Si desea contactar con la Revista de Foklore puede hacerlo desde la sección de contacto de la Fundación Joaquín Díaz >
I.
En el siglo xiii el Maestre de la Orden de Santiago don Pelay Pérez Correa, en tiempos de la conquista de Sevilla, vence a los musulmanes en las tierras de la actual Calera de León (Badajoz), en los montes de Tudía[1]. Se dice que en el punto donde se desarrolló la batalla, el Maestre erigió una pequeña ermita a la Virgen, bajo la advocación de Tudía o Tentudía.
Muy pronto el primitivo santuario alcanzó gran popularidad en razón a los milagros que de inmediato comenzaron a atribuirse a Nuestra Señora (Figura 1). Así lo vemos a través de las Cantigas de Santa María, que Alfonso X escribiera tres décadas después de la muerte del maestre, hecho acaecido en el año 1275. A la Virgen de Tudía dedica cinco de sus composiciones para informar de otros tantos prodigios: 325 (Como Santa María de Tudía sacou ũa manceba de cativo), 326 (Como Santa María de Tudía prendeu os ladrões que lle furtaron as colmẽas), 329 (Como déus fez a un mouro que fillou a oférta do altar de Santa María que se non mudasse do logar), 344 (Esta é como Santa María de Tudía resorgiu ũu meninno que éra mórto de quatro días) y 347 (Como Santa María de Tudía fez a ũa cavalgada de crischãos e outra de mouros que maséron ũa noite cabo da sa eigreja e non se viron, por non averen ontr’eles desavẽença).
Ninguno de estos relatos hace alusión al que actualmente es el milagro más conocido y que se relaciona con la conquista llevada a cabo por el maestre Pérez Correa. Este refiere cómo el maestre, puesto que la llegada de la noche le impediría infrigir una completa derrota a los enemigos, intercedió ante la Virgen para que detuviera el día (Figura 2).
La primera información conocida sobre el particular se debe Pedro de Orozco y Juan de la Parra, que, en el año 1488, daban a conocer el hecho a través de su crónica sobre la Orden de Santiago:
E fallase aver peleado muchas veces este maestre con los dichos moros, i especialmente en esta provincia de Leon, en la sierra de Tudia, donde miraculosamente, con la mano, i favor del Santo Apostol los vencio, i desbarato, con gran perdida, i daño que ende resçibieron, i el i sus cavalleros ovieron dellos grandes despojos...
E aún se dize i tiene por cierto que, a suplicaçion suya fue detenido el dia, hasta ser fecho, i acabado el vençimiento, i a devoçion de Nuestra Señora, la Virgen María, que esta graçia le alcançó del buen fijo suyo Nuestro Redentor Jhesu Xpristo. El fizo, i edificó allí en la dicha sierra, donde ovo aquella vitoria la Yglesia suya, que oy dia paresçe i es cabeça de la vicaria de Tudia y Reina, i bien se conforma el nombre de su vocación con la rogaria i suplicaçion del buen maestre, su devoto, que fallandose vencedor en el cabo del dia, con aquel deseo, i fervor de acabar a su voluntad, el vencimiento de los enemigos, porque no los cubriese la noche, dixo las siguientes palabras: Santa María ten tu día. E pues fue oydo, i respondido con obra, bien se da a conosçer que él, fuese amigo, i temeroso de Dios, i que su petición fue justa[2].
El «E aún se dize» que abre el último párrafo da a entender que estamos ante una información que tiene su base en una tradición oral. Es posible que la creación de la leyenda se produjera en el siglo xiv, dentro de un ambiente culto, como lo era el monasterio santiaguista de Uclés. A favor del relato juega la toponimia del lugar en el que se produjeron los hechos, Tudia. Tal narración posibilita el que Pelay Pérez Correa pueda ser identificado con otros caudillos legendarios. Es el caso Josué, cuyo pasaje biblíco en el que se detiene el sol era de sobra conocido:
Entonces Iosue habló á Iehova, el dia que Iehova entregó al Amorrheo delante de los hijos de Israel, y dixo en preencia de los Israelitas, «Sol detente en Gabaon, y Luna, en el Valle de Ajalon.
Y el Sol se detuvo, y la Luna se paró hasta tanto que la Gente se vengó de sus enemigos. Esto no está escripto en el libro de la rectitud? Y el Sol se paró en medio del cielo: y no e appressuró à ponerfe casi un dia entero.
Y nunca fue tal dia antes ni depues de aquel, obedeciendo Iehova á la boz de un hombre: porque Iehova peleava por Israel[3].
Aunque tampoco se puede obviar la difusión que en esos momentos pudiera tener la Chanson de Roland, en la que también hallamos una acción de Carlomagno que cabría interpolar con las hazañas del Maestre de Santiago:
CLXXX. Por Carlomagno Dios ha obrado un gran milagro, pues el sol se ha quedado parado. Los paganos huyen y los francos los persiguen. Allí en Val Tenebrosa los han alcanzado y los persiguen, y, hostigándoles hacia Zaragoza, los van matando a grandes golpes y les cortan sus vías y los caminos mayores…[4].
Sin embargo, en el caso que nos ocupa debió ser la historia de Josué la que inspiró el ralato sobre la detención del sol por parte de Pelay Pérez Correa, así como de otra leyenda gemela de esta que también tuvo que ver con una batalla contra los moros. Se mantiene vivo en La Rioja el recuerdo de que Ramiro I, durante el enfrentamiento de Clavijo, se dirigio a la Virgen en los mismos téminos que lo hiciera posteriormente Pelay Pérez, produciéndose idéntico milagro. En agradecimiento fundó el monasterio de Tentudía, cuyas ruínas aún son visibles por los montes de Laturce.
La primera referencia que pone en relación el milagro de Tentudía con la escena bíblica de Josué la encontramos en el año 1565 (Figura 3). Se halla en la semblanza que, al igual que de todos los maestres fallecidos, se hace de don Pelay Pérez Correa, el decimocuerto de la lista. Señala al respecto:
Esta enterrado en vna yglesia que se dize, Santa Maria de Tudia, que es en Sierra morena, en la Prouincia de Leon: la qual el dicho Maestre ma[n]do edificar, y junto a ella vn conuento de religiosos de la orden, porque en aquel lugar vencio vna batalla de Moros, y fue en alca[n]ce dellos al tiempo q[ue] el Sol se ponía: y como viesse que le yua faltando el dia para la entera destruycion de los moros, suplico a nuestro Señor se lo detuuisse, poniendo por intercessora a la sagrada Virgen Maria: y las palabras de la oracion fueron: Sa[n]cta Maria deten tu dia: lo qual particularmente dixo, porque era aquel dia de vna de las fiestas de nuestra Señora: y por su oracion se detuuo el Sol por bue[n] espacio de tie[m]po, hasta que del todo ve[n]cio y co[n]cluyo la batalla renoua[n]dose el antiguo milagro de Iosue Y por esto se llamo aq[ue]lla yglesia Sa[nc]ta Maria de Tudia, y es de mucha deuocion, y concurren a ella muchas gentes de diuersas partes. Y porq[ue] el sitio della es malsano en todo tiempo, su Magestad del Emperador y Rey don Carlos, de gloriosa memoria, mando que el dicho Conuento se edificasse abaxo de la Sierra, en vn lugar que se dize la Calera, que es encomienda de la dicha yglesia de nuestra Señora Sancta Maria de Tudia, que oy es Vicaria, y tiene de baxo de su jurisdicion diez lugares de los principales de la dicha prouincia[5].
Copias literales de este son los establecimientos publicados en los años 1577[6] y los elaborados o compuestos, en 1603, por don García de Medrano[7] y, en 1655, por Francisco Ruiz de Vergara Alava[8]. Y Josué seguirá trayéndose a colación cada vez que los historiadores y cronistas de los siglos xvii y xviii refieran el milagro de la detención del sol.
Parece probable que hacia 1440 existiera en el monasterio de Uclés una crónica, actualmente desaparecida, sobre el maestre Pérez Correa[9] y que en la misma se recogieran algunos hechos mitificadores tendentes a ensalzar su figura, entre los que estaría incluido el milagro de Tentudia. Tal historia no solamente sería utilizada por los cronistas de la orden, sino también por relatores ajenos a la institución, como es el caso del autor anónimo que a finales del siglo xv escribió la Historia de los hechos del marqués de Cádiz[10]. En ella, indicando que «según cuenta su corónica», narra el hecho de la detención del sol:
Otrosy no es de dejar en olvido el bienaventurado maestre de Santiago don Pelaez Correa, que tanto floreció favoreciendo la fé de Jesucristo, que yendo un día en pos de los moros con muy poca gente, e los moros eran gran número de ellos de caballo, e de pié, e como él se fallase ya puesto encima de la sierra de Santa María de Tudia, e viese tan gran morería, e como el dia fuese ya passada la mayor parte dél, que ya era tarde, e su gana era grande de pelear con los moros, e como él era devoto de Nuestra Señora la Virgen María, él se apartó un poco de sus caballeros e puso las rodillas en tierra junto con una peña blanca que parecía cristal, e con muchas lágrimas, fizo una muy devota oración, los ojos y manos levantados contra el cielo, e dijo: —¡ Oh Señora Virgen María, por reverencia y acatamiento de tu limpieza y Santísima Virginidad, detén hoy este día y dános vencimiento contra estos enemigos, porque el nombre de Jesucristo por todas las generaciones del mundo sea loado! E la oración acabada, según cuenta su corónica, el sol estobo quedo tres horas e media, y luego el maestre se vino a sus caballeros, muy alegremente, e comenzólos mucho á esforzar, e dixoles: -Ea, caballeros, que hoy es nuestro día. E todos con grande alegría se fueron contra los moros, peleando muy bravamente, e venció toda la moreria, e siguiendo el alcance, mató infinitos de ellos. Pues quién podrá acabar de contar de otros muchos nobles cosas contra los moros, favoreciendo la fé de Jesucrito?[11].
Sin embargo, no todos los cronistas de la orden de Santiago destacan el milagro de la detención del sol, y solo tiende a hacer una escueta referencia a los muchos prodigios atribuidos a la Virgen de Tudía en pasado y en presente, como en este caso:
Con razón deuemos sie[m]pre mirar i proueer en el reaparo y sustentamiento d[e] la casa de nuestra señora santa Maria de Tudia, segun los grandes miraglos que en fauor y acrescentamiento i sostenimiento de nuestra santa orden y religio[n] ha hecho y haze cada dia, assi en tiempo de los buenos maestres antepassados, como hasta agora en el n[uest]ro[12].
Pero no es lo más normal, como hemos visto y veremos. A mediados de siglo xvi asistimos a la reiterada publicación de los capítulos que celebra la Orden de Santiago. En estos libros, junto a las normas aprobadas y confirmadas, se insertan el catálogo de los maestres y una reseña biográfica de cada uno de ellos. Así es la descripción que sobre Pelay Pérez Correa leemos con fecha de 1547:
El XIIII fue el valeroso y nombrado don pelay perez correa, (que en sus priuilegios se dize don Pae perez) Fue XXIIII años maestre, siruio mucho al santo rey en la guerra y conquista de Seuilla y cordoua (en el año de Christo de M.CC.XL.VIII.) y en la su crónica se engrandesce mucho este maestre. Leese que en vna, batalla en que este maestre se hallo cerca de santa Maria de Tudia (que es en estremadura en lo que se llama prouincia de Leon) por oracion deste maestre se detuuo el sol por buen espacio de tie[m]po que no anochecio fasta que se concluyo y vencio la batalla, y por esto se llamo vna hermita que allí auia & se edifico, santa Maria de ten tu dia, & alli esta enterrado, & se edifica vn conuento de la orden porque ay gran deuocion en toda estremadura con aquella casa[13].
En nada difiere el texto recogido en la publicación del año 1555. Se trata de una copia literal de un modelo que también se hace patente en los posteriores libros de la Orden de Santiago[14]. Así ocurre con los ya citados de 1565, 1577 y 1603, al igual que con el que, en 1597, fue compuesto por el freire Francisco de la Portilla[15]. Por su parte los visitadores del siglo xvi no dejan escapar la oportunidad de referirse al famoso milagro como una forma más de extender la fama milagrera de la Virgen de Tentudia:
Se apareçyó Nuestra Señora la Virgen María al Maestre don Pelay Pérez Correa yendo ençima de su caballo, el qual como la vido en visión se capeó armado en blanco como yba peleando con los moros, se hincó de rodillas y adoró la dicha ymagen y visión que ansí le fue apareçida, en la qual ystoria estase el sol que el dicho Muestre pidió a la Virgen María tuviese su día para que él pudiese mediante su graçia seguir el alcançe de los moros porque la sierra era áspera y fragosa y, para hazello, era menester día con que poder executar la vitoria[16].
En el año 1571 el rey Felipe II daba autorización al calatravo frey Francisco de Rades y Andrada para la publicación del libro que había elaborado sobre las tres órdenes militares: Santiago, Calatrava y Alcántara[17]. Y este vería la luz de manera inmediata (Figura 4). En el prologo de la obra da cuenta de las investigaciones que ha llevado a cabo e informa acerca de cómo revelará sus fuentes:
… para cuya composicion he visto los Archiuos de las Ordenes, y otros de algunas Yglesias y Monesterios: y assi a la margen va acotado el Archiuo de donde se saco lo q[ue] en la Hystoria se dize. Quando se pone a la margen Caxon quarto o quinto. &c. hace de entender que aquello fue sacado del Archiuo de la Orden de quien allí se trata.
Por lo que respecta a Pelay Pérez Correa, que enumera como el decimosexto maestre, cita haber utilizado la Chronica de don Fernando el Sancto[18], la Crónica de Alfonso X el Sabio o las Calendas de Uclés. Puesto que tales documentos silencian el Miraglo de Tudía, es lógico que Francisco de Rades se sirviera tanto de la Estoria de Pedro de Orozco y Juan de la Parra, como de las Reglas y establecimientos publicados con anterioridad, de la manuscrita Crónica de Pelay Pérez Correa, que sirvió igualmente al autor de la biografía de don Rodrigo Ponce de León[19], y de otros «antiguos memoriales» que no especifica. De este modo refiere lo concerniente al susodicho milagro:
En los antiguos memoriales de cosas desta Orde[n]n se halla escripto, que el Maestre do[n] Pelay Perez Correa, haziendo guerra a los Moros por la parte de Llerena huuo con ellos vna batalla al pie de Sierra Morena, cerca de donde agora es Sancta Maria de Tudia. Dicen mas que peleando con ellos muchas horas, sin conoscer se vitoria de vna parte a otra, como viesse que hauia muy poco tiempo de Sol, con desseo de vencer aquella batalla, y seguir el alcance, suplico a Dios fuesse seruido de hazer que el Sol se detuuisse milagrosamente, como en otro tiempo lo hauia hecho con Iosue, Caudillo y Capitan de su pueblo de Israel. Y porque era dia de nuestra Señora, poniendo por intercesora, dixo estas palabras, Sancta Maria deten tu dia. Dizese en los dichos memoriales que milagrosamente de detuvo el Sol por espacio de tiempo muy notable, hasta que acabo el maestre su victoria, y prosiguio el alcance. En memoria deste milagro dicen hauer se edificado una yglesia por mandando del Maestre, y a costa suya, a la qual puso nombre Sancta Maria de Ten tu dia: y agora corrupto el vocablo se dize Sancta Maria de Tudia[20].
Dos décadas más tarde el padre Juan de Mariana editaba su obra Historiae de Rebus Hispaniae y en ella, al barajar las dos hipótesis sobre el lugar de enterramiento del maestre (Figura 5), hace mención del monasterio de Tudía, informa escuetamente del milagro y se pregunta sobre la fiabilidad del mismo, por estimarlo como una aprecición subjetiva de los testigos:
… el qual templo que el edificó desde sus cimientos, a las haldas de Sierra morena, en memoria de vna batalla, que los años passados ganò de los Moros en aquel lugar, muy señalada, tanto, que vulgarmente se dixo y entendiò, que el Sol se paro y detuuo su carrera, para que el dia fuesse mas largo, y mayor el detroço de los enemigos, y mejor se essecutasse el al alcance. Dizen otrosì, que aquella yglesia se llamó al principio de Tentudia, por las palabras que el Maestre dixo, buelto a la Madre de Dios: SEÑORA, TEN TU DIA. A la verdad, alterados los sentidos con el peligro de la batalla, y entre el miedo, y la esperança, quien pudo medir el tiempo? Vna hora parece muchas, por el deseo, aprieto, y cuydado. Demàs desto muchas cosas facilmente se creen en el tiempo del peligro, y se fingen con libertad[21].
Tanto la crónica de Francisco de Rades como la Historia del Padre Mariana van a servir de modelo para cuantos a partir de las fechas de sus publicaciones escriban sobre la Orden de Santiago, sobre la figura de Pelay Pérez Correa o simplemente sobre el milagro de Tentudia. Un claro ejemplo es la obra de Frey Diego de la Mota, de 1599, que de forma reiterada cita a ambos autores. Al mismo tiempo nos habla de la existencia de una representacion plástica de la batalla, de la que tiene conocimiento a través de los informes de los visitadores:
Y dizese se detuuo el Sol por buen espacio de tiempo, y que le aparecio Nuestra Señora, y venció, en memoria de lo qual esta pintada esta historia, y Batalla en esta Iglesia de Nuestra Señora de Tudia, segun lo dizen alganas visitas desta Orden[22].
Posiblemente la referida pintura corresponda al cuadro insertado en la parte inferior, lado del evangelio, del altar mayor, obra del artista Francisco Niculoso Pisano, ejecutado en el año 1518 (Figura 6).
Y puesto que su divulgación es amplia y puede ser fácilmente manejada por personas ajenas a la Orden de Santiago, el texto de Rades será el más copiado por historiadores y cronistas. Es el caso de fray Francisco de Coria, según vemos en el manuscrito fechado en 1608, que ofrece su certeza sobre el día exacto de la batalla:
… suplico a nuestro Señor Dios fuese seruido de hacer que el sol se detuuiese milagrosamente como en otro tienpo lo auia hecho por su pueblo de ysrrael y su capitan, y caudillo Josue. Y por que aquel día era de nuestra señora, y creo sería la de Agosto, poniendola por intercesora en su justa petición…[23].
La acción de Pelay llega a ser considerada como un modelo para los ejércitos que están en combate. Así lo pone de manifiesto Ivan Vitrian en una nota que añade a las memorias de Felipe de Comines, referida al descanso que buscan las tropas enfrentadas de franceses e italianos:
… el buen Pelayo Correa Maestre de Santiago contra los Moros (con ruego à la Madre de Dios de Tentudia) en tienpo del Rey Don Fernando el Santo de Castilla, detuvieron el Sol, y alargaron el dia, porque la vezina noche no les inpidiese el curso de su vitoria. Però en el caso presente vemos contrarios deseos en ambos estos dos exercitos Italiano y Frances, que ambos desearon sumamente la noche, por salir del peligro de ser acometidos, ò acometer mientras durava la luz del dia, que es la que à los honrrados pone en honrra, y à los cobardes en afrenta[24].
Y en esta nómina de personas que encuentran base argumental en la Crónica de las tres Órdenes de Rades y Andrade no podemos dejar de lado al dramaturgo Lope de Vega y Carpio. En aquella obra se inspiró de una manera especial para la elaboración de la comedia El sol parado, en la que refiere las andanzas de Pelay Pérez Correa. Puesto que aparece en la primera lista de El Peregrino, la comedia fue escrita con anterioridad a1604, aunque su publicación data del año 1622. Empieza con la elección del maestre y concluye con el milagro de Tudía[25], que el dramaturgo refiere con los siguientes versos:
Maestre:
Santa Maria Señora,
laurel, palma, huerto, fuente
ciprés, rosa, oliua, y lirio,
Madre y Virgen aora y siempre
Detén Señora tu dia,
que mandar al sol bien puedes
que tiene a los pies la luna,
y tanta estrella en su frente.
Cristo por cuya Fe santa
no ay aqui quien no profese
defendiendola morir,
haz que el sol su curso cesse.
Y si Iosue merecio
que se detuuiesse, tenle,
por ser dia que tu Madre
nacio para que nacieses,
tu Virgen deten tu dia.
Campuzano:
Cielos, el sol se detiene.
Maestre:
Santiago Freiles, Santiago,
cierra Espana, a ellos Freiles.
………………………………….
Maestre:
Todo el tie[m]po que ha durado
al pie desta fuerte sierra
la confusión de la guerra
hemos visto el sol parado.
Virgen vuestro santo dia
mereció tan raro exemplo
aqui he de labrar vn templo
llamado Detén tu dia,
Por memoria desta hazaña
y su vencimiento raro.
Campuzano:
Gran Josue, nueuo amparo
del nueuo Israel de España![26].
También por los principios del siglo xvii Pablo Espinosa de los Monteros trataba de recabar informes con los que apoyar la canonización de Fernando III. Con esta intención da a la imprenta la primera de sus obras en el año 1621 bajo el título de Epitome de la vida y excelentes virtudes del rey don Fernando, que cumplimentará con una posterior publicación[27]. Pero en el intermedio saca a la luz otro libro, el más conocido, en el que también hace relación de los prodigios atribuidos a aquel monarca, colocando en primer lugar el milagro de Tentudia (Figura 7). En la descripción sigue fielmente a frey Francisco de Rades, si bien la detención del sol para él no se debe al ruego del maestre Pelay Pérez, sino a las oraciones que en ese momento está haciendo el rey Fernando:
En los mismos memoriales està escripto, q[ue] sabiendo el santo Rey D. Fernando, que estava en Sevilla, que aquel dia se avia de dar la batalla, lo gastó todo en Oracion; pidie[n]do a Dios el buen sucesso contra los enemigos de la Fè. A cuyas Oraciones obedecio el Sol, parandose[28].
Idéntico es el enfoque que presenta otros de los comisionados en la causa de beatificación, en este caso el jesuita Juan de Pineda. Tras copiar a Rades, pasa a rebatir la opinión del Padre Juan de Mariana sobre la sospechosa realidad del milagro:
No se porque el dicho Padre añade a este milagro una cortapisa, qual suele en otros, con riguroso i severo zelo de la verdad… La verdad es, que es muy mas natural, no advertir en el tie[m]po, si es mucho, o poco, estando en el conflicto de la refriega; en el qual, aun a penas se advierten las heridas, i golpes recibidos, que despues se tienen: i entonces tan poco se advierte la grandeza del peligro, quando a penas ay sentido, ni espiritu para otra cosa, q[ue] para acometer, herir i matar. Despues del peligro, i de la victoria, se pondera i mira de a fuera, su grandeza i dificultad, i lo ultimo, abona i califica la verdad del milagro, la frecuencia de los muchos que Dios obrava, en tiempo de aquellos Catolicos i Zelofos Principes, donde la milagrosa restauracio[n] de España por el Rey D. Pelayo, hasta nuestro Rey Santo Fernando. Mayormente, siendo esta una general i recebida tradicion, i testificada por los graves Escritores de aquella Orden, i de su Regla i Maestres…[29].
Tras la «probanza» del milagro, el Padre Pineda concluye con el mismo párrafo con el que Pablo de Espinosa atribuía el prodigio de la detención del sol a las plegarias del rey Fernando. Tal concepción fue compartida por posteriores cronistas, como Antonio de Quintanadueñas, que afirmaba «que sabie[n]do el Rey Don Fernando, que aquel dia se avia de dar la batalla, todo le gastó en oración»[30], y Ortiz de Zúñiga, para quien la victoria solo fue posible porque «en oracion San Fernando lo auxiliaua mejor con clamores al cielo, que pudiera con las mas bizarras tropas»[31]. Ante ello no faltó, en su momento, la irónica repuesta de Menéndez Pelayo, aliado con la opinión de Mariana:
Sólo una devoción indiscreta y afeminada, como era la de las postrimerías del siglo xvii, pudo imaginar que tal héroe como San Fernando, en quien nunca la piedad estorbó el fiero ímpetu bélico, pudiera estar en sosegada oración, como un pacífico anacoreta, mientras su gente se batía desesperadamente contra los moros[32].
Deudo de los libros de Francisco de Rades y de Juan de Pineda es la obra que en 1629 nos ofrece el clérigo sevillano Francisco Caro de Torres. Si del primero toma de manera casi literal el relato de la batalla de Pelay Pérez Correa, concuerda con Pineda a la hora rebatir la opinión del Padre Marina:
Estas dudas no nos la ponen a vna verdad tan assentada: pues lo mas cierto y natural es, el no aduertir el tiempo, y que parezca se passa mas aprissa a los que estan ocupados, que lleuan lo mejor del exercito, y pelean con tanto animo, como a los oprimidos, y atemorizados, ni de los que lo miden desde sus aposentos impossibilitando lo que no les passa por las manos, o se lo facilita fu gusto. Esta misma objeccion se podia poner al milagro de los milagros de Iosue qua[n]do detuuo el Sol en la batalla en fauor de los Gabaonitas, q[ue] la Fe sincera y vence a la ambiciosa me[n]tira, como dize san Ambrosio, el padre Iua[n] de Pineda en el memorial que hizo de la vida y milagros del santo Rey don Fernando, teniendo por cierto este milagro[33].
A lo largo del siglo xvii y xviii siguen proliferando las crónicas y estudios históricos que encuentran un asunto recurrente en el relato del maestre Palay en relación con Tudía, y que no escapan de citar las mismas fuentes. Es el caso de Martín Carrillo, abad de Montaragón:
… alcançò victoria de los moros, y siguio el alcance, como lo escriuen Rades de Andrada, y Francisco Caro de Torres en sus historias de la Religion de san Iuan, el Padre Pineda en el memorial que ha hecho de la vida, y milagros del santo Rey don Fernando[34].
Lo mismo sucede con Alonso Núñez de Castro y con Francisco García. El primero nos habla de «muchos historiadores» que informan de la detención del sol, haciendo al margen una anotación de los mismos: Francisco de Rades, Juan de Pineda, Francisco Ruiz de Vergara, Diego García de Medrano «y otros Autores que escriven de esta Orde[n]»[35]. Es cierto que el libro de Núñez de Castro aparece poco tiempo después de la canonización de Fernando III y la biografía que nos ofrece constituye un auténtico panegírico. El autor nos hace ver que buena parte de sus victorias la «atribuyen muchos à milagroso efecto de la fervorosa oracion del Santo Rey»[36]. Y entre estos milagros se cuenta el de Tudía, que no hubiera sido posible sin la intervención del rey Fernando, manteniendo lo apuntando por los clérigos Pineda y Espinosa de los Monteros:
Al mismo tiempo observaron los que assitian al Rey Don Fernando, que puesto el Rey en oracion àzia el Occidente los ojos, estuvo algunas horas como absorto; de donde pasó à divulgar la piedad, que à la voz de el Maestre, y à la oracion de el Santo Rey Don Fernando, repitiò el Sol la obediencia, que à Iosue, que dandose surto en el Cielo, hasta que el Maestre Don Pelayo consiguiò entero triunfo de sus contrarios[37].
Por su parte al Padre Francisco García se debe la redacción sobre Fernando III, que se empieza a incluir, como santo declarado, en la edicción del Flos Sanctorum de Pedro de Ribadeneira en el año 1675[38]. Pero el hecho cierto es que las sucesivas impresiones que alcanza la obra de Rivadeneira posibilitan una gran difusión de los milagros de Fernando III y el conocimiento a gran escala de la batalla de Tentudia. Por las mismas fechas se imprime la obra de Fray Antonio de Santa María, cuyó fin es poner de relieve la intercesión de la Virgen en los más significativos acontecimientos de la historia de España, entre los que destaca esta victoria del maestre Pérez Correa:
Reparó el Maestre Don Pelayo Perez Correa en el inconveniente de faltarles la luz, y apresurarse la noche, y conociendo quan vano avia sido el trabajo de aquel día, si les anochecia, pues les cortava la hebra de su triunfo; acordaronse que era dia de Nuestra Señora, levantó los ojos al Cielo lleno de confiança, y juntamente las manos con las armas, y diò vna voz, que la oyeron los soldados, diziendo: SANTA MARIA, DE TEN TV DIA. Prosiguiòse la batalla, y viendo el enemigo, q[ue] el Sol no caminava, le mirava con espanto, y prodigio; pero viole fixo en su Orizonte, y sospechava, ò que lo avian clavado, ò cessava el movimiento de los Cielos, ò que el mundo se acabava à la voz de nuestro segundo Iofue. Desconfiaron de su feliz fortuna, y el Exercito Christiano hizo vna embestida tan valiente, que derrotó todo el Exercito enemigo, juntando Nuestra Señora el dia con el vencimiento, deteniendoles el Sol para que no les faltase la luz para triunfar, obedeciendo aquel hermoso Planeta a la voz de el gran Maestre, como lo hizo otra vez à la voz de Iofue[39].
II.
No es el prodigio de la detención del sol el único hecho sorprendente al que asistimos en la batalla que Pelay Pérez Correa libra en Sierra Morena. También se cuenta con la milagrosa aparición de una fuente, cuyas aguas calman la sed de los exhaustos cristianos, una vez que se ha parado el astro tras la petición del maestre a Nuestra Señora. Sin ella no hubiera sido posible la victoria. Nada sobre este particular conozco citado en crónicas o documentos anteriores al siglo xvi, por lo que la creación de la leyenda cabría suponerse con posterioridad a esta fecha. Las primeras menciones las encontramos en la Historia de Pedro de Espinosa de los Monteros y en el Memorial de Juan de Pineda. Pedro de Espinosa, tras enunciar los diferentes «memoriales mano escriptos» existentes sobre el maestre Pérez Correa, dice al respecto:
Vno de los quales, añade segundo milagro, que alcançada la victoria el Maestre hirio una peña co[n] la lança, como otro Moyses, de que brotó una fuente de agua; co[n] que el exercito sediento y cansado se refreco, y remedio su necesidad: La qual oy corre, y haze su agua muchas maravillas co[n] enfermos, que por su devocion la beven[40].
Idéntico es el texto que inserta Juan de Pineda, aunque sin aludir a Moisés ni a los poderes medicinales de las aguas, pero reafirmando que de nada hubiera servido el anterior milagro sin este:
¿Porque que les aprovechara el aver ve[n]cido, muerto los enemigos, i detenidose el Sol, si los vencedores quedaran igualmente muertos de sed, i ahogados de cansancio?[41]
Al igual que sucediera con el milagro astral, los posteriores historiadores y cronistas siguen fielmente lo apuntado por Espinosa de los Monteros, salvo muy ligeras matizaciones:
… el Maestre don Pelay Perez Correa auiendo conseguido esta vitoria, vie[n]do que su exercito estaua muy afligido de sed (sin la duda de q[ue] nota san Agustin a Moysen en el milagro que obró con su vara) hiriò con su lança vna peña, y brotó vna fuente de agua con que se alentò y refrigierò su exercito, que no fue menor milagro que el primero, y ambos son indubitables por las tradiciones que ha tenido y tiene la Orden de Santiago, y su regla, y establecimientos[42].
Hallandose su gente cansada de la larga refriega, y fatigados de la ardiente sed, negandoles el refrigerio de el agua, la grande sequedad de la tierra, se afligiò el General valiente, recelando perder èl, y los suyos las vidas a las ardientes fatigas de la sed, y qual otro Moyses, con el golpe de la vara hizo que una peña produxese copiosos raudales de agua, para alivio del sediento pueblo. Con santo zelo, y firme confiança executó lo mismo el Maestre, y en nombre de Dios, y de su Santissima Madre, hiriendo con la lança un peñasco, brotó milagrosamente una fuente de agua, con que se refrigerasse su Christiano Exercito[43].
… el dicho Maestre don Pelayo, estando la gente de su exercito sedienta, y fin agua, hirió con su lança en vna peña, y brotò vna fuente de agua, con que le alentó, y refrigero su exercito[44].
Solamente Ortiz de Zúñiga disiente de la opinión general. Para él no es la lanza del Maestre la que hace brotar la fuente sino su palabra:
… de auer al impulso de su voz dado vna seca peña, fuente de agua, que satisfizo la sed de su gente, que perecia abrasada[45].
Esta leyenda apenas tomó cuerpo en Extremadura y no sería improbable que la misma solo respondiera a una adaptación de otras similares que se conservan en la zona de Sevilla, referidas en este caso a la conquista de aquella ciudad. También en ellas toma protagonismo el maestre de la Orden de Santiago. Una de las versiones indica que Pelay Pérez, durante la toma de Sevilla, fue herido por una flecha emponzoñada, salvando la vida gracias a las atenciones que le dispensó Omar, un médico musulmán. Tras la muerte del sanador a manos de dos alevosos soldados del propio maestre, fue el mismo Pelay Pérez el que pronunció una oración fúnebre. Tras las exequias clavó su lanza en el suelo y en el hueco producido surgió un manantial en el que los sitiadores cristianos, que morían deshidratados, pudieron saciar la sed durante el tiempo que duró la conquista. Otros indican que el agua emergió cuando Pelay clavó la espada en el suelo por indicación del rey Fernando luego de encomendarse a la Virgen para que ayudara a las tropas sedientas y abatidas.
No obstante el clérigo Espinosa de los Monteros pretende dejar claro que los milagros de las fuentes de Sevilla y de Sierra Morena nada tienen que ver entre sí:
El sitio y lugar donde sucedio esta gran maravilla, se vee desde la insigne torre de la santa Iglesia mayor desta Ciudad: de la qual està dos jornadas, poco mas o menos, a la calera, ju[n]to a Segura de Leon, donde sucedio esta milagrosa batalla[46].
Si con alguna fuente pudiera relacionarse la leyenda en la zona de Tentudia esta sería la denominada La Malena, en el mismo término de Calera de León. Se trata del manantial más abundante de aquellos parajes y brota a través de una oquedad practicada de manera artificial en la roca, aunque carece de una tradicción oral al respecto (Figura 8). Pero sí existe otra fuente, concretamente en la cercana localidad de Cabeza la Vaca, que los vecinos relacionan con la batalla de Tentudía y que conocen con el sugestivo nombre de La pisá del caballo. Sin embargo, el origen de la misma nada tiene que ver con el maestre, sino con el apóstol Santiago, que al decir de alguna crónica, como la de Pedro de Orozco y Juan de la Parra también aquí hizo acto de presencia para acosar a los moros junto a Pelay Pérez Correa. Y así lo confirma la leyenda:
Tras la batalla (de Tentudía) las huestes sarracenas derrotadas y en huida, se ven acosadas por el ejército cristiano capitaneado por el Apóstol Santiago. Los restos del ejército musulmán emprenden su dramática retirada al abrigo de la topografía del terreno, donde son frecuentes las quebradas y barrancos, llegando así hasta el que se conoce hoy con el nombre de Martín Gil, por cuyas escabrosas profundidades discurre e1 arroyo de Los Linos, a la sazón seco sufriendo, también, el ejército cristiano las penalidades del calor y de la sed. Llegado un momento, los perseguidores desfallecen mostrándose incapaces de continuar el hostigamiento para culminar la victoria. En medio de esta situación desesperada el caballo que monta el Apóstol Santiago pisa, fuertemente, una roca y desde sus entrañas brota, al instante, un raudal de agua limpia, fresca y ferruginosa… con la que saciar la sed y restañar las heridas del combate.
Desde entonces la fuente vierte sus aguas al arroyo de Los Linos y junto a ella perdura la pisada del caballo grabada en la roca. Esta leyenda y la huella, clara, de lo que parece ser la herradura de un caballo inspira el nombre de la fuente[47].
La creencia de que el apóstol ayudó a los cristianos en la conquista de Sierra Morena no solamente se ciñe a Cabeza la Vaca. También permanece muy viva en Montemolín, donde aún se ven las huellas que dejaron grabadas las pezuñas del caballo de Santiago tanto en el Monte de la Herradura como en los muros del castillo, cuando iba en persecución a los huidos de Tentudia (Figura 9).
Encontramos otras leyendas en torno a los milagros que acompañan a las conquistas de Pelay Pérez Correa que comienzan a gestarse por los pueblos de la comarca en un periodo bastante alejado al de las andanzas del maestre. Es el caso de Llerena y su Virgen de la Granada. Existe algún documento de mediados del siglo xvii que hablan de la aparición de Nuestra Señora sobre un granado cuando se produce la conquista de la ciudad.
Confirma este yntento La tradicion Constantissima en que ningun Vecino de esta Ciu[da]d, ni de esta comarca a dudado ni discreado, que antes que ultimamente se fundase la poblacion que oy tiene Llerena para que tubiese efecto se aparecio la ymagen de la Virgen S[anti]sima n[uest]ra Señora en un granado; Y es mui fuerte el argumento que se toma de la Tradición particular y provincial en que nadie a discrepado... Y siendo como esto es firme y sin duda presupone el aberse aparecido que antes esta S[an]ta ymagen abia sido adorada, y benerada en esta tierra, que se bolbiese a cobrar de los moros. Y en granado que es arbor que de ordinario se planta y cultiba en huertas, dentro o cerca de poblaciones, y que le abia abido antes que se Conquisase a los moros. Y luego se le fundo la Yglesia mayor parrochial, que era lo primero que hacáin los Christianos, quando conquistaban. Y tambien es tradicion asentada que la Capilla mayor se fundo en donde estaba el mismo granado[48].
Mayores detalles proporiciona el autor de España Triunfante sobre la conquista de Llerena por intercesión de la Virgen:
Aquella noche se le apareció MARIA Santissima al Capellan de el Exercito, toda cercada de divinos reslandores, y le dixo, que no temiessen de embestir a Llerena, que ella les entregaria la Plaça: «Y en señal de esta verdad (dixo esta Soberana Señora) te doy esta granada»; dexòle la granada en su mano, y al tiempo de despedirse para el Cielo, le dixo al Capellan de el Exercito: «Tu no pelees, sino es trata de administrar el Sacramento de la Penitencia a los Chritianos, que si esto hizieres, mas pelearas tu contra los Moros, que no todo el Exercito con armas».
Desapareció la Virgen Santissima Señora Nuestra, dexando a los Chritianos llenos de devocion, y confiança en tan soberano Patrocinio; y el dia siguiente trataron de combatir la Plaça con mucho valor. Resistian los Moros los abances con mucha valentia; pero vn soldado a tiempo de tirar vna saeta, dixo: «Esta va en nombre de la Virgen Santissima Nuestra Señora, que nos dio la Granada»: en buen hora lo dixo pues la saeta dió en el coraçon del Moro que governava aquella Plaça, con que viendo los Moros muerto à su Adalid, luego se entregaron a merced de lo que quissiessen hazer dellos los Chritianos. Por esta victoria le fabricaron vn Templo à Nuetra Señora, con titulo de N. Señora de la Granada, y la escogieron por Patrona[49].
En nada se diferencia esta leyenda de otras de corte dendrolátrico, de las que proliferan en Extremadura, y, aunque tal vez surgiera con anterioridad, el hecho es que la advocación de Nuestra Señora de la Granada no se configura hasta finales del siglo xv o principios del xvi[50]. Posterior es aún la gestación de la leyenda al modo de como actualmente la conocemos, sobre todo tras la publicación de Juan de Villafañe, en la que ya toma un marcado protagonismo Pelay Pérez Correa (Figura 10). Y a la leyenda en cuestión el autor le añade un toque de erudición, hasta el punto de marcar la fecha de 1241 como la del suceso milagroso:
Por los años de 1241 se hallaba en el sitio de esta Ciudad aquel celebre Capitan, y virtuoso Cavallero Don Pelayo Pérez Correa... tenia en su Compañia por Capellán un Religioso, ó Freyle de su Orden, hombre de exemplar vida, y conocida, y solida virtud, el qual acostumbraba salirse á tener oración á un bosque cercano... Una vez, pues, que estaba con mas fervor contemplando las cosas Celestiales, se le apareció María Santissima llena de luz, y resplandor con una granada en la mano; y dignandose hablar al fervoroso Sacerdote, le mando fuesse al Maestre Don Pelayo su devoto, y le dixesse de su parte, que tuviesse grande animo, y confianza en Dios, y en su protección, porque sin duda venceria, y destruiria del todo á los Moros, y que en señal de la victoria le daba aquella granada, y que despues de conseguirla, era voluntad de su Hijo, que edificasse un Templo en honra suya, y que en él colocaria la Imagen, que le dexaba en prendas de su amor. Desapareció con esto la vision, y el virtuoso Sacerdote reparó, que entre las ramas de un granado, que allí estaba, le dexaba ver una Imagen de Nuestra Señora sentada, con el Niño JESUS, y una granada en la mano. Fue obediente el Sacerdote á avisar al Maestre de lo que pasaba, y conseguida la victoria de los Barbaros, segun la promessa de MARIA Santissima cumplió Don Pelayo Correa con el mandato de Nuestra Señora, fabricando un Templo en honra de tan gran Señora en el sitio señalado, que es oy el principal de la Ciudad, colocando en él la Santa Imagen, que apareció en el granado, y desde aquel tiempo se llama Nuestra Señora de la Granada[51].
Por un lado nos topamos en esta leyenda con un mecanismo que ya no resulta familar en los avatares de la reconquista. La aparición de quien va a propiciar la victoria, en este caso Nuestra Señora, no se presenta directamente a quien dirigirá la batalla. Se comunica a través de un personaje de reconocida santidad. Así también ocurrió en las conquistas de Coimbra, Mérida, Ciudad Rodrigo o Toledo, cuando Santiago o San Isidoro buscaron un inermediario que comunicara su mensaje al adaliz de las tropas cristianas. Y por otra parte se atisba una semioculta intencionalidad de engrandecer la fama de este santuario, enlazándolo a través de la figura de Pérez Correa con el milagro de Tentudia[52]. Y si además la primitiva talla de Nuestra Señora de Tentudía no dejaba de ser una representación subjetiva, en Llerena la imagen colocada en el templo es la misma «que apareció en el granado».
Según una leyenda menos conocida el maestre Pelay Pérez erigió un templo a Santa María en el paraje de la Hoya, a mitad del camino que une Calera de León con Guadalcanal. Con el paso del tiempo aglutinó en torno a él una población que tomaria el hombre de Hoya de Santa María, Santa María de las Navas o solo Santa María. Cuentan que tras salir derrotados en Tentudia los moros se reagruparon y volvieron a enfrentarse al ejército cristiano, a su paso por la Hoya, cuando regresaba a Sevilla. En un momento de la refriega se rompieron las bridas de cuero del caballo del maestre, que comenzó a correr desbocado. Pero una señora vestida de blanco se aparece frente al animal y lo detiene. Lleva en sus manos una lezna y un trozo de guita, y en un instante cose los correajes. Tras ello la victoria resulta fácil. El maestre no tiene dudas de que la fantástica mujer que le había ayudado no era otra que Nuestra Señora, a la que por tal hecho le dio el calificativo de La Zapatera[53].
NOTAS
[1] El topónimo Tudía responde a una derivación del término Tutiya, nombre con el que los árabes conocían a este lugar y con el que designaban a la calamita, mineral abundante por estos parajes de Sierra Morena. TERRON ALBARRAN, Manuel: «Tudía y no Tentudía. Precisiones y significado de este nombre», en Alminar, 8 (Badajoz, 1979), pág. 9.
[2] OROZCO, Pedro de, y PARRA, Juan de la: Estoria de la Orden de Caballería del Señor Santiago del Espada. Ed. facismil de la de 1488. Badajoz, Institución Pedro de Valencia, Diputación Provincial de Badajoz, 1978, pág. 368.
[3]Iosue, X: 12-14. VALERA, Cypriano: La Biblia. Que es, los Sacros Libros del Vieio y Nuevo Testamento. Segunda Edicion. Revista y conferida con los textos Hebreos y Griegos y con diversas translaciones. Amsterdam, en Casa de Lorenço Iacobi, 1602, fol. 71v.
[4]Cantar de Roldán. Traducción: Isabel de Riquer. Madrid, Editorial Gredos, 1999, págs. 178-179.
[5]La regla y establecimientos, de la orden de la caualleria de Santiago del Espada, con la historia del origen y principio della. Todo nuevo acrecentado. Impresso por ma[n]dado de los señores, Preside[n]te y los del Real co[n]sejo de las ordenes. Alcala de Henares, en casa de Andres Angulo, 1565, fol. 15v.
[6]Establecimientos de la Orden y Caualleria de Sanctiago el Espada. Madrid, en casa de Fra[n]cisco Sanchez, 1577, fol. 16v.
[7]La Regla y Establecimientos de la Cavalleria de Santiago del Espada, con la Historia del origen y principio della. Compuesto y ordenado por el Licenciado don Garcia de Medrano, del Consejo de las Ordenes, auiendo sido nombrado Assessor del Capitulo General por su Magestad, el qual se lo cometio. Madrid, en casa de la viuda de Luis Sanchez, 1637. Hay una primera edición impresa en Valladolid, por Luis Sanchez, en el año 1603, fols. 17v–18r.
[8]Regla, y establecimientos, de la Orden y Caualleria, del gloriosso apostol Santiago, patrón de las Spañas, con la Historia del origen y principio de ella. Madrid, Editor Pedro de Villafranca, 1655, págs. 31-32. Existe una edicción posteror: Regla, y establecimientos nuevos de la Orden, y Caualleria del glorioso apostol Santiago, conforme lo acordado por el Capitulo General, que se celebro en esta Corte el año de mil y seiscientos y cinquenta y dos, y se feneció en el seiscientos y cinquenta y tres. Confirmados por la Magestad del Catolico Rey don Felipe Quarto, el Grande, nuestro Señor. Compuestos, y ordenados de su real mandado, por el licenciado Don Francisco Ruiz de Vergara Alava, Cavallero de el Orden de Santiago, y Consejero en el Real, y Supremo Consejo de las Ordenes Militares. Madrid, en la Imprenta Real, Calle del Carmen, por Joseph Rodriguez, 1702.
[9] FLORES ARROYUELO, Francisco J.: Del caballero y otros mitos… Murcia, Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones, 2009, pág. 204. «De la realidad histórica y la ficción en la Crónica del Maestre Pelayo Pérez Correa y en El Victorial de Gutierre Díez de Games, libro dicho Crónica de Pero Niño», en Estudios Románicos, Universidad de Murcia. Area de Filología Románica, Volumen 11, 1999, págs. 139-140. AVALLE-ARCE, Juan Bautista: «Sobre una cronica medieval perdida», en Boletin de la Real Academia Espanola, 42, 1962, págs. 255 ss. LÓPEZ FERNÁNDEZ, Manuel: «De las cantigas alfonsinas al teatro de Lope de Vega: El caso de Tudía», en Espacio, Tiempo y Forma, Serie III, Historia Medieval. Departamento Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas de la Facultad de Geografía e Historia de la UNED, Número 19, 2006, págs. 184-185
[10] FERNANDEZ GALLARDO, Luis: «La biografía como memoria estamental», en Monarquía como conflicto en la Corona castellano-leonesa (c. 1230-1504). Coord. José Manuel Nieto Soria. Silex Ediciones. Madrid, 2006. Pág. 472.
[11] FUENSANTA DEL VALLE, Marqués de: «Historia de los hechos de Don Rodrigo Ponce de León, Marqués de Cádiz (1443-1488)», en Colección de documentos inéditos para la Historia de España. Tomo CVI. Madrid, Imprenta de José Perales y Martinez, 1893. Págs. 149-150.
[12]Regla de la orden de la cauallería de señor Santiago del Espada. Toledo, en casa de Micer Lazaro Saluago Ginoues, 1529. Existe una edición anterior de Valladolid, Maestre Nicolás Tyerri impresor, 1526, fol. 72r.
[13]Regla de la orden y caualleria de S. Santiago de la Espada, co[n] la glosa y declaracion del Maestro Ysla, freile de la misma orden, professo en el co[n]uento de Vcles, y capellan de su Magestad. Alcala de Henares, en casa de Ioan de Brocar, 1547, fol. 76r.
[14]Regla y Establescimientos de la orden de la Caualleria de Señor Sanctiago del Espada. León, en casa de Pedro Çelada, 1555, fol. 10r.
[15]Regla de la Orden de Caualleria de S. Santiago de la Espada. Con la glosa y declaracion del Maestro YSLA, Freyle de la misma orden, professo en el conuento de Vcles, y capellan de su Magestad. Va añadida vna Tabla de las materias, con vn Tratado de la Nobleza, compuesto por el Doctor Francisco de la Portilla, Freyle de la mesma orden. Anveres, en la Empresa Plantiniana, por Ivan Moreto, 1597, págs. 179-180.
[16] AHN. Órdenes Militares, libro 1012 c, fol. 1306 r. Año 1574.
[17]RADES Y ANDRADA, Fray Francisco de: Chronica de las tres Ordenes y Caballerias de Sanctiago, Calatraua y Alcántara: en la qual se trata de su origen y sucesso, y notables hechos de armas de los Maestres y Caualleros de ellas: y de muchos Señores de Título y otros nobles que descienden de los Maestres: y de muchos Linages de España. Toledo, en casa de Iuan de Ayala, 1572.
[18] La crónica publicada en Sevilla en el año 1515 por Jacobo Cromberger, retocada por el arcediano Diego López de Cortegana, alcanzó amplia difusión. En ella se dedica especial atención al maestre Pelay Pérez en los capítulos 41, 46, 50, 51, 54 y 67.
[19] El cronista hace un símil del marqués de Cádiz con El Cid, Fernand González y Pérez Correa.
[20] RADES Y ANDRADA, Fray Francisco de: Chronica de las tres Ordenes… Pág. 32 v.
[21] MARIANAE, Ioannis: Historiae de Rebus Hispaniae. Toleti, Typis Petri Roderici, 1592. Liber Tertiusdecimus, caput. XXII, pág. 654. La traducción corresponde a la versión castellana publicada nueve años más tarde: Historia General de España, compuesta primero en latin, despues buelta en Castellano por Iuan de Mariana. Tomo Primero. Toledo, por Pedro Rodriguez, impresor del rey nuestro señor, 1601, pág. 879.
[22] MOTA, Frey Diego de la: Libro del principio de la Orden de la Caualleria de S. Tiago, del Espada, Y vna declaracion de la Regla, y tres votos substanciales de religión, que los Freyles Caulleros hacen, Y la fundacion del Conuento de Vcles, cabeça de la Orden, Con un catalogo de los Maestres, y Priores, y de algunos Caualleros. Valencia, en casa de Aluaro Franco, 1599, Libro III, capitulo 2 («Catalogo de los Maestres de la Orden, y Caualleria de S. Tiago»), págs. 338-339.
[23]Descripcion e Historia General de la provincia de Extremadura que trata de sus antiguedades y grandeza y cosas memorables que en ella an acontecido en sucessio[n] de tiempos del prinçipio de la fe y Hierarchia eclesiastica. Predicaçion del euangelio y fundaçion de sus yglesias y obispados con otras cosas de notar. Compuesto por Fray Fran[cis]co de coria, de la Provincia de San Dabriel de los Descalzos de Sant Françisco. Manuscrito de 1608. Biblioteca Nacional de España. Fol. 61v.
[24] COMINES, Felipe de: Las memorias de Felipe de Comines, Señor de Argenton, de los hechos y empresas de Luis Vndecimo y Carlos Octavo, Reyes de Francia, traducidas de frances con escolios propios por Don Iuan Vitrian, Prior y Provisor de Calatayud. Tomo Primero. Amberes, en la emprenta de Iuan Meursio, 1643. Cap. CLXXIV, pág. 359, nota I.
[25] MENÉNDEZ PELAYO, Marcelino: Obras de Lope de Vega publicadas por la Real Academa Española. Tomo IX. Crónicas y Leyendas Dramáticas de España. Tercera Sección. Madrid, Esteblecimientos tipográficos «Sucesores de Rivadeneyra», 1899. Obervaciones preliminares. Págs. XXI-XXIII. LÓPEZ FERNÁNDEZ, Manuel: «Una comedia de frontera en el teatro de Lope de Vega», en Revista de estudios extremeños, Vol. 62, 1 (Badajoz, 2006), págs. 189-216.
[26] VEGA CARPIO, Lope de: «El Sol parado», en Decimaseptima parte de las Comedias de Lope de Vega Carpio. Madrid, por la viuda de Fernando Correa, 1622, fol. 234v.
[27] ESPINOSA DE LOS MONTEROS, Pablo de: Epitome de la vida y excelentes virtudes del esclarecido y santo rey don Fernando tercero de este nombre. Sevilla, por Luis Estupiñán, 1631.
[28] ESPINOSA DE LOS MONTEROS, Pablo de: Historia, antigüedades y grandezas, de la muy noble y muy leal Ciudad de Sevilla. Primera Parte. Libro IIII. Capitulo VII. De los milagros que Dios Nuestro Señor a obrado, por intercessión del Santo Rey Don Fernando. Sevilla, Oficina de Matias Clavijo, 1627, págs. 155v-156r.
[29] PINEDA, Juan de: Memorial de la excelente santidad y heroicas virtudes del Señor Rey Don Fernando, Tercero deste nombre, Primero de Castilla, i de Leon. Sevilla, en la oficina de Matias Clavijo, 1627, págs. 155-156.
[30] QUINTANADUEÑAS, Antonio de: Santos de la ciudad de Sevilla, y su Arçobispado: Fiestas que su Santa Iglesia Metropolitana celebra. Sevilla, Francisco de Lyra, 1637, págs. 192-193.
[31]Annales eclesiásticos, y seculares de la muy noble, y muy leal ciudad de Sevilla, metrópoli de la Andaluzia, que contienen sus mas principales memorias, desde el año de 1246 en que empredio conquistarl del poder de los Moros, el gloriosissimo Rey S. Fernando Tercero de Castilla, y Leon, hasta el de 1671, en que la Catolica Iglesia le concedio el culto, y titulo de Bienauenturado. Madrid, Imprenta Real, por Iuan Garcia Infançon, 1677, págs. 5-6.
[32]Obras de Lope de Vega publicadas por la Real Academa Española. Tomo IX. Crónicas y Leyendas Dramáticas de España. Tercera Sección. Madrid, Esteblecimientos tipográficos «Sucesores de Rivadeneyra», 1899. Obervaciones preliminares. Pág. XXIII.
[33] CARO DE TORRES, Francisco: Historia de las Ordenes Militares de Santiago, Calatrava, y Alcántara desde su fu[n]dacio[n] hasta el Rey Don Felipe Segundo, Administrador peretuo dellas. Madrid, por Juan Gonzalez, 1629, fol. 237r.
[34] CARRILLO, Martin: Annales y memorias cronológicas. Contienen las cosas mas notables assi Ecclesiasticas como Seculares succedidas en el Mu[n]do, señaladamente en España desde su principio y población hasta el Año MDCXXX. Zaragoza, a costa de Pedro Escuer, mercader de Libros, 1634. Fol. 367 v.
[35] NUÑEZ DE CASTRO, Alonso: Corona gothica, castellana, y austrica. Escrivenze las vidas de San Fernando el Tercero, Don Alonso el Sabio, Don Sancho el Bravo, y Don Hernando el Quarto, con los Retrados de los Reyes Godos. Parte Tercera. Amberes, en Casa de Juan Bautista Verdussen, Impressor y Mercader de Libros, 1681, pág. 59.
[36]Ibidem, pág. 72.
[37]Ibidem, pág. 59.
[38] RIBADENEIRA, Pedro de: Flos Sanctorum, o Libro de las Vidas de los Santos, en la qual se continenen las vidas de muchos santos de todos estados, que comumente llama Extrauagantes… Al fin de esta tercera parte van añadididas muchas vidas de Santos, aora nueuamente canonizados, escritas por el Padre Francisco García... Tercera Parte. Madrid, a costa de Lorenzo de Ibarra, 1675, pág. 692.
[39]España Triunfante y la Iglesia Laureada; en todo el globo de el mundo por el patrocinio de María Santissima en España. Finezas que Nuestra Señora ha obrado con España, obsequios y servicios con que han correspondido nuestros Reyes Catolicos... Madrid, por Iulian de Paredes, Impresor de Libros, 1682, págs, 247.
[40]Historia, antigüedades y grandezas, de la muy noble y muy leal Ciudad de Sevilla..., págs. 155v -156r.
[41]Memorial de la excelente santidad y heroicas virtudes del Señor Rey Don Fernando…, pág. 156.
[42] CARO DE TORRES, Francisco: Historia de las Ordenes Militares de Santiago, Calatrava, y Alcántara, págs. 237r–237v.
[43] NUÑEZ DE CASTRO, Alonso: Corona gothica, castellana, y austrica, págs. 59-60.
[44] CARRILLO, Martin: Annales y memorias cronológicas…, fol. 367 v.
[45]Anales eclesiásticos y seculares de la ciudad de Sevilla..., pág. 6.
[46]Historia, antigüedades y grandezas, de la muy noble y muy leal Ciudad de Sevilla..., pág. 156 r.
[47] SUÁREZ CABALLERO, Federico: «Fuentes y manantiales salutíferos en el Interrogatorio para la visita de la provincia de Extremadura de la Real Audiencia de Cáceres (1791–1793). Acotaciones sobre un tema poco conocido», en Revista de Estudios Extremeños, XLIX, III (Badajoz, 1993). Pág. 709.
[48] MORILLO DE VALENCIA, Andrés: «Compendio ó laconismo de la Fundación de Llerena y descripción de su sitio con algunas cosas memorables de sus naturales y del gobierno de sus Tribunales compuesto p[o] el L[licencia]do Andrés Morillo de Valencia Abogado y rex[id]or por el estado de hijo dalgos». Manuscrito de hacia 1650. Transcripción y estudio preliminar, por César del Cañizo Robina. En Revista de Extremadura. Cáceres, año 1, número V, 1899. Págs.280-281.
[49] SANTA CRUZ, Fr. Alonso de: España Triunfante y la Iglesia Laureada, pág. 246.
[50] MENA CABEZAS, Ignacio R.: «Leyendas para creer. (La lógica de las apariciones marianas: La Virgen de la Granada de Llerena y la Virgen del Ara de Fuentes del Arco)», en Revista de Estudios Extremeños, vol. 55, 3 (Badajoz, 1999), pág. 866.
[51] VILLAFAÑE, Juan de: Compendio Historico, en que se da notica de las milagrosas, y devotas imágenes de la Reyna de los Cielos, y Tierra, María Santissima, que se veneran en los más célebres santuarios de Hespaña. Refierense sus principios, y progressos, con los principales milagros, que ha obrado Dios Nuestro Señor, por su intercession, y sucessos mas notables de sus prodigiossos Aparecimientos. Obra que consagra a la misma Virgen, y Madre de Dios, Maria Santissima, especial abogada, y patrona de los hespañoles. Salamanca, en la Imprenta de Eugenio Garcia de Honorato, 1726. Págs. 248-249.
[52] TEJADA VIZUETE, Francisco: «Apariciones y santuarios marianos en la baja Extremadura. Fuentes documentales y bibliográficas», en Religiosidad Popular, I: Antropología e Historia. (Álvarez Santalo, C., Buxó Rey, M. J. y Rodríguez Becerra, S., coordinadores). Págs. 318-319.
[53] GAZUL, Arturo: «Un archivo de iconografia mariana a través de una vida ejemplar, II», en Revista de Alcántara, año VIII, números 53-55 (Cáceres, 1952). Pág. 49.