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Resumen
En muchas ciudades y debido al culto devocional y al turismo religioso, la figura de la Patrona, siempre vestida y presentada con el máximo boato, adquiere un extraordinario relieve, devocional, social e histórico, hasta el punto de ser siempre una pieza básica en el contexto del patrimonio cultural de cada villa.
En el caso de Madrid, capital del reino, existen tres imágenes fundamentales, la Virgen de Atocha, la Virgen de Madrid y la Virgen de la Almudena y. La de Atocha tiene registrados sus milagros en las Cantigas de Alfonso X El Sabio, y fue nombrada patrona de la villa de Madrid por el rey Carlos I en 1523. La Virgen de Madrid fue nombrada patrona de la villa en 1582 y colocada en la iglesia del Hospital General. La Virgen de la Almudena fue designada Patrona de Madrid por su Concejo en 1646.
Palabras clave
Virgen de la Almudena, Virgen de Atocha, Patrona de Madrid, Etnohistoria, Vírgenes de Madrid
Abstract
In many cities and due to devotional worship and religious heritage, the image of the Virgin Mary promoted to condition of Holly Mother, always dressed and presented with the utmost pageantry, acquires an extraordinary devotional, social and historical relief, to the point of always being a basic body in the cultural heritage of each city.
In tha case of Madrid capital of the kingdom of Spain, there are three main images of the Virgin Mary, Our Lady of Atocha, the Virgin of Madrid, and Our Lady of Almudena. Our Lady of Atocha has her miracles recorded in the medieval literatura as the Cantigas of Alfonso X, and she was appointed as holly protector of the city by King Charles I en 1523. The Virgin of Madrid was promoted to the condition of Protector of Madrid by the Council of the city in 1582. Our Lady of Almudena was appointed as Protector Mother of Madrid by its City Council in 1646
Key Words
Our Lady of Almudena, Our Lady of Atocha, Shelter Holly Mother of Madrid, Etnohistory, Holly Virgins of Madrid.
La Humanidad tiene dos ejes, la persona y la comunidad. Por ello el ser humano tiene dos componentes básicas, la biológica y la trascendental, de forma que la cultura, entendida como la forma de vivir, pensar, sentir y concebir el mundo visible e invisible de toda sociedad viva, es el resultado de su evolución interna y de la presión exterior.
Por estas razones, en la presente exposición reconocemos el interés en seguir la pista al efecto de los poderes públicos en la manifestación de la religiosidad popular hacia las vírgenes patronas precisamente de Madrid.
En modo alguno puede decirse que la influencia de los poderes fue exclusiva de Madrid. De hecho puede verse que no ha existido nunca un imperio histórico sin apoyatura en una religión dominante u oficial. La Historia Universal presenta la posibilidad de ser siempre un relato de ingeniería social más o menos primitiva, por la cual cualquier sistema político se sirve de la influencia de la religión para perfeccionar el manejo de la conciencia social de sus súbditos. Lo que equivale a decir que la religión es siempre un tema de antropología.
Cualquier religión no es sino la agregación de individuos alrededor de un modelo trascendente. La razón de esta coalescencia es que el contacto con otras personas a la sombra de la existencia de un mundo inmaterial, refuerza la autoconciencia y produce un mayor nivel de felicidad.
En el caso de la religión católica los núcleos de agregación son las devociones públicas al símbolo de la Cruz, a la figura de Jesucristo y de los santos y, sobre todo a la Virgen María en cualquiera de sus múltiples advocaciones (Alvarez Santaló y cols 2003).
La gran fuerza del culto a las imágenes de la Virgen es la confianza de que mediante la oración y por la capacidad trascendental de las imágenes para intervenir favorablemente en socorro de los humanos, las actividades devocionales eran una vía para obtener ayuda en las necesidades del devoto. Tanto en la esfera personal como en la colectiva, del piadoso orante.
Normalmente se tomaba registro escrito de los milagros[1] de una imagen. Además de los milagros, a través de las imágenes se recibían ayudas, mercedes, favores, dones, etc. En este sentido son muy conocidos los conjuntos de los pequeños exvotos (Rodriguez Becerra 2018) que normalmente dan fe de un favor recibido. Se muestran en múltiples santuarios alrededor de la imagen que otorgó las mercedes.
A nivel social es muy importante considerar que las personas del pueblo mostraron siempre una clara tendencia a agruparse en hermandades o cofradías. Las hermandades eran agrupaciones simples, mientras que las cofradías eran normalmente congregaciones derivadas de las relaciones entre profesionales de una actividad común y debían ser aprobadas por la jerarquía.
Hoy las congregaciones se agrupan en Consejos de Hermandades y Cofradías a fin de propiciar logros comunes y evitar roces o rivalidades entre ellas. A título de ejemplo y en referencia a las cofradías en el entorno de la Virgen del Rocío (Huelva) se puede citar bastante documentación (Rodriguez Becerra 2019) referente a las rivalidades que hubo entre las asociaciones devocionales de su comarca.
El caso del culto a la Virgen María ocupa sin duda alguna el papel más preponderante entre las imágenes devocionales. Puede ser que estar declararla como madre de todos los hombres, se la considera el canal preferente para establecer la mejor comunicación a través de la oración. Y es porque en cualquier caso su papel es, además de ser la Madre de Dios, es la intercesora de los hombres ante su hijo Jesucristo.
A medida que crecía el tamaño del grupo de los orantes, se instauraba el sentimiento de que tal o cual imagen era especialmente proclive a otorgar un cierto tipo de mercedes, ayuda en una enfermedad, sobrevivir a una guerra, ayuda en los partos, etc. Es por ello por lo que la única Virgen María fue tomando distintos nombres bajo diversas advocaciones que indicaban el particular tipo de mercedes que a aquella imagen se le solía pedir con mayor frecuencia.
Del mismo modo, en el templo más importante de cada ciudad, se instauraba la imagen de una virgen patrona, que cubría con su probada buena influencia a la totalidad de los habitantes de la villa, en todas las modalidades de salud, duelo, etc.
El mecanismo para designar a la patrona era siempre el mismo. La autoridad de la zona decidía que imagen tomaba el rango de patrona y en la ceremonia de la entronización la autoridad eclesiástica le otorgaba una especial bendición, con el fin de facilitar el que los orantes fuesen santificados por la gracia divina que emana del misterio Pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, de quien reciben su poder todos los sacramentos y sacramentales. Todo uso honesto de las cosas materiales tiene que estar ordenado conforme a la santificación del hombre y a la alabanza de Dios.
La historia de las patronas en las diversas ciudades es sorprendentemente variopinta. La patrona puede o no estar ubicada en la catedral, sede del obispo, aunque suela estarlo. Cuando hay dos patronas, en la catedral suele estar la mas antigua de ellas.
Hay historias realmente singulares. Es el caso de Sevilla, la patrona siempre fue la Virgen de la Inhiesta, pero el destrozo de la Guerra Civil obligó a buscar sustituta. Todo el mundo esperaba la coronación de la Virgen de la Sede, que preside con singular belleza el retablo de la catedral de Sevilla, el mas grande del mundo. Sin embargo el obispo escogió la Virgen de los Reyes, situada en una de las capillas. Era la mas antigua.
En Murcia el rey Alfonso X El Sabio regaló a la ciudad su patrona Virgen de Arrixaca, pero en 1746 una pertinaz sequía hizo recurrir a los murcianos a una virgen pequeña de su vega, que es la actual Virgen de la Fuensanta. Pero tienen a las dos, porque la antigua de Arrixaca no fue destituida, ya que si se hubiese querido imponer la cesantía de la primera, solo podía haber sido ser por orden de la misma autoridad que la nombró.
Tenemos dos vírgenes patronas en muchos sitios. En Pamplona están Santa María la Real y la Virgen del Camino. En Soria la Virgen de la Blanca y la Virgen del Espino. En Granada la Virgen de las Angustias y la Virgen de la Antigua. En Zamora la Virgen de las Angustias y la Virgen de la Concha. En Valladolid la Virgen de San Lorenzo y la de la Candelaria.
En la villa y corte de Madrid también se puede hablar de tres patronas, la Virgen de Atocha, Nuestra Señora de Madrid y la Virgen de la Almudena. La nota destacable es la sempiterna rivalidad de opinión entre grupos de madrileños seguidores de la Virgen de Atocha y de la Virgen de la Almudena, cortesanos o no. Este es un aspecto claramente genuino de la Historia de la villa de Madrid.
En contraste, la evolución del culto a Nuestra Señora de Madrid, mucho más modesto, tuvo lugar de forma muy diferente, pues su devoción discurrió circunscrita a las capillas de hospitales, no en iglesias públicas de la villa.
Teniendo en cuenta que como el transcurso del tiempo y la influencia de la jerarquía y el poder político tuvo mucho que ver en la popularidad de las imágenes, merece la pena repasar brevemente la historia de la iconografia de las tres imágenes. Empecemos por Nuestra Señora de Madrid.
La historia de esta imagen se remonta a a Junio de 1581. La imagen estuvo inicialmente colocada en la ermita de Santa María la Blanca de la diócesis de Toledo. Aun a día de hoy llama la atención la blancura de la faz de la imagen.
Hubo un desaprensivo que la robó y la serró, por lo que siendo una imagen de cuerpo, la dejó en la condición de imagen de vestir que hoy en día tiene (Cea Gutierrez 1996).
Marchó a Madrid donde alquiló un cuarto de tres altos en la calle Concepción Jerónima. Allí montó expuesta en una ventana a la imagen con unas enaguas y unos brazos móviles con unos goznes. El movimiento permitía que un violín debidamente colocado simulaba ser tañido por aquella tarasca o guiñol
Puso a la imagen en la ventana y él mismo, colocado detrás del guiñol, tocaba un violín de forma que simulaba que el sonido era producido por la tarasca. Esto hacía creer a los incautos que la imagen tenía influencias maravillosas.
El hecho era perseguible por ley ya que según las costumbres de entonces si por las ventanas se podía ver a una mujer con su rueca era una mujer honesta, pero si se veía a una mujer que se limitaba a lucirse, se trataba de un reclamo para publicitar los servicios de una mujer venal.
Estaba claro que la actuación era perseguible por ley.
El fraude fue descubierto y el defraudador fue juzgado y enviado a galeras. Se le cambió el nombre a fin de que no se divulgara la ignominia de que un vástago de una familia ilustre madrileña había sido penalizado con una condena a galeras
Reuniose el Concejo de la villa y, con ánimo de desagravio por el infame trato del defraudador que tanto había degradado a la imagen de la Virgen, pareció conveniente colocar la imagen de la Santa Señora en el altar mayor de la iglesia del Hospital de Santa Catalina. Era una justa compensación por haberla tenido en indecente uso público en las calles de la villa.
De acuerdo con lo que el Concejo estipulaba, la Villa la tomaba oficialmente por patrona, y le haría todos los años la fiesta de la Candelaria, dando en tal día además una comida extraordinaria para los pobres. Recordemos que el día 2 de Febrero era la fiesta de la Candelaria, una celebración muy municipal; pues era el día en que un alcalde saliente entregaba la vara representativa del cargo a su sucesor en la alcaldía.
Una virgen en un hospital recibía muchas oraciones pidiendo, sobre todo, ayudas en problemas de salud. En este caso, cuando en el 2 de Febrero se hacía memoria de los favores otorgados por la imagen en la obra de un escritor costumbrista, cronista del rey Felipe IV (Zabaleta, 1642) se llegan contabilizar hasta 142 prodigios, mercedes o milagros de la imagen del hospital. Está claro que fue una patrona eficaz para la villa.
Pero los documentos con la información del acontecer devocional se perdieron cuando la imagen se trasladó al hospital de la Anunciación y en vez de colocarla en el altar principal, se la colocó en un lateral. El traslado tuvo lugar el 10 de Octubre de 1651.
Pero Juan Navarro Torremillanos, el administrador del nuevo hospital logró recuperar la información, pues se encontraron unas tablas con el registro de los milagros. Intentó recuperar el grado de devoción que la imagen había tenido en el pasado, pero sin éxito. Y no se pudo entender entonces que lo que anulaba el éxito terapéutico de la imagen era el simple hecho de haber procedido a rebajar el boato de la presentación de la imagen al público
Hoy tenemos más conocimiento para explicar estos temas, desde de los clásicos trabajos de Charcot en 1870 (Charcot 2001) sobre la curación por fé o faith-healing. Lo que sucede simplemente es que el placebo es el primer obligado escalón del milagro.
Está comprobado que sobretodo en personas sin gran consistencia mental, existe una propensión innata a creer que el médico, taumaturgo, o monje, transmiten un efluvio de vitalidad cuyo efecto es el inicio del proceso curativo. Ello sucede solamente si el paciente cree firmemente que su acto de confianza le está introduciendo en el camino de su curación.
Debe estar claro que un milagro no es una violación mágica de las leyes naturales, sino una puesta en marcha de la secuencia de pasos que componen un proceso curativo. Por ejemplo, es de suponer que cuando Jesús curaba al ciego no imponía que la estructura del tejido ocular funcionara pese a sus defectos fisiológicos; lo lógico es que tenía lugar una regeneración brusca de su retina, y el órgano ocular funcionaba a partir de ese momento con la normalidad de un órgano sano.
Es de destacar que el convencimiento del paciente que provoca el efecto placebo ha de iniciarse con una información sensorial; cuando Jesús cura al ciego empieza por tocarle. El efecto del contenido de un santuario, del agua bendita con la que se inicia la entrada en un recinto de oración, del mobiliario específico tal como el reclinatorio, que no existe en el ambiente doméstico, etc. juegan un papel inicial significativo.
Es por ello por lo que el ambiente de los santuarios, su mobiliario, su atrezo algo teatral, su decoración, su atmósfera, sus leyendas e historias, propiciaban el convencimiento del paciente a que establecían en contacto personal con la Señora, a través del cual iban a recibir ayuda sanadora. Por ello es importante que las imágenes vayan vestidas no con ropas del paisanaje, tal como seguramente iban vestidos los personajes bíblicos en los tiempos del relato evangelio, sino con vestimentas propias de taumaturgos. Esto estaba a su vez propiciado por el hecho de que la iconografía religiosa medieval nació de la iconografía clásica.
La aminoración del nivel de presentación honorífica mostrada por la colocación poco destacada de la imagen de Nuestra Señora de Madrid fue un error sin retorno.
De nada valieron los esfuerzos para subir la devoción popular al mantener la fiesta de la Candelaria a nivel municipal, sacando la imagen de Nuestra Señora de Madrid en procesión por las calles; la costumbre se mantuvo hasta el siglo xix.
En 1943 se estableció la Congregación de Nuestra Señora de Madrid, que ya estaba ubicada en la iglesia del complejo sanitario Provincial, sucesor del Hospital General. La iglesia del hospital se convirtió en la parroquia de San Vicente Ferrer y está situada en la C/ Ibiza nº 43. Allí ha encontrado su final acomodo Nuestra Señora de Madrid (Fig. 1).
Con el apagamiento del culto a Nuestra Señora de Madrid el Concejo se había quedado sin imagen de patrona. Y el Concejo quería una patrona de origen popular del mismo nivel que la de Atocha y la Almudena, Por ello años más tarde tuvo que aprovechar para resolver la carencia de patrona suya el subirse al carro de la creciente popularidad de la virgen de la Almudena entonces ubicada en la parroquia de Santa María. Tengamos en cuenta que los santuarios tenían como principal fuente de ingresos las donaciones de los poderes públicos y de los próceres de la época, por lo que una imagen fuera del ámbito devocional no tenía apenas ingresos.
Por ello desde el Concejo se manda publicar y colocar por todo Madrid, según es costumbre en sus Iglesias y partes publicas sin contradicción alguna el edicto que la proclama como MAS ANTIGUA Y UNICA PATRONA DE ESTA VILLA, fijando la fecha de la fiesta publica para honra de la patrona de la villa. Era, a modo de epitafio, una frase que prometía no volver a hacer una posterior elección de patrona y enterraba en el olvido al tema de los maltratados restos de aquella otra Patrona municipal.
Esto hay que entenderlo en el contexto del año 1640, como una determinación de una autoridad (la munincipal), que no es ni la eclesiástica ni representante de la Monarquía. La determinación del Concejo fué válida pero solo para aquellas circunstancias de aquell tiempo.
Pasemos ahora a ocuparnos de la Virgen de la Almudena.
En el interior de la iglesia de Santa María se habían ido construyendo capillas para las familias importantes, y allí estaba la imagen medieval de la Virgen de la Almudena, en posición preferencial con respecto a las otras capillas. El templo era el preferido por los madrileños para acudir a sus devociones sobre todo desde que la reina Isabel de Borbón en 1623 había regalado a la iglesia de Santa María una suntuosa capilla donde lucir a la Almudena .
Esta preferencia del pueblo le da al Concejo, amante del boato, la coartada para que eche al pozo del olvido los maltrechos restos de su patrona municipal. Por ello decidieron dedicar su atención, con toda pompa, y a nivel municipal pleno, a la Virgen de la Almudena, desentendiéndose de la un tanto olvidada imagen del hospital, de la que no querían mantener responsabilidad alguna.
A día de hoy hay que tomarlo como actuaciones que justifican en cierto modo la patronalidad bicéfala de la villa de Madrid, con la coexistencia de las vírgenes de Almudena (Jimenez Rodrigo 1994) y de Atocha (Madroñero 2017). En ningún sitio estuvo establecido que solo los Concejos podían nombrar patronas de la ciudad. Normalmente las nombraba el Rey o la Santa Sede.
Volviendo al origen del problema se sabe que en el inicio de la Edad Media en Madrid había una población visigoda. La aldea estuvo en lo que hoy es la calle Segovia. En las excavaciones que hubo que hacer entre la Plaza de Armería y la Catedral para construir el actual edificio de las Colecciones Reales apareció un esqueleto de un hombre de 25 años, datado del siglo VIII. Los musulmanes no llegaron hasta el siglo IX.
Los musulmanes que ocuparon Madrid, construyen una ciudadela en lo que hoy es el Palacio Real, y a su alrededor se montó una pequeña ciudad islámica para servicio de la guarnición. Es seguro que los cristianos, siguiendo las instrucciones del obispo de Toledo, oportunamente habían ocultado la pequeña imagen de la Virgen a la que daban culto en la pequeña iglesia preislámica de Santa María, que estaba ubicada en lo que hoy es el Instituto Italiano de Cultura, C/ Mayor 86.
De esta pequeña iglesia queda la evidencia de una lápida encontrada en 1618 que decía «Dominicvs Bokatus», encontrándose también en 1638 un sepulcro de un monje visigodo.
Próximo al solar de esta iglesia preislámica, Abderramán III construyó una mezquita, aunque la iglesia de Santa María fue respetada. Es obvio que los cristianos habían puesto previamente a buen recaudo la imagen de la virgen que estaba en la iglesia de Santa María.
Centrándonos en el tema del origen de la Almudena cabe decir que el mundo de las portonas colocadas entre dos cubos de la muralla ha estado vivo hasta el hoy mismo. En (Fig. 2) se muestra la puerta de Tarancón (Cuenca) y en (Fig. 3), se muestra una puerta de Badajoz. Eran las grandes puertas por donde todos los días entraban los carros con los avituallamientos para la población.
Posiblemente, la mejor descripción de estas puertas es la que podemos hacer basándonos en la historia de la Puerta del Cambrón, en la ciudad de Toledo (Fig.4).
Es una puerta, que sin ser la puerta principal de la ciudad, daba salida al barrio judío hacia la vega, de donde se abastecían de los productos hortofrutícolas que la ciudad consumía. Muy cerca de la puerta, en la vega, estaba el monasterio de la Virgen de la Vega, donde se veneraba la famosa imagen cuya copia coronaba el portón.
En este monasterio se habían celebrado en tiempos alguno de los Concilios de Toledo y la popularidad de su Virgen se reconoce en la leyenda de A buen Juez mejor Testigo y que en versos octosílabos hizo tan popular en el siglo xix el poeta José Zorrilla.
El Rey Carlos I hizo una reforma en profundidad de la puerta del Cambrón, que si bien ha consagrado la imagen del águila de los Augsburgo colocada por encima de la imagen de la Virgen de la Vega, ha permitido que se conserven intactas las celas que franqueaban la puerta. Esos torreones que son conocidos como celas marcan la entrada y juegan el papel de almacén-bodega (en inglés se las denomina cellar) donde se almacenaban las mercancías que como pagos en especie por los tributos que la ciudad se exigía por adelantado a los que entraban a vender a Toledo. Los torreones, además de ser una estructura reforzadora de la muralla en el paño del muro donde se practicaba el hueco de las puertas, servían para la función administrativa del cobro de arbitrios[2], que habían de pagar en especie si no tenían dinero con que pagar en efectivo. Las mercancías de las celas se vendían luego a beneficio del Concejo.
Este modelo de actuación es exportable a casi todas las puertas similares de la mayoría de nuestras ciudades.
En cuanto a las pequeñas imágenes de la Virgen que enmarcaban las grandes puertas cabe decir que, referido a un escenario geográficamente muy próximo en el espacio y en el tiempo a la iglesia de Santa María de Madrid, tenemos un relato que D. Juan Manuel Carus hizo en 1885, en referencia a la Virgen del Castillo (Arandillas 1999). En dicho relato se da cuenta de que aquella virgen había permanecido oculta en una hornacina próxima a la puerta del castillo de Perales de Tajuña, una gran población próxima a Madrid:
La historia de esta antigua imagen es muy parecida a la tradición de la Virgen de la Almudena, patrona de Madrid y a la de tantas imágenes célebres de España. Desde época que se oculta en la remota Antigüedad, anterior a la funesta invasión agarena, la villa de Perales de Tajuña miraba con filial veneración a una imagen de María y se encomendaba a su maternal patrocinio en todas sus necesidades
Sobrevino la irrupción del agareno cuan torrente devastador, y antes de pensar en ponerse a salvo aquellos tan honrados como sencillos labradores procedieron a ocultarla.
Había en Perales un castillo o muro para defender a sus habitantes de asaltos enemigos, lugar de refugio en trances apurados. Por ello los moradores de la villa, viendo que el baluarte era completamente inexpugnable, depositaron allí su venerada imagen.
Un día la villa se alarmó con un ruido extraordinario, por lo que los moradores se creyeron víctimas de algún extraño terremoto. Pero ¡cual sería su sorpresa al ver derribado el torreón del castillo y aparecer en su centro aquella Augusta Señora!
Aquella imagen de la Virgen del Castillo fue destruida durante la Guerra Civil, habiendo sido substituida por una reproducción.
Centrándonos en el tema de la similitud entre el descubrimiento de Almudena y el de Perales nos encontramos con que son muy similares los relatos del hallazgo de la Virgen de la Almudena (la tradición dice que fue el 9 de Noviembre del año 1085), que según crónicas, en tiempos de Alfonso VI buscaban por la muralla del recién reconquistado Madrid (Tarrero 2019), porque allí la suponían escondida aunque con el paradero exacto olvidado. En aquella leyenda se relata de como durante una procesión rogativa, en la que se pedía que se pudiera vislumbrar la ubicación de la imagen, con gran estruendo se resquebrajó el muro descubriendo una hornacina con una Virgen y dos velas. (Fig. 5).
Estamos aquí claramente en un detalle típico de una no muy consistente leyenda. En tiempos medievales algunos creían que las vírgenes negras habían tomado tal color en su faz como consecuencia del humo de las velas (que por cierto, ese humo oscurecía la faz de las imágenes, pero no sus vestidos ni sus manos).
Este detalle nos sugiere que la talla de la virgen que apareció en la muralla madrileña era de una virgen negra románica del tipo de las Sedes Sapientae, de Señora sentada en un escaño con su Niño sobre las rodillas. Tenía que ser muy diferente a la que usualmente se venera a día de hoy, y que data de bastantes siglos más tarde, pues hacia el 1500 fue hecha por el escultor Chopin.
Hay más elementos fantásticos como los que habitualmente existen en toda leyenda. En ambos casos un fuerte muro se desmorona espontáneamente, no en la mitad de la noche, sino ante una procesión de personas interesadas en el suceso. El derrumbe oportuno, espontáneo y milagroso pone al descubierto la hornacina con la imagen sagrada (Rodriguez Becerra 2014). Posiblemente desde el punto de vista devocional era más congruente aceptar una supuesta aparición milagrosa ocasionada por el desmoronamiento espontáneo del muro, que achacar el descubrimiento a la utilización de la información suministrada por alguna persona que tuviese memoria de cómo y donde se encontraba ocultada la imagen, en una hornacina practicada en uno de los cubos de la puerta de la muralla.
En el caso de la leyenda de la Almudena había un anciano personaje femenino, conocido por La Beata, que tiempo atrás había visto donde la habían escondido, pero que con la depresión del momento que la inundaba, no se acordaba bien del lugar exacto. Para resaltar la importancia del suceso se hizo correr el relato de que una mano providencial determinó la localización de la hornacina, procediéndose entonces a derrumbar el murete ocultador.
También es destacable coincidencia que en muchos casos de ciudades amuralladas, en el dintel de las puertas había ubicada una hornacina donde se alojaba una pequeña imagen de la Virgen. Los caminantes que salían por allí se encomendaban a la Señora para tener un feliz viaje. Son ejemplos muy conocidos de ciudades pequeñas los portones de la muralla de Tarancón (Fig. 2) y de Badajoz (Fig. 3).
En tiempos más tardíos las puertas se llegaban a conformar como arco triunfal con retablo de escultura. El mejor ejemplo es el arco de Santa María, tan ligado a la ciudad de Burgos.
La imagen hallada de la Virgen fue trasladada a la iglesia mayor de Santa María y comenzó a ser conocida popularmente como «Virgen de la Almudena» por haber aparecido en la almudena o muralla.
La iglesia de Santa María fue entregada a los monjes de San Bernardo, que lo convirtieron en una colegiata. Era una iglesia románica de tres naves. Alfonso VI depositó allí los estandartes arrebatados a los sarracenos, de forma que la iglesia de Santa María quedó como memorial del rey.
Posteriormente la iglesia fue rebajada de su condición de colegiata y convertida en una parroquia de Madrid, llegando a ser la parroquia más importante.
Durante el siglo xvii se intentó demoler el edificio para construir allí una iglesia episcopal que fuese la residencia de un obispo. Pese a los intentos realizados en este sentido por Felipe III, Felipe IV y Dª Isabel de Borbón que no querían carecer de tener en la villa capital del reino una catedral adecuada para las grandes ceremonias públicas de la Monarquia , el tema no prosperó por la tozuda oposición del arzobispo de Toledo.
Todos los cambios de ubicación de la imagen de la Almudena en la iglesia de Santa María se hicieron ya con una imagen de la Almudena de nuevo cuño, fabricada en 1500 por Chopin, un imaginero de origen flamenco, afincado en Toledo. En la tan conocida imagen de la actual Virgen de la Almudena podemos reconocer a una virgen postmedieval, de pié, erguida, vestida lujosamente a la moda de Flandes. La talla es de estilo neogótico y representa la imagen de una mujer con rica vestidura flamenca (Fig. 6).
En España se hacían por entonces bastantes imágenes de este corte, según los cánones. Algunos ejemplos pueden ser la Virgen del Consuelo de la Catedral de Orense, la Virgen de la iglesia de Ntra Sra de los Remedios en Los Llanos de Aridane en La Palma, en Ntra Sra del Rosario, en Barlovento, Isla de La Palma, etc.
La única constancia que nos queda de la imagen medieval es una imagen grabada en la tapa del arca de San Isidro que actualmente se expone en la Catedral de la Almudena.
Dentro del arca estaba el ataúd donde siempre estuvieron colocados los restos del santo; hoy el cuerpo de San Isidro se custodia en la Real Colegiata de San Isidro y Nuestra Señora del Buen Consejo, C/ Toledo, 37.
En un pequeño grabado de la tapa del arca parece adivinarse a una Almudena sentada sobre un escaño (Fig. 7), y poco más. Ello encaja con la imagen de una virgen sentada en un escaño al modo medieval, bien distinta de la actual talla de la Virgen de la Almudena, que está erguida.
En la superficie del arca se ve al santo (con vestido rojo) orando ante una talla de la virgen de Almudena (con vestidura azul). La imagen no es muy precisa debido a que el arca está recubierta de cuero, sobre el que se grabaron las imágenes con no mucha precisión.
Por ello resulta de gran valor el reportaje publicado el 10 de Noviembre de 1935 por el periodista Sr Diez Vicario en un diario de Madrid, concretamente en Blanco y Negro, (Fradejas Lebrero 1959) y que presentaba una imagen medieval sedente de la antigua Virgen de la Almudena (Fig. 8), aunque la veamos con la esperable modesta calidad de imagen que las fotos de los periódicos de aquel entonces ofrecían.
Es evidente el parecido entre aquella primitiva Almudena y la actual Virgen de Atocha, que también aquí mostramos (Fig.9). Parece claro que son de la misma época, y que a ambas se les había practicado un similar rebaje a la espalda para anclar allí la pesada corona metálica con la que se sacaba a las imágenes en las procesiones. La pesada corona tenía que llevar un fuerte amarre para evitar que el movimiento de la procesión pudiera dar origen a algún desperfecto.
Pero hay significativas diferencias. Si comparamos (Fig. 8) con (Fig.10) vemos que las bandas resaltadas que se aprecian en el borde trasero del escaño son más redondeadas en la Señora de Atocha que en la de la Almudena. De igual manera son más vivos los dobleces del vestido del Niño en la de la Almudena. Por otra parte el puntiagudo extremo de zapatos que asoman por el borde inferior del vestido están más visibles en la Sra de Atocha.
Pero hay otra diferencia, que claramente sugiere una fecha parecida en la fabricación de ambas imágenes, y es el rebajado de madera practicado en la zona dorsal de la Almudena. A este respecto diremos que Vera Tarsis (Vera Tassis 1692) cuenta:
[...] el 17 de Mayo de 1652, D. Felipe IV sacó en procesión a nuestra santa imagen. Para adelantar que a este tiempo D. Diego de Salazar, cura de esta iglesia, consintió que la cortasen parte de la talla por las espaldas, aunque en oposición de algunos. Executose en fin, y el cura recogió toda la madera que azepillaron, la cual puso en una caxa, y esta debajo de llave; pero queriendo después repartir astillas entre muchos que le importunaban por tal reliquia, abrió la caxa, y permitió Dios que se hubiese desaparecido todo, sin dejar señal de que la hubiese tenido, lo cual todos atribuyeron a milagro, y el cura pidió perdón a Dios por auer concurrido en desacato semejante (Gomez Menendez, M. 2019).
Es decir, este rebaje era para hacer sitio donde poder acoplar la corona, de gran tamaño y peso, de la virgen en su presentación de imagen cuasi barroca tal y como la sacaban con los vaivenes de las procesiones. En estos casos la imagen mostraba el vestido cónico tan característico de las vírgenes de alcuza propias, tan distintivas del barroco, con un rebaje de material por la espalda a la altura de los hombros. De este modo podían ser sacadas en procesión, sin que las sacudidas del movimiento dañasen el enclavado de la corona que iba anclada a la zona de la espalda rebajada.
Algo muy similar se observa en el caso de la imagen de la Virgen de Atocha, que mostramos como aparece en la talla actual (Fig.9), y como nos la muestran en un cuadro del pintor Miguel Jacinto Meléndez del siglo xviii (Fig. 11).
La vestimenta de la Señora pintada por Meléndez es un prototipo de lo que se conoce como «vígenes de alcuza» por su vestimenta cilíndrica, destinada a presentarlas como de mayor tamaño. El cuadro pertenece al Convento de San Basilio de Madrid (C/ Desengaño 20), y resulta ser una buena representación de las dobles coronas con que adornaban a las vírgenes.
El adorno de la cabeza de la virgen era el rostrillo (banda de encaje que rodeaba el rostro), la corona propiamente dicha que se sostenía sobre la cabeza, y dos anillos muy elaborados designados como aureola y esplendor. La aureola representaba la emanación luminosa desde la cabeza de la Virgen, y el esplendor sugería la luz que le llegaba desde el cielo en reconocimiento por ser por ser la reina del Universo.
El tamaño de la talla de la Sra de Atocha es poco mas de 50 cm, por lo que los anillos, y en particular el esplendor, eran casi del mismo tamaño que la imagen. El respetable peso de la corona exigía una robusta fijación en su asentamiento, por lo que en la talla había que practicar un rebaje de material en la zona dorsal que vemos también en la Almudena.
Con las diferencias que queramos, el paralelismo entre las imágenes de la Almudena y de Ntra Sra de Atocha es evidente. Lo que equivale a decir que ambas tienen la calidad de imagen esperable para una patrona de la Villa de Madrid.
Toca ya hacer un comentario final sobre la Catedral de Santa María la Real de la Almudena, sede del arzobispado de Madrid. El proyecto inicial era del arquitecto Francisco de Cubas, habiéndose iniciado la construcción antes de la Guerra Civil, aunque hasta que en 1951 se reanudan las obras dirigidas por Chueca Goitia y Carlos Sidro. Las graves vicisitudes económicas interrumpen reiteradamente la construcción y no es hasta que en 1984 se forma un patronato que finalmente culmina la construcción. La catedral fue consagrada por el papa Juan Pablo II el 15 de junio de 1993, tomando el relevo de la Colegiata de san Isidro, que había sido la catedral provisional de Madrid desde 1885.
Una vez que se logró la presentación con la brillantez que la virgen de la Almudena requería se procedió a colmarla de honores como era tradición en España (Brisset Martin 2015).
El Papa Pablo VI el 1 de junio de 1977 por un Breve Pontificio establecía: «Declaramos a perpetuidad la bienaventurada virgen inmaculada, bajo el título de la Almudena, principal patrona ante Dios de la archidiócesis de Madrid-Alcalá». Ello justifica plenamente que el arzobispado de Madrid esté ubicado en el edificio de la Catedral de Madrid, designada oficialmente como Catedral de Santa María la Real de la Almudena. Por esto hay que considerar que, además de dejar anulado y sin efecto el viejo edicto del concejo del viejo Madrid nombrando a la Almudena única patrona de la villa, la Virgen de la Almudena es ascendida a co-patrona de bastantes ciudades de la actual Comunidad de Madrid.
Queda claro que la Virgen de la Almudena no es patrona exclusiva de ciudad alguna, puesto que cada ciudad de la diócesis tiene su propia patrona. Por ejemplo, en Alcobendas la patrona es Ntra Sra de la Paz; en Becerril de la Sierra, la Virgen de los Dolores; en Buitrago de Lozoya es Ntra Sra de la Asunción; en Cercedilla, la Virgen de la Natividad; en Las Rozas, Ntra Sra del Retamar; en Colmenar Viejo, Ntra Sra de los Remedios; en El Escorial, la Virgen de Gracia, en Fresnedillas de la Oliva, la Virgen de la Oliva; en Guadalix de la Sierra, la Virgen del Espinar, etc.
En 1948 el gobierno del General Franco la otorgó el grado de Capitán General con honores, es decir arma presentada e Himno Nacional. Es por ello por lo que la imagen actual lleva el fajín rojo de capitán general (Fig. 6).
En la actualidad se tiende a dar otra orientación a la publicidad arzobispal, y los posters anunciadores de las fiestas de la Almudena del año 2020 son un buen ejemplo. Llevan el mensaje de que la Almudena sea considerada patrona de la Archidiócesis, pero sin comentario alguno acerca de la posibilidad de que la corresponda el título de patrona de la Villa de Madrid.
Pasemos por último a dibujar el perfil y la historia de la Virgen de Atocha.
Cuando los musulmanes ocupan Madrid, construyen una ciudadela en lo que hoy es el Palacio Real, y a su alrededor se montó una pequeña ciudad islámica.
Próximo al solar de esta iglesia preislámica, Abderramán III construyó una mezquita, aunque la iglesia de Santa María fue respetada. También se respetó la iglesia de Nuestra Señora de Atocha porque no era una iglesia enclavada en el término urbano de la villa de Madrid. Era una iglesia del extrarradio, en medio de los terrenos agrícolas que dependía de la iglesia de Santa Leocadia, de Toledo. Los musulmanes no mostraron interés por esta comarca; pues solo les interesaba Madrid como punto de vigilancia de la posible ruta de los soldados del norte hacia Toledo, cuya conquista resultaba de potencial interés para los cristianos. Es un caso en cierto modo similar al actual santuario de Nuestra Señora de Valverde[3].
La Virgen de Atocha es la más antigua de todas las vírgenes madrileñas y tenía un gran predicamento en la Edad Media. En las Cantigas de Alfonso X El Sabio nº 289 y nº 315[4] se relatan sendos milagros de curación en personas de aquel Madrid (Madroñero 2017). Y es muy conocido que con gran frecuencia las mercedes de sanación se suelen solicitar a la Providencia precisamente a través de la patrona de la villa, mejor que a través de una virgen menor o de un santo.
Es por ello por lo que el rey Carlos I toma a la Virgen de Atocha como protectora de su familia, aceptando su previa condición de Patrona de la Villa de Madrid. La proclamó (Fig. 12) «Protectora de España, de todo el Nuevo Mundo, de nuestras flotas y galeones, de las armas de esta monarquía y Protectora y más antigua Patrona de esta imperial villa de Madrid». Y nadie ha derogado hasta el día de hoy este nombramiento establecido en el tal decreto.
No solo recibió la virgen de Atocha honores reales de Carlos I. Uno de los reyes más devotos de esta Virgen fue Felipe IV, del que decían que nunca entraba ni salía de Madrid sin invocar su protección. Este Rey quiso otorgar a la sagrada imagen la más alta condecoración de la Monarquía española y le concedió el Collar de la Insigne Orden del Toisón de Oro, aunque finalmente fue Isabel II quien se lo impuso en una ceremonia dos siglos después. El Collar de la Virgen, de plata dorada y esmalte, que consta de 62 eslabones y mide más de un metro, fue fabricado por Narciso Soria, platero de la Real Casa, y aún se conserva en el Palacio Real.
Siglo y medio después, en 1814, Fernando VII otorgó a Nuestra Señora de Atocha la banda y la Gran Cruz de Carlos III.
Y es que durante siglos la condición de la Señora fué ampliamente reconocida, a nivel de la Monarquía y a nivel popular, como tan abundantemente es recogido en la literatura. En 1604 Francisco de Pereda escribe «Libro intitulado la Patrona de Madrid y venida de Nuestra Señora a España». En 1670 Fr Gabriel de Cepeda escribe »Historia de la milagrosa y venerable imagen de N. S. de Atocha, Patrona de Madrid. Discúrrese sobre su antigüedad, origen y prodigios, en defensa de dos grandes cronistas. Dedicado al Rey Católico Carlos II». Por último citamos de Juan de Marieta (1604) «Historia de la Santissima Imagen de Nuestra Señora de Atocha, que está en la capilla Real de su Magestad, en el convento del orden de Predicadores de la Villa de Madrid», que no es sino una exhaustiva recopilación de los milagros de curación con que la Sra bendecía a los madrileños de aquel entonces (Fig. 13).
Pasando al campo de la comedia podemos citar de Francisco de Rojas Zorrilla (1607-1648) «La Patrona de Madrid, Nuestra Señora de Atocha, comedia famosa en lengua antigua».
Pero a partir del siglo xix el transcurso de la devoción a Nuestra Señora de Atocha no fue del todo afortunado.
Las tropas napoleónicas toman el santuario de Atocha como cuartel, arrasando con su contenido. Terminada la contienda vienen los peores tiempos. En el solar de Atocha se monta el Hospital de Inválidos cuya dirección se da al General Palafox, lo cual fue como traer a un zorro en el gallinero.
El general Palafox tenía en su haber el que una vez rendida Zaragoza había donado las mejores esmeraldas del tesoro de la Virgen del Pilar al vencedor frances mariscal Jean Lannes que entonces deseaba regresar a Francia. Fue ruinoso para la Basílica de Atocha. Se vendieron de forma un tanto opaca las joyas de la Virgen de Atocha, supuestamente para costear la edificación de la catedral de la Almudena. El resultado fue que con el dinero liberado no se pudo pasar de los cimientos.
El resto del siglo fue más sosegado. La familia real utilizaba a la Basílica de Atocha como el asiento de la imagen para uso de la estirpe. Isabel II hizo múltiples regalos a la imagen. Alfonso XII allí se casó. Se hicieron populares las asistencias a las Salves cantadas los sábados; eran el punto de contacto entre la familia real y el pueblo.
Al final del siglo se determinó que el edificio estaba muy arruinado y que la imagen tenia ¡escaso valor artístico!. Se aprovechó para derruir el edificio y substituir la Basílica por otra nueva que incluía el pabellón de hombres ilustres, que inicialmente iba pensado para la iglesia de San Francisco El Grande. Cuando se acabaron los fondos estaba aun por iniciarse la construcción de la nueva basílica, según proyecto de Amorós. Solo estaban construidos el pabellón de hombre ilustres y el campanil. Que allí siguen.
Terminada la Guerra Civil se procedió a levantar la basilica que hoy vemos junto con el convento. Se hizo con cargo al presupuesto de Regiones devastadas. Se pudo recuperar el ajuar de la imagen porque hubo una familia piadosa que lo guardó todo en un cajón de madera que depositaron en el Museo Arqueológico sin identificación alguna. Está claro que no tenían gran confianza en la probidad de los funcionarios. Hoy todo se custodia en el Patrimonio Nacional que es asimismo propietario y responsable de la imagen.
En la actualidad, además de basílica, es parroquia con el título de Nuestra Señora de Atocha desde 1965 y convento de los dominicos, que gestionan también un colegio anejo que construyó Patrimonio Nacional en 1963.
El actual culto a la Virgen de Atocha es como el crepúsculo anunciado de una reina madre, y no podía ser de otra manera dado la forma en que la imagen ha sido manejada. El uso de la basílica como escenario para las grandes ceremonias religiosas de la corona ha quedado como innecesario, por haber sido puesto en juego el espacio de la Catedral de la Almudena. Su uso para las pequeñas ceremonias de la primera familia es casi sobrante habida cuenta su baja religiosidad. Y su uso para que los madrileños de a pié vayan a pedir mercedes está desestimulado ya que la imagen solo está en el altar principal, muy alejada y empequeñecida del devoto que ocupa los reclinatorios del templo.
Pese a todo, la Señora de Atocha sigue siendo sobre el papel la protectora de nuestra Armada, la patrona de Madrid y la bienhechora de la familia real. Pero todo está inmerso en un profundo silencio.
BIBLIOGRAFÍA
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NOTAS
[1] El concepto estaba claro ya que estaba establecido por teólogos como San Agustín, Santo Tomas de Aquino y Fray Juan de Sontís, que los cuatro requisitos para que un suceso pudiera ser considerado milagro era que venga de Dios, que exceda el orden de la Naturaleza, se sea sensible a la percepción por los sentidos y que sirva para corroborar la fé.
[2] El modelo de sistema recaudador es similar a las casetas colocadas a la entrada de los puentes que salvaban el cauce de un rio, y que resultaban el lugar ideal para cobrar in situ los arbitrios a los arrieros que transitaban con cualquier mercancía.
[3] El santuario de Nuestra Señora de Valverde está situado en el km 12 de la antigua carretera de Francia, con el aspecto de un arrabal de los tremendos próximos grandes edificios de la periferia de Madrid que casi la cercan. Pero está incluido en la demarcación de lo que vulgarmente se conoce como Fuencarral-pueblo aunque desde 1951 oficialmente está incluido en el distrito Fuencarral-El Pardo. Esta construido para honrar a Ntra Sra de Valverde. Según la leyenda, unos pastores del pueblo de Fuencarral la habrían encontrado sobre una retama en 1242. Trasladada la imagen a una iglesia del pueblo, había desaparecido a la mañana siguiente, siendo hallada en el lugar en el que había sido encontrada el día anterior. Trasladada de nuevo al pueblo, el día siguiente volvió a no estar en el sitio en el que había sido depositada, para ser localizada de nuevo en el sitio donde había aparecido, un paraje conocido como Cuesta del Cuervo, mostrando así su deseo de ser venerada en dicho lugar.
[4] En la Cantiga nº 289 se cuenta el suceso de un labrador, que como castigo a haber trabajado en una fiesta de precepto, había quedado con sus manos agarrotadas; la Virgen de Atocha lo perdonó y le curó. La Cantiga 315 relata la historia de un niño pequeño que se ahogaba por haber tragado una espiga. La descripción de los síntomas nos hace aventurar que se había producido una fuerte reacción alérgica que alteraba a la respiración de forma muy acusada. La ayuda de la Virgen hizo que el niño expulsase la espiga atragantada.