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Revista de Folklore número

489



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El manzano maravilloso del Picu Urriellu: sombras arqueoetnográficas tras de una etimología popular

GURRUCHAGA SANCHEZ, Marina

Publicado en el año 2022 en la Revista de Folklore número 489 - sumario >



1. Un cabraliego en Sevilla

Recientemente, al hilo de mi reciente investigación sobre el mitema céltico que yace en el corazón de los sucesos de Covadonga narrados por la Crónica de Alfonso III, encontré en la obra fundamental de Aurelio de Llano Bellezas de Asturias[1], un cuento breve, episodio o justificación a manera de trabajo de campo, en el cual el propio Llano intentaba facilitar una explicación respecto al topónimo, ya de larga trayectoria para esa fecha, «Naranjo» de Bulnes. Transcribimos a continuación literalmente el texto a partir de la obra de Llano:

Me puse a investigar entre los habitantes de la comarca el porqué [sic] del nombre Naranjo. Y el vecino de Arenas, Basilio Díaz, de 53 años de edad, me dijo en la majada de Tordín, a la puerta de su cabaña:

«Desde tiempo inmemorial, los habitantes de Cabrales emigran a Sevilla; yo también emigré a aquella ciudad…

Se cuenta por aquí, que un día estaban varios cabraliegos sentados en el muelle de Sevilla, comiendo naranjas, y le dijo un sevillano:

–En Asturias no habrá naranjas tan grandes como estas, ¿verdad?

A lo cual contestó un cabraliego de Bulnes:

–En mi pueblo hay un naranjo que durante seis meses al año da naranjas que pesan más de cuarenta quintales cada una.

–¿Qué naranjo es ese? – preguntó el sevillano.

–El Naranjo de Bulnes.

Al cabraliego se le ocurrió decir esto porque en el invierno, de lo alto del Picurriellu caen montones de nieve que marchan rodando en forma de bolas metiendo un ruido de todos los diablos; aquello parece un árbol cuando le tira la fruta el viento.

Y lo que ocurrió en el muelle con el sevillano y el vecino de Bulnes, ha dado lugar a muchas bromas; después, el cuento corrió por aquí, y los que escriben libros, al Picurriellu dieron en llamarle Naranjo; nosotros nunca le llamamos así. Además, no sé por qué lo sitúan en Bulnes estando a cuatro horas de este pueblo.

El cuento de A. de Llano, pues no de otra manera puede ser denominada esta pretendida explicación popular del topónimo alternativo al local de «Picurriellu» (que aparece en el propio relato) o sencillamente «Urriellu», rebasaría, en nuestra opinión, la categoría anecdótica que el propio Llano parece concederle, para adentrarse en las esferas de la Mitología o la Arqueoetnografía. En las siguientes líneas pretendemos justificar esta impresión.

2. La toponimia: Naranjo-Naranco-Urriellu

Haciendo abstracción de la justificación ofrecida por Llano (que de todas maneras apenas se ha comentado en la bibliografía que discute la cuestión), varios autores se han ocupado de dicho topónimo[2], especialmente a propósito de la divergencia ya comentada entre el apelativo local y la doble toponimia recogida en la cartografía y la literatura. Esta cuestión no es baladí, teniendo en cuenta la mención de un «naranjo» o árbol maravilloso y feraz en el relato de Llano, que a su vez representa una explicación popular de la toponimia escrita o divulgada.

2.1. Schulz y el «Naranjo» de Bulnes

Guillermo Schulz (1800-1877), ingeniero alemán, polígrafo, investigador de la topografía y la toponimia de la zona de los Picos (es el primero que realiza un mapa topográfico de Asturias)[3], plantea en la edición original de éste, en 1855, una inicial aparición del nombre de «Naranjo», aunque luego el topónimo desaparece en las posteriores impresiones del mismo[4]. En el Atlas de 1858 también se muestra el mismo nombre, acompañando a un dibujo del propio Schulz con la representación del perfil de los Picos contemplados desde Nueva de Llanes. Para J.A. Odriozola, estudioso clásico del tema[5], Schulz transformó, por ser germanohablante, la fonética del término (de «Naranco» a «Naranjo»). Sin embargo P. González-Pumariega corrige a J.A. Odriozola –con gran sentido, en nuestro parecer-, cuando afirma que el interés acreditado de Schulz por la microtoponimia (evidente en los más de mil ciento cincuenta topónimos recogidos en los trabajos de campo tras sus conversaciones con los naturales de la región, presentes en su mapa), tal y como él mismo afirma en su «Descripción geognóstica del Reino de Galicia»[6], muestra su exquisito cuidado en la recepción y transcripción fidedigna de la toponimia local. El propio Schulz, en concordancia con el paisano del cuento de Llano, confirmó la veracidad y literalidad de este topónimo merced a sus palabras de 1820, recogidas mucho tiempo después en la revista Peñalara:

Todos los de los alrededores lo conocen, el aldeano de los valles y montañas bajas. El pastor de los altos puertos. Y el marino de la costa cántabra que hacia él dirige su barco cuando regresa a puerto… llaman el Urriellu, el Naranjo de Bulnes, o simplemente el Pico[7].

Este topónimo ya se encontraba en uso en 1904, año de la escalada inaugural del Picurriellu[8], siendo el mayor defensor en tiempos recientes de la veracidad del uso local de dicho topónimo el insigne montañero J.R. Lueje, quien en 1972 lo justificó en su obra El Picu Urriellu o Naranjo de Bulnes, apelando al tono anaranjado del que se reviste la peña al caer del sol (razón que, significativamente, no halla ni rastro de mención en el cuento de A. de Llano).

2.2. Urriellu-Picurriellu-Urrieles

Dicha toponimia, en efecto, tal como aparece en el relato de Llano, así como en las palabras de Schulz, recoge para el lugar el nombre de «Picu Urriellu» («Picurriellu» en boca del cabraliego), localmente «El Urriellu» o «El Picu», a su vez relacionado con el topónimo «Los Urrieles» como denominación del Macizo Central de Los Picos[9], vinculados todos con la raíz paleuropea *UR, «montaña, elevación»[10], presente también en otros topónimos cántabro-asturianos (Urru, Orru, Los Urros, etc.), así como en la misma configuración del topónimo del área general, ya que la denominación «Picos de Europa», sólo a partir de la Crónica de Fray Francisco de Sota[11] pasa a designar la zona antes conocida como «Uropa»[12], al hilo de la explicación cultista de éste último identificando las leyendas de la zona sobre una «virgen fugitiva»[13] refugiada[14] en una cueva[15], con el rapto de Europa por el dios Zeus[16]:

... Y en la raíz de ellas ay (sic) una gruta, cuya entrada es estrecha, y por adentro larga y ancha, con apoyos de asientos, que parezca se hicieron artificiosamente, donde se cree estuvo escondida Europa... porque de tradición inmemorial ha quedado en la memoria de los liebaneses (sic) una confusa noticia de que en tiempos muy antiguos estuvo escondida una Reyna Europa...

2.3. «Naranco» de Bulnes

Abordando el topónimo paralelo «Naranco», éste figura por vez primera en la cartografía general a partir del mapa de F. Coello de 1870[17]. Queda excluida la invención de la expresión, por cuanto el mismo topónimo es ubicuo en ámbito cántabro-astur-leonés, encontrándonos multitud de localizaciones con dicha referencia, como el conocido Monte Naranco de Oviedo[18], la Vega del Naranco muy cercana a Fuente De en Liébana, la abadía o monasterio de S. Juan de Naranco en Espinama (Camaleño)[19], también en Liébana, el valle del Naranco en Llánaves de la Reina y el paraje de Valdeburón, ambos en León, el «Naranquín» en Quintana, junto a Oviedo, etc.

Para J.M. González, cuyas notas seguimos en este apartado, dicha raíz se constituiría en primera instancia como un hidrónimo[20], también prerromano y perteneciente al sustrato céltico, fácilmente explicable por la presencia siempre en los parajes comentados de una fuente, corriente o manantial –la denominación del río Nora también sería transparente a este respecto–. De lo dicho anteriormente, existiría en la zona del Urriellu alguna fuente o laguna cercana a la base de la elevación, hoy sin identificar o extinta, que habría dado origen a este microtopónimo, constituyéndose en una versión real, aunque complementaria, de la denominación orográfica «Urriellu/Picurriellu», en uso cuando Shulz realizó su mapa topográfico, como tantos elementos de la geografía de los Picos que cuentan con varios apelativos simultáneamente utilizados[21].

El conocido fenómeno de «etimología popular», consistente en el «procedimiento lingüístico a través del cual el hablante trata de explicar una palabra imprecisa, dudosa, de difícil integración en su competencia, relacionándola, mediante una reinterpretación tanto formal como semántica, con otras conocidas»[22], encuentra su ejemplificación en la conversión del hidrónimo «Naranco», correspondiente un sustrato del indoeuropeo que ya no era comprendido por la población local, en una palabra de uso habitual, «Naranjo» –al margen de supuestas emigraciones a Sevilla de los naturales del país–, primando de esta manera finalmente, como dice X. Concepción, la perspectiva comunicativa en la creación de los topónimos de los Picos, destinada a garantizar la supervivencia en el duro contexto de la vida de la Peña[23].

3. Inferencias arqueoetnográficas del relato de A. de Llano

En nuestra opinión, la apelación a tal «naranjo», y la explicación que se da en el relato de Llano sobre su supuesta existencia (como hemos comentado, significativamente bien alejada de la justificación en base a la coloración rosada que adquiere el monte al atardecer), puede comprenderse, vinculándose esta explicación al anterior fenómeno de etimología popular, desde un punto de vista arqueoetnográfico. El hidrónimo «Naranco» generó en tiempos pasados, cuando existían o eran frecuentadas la fuente o laguna del mismo nombre, un orónimo similar que, en determinado momento, por el mencionado fenómeno etimológico, fue transformado en «Naranjo», pero no debido únicamente a la similitud fonética, sino concurriendo con la presencia en el imaginario popular de una serie de elementos arqueoetnográficos o mitológicos de larga duración vinculados al Picurriellu.

Tenemos varias razones para sostener esta opinión:

–la mención del cabraliego de la extensa feracidad productora del tal naranjo: en este sentido, añade precisamente (y en realidad esta afirmación es la que nos puso sobre aviso de la densidad mítica del relato) que dicho árbol da fruta durante seis meses al año. Dicha puntualización concreta tenemos que interpretarla como una evidente referencia al ciclo favorable o «mitad clara» del año que, para los celtas, iba del uno de mayo al uno de noviembre (Beltaine-Samhain)[24]. Este período coincide mayormente, en años favorables, con la estancia-subida a los puertos y lugares de permanencia estival del ganado («tiempu d´enverengar»[25] en los «prata», «pascua», «brannea», «busta», etc., así denominados en la documentación medieval) de los pastores locales en la transhumancia de corto radio desde las aldeas a media altura[26] hasta estos lugares de pastizales altos, donde ocuparían cuevas adaptadas a la habitación[27] estacional. Tal sistema de ganadería extensiva continuó vigente durante la Romanización de los pueblos vadinienses que ocupaban la zona[28], y continuó durante la Alta Edad Media, reforzándose desde el siglo xi.

–existencia de leyendas asociadas a dicho hidrónimo y su corriente/fuente [Naranco], como es habitual de todas maneras en el acervo de las creencias mágicas de la Céltica hispana y europea referidas a los cursos de agua y manantiales[29]: en varias ocasiones, a este respecto, se habla de «anjanas»/«xanas» vinculadas a otras fuentes con el mismo hidrónimo (Vega del Naranco, junto a Fuente De; Monte Naranco de Oviedo, en la «Fontica»)[30]; contamos incluso, ya para nuestra Peña en particular, con otra referencia mítica, una breve y rara noticia[31] sobre un «cuélebre» que prepara al final de cada jornada su nido en la cima[32]. La profundidad legendaria de esta figura entronca, como tratamos ya en otra investigación[33], con creencias célticas referentes a la concepción teológica de la soberanía política.

–En este sentido la teonimia local abunda en apelaciones a «Tarano»[34], dios soberano atmosférico, tonante y solar (muy cercanos los lugares de Tarañosdios, en Cangas de Onís, y el refugio de la Terenosa, a los pies del Picurriellu) identificable también, en la interpretatio romana, con Jano (lápida de Crémenes que vincula a Jupiter Optimo Maximo con la epíclesis del tal Tarano-«Jan...»)[35], y a su vez a todos ellos con Lugh-Lugos, dios psicopompo por antonomasia del mundo indoeuropeo. Este Taranos-Taranis, glosado por Lucano en La Farsalia, se correspondería con el Júpiter galo, el Donar germano y el britano Tanarus[36].

–En los relatos de los ciclos célticos insulares, como la historia de Conla «el del largo cabello», y en el mito de Bran[37], sendas mujeres féericas, evemerizaciones de estas diosas soberanas que han pasado al folklore en forma de hadas en las Islas Británicas y, como antes señalábamos, en las xanas/anjanas de la Céltica norteña hispánica, se vinculan al manzano como árbol sagrado, cuyos frutos son portadores de la eterna juventud, vehículo para la iluminación y camino al inframundo descendiendo por su tronco y raíces, especie de Yggdrasyl que vincula el mundo de los vivos y de los muertos. En dichas historias aparece la isla o territorio de Avalon/Avallach, «tierra de las manzanas» y destino de los difuntos[38]: precisamente es habitual encontrar representaciones de árboles en las lápidas vadinienses de la zona como elementos vinculados a la vida de ultratumba[39].

Todo lo anterior nos hace sospechar de la relación del Picurriellu o Naranco/Naranjo con elementos de la escatología religiosa prerromana local, apelando más bien al manzano que al naranjo, frutal desconocido en estos lares hasta tiempos recientes y por supuesto no originario del lugar, mientras que el manzano halla abundantes referencias en los cartularios medievales[40], como no podría ser menos por su autoctonía e importancia para la economía de las poblaciones locales desde antiguo.

Por otra parte, y quizás extremando la interpretación de las noticias de Llano, no es baladí el comentario, trasladado del paisano del cuento, cuando se habla del ruido que hacen las «naranjas» al caer, si tenemos en cuenta que el «manzano musical» de las leyendas féericas tenía el poder de sumir en trance[41], y el hallazgo de árboles de oro, con hojas y frutos de tal metal, en un pozo ritual de la Baviera Céltica[42], evidencia asimismo dicha componente ritual-funeraria de la especie en el imaginario antiguo.

4. CONCLUSIONES

Nuevamente constatamos la veracidad de la impresión de X. Concepción cuando habla del carácter sagrado de la toponimia y la geografía de los Picos, permeada de las concepciones mitológico-escatológicas de matriz indoeuropea creadas y recreadas (merced al fenómeno de etimología popular) por las poblaciones pastoriles del lugar.

Así, nuestro Naranco podría haberse constituido como una suerte de «Avalon» local, remedando en el interior del territorio la consideración en la costa de las peñas e islas como destino último de los difuntos en su viaje al Alén[43] y presidido por un manzano mítico que se encontraría aún presente en el imaginario local, «evolucionado» o transformado en naranjo por proximidad fonética. La importancia toponímico/epigráfica de la referencia al dios Tarano-Jupiter-Jano, avatares del atmosférico y soberano dios psicopompo, completa las referencias necesarias para comprender la importancia y consideración del Urriellu entre las poblaciones locales.

Como siempre, y una vez más, advertimos de la feracidad de la investigación arqueoetnográfica, como herramienta útil a la hora de despejar senderos en multitud de campos vinculados, cuanto menos, a la Lingüística-Toponimia, la Historia y la Geografía.

Marina Gurruchaga Sánchez
Miembro del Centro de Estudios Montañeses
Doctora en Historia por la Universidad de Cantabria



NOTAS

[1] DE LLANO, A. Bellezas de Asturias, edición de la Imprenta Gutemberg, Oviedo 1928, p. 82, nota 1.

[2] Especialmente relevantes han sido las contribuciones de VILLA OTERO, E., «Los nombres del Naranjo», en Revista Vetusta 69 (2004), pp. 8-10; GONZÁLEZ PRIETO, A., Catálogo bibliográfico de los Picos de Europa, Hifer, Oviedo 2016; CONCEPCIÓN, X., «La toponimia sagrada de los Picos: del Monte Vindio a Covadonga por la sendas de las palabras que cuelgan de Peña Santa», en Covadonga: Historia y arte, Naturaleza y tradición. Real Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo 2016, pp 153-202; GONZÁLEZ-PUMARIEGA, G., «Guillermo Schulz, una vez más (2)», en Boletín de Ciencias de la Naturaleza 45 (1998-99), pp. 1-12; ODRIOZOLA CALVO, J.A., «Guillermo Schulz, una vez más», en Boletín de Ciencias de la Naturaleza del I.D.E.A. 30 (1882), pp. 127-140, y GONZÁLEZ, J.M., «Temas de toponimia asturiana», en AO XXI (1971), pp. 121-140.

[3]https://www.ign.es/web/catalogo-cartoteca/resources/html/003154.html

[4] Seguimos en este apartado la información suministrada por GONZÁLEZ-PUMARIEGA, G., «Guillermo Schulz, una vez más (2)», Op. Cit.

[5] ODRIOZOLA CALVO, J.A., «Guillermo Schulz, una vez más», Op. Cit.

[6] En sus palabras, «con asistencia de algunos naturales de cada jurisdicción para instruirse por éstos de los nombres y particularidades de los sitios» (en GONZÁLEZ-PUMARIEGA, G., Op. Cit.. edición online en https://drive.google.com/drive/folders/1b0VTqncCKwt_w-TvTmAEtWPV463ReOz1)

[7] En su número de junio de 1934, «Apuntes retrospectivos. El Naranjo de Bulnes».

[8] Revista Jotdown, «La leyenda del Urriellu», en https://www.jotdown.es/2013/05/la-leyenda-del-urriellu/

[9] CONCEPCIÓN, X., Diccionario Toponímico de la Montaña Asturiana, KRK Ediciones, Oviedo 2001. Topónimo consultado en la versión online https://www.xuliocs.com/autorabc.php

[10] E. Martino es el primero que advierte de dicha filiación (MARTINO, E. En torno a los Picos de Europa, Diputación de León, León, 1998).

[11] SOTA, FR. FRANCISCO DE, Crónica de los Príncipes de Asturias y Cantabria, 1681, pp. 179-180, en http://www.foropicos.net/viewtopic.php?t=582

[12] Montes «Urópicos» en el poema de Alonso López Pinciano «El Pelayo» (1605) y «Pº de Uropa» en el Atlas del Escorial de Alonso de Santa Cruz en 1538 (en http://www.valledeliebana.info/noticias18/julio/parquenacional7.html).

[13] Este mitema, presente también en su versión cristianizada en la leyenda de la Virgen del Enol, esconde el recuerdo de deidades célticas soberanas ha sido estudiado por DE MILIO CARRÍN, C., La creación del mundo y otros mitos asturianos, autoedición, Oviedo, 2008 y abordado en alguna de mis investigaciones (GURRUCHAGA SÁNCHEZ, M. «Los trabajos de Onna: la batalla de Covadonga, el derrumbe del Monte Subiedes en Cosgaya y el ciclo mítico asociado», en Revista de Folklore 477 (2021).

[14] El romance asturiano «La cabeza del niño» («… unos dicen que aquí está / otros dicen venga, venga, por los Picos del Cornión / iban corriendo tras ella») recoge elementos de este mitema (DEL LLANO, A., Bellezas de Asturias, Op. Cit., 30).

[15] SOTA, FR. FRANCISCO DE, Op. Cit.

[16] Incluso la Sota identifica el topónimo «Llomba del Toro» con la transformación de Zeus en dicho animal para raptar a la princesa mitológica. Precisamente el toro es un animal relacionado con el dios pancéltico Lugh, del que luego trataremos (LORRIO, A., OLIVARES PEDREÑO, J.C., «Imagen y simbolismo del toro en la Hispania Céltica», en Revista de Estudios Taurinos 18 (2004),

pp. 81-141).

[17]https://www.ign.es/web/catalogo-cartoteca/resources/html/030473.html

[18] Documentado por vez primera en 857, el diploma se encuentra en el Liber Testamentorum de la Catedral de Oviedo.

[19] Recogido en el Cartulario de Sto. Toribio de Liébana en 932.

[20] Existe alguna interpretación alternativa de dichas raíces vinculándolas también a un sustrato céltico, donde *NAR significaría «gigante» y *ANK «relativo a » (CONCEPCIÓN, X., Op. Cit.).

[21] Probablemente debido a la superposición de dos estadíos lingüísticos prerromanos, uno precéltico (Urriellu y etc.) y otro posterior céltico (Naranco).

[22]https://rodin.uca.es/handle/10498/15779. Un estudio de dicho fenómeno se realiza en GARCÍA MANGA, M.C., La etimología popular como fenómeno peculiar de motivación del lenguaje, Tesis doctoral de la U. de Cádiz, Facultad de Filosofía y Letras, 2010.

[23] CONCEPCION, X. «La toponimia sagrada de los Picos», Op. Cit., p. 159.

[24] MEJUTO, J., TORRES, F.J., «El «calendario celta» como fuente para el estudio de la cultura céltica. Arqueoastronomía y etnohistoria», en Ritos y mitos. VI Simposio sobre Celtíberos (Burillo, F. ed.), 2010, pp. 541-52.

[25]https://www.celtiberia.net/es/biblioteca/?id=962&pagina=1

[26] FERNÁNDEZ CONDE, F.J. «Ganadería en Asturias en la Primera Edad Media. Algunas características de la economía castreña y romana», en Los rebaños de Gerión: pastores y transhumancia en Iberia Antigua y Medieval. Seminario celebrado en la Casa Velázquez (Gómez-Pantoja, J. coord.), 2001.

[27] BARRENA, G. Pastores de los Picos de Europa en https://puenteromano.net/wp-content/uploads/2017/09/Pastores-de-Los-Picos-introducción.pdf

[28] ECHARTE, F.J. Epigrafía vadiniense. La polis de Vadinia y la sociedad Vadiniense a través de la documentación epigráfica. Trabajo de fin de Máster del Departamento de Historia Antigua. Universidad Nacional de Educación a Distancia», s.f., p. 171.

[29] Multitud de ejemplos podemos encontrar en la recopilación de J. GARCÍA PRECIADO de la literatura de tradición oral de Cantabria (Cuentos de la tradición oral, editorial Tantín, VI volúmenes, Santander 2001-2011). El propio A. DE LLANO en su Del folklore asturiano: mitos, supersticiones, costumbres (primera edición de 1922 en Talleres de Voluntad, Madrid) trata por vez primera de forma exhaustiva estas cuestiones.

[30] DEL LLANO, A. Op. Cit., p. 108.

[31] No hemos podido rastrear más que en una ocasión esta tradición, que nos parece importantísima en la consideración de nuestro tema.

[32]Jotdown, Op. Cit.

[33] GURRUCHAGA, M., «La serpiente y el pastor», un cuento de la tradición oral atribuible a un mitema de la «restliteratur» céltica hispana», en Revista de Folklore 449 (2019), pp. 4-14. http://universidadeslectoras.es/lacqua/ficha.php?ficha=51

[34] CONCEPCIÓN, X. «La toponimia sagrada de los Picos: del Monte Vindio a…», Op. Cit., p. 185.

[35] ECHARTE, F.J., Op. Cit., p. 185.

[36] SEVILLA RODRÍGUEZ, M. «Posibles vestigios topográficos de cultos célticos en el Norte de la Península Ibérica», en Memorias de Historia Antigua 3 (1979), p. 265.

[37] Apple Magic and Lore, en https://m.facebook.com/BetweenTheRealms/photos/apple-magic-and-lorein-celtic-tradition-the-otherwordly-avalon-was-also-known-as/871473006255196/

[38] En las Islas Británicas se enterraban manzanas con los difuntos «para alimentarlos». Ramas de manzano se portaban en los funerales en la Inglaterra del siglo xviii (Between the realms. Apple magic and lore, Op. Cit.).

[39] SANTOS YANGUAS, N., «Cultos, ritos y costumbres funerarias en la Asturias antigua», en Ilu. Revista de Ciencia de las Religiones, anejo XXV (2014), p. 392.

[40] Documentos que mencionan pomares en Lebeña y Sesarbado en 826 (PEREDA DE LA REGUERA, M., Liébana y los Picos de Europa. Institución Cultural Cantabria, 1972, p. 43).

[41]Between the realms. Apple magic and lore, Op. Cit.

[42] GREEN, M. The celtic world, Psycology Press-Routledge 1996, p. 449.

[43] ALMAGRO GORBEA, M. «El canto de los responsos de Ulaca (Ávila): un rito celta del Más Allá» en Ilu. Revista de Ciencia de las Religiones 11 (2006), pp. 5-38.



El manzano maravilloso del Picu Urriellu: sombras arqueoetnográficas tras de una etimología popular

GURRUCHAGA SANCHEZ, Marina

Publicado en el año 2022 en la Revista de Folklore número 489.

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