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Revista de Folklore número

464



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Folkloristas cacereños

GUTIERREZ GOMEZ, Juan de la Cruz

Publicado en el año 2020 en la Revista de Folklore número 464 - sumario >



El folklore típico y popular de la Alta de Extremadura ha contado de siempre con cualificados embajadores para propagar sus danzas, sus canciones, la indumentaria popular de sus gentes, sus fiestas y ferias, sus romerías, sus instrumentos musicales, desde el almirez hasta la pandereta, desde la flauta hasta el caldero o la cuchara raspándola sobre una botella con relieve, y todo ese amplio abanico que se recoge en el panorama etnográfico de la provincia de Cáceres.

Investigadores como Manuel García Matos, Angelita Capdevielle, Valeriano Gutiérrez Macías, Rafael García-Plata de Osma, Domingo Sánchez Loro, Bonifacio Gil García, flautistas y tamborileros como el mítico Vidal Hernández, bailadoras como Pepi Suárez, agrupaciones de coros y danzas, guitarristas, acordeonistas, y una larga serie de cacereños que lograron dejarnos un legado de extraordinaria consideración y respeto como el que distingue al folklore cacereño, siempre de una gran belleza y contenido a lo largo y ancho de la amplia geografía provincial, la tercera más amplia de España.

Hoy nos vamos a centrar en el estudio alrededor de cinco de ellos y que, en base a su extraordinario trabajo, lograron revitalizar, con ímprobos esfuerzos y entusiasmos, ese significativo panorama folklórico existente en la provincia cacereña. Y porque, asimismo, es de justicia resaltar la personalidad de todos ellos, así como la de otros.

Manuel García Matos, la defensa del folklore

Manuel García Matos, (Plasencia, 1912 – Madrid 1974), ha sido el máximo exponente del folklore cacereño en el transcurso de una vida entregada por completo a las canciones y danzas de la Alta Extremadura, de España, y con una muy larga serie de esfuerzos, a lo largo de toda su vida, que desembocaron en una obra de manifiesta importancia y consideración en numerosos reconocimientos

Con muy completos estudios de música, se entregó, desde siempre, a una pasión que le bullía en sus adentros: El folklore popular, las tonadas, las jotas, las coplas, los romances, las danzas, las indumentarias típicas, los instrumentos musicales, y que corrían el riesgo de perderse en el abandono si nadie se entregaba a su recopilación.

De este modo como me confesara un día en Televisión Española se puso manos a la obra, se encerró en su despacho un largo tiempo y diseñó todo un proyecto que le concedería muy destacados y señeros logros y, de esta forma, pasar a la historia de Cáceres, de Extremadura, de España.

Ya en el año 1929, con tan solo diecisiete años, logró poner en marcha la Coral Placentina, logrando un éxito extraordinario al conseguir la incorporación de ochenta miembros, y con la que debutó en el año 1931 en el placentino Teatro Alkázar, con un grandioso éxito tanto de público como de crítica.

Tanto, tan grande y de tanto relieve fue y supuso el ánimo y el pulso de la acogida del paisanaje a sus primeras inquietudes que le imprimieron muchas alas y alientos a Manuel García Matos para proseguir en la tarea que se había propuesto.

Y años más tarde, matizando sus expectativas y confiando en las mismas, decidió presentar ante sus paisanos, el 4 de abril de 1935, la nueva agrupación de los Coros Extremeños de Plasencia, con su trabajo titulado «Escenas de Domingo» con una coreografía creada, diseñada y montada por el mismo.

Toda una bellísima estampa y recorrido por el panorama de las canciones y las danzas de la provincia de Cáceres que iba recuperando entre recorridos, estudios, entrevistas, viajes. Y, sobre todo, con una dosis de gran confianza en lo que suponía recopilar el mayor número de muestras representativas del rico y variado folklore tradicional de la provincia de Cáceres.

Todo un empeño digno de mención y de resaltar y todo un logro que habría de obtener en el transcurso del tiempo, en base a los más señalados esfuerzos, sacrificios, estudios, investigaciones, empeños y ensayos.

De esta forma Manuel García Matos se iba encumbrando, paso a paso, día a día, en medio de muy cualificadas investigaciones, y de qué manera, a lo más alto del panorama folklórico de España. Lo que llevó a cabo con tanto trabajo y constancia, como sencillez, y en medio, siempre, de una extraordinaria dedicación que hoy, afortunadamente, le han reconocido numerosas instituciones y el pueblo placentino, cacereño, extremeño y español.

Para ello, sin regatear esfuerzo alguno, Manuel García Matos, además de su formación académica en viola, piano, armonía y contrapunto aprendió a tocar la flauta o gaita y el tamboril, lo mismo que aprendió a bailar las danzas y jotas típicas cacereñas, igual que se ensimismaba oyendo la música popular del flautista y tamborilero tío Antolín, de Montehermoso, y de Celedonio Béjar, de Casar de Palomero, que, como dejara constancia, tanto le ayudaran en su andadura de rescate, conservación y revitalización del panorama, de las secuencias, de las escenas y de las identidades folklóricas altoextremeñas.

Manuel García Matos, musicólogo, fue uno de esos esforzados correcaminos para preservar el bien histórico de las canciones, de las danzas, de las tonadas populares. Se dejó la piel en el camino, recorrió en innumerables ocasiones buena parte recorriendo pueblos de Cáceres, de Extremadura, de toda España. Lo que hoy todos, sin lugar a dudas, le agradecemos profundamente.

Y mucho más, aún, si repasando ese Cancionero que nos legó con tanto amor, cariño y dedicación, nos dejamos llevar por el sabor popular y típico que emana de letras del tipo como la de:

Yo fui quien te quito el pollu
por la tapia del corral.
No te quite la gallina
porque no tuvi lugar...

O:

Los ratonis de mi casa
han cogido una costumbri,
de bajarse por los llaris
a calentarse a la lumbri...

O esa letra de la montehermoseña danza del «Quita y pon»:

Quisiera ser confesor
y poderte confesar,
para ver si me negabas
todavía la verdad.

O esa letrilla, por ejemplo, de «La Bruja»:

¡Ay que miedo me da,
de pasar por ahí,
si la bruja estará,
aguardándome a mí...!

Todas ellas, claro es, danzas y canciones siempre acompañadas por el ritmo mágico que emana de panderos, de botellas, de calderos, de palos, de almireces, de badilas, de sartenes con llaves, de castañuelas, de guitarras, de bandurrias, de flautas, también llamadas gaitas, de tamboriles, de laudes, de panderetas...

Manuel García Matos, musicólogo, obtuvo el Premio Nacional de Folklore en 1945, fue catedrático de Folklore en el Conservatorio de Madrid, desde el año 1958, miembro y colaborador del Instituto Español de Musicología, miembro del Comité Internacional de la UNESCO, Asesor de la Sección Femenina, miembro desde 1951 de la Sociedad Española de Etnología y Folklore, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en 1969 es nombrado asesor del Consejo Superior de Música.

Recopiló cientos de canciones extremeñas como «El pájaro ya voló», «Abre la ventana», «Santu Pablo», «Quintos de hogaño», «Que sonaba la campanillina», «Aquel pino que está en el pinar», «El epitalamio», y bailes, jotas y danzas como «El baile de pollo y la pata», «Las jotas cruzadas», «La Vitorina», «La Pandereta», «El malandrín», «La Jota de Alcuéscar», «Las Rondeñas», «Sones brincaos», «El Pindongo», «Sones llanos»...

Manuel García Matos está considerado etnomusicólogo de la España de mediados del pasado siglo y, al tiempo, como una figura de tipología casi mítica. El investigador Valeriano Gutiérrez Macías, amigo personal del musicólogo placentino, escribe sobre el mismo en la revista «Folklore» que «Fue una de las personalidades más destacadas de Extremadura y España en el campo del folklore y la musicología». Inclusive Valeriano Gutiérrez Macías, en una apuesta de gran acierto, llega a calificar al profesor García Matos como Gerifalte Extremeño.

En su obra sobresalen, entre otros muchos estudios, «Lírica Popular de Extremadura», 1944, «Magna Antología del Folklore Musical de España», 1961, que publicó la casa discográfica Hispavox, con el patrocinio del Consejo Internacional de la Música, perteneciente a la UNESCO, y tras un gigantesco esfuerzo y recorrido llevado a cabo prácticamente por todas las comarcas de España.

Para ello el profesor Manuel García Matos no dudó en diseñar todo un ambicioso y muy cuidado proyecto, al que le dedicó numerosas horas, como me señalara en su día el investigador extremeño y, posteriormente, su hija Carmen García Alonso, para la elaboración de tamaño compromiso.

Un trabajo, pues, de relieve y en el que ambos dos, padre e hija, en base a una ilimitada labor, de la que puedo dar fe en primera persona, como testigo de excepción, trabajaron con una intensidad de impecable hondura e identidad con el panorama del recorrido tradicional y costumbrista que se albergan en el panorama de las canciones y danzas de la provincia de Cáceres.

Ante ello, y para sacar adelante la «Antología del Folklore Musical Español», se procedió a incrustarse en lo más hondo, según las anotaciones, por miles de kilómetros, por miles de caminos y de vericuetos, y también por cientos de pueblos esparcidos por toda la geografía española, muchos de ellos perdidos, escondidos y arrinconados en los lugares más recónditos.

Y, a partir de ese gigantesco proyecto, su paulatina y muy cuidada y selecta recopilación y un cuidado de exquisito relieve y factura para llevar a cabo, con la máxima brillantez antológica, el contenido de su estudio y proyecto.

Para ello fue preciso llevar a cabo miles de entrevistas, de anotaciones, de grabaciones, de interpretaciones, de jotas, de fandangos, de muñeiras, de boleros, de isas, de sardanas, de aurreskus, de verdiales, de tonadas...

Todos ellos, claro es, con el santo y seña de la marca de la tradición histórica del pueblo español. Y que Manuel García Matos, en base a un coraje y a un rigor de gran relevancia, fue dedicándose, prácticamente, desde que tuvo uso de razón y luchando, a corazón y a tumba abierta, por los caminos, los campos y los pueblos de toda España, sobre todo, claro es, los de Extremadura, para recuperar la esencia folklórica de las canciones, de las danzas y de ese extraordinario relieve y escenario que representa el folklore del pueblo español. Todo un mérito, pues, de muy extraordinarios considerandos.

Posteriormente, en el año 1980, gracias al ingente esfuerzo de su hija Carmen García Alonso, con el profesor ya fallecido, tras una lucha titánica tanto de estudio como análisis sobre la obra que quedó pendiente en el despacho del profesor García Matos, y en base a otra muy cuidada y esmerada selección, se procedió a lanzar al mercado discográfico una segunda edición.

En ambas Antologías se incluye de una manera tan clara como expositiva la referencia de que están interpretadas por el pueblo español. Todo un homenaje de sencillez y de sensibilidad con todos aquellos que, a lo largo del tiempo, fueron capaces de ir transmitiendo las coplas, las canciones, los romances, las tonadas, las danzas, las letrillas, las músicas, enraizadas, con absoluta firmeza, en lo más hondo de los sentimientos de todos y cada uno de los pueblos de España. Y que se conformaban, claro es, de una inmensa y extraordinaria variedad diferencial.

Manuel García Matos también es autor, asimismo, del «Cancionero Popular de la provincia de Cáceres», 1982.

En la presentación de su obra «Lírica Popular de la Alta Extremadura», señala y subraya lo siguiente: «Como extremeño que amo, y muy, fervientemente, a mi región, no podía serme indiferente el ver cómo de manera gradual, pero definitiva, iban perdiéndose en el olvido, relegadas por la cada día más creciente ambición de maneras y usos modernistas nuestras más clásicas y bellas tradiciones del pueblo. Para evitar en lo posible este mal creí que mucho aún podía salvarse acudiendo a recoger con todo cuidado los líricos temas de nuestro cancionero propio (injustamente postergado y desconocido en el folklore español) que por contribuir dentro del saber popular la manifestación en que más rigurosamente se encarnan los sentimientos afectivos y humanos de la raza».

La ciudad de Plasencia le recuerda hoy como Hijo Predilecto y, también, con una merecida estatua que se encuentra ubicada en uno de los lugares más emblemáticos de la Capital del Jerte, en la Plaza de la Catedral Vieja.

Por su parte la Junta de Extremadura creó en su día el Premio «García Matos» a la investigación y el estudio del folklore y el mismo y el mismo presta su nombre a dos sendas calles en Plasencia y en Badajoz.

Manuel García Matos, prestigioso profesor, investigador y musicólogo extremeño y español, que tanto contribuyó a una mágica y mítica labor en pro de la recuperación del folklore, de las canciones y danzas típicas y populares de tantos lugares, aldeas, rincones, municipios y pueblos de España, que estaban a punto de perderse lamentablemente en el rincón del olvido, también da su nombre a diversos Conservatorios, Aulas de Música y Salas de Bibliotecas.

Lo que constituye todo un lujo gracias a ese esmerado trabajo, histórico y etnográfico, del profesor Manuel García Matos. Una personalidad que se merece todos los reconocimientos del panorama del folklore español en sus más variopintas manifestaciones y a las que entregó toda su vida y todo su trabajo.

Lo que, por otra parte, es muy de agradecer.

Asimismo es de señalar que en el año 2012, con motivo del centenario de su nacimiento la Dirección General de Correos y Telecomunicaciones decidió lanzar un sello con la imagen del eminente profesor y musicólogo extremeño y nacional Manuel García Matos.

Angelita Capdevielle, la pasión por el folklore

Angelita Capdevielle, (Casar de Cáceres, 1890 – Cáceres, 1972) es, sencillamente, una institución en Cáceres, que trabajó desde siempre, de forma afanosa, por la recuperación y divulgación de las canciones y danzas del folklore típico cacereño, cuando estaban a punto de perderse por el camino del olvido.

Angelita Capdevielle revitalizó, con numerosos viajes, entrevistas, grabaciones, apuntes, estudios e investigaciones, romances, alboradas, villancicos, ofrendas, rondas de bodas, petitorios, cantos de quintos, romerías, nanas...

Ejerció la docencia en el Ateneo de Cáceres, en el Instituto Nacional de Enseñanza Media «El Brocense», en la Escuela de Magisterio «Rufino Blanco», en la Escuela Hogar de la Sección Femenina y, también, en el Conservatorio de Cáceres, dirigiendo, asimismo, diferentes agrupaciones, como la Masa Coral Cacereña y los Coros y Danzas de la Sección Femenina, en una labor y en una tarea verdaderamente encomiable.

Canciones y danzas de riqueza tradicional: La jota cacereña ochocentista «El Redoble», cuya letra fue facilitada por Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros, eminente historiador e investigador, a quien se la trasmitió la niñera Isabel Domínguez, «Canto de Animas», de Casar de Cáceres, «Danza del Pandero», de Malpartida de Cáceres, «La Carta», de Piornal, la «Jota Cuadrada», de Monroy, «Los Pajarillos», «El Perantón», la «Jota de Guadalupe», «Los Sones de Montehermoso», «Qué bonitas son las cacereñas», compuesta por el folklorista cacereño Domingo Sánchez Loro, «La Rondeña», «El Cerandeo», «La Jerteña», «El Arbolito», «La Carta», «La Pimentonera»,, de Pasarón de la Vera, con esa letrilla que dice:

Somos pimentoneras
todas sabemos coger pimientos,
lo mejor de La Vera,
niña hechicera,
es nuestro acento.

Jotas, danzas y canciones que, desde aquel entonces hasta hoy han formado, forman y formarán parte, por historia, esencia y costumbrismo tradicional arraigado en los ancestros de la sensibilidad popular, de los más variados repertorios de las agrupaciones folklóricas de la provincia de Cáceres y, también, de los grupos de música folk que recogieron con extraordinario ahínco las letras, las músicas, las partituras, los instrumentos y la vestimenta que se fue encargando de recopilar, con un esmero del mayor y mejor relieve, una figura como la que representa, ni más ni menos, que Angelita Capdevielle Borrella. Una mujer y una investigadora de señalada comunión con los ritos, con las festividades, con la representación tradicional de la provincia de Cáceres en todas sus manifestaciones.

Angelita Capdevielle también nos legó un libro titulado «Cancionero de Cáceres y su provincia», un recorrido musical por toda la geografía cacereña, fue galardonada con la «Y» de plata de la Sección Femenina, y figura, por mérito propio, en el callejero cacereño.

El compositor cacereño Juan Solano la denominó, «Corazón Musical de Extremadura», Miguel Muñoz de San Pedro, dejó constancia de que «Angelita es una institución en Cáceres», Valeriano Gutiérrez Macías, miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia, escribió que «Cáceres siempre estará en deuda con el más que sobresaliente e ímprobo esfuerzo llevado a cabo por Angelita Capdevielle», y el escritor Domingo Sánchez Loro, escribió que Angelita Capdevielle «supo captar la magia de nuestro folklore y para evitar su pérdida trabajó incansable por la provincia para reunir en encomiable afán todas las partituras de nuestros bailes y canciones».

Por su parte la revista «Alcántara», tras su fallecimiento, plasmó, en la correspondiente necrológica, que era una «popular figura cacereña de los ámbitos musicales e investigadora del folklore local», además de señalarla como apasionada por la música, que «vivió siempre por la música y para la música» y que a «su tenaz investigación deben los Coros y Danzas de la Sección Femenina su sólido y bien ganado prestigio».

Una figura, pues, profunda, sencilla, entrañable y esforzada, que siempre figurará en las páginas de la historia de Cáceres.

Asimismo dejar constancia que con motivo de uno de los homenajes que se le tributaron, en medio de un cariño arrollador, tanto por su trabajo como por su arrolladora y amable cordialidad, uno de sus alumnos le dedicó la siguiente «bomba» o expresión popular, como las que se lanzan, en mitad de la danza, en la «Jota de Alcuéscar»:

De la gente de mi tierra,
traigo la esencia más rica,
que ha vuelto a resurgir,
gracias a doña Angelita.

Valeriano Gutiérrez Macías, un excepcional investigador

Valeriano Gutiérrez Macías, (Veguilla de Soba, 1914 – Albacete, 2006), fue un cacereño y un cacereñista de pro y que se dejó la vida en su empeño por mejorar la ciudad y la provincia en todas sus manifestaciones. Investigador y escritor apasionado de la tierra parda y de todo el gigantesco abanico de sus manifestaciones, destacando entre otras su rigor en la investigación folklórica.

Valeriano Gutiérrez Macías, mi padre, a la sazón maestro nacional, ensayista, historiador, periodista, Primer Teniente de Alcalde, presidente de la Comisión de Ferias y Fiestas, Vicepresidente de la Diputación Provincial, presidente accidental de la misma durante largo tiempo, diputado de Cultura, coronel del Ejército, miembro de la Real Academia de la Historia y de otras, colaborador impenitente de los diarios «Hoy», «Extremadura», «ABC», «Informaciones», «La Vanguardia», «El Noticiero Universal», de la revista «La Estafeta Literaria», «Revista de Estudios Extremeños», «Revista de Dialectología y Tradiciones Populares», de la revista cultural cacereña «Alcántara», de la revista «Guadalupe», de la «Revista de Folklore», editada por la Fundación Joaquín Díaz, de la revista «Ejército», y otras publicaciones para divulgar siempre, siempre, siempre, lo mejor de Cáceres en todos los planos y ámbitos de la ciudad.

Fundador de la Cofradía del Santísimo Cristo de las Batallas, impulsor y creador de los Festivales Folklóricos Hispanoamericanos-Luso-Filipinos, en colaboración con el Instituto de Cultura Hispánica, que elevaron a Cáceres al rango de Plaza Mayor de la Hispanidad, Premio Nacional de Periodismo «Gabriel y Galán», Premio «Dionisio Acedo», de la Diputación Provincial de Cáceres, Premio Nacional de Periodismo «Ejército», dejó, como legado, la pasión por la tierra, por el cacereñismo.

Lo que para sus descendientes fue todo un lujo por el inmenso amor que imprimió a todas sus amplias actividades de sabor, de identidad y de actualidad cacereña.

Amigo, siempre, del panorama cacereño y del pálpito de la ciudad, porque su vocación fue servir a Cáceres desde la voz de la calle, dejó atrás más de tres mil artículos, reportajes y crónicas periodísticas, así como diversos libros; «Cáceres», publicado por el Ministerio de Información y Turismo, «Por la Geografía Cacereña, Tradiciones Populares», declarado de Interés Turístico por el Ministerio, «Cantores de la Virgen de la Montaña», «Mujeres Extremeñas», «Gerifaltes extremeños», «Relatos de la Tierra Parda», «Anecdotario de Gabriel y Galán», «Cancionero de Quintos» miembro de la Asociación Española de Etnología y Folklore, participante en numerosos Congresos como los de Brujolojía y los Coloquios Históricos de Trujillo, pregonero, conferenciante...

Siempre, en su alma y en su espíritu, la mejor proyección de las tierras y las gentes y las historias de la provincia de Cáceres, desde el altavoz de sus colaboraciones en numerosos medios.

Estudioso y amigo de figuras como Manuel García Matos y Angelita Capdevielle, que presta su nombre al callejero cacereño, está considerado como una personalidad del mayor relieve en Cáceres y en todas las manifestaciones de ese amplio panorama humano, festivo y variopinto de la pequeña capital de provincia, y a quien se debe una parte muy significativa del estudio, recuperación y autenticidad, tal como expusiera en numerosos ensayos y separatas, así como en la «Revista de Estudios Extremeños» de importantes fiestas cacereñas, como «El Pero Palo», de Villanueva de La Vera, «La Encamisá», de Torrejoncillo, «Los Empalaos», de Valverde de la Vera, «San Jorge» y «Las Candelas», en Cáceres, «El Chíviri», de Trujillo, «El Jarramplas», de Piornal, «Las Carantoñas», de Acehúche, como estudiara, asimismo, personajes y tipos populares...

Asimismo dio a la luz otras publicaciones y ensayos sobre el léxico popular, en sus voces y en sus expresiones, los dichos populares, las costumbres, los guisos y recetas tradicionales, los apodos, la paremiología, las coplas de todo tipo: De bodas, de quintos, de romerías, navideñas, de la vida rural, apodos...

Un folklorista cacereño y una personalidad de notoria relevancia y cuya figura resulta cada día más destacada entre los estudiosos y folkloristas extremeños.

Por citar solo unos mínimos ejemplos recogemos algunas de las cientos de coplas que navegan en sus estudios:

A cantar me ganarás,
pero no a saber cantares,
que tengo un arca llena
y encima siete costales.

O la que reza del siguiente tenor:

Ya se van los quintos, madre,
ya se va mi corazón,
ya no tengo quien me tire
chinitas a mi balcón.

O bien esta otra:

Al Arroyo del Puerco
te vas a casar;
pucheros y barriles
no te han de faltar.

O, por ejemplo:

La otra tarde un piornalego
amargamente lloraba,
porque no alcanzaba el burro
al pilar a beber agua.

O, quizás, también:

Bien sé que estás acostada,
pero dormidita no,
yo que estarás diciendo:
Ese que canta es mi amor.

Allá en las tierras del municipio cacereño de Herguijuela, por ejemplo, cantan:

Ojos que te vieron dil,
por aquel camino llano,
¿cuándo te verán venil
con el canuto en la mano?

O, puede, por ejemplo, esta otra:

Adiós, Alcántara y Brozas,
que en todo lleváis la gala;
en ovejas y en carnero
y en el precio de la lana.

Vidal Hernández, mítico tamborilero

Vidal Hernández Sánchez fue un tamborilero mítico que en Aquellos Tiempos actuaba en numerosas ferias, fiestas y romerías de la provincia de Cáceres entre los compases de que emanan de su flauta o gaita y tamboril. Y que llegó a conformarse en toda la provincia, a lo largo de muchos años, como una verdadera institución, cuya magia y sonidos se hacía necesaria en los ambientes folklóricos y festivos cacereños.

Vidal Hernández Sánchez, natural de la pequeña localidad cacereña de La Garganta, fue una persona de excepcional valía y que desde muy pequeño aprendió a tocar, de forma tan genuina como magistral, como se iría demostrando a lo largo del tiempo la flauta, también conocida como gaita, y el tamboril.

Y poco a poco a base de ensayos, de investigaciones, de actuaciones, de viajes, siempre de forma tan entusiasta como incansable, Vidal Hernández Sánchez, se fue abriendo un hueco en el panorama musical popular de la Alta Extremadura.

Hasta el extremo de que podría señalarse que no había acontecimiento típico alguno, en toda la provincia de Cáceres, en el que no figurara Vidal con su largo repertorio de canciones típicas y populares que recorrían los ricos y preciados sones populares de toda la provincia de Cáceres y dejando constancia de la amplitud de su repertorio que abarcaba, prácticamente, los sones de todos los pueblos y aldeas de la provincia.

Vidal, sencillamente, era un genio de la gaita y el tamboril, un amante de las fiestas y un ímprobo divulgador de los aires populares cacereños. Tal como recuerda toda la provincia, y que desde el pequeño rincón de La Garganta, donde le nacieron, luchó y divulgó al máximo las jotas tradicionales, típicas y populares de Cáceres.

Un ejemplo, según el profesor García Matos, Vidal tocaba la flauta y el tamboril, en aquella época, como nadie, destacando, sobre todo, sus interpretaciones de «Los sones de Montehermoso» y aportando, según Valeriano Gutiérrez Macías todo «un extraordinario caudal de la mayor sensibilidad histórico-folklórica de la provincia de Cáceres»,...

De tal forma fue adquiriendo nombre y prestigio que desde muy joven pasó a configurarse como el flautista y tamborilero de los Coros y Danzas de la Sección Femenina de Cáceres, con los que recorrió y actuó en numeroso países de Europa y América. Y en cuyas actuaciones, además, claro es, de su peculiar sonido artístico-musical logró popularizar la imagen de arrojar hacia lo alto el sombrero al final de las diferentes y miles de actuaciones folklóricas que se dan cita a lo largo de su vida.

Un tipo genuino, Vidal Hernández, que era conocido popularmente como «Remundaina»y también como «Tío Vidal», genuinamente sencillo, pleno de identidad popular y que de siempre se esforzó y se empeñó en llevar a lo más alto las esencias del folklore altoextremeño, de sus canciones y de sus danzas. Lo que consiguió, evidentemente, pero en base a un ímprobo y señalado esfuerzo.

Su fama alcanzó tal calibre que, incluso, es de señalar que la prestigiosa y afamada artista que era Concha Piquer le ofreció formar parte de su compañía. Pero el flautista y tamborilero cacereño siguió en su tierra de siempre con la sensibilidad que emanaba de la notoriedad de sus instrumentos musicales.

Asimismo es de señalar que Vidal Hernández Sánchez, el tamborilero histórico de la localidad cacereña de La Garganta, le dio tanto prestigio a su lugar de nacimiento que un día del año 2012, afortunadamente, la Corporación Municipal decidió inmortalizar su nombre y con el que bautizó a la Plaza Mayor del pueblo.

Ahí es nada. ¡Menudo honor, que la Plaza Mayor de La Garganta se denomine con el nombre de Vidal Hernández Sánchez!, Tamborilero Mayor de Extremadura, podríamos añadir.

Lo que, sin lugar a dudas, llevarán a gala los descendientes del prestigioso tamborilero cacereño.

Una figura de un más que manifiesto relieve en el panorama folklórico, costumbrista, típico y popular de la Alta Extremadura y que mantuvo una manifiesta colaboración con ese eminente folklorista cacereño, de prestigio nacional, que fue Manuel García Matos, mientras por el aire parece que suenan la notas de su flauta al ritmo de tonadas y canciones como «La Bruja», de Madrigal de la Vera, «El Arbolito», de Piornal, «Me tiraste un limón», de Hinojal, «Trébole, trébole», de Villanueva de la Vera, «Abre la ventana», de Garrovillas de Alconetar,y tantas canciones que se divulgaron por cientos de lugares...

Todas ellas, por cierto, de un gran y señalado arraigo del folklore popular de la Alta Extremadura, y con una serie de letras, fruto de la inspiración popular, tan curiosas y llamativas como la de esta última, cuando se canta:

Abre la ventana,
cierra el postigo;
me dejarás un pañuelo
que vengo herido,
ábrela, morena, la ventana,
ábrela, preciosita del alma.

O, si se quiere, esa otra, «El que espera, desespera», recogida en la localidad de Ceclavín, y con una letra como:

Carretero, carretero,
vente juntito a mi vera,
que en la ventana de enfrente
una morena te espera.
Y el que espera,
desespera,
y luego le dicen que no...

Y siempre, siempre, siempre, para que conste en acta, vestido y ataviado con la indumentaria popular y típica. A sabes: Con su camisa de lino blanca abierta hasta la cintura y con amplio vuelo en las mangas, con su calzón negro por debajo de las rodillas, su chaleco de terciopelo, su faja roja de lana bordada, sus botas negras, con sus medias blancas, con su sombrero de ala ancha, con sus polainas, con su estampa ajustada a la tipología de la indumentaria popular.

Vidal Hernández Sánchez representó siempre una figura entrañable y cercana, manifestándose como uno de los más grandes flautistas y tamborileros que ha dado la provincia de Cáceres y cuyo nombre esparció, como las semillas, por numerosos lugares de todo el mundo y en numerosas festividades populares.

Y todo ello, para que conste en acta, como le escuchara en su día en algún encuentro con mi padre, y, también, de boca del propio Manuel García Matos, en base a una toma de conciencia para la divulgación permanente de los aires populares cacereños, a un entusiasmo verdaderamente ilimitado y a una afición a la que se entregó desde siempre.

Acaso, todo ello, porque Vidal Hernández Sánchez nació, sencillamente, para este cometido de una extraordinaria relevancia en el panorama de las gentes y de las identidades populares y perpetuarse como uno de los más señalados flautistas y tamborileros en el transcurso y a lo largo de la historia de Cáceres.

Pepi Suárez, embajadora del folklore cacereño

Pepi Suárez, de señalada personalidad y pasión por el folklore cacereño, como pusiera de relieve con aquel extraordinario Grupo de Coros y Danzas de la Sección Femenina de Cáceres, de finales de los años cincuenta, de los sesenta y de los setenta. Lo que distinguió siempre a dicha agrupación folklórica cacereña, a lo largo de todos sus años de existencia, y que se conformaba de un nutrido grupo de jóvenes, de diferentes generaciones, que dieron lo mejor de sí para ofrecer un completo repertorio en sus numerosas actuaciones en diversos certámenes y divulgando por todas partes el nombre de la ciudad de Cáceres.

Pepi Suárez se representa, pues, de este modo, como otro de los rostros populares en el Cáceres de Aquellos Tiempos. Siempre agradable, cordial, atenta y esmerada, volcada y perfeccionista con el folklore cacereño, se conforma, por tanto, como otro nombre de tipología popular en aquella pequeña capital de provincia, como embajadora y divulgadora folklórica de las canciones y danzas típicas de la Alta Extremadura.

Y mientras tanto, claro es, tratando de conseguir, siempre, la mayor y mejor perfección en todos los ensayos y en todas y en cada una de las actuaciones: Los movimientos de los danzantes, el ritmo de los bailarines, el toque de las castañuelas, la ejecución de los pasos y la colocación de los brazos, el más que exquisito cuidado de la indumentaria, el genio y la raza y la alegría en todas las interpretaciones...

Actuaciones con un repertorio de extraordinaria belleza compuesto con la presencia e interpretación de un largo puñado de danzas típicas recogidas por toda la provincia, con mucho trabajo y esfuerzo, y, siempre, con el mayor respeto a la pureza y a la autenticidad tradicional. Ahí están, como ejemplo, «El Pollu», de Montehermoso, «La Jerteña», «La Jota de Guadalupe», «La Carta», de Piornal, «La Guerra del Moru», de Montehermoso, y otras que se fueron recogiendo, esfuerzo a esfuerzo, entre letras, acordes musicales, partituras, instrumentos y los diferentes movimientos que se ejecutan en la representación de las danzas típicas, recopiladas con esmero por parte de personajes relevantes en el panorama folklórico de la provincia de Cáceres.

Una etapa en la que la agrupación folklórica cacereña, bajo la dirección de Pepi Suárez, siempre dinámica y muy activa, participó en numerosos Festivales, Certámenes y Concursos, como en Méjico, en Francia o en Portugal, entre otra serie de países, en diversas ciudades españolas, como Madrid, Zaragoza, Barcelona, en el Festival de Folklore de los Pirineos, en Jaca, en los Concursos de Folklore Español, que también actuó en Televisión Española en variadas ocasiones y programas, grabó un disco de larga duración en la Casa Hispavox...

... Y que en todas las ediciones de los Festivales Folklóricos Hispano-Americanos, Luso-Filipinos, que se celebraron en Cáceres, desde sus inicios, en el año 1958, con la colaboración del Instituto de Cultura Hispánica, se encargaba de poner el broche de oro con la actuación, en todas las ediciones, de un más que interminable «Redoble», coreado, en su estribillo, y con rítmicas palmas, por todos los cacereños que abarrotaban la Plaza de Toros, mientras la serpiente multicolor folklórica, con la participación de todos los bailarines de las diversas agrupaciones que se daban cita en todos los Festivales, bailaban ese alegre «Redoble»,, entre el escenario y el coso taurino mezclándose entre el público que también seguía esa espectacular caravana humana de danzantes al ritmo, siempre en nuestro corazón, de la jota más típica de Cáceres...

Un grupo, el de los Coros y Danzas de la Sección Femenina de Cáceres, que obtuvo un más que señalado eco en todas sus actuaciones, dejando constancia de la esencia, hondura, autenticidad y de la más profunda belleza que se ofrecen a través del siempre más rico y puro muestrario de las canciones y danzas cacereñas.

En aquellos tiempos formaban parte del Grupo, entre otros, cacereños como el periodista y locutor Gabriel Romero, el modisto y diseñador Leocadio Bernáldez, Adolfo Romero, conocido como Fito, director de la rondalla, entre los sones de bandurrias, laudes, guitarras, botellas, tamboriles, flautas, panderetas, y otros muchos en ese objetivo común que les unía a todos sus componentes como era el de cooperar a la divulgación, permanentemente, de las mejores esencias que forman parte de la identidad cacereña.

En este caso, a través de las más expresivas y auténticas manifestaciones festivas de nuestros pueblos como son aquellas que se exhiben y que se exponen a través de la representación de sus danzas y de las letras de sus canciones, que nacen en lo más hondo del alma de sus gentes, de sus hombres y de sus mujeres, y a través de un largo camino como el que se complementa en el recorrido existente en sus tradiciones, costumbres populares y sus esencias.

Canciones y danzas de los pueblos esparcidos a lo largo y a lo ancho de toda la geografía de la provincia de Cáceres y en las que se pueden seguir escuchando, con verdadero deleite, letras de tanto sabor, en base a la más pura historia tradicional de los pueblos. Como vienen a ser, por ejemplo, esta serie de ellas que citamos a continuación:

Ojos que te vieron ir
por el Caminito LLano,
cuando te verán volver
con la licencia en la mano.

O la que canta:

El pueblo de Alcuéscar tiene
un orgullo bien fundado,
porque tiene de Patrona
a la Virgen del Rosario.

O la que dice:

Los ratonis de mi casa
han cogido la costumbri,
de bajarse por los yaris
a calentarse a la lumbri...

O esa otra que señala:

Cuando por tu puerta paso
y en la ventana no estás,
voy acortando los pasos
por ver si te asomarás...

O, tal vez, la que cuenta con esta letrilla:

¡Ay, que vengo, que vengo, que vengo,
ay, que vengo de la montanera,
de coger ricas bellotas,
más dulces que la canela...!

O, también, la que dice:

Tu cintura no es cintura,
tu cintura es contrabando,
yo soy el contrabandista,
que por tí vive penando...

Así, de este modo, toda una muy larga muestra y manifestación de canciones y de danzas, todas con expresivas letras, y nacidas en lo más hondo de la sensibilidad de los pueblos cacereños.

Pepi Suárez, vino a ser, pues, una cualificada embajadora folklórica, junto a tantos otros, preocupada siempre en conseguir la mayor y mejor coordinación del grupo de Coros y Danzas de la Sección Femenina de Cáceres, siempre amable y generosa, pero también exigente y luchadora, y que, durante su larga etapa al frente de la agrupación cacereña, obtuvo una continuada serie de logros y de éxitos. Algo que es de justicia dejar constancia por lo que representa su personalidad dentro del panorama folklórico cacereño.



Folkloristas cacereños

GUTIERREZ GOMEZ, Juan de la Cruz

Publicado en el año 2020 en la Revista de Folklore número 464.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz