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Un pueblo es su presente y su futuro, por el que deben trabajar cada día sus vecinos, y también su pasado con sus raíces y tradiciones, como la festividad de San Antonio de Padua. Se debe sensibilizar a la población, en especial a la más joven, de la importancia de la cultura tradicional y popular como elemento de la identidad cultural y de la necesidad de conservarla.
Bernuy de Porreros es un pequeño y tradicional pueblo segoviano, de unos 700 habitantes, que se encuentra en el corazón de la provincia de Segovia. Posee unas tradiciones que lo hacen muy especial ( Paloteos, los Romances de Lope de Vega, su cantos el día de Jueves Santos). El persistente descenso de las personas que tienen constancia y conocimiento de las tradiciones del lugar, unido al poco interés que muestran los jóvenes, acelera la pérdida de costumbres milenarias, que nunca volverán a ser recordadas.
Bernuy de Porreros no podría concebirse sin su paloteo y mucho menos sin la festividad de San Antonio de Padua, al que los vecinos dirigen sus más fervientes súplicas. Se trata de una de las festividades con mayor arraigo y tradición en el municipio. La fiesta de San Antonio es la que mejor identifica a esta localidad segoviana, y eso a pesar de ser Santiago el patrón de Bernuy de Porreros. Uno de los santos que más se han granjeado el corazón y la estima del pueblo es, sin duda alguna, San Antonio de Padua. Que no defrauda las esperanzas de los que quieren contraer matrimonio.
En la literatura también se escribe sobre San Antonio, un ejemplo de ello es en la obra Rimas Sacras (1614) del autor Lope de Vega «Fénix de los Ingenios». El soneto que lleva el número 83 y que pertenece al grupo de los dedicados a los santos consta:
A SAN ANTONIO DE PADUA
SONETO LXXXIII
Antonio, si los peces sumergidos
En el centro del mar para escucharos
Sacan las frentes a los aires claros
Y a vuestra viva voz prestan oídos…
Confieso que al escribir este artículo siento una especial emoción, ya que durante diversos años fui uno de los componentes de los danzantes de mi pueblo junto con Juan Francisco Barroso, Gustavo Díaz, Jesús Olmos, José María Olmos, Francisco Javier Cerezo, José Gilarranz y Rafael Arias. Como zorra, en un primero momento, Moisés Gilarranz, luego sustituido por Armando Luciáñez. Anterior a mí fue danzante mi hermano Antonio González Galindo y otros familiares. Por lo que es imposible no tener la sensación de un sentimiento, entre alegre y nostálgico, entre triste y evocador.
Resulta imposible precisar el origen de la tradición de los danzantes de Bernuy de Porreros. Las personas mayores recuerdan que sus padres y abuelos también bailaron por lo que no supone gran esfuerzo pensar que la tradición se remonta a tiempos muy lejanos. En la antigua Roma se celebraba en el mes de mayo una fiesta destinada a asegurar el desarrollo feliz de las plantas en los campos sembrados. En ella se ejecutaba un danza especial en honor de Marte y de los dioses lares (el hogar o familiares), durante la que se cantaba un himno pidiendo la protección de las cosechas. Estas danzas, patrocinadas por divinidades agrícolas, pueden relacionarse con las posteriores danzas de paloteados en las festividades patronales, que vendrían a ser las viejas fiestas de la cosecha.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define así la palabra danza: «baile, acción y manera de bailar» o también «cierto número de danzantes que se juntan para bailar en una función al son de uno o varios instrumentos». Los hombres y mujeres que vivieron en el pueblo en otros tiempos ocuparon una parte de su existencia en la celebración y conmemoración de todo tipo de fiestas, que compaginaron con su trabajo en el campo, donde la danza y el baile fueron señas de identidad.
La fiesta de San Antonio, onomástica que se celebra cada 13 de junio, aunque en Bernuy de Porreros, los principales festejos se trasladan hasta el fin de semana, con el fin de conseguir que un mayor número de vecinos pueda disfrutar de las actividades que se organizan en torno al día del Santo. Festividad que, cada año, acoge a un numeroso número de vecinos, ausentes y visitantes que se acercan hasta Bernuy de Porreros para revivir o conocer por vez primera una tradición de varios siglos de antigüedad. Hablar de Bernuy es hablar de San Antonio de Padua, del mayordomo, de los danzantes y la enramada, no se puede hablar individualmente de cada uno de ellos. Aquel matrimonio o persona que desea ser mayordomo lo suele comunicar con suficiente antelación al sacerdote, quien posee una lista para tal efecto. Ha habido años en los que ninguna persona se ha ofrecido para serlo, por lo que es asumido por el Ayuntamiento de la localidad. El párroco es el encargado de hacer saber el nombre del mayordomo al resto de los vecinos. En el año 2015 fueron mayordomos los componentes de la peña «Los Taitantos», algunos de cuyos miembros fueron danzantes. Quienes para deleite de los vecinos realizaron diversos paloteos ante el Santo, aunque alguno le costara doblarse para chocar los palos contra el suelo. Los Taitantos, junto con sus familiares, se reunieron el día grande de la fiesta en el salón del pueblo donde pudieron degustar de una exquisita paella. Al año siguiente fueron mayordomos los componentes de la Peña «Los Toletas». En el año 2011 siendo mayordomo Goyo Rico, tuvo el detalle de obsequiar con un recuerdo consistente en una figura que representa a «un zorra» a todos aquellos que en su día desempeñaron dicho cargo. La mayoría de ellos ya fallecidos, por lo que recibieron dicho obsequio sus familiares. También obsequió a los vecinos con una paella que se pudo degustar en el frontón viejo.
El mayordomo se encarga de ir por las casas de los vecinos para recaudar el dinero que los mismos han ofrecido al santo el año anterior, bien podía ser por subir a los hijos o nietos a las andas donde va el santo, por el cordón del santo, por la subasta de los banzos o brazos de las andas, de los caramelos, de los cohetes, por colocar al santo en su altar, por alguna promesa, por haber obtenido algún favor etc. Ese dinero servirá para sufragar los gastos ocasionados por la celebración de la fiesta.
Días o incluso meses antes, previos al día grande, los danzantes quedarán por la tarde-noche en el salón del pueblo, donde ensayarán una y otra vez los diversos paloteos (Pasacalles, Las Olas, El Mutilán, La Herradura, Las Palomas, El Señorito, Las Mocitas y Marcha Real) hasta conseguir la mayor precisión posible en su ejecución. El tiempo podría variar en función del número de danzantes nuevos. Al no contar con música, el zorra o, en su caso, un miembro de los danzantes se encargará de ir tarareando la música de cada uno de los paloteos que servirá de guía a los danzantes. Las danzas de Bernuy no tienen letra. Los jóvenes de una cierta edad acostumbraban a ir a ver a los danzantes y en algunas ocasiones en las que no podía asistir alguno de sus componentes, era suplida su ausencia por alguno de ellos. El relevo en las diferentes formaciones de danzantes no era complicado ya que todos crecían sabiendo estos bailes. Cada cierto tiempo se producía un natural relevo generacional. Los danzantes lo forman ocho jóvenes, todos ellos varones. Su disposición es colocándose en doble fila de cuatro formando calle, los que ocupan los extremos reciben el nombre de guía. Sus componentes, dirigidos por el zorra, ejecutan al son de la dulzaina y el tamboril una serie de figuras coreográficas, «pasos», ante la imagen de San Antonio de Padua. Como anécdota podemos decir que durante unos años un miembro de los danzantes, era un joven musulmán, que vino a vivir con su familia a Bernuy de Porreros.
Los dulzaineros y los tamborileros son una pieza fundamental en los paloteos. Durante mis años de danzante, el dulzainero que asistía a los ensayos y a la procesión fue el ya fallecido dulzainero D. Mariano San Romualdo« Silverio», quien se hacía acompañar de un hijo para tocar la caja. En la actualidad son los nietos quienes han cogido el testigo o relevo.
Eran ratos que servían también de entretenimiento y camaradería. En los ratos en los que se hacía un parón para descansar se solía beber por los danzantes vino o incluso alguna que otra clara de cerveza. En los ensayos se utilizaban antiguamente las orejeras «Cada una de las dos piezas o palos que el arado común lleva introducidos oblicuamente a uno y otro lado del dental y que sirven para ensanchar el surco». Los palos utilizados son de encina. Se extraían de la siguiente manera: se cortaban ramas verdes de encina que fueran derechas, evitando que tuvieran cualquier tipo de nudos. Posteriormente, se introducían entre la paja durante un largo tiempo, que incluso podía llegar a ser de uno o dos años para que se secaran. Una vez comprobado que estaban lo suficientemente secos se llevaba al carpintero de la localidad quien preparaba con cuidado y esmero los palos a los jóvenes danzantes. Dichos palos se encuentran labrados por la parte de su empuñadura, al mismo tiempo en dicha empuñadura se les adorna con cintas de color rojo y amarillo, que se van alternando.
Durante los nueve días anteriores al día grande de la fiesta, se celebra cada tarde misa y, acto seguido, la novena. Desde hace unos años una vez finalizados los oficios se procede a cantar por los feligreses, junto con el coro parroquial, el Responsorio de San Antonio. Durante los días que dura la novena acude a dichos actos el mayordomo, quien se colocará en una zona privilegiada, en concreto, los bancos que se encuentran cerca del presbiterio. A la salida de los oficios se procede por el mayordomo a lanzar un cohete.
Antiguamente, los vecinos que se encontraban realizando tareas agrícolas, las dejaban de realizar con la suficiente antelación para poder participar en los actos religiosos, hoy en día no acude tanta gente, a pesar de que hay más vecinos. El viernes por la tarde se procedía al repique de campanas por el mayordomo. Por la noche se realiza el ensayo de las danzas con música, es decir con dulzaina y tamboril, pues son los dos instrumentos en que se apoyan los danzantes para ejecutar sus bailes. Tal y como apunta Lizarazu de Mesa, «... la combinación de dulzaina y tambor produce la melodía, más el ritmo que marcan los instrumentos de los danzantes». A dicho ensayo solía acudir un mayor número de vecinos de los que actualmente van. El ensayo del viernes se hace con los palos que luego utilizarán el día de la fiesta grande. Una vez finalizado el ensayo se trasladan los danzantes hasta la casa del mayordomo para dejar allí en custodia los palos. Normalmente se solía ofrecer por parte del mayordomo algún tipo de refrigerio, incluso podía llegar a ser limonada.
Ese viernes por la noche hay gran ambiente festivo por las calles, los bares se encuentran concurridos ya que va a tener lugar la llamada «Enramada». Unos días anteriores al viernes un miembro del Ayuntamiento, junto con el mayordomo, señalaban mediante una hendidura, bien en el Soto de Arriba o bien en el Soto de Abajo, el árbol que posteriormente sería cortado por los mozos. Los mozos se encargarían de cortar la «rama», que solía ser de un tamaño considerable con el objetivo de dificultar su traslado, por parte de los danzantes, a la casa del mayordomo donde se colocaría a la entrada de la vivienda. El mayordomo era el encargado de facilitar a los mozos el hacha y la soga que utilizan para cortar el árbol. Así como el vino para mitigar el frío de la noche. Los danzantes eran los encargados de hacerse con un carro, que se utilizaba en las labores agrícolas, dicho carro era llevado lo más cerca de donde se encontraban los mozos, no muy cerca, ya que si alguna vez pillaban a algún danzante le hacían alguna que otra trastada. Con dicho carro los mozos trasladaban el tronco; tronco que solía ser utilizado por el mayordomo para hacer leña. Los encargados de cortar el árbol eran los mozos más veteranos.
Llegados a este punto quiero hacer una mención especial a mi primo José Antonio Galindo Barrio, quien me llevaba en numerosas ocasiones, desde muy pequeño, hasta las proximidades donde los mozos cortaban la rama, como he dicho antes manteniendo la distancia oportuna, ya que a los casados no se les estaba permitido ir a la enramada. Hoy a la «Enramada» van tanto mozos como casados. La Enramada tiene lugar la noche del viernes hasta bien entrada la madrugada del sábado. Una vez que se encuentra la rama en la casa del Mayordomo y colocada, juntos ya los mozos y danzantes se procede por el Mayordomo a ofrecer a todos ellos, pan, chorizo y queso, que después de todos los avatares de la noche sabe a «gloria».
El sábado se inicia con el tradicional pasacalles por las calles del pueblo al ritmo de la dulzaina y el tamboril. Por la mañana los danzantes, ataviados con pantalón y chaleco de color negro y camisa blanca con la correspondiente corbata, se reúnen en la casa del mayordomo. Ejecutarán unos paloteos a los allí congregados. Desde allí, la comitiva, incluida la Corporación Municipal, se dirigirá a la iglesia parroquial para asistir a la celebración de la Santa Misa, que será oficiada por el párroco, estos últimos años es D. Julio Redondo Luciáñez. Antaño era costumbre contar con un predicador durante los días de la novena y el día grande.
La prensa histórica, en concreto en el Diario de Avisos de Segovia, en su número 76, del domingo 18 de junio de 1899 hacía constar lo siguiente:
En el día de ayer ha tenido lugar la función que anualmente, y previa novena hacen los religiosos vecinos de este pueblo al glorioso San Antonio de Padua; habiendo tenido el placer de escuchar el hermoso panegírico que, del referido Santo, nos hizo el hijo del sagrado Corazón de María, Padre Media-Villa, el cual, con una unción y elocuencia difíciles de poder explicar, nos demostró cómo San Antonio había sido grande en sí mismo y más grande entre los elegidos de Dios. Imposible es seguir al padre Media-Villa en los altos vuelos que dio a su oración sagrada al tratar de los tres caracteres en que más había brillado el Santo lusitano, que fueron: la ardiente caridad para con sus prójimos, despego a los bienes terrenales y heroica fortaleza.
Tras la finalización de la Misa toda aquella persona que lo desee puede acercarse hasta la Plaza Mayor donde el mayordomo ofrecerá un «refresco» consistente en bollos conocidos como «blancos y morenos», previamente elaborados por el panadero de la localidad D. Juan Carlos Olmos, y como bebida una refrescante limonada. Hasta hace unos años, finalizado «el refresco», los danzantes en fila acompañaban al párroco hasta su vivienda. En mis años de danzante los miembros de la Corporación Municipal, acompañados del sacerdote D Ángel Martín de Andrés, disfrutaban del refresco en las dependencias municipales, debidamente habilitadas por el mayordomo. En épocas anteriores era en la casa del mayordomo.
A la finalización del refresco es costumbre entre los danzantes, coger a la hija del mayordomo, si tiene, o bien a alguna moza despistada y subirla encima de una mesa de madera con la intención de elevarla por encima de los hombros de los danzantes.
Ya por la tarde, los danzantes cambiarán el traje negro por los hermosos trajes compuestos de pantalón corto con adornos, a la altura de la rodilla, chaleco con adornos, cubriendo los pies y piernas llevan medias blancas caladas, alpargatas de esparto, atadas con cintas negras que van hasta la rodilla, faja, enrollada a la cintura, cinturón y en la cabeza pañuelo de cuadros rojos y negros, con el nudo a la izquierda.
Lo mismo que por la mañana, quedarán en la casa del mayordomo para trasladarse, seguidamente, a la iglesia. Donde se procederá a la subasta de los cuatro brazos o banzos de las andas, mediante las correspondientes pujas, para aquellas personas que deseen sacar al Santo hasta el atrio de la iglesia, donde posteriormente será colocado en una carroza. Dentro de la iglesia se llevará a cabo por los danzantes algunos de los paloteos. A la salida del santo de la iglesia se procede por los dulzaineros a interpretar el Himno Nacional. El primer paloteo que realizan los danzantes en el atrio de la iglesia es La Herradura. Finalizado el mismo la procesión discurrirá por la calle la Iglesia que cuando confluya con la calle Ambrosio Luciáñez, los danzantes realizarán un segundo paloteo denominado Las Palomas y así sucesivamente por diversas calles.
Durante muchos años la persona encargada de dirigir la subasta fue Marino Rendodo Redondo, a día de hoy, quien dirige la subasta, es su sobrino que se llama Alberto González Redondo, quien posee una voz portentosa, bien modulada y una gran capacidad oratoria, quien con su retranca consigue sacar la sonrisa de sus convecinos . Anima a los vecinos a que superen las cantidades o pujas ofrecidas en un primer momento. Irá diciendo la cantidad ofrecida o puja, seguida de la expresión a la una, a las dos y cuando nadie supere a la puja más alta ofrecida dirá «... a las tres y, buen provecho haga al postor». Posteriormente, se procederá a realizar la procesión por diversas calles y plazas del pueblo, donde los danzantes irán realizando los diversos paloteos. Dicha procesión antaño se realizaba atravesando diversas eras.
Durante el recorrido de la procesión los padres o los abuelos se encargan de subir a sus hijos o nietos a las andas del Santo, con el fin de que sean acogidos bajo su protección. Los apuntadores irán reseñando las cantidades que ofrecen dichos padres o abuelos, así como las cantidades que cualquier vecino quiera ofrecer. En el transcurso de la procesión no se para de lanzar cohetes, estando pendientes los más pequeños de saber dónde cae el palo, para hacerse con él.
El zorra será el encargado de ir anunciando a los dulzaineros el paloteo que se ha de ejecutar en cada parada que se haga durante la procesión. Será también el encargado de llevar varios palos de repuesto, ya que los danzantes chocan sus palos con gran fuerza llegando incluso a romperse.
Una vez de vuelta en el atrio de la iglesia se vuelven a pujar por los brazos o banzos para introducir al santo al interior de la iglesia, volviendo a sonar el Himno Nacional. Ya en el interior de la iglesia se procederá, nuevamente, a realizar subastas con las correspondientes pujas, destacando la de colocar al santo en su altar y la de sujetar el cordón del santo. También aquí los danzantes ejecutarán diversos paloteos, finalizando con la Marcha Real.
El momento más emocionante para cualquier vecino es cuando la persona encargada de colocar al santo, así como la encargada de coger el cordón, se dirigen desde el presbiterio hasta el altar del santo, para depositarlo en su hornacina. Acompañados por la música de la dulzaina y del tambor.
Tanto en el interior de la iglesia como durante la procesión se dirigirán diversos vivas al mayordomo, zorra y danzantes. Posteriormente, se procederá a disfrutar de un nuevo refresco ofrecido por el mayordomo. Así se recogía en la prensa antes reseñada:
Después de la procesión fueron obsequiados por el mayordomo del Santo, D. Fernando Gilarranz, con un modesto pero abundante refresco, el señor cura párroco e individuos del Ayuntamiento y otras varias personas, entre las que tuvimos el gusto de ver al Sr. Quinzaños, oficial de la Excelentísima Diputación Provincial.
Los danzantes podrán disfrutar de un sabroso arroz con leche, así como de cerezas o guindas. En la Plaza Mayor, se procederá a realizar nuevas subastas con sus correspondientes pujas, entre las que no podían faltar los jamones y los corderos. Volvamos a la prensa histórica:
Acto continuo se remataron los cinco corderos que la familia del señor Luciáñez regala todos los años al Santo y que en el presente han alcanzado una cantidad de más de cien pesetas.
Por la noche había baile y verbena con orquesta, pero desde hace unos años, la música que se disfruta es la que reproduce una discomóvil. El domingo había baile y verbena, actualmente no.
El domingo se celebra la Misa por los difuntos del pueblo y se da a besar la reliquia del santo. Reliquia que hay que agradecer a Dº Saturnino Luciáñez y su esposa Petra Viejo.
Quiero agradecer a Ángel Carlos Gilarranz, José María Olmos y Alberto González por facilitarme fotos.
Por último no nos queda más que decir:
¡VIVA LA ZORRA!
¡VIVAN LOS DANZANTES!
Y por último un:
¡VIVA SAN ANTONIO! ¡VIVAN!