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Resumen
La creencia en El Familiar se difundió en los ingenios azucareros del noroeste argentino a partir de mediados del siglo xix. El relato básico trata acerca de un ser sobrenatural que, en forma de perro negro o viborón, debía ser alimentado cada año por el dueño del ingenio con uno de los peones del mismo; mediante este pacto obtenía riquezas pero perdía el alma. Dos de los elementos que dieron forma a la creencia decimonónica son prehispánicos, en tanto que el nombre del protagonista es de raigambre hispana.
Palabras clave
Noroeste argentino – perro negro – viborón – El Familiar – creencias.
El Familiar: ethnohistory of this belief in the Argentine Northwest
Abstract
Belief in El Familiar spread in the sugar mills of northwest Argentina from the mid-19th century onwards.The basic story is about a supernatural being who, in the form of a black dog or large snake, had to be fed every year by the owner of the sugar mill with one of its labourers; through this pact he obtained riches but lost his soul. Two of the elements that gave shape to the nineteenth-century belief are pre-Hispanic, while the name of the protagonist is of Hispanic origin.
Keywords
Northwest Argentina – black dog – large snake – El Familiar – beliefs.
Sumario:
1. Antecedentes
2. El tema y su interés
3. Estudios y clasificaciones previas
4. Medio ambiente y sociedad
5. Elementos prehispánicos
5.1. El Viborón
5.2. El Perro
6. Elementos medievales europeos
6.1. Otra vez, el viborón
6.2. Otra vez, el perro
6.3. El Familiar
7. Imaginario y Arte
8. Recapitulación y perspectivas
9. Bibliografía citada.
10. Apéndice documental
Agradecimientos
1. Antecedentes
En 1995 leí ante un congreso de Folklore reunido en Buenos Aires la compulsa bibliográfica y algún comentario acerca de la creencia en El Familiar. Luego incorporé los textos de la Encuesta de Folklore, versiones que me permitieron perfilar mejor el relato y el contexto en el que surgió y se mantuvo; en 1999, esas versiones fueron el apéndice documental de un capítulo del libro en el que recopilé trabajos sobre creencias y religión indígena del área andina argentina.
Tras los rápidos cambios de formatos de publicación y circulación de trabajos científicos que trajo el Milenio, en 2011 reedité en CD aquel capítulo sobre El Familiar, con otros artículos sobre devociones populares y creencias. Esa edición se agotó mientras surgían en la red cantidad de sitios y revistas periódicas especializadas. Otros temas y compromisos me alejaron de la posibilidad de reeditar, aprovechando el alcance que prometía el ciberespacio, aquel trabajo que siempre consideré un aporte al tema. En 2020 ya había decantado, discontinúandose, aquella infinidad de sitios y revistas globales y, con referencia al asunto de este ensayo, solo hubo repeticiones alrededor de un tema controvertido desde su surgimiento como objeto de estudio.
En marzo de 2021 el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano puso finalmente en la red los legajos de la Encuesta de Folklore realizada en 1921 a través de las escuelas nacionales, y que abarcó el territorio argentino[1].
De todas las posibilidades que abre este hecho, según expliqué en sendas charlas este año en las universidades nacionales de Río Negro y La Rioja, una es digna de atención particular por parte de los investigadores por lo que pueda influir en sus hipótesis de trabajo y conclusiones ya que dicha posibilidad va por la ruta del tradicional menor esfuerzo: se trata de la ocasión de innovar con arcaísmos.
Es decir, investigadores e informantes podrían converger en publicaciones donde algunos datos recopilados en 1921 podrían ser exhibidos como presentes, sin descernir los matices de espacio y tiempo. Como adelanto tenemos que, en estos últimos años, hubo cantidad de artículos cuyos autores se presentaban a sí mismos como los descubridores de la existencia de la Encuesta, hasta con comentarios sobre las intenciones atribuídas a los maestros rurales que recopilaron los materiales contenidos en esos legajos, etcétera. También continuó repitiéndose que dichos documentos eran inaccesibles hasta su puesta en la red. En mi opinión, tal vez esa fuese una manera de decir que no se permitían fotocopias a particulares, ya que desde 1995 tengo publicados como apéndice de algunos de mis trabajos, mas de cincuenta textos extraídos de esos legajos[2], todos ellos obtenidos en varias consultas mediante el simple trámite de llenar el formulario de la Biblioteca del INA / INAPL y, eso sí, copiarlos a mano.
El lanzamiento de la Encuesta a la red global se llevó a cabo señalando tan solo el aporte de esos documentos a la Literatura del siglo xix, dejando de lado la complementariedad de muchos de sus datos con datos andinos prehispánicos y coloniales, como tengo publicado varias veces, también, desde 1995. La Encuesta se ofrece también a una observación, entre otras, desde las artes visuales, pero fue escaneada en blanco y negro, esa posibilidad quedó restringida.
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Con respecto a El Familiar, a diferencia de otras creencias de amplia difusión en Argentina durante el siglo xx (Difunta Correa, Gauchito Gil, San La Muerte), no se trata de un culto público sino privado; así surgió y así se conserva aunque las consecuencias de su actividad se difundan con la amplitud posible.
El texto que sigue es el de 1999 con el agregado de estos antecedentes y otras versiones que, en conjunto, muestran la dinámica del relato básico para mantenerlo vigente. Pude notar, en el lapso de tiempo hasta hoy, que en conversaciones informales hubo gente que conocía el relato pero se negó a hablar del mismo en detalle por la suspicacia de atraer la presencia de su protagonista con solo nombrarlo, y que de eso se derivase un daño para sí. O sea, no creían, como dicen algunos otros, que El Familiar se pueda presentar por su cuenta para ofrecer su ayuda, lo cual, desde cierto punto de vista, es una aceptación de la verosimilitud de dicho relato, incluso en sus variantes.
2. El tema y su interés
Hasta mediados del siglo xx, en las provincias de Tucumán, Salta y Jujuy se llamaba El Familiar a un ser sobrenatural que vivía en el sótano o en la sala de máquinas de un ingenio azucarero; de allí salía por las noches para vigilar la planta fabril y evitar que los obreros roben o huyan.
Su presencia también le recordaba al patrón, dicen, que debía cumplir el pacto que había celebrado voluntariamente con el Diablo para tener suerte y riqueza, las cuales durarían si alimentaba a la fiera con un peón del ingenio, cada año. Si no cumplía ese compromiso podía ser devorado por su propio Familiar y, como había vendido su alma al Diablo, su destino ineludible sería el Infierno.
Por su parte, el peón destinado podía luchar contra El Familiar y vencerlo si usaba un «cuchillo sin pecar»[3] y actuaba «en nombre de Dios».
Las versiones de esta creencia procedentes de las provincias de Mendoza, San Luis y Entre Ríos decían, en cambio, que El Familiar era un animal que se presentaba espontáneamente al dueño del campo o el negocio y se quedaba con él, habitando en algún paraje donde hubiese agua o en la misma casa; le traía suerte a condición de que lo cuidase personalmente y, llegado el momento, podía dejarlo a sus herederos.
Las formas más comunes adoptadas por El Familiar eran el perro negro y el viborón (víbora grande y oscura), pero algunos relatos lo describen como oveja, hombre, mujer, tigre o caballo, entre otras (Coluccio 1981).
A los estudios de Folklore, como parte de los de Etnohistoria, les interesa rastrear, en lo posible, el origen, continuidades y cambios de las creencias que forman su acervo; en ese sentido, este ensayo espera ser un aporte a un tema a veces dejado de lado, a veces controvertido, en sus diversas presentaciones.
3. Estudios y clasificaciones previas
Hasta donde pude indagar, las primeras referencias escritas acerca de la creencia en El Familiar en Argentina se encuentran en la Encuesta de 1921. En 1926 Berta E.Vidal de Battini publicó un trabajo en la revista Narrativa nro.36, que no pude hallar, titulado El Familiar. Por el nombre de la publicación, tal vez haya sido un cuento basado en sus recopilaciones de testimonios en la provincia de San Luis, de donde era oriunda[4]. Pero en su publicación en varios tomos de cuentos y leyendas las fechas de recopilación de lo relacionado con El Familiar son veinte años posteriores[5]. La cito aqui por lo cercano de su trabajo, a continuación casi de la Encuesta, y correspondiente con el tema de este ensayo.
Varios años después, Rafael Jijena Sánchez y Bruno C. Jacovella en su libro pionero clasificaron las supersticiones corrientes en nuestro país y entre ellas consideraron a El Familiar como una materialización del Diablo formando parte de las llamadas «Objetivaciones» porque
El gran grupo de las objetivaciones se divide en varios grupos menores. En primer lugar la demonología popular agrupa todas las supersticiones relativas al diablo o sumo espíritu maligno solo o con su corte, actuando en el mundo, metiéndose en las personas, etc; ... (Jijena Sánchez & Jacovella 1939: 95; Jacovella 1948 a:123; Jacovella 1948 b: 211).
En un trabajo posterior, Jacovella redefinió las supersticiones y consideró al «Animismo Popular» como uno de los dos grandes grupos que las formaban y, dentro del mismo, sus «Figuraciones» comprendían
... las creaciones antropomórficas, zoomórficas o monstruosas con personalidad sobrenatural propia, incluyendo algunas figuras de origen teológico, como el Diablo, los condenados y las almas en pena, no así los ángeles y las almas benditas. Casi todas estas figuras son de índole demoníaca; pero algunas deidades y genios de la naturaleza, si bien terribles en sí mismos, muéstranse en ocasiones benignos o simplemente burlones. (Jacovella 1959: 250).
Más adelante especificaba que
... el personaje principal de este género [las «Figuraciones»] es el Diablo, que recibe nombres populares, como Mandinga, o en lenguas indígenas, como Añá [guaraní] y Supay [quechua]. ... Además de la Salamanca, hay otro gran tema demonológico: el Familiar, también de rancia prosapia europea, que, bajo figura de perro, asno, serpiente, etc., vive con su protegido, lo ayuda a enriquecerse y se cobra cada tanto con el cuerpo de un servidor que el amo le entrega o al final, con el alma de éste mismo. Los casos de intervenciones del Diablo, en la Salamanca o como Familiar, son incontables; como todos los casos, se clasifican con las especies literarias narrativas. (Sobre estos temas, El perro negro, de Rafael Jijena Sánchez, Buenos Aires, 1952). (Jacovella 1959: 256-257).
En su trabajo sobre las especies literarias en prosa, Susana Chertudi no incluyó a El Familiar en ninguna de ellas aunque sí comentó y reacomodó los anteriores intentos de Jacovella. Tampoco tomó en cuenta los relatos relacionados con la actividad del Diablo excepto uno en el que el Malo era derrotado (Chertudi 1959:143). Nos preguntamos si deberíamos incluir a El Familiar entre sus temas de leyendas a continuación de los encuentros con brujas, duende y lobisón, o entre los casos que relatan encuentros con seres imaginarios: Coquena, Kaparilo, el Duende, el Basilisco (Chertudi 1959: 153-154)[6]. En un artículo posterior (Chertudi 1975) publicó la clasificación de la International Society for Folk-Narrative Research (1963) intercalando ejemplos argentinos a partir de la Encuesta de 1921[7]; en la Sección III, «Seres y fuerzas sobrenaturales - El diablo», ubicó a
El Familiar, ser de forma de víbora o de perro negro, protector de quien hizo pacto con el demonio; tiene especial vigencia en regiones del noroeste argentino, sobre todo en plantaciones e ingenios azucareros. (Chertudi 1975: 71).
Más adelante explicaba, siguiendo siempre las definiciones dadas por la Sociedad, que en esta clase de narraciones
La dimensión temporal carece de importancia pues el hecho pudo suceder ayer, sucede hoy y ocurrirá mañana, es decir, el poder sobrenatural es activo y presente; los hechos son repetibles. Este grupo está constituído por los relatos para los que puede usarse la denominación «leyenda de creencia» (belief legend en la bibliografía inglesa), puesto que la creencia constituye el núcleo y la razón de ser de la narración. Además, esta dualidad creencia narración puede complementarse con algún tipo de comportamiento asociado, para propiciar a los seres y fuerzas sobrenaturales, defenderse de ellos o neutralizarlos. Como lo ha manifestado Linda Dégh (1965), la leyenda local o de creencia «está entretejida con otras manifestaciones de creencias folklóricas vivas», y el registro documental en torno de las mismas incluye desde sentencias o afirmaciones y descripciones hasta relatos elaborados para mostrar la creencia. (Chertudi 1975: 74-75).
Aquí no se tuvo en cuenta que el patrón pagará su bienestar temporal con su propia alma, además de un peón por cada año; y que ambos son motivos o unidades narrativas, pero motivos principales, cuya ausencia dejaría incompleto el relato[8].
Además, a partir de mediados del siglo xx, por lo menos en el caso de El Familiar, dicha creencia estaba dejando de ser funcional al interior de los ingenios azucareros, de manera que la afirmación de que «la dimensión temporal carece de importancia» también había dejado de ser funcional al interior de los trabajos acerca de Folklore.
Por otra parte, al no considerar la «dimensión temporal» se cancelaba la posibilidad de hacer un estudio comparativo con continuidades y cambios, limitándose el trabajo de investigación a la repetición del hecho recopilado y su inserción a una clasificación previa.
Es en estos aspectos teóricos que los citados trabajos de Chertudi se distancian, y hasta se contraponen a las propuestas de Augusto Raúl Cortazar (1954; 1964; 1976), y las de éste último quedaron desvaídas por no tomar en cuenta el contexto que produjo y sostuvo (y sostiene) la creencia.
El Familiar fue tema de investigación puntual para Flora Losada quien, siguiendo a Dégh & Vázsonyi (1988: 11?), lo consideró como una «leyenda de creencia», es decir
... un fragmento de discurso narrativo oral relativamente estructurado, que puede mostrar acontecimientos referidos a la cotidianeidad grupal, con la presencia dentro del relato, del accionar de una o varias figuras míticas. (Losada 1994: 70).
La base de su trabajo fueron relatos recopilados por ella misma quien se excusó de transcribirlos dado el carácter preliminar de su artículo y dejando el asunto para otra oportunidad; luego señalaba que
... si bien El Familiar es una leyenda extendida en toda el área del Noroeste, en Jujuy se presenta con características diferenciales a las que puede presentar en otras provincias; tomando, en este trabajo, la comparación con Tucumán. (Losada 1994: 70).
Su expresión «las aventuras del Familiar» permite suponer la existencia de un ciclo de relatos en los cuales El Familiar podría estar haciendo algo diferente a lo que solía hacer hasta ahora que era atacar, matar y, en algunos casos en que no se hallaba el cadáver con las heridas correspondientes, comer a sus víctimas, además de proteger a su dueño. Será muy interesante conocer estas versiones y sus conclusiones acerca de las formas adoptadas en Jujuy, de gaucho o de gringo, según dice Losada en sus recopilaciones que, hasta donde puede indagar, no las publicó.
Para la filósofa María Eugenia Valentié, en cambio, El Familiar era un verdadero mito definido por ella según características extractadas de obras de Mircea Eliade, Claude Lèvi-Strauss, G. Gusdorf y P. Diel, por: a) ser una creación colectiva vivida por una comunidad; b) implicar un tipo de conocimiento que no sigue los procedimientos de la razón analítica; c) expresar ese conocimiento mediante un lenguaje simbólico que tiene carácter universal; d) presentar un relato que está estructurado de manera coherente y rigurosa; e) narrar acciones paradigmáticas que tienen sentido para la vida personal y por tanto pueden influir en acciones futuras; f) aludir a realidades últimas, como la presencia del mal en el mundo, el sentido de la justicia social y la religación con lo sobrenatural; g) por lo tanto, los temas citados arriba pueden situar el mito de El Familiar en el ámbito de la religión y de la ideología (Valentié 1979/1997: 34).
4. Medio ambiente y sociedad
Como vengo de decir, tanto a la Etnohistoria como al Folklore les interesa determinar, en lo posible, el origen del tema estudiado; en lo que sigue me referiré a contexto y a tres de los motivos que componen la creencia en El Familiar documentados en el área andina argentina: dos de ellos con anterioridad a la conquista europea y el tercero llegado con ella. Es decir, el Viborón, el Perro y el nombre de El Familiar estaban presentes en la región antes del surgimiento de la creencia en cualquiera de sus variantes conocidas hasta mediados del siglo xx.
En general se considera a El Familiar como originario exclusivamente de Europa pero, en mi opinión, a mediados del siglo xix el imaginario regional sintetizó en esta creencia su percepción del desorden social que representaba el ingenio azucarero en la región, a cuyo interior no existían las reciprocidades, ni siquiera asimétricas, al modo andino. La condición de temporarios de los trabajadores no especializados («golondrinas», en términos actuales), es decir los chaguancos que iban al ingenio solamente en la época de la zafra (cosecha) favorecía que los dueños de la empresa no participaran del ciclo vital de la vida de sus peones (fiestas en general, parentesco por bautismo o matrimonio, etcétera) quienes, además, no podían esperar del patrón ningún gesto de disculpa ante deslices como las ocasionales borracheras[9].
Desde la perspectiva del hombre de la selva, los dueños del ingenio azucarero tampoco habían ganado su riqueza luciendo, por ejemplo, su habilidad con el machete o el cuchillo, herramientas y armas a la vez, indispensables para la supervivencia en las tierras bajas, y cuyo filo y buen uso eran signos indiscutidos de hombría entre la población de esas regiones. Los capataces, en cambio, recorrían la planta fabril y los lotes de caña con armas de fuego y rodeados de una jauría.
También formaban parte de este contexto las máquinas, en especial los trapiches para moler la caña que ocasionaban en quienes caían en ellos quebraduras y heridas mortales.
El trapiche funcionaba, en los ingenios que contaban con tecnología europea moderna, con el vapor producido por calderas alimentadas con el bagazo de la caña, de ahí que la chimenea de ladrillos rojos que se elevaba muy por encima de las copas de los árboles indicara desde lejos su presencia y hasta alguna versión asegura que una gran víbora negra (o un perro negro) quedó morando en su interior cuando la planta fabril fue abandonada.
Durante los cuatro meses que duraba la cosecha y preparación del azúcar (aproximadamente julio-octubre) el ingenio molía caña y cocía jugos ininterrumpidamente y tanto el edificio como el canchón estaban completamente iluminados durante la noche y el latido de las máquinas no cesaba un instante.
En los meses siguientes el ingenio trabajaba a un ritmo más pausado y el plantel de empleados y obreros fijos hacían las reparaciones (soldar los tachos de cobre, afilar herramientas, etcétera), se preparaba la siembra de nuevos lotes, se rozaban los antiguos y se comercializaban los productos elaborados.
Algunos rasgos que el dueño del ingenio consideró agresivos, propicios para infundir miedo, (animales no domésticos excepto para él, la potencia de las luces y ruidos nocturnos ajenos a la naturaleza del campo circundante) fueron propuestos por él y se injertaron sin dificultad en las presencias previas del viborón (también relacionado con el rayo y el mundo de abajo y de adentro), y el perro, ambos animales domésticos en época prehispánica; el primero mostró que también podía ser terrible durante la conquista incaica (Gentile 2017 b) en tanto que el segundo lo evidenció durante la conquista europea; estas transformaciones ocurrieron en el área andina y el piedemonte donde los relatos sobre El Familiar decimonónico cobraron forma, se afincaron e irradiaron en distintas versiones.
Los otros elementos salvajes (la falta de reciprocidad y de liderazgo natural) fueron, en cambio, seleccionados por los mismos peones en base a sus pautas de comportamiento tradicionales, es decir, para ellos era verosímil que una persona que estaba fuera de la rueda de reciprocidades, un salvaje, estuviese rodeado de animales no domésticos, y uno de los puntos de esta demostración era que el guarapo, una bebida alcohólica subproducto del proceso fabril, era vendido a cambio de dinero y no regalado, como se esperaba que lo hiciera un jefe.
En cuanto a definirlo en los términos de la religión conocida por la mayoría de los habitantes estables en la región, El Familiar no podía ser nadie menos que el Diablo.
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Un mapa de los «centros de producción» de la creencia y sus epígonos muestra que a medida que nos alejamos del piedemonte de Jujuy, Salta y Tucumán, sus textos van cambiando; la modificación más llamativa es que, fuera del ingenio azucarero, el dueño de El Familiar no estaba obligado a darle de comer una persona por año.
También fuera de esa región (excepto un relato) no se invocaba al Diablo para pactar con él, sino que El Familiar se presentaba voluntariamente y se convertía en un amuleto para la buena suerte.
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En cuanto al momento exacto en el que la creencia cobró la forma conocida hoy, debemos considerar que si bien el viborón y el perro formaban parte del mundo andino prehispánico, los vecinos españoles relacionados con la Inquisición, «los familiares», surgieron en el noroeste argentino recién a fines del siglo xvi o principios del siglo xvii cuando las ciudades pudieron conservar sus fundaciones.
Pero en su forma actual El Familiar se manifestó en el noroeste argentino pasada la última mitad del siglo xix, según la Encuesta de 1921.
Esto se respalda también en la sincronía con otras circunstancias: la palabra «folk-lore» (folk = pueblo, lore = saber) apareció en una revista londinense en 1846 con relación a su definición[10], en 1875 se reunió en Nancy (Francia) el Primer Congreso Internacional de Americanistas donde se revalorizó lo indígena americano y en 1878 se fundó en Londres la Folklore Society.
Nuestros científicos no fueron indiferentes a estos movimientos y de aquella época datan las recopilaciones e interpretaciones publicadas luego por Adán Quiroga (1897) y Samuel A. Lafone Quevedo (1905: Lámina XII) acerca de las divinidades prehispánicas que representaban las fuerzas de la Naturaleza y los animales asociados con ellas.
Sin embargo, a partir de c.1930 y hasta fines del mismo siglo, en la interpretación de los materiales recopilados primó la idea rectora de que cuentos y leyendas locales derivaban de cuentos y leyendas europeas; y aunque es asi en parte, no se puede dejar de notar que sin una base prehispánica ciertos cuentos y leyendas no hubiesen arraigado nunca en determinados lugares.
En otro nivel estaba el interés de los dueños de los ingenios azucareros[11] de contar con un elemento sobrenatural que fortaleciera su actividad, en este caso basado en algo tan visible, ruidoso y feroz como lo eran sus propias jaurías y los trapiches. Y en la intersección de ambos planos, científico y comercial, surgió la creencia en El Familiar.
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Un viajero de mediados del siglo xix describió así las relaciones sociales en un ingenio azucarero tucumano:
Ellos son alimentados, [los peones] entiéndase, y todos los sábados se les dá, además, una abundante ración de guarapo, bebida de la que son extremadamente golosos ... la falta de brazos siempre se hace sentir, ya que no es fácil procurarse indios. Ellos son extremadamente caprichosos y nunca vienen [al ingenio] salvo que tengan necesidad; además, se irritan ante la menor injusticia, verdadera o supuesta, y regresan al Chaco. También los dueños [del ingenio] los tratan con muchas consideraciones, pero mostrando a su alrededor una firmeza absolutamente necesaria para conservar el buen orden y la regularidad del trabajo. Algunos establecimientos emplean hasta 400 de estos indios [matacos y chiriguanos], y se comprende cuánta prudencia hace falta para conducir esas masas todavía salvajes pero sin embargo de una gran docilidad si se las sabe manejar juiciosamente. (Moussy 1860: 503-504; traducción M.G.).
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Si bien la creencia en El Familiar está ligada al avance agroindustrial del siglo xix, hasta donde sé, no surgió en otros puntos de nuestro planeta donde también se instalaron ingenios azucareros. En Centro América, por ejemplo, se explicó el éxito económico y la imposibilidad de la fuga del ingenio en base a una creencia local preexistente, la de los muertos vivos o zombis[12], en tanto que en Brasil la situación de los negros africanos trabajando como esclavos en los ingenios de Pernambuco le dieron al tema un giro distinto. Para Trujillo (Perú) no conocemos hasta ahora nada parecido a El Familiar, tal vez porque las condiciones de trabajo eran similares a las de Pernambuco aunque los trabajadores fuesen, en su mayoría, mestizos.
5. Elementos prehispánicos
5.1. El Viborón
La alfarería tardía del área andina argentina correspondiente a los estilos Belén y Santa María cuenta entre sus formas las de unas piezas conocidas con el nombre de «urnas» porque, al igual que las vasijas europeas así llamadas, dentro de ellas se encontraron restos humanos (a veces de niños). Su exterior presenta insistentemente dibujos de batracios, ofidios y un ave corredora, el suri o avestruz (Bruch 1911; Bregante 1926; Márquez Miranda & Cigliano 1957; Cigliano 1960; González 1977: 321, entre otros).
Desde el comienzo de los estudios de la arqueología de la región (provincia de Catamarca y parte de la de Tucumán) se supuso que estas urnas guardaban ofrendas humanas destinadas a suplicar a las divinidades indígenas por el agua, porque los animales figurados estaban directamente relacionados con la misma en el folklore regional (Quiroga 1977: 171), pero el caso es que los mismos suelen merodear en sitios cercanos al agua porque es allí donde cazan y el suri corre de manera particular antes de una tormenta (Ambrosetti 1896-1899 (XIX): 172) y también en presencia de extraños (observación personal).
El sector del NOA donde se encontraban estas urnas comenzó a sufrir los efectos de una desertización paulatina a partir del año 1000 d.C., situación atenuada cuando, bajo el gobierno del Cuzco, se construyeron andenes de piedra en los faldeos para atajar la erosión y se trazaron canalizaciones para captar las aguas del deshielo de los nevados cercanos, independizando a la agricultura de las lluvias estacionales y ampliando el área de cultivo (Raffino 1991: 206)[13].
El noroeste argentino parece que quedó incorporado alrededor del año 1450 d.C. al gobierno cusqueño; se trazaron caminos, se levantaron santuarios, edificios estatales y tambos, se incorporó su idioma y su organización social, religiosa y política, además de arraigar y desarraigar poblaciones enteras (Bárcena 1988, 1989; Gentile 1988a, 1988b, 1990, 1991, 1991-1992, 1992, 1994, 1995, 1996, 2017a-b, 2018; González 1977, 1980, 1982; Hyslop & Schobinger 1990; Raffino 1988; Raffino et al. 1978, 1981, 1993; Schobinger 1968, 1986; Schobinger & Bárcena 1971; Schobinger et al. 1984-1985, entre otros autores).
Los ofidios eran parte de la cosmovisión incaica y esto se sabe también por los estudios de los apodos que los militares cusqueños ganaban en la guerra (Camaque, Amaro) y algunos de los emblemas que usaban: los que representaban los amaru indicaban que su poseedor estaba relacionado con las conquistas incaicas de territorios serranos en los Andes o en la costa del océano, en tanto que en el caso del machacuay, la gigantesca boa, su empleo como blasón tendría que ver con la conquista de las tierras bajas del este, o rumbo Antisuyu (Gentile 1995: 40; 2017)[14].
Por su parte los Collas del altiplano, antecesores y tradicionales amigos / enemigos de los Incas, también tenían ofidios como emblema y los llamaban catari. Su relación con jefes militares estaba vigente aún a fines del siglo xviii porque ambas voces, «amaro» y «catari», fueron los «nombres de guerra» de los curacas que lideraron la rebelión de 1780.
En los relatos de Huarochirí los grandes ofidios también cumplían una función de custodia: una gran serpiente guardaba a las hijas de Urpayhuachac y el dios Pachacamac (Ávila 1966: 27). Trescientos años después se decía que otra cuidaba un tesoro escondido en unas ruinas jesuíticas (Ambrosetti 1967: 114-115), en tanto que en Salta se creía (hasta hace unos 50 años) que en los cementerios privados de los ingenios azucareros vivía un viborón que era capaz de comer a cualquiera que se acercara con intención de saquear las tumbas[15].
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Como parte integrante del Tahuantinsuyu, el NOA también tenía su borde oriental lindando con las tierras bajas; en esta región, en la quebrada La Bodega (Salta), Ambrosetti alcanzó a ver a principios del siglo xx una pintura rupestre en una cueva relevada después por Guillermo Gerling.
Esta pintura mostraba a varios personajes tratando de matar con lanzas y flechas una boa que estaba engullendo a una persona de quien sólo se veían las piernas a punto de desaparecer dentro de la boca; alrededor había gente vestida con el uncu que caracterizaba a los guerreros cusqueños y blandiendo hachas entorchadas[16].
También formaban parte de este panel emblemas y filas de guerreros y camélidos similares en conjunto a otras pinturas rupestres de la época incaica relevadas en otras áreas, por ejemplo, las punas de Jujuy (Alfaro 1978; 1979; Boman 1908: 632 y siguientes), y Catamarca (Schobinger & Gradin 1985: Figura 114)[17].
El tema representado también muestra el aspa en la ropa de los guerreros y en el lomo del animal relacionándolos de alguna manera con la Pachamama (Gentile 1998) y documenta gráficamente, además, la presencia de una boa en un sitio donde estos animales abundaron hasta hace cien años cuando comenzaron a desaparecer perseguidas por los cazadores que vendían sus cueros[18].
Los Incas llegaron en su momento al borde del Chaco (sitio de caza) y algunos topónimos y pinturas rupestres en las sierras fronterizas todavía recuerdan esa presencia, además de los sitios arqueológicos con andenerías y fortificaciones (Gentile 1995)[19].
La creencia en la asociación de los ofidios con el agua y los sitios subterráneos (el mundo de abajo y adentro) persistió en los territorios que habían sido parte del Tahuantinsuyu y ofreció, entre otras, una base adecuada para el desarrollo y el sostén de la creencia en El Familiar con las características que le conocemos.
En el siglo xx, el viborón de la misma fue identificado en algunos casos con la serpiente de cascabel (Crotalus durissus) pero en la mayoría de los relatos El Familiar tomaba forma de lampalagua (Boa constrictor occidentalis) y se insistía no sólo en su impresionante tamaño y color oscuro, sino también en la costumbre de tragar enteras a sus presas y vivir en cuevas subterráneas.
Por otra parte, los estudios de etnohistoria confirmaron, en términos andinos, la relación de las grandes culebras con el agua de lluvia y su vivienda en el interior de los cerros a los cuales podían hacer caer (Duviols 1976: 45), en tanto que hasta los años ´50 todavía estaba vigente en Tucumán la relación entre el rayo, el agua de lluvia y una gran serpiente (Rosemberg 1953:15). También se creía que los rayos caían en los árboles que cobijaban viborones porque éstos los atraían y que esas culebras grandes tenían electricidad (Encuesta, Tucumán 56 f.1).
Como eran frecuentes las boas[20], tanto en nuestro litoral fluvial como en las zonas húmedas del piedemonte andino y ambas eran áreas de procedencia de la mayoría de los trabajadores temporarios de los ingenios azucareros, eran verosímiles los relatos sobre «sucedidos»[21] que explicaban los accidentes en los trapiches y las «desapariciones» de los fugitivos como consecuencia de la actividad de El Familiar.
5.2. El Perro
Uno de los hallazgos arqueológicos de perros prehispánicos mejor documentado corresponde a la cultura Mochica (100-700 d.C) (Alva 1994; Shimada 1994) donde se encontró un viringo en el entierro del «señor de Sipán» junto a un personaje masculino considerado el portaestandarte[22].
En una curiosa representación de este último tema [el perro] parece subir por una cuerda que se proyecta desde un fardo funerario. Cabe preguntarnos si no cumplía también el simbólico rol de sicopompo para guiar a los muertos como aluden algunos mitos indígenas. (Alva 1994:102-104).
En Tastil, un sitio preincaico (1336-1439 d.C.) ubicado en el borde de la puna salteña, a 3200 msnm, se encontraron varios ejemplares de una raza de perro prehispánico, el Canis familiaris tastilensis, asociados a restos de cocina y entierro (Zetti 1973: 569 y siguientes).
A principios del siglo xx, en los valles de Jujuy se decía que el perro se debía sacrificar si su dueño moría en la semana de Todos los Santos, es decir, la primera semana de noviembre (Encuesta, Jujuy 7 f.5v) en tanto que la ceremonia de entierro de un perro junto con su dueño fue fotografiada en la puna de Jujuy (Ibañez-Novión 1970).
En Moche hay vasijas de alfarería con forma de perros o dibujados, participando en escenas de caza de venados o en entierros de personajes importantes (Tello 1938; Hocquenghem, 1989, etcétera). También hay por lo menos una pieza de alfarería Inca-Chimú que representa una hembra con sus cachorros (Museo Chileno de Arte Precolombino, pieza 0567). Sin embargo, hasta donde sabemos, no hay representaciones de perros en piezas prehispánicas del NOA.
Siempre en el ámbito andino, los huancas de la sierra central del Perú eran conocidos en la historia incaica como los «come perros» (Ávila 1966 [1598]: 63 y 99; Guaman Poma 1980 [1613]: 241), apodo que destacaba una costumbre que los cusqueños no compartían y de la que se burlaban en represalia de que los huancas se habían opuesto, casi con éxito, a sus planes de expansión (Gentile 1995: 37). Hemos visto también que algunos de los restos de perros hallados en Tastil estaban junto con deshechos de comida.
Por su parte, los Incas también criaban perros aunque con otro fin: primero adivinaban el futuro de sus expediciones militares observando los bofes de unos camélidos (llamas) de color negro a los que habían hecho ayunar varios días; si el pronóstico daba negativo, entonces traían unos perros negros, llamados «apuurcos»[23], a los cuales mataban haciendo ciertas ceremonias y dándoselos a comer a los uros «... gente zafia, vil y para poco, del Collao. Estos sacrificios algunas veces los hacían para fin que el Ynga no fuese ofendido con ponzoña ...» (Murúa 1987 [1613]: 421-422).
En la misma línea, en el NOA durante las rebeliones del siglo xvii, los indígenas del valle Calchaquí rechazaban los nombres recibidos con el Bautismo y los ponían a sus perros (Larrouy 1923: 60, 69). Repetían, sabiéndolo o no, el gesto del Inca cuando daba de comer a los uros la carne de los perros negros para librarse de un posible veneno.
*
Desde la Colonia y hasta nuestros días, el perro negro fue considerado por los indios cristianos (y no menos por españoles y criollos) del noroeste argentino como afín al Diablo.
Sin embargo, en las áreas rurales el perro negro, fuera o no el perro americano sin pelo (el perro-pila) era depositario de una larga tradición de defensa de su dueño frente a cualquier ataque sobrenatural, probablemente heredada de esto que acabamos de decir (Fortuny 1974: 212; Ibañez-Novión 1970; Jijena Sánchez 1952: 99).
Alrededor de 1920 todavía se decía que «los enfermos de reumatismo de enfermedades a la sangre, crian un «perro pilo» [sic] y lo hacen dormir con ellos porque dicen que al fin los «perros pilas» les quitan la enfermedad, enfermándose ellos a su vez.». También decían: «Los perros [en general] son considerados como el «Angel Guardián» de su amo por lo que son merecedores de una especial atención.» (Encuesta, Jujuy 22 f.3r; Mendoza 40 f.5). Entre los pastores de las punas surandinas se creía que el perro guiaba a los difuntos y los ayudaba a cruzar el Puka Mayo, río rojo (Flores Ochoa 1974-1976: 257).
6. Elementos medievales europeos
6.1. Otra vez, el viborón
Hasta el siglo xvi, los bestiarios europeos habían ido acumulando descripciones e ilustraciones de reptiles –reales o imaginados–, y de sus cualidades maléficas, ya que para esa fecha el rol de la Serpiente del Paraíso se había extendido a todos ellos unificándolos en su comportamiento. Las ilustraciones de época muestran, no obstante, que dragón y serpiente podían ser equivalentes[24]. En tanto, en los Andes prehispánicos, el amaru era siempre una gran serpiente, a veces de color negro, y que podía quedar petrificada.
Dichas perspectivas, europea y andina, conviene tenerlas en cuenta al abordar el estudio y análisis de los relatos quinientistas protagonizados por el amaru y su ambigua proyección tanto en la heráldica colonial como en textos que lo figuraron como divinidad perjudicial porque con su accionar producía terremotos y por vivir en cuevas bajo tierra quedaba en relación directa con los diablos europeos que habitaban el subsuelo de todo el mundo conocido. Además, el vulcanismo, según los andinos, era la expresión de una contienda entre cerros-huacas; los terremotos, en cambio, los producía el amaru. Y los intentos de asemejar las formas que podía adoptar el diablo europeo en los Andes con la del amaru incaico no llegaron a consolidarse del todo en imagen y concepto únicos (Gentile 2017 b: 298-299).
Con relación a los reptiles, hay dos aspectos precristianos que se volverán a encontrar resaltados en los relatos etnográficos del siglo xx; uno de ellos es la relación de la serpiente con la Madre Tierra, como símbolo de renovación, de restauración de la vida, presente en Grecia antigua. El otro aspecto, propio de las Galias, tenía que ver con la creencia de que la serpiente, salida de la tierra, conocía todos los secretos, y por eso las más antiguas leyendas hacían de ella, como del dragón, la custodia de tesoros ocultos, sean en monedas, sean tesoros curativos o tesoros mágicos (Charbonneau-Lassay 1997, II: 767-769).
6.2. Otra vez, el perro
El perro americano era, y es, de menor alzada que cualquiera de las razas europeas pero también sirvió como pastor y compañero para cazar (Gallardo 1964-1965: 35).
Tal como se lo ve en entierros y alfarería, en las creencias prehispánicas el perro no era un animal terrible. En cambio, el perro europeo que se trajo a América estaba entrenado en las guerras medievales del Viejo Continente y aquí se lo alimentó con carne humana (Larrouy 1923: 62; Salas 1950: 159 y siguientes; Jara 1990 [1957]: 78, entre otros autores). Además, ladraban, cosa que los americanos parece que no hacían porque eran adiestrados de otra forma (Gallardo 1964-1965: 35).
El Familiar representado por un perro negro con ojos de fuego, garras y colmillos afilados es el remedo del perro europeo; en versiones de fines del siglo xx que lo presentan como un perro de color blanco podría tratarse de ejemplares de la raza Dogo Argentino creada por Antonio Nores Martínez (Nores Martínez 1969) popularizada en el área cordillerana a partir de los años ´60 como perro de ataque y para cazar pumas y jabalíes.
6.3. El Familiar
Veamos ahora nuestro último tema, el nombre del protagonista de esta creencia: El Familiar. ¿Qué o quién era un «familiar», nombrado así, en lengua española?. En Europa esta voz tuvo varias acepciones a partir de la Edad Media y todas ellas coincidían en destacar que el familiar era un personaje muy cercano a alguien que tenía poder político y /o religioso, y que se destacaba por cumplir las órdenes de su superior con fidelidad absoluta.
Este significado se conservó pasado el siglo xvi: «familiares» eran tanto el paje de un obispo como el criado de un colegio, un devoto de la orden militar de Alcántara, un hermano terciario de cualquier Orden religiosa y hasta un demonio que tuviera contrato con una persona para acompañarla y servirla (Alonso 1958).
«Familiar» se llamaba también al funcionario del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición encargado de recibir las denuncias y participar en la detención de los acusados.
Durante la Colonia, en las poblaciones con más de 300 españoles debía haber, por lo menos, un comisario y cuatro familiares. Todos ellos eran personas conocidas que continuaban con sus negocios y ocupaciones seculares pero que durante la Cuaresma ocupaban determinados lugares en el templo, muchas veces con resistencia de los otros funcionarios españoles y criollos, y leían los Edictos Generales de la Fe (Lewin 1962). Ya en 1597 el virrey del Perú se quejaba al rey de «la intromisión de los inquisidores y de sus muchos familiares» (Levillier 1921: 69).
En el ámbito geográfico de la creencia que tratamos hubo comisarios y familiares del Santo Oficio hasta 1813 y se enviaron a la sede del Tribunal en Lima alguno que otro expediente, en tanto que la mayoría de ellos no fueron más allá del trámite de la primera denuncia (Aspell 1994).
En cuanto a los demonios servidores («espíritus familiares») se conoce por lo menos una larga receta medieval para invocar a uno de estos diablos, pactar con él y recibir su ayuda; en ella se lo nombraba llamándolo «familiar» (Anónimo 1983) de donde suponemos que esta voz usada en la tradición oral para referirse al auxiliar de la Inquisición encierra una fina ironía[25].
Estos espíritus familiares europeos llegaron con los conquistadores en el siglo xvi y se afincaron en las colonias americanas antes que sus homónimos del Santo Oficio. Bernal Díaz del Castillo contaba que cuando Hernán Cortés planeó huir con el botín de la ciudad de México
... estaba con nosotros un soldado que se decía Botello, al parescer un hombre de bien y latino, y había estado en Roma, y decían que era nigromántico, otros decían que tenía familiar, algunos le llaman astrólogo; y este Botello había dicho cuatro días había que hallaba por sus suertes o astrologías que si aquella noche que venía no salíamos de Mexico, que si más aguardábamos, que ninguno saldría con vida, y aun había dicho otras veces que Cortés había de tener muchos trabajos o había de ser desposeído de su ser y honra, y que después había de volver a ser gran señor, e ilustre, de muchas rentas, y decía otras muchas cosas ... (Díaz del Castillo 1975: 273).
Más adelante, en el mismo capítulo CXXVIII concluye la historia:
Digamos ahora [que a] el astrólogo Botello no le aprovechó su astrología, que también allí [en el puente de México] murió con su caballo. Pasemos adelante, y diré cómo se hallaron en una petaca deste Botello, después questuvimos en salvo, unos papeles como libro, con cifras y rayas y apuntamientos y señales, que decía en ellas: «Si me he de morir aquí en esta triste guerra en poder de estos perros indios.» Y decía en otras rayas y cifras más adelante: «No morirás.» Y tornaba a decir en otras cifras y rayas y apuntamientos: «Si morirás.» Y respondía la otra raya: «No morirás.» Y decía en otra parte: «Si me han de matar también mi caballo.» Decía adelante: «Sí matarán.» Y desta manera tenía otras como cifras y a manera de suertes que hablaban unas letras contra otras en aquellos papeles que era como libro chico. (Díaz del Castillo 1975: 276)[26].
Por cierto que no era el único conquistador que creía poder conocer el futuro; en los Andes, Francisco Hernández Girón basaba mucho de su accionar en la astrología (López Martínez 1972: 129).
A fines del siglo xvi (1591) en la ciudad de Bahía (Brasil) una mujer había denunciado a otra cuya hija tenía en Lisboa un familiar que se llamaba Baul, quien vivía en un anillo y la ayudaba a conseguir todo lo que quería (Santo Ofício 1997: 138).
Y, a mediados del siglo xvii, al referirse a la rebelión de Calchaquí el obispo de Tucumán le explicaba al gobernador de la provincia que
... todo eso podía causar un familiar como es autor de un cuerpo phantastico y de una hermosura de viento y de que ande y salte un cuerpo muerto... (Larrouy 1923: 205).
Así que, según el obispo, el «inca» Bohorques sería él mismo, o tendría, un familiar, lo que explicaría con simpleza y sin lugar a dudas tanto su éxito como jefe indígena como el haber hecho creer al gobernador español que los indios trabajarían voluntariamente en las minas del valle si a él lo trataban como a los otrora «reies del Perú».
Tanto la presencia y actividad de los familiares de la Santa Inquisición en nuestras ciudades del noroeste, como el demonio familiar son parte de la que aquí llamamos «vertiente europea» en la formación de la creencia en El Familiar que seleccionó, como en los casos del Viborón y el Perro, también los aspectos terribles del asunto.
7. Imaginario y Arte
El Familiar fue motivo de inspiración para muchos artistas de nuestro país. Los textos literarios se basaron en relatos regionales o recopilaciones científicas dando lugar a cuentos cortos (Rosemberg 1936; Coluccio 1995; Figueroa 1996, por ejemplo), en tanto que las ilustraciones que los acompañaban atendieron a graficarlos estéticamente.
Entre los textos que conocemos hubo espacio no sólo para recrear el drama sino también para la «viveza criolla» (Versión Nº 21), tema retomado en el cuento de Rosemberg que recogió un relato corriente en el Ingenio Santa Ana.
En su libro titulado «El perro negro», Rafael Jijena Sánchez (1952) presentó varias versiones de relatos acerca de El Familiar (una superstición, en su concepto) recopiladas por él mismo en el NOA; la mayoría de los narradores lo describieron bajo la forma del animal que da título al libro, y una xilografía (?) de Jorge E. Lezama ilustró el capítulo sobre El Familiar en el estilo de los dibujos del cronista del siglo xvii Phelipe Guaman Poma de Ayala[27].
Un artículo de F. Rodolfo Álvarez publicado en 1952 en el diario La Prensa recogió el relato de un viejo fogonero del ingenio Ledesma; sobre esta base el autor señalaba la importancia de la alfabetización, la instalación de redes eléctricas y las leyes sociales implementadas desde el gobierno nacional en la derrota definitiva de El Familiar.
Un dibujo a lápiz de Alfredo Bettanin acompañaba este artículo[28]; en él, El Familiar era (¿cómo corresponde a un pueblo del piedemonte?) el viborón entrelazando al peón con la reja de aspecto carcelario que cerraba el ingenio y cuya cerradura era parte importante del dibujo.
Un poco después, en una edición en papel especial se publicaron, entre otros, dos cuentos de Juan Draghi Lucero que hacían referencias a la creencia en El Familiar. Uno de ellos era una variación sobre el tema de un complicado texto de difusión mundial. Víctor Delhez dibujó con finas agujas sobre madera enyesada el tema de uno de ellos especialmente para esa edición donde El Familiar fue representado bajo su forma de viborón pero similar a la serpiente emplumada del templo prehispánico de Quetzalcoátl (México).
En 1972, por encargo de la RAI (Radio Televisión Italiana) Octavio Getino filmó una película titulada «El Familiar» que no pudimos ver pero que, según las reseñas de su argumento publicadas en los diarios y revistas[29] antes y después del estreno en Buenos Aires, el argumento trataría acerca de la riqueza adquirida rápidamente gracias a un pacto con el Diablo.
Mucho después, en 1986, Adolfo Colombres publicó un libro donde recopilaba datos sobre los seres sobrenaturales en la cultura popular argentina, y en el dibujo de Ricardo Deambrosi El Familiar tomó la forma del perro negro saltando y mostrando garras de felino.
En 1995 el profesor Félix Coluccio publicó un cuento de su autoría basado en algunos elementos de la creencia en una recopilación titulada «Los potros de la libertad». Este texto en particular no está ilustrado pero en su «Fauna del terror» (1992), el capítulo sobre El Familiar va acompañado por el dibujo a tinta de Fernando Veronelli de la cabeza de un perro negro y feroz.
Hay también un cuadro pintado con acrílico en 1995 y un dibujo a pluma por el artista profesor Alberto Sorzio, como parte de una serie sobre creencias y leyendas de San Luis. Alli El Familiar está representado como el viborón, que en San Luis no es, como vimos, un ser terrible aunque sí respetable; según Sorzio (com.pers.) «El Familiar es en general una víbora negra y grande, tiene la piel como terciopelo, es el viborón».
Este cuadro sería la única obra que conocemos hasta ahora que no fue pintada a partir de un texto sino que el artista se inspiró en los «decires» de la gente con quien conversó.
Acorde en parte con algunas versiones, la obra de Ezequiel Linares que ilustra la tapa del libro de M. E. Valentié (1997) muestra El Familiar como un perro blanco y con alas.
En la acostumbrada línea de pedir a sus narradores que ilustren sus propios relatos, Silvia Gutiérrez de Prado publicó los dibujos de El Familiar hechos por niños de las provincias de Tucumán y Salta, recopilados por ella entre 1983 y 1984; en su trabajo, El Familiar es considerado un «relato mítico» resultado de una «transgresión humana al orden social» (Gutiérrez 1998: 95, 99-103).
8. Recapitulación y perspectivas
Al Folklore le interesa conocer los antecedentes de la formación de los hechos que estudia, las creencias entre otros, porque facilitan las comparaciones, rescatan las originalidades regionales, las continuidades y los cambios.
En la Historia de los estudios del Folklore de nuestro país se observa un marcado interés por clasificar los datos siguiendo dos líneas: una los organiza luego de haber recopilado una buena cantidad de ellos, en tanto que otra los clasifica (tanto a los conocidos como a los por conocer) aplicando esquemas diseñados a partir de las necesidades de los estudiosos del Folklore en otras regiones del mundo.
Desde los años ‘60 la cabida de un hecho folklórico en éste último espacio fue una preocupación primordial del investigador al encarar un estudio; afinar esta clasificación llegó a ser tan absorbente que el interés por las originalidades locales, los estudios comparativos y los puntos de contacto con otras disciplinas quedaron relegados.
En el caso que nos ocupa, por ejemplo, las asimilaciones de El Familiar con el Diablo y su asociación con el dueño del ingenio y/o sus capataces eran, y son, tan claras y reiteradas que parecía que la creencia no tenía más que decir sobre sí misma.
Ya c.1940 el viborón había sido reemplazado en el relato por un perro negro con ojos de fuego, pero ambos continuaban siendo formas de El Familiar, con quien el dueño del ingenio tenía hecho un pacto ya que su riqueza se basaba en la cuota anual de carne humana que debía entregar al animal para que las ganancias no menguasen.
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El Familiar es una metáfora del poder ilegítimo. Por una parte destaca el interés de tener un ayudante sobrenatural, un diablo propio que podía fabricarse con recetas como la que daba el Anónimo en La clavícula de Salomón; esta aspiración llega a América desde Europa y se refiere a conseguir poder y riqueza, básicamente.
Pero el poder y la riqueza se justificaban, en la Europa medieval, en un origen divino: el rey lo era por la gracia de Dios, y lo mismo el papa. Ambos tenían potestad para nombrar funcionarios, ordenar obispos, quienes, a su vez, ejercitarían el poder que estaban autorizados a usar. Y asi en una escala descendente, cada uno ejercía el poder delegado por el superior. Las riquezas iban parejas con el ejercicio de la autoridad. Estas eran las dos majestades de las que se habla en la documentación colonial: la temporal y la espiritual.
Si alguien no era autorizado por ninguna de las dos majestades para ejercer ningún poder, y menos aun detentar riqueza, sin embargo podía agenciarse ambas cosas haciendo un pacto con el diablo; la forma física de ese pacto era el diablo particular del que hablaba la Clavícula y, en el relato que venimos viendo, era un viborón o un perro negro. Es decir, en esta línea, dicho Familiar debía ser, necesariamente, satánico.
En el norte argentino el uso de El Familiar como medio para asustar a la gente sobre su existencia cobró un aspecto diabólico, pero por otras razones: la explotación de seres indefensos en el trabajo en los ingenios y en los algodonales del Chaco y Formosa tenía por sí misma ese cariz, y para explicarlo no había necesidad de recurrir a argumentos medievales. Tal vez esa sea la razón por la que se lo encuentra también a El Familiar en Mendoza, y en San Luis[30], es decir, el relato explica una situación que, si quedara inexplicada, resultaría insoportable. No hay, hasta donde pude indagar, relatos similares recopilados en las estancias laneras de Patagonia, ya que el mismo parece estar directamente ligado al medio agroindustrial.
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Para este ensayo sobre El Familiar partí de los datos que pude recopilar sobre el tema y acepté su expresión.
Al contextualizarlos geográfica e históricamente se fue haciendo evidente, cada vez con mayor nitidez a medida que avanzaba el estudio, que la creencia en El Familiar no era una creación totalmente colectiva y que explicaba, desde su formación y sin dudas:
- los accidentes en los trapiches asimilándolos al ataque de una boa o de un jauría de mastines;
- la quiebra de un ingenio azucarero por la muerte de El Familiar a manos de un peón.
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También hemos visto que El Familiar no era el Diablo sino un supervisor suyo enviado para controlar fielmente el cumplimiento de un contrato comercial celebrado voluntariamente con el dueño del ingenio azucarero.
Cualquiera de las formas que adoptara (ya sea como perro negro o viborón) era la de animales conocidos y domésticos en América prehispánica; la novedad (al formarse la creencia) estuvo en retomar el carácter de adversos y terribles que dichos animales habían adquirido: el viborón con la conquista incaica y el perro durante la conquista y colonización europeas.
Esta transfiguración solamente se operó en el ámbito del ingenio azucarero; por eso, fuera del área del piedemonte, El Familiar no se alimentaba anualmente con ninguna persona sino que solamente exigía que su patrón lo cuidara personalmente para continuar siendo un amuleto para la buena suerte comercial, ¡y tan sujeto estaba a las leyes codificadas que regían esa actividad que hasta podía dejarlo en herencia!.
También fuera del ingenio (excepto en un relato) El Familiar elegía por sí a quien proteger, llamándole la atención imitando el llanto de un niño porque la bondad de su futuro protegido no debía ser indiferente a esta forma de reclamo.
En el piedemonte, en cambio, el Diablo debía ser invocado para acudir a proteger al patrón, quien firmaría el contrato y hospedaría a El Familiar en un contexto de «mundo al revés» donde las reciprocidades no existían, y subterráneo, como las salas de máquinas y los sótanos.
Era diferente en el área andina prehispánica donde la riqueza y el poder de los jefes regionales (curacuna) eran sinónimo de densas redes de intercambio basadas en los grupos familiares extensos (ayllu y representadas hacia el exterior por algunos elementos de uso exclusivo como las camisetas de lana fina (uncu) recamadas con chapas de metal o mullu, los vasos de madera (quero) o metal para beber con la divinidad regional (huaca) durante las ceremonias, pero, sobre todo por las obligaciones de preveer y asistir en los desastres telúricos y agasajar con comida y bebida abundantes a quienes trabajaban para él y la comunidad.
Todo esto formaba parte de las responsabilidades de los curacuna hacia su gente (runacuna) y mientras las desempeñaran hábilmente tendrían razón de estar en esa posición social y no en otra. Su incumplimiento podía acarrearles la recriminación de sus pares, la vergüenza ante los suyos y, al decir de los cronistas, «la pérdida del cargo».
Estas condiciones se mantuvieron en la etapa colonial y llegaron a nuestros días con la generosidad como base del liderazgo natural.
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Hemos visto también que la creencia en El Familiar no es de origen exclusivamente europeo sino que está compuesta por elementos de origen
- americano, prehispánico: el Viborón y el Perro en el NOA desde, por lo menos, el siglo xv cuando se asentó la dominación del Tahuantinsuyu; las culturas preincaicas del NOA parece que consideraban a los felinos como representativos (La Aguada, Ciénaga).
- europeo, medieval: los espíritus familiares, materializados en el Perro y el Viborón, y el nombre mismo de El Familiar.
Ambas vertientes comparten el tema de la muerte predestinada: en el Tahuantinsuyu la capacocha incluía excepcionalmente personas y camélidos[31], y mediante dicha ceremonia el Inca sellaba su alianza con otros jefes regionales (curacuna); o se suplicaba al Sol por su eterna juventud y la del Inca, por el éxito en la guerra. En tanto que bajo el gobierno español los condenados por la Inquisición morían para conservar puras las creencias cristianas y librar del castigo de pestes y plagas a las poblaciones.
Lo dicho tuvo cierta continuidad en el peón que debía comer El Familiar una vez por año para mantener vigente su pacto con el dueño del ingenio azucarero traducido en prosperidad personal.
Si bien se podría traer aquí el tema del sacrificio cruento, periódico, de un miembro de la comunidad para asegurar el bienestar del resto, sin embargo los relatos recopilados coinciden en resaltar los aspectos salvajes de El Familiar sin mencionar ningún beneficio para nadie excepto cierto bienestar temporario (es decir, hasta su muerte) para el dueño del ingenio quien, de todos modos, irá al Infierno por haber vendido su alma al Diablo.
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También merece un párrafo destacar que, a pesar de haber sufrido una muerte violenta y dolorosa, hasta donde sabemos, ninguna de las víctimas de El Familiar fue canonizada popularmente como sucediera con La Telesita, Carballito, La Juana Figueroa o Pedrito Sangüeso, entre otros ejemplos de la misma región donde campea El Familiar.
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Desde otro punto de vista, la creencia decimonónica en El Familiar explica, en los términos europeos cristianos, que la consecuencia del ansia desmedida de poder y riqueza solamente beneficia al Diablo. Y no hay dudas sobre la existencia de un pacto con Él para obtenerlas rápidamente porque ahí está ese otro demonio, El Familiar, representándolo y cuidando sus intereses.
Expresada en términos indígenas, esta creencia da muy buenas razones para no acercarse más de lo estrictamente necesario a quien esté fuera de la rueda de reciprocidades, es decir, el patrón, porque responderá de manera no conveniente. Y eso se sabe, porque se dice, se comenta, razones por las cuales el peón predestinado será siempre una persona solitaria, sin familia, sin amigos. Y por eso también al interior del ingenio se castigaban las borracheras que eran, para los chaguancos, una de las formas de compartir alegrías y penas pero también explicaciones sobre el entorno.
En algunos ingenios, las consecuencias de los manejos financieros basados en el desconocimiento de la mecánica del ecosistema regional se tradujo en la quiebra de muchas de estas medianas y pequeñas empresas que no tenían respaldo para soportar una baja de la producción por «malos años» que las dejaba con créditos al descubierto.
La creencia en El Familiar también explicaba, a través de estos hechos y sin lugar a dudas, que la Justicia existía y llegaba con la muerte de El Familiar a manos de un peón: entonces el ingenio iba a la quiebra y sus dueños se convertían en peones o mendigos.
Esta parábola, o metáfora, según se la considere, se desprendió también de la «vertiente europea», pero una tabulación de datos financieros basada en Guy, Rosenvaig & Bonano, y Canitrot & Sommer también muestra con claridad este aspecto.
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En cuanto a la época de su formación como creencia, en mi opinión El Familiar aparece en el NOA en la segunda mitad del siglo xix después que los ingenios azucareros se multiplicaron, alcanzaron un rápido apogeo cuando incorporaron maquinaria a vapor.
Aquí sería de notar la fina percepción del entorno rural y del carácter de sus habitantes que tenían quienes propiciaron su formación y cómo fueron respaldados en el tiempo por algunos literatos que al no considerar a El Familiar como material de obra tampoco se ponían en la circunstancia de tener que tratar sobre el significado de su actividad a través de un relato que podría molestar a amigos y parientes socialmente mejor posicionados.
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Finalmente, la capacidad de respuesta a los planteos de la realidad circundante demostrada por esta creencia, permite pensar que la misma fue estructurada a partir de un conocimiento abarcativo del pasado y presente del medio ambiente geográfico y social donde se insertó el ingenio azucarero y las plantaciones que lo proveían de caña.
También la creencia trascendió el ámbito del ingenio azucarero y casi sin esfuerzo se adaptó a otros ambientes con la sola condición de que la riqueza fuera un límite social en el aquí-y-ahora y la Justicia una certeza en el más-allá. Y a falta de elementos prehispánicos andinos, la presencia de grandes culebras negras fue suficiente para explicar la presencia de El Familiar en la región.
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A lo largo de este ensayo sobre la creencia en El Familiar nuestro interés se ciñó a resaltar sus nexos americanos, diferenciar los rasgos europeos, señalar continuidades y cambios en el tiempo y marcar la originalidad de esta invención frente a otras áreas en similares situaciones socioeconómicas, agroindustriales.
Pero por su gran capacidad de respuesta, esta creencia puede ser todavía abordada con diferentes propósitos y metodologías, quedando así abierta la posibilidad a futuras investigaciones.
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10. Apéndice documental
Textos originales de la Encuesta al Magisterio (Versiones 1 a 28 inclusive)
Descripción: Esta documentación, conservada en carpetas y almacenadas en cajas de metal, por escuela y por provincias, no tiene una forma común; algunos maestros escribieron a mano en cuadernos, en hojas de papel romaní o similar, o cortaron hojas e hicieron cuadernillos. A veces las hojas están numeradas por los remitentes. En muy pocos casos los textos fueron escritos a máquina.
Para una historia y comentarios acerca de esta Colección, ver Fernández Latour, 1981.
A partir del año 2020 la Colección está digitalizada y para consulta en la Biblioteca en del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, Buenos Aires.
Transcripción: Este trabajo se realizó sobre los originales en el INAPL. En todos los textos de la Encuesta o Colección de Folklore publicados en este libro se respetaron las comillas, subrayados, ortografía y puntuación de los originales.
Nuestros agregados para ordenar los textos y facilitar su mejor comprensión figuran entre corchetes.
La numeración que damos a los folios corresponde a los números impresos con sello automático color negro en el ángulo superior derecho de las hojas y que, por su regularidad y a veces la falta de correspondencia con la numeración original, muestra que se trata de una ordenación hecha tiempo después de recibidos los documentos y cuando éstos ya habían sido revisados.
Para los otros textos incluídos en este Apéndice también se siguieron las mismas pautas de edición.
Otra forma de pautar la edición, ubicando cada tema histórica y geográficamente, en Fernández Latour y Quereilhac 1984.
[Versión Nº 1]
Provincia de Mendoza, Caja 1, Legajo 39
Localidad: Palmira
[f.3v] «“El ama de la propiedad”. Es relativamente rara en esta provincia una especie de culebra negra, cuyo nombre técnico no he podido conocer a la cual el vulgo da el nombre de “ama o dueña de la propiedad”.
Esta culebra, que es de regulares dimensiones, (la única que he podido ver medía cerca de 2 metros de longitud y un diámetro de unos 5 cm. en su parte mas gruesa), vive en los cañaverales o partes boscosas de las propiedades y generalmente a orillas o cerca de las acequias o cauces de regadío.
Según la superstición corriente la vida de esta culebra es sagrada pues existe la creencia de que el día que ella muriera o fuese muerta por culpa con intervención o con la anuencia del dueño de la propiedad o de algún miembro de su familia la propiedad pasará irremisiblemente a otras manos, causando la ruina y la miseria del propietario, mal custodio y guardián infiel que permitió con su descuido la muerte del “ama de la propiedad”.
La única que he podido ver, me refería el propietario de la finca, que desde hacía unos 30 años, época en que compró el campo para labrarlo y cultivarlo, conocía la existencia de dicha culebra en el mismo lugar y entre serio y jocoso a la culebra le atribuía el haber podido conservar intacta su finca a pesar de todos los contrastes y reveses que le habían perseguido en su larga y azarosa vida de agricultor.
El hecho real es que creyendo o no creyendo dicho señor en la superstición referida jamás permitió que maltrataran al “ama de la propiedad”».
[Versión Nº 2]
Provincia de San Luis, Caja 1, Legajo 18
[sin mención de localidad]
[fs.1r-2r] «Creencias - “el familiar”. Desde tiempos muy antiguos se cree, que ciertas personas que descuellan por sus riquezas entre medio de un vecindario pobre, tienen y mantienen “una virtud especial” que le llaman “el familiar”.
Se cuenta que cuando una persona pobre o mediana en fortuna, es buena por sus bondades, cierto día, andando en medio de la soledad, se le aparece “un espíritu” en forma de animal, donde le manifiesta que lo hará rico en su especie o en lo que desea, si lo mantiene y le guarda profundo amor y secreto. Ese espíritu aparece, en forma de un burrito, un carnero, una mulita, un gato o una gran serpiente colorada.
Si dicha persona lo recibe, si es hombre lo tapa con el poncho y si es mujer con el manto. La alimentación consiste, si es animal carnívoro, carne de nonato de la mejor de su especie, y si es herbívoro se le cultivan pastos exquisitos.
Cuando el dueño tiene valor lo lleva a su casa y si no lo deja en un lugar oculto donde tiene que visitarlo periódicamente.
Mientras el amo cumple con la promesa contraída, ve siempre florecer sus ganados.
Cuando el amo muere, puede acogerlo cualquiera de la familia y siempre sigue con sus milagros, pero si se va y no lo cautivan o lo matan, el capital se hace ceniza, que no falta una causa por que no se queme.
Se cuenta una anécdota, que había un señor rico en esta localidad, que según se decía tenía “familiar”. Cuando él murió, la viuda no sabía de tal cosa; pero, una buena tarde sintió que cerca de una gran ensenada de la estancia, que lloraba un niño con llantos muy lastimeros, entonces ella fue a ver que chico era y se encuentra con una gran serpiente colorada, que la seguía, dando siempre los mismos llantos, como le tuviera mucho miedo llamó en seguida a un peón y dió orden que la matara, fue lo suficiente para que todo animal que llegara a la ensenada y se revolcara, moría al instante o al día siguiente, hasta que se termino el capital, quedando al poco tiempo la dicha viuda con su familia en la mayor indigencia».
[Versión Nº 3]
Provincia de San Luis, Caja 3, Legajo 77, 1er. envío
Localidad: Barrialitos.
[Este trabajo mereció el Primer Premio]
[f.60v] «Creencias y costumbres. Lo anotado en este cuaderno, es lo que sé, por conocido y vulgar en esta región. Llaman “tener Familiar” el criar un animal en sus casas. Dicho animal es una mascota para su dueño, que una vez perdido por cualquier causa se empobrece de tal modo que del día a la noche queda por puertas. [sic]
El familiar, lo consiguen por medio de un contrato con el Diablo, quien les dá aquel animal y sus instrucciones.
Cuentan que un señor Don Tal [sic] acostumbraba criar tantas víboras que era imposible llegar a su casa de miedo a estos animales. Cuando una persona llegaba a la casa, que él, por gusto [f.61r]echaba leche en una fuente y al instante salían los viborones de debajo de las almohadas, de la cama, de los bolsillos del dueño de casa, etc.
Otros cuentan que otro fulano, para dar una sorpresa a sus amigos, solía pasarles su cigarrera para que armaran un cigarrillo que, al tomarle, saltaba una viboraza negra haciendo culebras en el aire y casi se le enroscó en el braso. [sic] Al dueño que le salia, viendosele las viboras por el cuello de la camisa o la manga.
Cuentan que otro fulano de tal, tenía un familiar, que era un toro. Que este era muy rico. Que una vez llegado el toro al redil, balaba y las haciendas empezaban a llegar de a cientos. Una vez por un descuido, se le murió y desde ese día, no supo como ni cuando, desapareció todo su haber. [f.61v] De estos cuentos hay muchos y citan con nombre y apellido del que tiene Familiar».
[Versión Nº 4]
Provincia de San Luis, Caja 5, Legajo 123
Localidad: Justo Daract
[f.5r] «Creencias y costumbres... Es común entre los antiguos, criar una serpiente ó un escarabajo ó cualquier otro insecto raro, al que atribuyen la propiedad de favorecer la multiplicación del ganado y asegurar la prosperidad de la familia que lo posee, le llaman “el familiar”. Propiedades idénticas asignan á la “piedra besar” [sic] que suelen extraer del estómago de algunos guanacos y que ellos guardan como precioso amuleto».
[Versión Nº 5]
Provincia de Tucumán, Caja 1, Legajo 35, 2do. envío
Localidad: Finca Mothe
[f.7r] «Historia del familiar. Es muy conocida en esta región la historia del familiar: el familiar es el diablo que se transforma en un perro negro, sin cabeza, y arrastra una pesada cadena; tiene tratos con la persona que desea hacerse rica; si es un hombre, el familiar le da todas las riquezas: le aumenta el ganado, le hace obtener buenas cosechas; pero en cambio ese hombre le da su alma cuando muera y cada año le da un peón para que se lo coma.
Todos los días martes, a las 12 de la noche, dice el vulgo, sale el familiar de la finca del señor X [sic], y pasa por la población arrastrando la cadena; a su paso pelea con todos los perros que encuentra; alguien que oye pelear perros a esa hora dice: ahi anda el familiar. Va hasta una larga distancia, causando miedo y vuelve a la finca de donde salió. [f.8r] Yo he oído decir a las mujeres de los ranchos: anoche el familiar pasó por la cocina de mi casa y con la cola volteó los ladrillos del fogón; dejó el rastro que se ve hasta el camino por donde siguió».
[Versión Nº 6]
Provincia de Tucumán, Caja 1, Legajo 43
Localidad: Santa Ana
[f.1r] «Corre aqui la leyenda del familiar que se presentaba en forma de un perro bayo, arrastrando una cadena y su mirada era fatal para la persona que la veían [sic], era la muerte segura y desaparecía como por encanto sin saber a donde y en forma misteriosa.
Corre otra que dice: que en el lugar a donde está edificado el ingenio de Santa Ana, existía una enorme cueva y en ella un viborón muy grande que asolaba toda la comarca y, que era necesario darle de comer un cristiano todos los meses para apaciguar su ira».
[Versión Nº 7]
Provincia de Tucumán, Caja 1, Legajo 47
Localidad: Río Seco
[f.2r] «Es común entre la gente que trabaja en los ingenios, el que haya en estos establecimientos un espíritu al cual le dan el nombre genérico de “familiar”.
Según los datos recogidos de diferentes personas radicadas en este establecimiento, dicho espíritu se presenta en diferentes formas de animales, tales como perros, asnos, etc. resultando completamente inofensivo, si no se trata de hacerle daño.
Dicen además, que este es el que sirve de custodia y el que produce el tesoro y platal con que estan enriquecidos los dueños de los ingenios.
Citan como caso particular de la aparición del “familiar”, que en cierta ocasión encontrándose varios muchachos de los que se ocupan para juntar bagazo, que se les presentó un asno y como no hubiera personal superior que los vigilara, se entretuvieron en montar aquel, notando que cuantos mas subíase mas se alzaba el lomo del animal, por lo que dedujeron que aquel sería el familiar, resolviendo en seguida dejarlo sin producirle maltrato alguno, pues que ellos sabían que para hacerlo inofensivo era necesario no causarle daño».
[Versión Nº 8]
Provincia de Tucumán, Caja 2, Legajo 5
Localidad: Muñecas, Depto. Capital.
[f.2r] «Creencias campesinas ... - Se cree que los ricos adquieren su fortuna por intermedio del familiar. El mas bravo y ambicioso pide de todo corazón una entrevista al demonio [;] si este nota que el solicitante es capaz de resistir su visita le concede, casi siempre en un lugar apartado. Alli convienen; en que después de un determinado plazo el demonio será dueño de su alma pero antes le habrá dado todo el dinero y la felicidad que ambiciona. El demonio se convierte entonces en un animal de orrible [sic] aspecto pero manso en sumo grado y espera sirviendo fielmente a su amo el día feliz en que arrancará su alma para [f.3r] someterla en las profundidades del infierno donde han de permanecer los siglos de los siglos.
Yo he visto el familiar de D.Fulano “que Dios me perdone” decíame el campesino que me refirió esta historia. Pero asi, como el pobre gozó en esta [vida] de todo lo que quizo, vivió sus últimos años muy triste, tuvo una muerte cruel y su espíritu estará en poder de los demonios, porque mucho espantaba en la casa; los hijos no podían vivir y tuvieron que abandonarla. Aquella gente que hasta entonces había sido tan feliz; cayó en la desgracia; perdieron poco a poco sus caudales y hoy andan como nosotros peonando para estos otros ricos endiablados que, no tardarán en pagar su bien merecida culpa; mientras los pobres aguardamos la dicha en el otro mundo que es la que mas vale por ser eterna».
[Versión Nº 9]
Provincia de Tucumán, Caja 2, Legajo 53
Localidad: Tala Pozo
[f.7r] «Un compadre mio trabajaba en el ingenio de los Mendez, cuando a fin de mes lo mandó el patrón á un cuarto reservado á sacar una herramienta, cuando al abrir la puerta divisó un terrible viborón que se preparaba para tragarlo, cuando retrocedió unos pasos y echó a correr y llegó á su casa sin resuello. Al poco rato se presentó el patrón pidiéndole guarde el secreto de lo que pasó y dándole al mismo tiempo una buena propina.
Se opina que dicho viborón es el diablo que formó un contrato de darle riqueza en cambio de una persona que debía entregarla cada año. Este animal se llama el familiar».
[Versión Nº 10]
Provincia de Tucumán, Caja 2, Legajo 54, 1er. envío.
Localidad: Cañada de Alzogaray
[f.4r] «Mitos ... Familiar: es el mismo diablo que, convertido en un animal muy extraño hace que la persona que lo tiene sea un gran hacendado y que reproduzcan fabulosamente la cria ganadera. El dueño debía darle cada año uno de sus peones para que lo coma».
[Versión Nº 11]
Provincia de Tucumán, Caja 2, Legajo 55
Localidad: La Madrid
[f.9r] «Creencia popular. En cada Ingenio azucarero hay un espíritu que le llaman “el familiar” y que en forma de perro, gato, ternero o chivo negro recorre los ranchos de los peones para ver si han robado al patrón».
[Versión Nº 12]
Provincia de Tucumán, Caja 2, Legajo 68
Localidad: Manantial de Ovanta
[f.19r] «En el ingenio Nueva Baviera de Tucumán trabajaba un peón en limpiar las maquinarias del establecimiento; en una de esas veces fue arrollado por una maquina falleciendo inmediatamente porque fue despedazado; al avisarle al dueño del ingenio de lo ocurrido, dió orden de que se juntasen los restos en una bolsa y lo enterrasen enseguida.
Durante la noche el dueño del ingenio no pudo conciliar el sueño, pues una voz continuamente le decía: “tome su bolsa”; si salía de ese sitio e iba a otro lado, volvía a sentir la misma voz que le repetía la misma frase y esto se iba sucediendo cada vez mas hasta que este señor llevaba una vida intranquila.
Habiendo consultado con otras personas sobre lo que le pasaba le dijeron que se debía a que él era tan miserable y que el alma del peón, sin duda creyó que sentía por la bolsa en que lo mandó enterrar y por eso venía a entregarle.
Inmediatamente mandó que lo desenterrasen y lo pusiesen en un cajón fino, para velarlo durante toda una noche para que al otro día se le diese sepultura. Desde entonces no volvió a oir aquella voz».
[Versión Nº 13]
Provincia de Tucumán, Caja 3, Legajo 95
Localidad: Simoca
[f.3r] «Fantasmas, espíritus, duendes... Creen algunas personas que los grandes industriales deben su fortuna mas que a su dedicación y trabajo, á la protección del diablo, que bajo el aspecto de cualquier animal y con el nombre de “familiar” vive en la casa de sus protegidos.
Dicen que el anterior dueño del Ingenio Santa Ana hombre que fue millonario, tenía un familiar, una enorme serpiente; que el anterior dueño o administrador del Ingenio Nueva Baviera, Sr.Morera, tenía un perro. Se agrega que periódicamente había que sacrificar un ser humano, para tan temibles protectores.
Conozco yo una persona seria y respetable, digna de ser creida, que asegura haber visto al “familiar” del Ingenio Nueva Baviera en ocasión en que realizaba este su recorrido diario, para convencerse de que nada faltaba en sus dominios pues según parece eran estos “familiares” sumamente escrupulosos. Mi informante agrega que hasta los fierros viejos y trastos inútiles, eran colocados en un cuarto, por voluntad del que lo disponía todo. Dicen los campesinos que los señores protegidos, vendían el alma, á cambio de los millones que ganaban».
[Versión Nº 14]
Provincia de Tucumán, Caja 5, Legajo 163
Localidad: Los Lunas
[f.17] «Leyendas. Cuentan muchos que en el Ingenio Santa Ana muy próximo a la población, el dueño Señor Clodomiro Hileret tenía trato con el diablo para conservar sus riquezas y que cada año se perdía un peón, que nadie sabía lo que se hacía, pero todos creían que era entregado al diablo para que se lo comiera.
Asimismo, cuentan que tenía un familiar, que cuidaba de noche las cañas para que nadie robara. Dicen que éste era un perro negro muy grande de pelo muy largo que le colgaba como lana cuando caminaba, y que arrastraba unas pesadas cadenas que infundían miedo por el ruido que producían».
[Versión Nº 15]
Provincia de Tucumán, Caja 5, Legajo 209
Localidad: La Grama
[f.2r] «Fantasmas, espíritus, duendes. Cuentan algunos moradores que ciertas personas ricas en hacienda, tienen un familiar el que es representado por un toro negro. Este toro entra al potrero y empieza a bramar tarde la noche, ésta es una llamada á todos los animales cercanos. El dueño del familiar marca todos los animales que no están marcados. En pago el estanciero debe dar al toro cada año un hombre para que se lo coma».
[Versión Nº 16]
Provincia de Tucumán, Caja 6, Legajo 233
Localidad: Los Gómez
[f.6r] «Abuciones que tienen en Los Gomez... Dicen que de noche les sale un perro blanco con los hojos [sic] de fuego; y que es el familiar de los ricos de la localidad ó sea el diablo».
[Versión Nº 17]
Provincia de Tucumán, Caja 6, Legajo 240, 1er. envío
Localidad: Los Aguirres
[f.5r] «Supersticiones. Cuenta esta señora, y todos los habitantes de “Lules” que el dueño del Ingenio Mercedes, tenía un “Familiar” que consistía en un “Toro astas de oro”, que era el talismán para hacer su fortuna; y según los rumores éste era el “Diablo” con quien estaba comprometido para que le diera la suerte. El compromiso era que cada año le daría un hombre para comerlo.
La peonada que alli trabajaba extendía este cuento y hasta aseguraban que lo veía al “Toro” después de las 12 de la noche, llegar hasta la fábrica y que saliendo su dueño, poníale las manos en el lomo llevándolo asi al medio de los cañaverales y de alli no salía hasta que amanecía.
Dicen que cada año desaparecía un peón y que eran siempre hombres solos que ocupaban de ex profeso para ese objeto.
En el Ingenio Lules, situado en la Banda izquierda del rio, se contaba otro tanto. Dicen que su dueño tenía un terrible “viborón” el que estaba guardado en un sótano y que mas de una vez lo habían visto salir a su dueño con el dicho animal y perderse en los cañaverales saliendo de alli también al amanecer.
Y como en el cuento anterior, era este un “Familiar” que le proporcionaba fortuna á cambio de la vida de un hombre todos los años. Aqui también desaparecían los hombres solos que pasaban a ser devorados por el Familiar».
[Versión Nº 18]
Provincia de Tucumán, Caja 7, Legajo 297, 1er. envío
Localidad: Ilticio
[f.2v] [en] «Esta Colonia que pertenece al Ingenio “La Corona” cuentan los vecinos, que los cañaverales están cuidados por el “Familiar”, asi le llaman al duende, que se presenta en forma de un perro negro grande, que ronda de noche las cañas, evitando el robo en tiempo de cosecha; cuando este sale los perros aullan y las personas se encierran de miedo. Este Familiar, dicen que tiene trato con el dueño del ingenio, a quien [sic] ha vendido el alma, que la entrega cuando muere».
[Versión Nº 19]
Provincia de Tucumán, Caja 8, Legajo 303
Localidad: Quinta Agronómica
[f.1r] «En el Ingenio La Trinidad según los peones existe un duende que se presenta bajo la forma de un perro muy grande, color negro cambiándolo continuamente; recorre el ingenio sin ser visto cuidando los peones; si llega a descubrir algún ocioso, lo toma de noche, y lo introduce en su pieza (pues creen los peones que el administrador o el dueño de los ingenios tiene una pieza destinada al familiar, nombre que le dan al duende) y de alli no sale mas. De este modo trabajan todos con empeño para no ser devorado por el terrible familiar».
[Versión Nº 20]
Provincia de Tucumán, Caja 8, Legajo 306
Localidad: La Posta
[f.17v] «El Familiar. La gente trabajadora atribuyen que sus patrones ricos tienen lo que llaman “El Familiar”.
“El Familiar” es el demonio que en forma de una araña, de un perro lanudo, de un sapo, etc. permanece en la casa de los ricos, oculto en una caja de fierro.
El Familiar [d]á [a] su posesor todo el dinero que le pide a cambio del alma. Se afirma que los dueños de ingenios azucareros poseen familiares y que además de su alma, anualmente le entregan á su familiar dos peones. Cuando muere el rico, el demonio, en forma de algún bicho se introduce á la capilla para llevarse el alma».
[Versión Nº 21]
Provincia de Tucumán, Caja 8, Legajo 315
Localidad: Santa Ana
[f.1r] «El Familiar (Superstición). En toda la gente del pueblo hay la creencia de que el dueño del Ingenio, tiene un “familiar” que los protege y ayuda en todas sus empresas enriqueciéndolos en muy poco tiempo. Según ellos el “familiar” es “el diablo” que se presenta en forma de un “gran perro negro”. Recorre por las noches los cañaverales destruyendo las plagas que impedirían su crecimiento y vigilando la fábrica.
El dueño del Ingenio en pago de la ayuda prestada por el “familiar” debe darle al fin de la zafra, un hombre. El temor de ser uno de ellos el destinado para obsequiar al “familiar” hace que numerosos trabajadores pidan arreglo de sus cuentas al aproximarse el término de la cosecha y la espectativa es grande entre los que quedan, no habiendo año que no se heche [sic] de menos a un compañero que desaparece misteriosamente. A propósito de esta arraigada creencia me narraron lo siguiente sucedido en el Ingenio “La Florida”. Terminaba la cosecha.
El Administrador se encontraba perplejo sin saber cual de todos los trabajadores entregaría al “familiar”. Un día que hacía su recorrido diario por la fábrica hace una observación a un grupo de trabajadores, uno de ellos le contesta en forma poco correcta, por lo que es despedido en el acto, siendo llamado al escritorio para arreglo de cuentas.
El Administrador pensó que este hombre debería haber sido el elegido por el “familiar” y con toda amabilidad le indica que fuera a dejar las herramientas en un cuarto oscuro del depósito de herramientas. En ese cuarto estaba el “familiar”.
Cuando el hombre abrió la puerta y entró, un “gran perro negro” se le abalanzó por la espalda queriendo derribarlo; rápidamente el hombre saca un enorme cuchillo y se pone a pelear con “el perro” este lo llevaba ya mal cuando él con un terrible achaso [sic] logró cortarle la oreja izquierda, “porque es alli donde “el diablo” tiene el poder y la fuerza” venciéndolo.
Levanta la oreja y sale rápido cerrando la puerta, va hacia el Administrador y enseñandole la oreja le dice: “Vea, Ud. quiso que el “familiar” me comiera, y yo lo he vencido, no ha logrado su intento”. Ahora voy a dar cuenta a la policía de lo que Uds. hacen.
El Administrador le rogó que no lo hiciera dándole en pago de su silencio una fuerte suma.
El hombre recibió el dinero pero luego pasó por la comisaría y denunció el hecho presentando como testimonio de verdad la oreja del “familiar”. Y haciendo aplicar al Administrador una fuerte multa».
[Versión Nº 22]
Provincia de Jujuy, Caja 2, Legajo 42
Localidad: San Lorenzo
[f.14v] «Es creencia muy general de que las personas poseedoras de riquezas mantienen en su casa una gran víbora, llamada viborón o familiar, que es quien les proporciona cuánto le piden, con tal de que lo tengan bien cuidado, no haciéndole faltar leche y carne.
Muchos creen que la companía azucarera de la localidad, Leach Argentine Estatel Ltd. [sic] tiene escondido un familiar, aquien [sic], de tiempo en tiempo, le ofrendan un “chaguanco” (Indio de la tribu “chiriguanos” de Bolivia), en pago de las buenas cosechas de azúcar y para que les de tesoros».
[Versión Nº 23]
Provincia de Jujuy, Caja 2, Legajo 47
Localidad: Florencia (Ingenio Ledesma)
[f.23r] «Cuento. En este Ingenio, [Ledesma] en tiempos de Don Sixto Ovejero tenían una víbora muy grande y muy gruesa, llamábanle el “familiar” y los viejos pobladores de éste aseguran que el dueño conversaba con el viborón. Cuando se temía una helada o tenían un gran negocio que emprender pedian instrucciones al viborón y según eso daban sus órdenes al personal.
Cuéntase que cada año se perdía un hombre y se juzga que el dueño tenía compromiso de darle un hombre para que se lo comiera. También aseguran que el mismo dueño le daba trozos de carne y coca.
A ese viborón lo veían andar por la fábrica y cuando alguien quería matarlo el patrón ordenaba que lo dejaran, que era inofensivo. Se asegura que la suerte en los trabajos y la gran riqueza eran atraídas por ese especie de amuleto».
[Versión Nº 24]
[Nota: el narrador relata en Jujuy el caso ocurrido en la Provincia de La Rioja]
Provincia de Jujuy, Caja 3, Legajo 73, 1er.envío
Localidad: Vinalito
[f.11r] «Los Familiares. Recordando los inolvidables dias de mi infancia, afluyen á mi mente, frescos, como si ayer se hubiesen relatado, los cuentos con que mi abuelita pretendía hacer de mi, un muchacho juicioso, honrado, trabajador...; a pesar de incitarme y encaminarme en tal o cual sentido con sus historias; no conseguia introducir su alma madura en mi tierno cuerpo y previa paliza, optaba por contarme cuentos de condenados, purgatorio, y demás castigos que, (dicen) están reservados para las almas malas y entre estos, me contó el que a continuación relataré:
Cierto día se trataba de la gran fortuna de un señor Lázaro Martínez de Vinchina; (La Rioja) quien decian tenia familiar; -yo, no pude resistir y pregunté en que consistía y como se hacia; es -prosiguió- un animal que los ricos (dicen) acarician y que por el tienen fortuna; este animal puede ser un perro, una víbora ó cualesquier otro; al que tienen que darle de comer por lo menos un cristiano anualmente.
Para conseguirlo hay que procurarse un cántaro nuevo y un gato completamente negro; el interesado, debe elegir un lugar en el campo por el cual no transite nadie, alli, debe juntar bastante leña y poner a calentar el tinajón, cuando se note rojo de caldeado; echará a dentro el gato, el que, como es natural, no encontrará por donde salir por que el cántaro está tapado; y antes de morir llama en sus desesperados maullidos, al “gran diablo”; el que se presenta en una forma muy política y en una indumentaria muy decente; alli se firma un contrato que el diablo escribe con la sangre que de el puño de la mano derecha del interesado saca; por este pacto el demonio se compromete a dar comodidades y riqueza en todas sus formas; en cambio, exige de la otra parte el alma que después de transcurrido cierto tiempo debe poseerla satanás; si el firmante no fallece en el tiempo estipulado en el contrato, el genio del mal puede arrebatarlo en cuerpo y alma, ó apresurar su fin; en seguida el demonio le entrega el animal y desaparece en un remolino (tromba).
En Catamarca entre los trabajadores he oido varias veces que los patrones de ingenios azucareros en Tucuman tienen los mentados familiares; y aun mas, dicen: que los obreros que desaparecen nutren con su cuerpo al ogro y con su alma engrosan la infinita legión de demonios».
[Versión Nº 25]
Provincia de La Rioja, Caja 1, Legajo 4
Localidad: Chimenea
[f.7r] «Muy divulgada. “El familiar”. En esta región, es muy frecuente oir atribuir como causa de la prosperidad de las personas ricas; generalmente de los hacendados; el “familiar que dicen tienen”; el “familiar”, es un animal cualquiera; generalmente un enorme viborón, quien según la fantasía de las gentes, tiene el cuerpo cubierto de gruesos pelos ó cerdas.
Es muy esquivo y vive próximo a la estancia ó propiedad de su paternidad; si el dueño del establecimiento ó persona de él lo descubren por casualidad, se guardan bien de hacerle daño alguno».
[Versión Nº26]
Provincia de La Rioja, Caja 2, Legajo 61
Localidad: Valle Hermoso
«Brujerías ... [f.8v] En Chilecito (Rioja) contábase también que cierta familia rica que aun existe tenía en el sótano de la casa un gran viborón, que debe ser el malo, y a ese que le deben la riqueza.
Hacen muchos años ya, que en las calles se sentía un ruido infernal y que era el maldito animal que se salía a andar atemorizando a todos cuyas puertas tenían que cerrar desde muy temprano sin que les sea permitido el tránsito sino hasta unas ciertas horas de la noche».
[Versión Nº27]
Provincia de La Rioja, Caja 3, Legajo 69
Localidad: Talacan
«Supersticiones relativas a faenas rurales ... [f.5r] 4. Para aumentar los bienes; hay que criar un animal de campo, un reptil por ejemplo.- Á este, se le llama el “familiar”.- Es una especie de mascota o amuleto.-
Si muere el dueño, el animal va al campo.- Otra persona puede entonces apoderarse de él secretamente [f.5v] y seguir gozando de su influencia benéfica».
[Versión Nº28]
Provincia de La Rioja, Caja 4, Legajo 104
Localidad: Corral de Isaac
«Supersticiones relativas a los animales ... [f.5v] Los familiares. Existe, existe [sic] no la superstición sino la cruda creencia, de que ciertos individuos, crian desde pequeña una víbora y que merced a ella, adquieren grandes riquezas. Como las víboras pertenecen a Satanás, éste ayuda al que estima una hija suya, pero cuando muere va su alma al infierno.
A muchos individuos les atribuyen la crianza de víboras o “familiares” y como no es de este lugar, omito la consignación de nombres propios».
Versiones 29-39 inclusive, publicadas en 1984 por B.E.Vidal de Battini (relatos del 2293 al 2303)
Las fechas de estas leyendas, como las llama dicha autora, iban entremezcladas de 1946 a 1968; aqui se reproducen manteniendo la numeración original de los relatos, pero en orden cronológico.
[Versión Nº29]
Jujuy - 2293 - El Familiar del Ingenio “La Esperanza”
«Esto del familiar del Ingenio “La Esperanza” era muy sonau hace muchos años, cuando recién hi caido por aquí. Resulta que los patrones del Ingenio para hacerse más ricos habían teniu un contrato con el familiar, que es el diablo, de darle cada año un pión pa que lo coma. Y dicen que lo cumplían y ‘taban cada día más ricos. Todos los años dice que desaparecía un pión y nunca se sabía ande se había ido ni qué si había hecha. Áhi, en la fábrica, dice que los gringos tenían un cuarto oculto con herramientas ande vivía el familiar. Entonces mandaban a ese cuarto a un pión para que saque herramientas. Y siempre tenía que ser uno nuevo, que recién haiga veniu a estos trabajos. Dicen que el hombre dentraba y no salía más. ¿Quí había síu? Que el familiar se lo comía. Hasta qui un día había caido uno, no sé de qué lau era. Dice, claro, que éste ya ‘bía oido hablar de esto, por eso dice que andaba con una cruz grande colgada en el pecho y un rosario en el cuerpo. Bueno...
Un día lu habían mandau a sacar no sé qué del cuarto. El hombre había entrau con un buen puñal en la cintura, la cruz grande en el pecho y el rosario. Él, qui había entrau, li ha saliu el familiar a comerlo. Pero, nu había podíu hacerlo gracias a que llevaba la cruz y el rosario. Y el hombre li había hecho frente al familiar y lu había peliau en forma, Y al fin había salíu lastimau, arañau la cara, las manos, rota la ropa, pero nu había podidu comerlo por la cruz y el rosario; si el hombre no podía peliarlo con su facón lo come no más. Entonce los patrones lu habían llamau al escritorio, li habían pagau una punta de pesos y no sé qué más para que no avise a nadie y se vaya. Y el hombre se jue bien pagau. Bueno... desde entonces no si ha oido hablar más de que haiga comíu a otros el familiar».
Medardo Cazón, 26 años. Providencia. San Pedro. Jujuy. 1946.
El narrador ha trabajado en ingenios azucareros de la Provincia.
[Versión Nº30]
San Luis – 2300 - El Familiar
«Fijesé que yo había salido una vez para el lau de Quines a comprar una vaca. Llegué a la casa ya a la oración, porque está más lejos de lo que yo creiya. Entó don Cosme ya me dijo que desensillara y pasara pa las piezas, que del negocio hablaríyamos el otro diya. Cómo estaba cansau, después de cenar tendí el recau debajo del alero de la galeriya, donde habiya varias postas de carne colgadas. Me tapé con la lona, po el sereno y por si gotiaban las postas. Tarde´e la noche sentí un golpe en los pies, pero creyí que seriya que algún gato dañino había voltiao una de las postas, y seguí durmiendo. Cuando me dispertí de nuevo, ya estaba por querer clariar, y al mirar sobre la lona vide un bulto negro, redondo. Entó me pregunté: —¿Qué diablo es esto? Al ver que se movía y que era un viborón, me levantí di un salto y fui a buscar un palo pa matarlo, cuando siento que don Cosme me grita: —Déjela tranquila, que no le va a hacer nada. Es el familiar pa que paran las vacas y abunde la majada. Entó comprendí que era un familiar y no l’hice nada. Con razón esti hombre teniya tantas vacas.
Juan Rodríguez, 42 años. Embalse San Felipe. Pringles. San Luis. 1947.
Campesino. Buen narrador.
[Versión Nº31]
Tucumán – 2296 - El Familiar
«En el lugar se conoce, entre la gente, la creencia de que existe un animal que le dicen el familiar. Su misión es cuidar el patrón y los bienes del ingenio. Hay personas que lo ven cruzar de noche o a cualquier hora del día; mientras unos lo ven, otros no lo consiguen. Dicen que lleva una cadena larga y pesada que arrastra; nada lo detiene y atraviesa paredes o pantanos sin que se logre herirlo, porgue nadie tiene coraje de hacerlo. No sólo aparece en forma de perro sino también en forma de persona o muía, o cerdo, u otro animal. Es común esta creencia en todos los ingenios. Dicen que el dueño del ingenio tiene que darle todos los años un hombre para que coma el familiar».
Delina C. B. de Paliza. Ranchillos. Cruz Alta. Tucumán. 1951.
La narradora es maestra de escuela del lugar.
[Versión Nº32]
San Luis – 2298 - El Familiar
«Don Olmos, de La Majada, tenía un familiar. Era un viborón negro y con cerdas en la cabeza. Lo guardaba en una petaca. Por lo general, los familiares son víboras negras, por eso el pueblo recomienda no matar a las víboras negras que se encuentren, porque puede ser que a uno le salga la suerte de un familiar. Don Olmo tenía una cantidad fabulosa de ganado. Cuando realizaba ventas anuales de vacunos o yeguarizos, contaba el dinero delante del familiar. Dicen que el familiar se le subía por las manos y se le enroscaba en el cuello, en la cintura. Este hombre vestía en una forma tan miserable, que muchos que no lo conocían lo tomaban por indigente. Así, como en el caso de don Olmos ha habido muchos casos de hombres que si han enriquecido por la suerte que les da un familiar. Como eso es cosa del mandinga, cuando el dueño se muere y no pasa el secreto a otro, el familiar, como no lo atienden ni le dan de comer, también se pierde, se muere y toda la fortuna desaparece».
Eduardo Martín, 18 años. San Francisco. Ayacucho. San Luis. 1951.
Nativo del lugar. Ha cursado la escuela primaria.
[Versión Nº33]
San Luis – 2299 - El Familiar
«Un señor Amaya, rico hacendado de San Francisco, tenía, según es creencia de todos, un familiar. Unos dicen que era viborón negro, y que para el carneaba todos los días una vaca y le daba los menudos. Lo tenía encerrado en un corral de pirca[32]. Según otros, era un torito negro petiso, aspudo, que vivía en una quebrada. Cuando el dueño quería reunir la hacienda, hacía que el torito balara, y el ganado lo rodeaba inmediatamente. Amaya era muy rico, tenía la plata enterrada, y la extendía de vez en cuando, sobre cueros para asolearla».
Eduardo Martín, 18 años. San Francisco. Ayacucho. San Luis. 1951.
Nativo del lugar. Ha cursado la escuela primaria.
[Versión Nº34]
Corrientes – 2303 - El Teyúyaguá
«Dice que aquí, en Santo Tomé, un sacristán cuidaba a una viborita. Un día, él, bañándose, dice que la viborita le apareció. Él la cuidó. Él iba todos los días, a una hora especial y le daba comida. La víbora se crió muy grande. Dice que era como víbora y la cabeza como perro. Ése é el teyúyaguá[33]. En Santo Tomé saben todos. Dice que es cierto. Dice que era cerca de la Marina[34]. Dice que ahí hay sótano, que quisieron entrar pero, no se puede. Que hay sótano que hicieron lo jesuíta, que va desde la iglesia hasta el río.
Dice que el padre, el sacerdote, supo eso y lo trajo preso al sacristán. Y al otro día cuando él no apareció a darle de comer, la víbora salió rompiendo la tierra. Vino hasta la iglesia adonde lo tenían preso al sacristán y lo llevó. Y no se supo más nada de él. Por eso quedaron esos zanjones en Santo Tomé, porque partió la tierra por donde anduvo el teyúyaguá enojado. Y es cierto, dicen todo. Eso zanjone de Santo Tomé son hechos por el teyúyaguá. Dice que eso teyúyaguá protege a lo que lo crían».
Catalino Mazo, 15 años. Santo Tomé. Corrientes. 1952.
La leyenda explicativo-geográfica contiene rasgos de de El familair [sic].
[Versión Nº35]
Tucumán – 2295 - El Familiar y la Virgen del Rosario
«La finca muy grande ande ‘stá la laguna Riarte, es de propiedá de la Virgen del Rosario. En esos lugares había un señor que era muy rico. El señor se llamaba Pedro Mende.
Ante de que compró la propiedá ese señor, fue encontrada la Viren [sic] del Rosario. El que la halló a la Virgen era un viejito llamado José María González. La encontró en una mesada y áhi li han hecho construir el oratorio. Él la encontró parada, con el manto puesto como una aparición. Ese señor Mende, según cuentan los antiguos, tenía trato con el diablo y terminó en un convento. Que era acionista de cinco ingenios[35]. Tuvo miedo, cuando ya era de edá y buscó la religión. Dicen que muchos ricos de los ingenios, los más ricos, tienen trato con el diablo. Por eso son tan ricos.
Dicen que él tenía el convenio con el diablo de dar una persona todos los años al diablo, o que llaman familiar. Ese familiar le cuidaba los bienes y se los aumentaba muchísimo.
Unos dicen que el familiar tenía forma de víbora. Este señor le entregaba al familiar una persona, uno de los homibres que iban a pelar caña, uno por año. Este hombre desaparecía y nunca se sabía nada de él. Eso mismo pasa en muchos ingenios.
Como la finca que él tenía era de la Virgen del Rosario, podía ser un milagro de la Virgen que este señor se salvó en la religión».
Francisco José Almonacid, 30 años. San Pedro de Colalao. Trancas. Tucumán. 1957.
[Versión Nº36]
San Luis – 2301 - El Familiar
«En la Carolina[36] vivía un don Amaya, que era un hombre riquísimo. Ponderan las riquezas en animales, en chafalonía, en dinero y en campos que tenía. Y tenía muchísimos piones pa que le cuidaran la hacienda y las chacras. Habían notau los piones que él los despachaba a todos pa un lau y quel s’iba pa otro. Y ellos, claro, lo comenzaron a aguaitar pa descubrir qué misterio encerraba éste. Y ya lo vieron que se descolgaba por una quebrada muy fiera, muy honda y tupida. Y ya que algunos se covoyaron pa seguirlo de cerca. Y ya cuando llegaron vieron que le salía al encuentro una mulita chiquita, y que don Sisto le hacía cariño y la palmiaba, y la hacía jugar como a un niño. Y claro era el familiar. Por eso este hombre era tan riquísimo. Y cuando murió don Sisto, como era del familiar la hacienda, di un modo u di otro, se acabó todo. Y claro, naides supo nada del familiar y seguro que lo dejaron morir».
Juan Lucero, 75 años. El Durazno. Pringles. San Luis. 1960.
[Versión Nº37]
Salta[37] – 2294 - El Familiar
«Tiene la creencia la gente que viene a los ingenios a trabajar todos los años, que el dueño del ingenio tiene, dentro de la fábrica, un ser diabólico que cada año tiene que comerse alguno de los que vienen a la cosecha. Ellos se lo imaginan, o cuentan que es un perro enormemente grande, malo y que está siempre aí acecho de cualquiera que pase por ahí para comérselo. Como todos los años siempre ocurre algún accidente en esas grandes fábricas, cuando muere alguno, dicen: —¡ Ah! —dice—, ¡el familiar ya se ha hecho la víctima! Quiere decir que el familiar ya se ha comido alguno. Si ocurre otro accidente piensan que el familiar está hambriento y que se ha comido a otro más, y que sin duda, como no hay dos sin tres, tiene que ocurrir un tercer accidente, que ellos creen que es el familiar el que se los come. Tienen cuidado cuando pasan por la boca de la caldera, porque el accidente más frecuente es que el hombre resbale y se caiga a la caldera y muera ahí carbonizado. A la caldera antigua, que funcionaba con leña, porque hoy casi todas las calderas funcionan con gas. También ocurren accidentes en el trapiche donde va el obrero a tirar la caña. Se resbala y puede caer dentro de la cinta, esa que dicen que transporta ]a caña hasta el molino, y por supuesto, lo tritura completamente ahí. También piensa que es el familiar que se lo ha comido porque de ese lugar no lo pueden sacar más. Desaparecen completamente. Ellos creen que el familiar le da al dueño la suerte y la abundancia. Así que cuantos más se come el familiar, creen que es año de mayor provecho para el dueño del ingenio».
Delia Corvacho de Saravia, 46 años. Lote Paulina. Ingenio Ledesma. Ledesma. Salta[38]. 1963.
[Versión Nº38]
La Rioja – 2302 - El Familiar
«Había una vez un peón que era mes o menos de edá, este señor, y un día nos contaba a nosotros como cuento, un caso del familiar. Dice que había una familia en un pueblito di aquí cerca que se llama Pidriochi. Había una familia bastante rica. Era di apellido Martínez. Tenían grandes fincas, viñedos... Entonces este señor contó que cuando él estaba de peón ahí, había muerto el señor de ahí de la finca, el dueño, el patrón. Y que ellos sabían que en un sótano de la casa tenía un viborón grande, y que a ése lo alimentaban con leche. Ese viborón grande que tiene unos ojos como gato y tiene cerdas en el lomo, no es muy largo, pero sí muy grueso, es el que les daba la fortuna, que les daba la riqueza. Pero, cuando murió el señor, los que ‘taban en la casa no sabían, no lu alimentaban. Entonces este viborón, no saben deque forma ha llegau al cementerio que queda más o menos como tres o cuatro kilómetros del pueblo. Que en el cementerio, qui un día que lu habían visto en un pimiento, o sea el aguaribay, que estaba subido ahí el viborón éste, el familiar, que estaba arriba del pimiento. Y al tiempo, porque al lado de este pimiento estaba el mausoleo de ellos, al tiempo, dicen, que el cajón estaba vacío. No sé quién se fue a mirar ahí cuando abrían, y que parece que el cajón estaba vacío. Piensan que este familiar se ha metido ahí y que lo ha comido.
Entonces, cuentan también de que se va toda la riqueza y parece que es así, porque mis ojos lu han visto, que esa familia ha perdido todo, todos los bienes que tenían del padre. Por cuentas, quién sabe por qué causas serían, han quedado sin las fincas. Han pasado a manos de otros y hoy no tienen nada, nada, en ese pueblo. Claro, ha muerto el familiar. AI familiar le daban leche, le daban de comer leche. Y los peones viejos dicen que sabían ver al señor, al amo, que li iba y le daba de comer, ahí, en el sótano. Pero cuando él ha muerto, no le han dau de comer, y este bicho lu ha seguido. Porque dicen que este familiar tiene parte del diablo. Dicen que cuando lu encuentran al familiar, así en los cercos por ahí (cercos se llaman deslindes de ramas y piedras) áhi, que se lo puede criar. Llevarlo a la casa, meterlo en un cajón y darle de comer. Darle leche, lo único qui hay que darle, leche. Entonces, este bicho les trae suerte. Se lu hace entrar en un cajón, ponerle así, cosa de hacerlo caminar y que entre. Es una víbora muy grande.
Hace más o menos como seis años que sale uno acá, en el pueblo, en el río, pero no lu han visto, sino qui han visto las huellas que deja, anchísimas. Decían que unos trabajadores que estaban haciendo unas defensas que si hacen acá, en el río, para evitar que la creciente entre en las fincas, lu habían visto meterse ahí en la defensa, pero que piensan que es el familiar por los ojos, porque tiene unos ojos enormes como un gato, unos ojos grandísimos, y claro, no lu han podido matar, ni nada».
Antonia Díaz de Páez, 46 años. Los Sarmientos. Chílecito. La Rioja. 1968.
[Versión Nº39]
Catamarca – 2297 - El Familiar
«El familiar dicen que es una serpiente que la crían en la casa y la mantienen con leche. Entonce eso le da fortuna al dueño. Hilaré [sic por Hileret], en Tucumán, tenía familiar. Él tenía un familiar. Y que cada mes, el que veía mucho o molestaba mucho lu hacía comer con el familiar. Lu hacía comer, claro, al peón. Y había un chileno, que tenía al San Antonio en la boca. Y lu habían mandau pa que lo coma el familiar. Y salió a las doce de la noche el familiar y él lo pelió, le cortó las orejas, y lo mató al familiar. El San Antonio lo salvó. Claro, que el dueño perdió casi toda la fortuna».
Ramona Virginia Villafañe de Coronel, 86 años. Catamarca (Capital). 1968.
Nota
El Familiar - Relatos del 2293 al 2303
La leyenda del animal diabólico, el Familiar, que se cría secretamente para lograr las mayores riquezas en los bienes personales, ha tenido gran difusión en el país. En la actualidad, en ciertas regiones ha desaparecido, pero en otras pervive con intensa credulidad. El misterioso ser protector de la fortuna nace de un trato hecho con el diablo. El rico que así adquiere fabulosa fortuna es mirado con temor y con desprecio por el pueblo. Cuando muere el dueño de un Familiar, generalmente la fortuna desaparece. El Familiar tiene la forma de una serpiente o de perro; rara vez la de otro animal. En los Ingenios Azucareros se asegura que existen Familiares encarnados en un perro que cada año exige que se le entregue un obrero para comerlo. Las 11 versiones que damos del Familiar confirman y explican la leyenda. El motivo del genio protector de la familia tiene gran antigüedad en la mitología y en la tradición popular. Entra en el III grupo de la Clasificación Internacional[39].
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Las que siguen son versiones recopiladas por nosotros cuando reuníamos material para preparar la primera presentación; otras fueron publicadas, y puede que haya algunas más.
[Versión Nº40]
Este es el único texto que conocemos en el que se describe la instalación de un ingenio azucarero en la zona boscosa de la provincia de Santiago del Estero, sin fecha precisa. El relato data de c.1930 y fue publicado en 1947.
«... Ahora divisábamos a lo lejos una alta chimenea que sobresalía del monte bajo. Nos paramos bajo un algarrobo centenario, en cuyas ramas se posaba una enorme bandada de tordos. Mi hermano comenzó su historia. En aquel lugar vivían viejas familias criollas, mezcla de españoles e indígenas. Cultivaban el maíz, del que sacaban subproductos substanciosos para la comida diaria. Manadas de hacienda menor pastaban en el bosque, reproduciéndose para convertirse en suculentos tasajos y charquis curados para el locro tradicional. Vivían pacientemente, sin otra ambición que la de esperar un año de buena lluvia en el que se vieran el choclo granado y el zapallo maduro con sabor a mieles. Un día llegó al lugar un señor con grandes rollos de papeles bajo el brazo. Junto a él, graves señores apuntaban en sendas libretas cifras fantásticas, mientras otros clavaban mojones de un lado y de otro de la picada que abría la peonada.
Al cabo de un tiempo se levantaa un edificio grande con maquinarias. Una chimenea larga alcanzó la altura del quebracho más viejo, y cientos de hombres conchavados desmontaron grandes extensiones de terreno, lo araron y un día surgió la caña de azúcar, que habría de convertirse en el ingenio en blancos panes.
El propietario del ingenio era un ogro. Al tiempo de estar la industria en funciones, los pequeños sembradíos del criollo se fueron raleando, ya que las faenas del ingenio ocupaban de sol a sol al hombre de la casa. Así, este descuidó el sustento seguro que poseía, por el mísero jornal que ganaba en la zafra, el que quedaba casi totalmente convertido en vino en las parrandas de los sábados o en la explotación inicua de la proveduría.
A medida que el ingenio crecía y su propietario prosperaba en forma ostensible, el criollo del lugar se sumía en la más honda miseria. Ya no era solamente la dura jornada diaria, sino las enfermedades que el excesivo trabajo y el mal alimento habían provocado. Día a día, un trabajador agotado caía entre la muela trituradora y su sangre se diluía en la melaza y el bagazo.
Entonces se dio en decir que en el sótano del ingenio había un “Familiar”, una enorme víbora de dos cabezas que le daba suerte al propietario del ingenio y que se alimentaba de la sangre de los peones que caían en las calderas agotados por el trabajo.
Corrió la leyenda por todo el lugar, y poco a poco se fue despoblando la zona, hasta que el dueño, desesperado, vio su ruina y tuvo que paralizar la fábrica. Pero no terminó ahí el cuento. Una mañana vieron salir al viborón del sótano y dirigirse a la casa donde habitaba el dueño con su familia. La exterminó totalmente y luego se refugió en la enorme chimenea, donde habita desde hace muchos años. Cuando uno se acrca a este lugar totalmente desolado, la chimenea se mueve, porque la víbora se despierta y trata de devorar a todo el que se acerca». (Molina Téllez 1947: 78-79).
[Versión Nº41]
[Versión Nº42]
[Versión N°43]
«Cosecha amarga – Historias de vida y lucha de los últimos zafreros de Tucumán», nota por Luis Pazos y fotos por Alejandra López, publicada en Viva, revista del diario Clarín, Buenos Aires, 9-7-1995.
«Mitos y leyendas. El perro del patrón. No solo la pobreza y sus consecuencias habitan los ingenios. También el mito es parte de ellos. El mas famoso de todos – y el mas temido – es el “Familiar”. Según los zafreros, la riqueza de los patrones es el resultado de haberle entregado su alma al diablo. Como recompensa, Satanás les dejó un perro negro, enorme y feroz que se llama “Familiar” y tiene una característica muy especial: se alimenta de carne humana. Para cumplir con el pacto, y seguir conservando lo que tienen, los patrones deben entregarle, a manera de sacrificio, un peón para que lo devore. Pero no un peón cualquiera. Por lo general, los sacrificados son los perezosos o los ladrones. Durante el día, “Familiar” permanecía escondido en el depósito de las bolsas de azúcar. Era de noche cuando salía a recorrer el ingenio. Sin embargo, había una manera de ahuyentar al monstruo: bastaba con tener una cruz en la mano o un puñal con forma de cruz. Dice María Eugenia Valentié, máxima estudiosa del tema en la Argentina: “El “Familiar” puede interpretarse como un fenómeno revolucionario que, al denunciar la injusticia, puede engendrar actitudes liberadoras. De todos modos, la persistencia del mito parece indicar que, todavía, el “Familiar” anda suelto». (Pazos & López 1995: 69).
[Versión N°44]
En carta del 5-10-95, desde Tafí Viejo (Tucumán), la Prof. Ana Carbonell de Noriega me escribía que cuando su padre era administrador del ingenio Cruz Alta, ellos vivían en el mismo predio, en una casa estilo inglés. La gente decía que en las calderas, que estaban frente a su casa, allí estaba un Familiar y ella se asustaba con eso. Un santiagueño que trabajaba en las calderas le dijo que el Familiar se paseaba siempre por allí arrastrando cadenas, y que era de color blanco; por eso, si llegaba a escuchar ruido como de cadenas, ese era El Familiar que andaba por ahi.
En 1995 la gente de Cruz Alta todavía no quería hablar del tema porque «cuanto más se habla de esto, el Familiar puede aparecer». Uno de los tractoristas le dijo, muy serio, que él lo vio una noche que iba pasando entre los perros que le ladraban y que arrastraba unas cadenas. Otro, un capataz, no quería hablar del tema hasta que finalmente le dijo que el capataz era El Familiar porque «... en otras épocas se decia que el capataz castigaba en realidad a los obreros y cuando se le iba la mano y los mataba le atribuía esta muerte al Familiar». Otra persona del mismo ingenio, una mujer que cebaba mate a la gente del taller de agromecánica, cuando le preguntó del asunto se fue y no quiso decirle nada.
[Versión N°45]
Sr. Osvaldo Rodriguez, Mendoza. 3/9/95, com. pers.
«En Cuyo, la forma del Familiar es la de un viborón cerdudo y grande (boa o ampalagua). No tiene un color particular. No se le da de comer una persona por año. Vive cerca de la casa y el dueño lo protege. El diablo le da riquezas a cambio de su alma».
[Versión N°46]
Noticia publicada en la sección Información General del diario La Nación, Buenos Aires, 12-2-1997. No pudimos conseguir el diario del día anterior donde, tal vez, se relataran con más detalles las causas del accidente. Chumbica (sic por Chumbicha), el pueblo origen de los trabajadores temporarios, golondrinas, está en la provincia de Catamarca. El contingente se dirigía a Chilecito, en la provincia de La Rioja, para la «cosecha de uva» (sic por vendimia). El texto de la nota del periodista tucumano Héctor Domingo Padilla es por demás confuso, ya que no explica la relación de El Familiar de Clodomiro Hileret, ligado por tradición a la zafra azucarera, en un contexto de vendimia. Las irregularidades del título de la nota bien se podrían extender al contenido de la misma, pero aquí interesa señalar el uso de la «temida creencia» para contextuar la presencia del entonces gobernador de Tucumán en el velorio.
[Versión Nº47]
Copia de mi libreta de campo, de los comentarios de dos hombres de entre treinta y cuarenta años de edad, ambos nacidos y habitantes de la ciudad de San Luis, donde se desempeñaban, uno como funcionario de la gobernación, y el otro como chofer de auto de alquiler. En la edición de 1999 el texto que sigue era la nota 1.
«Una persona nos comentó en la ciudad de San Luis (septiembre, 1998) que aún continuaba allí la creencia en El Familiar pero explicó que alguna gente criaba “esas víboras” en las casas de campo porque comen ratones.
Sobre la existencia de estos animales hoy día, otra persona, en la misma ciudad, nos dijo que todavía había “gruesas víboras negras en el campo” y contó que hace diez años (siendo él un muchacho de veinte) había ido a cazar con amigos y un baqueano “muy viejo”. Éste iba hurgando entre las matas con un horqueta hasta que “pescó” una víbora negra de unos 15 cm de diámetro y sujetándola firmemente con la mano cerca de la cabeza, la cortó de un solo golpe de machete; también le cortó “la cola”, le quitó el cuero y lo “acomodó”, la abrió y limpió por dentro y la preparó asada. Todos los presentes comieron un pedazo de carne, incluído el narrador quien al principio se resistió pero ante el argumento de que “esta es comida solamente de hombres” comió también “porque ya me tocó el orgullo”. Agregó que la carne sabía como la de conejo. Si bien este relato admite otra lectura, aquí nos interesa el tema de la existencia de estos animales en la zona hasta hace no mucho».
[Versión N°48]
Nota sin firma publicada en el diario El Tribuno, Salta, 6-3-2019. Si bien el texto y sus contradicciones admiten otra lectura, aqui interesa la descripción del personaje, que es una síntesis de varios de los que registra el Folklore del norte argentino; acorde con el desconcierto del texto, el editor tomó la ilustración del mismo de una página acerca de la leyenda del Lobizón.
«Apareció “El Familiar” en un ingenio azucarero del norte
6 de Marzo 2019 - 12:20 Es la primera vez que sale a la luz testimonios de efectivos de seguridad que dan fe de la existencia del horrendo personaje demoníaco.
Según las creencias populares es un espíritu devorador de hombres que ronda los cañaverales. Existen varias versiones que hacen referencia a su aspecto, algunas lo asimilan a un viborón, otras a un perro, mientras que muchas lo pintan con rasgos humanoides.
Lo cierto es que noches atrás, en el departamento Orán, un joven de 23 años oriundo de Embarcación fue espantado en plena faena. De acuerdo a testimonios, el trabajador, quien se desempeña como sereno de una máquina en uno de los numerosos puestos de un ingenio azucarero del norte provincial, llegó a eso de las 18.
“Este chango[40] es empleado de una contratista del ingenio[41]. La máquina que cuida está a varios kilómetros del puesto donde están los piletones de vinaza. Eran como las 20.30 pasadas, yo estaba sentada junto a la puerta de la casilla re entretenida escuchando música y cantando fuerte (al son de diferentes ritmos), porque a esa hora no hay nadie. Estaba re en otra cosa”, contó la mujer de seguridad, cuya identidad es reservada».
Luego relató en un medio local: “De repente se apareció este chico y no le salía la voz, como cuando estás ronco. Así, medio tartamudeando me dice, comue[42]... se, se, señora la puede llamar a mi mamá. El susto que me pegué yo al verlo así parado enfrente mío, después de aparecer de la nada. Y ahí me paro y le digo ‘qué hace acá’, y se quedó mirándome. El chango quería llorar. Lo hago sentar en la silla, pero me dijo que no y se sentó en el piso. Le di agua, le mojé la cabeza y le dije que se tranquilice (sic)”. Los minutos se hicieron eternos y aterradores en el solitario puesto azucarero, donde reinaban el susto del muchacho y los interrogantes de la puestera. Fue entonces que el joven le confesó: “Me querían agarrar. Yo pensé (en un primer momento) que lo querían asaltar, pero cuando se logró calmar (un poco) me dijo que estaba arriba de la máquina y comenzó a sentir que le tiraban piedritas al frente de la maquina, en el vidrio, y luego piedras más grandes al techo. Fue entonces que se baja de la máquina, agarra la linterna y ve una sombra gigante de un hombre con un sombrero. Y esta sombra le grita fuerte: “Yaaaa te vas de acá. El chango entonces agarró su mochila y empezó a correr”, sin parar.
La distancia entre los piletones de vinaza[43] hasta el puesto de control, según comparó la mujer, es similar a la que existe entre Hipólito Yrigoyen y Orán (unos 16 km). “Es muchísimo para que corra (una persona)”.
“El mientras corría miraba hacia atrás y veía la sombra que lo seguía, y era como que lo quería agarrar. Cuando se cae, en un momento, buscó en sus bolsillos el celular, pero del miedo rompió los dos bolsillos del pantalón. Cuando yo hice que saque las manos, tenía los dos bolsillos en la mano. Tenía los ojos como que se le querían salir, la cara pálida”».
El desenlace
La mujer dio aviso a la empresa de seguridad, para que se comunicaran rápidamente con los superiores del joven trabajador y tomaran nota de la situación. “En eso que lo estaba calmando, una mesa de hierro pesadísima (que hay en el puesto) se dio vuelta y quedó patas para arriba. Como que alguien la tiró. En eso llegó el seguridad Yáñez y el la vio así. Ahí nos dimos cuenta que el Familiar se lo quiso llevar y que lo había seguido hasta le puesto. Yo no me asusté porque a esa historia me la conozco, pero el chico se puso a llorar y me repetía que se quería ir con su mamá. No sabía como actuar en ese momento, tenía miedo que (al joven) le agarrara un ataque, porque estaba muy asustado. Finalmente me fui cuando llegó mi relevo”.Tras tomar estado público en medios locales el aterrador suceso, solo se habla de este terrible demonio en las localidades de los departamentos Orán y San Martín, y pocos son los valientes que se muestran predispuestos a hacer de serenos por estos días.
Según la leyenda, el Familiar come sólo carne humana y suele rondar los galpones de los trabajadores de los ingenios. Sólo quienes han sido víctimas del Familiar lo conocen, señalan. No es posible matarlo ni herirlo con armas blancas ni de fuego. Sin embargo -señalan- es posible escapar con vida de sus garras mostrándole la cruz que se forma con cabo de un puñal».
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Agradecimientos
Institucionales: Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET); Instituto Nacional Superior del Profesorado de Folklore (actual Área Transdepartamental de Folklore de la Universidad Nacional de las Artes); Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano; Museo del Cine «Pablo C. Ducros Hicken».
Personales: Rodolfo Braceli, Ana Carbonell de Noriega, Ma. Azucena Colatarci, Fermín Chávez, Simón Feldman, Graciela Lucero, Hugo A. Pérez Campos, Teresa Piossek Prebisch, Osvaldo Rodríguez, Alberto Sorzio, Elsa Rosenthal de Sosa, Mateo Amado Sosa.
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Margarita E. Gentile L.
Ex Investigador CONICET, Museo de La Plata.
Ex Profesor titular ordinario, Cátedra
Instituciones del Período Colonial e Independiente. Universidad Nacional de las Artes, Buenos Aires.
Correspondiente por la Academia
Nacional de la Historia, Perú.
Responsable del Proyecto «Estudio de las miniaturas de las capacochacuna procedentes del volcán Llullaillaco (provincia de Salta, República Argentina)», Museo de Arqueología de Alta Montaña, Salta.
NOTAS
[1] Acerca de la historia de la Encuesta, ver Fernández Latour, 1981; también un resumen en la página del INAPL, https://enf1921.cultura.gob.ar/.
[2] En esta cuenta no incluyo los que copié y luego no publiqué por falta de pertinencia.
[3] Nuevo, que no se lo había usado antes.
[4] En 1939, Vidal de Battini formó parte de una comisión que ordenaría la Encuesta de 1921 y proyectaría otra a fin de reunir material que luego se seleccionaría para distribuir en las escuelas primarias (Carrizo 1953: 21).
[5] Esas versiones corresponden a encuestas realizadas en años posteriores, y que ella conservó en su archivo personal, actualmente en la provincia de San Juan (González & García 2013).
[6] Esta reticencia la encontré, años después, entre mis tesistas universitarios quienes, a pesar de la cantidad de información disponible, ninguno quiso trabajar el tema de San La Muerte, razón por la cual reuní los datos y los publiqué. Hay más casos similares, e interesantes como objeto de estudio en Antropología.
[7] Chertudi decía que dicha Encuesta no había sido catalogada, aunque sí lo estaba a partir 1925; esa catalogación se publicó, precisamente, en los Catálogos que abarcaron todos los legajos.
[8] Siguiendo a Thompson [1946] 1953, en una solución de compromiso Cortazar agregaba que: «Los motivos... pueden ser ubicuos y universales, o por el contrario, mostrarse modelados por el ambiente geográfico y social. Por lo común «son acontecimientos o sucesos sencillos, actores humanos, animales o seres sobrenaturales, o bien algún elemento en el fondo de la acción, como objetos mágicos y toda clase de maravillas» (Thompson 1953:24). Para usar términos de actualidad, podrían ser comparados con los «átomos» que constituyen la “molécula” del cuento». (Cortazar 1964: 97).
[9] Ejemplos de estas distancias sociales en proyecciones literarias tradicionales: José Vicente Solá, en su Diccionario decía: «Familiar. V. Salir de su cuidado una mujer. Término escuchado en la región de la costa de los ríos Dorado y del Valle.». Juan Carlos Dávalos, hasta donde sabemos, no incluyó a El Familiar entre los temas de sus cuentos y poemas que sí se refieren a otros personajes «folklóricos» como El Duende, pero el rural, no El Duende urbano de quien se decía en los años ´30 que en vez de sombrero colla llevaba sombrero de copa (galera o chistera) y personificaba al propietario del ingenio San Martín del Tabacal (Salta), Robustiano Patrón Costas (1878-1965). Por otra parte, c.1940, los ingenios La Esperanza, Ledesma y Calilegua (Jujuy), y San Martín del Tabacal (Salta) tenían cada uno un Familiar que era un perro; no así La Mendieta (Jujuy), que no tenía ningún Familiar; y el Familiar del ingenio San Isidro Labrador (Salta) era un viborón que habitaba cerca de las tumbas antiguas y derruídas, y se decía que devoraba a quien intentara saquearlas (Hugo A. Pérez Campos, inf.pers.). En plan de adaptaciones, y sin salir del tema, en una de sus versiones el Duende del ingenio Hileret (Tucumán) lleva, en los años ´80, un fusil, no una horquilla como decía Gutiérrez de Prado (1998). La «confusión» del Duende con El Familiar tal vez merezca otra atención.
[10] Carta de William J. Thoms (a) Ambrose Merton, revista Athenaeum, Londres, 1846.
[11] Los ingenios azucareros del NOA estuvieron en auge desde mediados del siglo xix (Guy 1981; Rosenzvaig & Bonano 1992).
[12] Sobre los zombis en Haití y su relación con el vudú, ver Mètraux 1958: 249-252, entre otros autores.
[13] Pero en el siglo xix la agricultura de esa región era de subsistencia debido a la erosión, a la falta regular de agua y al traspaso del interés comercial hacia la tala de los montes de algarrobo (Prosopis), proceso este último que contribuyó definitivamente a la pérdida de los terrenos fértiles.
[14] Juan de Betanzos contaba que los señores andes, es decir, los curacas de territorios ubicados hacia el este de la cordillera, criaban en sus casas grandes culebras mansas a las que alimentaban con carne (1987 [1551]: 94). El amaro y el machacuay no tienen veneno. En San Luis se decía a principios del siglo xx que «Si aparece una víbora negra (de esas muy mansas y grandes), las personas no la matan, porque se muere el dueño de casa; la dejan que se vaya.» (Encuesta, San Luis 95 f.4v); ya vimos antes que se las seguiría criando porque comen ratones.
[15] Ver también nota 7. Ambrosetti (1917 [1967]: 114-115) decía que en Tacuru Pucu (Alto Parana) había unas ruinas jesuíticas en las cuales había escondido un gran tesoro guardado por una gran serpiente que atacaba a los que se acercaban al lugar.
[16] Como las llamadas «armas del sol» por Pedro Pizarro (1978: 91).
[17] Eric Boman (1908: 171) no estaba de acuerdo con el dibujo de Gerling porque decía que su plano del Pucará de Rinconada (puna de Jujuy) no era correcto. Sin embargo, Boman no ofreció ni un diseño ni una descripción alternativas de La Bodega porque no estuvo allí, y su plano del Pucará de Rinconada tampoco es el mejor. En el Mapa Arqueológico de Salta (Navamuel 1977) el sitio de la quebrada de La Bodega no figura relevado ni aún la pintura rupestre bajo otro nombre. Una versión que recogimos en Salta (1987) decía que ésta y otras cuevas habían sido dinamitadas años atrás para matar los vampiros (sic) que las habitaban.
[18] En Santiago del Estero, al sur de La Bodega, la lampalagua tenía los mismos usos medicinal, industrial y alimenticio (Basualdo et al. 1985:68) que en otros puntos donde se registró la creencia como Tucumán y San Luis.
[19] Otras regiones también conservan topónimos relacionados con la presencia de viborones, por ejemplo Currufilú (culebra negra), en la provincia de La Pampa (Vúletin 1978: 73); el Bajo de las Lampalaguas (IGM: hoja 3366), en la provincia de San Luis, zonas boscosas que fueron taladas para alimentar el ferrocarril y pavimentar algunas avenidas de Buenos Aires.
[20] La jibóia capaz de comer entero un buey, en los relatos del Brasil (Cunha 1989: 72, 180-181). Vúletin (1960: 31-32) dice que Eunectes murimus es una serpiente acuática y Constrictor occidentalis (Philippi) es terrestre; para la primera da los nombres vulgares de anacondá, amaru, yaurinca, waypiwichen y athimach´aqway (guaraní, quechua, quechua, araucano y quechua respectivamente). A la segunda la nombra como ampalagua, boa constrictor, boa de las viscacheras, culebrón de la tierra.
[21]«Casos o sucedidos. Son las anécdotas de la sociedad aldeana y rural, y narran algún suceso notable que aconteció a tal o cual persona oscura [imprecisa] del lugar o de otro vecino en tales y cuales circunstancias y no hace mucho tiempo.» (Jacovella 1951: 31).
[22] En la alfarería de Moche hay dibujos que representan al perro en actitud de defender al personaje que Alva dice que es el Señor de Sipán.
[23] «En la Galicia de ayer se contaban las hazañas de un perro negro, temible, de tamaño colosal, con cuernos y orejas largos. Habitaba un recinto tenebroso que se llamaba el «borrón». De él salía por las noches y recorría las calles aullando siniestramente, seguido por los perros del lugar y sirviendo de augurio de desgracia para cuantos hallaba en el camino ... se daba a este perro el nombre de urco. Este perro era nuncio de muerte y los que lo veían se preparaban a morir. Desaparecía el perro como había venido. ... El urco no muere nunca.» (Jijena Sánchez 1952: 118-119, de Constantino Cabal, 1931).
[24] Resumen e ilustraciones, entre otros, en Charbonneau-Lassay ([c.1920?] 1997, II cap.106 y stes.).
[25] Jijena Sánchez (1952: 98) transcribió la receta publicada por Berta E.Vidal de Battini, cuyo trabajo sobre los familiares en San Luis no pudimos hallar. Decía que se ponían unos pelos de vaca en una vasija con leche pronunciando unas palabras para dedicar El Familiar a algún fin particular y dejándola en un sitio apartado de la casa; al tiempo, uno de esos pelos se transformará en un viborón, u otro animal o persona que será dicho familiar. La versión Nº24 se refiere, en cambio, a la receta medieval aludida.
[26] Agradezco a la Lic.T. Piossek Prebisch la indicación de este texto.
[27] Sobre la autoría de los dibujos de esta crónica ver Laurencich et al. 1995, Gentile 2020.
[28] Agradezco al historiador Fermín Chávez (1924-2006) este dato como así también su texto sobre El Familiar en Don Cristóbal, provincia de Entre Ríos.
[29] La Nación (16-7 y 10-10-74), La Opinión (1975), La Opinión (7-10 y 10-10-75), Clarín (9 y 10-10-75), Correo de la Semana (20-10-75), La Razón (11-10-75), Revista Antena (14-10-75), El Cronista Comercial (10, 24 y 28-10-75), Última Hora (matutino, 11-10-75), Revista Esquiú (19-10-75), Revista Familia Cristiana (nov.1975), Gaceta del Espectáculo (14-10-75), Periódico Acción (16-10-75) y Revista Algo Más (15-10-75). Estas reseñas nos fueron amablemente proporcionadas por la Biblioteca del Museo del Cine «Pablo C. Ducros Hicken», Buenos Aires.
[30] Rodolfo Braceli, Graciela Lucero, Osvaldo Rodriguez, Alberto Sorzio, com.pers.
[31] En este párrafo actualizamos los datos sobre el tema a partir de nuestro trabajo con materiales de las capacochacuna de Llullaillaco (Gentile 2017 a, entre otros).
[32] Corral con paredes de piedras, generalmente sin cantear (nota MG).
[33]Teyúyaguá ‘víbora-perro o lagarto-perro’. Voz del guaraní. (nota en el original).
[34]La Marina ‘la Subprefectura Nacional Marítima’. (nota en el original).
[35] Ingenio azucarero (nota en el original).
[36] En el lugar había minas de oro (nota MG).
[37] Corresponde a Jujuy (nota MG).
[38] El Ingenio Ledesma queda en la provincia de Jujuy (nota MG).
[39] La “Clasificación Internacional” podría ser la de Aarne-Thompson, y el “III grupo” sería “Other wild animals”. Recuperado de internet 2-4-2020. http://www.self.gutenberg.org/articles/Aarne-Thompson_classification_system (nota MG).
[40] Muchacho.
[41] Una empresa contratista del ingenio, es decir, trabajo tercerizado.
[42] Cómo es ...
[43] «1. f. Especie de vino que se saca a lo último, de los posos y las heces». DRAE. «Vinaza es el subproducto líquido de la destilación del mosto en la fermentación del etanol». Recuperado de Wikipedia, 1-4-2020.