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Revista de Folklore número

485



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La Ceremonia de la Sentencia en la Cofradía del Prendimiento de Linares - Andalucía

PADILLA CERON, Andrés

Publicado en el año 2022 en la Revista de Folklore número 485 - sumario >



La actual cofradía del Prendimiento de la ciudad de Linares tiene su origen en la primitiva hermandad de La Sentencia, fundada en 1927 y erigida en la entonces iglesia auxiliar de San José, la cual pertenecía a la Parroquia de Santa María. El nombre oficial de esta hermandad era exclusivamente el de Nuestro Padre Jesús de la Sentencia, ya que, en los primeros estatutos, aprobados por el obispado el 27 de diciembre de 1927[1], no se hacía referencia a ninguna devoción mariana. El día señalado para su salida era el martes Santo, aunque según sus estatutos, la procesión podría repetirse el miércoles santo por la mañana, pero circunscrita a las callas del barrio de San José («Cantarranas»). Tenía esta cofradía un conjunto escultórico de su propiedad, realizado por el imaginero valenciano Juan Bautista Palacios[2] y donado a la misma por D. José María López Montes, benefactor de la iglesia de San José. Con ese bagaje y esas ilusiones, hizo su primera salida procesional el martes Santo del año 1928, aunque no se ha podido confirmar ni la hora ni el templo de salida. Lo que sí es seguro es que, al año siguiente de 1929, se anunció para las primeras horas de la tarde del martes Santo, un traslado procesional desde la iglesia de San José hasta la parroquia de Santa María. Desde dicha parroquia saldría en procesión solemne a las nueve de la noche de ese mismo martes para encerrarse en el templo auxiliar de San José. No debió de gustar mucho ese traslado, puesto que para 1930 se anuncia su estación a las seis de la tarde, pero con salida y final en la iglesia de San José.

El paso de la Sentencia tenía una disposición bien distinta a la del actual paso del Prendimiento, pues en el mismo podía observarse a Poncio Pilato lavándose las manos y a un soldado romano señalando a la imagen de Jesús. Por su parte, la talla de la Virgen entró a formar parte de la nómina de imágenes titulares de la cofradía en la Semana Santa del año 1929. La efigie de la Virgen María estaba acompañada de Santa María Magdalena, conjunto atribuido al imaginero levantino Juan Estellés y propiedad del fiscal de la cofradía D. Alfonso López Sánchez.[3] Cabe recordar que la imagen mariana no tenía ninguna advocación definida en esos años, ya que se la nombraba simplemente como «Ntra. Sra. de los Dolores» según figura en una reseña previa a la procesión que aparecía en el Diario Regional de 5 de abril de 1930 (p.3).

Los penitentes que acompañaban a esta cofradía de la Sentencia vestían túnica morada y caperuz rojo en el tercio del Cristo, mientras que el paso de la Virgen y la Magdalena iba precedido de señoras provistas de velas. Así procesionó desde 1928 hasta 1930, aunque en el año 1931 es posible que también lo hiciera ya que la Semana Santa calló antes de la proclamación de la II República. Sin embargo, a partir de 1932 dejó de salir a la calle y con los tristes sucesos de nuestra Guerra Civil (1936-1939), fueron destruidos todos sus enseres, a excepción de los bustos del Cristo, Virgen y María Magdalena. Sin embargo, cabe la posibilidad de que también procesionase en 1935, al igual que las cofradías del Rescate, Nazareno y Expiración, cuyas salidas sí que se produjeron, según algunas fotos y recortes de prensa que así lo atestiguan.

La reorganización tras la Guerra Civil

Tras la Guerra Civil (1936-1939), la cofradía se reorganiza con el nombre de Nuestra Padre Jesús del Prendimiento y Nuestra Señora de la Victoria, realizando su primera salida el miércoles Santo de 1945 a las nueve de la noche, según se puede apreciar en un curioso oficio por el que la cofradía solicita los servicios de la banda municipal de música para la procesión de aquel año. Sin embargo, parece que se cambió su advocación mariana a última hora y ese año ya lo hizo bajo el nombre de Ntra. Sra. del Rosario en sus Misterios Dolorosos (o de Dolor). En cualquier caso, al año siguiente de 1946 se confirma el cambio de advocación de la Virgen, por la referida de Ntra. Sra. del Rosario en sus Misterios Dolorosos, saliendo en ese mismo año y en los sucesivos también el miércoles a las nueve de la noche. Por su parte, el traje de estatutos también cambió con respecto al de antes de la guerra, pasando a ser: caperuz, capa y cíngulo de color rojo y túnica blanca.

Una de las efigies que se salvaron de la destrucción en nuestra contienda civil, sería el busto de Jesús, por lo tanto, una vez que se reconstituye la hermandad se encarga una nueva candelería para el Cristo, así como una adaptación y restauración del mismo, la cual realizó el artista Miguel Juárez Martos en 1945. Dicho escultor, también ejecutaría ese mismo año las figuras de dos soldados romanos que se incorporaron al paso, para configurar el misterio del Prendimiento[4]. La primitiva Dolorosa de antes de guerra, que también se salvó de la destrucción, tuvo que ser sometida a algunas restauraciones y modificaciones para adaptarla a una estética más andaluza, labor que también realizaría el jiennense Juárez Martos. Por último, la antigua imagen de María Magdalena sería donada a la cofradía de la Oración en el Huerto para que fuese reconvertida también en imagen de una Dolorosa, trabajo que realizó el escultor cordobés Martínez Cerrillo.

Una vez superados esos primeros años de posguerra, le llegaría el turno a los tronos, de tal manera que a expensas de Diego Caro Bravo [5], se estrena en la Semana Santa de 1952 un nuevo trono para Jesús del Prendimiento. Este trono contaba con tres pisos y estaba sobredorado en pan de oro, poseyendo además una profusa candelería a base de tulipas de guardabrisas. Poco después, se confeccionaría otro nuevo trono para la Virgen del Rosario ejecutado en madera vista barnizada y con solo dos pisos. Este trono mariano sufriría algunos cambios a mediados de los años 50 del siglo xx, con el dorado del mismo y la inclusión de un palio de cajón de color azul, sostenido por doce varales sencillos. Estos dos tronos estaban dotados de un chasis con ruedas por lo que ya no era necesario portarlos a hombros, sino simplemente empujarlos desde dentro, por unos cuantos hombres a sueldo.

Otra costumbre que, en los primeros tiempos de la posguerra, recuperó esta cofradía, fue la de procesionar una bocina, semejante (o quizás la misma) a la que también sacaría en los primeros años de su reorganización la cofradía de la Oración en el Huerto. Este instrumento consistía en una especie de trompeta de unos tres metros de largo que era portada por dos personas y que se tocaba en las paradas. Según algunas informaciones orales procedía de la antigua cofradía de Jesús de la Humildad ya que, al no reconstituirse en los primeros años de la posguerra, parte de los enseres que se salvaron de la Guerra Civil fueron a parar a las hermandades ubicadas en la parroquia de San José. Este instrumento se reparaba en un taller que había en la calle Santiago, pero por desgracia no tuvo continuidad en el tiempo acabando en una chatarrería de Linares en los años sesenta de la pasada centuria.

La cofradía anunciaría en el año 1957, por primera vez desde su reorganización, su estación de penitencia para el martes Santo. Ese día se mantuvo durante más de veinte años hasta que en 1980 pasa a procesionar en jueves. Una particular seña de identidad de esta hermandad, en sus primeros años, era que contaba con una centuria de soldados romanos (los populares coloraos, en alusión al color de su vestimenta) independiente de la que también tenía la cofradía del Nazareno. A este grupo, constituido por unas cuarenta personas, se los conocía por los armaos de San José, puesto que participaban también en las demás procesiones que salían de esta parroquia. Sin embargo, a partir de 1956, esa centuria romana se fusiona con la del Nazareno y pasa a depender de la recién creado Agrupación de Cofradías de Linares.

El resurgir

En los años sesenta del siglo xx se inicia, como en casi todas las cofradías de Linares, un lento declive. A pesar de ello, en el año 1975 se funda la banda de cabecera, una agrupación musical cuyos integrantes iban revestidos con el hábito de la cofradía y que solían encabezar la procesión.

Sin embargo, tras unos años de letargo se produce un hecho fundamental, que afectó no solo a la hermandad del Prendimiento, sino que supuso un giro radical para toda la Semana Santa de Linares. En efecto, ese acontecimiento sería la primera salida procesional de Nuestra Señora del Rosario portada por hermanos costaleros. Sobre esta efeméride, es interesante señalar que la misma se produjo el jueves Santo del año 1980 y que, por lo tanto, supuso el cambio del día habitual de esta cofradía, que era el martes. En esta estación de penitencia se promovió el encuentro, en la Plaza del Ayuntamiento, del paso del Prendimiento (que salió de la Parroquia de San José) con el paso de la Virgen del Rosario, que salió de la Casa de la Hermandad (una cochera situada en la calle República Argentina). Desde dicha plaza, las imágenes hicieron el resto de la procesión juntas, hasta encerrase en la citada Casa de la Hermandad. Este hecho supuso un ostensible cambio en el itinerario publicado en el programa oficial de ese año de 1980, lo que originó un considerable retraso en la procesión de Jesús del Rescate, que también hacia estación ese mismo jueves Santo. Todo esto da idea de la improvisación que hubo en esta primera y memorable experiencia costalera. No obstante, es en esa primitiva espontaneidad, donde quizás radique la genialidad de una idea que supo calar y arraigar en la Semana Santa de Linares. Por otra parte, también hay que dejar claro que la costumbre de que los costaleros fuesen hermanos de la propia cofradía se había empezado a generalizar en Sevilla[6] hacía muy pocos años. Es decir, nuestra cofradía del Prendimiento se habría adelantado a muchas hermandades hispalenses y, además, marcaría el camino a muchas cofradías de Linares y su provincia. A partir de ese jueves Santo de 1980, ya nada fue igual.

Otra consecuencia de este cambio de estilo fue que, en ese mismo año, la cofradía abandonó el sistema levantino de cirios eléctricos, por el tradicional de cirios de cera. En un escaso lapso de tiempo, este cambio de estética sería adoptado – al igual que los costaleros – por el resto de las cofradías linarenses. El resultado fue que, en apenas unos años, todas las hermandades cambiaron los cirios eléctricos por otros de cera y hacia 1983-84 ya no quedaba ninguna que utilizase el sistema levantino. Resulta curioso este cambio porque, ni siquiera la cofradía del Santo Entierro, que fue la primera en adoptar esta técnica para alumbrar su procesión, se resistió a recuperar la cera. En definitiva, se ganaba una hermosa y sevillana costumbre –la de portar los tronos a costaleros– y, además, se recuperaba una tradición perdida: la de los cirios de cera. Otro acontecimiento digno de ser reseñado fue el cambio de sede canónica, puesto que, a partir del año 1988, la cofradía pasaba a residir en la parroquia de San Agustín de Linares, en donde acrecentó aún más su ejemplar trayectoria. A partir de esos años, la hermandad del Prendimiento no ha dejado de evolucionar y engrandecerse, siendo en la actualidad un ejemplo de fervor cofrade y virtuosismo artístico.

La ceremonia de la Sentencia

La tradición más arraigada de la cofradía del Prendimiento de Linares sigue siendo la lectura de la sentencia de Pilatos. Esta costumbre es posterior a la Guerra Civil y no se tiene muy claro si comenzó a efectuarse desde 1945, año en que efectuó la primera salida tras su reorganización. No obstante, lo que parece más probable es que se iniciase a partir de la constitución de la centuria romana de la parroquia de San José, hecho que aconteció en la Semana Santa de 1948. Y esto se comprende porque los citados armaos, constituían una parte principal e imprescindible del citado acto.

En un principio, la ceremonia consistía en «efectuar la ceremonia del prendimiento de Jesús y la lectura de la sentencia de Pilatos», según se recoge en diversos programas de itinerarios de la época. Por lo tanto, la mecánica de esta ceremonia respondía a su definición y consistía en lo siguiente: cuando esta procesión salía de la parroquia de San José, el Cristo iba desatado, pero al llegar a la Plaza del Ayuntamiento, la guardia romana (que esperaba a esta procesión en la contigua calle Don Luis) le salía al encuentro, entre un inmenso sonar de trompetas y tambores. En ese momento rodeaban el Paso con sus lanzas apuntando hacia las imágenes y casi de forma inmediata, uno de los integrantes de la guardia romana, un armao, se encaramaba al trono y procedía a atar las manos del Cristo. Al mismo tiempo, otro soldado romano daba lectura a la Sentencia de Pilatos desde el balcón del Ayuntamiento.

La Agrupación local de Cofradías nunca vio con buenos ojos esta manifestación popular, ya que en diversos informes internos (1957-58) planteaba «darle un sabor litúrgico al acto» con alguna plática de un sacerdote. Además, se proponía eliminar la subida al trono por parte del integrante de la guardia romana y hasta que «se tocase la imagen». Y si esto fuera poco, a principios de los años sesenta del siglo xx, nació una especie de leyenda urbana en torno a esta tradición: cuando el armao procedía a atar las manos de Cristo, era costumbre que le propinase también una pequeña bofetada a la imagen de Jesús. Dio la casualidad de que, en una ocasión, la persona que realizó esta ceremonia murió en el transcurso de ese mismo año y lo mismo ocurrió con el que realizó idéntica ceremonia, al año siguiente. Al tercer año, la centuria romana se negó a realizar este simulacro de abofeteamiento, cumpliendo solamente –y creemos que de mala gana– el trámite del atamiento de manos. Nunca sabremos si esta leyenda negra era cierta, aunque lo que si está confirmado es que el armao que propinaba la bofetada, era objeto de insultos, más o menos en broma, por parte algunos asistentes a la ceremonia. Este fue el caso que le ocurrió a Gines Navarro, capitán de los armaos en el año 1957 según relata en una entrevista concedida al diario Jaén[7],al año siguiente. En otras ocasiones, hasta las mismas personas mayores se metían con los aguerridos soldados romanos y cuentan que algunas madres atemorizaban a sus niños, diciéndoles «tíos malos», etc.... En definitiva, todos esos episodios debieron de hacer mella en el espíritu de la guardia romana y con buen criterio, se decidió suprimir la bofetada.

En los años sesenta del siglo xx, la persona que leía la sentencia se revestía con una toga romana, para intentar dar más teatralidad al simulacro, como ocurrió con Esteban Covarrubias, popular locutor de Radio Linares y presidente de la Agrupación local de cofradías, durante los años 1967 y 1968. No obstante, a finales de esta década, la ceremonia entra en franca decadencia, y prueba de ello es que en 1972 el Cristo salió de su parroquia con las manos ya amarradas. Por lo tanto y a partir de ese año, se suprimió la costumbre del atado de manos, de manera que solo se conservó la lectura de la sentencia y el simulacro de prendimiento.

Desde 1973 la ceremonia de la sentencia se simplificó aún más, llegando algunos años, a proclamarse mediante una grabación, en lugar de que una persona la leyese en directo. No obstante, y a pesar de que, con la desaparición de la centuria romana de la Agrupación de Cofradías, se deja de hacer el simulacro de prendimiento, se tiene constancia de que, por los años de 1977-78, se trató de solemnizar algo más el acto. De esta manera, y precediendo a la lectura de la sentencia, se efectuaba –con mejor o peor fortuna– un toque de cornetín y la persona que recitaba la sentencia lo hacía revestida –otra vez– con una túnica romana. Sin embargo, desde los años noventa del siglo xx, la ceremonia de la lectura de la sentencia se ha reducida a su mínima expresión, es decir, a la simple proclamación de la misma, desprovista ya de cualquier prolegómeno o boato especial. Además, como el Palacio Municipal ha estado en obras durante bastantes años, se ha tenido que recitar la sentencia a pie de calle, eso sí, ayudado por un potente equipo de megafonía. No obstante, en el año 2022 se volvió a proclamar desde el balcón del ayuntamiento.

En realidad, la lectura o pregón de la Sentencia de Pilatos, era muy común en la Semana Santa de la Andalucía, conservándose actualmente en muchos pueblos de la provincia de Córdoba y de Granada. Es por tanto de agradecer, que una cofradía de costumbres tan cercanas a la Semana Santa de Sevilla[8] (ciudad nada proclive a este tipo de manifestaciones) haya sabido conservar esta tradición tan linarense, la cual esperamos que siga perdurando en el tiempo.

El texto de la Sentencia

A primera vista puede parecer que el texto de esta sentencia estaría basado en el antiguo «Sermón de los Nazarenos», que se recitaba en la madrugada del Viernes Santo por la cofradía de Jesus Nazareno. Este sermón hacía referencia, en una de sus tres cantatas, a la sentencia de Pilatos[9]. Sin embargo, esa teoría no se acerca a la realidad, ya que –aunque pudiera parecer sorprendente– el texto de la sentencia es… ¡idéntico al que se supone que redactó el verdadero Poncio Pilato! Este discurso, que coincide con el que actualmente se proclama en la Plaza del Ayuntamiento de Linares, decía así:

Sentencia a muerte de Jesús: llamado por la plebe Cristo Nazareno de patria Galileo. Hombre sedicioso de la ley moisena. Contrario al gran emperador Tiberio César. Y determino y pronuncio por ésta, que su muerte sea en cruz. Y fijada con clavos a usanza de reos. Porque aquí congregando y uniendo a muchos hombres. Ricos y pobres, no ha cesado de promover tumultos por toda Judea. Haciéndose pasar por hijo de Dios y Rey de Jerusalén. Amenazándoles con la ruina de esta ciudad y de su Santo templo. Negando el tributo al cesar. Y habiendo aun tenido el atrevimiento de entrar con ramos y triunfante. Y con parte de la plebe dentro de la ciudad de Jerusalén y en el sacro templo. Y mando a mi primer centurión Quinto Cornelio, lleve públicamente por la ciudad a Jesucristo, ligado y azotado. Y que sea vestido de púrpura y coronado de espinas. Con la propia cruz en los hombros. Para que sirva de ejemplo a todos los malhechores. Y con él quiero, ser llevados dos ladrones homicidas. Y todos saldrán por la puerta sagrada, ahora antoniana. Y que lleven a Jesús al público monte de justicia, llamado Calvario, donde crucificado y muerto quede el cuerpo en la cruz, como espectáculo de todos los malvados. Y que sobre la cruz sea puesto el título en tres lenguas. Y que, en cada una de las tres, hebrea, griega y latina diga: «JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDIOS». Mandamos, asimismo, que nadie de cualquier estado o clase social se atreva temerariamente a impedir esta justicia por mi mandada, administrada y ejecutada con todo rigor. Según los decretos y leyes romanos y hebreos. So pena de rebelión al imperio Romano.

Para arrojar algo de luz sobre esta cuestión tenemos que remontaros al siglo xviii y en concreto a una obra titulada «Libro de varias noticias y apuntaciones que dejó escrito en Latín, Español, Francés e Italiano el que fuera Obispo de Segovia, Domingo Valentín Guerra» (1660-1742)[10]. En el citado libro se recogían varios textos apócrifos de la Historia Sagrada, entre ellos el de esta Sentencia de Pilatos de la cual se decía:

Copia hallada en la Ciudad de Aqüila, del Reino de Nápoles, de la sentencia por Poncio Pilato, Presidente de la Judea en el año 18 de Tiberio César. Emperador de Roma, contra Jesu-Cristo, Hijo de Dios, y de María Virgen, sentenciándolo á muerte de Cruz en medio de dos Ladrones el día 25 de Marzo; hallada milagrosamente dentro de ella una hermosísima piedra, en la estaban dos cajitas, una de hierro, y dentro de ella otra de finísimo marfil, donde estaba inclusa la infrascrita sentencia en letra Hebrayca en carta pécora del modo siguiente: .... (Sic)

Tras esta introducción, se detallaba el preámbulo de la sentencia con los títulos y honores de Pilatos y acto seguido la sentencia, exactamente igual, ¡palabra por palabra! a la que se recita actualmente en Linares.

Es evidente que el párrafo descrito, se enmarcaría dentro de toda esa pléyade de textos y evangelios apócrifos que existen sobre la vida de nuestro Redentor, y, por lo tanto, no hay que darle mucha credibilidad, debido a su escaso rigor histórico. Pero lo verdaderamente importante, peculiar e innegable, es que la antigüedad del documento se remonta, al menos, hasta los comienzos del siglo xviii. Por lo tanto, ese dato ya le confiere al texto de la sentencia que se recita en Linares un importantísimo valor histórico.

¿Cómo pudo llegar esta apócrifa sentencia al famélico Linares de 1945-48? No sabemos nada concreto. No obstante, conviene reiterar que no tiene nada que ver con las numerosas «sentencias de Pilato» que integran los antiguos Sermones de la Pasión. Estos pregones se recitaban y recitan, en numerosas poblaciones y como ejemplo más cercano tenemos el desaparecido «Sermón de los Nazarenos» de Linares. Por lo tanto y para intentar aclarar el asunto, es necesario alejarnos de los sermones de pasión y acercarnos a otras sentencias «históricas». De estas últimas hemos encontrado dos ejemplos en poblaciones cercanas:

La primera de estas sentencias se canta o recita, antes de la salida de Jesús Nazareno, en la vecina localidad de Beas de Segura (Jaén). Del estudio de su letra (publicada en el diario Jaén de 22 de marzo de 1959) se concluye que está basada en el texto de la sentencia transcrita a principios del siglo xviii, es decir la sentencia «histórica» a la que ya hemos aludido. A pesar de ello, se nota que ha evolucionado en el tiempo ya que se le han suprimido algunas frases. El segundo caso de sentencia histórica, lo encontramos en la localidad cordobesa de Castro del Río cuyo texto es exactamente igual al que se recita en Beas de Segura.

La similitud, aunque no identidad, de estas dos sentencias con la que nos legó a principios del siglo xviii, el obispo Domingo Valentín Guerra, nos da idea de la longevidad de las mismas. Esta gran antigüedad se explica por el largo periodo de tiempo que ha tenido que transcurrir para que al texto original haya podido sufrir esas modificaciones. No obstante, en la sentencia de Linares la identidad con el texto primitivo es casi total, ¿qué quiere decir esto?: pues que los cofrades del primitivo Prendimiento se inspiraron en las fuentes. Es decir, que, aunque conociesen las sentencias de Beas y Castro del Río, debieron de tener acceso al texto apócrifo original. Es posible, por tanto, que el párroco de San José (probablemente versado en este tipo de textos) asesorase a los cofrades del Prendimiento a la hora de elegir un texto para esta Sentencia de Pilatos. De este modo, podría haber aconsejado adoptar una versión con cierto rigor histórico, en lugar de decantarse por otro tipo de sentencias más costumbristas. Esto confirmaría la tendencia que existía en los años cuarenta y cincuenta del siglo xx: el historicismo, según el cual toda manifestación religiosa tenía que desarrollarse de igual modo a como se suponía que se hacía en tiempos de los primeros cristianos.

Andrés Padilla Cerón
Consejero Académico titular del Centro de Estudios Linarenses




BIBLIOGRAFÍA

Fernández Ruiz, Alfonso y MUÑOZ ROJO, Manuel. Ser Cofrade en Linares. Linares Edita Diario Jaén y Radio Linares. 2003.

Fernández Ruiz, Alfonso y MUÑOZ ROJO, Manuel. Ser Cofrade II. Aquella Semana Santa. Linares Edita Diario Jaén y Radio Linares. 2004.

Galiano, Juan Carlos. Cirio, incienso, costal y tambor. Córdoba. Edita Publicaciones Obra Social y Cultural Cajasur. 1998.

Herrador Marín, Pedro Mariano. Nuestras Cofradías en el siglo xx. Tomo 1: 1896 –1936 Asociación Cultural Ubetense Alfredo Cazabán Laguna www.vbeda.com

Lopez Seoane, Francisco Javier. Historia y Reflexiones de “Mi Semana Santa”. Linares. Edita Cofradía del Santo Entierro de Cristo.1999.

Ortega y Sacrista, Rafael. Venerable antigüedad de las Cofradías pasionistas de Linares. Jaén. Separata del Boletín del Instituto de Estudios Jienenses.1978.

Padilla Cerón, Andrés. Linares Nazareno. Autoedición. 2009.

Ramírez, Federico Linares. Documentos y Apuntes de tiempos antiguos (recopilación de D. Juan Sánchez Caballero y D. Feliz López Gallego). Linares. Edita Diputación Provincial. 1999.

Sánchez Caballero, Juan. Las Calles de Linares. Linares. Excmo. Ayuntamiento de Linares. 1990.

Archivos

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Publicaciones periódicas

Boletín del Instituto de Estudios Jiennense. BIEG. (1953- )

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El Eco Callejero. Semanal Informativo de Linares. Primera Época (1984-1991)

Linares. Revista mensual de información cultural. (1951-1959)

Cruz de Guía. Publicación anual de la Agrupación local de Cofradías (1956-)

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NOTAS

[1] AHML. Leg. 2572-29. Estatutos de la cofradía de Nuestro Pedro Jesús de la Sentencia.

[2]Juan Bautista Palacios Chirivella, imaginero y escultor nacido a finales del xix, autor de varias esculturas decorativas de la Universidad de Valencia y profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Melilla. La autoría se constata por el artículo aparecido en la revista Don Lope de Sosa, septiembre de 1928. p.285 y suscrito por Alfredo Cazabán Laguna (1870- 1931) en donde se da la noticia de la llegada a Linares de este grupo escultórico, reseñándose que el autor del mismo es Juan Bautista Palacios. Por otra parte, la actual cofradía del Prendimiento lo citaba como su autor en los programas de Semana Santa de los años 1981 a 1985.

[3]Diario Regional 17-04-1930 p. 5. Guion. Revista de la Semana Santa de Linares. Año 1961 p.24, aunque en este último caso lo fundamenta en informaciones orales, por lo que no se puede asegurar su autoría.

[4] «Para el paso del Prendimiento Jiménez Montes ha tallado dos figuras de soldados romanos». Diario Jaén 29 de marzo de 1945.

[5] Primer y único presidente de la Agrupación de Cofradías de la parroquia de San José, precursora de la actual Agrupación Arciprestal de Cofradías de Linares.

[6] La primera Cofradía sevillana de Semana Santa que contó con una cuadrilla de hermanos costaleros «no profesionales» fue la del Cristo de la Buena Muerte, en el año 1973. Mientras que la primera de Andalucía fue la gaditana de Jesús Caído, que procesionó en 1972. Fuente: blog de Antonio Burgos «Anécdotas y curiosidades de la Semana Santa»

[7]Jaén 01-04-58

[8] Es pública y notoria esta filiación hispalense que la misma cofradía de El Prendimiento nunca ha ocultado, de hecho, en un programa de Semana Santa de 1989 decían de sí misma que «Su estilo está dentro del puro sevillano».

[9] PADILLA CERON, Andrés. Linares Nazareno, p.119-131

[10] Biblioteca Digital Hispánica. Sig. MSS/10712; PID: bdh0000145015 Libro de varias noticias y apuntaciones que dexó escritas, en latín, español, francés e ytaliano, Domingo Valentín Guerra, obispo de Segovia [Manuscrito].



La Ceremonia de la Sentencia en la Cofradía del Prendimiento de Linares - Andalucía

PADILLA CERON, Andrés

Publicado en el año 2022 en la Revista de Folklore número 485.

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