Si desea contactar con la Revista de Foklore puede hacerlo desde la sección de contacto de la Fundación Joaquín Díaz >
Lo que cuenta la oralidad popular
Los indocubanos asentados en la isla practicaban el culto a un espíritu o genio del mal al que llamaban Mabuya, señor del infortunio, las desgracias y lo oscuro. Este símbolo mágico era muy temido por su fuerza y poder. Se le dedicaba un momento para honrarlo con un ritual diferente al de otros ídolos de protección y ayuda. La llegada del infierno, Lucifer y su ejército de demonios ocurre tiempo después, cuando fueron traídos por Diego Velázquez. El dios Mabuya se fue de estas tierras de la manera más brutal que pueda existir, le dieron muerte a través de las hogueras, no solo a él, sino a cada una de sus maneras de manifestarse. Después de la cruenta batalla quedó toda la isla libre para que Lucifer tuviera en ella un nuevo reino, distinto al que tenía en el lugar de su procedencia. Aquí estaba lejos de la luz de los vitrales góticos, del brillo insoportable de los crucifijos de oro, de la mirada inquisidora de los íconos, del agua bendita y el olor a incienso, entre otras armas poderosas que lo destruyen. Se adaptó cómodamente a las nuevas costumbres que recién se formaban en las primeras villas. Fue testigo de muchos acontecimientos ocurridos en aquellos años de conquista de la tierra más hermosa del mundo y, de esta manera, ocupó territorios, trazó caminos, preparó cuevas, valles y maniguas, ríos y mares para que sus legiones oscuras pudieran habitar en ellas. En pleno siglo xvi ya estaban creadas todas las condiciones para su coronación y traer a Cuba al príncipe Belcebú que se haría cargo de la nueva nación infernal.
Según la tradición popular y algunos testimonios de época recogidos en libros, fue en las costas de Tesico de la antigua villa de San Juan de los Remedios donde Lucifer plantó la puerta para comunicarse con sus devotos y en la cueva de El Boquerón construyó su guarida. La llave le fue entregada a una vieja cabalista, llamada Juana Márquez, quien custodiaría la entrada de sacerdotes e intrusos que quisieran acceder al abismo sin el permiso permitido. En el año 1682 fue la coronación del emperador infernal, aparecieron más de ochocientos mil legiones de demonios a visitar el nuevo palacio enclavado en un pantano de azufre ubicado debajo de la villa. Asistió la jerarquía más importante del infierno: el príncipe Belcebú, la bestia de la soberbia que estaba destinado para dominar la isla; Astaró, el lujurioso primer duque, acompañado de seis grandes espíritus que, por su poder, le entregarían toda su potencia. Estos espíritus fueron: Luz y fuego, el primer ministro destinado a propiciar la gula; Satanashe y Agaliár los grandes generales –el primero es el encargado de poner en la lengua las palabras que le faltan a los hombres y el segundo dirigiría a los brujos y hechiceros–; Sargatanás, el brigadier de la envidia; Zaraó, el teniente general de la ira; y Nube negra, el mariscal de campo con el poder de la avaricia.
Las apariciones de Lucifer a los habitantes de la región comenzaron a efectuarse a través del cuerpo de Leonarda, una negra sumisa que era poseída por él, la que con un lenguaje extraño e irregular voz daba órdenes y predecía el futuro. Ella era su esclava favorita hasta que el sacerdote José González de la Cruz, en acto de exorcismo, logró expulsar de su cuerpo a Lucifer y todos los demonios que la habitaban, ante el alcalde, notario y escribano, los que dieron fe de tal acto.
El cronista y antropólogo Fernando Ortiz en su libro titulado Historia de una pelea cubana contra los demonios nos cuenta sobre la secreta afinidad de Leonarda con el diablo:
[…] el caso de Leonarda no fue único en Remedios; pero, fue privilegio discriminatorio en su favor si Lucifer prefirió estacionarse con su gran cortejo en sus entrañas para una misión pública tan importante. Los espirituados en Remedios fueron muchos blancos y negros sin distinción, pero solo Leonarda fue la preferida por Lucifer. El diablo no las piensa… […] Es probable que Leonarda se sienta orgullosa y envanecida por su intimidad con el rey infernal, aunque después de sus transes proféticos, ella quedase sin recordar una palabra de lo que había dicho Lucifer. […] No hay dato que permita conocer cuáles fueron las especiales relaciones del Gran Diablo con Leonarda y por qué aquel prefirió su tostado aparato carnal para desde su interior comunicarse con el clérigo y demás gente de la amenazada villa. […] El demonio penetraba silencioso en el cuerpo de la negra Leonarda, sin violencia, ni ruidos; se portaba muy seriamente, como correspondía a su misión de mensajero divino […] [1].
Los demonios exorcizados invadieron Remedios y a las zonas cercanas. Muchos de ellos se trasfiguraron en animales, hacían y deshacían a sus anchas en las calles, hogares, aparecían por los caminos y conquistaron el cielo. Entre ellos figuran: el cencerro del arria, la gritona de El Seborucal, las plagas de sapos bulleros, una gallina que merodeaba por la plaza de El Cristo, el sonido ensordecedor del Sapo de El Boquerón, hormigas gigantes, majaes que devoraban crías de ganados, pozos con agua ensangrentada dominados por madres de agua, güijes lascivos, almas en pena de mujeres asesinadas que gritaban de dolor y una cabeza de gran dimensión a la que llamaron Patricio, que aparecía sobre la torre de la Iglesia Parroquial Mayor anunciando lluvias y desastres naturales.
A pesar de la oscuridad que causaban estas herejías, se encontraba por aquellos años en todo su esplendor, el hallazgo más apreciado de la historia cristiana de Remedios: la aparición de la Virgen del Buenviaje en una de las costas cercanas. Estos hombres de la villa, llenos de ansias renacentistas, pero aún con pensamiento medieval, contrastaron en Remedios cielo e infierno protegidos por la presencia de la imagen de María, como la más fiel defensora de ellos. Lucifer despertó la chispa del egoísmo y los remedianos se apoderaron de la Virgen y no permitieron que escudara al resto de la isla. Hicieron para ella una ermita en la casa de un negro viejo paralítico que la cuidaba con mucho recelo. Los demonios se expandieron por otras tierras desprotegidas del amparo de la del Virgen del Buenviaje. Las restantes villas invadidas por animales siniestros y contrahechos, se vieron obligadas a buscar amparo en santos católicos a los que nombraron protectores y patronos de su comarca.
Lucifer abrió las puertas del mar a demonios de otras tierras para consolidar su reino. De África llegaron Lukankanse, Kadiampembe y Avíta. Del medio oriente Iblís, del Islam, y Angra Mainyu de la tierra iraní. Arribaron ejércitos de huestes de Asuras sin karma de la lejana India y, desde el foso de la muralla china, el diantre Yan Luo montado en un imponente dragón rojo. Todos con el mismo fin, fortalecer la gran pelea demoníaca contra los cubanos, contienda que aún perdura en la isla.
El diablo cubanizado
Samuel Feijoó uno de los intelectuales más importantes del siglo xx, etnógrafo e investigador de la cultura popular, muestra en su libro Mitología Cubana la imagen de un Lucifer muy cubanizado, descubierto a través de cientos de relatos reunidos entre las década del cincuenta y el setenta de personas que se tropezaron con él en los pequeños pueblos de la antiguas provincia de Las Villas. Su nueva apariencia está registrada en uno de los testimonios compilados por José Seoane:
El diablo clásico
Yo tenía unos primos que estaban en una situación económica muy mala porque se gastaban el dinero en bailes y mujeres y tenían a la madre casi abandoná. Un día la madre le pidió un peso a uno de ello y él se lo negó porque tenía que ir a un baile. Entonces la madre lo maldijo diciéndole:
–¡Permita Dios que el diablo te salga!
El muchacho no hizo caso y esa noche fue a un baile y cuando venía a caballo sintió que le aguantaban el caballo y vio al diablo. ¡Dios mío! Era un hombre grande vestido de rojo con unos tarros en la frente y un rabo larguísimo. Estaba echando candela por la boca. El caballo huyó desorbitado y el muchacho llegó a la casa atacao de los nervios, ensuciao y orinao.
Eso le pasó porque la maldición de una madre siempre alcanza [2].
Por otra parte René Batista Moreno, escritor y folclorista camajuanense, en su libro titulado La fiesta del tocororo sintetiza en pocas palabras la versión del campesinado cuando se les parece «la bestia» en maniguas, guardarrayas, cuevas, ríos, en sembrados y hasta en casa de tabacos.
[…] El diablo es, según la tradición cristiana, un ángel devenido espíritu del mal, pero la imaginación popular le inventó un cuerpo, lo hizo un multiforme. […] Quienes se encontraron con él, aquí en la Isla, dicen que tenía piel, barbas, cuernos y patas de caprino, alas de murciélago, un rabo largo y fino como un ratón o serpiente y que, cuando se encolerizaba, echaba fuego por los ojos, la nariz, las orejas y la boca. […]Todo el que lo ha visto, lo describe de la forma comentada, con muy pocas variantes, porque en la imaginación cubana no se concibe el diablo de otra manera. […] [3].
No solo en relatos testimoniales se ha presentado el diablo cubano; su figura ha sido fuente de inspiración a dibujantes populares. Tal es el caso del artista Pedro Osés el cual dedicó toda su vida a desenmascarar el rostro de este ser en muchos de sus cuadros, cuando veía pasear su sombra por los campos de Guaracabuya, allá en el centro de la Isla. Poetas de diferentes generaciones amantes de los temas grises y siniestros, han hecho gala de su reinado y sus mutantes maneras de presentarse. El escritor camajuanense Eduardo González Bonachea muestra en esta prosa pasajes dantescos llevados a lo bucólico de la paisajística cubana.
Camino al averno
Con la guía y la manera de un nuevo Virgilio, previa estancia en el lago Minerva nos vamos al averno cubano, hacia los montes de fe perdida, hacia las pozas de agua quieta donde pululan las madreaguas de cuernos afilados y los güijes que corren tras las oscuras ovejas, vamos con la cal de los huesos paternos andando la cuesta que no es subida sino abismo, vamos monstruos dulces, dibújenme una cruz de limo en el centro del pecho como un beso de sombra, sombras somos en este viaje de pueblos pequeños que no caben en las manos pero si en la cabeza. ¿Dónde están los arcanos, las mascotas infernales, los ancianos derretidos con el sol en la frente? Vamos paisaje de ida hacia los surcos de aguas volando en palomas como cuervos llevando almas sin palabras hacia los fondos.
Muchos de los testimoniantes entrevistados para este trabajo, aseguran haber tenido la oportunidad de estar cerca de Lucifer, de conocer cómo es su extenso reino por las imágenes que él les muestra mientras hacen el pacto del alma con el fuego. Para llegar a su trono hay siete puertas, cada una con su llave. El encuentro tiene su ritual, siete maneras de llamarlo y de pactar con él. El demonio le hace entrega de las llaves con formas disparejas, y solo existen siete maneras de usarlas. Lucifer se presenta con diversos signos en cada una, diferentes rostros, produce olores fuertes a azufre, provoca sensaciones arrebatadoras, visiones asombrosas, la mayoría de ellas placenteras aunque estés invadido por el miedo y, lo más importante de todo, te entrega el poder oscuro de su magia. Sin revelar los secretos guardados por sus hijos consagrados a él, comienza aquí una guía para descubrir el ancho sendero que nos llevará a su encuentro.
I. El reino de Lucifer
Aquella noche de Domingo de Resurrección me acosté más temprano de lo acostumbrado. Había terminado la Semana Santa y las labores fueron muy fuertes por la cantidad de ceremonias y sacrificios que tuvimos que hacer. El Viernes Santo se pactó con Lucifer, el Sábado de Gloria hubo que hacerles culto a los santos y recibir el domingo con la acostumbrada fiesta de los apadrinados. Caí muerto - como se dice - en la cama a tal punto que de solo colocar la cabeza en mi almohada entré en un profundo sueño y caí en un delicioso letargo. Mi cuerpo se relajó completo, aunque me dolían todos los huesos sentí una sensación muy agradable como si estuviera suspendido en el aire.
No supe más nada de mí hasta que sentí las caricias de alguien y desperté de sobresalto. Yo estaba seguro que seguía dormido, pero eso no importó, abrí los ojos y no me encontraba en mi cuarto, ni en mi cama, estaba acostado sobre un mármol frío y rígido. Todo era muy oscuro, solo sentía las mismas caricias sobre mí y cuando la vista se me adaptó a la oscuridad, lo pude ver todo. A mi lado estaba sentado Lucifer, con un rostro agradable y muy risueño, vestido de gris y plata ¡estaba bello esa noche! Lo primero que me dio fue el agradecimiento por todas las labores hechas para él en los días anteriores. Conversamos un buen rato, apenas lo podía distinguir completamente, tenía sus ojos color amarillo claro, su rostro blanco, muy blanco, cubierto por una sencilla barba rojiza. Tenía puesta una corona de plata, y el pelo, también rojizo y ondeado, le cubría toda la espalda. Me dio un libro secreto para trabajar su poder oculto y tomado de la mano, nos pusimos al borde un abismo para enseñarme su reino. ¡Fue una experiencia increíble! En el centro de aquel panorama estaba el palacio con su trono. El salón lo conformaban arcadas cóncavas como las paredes de una cueva, con sus colgantes rocosos. Las paredes estaban tapizadas con carbones encendidos, de esos que no se nunca se apagan, y el calor era insoportable, pero estaba maravillado con todo aquello.
Alrededor del palacio estaba el primer foso en forma de círculo, un lugar inundado de tesoros, ¡qué manera de haber riquezas! Vi oro, mucho oro, piedras preciosas, jarrones de plata, monedas de varios tipos y de todos los tiempos, había sables, espadas, puñales, lanzas, machetes y una infinidad de armas más, que nunca las había visto ni sabía que existían.
En un círculo más amplio que el primero estaba el segundo foso, rodeado de hornos de carbón; ahí vi animales extraños que eran los guardianes de toda esa riqueza. Entre ellos logré divisar muchas serpientes con cuernos, toros encendidos, cientos de cocuyos, enjambres de avispas, gastos, perros, alacranes, arañas pelúas, y me llamaron la atención unas mujeres con el torso desnudo, mitad humanas mitad pájaros con grandes alas, que revoloteaban sobre el lugar.
El tercer foso, que era otro círculo más amplio que los dos restantes, estaba lleno de demonios de toda clase, ahí vive su ejército. Se encontraban practicando una constante lucha, ejercitando juegos de fuerzas, saltando unos encima de otros, daban volteretas en el aire, no descansaban, se veían inquietos, una locura que te atormenta si osas pasar más de tres minutos mirándolos.
Después me enseñó el cuarto foso de mayor amplitud que los tres restantes, era un río de azufre hirviendo, allí se encontraban las almas de las personas que en vida fueron adineradas, opulentas y dominantes, ya fuesen buenas o malas —ahí no importan los sentimientos— o hayan pecado muchas o pocas veces, lo que vale es su jerarquía, y a pesar del tormento, los vi pasear serenos por el río montados en pequeñas barcas con mucha comodidad.
Seguidamente, más amplio que los cuatro restantes, se dejó ver el quinto foso que era la profundidad del río de azufre. Allí estaban en el tormento los que fueron pobres en la vida, con las mismas exigencias que los del foso anterior y, como pobres, no había barca para ellos, emergían dando gritos en el burbujeo del fango, y me dijo «Pobres en la tierra, pobres en el infierno, ahí están todos pagando su pobreza». Yo hice silencio y seguí observando.
El sexto círculo era un foso más amplio que los cinco restantes. Un lugar paradisíaco lleno de árboles, ríos de agua limpia, flores, frutas y tierra firme. Ahí se detuvo un momento, volvió sobre mí y me dijo: «Este es el lugar de mis hijos, aquí están todos los que bien me sirvieron en la vida y cumplieron mis leyes, es un lugar de descanso lleno de felicidad, yo se las proporciono en los dos mundos y aquí están recibiendo su recompensa, aquí estarás si bien me secundas, bien te pagaré».
Después de estas palabras y como un soplo, pasé una muralla de fuego que era el séptimo foso el cual divide la tierra del infierno. Me devolvió al mármol frío, me acostó sobre él como lo hace un padre con un su niño recién en su cuna, y creí que seguía despierto. Un rayo de luz rasgó aquel cielo sombrío y abrí los ojos, ya estaba en mi cama, en mi casa nuevamente y tenía en mis manos este libro que te estoy mostrando, el libro sagrado infernal el cual no dejo por supuesto que nadie lo toque, es mi tratado con Lucifer y por aquí es por donde trabajo, como ves lo traje del mismísimo infierno, lo conservo así hasta hoy en día como recuerdo de aquella experiencia que tuve.
Ángel Izquierdo de la Paz, (Yayo), brujo de monte, soldado del diablo, médico kinsí, 82 años, Finca Rosario, Mayaría arriba.
Las artes diabólicas, Oración para atraer su presencia
Yo trabajo con un espíritu del infierno el cual me ha proporcionado mucha sabiduría en cuestiones de diablo brujo. Se llama Luz Satán, médico saorí (zahorí) que en vida se dedicaba a dar culto al fuego y trabajar con él. Cuando sube a mi cuerpo habla en una lengua extraña, para esto tengo un escriba a mi lado desde hace muchos años y tiene una buena comunicación con él. Este espíritu se dedica solamente a hacer el mal con las fuerzas que tiene de diablo. Aquí tengo guardada una oración que me la dijo en un sueño, es una oración vieja conocida por muchos brujos de antes y es con ella que se le da la bienvenida cuando lo invocas y quieres pactar específicamente con el amo infernal.
Aquí en Cuba está oración se ha transmitido de viejos a jóvenes que tengan el camino abierto para trabajar con los secretos demoníacos como médicos brujos que así es como nos llamamos. El espíritu nos manda que vivamos apartados del pueblo y de vecinos cercanos, prácticamente en medio de la manigua como ermitaños. Así llevo casi cincuenta años desde que empecé a consultar con él. Es que debes estar tranquilo, sereno, meditar mucho y hacer, como el esclavo que eres, todo lo que se te manda. No se debe vivir con nadie porque en días específicos cuando estás sentado junto al patrono mayor, él te muestra muchas cosas, por ejemplo su poderío en esta tierra, cómo es su reino aquí, cada lugar, sus fortunas y hasta te da la posibilidad de ver todos los muertos que están allí, por ejemplo: familiares, personas amigas, enemigas, personajes históricos como mambises y españoles, duques cubanos, presidentes, pintores, poetas y principalmente almas de antiguos hermanos brujos. Yo he hablado con cientos de ellos y los lugares vistos son increíbles por su oscura belleza, las llamas siempre aparecen como barrera entre nosotros, estas almas navegan en un río negro de azufre en barcas muy pequeñas de color blanco, muy blanco, labradas en oro. Andan acompañados de otras ánimas consagradas al infierno que son su guía.
A este humilde lugar donde vivo vienen cientos y cientos de personas a tratarse porque los poderes de Satanás son muy fuertes. Muchos de los que me visitan traen un mal incurable y después de tratarse al cabo del tiempo se han sanado pero eso sí, como pacto al fin deben traer su ofrenda, la que mi guía diga. Algunos de los que aquí vienen lo hacen con ambiciones de poder, fuerza y dinero. Sin embargo, al tiempo, he visto caer en el piso todo lo que logran en la vida después del pacto, para esas cuestiones el diablo paga mal a quien bien le sirve. Aunque parezca increíble, trabajo para el sanamiento de las personas. Las que se mejoran y obedecen agradecidas viven tiempo indefinido, las que no, lo que hacen es abrirse ellos mismos el camino al infierno. Solo te puedo dar la oración, por si un día la necesitas para que veas también las bellas comarcas y riquezas que hay en el otro lado del abismo y espero que si el amo te habla, no quieras pactar nada con él.
Juan Andrés Sotolongo Moreno, médico brujo, 92 años, Santa Fe, monte de Santa Clarita.
Oración cubana para dar la bienvenida al diablo
Oh espléndido y poderoso ángel de las oscuridades, Satanás, espíritu del mal y emperador del infierno, me rindo ante ti y te reconozco como mi dueño y rey, si me pones en mis manos y en mis pensamientos las artes ocultas del brujo, dándome el don de conocer el misterio de las ciencias oscuras que posees. Admíteme entre tus escogidos y como hijo fiel te serviré hasta el último día de mi vida. Quiero ver realizadas mis aspiraciones de caudales y de conformidad, el logro de la persona que yo deseo para mí y la destrucción y el daño para mis enemigos. Dame mi señor Satanás el poder que necesito para conseguir todo lo que me proponga. Deseo ser tu esclavo y para ello puedes disponer de mi cuerpo y de mi alma. Si aceptas este pacto contigo, firmado con mi sangre, preséntate ante mí para reconocerte como señor y soberano.
Texto escrito en un pedazo de una corteza de ceiba con puño y letra del testimoniante, aparece grabado con fuego.
II. Las siete puertas del infierno
Llave de la primera puerta del infierno para abrirla en un valle en tiempo de sequía y no tenga nada verde
Con un gato negro se puede hacer todo el mal del mundo, se utiliza para llamar al diablo y tenerlo en tus manos, dominarlo y cada vez que lo llames no va a poder aguantarse y se te aparece, este pacto se debe hacer los viernes santos en un valle donde haya mucha sequía y no exista hierba verde ninguna. El gato debe ser negro completo, no puede tener ni un pelo blanco, ni una pinta, ni nada de eso. Usted coge ese gato y lo sacrifica a las doce de la noche cuando la luna llena está en el mismo centro del cielo y que esté bien alineada con la tierra, coges varias semillas de café y le metes una en cada ojo, una en cada oído, una en la boca y una por el culo. Coges ese gato y lo entierras allí mismo o en medio de un cuatro caminos que haya cerca, depende donde quieras el lugar en ese valle para llamar al diablo para pactar con él. Entonces todas las noches, a la misma hora, usted sale a regar ese gato con agua sucia de río, vas a sentir sombras que pasan por tu lado, pasos rápidos, voces extrañas que te llaman o hablan en murmullo, no puedes tener miedo, porque esos son los espíritus infernales que empiezan a preparar el encuentro y tienes que armarte de valor. De todas esas semillas que enterraste van a nacer de una a tres matas de café, de la cual ni usted ni nadie lo puede tomar.
El pacto también hay que hacerlo la noche de un viernes que, desde el día del sacrifico, el tiempo de espera para el crecimiento de la planta y la maduración del primer gano de café coincide con un viernes 13. Tomas esa semilla en la mano izquierda y con el dedo del medio la aprietas fuertemente contra la palma de la mano, exactamente donde se entrecruza la letra M - de muerte - que tenemos marcada. Llamas a Lucifer con la oración de los ancestros, pides su presencia junto a ti y en ese momento verás cómo se abre una de las puertas del inferno en la tierra y este va a venir como el mismo gato a tus pies. Le puedes ordenar lo que quieras y se lo vas a pedir con toda confianza, no debes titubear, Lucifer no puede darse cuenta que estás cagao de miedo ante él porque entonces no eres digno de ser su soldado aquí en la tierra y se va como mismo vino. Él va a cumplir con todo lo que le pidas en ese momento, pero también te hablará, te dará lecciones y secretos de ciencias ocultas, escucharás su voz atento sin interrumpirlo, es un encuentro sumamente bello y cuando termina con tu pedido, el cual cumple antes del amanecer, se retira silenciosamente. Después de este encuentro debes arrojar esa semilla lejos de allí y no tocarla más porque la llave no va a tener efecto. De todos modos esa mata de café te va a seguir pariendo y es tuya. El ritual para su encuentro será entonces cada año, en el mismo lugar de ese valle los viernes santos, haya o no sequía.
Como te dije anteriormente no debes permitir que nadie toque esa mata de café, solo hasta después que mueras. Se recomienda trasplantarla la noche del primer pacto para un lugar seguro en tu casa, donde la puedas tener cerca y vigilarla. Si los granos se caen o usted los recoge, los echas en una vasija bien oscura y los colocas al pie del sitio que le tengas destinado a él, que puede ser también en tu prenda. Todo el año tendrás la llave si la necesitas para alguna urgencia.
Hilario Fernández Guevara (Tata Ndoki Siete Rayos, Batalla Lumbra Mundo), palero, 43 años, Camajuaní.
Llave de la segunda puerta del infierno para abrirla en la cima de una loma donde sople fuerte el viento
Es antes del alba del Sábado de Gloria que se planta un muerto infernal, para esto se reúnen todos los miembros de la religión, a lo que llamamos nuestra familia de hechiceros. Cuando amanece el Viernes Santo desde muy temprano salgo a recoger yerbas de labor, entre otras cosas para comenzar a organizar la ceremonia. Cuando cae la noche a partir de las seis de la tarde más menos y con todo preparado como se nos ordena, ya es la hora buena para iniciar el juego con los muertos porque ellos ese día permiten que abramos la puerta del infierno y el diablo venga, nos haga compañía, es un día perfecto para hacer un pacto con él.
Comienza el juego y llamamos a todos los muertos, todos los eggún, los espíritus que aún deambulan en la tierra, los antepasados y los muertos infernales. Antes de empezar este juego se hace la mamba de ese viernes santo y se dice pide licencia a Lukankanse es decir, le damos licencia al diablo a que venga, no a Dios porque estamos en Semana Santa. Comenzamos el canto y se llama Ndoki para plantar con el diablo, se invoca su maléfico nombre para que tiemble la tierra y que venga a acabar con todos nuestros enemigos para que no puedan vivir en paz. Para obtener la llave hay que subir a las doce la noche –ya sábado– a la cima de una loma, hacer una firma secreta con carbón en el piso y todos los que estamos allí en ese momento debemos estar vestidos de negro y se lee la oración del pacto, acompañado con un cántico a Satanás que dice: «Grandioso eres Lucifer, grandioso en todos los tiempos. Luz bella, luz oscura, grandioso eres Lucifer. Ven, sube a la tierra, deja tu morada donde quiera que te halles, ven háblame, ven tu siervo te reclama, Grandioso eres Lucifer, grandioso». De esta manera cantas al diablo y empiezas a invocarlo y pedirle su presencia. Debes llevar tu tridente cargado con unos preparos de fuerzas para dar vida y enseguida sientes el viento fuerte, viento del sur, viento malo, acompañado del diablo. Comienza el sacrifico a Lucifer, se le dan los tres animales negros que él necesita para venir los cuales son: una tiñosa, un gato y un chivo. Hacemos alrededor del sacrificio siete círculos con pólvora y alcohol se prende candela al ritmo de un cántico de bienvenida que dice así: «fuego camino sabanía, palo pá dónde va». Y volvemos a invocarlo y encima de la prenda que llevas a su nombre para la ceremonia debes tener un papel amarillo escrito con todos los nombres de tus enemigos y se lo pones encima de donde se hacen los sacrificios.
Para que la luz del infierno ilumine el lugar coges un porrón de barro de esos que venían antes que se usaban en la caña, los porrones viejos, se le tapa el pitillo chiquito con cera y le echas alcohol dentro y lo remeneas bien y cuando estás cantando al diablo se enciende el porrón y sube la candela y ves cómo sube y bajan las llamas del infierno a través de tu porrón, es un encuentro muy luminoso porque no se necesitan las sombras, sino las llamas porque las llamas dan vida . Cuando lo oscuro esté despejado, se abren grietas en la cima de la loma y una de ellas es la puerta por la que sube majestuosamente Lukankase, vestido de negro y plata, con su rostro bello y con calor en sus manos. Él viene a entregarnos la llave de esa puerta por la cual debemos llamarlo cada vez que lo necesitemos. Todos bailamos alrededor de la candela mientras se canta. El porrón llega, coge una fuerza increíble y hace un chiflido del carajo con un sonido como si fuese a reventar, ese chiflido es la voz del diablo que llega, nos habla, nos deja algunos secretos que debemos saber marcados en piedras y se lleva los muertos que estaban allí esperándolo también, tu sientes que los gallos cantan como si ya fuese de día, los perros mayormente aúllan, y hace un estruendo en la tierra como si se abriera en dos. Cuando salen los primeros rayos del sol del Sábado de Gloria, salimos a buscar yerbas en el lugar del encuentro, se hace un manojo con ellas y se ponen a secar en un saco porque esas yerbas son poderosas, consagradas y tienen toda la energía que dejó el diablo en la ceremonia.
Yosvani Cabrera Casanova, (Lucero Ndandy, Campo Lemba, Buey Suelto en la Sabana) palero, 38 años, Santa Clara.
Llave de la tercera puerta del infierno para abrirla en un cementerio viejo y abandonado
Una de las mejores maneras de pactar con el diablo, bajarlo y conversar con él, es en un cementerio viejo y abandonado, en Cuba hay pocos, pero los hay. Puede ser también en un antiguo cementerio de esclavos, cementerios de indios o de hebreos judíos, como al que llaman de los turcos allá en Camajuaní. Ahí siempre aguarda en silencio una puerta de entrada al infierno. El cementerio es un lugar de sombras y ellas te ayudarán al encuentro con Satán, esta sesión debe hacerse preferentemente a las doce de la noche, en el mismo camposanto, encima del clavo que hay enterrado en ellos. Se traza una firma secreta que solo los brujos la conocen, esa firma debe ser con tiza o con cal, se planta la firma, se le echa polvo de muertos, debes tener un garabato de guayaba o de ciprés y a las doce de la noche se prende una vela oscura, eso sí, tiene que hacerse una noche sin estrellas ni luna. Se reza un padre nuestro, se reza un ave María, primero con Dios todo, y después se vira el conjuro y se comienza diciendo sin Dios y sin Santa María, se empieza a maldecir y se le pide permiso a Centella dueña del cementerio y allí al poco rato en Campo finda, si usted de verdad es osado y tiene el valor suficiente y no lleva la cruz encima, se ve cómo se abre la puerta del infierno en la tierra y el diablo aparece en forma de animales, por ejemplo, yo lo he visto como una gran serpiente con cuernos parecido al dragón, hay veces que surge con cuerpo de hombre, cabeza de chivo y sus patas de toro. Viene con muy mal olor haciendo unos estruendos ensordecedores. Se empieza a rezar las oraciones que los brujos conocen y él cambia su apariencia, vuelve a tomar su propia personalidad y empieza caminar a tu encuentro de otra manera en forma de sombra, vestido de blanco reluciente, aunque no alcances a ver su rostro siempre vas a observar una imagen muy bella caminando sobre las tumbas para hacer el pacto. Hay que tener valor para poder llamarlo, siempre cae una bola de candela entre los dos y nunca viene solo, está acompañado con nueve o trece espíritus infernales, por eso es que alrededor se sienten pasos, muchos pasos.
Después de hablar un rato con él si le conviene el pacto que haces, lo va a sellar con su propia sangre y tú con la tuya, sangre que es un rasguño en tu dedo índice de la mano izquierda, lo pones sobre sus manos que te reciben abiertas, en las cuales sentirás un calor muy profundo y arderá todo tu cuerpo por dentro porque está escribiendo los códigos del contrato en tu alma para que nunca olvides, así el pacto queda sellado. Apagas la vela y todo vuelve a quedar en tinieblas, terminada la alianza verás que enseguida se ven las estrellas en el cielo y la luna sale entre las nubes negras. Él se retira sin que te des cuenta, se cierra esa puerta del infierno y en tus pies aparecerá puesta una llave que solo se puede tener tres formas, el colmillo de una serpiente, cola y ponzoña de un alacrán o el pico de un aura tiñosa. Esa es la vía de volver a comunicarte con él cuando lo desees y necesites de sus favores. Apretarás la llave sobre tu hombro izquierdo, en ese u otro cementerio, y en cuanto sangres y caigan las tres primeras gotas al suelo, se abre el camino ante ti.
Juan Vicente Montesino Peraza –Juante–, cartomántico, espiritista y brujo, 84 años, Finca santa Catalina, río Guaní, Remedios.
Llave de la cuarta puerta del infierno para abrirla en el centro de una cueva
Para abrir una de las puertas del infierno y que el diablo suba a la tierra a pactar contigo el trabajo se hace dentro de una cueva a las doce de la noche. Para esto se utiliza una palangana a la que se le echa agua y le agregas cenizas. Para esta ceremonia tienes que tener la presencia de tres animales que son de él, el primero es un gato negro sin manchas, siete murciélagos y un majá de Santa María. En esa palangana el agua se liga bien con las cenizas y se le echa sal para presentarle al diablo la presencia del mar. Con esto tiene todas las cosas de este mundo: luz, sombra, mar y tierra, principio y fin de la vida. Por eso es que se dice agua de mar en tierra de río, es porque estás usando algo perteneciente al mar en tierra de monte adentro. Al gato se le queman las cuatro patas antes de sacrificarlo con el objetivo de que el gato grite y con este grito se hace una invocación al mismo demonio, se le lee su oración para que venga a pactar. Se ofrenda el gato dentro de esa palangana, después los murciélagos y al final el majá, se mezcla el sacrificio de sus animales con vino seco, miel y un ramaje de palo diablo. Ahí se le hace la invocación a él, debes hacerlo a toda voz, bien alto, que resuene tu invocación en las paredes de la cueva y que el eco de tus palabras estremezca el lugar. La cueva es un sitito perfecto para que venga, es donde él entra sin que nadie lo vea y de la manera que él desea hacerlo para presentarse. Hay distintas maneras de hacer este trabajo según lo que quieras pactar con Satanás por ejemplo si le das el gato abriéndolo por la boca significa que quieres el poder de lengua, si lo degüellas por el cuello es que quieres poder de sabiduría y vislumbramiento, y si lo sacrificas por el pecho es que quieres poder de magia negra y saber secretos temibles de las sombras. Estos ofrecimientos se hacen para fortalecer la fuerza del diablo o a tus espíritus que tienen esa tendencia. A partir de aquí se siente la presencia de él en la cueva, sus pasos, su sombra, voces, a veces son como coros que llaman, es un pacto silencioso, solo el intercambio del sacrificio, tus intenciones y su presencia. Él no habla, solo escucha para que su voz no retumbe en las paredes de la cueva y nadie lo oiga ni hombre ni animal. Puedes ver sus grandes ojos encendidos en medio de la oscuridad, es la única luz que hay y su cuerpo aparece cubierto de humo. Este trabajo debe terminar antes que aparezca el alba sobre las cinco de la mañana debe estar todo el pacto listo. Los días buenos son los sábados 13, también se hacen los domingos 21. Yo utilizo el sábado 13 porque viene con más poder, ese es su día preferido.
Sebastián Adriel Salazar Hernández, (Tata Nkise, Gato Negro, Vira Mundo, Compone y Descompone, Siete Rayos, Madre de Agua) 19 años, Palo Malongo, Camajuaní.
Llave de la quinta puerta del infierno para abrirla en medio de una manigua
Dentro de la cueva como es un lugar oscuro no se habla de Dios, ahí se habla con el diablo, conocido por nosotros por Belcebú, el príncipe gran animal del infierno, ahí en ese lugar se le da cuenta de todo y se habla bien malo con palabras fuertes lo más roñoso posible. Ahí se aparece el hombre como un animal, como se me ha aparecido a mí que una vez lo vi en forma de un búfalo con llamas en los tarros. Nosotros vamos a su encuentro, tenemos que ir siete hombres al medio de la manigua, en un entrelace de cuatro caminos. Los siete hombres que deben de ir a su encuentro tienen que hacerlo desnudos, como mismo vinieron al mundo. Todos tienen que embarrarse de olor fuerte como fango podrido, agua de fosa o barro y así comienza la ceremonia. Para esto hacemos el sacrifico de un gato blanco, bien blanco que no tenga nada negro porque el gato blanco es la luz de los abismos y en la oscuridad de la noche resalta como una llama infernal. Hacemos la invocación con un círculo de fuego que trazamos a nuestro alrededor, en el centro trazamos su firma y a las mismas doce de la noche se abre la tierra y aparece la bestia vestido de negro. Se pacta con él, este pacto se realiza secretamente y él nos da las orientaciones de lo que debemos hacer para trabajar con el brujo maligno que nos designe. Cuando el fuego se apaga él ya no está, pero te deja en tus manos una llave que nadie la puede tener ni tocar, es la llave que te abre la puerta para poderlo llamar cuanta veces quieras, reparte a cada uno piezas diferentes que guardarás y solo puedes ver la tuya, no la debes enseñar al que está a tu lado. Este trabajo se hace los viernes santos de cada año. El gato sacrificado, luz al fin, nos tiene que aparecer vivo en el camino de regreso antes de llegar a la casa y pasarnos por delante como una centella, presentárseles a los siete, sin excepción de ninguno, esa es la señal de que el pacto ha sido consumado perfectamente.
Alberto Terry Martínez, Casa de Zarabanda y Siete rayo. Palero, 61 años, Santa Isabel de las Lajas, Cienfuegos.
Llave de la sexta puerta del infierno para abrirla en una casa vieja y abandonada que haya pertenecido a un brujo
Esta llave es la custodia perpetua de tener la mirada del diablo presente ante todos a través de los ojos vivos de una lechuza blanca. Para hacer este pacto con Lucifer para que se abra la puerta del infierno y que siempre esté alerta y pueda verlo todo, se debe coger en la noche de San Juan, un 24 de junio, una lechuza blanca que no tenga ni una sola pluma gris, carmelita o amarilla. Se lleva esa lechuza encerrada en un paño negro a una casa vieja y abandonada que haya pertenecido a un brujo, que esté fuera del pueblo o de la ciudad. Debe ser una casona grande desatendida por más de cien años, para que los muertos que allí vivan sean los testigos del pacto que vas a realizar. Después de las doce de la noche comienzas el ritual, coges una caldera y la colocas al rojo vivo sin nada dentro ni aceite ni agua, debe calentarse con carbón e incienso pedido en la iglesia. Ahí sacrificas la lechuza en nombre de Lucifer el emperador o del príncipe Belcebú –la bestia– le echas aguardiente, cascarilla y vinagre, le sacas los dos ojos, los guardas en un plato de cristal negro y lanzas el cuerpo para la caldera, todo se pondrá a tu alrededor al rojo vivo, es la comida que le das al diablo. Ese embrujo se convierte en polvo una hora después, lo recoges y lo guardas en una vasija de barro, servirá para muchos trabajos maléficos en el futuro.
Colocas cada ojo dentro de cascarones de huevo de gallina negra, unes estos cascarones con cuidado y formas dos huevos, debes de tener cuidado de que cada huevo esté bien separado uno del otro. Para que estos ojos cobren vida y que Lucifer trabaje por ellos se deben colocar en un cagajón de caballo o mierda de vaca seca como si fuera un nido, se dejan al calor del día y al sereno de la noche por un mes encima de algún horcón o en el entretejado de la casa que parezca cobijo de ave. Deben cuidarse como polluelos para cuando vuelvan a nacer y lo hagan con buena fuerza diabólica, para lograrlo hay que visitar el nido a las doce de la noche todos los días, encenderle una vela negra y se hace un rezo a Lucifer: ¡Oh gran Lucifer! Entrego estos ojos de lechuza blanca, para que tú, mi gran amigo, me seas favorable en la súplica que te hago – aquí es el momento de pedir vida a esos ojos – en ti entrego este brujo para que pongas en él todo tu poder, astucia e inteligencia, en ti confío estos ojos lechuza que brilla de día y centinela de noche para que me acompañes como guardián eternamente. A los veintiún días abres los huevos y te darás cuenta que los ojos están vivos observándote, como le das la luz, verás lo fuerte que es esa mirada, en el trasfondo debes descubrir llamas infernales encendidas, es impresionante. Los pones en una cazuela de cristal pequeña y los colocas al pie del muerto, ellos siempre estarán observándolo todo, ahí está la presencia del diablo custodiándote. Nadie puede ver dónde están, nadie los pueden tocar. Por ahí lo llamarás y el vendrá, harás tu pacto en silencio y nadie sabrá que al entrar en tu cuarto Lucifer te sigue desde las tinieblas.
Ramón Orellana Betancourt, Brujo de monte, casa de Zunzundamba, 73 años, Venegas, Sancti Spiritus.
Llave de la séptima puerta del infierno para abrirla a orillas de un río
Para pactar con el Lucifer a través de un hueso de magia infernal a orillas de un río, se debe coger un gato negro y llevarlo al medio de una manigua a las tres de la mañana. Este hechizo debe hacerse a esa hora porque es la hora en la que el diablo les habla a sus hijos. Se pone a hervir un caldero con agua hasta que esté en ebullición, se sacrifica el gato en nombre de Satanás y de todas sus legiones de demonios. Llamas al mismísimo Lucifer que venga ante ti para hacer la unión del hombre con su reino. El gato se sacrifica de la siguiente manera: se echa en un saco de tela negra, se le sopla aguardiente y vino seco, se le tira a esa tela puñados de tierra de nueve tumbas del cementerio más cercano y alrededor se encienden trece velas oscuras. Cuando el agua está ardiendo se zambulle al gato con todo lo que se le ofreció y se deja hervir hasta que los huesos se separen de la carne. Después se sacan los huesos del gato, se van colocando por separado en un paño blanco hasta que no quede ninguno en el caldero. Te acercas al río y te desnudas completo como Dios te trajo al mundo, debes tener de antemano preparada una piedra donde te puedas sentar en ella y de la cintura para abajo te debe tapar el agua del río para que no se te vea el sexo, debe ser en un lugar donde haya poca corriente. Sentado en la piedra colocas un espejo en tus piernas que alcance tu rostro y la mitad del pecho. Lo pones frente a ti, enseguida la noche se va a oscurecer y todo se volverá sombras, tinieblas, la luna se esconderá y las estrellas dejarán de brillar. Cuando esto suceda es que estás en el umbral de la puerta y debes abrirla. Vas cogiendo hueso por hueso para morder cada uno de ellos pero antes debes conjurar: «¡Lucifer, Lucifer, aquí tienes lo que te prometí, ven a pactar conmigo, hazte presente en uno de estos huesos que será la llave a tu reino y así me haré brujo con él para llevar la felicidad o la desgracia a los que se las merezcan en la tierra!». Comienzas a morder cada hueso, hasta que uno de ellos ilumine tu rostro frente al espejo, tienes que dejarlo presionado en tus dientes, el destello de luz será muy fuerte y cuando mires al espejo no será tu rostro el que aparecerá, es la figura de Lucifer el cual te hablará, te dará los secretos que debes necesitar. Ese va a hacer el hueso de la magia con el que vas a trabajar. Ese hueso lo guardarás cuidadosamente de que nadie lo toque porque es la llave que usarás de la misma manera cuando necesites conversar con él, entonces ya tienes en tus manos un poder superior. Al terminar el pacto, si todo fue correcto, la prueba te la dará cuando la noche se despeje, salga nuevamente la luna y que todo el cielo se ilumine con las estrellas.
Pedro Martínez Alfonso, cartomántico, curandero 45 años, finca norte del río Sagua, Granadillo, Sagua la Grande.
NOTAS
[1] Fernando Ortiz: Historia de una pelea cubana contra los demonios, Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975. Pp. 108 – 109.
[2] Samuel Feijóo: Mitología cubana, Editorial Letras Cubanas, cuarta edición, La Habana, 2007. P. 72.
[3] René Batista Moreno: La fiesta del tocororo, Ediciones La Memoria, Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, La Habana, 2010. P. 80