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Sebastián de Horozco, el célebre autor del Teatro universal de proverbios, es fuente permanente y venero en el que siempre encontraremos hondura de pensamiento y frescura de lenguaje. En su mencionada obra, de la que José Luis Alonso Hernández hizo una preciosa edición para las Universidades de Salamanca y Groningen, nos tropezamos con verdaderas joyas que hacen del texto –se supone que corregido por el propio autor– uno de los más hermosos y necesarios repositorios de refranes y frases populares para quien desee ahondar en el conocimiento de la lengua española. Traeré a colación solo uno de sus más de 3.000 refranes glosados, pues viene a cuento para esta carta:
Meter la negociación / a la venta de la çarça
Siempre procura ençarçar
el que no tiene justicia
y el negocio enmarañar
con pedir y demandar
mil terminos de malicia.
Con mañas y dilacion
todo lo enreda y ençarça
y esto es en conclusion
meter la negociacion
a la venta de la çarça.
Horozco, que estudió picaresca en Salamanca y se doctoró en truhanería en la imperial Toledo, conoció de cerca y trabajó sabiamente el habla coloquial, de modo que no sería de extrañar que hubiese utilizado la antigua sentencia «meterlo a la venta de la Zarza» como una frase proverbial en la que se hacía alusión a una supuesta taberna, tan cuajada de enredosos espinos, que salir o entrar en ella era muy dificultoso. Se aplicaba sin duda la paremia a aquellos asuntos, especialmente relacionados con la búsqueda de un justo veredicto, en los que la habilidad de los abogados o la malicia de los litigantes hacía imposible el hallazgo de la verdad.
El hijo de Horozco, el no menos célebre Sebastián de Cobarruvias, ya recoge la palabra «venta» aplicándole el significado de «casa en el campo… donde los pasajeros suelen parar el medio día y a necesidad hazer noche». Cobarruvias, lexicógrafo y capellán de Felipe II, menos conocedor de la vida rufianesca que su padre, trae la expresión «andar de venta en venta» como una viciosa costumbre unida a la vida de algunos vagabundos que se iban por esos caminos «comiendo y bebiendo y pidiendo limosna», cosa que solían hacer bajo la simulación de un falso peregrinaje.
Algo más tarde Gonzalo de Correas vuelve a usar el símil del pleito o querella enmarañada al recoger en su Vocabulario de refranes o frases proverbiales (1627) la expresión «echarlo a la venta de la zarza» con el sentido de poner dificultad y estorbo, tanto como el que se supone que sufría quien pretendía entrar en aquella dichosa Venta.
Todavía existe el topónimo en algunos lugares de España, y uno imagina que el hecho de atravesar un zarzal para acceder al interior de una posada medio dejada de la mano de Dios, se llevaba en el empeño la mitad del vestido del viajero, como parecía sugerir Correas que hacían los licenciados en leyes de antaño con los ingenuos pleiteantes.