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Revista de Folklore número

483



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Léxico disponible de la cantería en Arucas (Islas Canarias)

MONROY CABALLERO, Andrés

Publicado en el año 2022 en la Revista de Folklore número 483 - sumario >



Resumen

El conjunto de palabras que forman el léxico disponible del oficio tradicional de la cantería en Arucas, uno de los lugares más representativos del trabajo de los labrantes o canteros en Canarias, está en peligro de desaparecer tras el desuso de esta profesión. Recuperar, analizar e interpretar las relaciones semánticas que se dan entre estas palabras es una labor crucial para mantener vivas aquellas voces del pasado que aún resuenan en algunos libros antropológicos en donde se rescata su forma de vida, de habla y de visión del mundo que le rodea. Es por esto que, para comprender mejor la realidad cultural canaria en toda su complejidad, la recuperación de estas voces con sus distintas acepciones nos permitirá conocer una parcela más de la amplia y rica cultura que existió en las Islas Canarias.

Palabras clave: Léxico, disponible, recuperación, cantería, Canarias.

Abstract

The set of words that make up the available lexicon of the traditional stonemasonry trade in Arucas, one of the most representative work places for peasants or stonemasons in the Canary Islands, is in danger of disappearing after the disuse of this profession. Recovering, analyzing and interpreting the semantic relationships that exist between these words is a crucial task to keep alive those voices from the past that still resonate in some anthropological books where their way of life, speech and vision of the world are rescued. surrounds. This is why, in order to better understand the Canarian cultural reality in all its complexity, the recovery of these voices with their different meanings will allow us to know one more part of the wide and rich culture that existed in the Canary Islands.

Keywords: Lexicon, available, recovery, stonework, Canary Islands.

1.- Introducción: el oficio de labrante o cantero

Uno de los oficios más duros y desconocidos en la actualidad, pero muy productivo hasta hace un lustro aproximadamente, era el de los canteros o labrantes, profesión que ha ido perdiendo importancia por la competencia de piedras y mármoles importados de otros países que utilizan maquinaria y tecnología muy avanzada, pero que ha sido una labor que se ha ido actualizando y que aún pervive hoy en día entre unos pocos amantes de la cantería. Por ello, sobre todo, nos interesa la labor de los labrantes o canteros hasta los años sesenta, cuando realizaban el trabajo de forma totalmente artesanal.

Ya conocemos que el metal y los instrumentos para la extracción de la piedra, como en otros oficios exportados de Europa, fueron traídos por los españoles durante la Conquista de las Islas Canarias. Entre las primeras construcciones realizadas por estos canteros, contamos con la Torre del Conde en La Gomera, levantada entre 1450 y 1477. Además, el resto de fortificaciones y las primeras iglesias se sirvieron del apoyo de los labrantes y canteros para su construcción. Y los que más fama han dado a la isla de Gran Canaria, han sido los labrantes de Arucas, como lo han demostrado las magníficas construcciones que se han levantado con esta piedra, valga como ejemplo, la Iglesia de San Juan Bautista de Arucas. Hernández, Quintana y Jiménez (2020, 1) nos habla de este fenómeno y el motivo de su éxito en Canarias:

Dentro de las industrias artesanas del Antiguo Régimen en Canarias es la dedicada a la construcción la que tiene mayor relevancia, por el volumen de contratos y sus características. La cantería, a su vez, sobresale a partir del siglo xvi debido a la necesidad de ejecutar obras públicas y religiosas, así como la fabricación de piedras de molinos y de viviendas, hecho que se vio agravado después del ataque de Van der Does (1599). Debido a la presencia de canteras de traquita-fonolita se inició en Arucas el trabajo artesanal de la cantería, documentándose los oficios de maestro mayor, maestre, menestrado y cantero. Esta artesanía tradicional, basada en el uso de herramientas como la escoda, maceta, gradina, mandarria, etc., era ejercida a través de los cabuqueros, repartidores, entalladores, labrantes y tallistas y se prolongó hasta finales del siglo xx, perviviendo gracias a la autarquía franquista surgida después de la II Guerra Mundial.

El oficio de cantero no es algo tan sencillo como picar la piedra y entregarla al constructor del edificio, iglesia o fuerte. Había una estructura piramidal, como bien dicen estos autores, con diferentes especialidades dentro de la cantería, propia de los antiguos gremios medievales (Hernández, Quintana y Jiménez 2020, 2), desde la de aprendiz, recadero, limpiador, herrero, cabuquero, repartidor, entallador, labrante y tallista (Marrero 2000, 54-56). De esta forma, la estratificación básica en el oficio de cantero era la de aprendiz, oficial y maestro (Hernández, Quintana y Jiménez 2020, 3), que llegará hasta finales del siglo xx. Además, unos trabajan en la cantera (herrero, cabuquero, limpiador), otros en el taller (entallador, labrante y tallista) y otros están entre unos y otros (recadero, herrero). De esta forma, y desde una perspectiva temporal, primero trabaja el cabuquero, que es la persona encargada de extraer la piedra del risco. El repartidor, entonces, parte el bloque sacado por el cabuquero y se lo lleva al entallador, ya en el taller, que es quien le da forma y medida adecuadas a la piedra. Una vez separada la piedra y entallada, el labrante es quien le da la forma definitiva. Pero el trabajo no es tan sencillo, porque también presenta diferentes técnicas de acabado: pico a pico, bujardado, el acabado rústico, escodado o repasado, azufrado (Marrero 2000, 44-46); y otras técnicas de troceado de los bloques: corte en tabla, tronchado, rolar (Marrero 2000, 47-48), como ya veremos en las definiciones de cada una de estas palabras.

En un oficio tan complejo como este, el uso de herramientas es muy prolijo: pico, pico de brocha, marrón, cuña, barra, leva, martillo de repartir, escuadro o escuadra, escoplo, puntero, maceta, martillo, escoda, bujarda, escoda-bujarda, regla, parihuela, cabo, mandarria, plantilla, vitola. Son instrumentos que se utilizan en toda España pero, de forma particular en Arucas, no se utiliza ni la gradina ni el cincel o cortafrío (Marrero 2000, 48-54).

Diferentes estudios se han acercado a la labor de la cantería en Canarias, como el dedicado a «Maestro Bruno el labrante: un hombre que hace versos en piedra» (1973) de Carlos Guillermo Domínguez, Los labrantes de Arucas (2000) de José Luis Marrero Cabrera, Los Canteros (2006) de J. Enrique Ruiz Moreno, «El labrante saca, de diablos, angelitos» (2013) de Yuri Millares y el artículo «La producción de materiales constructivos en Canarias durante los siglos xvi, xvii y xviii: el caso de la cantería tradicional de Arucas (Gran Canaria, Islas Canarias)» (2020) de Alicia Hernández, Pedro Quintana y Antonio Jiménez. De entre ellos, los dos más importantes por la información que contienen en cuanto a léxico de la profesión de cantero son los de José Luis Marrero Cabrera y J. Enrique Ruiz Moreno. En cambio, en la obra de referencia obligada en el estudio del léxico canario como es el Atlas Lingüístico y Etnográfico de las Islas Canarias (ALEICan), publicado entre 1975 y 1978, del dialectólogo Manuel Alvar, no se recogen voces sobre la cantería.

El oficio de pedrero y labrante desaparece a mediados de los años 70 del siglo xx (Ruiz 2006, 14; Hernández, Quintana y Jiménez 2020, 19), con la consiguiente pérdida del léxico que acompaña a esta esforzada profesión.

2.- Especialidades dentro del trabajo en la cantera

Veamos, a través de las palabras de José Luis Marrero Cabrera, autor del libro Los Labrantes de Arucas (2000), en qué consistían las tareas propias de cada especialidad:

Dentro del trabajo de la piedra se pueden establecer cuatro especialidades: cabuquero, cantero, labrante y tallista. Los dos primeros realizan el trabajo de extraer la piedra del risco (el cabuquero) y elaborar cantos para edificios (el cantero); los dos últimos son los que presentan mejores cualidades para trabajar la piedra apreciándose en ellos ciertas dotes artísticas. Éstos realizan escudos o caras, y si se les facilita una plantilla son capaces de realizar cualquier tipo de trabajo dentro del campo artístico. Su desconocimiento del dibujo y sombreado hace que sus obras sean un tanto arcaicas y algo planas, carentes del conocimiento sobre el volumen; de lo que se deduce que si sus conocimientos fueran mayores los resultados serían muy diferentes. Suelen descuidar los perfiles y las caras son planas, sin sombras. Sobresalen fundamentalmente en los relieves, destacando mucho las profundidades. Esto requiere una gran destreza, sobre todo cuando se trabaja la piedra de Arucas, que suele partirse con mucha frecuencia al labrar figuras muy finas si no se conoce adecuadamente los pequeños vivos que se presentan normalmente en las mismas. Muchos de ellos se consideran unos artistas frustrados y son conscientes de no haber tenido una preparación adecuada pidiendo a gritos que este oficio se imparta en institutos reglados y obtener mayores conocimientos. Así no tendrían que depender continuamente de plantillas que hacen otros y su técnica sería más depurada consiguiendo incluso crear (Marrero 2000, 54).

La labor de los canteros se dirigía principalmente al campo de la construcción como en obras públicas (carreteras, bordillos, estadales, puentes, puertos, etc.), edificios religiosos (ermitas, conventos, etc.), en los cultivos de exportación como el del plátano y del tomate (acequias, pozos, ingenios azucareros, muros de contención o cortavientos, majanos, sistemas de riego, torneras, estanques, casas de labor, almacenes de empaquetado, terrumen, etc.), fortificaciones (muros defensivos, castillos, etc.) y de residencias privadas (fachadas, dinteles, etc), sobre todo de personas con gran solvencia económica (Ruiz 2006, 11-13; Hernández, Quintana y Jiménez 2020, 3).

Además de la construcción de casas suntuosas, de iglesias y de fortificaciones, los canteros también se especializaron en la cantería de cementerios:

La labor de los labrantes en los cementerios se centra, principalmente, en la construcción de panteones, nichos, lápidas y tumbas.

En los panteones se encuentra la labor de cantería en los frontis, la de talla en epitafios elegidos por sus dueños. En los nichos a la piedra de entrada se le llama «tisón» (o jamba de nicho) y a la de la parte superior y algo curva «yugo». En las lápidas la talla artística presenta formas ornamentales y hasta se atreven a realizar figuras humanas. En las cabeceras de las tumbas, además de las lápidas rectangulares talladas y labradas, las bases sostienen unas cruces no hechas en relieve sino de bulto redondo, agregándose unos Cristos algo arcaicos debido al desconocimiento del volumen (Marrero 2000, 62).

De ahí que los canteros estén especializados en labrar también escudos (Millares 2013, 1). Nos cuenta Millares la vida de un cantero en Arucas llamado Domingo Santana Mendoza:

Al mes y medio, aproximadamente, lo puso a labrar estadales. «Son bordillos de acera. Le llamamos estadal cuando lo labramos». Y poco a poco le fue explicando distintas tareas del oficio, aprendiendo a labrar, picar, hacer molduras. Domingo no se conformó con las enseñanzas del padre, que sólo era labrante. «Yo estudié Delineación, después estudié Relieve y Sombra del Dibujo con Santiago Santana […]». En la cantera «primero se picaba con el pico para dejarlo parejito, después lo labraba con el martillo, a continuación, lo escodaba con la escoda, entonces empezaba a cuadrarlo con el cincel y la maceta. Y venga, venga, venga. Y así se pasaron los años» (Millares 2013, 5).

Además, según Domingo Santana las principales herramientas son: «pico, martillo, escoda, bujarda, cinceles y macetas» (Millares 2013, 7). J. Enrique Ruiz (2006, 26-28) nos dice que todas las herramientas se construían con hierro, fabricadas por el herrero, y las enumera de la siguiente forma: pico, cuña, planchas de hierro, escoda, barras de hierro, marrón, martillo, madera de tarahal o de codeso, reglas de madera (vitolas), sachos, palas, baldes de hierro, carretillas, etc. A los que añade Hernández, Quintana y Jiménez «canteros, cuñas, maceta, escoplos, hachuelas y hacha», además de «pico de recalar, pico, martillo y escoda» (2020, 14).

En caso de que la piedra se rompiera, se perdía todo el trabajo realizado, salvo en contadas ocasiones, según nos cuenta Domingo Santana:

Si se partía un cacho de piedra, cogíamos azufre y polvo y le pegábamos fuego. Teníamos que tener cuidado para amasarlo, si se dejaba pasar del punto que lleva se hacía polvo; y si lo hacía antes, no servía. Al coger el punto lo apagaba enseguida, asfixiando el fuego con un saco grande. Después íbamos corriendo a pegar la piedra, porque en cinco minutos no hay quien lo arranque, y se pegaba bienísimo (Millares 2013, 8).

Nos describe J. Enrique Ruiz (2006, 14-16) cómo se crea una cantera. El primer paso era comprar el terreno de risco, que habitualmente era de titularidad del ayuntamiento, con una superficie rectangular o cuadrangular, ya que muchas veces las canteras acababan siendo estanques para contener el agua para el regadío de los cultivos cercanos, una vez que se hubiera agotado la piedra. Posteriormente, se dividía el terreno en cuadrículas, y se iban trabajando por cuadrículas, realizando la operación de desmontar el terreno, quedando el residuo del terrume o terrumen. Luego, se comenzaba a sacar los primeros cantos de la cantera, que tenían menor calidad que los inferiores y nunca se labraban, es por ello que se utilizaran para crear paredes de fincas agrícolas o los propios muros de la cantera. En la segunda línea de cantos ya se empezaba a obtener beneficios, porque eran vetas con mayor calidad.

Es curioso, como comenta J. Enrique Ruiz (2006, 16-17), que las canteras estuvieran «abiertas al poniente», pero los canteros no sabían el porqué de esta orientación: quizá para aprovechar mejor las horas de sol; para que le diera calor a la zona donde se trabajaba, por ser más fría; por seguir la orientación de los terrenos de cultivos a los que tendría que regar una vez convertidos en estanque.

Los cantos podían tener varias medidas, en función del uso que se le diera: 12, 15, 20 y 25 centímetros de grueso por 42 cms. de ancho y 63 cms. de largo (Ruiz 2006, 20-21): los de 12 y 15 se aplicaban en la construcción de paredes interiores o tabiques en las viviendas; los de 20, para las paredes exteriores o paredes de carga; los de 25, llamados bloques y rolos, formaban los cimientos de las viviendas y las paredes de contención cuando el edificio era muy alto. Los rolos podían tener medidas muy superiores, y también estaban los llamados marchantes, «labrados con mucho esmero y que se utilizaban para forrar paredes exteriores de algunos edificios, por ejemplo el Castillo de la Luz en La Isleta» (Ruiz 2006, 22). Si el canto estaba destinado a una vivienda, se labraba con mayor esmero, mientras que si lo era para la agricultura, su finalización era más tosca y barata. Es por esto, que los rolos y los cantos de 20 cms. eran los más apreciados y valiosos, y los que se cobraban más caros.

El éxito de la piedra azul (traquita-fonolita) de Arucas favoreció el auge de la cantería en esta población (Hernández, Quintana y Jiménez 2020, 3). Los cantos solicitados para la construcción solían ser blancos, rojos o azules, en sus múltiples variantes según el color de la piedra, aunque los habituales eran los últimos por su consistencia, durabilidad y dureza (Hernández, Quintana y Jiménez 2020, 10):

Las canteras se ubican en la proximidad de las zonas de mayor demanda, así en Las Palmas se localizan en Lugarejo (San Lorenzo), la Ollería (El Dragonal), Guanarteme, Rehoya, Barranco Seco, Jinámar o detrás del Hospital Viejo, las dos últimas suministraban cantos blancos. En Agüimes, entre otras, destacan las sitas en el barranco de Guayadeque y las de Ingenio; en Agaete las de El Valle o Tierras Blancas; en Gáldar las de Pineda y Coruña; Montaña Gorda o Ingenio Blanco en Guía; La Vega contaba con las del Barranquillo del Castillo o Cuesta de la Grama; y en Telde las de Guinea, de piedra azul, o la de El Portechuelo, de piedra blanca (Hernández, Quintana y Jiménez 2020, 10).

3.- Léxico de los canteros o labrantes

Para analizar el léxico disponible del oficio del cantero, partimos de la obra Los Labrantes de Arucas (2000) de José Luis Marrero Cabrera y de Los Canteros (2006) de J. Enrique Ruiz Moreno, principalmente, que aportan una muestra muy abundante de su léxico, y tomamos como referencia el Diccionario de la Lengua Española (DRAE). Pero, aunque el léxico de los canteros procede claramente de los usos tradicionales peninsulares, en algunos casos muy concretos en los que se pudiera postular un caso de canarismo, consultaremos el Diccionario Básico de Canarismos (DBC) y el Diccionario Histórico del Español de Canarias (DHECan). Debido a la complejidad y especialidad de este léxico, es muy difícil que muchas de estas palabras aparezcan en Canarias como canarismos. Enumeramos a continuación las voces del léxico disponible del oficio del cantero por orden alfabético:

Abrochado: «se aplica cuando el risco se tranca y se complica al sacarlo» (Marrero 2000, 71). De abrochar, ‘cerrar, unir o ajustar algo con broches, corchetes, botones, etc.’, de broche (DRAE).

Alme: «jamba superior que forma una ele con la jamba y el dintel» (Marrero 2000, 71). Palabra no recogida en el DRAE.

Antepecho: «piedra que adorna la parte de la ventana donde se apoyan los brazos y el pecho» (Marrero 2000, 71). ‘Pretil o baranda que se coloca en lugar alto para poder asomarse sin peligro de caer’, de ante- y pecho (DRAE).

Aprendiz: ‘quien aprende el oficio de cantero’. ‘Persona que aprende algún arte u oficio’ o ‘persona que, a efectos laborales, se halla en el primer grado de una profesión manual, antes de pasar a oficial’ (DRAE).

Arco conopital: mencionado como uno de los ejemplos de construcciones hechas con piedra de cantería por Hernández, Quintana y Jiménez (2020, 18), significa ‘arco muy rebajado y con una escotadura en el centro de la clave, que lo hace semejante a un pabellón o cortinaje’, en arquitectura (DRAE).

Arpillera: ‘tejido por lo común de estopa muy basta, con que se cubren determinadas cosas para protegerlas del polvo y del agua’, de origen incierto, del francés serpillière, y el aragonés sarpillera (DRAE).

Arquilla: «entrada del agua de abasto; lugar donde está la llave de entrada» (Marrero 2000, 71). Palabra no recogida en el DRAE. El DBC lo recoge con dos acepciones: ‘1. f Tf. En un sistema de riego, casilla o depósito para recibir el agua y distribuirla. Los canaleros también controlan el agua que entra y sale de las arquillas’ y ‘2. f GC. Dispositivo concebido para distribuir el agua de riego, menor que la cantonera o tronera, provisto de una puerta o tapa metálica’.

Azufrado: técnica de acabado cuyo fin primordial es «pegar dos piedras entre sí. Consiste en coger y poner sobre una tabla un poco de azufre y polvo de la misma piedra, que ha de ser muy fino (como si fuera harina) y se obtiene tamizando el cisco con un saco de arpillera. Una vez quemado se va añadiendo con un escoplo el polvo de la piedra hasta obtener una especie de pasta de color oscuro. Luego, con un saco se sofoca de un solo golpe para que no continúe quemándose y quede licuado. Se limpia exhaustivamente el pedazo a pegar de manera que no quede nada de polvo en ninguna de las dos partes a unir, se unta la mezcla y se procede al pegado. Finalmente se golpea con el escoplo para comprobar mediante su sonido si realmente se encuentra pegada la parte en cuestión. El tiempo de pegado suele ser de entre dos y tres minutos» (Marrero 2000, 46). ‘Acción y efecto de azufrar, especialmente las vides’, del participio de azufrar (DRAE).

Azufrar: «pegado de la piedra con azufre» (Marrero 2000, 71). ‘Echar azufre a algo o impregnarlo de él’ o ‘sahumar algo con azufre’ (DRAE).

Azufre: ‘elemento químico de núm. atóm. 16, frágil, de color amarillo y olor intenso característico, muy abundante en la corteza terrestre, donde se encuentra nativo o en forma de sulfuros como la pirita o de sulfatos como el yeso, y que tiene usos industriales y farmacéuticos. (Símb. S)’, del latín sulphur, -ŭris (DRAE).

Balaustre: «piedras que rematan los pretiles de azoteas, escaleras y balcones» (Marrero 2000, 71). En cambio, según el DRAE es ‘cada una de las columnas pequeñas, generalmente con molduras, que con los barandales forman las barandillas o antepechos de balcones, azoteas, corredores y escaleras’, del francés balaustre, y este del latín balaustĭum ‘flor del granado’, por la semejanza del adorno.

Banco (de piedra): «bloque de piedra que se encuentra en el risco» (Marrero 2000, 71), es decir, «grandes bloques de piedra que están separados por una lámina de barro llamada plan o planes» (Marrero 2000, 42). ‘Macizo de mineral que presenta dos caras descubiertas, una horizontal superior y otra vertical’, del francés antiguo bank, y este del germánico *banki (DRAE).

Barra: «herramienta que se usa para levantar las piedras medianas sacadas del risco» (Marrero 2000, 71). «Es de acero macizo y tiene un peso de 40 a 50 kg. Se emplea para desplazar y sacar piedra de poco peso. A la manera de trabajar con esta herramienta la llaman barriar. Tiene un extremo acabado en punta y otro en pala algo curvada, ésta es la parte más usada para sacar la piedra por tener más agarre que la punta» (Marrero 2000, 49). «De distintas medidas y pesos. Las de mayor tamaño se utilizaban para levantar bancos de piedra de mucho peso. Recibían el nombre de levas y pesaban 100 kgs. aproximadamente. Debían aguantar el peso de varios hombres balanceándose sobre ellas hasta desprender la piedra». Además, había «barras de menor peso utilizadas para voltear los cantos o levantar bancos de piedra de poco peso» (Ruiz 2006, 27). Según el DRAE, podemos tomar las dos primeras acepciones: ‘pieza de metal u otra materia, de forma generalmente prismática o cilíndrica y mucho más larga que gruesa’ o ‘palanca de hierro que sirve para levantar o mover cosas de mucho peso’, de origen incierto, quizá del latín vulgar *barra.

Barreno: ’barrena, especialmente la de tamaño grande’ (DRAE). En el caso de barrena, el DRAE nos dice que es un ‘instrumento de acero con una rosca en espiral en su punta y desprovisto generalmente de un mango en el otro extremo, que sirve para taladrar madera, metal, piedra u otro cuerpo duro’, de origen incierto, posiblemente del latín veruina (DRAE).

Barriar: «barra, pero de más peso que al igual que la barra se usa para piedras o bancos de mayor tamaño sacados del risco» (Marrero 2000, 71). Entrada no recogida en el DRAE, en el DBC ni en el DHECan.

Bloque: ‘trozo grande de un material compacto. Bloque de granito, de hielo’, del francés bloc, y este del neerlandés blok (DRAE).

Bordillo: ‘faja o cinta de piedra que forma el borde de una acera, de un andén, etc.’, del diminutivo de borde (DRAE)

Bota aguas: véase caños.

Bujarda: herramienta que «tiene la forma de un mazo de majar la carne, pues por ambos lados tiene unas hileras de puntas piramidales y con ello se consigue gamas de texturas diferentes. Antiguamente tenían dos partes: una para hacer el grano más fino y la otra más grueso. Hoy las hay recambiables y se les puede añadir varios granos de mayor textura. La del labrante de Arucas es estática, pero con las nuevas tecnologías las hay desmontables, como hemos dicho» (Marrero 2000, 51). ‘Martillo de dos bocas cuadradas cubiertas de dientes, usado en cantería’ (DRAE).

Bujardado: «textura que se logra con un martillo dentado parecido al utilizado para la carne» (Marrero 2000, 71). «Se realiza con la bujarda. Ésta es una especie de martillo que tiene unos picos alineados por ambos lados (parecido al martillo que se utiliza para majar la carne). Sus puntas suelen ser diferentes (por un lado más fina y por el otro más gruesa) para así conseguir texturas diferentes. Su técnica consiste en dar golpes certeros y que sienten sobre la piedra todas las puntas a la vez. Su acabado es rugoso, parecido al pico a pico pero de grano más fino» (Marrero 2000, 44). Entrada no recogida en el DRAE, por ser un participio.

Cabeza: También llamado encabezado. «Parte delantera de una piedra rústica con la cara vista. Puede ser martillada o trabajada con el pico» (Marrero 2000, 71). El DRAE no registra esta acepción, pero sí la de ‘extremidad roma y abultada, opuesta a la punta, de un clavo, alfiler, etc.’, del latín capitia.

Cabo: herramienta que servía «para encabar las herramientas, sobre todo los picos y martillos. Los labrantes suelen preferir utilizar los palos de madera de eucalipto, ya que no se calientan tanto y así sufren menos las manos» (Marrero 2000, 52). Acepción no recogida en el DRAE.

Cabuquero: es el «primer eslabón de esa cadena, se encarga de extraer la piedra del risco», en «dirección de la hebra, que siempre está orientada de naciente a poniente. Si se le ocurriera extraerla en sentido inverso, es decir, de poniente a naciente, se lasquearía el banco» (Marrero 2000, 41-42). Una de las profesiones dentro de la cantera, y «elemento fundamental en la cantera. Su conocimiento del veteado y su destreza con el pico y el marrón le llevan a ser una pieza básica del proceso de extracción de la piedra. Debe ser rápido y eficaz en su labor, ya que tiene que sacar el número de piedras suficientes para que los trabajadores del taller no estén nunca parados» (Marrero 2000, 55). Entrada no recogida en el DRAE.

Cacho: ‘pedazo o trozo de algo’, coloquial, del latín vulgar *caccŭlus, y este del latín caccăbus ‘olla (DRAE).

Cajetear: ‘hacer hoyos en la tierra para plantar’, en México (DRAE). En la cantería, ‘picar la piedra para dejarle forma rectangular, de caja’.

Cajeteo: «una vez despegado el rolo, se voltea con las barras de hierro y se comienza a cajetiar. Esta operación consiste en buscar la veta idónea para despegar los bancos de piedra o para obtener los cantos. Se realiza con cuñas más pequeñas y con un marrón de menor tamaño; la mandarria» (Ruíz 2006, 18). Entrada no recogida en el DRAE.

Cantería: nombre del oficio del trabajo de las piedras (Marrero 2000, 17). ‘Arte de labrar las piedras para las construcciones’, ‘obra hecha de piedra labrada’, ‘porción de piedra labrada’ o ‘cantera, sitio de donde se saca la piedra’, de cantero (DRAE).

Canto: «piedra rústica o volteada por el mar o los barrancos» (Marrero 2000, 71). ‘Trozo de piedra’, del latín cantus ‘llanta de metal de una rueda’, voz de origen celta (DRAE).

Cantera: ‘lugar de donde se saca la piedra’. El DRAE lo define como ‘sitio de donde se saca piedra, greda u otra sustancia análoga para obras varias’, de canto (DRAE).

Cantero: profesional de la cantería, «cuyos acabados son muy toscos» (Marrero 2000, 22). ‘Encargado de labrar las piedras para las construcciones’, o también, ‘hombre que tiene por oficio extraer piedras de una cantera’, de canto (DRAE).

Caño: «Bota aguas o acequia para regar en cercados de plataneras. Están hechos con el pico» (Marrero 2000, 71). ‘Tubo por donde sale al exterior un chorro de un líquido, principalmente de una fuente’ o ‘chorro de agua u otro líquido’, de caña (DRAE).

Capitel: «remate de la parte alta de una columna» (Marrero 2000, 71). ‘Parte superior de una columna o de una pilastra, que la corona con forma de moldura y ornamentación, según el orden arquitectónico a que corresponde’, del occitano capitel (DRAE).

Carro: «tirados por bestias» (Marrero 2000, 21) para trasladar las piedras. ‘Carruaje de dos ruedas, con lanza o varas para enganchar el tiro, y cuya armazón consiste en un bastidor con listones o cuerdas para sostener la carga, y varales o tablas en los costados, y a veces en los frentes, para sujetarla’, del latín carrus, y este del galo carros (DRAE).

Caserón: «cuarto de piedra seca que […] presentaba una disposición rectangular, con techo abovedado debido a la colocación de las piedras, para dar caída al agua en épocas de lluvias» (Marrero 2000, 21). El DRAE lo define como ‘casa muy grande y destartalada’. Por lo que su significado se acerca a la idea de ‘edificio construido en piedra de forma rápida y tosca, para uso de la cantería’.

Cesta (de pita): ‘recipiente tejido con mimbres, juncos, cañas, varillas de sauce u otra materia flexible, que sirve para recoger o llevar ropas, frutas y otros objetos’, del latín cista (DRAE). Y pita, ‘planta vivaz, oriunda de México, de la familia de las amarilidáceas, con hojas o pencas radiales […]’ e ‘hilo que se hace de las hojas de pita’, de origen incierto (DRAE). En concreto, se trata de cestas hechas con pitas, por su mayor resistencia, que servía para cargar piedras y otros escombros.

Cenefa: «franja decorada con motivos de flora y fauna» (Marrero 2000, 71). ‘Dibujo de ornamentación que se pone a lo largo de los muros, pavimentos y techos y suele consistir en elementos repetidos de un mismo adorno’, del árabe hispánico ṣanífa (DRAE).

Cincel: ‘herramienta de 20 a 30 cm de largo, con boca acerada y recta de doble bisel, que sirve para labrar a golpe de martillo piedras y metales’, del francés antiguo cisel (DRAE).

Clave: «piedra que remata un arco o un hueco en la parte superior» (Marrero 2000, 71). ‘Piedra central y más elevada con que se cierra el arco o la bóveda’, del latín clavis ‘llave’ (DRAE).

Codo: «parte de una esquina» (Marrero 2000, 71). El DRAE no recoge ninguna acepción en relación al sentido de esta palabra en el léxico de la cantería.

Coger la herramienta: en construcción y en cantería, ‘abandonar la empresa’, ‘cesar en el trabajo’.

Cola: «parte saliente de una piedra que se introduce en la pared» (Marrero 2000, 71). ‘Punta o extremo posterior de algo, por oposición a cabeza o principio. La cola del avión’, del latín vulgar coda, y este del latín cauda (DRAE).

Columna: ‘soporte vertical de gran altura respecto a su sección transversal’, del latín columna (DRAE).

Compuesto explosivo: generalmente se utilizaba la dinamita. Según el DRAE explosivo significa ‘que hace o puede hacer explosión’.

Cordón: «hilera de piedra redondeada de unos 8 o 10 cm de grueso que se usa en las lasas y los remates de las azoteas» (Marrero 2000, 71). El DRAE no recoge esta acepción de la entrada cordón, siendo la más general la de ‘cuerda, por lo común redonda, de seda, lino, lana u otra materia filiforme’, del francés cordon (DRAE).

Cornisa: «moldura que remata un frontis» (Marrero 2000, 71). ‘Conjunto compuesto de molduras que sirve de remate de una construcción’ y ‘parte superior del entablamento de un pedestal, edificio o habitación’, del occitano cornís, y este a su vez del griego (DRAE).

Coronación: «remate de un muro» (Marrero 2000, 71). ‘Coronamiento’, ‘fin de una obra’ o ‘adorno de un edificio’, del latín tardío coronatio, -ōnis (DRAE).

Corte en tabla: técnica de troceado de bloques en donde «se ha de buscar, una vez más, la dirección de la hebra. Si la piedra es plana como para hacer losa hay que partirla con las cuñas, lo que recibe el nombre de «corte en tabla». Para ello hay que dar unos golpes en la parte lateral y en posición vertical al cuñero, para que la piedra se resienta y corte por el lugar deseado, y no por donde la hebra lo hubiera hecho normalmente» (Marrero 2000, 47).

Cuadrar: ‘dar a algo forma de cuadrado’, ‘cuadricular, trazar una cuadrícula’, del latín quadrāre (DRAE).

Cuadrícula: ‘división de la cantera antes de comenzar a explotarla’. ‘Conjunto de los cuadrados que resultan de cortarse perpendicularmente dos series de rectas paralelas’, de cuadro (DRAE).

Cuadrilla: «el número de miembros que formaba una cuadrilla oscilaba entre 4 y 7 personas […], el dinero recaudado durante la semana se repartía a partes iguales entre todos» (Ruiz 2006, 24). ‘Grupo de personas reunidas para el desempeño de algunos oficios o para ciertos fines’, de cuadro (DRAE).

Cuartelar: «consistía en practicar sobre la roca horizontal, cuatro trozos formando un cuadrado o rectángulo para luego colocar las cuñas a lo largo de toda la superficie cuartelada, golpearlas luego con el marrón y desprender finalmente el banco de piedra. Las cuñas deben estar separadas entre sí unos diez centímetros. Cuanto más cerca mejor. Los pedreros se colocaban en fila, uno detrás del otro e iban golpeando las cuñas sin saltarse ninguna hasta que el sonido del marrón indicara que el banco de roca ha despegado» (Ruiz 2006, 18). Acepción no recogida en el DRAE.

Cuña (de acero): «son de acero y tienen la parte delantera en forma de pala. También las hay terminadas en punta para la piedra blanda» (Marrero 2000, 49). ‘Pieza de madera o metal terminada en ángulo diedro muy agudo. Sirve para hender o dividir cuerpos sólidos, para ajustar o apretar uno con otro, para calzarlos o para llenar alguna raja o hueco’ y ‘objeto que se emplea como cuña’, de cuño (DRAE).

Cuña de madera: ‘la construida en madera’.

Cuñero: «grieta que se hace en el risco para realizar el levante» (Marrero 2000, 71). Entrada no recogida en el DRAE.

Decoración: «formas talladas en la piedra para adornar las obras» (Marrero 2000, 71). ‘Acción y efecto de decorar’, y decorar a su vez ‘adornar, intentar embellecer una cosa o un sitio’, del latín decorāre (DRAE).

Desbastar: ‘quitar las partes más bastas a algo que se haya de labrar’ (DRAE).

Desbolsillar: véase desbordillar. En ambos casos no aparece la entrada recogida en el DRAE.

Desbordillar: «realizar roturas en las aristas de las juntas (los labrantes utilizan el término desbolsillar)» (Marrero 2000, 71). Entrada no recogida en el DRAE.

Desbroce: ‘desbrozo’ y ‘acción de desbrozar’. En el caso de desbrozar, ‘broza o ramaje producido a consecuencia de la poda de árboles’ (DRAE)

Desbrozar: ‘quitar la broza, desembarazar, limpiar’ (DRAE).

Desencargo: «desempeñar la piedra por la parte del paramento» (Marrero 2000, 71). Entrada no recogida en el DRAE.

Desencargar: el DRAE recoge la entrada desencargar como desusada en el caso de ‘descargar’, ‘quitar o aliviar la carga’.

Desmontar (el terreno): «limpieza de tierra, piedras y plantas que cubrían la cuadrícula» (Ruiz, 2006: 15). ‘Deshacer un montón de tierra, broza u otra cosa’, como también ‘rebajar un terreno’, procedente del prefijo des- y monte (DRAE).

Despuntar: «cuando la piedra pierde sus extremos» (Marrero 2000, 71). ‘Quitar o gastar la punta de algo’ (DRAE).

Destronchar: «quitar los pedazos más gruesos cuando se desbasta la piedra» (Marrero 2000, 72). Acepción no recogida en el DRAE.

Dinamita: ‘mezcla explosiva de nitroglicerina con otras sustancias’, del sueco dynamit, nombre comercial, y este del griego (DRAE).

Echar una junta: «utilizando el escoplo y la maceta hacer una línea recta que servirá de guía para enderezar el paramento» (Marrero 2000, 72). Acepción no recogida en el DRAE.

Embocillar: «despuntar la piedra» (Marrero 2000, 72). Entrada no recogida en el DRAE, ni en el DBC, como tampoco en el DHECan.

Empenado: de empenar, entrada no recogida en el DRAE ni en el DBC, pero el DHECan lo define como ‘que camina con dificultad’, aclarando que «es una acepción creada en Canarias, y en concreto en La Palma, hoy poco usual». En el sureste de Gran Canaria es muy utilizada hoy en día con la acepción de ‘cambado’, ‘torcido’, tanto para persona como para cosa.

Empeñar: «actuar sobre la piedra cuando no está linealmente recta» (Marrero 2000, 72). Acepción no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Encabezar: ‘trabajar o labrar la parte delantera de una piedra rústica’. Entrada no recogida en el DRAE, ni en el DBC, como tampoco en el DHECan.

Encabezado: véase cabeza.

Entallador: «es quien con el pico normal y el martillo de repartir va dando la forma y medidas a la piedra» (Marrero 2000, 43). Especialista que «sólo a punta de pico y dirigiéndose un poco con una regla, va cuadrando o paramentando la piedra. Para ello se debe tener un gran conocimiento del pico y manejo del martillo de repartir» (Marrero 2000, 55-56). ‘Persona que entalla’ (DRAE).

Entallar: «cuadrar la piedra con el pico antes de pasarla al taller» (Marrero, 2000: 72). ‘Grabar en lámina, piedra u otra materia’, del prefijo en- y talla (DRAE).

Escoda: herramienta «como el martillo pero de menos peso. Debe estar bien afilada o —como se dice en el argot del labrante— bien usada, pues su misión es la del repasado para dejar perfectamente bien hecho el acabado» (Marrero 2000, 51). ‘Herramienta en forma de martillo, con corte en ambos lados, para labrar piedras y picar paredes’, de escodar (DRAE).

Escoda-bujarda: herramienta cuya «forma es parecida a la de la escoda o martillo sólo que no termina en filo, sino que está dentada y se usa para repasar los bordes cuando la piedra es bujardada, pues de esta manera no se estropean o embolsillan las aristas. También se utiliza cuando la piedra tiene algunos recovecos o ángulos y hay que repasarla con esta herramienta para que no pierda la textura» (Marrero 2000, 52). «Solían pesar entre 2 y 3 kgs., pero cuando los cantos a labrar eran de un material duro o había un aumento en la demanda, se solía utilizar una escoda de 5 kgs.» (Ruiz 2006, 27).

Escodado: técnica de acabado «similar al martillado pero se emplea fundamentalmente para conseguir resultados más delicados, ya que es utilizado para repasar jambas, molduras y campos de escudos o figuras. Es parecida al martillado pero de un repasado más delicado y fino» (Marrero 2000, 46). Entrada no recogida en el DRAE.

Escodar: «repasar la piedra con la escoda para dejar una textura lineal» (Marrero 2000, 72). ‘Labrar las piedras con martillo’, del latín excutĕre ‘romper a golpes’ (DRAE).

Escoplo: herramienta de tipo «alargado y de punta plana, de unos 30 cm de largo. En Arucas los herreros los hacen a partir ballestas de camiones dándoles un temple idóneo para la talla y el trabajo de la piedra. También los hay a la venta, pero éstos no son los más usados por los labrantes. Tienen diferentes medidas: anchos para hacer juntas y estrechos para tallar y repasar. Para la talla escultórica existen diferentes medidas que van desde 1/2 cm hasta 2 1/2 cm, pero suelen ser hechos por encargo y con la punta en forma de pala» (Marrero 2000, 50). ‘Herramienta de hierro acerado, con mango de madera, de unos 30 cm de largo, sección de uno a tres centímetros en cuadro, y boca formada por un bisel’, del latín scalprum; pero también recoge la entrada escoplo de cantería, ‘escoplo de mango de hierro, que se usa para labrar la piedra’ (DRAE).

Escuadra o escuadro: herramienta «de hierro, ya que si fuera de madera se estropearía a cada momento. Es liso y sin ningún tropiezo, como ocurre con el de carpintero, esto para poderlo poner sobre la piedra y así conseguir un mejor acabado de las esquinas» (Marrero 2000, 49). ‘Plantilla de madera, plástico y otro material, en forma de triángulo rectángulo isósceles, que se utiliza en delineación’ o ‘escuadría de la pieza de madera que ha de ser labrada’, de escuadrar (DRAE).

Escudo: en la entrada escudo de armas, de la heráldica, se recoge la acepción ‘superficie en que se representan los blasones de un Estado, familia, etc.’, del latín scutum (DRAE).

Esculpir: ‘labrar a mano una obra de escultura, especialmente en piedra, madera o metal’ o ‘grabar algo en hueco o en relieve sobre unas superficie de metal, madera o piedra’, del latín sculpĕre (DRAE).

Estadal: «bordillos de acera que se paramenta con el martillo» (Marrero 2000, 72). Acepción no recogida en el DRAE.

Estallar: «romperse con facilidad la piedra debido a su marcado veteado» (Marrero 2000, 72). ‘Dicho de una cosa: Henderse o reventar de golpe, con chasquido o estruendo’, formado por metátesis de un antiguo *astellar ‘hacerse astillas’ (DRAE).

Estallona/no estallona: ‘dícese de la piedra que estalla/no estalla’. Entradas no recogidas en el DRAE.

Fachada: ‘paramento exterior de un edificio, especialmente el principal’, adaptación del italiano facciata, y este derivado de faccia ‘cara’ (DRAE).

Fasa: «decoración que se usa en los frontis, rectangular y que se pone sobre las puertas y ventanas» (Marrero 2000, 72). Entrada no recogida en el DRAE, ni en el DBC como tampoco en el DHECan.

Fuego: «chispa que salta a los ojos cuando la piedra es dura, también se utiliza el término requemo» (Marrero 2000, 72). ‘Fenómeno caracterizado por la emisión de calor y luz, generalmente con llama’, del latín focus ‘hogar’, ‘hoguera’ (DRAE).

Gárgola: «caño con cabezas grotescas que sirve de desagüe a las azoteas» (Marrero 2000, 72). ‘Parte final del caño, por lo común adornada con figuras fantásticas, que sobresale del muro en forma de ménsula y da salida al agua de los tejados, terrazas o fuentes’ o ‘figura fantástica que adorna una gárgola’, del francés antiguo gargoule, derivado de gargouiller ‘producir un ruido semejante al de un líquido en un tubo’ (DRAE).

Gato: «ornamentación floral de pequeñas dimensiones y que los labrantes llaman así por parecer una cabeza de gato» (Marrero 2000, 72). Acepción no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Hebra: véase veta. ‘Vena’ o ‘filón’, del latín fibra (DRAE).

Herrero: especialista en mantener las herramientas en uso. «Sin la labor del herrero poco podría hacer el labrante en su trabajo, pues sus herramientas deben estar siempre a punto y es el herrero el encargado de este menester. Estas herramientas no se pasan por la piedra de esmeril pues perderían su temple al ser recalentadas y se despuntarían con facilidad al contacto con la piedra» (Marrero 2000, 56). ‘Persona que tiene por oficio labrar el hierro’, del latín ferrarius (DRAE).

Jamba: en arqueología, ‘cada una de las dos piezas que, dispuestas verticalmente en los dos lados de una puerta o ventana, sostienen el dintel o el arco de ella’, del francés jambe ‘pierna’ (DRAE).

Junta: «línea recta hecha con el escoplo y la maceta» (Marrero 2000, 72). En construcción, ‘espacio que queda entre las superficies de las piedras o ladrillos contiguos de una pared, y que suele rellenarse con mezcla o yeso’, así como también ‘cada una de las superficies de las piedras o ladrillos entre los que hay una junta’, de juntar (DRAE).

Labrante: «escultores o artistas de la piedra» (Marrero 2000, 22). Especialista que le «da la forma definitiva a la piedra y su trabajo se realiza en el taller» (Marrero 2000, 56). ‘Que labra la piedra o madera’, de labrar y la terminación –nte (DRAE).

Labrar: ‘trabajar una materia reduciéndola al estado o forma conveniente para usarla’, del latín laborāre (DRAE).

Lajón: los lajones «eran losas de piedra procedentes de vetas muy vivas y muy fuertes. Eran lajas obtenidas de los llamados riscos melaos. De gran dureza y gran resistencia al desgaste, se utilizaban en la fabricación de canales de riego, como piso de los traspatios y en techos de viviendas» (Ruiz 2006, 20). Entrada no recogida en el DRAE ni en el DBC. El DHECan lo define como ‘Piedra plana y de poco grosor’, de origen portugués.

Lasquear: ‘romper en forma de lascas, acción que no interesa al cantero, por lo que las piedras que lasquean no sirven para la cantería’. Entrada no recogida en el DRAE. El DBC lo define como ‘Sacar lascas de una cosa’, y el DHECan como ‘Cortar algo en lascas. Tb. rajar o desgarrar algo longitudinalmente’, de origen portugués.

Latada (de hojas de palmeras): palabra no recogida en el DRAE. ‘Armazón de latas para atar parras y plantas trepadoras’ (DBC), más concretamente ‘emparrado [= armazón que sostiene la parra u otras plantas, como tomateras y árboles frutales]’, de origen portugués latada, enlatada (DHECan).

Lecho de asiento: ‘piedra en forma de asiento’.

Leva: «broca que se utiliza para levantar cuyo peso oscila entre los ochenta y cien kilos» (Marrero 2000, 72). Herramienta «también de acero macizo, es parecida a la barra pero de mayor longitud y peso. Tiene unos dos metros de largo y un peso aproximado entre 80 y 100 kg. Se utiliza para levantar las piedras que se sacan del risco cuyo peso oscila entre los 2.000, 3.000 y 6.000 kg. Para trabajar con ellas se precisan varios hombres» (Marrero 2000, 49). Barra de hierro de 100 kgs que servía para desprender la piedra (Ruiz 2006, 27). La acepción más cercana es la de ‘álabe’ o ‘diente de una rueda’ en mecánica, de levar (DRAE).

Levante: «extracción del banco con las cuñas y el marrón» (Marrero 2000, 72), «acción de separar la piedra de la madre o risco» (Marrero 2000, 42). En ingeniería, ‘operación de levantar las cañerías de los hornos de aludeles para limpiarlos y recoger el azogue que contengan’, de levantar (DRAE), acepción que nada tiene que ver con el sentido que tiene esta palabra en la cantería. Acepción no recogida ni en el DBC ni en el DHECan.

Limpiador: ocupación realizada generalmente por los aprendices que consistía en recoger toda la tierra y los fragmentos de piedras de la cantera para no molestar en las zonas donde se trabajaba. Persona ‘que limpia’(DRAE).

Losa: «piedra que se utiliza para pisos» (Marrero 2000, 72). ‘Piedra llana y de poco grueso casi siempre labrada, que sirve para solar y otros usos’ o ‘sepulcro de un cadáver’, del latín lausia, voz de origen celta y este de origen hispánico (DRAE).

Maceta: herramienta que «se utiliza para trabajar con los escoplos y punteros. Tiene un peso de entre 1 kg y 1 ½ kg, con un cabo corto para facilitar su manejo. Hay una maceta a la que los labrantes llaman chicharrera (por estar hecha en Tenerife) muy diferente a la usada en Gran Canaria, por tener forma curvada» (Marrero 2000, 50). ‘Martillo con cabeza de dos bocas iguales y mango corto, que usan los canteros para golpear el cincel o puntero’, del diminutivo de maza (DRAE).

Machinal: «bajante de agua o desagüe de un patio o azotea» (Marrero 2000, 72). Entrada no recogida en el DRAE, pero sí aparece mechinal como ‘agujero cuadrado que se deja en las paredes cuando se fabrica un edificio, para meter en él un palo horizontal del andamio’ (DRAE), que no parece ser la definición exacta de esta palabra. Acepción no recogida en el DBC ni en el DHECan.

Madre: ‘roca madre’, ‘la roca que forma el risco’. Acepción no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Maestro de cantería o maestro cantero: ‘dicho de una persona o de una obra: De mérito relevante entre las de su clase’ o, mejor, ‘persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo’, del latín magister, -tri; la forma femenina, del latín magistra (DRAE).

Majano: ‘montón de cantos sueltos que se forma en las tierras de labor o en las encrucijadas y división de términos’, de origen desconocido’ (DRAE).

Mampostero: ‘persona que trabaja en mampostería’, y mampostería ‘obra hecha con mampuestos colocados y ajustados unos con otros sin sujeción a determinado orden de hiladas o tamaños’ y ‘oficio de mapostero’, siendo a su vez mampuesto ‘piedra sin labrar que se puede colocar en obra con la mano’ (DRAE).

Mandarria: herramienta «parecida al marrón, pero de menos peso y con las aristas más marcadas, es empleada para partir la piedra por ser más precisa al dar los golpes con contundencia». Además, «nombre dado por los propios labrantes del que se origina una expresión característica: Dar un mandarriazo» (Marrero 2000, 52). «Era un marrón de 6 kg. usado en las labores de cajeteo» (Ruiz 2006, 28). ‘Martillo o maza de hierro que usan los calafates para meter o sacar los pernos en los costados de los buques’ o ‘tipo de martillo muy pesado’, quizá sea una alteración del italiano dialectal mannara ‘hacha’, y este del latín [secǔris] manuaria ‘[hacha] manejable’ (DRAE).

Marrón: herramienta de gran «parecido a un martillo de grandes dimensiones, sólo se emplea para sacar el risco y trocear las piedras. Su peso está entre 8 y 10 kg» (Marrero 2000, 48). «Martillo de gran tamaño para golpear las cuñas. Su peso oscilaba entre los 10 y los 12 kgs.» (Ruiz 2006, 27). El DRAE lo recoge para Canarias como ‘almádena’, es decir, ‘mazo de hierro con mango largo, para romper piedras’, proveniente del latín marra.

Martillar: ‘batir y dar golpes con el martillo’ (DRAE).

Martillado: «tipo de acabado que deja la superficie de la piedra más bronca que con el acabado de la escoda» (Marrero 2000, 72). Técnica de acabado que «se utiliza preferentemente al hacer losas para pavimento, dado su acabado más bronco. Esto protegerá la piedra ya que al tener que ser pisada diariamente se va desgastando menos que si hubiera sido repasada con la escoda. También se utiliza para encabezar las piedras, en paredes secas (mamposterías) y en acabados llamados martillados» (Marrero 2000, 44-45). Acepción no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Martillo: utensilio con «forma de un hacha por ambos lados y es empleado para enderezar el paramento o partir algunas piedras por la mitad cuando están a favor de la veta y no son de mucho grosor. También hay un acabado con el nombre de martillado que se hace con esta herramienta» (Marrero 2000, 51). ‘Herramienta de percusión compuesta de una cabeza, por lo común de hierro, y un mango, generalmente de madera’, del latín tardío martellus (DRAE).

Martillo de repartir: «martillo cuya parte posterior es en forma de hacha, también llamada boca, y la anterior como un martillo normal» (Marrero 2000, 72). Herramienta que «por una parte tiene forma de marrón, pero sin matar en los extremos, y por la otra de martillo o escoda, a lo que se llama boca. Se emplea para repartir la piedra y es muy eficaz cuando se dan los golpes a favor de la hebra. La forma de escoda está preparada para partir con más certeza. También se le da el nombre de martillo pedrero» (Marrero 2000, 49).

Mecha: para hacer explotar el explosivo. ‘Tubo de algodón, trapo o papel, relleno de pólvora, para dar fuego a minas y barrenos’, quizá del francés mèche (DRAE).

Media caña: «piedra con forma cóncava utilizada para rematar techos o aplicada en molduras» (Marrero 2000, 72). Entrada no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Moldura: ‘parte saliente de perfil uniforme, que sirve para adornar o reforzar obras de arquitectura, carpintería y otras artes’, de molde y la terminación –ura (DRAE).

Monolito: ‘monumento de piedra de una sola pieza’, del latín monolĭthus ‘de una sola piedra’, y este del griego monólithos (DRAE).

Monturrio: «lugar destinado a depositar los escombros resultantes de las pedreras. Montaña de escombros» (Ruiz 2006, 19). Entrada no recogida en el DRAE. El DBC lo define como ‘montículo formado por escombros’ y también ‘pequeña elevación del terreno, montículo’, similar a la definición del DHECan ‘montículo [= pequeña elevación]. Tb. montón de escombros y basuras’, de origen portugués.

Oficial cantero: ‘en un oficio manual, operario que ha terminado el aprendizaje y no es maestro todavía’, del latín tardío afficiālis ‘propio del deber’, ‘oficioso’, ‘ministro, oficial’ (DRAE).

Paramento: «partes lisas o planas de la losa u otras piedras grandes» (Marrero 2000, 72). ‘Adorno o atavío con que se cubre algo’, ‘cada una de las dos caras de una pared’ en arquitectura y ‘cada una de las seis caras de un sillar labrado’ en construcción, del latín paramentum (DRAE).

Paredes de cajón: «se construían con dos tableros y una vitola de madera de unos 20 ó 25 cm que se ponía en el interior de los tableros para que éstos quedaran de igual media por todos los lados; luego se llenaban con las piedras y la mezcla (compuesta por cal viva, arena y picón) […] Ésta se quemaba en un horno de forma circular con dos puertas, una en forma de ventana en la parte superior y otra que podía ser de varias formas (desde la rectangular hasta la arqueada) por donde se mete la leña» (Marrero 2000, 19). Entiéndase pared como ‘obra de albañilería vertical, que cierra o limita un espacio’, del latín paries, -ĕtis (DRAE), pero no recoge la expresión pared de cajón.

Paredes de «cara vista»: ‘paredes bien labradas’.

Parihuela: para llevar las piedras, herramienta que «se usaba para sacar las piedras de las canteras, antes de emplearse las grúas, ya que del fondo de las mismas al taller era difícil su traslado a hombros o volteándolas, dado lo inclinado del terreno. Eran necesarios hasta diez o doce hombres para sacarla hasta el taller, según el peso de la piedra» (Marrero 2000, 52). ‘Artefacto compuesto de dos varas gruesas con unas tablas atravesadas en medio donde se coloca la carga para llevarla entre dos’ (DRAE).

Pasacalle: «adorno lineal que se hace para decorar los frontis» (Marrero 2000, 72). Acepción no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Pavimento: ‘suelo’, ‘superficie artificial’, del latín pavimentum (DRAE).

Pecho paloma: «la parte saliente de una moldura con la forma del buche de una paloma» (Marrero 2000, 72). Acepción no recogida en el DRAE.

Pedrero: sinónimo de cantero. ‘Operario que labra las piedras’ (DRAE).

Pedrera: sinónimo de canteras. ‘Cantera’, ‘sitio de donde se saca piedra’ (DRAE).

Pesón: véase torna. Entrada no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Picadero: «piedra que se utiliza para apoyar el trabajo que se va a realizar» (Marrero 2000, 72); es decir, piedra «que le sirve para apoyar la piedra que está trabajando y dejarla ligeramente inclinada para poder labrarla mejor» (Marrero 2000, 43). Acepción no recogida en el DRAE ni en el DHECan. El DBC recoge dos acepciones de esta palabra que nada tienen que ver con la acepción de la cantería, ya que una remite a la pesca ‘taco de madera, generalmente algo ahuecado en el centro, que usan los pescadores de bajura para machacar el erizo u otra clase de engodo’ y el otro a la ganadería ‘tronco donde se pica la rama o el monte para el ganado’.

Picar: ‘golpear con pico, piqueta u otro instrumento adecuado, la superficie de las piedras para labrarlas, o las de las paredes para revocarlas’, de pico (DRAE).

Pico (pico normal o pico canario): herramienta que «también recibe el nombre de pico normal, pues es el que se emplea más frecuentemente. Tiene un peso de cinco kilogramos y se emplea para hacer el cuñero, desbastar, entallar y dejar un acabado que recibe el nombre de pico a pico. Tiene dos puntas de forma piramidal. También recibe el nombre de pico canario por ser especialmente característico de nuestra tierra» (Marrero 2000, 48). ‘Herramienta de cantero, con dos puntas opuestas aguzadas y enastada en un mango largo de madera, que sirve principalmente para desbastar la piedra’, del latín beccus, voz de origen celta (DRAE).

Pico a pico: «textura que se consigue con el pico normal» (Marrero 2000, 72). Técnica de acabado que consiste en que «se dejan preparadas las cuatro juntas y se procede a enderezar el paramento. Con el pico se va golpeando hasta que la piedra adquiera una cierta rugosidad. Solamente se repasan los lechos de asientos para que al ser colocada una encima de otra queden bien sentadas y no se noten demasiado las juntas entre ambas» (Marrero 2000, 44).

Pico canario: «llamado vulgarmente pico normal, con dos puntas a cada lado y de 5 kg de peso» (Marrero 2000, 72).

Pico de brocha: «pico con una parte en forma de punta normal y la otra parecida a una brocha o pala» (Marrero 2000, 72). Herramienta de gran «parecido al pico normal pero con una parte terminada en punta y la otra en forma de pala, como las cuñas. Se utiliza cuando la piedra es blanda. Muy usado en Tenerife y en la zona de Gáldar. Recibe este nombre por la forma parecida a una brocha que tiene uno de los extremos» (Marrero 2000, 48).

Pico de recalar: «pico parecido al normal, pero de peso inferior» (Marrero 2000, 73).

Pico normal: véase pico canario.

Piedra apiconada: piedra compuesta en su mayor parte por picón, por lo que es de menor calidad. Entrada no recogida en el DRAE.

Pilastra: «decoración de piedra que suele rematar el extremo de los frontis» (Marrero 2000, 73). ‘Columna de sección cuadrangular’, derivado de pilastrón (DRAE).

Plan: «unión de los bloques de piedra en la cantera, separados por barro» (Marrero 2000, 73). Acepción no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Plan abierto: «se llama plan abierto a aquellos bancos de roca que están despegados del risco o de otro banco que está debajo» (Ruiz 2006, 19).

Plan sellado: «se conoce con este nombre a aquellos prismas de roca que no han despegado del piso de roca, que presentan dificultad para despegar o lo ha hecho de forma irregular» (Ruiz 2006, 19).

Plancha de hierro: «procedentes de las hojas de muelle de los camiones, utilizadas para facilitar el agarre y empuje de las cuñas» (Ruiz 2006, 27).

Plantilla: instrumentos que «suelen ser de cartón o cartón piedra (tablet) ya que deben de ser rígidas para poder dar la forma con exactitud» (Marrero 2000, 53). ‘Tabla o plancha cortada con los mismos ángulos, figuras y tamaños que ha de tener la superficie de una pieza, y que puesta sobre ella, sirve en varios oficios de regla para cortarla o labrarla’, del diminutivo de planta (DRAE).

Punta de diamante: «piedra con sus cuatro caras triangulares rematadas en una punta» (Marrero 2000, 73).

Puntero: «parecido al escoplo, pero, como su nombre indica, acabado en punta, para el desbaste, pues al ser muy delgada la losa si lo hiciera con el pico se partiría» (Marrero 2000, 43). Herramienta con «la misma forma que el escoplo, sólo que su punta es como la del pico: apuntada. Es muy útil para el desbaste, sobre todo para las piezas de piedra de muy poco grosor, y muy empleado en la talla y para hacer algunos agujeros» (Marrero 2000, 50). ‘Cincel de boca puntiaguda y cabeza plana, con el cual labran los canteros a golpes de martillo las piedras muy duras’, de punta y –ero (DRAE).

Quicialera: «piedra que remata la parte baja de una puerta» (Marrero 2000, 73). ‘Quicial’, ‘quicio de puertas y ventanas’, de quicio (DRAE).

Recadero: ‘persona que tiene por oficio llevar recados de un punto a otro’ (DRAE).

Refaldar: «cuando una vez cuartelado un banco de roca, éste no llega a despegar por uno de los cuatro rozos. En esta situación hay que aumentar el número de cuñas en la zona afectada para aumentar el empuje. En el caso de que aun así se resista a despegar, se deberá buscar otro cajeteo, es decir otra veta más adecuada y que facilite separar el bloque o profundizar en las medidas del rozo» (Ruiz 2006, 19). Entrada no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Regla: herramienta que «antiguamente era de madera, pero como se rompían con frecuencia o perdían las aristas se elaboraron de hierro cuando surgieron los cuadradillos» (Marrero 2000, 52). ‘Instrumento rígido y de forma rectangular que sirve para trazar líneas rectas, o para medir la distancia entre dos puntos’, del latín regŭla (DRAE).

Requemo: «esquirla de piedra o fuego que suele caer en los ojos cuando se está trabajando con el pico o escoplo» (Marrero 2000, 73). Entrada no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Repartidor1: ocupación generalmente realizada por los aprendices que iban y venían recogiendo, buscando, comprando, entregando, etc. todo lo necesario para realizar la labor de cantería. Persona ‘que reparte o distribuye’ (DRAE) objetos o mercancías.

Repartidor2: «es quien trocea el bloque sacado por el cabuquero, deshaciéndolo en pedazos» (Marrero 2000, 43). Es el especialista en «distribuir el bloque de piedra sacado por el cabuquero; a esta labor se le llama trocear, rolar o repartir el bloque» (Marrero 2000, 55).

Repartir: «trocear un bloque de piedra en pedazos idóneos para la labra» (Marrero 2000, 73). ‘Distribuir algo dividiéndolo en partes’ (DRAE).

Repasado: técnica de acabado, también llamada escodado. Véase escodado. Acepción no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Repasar: ‘escodar una piedra o junta’. Acepción no recogida en el DRAE.

Repisa: «saliente de piedra que se utiliza en balcones» (Marrero 2000, 73). ‘Ménsula que tiene más longitud que vuelo y sirve para sostener un objeto de utilidad o adorno’ (DRAE).

Retundir: «dar unos golpes profundos con el escoplo en la piedra para recortar el dibujo y que no se rompa» (Marrero 2000, 73). ‘Igualar con herramientas apropiadas el paramento de una obra de fábrica después de concluida’, del latín retundĕre ‘embotar’, ‘reprimir’ (DRAE).

Ripio: «trozo pequeño de piedra que se utiliza para la construcción de paredes secas o muros» (Marrero 2000, 73). En construcción, ‘cascajo o fragmentos de ladrillos, piedras y otros materiales de obra de albañilería desechados o quebrados, que se utiliza para rellenar huecos de paredes o pisos’, del latín replēre ‘rellenar’ (DRAE).

Riscal: ‘sitio de muchos riscos’ (DRAE).

Risco: ‘peñasco alto y escarpado, difícil y peligroso para andar por él’, de riscar (DRAE).

Risco melado: «cantería de mucha dureza, muy viva o vetas de roca muy dura. De estas grietas se obtenían los lajones» (Ruíz 2006, 19). Entrada no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Rolar: «repartir las piedras en pedazos con forma de rolo» (Marrero 2000, 73). Técnica de troceado de bloques que se utiliza «cuando se quiere trocear una piedra de grandes dimensiones. Suelen ser bloques de forma redondeada parecida al rolo de platanera, por eso se le da este nombre, pues se hace troceando la piedra en rodajas» (Marrero 2000, 47). Acepción no recogida en el DRAE. El DBC lo recoge como ‘Cortar en rolos, por ejemplo troncos, gajos de árbol, pescado u otros objetos más o menos cilíndricos. Rolaron el pescado para sancocharlo’, y el DHECan como ‘cortar en redondo’, de origen portugués rolar.

Rolo: acepción no recogida en el DRAE. ‘Tallo de la platanera’ (DBC) o ‘tallo de la platanera, especialmente cuando ha sido cortado’ (DHECan).

Rozar: «procedimiento de excavación que consiste en practicar en la superficie del terreno unas entalladuras verticales perpendiculares y una entalladura inferior horizontal, para desprender luego, con la ayuda de cuñas, el prisma de roca o banco comprendido entre las mismas. Solo puede practicarse en rocas suficientemente blandas como para ser entalladas por el pico del pedrero. Una vez marcada la zona del rozo, ésta se mojaba para evitar el polvo o el deslizamiento del pico sobre la tierra floja. Las medidas de ancho y profundidad del rozo dependían del banco de piedra a desprender. Cuanto más alto era el banco de roca a separar, más ancha y profunda debía ser la medida del rozo, de tal manera que permitiera el trabajo de una persona en su interior. La realización de los rozos estaba en manos de los pedreros más experimentados» (Ruiz 2006, 17). ‘Limpiar las tierras de las matas y hierbas inútiles antes de labrarlas, bien para que retoñen las plantas o bien para otros fines’, del latín vulgar *ruptiāre (DRAE)

Rústica: «piedra tal y como sale del risco» (Marrero 2000, 73). Técnica de acabado donde «la piedra queda tal y como sale del risco. Sólo se le dan algunos toques con el martillo de repartir para dejar algo más rectos los paramentos y poder así emplearla en zócalos o paredes de «cara vista». Se hacen los lechos de asiento, o lugar donde apoya la siguiente piedra, para poder poner una sobre otra y poder disimular lo más posible las juntas» (Marrero 2000, 45). Entiéndase rústico como ‘tosco’ y ‘poco trabajado, sin pulimentar’, del latín rustĭcus, de rus ‘campo’ (DRAE).

Saco: «muchas veces se coloca un saco para proteger las juntas» (Marrero 2000, 43). ‘Receptáculo de tela, cuero, papel, etc., por lo común de forma rectangular o cilíndrica, abierto por uno de los lados’, del latín saccus, y este del griego sákkos (DRAE).

Saladear (el paramento): el labrante «gira la piedra poniendo la junta ya hecha hacia abajo y colocando en la misma una regla» (Marrero 2000, 43). La entrada saladear no aparece recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Sillar: «piedra parecida a la losa, pero más acabada. Se coloca en los frontis y en otras decoraciones» (Marrero 2000, 73). ‘Piedra labrada, por lo común en forma de paralelepípedo rectángulo, que forma parte de un muro de sillería’, de silla (DRAE).

Sillería: ‘fábrica hecha de sillares asentados unos sobre otros y en hileras’ o ‘conjunto de sillares de una sillería’ (DRAE).

Tabique: ‘pared delgada que sirve para separar las piezas de la casa’, del árabe hispánico tašbík, y este del árabe clásico tašbīk ‘acción de enredar’ (DRAE).

Talla: ‘obra de escultura, especialmente en madera’, de tallar ‘cortar’ (DRAE). En cantería, la talla es el resultado de labrar la piedra.

Taller: lugar donde se trabajaba la piedra después de sacarla de la roca y transportada a la población. ‘Lugar en que se trabaja una obra de manos’, del francés atelier (DRAE).

Tallista: especialista en realizar la talla, «actualmente hay muy pocos tallistas. Se ocupan de la labor de la talla artística en las canteras. Cuando no hay nada que tallar (escudos, etc.), se ocupa de preparar las piedras como cualquier otro labrante» (Marrero 2000, 56). ‘Persona que hace tallados artísticos’ (DRAE).

Tener que cantar: expresión que remite a contar «cada uno de los tiros», de los explosivos colocados (Marrero 2000, 43). Expresión no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Terrumen o terrume: ‘material sobrante que se obtiene después de desmontar el terreno de tierra, piedras y plantas de la cuadrícula en la que se trabaja para extraer la piedra’. En opinión de Ruiz Moreno «era utilizado como material de relleno y para la obtención de estiércol» (Ruiz 2006, 15). Entradas no recogidas en el DRAE. El DBC lo define para Gran Canaria como ‘tierra de buena calidad o limo, como el que se extrae de un estanque o el que se obtiene al desmontar un solar, y que se puede emplear para mejorar las tierras de culvito’ y también en Fuerteventura ‘lugar, sitio, paraje. Aquel era un buen terrume para la pesca’.

Tisón: «jamba de un nicho» (Marrero 2000, 73). Entrada no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Torna: también llamada pesón, «piedra que se utiliza para tapar las bocas de acequias o cantoneras» (Marrero 2000, 73). ‘Obstáculo, por lo general de tierra o césped, que se pone en una reguera para cambiar el curso del agua’ (DRAE).

Tronchado: técnica de troceado de bloques que «se hace cuando el corte que se quiere obtener está en contra de la hebra, para ello hay que hacer un cuñero en la parte más ancha del canto que se quiere tronchar (o partir). Después de hecho se dan unos golpes con el pico a los dos lados y perpendicular al mismo, con firmeza y precisión para que cuando le demos a las cuñas con el marrón la piedra parta por donde uno quiere y no por donde lo haría si no se resintiera con el pico» (Marrero 2000, 47). Entrada no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Tronche: «manera de cortar una piedra en contra de la veta» (Marrero 2000, 73). Entrada no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Tronera: «boca de una alcantarilla» (Marrero, 2000: 73). ‘Ventana pequeña y angosta por donde entra escasamente la luz’, de trueno (DRAE).

Usada: «traslado de la herramienta al herrero para afilarla» (Marrero 2000, 73). ‘Gastado y deslucido por el uso’, del participio de usar (DRAE).

Veta: también llamada hebra, «formación de la piedra a modo de faja o lista cuya posición hay que considerar antes de partir la piedra» (Marrero 2000, 73). ‘Vena’, ‘lista de ciertas piedras o maderas’, del latín vitta ‘cinta’, ‘venda’ (DRAE).

Vieja: «pequeñas cavidades en forma de burbujas que se encuentran en el interior de algunas piedras» (Marrero 2000, 73). Acepción no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Vitola: «trozo de madera con medidas estandarizadas» (Marrero 2000, 73). Herramienta, «de medidas exactas, suelen ser utilizadas para hacer bordillos de aceras (estadales) y peldaños. Por lo general están hechas con una tira de madera, dejando un tope en el extremo, que indicará la medida necesaria en cada caso» (Marrero 2000, 53). La acepción más cercana del DRAE es la siguiente: ‘Regla de hierro para medir las vasijas en las bodegas’, de origen incierto (DRAE). El DBC lo define como ‘plantilla consistente en una tabla con agujeros de distinto diámetro, que se utiliza para calibrar los tomates y las papas según su tamaño’, y el DHECan como ‘medida patrón que sirve de referencia al hacer un determinado trabajo. Tb. las varillas con las que se hacían las mediciones’, del portugués bitola.

Vivo: trozo que aparece en la piedra, «los oscuros suelen ser duros y los canelos o claros más blandos» (Marrero 2000, 73). Acepción no recogida en el DRAE. El DBC lo define como ‘Dicho del gofio, que queda muy grueso tras ser molido. En ese molino, unas veces dejan el gofio fino, y otras lo dejan vivo’ y el DHECan como adjetivo con el valor de ‘abultado o grueso’.

Yugo: «piedra con forma curva que remata la parte alta de la entrada a un nicho» (Marrero 2000, 73). Acepción no recogida en el DRAE, ni en el DBC ni en el DHECan.

Zócalo: «remate de un piso o frontis» (Marrero 2000, 73). ‘Cuerpo inferior de un edificio u obra, que sirve para elevar los basamentos a un mismo nivel’ y ‘friso’, ‘faja de la parte inferior de las paredes’, del latín soccŭlus, diminutivo de soccus ‘zueco’ (DRAE).

4.- Relaciones semánticas en el léxico de los canteros

Las voces que los canteros de Canarias, y en especial en este caso de Arucas en la isla de Gran Canaria, se han mantenido vivas desde su indudable llegada de la Península Ibérica hasta la actualidad. Pero la modernización y la llegada de piedras mejores del exterior al archipiélago, hacen que esta labor en las canteras se esté perdiendo de forma muy rápida. La intención de este artículo es impedir este perjuicio que los nuevos tiempos han perpetuado entre las palabras más terruñeras, principalmente las de las profesiones más antiguas como la de los labrantes en Arucas. Para ello hemos realizado el listado de las palabras utilizadas por ellos y estudiamos las principales relaciones semánticas que se producen entre ellas.

El léxico de los canteros presenta algunas de las relaciones semánticas más importantes, en especial a través de la formación de familias léxicas y de la hiponimia e hiperonimia, pero también podemos descubrir muchas otras:

A.- Sinonimia: principalmente se da en el caso de cantero / labrante, que son cuasisinónimos puesto que no todos los canteros son labrantes; es decir, la palabra cantero incluye también la profesión del labrante, pero igualmente las otras profesiones. Por lo que aquí encontramos más adecuadamente la figura de la hiperonimia y la hiponimia, aunque en muchas ocasiones se utilizan con igual valor semántico.

B.- Antonimia: plan abierto / plan sellado. Si un plan es la unión de dos bloques de piedra en una cantera separados por tierra o barro, el plan abierto se produce cuando el banco de roca está separado de los bancos colindantes y de la roca madre, mientras que el plan sellado sucede cuando entra en contacto con otros bancos de roca o con la propia roca madre.

C.- Homonimia: se da principalmente en los casos de palabras como banco, gato, marrón o plan que adquieren un significado muy distinto al habitual en la lengua estándar.

D.- Hiperonimia/hiponimia. Los ejemplos de hiperonimia e hiponimia son muy patentes si observamos el cuadro siguiente:

Hiperonimia

Hiponimia

Instrumentos del cantero

pico, cuña, escoda, martillo, barra, marrón, regla,...

Profesiones de la cantería

fuera de la cantera

en la cantera

en el taller

herrero, recadero

aprendiz, limpiador, cabuquero

entallador, tallista, labrante.

Objetos fabricados por los canteros

bloques, bancos, piedras, losas, bordillos, capiteles, ...

Grado de maestría del cantero

aprendiz, oficial, maestro.

Técnicas de acabado

Pico a pico, bujardado, acabado rústico, escodado o repasado, azufrado.

Técnicas de troceado de los bloques

corte en tabla, tronchado, rolar

E.- Familias léxicas. Al igual que ocurre con los hipónimos e hiperónimos, la formación de palabras a través de las familias léxicas son numerosas: azufre/azufrado/azufrar, barra/barriar, cabeza/encabezar/encabezado, cantería/cantera/cantero/canto/, caña/caño/media caña, cajetear/cajeteo, entallar/entallador, escoda/escodar/escodado, estallar/estallona, labrar/labrante, martillo/martillar/martillado, pedrero/pedrera, punta/puntero, picadero/picar/pico/pico a pico/pico canario/pico de broche/pico normal/pico de recalar, risco/riscal/risco melado, rolar/rolo, sillar/sillería, tallar/tallista, tronche/tronchado,...

F.- Campos Semánticos: el campo semántico más importante que encontramos en el léxico de los canteros es el de la extracción de piedra.

G.- Metáforas: muchas de las voces que aparecen en este léxico remiten a palabras del léxico estándar con significados metafóricos como las partes del cuerpo de un ser vivo (antepecho, cabeza, codo, cola, pecho); con los seres vivos (coronación, madre, paloma, rozar, vivo); con otros oficios tradicionales (cordón, clave, cuarteles, empeñar, maceta, cornisa, refaldar, ripio, saladear, yugo, zócalo), en especial la construcción; o están formados a través de la composición de palabras (antepecho, botaaguas, pasacalle).

H.- Metonimias: cabo (denominar a la herramienta como la parte por el todo, ya que cabo es una parte de la misma, es uno de sus extremos) y fuego (o la consecuencia por la causa, ya que la explosión genera el fuego y la llama).

5.- Conclusiones

Las palabras que componen el léxico de la cantería en Canarias, visto desde el análisis de uno de los lugares más importantes de la profesión en las islas como es Arucas, es muy rico y complejo. No presenta gran interés en cuanto a la presencia de canarismos en el mismo, puesto que su procedencia es claramente peninsular. Utiliza muchos recursos retóricos de la lengua propios del lenguaje expresivo como la sinonimia, la antonimia, la homonimia, la presencia de campos semánticos, las metonimias y sobre todo resalta su alto valor metafórico, la creación de palabras a través del recurso de las familias léxicas y la presencia de hiperonimia e hiponimia muy diversa. Rescatar el legado cultural del trabajo de la extracción de piedras, sean estas ornamentales o no, para su colocación en edificios y en otras construcciones donde estas se utilizaron es una labor importante para evitar la pérdida de un mundo en vías de extinción: el del trabajo de los labrantes en las canteras con la extracción de la piedra.

Andrés Monroy Caballero
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria



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Ruíz Moreno, J. Enrique (2006): Los Canteros. Gran Canaria: Aula de Adultos de Cañada Honda y InforNorteDigital.com.



Léxico disponible de la cantería en Arucas (Islas Canarias)

MONROY CABALLERO, Andrés

Publicado en el año 2022 en la Revista de Folklore número 483.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz