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Revista de Folklore número

480



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Sexismo y violencia de género en las canciones populares: estudio de varios casos paradigmáticos

CID LUCAS, Fernando

Publicado en el año 2022 en la Revista de Folklore número 480 - sumario >



Introducción

En el presente artículo se recoge y analiza una pequeña muestra de canciones populares, varias de ellas infantiles, sacadas de diferentes folclores y tradiciones (de entre las muchas que existen a lo largo y ancho del mundo y que nos sería imposible trasladar y comentar ahora). En todas ellas se detecta un evidente sexismo[1], que, como se ha definido, es: « (…) la expresión más negativa y violenta del esquema cultural de género[2]», llegando en algunos casos a retratar la violencia de género (explícita o disimulada entre melodías que fácilmente hemos memorizado y cantado durante nuestra infancia).

Comenzaremos este breve artículo con la elocuente cita del profesor José Manuel Rivas Otero: «La música popular tiene potencial emancipador ya que, aunque contribuye a definir, difundir y afirmar estereotipos también puede ayudar a deconstruirlos»[3]; frase con la que nosotros concordamos plenamente. En efecto, no cabe duda de que las canciones tradicionales han contribuido, en buena parte, a definir, difundir y afirmar el papel de la mujer en la sociedad, y también a dar una determinada imagen de ella[4]. Así, a lo largo de estas páginas, estudiaremos tan solo una porción minúscula de estas composiciones populares que han llegado hasta nosotros[5], en las que a la mujer se la vilipendia, maltrata y en donde se ejerce la violencia sobre ella.

Muy próximos a las canciones populares están los refranes, los dichos, los pareados... vienen a colación porque muchos de ellos han dejado en mal lugar a la mujer en más de una ocasión. Así, tras un sencillo conteo, es fácil encontrar en libros de refranes o adagios lindezas como: «No compres casa sin esquina, ni mujer que no sepa cocina», «Busca mujer que sepa guisar y coser, y si bien lo quieres pasar, que más que coser, sepa guisar», o «Tres eran tres las hijas de Elena, tres eran tres y ninguna era buena». Huelga decir que sin razones o argumentos hemos normalizado en nuestro lenguaje lo que no debió normalizarse jamás.

Pero también con la fuerza de lo popular se pueden desbancar estos mensajes desconsiderados, con ella se pueden contrarrestar los errores del pasado. Se puede trabajar con una nueva oralidad que apueste por la igualad, por el respeto, que nos permita superar aquello que hicimos mal otrora. Sin embargo, no es nuestra intención borrarlo, es más, es necesario saber de dónde venimos para poder elegir con certeza hacia dónde queremos ir. Por todo esto, pensamos que este texto puede ser una pequeña piedra a la que puedan seguir otras muchas más en una larga hilera de un muro que sirva para frenar cualquier intento de violencia o agresión, que se podría continuar en numerosas ocasiones con otros artículos, libros, tesis doctorales...

La mujer y el hogar... La mujer prisionera del hogar

En el sucinto grupo de canciones que leeremos y comentaremos a continuación constataremos que la sociedad ha afirmado el estereotipo de la mujer ama de casa, y también el de la mala mujer, que es aquella que no cuida de su hogar, de su marido o de sus hijos. Vamos, pues, a localizar dicha definición en apenas unos pocos ejemplos sacados todos, como decía, de la musical popular.

En efecto, en la tradición musical universal la mujer ha sufrido maltrato muchas veces, las canciones populares han tratado mal a la mujer y también es cierto que todos alguna vez hemos cantado de forma mecánica algunas de estas canciones en nuestra infancia sin caer en la cuenta de lo que decíamos. Creo que todos hemos pensado que las canciones populares eran algo inocente, que no podrían causar daño a nadie, pero, parados a reflexionar, no dejan de ser un mensaje que se repite una y otra vez durante una etapa tan trascendental para nosotros como es la infancia. Y es más, con el paso de los años, ya adultos, nosotros mismos las hemos enseñado a los más pequeños, y ni siquiera podemos decir que se trata de un mensaje escondido, puesto que el contenido salta a la vista, lo hemos verbalizado una y mil veces en nuestros juegos, en nuestros dichos, ha estado y está presente en nuestra forma de hablar, etc.

Si recurrimos a los archivos, bibliotecas, registros sonoros, etc., constataremos que son muchas las canciones en las que la mujer aparece dentro del hogar o ligada a las tareas del hogar, casi recluida o encadenada por medio de sus quehaceres. Debido a esto, la mujer no tiene espacio para realizar nada más. Su mundo comienza y termina allí y esto la imposibilita para llevar a cabo otras actividades. Añadamos que en las canciones tradicionales (como en los cuentos populares[6]) los roles están muy definidos según el sexo: la casa es el territorio de la mujer, mientras que el varón está en el campo, en el bosque o en la guerra... trabajando siempre fuera del hogar.

Vamos a comenzar nuestros ejemplos con una canción que todos los niños de mi generación hemos cantado pegados al televisor acompañando a los entrañables Payasos de la tele: Gabi, Miliki, Fofó y Fofito, me refiero a Los días de la semana, que en mi casa se conocía como la canción del Así lavaba, así, así... Aunque creo que no hace falta que traslade la letra completa, algunas de las estrofas de dicha canción dicen:

Lunes antes de almorzar,
una niña fue a jugar,
pero no pudo jugar
porque tenia que lavar.
Así lavaba así, así,
así lavaba así, así,
así lavaba así, así.
Así lavaba que yo la vi.
Martes antes de almorzar,
una niña fue a jugar,
pero no pudo jugar
porque tenia que planchar.
Asi planchaba así, así,
así planchaba así, así,
así planchaba así, así,
así planchaba que yo la vi [7]. [etc.]

Una canción, por cierto, que en los últimos años no ha dejado de ser polémica y que algunos colectivos han pedido que se retire del repertorio de los grupos musicales infantiles[8]. Aunque se ha culpabilizado a Miliki como autor de la letra, no debemos pasar por alto que lo que él hizo fue adaptar una canción mexicana tradicional que seguramente conoció durante su estancia junto al resto de su familia en el país azteca. Dicha canción popular que (con algunas variantes) luego hicieron famosa los miembros de la familia Aragón en España dice así:

Lunes antes de almorzar
una niña me platicó
que ella no podía jugar
porque tenía que limpiar. (Imitando los movimientos de limpiar y sacudir).
Así limpiaba, así limpiaba,
así limpiaba, así hacía,
así hacía, así hacía,
así hacía que yo la vi.
Martes antes de almorzar
una niña me platicó
que ella no podía jugar
porque tenía que barrer. (Imitando los movimientos de barrer).
Así barría, así barría,
así barría, así hacía,
así hacía, así hacía,
así hacía que yo la vi.
Miércoles antes de almorzar
una niña me platicó
que ella no podía jugar
porque tenía que trapear. (Imitando los movimientos de trapear).
Así trapeaba, así trapeaba,
así trapeaba, así hacía,
así hacía, así hacía,
así hacía que yo la vi.
Jueves antes de almorzar
una niña me platicó
que ella no podía jugar
porque tenía que lavar. (Imitando los movimientos de lavar).
Así lavaba, así lavaba,
así lavaba, así hacía,
así hacía, así hacía,
así hacía que yo la vi.
Viernes antes de almorzar
una niña me platicó
que ella no podía jugar
porque tenía que planchar. (Imitando los movimientos de planchar).
Así planchaba, así planchaba,
así planchaba, así hacía,
así hacía, así hacía,
así hacía que yo la vi.
Sábado antes de almorzar
una niña me platicó
que ahora sí podía jugar
porque había acabado de trabajar.
¡E igual el domingo! [9]

Ni que decir tiene que la canción anterior no se trata de un caso aislado (tal vez sí sea el más conocido por los niños españoles de mi generación, que yo recuerdo incluso a todo volumen en los altavoces de las fiestas de fin de curso de mi colegio, en las ferias patronales de mi ciudad, etc.), puesto que son muchos los ejemplos que encontraríamos diseminados por todo el mundo. En Brasil, por ejemplo, los niños y niñas cantan aún hoy una vieja canción que dice así:

Eu vi três meninas
na chaminé;
tão pequeninas
fazendo café !
(Bis):
É pirão sem sal!
É bolinho de bacalhau! [10]

Canción que nosotros traducimos así:
Yo vi tres niñitas
en la chimenea;
¡Tan pequeñitas
haciendo café!
(Bis):
¡Y pirão[11] sin sal!
¡Y buñuelos de bacalao! [12]

Aquí son tres las protagonistas: tres niñitas cocinando solas al calor de la lumbre, preparando café y comida, quizás para sus padres y hermanos. Aunque no podemos conocer más allá de lo que nos cuenta la letra, de nuevo comprobamos que la mujer está «atada» al hogar, a la cocina, y en este caso por triplicado. Siguiendo entre fogones, otra famosa canción de Los payasos de la Tele –esta vez sí compuesta por ellos–, dice en dos de sus estrofas:

Si eres buena cocinera,
porompompón, Manuela,
nos casamos sin demora,
porompompón, Manuela.
Si tú me haces buenos guisos,
porompompón, Manuela,
yo te compro el mejor piso,
porompompón, Manuela[13].

Y prosiguiendo con esta línea argumental de la mujer y las labores del hogar, una vieja canción de juegos vasca, breve y también muy sencilla, dice así:

A esa niña que está en medio
le vamos[14] a regalar
unas tijeritas de oro
para que aprenda a bordar.
Si esas son de oro
me las podéis regalar,
para bordar un pañuelo
a la Virgen del Pilar[15].

La cocina, la limpieza, la costura y también la devoción religiosa son tareas que quedan siempre para las niñas en las canciones tradicionales. Comprobamos, pues, que la mujer ha estado al servicio del hogar, entregada al hombre o a la familia, casi como un objeto más. Esto lo podemos comprobar también en canciones de otros continentes distintos del europeo o americano, como lo demuestra una antigua composición china en la que el hombre describe a la mujer en el interior del hogar, sumisa y siempre pendiente de él:

¡Sol al oriente!
¡Es una bella joven
la que en mi casa está!...
¡En mi casa está
y tras mí viene!
¡Luna hacia el oriente!
¡Es una bella joven
la que junto a mi puerta está!...
¡Junto a mi puerta está
y tras mí sale! [16]

En definitiva, palabras como: «estar», «venir», «tras»... se emplean para definir la subordinación de la mujer para con el hombre, jerarquización que encontramos también difundida en el centenario pensamiento confucianista[17].

Siguiendo con los ejemplos, uno más lo tendríamos en la canción tradicional procedente del noreste argentino titulada La cocinerita, que popularizó en genial cantautor chileno Víctor Jara, cuyo principio dice así:

Cuchillo ‘i palo,
platito ‘i loza,
ollita de barro,
se l’hi comprado
a mi cocinera[18].

Observándose que toda la cacharrería, el menaje de los fogones, es patrimonio femenino. Para volver a España, otra canción infantil con idéntico patrón, que cuenta con multitud de variantes, es Arroz con leche, en donde a la mujer se le pide que en todo en lo que debe ser buena para ser digna del matrimonio tiene que ver con lo que ocurre dentro de la casa:

Arroz con leche,
me quiero casar
con una viudita
de la capital.
Que sepa coser,
que sepa bordar,
que ponga la mesa
en su santo lugar.
Yo soy la viudita,
la hija del Rey,
me quiero casar
y no hallo con quién[19].

Como decía, en Internet, por ejemplo, podemos encontrar abundantes variantes de esta canción, una de ellas termina con unos versos en donde el hombre ofrece mercancías a la muchacha casadera, casi como forma de cerrar un trato si acepta casarse con él:

Casate conmigo,
que yo te daré
zapatos y medias
color café [20].

Por tanto, es impensable que estos versos se dirijan a un hombre en las canciones tradicionales, y siempre que se habla del hogar, de los quehaceres, de las tareas... la protagonista es la mujer. Hay en mi tierra, Extremadura, una vieja jota que yo he escuchado en casa desde niño, siempre cantada por las mujeres de mi familia, que dice en una de sus estrofas (aunque existen también diferentes variantes de la misma, fácilmente localizables en Internet):

Eres más chica que un huevo
y ya te quieres casar,
anda, ve y dile a tu madre
¡ay! que te enseñe a remendar [21].

Si nos fijamos, no es que a la muchacha se le diga que aún es joven para casarse –que también–, sino que aún no ha tenido el tiempo necesario para aprender las cosas que luego deberá emplear durante su etapa como mujer casada: coser, cocinar... y también que es la madre la encargada de enseñar todas estas tareas a la niña. Huelga decir que en tiempos de nuestras abuelas en una chica «hacendosa» y «de provecho» era importante que supiera realizar bien estas tareas. Y en las portadas de algunos libros antiguos con títulos tan elocuentes como «Cocina infantil» vemos solo chicas en las ilustraciones, dedicatorias, etc.

Queda probado, por tanto, que crecemos escuchando machaconamente estas canciones en las que las niñas y las mujeres adultas ocupan un lugar pasivo (con algunas excepciones[22]). Pero no podemos culpar a nuestras abuelas, madres o tías de que nos enseñaran estas canciones en casa. No se trata de condenar, se trata, en cambio, de analizar, de profundizar en el folclore y de ser conscientes del mensaje que hemos recibido y también del que queremos enseñar a nuestros hijos e hijas. En este sentido, las palabras de la profesora Sandra Soler Campos acompañan nuestro ideario:

La historia de las mujeres, se ha centrado fundamentalmente en hacer visible lo que se había ocultado durante años, dando voz a dicho silencio. Así también, ha sido de suma importancia la atención dada a las manifestaciones que la cultura patriarcal ignoró y no reconsideró [23].

Porque ya no podemos seguir ignorando lo sucedido, desde este reconocimiento y desde el análisis de la realidad la situación debe comenzar a cambiar. Así, como podemos leer en la bibliografía científica al respecto:

(...) los estereotipos sociales de lo que se entiende por valores femeninos se estructuran precisamente desde la función que tradicionalmente las mujeres han tenido como amas de casa. La transformación ideológica de esos valores tendrá que venir acompañada de un cambio de comportamiento en este ámbito para que pueda ser coherente y para que permita una celeridad en el proceso [24].

Aunque, bien es cierto que en algunos lugares la tradición sigue más presente que en otros. Obvio es señalar que en las megalópolis se diluye más rápidamente, mientras que en las zonas más rurales o inaccesibles se ha mantenido de forma casi inalterada. Escribo esto pensando en zonas como la Calabria italiana, en donde aún hoy se cantan canciones como esta:

Lu pasturiellu va cantannu sulu,
tu sula, bella, nu´ti ci può stare:
Maritta t´ha ligatu a la pastura,
la vecchia ti disciogle lu cratamu [25].

El pastorcillo va cantando solo;
tú sola, hermosa, no puedes estar:
tu marido te ha puesto a pastorear [26],
[mas] la vieja te deshace el nudo.

Violencia de género en tres canciones populares con aves/mujeres como víctimas

Por lo amplio del argumento (que casi daría para redactar una interesante tesis doctoral o una monografía), vamos a analizar en este epígrafe tan sólo una pequeña parte de un subgrupo de canciones en las que encontramos violencia de género, pero en las que las víctimas son aves que «enmascaran» la identidad de una muchacha.

Como decíamos, por la falta de espacio sólo analizaremos muy brevemente tres canciones tradicionales: dos españolas y una georgiana, en las que el motivo de la paloma (como símbolo de la mujer), herida y muerta es el principal argumento en todas ellas. A manera de breve explicación, es de rigor recordar que la paloma ha sido, desde la antigüedad, un animal ligado al amor y al deseo sexual. Recordemos que en Mesopotamia estaba consagrada a la diosa del amor y la sexualidad Inanna-Isthar, y que el carro en el que se movía la diosa Afrodita (Venus para los romanos) era tirado por una bandada de estas aves. Con el paso de los siglos, en diversos bestiarios medievales, de inspiración cristiana, este animal aparece como símbolo del amor entregado, sumiso y leal (ilustración 4). Aunque tras esta apariencia dulce se esconde una simbología mucho más carnal. El profesor de la Universidad de Bolonia Giuseppe Ledda nos ha dejado una de las definiciones más autorizadas al respecto:

La imagen de las palomas parece dulce y tierna, pero [...] Las palomas y los pichones, antiguamente consagrados a la diosa pagana Venus, en la cultura naturalista, son, en efecto, conocidos por su lujuria: se besan continuamente y se excitan con los besos antes del coito; frecuentan el nido para llevar a cabo una actividad sexual desenfrenada; obtienen de tal carácter su propio nombre, que derivaría del latín colens lumbos, «que ejercita los lomos», esto es, «que practica el acto sexual»[27].

Un animal que en la tradición oral y escrita aparece como protagonista de romances y canciones, como aquella que dice:

La paloma es preciosa
y el palomo muy gentil,
con pico color de rosa
para besarla feliz [28].

Así, estamos ante una asignación tradicionalista de los atributos: la belleza es para lo femenino y la gentileza, la galantería, lo cortés (seguimos la definición recogida en el diccionario de la RAE), para lo masculino.

De una forma más general, las avecillas están muy ligada al amor y a las canciones de amor. Recordemos una muy antigua canción de amor del pueblo ainu que dice en uno de sus versos: «quiero volverme ave e ir volando hacia ti»[29]; y también que en el lenguaje amatorio, hasta no hace mucho, el enamorado llamaba cariñosamente a su amada «palomita mía», «pichoncita», etc., un término qué, por ejemplo, utiliza Benito Pérez Galdós en su famosa novela Tristana, cuando Don Lope se dirige a la protagonista así: «¿Estás conforme con lo que te digo, pichona?[30].

Al margen de referencias mitológicas y folclóricas, las palomas son animales monógamos, lo que hace que sean el símbolo ideal para la fidelidad y la lealtad. El macho tarda mucho tiempo en elegir su pareja, cortejándola largamente. Una vez unidos, su vínculo terminará únicamente con la muerte de uno de los dos «cónyuges»; sólo en este caso el sobreviviente puede decidirse a buscar una nueva pareja. El cuidado de los pichones recae tanto en la madre como en el padre, pero mientras que la hembra permanece en el nido, el macho sale a buscar el alimento para su prole, viéndose en esto también una metáfora de lo que debería ser una pareja formada por un hombre y una mujer, unión que tradicionalmente se ha considerado así por las sociedades más conservadoras.

En cuanto a las canciones que analizamos en este parágrafo, como decíamos, son tres: dos españolas y una georgiana. Todas tienen en común que la mujer está transmutada en ave, en paloma en las dos primeras y en tórtola en la última. La primera de las canciones es el ¡Anda, jaleo!, popularizada por la versión que grabó el genial poeta granadino Federico García Lorca (1898-1936) al piano y cantada por Encarnación López Júlvez, «La Argentinita» (1898-1945), en 1931[31], muy pocos años antes de que iniciase la brutal guerra civil que dividió España en dos. La letra es la siguiente:

¡Anda, jaleo!
Yo me arrimé a un pino verde
por ver si la divisaba
y sólo divisé el polvo
del coche que la llevaba.
¡Anda, jaleo, jaleo!
Ya se acabó el alboroto
y vamos al tiroteo.
No salgas, paloma, al campo,
mira que soy cazador,
y si te tiro y te mato,
para mí será el dolor,
para mí será el quebranto.
¡Anda, jaleo, jaleo!
Ya se acabó el alboroto
y vamos al tiroteo.
Por la calle de los Muros
han matado una paloma.
Yo cortaré con mis manos
las flores de tu corona.
¡Anda, jaleo, jaleo!
Ya se acabó el alboroto
y vamos al tiroteo[32].

Una canción que, bajo su apariencia inofensiva y festiva, esconde un mensaje machista y opresivo, en donde el enamorado toma el rol de cazador, mientras que la mujer se torna paloma y quien, a la postre, será la víctima. Existe un aviso previo del cazador hacia su presa, provocado por los celos, cuando leemos el verso: «no salgas, paloma, al campo», esto se traduce en la prohibición a que la muchacha salga de su casa, puesto que si lo hace no tendrá más remedio que disparar[33], aunque luego le toque sufrir a él también.

Tanto en ésta como en la canción georgiana que analizaremos más adelante la paloma terminará muerta. En el caso de la canción española, es el propio cazador el que se ofrece a hacer una corona mortuoria al ave/enamorada, pero sin que sepamos a ciencia cierta quién fue el que disparó y ocasionó la muerte de la muchacha, puesto que lo que se dice es que: «han matado una paloma», usando la tercera persona del plural del pretérito perfecto compuesto de indicativo, que deja la duda sembrada en el aire, o incluso cabe pensar si en la canción se ha cambiado de narrador (versión más aceptada).

Por su parte, la canción georgiana Chkimi toronji (Mi paloma) fue compuesta hacia 1931 por el matrimonio Beglar y Kionia Akobia –que musicaron un poema de su familiar, Pavle Akobia–, el mismo año en el que García Lorca y «La Argentinita» grababan el ¡Anda, jaleo!, y pronto se hizo muy popular en Georgia, cantándose de una parte a otra del país y entrando de lleno en el inmenso caudal folclorístico de dicho país caucásico.

Señalamos, asimismo, que el texto original de la canción que recogemos a continuación está en megreliano, el idioma propio de la región occidental de las tierras bajas de Samegrelo-Zemo Svaneti, y es diferente del georgiano, lengua oficial del país[34]. Su letra, en traducción al español de Nestan Mamatsashvili y de quien escribe, es la siguiente:

Yo tenía doce años, quería cazar una paloma,
criarla con mis manos, con la dulzura de mi propio corazón.
Mas todos queremos viajar por algún camino y yo tuve que irme.
Quería regresar pronto habiendo alcanzado mi objetivo.
Mi paloma se consumió, se me escapó.
No puedo soportarlo, no puedo descansar hasta que regrese.
Mi paloma fue derribada, condenada a no ver su vejez.
Para siempre estarán sellados su destino y el mío[35].

En esta bella canción, que se canta siguiendo un tempo pausado y cadencioso, se declara cómo el amor debe ser cuidado día a día. No hay que dejarlo marchitar y no hay que forzarlo tampoco, sino que debe crecer libremente, porque, de lo contrario, puede morir cuando se le ponen barreras o se descuida, como sucede aquí, produciendo un fuerte dolor a ambos enamorados.

En esta canción el joven narrador sale al campo para cazar una paloma con el fin de tenerla en su casa, un acto que significa coartar la libertad del animalillo, ya que su hogar está, por definición, en la naturaleza, y, es más, indica que quiere que el ave coma de su mano, remarcando una completa sumisión. Pero, cuando un día el joven regresa de su viaje «por otros caminos» descubre que su amada paloma ya no está en casa, ha huido, para luego saber el narrador que fue atacada y muerta.

La tercera de las canciones que ofrecemos, asombrosamente, y a pesar del crudo mensaje que contiene, ha formado parte de las canciones de corro de los más pequeños.

Como sucede con muchas mujeres maltratadas, la canción no culpa directamente a los hombres, sino a las mujeres que se fían de ellos, ya que es por esto por lo que ellas sufren. La letra (que cuenta con innumerables variantes también) dice así:

Mi padre tenía un peral
que echaba las peras finas,
y en la ramita más alta
se paró una tortolita.
Por el pico echaba sangre
y por las alas decía:
-Malditas sean las mujeres
que de los hombres se fían.
A los hombres garrotazos,
a las mujeres morcillas,
y a los niños deste corro
chocolate y soletillas[36] [37].

Se trata de otra canción infantil que sin duda niños y niñas han cantado sin saber que una avecilla herida se lamenta por lo que le ha sucedido. Después del maltrato, con la cabeza entre las alas, tiene el deseo de castigar a los hombres que se portan mal con las mujeres, mientras que las mujeres se merecen el alimento, finalizando la canción con el verso más amable, en el que a los niños que juegan se les quiere dar chocolate y bizcochos.

Suma y sigue

En absoluto poético, desprovisto de símbolos y lleno de crudeza está un viejo romance andaluz anónimo en donde rezuma un intenso sabor a poesía popular, muy cantable. El título es ya muy elocuente de por sí, y recuerda mucho a las coplas de ciego que el pueblo escuchaba atento en las plazas por lo escabroso de lo que contaban[38]:

EL NOVIO TRAIDOR

Esto era un matrimonio que
en una choza habitaba
y Dios le ha dado una hija
que quince años contaba.
Su padre le mandó al pueblo
y un perro la acompañaba
y en la mitad del camino
con su novio se encontraba.
Aquí te ha «llegao» la hora,
ni Dios ni Cristo te salva,
o te entregas a mi amor
o has de morir en venganza.
Te daré mucho dinero,
que el dinero ‘’to’’ lo allana,
o se lo diré a mi padre
y verás lo que te pasa.
La ha agarrado de la mano,
se la llevó a una montaña,
descubriéndose la capa
le ha dado tres puñaladas .
No quedando satisfecho
también trató de quemarla,
castigo bajó del cielo
que el mixto se le apagara.
Sus padres se desesperan
al ver que su hija tarda,
empezaron a buscarla,
pero ya no la encontraban.
Por calles y callejones,
por carreteras y plazas,
nadie les daba norte
de la pobre la muchacha.
Sintieron ladrar un perro,
por el perro se guiaron,
la encontraron en el monte
con leña y piedras tapada.
Y la providencia hizo,
así la niña hablara:
–Mi novio ha sido el traidor
que ha cometido esta infamia–[39].

Y cruel es también una vieja tonada escocesa Wee Cooper O’ Fife, en donde no se esconde el maltrato sistemático hacia una mujer cuyo único delito es el de no ser la «perfecta casada» que describiera fray Luis de León (1527-1591). Algunas de sus estrofas dicen:

There was a wee cooper wha lived in Fife,
Nickety, nackety, noo, noo, noo,
And he has gotten a gentle wife,
Hey willy wallachy, how John Dougal
Alane quo rushety, roo, roo, roo.
She wadna bake and she wadna brew,
Nickety, nackety, noo, noo, noo,
For the spoiling o’ her comely hue,
Hey willy wallachy, how John Dougal
Alane quo rushety, roo, roo, roo.
(…)

La traducción, desprovista del sonoro estribillo, sería algo así como:

Había un pequeño tonelero que vivía en Fife,
y ha conseguido una amable esposa.
Ella no quiere cocinar ni hacer cerveza
por no estropear su hermosa apariencia.
(…)

El cruel tonelero entonces usa el subterfugio de atar una piel de oveja a la espalda de su mujer y comienza a pegar, no a la mujer sino a al vellón, quizás para no dejar las huellas de los golpes sobre la piel de la esposa, por lo que leemos:

Til no trash you for your proud kin
Nickety, nackety, noo, noo, noo,
But I will thrash my am sheepskin’.
Hey willy wallachy, how John Dougal
Alane quo rushety, roo, roo, roo[40].

No voy a azotarte, por tus orgullosos parientes,
pero azotaré mi piel de oveja. (...)

Sobra cualquier comentario.

Y la visión de la mujer vilipendiada también la encontramos en el mundo del flamenco, en donde podemos escuchar por soleares cosas como:

Chiquiya, tú eres mu loca:
eres como las campanas,
que toito er mundo las toca[41].

Coda... y no hemos aprendido (absolutamente) nada

Pareciera que con el tiempo, con el esfuerzo realizado en los colegios, con las campañas televisiva, publicaciones, congresos, debates... todo podría cambiar y, sin embargo, parece que estamos aún en la casilla de salida. Hace pocos días, en una radio local, promocionaban una canción en la que se decía: «A ella le gusta que le den duro y se la coman. A ella le gusta que le den duro y se la coman. Y es que yo quiero la combi completa ¿Qué? chocha, culo y teta». Eso es para el famoso cantante Nicky Jam (junto a Daddy Yankee) lo que le gusta a la mujer, su autor no va más allá en disquisiciones antropológicas, culturales, etc. en una canción que tiene casi 86,5 millones de reproducciones en Youtube, lo que se traduce en un enorme impacto social. Añadamos a esto que en sus videoclips las mujeres no son más que hermosos maniquíes que bailan, se contonean y nunca opinan. Esa es la imagen que se encarga de trasladar a sus millones de seguidores. Quizá Jam no calibra hasta dónde llega la repercusión de sus canciones y, desde luego, su responsabilidad, como le sucede a la banda Trébol Clan, en cuya canción «Agárrala» podemos escuchar: «Agárrala, pégala, azótala, pégala. Sácala a bailar que va a por toas. Pégala, azótala, agárrala que ella va a toas. Agárrala, pégala, azótala», que se canta y se baila sin entrar en controversias.

Así, como decíamos, no se trata sólo de analizar lo que hemos hecho hasta ahora, sino también lo que estamos haciendo. Comprobamos que las conductas se repiten, que existen motivos para estar preocupados y que todos debemos trabajar por el respeto y la dignidad de la mujer, comenzando por la imagen que desde las manifestaciones artística como la música se proyecta. Pero debemos confiar que que el cambio llegará, esto es lo que debe animarnos para trabajar al unísono por el respeto y la igualdad desde un patrimonio tan próximo a nosotros como es la música, las canciones y el folclore popular. Sabemos que esta es sólo una pequeña aproximación, pero esperamos seguir progresando con nuestras investigaciones y seguir avanzando y publicando nuestros resultados. Sin duda, el objetivo merece el esfuerzo.




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Tuite, Kevin, An Anthology of Georgian Folk Poetry, Hackensack, Fairleigh Dickinson University Press, 1994.




NOTAS

[1] Empleamos este vocablo conscientes de la definición que para él nos da el DRAE: «1. m. Discriminación de las personas por razón de sexo.» Disponible en: https://dle.rae.es/sexismo (última consulta: 26/08/2021).

[2] En: SCALA, Jorge, Género y derechos humanos, San José de Costa Rica, Promesa Ediciones, 2001, p. 19.

[3] En: RIVAS OTERO, José Manuel, «Discurso y tensión en la música popular. Un análisis crítico y de género de las canciones de Diómedes Díaz», disponible en: https://recyt.fecyt.es/index.php/encrucijadas/article/view/79019 (última consulta: 24/06/2021).

[4] Léase, por ejemplo, lo recogido en: WOOD, Elizabeth, «Women in Music», Signs, vol. 6, nº 2, 1980, pp. 283-297.

[5] Véase, por ejemplo, el excelente trabajo de: BENAVENTE VELIZ, Santos Cesario, «La cultura popular: la música como identidad colectiva», Diálogo Andino. Revista de Historia, Geografía y Cultura Andina, nº 29, 2007, pp. 29-46.

[6] Léase, para profundizar en este argumento: DE HARO FERNÁNDEZ, Ana María, «La consolidación de los roles de género a través de los cuentos infantiles». Texto disponible en: https://core.ac.uk/download/pdf/51396028.pdf (última consulta: 23/09/2021).

[7] En: https://misprimerascanciones.wordpress.com/didacticas/los-dias-de-la-semana-miliki/ (última consulta: 18/07/2021).

[8] Véase para esto el artículo publicado en: https://elpais.com/sociedad/2021-02-17/la-nina-que-los-lunes-tenia-que-planchar-se-rebela.html (última consulta: 18/07/2021).

[9]En: http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/index.php?clave=rondas-infantiles&pag=16 (última consulta: 02/07/2021).

[10]En: https://m.letras.mus.br/temas-infantis/462708/ (última consulta: 11/04/2021).

[11]El pirāo es un plato típico de las gastronomías brasileña y angoleña. Con una base de harina de yuca, a esta se le pueden añadir variados ingredientes, como pescado, carne, legumbres o verduras. Todo aderezado con diferentes especias.

[12]Traducción del autor.

[13]En: https://www.musixmatch.com/es/letras/Los-Payasos-de-la-Tele/Porompompom-Manuela (última consulta: 03/07/2021).

[14]En otras variantes aparece la palabra «podemos» en lugar de «vamos».

[15]En: https://www.eusko-ikaskuntza.eus/es/fondo-documental/cancionero-vasco/ab-4602/ (última consulta: 03/07/2021).

[16] En: DAVIE, María Cristina (selección y versión castellana), Antiguas canciones chinas, Barcelona, Teorema, 1983, p. 47.

[17] Véase, para profundizar en esta cuestión, el interesante artículo de: ALONSO SÁNCHEZ, Lucía, «La influencia del confucianismo en la discriminación de la mujer japonesa», Kokoro: Revista para la difusión de la cultura japonesa, nº. 2, 2010, pp. 2-13.

[18] En: https://www.cancioneros.com/nc/813/0/la-cocinerita-popular-argentina (última consulta: 14/06/2021).

[19] En: https://www.mamalisa.com/?t=es&p=538&c=71 (última consulta: 14/06/2021).

[20] En: https://www.guillermoanderson.com/arroz_con_leche.htm (última consulta: 12/07/2021).

[21] En: https://www.filastrocche.it/contenuti/eres-mas-chica-que-un-huevo/ (última consulta: 03/07/2021).

[22] CID LUCAS, Fernando, «La mujer soldado como motivo literario en Oriente y Occidente: La Canción de Mulán y el romance de La doncella soldado», La Torre del Virrey: revista de estudios culturales, nº. 13, 2013, pp.49-52.

[23] SOLER CAMPOS, Sandra, «Mujeres y música. Obstáculos vencidos y caminos por recorrer», Dossiers feministes, nº 21 (ejemplar dedicado a Desafíos de género), 2016, p.158.

[24] RINCÓN, Ana (coord.), Transformaciones en el papel social de las mujeres. Análisis cualitativo en Euskadi, Vitoria-Gasteiz, Emakunde. Instituto Vasco de la Mujer, 1995, p. 45.

[25] DE GIACOMO, Giovanni, La Farchinoria. Eros e magia in Calabria, Napoli, De Simone editore, 1972, p.52.

[26]Por los celos, no permite el pastor que su mujer permanezca sola en casa, donde otros hombres pueden visitarla.

[27] LEDDA, Giuseppe, Diavoli, bestie, gigli e smeraldi. Dalla selva al cielo, la natura in Dante, Torino, GEDI, 2021, p. 51.

[28] En: https://www.musica.com/letras.asp?letra=1070069 (última consulta: 18/07/2021).

[29] MUÑOZ GONZÁLEZ, Yolanda, La literatura de resistencia de la mujeres ainu, México D.F., El Colegio de México, 2008, p. 336.

[30] PÉREZ GALDÓS, Benito, Tristana, Madrid, Imprenta de la Guirnalda, 1892, p.111.

[31] Aunque en Internet es fácil localizar las versiones que han realizado de esta misma canción artistas como Carmen Martín, Carmen Linares o una muy rockera versión hecha por el grupo cordobés Medina Azahara.

[32] Aunque sabemos que existen pequeñas variantes a la letra, nosotros hemos tomado esta, disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/las-verdaderas-letras-de-las-canciones-populares-de-federico-garcia-lorca/html/ (última consulta: 29/11/2020), que es la que encontramos en: https://www.youtube.com/watch?v=kcexu5LSM_E (última consulta: 29/11/2020), como decimos, con Federico García Lorca al piano y con Encarnación López Júlvez, «La Argentinita», cantando y tocando las castañuelas.

[33] O «tirarle», como se usa decir en el sur de España.

[34] Véase, sobre las diferencias de una y otra lengua, el artículo alojado en: https://www.opendemocracy.net/en/odr/do-you-speak-mingrelian/ (última consulta: 31/01/2021).

[35] Texto disponible en: http://www.argosoft.com/kavkasia/album2notes.htm (última consulta: 04/12/2020). Una bonita interpretación de esta canción georgiana puede escucharse en: https://www.youtube.com/watch?v=LbtYjFI0jRg (última consulta: 30/11/2020).

[36] Un tipo de bizcochos.

[37] En: https://ita.calameo.com/books/0027e15456382d7fb3958e2 (última consulta: 18/0/2021).

[38] Texto disponible en: http://www.juntadeandalucia.es/averroes/centros-tic/04700582/helvia/aula/archivos/repositorio/0/237/Recopilacion_doble.pdf (última consulta: 10/04/2021).

[39] En: http://www.juntadeandalucia.es/averroes/centros-tic/04700582/helvia/aula/archivos/repositorio/0/237/Recopilacion_doble.pdf (última consulta: 18/07/2021).

[40] En: http://scottish-music-lyrics.blogspot.com/2008/01/wee-cooper-o-fife.html (última consulta: 05/07/2021).

[41] En: http://institucional.us.es/revistas/philologia/4_2/art_1.pdf (última consulta: 05/07/2021).



Sexismo y violencia de género en las canciones populares: estudio de varios casos paradigmáticos

CID LUCAS, Fernando

Publicado en el año 2022 en la Revista de Folklore número 480.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz