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Revista de Folklore número

461



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Testigos son los sucesos: noticia de un homicidio demoniaco en la Francia del siglo XVII

GONZALEZ FERNANDEZ, Luis

Publicado en el año 2020 en la Revista de Folklore número 461 - sumario >



Introducción

Las páginas que siguen tienen como objetivo presentar brevemente un texto poco conocido que podrá interesar a quienes estudien historias relacionadas con el demonio. Se podría calificar nuestro texto como perteneciente al género de las relaciones de sucesos, si es que el acontecimiento tuvo lugar, pues las pesquisas hasta ahora realizadas no arrojan otras fuentes que corroboren los hechos. Se ofrecen aquí algunas noticias sobre el autor del opúsculo, algunos puntos de comparación con otros textos tanto más antiguos como contemporáneos. Por último, se cierra el estudio con una transcripción completa del relato y su traducción al castellano.

En el año 1644 salió de las prensas de Jean Dufour (si es que tales existieron), en la ciudad de Toulouse, un opúsculo de cinco folios que relataba un suceso ocurrido ese mismo año en un pueblo situado unas cuantas leguas río abajo, cerca ya de Burdeos. El panfleto, impreso in quarto se encuentra en un ejemplar único, hasta donde yo haya podido indagar[1], conservado en condiciones prístinas en la Bibliothèque d’étude et patrimoine municipale de Toulouse bajo la signatura Res. D XVII 695, y con el título siguiente: La mort miserable, malhevrevse, et espouuantable, d’vn vsurier de la Rioule[2] sur la Garonne, nommé Iaques Pontier : lequel a esté emporté par les diables en forme de pourceau, après l’auoir mis en pièces le Mardy dernier de Mars mil six cens quarante-quatre (de aquí en adelante La mort misérable), ocupando los folios 1 a 5. Fue impreso con otro relato contemporáneo titulado Estrange visión d’une grande Dame appareüe à son Pére Confesseur après sa mort, luy disans quatre principaux poincts qui conduisent les femmes aux peines éternelles y que ocupa las páginas 6 a 8.

El «impresor» Jean Dufour, según una noticia del catálogo de esta misma biblioteca, era por aquel entonces no solo impresor sino canónigo de la catedral de Saint-Étienne de Toulouse. Se le conocen varias dignidades eclesiásticas entre 1631 y 1671 esencialmente a partir de los recientes estudios realizados sobre el clero tolosano por Estelle Martinazzo[3]. Además de los dos citados relatos, el catálogo de la Biblioteca municipal de Toulouse solo da constancia de otra obra más: Oraison funèbre de Louis XIII, Roy de France et de Navarre, prononcée à ses honneurs funèbres, en l’Église métropolitaine St Estienne de Tolose, le 15 Juin 1643, par M. Jean Dufour[4]. Que sea a la vez el que haya pronunciado la oración (y seguramente autor de la misma), hace pensar que haya costeado él mismo este igualmente breve opúsculo (de cuatro páginas) y su labor de editor-impresor quizá se reduzca a estas tres obritas, que se imprimen en un marco temporal muy reducido. De todos modos, esta tercera obra no la imprimió el propio Dufour sino Jean Boude[5], lo que quizá explique su presencia en la Biblioteca Nacional de Francia, y no la del opúsculo que nos ocupa, fruto sin lugar a dudas de su propia labor impresora. El detalladísimo libro de Claudine Adam[6], Les imprimeurs-libraires toulousains et leur production au xviiie siècle (1739-1788), que contiene un repaso casi exhaustivo de la actividad de la imprenta en la ciudad desde la época incunable hasta los años específicos de estudio que aparecen en su título, no contiene mención alguna de Jean Dufour, lo cual daría peso a la idea de que era un impresor confidencial o que imprimiera sus opúsculos casi para uso personal. El que La mort misérable sea a todas luces un unicus refuerza también esta idea.

Las dos primeras obras dan a entender cierto interés por asuntos que rozan en lo esotérico y lo sobrenatural, cosa nada sorprendente en la ciudad de Toulouse donde abundaban hasta hace poco librerías e impresores específicamente dedicadas a estos temas. La prosa que emplea Dufour en La mort misérable no es estilísticamente exquisita, más bien es llana y eficaz en cuanto relata lo sucedido de manera cronológica, dejándose de cuando en cuando llevar por algún arrebato entusiasta de adjetivos reprobatorios. La historia que narra a lo largo de cinco páginas queda perfectamente resumida en el título donde se nos dan los elementos principales: el protagonista, un avaro llamado Jacques Pontier; el lugar, La Rioule sur la Garonne (ver Fig. 1)[7], que con toda probabilidad sea el actual pueblo de La Réole, a unas pocas leguas de la ciudad de Marmande en el Sur-Oeste francés; la fecha precisa; y los acontecimientos: la muerte y posterior ingestión del usurero por unos demonios que habían adoptado forma de cerdos.

A diferencia de otros escritos de esta época es notable la falta de cualquier referencia externa al texto, a no ser por una brevísima alusión a un pasaje relativamente poco conocido de la Biblia que aparece en el libro de Números (16), y esto para dar cuenta de la justicia de Dios, que quizá constituya la verdadera razón de ser de esta relación de sucesos; en el relato bíblico la tierra se abre y los tres rebeldes, Coré, Datán y Abirón, son tragados por ella junto con sus familias: “devorados” dice el texto bíblico[8], lo que quizá haya incitado a Dufour a incluir la alusión, aunque desde luego no parece venir al caso sino de manera muy tangencial. No cita a ninguna autoridad ni eclesiástica, ni filosófica, ni moral, aun cuando la historia guarda cierto parentesco con la de un exorcismo practicado por Jesucristo, relatado principalmente en Marcos 5.1-5.13[9].

1 Y llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. 2 Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo 3 que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas, 4 pues muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle. 5 Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras. 6 Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante él 7 y gritó con fuerte voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.» 8 Es que él le había dicho: «Espíritu inmundo, sal de este hombre.» 9 Y le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?» Le contesta: «Mi nombres Legión, porque somos muchos.» 10 Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región. 11 Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; 12 y le suplicaron «Envíanos a lo puercos para que entremos en ellos.» 13 Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara –unos dos mil– se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar.

Tratándose de un eclesiástico, es sorprendente el que no haga aunque sea una leve alusión a esta prototípica relación entre demonios y cerdos. Tampoco se detiene en buscar posibles relatos análogos en los escritos de los padres de la Iglesia, exegetas o comentaristas, o en historias contemporáneas de corte más popular.

A nivel interpretativo, la historia tiene cierto sentido. El cerdo, tanto en su representación demoniaca como a través de esta especie de simbólica metonimia del usurero es de lo más adecuado, pues se los describe en el relato como glotones y estropeando con sus pies el trigo que podría comerse el pueblo. Jacques Pontier, con su exacerbada avaricia y su afán por amasar dinero, o emplear el que tiene con vistas de producir siempre mayor riqueza, no deja de ser una especie de glotón, tal y como refleja su casi enfermiza costumbre de ir a ver su trigo, como hiciera luego, con sus monedas, el Harpagon del Avaro de Molière, o el obsesionado Golum del Señor de los Anillos, glorificándose ambos en sus posesiones. De ahí a ver en Pontier una especie de bestia no hay más que un paso, pues, desde luego carece de humanidad, y los rasgos humanos que tiene lo acercan al comportamiento porcino. En palabras de Walsh[10] (2020, 22):

Los animales de la temprana Edad Moderna llegaron a representar una especie de otredad, apareciendo en fuentes literarias tanto como criaturas sobrenaturales como símbolos de la bestialidad humana […] Ya fuera de manera real ya imaginada, los animales constituyen una figura recurrente en los relatos de posesión ya que funcionaban como un medio para «normalizar» o configurar lo sobrenatural. La presencia del animal en un relato de posesión traía entonces al mismo unas connotaciones reconocibles para los lectores u oyentes de la Edad Moderna temprana. En estos relatos de posesión demoniaca, los animales fueron transformados en entidades demoniacas ya que el Diablo adoptaba con frecuencia la forma de algo familiar u ordinario.

Al mismo tiempo, la cuestión antropófaga también tiene cierto interés. El que los demonios hagan trizas a algún pecador empedernido no era en 1644 ninguna novedad, y más bien formaba parte de los posibles castigos de las personas malvadas o teológicamente incautas. Un impreso de 1870[11] reproduce el texto supuestamente estampado por vez primera en 1640[12] (perfectamente contemporáneo al nuestro, entonces), Histoire horrible et espouvantable de ce qui s’est fait et passé au faux-bourg S. Marcel à la mort d’un misérable, qui a esté devoré par plusieurs diables transformez en dogues, et ce pour avoir blasphemée le sainct nom de Dieu et battu sa mère (Fig. 2). Se puede ver de inmediato la correspondencia en el título y la semejanza estructural del relato: un pecador devorado por unos perros demoniacos, elemento al que, además, podemos añadir la extraña coincidencia de los vocablos «mort», «misérable», y «espouvantable»[13]. A diferencia de nuestro autor, el anónimo autor del texto de 1640 arranca con una profusión de referencias de autoridades latinas y siembra su relato de personajes: un vicario, un cura, y unos religiosos, dándole al conjunto una narración mucho más espectacular y docta que la que ofrece Dufour.

En el ámbito hispánico Antonio de Torquemada refiere un caso, seguramente folclórico, de un joven que fue secuestrado por demonios en Astorga y arrastrado por espinos y matorrales, lacerándole el cuerpo[14]. El que nos ocupa guarda en cierto modo un paralelismo estructural con el narrado por Torquemada. En el cuento del español, el joven maltratado es secuestrado por los demonios tras ser encomendado a ellos por su madre repetidamente:

La una [= cosa] es que en el pueblo adonde yo nací y me crié estaba un hombre honrado y letrado, el cual tenía dos hijos, y el uno, que podría haber doce o trece años, hizo cierta travesura, de la cual en tanta manera se enojó su madre, que comenzó a ofrecerle y encomendarle muchas veces a los demonios que se lo llevasen delante. (Torquemada 1982, 257-258.)

En La mort misérable el usurero exclama que prefiere darles el trigo a los cerdos y en justa e irónica retribución celeste así se hará: los cerdos aparecerán para comerle el trigo y ante su intervención para salvar el grano Pontier será a su vez devorado. El caso referido por Dufour es violento en extremo en la medida en la que el usurero no solo es despedazado, supongamos que a mordiscos o a coces, sino que es ingerido por los demonios-cerdos y llevado a los infiernos tras la destrucción de su granero. El relato reviste también otros tópicos demoniacos como el gran estruendo que producen los demonios al irse y el mal olor que sigue su aparición. El que haya un testigo ocular en la figura de su sirviente da ciertos rasgos de verisimilitud, aunque, una vez más, el canónigo no incluye en su relato ninguna de las frases hechas introductorias que suelen acompañar a este tipo de escrito y que apoyan las palabras referidas dando cuenta de que los hechos han sido presenciados por personas de ciencia o conciencia, o contadas a quien lo escribe de primera mano.

La ausencia de otras fuentes independientes que pudiesen corroborar lo que nos describe Jean Dufour no invalida en absoluto su testimonio. El que unos cerdos hayan devorado enteramente o en parte a un hombre, aunque inusitado, no tiene por qué ser invención, y podría haber ocurrido en determinadas circunstancias[15]. Las pocas ganas literarias que le pone al relato Dufour no dan pie a pensar que se haya inventado la noticia para encima gastarse el contenido del cepillo de las ánimas para costear la impresión. Puede que se trate aquí de un texto que intente explicar la súbita desaparición de Jacques Pontier, o el derrumbamiento de su casa, en términos comprensibles para la sociedad, y qué mejor explicación que la incansable maldad demoniaca o la voluntad divina para castigar a los pecadores empedernidos.


Transcripción, anotación y traducción[16] del texto

Nota previa a la edición: Se respeta la grafía antigua salvo en los siguientes casos. La ese larga se normaliza y escribe como ese baja. Se suplen tildes salvo los acentos circunflejos que hoy en día marcan la presencia de la “ese” (que se conserva en esta transcripción). Se desarrollan las abreviaturas entre corchetes.

LA MORT | MISERABLE, | MAL’HEVREVSE, ET ES- | pouuantable, d’vn vsurier de la | Rioule sur la Garonne, nommé | Iaques Pontier : lequel a esté em- | porté par les diables en forme de | pourceau, après l’auoir mis en piè- | ces le Mardy dernier de Mars mil | six cens quarante-quatre

La mort miserable, malhevrevse, et espouuantable, d’vn vsurier de la Rioule sur la Garonne, nommé Iaques Pontier: lequel a esté emporté par les diables en forme de pourceau, après l’auoir mis en pièces le Mardy dernier de Mars mil six cens quarante-quatre.

Iouxte[17] la copie imprimée

A TOVLOVSE,

Par Iean Dufour Imprimeur.

M.DC.XLIV.

[Página 2]

Bien que nous soyons en la loy de grace, & qu’en icelle Dieu n’a pas accoustumé d’excercer sa Iustice exemplairement, comme il faisoit en l’Ancienne loy, & comme il fut du temps de Choré, Datan, & Abiron[18], & plusieurs autres, ains il attend le pécheur à Pénitence: si est ce que quelquesfois il est comme forcé à ce faire, quand il se rencontre des pécheurs obstinez, mesmes de ceux qui ne viuent que par leur grande auarice, qu’à la misère & ruine d’autruy, qu’est le péché que Dieu déteste le plus, comme il est arrivé en la ville de la Rioule sur la Garonne, allant de Toulouse à Bordeaux, où il y auoit un homme nommé Iacques Pontier, riche, non tant en biens terriens, qu’il estoit en argent, grandement auare, & qui se sçauoit seruir de l’occasion à exercer son auarice, nullement charitable ; car il eut laissé mourir vn pauure pour un morceau de pain: Si bien que cet Esté dernier voyant que la récolte seroit petite, & préuoyant que le bled se vendroit bien pendant l’année, il fit grand amas des bleds ; & comme il estoit riche en argent, il acheta auta[n]t de bled qu’il peût ramasser à dix lieües aux enuirons, ayant fait bastir à ces fins des greniers à vn quartier de la maison: que pour les bien remplir, son argent luy ayant manqué, dans la grande quantité qu’il en auoit acheté, il en emprunta encore de ses amis pour en acheter dauantage tant il est vray que l’auare est insatiable. Ayant donc bien rempli ses greniers, son délice estoit tous les iours à les aller visiter, non pour en bailler à ceux [Página 3] qui en auoient necessité; car il n’estoit pas resolu de le mettre en vente, iusques à ce qu’il le verroit monter au plus haut prix qu’il désiroit le vendre, ains c’estoit pour se contenter en la veüe de ses grains, en la considération du grand gain qu’il en espéroit: il y auoit desia trois mois ou enuiron, que le pauure monde commençoit d’estre dans la necessité, & ne pouuoit trouuer du bled aux enuirons de la Rioule qu’a grand prix d’argent; on sçavoit le grand nombre que le d[it] Pontiers [sic] en auoit, il y auoit tous les iours à sa porte cent personnes auec des sacs, pleurant la larme à l’œil, le priant de leur vouloir bailler du bled pour leur argent, a tel prix qu’il voudroit: mais ce cœur de rocher estoit endurcy, & ne flechissoit aux prières de ces pauures gens, ains leur respondoit auec arrogance, leur disant reuenez au mois de May; car c’estoit alors qu’il espéroit le mieux vendre: mais Dieu duquel la prouidence ne manque iamais, auroit fait venir à Bordeaux grande qua[n]tité de vaisseaux chargez de bled, que l’on fait estat pour le moins qu’ils en ont porté trois cens mille sestiers[19]. Cette quantité ayant abondé par tout le Pays, il auroit fait diminuer le prix de beaucoup: ce bruit s’estant espandu par tout, monta iusques à la Rioule: les pauures gens continuèrent à importuner nostre vsurier à leur vouloir vendre du bled: Luy qui auoit eu les nouuelles de cette abondance qui en estoit arriuée, se résolut d’en vendre à haut prix néantmoins; & comme quelques-vns de ces pauures gens, qui estoient à la porte de la maison pour en acheter, luy voulurent représenter qu’à Bordeaux il ne valoit pas tant qu’il [Página 4] le leur vouloit vendre, ains qu’il s’estoit beaucoup raualé. Alors cet vsurier s’estant mis en colère contre ces bonnes gens, les renuoyoit, en les ménassans de les battre, leur disant qu’il aymeroit mieux que les pourceaux mangeassent son bled, que de le bailler à moindre prix qu’il leur disoit: ô Iustice de Dieu! ô qu’il est admirable en ses œuures: nostre vsurier auoit accoustumé d’aller souuent faire remuer son bled à vn sien seruiteur, afin de luy faire prendre l’air, tantost en vn monceau, tantost à vn autre. Le lendemain au matin il luy commande d’y aller, & de le bien remuer: mais cas estrange, ce seruiteur ayant ouuert la porte, void [sic] dedans deux gros pourceaux qui se souloient à manger de bled, et les voulant chasser dehors, ces animaux firent semblant de se ruer sur luy, ce qui l’obligea de s’enfuir, & de le venir dire à son maistre, ce qu’il ne voulut croire, disant d’où seroient-ils venus, ce que le seruiteur luy confirmoit auec serment, outre qu’il marque par l’efray qu’il en avoit, l’vsurier fut obligé d’aller voir ce que c’estoit auec sondit seruiteur: mais il fut bien estonné, quand au lieu de deux que le seruiteur luy auoit dit, il y en vit vne plus grande quantité qui estoient, les vns sur vn monceau de bled, les autres à vn autre, & qui le fouloient aux pieds, & mangeoient auec vne cupidité extraordinaire ; ce qui l’estonna grandement, & estant entré, & ayant pris vne pale qui estoit là, pour chasser dehors les animaux, auec vne grande furie se seroient ruez sur luy en troupe, & l’auroient en vn instant mis en pièces, ce que voyant son seruiteur qui venoit le dernier, auroit [Página 5] tout effrayé gagné les dégrez, & s’enfuit à la maison pour crier au secours ; mais on n’eut garde d’y estre à temps, car le seruiteur ne fut pas si tost à l’autre quartier de maison, qu’on entendit un grand esclat, comme d’un grand tonnerre ; car les diables emportèrent en haut nostre vsurier, & abismarent tout ce quartier de maison dans la terre, où tout le bled fut enseueli, auec une fumée qui remplit tout l’air, et si puante à souffrir, que dans toute la Rioule on ne pouuoit souffrir, & tout le monde gagnoit les champs pour auoir moyen de résister. Et à mesme temps se leua vn grand vent si impétueux, & si fort, qu’il arrachoit les arbres, et abbattoit les maisons, lequel dura tout le iour, et fut si général, qu’il fit beaucoup de désordre par tout le Pays, voir mesme iusques à Bordeaux. Voilà en somme le narré de cette histoire prodigieuse, qui marque aux hommes de n’apporter pas tant son cœur à l’auarice, et n’estre pas tant insatiable au gain, ains vser de charité envers son prochain, principalement le voyant dans la nécessité, de laquelle ils ne doiuent pas profiter que pour gagner le Ciel, où Dieu par sa miséricorde nous y conduise.

FIN


Versión traducida:

La muerte miserable, infeliz y espantosa de un usurero de La Réole-sur-la-Garonne llamado Jacques Pontier: que fue llevado por unos diablos en forma de cerdillos después de haberlo hecho pedazos el último martes de marzo de mil seiscientos cuarenta y cuatro.

He aquí la copia impresa.

En Toulouse,

Por Jean Dufour, impresor.

M.DC.XLIV.

[Página 2]

Aunque estemos en la Ley de Gracia, y que en ésta Dios no acostumbra ejercer su justicia para dar ejemplo, como hacía en la Antigua Ley, y como era en tiempos de Coré, Datán, y Abirón2, y otros más, más bien espera al pecador en la penitencia: si es que a veces está como obligado a hacerlo, cuando se encuentra con pecadores obstinados, incluso los que no viven sino por su gran avaricia, y por la miseria y ruina del prójimo, que es el pecado que Dios más detesta, como ocurrió en la ciudad de La Rioule-sur-la-Garonne, entre Toulouse y Burdeos, donde había un hombre, Jacques Pontier, rico, no tanto en bienes terrenos, como en dinero. Era muy gran avaro y sabía aprovechar la ocasión para ejercer su avaricia, que no era para nada caritativo, porque hasta hubiera dejado morir a un pobre para ahorrarse un mendrugo de pan. Tanto así que este último verano, viendo que la cosecha sería pequeña, y previendo que el trigo se vendería bien durante el año, hizo grandes provisiones de trigo, y como tenía mucho dinero, compró tanto trigo como pudo en diez leguas a la redonda, habiendo hecho construir con este propósito graneros a una cuadra de su casa: como para llenarlos del todo le faltaba dinero en la gran cantidad que había comprado, volvió a pedir prestado otra vez a sus amigos para comprar más, puesto que los avaros son insaciables. Habiendo llenado bien sus graneros, su afán era visitarlos cada día, no para venderlo [Página 3] a los que lo necesitaban; porque no estaba decidido a ponerlo en venta hasta que viera subir el precio al más alto nivel que deseara venderlo: al contrario era para alegrarse con la vista del grano, considerando el gran beneficio que esperaba de la venta: hacía ya tres meses, más o menos, que la pobre gente empezaba a estar en la necesidad y no podía encontrar trigo en los alrededores de La Rioule si no muy caro; la gente sabía la grandísima cantidad que tenía el susodicho Pontiers [sic]. Cada día había delante de su casa cien personas con sacos, llorando con lágrimas en los ojos, suplicándole que quisiera venderles trigo a cambio de su dinero. Pero este corazón de piedra se había endurecido y no cedía a los ruegos de esta pobre gente. Más bien les contestaba con arrogancia, diciéndoles: «¡Vuelvan ustedes en mayo!» Porque pensaba en aquel periodo venderlo mejor. Pero Dios, cuya providencia nunca falta, había hecho llegar à Burdeos una gran cantidad de barcos cargados de trigo, que se sabe traían ochocientas veintiún mil fanegas3. Esta cantidad de haber abundado en todo el país, hubiera hecho bajar el precio mucho. Habiéndose difundido este rumor por todas partes, llegó hasta La Rioule. La pobre gente siguió importunando a nuestro usurero para que les quisiera vender trigo. Él, que había tenido noticias de esta abundancia que había llegado, resolvió sin embargo venderlo a precio alto. Y dado que algunos de entre esta pobre gente, que estaban delante de la puerta de su casa para comprar algo, le quisieron decir que en Burdeos no valía tanto como él [Página 4] se lo quería vender, aunque fuera de buena calidad. Entonces, habiéndose encolerizado este usurero contra esta buena gente la echó amenazando con golpearlos, diciéndoles que preferiría que se lo comieran los cerdos a venderlo a menor precio que el que él decía. ¡Ay Justicia de Dios! ¡Ay cuan admirable es en sus obras! Nuestro usurero tenía la costumbre de ir a menudo a mandar remover el trigo a un sirviente suyo, para que se aireara, a veces un montón y otras, otro. Al día siguiente por la mañana le mandó ir allí y removerlo bien. Pero, ¡qué sorpresa! Habiendo abierto la puerta el sirviente vio dentro dos enormes cerdos que se atiborraban comiendo trigo; y queriendo echarles fuera, estos animales parecían querer abalanzarse sobre él, lo que le obligó a huir y de venir a decirlo a su amo, lo que [éste] no quiso creer, diciendo “De dónde han podido venir”, lo que el sirviente le confirmó jurándolo, incluso mostrándolo con el miedo que tenía, el usurero se vio obligado a ir a ver lo que había con el susodicho sirviente. Pero se sorprendió cuando en vez de los dos que le había dicho el sirviente, vio allí una cantidad más grande todavía, unos encima de un montón de trigo, y los demás encima de otro, y que lo pisoteaban, y comían con una glotonería extraordinaria, lo cual le sorprendió mucho. Y habiendo entrado y habiendo cogido una pala que estaba allí, para echar fuera los animales, con mucha rabia se abalanzaron sobre él en tropa, y lo hicieron pedazos en un instante, lo que, viendo su sirviente, que había entrado detrás, hubiera subido con espanto los peldaños y huyó a casa para gritar «¡Socorro!»: pero no fue posible llegar a tiempo, ya que el sirviente no había llegado aún a otra parte de la casa, cuando se oyó un gran estruendo, al igual que un gran trueno; porque los diablos se lo llevaron por los aires y enterraron bajo tierra toda esta parte de la casa, y todo el trigo fue enterrado, con un humo que llenaba el aire y tan nauseabundo que en todo el pueblo de La Rioule no se podía aguantar, y todo el mundo huyó a los campos para poder resistir. Al mismo tiempo se levantó un gran vientos impetuoso y tan fuerte, que arrancó los árboles, destrozó las casas, y el cual duró todo el día, y fue tan general que provocó mucho desorden por todo la región, incluso hasta Burdeos. He aquí en fin de cuentas el relato de esta historia prodigiosa, que avisa a los hombres que no lleven en su corazón la avaricia, y que no sean tan insaciables en lo que se refiere a las ganancias, sino hacer uso de la caridad hacia su prójimo, viéndolo principalmente en la necesidad, de la cual no deben aprovecharse sino para ganar el Cielo, donde Dios, por su misericordia nos conduce.

FIN


Luis González Fernández
CAS-LISST, UMR 593 du CNRS
Université Toulouse Jean Jaurès




REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Adam, Claudine Les imprimeurs-libraires toulousains et leur production au xviiie siècle (1739-1788), Toulouse: Presses universitaires du Midi-Méridiennes, 2015.

Biblia de Jerusalén. Nueva edición revisada y aumentada, Bilbao: Desclée de Brouwer, 1998.

Boutry, Philippe, «Le procès super non cultu, source de l’histoire des pèlerinages: Germaine Cousin et le sanctuaire de Pibrac au lendemain de la Révolution française», Bibliothèque de l’École des chartes, 1996, tomo 154/2. pp. 565-590.

Dufour, Jean, Oraison funèbre de Louis XIII, Roy de France et de Navarre, prononcée à ses honneurs funèbres, en l’Église métropolitaine St Étienne de Tolose, le 15 Juin 1643, par M. Jean Dufour, Toulouse: Jean Boude, 1643.

Dufour, Jean, La mort misérable, malhevrevse, et espouuantable, d’vn vsurier de la Rioule sur la Garonne, nommé Iaques Pontier: lequel a esté emporté par les diables en forme de pourceau, après l’auoir mis en pièces le Mardy dernier de Mars mil six cens quarante-quatre (de aquí en adelante La mort misérable), Toulouse: Jean Dufour, 1644, fols. 1-5.

Dufour, Jean, Estrange visión d’une grande Dame appareüe à son Pére Confesseur après sa mort, luy disans quatre principaux poincts qui conduisent les femmes aux peines éternelles, Toulouse: Jean Dufour, 1644, fols. 6-8.

Martinazzo, Estelle, La Réforme catholique dans le diocèse de Toulouse (1590-1710), Tesis doctoral defendida el 20 de octubre de 2012, Montpellier: Universidad Paul Valéry.

Torquemada, Antonio de, Jardín de flores curiosas, tratado tercero, ed. de Giovanni Allegra, Madrid: Castalia, 1982.

Walsh, Brendan C. «‘Like a Madd Dogge’: Demonic Animals and Animal Demoniacs in Early Modern English Possession Narratives», en Ruth Heholt y Melissa Edmundson (eds.), Gothic Animals. Uncanny Otherness and the Animal With-Out, Londres: Palgrave MacMillan, 2019, 21-39.




NOTAS

[1] Ni la Biblioteca nacional ni las que se encuentran en la red de universidades del catálogo SUDOC dan noticia alguna de esta obra. Al tratarse de una obrita de escasas hojas cabe la posibilidad de que se halle encuadernada con otras de este tipo, pero hasta la fecha no he encontrado rastro de ella fuera del ejemplar de Toulouse.

[2] Podría tratarse de L’Auriole, o quizá, con casi total certeza, del pueblo de La Réole, no muy lejos de Marmande.

[3] Estelle Martinazzo (La Réforme catholique dans le diocèse de Toulouse (1590-1710), Tesis doctoral defendida en 20 de octubre de 2012, Universidad Paul Valéry, Montpellier), lo sitúa en 1656-1658 como canónigo y archidiácono en la catedral tolosana de Saint-Étienne, y en 1660-1661, 1669 (2012, 120), en la misma institución. En el mismo estudio se refiere a él como «vicaire général» en un documento fechado el 7 de marzo del año 1656 (2012, 126). Nos revela también que era bachiller en Teología (2012, 133). Martinazzo lo describe (2012, 134) como «une personnalité éminente du chapitre Saint-Étienne [qui] alimente la querelle religieuse qui a lieu à cette époque» [una personalidad eminente del cabildo de Saint Étienne [que] contribuye a la querella religiosa que tiene lugar en esa época] (La traducción aquí y en otros lugares, salvo indicación expresa, es mía). Habría sido también doctor de derecho (no especifica Martinazzo si canónico o civil, 2012, 580). Su época de vicario general se extiende desde 1656 a 1661 y de nuevo ejerce la función en 1669 (2012, 580), aunque este cargo debió ocuparlo en circunstancias poco reglamentarias en la primera ocasión: «En 1631, Jean Dufour est prêtre et archiprêtre de Caraman. En 1656, il connaît certains conflits avec le chapitre car il n’a pas respecté l’ordre de l’archevêque, que l’abbé de Faget l’aurait nommé vicaire général sans avoir d’ordre exprès de Pierre de Marca» [En 1631, Jean Dufour es cura y arcipreste de Caraman. En 1656 conoce ciertos conflictos con el cabildo puesto que no había respetado las órdenes del arzobispo, y que el padre Abad de Faget lo habría nombrado vicario general sin el permiso de Pierre de Marca (= el Arzobispo)]. La última noticia que refiere Martinazzo sobre Dufour lo menciona como «juge métropolitain» [juez metropolitano] en el año de 1671 (2012, 580), lo que sin duda da a entender que su doctorado era de derecho canónico. En fecha del 22 de setiembre de 1661 el vicario general Dufour toma cartas en el asunto del culto no autorizado con respecto a la santa Germaine de Pibrac (municipalidad cercana a Toulouse), oponiéndose de la manera más firme a esta veneración popular por una mujer tenida por santa. Ver al respecto Philippe Boutry, «Le procès super non cultu, source de l’histoire des pèlerinages : Germaine Cousin et le sanctuaire de Pibrac au lendemain de la Révolution française», Bibliothèque de l’École des chartes, tomo 154/2 (1996): 582.

[4] La Biblioteca Nacional de Francia posee un ejemplar único de esta oración (bajo la referencia FRBNF38788227), así como una treintena de obras del mismo año 1643 sobre el mismo acontecimiento.

[5] Era un impresor y editor bastante prolífico en lo que se refiere a panfletos y edictos legales del Parlamento de Toulouse. Consta que estaba vinculado a la imprenta ya en 1617 y un Jean Boude (seguramente su hijo), sigue publicando a fines de la centuria. En 1643 imprime un opúsculo celebrando el altar del Santo Sacramento de la catedral Saint-Étienne, precisamente en fechas en las que Dufour ejerció ahí de canónigo.

[6] Claudine Adam, Les imprimeurs-libraires toulousains et leur production au xviiie siècle (1739-1788) (Toulouse: Presses universitaires du Midi-Méridiennes, 2015).

[7]Se encuentra el fondo digitalizado de los mapas Cassini en el portal siguiente: https://www.geoportail.gouv.fr/donnees/carte-de-cassini.

[8] Según la Vulgata, versículos 31-32: «Disrupta est terra sub pedibus eorum et apériens os suum devoravit illos cum tabernaculis suis et universa substantia» [«Se abrió el suelo debajo de ellos; la tierra abrió su boca y se los tragó con todas sus familias, asi como a todos los hombres de Coré, con todos sus bienes», Biblia de Jerusalén]

[9]Biblia de Jerusalén. Nueva edición revisada y aumentada (Bilbao: Desclée de Brouwer, 1998).

[10] «Animals in the early modern period came to represent a form of otherness, appearing in the literary sources as both a supernatural creature and a symbol of human bestiality […]. Whether real or imagined, animals became a reoccurring figure in possession accounts as they functioned as a means of “normalizing” and configuring the supernatural. The presence of an animal during a possession narrative therefore carried a number of connotations that were recognisable to early modern audiences. In these accounts of demonic possession, animals were transformed into demonic entities as the Devil often assumed the form of something ordinary or familiar».

[11] Imprenta de H. Schoutheer de la ciudad de Arras: 11 páginas in octavo. Conservado en la Bibliothèque nationale de France: https://catalogue.bnf.fr/ark:/12148/cb341100787

[12] Así reza la contracubierta de uno de los dos ejemplares conservados en la Biblioteca nacional de Francia: «L’original, imprimé vers 1640, appartient à Monsieur Claudin, libraire-paléographe, demeurant en la rue Guénégaud, au numéro 3 à Paris» [El original, impreso hacia 1640, pertenece al señor Claudin, librero-paleógrafo, domiciliado en el no. 3 de la calle Guénégaud de París]. No he encontrado ningún ejemplar del original del siglo xvii, cuyo texto se ha respetado a todas luces no solo a nivel sintáctico sino incluso gráfico, ya que el impresor decimonónico reproduce incluso las eses altas arcaicas.

[13] Algo de formulario tienen estas palabras pues encontramos el sintagma en numerosos textos. Siguiendo con el tema demoniaco, en la traducción francesa del Faustbuch alemán hecha por Palma Cayet y publicado en 1598 se encuentra la fórmula en el título: L’Histoire prodigieuse et lamentable du Docteur Fauste, Auec sa mort espouuantable. Más abajo en el título aparece igualmente «misérable» para calificar la curiosidad malsana.

[14] Antonio de Torquemada, Jardín de flores curiosas, tratado tercero, ed. de Giovanni Allegra, Madrid: Castalia, 1982; el cuentecillo se encuentra en las páginas 257-259.

[15] Tan recientemente como el 17 de febrero de 2019, el periódico gijonés El Comercio daba la siguiente noticia: «Una mujer muere devorada por sus cerdos cuando les daba de comer en una granja de Rusia», unos hechos ocurridos tras sufrir la mujer un ataque epiléptico y quedar inconsciente e indefensa. El mismo artículo refiere otro caso de 2015. Página consultada el 22 de marzo de 2020: https://www.elcomercio.es/sociedad/cerdos-rusia-mujer-muere-devorada-20190217130818-nt.html?ref=https://www.google.com/

[16] La presente traducción se ha hecho dentro del marco del taller, bajo mi supervisión, de la «Licence Jeunes Talents», del Departamento de Estudios Hispánicos e Hispanoamericanos de la Universidad de Toulouse Jean Jaurès en el que participaron las siguientes estudiantes: Lisa Barthes, Clémence Bastide, Mallaury Carcelen, Estelle Leyniat y Emilie Magné. Mi agradecimiento en particular a Lisa y a Mallaury por su trabajo constante y valiosas sugerencias de traducción.

[17] Jouxte: básicamente sirve la palabra para introducir el texto que «sigue a continuación».

[18] Coré, Datán y Abirón aparecen como antagonistas de Moisés en el libro de Números, 16.

[19] Sestier = setier: medida de peso del Antiguo Régimen equivalente a 152 litros. He transformado aproximativamente en fanegas, ya que no me consta que exista una medida absolutamente equivalente en la España de la época. Otra fuente la hace equivalente a 0,476, lo cual daría la cifra de 2572 fanegas, que parece poca cantidad si tomamos en cuenta que el texto habla de «una gran cantidad de barcos».



Testigos son los sucesos: noticia de un homicidio demoniaco en la Francia del siglo XVII

GONZALEZ FERNANDEZ, Luis

Publicado en el año 2020 en la Revista de Folklore número 461.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz