jalpi hacia 1665. Pasó a manos de Fr. Gregorio de Argaiz, que lo incluyó en su obra Poblacion eclesiastica de España, y noticia de sus primeras honras: con mayor crédito de los muertos: continuada en los escritos de Mateo Maximo Obispo de Zaragoça. Y defendidos de la vulgar embidia el Beroso Aniano, Flavio Lucio Dextro, Auberto Hispalense, con el Cronicon de Liberato Abad, ni impresso antes, ni descubierto. En Madrid, por Francisco Nieto, año de 1669. Pág. 128.
[38]Autberti Hispalensis chronicon cum annotationibus. Se debe al falsario Antonio Lupián Zapata, que lo escribió a mediados del XVII, atribuyendo el original a Hauberto, del que dijo ser un fraile benedictino del siglo IX.
[39]Ecclesiarum hispaniae serie earumque praesu lum laudabilis numerus, a divo Iacobo Apostolo Hispaniae doctore, usque ad annum DCCCCXIX.
[40] ARGAIZ, Gregorio de: Poblacion Eclesiastica de España y noticia de sus primeras honras, hallada en los escritos de S. Gregorio, Obispo de Granada y en el Chronicon de Hauberto, monge de S. Benito. Tomo primero, parte primera. En Madrid, por Mechor Sánchez, año 1667. Pág. 110. En tal catálogo incluye la lista de todos los obispos de la diócesis caurienses, desde su fundación por Santiago hasta el año 913.
[41] ARGAIZ, Gregorio de: Poblacion Eclesiastica de España y noticia de sus primeras honras, continuada en los escritos y chronicon de Hauberto, monge de San Benito. Tomo primero, parte segunda. Madrid, en la Imprenta Real, 1668. Pág. 122.
[42] ARGAIZ, Gregorio de: La soledad laureada por San Benito y sus hijos en las Iglesias de España y theatro monastico de la provincia Lusitana. Tomo Quinto. En Madrid, por Ioseph Fernandez Buendia, 1675. Pág. 293.
[43] SANDOVAL, Prudencio de: Antiguedad de la ciudad y iglesia cathedral de Tuy, fol. 18 r.
[44] FLOREZ, Henrique: España Sagrada. Theatro geographico-historico de la iglesia de España. Origen, divisiones, y limites de todas sus provincias. Antigüedad, Traslaciones, y estado antiguo y presente de sus Sillas, con varias Dissertaciones criticas. Tomo XIII. De la Lusitania Antigua en comun, y de su Metropoli Merida en particular. En Madrid, en la Oficina de Antonio Marín, 1756. Trat. 41. Cap. 7. Pág. 118.
[45] «… de Coria tengo sospecha que la edificaron los de la isla de Cauros, que està vezina de la celebrada Samo en Asia; por que a Coria veo que la llama Ptolomeo Caurium». ARGAIZ, Gregorio de: ARGAIZ, Gregorio de: La soledad laureada… Tomo Quinto, pag. 291.
[46] SANDOVAL, Prudencio de: Antiguedad de la ciudad y iglesia cathedral de Tuy, fol. 18 r – 18 v.
[47]Ibid., fol. 19 r.
[48] TAMAYO SALAZAR, Juan de: Martyrologium Hispanum. Anamnesis sive Commemoratio Sanctorum. Hispanorum, Pontyficum, Martyrum, Confessorum, Virginum, Viduarum, ac sanctarum mulierum. Lugduni (Lyon), Philip Borde, Laurent, Arnaud, & Cl. Rigaud, 1652. Pág. 618.
[49]Errores de don Juan Tamayo, autor del Martirologio de España, intolerables en gramática. Es un manuscrito de cinco hojas al que hacen referencia numerosos autores. Pero sobre todo en su obra póstuma editada por Gregorio Mayans y Siscar, bajo el título Censura de Historias Fabulosas, en Valencia (por Antonio Bordazar de Arcazu), en el año 1742.
[50] VALLADARES DE SOTOMAYOR, Antonio: Semanario erudito, que comprehende varias obras ineditas, criticas, morales, instructivas, politicas, historicas, satiricas, y jocosas, de nuestros mejores autores antiguos, y modernos. Tomo decimoseptimo. Madrid, por D. Blas Román, 1789. Pág. 74-75.
[51] VALLADARES DE SOTOMAYOR, Antonio: Semanario erudito, que comprehende varias obras ineditas, criticas, morales, instructivas, politicas, historicas, satiricas, y jocosas, de nuestros mejores autores antiguos, y modernos. Tomo decimoseptimo. Madrid, por D. Blas Román, 1789. Pág. 74-75.
[52]Ibid., pág. 75.
[53]Historia Crítica Falsos Cronicones. Madrid, Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, 1868. Pág. 238.
[54] GONZÁLEZ DÁVILA, Gil: Teatro eclesiastico de las Iglesias Metropolitanas, y Catedrales de los Reynos de las dos Castillas: vidas de sus Arzobispos, y Obispos, y cosas memorables de sus sedes. Tomo segundo, que contiene las iglesias de Sevilla, Palencia, Avila, Zamora, Coria, Calahorra, y Plasencia. En Madrid, Imprenta de Pedro de Horna y Villanueva, año 1647. Pág. 435.
[55]Historia y Santos de Medellín. Culto y veneración de San Eusebio, S. Palatino, y sus nueue Compañeros Mártires. A San Teodoro Anacoreta y San Raimundo, Hijos desta Noble Colonia. En Madrid, por Francisco Garcia y Arroyo, año 1650.
[56]Aparato Bibliográfico para la Historia de Extremadura. Tomo Segundo. Madrid, Establecimiento Tipográfico De Pedro Núñez, 1875. Pág. 392.
[57] SOLANO DE FIGUEROA ALTAMIRANO, Juan: San Jonás, Presbítero y Mártir, Apostol, Predicador y Maestro de la Noble y Muy Leal Villa de Cáceres y otros Santos sus hijos y Naturales del Obispado de Coria. En Madrid, por Ioeph Fernandez de Buendia, Año 1665.
[58]Ibid., págs. 179-181.
[59]Ibid., pág. 243.
[60] SANDOVAL, Prudencio de: Antiguedad de la ciudad y iglesia cathedral de Tuy, fol. 18 v.
[61] GALESINIO, Petro: Martyrologium Sanctae Romanae Ecclesiae usui in singulos annis dies, accommodatum ad Sanctíssimun Patrem Gregorium XIII. Mediolano (Milán), Apud Pacificum Pomtium, 1578. Pág. 233.
[62] BARONIO SORANO, Caesare: Martyrologium Romanum ad novam Kalendarii rationem et ecclesiasticae historiae veritatem restitutum, Gregorii XIII Pont. Max. iussu editum. Coloniae Agrippinae (Colonia), Apud Ioannem Gymnicum, sub Monocerote, 1603. Pág. 756.
[63]Ibid., pág. 759.
[64] SOLANO DE FIGUEROA ALTAMIRANO, Juan: San Jonás, Presbítero y Mártir, pág. 247.
[65]Ibid., págs. 248.
[66]Ibid., pág. 249.
[67]Memoria para la Historia de la S[an]ta Igl[esi]a de Coria. Chronologia de sus Obispos. El padre Fidel Fita y Dolomé hace mención de la primera parte de esta memoria, más no conoció la segunda, actualmente encuadernada en el mismo libro, bajo el enunciado de «Noticia General de la S[an]ta Iglesia de Coria», que recoge el listado de los obispos hasta 1750. La insertó literalmente en Actas Inéditas de Siete Concilios Españoles, celebrados desde el año 1282 hasta el de 1314. Madrid, imprenta de F. Maroto e Hijos, 1882. Págs. 6-12.
[68]Ibid., fol. 11 r – 11 v.
[69]Ibid., fol. 12 r.
[70]Ibid., fol. 12 r. – 12 v.
[71]España Sagrada. Theatro geographico-historico de la iglesia de España. Tomo XIII. Trat. 41. Cap. 7. Pág. 118.
[72]Ibid.
[73] SALVA, Miguel y SAINZ de BARANDA, Pedro: Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España.Tomo XXII. Madrid, imprenta de la Viuda de Calero, 1857. Pág. 264.
[74] Y de nuevo recuerda este dato en el Episcopologio Cauriense, en el que se enumeran los obispos de la Diócesis, con las fechas en que ejercieron tal dignidad.