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Revista de Folklore número

481



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Carlos Cano y la copla. Una historia de la copla

ALONSO FRANCH, Eduardo

Publicado en el año 2022 en la Revista de Folklore número 481 - sumario >



Este género musical, de raíces literarias centenarias, fue constituido como tal a principios del siglo xx, bajo la preceptiva de que cuenta una historia, cantada, que se llama copla. Tanto la Generación del 98 como el Modernismo van a contribuir en la práctica e intelectualmente a su nacimiento. La diferenciación del género de la «copla», aunque tenga raíces comunes con el flamenco y sus características, viene marcada por la exigencia de que en ella tiene que haber una exposición, un nudo y un desenlace. Nace así un género que se convierte en una especie de novela cantada, hecho por el que, probablemente, alcance su gran difusión y éxito en poco tiempo. Los temas sociales y de transformación del mundo aparecerán en las coplas casi antes que en los poemas. La copla, prestigiada literariamente, va a encontrar sus primeros soportes musicales en el flamenco, aunque su primera gran baza es una forma musical, el pasodoble, y da lugar a las primeras grandes coplas. Sería de los últimos años veinte a los primeros treinta cuando la copla se convierte en género musical indiscutible y dominante en el panorama de principios del siglo xx español. Todos los creadores y generaciones literarias, desde los modernistas a los autores del 98, pasando por los poetas del 27, se reúnen y viven, gozan y sufren, escriben y se hacen alrededor de los cafés de marineros y los cafés cantantes, donde la copla comienza su reinado imbatible. Indiscutiblemente, la gran figura como autor de la copla es Rafael de León. Miguel de Molina sentirá una gran admiración por Lorca, entablando amistad con él, y ya durante toda la vida de Miguel, los poemas de Lorca le acompañarán en todo momento. Este género musical se va a convertir en un verdadero espejo, en un termómetro de la sociedad española de casi un siglo, desde los años veinte y treinta hasta casi nuestros días. Sus grandes temas serán el amor, la muerte, la sociedad española y sus tradiciones, la suerte, la privación de libertad y prisión, la raza gitana y la mujer. Los autores de la copla se ponen inmediatamente de parte de la mujer. La copla tiene un carácter narrativo. También aparece el tema del exilio. Juan Solano no solo cultivó la copla; también se aventuró en el género sinfónico, el pop y bandas sonoras cinematográficas como la de ¡Bienvenido Míster Marshall! Los dos bandos de la guerra civil oían estas canciones que alcanzaron su auge en los años veinte y treinta, y los dos tuvieron sus representantes, sus cantores entregados, sus premios y sus castigos. Miguel de Molina declararía que cuando vio la película ¡Ay, Carmela! le recordaría los tiempos en que él hacía lo mismo: levantar los ánimos del ejército republicano. El mundo de la copla padece también la represión y el éxodo de muchos de sus nombres. Durante la posguerra prosperan nuevas figuras fulgurantes de la copla en el cine, en nuevos espectáculos y en el fenómeno de masas: la radio. Con la llegada de las décadas de los sesenta y setenta, también la copla va a ser influida por nuevas tendencias musicales. Su eco y forma es evidente en algunos de los éxitos de los años sesenta y setenta del catalán Joan Manuel Serrat; él mismo reconoce que forma parte de su educación musical y sentimental de forma indeleble. Con la democracia, la copla caería en un pequeño bache. Algunos autores como el granadino Carlos Cano reivindican su sentido primigenio con gran éxito, cantando del mismo modo que sus primeros intérpretes coplas como La Bien Pagá y creando coplas excelentes como Luna de abril, Tango de las madres locas o María la Portuguesa. Pedro Almodóvar será de los pioneros en la recuperación de la copla, incluyéndola en las bandas sonoras de sus películas. Muchos de los artistas de la movida recuperarían en Kitch la copla, revitalizándola y actualizándola, como Paco Clavel o Martirio, volviendo a ponerla de moda. A partir de aquí sería imparable su nueva puesta en valor, con rigor y seriedad, dedicándole películas de enorme éxito: Las cosas del querer, de Jaime Chávarri; La Lola se va a los puertos, dirigida por Josefina Molina y basada en la obra homónima de los hermanos Machado; La niña de mis ojos, de Fernando Trueba… Con el cambio de siglo, muchas voces nuevas componen e interpretan con verdadero valor y profundidad, dentro y fuera de España, la copla, reinterpretándola o fusionándola como sus precursores con el jazz, tal es el caso de Martirio y Chano Domínguez; o en variedad de nuevos intérpretes y otros de toda la vida, como María Dolores Pradera, pasando por las nuevas generaciones de cantantes y compositores[1].

Antonio Vargas Heredia sería piedra de toque de muchos músicos y cantantes que reivindicarían el género en los años setenta y ochenta, momento de declive y desprestigio de la copla, como harán Carlos Cano o Martirio. ¡Ay, Mariluz! es una de las grandes coplas de la época dorada del género, popularizada y con gran éxito durante el período republicano. Esta copla reflejaría la simpatía de sus autores por las mujeres echadas a la vida de perdición por hombres que se aprovecharían de ellas. En 1975, Imperio Argentina la interpreta en la película Cría cuervos, de Carlos Saura. A partir de aquí, se graban muchas versiones de esta copla, entre ellas la de Carlos Cano. La Bien Pagá fue escrita durante los años de la Segunda República. Con la llegada de la democracia, esta sería una de las coplas más reivindicadas y versionadas, entre otros por Carlos Cano, Martirio, Joaquín Sabina… Don Triquitraque fue también estrenada en los años treinta, durante la Segunda República. Carlos Cano estrenó Dormido entre rosas en 1988. Carlos Cano ha reivindicado como intérprete y como autor, desde el principio, el género de la copla. Tal vez fuera uno de los primeros que, con la democracia, pusiese en valor la calidad y valentía del género. Todos sus discos están plagados e impregnados de ellas, y todas sus composiciones son coplas contemporáneas. Desde Luna de abril a María la Portuguesa y, por supuesto, esta copla, Dormido entre rosas, que dedicó al cantante malagueño Miguel de Molina. La letra y la música son de Carlos Cano.

Habaneras de Cádiz fueron compuestas por el escritor sevillano Antonio Burgos en 1980. Musicadas por el granadino Carlos Cano, esta pieza rezuma los aires clásicos de la copla y del género de habaneras. La Lirio es una de las canciones más versionadas y grabadas, tal vez por sus aires novelescos, entre otros por Carlos Cano. María de la O, sin duda, es una de las coplas más famosas y versionadas de la edad de oro del género. Casi todos los artistas flamencos o de la copla han hecho alguna vez una interpretación de ella, como Carlos Cano, Niña Pastori, Diego el Cigala o la versión sinfónica de Paco de Lucía. El disco donde aparece por primera vez María la Portuguesa se llama Quédate con la copla, de 1987. Fue un éxito innegable por sus aires viejos a la manera nueva de la copla. Letra y música: Carlos Cano. Entre las grandes figuras de la canción que han grabado Me embrujaste estuvo Carlos Cano. La niña de Puerta Oscura, escrita en 1953, es una canción que por su gracejo y picardía se ha versionado y grabado mucho, entre otros por Carlos Cano. Ojos verdes es, probablemente, la obra culmen de la época dorada del género, alumbrada durante la Segunda República y cantada a los dos lados del horror de la guerra. La han cantado casi todos los intérpretes importantes del género y los ocasionales como Carlos Cano. La Parrala, por su temática, ha sido especialmente versionada por muchos artistas como Carlos Cano. Rocío ha sido grabada también por Carlos Cano, al igual que La rosa y el viento. Tatuaje es como un segunda parte portuaria y perdularia de la famosísima Ojos verdes. La ha grabado Carlos Cano, así como Te he de querer mientras viva. Triniá es otra de las grandes coplas de la época dorada de la copla. Entre las muchas versiones que se hicieron de ella podemos citar la de Carlos Cano. La Zarzamora es una de las coplas más emblemáticas de la edad de plata del género, ya en la posguerra. Fue grabada por muchos artistas como Carlos Cano.

Antonio Burgos, nacido en Sevilla en 1943, fue uno de los escritores comprometidos con la reivindicación cultural de la copla andaluza, como Fernando Quiñones o Félix Grande. Es autor de la letra de numerosas canciones, como Habaneras de Cádiz, que han cantado y popularizado Carlos Cano y María Dolores Pradera, entre otros intérpretes. Carlos Cano, cantante y compositor, nació el 28 de enero de 1946 en Granada, donde falleció el 19 de diciembre de 2000. Pero más importante aún fue que pusiera música a las casidas De la muchacha dorada y De las palomas oscuras, de Lorca, poemas de clara inspiración andalusí. Carlos Cano optó, con 26 años, por ser cantante. En su «Cuaderno de coplas», de 1985, se incluía su famosa Habaneras de Cádiz, compuesta con Antonio Burgos, que tendía puentes armónicos entre las dos orillas atlánticas de habla española. María la Portuguesa, dedicada a la cantante de fados Amalia Rodrigues, es uno de los clásicos de Carlos Cano más versionados. Derrochó esencias acústicas sobre los versos de «Diván del Tamarit». Federico García Lorca, nacido en Fuente Vaqueros (Granada) el 5 de junio de 1898 y asesinado en el barranco de Víznar el 18 de agosto de 1936, fue uno de los grandes artífices de la consolidación del género. Debemos a Federico algunas de las coplas más cantadas por flamencos e intérpretes de copla. Diván del Tamarit es un conjunto de poemas inspirados en la poesía arábigo – andaluza.

Clara Montes Gamir nace un 31 de diciembre de 1968 en Madrid. Participó en el montaje de «Diván del Tamarit» en 1998, de Carlos Cano, sobre los textos de inspiración andalusí de Lorca. Al cantautor andaluz le homenajearía posteriormente en el disco «Carlos Cano. Que naveguen los sueños», de 2001. Emilio Jiménez Gallego nació en Melilla en 1924. Carlos Cano le dedicó el tema Las murgas de Emilio el Moro, que incluyó en su álbum «Cuaderno de coplas», de 1984.

Temas de la copla

Son pocas las ocasiones, pero también las coplas cantan los cuernos femeninos. Las mujeres casi siempre son las malas por las estrofas de las coplas. El gusto por el sexo femenino, la pasión por él, está bien retratado en muchas coplas populares. Las suegras están omnipresentes en el mundo de las coplas. El cine tampoco ha escapado al mundo de las coplas. También la política tiene su juego en las coplas de humor[2].

Los acontecimientos políticos y sociales, reflejados en las coplas hasta la saciedad, han sido la base de la actual legislación sobre Derecho de Familia. La copla muestra perfectamente la mentalidad, la legislación y el arte de otros tiempos. La palabra «copla» se utiliza desde una variedad poética a la expresión más callejera del pueblo; desde un género musical concreto a la composición más sublime de algún poeta. Toda la vida literaria de Lorca está llena de coplas. Un sinfín de escritores y poetas han compuesto coplas. Un número elevadísimo de coplas tiene su origen en Andalucía. La copla describe amores, desengaños, celos y todo tipo de pasiones y situaciones personales, pero siempre con una fuerza emocional fuera de lo común. La copla también se utilizó para resaltar la honradez de las personas. Llegan los años noventa y el valor de la copla es nuevamente reconocido. Los temas clásicos también se han rescatado gracias a las nuevas versiones realizadas con fondos de jazz, como la que perfectamente ha conseguido Martirio o las maravillosas fusiones que ha logrado de coplas clásicas Carlos Cano. Con la ironía de la que a veces hace gala, la copla también se refiere a otra forma de seducción misma: el dinero. Los amores prohibidos son otro de los temas preferidos de las coplas. Sobre prostitución, la copla también abunda con sus ejemplos, aunque quizás uno de los más significativos sea la canción «Ojos verdes»[3].

Junto con el sufrimiento y la muerte, el amor constituye el argumento fundamental del cante y, al mismo tiempo, le da sentido a la vida. El tema de la madre ocupa un lugar central y emblemático en los cantes flamencos[4].

El tema tan universal del amor es el eje temático de la copla flamenca. Amor entendido en un sentido amplio, pero sobre todo amor visto desde dos prismas muy particulares: uno, el amor entre un hombre y una mujer; otro, el amor a la madre, motivo enternecedor o doloroso de muchas letras. La noche es idónea para el beso furtivo o el abrazo prohibido. Los amantes deben separarse al amanecer. Un buen número de coplas muestran al amante – a la mujer, sobre todo – como falso e infiel. El tema de la muerte – sobre todo, de la compañera o de la madre – cruza por las coplas como una bandera trágica. El amor no correspondido, como el amor muerto o perdido, está presente en multitud de coplas flamencas. Otro aspecto de la repercusión de los males de amor es la apetencia de la muerte. Por amor, un amante es capaz de todo. Los ojos son el principal motivo del piropo. En las coplas es muy abundante la infidelidad conyugal, el amor prohibido. Lo normal es que el marco bucólico (puente, olivar, río, huerto) y la ambientación nocturna predominen en las relaciones adúlteras. En general, la copla flamenca tiene una visión negativa de la mujer como voluble, falsa, fuente de perdición para el hombre. Los hijos son idolatrados en la copla flamenca. La suegra es la madre de ella, en general, pues son hombres los que suelen escribir y cantar las coplas. En las coplas, la suegra tiene muy mala imagen. Lo más normal es que la madre de ella se oponga a las relaciones[5].

Carlos Cano: vida y obra

El 28 de enero de 1946, en un barrio de Granada, junto al cerro de la Alhambra, nace José Carlos Cano Fernández. Tras un año en el extranjero (Suiza, Holanda y Alemania), a los 18, Carlos emprende su camino de regreso a Barcelona. En París, en diciembre de 1972, la UNESCO organiza un homenaje mundial a García Lorca. Carlos Cano, que ya ha compuesto «La casida de la muchacha dorada» y «La casida de las palomas oscuras», poemas pertenecientes al «Diván del Tamarit» de Lorca, es invitado a participar. Interviene en el homenaje y aprovecha su estancia en Francia para realizar diferentes recitales. Allí conoce a Lluís Llach. Antonio Burgos le aventuró por el mundo de la copla. Carlos participa activamente en el despertar político de Andalucía. Se suceden los recitales por todo el país, cada vez más numerosos. Sus Crónicas granadinas fueron grabadas en octubre de 1978. Su cuarto LP, De la luna y el sol (enero de 1980) conjuga elementos del folklore, las raíces árabes y una creación musical mucho más libre, que a veces roza con lo sinfónico. Cuba impresiona vivamente a Carlos Cano. Percibe y descubre la estrecha relación cultural y vital entre el pueblo cubano y el andaluz. El camino musical y poético que Carlos Cano emprende ha sido, en gran número de sus creaciones, el de la recuperación y actualización del lenguaje y de los ritmos populares, en concreto de la copla andaluza. Granada le apasiona y le encadena entrañablemente. Uno de los grandes temas presentes en Carlos Cano es el de la emigración. La emigración es tratada por Carlos en un tono en gran medida autobiográfico[6].

A su abuelo materno le fusilaron por socialista. Era el mayor de tres hermanos, dos varones y una mujer. Le criaron su madre y su abuela. Tuvo una infancia dura en Granada. En Europa descubrió el racismo. Nunca le gustó salir al escenario. Le gustaban Violeta Parra y su Gracias a la vida, Serrat y Paco Ibáñez. Se definía como «perfeccionista». Su primer disco, A duras penas (1975), supone el comienzo de su amistad con Antonio Burgos. Llegaron los cambios, las concesiones en nombre del consenso. Los setenta representaban la frescura, la fe en el futuro. En su segundo disco, A la luz de los cantares (1976), las dos canciones más relevantes eran La murga de los currelantes y El milagro del Palmar. La murga es una crónica de amargura narrada de manera muy alegre. Dicen que se refleja fielmente la transición en España. Política, no seas saboría es otro de los cortes importantes de aquel disco. Carlos seguía tocando la guitarra, hasta que formó un grupo y comenzó a incorporar músicos. En Crónicas granadinas (1978) tomó textos del Diván del Tamarit, de Lorca. Hizo una gira por Marruecos en 1983. Crónicas granadinas fue el principal aporte de los recitales. De la luna y el sol (1980) fue su cuarto disco. El quinto disco es El gallo de Morón, de 1981. Su compromiso con Andalucía está en su sexto disco, Si estuvieran abiertas todas las puertas (1983). En Cuaderno de coplas (1985) está presente toda la iconografía popular, que se expresa en canciones como las Habaneras de Cádiz. Había estado en La Habana dos veces, en 1979 y en 1983. Las Habaneras de Cádiz las hizo con Antonio Burgos. A Argentina fue en el 83. El octavo disco fue A través del olvido y representa su decepción con Andalucía. Quédate con la copla (1987) fue su noveno disco. Dice Carlos que se puso a cantar coplas en un momento en que era marginal. En Luna de abril (1988) pretendió rendir homenaje al cantante portugués Zeca Afonso. María Dolores Pradera cantó canciones de Carlos que ya estaban grabadas. En Ritmo de vida (1989), homenajeó a Edith Piaf con una canción, À Paris, donde describe el mundo oscuro en el que nació. Su decimotercer disco fue Mestizo (1992), donde hace un homenaje sentimental a Los Panchos, Qué desespero. De 1994 es Forma de ser y de 1996, El color de la vida[7].

Muchos de los versos que Carlos Cano tendría necesidad de cantar luego los había encontrado en Rafael Alberti y en Federico García Lorca, los únicos autores a los que ha puesto música. En Alberti descubrió a Cádiz. La primera incursión formal de Carlos Cano en el mundo arábigo – andaluz es Crónicas granadinas, un disco que aparece en 1978. Cano conoce a la perfección el excepcional viaje lírico emprendido por García Lorca en el Diván del Tamarit desde muy joven. Hay una Andalucía privada de Carlos Cano, que pasa por Granada, por Cádiz y por Sevilla. Descubrió La Habana en 1979. El cantante descubriría en Cádiz una segunda patria chica, a la que dedicará varias canciones. En Portugal descubre el fado, al que definiría así: «Cómo cantar lo que se pierde, con dignidad, para mí es el fado». En 1998, coincidiendo con los actos conmemorativos del autor del Diván del Tamarit, Cano emprende la aventura de ponerle música al completo. En abril de 1999, Carlos Cano vuelve a la copla. Cano enarbolaba la copla como una estética esencialmente andaluza. Entre noviembre de 1999 y junio de 2000 reconstruyó la techumbre de su memoria con un nuevo disco que tituló De lo perdido y otras coplas. 1985 es el año de Cuaderno de coplas, en el que aparecen Las Habaneras de Cádiz. En 1986, recuerda a Luis Cernuda grabando A través del olvido. En 1987, culmina Quédate con la copla; es el restablecimiento de la copla. En 1998, Carlos Cano escoge celebrar los cien años del nacimiento de Lorca, y lo hace con un disco doble: Diván del Tamarit. A comienzos de1999, aparece una nueva recopilación de versiones de coplas clásicas, realizado por Carlos Cano. Se trata de La copla, memoria sentimental[8].

Nació en un tiempo difícil, el 28 de enero de 1946. Murió un 19 de diciembre de 2000. Sus años transcurrieron junto a la reivindicación de la copla andaluza o un cierto compromiso político. María Dolores Pradera se prodigó en homenajes y ha grabado un CD en su memoria. Era menudo y con el pelo rizado. Oía a Paco Ibáñez y a Joan Manuel Serrat, que era el vecino catalán de la copla. Carlos entra en el círculo de Juan de Loxa. Carlos es un emigrante intermitente. Le cautiva el mensaje musical de Lluís Llach. Cuenta con una voz prodigiosa y aprende a dominar la guitarra. En 1969 vive en Granada y está dedicado a la música por completo. En 1972, París le abre la puerta. Hay dos personajes claves en esos momentos: Paco Ibáñez y Lluís Llach. Descubre también a Antonio Burgos, el guía de Carlos por Sevilla. La figura de Almutamid se alza grandiosa en su memoria. Carlos siente una emoción especial cada vez que lee uno de sus libros de cabecera: El collar de la paloma, de Ibn Hazm. Elisa Serna se sitúa en la vanguardia de las voces más combativas contra el franquismo. En 1972 conoce a Carlos en París. Allí está Elisa en el exilio político y cultural junto a otros cantautores (Amancio Prada, Lluís Llach…). Guardaba para siempre su Cuaderno de coplas. Cádiz ya había aparecido en varias coplas suyas. «Habaneras de Cádiz» enseñorea su Cuaderno de coplas (1985). La compone junto con Antonio Burgos, el periodista y escritor sevillano, con quien iniciará una secuencia de colaboraciones periódicas. El éxito de las «Habaneras de Cádiz» fue inmediato. No solo mantuvo su querencia gaditana, sino el hilo del afecto con diversos gaditanos como José Manuel Caballero Bonald o Fernando Quiñones. El disco Quédate con la copla apareció en 1987. El gran homenaje de Carlos Cano a este género aparece pocos meses antes de su muerte. Y se tituló La copla, memoria sentimental y De lo perdido y otras coplas, un viaje musical que abarcaba desde la II República hasta la transición, y en el que incorporó temas propios. Pero lo más sorprendente de esta última grabación quizá fuese la recuperación de la voz de Amalia Rodrigues, grabada inicialmente en Lisboa en 1987. Incorporó al proyecto a músicos como el jazzman Pedro Iturralde. Carlos Cano llegó a decir que la copla formaba parte de su cultura. América recorría el repertorio de Carlos Cano, pero sobre todo sentía una fascinación especial por Cuba. Lorca siempre anidó en su alma, desde sus primeras canciones. En 1998, Carlos emprende la aventura de ponerle música a El Diván del Tamarit al completo. Era una obra de madurez, con recursos armónicos más elaborados que en proyectos anteriores. La última vez que Carlos Cano entró a un estudio de grabación lo hizo junto a Compay Segundo para entonar «Guantanamera»[9].

En Diván del Tamarit, canta acompañado de palmas, guitarra, coros… Carlos puso música y cantó los poemas de Lorca. Se dividen en casidas y gacelas. Incluyen voces árabes. Y una voz de mujer que da el contrapunto, así como otra de hombre. Mezcla orquestaciones clásicas con otras vanguardistas. Aparece el tema de la muerte, tan frecuente en Lorca. Y también la naturaleza: la rosa, el agua, las algas, el ruiseñor, la noche, la montaña, la muchacha, la garza, etc. O la cama. El sol y la luna, la tierra, las águilas, dos muchachas desnudas, la cola y la garganta. El disco es 1998. En la «Casida del llanto», acompañó al artista granadino Joaquín Díaz. El coro repite la primera estrofa y luego acompaña a Cano en determinados versos, a manera de contrapunto. La música es casi orquestal. El balcón, el llanto, los grises moros son los temas más repetidos. Y, al final, una risa infantil cierra el tema. La música es alegre y rápida, resaltando las estrofas y el estribillo. Paco Ibáñez acompaña a Carlos en «Casida de la mano imposible», junto al Orfeón Donostiarra. En «Casida de los ramos» se escucha una voz femenina en árabe. Y en «Casida del llanto» intervienen con Carlos Cano Javier Krahe, Pablo Guerrero, J.A. Labordeta, Joaquín Díaz, Chicho Sánchez Ferlosio, Alberto Pérez y Luis Pastor. La «Casida de la mano imposible» menciona el tema tan lorquiano de la muerte. El sol y la luna, la rosa, la muchacha, la sepultura… se mencionan en las Casidas («Casida de las palomas oscuras»).

Carlos Cano había leído el libro Andalucía, tercer mundo, de Antonio Burgos. Fue una amistad difícil porque eran dos caracteres dispares. El granadino y el sevillano lograron, desde el primer momento, unir la cultura popular andaluza, sintetizada en la copla, y fundirla como un todo. Por ello fueron posibles las habaneras de Cádiz y de Sevilla. Pasó de la crítica mordaz, que nunca abandonaría, a la copla y a otros mundos. La supervivencia emocional la encontró en su guitarra, en la creación poética y musical que brotaban casi espontáneamente y en la voz descarnada que inicialmente sería una de sus características más expresivas. Había decidido introducirse en el mundo del bolero y sus relaciones con la copla andaluza. La primera parte de su obra la componen seis discos grabados desde 1975 a 1984, ambos inclusive. Junto a Machado recupera también a Neruda, Picasso y García Lorca. Para todos los que consideran que Carlos Cano se incorpora a la copla en 1985 con su Cuaderno de coplas, queda claro en este su segundo disco (1976) y su poema «Con permiso» que, desde sus comienzos, es precisamente la copla su modo de expresión poética. En su tercer disco de 1978, edita sus Crónicas granadinas. Se apoya en tres Casidas de Lorca. Se inicia en este tercer disco la decisión de Carlos de componer la música para Diván del Tamarit que llevaría a cabo veinte años más tarde y que la muerte convertiría en su última obra musical. Pero en este tercer disco Carlos aborda también dos Casidas originales: «Casida del rey Chico» y «Casida del cazador perdido». También en De la luna y el sol (1980) vuelve al pasado con la «Gacela de la raíz amarga», de Lorca, y se permite incluso jugar al unísono con el mismo Federico en una de las canciones más bellas del Diván del Tamarit, «Siempre». La segunda década creativa de Carlos Cano (1985 – 1994) la componen siete discos, en los que multiplica sus capacidades, que serían ampliamente reconocidas. Carlos siempre se dedicó a la copla. En esta segunda década creativa, tiene la capacidad y la valentía de incorporar a las coplas andaluzas. Esta segunda década la inaugura con el disco Cuaderno de coplas. En Cuaderno de coplas de 1985, la colaboración con Antonio Burgos se expresa en las «Habaneras de Cádiz». La influencia mutua de Carlos y Antonio permanecería fundamentalmente en este Cuaderno de coplas y en Quédate con la copla (1987). Los últimos trabajos conjuntos los realizan en Luna de Abril (1988). Estas ocho coplas de los tres discos constituyen cuantitativamente una pequeña participación, porque fueron catorce el resto de las coplas exclusivas de Carlos que completan los tres discos. En la dedicatoria del «Pasodoble torero a Gerald Brenan» ofrece su particular homenaje a aquel intelectual insólito. Carlos edita en1986 su disco A través del olvido. «María la Portuguesa» fue un homenaje a Amalia Rodrigues, al fado y a los marineros de Isla Cristina. Uno de los rasgos más significativos de este disco fue la incorporación de viejas coplas que se estaban quedando en el olvido. En total, incorpora a su abundante repertorio escrito entre 1975 y 1996 tan solo seis coplas antiguas. Publica su décimo disco Luna de Abril en 1988 y lo encabeza con una copla homenaje al cantante portugués Zeca Afonso. También escoge la «Casida de las ramas» del Diván del Tamarit de Lorca para cantarle a la Vega de Granada en otoño. En 1989 y como homenaje a Edith Piaf, edita Ritmo de vida. En este disco rescata dos bellas canciones antiguas, «No te mires en el río» y «La bien pagá». En 1992, edita su disco Mestizo. Constituye un homenaje a nuestro mestizaje americano. De esta manera, se multiplican las coplas y las sendas por las que transcurren. Aun cuando en discos anteriores decidió incorporar algunas coplas antiguas, seis en total, empezando por «Chiclanera» en 1987, no es hasta 1999 y 2000 cuando edita un disco dedicado totalmente a la recuperación de la copla. Lo titula La copla, memoria sentimental. Canta catorce coplas antiguas escogidas. Entre 1999 y 2000 edita otro disco de coplas, mezclando una selección de las antiguas con otra de las suyas que considera más significativas, y así las distingue de entre toda su obra. «María la Portuguesa» es una copla que, en esta ocasión del 2000, podemos escuchar en las voces de Amalia y Carlos entrecruzadas. Al final de su vida, realizó su sueño de poner música a Diván del Tamarit. Era la culminación de una obra que había iniciado en su tercer disco de 1978. En su tercer disco de 1978, Crónicas granadinas, introdujo la «Casida de las palomas oscuras» y la «Casida del adiós». Para Carlos Cano, la copla pertenece a nuestra memoria sentimental. Defendía la copla como una estética fundamentalmente andaluza[10].

Carlos Cano y los demás

El mapa de Carlos Cano es un documental de Pablo Coca, de 2011. Recoge imágenes del cantante y de sus amigos y familiares: Diego de los Santos, Alicia Sánchez, Juan José Téllez, Enrique Morente, Isidoro Moreno… Carlos Cano emigra y Juan de Loxa habla de su época en París. Conoce a Ian Gibson, Llach, Paco Ibáñez… y empieza a musicar poemas. También interviene Antonio Gala. Loxa destaca su encuentro con Lluís Llach y su utilización de la voz. Sale también Martirio: Sevilla aparece en imágenes en color. Según Diego Cañamero, Carlos sentía debilidad por Andalucía, los pobres y los jornaleros. Luego llegó el desencanto con los políticos y la democracia. Rehabilita la copla. Se ven imágenes de Cádiz, de la costa y la ciudad. Sale cantando las Habaneras y refleja la crisis de la reconversión naval y las manifestaciones y enfrentamientos de los obreros con la policía. También habla de Rota en su Rota Oriental. Valentín Fuster habla de su enfermedad cardíaca. Se lo llevó la familia a Nueva York. Le operaron y cantó Habaneras de Nueva York. Gracias a ello, vivió varios años más. Se oye una versión de Guantamera sobre imágenes de La Habana. Martirio dice que dejó las coplas más hermosas, que han llegado a ser clásicas.

A Paco de Lucía y a Pepe no solo les gustaba Miguel de Molina, sino la copla. Cuando concluye 1967, Paco ya ha tomado contacto musical con el ambiente del jazz. Empieza a relacionarse con Pedro Iturralde. Pedro Iturralde reestructura y rearmoniza algunos temas andaluces, sobre todo los recogidos por García Lorca. Empezaría Paco a romper las fronteras del jazz y de la música clásica en estudios de grabación. Chick Corea se haría íntimo amigo de Paco de Lucía. Este tardó en encontrar reconocimiento masivo en España. La canción de autor se abre camino en Andalucía con una renovación profunda del folklore y de la copla. En el Manifiesto Canción del Sur, que se crea en Granada en 1969, militan cantautores como Carlos Cano. A Paco le seguían gustando Falla y Albéniz, pero también la copla. Paco mantuvo desde antiguo una peculiar y periódica relación de amor y de odio con el mundo audiovisual. Curro Sánchez, su hijo, es autor del documental La búsqueda. El documental es un mosaico por el que desfilan creadores que lo conocieron de cerca. En la pantalla grande, Paco colaboró en la banda sonora de varias películas. El disco de la copla, Canción andaluza, llevaba ya acabado varios meses. A él le interesaba fundamentalmente la copla. A mediados de los sesenta, algunos de estos acordes iban a ser interpretados por Paco de Lucía. Poveda también había coincidido en su reivindicación de la copla, un ejercicio intelectual que, tres décadas antes, había reivindicado Carlos Cano[11].

Gonzalo García Pelayo destaca como obra cumbre Cuaderno de coplas, donde figuraba la Habanera. «María la Portuguesa» fue el tema de su consagración popular y el tercero de sus grandes. Carlos creó estilos, fusionó varios y revitalizó otros como la copla, que tuvo después una difusión extraordinaria, sobre todo en el Sur. Para Paco Ibáñez, Carlos tenía la generosidad del que quiere cubrir la necesidad de afecto de la gente a través de la canción. Solo colaboró con él en Diván del Tamarit, donde puso voces en una de las gacelas de Lorca. Para Elisa Serna, la labor de rescate que hizo con la copla fue inmensa. Luis Pastor piensa que supo dignificar la copla. En 1998, cuando Carlos grababa Diván del Tamarit, hizo cantar para su disco en un mismo coro a Labordeta, Krahe, Pablo Guerrero, Joaquín Díaz y al propio Luis Pastor. Lluís Llach cuenta que Carlos le dedicó «Siempre», de su disco De la luna y el sol. Dice de ella que es la canción más bonita que le han dedicado y está llena de sinceridad. Dignificó la copla y le dio otra vuelta. Pasó a ser una persona muy reconocida, muy famosa, coincidiendo con el éxito de la copla. Manuel Gerena cree que Carlos estaba entre la canción de autor y la copla. Fernando González Lucini afirma que Manolo Díaz le puso la condición de cantar copla y el siguiente disco se llamó Cuaderno de coplas, e incluso Antonio Gala le escribió un texto para el disco. En lo único que Lucini ve una clara evolución es en su proceso de acercamiento a la copla. Destaca «Siempre», en la que se vislumbra Lorca. Su aproximación a Lorca fue muy antigua. También fue precursor en la musicalización de Lorca. Para Gualberto García, una unión de la música culta y popular es lo que a Carlos le gustaba. Su mezcla resultaba única porque era con la copla. A partir de Cuaderno de coplas (1985), cambia y se refina en la composición y en la voz. Era muy perfeccionista y muy inseguro, al mismo tiempo. Diván del Tamarit lo acabaría arreglando el compositor cubano Leo Brouwer, que trabajaba mucho con los instrumentos orientales. Antonio Burgos fue letrista de algunas canciones de Carlos Cano, entre ellas «Habaneras de Cádiz» (Cuaderno de coplas, 1985). En el disco A duras penas empezó la recuperación de la canción andaluza, según Burgos. Se atribuye la ayuda para que Carlos recuperara aquel mundo. Fue quien enganchó a Carlos Cano a la copla. La colaboración entre ambos culminó en Cuaderno de coplas, en el que escribió Burgos «Habaneras de Cádiz». Antonio Gala se queda de sus canciones con «María la portuguesa». Martirio opina que la copla es una historia cantada teatralmente, pasada operísticamente, con una melodía inigualable, con unos arreglos musicales increíbles para la época, donde uno puede cantar y contar una historia de un sentimiento y una emoción desde la alegría al desamor, desde la traición al masoquismo. Ian Gibson cree que Carlos tiene una influencia profunda de Lorca. De sus canciones prefiere «Habaneras de Nueva York». Marina Rosell puso también voces en Diván del Tamarit. Pasión Vega comprendió a través de Carlos Cano que la copla podía interpretarse de otra manera. Pablo Coca señala que el documental El mapa de Carlos (2011) se filmó en 2010, estrenándose en enero de 2011[12].

Tono Cano afirma que en 1972 la UNESCO organizó el primer Homenaje Internacional a Federico García Lorca. Carlos Cano ya había musicalizado dos casidas del Diván del Tamarit: «Casida de la muchacha dorada» y «Casida de las palomas oscuras»[13]. Carlos Cano se sabía discípulo de la chilena Violeta Parra, a la que dedica Coplas de la Violeta. Como Violeta, nuestro juglar recopila, rescata e investiga[14]. A duras penas, señala Tono Cano, fue su primer disco, en donde se empiezan a vislumbrar los tres pilares de su obra: la recuperación de palos andaluces, principalmente la copla; la música hispanoamericana de la última colonia española en América y la raíz arábigo – andalusí. Carlos Cano fue un compositor que trató de manera distinta los ritmos tradicionales[15].




NOTAS

[1] Manuel Francisco Reina: Un siglo de copla. Barcelona: Ediciones B, 2009.

[2] Emilio Jiménez Díaz: Erotismo y humor en las coplas flamencas. Barcelona: Libros PM, 1997.

[3] Rosa Peñasco: La copla sabe de leyes. El matrimonio, la separación, el divorcio y los hijos en nuestras canciones. Madrid: Alianza, 2000.

[4] Miguel Ropero Núñez: Prólogo. José Cenizo Jiménez: La copla sabe de leyes. El matrimonio, la separación, el divorcio y los hijos en nuestras canciones. Madrid: Alianza, 2000.

[5]Ibid.

[6] Fernando González Lucini: Carlos Cano. Madrid: Júcar, 1983.

[7] Carlos Cano: El color de la vida. Madrid: Temas de Hoy, 1996.

[8] Juan José Téllez Rubio: Carlos Cano. Una historia musical andaluza. Madrid: Iberautor, 2003.

[9] Antonio Ramos Espejo, Juan José Téllez: Carlos Cano. Una historia musical andaluza. Madrid: Fundación José Manuel Lara, 2004.

[10] Diego de los Santos: Carlos Cano a la luz de sus cantares. Córdoba: Almuzara, 2005.

[11] Juan José Téllez: Paco de Lucía. El hijo de la portuguesa. Barcelona: Planeta, 2015.

[12] Omar Jurado, Juan Miguel Morales: Carlos Cano. Voces para una biografía. Granada: Carlos Cano Producciones y Diputación de Granada, 2020.

[13]«El país andaluz se desborda hacia todos los sures» / por Tono Cano. Ibn Cano, secretOlivo, nº 3.

[14]«Violeta Parra, bailarina del agua transparente» / por Sebastián de la Obra. Ibid.

[15]«Cancionero» / por Tono Cano. Ibid.



Carlos Cano y la copla. Una historia de la copla

ALONSO FRANCH, Eduardo

Publicado en el año 2022 en la Revista de Folklore número 481.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz