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Revista de Folklore número

466



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Historia de San Sebastian y de nuestra fiesta en su honor

DURAN MACARRILLA, Fidel

Publicado en el año 2020 en la Revista de Folklore número 466 - sumario >



San Sebastián es hijo de un militar, nace en el año 256 de nuestra era, en Narbona (colonia romana desde el siglo 2 a. C. hasta el siglo xii d. C), está situada en el este francés y era una ciudad clave en la ruta de Roma a España.

Narbona te dio su cuna
De nobles padres nacido
Su fortuna y porvenir
Inmenso te ofrece el siglo.

Es venerado en la religión Cristiana y en la Ortodoxa. Se traslada a Milán donde recibe educación, e ingresa en el ejército del emperador Diocleciano.

El Santo temor de Dios
Desde la infancia instruido
Tu juventud consagraste
Al militar ejercicio.

Allí de ardiente valor
Distes ejemplo cumplido
Diocleciano te distingue
A la guardia fiarte quiso

Por sus buenas dotes, como militar, el emperador lo lleva a su guardia pretoriana, lo nombra capitán y lo considera su «favorito».

De esta manera volando
De la gloria por la rambla
Capitán fuiste nombrado
De la guardia Pretoriana.

Ni Diocleciano ni Maximiliano sabían que era cristiano y ferviente seguidor y defensor de Cristo. Todo esto se sucede en una época en la que la religión de Cristo estaba muy perseguida por los emperadores romanos, tanto, que a todo el que descubrían, lo encarcelaba y si en plazo de treinta días no renunciaba a su Dios lo mataban haciéndolos sufrir.

No era médico, pero se dice que curó a muchos enfermos de la «te negra», solamente con hacerlos besar la cruz.

Era un militar ejemplar en el cumplimiento de sus obligaciones, además de ser santo fue un «valiente», nunca participaba en los ejercicios de martirizar a los perseguidos del emperador.

Pero ni aquellos honores
Ni virtud ni gloria tanta
Nunca marchitar pudieron
Con tu humildad la fragancia.

En su libertad como capitán, iba a las cárceles para ver a los presos y para animarlos al martirio antes que renunciar a su Dios.

A las cárceles corriste
Desafiando el peligro
Consolando a los Cristianos
Y animarlos al martirio.

Un día encarcelaron a dos amigos suyos y fue a darles ánimo para el martirio, fue descubierto por Maximiliano que lo llevó ante Diocleciano, éste le hizo saber que si renunciaba a su Dios lo ascendería a Comandante y si no, lo degradaría a Soldado.

Cuando Diocleciano vio
La fe de San Sebastián
La corona de martirio
Ha empezado a dibujar.

Él se negó y fue condenado a muerte. Los verdugos lo apresan y lo llevan al circo o al huerto, lo amarran a un muro y lo asaetearon, procurando no darle en órganos vitales, para que sufriera mucho antes de morir. (En la imagen que tenemos en Hinojal, puede verse que las flechas están clavadas en los brazos y las piernas pero no en otros puntos).

En un albañal de Roma
Vuestro cuerpo fue arrojado
Glorioso San Sebastián
Después de asaeteado.

Los verdugos lo dan por muerto pensando que se desangraría. Unos amigos fueron a verlo para darle sepultura y comprobaron que estaba vivo, lo cogieron lo ocultaron y lo llevaron a la casa de Irene, viuda de otro mártir, ésta lo ocultó y consiguió curarlo.

Cuando una santa mujer
Tu cuerpo a sepultar vino
En tu corazón sintió
Un palpitante latido.
Y tus heridas curando
En tu escondido retiro
La fuerza y la salud
Al fin recobrarlas hizo.

Cuando estuvo curado, sus amigos le recomiendan que se fuese de Roma, pero Él decide quedarse y se presenta ante Diocleciano, y de manera firme le reprocha la persecución y el sufrimiento que practica a los cristianos. El emperador al verlo que estaba vivo, cuando lo daba por muerto, se aterrorizó y encolerizado, y lo hizo matar en el circo.

No contento con el triunfo
Te decides a morir
Y a palacio te presentas
Para el martirio sufrir.
Vas a ver a Diocleciano
Confiesas de nuevo a Cristo
Y al verte vivo, aterrado
Te hace morir en el circo.
Al saberlo Diocleciano
Con furor te reconvino
De traidor y desleal
Condenándote al martirio.

Hay historiadores que creen que la animadversión que se le despierta a Diocleciano por San Sebastián, está motivada por la traición que el santo le hace al emperador, dado que había sido su preferido, y tal vez por celos.

El fallecimiento definitivo del santo Sebastián se produce según unos historiadores en año 288 y según otros en el 304.

San Fabián, que fue Papa, nace el 194 y muere el 20 de Enero de 250, por lo tanto, no puede ser que estuvieran juntos en la guerra, según cuenta una estrofa de los cantares de San Sebastián (hoy no cantada).

San Sebastián y Fabián
A la guerra se han marchado
A curar a los enfermos
Como médico afamado.

San Sebastián está enterrado en la vía Appia de Roma en una célebre catacumba que lleva su nombre.

En Hinojal no se tiene noticias exactas de cuando se inicia la celebración y cántico por los mozos, pero se puede deducir que quizás sea desde el siglo xvii dado que una estrofa dice:

San Sebastián y Fabián
Vecinos de la laguna
Oyen cantar a las ranas
Desde las doce a la una.

Y es que la iglesia en la que moraban los dos Santos estaba muy cerca de la laguna de abajo, en el enclave llamado los Mártires, y esta iglesia fue vendida y derruida 1787, y costo 2500 reales, por eso cabe pensar que las canciones empezaron cuando la iglesia aún existía. Desde esa hipotética fecha hasta el año 1976, no se había dejado de celebrar la fiesta, sin embargo, en el año 1977 se interrumpen los canticos porque no había mozos en el pueblo para cantarle al santo. Además, la imagen del Santo se cayó y se rompió un trozo de la cara, y se optó por restaurarla. Esta restauración la hicieron en Getafe los hermanos Vidal y Evaristo Méndez. Una vez restaurada la imagen en el 1978, se trasladó de nuevo a Hinojal. Acompañando el traslado nos desplazamos en un autobús y varios coches particulares alrededor de 100 personas.

Cuando llegamos al pueblo, los del autobús y los de los coches particulares, fuimos recibidos con mucha alegría, y tenían hechas dos grandes hogueras, (velás), una en el cerro millaero, (humilladero) y otra en la calleja de la trilla. Además había chocolate con churros. Al día siguiente, comimos todos en la calle de la Cruz una gran caldereta con 90 kilos de carne, por la noche se hicieron 40 panes de migas y se repartieron entre los asistentes a los dos bailes que había, uno de casados y otro de solteros. Fue la última vez que hubo baile diferente para casados y solteros. Esta gran fiesta revitalizó la costumbre de los mozos cantándole al Santo, y dura como mínimo, hasta el día de hoy 20 de Enero de 2018. Igualmente desde aquella fecha, se sigue haciendo la «velá» y el chocolate con churros o dulces.

Aunque casi siempre los que cantan han sido hombres, ha habido algunas veces que lo han hecho las mujeres, unas veces solas y otras mezcladas con varones. Los hombres siempre van vestidos con uniforme militar, y las mujeres unas de militar y otras de traje regional.

A continuación el resto de las treinta y dos estrofas que los mozos cantores entonan el día que se celebra la fiesta.

Antiguamente siempre se celebraba la fiesta el día veinte de Enero, pero a partir de la década de los ochenta, con el propósito de que pudieran asistir los que vivían en ciudades más lejanas, se optó por celebrarla el sábado más próximo al citado día veinte.

Con licencia al señor cura
También de la autoridad
Las virtudes de este Santo
Os venimos a cantar.
Gozosos en tu presencia
Corazón enamorado
Déjanos cantar un himno
Al que fue tu fiel soldado.
Mozos que lleváis al Santo
Llevarlo con devoción
Hincad la rodilla en tierra
Y alzad los ojos a Dios.
De Milán fueron tus padres
En Narbona establecidos
Allí nació Sebastián
Siendo modelo divino.
Un inhumano verdugo
Le descargó en la cabeza
Un fuerte golpe de mazo
Derribándole en la tierra.
Una mañana en la aurora
En el jardín de palacio
Vieron entrar varios hombres
De arco y flechas armados.
Amarrado a duro tronco
Os tiraron las saetas
Las sufristeis santo mío
Con humildad y paciencia.
Los flecheros de tu guardia
Dan su venganza ministro
Tu hermoso cuerpo destrozan
Con sus acertados tiros.
Los ojos fijos al cielo
Tiene el mártir entre tanto
Y una amorosa plegaria
Modulan sus puros labios.
El día veinte de Enero
Has empuñado la palma
Y corona de laureles
Que tanto las deseabas.
Y que arrojen tu cadáver
A la cloaca de tarquino
Queriendo infamar así
Tu nombre mártir invicto.
Quince siglos desde entonces
El mundo se ha enrojecido
Y del cesar Diocleciano
El sepulcro se ha perdido.
En tanto que ante el sepulcro
Del mártir Santo de Cristo
El mundo todo Cristiano
Su nombre invoca rendido.
El día veinte de Enero
Según el siglo Cristiano
Expiró abrazado a Cristo
Este valiente soldado.
Imitemos sus virtudes
Y su religioso celo
Y mañana encontraremos
A Sebastián en el cielo.
A vos santo que gozáis
En la gloria celestial
Dadle a nuestros mayordomos
Salud y prosperidad.
Este favor le pedimos
Al glorioso Sebastián
Que nos dé mucha salud
Para volverle a cantar.
De que nosotros lleguemos
A la mansión eternal
Juntos un himno cantemos
En el coro angelical.
Y nosotros os pedimos
A vuestras plantas postrados
Que en saliendo de esta vida
Nos llevéis a vuestro lado.



Historia de San Sebastian y de nuestra fiesta en su honor

DURAN MACARRILLA, Fidel

Publicado en el año 2020 en la Revista de Folklore número 466.

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