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La población de Santiago del Campo está ubicada en una zona llana, pertenece a la provincia de Cáceres, cercana a la capital provincial de la que dista 26 km y desde la que se accede por la A-66 o por la carretera EX 390 que va de Cáceres a Torrejón el Rubio, flanqueando los riberos del Almonte y el Tamuja. Junto con Hinojal, Monroy y Talaván, forma el conjunto de pueblos denominados «Cuatro Lugares».
Santiago del Campo ha sido un fiel reflejo de una localidad con importantes tradiciones religiosas, basta recordar ocho cofradías existentes en el siglo xix: Animas, Soledad, Vera Cruz, Santísimo, San Marcos, Rosario, San Bartolomé y la Asunción[1]. Es importante destacar que en la calle de las cruces se celebraba el Vía Crucis, denominando ese entorno «el del Calvario», próximo en su contexto ritual con las cofradías de la Vera Cruz y del sentir religioso que tuvieron los franciscanos[2]. También es importante destacar que la noche anterior a la celebración de Santiago Apóstol era costumbre hacer «lumbrinarias» en el pueblo, con grandes hogueras en las calles.
1. Las Candelas
El rito popular de Las Candelas que se conserva en la provincia de Cáceres se enmarca en un esquema generalizado en buena parte de la Península, si bien por estas tierras se halla impregnado de ciertas peculiaridades localistas que reflejaremos al referirnos a la celebración de nuestra población.
Las Candelas es la fiesta que se celebra en la población de Santiago del Campo el 2 de febrero, en la que con gran solemnidad se conmemora por estos lares la Purificación de la Virgen. Es una celebración que tiene lugar cuarenta días después de la Navidad, del nacimiento del Niño Jesús, tras la cuarentena o reclusión a la que se ha visto sometida María tras el virginal parto, tal y como marcara la Ley de Moisés. En esta presentación se hace la ofrenda de dos tórtolas o de dos pichones, rememorando la tradición las jóvenes en distintas dramatizaciones que realizan en la iglesia el día 2 de febrero. Sin embargo, hay un elemento, las velas, que en este acontecimiento no concuerda con la tradición judía. Santiago de la Vorágine apuntaba en el siglo xiii que la costumbre de encender candelas en esta fecha durante la celebración de la misa responde a un claro deseo de suplantar una práctica pagana, y añade:
Viendo el papa Sergio lo difícil que resultaba apartarlos de semejantes prácticas, tomó la encomiable decisión de dar a la fiesta de las luces un sentido nuevo: consintió que los cristianos tomaran parte en ellas, pero cambiando la intencionalidad que entre los paganos tenían, y dispuso que los cortejos luminosos que los romanos organizaban por aquellos días y habían hecho populares en todas las provincias del Imperio, los fieles lo hicieran el dos de febrero de cada año, mas en honor de la Madre de Cristo y en forma de procesiones y llevando en sus manos candelas previamente bendecidas[3].
La susodicha fiesta de las luces que sincretiza el señalado pontífice se desarrollaba a comienzos de febrero y tenía por protagonistas a las mujeres. Estas trataban de recordar las búsquedas nocturnas, ayudadas con teas y linternas, que hicieron los padres de Proserpina para encontrar a la diosa raptada por Plutón. Otro posible origen de Las Candelas lo ve el propio Santiago de la Vorágine en la costumbre que había por estas fechas, cada cinco años, de inundar la ciudad de Roma de teas y antorchas en la noche en honor de Februna, madre de Marte, para que propiciara la derrota de los enemigos del Imperio. Otros autores, Frazer entre ellos, creen que fue el papa Gelasio, en el 496, quien instituyó la fiesta de la Purificación de la Virgen como única forma de aniquilar por asimilación los festejos romanos de las Lupercalia. Sean unos u otros los comienzos de Las Candelas, lo cierto es que la fiesta que hoy conocemos responde a una amalgama de elementos judeo-cristianos y de elementos de origen pagano.
Santiago del Campo es un municipio fiel a la festividad de Las Candelas. Cada año, las jóvenes honran la purificación de la Virgen de la Candelaria y los dulces típicos se convierten en la ofrenda a ella. Se trata de una celebración que tiene lugar 40 días después del nacimiento del Niño Jesús, tras la cuarentena o reclusión en la que se vio sometida la Virgen María tras el parto, tal y como marcaba la Ley de Moisés, de ahí su origen.
En realidad el día de Las Candelas es el 2 de febrero, pero Santiago del Campo algunos años lo adelanta al día anterior si coincide en fin de semana para tener mayor afluencia de público. Este municipio cacereño lleva celebrando Las Candelas desde hace más de cien años y de ello se encargan jóvenes, de entre 16 y 18 años, elegidas previamente por la mayordoma, quienes visten el traje típico de dicha localidad.
La celebración comienza a las 12.00 horas, momento en que seis jóvenes con manto negro sacan en procesión a la Virgen de la Candelaria alrededor de la iglesia. Después Las Purificadas, vestidas con un manto blanco, cantan coplas al ritmo del pandero para solicitar la entrada de la Virgen. A esto le sigue la tradicional mesa de ofrendas. Un chocolate con dulces y una actuación musical pone el broche de oro. Como ya hemos explicado, las purificadas protagonizan los festejos del 2 de febrero. Son éstas cinco jóvenes, de entre 16 y 18 años, elegidas previamente por la mayordoma[4]. Visten para la ocasión el típico traje de la localidad. Tras acudir a casa de una devota a recoger el roscón que ofrece para la fiesta, las purificadas, asisten a la procesión con la Virgen alrededor de la iglesia. Cuando finaliza, las cinco jóvenes quedan fuera del templo. La puerta se cierra, abriéndose ésta posteriormente para que las purificadas, al ritmo del pandero que toca una de ellas, cantan dos estrofas solicitando permiso para entrar. Concedido éste por el celebrante, las doncellas penetran en el recinto sagrado y van entonando la larga serie de versos que enuncian los «pasos» que dan camino del altar para ofrecer el roscón y las correspondientes palomas:
Dadnos licencia, Señor, para entrar en vuestra casa; confesaremos tu nombre, muy humildes a tus plantas. Niño, que estás en los brazos, más hermoso que un clavel; a tu Madre, que nos abra, la venimos a ofrecer. Y pues nos la concedéis, Redentor de nuestras almas, de rodillas por el suelo os pedimos esta gracia. Y para que resplandezca en nosotras dicha tanta, tomemos agua bendita para entrar limpias de mancha. Al señor cura rector, pues que manda en esta casa, también pedimos licencia con petición muy cristiana. A publicar el misterio de esta solemnidad santa venimos con vuestra ayuda, Madre de Dios Soberana. Y para que comencemos a elogiaros, Virgen Santa, rendida a vuestros pies pido supláis nuestras faltas. Y para entrar en el Templo la ofrenda que acostumbraba era un cordero o paloma, con cinco siclos de plata. A los pobres permitían, pues que en todo tiempo se hallan, dos tórtolas o palomas, por la Ley observaban. Vais a ofrecer vuestro hijo, Madre de Dios Soberana, para que vean los hombres la humildad que en Vos se halla. En la Ley de Moisés ninguna mujer entraba al Santo Templo de Dios sin estar purificada. Pues Vos, Reina, como pobre, con la humildad que en Vos se halla, vais a cumplir con la Ley que Moisés os tiene dada. A vos. Reina de los Cielos, no se extiende dicha tanta; estás más pura que el sol, pues en Vos no se halla mancha. No porque a Vos os obliguen, Madre de Dios Soberana, sino por dar buen ejemplo a toda alma cristiana. Recibirle, sacerdote, y mostradle en el altar, y admirad que es una ofrenda de la Reina Celestial. La muerte de vuestro Hijo os la anunció Simeón; ese fue el primer cuchillo que pasó tu corazón. Ahí está el profetizado del profeta Patriarca; recibidle, Simeón, dándole infinitas gracias. Presentar en ese Agnus-Dei y atender a las palabras que dice San Simeón en la Escritura Sagrada. Bendita seáis. Señora; alabada seáis. Reina; reverenciada de todos los nacidos en la tierra. Presentar esas palomas, que es ofrenda acostumbrada, que en la Ley de Moisés todas las pobres llevaban.
Una vez concluida la población cambia el ritmo de la música, dando comienzo al canto que en Santiago del Campo, en atención a la primera estrofa, conocen por «El alégrense»:
Alégrense los mortales, muera de rabia el infierno, que ya ha ofrecido la Virgen a Dios y Hombre verdadero. Para todo este auditorio, Reina y Madre esclarecida, pedimos que con tu Hijo alcancéis gracias cumplidas. Bendita seáis, Señora, y alabada seáis, Reina; reverencia os den todos los nacidos de la tierra. De corazón le pedimos a esta Soberana Reina que a nuestro párroco le dé salud y gracia completas. A la señora justicia, que asisten a su gobierno, merezcan de este Dios Niño gozar de su santo reino. Y a nosotras, Virgen Pura, con la obediencia debida, os pedimos vuestra gloria en saliendo de esta vida.
2. La Romería de san Marcos
Es el patrón del pueblo y celebra su romería el día 25 de abril en la ermita de su nombre a 3 km de la localidad. Se rinde devoción al Santo y se programan actividades culturales, folclóricas y deportivas. Siempre ha sido celebrada con su popular cantar:
San Marcos bendito
que estás en el Carneril,
se te celebra la fiesta,
el veinticinco de abril.
Unos días antes de la romería se traslada el Santo al pueblo para la celebración de la novena. El día de la romería se traslada en una carroza al Santo Patrón desde la población acompañado por los peregrinos a pie o en caballos y burros. Celebrándose la Santa Misa y la procesión alrededor de la ermita, portándose a hombros la imagen del Santo, la subasta de brazos y la mesa de ofrendas. Antiguamente las parejas de mozos que montados a caballo iban en romería a la ermita vestían lujosamente con sus cabezales de madroños, sus mantas delanteras y sus albardillas cubiertas con mantas y telas bordadas.
3. El Cristo de los Naranjos
Todas las poblaciones gozan de alguna historia local, transmitida de generación en generación. En el caso de Santiago de Campo vamos a relatar el suceso ocurrido a la imagen del Cristo de los Naranjos, obra del siglo XVIII, que representaba el paso de la Oración en el Huerto, de autor desconocido, de tamaño algo más grande del natural, con los brazos y las piernas articuladas. Fue realizada por encargo de la Cofradía de la Vera Cruz de Cáceres y estuvo instalada en el convento de San Francisco de Cáceres. Procesionó la Semana Santa cacereña el Jueves Santo. Fue denominado «Cristo de los Naranjos» porque se le adornaba con un naranjo en vez del tradicional olivo. En el año 1837 fue colocado en la iglesia de San Mateo, siendo vendido en el año 1898 a la parroquia del Casar de Cáceres, donde estuvo ubicado. Los vecinos del lugar no era muy devotos de la imagen, pues imponía por sus grandes proporciones, sus ojos saltones y el pelo natural que cubría la cabeza. Por mediación de doña María Sánchez Tovar y doña Remedios Díaz, fue trasladada en el año 1948 la imagen a la ermita de la Soledad de Santiago del Campo, cuyos vecinos tampoco mostraron mucho interés por la imagen. Fue enterrada bajo el suelo de la iglesia próxima al presbiterio junto con otras imágenes antiguas como la conocida Virgen de las Tormentas en los años cincuenta del siglo xx.
Gracias al iniciativa llevada a cabo por el escritor don Alonso Corrales Gaitán y un grupo de amigos, el día 31 de enero de 1989, hicieron una solicitud formal al Obispado para poder desenterrar la imagen, correría con los gastos la Excma. Diputación Provincial, según compromiso adquirido por su Presidente don Manuel Veiga López, pero no se llevó a cabo la recuperación de los restos de la imagen ante la negativa del clero y de algunos vecinos del lugar. A mediados del año 1993 y gracias a la iniciativa de nuevo de don Alonso Corrales Gaitán, que retomó el asunto, y con el beneplácito del Sr. alcalde de Santiago del Campo don Juan Andrés Sánchez Villar iniciaron los trámites correspondientes con el párroco y las gestiones pertinentes en el Obispado y con el Presidente de la Diputación. Estando todos de acuerdo, el 15 de enero de 1994, se llevaron a cabo los trabajos de recuperación de los restos enterrados bajo el pavimento de la iglesia, encontrándose los presentes con restos de un retablo, imágenes de distintos tamaños y el cuerpo con cabeza incluida, pero sin extremidades, de la enorme talla del Señor de los Naranjos, un San Francisco, un angelito, varias manos, una Virgen que llamaban los lugareños «de las Tormentas», todas las imágenes se encontraban en un estado de conservación lamentable, siendo imposible restaurar la imagen del Señor de los Naranjos, y se optó por volver a enterrar todos los bienes muebles recuperados[5].
NOTAS
[1]Cofradías, Hermandades, Santuarios de Santiago del Campo. 4 de octubre de 1821 (Según don Juan Manuel Rubio y Crespo, cura párroco de la iglesia de Santiago Apóstol), fol. 1. Archivo de la Diputación Provincial de Cáceres.
[2] Es muy interesante el libro de don Francisco Cerro Pantoja, op. cit., en el cual nos relata las costumbres y tradiciones de Santiago del Campo, muchas de las cuales ya no se celebran o practican como las celebraciones fúnebres, las bodas, los festejos taurinos el 15 de agosto, el Domingo de Quintos, las carreras de gallos o el Corpus Christi.
[3] Santiago de la Vorágine: La Leyenda Dorada. Alianza Forma, 2ª reimpresión, Madrid, 1987. 2 tomos.
[4] Interesantísimo el estudio de Domínguez Moreno, J. M.: «Las fiestas de las Candelas en la Provincia de Cáceres». Revista de Folklore, número 195, Fundación Joaquín Díaz, 1995, pp. 99-103. Los pentagramas aquí insertados fueron elaborados por Ángela Capdevielle y aparecen en su obra Cancionero de Cáceres y su provincia, Madrid, 1969.
[5] Corrales Gaitán, A, relató el proceso en Trujillo en el transcurso de los XXIV Coloquios Históricos de Extremadura publicado «Imágenes malditas. El Señor de los Naranjos», en Actas de los XXIV Coloquios Históricos de Extremadura. Cáceres, 1995, pp. 111-117.