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No pocas de las devociones campesinas primaverales están motivadas por una finalidad agrícola de que sus sembrados no se pierdan y fructifiquen, especialmente los del cereal, pero también los de otros tipos y clases, incluidos los de huerta y regadío.
Para que tal finalidad se consiga, se necesita el cumplimiento de una doble perspectiva: que no haya sequías, esto es, que haya el agua adecuada para los regadíos; y que no ataquen las tormentas los sembrados ni los árboles en flor o ya con el fruto en ciernes.
La amenaza de la sequía es fatal para los campesinos, pues pone en peligro los frutos y, por ello, también la supervivencia de las comunidades. Con el fin de propiciar el agua, tan necesaria en primavera, hay, dentro del ámbito del cristianismo, una práctica religiosa que es la de las letanías y rogativas.
Letanías y rogativas
Las letanías[1] –en el sentido que aquí nos interesa– son procesiones que se hacen regularmente por una rogativa, en las cuales se canta precisamente la letanía de que se trate. Suelen distinguirse, también en el ámbito de que tratamos, letanías mayores y letanías menores.
Las letanías mayores son procesiones de rogativas que la iglesia católica celebra el día de San Marcos apóstol, el 25 de abril, cantando las letanías que están señaladas. Fueron instituidas por San Gregorio Magno (m. en 604), ya que él sería quien reglamentaría tales funciones litúrgicas.
Pero, al parecer, tienen un origen muy remoto, pues consistirían en una cristianización o suplantación de unas fiestas paganas más antiguas llamadas Robigalia, en las que se hacían procesiones y súplicas especiales a los dioses, que se celebraban por el 25de abril, en el período en que comienzan a formarse las espigas; Ovidio las describe en el libro cuarto de sus Fastos. Y tales ritos existían ya en tiempos de San Gregorio Magno.
Mientras que las letanías menores son procesiones de rogativa que celebra la iglesia católica los tres días que preceden a la Ascensión. Fueron instituidas por San Mamerto, obispo de Viena, del Delfinado, «en tiempos calamitosos y para aplacar las iras del cielo»[2].
Tales letanías se irían adoptando después en otras partes. Y, ya en el año de 511, el Concilio V de Orleans las impondría a las iglesias de su jurisdicción. El papa León III las aprobaría también a principios del siglo ix, según atestiguan Gregorio Turonense o San Avito y otros autores.
Las rogativas –ya veremos cómo también en nuestros tiempos modernos se utiliza el término de «rogaciones»– se celebran en ciertos días marcados por la iglesia católica como de penitencia y oración, que se distinguen por el canto de letanías y procesiones públicas y solemnes. En concreto, tales rogativas –como tendremos ocasión de comprobar enseguida– constan de procesión con letanías y de misa propia, con ornamentos de color morado.
Letanías y procesiones en los mandatos diocesanos
Tales prácticas están incluso alentadas por la autoridad eclesiástica. Así, por ejemplo, en la diócesis de León, nos encontramos con el siguiente mandato, en una visita diocesana a la localidad de San Pedro de Los Oteros, en la parte central del sur de la provincia y dentro de la comarca homónima, del año de 1570, dentro del tercer cuarto del siglo xvi, siendo obispo de la diócesis leonesa Juan de San Millán.
El mandato indica lo siguiente:
[...] que el día de San Marcos y tres días antes de la Ascensión se anden letanías y procesiones … desde aquí adelante, así el día de San Marcos, que es la letanía mayor, como en cada uno de los tres días antes de la Ascensión, de las letanías menores, se anden procesiones y los vecinos de este pueblo vayan a ellas, al menos una persona de cada casa, y vayan a las ermitas o iglesias de los pueblos más comarcanas a oír misa y no anden de media legua arriba y vuelvan en procesión y cesen todos de trabajar hasta que la procesión sea despedida[3].
En tal mandato, hemos de distinguir con precisión los aspectos que implican tal práctica devocional, viva en la diócesis de León desde el siglo xvi y hasta bien entrado el pasado siglo:
Estos son los componentes esenciales de tales prácticas devocionales de letanías y procesiones, tal y como se recogen en un mandato diocesano del tercer cuarto del siglo xvi. Es curioso, además, cómo diversos mandatos diocesanos posteriores indicen en la regulación de tales ritos religiosos.
Así, por ejemplo, si avanzamos un siglo, nos encontramos con un nuevo mandato diocesano de 1684, esto es, de los últimos lustros del siglo xvii, siendo obispo de León Juan Aparicio Navarro, a los vecinos de la localidad leonesa de Villapadierna, en la ribera del Esla y comarca de Rueda, en la que se ordena expresamente:
[...] que, en las procesiones de rogaciones y en las que se hacen pro rogativas cuando salen de un lugar a otro, dicha la misa popular, se vuelvan a la parte donde salieron, sin detención de una hora y sin bajar la cruz ni recoger el pendón, y esto se observe por el cura y sus feligreses, pena de excomunión mayor[4].
Observamos aquí cómo tales rogativas o rogaciones consisten de salir en procesión de un lugar a otro, en oír misa y en regresar de nuevo al pueblo del que se partió de modo procesional, con la cruz y el pendón de guía. Curiosamente, desde hace unos años, los leoneses han abrazado los pendones como una seña de identidad que los caracteriza y les están dando nuevos usos (y no sabemos si, en ocasiones, también abusos).
Ya, en el primer cuarto del siglo xviii, observamos, a través de un nuevo mandato diocesano, cómo en tales letanías, rogaciones o rogativas y procesiones, se cometían excesos, que sobrepasaban los fines devocionales de tales actos. Así, en un mandato de 1727 a los parroquianos de Abelgas de Luna, siendo obispo de León Martín Zalayeta Lizarda, indica la autoridad eclesiástica:
Su Ilustrísima ha sido informado que, en las letanías y otras procesiones que se celebran en cada un año, suelen de ir con ellas de un lugar a otro o algunos santuarios distantes y, en las detenciones que hacen, se cometen muchos excesos dignos de remedio»[5].
Y, claro, la autoridad eclesiástica trata de poner remedio a tales excesos, a través del correspondiente mandato.
Porque los mandatos diocesanos y episcopales de las periódicas visitas de las autoridades eclesiásticas a los diversos pueblos no tienen otra misión que la de la corrección de los rústicos, léase de los campesinos, dentro de una tradición que, en la iglesia peninsular, nos aparece documentada ya, allá por el siglo VI de nuestra era, en De correctione rusticorum, de San Martín de Braga o San Martín Dumiense.
Fórmulas rimadas leonesas en torno a las letanías menores
Tales ritos devocionales de letanías y procesiones en tiempo primaveral, con el fin de propiciar el agua y ahuyentar la sequía, para el logro de los sembrados y frutos, tienen una curiosa deriva en las tradiciones orales.
En torno a los tres días previos al jueves de la Ascensión –lunes, martes y miércoles–, existe en determinadas localidades de la provincia de León una fórmula rimada, que, de modo curioso, vincula en algunos casos estas letanías menores con el pago de la contribución, esto es, se mezcla lo sagrado con lo profano y, en unos pocos versos, se expresa una vivencia campesina que detalla prácticas vinculadas con lugares y, de modo muy sencillo, plasma experiencias vividas.
Daremos un pequeño ramillete de tales fórmulas rimadas, recogidas en nuestros diversos trabajos de campo, realizados a lo largo ya de décadas, por distintas áreas de la provincia de León. Comencemos por la comarca de Rueda[6], en torno al río Esla, entre Cistierna y Mansilla de las Mulas.
1. Lunes, letana;
martes, letana;
miércoles, letana;
jueves, la Ascensión.
(San Bartolomé de Rueda)
2. Lunes, letana;
martes, letana;
miércoles, letana;
jueves, la Ascensión;
viernes, la escuela;
sábado, al rincón;
domingo, los azotes
de Nuestro Señor. (variante: domingo, los azotes al que no sepa la lección.)
(Cubillas de Rueda)
3. Lunes, letania;
martes, letania;
miércoles, letania;
jueves, la Ascensión;
viernes, a la escuela;
sábado, al rincón.
(Villacidayo)
Observemos cómo no se pronuncia «letanía», con el hiato, sino «letania», diptongando el hiato y convirtiéndolo en una misma sílaba, alterando el uso normativo de pronunciación de la palabra.
4. Lunes, letania;
martes, letania;
miércoles, letania;
jueves, la Ascensión;
viernes, a Mansilla;
sábado, a León.
(Sahechores)
5. Lunes, letania;
martes, letania;
miércoles, letania;
jueves, la Ascensión;
viernes, a Mansilla;
sábado, a León
y, domingo,
todos en procesión.
(Nava de los Caballeros)
6. Lunes, letania;
martes, letania;
miércoles, letania;
jueves, la Ascensión;
viernes, a Mansilla;
sábado, a León;
y toda la semana
de procesión.
(Herreros de Rueda)
7. Lunes, letania;
martes, letania;
miércoles, letania;
y jueves, la Ascensión.
(Carbajal de Rueda)
Vayamos rematando, dentro de la comarca de Rueda y del ayuntamiento de Gradefes, con otra versión, de un aire que todas las demás de esta área geográfica:
8. Lunes, letania;
martes, letania;
miércoles, letania;
jueves, la Ascensión;
viernes, a paseo;
sábado, a León;
y domingo, por ser fiesta,
de procesión.
(Villarmún)
Junto a Villarmún, está Mellanzos, también del ayuntamiento de Gradefes, cabeza de uno de los tres ayuntamientos de la comarca de Rueda. Veamos otro ejemplo:
9. Lunes, letania;
martes, letania;
miércoles, letania;
jueves, la Ascensión;
viernes, de paseo;
y, sábado, a León;
y así toda la semana
de procesión.
(Mellanzos)
En El Burgo Ranero, localidad que pertenece a tierras altas de El Payuelo, no lejos del Esla, pero ya en el área de Sahagún, también recogimos otra fórmula rimada del mismo tipo y no muy alejada de las distintas versiones de la comarca de Rueda. Esta es la muestra recogida:
10. Lunes, letania;
martes, letania;
miércoles, letania;
jueves, la Ascensión;
viernes, a Mansilla;
sábado, a León;
y toda la semana
de procesión.
(El Burgo Ranero)
Dentro de El Payuelo, veamos otra fórmula rimada más:
11. Lunes, letania;
martes, letania;
miércoles, letania;
jueves, la Ascensión;
viernes, a Mansilla;
sábado, a León;
y toda la semana
en procesión.
(Saelices del Payuelo)
Pasemos, de las tierras leonesas de Rueda, en la ribera del Esla, a la ribera del río Porma y, en concreto, a la comarca del Condado. En ella, también se conoce tal fórmula rimada en torno a las letanías menores de los tres días que preceden a la fiesta de la Ascensión de Cristo al cielo. Esta es la fórmula rimada que hemos recogido sobre ello, en dos localidades de la indicada comarca:
12. Lunes, letanía;
martes, Villasfrías;
miércoles, letanía;
jueves, la Ascensión;
viernes, a concejo;
sábado, a León;
y el domingo todos
a pagar la contribución.
(Vegas del Condado. Villanueva del Condado)
La ermita de Nuestra Señora de Villasfrías era uno de los ámbitos sagrados a los que, en esta comarca leonesa, se dirigían estas procesiones primaverales de las letanías menores, de ahí que aparezca como destino del martes de la semana de la Ascensión.
Si nos acercamos a la capital leonesa, en las tierras de las regueras, que asoman hacia el Porma, cuando, con el Torío y el Bernesga van a desembocar todos en el Esla, ya muy cerca de la capital se encuentra Villaturiel, tierra de origen de la familia de San Pedro de Alcántara, donde también recogimos otra fórmula rimada del aire de las de Rueda y El Burgo Ranero:
13. Lunes, letania;
martes, letania;
miércoles, letania;
jueves, la Ascensión;
viernes, a concejo;
sábado, a León;
y, el domingo, golondrón.
(Villaturiel)
‘Golondrón’ vendría a significar –según nos dicen– «jolgorio, fiesta».
Seguimos en el área que rodea la capital leonesa y nos vamos a la ribera del Torío. De esta comarca, próxima a la ciudad, vamos a dar tres ejemplos recogidos en otras tantas poblaciones; son de tipos semejantes a los de Rueda, El Burgo Ranero o Villaturiel. La recogida en Villanueva del Árbol dice así:
14. Lunes, letania;
martes, letania;
miércoles, letania;
jueves, la Ascensión;
viernes, al monte;
sábado, a León;
y, domingo,
a pagar la contribución.
(Villanueva del Árbol)
15. Lunes, letania;
martes, letania;
miércoles, letania;
jueves, la Ascensión;
viernes, al monte;
sábado, a León;
y, el domingo,
a pagar la contribución.
(Villamoros de las Regueras)
16. Lunes, letania;
martes, letania;
miércoles, letania;
jueves, la Ascensión;
viernes, de paseo;
sábado, a León;
y toda la semana
de procesión.
(Villaobispo de las Regueras)
Pasemos de la ribera del Torío a la del Bernesga, pero a dos pueblos ubicados en la margen derecha del río, entre León y La Robla. Las fórmulas rimadas recogidas en ellos tienen un aire de familia con la mayoría de las aquí editadas:
17. Lunes, letania;
martes, letania;
miércoles, letania;
jueves, la Ascensión;
viernes, de paseo;
sábado, a León;
y toda la semana
de procesión.
(Santibáñez del Bernesga)
18. Lunes, letania;
martes, letania;
miércoles, letania;
jueves, la Ascensión;
viernes, pal monte;
sábado, a León;
y toda la semana
de procesión.
(Cuadros. Valsemana)
Podemos cambiar de comarca, para seguir buscando la presencia de fórmulas rimadas en torno a estas letanías y procesiones devocionales de la primavera leonesa. Y pasamos, dentro de las tierras de La Bañeza, a una localidad ubicada en el área comarcal de El Páramo. También aquí nos encontramos con otra fórmula documentada, que recogiéramos en 2015 en la localidad de Pobladura de Pelayo García[7]. Dice así:
19. Lunes, rogativa;
martes, rogación;
miércoles, la letanía;
y, jueves, la Ascensión.
(Pobladura de Pelayo García)
Estamos ante una fórmula rimada mucho más escueta, meramente enumerativa, sin connotación alguna añadida a las letanías y rogativas menores, pero con un término, ‘rogación’ que, como sinónimo de rogativa, aparece ya en algún mandato diocesano del siglo xvii.
La importancia de la lluvia en primavera era tal, para que el ciclo agrícola de los sembrados y arbolado llegara a buen fin, que incluso aparece hasta en el refranero. En la localidad leonesa de San Bartolomé de Rueda –que ya hemos citado en una de las fórmulas rimadas–, recogíamos hace años el siguiente refrán en torno a la importancia de la lluvia en la Ascensión:
20. Si llueve el día de la Ascensión,
cuarenta días seguros son.
(San Bartolomé de Rueda)
Este mismo refrán también lo recogimos en otro pueblo leonés, en Olleros de Alba, dentro de una comarca, ya de monte, o estribación montañosa, muy próxima a La Robla y al río Bernesga.
Pero tal refrán tiene, en las tierras leonesas, sus matizaciones. Todas las que hemos recogido son del mismo estilo. Veamos tres ejemplos de áreas provinciales muy distintas:
21. Si llueve por la Ascensión,
cuarenta días con sus noches son,
unos sí y otros no.
(Riaño)
22. Si llueve el día de la Ascensión,
cuarenta días seguidos son,
uno sí y otro no.
(Felmín)
23. Si llueve el día de la Ascensión,
cuarenta días seguros son,
uno sí y otro no.
(Millaró)
Y, en la misma comarca leonesa de Rueda, nos encontramos con otro refrán que vincula el momento de la Ascensión con la paridera de las lobas. Dice así:
24. Por la Ascensión,
las lobas paridas son.
(Villacidayo)
En la localidad ya citada de Cuadros, junto al Bernesga, este mismo refrán se conoce con la siguiente variante:
25. Entre Corpus y la Ascensión,
las lobas paridas son.
(Cuadros)
En Cármenes, en la montaña central leonesa, este mismo refrán también se matiza:
26. Por la Ascensión,
las lobas paridas son;
y las que no,
reventarán del corazón.
(Cármenes)
Elementos adheridos a tales fórmulas rimadas
Tales fórmulas rimadas, que se conocen y se han transmitido oralmente en distintas áreas de la provincia de León, parten de una realidad de la que ha tenido experiencia el mundo campesino: la celebración de las llamadas letanías menores, celebradas los tres primeros días de la especial semana de la fiesta de la Ascensión.
En la sociedad rural tradicional, tales letanías menores, al tiempo que tenían un componente de protección de los sembrados y de los frutos en ciernes, a lo largo de la primavera, a través de una práctica ritual, devocional y litúrgica, constituían un período de margen –que eso es toda fiesta– dentro del tiempo laboral rutinario y anodino.
Y ese período de margen de la fiesta, o de aquello que se salía de lo ordinario, abría a los componentes de las sociedades rurales la posibilidad de tener experiencias que podríamos llamar excepcionales y hasta gozosas; de ahí los mandatos de la autoridad eclesiástica para que no se extralimitaran en la celebración de tales rogativas.
Tales experiencias vivenciales extraordinarias quedan recogidas en las fórmulas rimadas recogidas, que ahora editamos. Vamos a ver de qué tipo son:
En la estructura de tales fórmulas, los tres primeros días –lunes, martes y miércoles– están marcados por la celebración de las letanías menores; de ahí que, en la enumeración aparezca el término normalizado de ‘letanía’; o local, con desaparición del hiato e incluso de la vocal cerrada: ‘letania’ o ‘letana’.
Dentro de la fórmula rimada, en la función que toca al jueves, aparece siempre la referencia a la fiesta de la Ascensión. Ascensión de Cristo al cielo que, junto con el Corpus Christi y el Jueves Santo, es uno de los tres jueves cristológicos más importantes de la tradición cultural cristiana.
Respecto a lo que se atribuye al viernes, dentro de la fórmula rimada, hay distintas funciones: «a la escuela», por tanto una actividad didáctica de los niños; o bien se alude al desplazamiento a una localidad próxima de mayor importancia: «a Mansilla», que alude a la localidad leonesa d Mansilla de las Mulas, donde había mercado y feria (y sigue habiendo); también se alude a una actividad de ocio: «a paseo» o «de paseo», que indica que se estaba en una semana excepcional o extraordinaria dentro del calendario anual; no falta la alusión «a concejo», pues, en algún caso, se celebraría concejo municipal en tal día; incluso, dentro de las actividades laborales campesinas, se indica «al monte».
Por tanto, las actividades atribuidas al viernes, dentro de la fórmula rimada, se sintetizan en una actividad didáctica infantil (la escuela), una actividad laboral adulta (el trabajo en el monte), una actividad municipal concejil (celebración del concejo), una actividad de feria o mercado (Mansilla de las Mulas) o, en fin, una actividad de ocio (el paseo).
¿Y el sábado? Las alternativas que adjudican tales fórmulas rimadas a este día son mucho más limitadas: en algún caso, «al rincón», esto es, a una suerte de reunión, tertulia o serano vecinal; pero, sobre todo, «a León», que es la opción que aparece en un mayor número de versiones; es decir, a la capital de provincia, que, en el pasado, para el mundo campesino, la visita a la capital, era una experiencia verdaderamente excepcional y extraordinaria.
Y termina la fórmula rimada con el domingo o con una alusión a la semana entera. En el primer caso, relativo al domingo, tenemos: una alusión religiosa («los azotes / de Nuestro Señor»; o, y esto era más real: «los azotes / al que no sepa la lección»), o litúrgica («todos en procesión»), o administrativa y contributiva («a pagar la contribución»), o incluso lúdica («golondrón»). La que más aparece es la del pago de la contribución, debido a esa experiencia tradicional campesina del pago de contribuciones e impuestos.
Cuando la fórmula rimada termina con una alusión al término más genérico y abarcador de la ‘semana’, se suele incidir en la práctica dominante en ella: la de las procesiones de rotativas menores («y toda la semana / de procesión.»).
Vemos, así, cómo las experiencias vividas por el mundo campesino, en ocasiones –como ocurre en este caso de las letanías menores, celebradas los tres primeros días de la semana de la Ascensión– se plasman, de modo muy sintético y expresivo, en formulillas rimadas, en las que se condensa todo lo vivido, mezclándolo sagrado con lo profano, las prácticas infantiles con las de los adultos, lo individual con lo colectivo o comunitario.
De ahí el interés –en este momento tan trágico de la muerte de las culturas campesinas, que comenzaron a gestarse en Europa y en nuestra Península, desde los tiempos medievales y modernos, con raíces siempre en el mundo antiguo y clásico–, creemos, de documentar estas letanías y procesiones primaverales, que, en un pasado que aún llegamos a conocer, constituían, en el fondo, una experiencia gozosa y extraordinaria para cada comunidad rural.
NOTAS
[1] Cf. «Letanía», en: Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, XXX, Espasa-Calpe, Madrid, 1985, pp. 213-214.
[2] «Rogativas», en: Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, LI, Espasa-Calpe, Madrid, 1985, p. 1356.
[3] Archivo Histórico Diocesano de León (AHDL), Fondo Parroquial (FP) 6730, Libro de fábrica de la iglesia de San Pedro de Los Oteros, f. 45 r.
[4] AHDL, FP 11186, Libro de fábrica de la iglesia de Villapadierna, s.f.
[5] AHDL, FP 899, Libro de fábrica de la iglesia de Abelgas de Luna, s. f.
[6] Cf. José Luis Puerto, Rumor de la palabra. Tradiciones orales en la comarca leonesa de Rueda, Universidad de León. Área de Publicaciones y Ayuntamiento de Gradefes, León, 2013, pp. 90-91.
[7] José Luis Puerto, La palabra heredada. Tradiciones orales en las Tierras de La Bañeza, Tomo I, Fundación Conrado Blanco, La Bañeza, 2016, p. 29.