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San Blas – en el sentir de los fieles – es sin duda el santo auxiliador más popular y venerado de los catorce auxiliadores o sanadores de enfermedades especiales que la Iglesia Católica reconoce. Durante la Edad Media – y gracias a los clérigos mendicantes – su culto se extendió por numerosos lugares de España, aunque para algunos estudiosos del tema este santo no sea más que un mito, recuerdo de alguna deidad de los pueblos agrícolas y pastoriles cuyo culto no pudo ser acallado ni erradicado por el naciente cristianismo a pesar de los anatemas y censuras de los Padres de la Iglesia, que se vieron obligados por ello a inventarse santos y advocaciones nuevas y ponerlos en fechas coincidentes con las de aquellos ritos, a la vez que les adjudicaban propiedades curativas o especiales que atrajeran sobre ellos el culto que antes daban a las deidades paganas. Por ejemplo, San Blas fue relacionado con Baco/Dionisos.
Tal es el caso de Logrosán, donde hasta no hace muchos años existió una fraternidad llamada Hermandad de San Blas – cuyo origen se remontaba a la Edad Media – y que era conocida por los logrosaniegos como de los Borrachos, por las libaciones que efectuaban en el ágape de la fiesta patronal; libaciones que tendrían su origen en un antecedente dionisíaco de aquella asociación, que subsistió latente bajo su forma cristiana, aunque el profesor Esteban Cortijo – natural de Cañamero, localidad próxima a Logrosán – crea que se trataba de una hermandad de amigos que se reunían en fechas determinadas para confraternizar y tomar unas copas como hoy lo hace cualquier peña de camaradas. Aquellos cofrades logrosaniegos el día de San Blas también participaban en una carrera a caballo, que se tenía como objetivo decapitar con la espada simbólica de la hermandad un gallo colgado a cierta altura en una de las calles del pueblo. Carreras que algunos consideran una celebración – la Equiria – dedicada al dios Marte. La cofradía de Logrosán ya no existe, pero sí otra en Pasarón de la Vera que es llamada igualmente de los borrachos. Este apelativo le viene – según me informó el secretario de la Cofradía – porque el día de las Candelas los cofrades con las cajas salen por el pueblo anunciando la festividad de San Blas y dan más de una vuelta al pueblo, siendo obsequiados cada cierto tiempo – entre otras cosas – con vino, de ahí que haya cofrades que terminen las rondas bastante ebrios. Actualmente, en Casas de Millán se considera igualmente a San Blas como patrón de los borrachos – como se recoge en la página del Ayuntamiento – tal vez porque el día tres a la vuelta al pueblo tras procesión a la Ermita de Tebas, donde se encuentra la imagen del Santo, se finaliza la fiesta haciendo un recorrido por los bares de la localidad, con el consiguiente consumo y abuso de alcohol. Y en Mogarraz localidad salmantina de la comarca de Sierra de Francia, son típicas las romerías por las bodegas particulares de muchas de las casas del pueblo, donde se brinda por el santo una u otra vez. Tal sucede en Cilleros: Se va de bar en bar o se invita a los amigos a los bodegones particulares donde la comida es regada generosamente con el licor de Baco, a la vez que las gargantas entonan los populares cantos al patrón.
Otros, empero tienen a San Blas como un ser real: Un médico – o veterinario si se quiere – que vivió en torno al siglo xiv y se hizo popular entre el pueblo por curar las dolencias de los animales – con los que según dicen hablaba – y de las personas, especialmente los males de garganta. Tal y como recoge el documentalista valenciano Juan García Atienza – Los santos imposibles, Barcelona, 1977 – Julio Caro Baroja, que estudió con bastante detenimiento la extensión del culto a San Blas en la Península, fue quien consignó «la pretendida existencia de un sepulcro del santo en Cifuentes, Guadalajara, y la atribución popular del nombre de Sebaste a las ruinas que hay sobre el Tajo, en las proximidades de esta localidad». Y que también fue Baroja quien dio cuenta de un báculo prodigioso «atribuido al médico milagrero, que la gente se ponía sobre la garganta en Huete – igualmente en la provincia de Guadalajara – para preservarse de las afeccione de garganta».
Pero si se retorna a los actos que en diversas localidades extremeñas y españolas acompañan las fiestas de San Blas, no se puede dejar de sospechar que todos o en parte conformaron unos rituales que tal vez se remonten a la Prehistoria y a las conmemoraciones relacionadas con el ciclo invernal, a medio camino entre el solsticio de invierno y el equinoccio de primavera, un período en el que comienzan a aparecer los primeros síntomas del despertar de la naturaleza. Pues en febrero los días 1 –Santa Brígida de Irlanda–, 2 –Las Candelas– y 3 –San Blas–, han condensado celebraciones paganas desde los albores del ser humano. Desde los pueblos prerromanos, con sus celebraciones de luz y fuego que festejaban el lento pero constante aumento de las horas de luz, hasta las lupercales romanas, que culminaban el 15 de febrero. No debe de extrañar, pues, que en numerosos pueblos badajocenses como Bodonal de la Sierra o Valverde de Leganés se enciendan hogueras familiares o de barrio en torno a las cuales se comparte comida y bebida, costumbre que al parecer se ha perdido en Fuentes de León, Bodonal y Valencia del Ventoso, en la parte sur de esta provincia. Y en El Risco – en la comarca de La Siberia – el día 2 de febrero se celebra, la fiesta de La Candelaria, antiquísima costumbre que los mayores del lugar conocen desde siempre. Antiguamente se hacían tres hogueras, aunque en la actualidad sólo se hace una, de gran tamaño. Es tradición que al finalizar Navidad los jóvenes del pueblo se dediquen a recoger leña para ello. Una vez amontonada se coloca en lo alto de la misma un muñeco de paga, hecho con harapos. Y se enciende la fogata, donde se asarán chorizos, pancetas, sardinas, acompañadas de vino y otras bebidas. En Garbayuela – igualmente en La Siberia – los mozos – antes los quintos – el día de La Candelaria van a alguna finca cercana al pueblo, eligen una encina seca – que se conoce como el leño – y la llevan a la plaza de la iglesia, donde arderá durante toda la noche y parte del día siguiente.
Ya en la provincia cacereña, en Montánchez la fiesta comienza la noche del 2 de febrero con la ancestral velá, una tradicional hoguera en que arden muebles y enseres que arrojan a ella los vecinos, para deshacerse de todo lo malo que haya ocurrido durante el año. Igualmente, en Casatejada, los jóvenes acuden a las dehesas a abastecerse de leña de taramas de encina, que en la mañana de la fiesta colocan sobre un burro y así van recorriendo las casas pidiendo el aguinaldo. Los chorizos que les dan los cuelgan de las taramas que porta el animal y el dinero y los huevos que se acostumbra a darles los guardan en un cesto, alimentos que los quintos consumirán en animadas corrobras
En Cilleros el día 2, fiesta de las Candelas o Candelaria, ya se comenzaba, por la tarde, a celebrar al patrón. Antiguamente, al anochecer, se realizaba la ensabaná, consistente en colgar, de una parte a otra de una calle, capacetas de las almazaras locales a la altura de un hombre a caballo y prenderles fuego, propio de las Candelas, fiesta solsticial de regeneración con sus llamas, cristianización de la Februa, festejo de expiación y purificación que los romanos celebraban a mediados de febrero, fiesta pagana que la Iglesia pasó al día 2 – cuarenta días después de Navidad – para respetar la ley mosaica según la cual las madres judías debían purificarse en el templo cuarenta días después del nacimiento del infante. Se cree que fue el emperador bizantino Justino I quien estableció la fiesta cristiana de las Candelas en el año 541 ó 542. En la ensabaná los mozos, a caballo, tenían que pasar entre ellas, golpeándolas con sus garrotas, recuerdo tal vez de la más arriba mencionada Equiria.
Y luego está el culto a los árboles y a sus númenes o espíritus que en la historia de las religiones de Europa ha sido un denominador común, cuyos orígenes se pierden como todos estos rituales en el trasfondo de los siglos, aunque se puede afirmar que estas tradiciones tuvieron gran importancia en los pueblos antiguos, desde griegos y romanos hasta eslavos o ibéricos, por su carácter sagrado y trascendente. Así, en la Grecia Antigua el olivo fue un árbol totémico de gran simbología, pues además de premiar a los vencedores en los Juegos Olímpicos con coronas de olivos eran premiados con aceite de los olivos sagrados, como símbolo de victoria y de riqueza, intervenía en otras festividades de carácter esencialmente religioso. Por no ser prolijo diré que en la antigua Atenas era costumbre durante fiestas dedicadas a Dionisos/Baco que un joven llevara procesionalmente una rama de olivo adornada con trozos de lana blancos y cárdenos de la que pendían diversas clases de frutos, mientras el coro cantaba las excelencias de aquellos frutos. Según señala Frazer – La rama dorada, Madrid, 2011 –, la procesión seguía hasta el templo de Apolo, ante cuya puerta se depositaba el ramo sagrado… Y añade: «Ramos semejantes adornados con higos, uvas, aceitunas, miel, etc. eran colgados al propio tiempo en las puertas de las casas atenienses, quedando allí por espacio de un año, después era renovado». Así, el árbol mayo con sus adornos y cuelgues de productos de la naturaleza representaría la primavera y la regeneración de la Naturaleza.
Pero sigamos con la fiesta. Son numerosos los casos en los que ritos arcaicos, paganos, han pasado a formar parte de la religión, que los sacralizó. Aunque hay otro – como el de la ofrenda del ramo o enramá, muy común en numerosos pueblos extremeños, como Nuñomoral – en que también se vislumbran restos de antiguos ritos relacionados con el culto al árbol, pues su simbolismo aparece en todas las estructuras religiosas, desde las más primitivas a las dogmáticas y universales con un significado religioso de la fecundidad directamente enlazados en los conceptos y mito de renovación, muerte y resurrección.
Recuerdo de esta dendrolatría sigue presente en los numerosos ramos – ramu en Las Hurdes – que acompañan la procesión del santo, adornados con cintas multicolores, naranjas, roscones de pan, dulces, botellas con vino de pitarra. Este ramu – años atrás era de tejo – árbol sagrado para muchas culturas, entre ellas la celta, pues formaba parte de sus rituales por considerarlo un árbol sagrado, probablemente debido a su extraordinaria longevidad que lo hace parecer inmortal y que fue más tarde adoptado por el cristianismo como símbolo de la vida y de la muerte y por su longevidad símbolo también de la eternidad, sería una prueba de ello. En Pasarón de la Vera la Hermandad de San Blas es la encargada de preparar el ramo, un armazón troncocónico cubierto de ramas verdes y de roscas, que se coloca sobre unas andas engalanadas que son portadas por cuatro jóvenes. Los vecinos compran las roscas y el dinero recaudado pasa a engrosar el peculio de la Hermandad.
También común en nuestros pueblos es el uso de cintas, cordones y gargantillas bendecidas como protección de la garganta y sus afecciones, que son ofrecidas por los mayordomos o sus representantes a cambio de dinero destinado al culto que – en el caso de las mujeres – suelen ir vestidas con trajes típicos. Aunque – como es de suponer – hay excepciones. Por ejemplo, en Valdecabañas de Tajo, las cintas las pasan por la imagen para que adquiera su carácter profiláctico. Igual hacen en Benquerencia – en la zona de Montánchez –, donde las cintas multicolores se convierten en uno de los más curiosos y apreciados regalos que se pueden intercambiarse los novios, pudiéndose utilizar tanto como gargantilla para el cuello como para adornar panderetas y panderos. En Valencia del Ventoso las cintas son de dos colores: Rojo para los hombres y azules para las mujeres. La imagen del santo es adornado con abundante romero, roscas de pan y matalauva y cordones elaborados con hilo que cuelgan de la imagen. A la misa, cada vecino lleva un ramo de romero, roscas y el cordón para que sean bendecidos. Los cordones se cuelgan del cuello o se colocan junto con el romero en alguna parte del hogar – ¿no recuerda esto, acaso, la costumbre de colocar en las ventanas de la casas ramas de olivo u otros vegetales bendecidos durante la procesión del Corpus? – como protección. Empero, en Aldeanueva del Camino era costumbre antigua curar a los niños afectados de garrotillo imponiéndoles el collar de la imagen. En cambio, en Valverde de la Vera, los cordones se conocen como hilos, que tras ser bendecidos el mayordomo los arroja sobre los fieles asistentes. En Piornal las mujeres llevan unos hilos de seda y un plato con sal, a la cual desde la antigüedad se le ha dado diferentes significados que sería prolijo enumerar aquí.
Y junto al ramu, los danzarines con sus relacionih sobre la vida y milagros del santo, que en Nuñomoral van acompañados por El Graciosu – personaje ataviado pieles, que lleva la mitra del santo en la cabeza – y que hace flamear el pendón del santo a lo largo de la procesión… Costumbre ésta de ondear la bandera que se ejecuta igualmente en Casillas de Coria al finalizar la procesión. Aquí, la persona interesada en hacer una ofrenda por algún familiar o por todos los presentes antes de ondearla; en Gata, tras ondearla, lanzan la bandera al aire para intentar cogerla… En ambos casos el ondeo se hace a cambio de una aportación económica. A veces, el ramo es sustituido por un mástil del que penden cintas de colores, como el que en Nuñomoral porta el Ramajeru, alrededor del cual bailan las danzarinas. Este baile se ejecuta igualmente en Montehermoso, donde tras el tejer y el destejer las cintas se representa la danza de los oficios, mediante la cual los danzarines van representando o imitando las profesiones de los artesanos. O en Gata, palo que es sostenido por el ramero mientras las rameras – es decir, las muchachas que intervienen en el ramo – bailan y cantan canciones tradicionales tejen y destejen las cintas. En Malpartida de Plasencia, la cucaña es una de las principales diversiones de la fiesta.
También es costumbre las subastas de platos ofrecidos por los fieles, como en Cáceres o Villar del Rey, donde las parejas que intervienen en el baile del cordón están obligadas a llevar un plato como ofrenda; y en Valverde de la Vera, localidad donde se ofrecen bandejas de floretas con miel, que son compradas directamente por los fieles, sin necesidad de subastarlos.
Y las pujas. Por ejemplo, en Casillas de Coria, para subir al santo a su trono; en Casillas de Coria, Gata o Guijo de Coria donde se licita por los brazos de las andas. O por el ramo, en Nuñomoral o Pasarón de la Vera.
Y el paloteo – el paleu hurdano –, una danza que se integra o colabora en ritos habitualmente religiosos y tal vez iniciáticos que – como en los casos que siguen – se adscriben a la fiesta de nuestro santo gargantero, danzas que suelen ejecutarse durante las procesiones, en el templo o en lugares concretos. Generalmente estos danzantes van ataviados con enaguas, cintas, pañuelos u otros atavíos estrafalarios.
En Garbayuela salen los típicos danzaores para ejecutar la popular danza de los palillos, que se tiene como una de las señas identificadoras de la celebración. Las parejas van marcando el compás de la danza con el choque de los palillos y bailando en fila mientras recorren las calles del pueblo acompañando al santo antes de volver a la iglesia. En el pueblo se cree que esta danza es de origen celta y que en algunos movimientos de la misma se detectan señales de tipo agrario. En Montehermoso es el palotero – que viste un traje casi bufonesco y lleva una especie de mitra a la cabeza – el encargado de proporcionar el carácter festivo y regocijante con sus muecas, gestaos y movimientos al desfile. Al igual que el Gracioso hurdano – ataviado igualmente ataviado con pieles de macho cabrío – en la danza del paleo con sus palos colorados. En Pasarón de la Vera está el Boo personaje ataviado con traje de rayas como si fuera un bufón, con gorro de piel y la cara embadurnada que lleva en sus manos unas grandes castañuelas con que alejar de las Cajas – las procesiones nocturnas – a los niños, mientras éstos le insultan diciéndole Zampahigos, zampabollas / con el culo de cebolla. Y aunque antes formaba parte de la procesión de San Blas, ha dejado de hacerlo.
Y luego están los machos de Ahigal y los dos Santibañez, las carreras de caballos de Ahigal o de asnos en Valverde, la petición de la maná de Montehermoso, la pedida del chorizo en lugares como Cortegana, donde se celebra una romería conocida popularmente como «día del chorizo»; en Valverde de la Vera, donde es el mayordomo quien se encarga de recaudar los chorizos yendo puerta por puerta, chorizos que serán subastados junto a la ermita del santo; las peticiones por parte de los quintos en Casaatejada, que cuelgan las entregas de las taramas que habían recogido la noche anterior en el monte y que colocan sobre un asno – como en Casatejada, a la que más arriba aludí –, Palomero, Ahigal, donde los chorizos son enristrado en un bastón o Santibáñez el Bajo, chorizos que posteriormente son vendidos y con el dinero obtenido se preparan una particular fiesta. Y en Santibáñez el Bajo, que el día 4 de febrero – festividad de San Blas Viejo – los quintos aprovechan para pedil el chorizu.
Y luego está la gastronomía particular de esta fiesta: Las roscas de candelilla, una mezcla de miel con cereales, que según unos es de origen prerromano y para otros judío o árabe; los roscos hechos con harina y anís en grano de Cáceres; las migas de Bodonal de la Sierra y Campolugar; la tortilla de Carrascalejo; el buche con berzas, lloretas, cagajones, piñonates y el bollu en forma de paloma hecho con pan y anís; los caramelos de azúcar y cacahuetes troceados de Monroy; las perrunillas y el aguardiente de Robledollano o Cilleros; los roscos bendecidos o roscas de San Blas que con fines preventivos se cuelgan pendientes de un cordón, generalmente rojo. Y los perritos de Puebla de Sancho Pérez, un dulce en forma de perro hecho de masa de pan con forma de ese animal en el que se distinguen claramente las orejas, el cuerpo, las patas y el rabo, que se comen en esta fiesta en el que se conoce como día de los Perritos para ello los muchachos compran varios de esos perritos y con ellos colgados del cuello acuden a la iglesia para que el sacerdote los bendiga. Pasada la misa salen al campo y los meriendan en comandita. ¿No será que en esta costumbre de los perritos de San Blas existió un trasfondo totémico relacionado con el mundo pastoril como recuerdo de la protección que el santo gargantero ejercía sobre los animales? ¿O… y si los perritos no fueran tales y sí amuletos destinados a protegerse de los lobos, el peor enemigo de los ganaderos? No sorprendería que así fuese, pues – como escribe Félix Barroso – «A cuerpo gentil. Las Fiestas de San Blas asoman ya por el pico de ‘La Gineta’ – aludiendo a la danza de Luh Cháncuh, que éstos se ejecutaban – algunos años si las entrevísperas de San Blas habían matado algún lobo, el cual se arrojaba a los pies de San Blas – en otras ocasiones, era a los de San Antonio – y varios danzarines, subidos en unos rústicos zancos de madera, bailaban en torno al animal muerto».
Lo cierto es que el culto al Santo se había extendido rápidamente, primero por Yugoslavia, luego por todo Oriente y más tarde por Occidente. En la Edad Media – sólo en Roma – tuvo San Blas cincuenta y cuatro iglesias y oratorios bajo su advocación. Y era tan grande el número de monasterios e iglesias que aseguraban poseer reliquias del Santo, que resultaba imposible certificar su autenticidad. Y aunque las noticias históricas relacionadas con su vida, su culto y su martirio – es decir de su existencia real – antes del siglo viii son exiguas, y sí aparecen en el siglo ix, no por ello estos datos estarían del todo privados de alguna verosimilitud por vaga que fuera, pues en la liturgia de la época tuvo cierta repercusión debido a algún rumor o noticia sobre el Santo, tal vez enriquecida su biografía con relatos prodigiosos y fantásticos, lo que motivó que San Blas llegara a convertirse en uno de los santos más populares de la Edad Media, a lo que contribuyó igualmente la propagación de sus reliquias. De ahí que algunas ciudades como Ragusa – al sureste de Sicilia – y Tarento – al sur de Italia –, crean poseer reliquias del santo. Y en Croacia – limítrofe al suroeste con el mar Adriático, donde comparte frontera marítima con Italia – hay al menos dos ciudades donde se rinde culto a San Blas. Una es Vondjan – en el condado de Istria –, donde existe una iglesia destinada al Santo y aunque la iglesia se construyó a principios del siglo xix, guarda en su interior infinidad de reliquias contenidas en pequeños frascos, tantas como el mismo Vaticano o el Monasterio del Escorial; eso sin contar los cuerpos momificados de diversos santos, entre los que caben destacarse los de San Sebastián y Santa Bárbara, entre otros. La otra ciudad es Dubrovnik – igualmente en la costa del Adriático – que en la capilla de las reliquias de la iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción guarda un relicario del Santo. Los ragusianos tienen gran fervor a este Santo porque en la fiesta conmemoran que San Blas les salvó de ser invadidos por los venecianos en el año 971. Ese día los notables de la ciudad y los fieles de toda la comarca portan reliquias del Santo en una solemne procesión por el casco antiguo de la ciudad. Y otro dato: San Blas está presente en la bandera de la población, entre las siglas S. B.
Pero el tema de las reliquias existentes en diversas localidades españolas lo trataré más adelante, dedicándome ahora a la devoción y a los festejos que se organizan.
En el País Vasco la bendición de los cordones de diversos colores, que han de llevarse colgados del cuello nueve días después de la fiesta del Santo, al cabo de los cuales se quemarán, asegurándose así el no padecer ningún catarro durante el año como manda la tradición general – está relacionada con la gastronomía en algunos lugares del país. Por ejemplo, en la ciudad guipuzcoana de Éibar es típico elaborar una «torta» llamada de San Blas, hecha de huevo con relleno de azúcar glaseado y semillas de anís, que es considerada en medicina como un buen expectorante para el catarro. La tradición manda que la «torta» sea bendecida si se desea que surta efecto. En Bilbao la costumbre manda bendecir los cordones en la parroquia de San Nicolás – en el Arenal – y fabricar las típicas rosquillas – donde tampoco falta el anís – y los «macarrones» – dulces hechos a base de clara de huevo, almendras molidas, canela y azúcar glas –. En torno a estos «macarrones» corre una leyenda que asegura que si durante nueve días comes estos dulces usando el cordón bendecido del Santo, éste te protegerá de los males de garganta durante todo el año. Tampoco pueden faltar en la capital vizcaína los conocidos como «Santiaguitos», caramelos de malvavisco; planta – el malvavisco – que se ha cultivado desde la antigüedad por sus propiedades medicinales pues favorece las expectora raciones antiinflamatorias y está indicada para los catarros y bronquitis.
En el municipio guipuzcoano de Tolosa – y antes de acudir a misa – la fiesta de San Blas comienza con la degustación de un pintxo de chorizo bien caliente para afrontar el frío mañanero y con una pasada por el puesto de las rosquillas blancas y de las medallas del Santo, antes de acudir a la misa, pasada la cual se bendicen unas y otras. Y lo cierto es que ninguno de los presentes sale del Barrio de San Blas sin su bolsa de roscas. Unos las llevan para sus amigos y familiares, otros para consumo propio y otros, tal como dice la tradición, «para sanar pequeños problemas de garganta».
Páganos es un pequeño concejo del municipio de Laguardia – en la provincia de Álava – adonde acuden los laguardienses para festejar a San Blas. Así lo recoge la letra de la danza popular del Txulalai – también conocida como Las Tarara o Marmarisola – que se baila con música de gaita después de la misa y la bendición de los roscos, rosquillas, panes y frutos:
Ya vienen los de Laguardia
a celebrar la función
para que los paganeses
se metan en un rincón.
Chulalai, chulalai, chula, chula, chulalai
chulalai, chulalai, chula, chula, chulalai.
La festividad conlleva, además el beso de la reliquia del Santo y una gastronomía especial, pues es el día de las típicas sopas de chorizo, hojaldre y el vino rojo, caliente para amortiguar el frío. Igualmente – y tal vez la más extendida – pervive la tradición de bendecir los roscos y los cachetes, «dos panes extraños – que en palabras de José Carlos Capel, Pan y sexo por San Blas, El País, 3 de febrero de 2013 – «evocan ritos milenarios». Y añade que nadie sabe desde cuándo se elaboran y se reconozca o no «el cachete – también llamado ‘machote’ – emula un falo desproporcionado, con sus correspondientes genitales más o menos desfigurados. La ‘rosca’, que se asemeja a un roscón de reyes, es una alegoría del sexo femenino. Ambos, con la superficie lisa o rociada de anisitos se acoplan entre sí por penetración de uno en otra». De ahí que los niños porten lo cachetes y la niñas las roscas; cachetes y roscas que una vez bendecidos se comen como remedio para las dolencias de garganta. «Más allá de las apariencias – insiste Capel –, detrás de estas piezas se ocultan ritos paganos de exaltación de la fertilidad cuyos antecedentes nos retrotraen a los fastos de Roma», ya que entre los romanos eran frecuentes los panes fálicos en homenaje a Príapo, el dios griego protector de rebaños, productos hortícolas, uvas y abejas. En fin, que ambos tipos de panes han llegado hasta nosotros como elementos rituales del pasado, «relacionado con algún dios concreto, cuyo objetivo no era otro – según señalaba Caro Baroja en su obra El Carnaval, que Capel cita – procurar la fertilidad de los campos, la abundancia de las cosechas y evitar las enfermedades de hombres y animales, En otra de sus obras – Ritos y mitos equívocos, págs. 54-55, Istmo, Madrid, 1995 – al hablar de las mondas de Talavera de la Reina – advocación mariana que se simboliza en el culto a Nuestra Señora del Prado, cuyo origen exacto se desconoce, aunque no cabe duda de que es antiquísimo y podría remontarse a unas ofrendas a deidades prerromanas que posteriormente, con la llegada de los romanos, el «mundus o mundun Cereris» se ofrecían a la diosa Ceres coincidiendo con la llegada de la primavera – menciona la cistae, una caja o canasta «característica de los cultos agrícolas y de carácter místico». Y añade: «En las diferentes fiestas y rituales, dentro de las cestas, llevadas por los cistóforos o por muchachas adscritas a esta función, se conducían al tempo de la divinidad frutos, plantas y otros objetos que no se debían mirar» (pág. 54). Y más adelante: «El contenido de las ‘cistae’, los objetos de culto eleusino, eran varios, pero predominaban las tortas y pasteles de formas diversas, hechos con harina de cereales de distintas clases y flores y frutos... También pasteles redondos» (pág. 559).
A todo ello debe añadirse que en la localidad vizcaína de Abadiño se celebra el día del Santo una de las más importantes ferias agroganaderas del Vizcaya, relación que algunos atribuyen al hecho de que San Blas sanó a numerosos animales enfermos que se acercaban a él con ese propósito.
Pero aún hay más. Según Juan G. Atienza – Los santos imposibles, pág. 186, Barcelona, 1977 – el culto a este Santo se da en el mismo centro de un núcleo mágico peninsular que rodea Laguardia, abundante en dólmenes, viñedos y tradiciones con marcado carácter místico, como el culto de los Picaos o flagelantes de San Vicente de la Sonsierra, y añade que en la festividad de San Blas se celebra en Laguardia una romería dedicada a este santo que – curiosamente – se dirige al vecino barrio llamado de ‘Paganos’. «Y pienso, en este caso, en el indicio que implica tal nombre, que hace sospechar un enclave de paganismo que, probablemente, subsistiría en épocas en las que la Iglesia estaría ya plenamente asentada. Es relevante, en este sentido, que una romería de San Blas tenga como meta, precisamente, un núcleo de posible pervivencia pagana».
Pero el País Vasco no es la única Comunidad Autónoma donde se venera a este santo. Pero antes de tratar sobre los festejos que se dedican a San Blas en otras partes de España, conviene hacer mención a un detalle que no consta en ninguno de los pueblos extremeños estudiados y que tiene su importancia a la hora de tratar de ese culto y la veneración que se le dedica: La existencia de alguna reliquia del Santo.
La Iglesia Católica considera como reliquia – en latín reliquiae, remanentes – los restos de santos recogidos después de su muerte, ya sea el cuerpo entero, una parte – por pequeña que sea –, un trozo de ropa o cualquier objeto que le hubiera pertenecido en vida, considerándose reliquias de primer grado las que formaron parte de su cuerpo; de segundo, los fragmentos de su ropa, algo que había usado en su vida o formado parte de su martirio, y de tercer grado cualquier objeto que hubiera tocado a una de primer grado o a la tumba del santo.
Este culto se retrotrae a los principios del cristianismo, siendo la primera reliquia documentada una de las piedras que los judíos lanzaron contra a San Esteban, el primer mártir por Cristo, durante su lapidación. También se dice que muchos cristianos exponían su vida lanzándose a los anfiteatros donde los creyentes eran despedazados por las fieras con tal de conseguir algún resto de su cuerpo o de su sangre, que empapaban en esponjas o paños. Tal sucedió con San Ignacio, al que devoraron las fieras en el anfiteatro de Roma en tiempos de Trajano. Los cristianos recogieron los restos que habían dejado las bestias, los envolvieron en tela y los enviaron a Antioquía, de donde había sido obispo.
Luego, el culto a las reliquias se generalizó a raíz de la reforma protestante, con el fin de que los fieles imitaran a los santos, hasta el punto de que en uno de los sínodos de Cartago se decretó que no sería consagrada ninguna nueva iglesia que no tuviera una reliquia en su altar, o no estuviera sobre una cripta con el cuerpo de algún mártir.
Ello influyó para que se desatara una auténtica fiebre por poseer reliquias y que en la segunda mitad del siglo iv se empezara a fragmentar los cuerpos de santos y santas para que así hubiera más centros religiosos con algún trozo de los mismos, pues el hecho de poseerlas, además de su significado religioso se consideraban un fenómeno de gran importancia social, cultural y económica, llegando incluso a provocar enfrentamientos, como ocurrió entre los habitantes de Poitiers y de Tour por la posesión del cuerpo de San Martín. Y sólo cuando a principios del siglo xiii en el IV Concilio de Letrán se prohibió la veneración de las reliquias que carecieran de «certificado de autenticidad», no se consiguió que su venta fraudulenta fuera disminuyendo.
Y antes de seguir adelante con los cultos a San Blas, quiero reseñar en relación con lo anteriormente reseñado, algo que en su día escribió Alonso de la Torre – La mojama de Madrigalejo, HOY, 16/6/2017 – en referencia a las tres reliquias que se guardan en la catedral de Coria, Cáceres: El mantel de la Sagrada Cena, un fragmento de la cruz de Cristo y una espina de la corona. Hasta hace algunos y durante bastantes años, cada 3 de mayo se vino celebrando la Fiesta de las Tres Reliquias. «Miles de peregrinos acudían a la localidad, desfilaban bajo el balcón de las reliquias de la Catedral, tocando el mantel, y dejaban en la feria que se celebraba en torno a las reliquias sus buenos dineros. Pero en 1791… el Cabildo prohibió la fiesta para evitar que se desgarrara el tapete sacro en lugar de buscar la manera de que la muchedumbre pasara bajo él sin tocarlo. Sin reliquia, ni había fiesta, ni había feria, ni había nada.» Ya lo decía el mismo de la Torre al principio del artículo: «Quien tiene una reliquia, tiene un tesoro». Sino, lo que sucedió en Coria…
Una vez anotadas esas salvedades, haré mención a otras localidades españolas donde de una forma u otra se sigue venerando al protector de la garganta.
En Madrid capital, tras sacar la imagen del santo de la iglesia de El Salvador y San Nicolás realizan una romería hasta el cerro de San Blas, en el Retiro, donde pasan el día dando buena cuenta de las provisiones que han llevado. Y ya por la tarde devuelven el Santo a su iglesia. Esta romería se remonta a los siglos xvii y xviii. Actos semejantes tienen lugar en Miraflores de la Sierra, donde además de los actos religiosos hacen igualmente una romería con comida popular en el campo y con una suelta de vaquillas. Y en la ermita del barrio de Canillas – perteneciente al distrito de Hortaleza madrileño – se venden los típicos panes de San Blas, bendecidos.
En Villamanta – al suroeste de la Comunidad – son los quintos quienes celebran la festividad con una gran luminaria y una procesión al final de la cual se bendicen y subastan gargantillas de cera con cintas de colores que previamente han sido ofrecidas al Santo. También es fiesta de quintos en El Vellón, municipio próximo a la capital donde lo que se subastan son rosquillas.
Pelayos de la Presa – situado igualmente al suroeste madrileño – festeja al Santo en dos ocasiones. La primera, dura los días 3 – San Blas Grande – y 4, San Blas Chico. El día 3 es el día grande. Los vecinos dejan sobre el Santo piezas de pan y cintas de colores para que sean bendecidas y cuando acaba el acto eclesiástico se las colocan. Luego bajan a la plaza del pueblo, donde el Ayuntamiento invita a vino y a bollitos típicos del Santo. Al día siguiente – una vez concluidos los oficios religiosos – se saca una réplica del Santo y se puja por sus andas, al objeto de recaudar dinero para la Hermandad de San Blas. El segundo festejo en su honor es una romería, que se realiza el último sábado de mayo a la ermita ubicada en el llamado poblado de San Juan, próximo a la zona del pantano de igual nombre, donde tras la misa la gente se reparte por el lugar para comer. En Ambite –contiguo a la provincia de Guadalajara – lo típico de la fiesta es salir al campo para comer la tortilla, al igual que en Barajas, de ahí que la festividad sea conocida aquí como «el día de la tortilla» de patatas. Actualmente es una costumbre en desuso.
Valdemorillo – situado en la parte oeste de la Comunidad – es famosa por celebrar la primera feria taurina del año, dentro de las fiestas mayores de San Blas, patrón de la localidad junto con La Candelaria. Aparte de los pasacalles de gigantes y cabezudos, la misa y la procesión en honor del Santo, es característico el rondón, un baile tradicional ejecutado en forma de rueda o círculo, que se correspondería con el baile corrido castellano de dulzaina, en el que se avanza a la vez que se marcan los pasos de baile. Sin embargo y a pesar de su antigüedad, está en vías de extinción.
En la mayoría del resto de las localidades madrileñas donde se festeja al Santo – Ajalvir, Collado Villalba, Cubas de la Sagra, Robledo de Chavela y Talamanca del Jarama – los actos vienen a ser semejantes a lo antedicho: Actos religiosos, procesiones, roscas y cordones de cera, reparto de panes con anís bendecidos, verbenas… Y si hay alguna diferencia es en Perales de Tajuña, donde son típicas la matanza del cerdo y las gachas, en Robledo de Chavela, donde son protagonistas los niños, que sacan en procesión a San Blas – y en Navalafuente, donde hace aparición «la vaquilla» manejada por los mozos del lugar y que suele estar vinculada a ritos de paso, pues los mozos que han cumplido los dieciocho años – es decir los que antes eran llamados a filas para realizar el servicio militar –, son los protagonistas. Confeccionan una vaquilla con ayuda de sus madres y la pasean por el pueblo. Finalmente, cito un texto que Julio Caro Baroja incluyó en su trabajo Mascaradas de invierno en España y en otras partes – Revista de Dialectología y tradiciones populares, tomo XIX, cuadernos 1, 2 y 3, pg. 239, Madrid 1963 –: «Según tengo entendido, en Miraflores (provincia de Madrid) se representaba la muerte de otra ‘vaquilla’ hasta hace unos años, el día de San Blas». Ya en la Comunidad Valenciana, en la capital – y en el templo parroquial de San Valero, Obispo y San Vicente Mártir, del barrio de Ruzafa –, la imagen del Santo está expuesta durante el día junto a la fachada de la iglesia con su reliquia. Por la tarde es tradicional que las madres acerquen a sus hijos pequeños – la passà de xiquets – para ungirles la garganta con aceite bendecido, pidiendo así que les proteja contra los males de garganta. Y a media tarde, siguiendo una antigua tradición, la imagen procesiona por el barrio, precedida del «tabalet i la dolçaina» – el tambor y la dulzaina – y secundada por el sacerdote y centenares de niños que también han pasado delante del santo. Como aditivos a la parte religiosa está la profana: el porrat, una tradición festiva valenciana, que se celebra en torno a la ermita o santuario donde se venera a un santo, en este caso San Blas. Lo más característico de los porrats es el mercado al aire libre donde se ponen a la venta cerámica, cosméticos, juguete de madera productos tradicionales, dulces y frutos secos… El origen de esta costumbre popular se atribuye a la veneración de la sociedad agrícola a los santos, para conseguir buenas cosechas y la fertilidad de sus animales. Es típica de esta fiesta la compra de botellitas de aceite bendecido y las típicas bolsitas con las típicas galletitas, cuyo envoltorio incluye una obligatoria oración.
En Benaguasil – municipio valenciano en el Campo de Turia – los actos se inician con la tradicional bajada de troncos arrastrados por caballos desde el cementerio a la plaza, donde se encenderá la hoguera del Santo, en torno a la cual se ejecutan bailes regionales al son del timbal y la dulzaina y se reparten cacahuetes y mistela. Los actos continúan con la procesión y el posterior reparto – bendecidas mientras se besa la reliquia del santo – de las blaietas – galletas aromatizadas con vainilla que llevan estampada una imagen de San Blas que – según dicen – previenen de los males de gola y la tos, y la rifa del santblaiet, una imagen del santo. Igualmente son muchas las personas de otros pueblos que se acercan a esta localidad para cumplir con la tradición de pasar sus pañuelos y prendas por la imagen para garantizarse una garganta sana todo el año.
Potries también celebra con gran arraigo y asentimiento popular de la comarca de la Safor – donde se ubica – el tradicional porrat o fiesta de San Blas, con una rome-ría donde no faltan las ofertas culturales y festivas. La tradición impone que los devotos acudan a la iglesia parroquial de los Santos Juanes a pasarse rozando por la garganta la reliquia del santo, que allí se conserva junto a su imagen: La falange de un dedo que se conserva en un relicario. Cumplen así con el ritual de purificación y protección frente a las enfermedades de garganta.
En relación con esta reliquia cuenta la tradición que cuando llegó a la zona, hubo una disputa entre los pueblos por conseguirla. Para dirimir la cuestión se decidió ponerla a lomos de unos bueyes para que decidieran adónde se dirigían. La primera vez los animales se dirigieron a Potries donde se quedaron, pero la protesta de los otros pueblos hizo que se volviera a repetir la prueba. Hasta once veces volvieron los bueyes con la reliquia a Potries, convenciendo a todos de que era allí donde debí quedarse para siempre. Esta leyenda recuerda otras con santos y vírgenes.
Torrente es otro municipio del área metropolitana de Valencia donde igualmente es tradicional ponerse aceite bendecido sobre la garganta. En esta localidad de la Huerta Oeste los pequeños clavarios y clavariesas – claveros y claveras –, junto con otros algo mayores, representan el milagro que hizo el Santo con un niño que se había atragantado con una espina de pescado. Igualmente se venden los típicos gaiatos – bastones de rosquilleta o de panquemao – y los sanblaiets, una masa de aceite, harina, azúcar y anís, que van acompañados por un botellita de aceite bendecido.
En Villar del Arzobispo lo típico es hacer en todas las casas los conocidos como panes de San Blas que – tras ser bendecidos – se reparten no sólo entre amigos y familiares, sino que también se dan a comer a los animales domésticos para que el Santo los proteja igualmente. Tampoco faltan las muestras de folklore, presente en los bailes típicos.
La reliquia de San Blas se guarda durante todo el año bajo el altar mayor de la Basílica-Santuario de Nuestra Señora del Lledó – patrona de Castellón – junto con la de su copatrono San Cristóbal y la de San Vicente Ferrer, protector del Reino de Valencia. Y únicamente se expone – en su relicario – junto a su imagen en el altar mayor de la Basílica para ofrecerse a la veneración de los fieles al finalizar la misa, a la vez que se extiende una bendición por los enfermos de garganta. La reliquia procede de la basílica pontificia de San Biagio – San Blas –, en la ciudad italiana de Maratea – del antiguo Reino de Nápoles –, donde se venera el sepulcro del santo desde el siglo viii. La reliquia fue donada a la ciudad por los sacerdotes que custodiaban el sepulcro del santo.
Bocairent celebra la primera semana de febrero su fiesta de Moros y Cristianos en honor a San Blas. Según cuenta la tradición a principios del siglo xvii se dio en la ciudad una terrible epidemia de difteria que asoló la población. Los vecinos se encomendaron entonces al Santo y la enfermedad desapareció, de ahí que San Blas fuese proclamado patrón de Bocairent, que desde entonces lo homenajea con una singular fiesta donde no faltan los fuegos artificiales, las comparsas, las procesiones o los desfiles junto con el atronador ruido de la pólvora. Y l’Entrá, cuando las distintas comparsas de cada bando hacen su aparición, con sus escenificaciones, como la toma del castillo por el bando cristiano y la Abotá de la Mahoma, quema de un gigantesco muñeco lleno de cohetes y la conversión de caudillo moro a la fe cristiana, con acompañamiento de gozosos cantos ante la imagen del Santo.
San Blas es igualmente patrón de Burriana, capital de la Plana Baja. Esta localidad adquiere importancia y particularidad una costumbre que recuerda en cierto modo a la Hermandad de los Borrachos de Cañamero o la de Pasarón de la Vera, y es la tradicional Font del Vi, fuente de la que mana vino para cuantos quieran catarlo. «Festejo – que como se recoge en cierta página dedicada a esta fiesta – que demuestra una vez más el carácter conservador y tradicional de sus ciudadanos que honran con el vino a su patrón». Y para acompañar al vino se reparten bocadillos de longanizas y morcillas, además de las tradicionales calderas de San Blas o los típicos rotllos – rollos –bendecidos, hechos con anisetes. Por supuesto, no podía faltar la procesión del santo, al que con gran devoción acompañan los burrianenses en el traslado a su iglesia.
Otras localidades castellonenses donde se festeja a San Blas son Salzadella, con la exhibición de vaquillas y toros embolados, entre otros actos; Villafranca, con la celebración de una misa baturra en honor al Santo y la bendición de caramelos en la Iglesia parroquial y las conocidas rondas de San Blas, grupos de rondallas que recorren el pueblo. Y Bejís, donde pasan los pañuelos por la garganta de la imagen y se bendicen los roscos anisados.
Y ya en la provincia de Alicante, Sax homenajea a San Blas con su fiesta de Moros y Cristianos, que rememora la Reconquista del pueblo por las tropas del aragonés Jaime I. San Blas fue proclamado patrón de la villa en 1627, año en que los sajeños en agradecimiento por haberles liberado de una epidemia de garrotillo, difteria grave u otra forma de angina maligna en algunos puntos del aparato respiratorio que solía ocasionar la muerte por asfixia prometieron sus votos al santo que celebrarían «desde ahora y para siempre» para demostrarle su devoción, promesa que se renueva mediante un Cabildo el 26 de diciembre de cada año. Aunque en el siglo xvi ya existía la devoción a San Blas por una reliquia suya – un pequeño trozo de hueso – que tiene el pueblo, Y aunque se desconoce su procedencia, «existe la hipótesis de que, durante las Cruzadas, llegase a Roma desde Oriente y, desde allí, fuese trasladada a Sax por la condición preceptiva de gran parte del siglo xvi de que todas las Iglesias de nueva consagración debían tener en su propiedad reliquias de santos», según se recoge en una página del Ayuntamiento.
Finalmente, otra localidad alicantina donde se festeja a San Blas es Villena, donde pervive la tradición de visitar al santo, que se encuentra en la iglesia de las Monjas Trinitarias, para llevar sobre todo a los niños para pasarles la reliquia del santo por la garganta.
Ya en Castilla-La Mancha, cabe decir que San Blas es venerado desde hace siglos en la parroquia de San Pedro en Ciudad Real. Este culto surgió en 1599, cuando el Padre Pacheco – de la Compañía de Jesús – fue autorizado por Clemente VIII para extraer de los cementerios de Roma – y de varias iglesias de España – reliquias de Santos para enriquecer la iglesia de San Pedro, entre las que se encontraba la reliquia de San Blas, En este sentido – según detalló el sacerdote de la parroquia – «se trata de un fragmento de fémur, llegado desde Roma como consecuencia de la decisión del Papa Paulo V de remitir a todas las iglesias católicas diferentes reliquias guardadas en el Vaticano con el propósito de reforzar así la fe de los creyentes» –Una tarde plácida para San Blas. Latribunadeciudadreal.es –.Sin embargo, su celebración ha sufrido algunos altibajos en la ciudad. Por ejemplo – según escribe Martín Aguirre, La celebración de San Blas en Ciudad Real –se suprimió el novenario que se celebraba en honor al Santo, tras restablecerse su culto; la Congregación Infantil de San Blas, que llegó a contar con numerosos hermanos – «pues era costumbre en la ciudad que las madres acudieran con sus hijos para alumbrar al santo durante su salida procesional para que no enfermaran de la garganta» – desapareció en los años setenta del pasado siglo xx, y a partir de entonces la imagen es llevada por los jóvenes y adolescentes de la parroquia – recuérdese que San Blas es el protector de los niños –, que son acompañados por los devotos y especialmente por los niños que reciben catequesis en la parroquia. Una vez terminada la procesión se da a besar la reliquia del Santo. Con la festividad de San Blas terminan las celebraciones de los llamados Santos Viejos: San Antonio Abad, San Sebastián y San Blas, que desde los primeros días de enero y hasta la llegada del carnaval, jalonan el calendario festivo local. Y con ellos, las caridades, pastas dulces artesanales que según la tradición ya reseñada en otras localidades, protege al que las come, tanto personas como animales.
En Moral de Calatrava se celebra una primera romería, tradicionalmente el primer sábado de febrero, en un paraje donde se encuentra la ermita del Santo. Los romeros llevan del cuello la típica gargantilla de tela bendecida, que es pasada por la capa del Santo para la protección de la garganta, siguiendo esta tradición desde tiempos antiguos, cuando los moraleños padecían muchas enfermedades de garganta, debido a la humedad de las huertas. Al día siguiente – llamado ReSanBlas – se celebra una segunda romería – a otro lugar diferente, conocido como El Pozo de las Chapas. De esta romería deriva la palabra «cintica», que es una medida de volumen relativa a aproximadamente 3 ó 4 dedos de vino o limonada que se ofrece a amigos y conocidos.
Otra epidemia de de difteria o garrotillo – que se dio en Alcázar de San Juan a finales del siglo xviii – fue lo que motivó que San Blas se venerase en esta localidad manchega. Según la tradición, fue el prior de la Colegiata de Sta. María la Mayor quien se encomendó al Santo y la epidemia cesó, de ahí este santo empezase a tener una gran devoción entre los alcazareños, que acuden a la parroquia a venerar la imagen y su reliquia.
Igualmente guarda una gran tradición comprar los rosquillos de S. Blas, un dulce típico con sabor a anís, que son bendecidos con anterioridad para que protejan a los fieles de los males de garganta.
Entre las localidades manchegas ubicadas en la comarca natural e histórica del Campo de Calatrava ciudadrealeño, donde se venera a este Santo está Caracuel –, con celebración de misa, procesión y celebración del Cetro por Hermano Mayor de la Cofradía que el día 3 invita a un aperitivo en su casa a los vecinos y se sortea el Cetro para el día siguiente, día de San Blasillo; Bolaños, localidad que pasó la festividad al día 4 debido unos tristes acontecimientos ocurridos en Bolaños el día 3 durante la Guerra Civil Carlista – años 1833.1839 – en que murieron asesinados veintidós vecinos intentando defender el municipio de un grupo de carlistas que terminaron ocupando el pueblo. Este día también se conoce como el día de Las Almendrillas garrapiñadas o venta de los típicos dulces, mientras los jóvenes siguen haciendo «la pañolá», regalando bolsas de frutos secos que antiguamente se envolvían en pañuelos. En Granátula, actos litúrgicos y romería a la explanada de la ermita, al pie del cerro que lleva su nombre, donde lo típico es comer piñones. E Hinojosa, donde es costumbre consumir un dulce típico llamado «rosquilla de San Blas».
Otro municipio manchego que festeja al santo gargantero es Manzanares. Rezos de rosarios, novenario a San Blas – al final del cual se ponen a la venta las tradicionales rosquillas bendecidas –, triduo, misa con procesión donde participan los niñas ni niños ataviados con el traje típico manchego y los mayores con el típico blusón local y el beso de la reliquia del Santo que se guarda en la ermita son los actos religiosos más relevantes. También es típico encender una hoguera frente a la ermita para asar productos típicos y repartir caldo caliente entre los asistentes mediante el pago de un pequeño donativo. Por cierto: En Manzanares también la fiesta pone fin al ciclo de los Santos Viejos. Otra novedad de esta localidad ha sido la presentación de las fiestas a través de pliegos de cordel, aquellos impresos que narraban temas populares tales como sucesos cotidianos o episodios históricos, legendarios o religiosos y que podían considerarse hermanos de los romances y de las conocidas como coplas de ciegos. En Almagro, los actos litúrgicos organizados por la Hermandad de San Blas – festividad que también pone fin a los tradicionales Santos Viejos – se inician temprano con los laudes, finalizados los cuales – para mitigar el frío que suele ser habitual en estas fechas – la Hermandad invita a los asistentes a chocolate caliente y a un dulce. Más tarde se celebra la misa patronal y – como manda la tradición – también la Hermandad invita a un vaso de «limoná» y a unos bocaditos, a la vez que se ponen a la venta los típicos hornazos y gargantillas del santo. La celebración continúa por la tarde alrededor de la iglesia, con diversas actividades lúdicas y culturales. Finalmente, en Montiel son típicas las tortillas este día.
Ya en la provincia de Guadalajara, los habitantes de Jadraque – pueblo situado en el valle del Henares – tienen por costumbre cenar el día del Santo el «mollete», un pan redondo y blanco que rellenan con tortilla de patata, lomo y chorizo «de la olla» y, de postre, naranja. Se recuerda así una tradición antigua, cuando hace años los jóvenes de Jadraque llevaban en su hatillo el mollete para ir a bailar en la vecina localidad de Villanueva de Argecilla, que tiene como patrón a San Blas, al que festejan con misa, procesión y bendición de rosquillas, que los vecinos elaboran para agasajar junto con un vaso de moscatel a los forasteros que acuden a la fiesta. La procesión del San Blas en Villanueva conserva la tradición de «apedrear» al Santo tirándole caramelos, en recuerdo del milagro de haber salvado al niño que se ahogaba con la garganta de pescado.
Más atrás dije que fue Julio Caro Baroja quien hizo referencia a la pretendida existencia de un sepulcro del Santo en Cifuentes y de un báculo a él atribuido en Huete, ambas localidades de Guadalajara. Y que a orillas del Tajo se veían unas ruinas que los cifontinos decían que era la ciudad de Sebaste, a la vez que mostraban «la cueva del beato» donde se había refugiado el mártir, aseguraban. La tumba estaría en el convento de Tovar fundado por el infante Don Juan Manuel, en Gárgoles de Arriba, pedanía de Cifuentes, en el lugar donde la tradición la ubicaba. «Vida y peripecia» – la del Santo, según escribe José Ramón López de los Mozos, en su comentario al libro de Fernando Bermejo Batanero, «El real monasterio de monjas dominicas de San Blas en Gárgoles de Arriba – se mezclaba la leyenda y la tradición tratando de conformar una historia verdadera, siempre difícil de demostrar documentalmente, pero que Bermejo Batanero, siguiendo las ‘presunciones ciertas’ que inserta Fray Pedro de Ortega en su ‘Fundación del Insigne Convento de S. Blas de Lerma, de Religiosas de la Orden de Sto. Domingo’ (Burgos,1630), que ofrece la teoría de que ‘los restos de San Blas se custodiaban en un templo o ermita junto al cerro donde siglos más tarde se levantó el monasterio de San Blas del Tovar’, ‘[…] donde yace y [allí] su cuerpo, según parece por presunciones ciertas y por muchos milagros que faze Nuestro Señor en el dicho lugar [por lo que] creemos que es y [allí] el cuerpo del dicho San Blas».
Sin embargo, San Blas no se venera en Cifuentes, sino el Carnaval el 6 de febrero, mientras en esa misma fecha en su pedanía, se festejas al Santo, con misa, procesión, a la que sigue el tradicional vino español acompañado con los típicos bollos o rosquillas que el Ayuntamiento de Cifuentes dona para la ocasión.
Siguiendo en la provincia de Guadalajara, en Brihuega se tiene gran devoción al Santo, ya que es tradición que los jóvenes del pueblo besen su reliquia para protegerse la garganta. Aunque es en Villaviciosa – una de sus pedanías – donde tiene mayor arraigo por tener a San Blas como patrón. Y como en otros municipios de la comarca, lo típico es tomar vino dulce con bollos.
Botarga, la larga, / que a mí no me alcanza ,/ grita la chiquillería / nerviosa y alborozada. Corre, corre la Botarga / en todas direcciones, / dando a diestro y siniestro / porrazos y coscorrones.
Así reza una coplilla de Peñalver – pueblo de La Alcarria guadalajareña – donde el domingo más próximo al 3 de febrero sale por las calles un enmascarado – la Botarga – vestido con camisa y pantalón blancos – pues según dicen viene de la nieve de los Pirineos –, de los cuales cuelgan cintas rojas; no lleva gorro, pero cubre su cabeza con un pañuelo también blanco y su cara con una máscara de cartón duro de colores vivos semejante a la de un diablo. Tampoco lleva cencerros, pero sí una especie de cachiporra terminada en gancho para subir por los balcones de las casas si no le abren la puerta, para perseguir a los pequeños o para tratan de dar a los pies de los vecinos, mujeres incluidas. Su misión es llegar a las casas para ahuyentar a los malos espíritus y felicitar a los vecinos. Iban delante del Santo en la procesión y su misión es acompañar a las Autoridades y a los miembros de la Hermandad, que – provistos de unos cestillos van pidiendo por el vecindario dinero, uvas frescas, pasas…También se le permite asistir a misa – donde permanece despojada de su máscara – y al terminar el acto religioso los vecinos recogen las caridades, dulces, magdalenas y uvas – previamente bendecidos por el sacerdote –, uvas que se tienen como medicina contra los males de garganta. Actualmente al botarga principal acompañan otros dos con caretas de diablo, y son muchos los niños que se visten igualmente. También se acostumbra a asustar a los niños pidiéndoles que sean buenos, que no usen ya chupete, etc.
Ya en la provincia de Cuenca es en Almonacid del Marquesado – en la Mancha Alta – donde la fiesta de San Blas adquiere más relevancia, siendo su manifestación festiva de tradición inmemorial más relevante La Endiablada – diablos que llevan grandes cencerros colgados de la espalda – que se celebra en honor a la Candelaria y a San Blas.
Según se recoge en Mitos y supersticiones manchegas – Blog sobre mitología, supersticiones y leyendas de la Mancha – la celebración de San Blas guarda cierto paralelismo con las tradicionales apariciones marianas existentes en algunas localidades españolas, pues su imagen fue desenterrada por un pastor de Almonacid en el paraje conocido como los Majanares, despoblado de San Clemente o Fuente Vieja, situado entre los términos de Almonacid y Puebla de Almenara, donde hubo una aldea llamada Fuente de Domingo Pérez, que quedó despoblada a finales de la Edad Media, pasando algunos de sus habitantes a avecinarse en Almonacid y otros a Puebla, lo que ocasionó cierto enfrentamiento entre ellos, pues ambos grupos deseaban llevar la imagen a sus pueblos de adopción. Pero como los de Puebla no lograron que sus bueyes movieran la imagen y sí las mulillas de Almonacid, el suceso fue interpretado como milagroso al considerar que el Santo deseaba permanecer en Almonacid.
Según la web oficial de La Endiablada los protagonistas principales de las fiestas de Almonacid son dos, que muestran actuaciones contradictorias – aunque complementarias – durante los festejos, pues mientras los diablos visten estrafalariamente, producen gran estruendo con sus cencerros y no guardan un ritmo de conjunto, las danzantas llevan prendas delicadas, acicaladas con sumo cuidado y esmero, bailan al son rítmico de la música, recitan versos y deben guardar una coreografía cuidadosamente ensayada. Los espectaculares saltos y danzas de los diablos tienen su debido contrapunto en los acompasados movimientos de las danzantas al son de la dulzaina y el tambor. «Es esta contraposición la que hace que la fiesta adquiera un carácter único, excepcional, dado que se aúnan manifestaciones religiosas de muy diferente cariz, encontrando cada una su lugar en un equilibrio admirable entre lo ordenado y lo confuso, entre lo estrambótico y lo armonioso, entre lo divino y lo humano».
Los festejos duran cuatro días, iniciándose el día 1 con la petición al Alcalde del permiso por parte del Diablo Mayor, ataviados de diablos – pantalón y chaquetas con dibujos florales de color chillón a modo de pijama, grandes cencerros sujetos al tronco por medio de correas que hacen sonar en recuerdo de la alegría de los pastores cuando encontraron la imagen, que se plasmó en el sonar de los cencerros de sus ganados, gorros de papeles multicolores, que llevan en la mano una cachiporra con cabeza de diablo – y las danzantas, que – entre otros atavíos – visten falda de colores, medias blancas con cintas rojas cruzadas, corpiño, mandil negro y llevan sobre los hombros un pañoleta de color blanco el día de la Candelaria y de color negro el día de San Blas y sendos conjuntos de cintas de colores. Y en vez de cencerros, castañuelas. Así se inician las fiestas, durante las cuales los rezos, las danzas, el ruido de los cencerros, disfrute de «rosquillas» – una masa frita con huevo, gaseosa, harina y azúcar –, «rosquillos» – dulces hechos con harina, manteca, aguardiente y azúcar –, «zurrra» – abreviatura de zurracapote – y anís toman el protagonismo.
Los festejos en honor a San Blas comienzan el día dos, con el lavado de la imagen con un paño y una botella de aguardiente por parte del diablo mayor en recuerdo de los pastores que – según la leyenda – lavaron la efigie del santo cuando lo encontraron y además adorna la imagen con las cintas y los exvotos ofrecidos por personas piadosas o en agradecimiento por su protección. El día 3 los diablos recorren todo el pueblo recaudando dinero que la Hermandad empleará para cubrir sus gastos antes de iniciar la procesión – con la única diferencia de que han cambiado el gorro floral que llevaron en la procesión de la Candelaria por la mitra de San Blas – a la que seguirá una misa que concluye con la llegada de los diablos que – siguiendo el ritual del día anterior – montarán de nuevo el arado, se recitan los dichos y danzaran dentro de la iglesia a modo de despedida hasta el siguiente año; danza que seguirá más tarde por las calles de la localidad.
La fiesta de San Blas de Almonacid termina el día 4, llamado San Blasillo, con el recorrido de las danzantas, que han cambiado las castañuelas de días anteriores por palos de madera que golpean unos contra otros en las danzas de los «paloteos», algunos de los cuales son solicitados por los vecinos a cambio de dinero. Por su parte, los diablos – sin cencerros ni su vestimenta habitual – se reúnen para cenar juntos.
EL ARADO
1.-Atención al auditorio
del cielo dulce vocablo
mis compañeras y yo
formaremos un arado
[y por la pasión de Cristo,
de piezas lo iré formando.] (bis)
2.-La cama será la cruz
que Cristo tuvo por cama,
[al que siguiera su luz
nunca le faltará nada.] (bis)
3.-El dental es el cimiento
de la fe que profesamos [
|y del Santo Sacramento
de la gloria te esperamos.] (bis)
4.-La reja la lengua es
la que todo lo decía
[válgame el Divino Dios
y la Sagrada María.] (bis)
5.-A Dios le suplicaré
con palabras verdaderas
[que por clavos de su cruz,
le pongo las orejeras.] (bis)
6.-Puso la mano en la esteva
el famoso labrador
[primero reparte el grano
dando gracias al Señor.] (bis)
7.-Las vilortas que son dos
hacen fuerte ligamento
[son como los sacramentos,
que reconcilian con Dios.] (bis)
8.-Atención al auditorio
Sacerdotes y Prelados
[así por este timón,
se gobiernan los arados.] (bis)
9.-Las fuerzas que van tirando
de este arado Celestial,
[es María Concebida
sin pecado original.] (bis)
Almonacid del Marquesado
Otras localidades conquenses donde se festejas a San Blas son Tarancón, donde es costumbre tradicional salir a la ermita de la Virgen de Riánsares – donde se venera al Santo y a su reliquia – a degustar la merienda tradicional, consistente en tortilla de patatas, chorizos, panecillo y una naranja; Fresneda de la Sierra, localidad donde lo tradicional es encender una gran hoguera para pedir protección al Santo en todo lo relacionado con los males de garganta y que ha de permanecer encendida hasta finalizar la noche, que se acompaña con el reparto de rollos de caridad entre los asistentes; y en Torrejoncillo del Rey, donde se reparte la tradicional rosca de San Blas después de besar la reliquia del patrón.
En Villacañas – en la Mancha toledana – la imagen del santo es trasladada desde la ermita del Cristo a la iglesia parroquial y junto a ella se colocan las ya conocidas caridades y las gargantas del Santo – de forma redondeada – que se conservarán durante todo el año en las casas. De vuelta a la ermita y antes de devolver la imagen a su altar, tiene lugar la puja de los brazos de las andas que – como en otras localidades – son más caros delanteros que los traseros. Y se reparten las caridades entre los asistentes a cambio de un donativo voluntario una vez bendecidas. Y como escriben Luisa Ángel Rodríguez y Lorenzo Martínez Ángel – Datos sobre el culto a San Sebastián y San Blas en las comarcas de Liébana (Cantabria) y la Mancha toledana. Revista de Folklore, nº 256 – «no faltan personas que siguen creyendo que tomando o consumiendo las caridades no tendrán problemas de garganta durante todo el año. De hecho, nos han informado que, debido a los efectos salutíferos que se atribuían a las caridades, se llegaba incluso a echar fragmentos de éstas a los pozos, por si caía algún animal o persona a los mismos, para que San Blas lo salvase de morir ahogado También se arrojaban caridades, o fragmentos de las mismas, en la comida de los animales».
Y en Consuegra, los consasburenses se acercan a besar las reliquias de San Blas, custodian en la capilla de la ermita del Pilar, que se encuentra dentro del edificio que ahora se ha dedicado para la Adoración Perpetua.
La Región de Murcia – heredera histórica del Reino de Murcia – tradicionalmente estuvo comprendida como región biprovincial de Albacete y Murcia, pero durante la Transición Albacete pasó a formar parte de Castilla-La Mancha. Y al igual que en otras localidades albaceteñas, se festeja a San Blas. Entre éstas se encuentra Alcalá del Júcar, que celebra la festividad con hogueras y los tradicionales «naschos» – también llamados «majas» – un manojo de esparto seco que cada cierto trecho se rodea con una jareta o dobladillo de esparto verde, a la última de las cuales atan una cuerda para poder cogerla, pues una vez encendida, pequeños y mayores salen corriendo por el pueblo a la vez que las voltean sobe sus cabezas. Aunque tal vez lo más tradicional sea las típicas ofrendas al Santo de unos dulces llamados «toñas» o «tortetes», unas tortas de bizcocho adornadas con dulces cuya elaboración se remonta a la llegada de los árabes y que se entregaban en acción de gracias por alguna curación para subastarlos. Curiosamente, algunas llevaban un puro en el ceno para que el Sasntoles protejiera la garganta. Hasta hace algún tiempo atrás también acudían los niños – acompañados de sus madres – para ofrecer los «tortetes» que se subastaban igulmente. «A veces estas donaciones – puede leerse en una página local – tenían carácter perpetuo, yendo cualquier miembro de la familia a entregarlo año tras año en caso de no haber ya niños en la casa».
En Tarazona de la Mancha los festejos se inician con un rosario que dura nueve días, durante los cuales los tarazoneros acuden cada tarde a la ermita del Santo y el noveno – terminado el rezo – se baja la imagen en procesión hasta la iglesia parroquial de San Bartolomé, donde permanece hasta el día siguiente – día 3 –, para una vez finalizada la celebración eucarística y la ofrenda de gargantas, brazos, corazones u otras partes del cuerpo hechos de cera para rogar por protección de aquello que se ofrece, la imagen es devuelta en procesión hasta su ermita.
Otras tradiciones tarazoneras son la representación de una batalla entre moros y cristianos y el baile de paleo llamado «los Matachines». La primera se compone de tres actos que se representan en la Plaza Mayor, frente a la casa del cura, durante la cual aparece el diablo y la tercera cerca de la ermita de San Blas, que concluye con la victoria de los cristianos, que ponen en fuga a los musulmanes. En cuanto a «los Matachines» – vocablo que no tiene nada que ver con matarifes –, según información recibida de esa localidad manchega «se trata de un entremés que aúna dos melodías, una de Matachines y otra de villano, que se popularizaron por España en el siglo xvii. Parece ser que el Matachin es una figura de origen italiano».
San Blas también es festejado en Villarrobledo y Ribera de Cubas, de donde es patrón. En el primero el Santo es servido con oficios religiosos y con el reparto de panecillos bendecidos tras la misa y la procesión, panecillos que en Ribera reciben el nombre de «rollos», donde además hay verbenas y comida populares y –sobre todo– la tradicional hoguera nocturna para de este modo –según dicen, «quemar cualquier hipotético mal espíritu que traviesamente atraído por el color, ruido y olor propio de la celebración, se haya colado en la fiesta»–, con el posterior disparo de cohetes rastreros llamados «carretillas». Y en los barrios rurales albaceteños de Cerrolobo y Abuzaderas, con actividades que incluyen comidas populares, bailes y juegos.
Finalmente, en Caudete en la comarca del Corredor de Almansa con su tradicional concurso de «gachamigas» – una especie de gacha, elaborada con una masa de harina, agua, ajo, aceite de oliva y sal – en la explanada de la ermita de la Virgen de Gracia a donde los gaudetanos han llevado la imagen del Santo, que es devuelto de nuevo a Gaudete tras el concurso.
El centro de la comarca de la Huerta de su nombre, Murcia celebra las festividades de la Candelaria y de San Blas con una serie de actos que comienzan con anterioridad al 2 de febrero. Este día, en la Iglesia de Santa Eulalia se dice una misa, a la que siguen la ofrenda floral a la Candelaria, la bendición de las candelas y la presentación de los niños ante su imagen con la imposición de velas en sus gargantas. Y ya por la tarde – antes de la misa – procesionan las imágenes de San Blas, San José y Ntra. Sra. de la Candelaria, con la entrega e imposición de velas aromadas con mimosas.
El día 3 – igualmente en la iglesia de Santa Eulalia – la Asociación de Laringetomizados y el Gremio de Otorrinos celebran una misa y una ofrenda floral al patrón de la garganta, a las que siguen de nuevo la imposición de velas. Una tradición centenaria muy arraigada entre los murcianos – pues se remonta al siglo xix – es la compra de los rollos bendecidos del Santo, aunque también está muy extendida la otros objetos religiosos relacionados con San José, San Blas o la Candelaria, tales como medallas, chapas, broches o incluso figuras de terracota del Santo de Sebaste.
La devoción a San Blas en el municipio de San Javier – a orillas del Mar Menor – comenzó con la conquista de Murcia a los musulmanes por Jaime I en 1266, coincidiendo con la festividad de San Blas. Este rey donó a los Monjes Trinitarios unos terrenos para que edificaran un convento para atender el culto al Santo de Sebaste, en honor del cual se construyó una ermita. Pero con el tiempo el convento y la ermita desaparecieron, de ahí que la imagen de San Blas y su reliquia pasaran a la parroquia de Santa Eulalia.
La Calavera – de cala, bahía y vera, orilla – dependiente de Santiago de la Ribera, ambas pedanías del municipio de San Javier – donde se establecieron los trinitarios en el siglo xvi, pedanía que al parecer se llamó San Blas en un principio. Su primitiva ermita estaba dedicada a San Juan Bautista, pero los monjes la pusieron bajo la advocación de San Blas. «Es posible – según recoge Región de Murcia Digital. La Calavera – que se trate en un tiempo de dos ermitas que al desaparecer una, la de San Blas, se llevara la efigie de este Santo a la más próxima, que sería la de San Juan de la Calavera, acabando por olvidarse el primitivo patrono sustituido por el culto de la nueva imagen». Antiguamente, esta fiesta consistía en una novena al Santo, una misa y una concentración posterior de los asistentes en uno de los pequeños puestos para tomar vino, torraos – garbanzos asados – y comprar un puro de caramelo. También se vendía el típico ‘San Blas’, figura de barro que permanecía hasta el año siguiente en la cabecera de la cama de los más pequeños por existir la creencia que ayudaba a prevenir las enfermedades de la garganta. Actualmente los ribereños celebran una romería que parte desde la parroquia de Santiago hasta la nueva ermita que se ha construido en las proximidades de la anterior en La Calavera.
Otra localidad murciana donde se continúa con la tradición de comprar los rollicos y reliquias del Santo es Lorca. Los fieles lorquinos acuden al convento de las Madres Mercedarias para besar la reliquia del Santo, pasársela por la garganta de los más pequeños o adquirir reliquias en lana y seda, hechas por las monjas.
San Blas también es venerado en diversas localidades de Castilla y León. Así, en Gradefes – municipio leonés de de la comarca Tierra de Rueda – se festeja con una eucaristía y con la posterior veneración de una reliquia del Santo en el Monasterio cisterciense femenino de Sta. María la Real, con la entrega del bollo de San Blas. Igualmente es típica la degustación de la morcilla y la «jijas» – nombre que en las provincias castellano-leonesas recibe la carne de cerdo picada para hacer chorizo – y el menú San Blas: Cecina de chivo, morcilla leonesa y chorizo. Y coincidiendo con esta festividad celebran su tradicional Feria, con la exhibición de ganado ovino, caprino, equino y razas autóctonas caninas: El Mastín y el Carea Leonés. San Blas – además de protector de los males de garganta – se dedicó a atender y curar a los animales salvajes enfermos y heridos que buscaban refugio en la cueva donde el Santo oraba, de ahí que en algunos lugares se le tenga también como protector de los animales domésticos.
En la comarca de Vega del Esla, el municipio de San Millán de los Caballeros acoge una exposición del mastín leonés, raza que a día de hoy casi se circunscribe únicamente a las zonas leonesas de alta montaña, donde se dedican al cuidado del ganado. La parte religiosa está igualmente arraigada en la localidad, donde después de la procesión tiene lugar la celebración litúrgica con la adoración de una reliquia del Santo – al igual que en Sabero – mientras los feligreses entonan la canción Gozos de San Blas, donde se recuerda la vida del Santo y su dotes de milagrero en lo que se refiere a los males de garganta.
En la catedral de Astorga se celebra una misa con confesiones y rezos comunitarios para después venerar la reliquia del Santo – al parecer un fragmento de un hueso de su antebrazo – que allí se guarda.
Al oeste de la comarca de El Bierzo, Villafranca – uno de los municipios leoneses donde se habla gallego – también celebra la festividad de San Blas. Tras una misa vespertina en la iglesia de Santiago del Barrio del Castillo, el Santo recorre en procesión las principales calles de la Villa y una vez finalizada se bendicen y repartes los panes, pues según creencia tradicional del municipio – como de muchos otros lugares ya reseñados – quedará protegida la garganta de cuantos lo hayan comido. A este acto seguirá el encendido de una hoguera en la que todos los asistentes pueden asar chorizo y panceta.
En Puente de Órbigo – pedanía de Hospital de Órbigo – en la ribera del río Órbigo – afluente del Esla – la fiesta comienza con un acto religioso dedicado a Ntra. Sra. de la Purificación, patrona de la localidad, que dará paso al baile vermut, aperitivo de mediodía que fue tan común en numerosos pueblos españoles y que sigue vigente en la provincia leonesa, aunque – según dicen – el plato fuerte del día es la hoguera de San Blas, a la que sigue una verbena y un fin de fiesta con una sesión de teatro.
En Rioseco de Tapia San Blas es la primera de las fiestas que se celebran en la capital del concejo, que incluye a Espinosa y Tapia. En la capital tapiega la efeméride – que incluye las tradicionales novenas – se inicia con un pasacalles a cargo de una banda de gaitas, al que sigue una misa con posterior procesión, la sesión vermú y por la tarde un desfile de gigantes y cabezudos y una merienda.
Rebollar de los Oteros es una pedanía perteneciente al municipio leonés de Corbillos, al que también pertenecen Nava y San Justo, conocidos como Los Barrios de los Oteros. Según recogía Julio Caro Baroja – Mascaradas de invierno en España y en otras partes. Revista de dialectología, tomo XIX, cuadernos 1, 2 y 3, año 1963, pg. 239 – en el pueblo de Rebollar – el mismo día de San Blas –«dos hombres se ponen una manta parda encima, de modo que uno imita ser la parte posterior y el otro la anterior de la vaca. Colocan a esta representación unos cuernos para mayor propiedad. Otros hombres, disfrazados con grandes cencerros, salen por las calles en compañía de ellas. Pasan todo el día holgando. Corren y bromean. Pero el día siguiente, que llaman de ‘San Blasín’, uno hace que mata a la vaca de un tiro.
«Entonces los mozos beben grandes cantidades de vino que dicen es la sangre de la vaca muerta». Actualmente ya no se celebra, pues las fiestas de Rebollar – en mayo – están dedicadas a San Miguel. La de Santa Lucía – a pesar de ser la patrona de Rebollar – hace muchos años que ha dejado de festejarse.
Pasando a la provincia de Zamora – en la capital y en la iglesia de San Vicente –tiene lugar la tradicional venta de cintas, a la vez que una reliquia del santo se da a besar, permaneciendo expuesta luego durante todo el día. Y en el templo de Santa María del Azogue – Benavente – durante el servicio religioso se da a besar otra reliquia, habiendo desaparecido – sin embargo – la tradicional entrega de cintas bendecidas a cada devoto asistente el acto litúrgico.
Rabanales es un municipio ubicado en la comarca de Aliste, al oeste de la provincia zamorana y cerca de la frontera con Portugal. Los festejos al Santo gargantero se inician con una misa, seguida de la secular tradición de venerar sus reliquias, rito que en 2015 cumplió 300 años desde que el papa Clemente XI concediese a la Hermandad de San Blas – según se recoge en La Opinión – El Correo de Zamora – una Bula que «incluía siete años y siete «querentesnas de perdón» en cada uno de los cuatro días señalados, aparte del 3 de febrero, para visitar la capilla del patrono «cuya advocación está en el altar del lado de la epístola: 30 de mayo (san Fernando), 28 de agosto (san Agustín), 28 de octubre (san Simón) y 31 de diciembre (san Silvestre)». En cada uno de dichos días se decía misa cantada por los cofrades vivos y difuntos». Últimamente se ha recuperado la antigua costumbre del ramo como ofrenda, que se acompaña de la loa del mártir, escrita en enero de 1874 por el párroco de entonces. Al terminar la misa y tras la procesión se bendice el Ramo con el resto de ofrendas se inicia la subasta de todo ello. El día 4 es San Blasico, Y siguiendo con las reliquias, en el monasterio de Sta. María – que fue del Císter en Granja de Moreruela –, dicen que entre otras reliquias tenía una de San Blas.
Ya en la provincia de Salamanca, desde días anteriores a la fiesta se comienzan a vender las cintas o gargantillas bendecidas, que llevan grabada la imagen del Santo. Y como es tradición en cuantos lugares son costumbres las gargantillas y para que obren sus virtudes profilácticas han de llevarse anudadas al cuelo hasta el Miércoles de Ceniza, en que se queman. Esta tradición tiene especial seguimiento en Santa Marta de Tormes – donde desde el día 31 de enero al 4 de febrero festejan a Sta. Águeda y a San Blas con misas y procesiones dedicadas a ambos santos y la quema del Quinciano, un muñeco hecho por las águedas, que representa al torturador de la Santa – y Garcihernández, que durante cuatro días festeja al Santo, con misa, procesión y variedad de eventos festivos para todas las edades.
En Ciudad Rodrigo – la población más importante del suroeste salmantino – se celebra una romería hasta el monasterio de la Caridad, cuyo origen se remonta al siglo xiii para que el obispo bendiga las gargantillas y dé a besar la reliquia del Santo a los fieles. Igual sucede en Béjar – donde existe un relicario en forma de mano que guarda dos dedos de San Blas – y en su comarca, uno de los pueblos que más festeja al Santo es Fuentes de Béjar, que lo tiene como patrón y que también festeja a Santa Águeda – patrona de las mujeres –, las celebraciones más esperadas por los fuenterricos, que cuenta además con la fiesta de los quintos, es decir de los jóvenes de ambos sexos que cumplen la mayoría de edad, en recuerdo de aquellos mozos que antaño se tallaban para cumplir el servicio militar. Ambos santos cuentan entre sus tradiciones con las hogueras de los quintos y de las águedas, incluida la quema de Quinciano.
Los lugares de la Sierra de Francia donde se celebra a San Blas y en los que las cintas de colores bendecidas durante la misa y las procesiones se convierten en protagonistas de de la festividad, son Nava de Francia – donde el Ayuntamiento ofrece un ágape a los vecinos –, Herguijuela de la Sierra – con ofertorio y agasajo al vecindario con caldo y migas por parte de los mayordomos –, El Maíllo – donde el Ayuntamiento regala cintas de colores en forma de gargantillas, que se repartieron durante el ofertorio, entregándose una a cada vecino según aportaba su donativo al Santo – y Santibáñez de la Sierra, donde se llevó a cabo la bendición de las gargantillas, tras lo cual llegaría la procesión al son de los tamborileros y que últimamente ha contado con la dedicatoria de Relaciones por parte de algunos vecinos hacia el Santo. El convite – como en otros pueblos reseñados – corre a cargo del Ayuntamiento. Y San Miguel de Valero, donde se enlazan – al igual que en Fuentes de Béjar -- las celebraciones de Santa Águeda y San Blas, y aunque éste es el patrón de los quintos locales, son las mujeres quienes se hacen cargo de preparar las andas del santo.
San Blas también se celebra en algunos municipios de Valladolid. Así, en Castronuño – al suroeste de la provincia – los festejos se inician el día 31 de enero, con diversas actividades lúdicas profanas, y llegado el día del patrón de los cardadores, la jornada comienza con algún acto musical, que continúa con una misa cantada, con procesión y una comida popular. Antiguamente después de la procesión tenía lugar el llamado «baile de las once», que solía celebrarse a esa hora y otro por la tarde. Igualmente se celebraba un festejo taurino en la plaza del pueblo, utilizando los carros a modo de ruedo.
En Santervás de Campos – situado en la comarca de Tierra de Campos, al norte de la provincia – lo más característico de la fiesta de San Blas es la tortilla, pues se degustan distintas variedades de tortillas hechas por los vecinos, que se reúnen para cenar y bailar y si sobra algo, lo dejan para el día siguiente. Empero, las fiestas patronales están dedicadas a los Santos Gervasio y Protasio, en junio. Algo parecido acontece en Ramiro – al sur de la provincia – donde el patrón es San Miguel, sin embargo, el Santo gargantero es festejado con misa y vino de honor, sin olvidar actuaciones musicales, parrillada popular y talleres para niños.
Viana de Cega inicia sus festejos con las Candelas, a los que siguen los de San Blas – con una misa con procesión actividades profanas – como la hora del vermú – y otras de tipo lúdico – y las Àguedas, destacando entre estos festejos los espectáculos taurinos, que son precedidos con acompañamiento de charanga en la hora del vermú y la ruta del puchero – semejante a la actual ruta de la tapa que se organizan en algunas localidades en verano –, donde cada bar prepara un aperitivo diferente. Tampoco faltan los típicos bollos de hoja de San Blas, como postre.
Finalmente, Velilla – situada entre los páramos de Torozos y la Vega del Duero – también dedica una de sus fiestas a San Blas, con verbena, bailes regionales y un refrigerio que ofrece el Ayuntamiento.
Ya en Palencia, en Carrión de los Condes, los devotos acuden al convento de Sta. Clara a celebrar la eucaristía, a la que sigue el acto de besar las reliquias del Santo, que se recogen en un viril plano que el sacerdote da a besar y en un rollo que pasa por la garganta de los fieles. Terminados estos actos y ya fuera del templo, los niños – que han acudido al convento con los bolsillos llenos de naranjas – realizan una antigua tradición de origen incierto: «Rodar la naranja», naranjas que se comen una vez rodadas, para entrar luego en la tienda del convento para comprar los hojaldres con el nombre y las forma de «cuellos o corbatas de San Blas».
El acto de rodar la naranja – El Norte de Castilla, 3/2/2019 – se justifica con una fantasiosa leyenda de origen incierto. Erróneamente se supone, que el origen de esta tradición local sería la visita del Cid Campeador a sus hijas, que estaban casadas con los Infantes de Carrión. El Cid tras conquistar Valencia, decidió volver a Castilla a ver a sus Niñas y entre los regalos que las traía, lógicamente venían las famosas naranjas de Valencia. Cuando llegó a Carrión, no las encontró, lanzando todo tipo de insultos a sus yernos. Con el enfado tiró los presentes, entre ellos las naranjas que rodaron por el suelo. Estas, al ser una de fruta exótica para los niños castellanos originaron entre ellos una pelea. Con el enfado y los gritos, perdió el Cid la voz y al salir de Carrión, extramuros de la ciudad, entró en el Monasterio de Santa Clara la Real, donde al venerar la muñeca de San Blas y tras que la madre abadesa se la pasara por la garganta, el Cid recuperó su voz. Esto es lo que dice la tradición popular, aunque la historia lo desmiente, ya que las hijas del Cid no se casaron con los Infantes de Carrión y lógicamente el monasterio de Santa Clara la Real de Carrión de los Condes no se funda hasta el siglo xiii y además el Cid Campeador vivió en el siglo xi.
Finalmente, Villalobón, en Tierra de Campos, finalizada la misa, saca a San Blas engalanado con cuatro roscos. Ese día no faltan ni las roscas ni los bollos bendecidos en las casas.
En la localidad burgalesa de Lerma – durante la fiesta de San Antón – también existe la tradicional «rodada de la naranja» desde el cerro de San Antón, popular costumbre que según los lermeños conocieron ya sus abuelos y los abuelos de sus abuelos sin saber de dónde procedía dicha tradición.
Volviendo a Palencia, San Blas es festejado en Villalobón, con misa, veneración de la reliquia de su brazo y procesión con la imagen engalanada con cuatro roscos, siendo igualmente tradicional que ese día no falten en las casas ni las roscas ni los bollos bendecidos; en Ribas de Campo, cuya iglesia guarda tres reliquias, una de San Martín de Tours, otra de San Lorenzo y la tercera una canilla de San Blas; en Hornillo de Cerrato, con misa castellana, danzas por las calles en las cuales los danzantes llevan el traje tradicional de los quintos – pantalón de pana y botas militares –, la hora del aperitivo y del vermú populares, entre otras actividades; y Monzón de Campos, que a los festejos propios de San Blas se añade la Exaltación de los Nabos, con una serie de actividades que giran principalmente en torno a esta hortaliza, tales como la elaboración de platos cuyo ingrediente principal es el nabo, el Torneo Nabero con su concurso El mejor ojo del condado, en el que los participantes tienen que acertar el peso de una cesta de nabos «a ojo» o «a bulto», como se hacía tradicionalmente en la compra venta de la hortaliza, programa que se completa con la degustación de «bocatas de panceta» las ruta de «La Cazuelita de Potaje de Invierno» por los bares del pueblo, un mercado de productos palentinos y la tradicional hoguera con reparto de sopas de ajo, patatas y huevos.
Burgos es una provincia de la comunidad castellano-leonesa donde igualmente se festeja a San Blas, especialmente en Poza de la Sal – en la comarca de la Bureba – donde además de los actos religiosos – misa, procesión, bendición de cordones y beso de la reliquia – tienen lugar los manteos populares en la plaza, para después de comer entonar la Salve y el himno de la Virgen de Pedrajas, patrona de la localidad. Y ya por la tarde los festejos continúan con un pasacalles de los mozos y mozas que – vestidos con el traje regional y precedidos por el pollero, el participante que lleva conejos, gallinas y pollos atados a un palo – van a participar en una tradicional y sin igual en la comarca «danza del Escarrete», donde los mozos deben demostrar sus dote de bailarines a la pata coja alrededor de un pollo o conejo que debe tocar con una espada. El último en intervenir es el pollero, que baila una jota pozana o de bodas – pozano/a es el gentilicio del municipio – para finalizar con ella los festejos. La danza – según puede leerse en Poza de la Sal, Wikipedia – «es interpretada por la banda de Poza de la Sal; consta de dos partes, una ya citada que es en la que se danza alrededor del animal, primero el mozo, luego la moza y después ambos intercalados, terminando cada danza con un saludo a las autoridades»; y añade: «antiguamente eran los mozos casaderos; la moza tenía que cortar la cabeza a dicho animal (desjarretar)», y que hoy en día el animal no sufre ningún daño durante el espectáculo.
Por su parte, la asociación pozana Amigos de las Salinas señala que la efectividad del sacrificio de los animales tenía un componente fundamental. «Crónicas antiguas describen cómo los gallos se colgaban de las patas desde una soga y eran las mujeres las que debían seccionar el cuello del animal de un solo golpe de espada. Las que lo conseguían eran aplaudidas mientras que las que erraban el golpe eran abucheadas. En la actualidad algunos golpes simulados sobre el animal mientras se danza alrededor de ellos simbolizan ese sacrificio».
Y añaden que la fiesta en aquellos tiempos tenía una parte lúdica importante con algún exceso de comida y bebida. «Los mozos se encargaban de recaudar dineros y viandas para los almuerzos y cenas. Recorrían el día anterior el pueblo disfrazados de Negros de San Blas, entraban en las casas con cierto «permiso» por la fiesta, y pedían la contribución «voluntaria» para la celebración. Había que estar pendiente de que no se llevaran alguna pieza de la matanza que se guardaba las cocinas de leña y cuartos altos. Para no repetir la petición de contribución se manchaban con el hollín la cara de las mujeres como señal de haber colaborado. Para aquellas que no lo hacían tenían la amenaza de que serían los pechos los que serían manchados con el hollín de los manos de los mozos».
¿Pero qué significado tiene el esjarrete? Según algunos estudiosos del tema los animales representan las ofrendas que se hacían a los dioses manes al objeto de conseguir la prosperidad y el bienestar de los recién casados, homenaje que fue cristianizándose con los años y cuyas raíces tradicionales se remontarían a la antigua Salionca, Poza de la Sal – nombre que se relaciona con el indoeuropeo «sal, agua salada» – de los autrigones, tribu prerromana del norte de la Península, según Tito Livio. Para otros, el festejo estaría ligado a la primavera y al despertar de la naturaleza dormida durante el invierno, para lo cual desjarretaban a los animales de modo que su sangre cayera sobre la tierra promoviendo así la fructificación de los campos y la proliferación de los animales que les iban a servir de sustento.
Al preguntar a Manu Gil sobre el significado del «manteo», me comentó que la Cofradía de San Blas ha tenido y tiene bajo su tutela todo el ceremonial – incluida la danza de ese día – «era una fiesta en la que participaban los solteros y solteras que ese año iban a contraer matrimonio. Aunque así se recoge mayoritariamente, en la fiesta podían participar más parejas, siempre que no excediera de un número determinado, aunque he oído que en ocasiones llegaron a participar hasta ocho parejas. Es decir, aunque tenían prioridad para bailar la danza los mozos y mozas casaderas, también acostumbraban a hacerlo otros mozos. Algo semejante a lo que pasa hoy, en que la danza puede bailarla cualquier pareja sean o no sean novios o se vayan a casar. En Poza no hay jóvenes casaderos que vivan en el pueblo, ni creo los haya en mucho tiempo. Aún así la fiesta se viene realizando, excepto algunos años que no se celebró debido a que la mayoría de los jóvenes había emigrado y estaba trabajando en Bilbao o en Burgos.»
Y sobre el «manteo»: «En el documento más antiguo que existe sobre el desarrollo de esta fiesta – El Carnaval. Julio Caro Baroja. Ed. Alianza – no se habla de él, y es más que posible que fuera una incorporación reciente, lo mismo que los trajes que llevan los hombres, que fue una incorporación de los años ochenta. Esos trajes son pura fantasía. Los arrieros pozanos, de los que se supone que está tomado, nunca se vistieron así. Hasta antes de la pérdida y recuperación de esta fiesta, los hombres que bailaban la danza vestían habitualmente el traje de domingo – de traje –, y si no lo tenían – que era lo más habitual – o lo pedían prestado o bailaban con la ropa más elegante y limpia que tuvieran. Las mujeres, contrariamente, siempre se vistieron con el traje de pozana. Con esto no quiero decirte que el manteo no existiera antes. Lo preguntaré, pero ya no quedan personas que hayan nacido después de la guerra civil y como sabes esa guerra marcó un antes y un después en las fiestas populares». Y añade: «Básicamente el significado del manteo es pedir al que se mantea un aguinaldo para la fiesta que después realizan los mozos y mozas entre ellos. Normalmente se mantea a las autoridades; al mayordomo o mayordoma de ese año y a las personas que se dejen».
Otra localidad burgalesa donde se festeja al Santo es Lerma, en la vega del Arlanza, con misas de bendición de las roscas de pan o dulces, llamados de San Blas porque únicamente se hacen ese día. Y como manda la tradición estas roscas se guardan en los edificios para combatir los males de garganta. Los actos religiosos tienen lugar en el Convento o monasterio de las monjas Dominicas de San Blas, mandado construir por el Duque de Lerma para albergar a dichas monjas, que venían de Guadalajara con las reliquias del Santo.
Lo que no deja de sorprender de esta provincia es que la entidad menor de Sandoval de la Reina – en la comarca del Odra-Pisuerga –, perteneciente al Ayuntamiento de Villadiego, que a finales del siglo xvi contaba únicamente con 60 vecinos, de acuerdo con las relaciones remitidas por el arzobispo de Burgos a Felipe III, a través de secretario del Real Patronato de la Iglesia – Censo de Población de las Provincias y Partidos de la Corona de Castilla en el siglo xvi. Tomás González. 1829 – cuente con una reliquia del Santo, cuya fiesta comenzó a celebrarse de modo especial a partir de 1834, cuando el Santo protegió al pueblo durante una epidemia por mediación de su reliquia, que es adorada durante la misa besando el relicario que la contiene.
San Leonardo de Yagüe es un municipio soriano en la comarca de Pinares que celebra las fiestas en honor a la Candelaria y a San Blas, donde lo más llamativo es un baile milenario típico de la zona llamo «danza del paloteo», que está considerada como una danza ritual guerrera, donde – según información recibida desde el Ayuntamiento – el palo representa la espada y un cobertera de madera el escudo, «una rememoración de ritos y danzas celtibéricas que representan las raíces más profundas del pueblo». Las danzas – en número de once – tienen lugar dentro de la iglesia parroquial, en el presbiterio, frente al altar, donde al son de tambores y música de gaitas van entrando los abanderados, los llamados bobos – los bobos tienen función de ayudar a los danzantes con los palos y las coberteras – y los ocho danzantes, que inician la danza con el entrechoque de sus palos que portan en la mano derecha, y en la izquierda, la cobertera. Posteriormente, los danzantes toman un palo en cada mano hasta chocarlo con vehemencia. Terminadas las danzas, se da paso a la procesión que va desde la iglesia hasta la ermita del Santo. Presiden el recorrido las imágenes de la Santísima Virgen y San Blas y ante ellas, se sucede el baile típico de la jota serrana es una mezcla de jota castellana, «pasos peculiares de la comarca soriano-burgalesa conocida como jota de San Blas, bailando en todo momento de cara a las imágenes.
Ya en la ermita, se da a besar la reliquia de San Blas. Acabada la veneración se vuelve en procesión a la parroquia, donde se repiten los bailes ante las imágenes de La Candelaria y de San Blas, ahora con mayor viveza. Ya por la tarde, es tradición que las Autoridades inviten a cuantos han participado en los festejos a tomar café y copa en una reunión que es conocida como «El Café de San Blas». Y más tarde, en la Plaza Mayor – como uso y costumbre antigua – se ofrece vino en tazas de plata a cuantos se acercan a degustarlo.
El cuarto día de la fiesta se celebraba antaño la fiesta de «Los Capones», consistente en colgar de una cuerda, que cruzaba la carretera a nivel de la plaza mayor, un gallo con la cabeza hacia abajo y aquel jinete que conseguía decapitarlo recibía el premio y los honores. «En la actualidad, las cucañas (carreras de sacos, pucheros y cantaros con sorpresas y otros juegos) vinieron a sustituir aquel recuerdo».
Por lo que respecta a Soria capital este santo fue bastante venerado desde la Edad Media, aunque no existió iglesia propia del Santo, sino capillas, como la existente en la iglesias de San Esteban, hoy derruida. Otro municipio soriano donde se festeja a San Blas es Monteagudo de las Vicarias – en el Campo de Gómara – que guarda como tradición llevar a misa a los niños que nacieron durante el año y besar la reliquia del Santo. Por su parte las mujeres llevan a bendecir los rollos – roscos –, que luego reparten con los familiares y los animales domésticos; en Ólvega – en la comarca del Moncayo – donde se bendice un rollo – rosco – hecho de bizcocho y azúcar glas y se adora la reliquia del Santo en la iglesia de Santa María la Mayor y en Tapiela, entidad local menor perteneciente al municipio de Aldealafuente, en cuya misa se bendicen tortas y rosquillas.
En las Campiña segoviana, Nava de la Asunción conserva una imagen de San Blas que aparece ya inventariada en 1632, al igual que su reliquia que se conservaba junto a otra de San Esteban. Sin embargo no se existe ningún documento acreditativo de su origen o de su autenticidad. Igualmente se sabe que los naveros sentían mayor devoción por San Sebastián, que tenía ermita propia a la entrada del pueblo y una cofradía, que celebraba cabildo y oficio por sus difuntos en día de San Blas. También hay constancia de que en 1339 no se celebraba ninguna fiesta de San Blas, aunque sí que se veneraba su reliquia, como sigue haciéndose actualmente en la misa que se celebra el día de su fiesta, fiesta que fue recuperada en 1985 tras más de 30 años sin celebrarse gracias a un grupo de jóvenes del barrio, que sacan en procesión la imagen por el barrio de su nombre, delante de la cual van danzando en dos filas los vecinos.
En Riaza – localidad situada en las proximidades de la meseta castellana – se celebra una romería al paraje de Hontanares, donde se encuentra la ermita de ese nombre. Según información del Ayuntamiento, San Blas es una fiesta tradicional de los hombres «y no suele ser, aún en la actualidad, habitual ver a las féminas compartiendo esta festividad con los varones». Y añade que los cazadores se reunían este día en el paraje de Hontanares y allí, tras dar un batida de caza mayor, asistían a misa y luego comían y caldereta de bacalao y careta de cerdo asada. Desde hace unos quince años se juega al anochecer a un juego de cartas llamado «los montones». Hoy en día se mantiene ésta tradición. Es costumbre pasarse por el cuello la rosca del que porta el Santo en su brazo derecho para evitar así afecciones de garganta. En Palazuelo de Eresma hay misa y procesión.
En Bercial de Zapardiel – municipio ubicado en la Comarca de la Moraña, en la ribera del río Zapardiel – la fiesta de San Blas está íntimamente relacionada con los quintos, pues es su fiesta. La víspera del Santo, los mozos suben a la torre de la iglesia y voltean las campanas de la parroquia de la Asunción, y tal vez como un mecanismo mágico precristiano de defensa para alejar o defenderse de los malos espíritus mediante la purificación – como he señalado anteriormente al hacer referencia a otras localidades – los festejos de San Blas formen parte de las festividades invernales que tienen como objetivo propiciar la llegada de la primavera; de ahí que también enciendan hogueras que únicamente osan saltar los más atrevidos. También es típico que desde el amanecer los bercialeños recorran el pueblo bailando la conga, fiesta que según Luis Miguel Gómez --- San Blas: fiesta, rito y devoción. Ávilared. El diario digital de Ávila, año 2017 – «respira un claro ambiente carnavalesco, que se evidencia en los zurriagazos que propinan unos individuos disfrazados de legionarios romanos, a todo el que se atreve a romper la larga fila que compone el pasacalle». Igualmente es costumbre que los familiares de los quintos conviden a cuantos pasan por sus casas con mantecados, perrunillas y copas de anís o aguardiente. Y tras celebrar la misa, procesionar la imagen del santo, y bailar la jota castellana, la comitiva vuelve a la iglesia para besar la reliquia del Santo.
Serranillos es otra localidad abulense que se sitúa al sur de la provincia y tal vez la única donde el patrón es festejado dos veces al año, una en febrero y otra en septiembre. El motivo de esta duplicidad no se conoce exactamente – aunque según información local – se debe a que en febrero eran tan fuertes las nevadas – el pueblo se ubica a una altitud de 1220 metros – que no sólo era un impedimento para los naturales sino también para los vecinos de otros pueblos que deseaban acudir a la fiesta, de ahí que se decidiese trasladar la festividad al verano para celebrarla sin problemas meteorológicos. Entre los actos del festejo está la tradición de que los mozos pasen las clásicas cintas por el manto del Santo, para luego – junto con su estandarte – las lleve un jinete – que a su vez es acompañado por otros caballistas – durante la procesión, amenizada con música de charanga. Y su típico Vítor, un letanía donde se menciona la vida y milagros de San Blas y que termina con un vítor para los asistentes, autoridades…, cada una de las cuales es acompañado con un «¡vitor» clamoroso. Un ejemplo de estas letanías son: «Obispo y mártir de la ciudad de Sebaste, patrón y protector de este pueblo. ¡Vítor! (el público). Vítor a su ardiente caridad, su profunda humildad y la austera penitencia que practicó en el monte Argeo.¡Vítor!» Después los asistentes se trasladan a la iglesia de Ntra. Sra. de la Serrezuela, donde se subasta y pujas por el estandarte del patrón para ver quién lo ingresa en el templo.
Finalmente otro pueblo abulense donde se festeja al Santo es Casavieja – en la comarca de Arenas de San Pedro – donde la mayoría de sus antiguas tradiciones se relacionaban – según Jesús del Castillo Martín, Objetivo Tradición: Los zarramaches de Casavieja – «con el entorno serrano y pastoril que lo rodea», como acontece con uno de los rituales más característicos y complejos de la localidad y que tienen cierta similitud con los Negritos de San Blas, de la localidad cacereña de Montehermoso: Los «zarramaches», dos personajes «de carácter grotesco que protagonizan una curiosa mascarada de invierno». Y Castillo Martín añade que según «la tradición oral eran los pastores de Casavieja que vivían gran parte del año en las sierras, los que encarnaban anualmente a estos personajes y bajaban hasta el pueblo a celebrar San Blas y a recibir el aguinaldo de manos de los dueños del ganado. Se dice que vestían de esta manera tan estfalaria para divertir a los niños en ese día festivo». Y añade: «Pero pese a contar con esta interpretación de la fiesta, pienso que el rito tiene un origen mucho más complejo, pues los elementos que componen la vestimenta, similares a los que encontramos en otras mascaradas de invierno, nos dan una pista de que pudiera tratarse de un ritual relacionado con la fertilidad de los campos y el ganado, un ritual de llamada al despertar de la naturaleza, y de expulsión de los males que pudieran acechar a la comunidad».
Y como el pastoreo comenzó a entrar en decadencia las festividad se vio seriamente amenazada, de ahí que se hicieran cargo de ella los quintos, procurando así que no se perdiese una tradición tan antigua, acto que – como señala Castillo Martín – podría tomarse de un rito de paso «por el cual los jóvenes que cumplen los 18 años pasan a formar parte del grupo adulto de la comunidad».
También en la provincia de Almería se festeja a San Blas. Así, en Urrácal – en el Valle del Almanzora – lo tienen como patrón, con la salvedad de que las fiestas en su honor se celebran en agosto, con misas, procesiones y actividades lúdicas y culturales de todo tipo, así como refrigerios ofrecidos por el Ayuntamiento y la Hermandad del Santo. Típico de esta localidad almeriense es el conocido como Baile del Farolillo, consiste en danzar por parejas al son de la música llevando un farolillo de papel con una vela encendida dentro. La pareja que consigue que su farol se apague el último es la ganadora.
Igualmente en Sierro – una pequeña localidad enclavada en el Alto Almanzora, en la Sierra de Los Filabres – se celebra a San Blas, una fiesta que tiene gran arraigo en el municipio pues lo tienen como patrono. Los festejos se inician con una misa, a la que sigue una procesión con la imagen. Antes de iniciarse el recorrido por las calles, se reparten roscas de pan entre los fieles.
Líjar – otra localidad del Almanzora – también tiene como patrón a San Blas, al que ofrecen nueve novenas, la última de las cuales tiene lugar el día 2, en que realizan una procesión nocturna con el Santo, durante la cual – antiguamente – los lijereños que tenían promesa, dejaban un candil encendido en su puerta para que al pasar la procesión se detuviera y le cantaran una salve. Procesión – ésta diurna – que se repite el día siguiente tras la misa. Según información recibida del Ayuntamiento, la fiesta se remonta a mediados del siglo xix, cuando la enfermedad infecto-contagiosa del cólera asoló de la comarca. Los lijereños de entonces se encomendaron al Santo y prometieron dedicarle otro festejo e día de San Miguel Arcángel en septiembre si no moría ningún vecino del pueblo. Y al no haber ningún fallecimiento, se viene cumpliendo la promesa desde entonces con las tradicionales novenas, la misa y procesión, que se acompañan de diversas actividades de todo tipo: Lúdicas, culturales, deportivas..
En Fondón – ubicado en La Alpujarra almeriense – la fiesta de San Blas está dedicada a los niños. Se celebra una misa con procesión donde los niños llevan colgada una cinta bendecida y al terminar se les hace una pequeña fiesta con bocadillos y refrescos.
Oria – igualmente en el Valle del Almanzora –, aunque tiene como actos principales las fiestas patronales dedicadas a San Gregorio y a la Virgen de las Mercedes, en mayo y agosto respectivamente, festejan también al Santo protector de la garganta, con una misa seguida de procesión hasta el Ayuntamiento, donde el sacerdote bendice los «roscos de San Blas», que son típicos de esta localidad. En la víspera, los jóvenes orialeños han encendido hogueras en honor a San Blas y a la Candelaria.
«Por San Blas, a Almócita irás», reza el viejo dicho almociteño, localidad de La Alpujarra almeriense, donde se celebra conjuntamente a San Blas y la Candelaria, unas fiestas que abarcan desde el día 6 al 8, donde los juego infantiles tradicionales y los talleres para hacer llaveros o imanes para neveras son la esencia de estas celebraciones, sin olvidar el aperitivo que se ofrece el día tres para enaltecer más el día del patrón. Otra localidad almeriense – ésta en el valle del Andarax alpujarreño – que también festeja a San Blas como patrón es Huécija, donde es tradicional montar un castillo de fuegos artificiales la víspera, misa y procesión el día 3 y el día 4 lo que da más originalidad a la fiesta, que es la quema de «la Zorra», un artefacto con forma de ese animal hecho de cañas y relleno de cohetes y la suelta de los buscapiés, cohetes que van a ras de suelo. Tampoco faltan actividades culturales, deportivas y lúdicas propias de unas fiestas.
Canjáyar Durante las fiestas patronales de la Santa Cruz, se celebra una procesión con las imágenes de la Santa Cruz y de San Antón al cerro de San Blas, donde se encuentra la ermita.
En Málaga y provincia la mayoría de los festejos litúrgicos que se celebran por este Santo – comenzando por la misma capital, en cuya catedral se bendice el conocido «pan de San Blas» – están relacionados con ese alimento básico o con alguna variedad de dulces. Así, en Cañete la Real – en la comarca del Guadalteba – la festividad es conocida como «el día de las Roscas», pues suelen regalarse rosquitas de pan y chocolate atadas con un lazo, que antiguamente eran bendecidas en la iglesia por el sacerdote; en Archidona, la iglesia de la Victoria guarda una imagen del santo, que tiene la particularidad de llevar como aditamento un collar de rosco atado con un lazo, semejante al que los niños archidoneses se cuelgan al cuello como protección contra las afecciones de garganta.
En Colmenar – en la comarca de la Axarquía-Costa del Sol – festejan a la patrona local, la Virgen de la Candelaria y a su patrón, San Blas, que el primer domingo de febrero salen juntos en procesión. La jornada comienza con una misa rociera y – ya entrado el día –, tiene lugar una procesión o romería donde los lugareños la acompañan en el recorrido que dura aproximadamente siete horas. Y como prescribe la costumbre, se detienen durante unos momentos frente a las casas de las personas que por estar impedidas no pueden concurrir al evento, el tiempo suficiente para entregarles un ramillete de flores bendecidas. A la hora de volver a la iglesia se lanzan fuegos artificiales y se entonan canciones típicas colmenarenses. E igualmente cuenta una tradición local – común a otras localidades españolas ya estudiadas – que hace ya muchos años la imagen de la Candelaria iban a ser trasladarla a Málaga capital en unos bueyes. El traslado comenzó, pero cuando se llevaba recorrido medio camino aproximadamente, los bueyes se detuvieron e intentaron tomar el camino de vuelta a Colmenar y por más que los boyeros intentaron reconducirlos hacia la capital, les fue imposible hacerles cambiar de dirección, por lo que no les quedó otro remedio que regresar a Colmenar con la imagen.
También en la provincia de Granada numerosas localidades de mayor o menor entidad festejan al santo gargantero.
Bejarín o El Bejarín, es una localidad del municipio granadino de Purullena, en la parte central de la comarca de Guadix, que tiene como patrones a San Antonio Abad y a San Blas, aunque la fiesta más importante para los bejarineros sea la del primero, cuando, según la tradición ya perdida – además de actividades lúdicas y deportivas – los labradores daban nueve vueltas a la iglesia con sus animales para que los protegiera o durante la procesión – al llegar al mirador que lleva el nombre del Santo – el sacerdote bendecía toda la vega accitana.
En lo referente a San Blas, su celebración es similar a la anterior, salvo que se añade la costumbre de bendecir los roscos de pan conocidos «como de San Blas», que se reparten entre los fieles bien en la puerta de la iglesia, bien durante la procesión.
Ambas celebraciones son organizadas por los mayordomos, que son elegidos cada año por una bejarinera o un bejarinero distinto que tiene encomendada esta tarea.
Gorafe – en la parte septentrional de la comarca de Guadix – el vecindario se lleva al campo la comida, que comparten con familiares y amigos. Y ya de regreso al pueblo – por la noche – dan buena cuenta de los tradicionales buñuelos con chocolate.
En Huéneja – en la parte suroriental de la comarca accitana o guadijeña – realizan una procesión, a la que sigue lo más característico de la localidad: La gastronomía, con la degustación de embutidos de la matanza, que comen en el cerro de San Blas, donde más tarde recogen leña conque hacer una hoguera nocturna.
Los vecinos del barrio de San Blas de Híjar – en el centro-oeste de la comarca de la Vega granadina – dedican dos días para festejar a San Blas. Los actos más importantes son las hogueras, la misa y la procesión del santo por las calles del barrio. También es típico tomar chocolate.
Otura es una villa de la Vega donde se festeja a San Blas con una misa donde se bendicen los panes y las roscas que llevan los vecinos y los de otros lugares cercanos, para continuar con una procesión hasta la plaza del Ayuntamiento.
Continuando en la Vega, las fiestas patronales de Dúdar se festejan con diversos actos culturales y de ocio, aunque destacan principalmente por su carácter religioso, que suelen duran entre tres y cinco días, aunque el día principal es el día 3, onomástica del Santo, con misa solemne y procesión, amenizada con música de charanga, que tiene lugar por la noche. Los mayordomos repartes roscas bendecidas que – al igual que en otras localidades – tienen la finalidad de proteger la garganta de los dudeños durante todo el año o al menos amortiguar sus efectos. También es costumbre el refresco y agasajo de bebidas, dulces, etc. que dan los mayordomos en sus casas, los castillos de fuegos artificiales y la quema de ruedas de artificio que algún vecino ha ofrecido al Santo. Una segunda procesión sale el fin de semana siguiente de las fiestas. Esta vez son los mayordomos que organizarán los festejos el año siguiente los encargados de procesionar la imagen.
Lo más tradicional y original del pequeño pueblo alpujarreño de Nieles es la elaboración a mano de unos collares con lazo que confeccionan las mujeres nieleñas; collares que más tarde son sellados por el alcalde y bendecidos por el sacerdote para venderlos entre aquellas personas que quieran llevarlos en la procesión, como medio protector para las enfermedades o infecciones de garganta.
En el centro-sur de la Alpujarra granadina Cádiar inicia los festejos del patrón nueve días antes, con novenas vespertinas acompañadas del himno al Santo. La última novena coincide con la Candelaria, de ahí que se realice una procesión con velas alrededor de la iglesia de Santa Ana y la posterior bendición de los recién nacidos por parte del párroco, a quienes se les coloca los estadales. Y esa misma noche – y hasta el día siguiente – la tradición manda ir a la ermita de San Blas para hacer repicar su campanillo, repiqueteo que no cesa hasta que el Santo no ha sido devuelto a ella, el mismo día de su onomástica. En ese momento el volteo se acentúa a la vez que se lanzan cohetes y petardos. Antes, en las calles del pueblo se instala un mercadillo y el tradicional puesto de la Mayordomía del Santo, que vende las tradicionales cintas o estadales, que han sido bendecidos la noche anterior.
Por último, la localidad alpujarreña de Canyájar – a pesar de tener una ermita dedicada al Santo en el barrio homónimo, construida donde pudo estar una fortificación tal vez de origen árabe – ha ido perdiendo continuidad en los festejos a San Blas, pues la misa y procesión de antaño unas veces se celebra y otras no.
En la parte oriental de la Alpujarra, Cherín tiene como fiesta principal la de moros y cristianos, que los cherineros celebran en agosto en honor a su patrón San Bartolomé. Aunque en febrero dedican dos días a honrar a San Blas, de cuya imagen – que procesionan tras la misa – cuelgan numerosas cintas multicolores. Tampoco faltan los pasacalles de tambores y unas migas populares. Igualmente, en Pampaneira la tradición de San Blas se está perdiendo, aunque aún hay años que se festeja con misa, procesión y bendición de los lazos o cintas.
Víznar – situada en las estribaciones de la Sierra de la Alfaguara, en la parte central de la Vega granadina – festeja con gran solemnidad a su patrón, San Blas. Los actos comienzan el día primero de febrero con el reparto puerta por puerta de las roscas del Santo y las sobrantes se guardan en la parroquia por si algún devoto quiera más, pues según dicen pueden sanar cualquier enfermedad de la garganta con un sólo mordisco. Luego sigue una misa, una procesión con las imágenes de San Blas, San José y la Candelaria y más tarde la comisión de festejos invita a bebidas y tapas variadas a vecinos y visitantes. La parte profana ofrece diversos juegos populares y una traca.
El día dos – fiesta de la Candelaria – lo tradicional es presentar los niños a la Virgen y pasarlos por su manto, gesto que también pueden ejecutar aquellos mayores que lo deseen. Igualmente, se bendicen las velas para la procesión. Y el día 3 comienza con la visita que el párroco hace a los domicilios que los enfermos e impedidos que desean recibir la bendición de sus gargantas. Más tarde se celebra la misa de la Solemnidad de San Blas y se bendicen las gargantas de los fieles asistentes. Y concluidas las fiestas religiosas, llega el Entierro de la Zorra, que es cuando los vizneros salen al campo a pasar el día con familiares y amigos.
El municipio de Polícar se sitúa en la parte suroccidental de la comarca granadina de Guadix. Tiene como patrón a San Antonio de Padua y como patrona a la Virgen de Fátima. Ello no impide – empero – que los policareños celebren otras fiestas los primeros días del año. Así, el 16 de enero festejan a San Antón Abad, el 2 de febrero a la Candelaria y el 3 a San Blas, donde lo más destacado son las numerosas luminarias nocturnas que se encienden por las calles llamadas «chiscos granadinos». Para ello, los vecinos suben al monte y recogen la leña necesaria para las fogatas. La costumbre es que cada uno debe recoger su montón de leña que va a quemar en las lumbres, pues se cree que trae suerte recogerla y echarla a la lumbre, donde algunos policareños continúan con la tradición de hacer las «rosetas» – palomitas de maíz –, asar patatas, chorizos, morcillos y otros productos del cerdo, que comparten entre ellos regado todo con vino de la tierra.
Dúrcal se encuentra en la parte nororiental del Valle de Lecrín y tiene como patrón a San Blas. Las fiestas en su honor comienzan la primera semana de febrero, teniendo como su día grande la onomástica del Santo. Según información recibida el origen de esta devoción es muy antigua – tal vez en el siglo xv –, atribuyéndose este patronazgo a la devoción que según dicen tenía don Juan de Austria por San Blas. Igualmente señalan que las epidemias de peste que asolaron la comarca y el terremoto que a finales del siglo xix se dejó sentir en la zona, unidos ambos fenómenos a ciertos hechos que se consideraron milagrosos por la intervención del Santo, contribuyeron a consolidar su devoción entre los durqueños. Aunque también se dice que el terremoto tuvo lugar el día 31 de agosto, onomástica de San Ramón Nonato y que al sacarlo en procesión el terremoto cesó, de ahí que se le nombrase copatrono junto con San Blas.
Para San Blas, los vecinos acuden la víspera de la festividad a su ermita para bajarlo hasta la iglesia de la Inmaculada, acompañado con un enorme despliegue de fuegos artificiales – y más concretamente las conocidas como ruedas – que son pagadas por particulares como mandas u obligaciones que impuso algún familiar difunto a su heredero o legatario como de obligado cumplimiento – o como manifestación devota hacia el patrón. Esta fiesta va acompañada de diversas actividades tanto deportivas como culturales.
En Diezma es un municipio de la comarca de Guadix, conocido como «El mirador de Sierra Nevada». Su patrón es el Cristo de la Fe aunque por no eso dejan los diezmeños de festejar a San Blas el fin de semana más próximo al tres de febrero. De la organización y subvención de los festejos se encarga un numeroso grupo de mayordomos, que son elegidos año tras años. La víspera, estos mayordomos acuden a la iglesia parroquial con doscientos roscos y roscas cada uno para que los bendiga el sacerdote, acto litúrgico que es seguido por la tradicional quema de ruedas de cohetes, el encendido de la hoguera de San Blas y la degustación de caretas o jeas de cerdo a la brasa acompañadas con vino de la tierra, para terminar el día con una verbena.
El segundo día tiene lugar la misa en honor al Santo en la parroquia de la Asunción, con la elección de quienes van a tomar la mayordomía el siguiente año y la distribución de los rosquillos bendecidos entre los presentes, antes de iniciar la romería al cerro conocido como «de San Blas». Antiguamente todo el pueblo solía acompañar al Santo para comer en la cima del cerro, pero debido a lo escarpado del terreno, ya son pocos los que se atreven a subir, motivo por el cual son los jóvenes quienes se encargan de portar las andas hasta la cima, a sabiendas de que su esfuerzo va a tener su recompensa, pues serán premiados con grandes roscas de pan. Actualmente, la comida tiene lugar en las Eras, a la salida del pueblo, donde el vecindario espera el retorno de la imagen, llegada que pondrá punto final a los festejos de San Blas.
Por último, en el también municipio alpujarreño de Carataunas se festejó al Santo, se perdió, se volvió a recuperar y actualmente se ha perdido definitivamente.
En Jaén capital reza el dicho popular: «Por San Blas, rosquillas comerás y la garganta curarás». Y es que la tradición de pasarse por la parroquia de la Magdalena a comprar bolsitas con ese típico dulce se ha convertido en una costumbre tan enraizada entre los jienenses que pocos son los que no las adquieren, pues son bendecidas con la reliquia – un trozo de tibia del Santo – que guarda la iglesia, autentificada – según dice el párroco – «por el Patriarcado de Armenia, que es donde está enterrado San Blas, en Sebaste». El mismo sacerdote asegura que esta devoción viene de antiguo y aunque no exista documentación fidedigna que lo corrobore, todo apunta al desaparecido convento de la Trinidad – que se ubicaba en el propio barrio – como raíz de esta veneración en la ciudad.
Otros actos en honor al santo armenio es la novena que comienza el 26 de enero y termina el día de la onomástica, cuando la reliquia es ofrecida a la veneración de los fieles.
Cazalilla es un municipio ubicado en la Campiña jienense que durante años fue conocida porque cada año – el día de San Blas – se lanzaba una pava viva desde el campanario de la iglesia de Sta. María Magdalena. Según recoge la Wikipedia, la tradición se remonta al siglo xix, cuando al parecer se trataba de reconciliar a dos familias enfrentadas, por medio del casamiento, el mismo día 3 de febrero, del hijo de una familia con la hija de la otra. Para celebrarlo, soltaron una pava desde el campanario. «Se interpretaba que el afortunado que conseguía atraparla iba a tener buena suerte el resto del año, pero también debía responsabilizarse del cuidado del animal hasta que este muriera por causas naturales. De manera alternativa existe la creencia de que la costumbre deriva de los sorteos populares que las Cofradías de Ánimas llevaban a cabo por los pueblos de la provincia».
Esta costumbre desapareció en 2015 ante la presión de distintos colectivos protectores de los animales. «Pese a lo expuesto anteriormente, en 2017 cazaleños y otros simpatizantes defensores de este festejo llevaron a cabo de forma paralela el lanzamiento de la pava desde el tejado de una vivienda particular en la misma plaza en que se sitúa la iglesia, con el objetivo de mantener viva la tradición centenaria». Por su parte el alcalde del lugar señala que los cazaleños están muy descontentos con dichos colectivos, pues las sanciones que se han impuesto tanto al que la lanza como al que la coge o cualquiera que llegue a pasear algún animal en esos momentos las consideran un abuso. «Cabe recordar – señala el Alcalde – que la pava no se tira, se lanza y esta planea, aletea y se recoge. El animal se cuida hasta que muere de viejo. De hecho, el año pasado murió la de hace 14 años». Y añade: «Es una tradición con más de 170 años que se perderá a base de trabas y sanciones. El año pasado llegaron sanciones a tres personas, de 2.600 euros, lo que los vecinos consideran abusivo cuando es una tradición en la que el animal no sufre». Como alternativa a esta antigua tradición el Ayuntamiento ha decidido lanzar cincuenta de peluche en forma de pavo real de cuatro colores diferentes desde el balcón de la Casa Consistorial. Los peluches están numerados para entrar en un sorteo de cinco obsequios entre quienes hayan logrado hacerse con alguno de ellos.
Otros festejos locales son las luminarias nocturnas del día 1, ocasión que el Ayuntamiento aprovecha para brindar aperitivos entre los asistentes; el día 2 se ofrecen al Santo los niños bautizados en el último año y el 3 se celebra una misa donde se bendicen las rosquillas, para sacar a San Blas en procesión por la tarde. Además, durante los tres días hay actuaciones musicales en la caseta municipal.
En el centro de la provincia jienense y al sur del río Guadalimar, comarca de La Loma, Rus también tiene como copatrono – junto con Santiago Apóstol – a San Blas, Santo – que según aseguran los ruseños – si a algo está ligado en el pueblo «además de a las rosquillas de pan con matalauva, es a los cohetes, que son una constante en el día grande». La celebración comienza con una ruidosa diana que reclama a los devo-tos para que acudan a la iglesia parroquial de Ntra, Sra. de la Asunción para asistir a la eucaristía y posterior procesión por las calles del municipio, salvo los vecinos que suelen quedarse en sus casas cuando la imagen pasan por sus. Antes de entrar al templo la imagen pasa entre las dos hileras que forman los hermanos de la cofradía, que colocan un cohete en una de las manos del Santo. Finalizados estos actos, los vecinos se retiran a sus domicilios hasta la hora de un espectáculo piromusical, poniendo así fin a los festejos de San Blas.
Con anterioridad, Rus había festejado también La Candelaria, principalmente por la noche con reparto de habas, pan y aceite, con un pasacalles animado por los Hermanos de San Blas, de la que pueden formar parte también las mujeres que lo deseen. Igualmente es costumbre que esta noche el Hermano Mayor saliente entregue las insignias del cargo al que va a desempeñar tal función al año siguiente.
En la Campiña de Jaén se sitúa el municipio de Lopera. Según se recoge en Cronista de Lopera, blog que realiza José Luis Pantoja Vallejo, en el municipio se tiene constancia de que había una imagen de San Blas en una hornacina que hubo en el lado derecho del cancel central de la Parroquia de la Inmaculada, y por un Auto que se ha conservado en el Archivo Histórico Municipal de 1758, «sabemos que por San Blas había costumbre en Lopera de hacer luminarias con capachos que se utilizaban en la molturación de las aceitunas en la Plaza vieja y también el celebrar la Fiesta en honor a San Blas, que finalizaba con el reparto de las típicas roscas de pan entre los asistentes».
Lo que sí conserva una familia lopereña es un relicario del siglo xix que guarda reliquias de San Esteban, del Portal de Belén, de San Vicente, de San Félix, de la Casa de San José y de San Blas, entre otras.
Siguiendo en Andalucía, la provincia cordobesa también tiene algunas localidades donde se festeja a San Blas. Así, en Santa Eufemia – municipio situado en la comarca de Los Pedroches – la organización de la fiesta corre a cargo de una Hermandad que ostenta el nombre del Santo y que por su estructura y organización recuerda un origen militar. Está formada por 33 hermanos, ordenados jerárquicamente, siendo el más importante el cargo de capitán, que se conoce como «hermano junco», mientras los restantes cargos llevan alabardas floreadas, bastones y bandera. Este tipo de organización recuerda a los 33 soldados y a su capitán que fueron ayudados por Santa Eufemia a reconquistar el pueblo y el castillo, tras aparecérseles en la explanada donde hoy se levanta su ermita.
Entre los actos que se realizan por San Blas está la luminaria que en la noche del día 2 se encienden ante las casas de los cuatro hermanos de cargo, que agasajan a sus compañeros con un banquete. Y el día 3 durante el recorrido que a ritmo de tambor se realiza los hermanos por las calles se entrega la bandera y se procede al relevo del capitán, mientras bailan una antigua danza – hoy casi desaparecida, según dicen – conocida como «El Remolón» que – según se recoge en la Guía digital del patrimonio cultural de Andalucía – se inicia como una jota bailada en parejas o corrillos que, con el paso del tiempo y el redoble cada vez más acelerado de tambor, devine en una suerte de deformación coherente y se rompen los pasos y los movimientos que en un principio marcaban el canon previo de lo que fue en el principio una jota serrana. «Luego los movimientos se vuelven libres, grotescos, desordenados, casi convulsos, con los brazos alzados; se rompen los límites de las separaciones y las aproximaciones entre los danzantes, todo empieza a dar vueltas, unos en torno a los otros, uno sobre sí mismo, de ahí su nombre, mientras suena el redoblar de los tambores».
Otro municipio cordobés de Los Pedroches donde se festejas San Blas es Dos Torres. Los actos comienzan con la visita que la Agrupación Municipal y los Cofrades del Santo hacen al domicilio del mayordomo saliente para acompañarlo hasta la iglesia y durante la procesión, pues al llegar a la calle del Pósito, es tradicional que el mayordomo saliente entregue el estandarte del Santo al entrante, que lo llevará durante el resto de la procesión. De vuelta a la iglesia y antes de que se inicie la ceremonia religiosa hermanos y devotos depositan sobre las andas del Santo las típicas gargantas, moldeadas artesanalmente con cera líquida. Concluida la ceremonia religiosa se celebra un convite de hermandad, en el transcurso del cual se realizan las conocidas «pujas de San Blas» o subastas de los obsequios y regalos – roscas de piñonate, rosquillos, pollos, conejos, cajas de puros, borregos, lechones y jamones – que hermanos y devotos – por promesas o por mandas – han ofrecido al Santo. Y el domingo siguiente a su onomástica se celebra lo que se conoce como «festival de San Blas», una procesión donde los devotos llevan las bendecidas gargantas, adornadas ya con labores de punto.
En Hinojosa del Duque – otro municipio de la comarca de Los Pedroches – a pesar de tener como patrón a San Gregorio – sienten gran devoción por San Blas, devoción que se manifiesta principalmente en los panes que su Hermandad lleva a la iglesia para que el sacerdote los bendiga y que serán repartidos entre los asistentes a los oficios religiosos y llevados a los domicilios de los que por un motivo u otro no pudieron asistir a ellos. Sigue luego una procesión, para terminar con candelorio – candela, fogata, grande – una plaza del pueblo.
Otro municipio pedrocheño que festeja al Santo gargantero es Villanueva del Duque, con misa, procesión y bendición de los panes de San Blas.
En la Campiña Sur Cordobesa, Aguilar de la Frontera también mantiene la tradición de bendecir el día de la Candelaria las blancas roscas de pan, a las que le atan un lazo de colores – el «bulili» –, que se coloca en el cuello de los niños para evitar los males de garganta, de ahí que en el proceso de elaboración de esta festividad participen fundamentalmente madre y niños y algunos colegios que celebran la festividad de San Blas llevando al colegio roscos bendecidos.
El día del Santo – según recoge la Wikipedia – los niños parten de los distintos colegios, llevando unos farolillos encendidos y se concentran en la Plaza de San José, donde tendrá lugar el Juicio y quema en una hoguera del «Juilla», «figura alegórica realizada en cartón, que representa lo negativo de la persona y de la experiencia vivida durante el año anterior», que en los últimos años es condenado a prisión, «por hacer critica de algún modo a la discriminación».
Relacionado con la víspera de San Blas, José Manuel Morales – director de Córdoba Misteriosa, 02/04/2017 – recoge en su relato El Monje de San Blas, un fenómeno inexplicable que a su vez había recogido el escritor Francisco Cabezas en su blog sobre divulgación de temas locales, un fenómeno inexplicable ocurrido a principios del siglo xviii en Aguilar, relacionado con la aparición y desaparición de una espectral figura en ciertas calles del pueblo, hecho que ocurría la noche de la víspera de San Blas. La figura o sombra vestía una sotana oscura con capucha, con una cinta al cuelo y un farol en la mano. «Los vecinos – señala Morales – especulaban con que podría tratarse del fantasma de algún sacerdote condenado por el Tribunal del Santo Oficio, pero la verdad es que nadie pudo averiguar nunca su identidad». Y añade: «Es más, contaban que quien intentó alguna vez hablarle jamás pudo contarlo, pues se quedó afónico de por vida». Estas supuestas apariciones fantasmales hicieron que los aguilarenses – tras décadas de tribulación – decidieran erigir en 1735 una ermita a San Blas en el lugar donde desaparecía el espectro. Y según dicen esta medida resultó eficaz, pues a partir de entonces dejaron de producirse «las temidas apariciones». Y aunque la ermita se cerró al culto en 1940, el fraile de la capucha no ha vuelto a manifestarse a pesar de que fue empleada «para otro uso bien distinto al religioso».
Y según Morales la costumbre de colocar cintas bendecidas a los niños tal vez «pudo encontrar su origen en esa cinta que el encapuchado llevaba alrededor de su garganta, ya que, al poco de construirse la ermita, Aguilar sufrió una terrible epidemia de difteria, y el fervor popular aseguraba que muchos infantes lograron salvar sus vidas gracias a la intermediación de los lazos benditos de San Blas».
Según se recoge en el artículo San Blas, devoción en la clausura – Archisevilla/Siempre adelante, 6/02/2018 – en Sevilla existió una ermita dedicada a San Blas en las proximidades de la iglesia de Omnium Sanctorum, donde se refugió y vivió algún tiempo Doña María Fernández Coronel – huyendo del acoso al que la tenía sometida el rey Pedro I el Cruel – antes de profesar como monja en el convento de Santa Clara, de donde salió para fundar el de Santa Inés. Cuando el edificio se arruinó, la imagen pasó a la iglesia de este convento, donde actualmente se venera, junto con una reliquia del Santo que se expone en su onomástica. Este día, además de asistir a la eucaristía para venerar al Santo, pueden adquirirse rosquitos de pan hechos por las monjas, estampas con su novena o cordones de hilo blanco y seda con una medallita del Santo.
En el Corredor de la Plata se ubica el municipio de El Madroño, que tiene como patrón a San Blas. Los actos comienzan con un triduo, aunque la función principal es el domingo siguiente al 3 de febrero, con la procesión. Según cuenta una tradición madroñera una señora del pueblo que estaba almorzando pescado se atragantó, quedándole una espina atravesada en la garganta. Viendo que nada podía hacer para quitársela y ante el temor de asfixiarse se encomendó al Santo, diciendo «San Blas bendito, sálvame» En ese momento expulsó la espina pudiendo salvarse la mujer. San Blas procesiona de nuevo al domingo siguiente de la fiesta, llamada fiesta de la Octava.
San Blas también se celebra en las aldeas de El Álamo, Juan Gallego, Juan Antón y Villagordo, dependientes de El Madroño.
Situado en el extremo suroeste de la provincia sevillana, Puebla de Cazalla tiene como patrón a San José y como patrona a Ntra. Señora de las Virtudes, eso no impide que los moriscos – gentilicio con que son conocidos sus habitantes – tengan gran veneración por el Santo gargantero, especialmente en relación con los niños, que el día 3 acuden a la parroquia portando los típicos roscos elaborados artesanalmente a base de harina, azúcar, huevo, aceite y algunas especias que le dan un sabor característico. Ante la iglesia, el sacerdote reza una oración a San Blas, para que luego los pequeños con sus lazos – rosas los de las niñas y azules los de los chicos –con apariencia de guirnaldas – y los mayores con canastos de mimbre coronados con dos roscas de pan –vayan pasando ante el sacerdote que bendice los roscos con agua bendita.
María Montiel – Roscos y roscas benditos por San Blas. El Correo de Andalucía, febrero, 2017 – escribe que – según consta en el archivo local – la veneración a San Blas se remonta al 3 de febrero de 1586 cuando Alonso Vidal el Mozo – vecino de La Puebla, «dona a los frailes del convento de la Candelaria una reliquia del santo». El donante les entregó un relicario en cuyo interior se encontraba un hueso de San Blas, acompañado de un documento expedido en Roma – conocido como authentica – que certificaba la autenticidad de la reliquia. La donación se hizo con la condición de que los frailes quedasen obligados a decir anual y perpetuamente tres misas de réquiem por el alma de Alonso Vidal y sus familiares difuntos.
Por su parte José Cabello Núñez – Devoción a San Blas en La Puebla de Cazalla. Historia de la Puebla de Cazalla – dice que a pesar de los muy escasos datos que existen sobre el origen de su devoción en La Puebla, salvo una escueta mención a una imagen del Santo que se encontraba antiguamente en la ermita de San José de la localidad – parece ser que esta localidad tuvo el privilegio de contar con una reliquia del San Blas, según señaló en su día Antonio Torres Montesinos en unos textos que su hijo Antonio ha recuperado y difundido a través de Internet. Según sus palabras «se dice que antiguamente, a la vez de la bendición de los roscos, sacaban las reliquias de San Blas, que estaban en un cáliz de plata, pero esta reliquia no la recuerda ya nadie; no se sabe si desaparecieron en el año 1936 cuando incendiaron la parroquia de Nuestra Señora de las Virtudes», durante la Guerra Civil Española.
Aracena – municipio onubense ubicado en la sierra de su nombre, que a su vez forma parte de Sierra Morena – también tiene a San Blas como su patrón. Del cuidado de su culto se encarga una Hermandad que los arundenses conocen como «la Borriquita» que procesiona los Domingos de Ramos. Durante la misa en la parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción se reparten las rosquillas de San Blas, unos panes típicos donados por el Ayuntamiento, para proteger a los vecinos de los males de pecho, oídos y – por supuesto – de garganta, sin los cuales – dicen los cebolleros – su gentilicio popular – no se entendería la festividad. Tras la misa, sale desde 2016 la procesión portando una nueva imagen del Santo – realizada por el imaginero de los tres titulares de la Hermandad –, mientras la anterior imagen se conserva en su capilla de la parroquia.
La otra localidad onubense donde festejan a San Blas es Zalamea la Real, que organiza una romería al llano donde se encuentra la ermita que – según señala José Jiménez, Zalamea celebra el día de San Blas en su ermita del siglo xv, Huelva Información, 3 de febrero, 2015 – en sus inicios estuvo dedicada a Santa María de Ureña. «En el siglo xix obtuvo el título de San Blas y se le adscribió una huerta y dos tierras numeradas que costearon una función religiosa en su día y una lámpara de aceite que ardía en el altar todo el año». Los actos litúrgicos comienzan con una misa en la parroquia de la Asunción, durante la cual se bendicen los cordones hechos por hilos de distintos colores y el aceite con que posteriormente se ungen los fieles la garganta.
José Jiménez señala igualmente que las antiguas imágenes de San Blas y Santa María de Ureña sufrieron grandes desperfectos durante la Guerra Civil que fueron restauradas en la década de los años noventa y que actualmente se veneran en la iglesia parroquial.
En la provincia de Cádiz únicamente Benaocaz – en la zona más occidental de la Cordillera Bética, formando parte de la conocida Ruta de los Pueblos Blancos – festeja a San Blas, aunque el patrón local sea San Esteban. Pero los benaocaceños aseguran que se sienten más identificados con el Santo gargantero que con el protomártir.
Según la Agenda Cultural de Andalucía – que toma su fuente del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico – se presupone su celebración al menos desde el siglo xvii, según consta en presupuestos del Archivo Municipal. Y añade: «Dos leyendas atribuyen la llegada de la imagen a la localidad, bien tras el intento fallido de arrebatarla los vecinos ubriqueños con intención de «casarla» con su patrona de Los Remedios, bien tras salvar a unos marineros en un naufragio».
Tras los actos litúrgicos, la imagen sale en procesión por las calles del pueblo, aunque no tiene un recorrido, pues San Blas va deteniéndose frente a las casas donde hay algún enfermo – que así puede pedirle una pronta recuperación – o de las personas mayores que no pueden salir a saludarlo. Pero sin duda lo más original de esta procesión es el ritmo de charangas al que sus portadores someten a las andas con el Santo, a la vez que los campesinos refriegan sus bigotes con los calostros de las cabras y le cuelgan embutidos en agradecimiento por la cosecha obtenida.
Además – como parte de los festejos – sueltan dos toros por las calles de esta pequeña localidad gaditana.
Pasando a Cataluña, con referencia a Barcelona capital, únicamente se celebra la fiesta de San Blas en la iglesia de la Trinidad, hoy parroquia de San Jaime, con una función religiosa.
Es – sin embargo – en la provincia tarraconense donde el Santo gargantero es más festejado. Así, en Bot – en la comarca de la Tierra Alta – lo tiene como patrón, junto con la Candelaria, donde – además de las misas y procesiones – se dan los pasacalles, las corridas o carreras que tienen como protagonistas los quintos y quintas del año el día 2 y el 3 atletas profesionales de toda Cataluña y provincias próximas. Aunque sin duda lo más identificativo y de más larga tradición de esta localidad sea la danzada, una jota que el día 2 bailan los quintos y quintas y el 3 los mayorales y mayoralas de la fiesta con sonido de jota.
En este pueblo – cuando un niño se atraganta –, las madres le golpean en la espalda, mientras le dicen San Blai de Bot, que el de Caseres no pot – San Blas de Bot, que el de Caseres no puede –, expresión que según algunos folkloristas manifiesta la rivalidad entre Bot y Caseras – en catalán Caseres – otra localidad de la Tierra Alta, distantes 17 kilómetros, al considerar los botences a su imagen más milagrosa que la de Caseras.
Igualmente en la Tierra Alta, La Fatarella, tiene como patrón a San Blas, cuya fiesta se celebra el fin de semana más próximo al día de su onomástica. Aunque la solemnidad dura cuatro días, pues además de al Santo gargantero festejan la Candelaria, Santa Águeda y los quintos, conocidas como fiestas de invierno. Los actos se inician el viernes con La Candelaria. Este día los fatarellencs recogen las tartas – uno de los componentes más originales de esta fiesta, que depositan en casa de los organizadores y coordinadores de la fiesta – los mayorales – y se inicia un pasacalle anunciador de los festejos. El sábado se conoce con Fiesta de los Mayorales, que son los protagonistas junto con las tartas. El día comienza con el canto de la Aurora y el rezo del rosario por las calles con acompañamiento musical, para a mediodía acudir las mujeres a recoger las tartas y junto con los hombres, que portan un pan bendito, se dirigen a la iglesia para oír misa. Antes, las tartas y los panes se han depositado en la capilla donde está la imagen de San Blas. Cuando termina la misa, panes y tortas se llevan frente al altar mayor para ser bendecidos por el sacerdote que al salir serán repartidos en la puerta del templo, iniciándose a continuación lo que se conoce como «subasta pública de leña» que con anterioridad a la fiesta han recogido los mayorales, leña que se adjudica al mejor postor. Esta subasta puede considerarse una forma original que tienen los mayorales para sufragar los gastos de la fiesta, al igual que «la plega», o peticiones que han hecho por el pueblo.
El sábado por la tarde se recogen de nuevo las tartas en casa de los mayorales para llevarlas a la plaza, donde tiene lugar la Danzada de las Tartas de San Blas o Baile de la Jota de La Fatarella. «Se trata de un jota – escribe María Carrera y Escudé – Festes majors d’hivern. festes.org – que se baila en pareja y en círculo, los hombres en la parte de dentro y las mujeres en la parte de fuera. Los músicos se sitúan en el centro de la plaza, en medio de los trabajadores, rodeando la gran tarta de los mayorales. Esta vez, sin embargo, son los hombres los que llevan en la mano las tartas que por la mañana se han ofrecido a San Blas, sujetos sobre un pie de madera para que no se caigan. El baile es muy animado y se lanza confeti a raudales. Se hacen tres rondas de jotas, la 2ª y la tercera sin tartas. Al final de la bailada, se subasta la gran tarta de los mayorales».
Al día siguiente tiene lugar la Fiesta de los Solteros o de los quintos y quintas que han cumplido dieciocho años, para finalizar el lunes con la de Santa Águeda.
Tivissa es un municipio tarraconense situado en la parte oriental de la comarca de Ribera del Ebro. Esta localidad catalana celebra una romería a la ermita del San Blas. Los actos religiosos lo componen una misa, la veneración de la reliquia del Santo y la bendición de frutos, pues su término municipal es de los más grandes de la provincia y en él se cultivan olivos, almendros, avellanos, viñas y frutales. La parte profana incluye pasacalles, los bailes típicos de las sardanas y degustaciones gastronómicas, entre las que figura la caldereta.
En Tortosa – capital de la comarca tarraconense del Bajo Ebro – la parroquia de San Blas celebra a su patrón con una misa solemne, donde se bendicen las «coquetes de San Blas», pequeñas tortas bendecidas hechas de harina, huevo y azúcar y marcadas con una cruz, sin sal ni fermento y es costumbre rezar un padrenuestro mientras las comen. Según información recibida de la parroquia, también se bendicen el día del Santo por la mañana pan, peras, manzanas y naranjas, porque se les atribuyen grandes virtudes curativas. También fue costumbre comer una naranja o una manzana de las bendecidas el día 25 de marzo, fiesta de la Anunciación, después de confesarse, como seguro contra la feridura o apoplejía. Igualmente en algunas partes se daban «coquetes» a los animales para preservarlos de los males de garganta.
Torrent es un municipio de la comarca del Bajo Ampurdán – provincia de Gerona – en la zona de las Gavarras. El festejo del Santo comienza temprano, en la calle donde se levanta la ermita. Durante la celebración religiosa se bendicen los típicos gaiatos de San Blas, dulces en forma de pequeños bastones que se envuelven junto a una estampa del santo y una botella de aceite bendecidos, solemnidad a la que sigue la procesión donde únicamente participa la cofradía del Santo y niños entre tres y cinco años, acompañados con música de dulzaina y tabalets, tambores de medianas dimensiones que se cuelgan al cuello. El hecho de que únicamente participen los más pequeños se basa en la cura que el Santo hizo al niño que se ahogaba por habérsele trabado la espina de pescado en la garganta. En Torrent continua vigente la costumbre de ponerse aceite en la garganta haciendo la señal de la cruz para curarse el dolor de garganta. Es común recitar el dicho popular: «San Blas glorioso, cúrame la garganta y llévame la tos».
Galicia también conserva el culto a San Blas en numerosos municipios o concellos de sus cuatro provincias. Iniciando por A Coruña, en Santiago de Compostela los fieles se acercan a la Colegiata del barrio de Sar para adquirir las velas y pasar por el manto, el báculo o las manos de la imagen las estampas o pañuelos, que luego besan como si de reliquias se tratase. Y terminada las misas martiriales, se bendicen panecillos que se llevan para degustar en casa. Tampoco faltan las actuaciones musicales.
Pasando a la provincia de Lugo, Monforte – capital de la Tierra de Lemos y de la Ribeira Sacra – los fieles – especialmente mujeres – suben al monasterio de San Vicente del Pino provistas de cintas y bolsas con roscas. Terminada la misa, el sacerdote bendijo las roscas, consagración que es seguida de un intento por aproximarse a la imagen del Santo para pasarle las cintas, bufandas o pañuelos alrededor del cuello, para protegerse contra los males de garganta, como es tradicional. Por la tarde vuelven a realizarse actos semejantes. Monforme es el único lugar de Galicia que conserva una reliquia del Santo.
San Pedro de Moreiras es una parroquia del concello orensano de Toén. Con el tiempo, la romería de San Blas se había perdido, pero se recuperó por iniciativa de un grupo de matrimonios jóvenes que – tras las dos misas – pasan a la degustación de callos, pulpos y otros productos gastronómicos animados por una charanga.
En Vilariño de Conso – en la comarca orensana de Viana – existe una capilla dedicada a San Blas, pero no se realiza ningún acto en su honor.
La provincia gallega donde más se festeja a San Blas es – sin duda – Pontevedra que – para empezar – tiene a escasos cincuenta metros del casco urbano la capilla de la parroquia de Salcedo, dedicada este Santo. Siguiendo por Vigo – en las Rías Bajas – se celebran numerosas fiestas, algunas declaradas de interés turístico, como la de San Blas, que tiene lugar en la parroquia municipal de Bembrive. En esta entidad local menor viguesa los vecinos – además de acudir a los actos religiosos, misa y procesión – abren los típicos furanchos o loureiros, casas en donde sus dueños venden el vino que les sobra de su cosecha a quienes a ellos se acercan, vino que puedes acompañar con los aperitivos que allí se ofertan – cocido gallero o productos del cerdo – o con los que ellos llevan para la ocasión. Aunque también hay peñas de amigos que improvisan furanchos particulares donde celebrar comidas. Y – por supuesto – no falta algún tiempo de atracción y… la música de gaita.
Siguiendo en la provincia pontevedresa lugares donde más se le homenajea son Cambados, Cordeiro y Simes.
Situado en la comarca del Salnés – centro de las Rías Baixas – Cambados celebra las festividades de la Candelaria y San Blas. En honor a la Virgen se celebran dos misas matutinas, con la procesión de las velas en la segunda. Y ya por la tarde, tras la presentación a la Virgen de los niños nacidos recientemente, sale la procesión con la imagen. Al día siguiente, se ofician dos misas, una matutina con la bendición de los típicos panes de San Blas y otra vespertina.
En la parte meridional de la comarca de Salnés pontevedresa, Meaño no guarda una reliquia, sino cuatro, restos óseos pertenecientes a San Roque, San Antonio Abad, San Benito de Nursia y San Blas. «Se trata de una tradición – escribe Tino Hermida, Las cuatro reliquias de Meaño. El Faro de Vigo, 02.02.2014 – que data del descubrimiento de las catacumbas de Roma, en las que se recogieron huesos de muchos santos. En ciertas ocasiones, los papas se las regalaron a personas o santuarios con los que se sentía en deuda».
La romería sin embargo está viniendo a menos últimamente, por lo que se presupone que terminará desapareciendo. Tras las misas se distribuían, entre los devotos que acudían a depositar sus ofrendas, los panes curativos de San Blas, una tradición que parece que se va recuperando.
Simes venera a San Blas, con ocho misas, repartidas entre la mañana y la tarde, durante las cuales se bendicen los panes y al final de las cuales los devotos besan un el relicario que guarda un minúsculo hueso de este sango armenio que el sacerdote encontró – junto con la de Roque y San Antonio Abad arrinconados en un cajón de una vieja cómoda en la casa rectoral – en viejos relicarios de latón dorado que estaban deteriorados con el paso del tiempo. Y por cierto – aclara Hermida -- «el de San Blas conserva un sello original con autentificación de Roma datada en 1918».
Los viejos relicarios de latón dorado estaban deteriorados con el paso del tiempo. Se hizo necesaria una limpieza cuidadosa y profunda del metal para que las piezas relucieran en todo su esplendor. El pasado 19 de enero se presentaba ante los vecinos la primera de las piezas con motivo de la celebración en Simes de San Antonio Abad, fiesta que ha recuperado también el cura párroco este año. Al final de la misa se dio a besar a los presentes el relicario de San Antonio.
La reliquia de San Benito de Nursia también fue encontrada por el párroco del Santuario de San Benito de Lores en un cajón de su sacristía. Otro minúsculo fragmento de hueso que también está autentificado por otro documento del siglo xix emitido por el propio monasterio de Mintecassino, en la comarca italiana del Lacio, donde falleció este Santo en marzo del año 547. El relicario de San Benito y el de San Antonio, son dados a besar a los files, al igual que el de San Blas.
Santa Columba de Cordeiro es una parroquia que se localiza en el concejo pontevedrés de Valga – en la comarca de Caldas –, donde se festeja el Santo protector de la garganta con la celebración de varias eucaristías que comienzan temprano, considerándose como más solemne la oficiada a mediodía. Para asistir a ella el día de la Candelaria los vecinos de Valga salen en procesión por la zona rural valguesa – Vilar, Vilarello, Moldes, As Eiras, Outeiro, Ferreirós y Beiro donde reciben algún que otro agasajo – hasta la iglesia parroquial de Santa Comba. La particularidad de esta marcha es que las mujeres abren la comitiva portando sobre sus cabezas cestos con patas de cerdo como ofrenda a San Paio, San Antonio y San Roque – imágenes que van tras ellas –, lacones que se subastan posteriormente al objeto de recaudar fondos con que afrontar las necesidades parroquiales, manteniendo así una antigua tradición. A la subasta toma el relevo una sesión vermut, amenizada con música de gaita. Y por la noche, una verbena pone fin al festejo.
Por su parte, Santiago Chenlo Campos me comunica lo siguiente sobre la Fiesta de la Candelaria – Candeloria en gallego – y su vínculo con San Blas:
Origen: La tradición oral nos hace llegar dos teorías del inicio de la tradición de esta celebración vinculada a la procesión de los santos:
1. En una búsqueda de solucionar una enfermedad (mencionan una peste) en el siglo xix, que afectaba a los animales, especialmente a los cerdos (eran una gran fuente de alimento en las aldeas).
2. En una búsqueda de solucionar una peste que asoló el municipio en 1918. Probablemente era conocida como Gripe Española de este mismo año y que asoló Europa y otros continentes.
Desarrollo de la festividad: En cualquiera de los dos casos la tradición cuenta que, los vecinos de la aldea de Vilar, llevaron a su patrón, San Payo (San Paio en gallego) a la iglesia parroquial de de Santa Columba de Cordeiro. Allí solicitaron la intercesión de San Antonio (Santo Antón en gallego) y San Roque y se los llevaron para su aldea el 25 de enero (festividad de San Payo) para que los protegiese de la desgracia que estaban sufriendo. Los tres santos permanecieron juntos y las muertes se fueron mitigando. Así volvieron en procesión, junto a una comitiva de lacones como ofrenda, el día de Candelaria, el 2 de febrero, para la iglesia parroquial acompañados de San Paio, que luego regresó para su capilla en Vilar.
Nos encontramos pues con dos puntos, La capilla en la aldea de Vilar y la iglesia parroquial de Cordeiro. Ente estes dos puntos se hacen siete «paradas» en distintos lugares, en un recorrido de aproximadamente cuatro kilómetros. En estas siete paradas se improvisan altares con decoraciones florales y es donde los vecinos de esos lugares pueden hacer sus peticiones de ayuda y dan sus limosnas a los santos.
Estos siete lugares intermedios, donde los y las porteadores/as descansan en su viaje procesional, son: Vilar, Vilarello, Moldes, As Eiras, Outeiro, Ferreirós y Beiro.
A la llegada a Cordeiro, se celebra una misa y, por último, se hace la puja (poxa en gallego) de los lacones transportados, tradicionalmente, por las mujeres sobre la cabeza.
Conexión con San Blas. El vínculo con San Blás estaría presente en que San Blas está también en la iglesia parroquial de Santa Columba de Cordeiro y es el patrón de la aldea de Moldes, que es una de las paradas en la procesión de los lacones. Por otro lado, la festividad de San Blás se celebra en Moldes el 3 de febrero, justo al día siguiente a la fiesta de Candelaria, por lo que se acaba convirtiendo en unos festejos de dos días seguidos, lo cual incrementa notablemente la participación de gente.
Dentro del Área Metropolitana de Vigo – en la feligresía de San Salvador de Budiño – cada año, uno de los seis barrios que forman la parroquia, es el encargado de formar una comisión que organice las fiestas de San Blas –. Las actividades comienzan el 31 de enero con actuaciones musicales, charangas y verbenas, que son seguidas de misa solemne con procesión en honor a la Candelaria el día 2 por la mañana y con salida por la tarde de los ramos – elaborados con laurel, flores de papel multicolores, muñecas, y roscones, que serán subastados posteriormente y las espadanas, triángulos de madera forrados de tela y ornados con flores de colores, cintas de raso y espejos, elaboraciones que hacen peculiar esta fiesta desde el punto de vista etnográfico. El estandarte principal se conoce como andor Y el día 3 – día de San Blas – se ofician hasta cuatro misas matinales, siendo la última la más solemne, que es seguida de procesión, sin que falten los tradicionales conciertos musicales y otros oficios religiosos vespertinos en honor al Santo.
San Blas también es festejado en la Comunidad Foral de Navarra. Comenzando por su capital, los pamploneses tienen como tradición acudir durante todo el día a la iglesia de San Nicolás. Los festejos comienzan procesionando la imagen del Santo alrededor de la parroquia, manifestación que es seguida de una misa solemne donde se bendicen alimentos – roscos y manos de San Blas, tortas de txantxigorri, un dulce navarro muy popular a base de manteca de cerdo o chicharrón, mezclada con una masa de pan, azúcar y canela – y caramelos.
En la merindad navarra de Olite – en la Ribera del Arga-Aragón – Peralta celebra igualmente la festividad de San Blas. Los festejos comienzan el día anterior a la onomástica del Santo con diversas actuaciones profanas donde no faltan los conciertos, actuaciones infantiles, comparsas de gigantes y cabezudos y gaiteros y el encendido de una hoguera con el tradicional reparto de txistorraa, pan y vino. La parte litúrgica está presente en el rezo de la Salve en honor al Patrón.
El día del Santo comienza con la mañanera aurora de San Blas, que es seguida a mediodía por una procesión, con participación de las autoridades municipales, acompañadas de la comparsa de gigantes y cabezudos y de gaiteros. En la procesión el santo porta colgado de su brazo un rosco de 2 kilos Según cuentan en el pueblo, hace años, la talla del patrón no salía en procesión debido a su peso – mide dos metros y pesa alrededor de 300 kilos –, sólo se sacaba la reliquia. «Al patrón se le colgaba el rosco y permanecía en la iglesia», dicen.
Los actos matutinos concluyen con la Eucaristía y la bendición de los alimentos – tortas, bollos, roscos de San Blas que se creen tienen virtudes curativas o preservativas –.
La tarde está dedicada a actividades profanas, donde no falta el torico de fuego, que vuelve a salir al día siguiente, a la vez que se repiten los mismos actos de la jornada anterior. El torico es una persona que lleva sobre sus espaldas un armazón con cuernos y cohetes y artificios, que al encenderle la mecha desprende fuego por todos lados mientras persigue a los presentes.
Milagro es otro municipio de la Comunidad Foral de Navarra situado igualmente en la Merindad de Olite, comarca de la Ribera Arga-Aragón que también festeja a San Blas. El día 2 en esta villa manda la tradición que el vecindario se reúna alrededor de una hoguera, donde se reparten roscos, nueces, higos y vino, para dar tres vueltas alrededor del fuego para que el Santo les proteja de los males de garganta. Al día siguiente, onomástica de San Blas, el Santo es procesionado por los mozos – kintos – que cumplen dieciocho años.
Los Arcos es un municipio de la merindad de Estella. Los actos comienzan de madrugada con el canto de la Aurora de San Blas por las calles entonada por el grupo de Auroros local.
Mañana venturosa
De alegría sin par
Es la que hoy celebramos
En honor de San Blas.
Hoy todos cantamos
Al santo patrón
En el día, qué alegría,
En nuestro corazón.
Henchidos de gozo
Y de santa emoción
Si tú eres cofrade
Se eleva por ti una oración.
Los males de la garganta
Tú curarás, tú curarás
Pues el cielo te dio un día
Don especial, don especial.
A la aurora luz hermosa
Anunciando la mañana
Que viene llena de vida
La madrugada,
Que viene llena de vida
La madrugada.
Hoy San Blas obispo de Sebaste
Ciudad de la Armenia do era natural
Para hablar de sus muchos milagros
Tantos y tan grandes que no tienen par
Su gran caridad.
Pidió a Dios, al cantar, que le haga
Del mal de garganta
Médico especial
Médico especial.
A continuación de la aurora, el que quiera podrá tomar sopas de ajo en la ermita. Cuando el tiempo lo permite, la misa se hace al aire libre, debido a la afluencia de cofrades y espacio reducido de las dependencias de la ermita. Terminada la celebración religiosa, tienen lugar la tradicional bendición de todo tipo de alimentos. Seguidamente, se ofrece la tradicional chistorra y rosco. Y por la tarde tiene lugar el rezo del rosario, con reparto de queso y nueces en el llano de la ermita.
Lo que ya no se escucha en nuestro días – escribe Víctor Pastor Abáigar – San Blas. Romería popular. Historia de la ermita de Los Arcos – es la antigua pelea mercantil de las vendedoras de chucherías, quienes, al pregonar su mercancía – al son de campanilla –, iban replicándose a voz en grito: -‘¡Rosquillas de San Blas, el que las come no tose más!’. – ‘¡Rosquillas de San Blas – gritaba la otra – que tienen bendición especial!’ ‘¡Ay, qué ricas que las tengo! ¡A perra chica, a perra chica, muchachos!’
Lo que tampoco se ha relegado al olvido es seguir la tradición de degustar unas «bidijas» – trozos – de bacalao y un trozo de pan, remojado con el vino preparado por el mayordomo. La mañana suele dedicarse a ‘desbidijar’ unas pescadas de abadejo – bacalao – para el rancho de la tarde. Una capitula del libro de la cofradía reza: «El rancho será de pescado en memoria de la espina que el santo sacó de la garganta de un niño desahuciado de los médicos». ¿Por qué no se emplea besugo en vez de bacalao? Dicen los cofrades viejos que no puede ser besugo de ninguna manera. Precisamente por tal prohibición vino el refrán de: «Por San Blas besugo atrás’»En la merindad de Tudela – Ribera de Navarra, comarca de Tudela – Ribaforada anuncia los festejos en honor al patrón el 31 de enero con el tradicional chupinazo, que es seguido de actuaciones musicales, desfiles de gigantes y cabezudos, concursos gastronómicos, espectáculos infantiles, conciertos, hogueras con reparto de productos gastronómicos y vino, el clásico roscón de San Blas, verbenas, bailes regionales y alguna que otra actividad que vuelven se repetirse las siguientes jornadas incluida la misma onomástica del Santo.
Los actos religiosos comienzan el 25 de enero con misas vespertinas y novenas hasta el día 2 de febrero, cuando terminan las novenas y se procede a la bendición y reparto de los roscos. Y el día 3, procesión con asistencia de la Corporación Municipal y acompañamiento de banda de música, comparsa de gigantes y cabezudos, gaiteros y grupos de danza, a la que sigue una misa solemne.
Los festejos concluyen el día 4 con una ceremonia oficiada en recuerdo de los vecinos muertos durante el año.
Lodosa, en la merindad de Estella – Ribera del Alto Ebro – conserva una tradición que está arraigada desde antiguo, cuando los campesinos acudían el día de San Blas para bendecir los animales que les ayudaban en las labores de campo. Actualmente, los festejos se inician el día 31 de enero con diversas actividades – como por ejemplo una comida popular – hasta el día del Santo, que se inicia con el canto de la aurora, al que sigue la tradicional bendición de los roscos y rosquillas del Santo, de distintos tamaños y adornos y de las mascotas y juguetes en caso de que no tengan mascotas que llevan los niños. Actualmente esta bendición se realiza en el atrio de la iglesia parroquial de San Miguel, aunque antiguamente esta bendición se hacía desde el balcón de la torre. Tras la bendición sale la procesión del Santo, del que cuelgan grandes roscas seguido del sacerdote que hasta hace unos años portaba la reliquia del santo en un relicario en forma de brazo y a su regreso al templo, se celebra una misa solemne, que concluye con la bendición de la reliquia.
En el concejo de Artavia – perteneciente al municipio de Allín, a orillas del río Urederra – la celebración tiene lugar el día festivo anterior o posterior al 3 de febrero. Hubo un tiempo en que los vecinos subían en procesión a la ermita – que está a las afueras del pueblo – y bajaban la imagen a la parroquia para venerarla. Actualmente, el pueblo acude en romería dos veces a la ermita para pedirle su protección. La primera en febrero, con misa, rondalla, coros de auroros y un almuerzo con la clásica panceta y chistorras regadas con vino de la tierra, para finalizar con los típicos dulces bendecidos como acompañamiento del café. La segunda subida se hace en agosto, coincidiendo con las fiestas dedicadas a los emigrantes. Por cierto: Según información recibida de Artavia, la primitiva imagen fue robada. La que tienen actualmente procesionan fue comprada por un vecino de La Rioja que tenía un hijo en el pueblo, llamado Blas.
Finalmente, en Burlada – municipio situado en la merindad de Sangüesa, en la Cuenca de Pamplona – la parroquia de San Blas también celebra la fiesta de su titular con diversos actos religiosos – bendición de las velas, entre ellos – y profanos, que comienzan el 31 de enero y donde no falta la bendición de alimentos, entre ellos las típicas roscas, que colocan en cestas engalanadas con lazos para colocarlas en el altar donde son bendecidas.
Y cuando acaba la misa – explica la presidenta de la asociación local de mujeres refiriéndose a las cestas – las sacamos a la calle, los curas nos dan unos porronicos de vino dulce, y la gente se come las rosquillicas y se bebe un trago de vino dulce, el de consagrar.
Por último, según escribió José Mª Iribarren, aunque ahora no recuerdo de dónde lo anoté:
En Navarra se guarda el rosco para comerlo si a lo largo del año sobreviene alguna enfermedad. También, en parte, como el valle de Larraun, llevaban a la iglesia sal, pan, chorizo y salvado. El salvado y la sal se destinan a los animales y el pan y el chorizo se guardan para cuando hay males de garganta, afirmándose que no se secan.
En Oviedo – capital del Principado de Asturias –, la devoción a San Blas está documentada desde el siglo xvi, pues se tiene constancia de que en esa época ya existía una Cofradía con su nombre en el monasterio benedictino de Santa María de la Vega, pero cuando estas religiosas fueron expulsadas a mediados del siglo xix de la abadía para dedicarla a fábrica de armas, las benedictinas se mudaron al convento de San Pelayo – de la misma orden – llevándose con ellas la imagen y la reliquia del Santo, un trozo de hueso conservado en un relicario de cristal. Y desde entonces son las Pelayas las encargadas de custodiarla en su monasterio, contiguo a la catedral. El 3 de febrero los ovetenses acuden al monasterio a besar la reliquia y a la catedral a orar ante la imagen, que aparece con ropajes de prelado y con la mano izquierda sobre la garganta, a la vez que mira al cielo en actitud orante.
San Blas es festejado también en algunos concejos de la Comunidad. Así, en Proaza, se celebra el 2 de febrero la feria ganadera de San Blas y La Candelaria, una de las más importantes de Asturias, pues los precios que en ella se acuerdan suelen servir de referencia para otras celebraciones semejantes. Según informes recibidos hace bastantes años en este concejo había una feria cada mes, pero fueron desapareciendo paulatinamente sin saber la razón o motivo que impulsaba a ello. El hecho de que en Proaza haya quedado únicamente la de San Blas tal vez se deba a que el obispo de Sebaste es tenido en muchos lugares también protector de los animales, no sólo de lo males de garganta. Creencia que posiblemente explique que también en Tuña – que dista de Proaza 68 km – exista otra feria ganadera con idéntico nombre, donde además existe la tradición de volverse a sus lugares de origen con una bosa de naranjas como prueba de haber estado en esta feria, a la que le han adjudicado el sobrenombre de «Feria de las naranjas».
En la costa occidental del Principado, el barrio de San Blas de Tapia de Casariego también celebra la acostumbrada fiesta del patrón, con pasacalles, misa seguida de procesión por el barrio y una sesión vermú. Por la tarde, hacen su aparición los cabezudos, se celebra una merienda popular en una carpa levantada al respecto y finaliza el día con una verbena. Los festejos en honor al patrono concluyen al día siguiente la xanta popular de San Blas.
Por último, el barrio de Torío – Torió en asturianos –, del concejo de Cangas de Onís, organiza una romería con misa en honor a San Blas, durante la cual el párroco bendice las cestas con rosquillas que le presentan los vecinos, seguida de procesión y la tradicional «puya’el ramu», subasta de los panes y otros comestibles que el vecindario ha donado. Durante la subasta se reparten entre los asistentes las rosquillas bendecidas.
Calanda es un municipio turolense en la comarca del Bajo Aragón, donde se festeja a San Blas. La celebración es más propia del barrio de las Cantarerías, donde el Santo tiene la ermita en la plaza de su nombre. Ello no impide que a los actos se sumen todos los calandinos. Hace ya algunos años el barrio estaba más apartado del centro urbano, circunstancia que no impedía que los festejos a Él dedicados tuvieran mayor relevancia al considerarse una fiesta de la zona. Duraba varios días y había fuegos artificiales, bailes, sorteo de un cerdo y hasta se congregaba alguna que otra carroza. De todo aquello ya queda poco, pues los actuales festejos se limitan a una procesión desde la ermita – con acompañamiento de gigantes y dulzaineros – a la iglesia parroquial, donde se oficia una misa cantada con bendición de los roscones a beneficio de Manos Unidas. Más tarde, los cofrades de San Blas celebran una comida de hermandad y en el hogar del pensionista los mayores degustan el clásico roscón con chocolate.
Ya en la provincia de Zaragoza, en Olvés, San Blas ha sido y sigue siendo la fiesta de los quintos, a los que se han sumado últimamente también las quintas. Los festejos comienzan la tarde del día 2 con un concierto en la iglesia, al que sigue el encendido de una gran hoguera para mitigar el frío de febrero y un baile con orquesta. Pero los principales actos tienen lugar al día siguiente, cuando sale la ronda seguida por todo el pueblo. Durante el trayecto los mozos y mozas van recogiendo los bollos y roscas que quieran darle los vecinos y que ellos van ensartando en una cinta que une los dos ganchos laterales de una horca agrícola. Van acompañados de música de rondalla, bailes de jotas e intervenciones pontáneas de algún jotero con letras que lo mismo aluden a temas amorosos como picarescos:
Meaba en el orinal
una monja en un convento,
meaba en el orinal.
Se lo frotaba y decía:
Si fuera en padre Damián…
La ronda sigue hasta la iglesia, de donde sale la procesión. De vuelta al templo, se celebra una misa baturra, se bendicen los roscos y tortas que se comerán más tarde troceados y se da a besar la reliquia del santo, que se guarda en un relicario en forma de brazo.
En el Campo de su nombre – provincia de Zaragoza –, Borja celebra el día de San Blas en la parroquia de San Bartolomé, a la que acuden cada domingo numerosos niños, que participan activamente en los actos litúrgicos, pues ellos efectúan las lecturas, hacen las ofrendas y cantan en determinados momentos de la Eucaristía, de ahí que sea conocida como la «misa de los niños». El día del Santo, al finalizar la celebración se procede a la bendición de los distintos productos que lleva cada persona. Antes, eran las tradicionales rosquillas, pero actualmente los hay de muy diversas clases, en especial caramelos que son más fáciles de guardar para cuando se presente alguna afección en la garganta. Y – finalmente – se procede a la veneración de la reliquia del Santo que se guarda en la iglesia, al igual que un lienzo donde se representa el momento de su martirio en que los verdugos lo torturan con los cepillos de cardar, mientras en la parte superior aparece un ángel portando la corona y la palma, atributos propios de los mártires.
En Mallén – en la Campa de Borja, Zaragoza – la onomástica de San Blas consta de una serie de actos lúdicos profanos que varían de unos años a otros. Lo importante comienza el día 3, cuando la Cofradía del Santo organiza la tradicional aurora que recorre las calles del pueblo. También hay misa, procesión y bendición de los roscones.
En la iglesia parroquial de Mallén existe un retablo dedicado al santo. Tiene un lienzo, donde en su ángulo inferior derecho aparece un ángel que lleva sobre su cabeza una cesta con los dulces típicos que se reparten el día de su fiesta: Los roscones de San Blas.
Mequinenza es un municipio zaragozano – en la comarca del Bajo Cinca – donde existe constancia de la celebración de San Blas y Santa Águeda de al menos tres siglos. Según la información recibida de la Concejalía de Cultura, históricamente, los actos en honor a San Blas y Santa Águeda han sido organizados por las mujeres, que adquieren un protagonismo especial durante los días de celebración.
San Blas y Santa Águeda tomaron relevancia durante el franquismo, ya que si bien estaba prohibido disfrazarse, Mequinenza continuó desafiando la prohibición impuesta por las autoridades, un hecho que fomentó todavía más el arraigo popular y el carácter singular de la tradición.
Además de la entrega del Bastón de Mando a ambas Comisiones, la festividad continúa con las celebraciones religiosas, el 3 – San Blas – y Santa Águeda el 5, para terminar con los tradicionales concursos de disfraces artesanales de personajes históricos – imaginarios o de ficción – de pequeños y mayores, que desfilarán por las calles de la localidad con acompañamiento musical. También es ancestral la elaboración de coques, un dulce típico hecho a base de aceite, harina y agua «a la que se añade un ingrediente secreto que conoce únicamente cada Comisión».
En la provincia de Huesca, el mes de febrero se inicia con las fiestas en honor a Santa Águeda y a San Blas, que se reviven en numerosas localidades oscenses, empezando por la capital donde – en la basílica de San Lorenzo – se venera con gran devoción una imagen del Santo gargantero, al que se dedican misas con la bendición de alimentos.
Ya en Fonz – localidad situada al sur de las sierras exteriores pirenaicas, en la comarca del Cinca Medio – tienen a San Blas como patrón. El día 2 se celebra una misa en el convento de las Hermanas Carmelitas con bendición de las candelas, liturgia que es seguida de una comida popular. Y antes de medianoche – con música de charanga – se procede al encendido dos hogueras, una en la calle llamada de San Blas y otra en la Plaza Mayor, que permanecerán encendidas toda la noche.
El día 3 comienza con misa y bendición de alimentos en el convento carmelitano y un nuevo servicio religioso en la iglesia mayor precedida de una procesión. A ello seguirá uno de los actos más tradicionales de Fonz: La trepa al tronco de chopo pulido – clavado en medio de la Plaza Mayor – para intentar hacerse con el Blasito, un gallo de peluche, que el mozo que lo alcance canjeará por un auténtico gallo de corral. Los festejos concluyen con un baile popular durante el cual se reparten longanizas entre los presentes.
El día de Santa Águeda, también hay misa, con reparto de rosquillas bendecidas.
Villanueva de Sigena – municipio oscense en la comarca de Lo Monegros – tiene como fiestas menores las dedicadas a La Candelaria, San Blas y Sta. Águeda, a las que dedica cinco días con música, bailes y otras actividades culturales pensadas para todos los públicos. Los festejos comienzan el día 1 de febrero con actos profanos como tiro al plato, juegos, orquesta… El día siguiente se procede a la bendición de las candelas, a la que sigue una procesión y una misa baturra en honor a la Candelaria. No falta la fiesta del vermú.
El día 3 es el día grande. Los actos comienzan con la bendición de alimentos en la parroquia para a continuación procesionar hasta la ermita de San Blas, donde se celebra una misa baturra y se venera la reliquia del Santo. Terminado el acto se obsequia a los presente con magdalenas y vino.
El día 4 puede considerarse una jornada de divertimento con espectáculos de humor y magia, para finalizar el día 5 festejando a Santa Águeda, con procesión, misa en la parroquia y reparto de tortas bendecidas.
Otra localidad de Los Monegros donde se celebra a San Blas es Robres, festejo que se inicia con la misa de La Candelaria y el día del Santo, la eucaristía tiene lugar en su ermita. Y como en otras localidades de la comarca, no falta el tradicional encendido de la hoguera, el reparto de bocadillos acompañados de vino y bailes.
Otra Comunidad Autónoma donde hay pueblos que festejan a San Blas es La Rioja. Entre ellos Zarratón – en el noroeste de la provincia –, localidad que es conocida como «la de las siete ermitas y las siete danzas», pues según cuentan Zarratón tuvo siete iglesias – una por barrio –, cada una de las cuales tenía su propia danza. Hoy únicamente quedan dos ermitas – la de San Blas y la de San Andrés – y la iglesia de Ntra. Sra. de la Esclavitud, si bien continúan bailándose las siete danzas – entre ellas La Morenita, la más famosa – en las fiestas patronales, entre ella la de San Blas, durante su procesión. También es costumbre degustar tortas y moscatel. Igualmente se reparte chocolate con churros. Limítrofe con la provincia de Soria, Cornago celebra las fiestas en honor a San Blas entre el 31 de enero – último día de la novena, con posterior misa en su ermita y bendición de los alimentos – y el 2 de febrero con otra misa en el oratorio del Santo, aunque el día grande es el día 1, con una procesión que sale de la ermita hasta la iglesia parroquial de San Pedro para celebrar una misa, con la posterior bendición de las limosnas que los vecinos han ofrecido al Santo y que serán subastadas más tarde.
En la comarca de Logroño, Entrena también festeja a San Blas con misa y procesión, imagen que se engalana con cuatro grandes roscos colocados sobre las andas. Esta fiesta se hace coincidir con la de los quintos. Durante la marcha por las calles los niños portan bolsas con bollos y roscas del Santo, que serán bendecidas en la misa. A su conclusión se procede a la adoración de un hueso-reliquia, que se tiene como parte del brazo del Santo.
Saliendo de la Península – en las Baleares – San Blas es conocido como el que vela «por la salud de nuestras gargantas y pulmones». Así, en la iglesia de Santa Eulalia – de Palma – en la onomástica del Santo es común ver cómo los padres asisten con sus hijos o los abuelos con sus nietos para que el sacerdote oficiante bendiga caramelos o unja su cuello con aceite consagrado.
Como referencia a la gastronomía balear relacionada con la fiesta de San Blas cabe decirse que con el transcurso de los años se han ido incorporando – según la localidad – diferentes tipos de alimentos a la hora de ser bendecidos por los sacerdotes: Rosquillas de San Blas, royos de bizcocho, roscas de pan, panes de anises, panecillos de San Blas, rosquillas, roscones, tortas, bastones de rosquilleta, chiscos, bollos de chorizo o chocolate... muchos de los cuales llevan semillas o infusión de anís que actúa como expectorante, de ahí que a este Santo se le ha relacionado con la gastronomía.
Además de en la capital, también se festeja en Campos – en la parte meridional de la isla – que mantiene como tradición subir en romería al oratorio del Santo – una de las primeras iglesias de Mallorca, construida tras la conquista de Jaime I – para celebrar una misa – con la participación de los niños y niñas de la catequesis – y ungir el cuello de los fieles con aceite bendecido, subida que según los campaneros ha de hacerse «sense fun», es decir, sin humo, como referencia a que la subida ha de hacerse a pie, en bicicleta o cualquier medio no contaminante. Al acabar, se pueden comprar «panetets de Sant Blai», panecillos típicos de esta fiesta. Y al igual que en la iglesia de Santa Eulalia de Palma, se bendicen caramelos, que curan y previenen los dolores de garganta. En Esporles ya no se festeja. Antiguamente también se bendecían las roscas.
Según recoge Lola Carbonell Veviá – Religión y repoblación en Menorca durante la Plena y Baja Edad Media, pg. 31 – a nivel bibliográfico, del culto a San Blas – iniciado en la isla de Menorca bajo el reinado Alfonso III, conocido como el Liberal o el Franco – sólo se sabe que tras la conquista de la isla por el monarca aragonés, dentro de las murallas de la ciudad de Mahón existió un templo dedicado a San Blas, donde celebraban misa los aragoneses.
En Menorca persiste también la costumbre de bendecir los alimentos por San Blas en algunos pueblos. San Clemente – núcleo rural del término municipal de Mahón – los niños llevan a la iglesia una cesta que colocan en los escalones frente al altar y una vez los bendice el sacerdote, se las llevan a casa. En la cesta ponen caramelos de eucalipto, regalices de palo, naranjas, aceite y los clásicos mostatxins menorquines, [1] – que deben el nombre a su forma semejante a medio mostacho, bigote – y que de una forma u otra están relacionados con la garganta. Pues – según se recoge en Tiberis. Blog de cocina menorquina y recetas caseras – «Los caramelos de eucalipto, por el efecto que da para el dolor de garganta, las mandarinas que son fruta de temporada y con vitaminas beneficiosas, las regalices de palo, ‘de garrot’, por su efecto antibacteriano, expectorante y antiinflamatorio, el aceite por sus propiedades antiinflamatorias, y los ‘mostaxins’ en algunas recetas, llevaban en sus ingredientes anís, también conocido como expectorante, antibacteriano y fungicida».
En Ibiza – capital de la isla homónima – la parroquia de San José acoge la celebración del obispo de Sebaste. La costumbre es bendecir los alimentos que presentan los fieles durante la misa: Los rosquitos de San Blas y caramelos que los presentes guardan durante todo el año para comerlos cuando se enferma de catarro u otra afección de garganta, a la vez que invocan al Santo.
Por cierto: Esta ciudad está hermanada con Duvrovnik – Croacia –, pues Dalt Vila – nombre con el que se conoce a la parte alta del núcleo histórico de la ciudad de Ibiza – y la ciudad croata mantienen una historia común – que según señala el Periódico de Ibiza –se remonta al siglo xvi, «cuando los comerciantes de Ragusa – antigua Dubrovnik – en sus múltiples viajes a la Isla financiaron la construcción de una capilla con una imagen de San Blas en la iglesia de Santo Domingo. Entonces, cuando venían a comerciar a Eivissa con la sal oraban a su patrón y escuchaban misa». Pero esta imagen fue destruida durante la Guerra Civil, de ahí que la ciudad croata haya regalado una nueva imagen a la ciudad ibicenca, que se instalará en la capilla que los ragusinos de antaño tenían en la iglesia de Santo Domingo. A este regalo hay que sumar una réplica pequeña que según la alcaldesa pondrá en su despacho «para proteger al Ayuntamiento y a la ciudad», pues San Blas «simboliza la protección».
Candelaria es un municipio canario perteneciente a la provincia de Santa Cruz,en la isla de Tenerife, donde cada tres de febrero se festeja al Santo armenio en la cueva de Achbinico – también conocida como de San Blas –, recinto de gran significado histórico, pues era el lugar donde los primeros pobladores de la isla – los guanches – y antes de la llegada de los españoles, veneraron una imagen de la Virgen de Candelaria.[2] En el interior de la cuerva-ermita hay una pequeña talla de madera del Santo, situada en una hornacina adosada a la pared, mientras el altar mayor está ocupado por un pedestal que sustenta una réplica en bronce de la imagen original de la Virgen, que fue trasladada en el siglo xvi a la actual basílica, quedando la cueva bajo la advocación del Santo, adquiriendo desde entonces el nombre de Cueva de San Blas. Para festejar al obispo mártir, se lleva la imagen – digamos de incógnito o en privado – a la Basílica de la Virgen de Candelaria, donde se coloca en unas andas y se adorna con flores y con panes, y tras la misa, durante la cual se bendicen los panes que han adquirido los Padres Dominicos del convento– se devuelve en procesión de nuevo a la ermita-cueva, donde se reparten los panes entre los asistentes.
Los Abrigos – nombre que proviene de las numerosas calas o abrigos que hay en su costa – es una población tinerfeña del municipio de Granadilla de Abona, que tiene como patrón a San Blas, cuyos festejos abarcan desde finales de agosto hasta primeros de septiembre, con diversos actos de ocio, entre los que se incluyen los bailes de Taifas[3]. Por lo que respecta a la parte religiosa, finalizada la misa, procesionan al Santo hasta la orilla del mar, donde una vez bendecidas barcas y marineros por parte del sacerdote, suben la imagen a una de ellas para realizar la tradicional romería barquera.
En la Capilla de Adoración Eucarística de la ermita de San Blas de Las Palmas – capital de Gran Canaria –, en el barrio histórico de la Vegeta, los palmenses, el día de su festividad, acuden padres y abuelos con sus hijos y nietos para recoger los cordones multicolores de algodón bendecidos que – como en otros lugares – han de llevarse durante nueve días para protegerse de catarros o amigdalitis.
Ingenio es otro municipio grancanario que celebra sus fiestas patronales en honor a Ntra. Sra. de La Candelaria – día 2 – y San Blas. El día de la patrona comienza con la inauguración del mercado ganadero artesanal y agroalimentario y misa solemne, en la iglesia de la patrona, que al día 3 acogerá también la celebración del patrono, con la bendición y recogida de los clásicos hilos o cordones protectores de la garganta. Ya por la tarde tiene lugar una segunda eucaristía y la procesión del Santo. Por lo que respecta a los actos profanos, no faltan conciertos, actividades infantiles y familiares, degustación de postres caseros…
Pasando a Fuerteventura – isla que pertenece a la provincia de Las Palmas –, el municipio de La Oliva – en el norte de la isla – festeja igualmente La Candelaria y San Blas, con misa y procesión y con la bendición de los cordones en el caso del Santo.
Ya en Lanzarote, Tías – municipio situado en el centro-sur de la isla – tiene como patrona a la Virgen de Candelaria y como patrón a San Blas. El día 2 procesionan ambas imágenes juntas, con la particularidad de que ese día la Candelaria va delante y San Blas, detrás. Por el contrario el día 3 es el Santo quien abre la marcha. La diferencia entre ambas fiestas está en que en la celebración del Santo gargantero se bendicen los cordones.
En el casco antiguo de Villa de Mazo – municipio situado en el este de la isla de La Palma – se alza la iglesia parroquial de San Blas, que en un principio fue una pequeña ermita construida en 1512, pero que se fue ampliando siglos más tarde. En la onomástica del Santo gargantero se celebra una solemne eucaristía, a la que sigue una procesión con acompañamiento musical. Y ya de vuelta en el templo, se procede a la bendición y el reparto de panes.
NOTAS
[1] Es una masa compuesta de harina, manteca, azúcar y huevos.
[2] Existe otra Cueva de San Blas en La Gomera, en la cara sur de La Fortaleza de Chipude, «emblema religioso de los antiguos pobladores de la isla» y lugar privilegiado – según el profesor de Análisis Matemático de la Universidad de La Laguna José Barrios – para la observación de la estrella Canopo, la segunda estrella más brillante del cielo a la que los primitivos gomeros rendirían culto. (Vid. La tradición de la Virgen de Candelaria se basa en el culto guanche a Canopo. Google)
[3] El baile de Taifas, no es estrictamente un baile o un canto determinado, más bien es una manera tradicional, condicionada por las circunstancias, de tocar y bailar música tradicional, aunque también podía interpretarse otro tipo de música. Tenía lugar en pequeños salones de una vivienda que dispusiera de un espacio adecuado y originariamente se celebraban con motivo de alguna ocasión especial, como nacimientos, en Carnaval o en determinadas festividades, como San Blas, en este caso.