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Te encuentras al anochecer en un lugar remoto en un desierto de la península Arábiga, en el lejano Oriente. Una noche de caluroso invierno sentado con un grupo de personas de varios países en torno a una hoguera. Rodeado de arena. En el desierto de Nazwa, en los Emiratos Árabes Unidos. Te hayas bajo las estrellas, haciendo un círculo sobre el todopoderoso fuego y, después de comer Machboos (cordero con arroz, verduras, frutos secos y muchas especias horneado en un agujero en la tierra), beber café árabe (café con cardamomo, clavo y azafrán) con dátiles y oír un oud junto a una rababa, alguien se pone a relatar historias que allí ocurrieron…
En el silencio, una voz grave con acento local se alza y relata lo que su abuelo le contó que, en ese mismo desierto situado poco antes de entrar en el Sultanato de Omán, unos cincuenta años atrás, antes de que esos países se desarrollaran con la aparición del petróleo, le sucedió cuando viajaba en un viejo Land Rover junto a su hermana, entre aquellas dunas de arenas. El cielo estaba nublado y la inmensidad del desierto hizo que perdiera el camino y nada podía indicar cómo guiarse pues no se veían ni las estrellas ni la luz de la luna. Angustiados, al fin, vieron unos faros rojos de automóvil en la distancia, los siguieron y siguieron, pero sin lograr acortar la distancia entre ambos. Con cierta fatiga, no cesaba de perseguir al automóvil que avistaban como tabla de salvación; hasta que éste se paró en seco. Con júbilo se aproximaron a él paso a paso entre la arena. Al llegar a las luces se encontraron con una imagen pavorosa; una mujer marchando y vistiendo algún tipo de ropa iluminada; su cabellera era pomposa y llamativa y emitía un agradable y atrayente olor a almizcle y ámbar. Trató de mirarle a los ojos, pero justo cuando iba a hacerlo su compañera de viaje le gritó: «¡Estás loco! ¡No le mires a la cara!, ¡ella es Um-Duwais!». No sin gran fortuna lograron huir y llegar a un pequeño puesto de descanso donde contaron a otros viajeros lo que habían visto. Aterrorizados les dijeron que debían de haber pasado por un camino embrujado y que su suerte era poderlo contar. Les pusieron karak caliente con dátiles para tranquilizarles y recuperar las fuerzas, y rezaron para agradecer a Dios.
Con la voz entrecortada la voz grave dice Alhamdulillah; y se hace el silencio. Nadie habla, sopla el viento, se mueve la hoguera y una rama de palmera hace ruido. Se siente una sombra en la noche que estremece a todos los presentes, hasta que ves que es la silueta de un camello, que sale corriendo. Y de repente te das cuenta que te ha producido el mismo sentimiento que cuando, a miles de kilómetros, alrededor de otra hoguera, en la Sierra de la Demanda, te cuentan la historia de La Cabra Montesina y escuchas un chasquido de la rama de un pino; y te desconcierta la sombra de un ciervo. O estás en Tierra de Campos y te narran la historia de La Zarrampla, y adviertes el crujido de una encina; y te asusta, esta vez, la sombra de un zorro que huye. O te relatan la leyenda de El Colacho de Castrillo de Murcia, El Ardacho de Berlanga, La Fiera del Espinar[1]… o las Sidh o encantadoras hadas de Irlanda, los terribles Baba Yagás rusos, los malévolos Glaistigs de las Highlands Escocesas, los Ráksasas de la India… Y es que el ser humano ha sido capaz de crear los mismos mecanismos y conceptos allá donde cayó, y, con ellos, mover idénticos sentimientos, porque el miedo va unido al hombre desde sus orígenes, y las leyendas también.
Las leyendas
Las leyendas son parte fundamental de la tradición oral de un pueblo. Ellas relatan y dilucidan aspectos tanto cultural como tradicionales de la sociedad en la que se hayan. Se trata de narrativas casi-históricas, hasta el punto de que el origen de la historia de los propios pueblos hay que buscarlo en ellas, que usan a excepcionales y extraordinarios protagonistas y representan fenómenos notables para ilustrar ideales culturales, valores y normas[2].
Contar cuentos populares era una práctica común en las sociedades en el pasado, donde los mayores contaban historias a los jóvenes, generalmente después de la cena. Estas leyendas y cuentos populares desempeñaban, por supuesto, funciones de entretenimiento además de servir como guía sobre orientación cultural y tradiciones de las personas, educando a los jóvenes sobre los diversos aspectos de sociedad y retratando sus valores. Los cuentos populares representan la forma en que una comunidad en particular se ve a sí misma y su similitud o diferencia con otras. Una característica esencial del cuento es que presenta estas preocupaciones cotidianas de manera no mimética. En otras palabras, las leyendas usan las poéticas y el exagerado simbolismo de la fantasía para representar los sentimientos profundamente arraigados a los individuos ordinarios para hacer frente a los retos cotidianos de la vida. Así, los pueblos que viven principalmente de la caza poseen una masa de leyendas en las que se describen las costumbres de animales, cuyo conocimiento conviene adquirir a los jóvenes y reavivar a los adultos. El curso de los astros interesa más a los agricultores. Como veremos en un lugar tan agreste como es el desierto lo que prima es la supervivencia pura y dura. Allí donde la leyenda tiene la cualidad de rito mágico-religioso, posee un valor explicativo subyacente, que a veces se expone de un modo directo y otras no es conocido. Es axiomático que cuando el valor explicativo es local y propio de la tribu,si se transmite la leyenda a otras tribus de diferente organización social, puede desaparecer el elemento explicativo. Así interpreta el curioso hecho de que un tema sea explicativo en un determinado lugar y no lo sea a unos kilómetros de distancia. Por otra parte, esta misma leyenda, que ha perdido valor explicativo, puede readquirirlo idéntico al que tuvo, u otro nuevo,si llega a un pueblo en que todas las leyendas son utilitarias y explicativas[3].
Las leyendas deben ser entendidas como una dramatización metafórica de los pensamientos y sentimientos que el colectivo pueden albergar día a día en sus vidas diarias[4]. Por ello han sido versátiles y siempre ligadas al pueblo. Como comenta el folclorista estadounidense Stith Thompson, no hay duda de que la complejidad de la estructura le da a las leyendas una definición de patrón que ayuda a preservar su carácter frente a las grandes diferencias de tiempo y lugar. Pero una historia no tiene por qué ser compleja de ninguna manera a partir de una fuerte tradición. Una proporción muy considerable de las historias legendarias se compone de simples bromas y anécdotas, a veces de seres humanos y otras de animales, y consiste en un solo motivo narrativo. Cada región ha llegado a desarrollar muchos de ellos que no se conocen afuera, y en todas partes las anécdotas cobran vida y las viejas pasan al olvido[5].
Nos encontramos con frecuencia cómo la literatura antigua se hace mención de leyendas que eran de uso corriente entre la gente de la época y las hace suyas. En gran cantidad de los documentos literarios más importantes del mundo Antiguo que nos han llegado aparecen historias que indudablemente están basadas en la tradición de las leyendas populares. El conocido folclorista alemán Johannes Bolte reunió unos treinta y cinco pasajes de la literatura de Grecia y Roma que muestran el uso del cuento popular entre la gente común. Para ello comienza remitiéndose hasta la obra Las avispas (en griego Σφήκες) escrita en el 422 a. C. por el comediógrafo griego Aristófanes[6]. Vemos notablemente su influencia en las narraciones maravillosas antiguas o arétalogies, las novelas griegas, los cuentos italianos del Renacimiento, los romances, las grandes colecciones orientales de Las mil y una noches, de las Cien Noches, de las jatakas búdicas… En todas estas referencias se aprecia claramente que estos cuentos procedentes de leyendas se parecían en muchos aspectos a los cuentos populares actuales en Europa, hablando de hadas, monstruos y otros seres maravillosos que aún hoy están de actualidad en el imaginario colectivo[7] y que han sido recogidas en libros y películas que las han universalizado y globalizado en nuestros días, más allá de condiciones geográficas y temporales que tuvieron en sus orígenes.
Las leyendas en el actual Emiratos Árabes Unidos
El territorio constituido por los actuales Emiratos Árabes Unidos es una tierra marcada por un duro clima árido-subtropical; cálido y húmedo a lo largo de la costa y cálido y seco en el interior. Picos sin nombre atraviesan el paisaje, su roca destrozada por el sol es lo suficientemente afilada como para cortar la piel. Las arenosas dunas brillan a la luz de la luna constituyendo un paisaje cuasi virginal. Las tormentas secas duran días, enviando ráfagas de arena recorriendo la tierra por miles de kilómetros. Es un paisaje abandonado, un desierto con más en común con Venus que con la Tierra; con unos veranos tan duros en los que casi nadie podría sobrevivir.
Los siete Emiratos que conforman los actuales Emiratos Árabes Unidos son: Abu Dhabi, Ajman, Dubai, Ra´s al-Khaimah, Sharjah y Umm al-Qaiwain todos ellos en el Mar del Golfo Pérsico y Fujairah en Océano Índico. Limita con Omán al sureste, con el golfo Pérsico al norte y con Arabia Saudita al oeste y sur. Se asientan en la esquina sureste de Arabia, el rincón más desolado de una tierra desolada. En otras partes de la península, las civilizaciones lograron vencer las duras condiciones y construyeron llamativas ciudades, pero en los actuales Emiratos la población que rondaba las 80,000 personas no se movió por más de un milenio, hasta 1930[8].
No se sabe mucho sobre el sureste de Arabia más allá de unos pocos cientos de años atrás. Antes del descubrimiento del petróleo y todo lo que trajo a partir de los años 50 (principalmente la llegada del aire acondicionado, verdadera tabla de salvación de estos pueblos), estas tierras eran simplemente demasiado duras para cualquier persona, excepto algunos estoicos beduinos[9]. Los que lograban subsistir estuvieron, hasta hace unos cincuenta años, entre las sociedades más subdesarrolladas del planeta. Nadie envidiaba su existencia de hambre y sed perpetuas, ni su dieta de dátiles y leche de camello. Ni siquiera los esclavos africanos, que siempre vivieron esclavizados con estos pueblos, los cuales huían hambrientos; incapaces de sobrevivir en una economía basada en la obtención de perlas de sus mares que nunca fue fructífera[10]. Pocos vinieron a visitar estas tierras y aún menos se quedaron. En aquellas duras condiciones, sus pobladores solían pasar las noches alrededor de la hoguera, recitando poesía y contando intrincadas genealogías tribales que se remontan miles de años atrás.
Antes del establecimiento de la economía petrolera, cuando la fuente de riqueza todavía estaba atrapada a varios miles de metros bajo la arena, sus moradores se agrupaban en estructuras tribales. Los gobernantes, los jeques, surgieron generalmente sin derramamiento de sangre y, aún hoy, siguen manteniendo el poder por consenso de su gente. Ibn Khaldun, el mayor pensador secular árabe, comprendió el vínculo entre la historia y el misticismo desde el siglo xiv. Identificó al pueblo árabe con asabiyya, un término traducido como «sentimiento grupal» en la traducción estándar de su clásico The Muqaddimah: An Introduction to History. Otros académicos han traducido asabiyya como «unión tribal», «partidismo ferviente», «la voluntad colectiva de poder» y «el sentimiento de solidaridad grupal que resulta del parentesco, los lazos de sangre y la descendencia común»[11]. En la época del desierto, el poeta solía contar la historia de la tribu, de ese partidismo ferviente, y era muy respetado. Fue el depositario de la excelencia de la tribu y la desgracia de sus enemigos. Aún hoy hay competiciones de poesía como los antiguos beduinos hacían[12]. Los relatos tribales se aunaron a la combinación de las influencias del mar y los desiertos, antes descritos, dando lugar a ese hábito de contar cuentos y leyendas. La poesía cantada y los relatos contados por los marineros tiene influencias de la interacción con diferentes culturas, como son la india o la persa, mientras que el folklore del desierto tiene sus raíces en el interior más profundo del territorio de la Península Arábiga. Así pues, durante generaciones, los abuelos solían reunir a sus nietos a su alrededor del fuego para contarles sobre las extrañas historias que habían sido contadas por sus antepasados. Mientras se entretenían, su propuesta principal era dar forma a la moral, instruir y moralizar, alentar y desalentar ciertos comportamientos entre los miembros de la pequeña comunidad[13].
La cultura emiratí estaba dominada por el analfabetismo, por lo que su literatura popular ha sido memorizada y transmitida oralmente de generación en generación. En los Emiratos Árabes Unidos, esas leyendas o mitos populares se llaman Kharrufa. Como veremos a continuación giran en torno a la seguridad de los niños, el cumplimiento de los deberes religiosos, la salvación a través de la fe religiosa, mantener a los hombres alejados de la tentación, el pecado y la maldad... Para su logro hacen uso del miedo y la amenaza. El mensaje de estos cuentos y leyendas es claramente inculcar nociones de bienestar, salud y seguridad, así como esos valores de compromiso religioso y normas sociales. Para ello muestran la penalización debida a la negligencia religiosa o muestran la peligrosidad para el ser humano que tienen el sol, el calor, el mar, los desiertos… y todo el agreste clima anteriormente descrito. Respecto a los símbolos religiosos se caracterizan por el acto físico de mantenerse al día con la lectura de los versos del Corán para la salvación, y recordar a los niños y jóvenes sobre los deberes y responsabilidades religiosas. A lo largo de la historia, los cuentos tradicionales árabes han hablado de espíritus malignos, llamados djinns o jinns que viven en un mundo paralelo y que tienen la capacidad de influir espiritual y mentalmente en el ser humano[14]. El mismo Corán sostiene que Alá hizo a los ángeles con luz pura, a los hombres con polvo y agua y a los jinns con fuego sin humo[15]. En cuanto a los símbolos sociales, los cuentos populares representan el confinamiento con las normas socio-religiosas en cuanto a mantenerse alejado de cometer lo que se define como actos pecaminosos e inseguros. Aseguran que el cumplimiento social y religioso se encuentren entrelazados[16].
A continuación, se narran las leyendas más famosas que aún se cuentan en los Emiratos Árabes Unidos:
Bu Darya
Bu Darya o Baba Darya significa «padre del mar» en persa; sin duda eso denota el origen de esta leyenda. Esta criatura es un demonio o jinni cuyas historias de horror y travesuras eran popularmente conocidas en lo que hoy son los Emiratos, en especial en las comunidades que viven junto al mar. Nadie conoce sus verdaderos rasgos faciales porque nunca es visible y siempre aparece en la más absoluta oscuridad. Sin embargo, es descrito como increíblemente alto, grande y fuerte. Sus víctimas más habituales son los buceadores de perlas, los pescadores y la gente de mar. Su historia mantuvo sin lugar a dudas totalmente alerta a los marineros, especialmente a los aprendices, y evitó que los niños se alejaran del paseo marítimo en los habituales paseos después de la cena.
Hay dos versiones diferentes de este cuento popular. En la primera de ellas, se cuenta como Bu Darya solía adentrarse en botes y barcos entre la oración de la tarde, Maghrib, y oración del amanecer, Fajar, para secuestrar a uno de los marineros mientras todos dormían. Después de arrebatar a su víctima, lo devoraba y hundía el barco. Como resultado, dos o tres marineros solían vigilar cuidadosamente el bote por la noche, para prevenir los ataques de este ser. Si un marinero veía o escuchaba la voz de Bu Darya, gritaba a sus compañeros Hatou al mishara wal-jaddoum, lo que significa traer la espada y el hacha; al-mishra es una especie de espada pequeña o cuchillo ancho mientras al-jaddoum es una especie de hacha con el palo largo, típicas de estas regiones. Una vez que el demonio escuchaba este grito desaparecía en la noche.
La otra versión de la leyenda describe a este demonio como una criatura marina que toma la forma de un hombre espantosamente feo y aterrador. Cuando ve un barco navegando finge que se está ahogando y pide ayuda. Al ser rescatado roba toda la comida y el agua a los marineros y destruye la embarcación.
Salama y sus hijas
Salama, es un demonio gigante que junto a sus hijas habitan en el fondo del mar. Se encuentran en el área del Estrecho de Ormuz, canal angosto entre el golfo de Omán y el golfo Pérsico. La leyenda dice que si Salama descubre un barco en esas aguas crea enormes olas y un gran remolino para hundirlo. Una vez que lo logra, Salama y sus hijas devoran a los marineros que en él navegan.
En el pasado, los marineros tenían pavor del hambre de Salama cuando se dirigían al Estrecho de Ormuz. Por ello llevaban ganado a bordo, como ovejas y cabras, que eran arrojadas al mar cuando veían un remolino, con la esperanza de que el apetito de Salama y sus hijas se saciara y así dejaran pasar tranquilamente a los marineros.
Como la mayoría de las leyendas, ésta tiene su parte de veracidad. El Estrecho de Ormuz está bordeado por montañas y acantilados y es el único paso entre dos grandes cuerpos de agua (Mar Arábigo y Golfo Pérsico), por lo que se convierte en una zona de aguas turbulentas y maremotos que causan usuales remolinos y amenazan la seguridad de las embarcaciones que lo sobrepasan. Al parecer, la historia de Salama y sus hijas se ha inspirado en un incidente que involucró a un barco de pasajeros que estaba navegando desde un puerto árabe a la India y que al surcar este punto se enfrentó a grandes olas y remolinos. El capitán dijo a la tripulación que las aguas turbulentas eran causadas por un demonio gigante y que para contenerlo debían de contentarlo con sus pertenecías. Los pasajeros temieron por sus vidas y siguieron los consejos del capitán. Al hacerlo, el barco se volvió más liviano y más fácil de manejar a través de las tempestuosas olas, por lo que logró cruzar el estrecho hacia el Océano Índico, popularizando a su vez la historia de Salama y sus hijas.
Khattaf Rafai
El mero hecho de oír el nombre de Khattaf Rafai trajo escalofríos a todas las mujeres jóvenes emiratís en el pasado y ayudó a los padres a mantener a sus hijos, especialmente a las mujeres jóvenes, lejos de los posibles peligros. Esta criatura aterradora aparece en las zonas costeras al caer la noche, especialmente ante mujeres jóvenes. Khattaf Rafai es conocido como el «secuestrador de mujeres» (Khattaf significa «secuestrador») y asume la forma de un barco. Sin embargo, es un barco mágico que adquiere extremidades cuando está en tierra firme. Antes de que las mujeres puedan percatarse, este ser balancea una larga cuerda para apresarlas. El único modo de que no logre su propósito es que las mujeres comiencen a recitar el Corán. Además es sabido que este ser teme enormemente a los hombres, especialmente cuando están en grupos.
Son múltiples las historias creadas alrededor de Khattaf Rafai. Quizás la más conocida es la de un grupo de mujeres que se encontraban dando un paseo nocturno en un pueblo costero y vieron un espectro oscuro que súbitamente se convirtió en el endemoniado barco. Mientras la criatura intentaba capturar a las mujeres, éstas comenzaron a correr y gritar hasta llegar a unas casas cercanas. Su llamada de ayuda fue escuchada por un hombre que salió de su casa y, tras una lucha, logró agarrar la cuerda que lanzaba esta criatura. Sin embargo, tras la pelea la criatura logró escapar, dejando allí su cuerda. Al no poder sobrevivir sin cuerda, volvió a la casa del hombre y le imploró que se la devolviera, prometiendo solemnemente que nunca más volvería a ese pueblo. El hombre accedió a retornarle la soga y Khattaf Rafai no fue visto desde entonces, pero el miedo a este ser continua presente.
Um Al Duwais
Um Al Duwais es descrita como una mujer tremendamente hermosa, joven y muy atractiva. Es alta y de gran elegancia y con una larga y embelesadora cabellera. Su cuerpo emite una fragancia sensual de almizcle y ámbar y su voz es suave y seductora. Está vestida de oro y quienes la ven quedan fascinados con su belleza. Esta mujer con apariencia cautivadora resulta ser en realidad un viejo y repulsivo demonio que atrae a los hombres a la muerte. Um Al Duwais usa sus dotes embaucadores y su fascinante belleza para engañar a los hombres y tentarlos para que pequen y cometan adulterio. Después revela su naturaleza aterradora matándolos.
Este estereotipo de personaje de leyenda es uno de los más antiguos y repetidos en todas las sociedades; creado, sin duda, para prevenir a los hombres del adulterio, así como explicar que la belleza externa puede ocultar en realidad una gran maldad en el interior y la idea de que una mujer engañosa puede usar su belleza física para alcanzar sus objetivos ocultos.
Esta leyenda está enormemente enraizada en la sociedad emiratí hasta el punto de que, aún hoy en día, el nombre de Um Al Duwais se usa incluso para una mujer que, por ejemplo, usan mucho maquillaje o parece ser sugerente para los hombres.
Um Al Helaan
Hay múltiples leyendas acerca de Um Al Helaan. Por un lado es descrita como un demonio o jinn, en otros relatos es narrada como una mujer con la cara deformada poseída por demonios y también es retratada como una bruja malvada con ojos profundos y agudos, siempre dispuesta a causar daño. Lo que es común en todas las historias es que Um Al Helaan asume la imagen de una anciana que inventa historias falsas y se vale de excusas para entrar en las casas de las personas. Una vez dentro de ellas, observa a los anfitriones y examina su casa y lo que en ellas hay. Al irse abandona el sitio echando maldiciones y mal de ojo al lugar y a sus moradores. También es capaz de infligir daño a las víctimas y difundir el odio entre las personas. El objeto de la envidia puede ser cualquier cosa, desde riqueza material y posesiones hasta belleza, salud o reputación. Este poder puede ser lo suficientemente fuerte como para infligir daño y desgracia al instante a las víctimas o tardar un tiempo.
Una chica emiratí me contó que cuando su abuela era joven solía reunirse todas las mañanas con sus amigas en la casa de una vecina, donde tomaban café y hablaban de diversos temas. Una mañana, mientras conversaban, una anciana apareció misteriosamente en la entrada del majli, una sala con uso social para sentarse y conversar a la entrada de las casas emiratís. La ama de la casa le invitó a pasar. Primero pensaron que era una mendiga que había encontrado la puerta abierta. Sin embargo ella explicó que había venido de un pueblo cercano para comprar en el zoco local pero que se encontraba fatigada de las compras y que necesitaba un poco de agua. En la tradición arábiga, marcada por el desierto, a nadie se le niega el agua, por lo que se la dieron y le invitaron a pasar descansar un rato. No obstante, la anciana empezó a actuar de un modo extraño, hablando sobre cosas sin sentido y saltando de un tema a otro, mientras sus ojos miraban fríos y penetrantes, escaneando sin parar a la habitación y las mujeres que en ella estaban. De repente como con cierto nerviosismo se levantó y se fue como huyendo, dejando a las mujeres desconcertadas. Al irse se dieron cuenta de que la mujer no había probado el agua ni había portado ninguna bolsa o paquete con sus compras. Además, la casa se encontraba muy lejos del zoco y tampoco estaba en una ruta accesible desde éste. Sin embargo, lo más extraño vino esa misma noche cuando una súbita y extraña enfermedad atacó inexplicablemente a la ama de la casa y la mantuvo postrada en cama durante dos días hasta que falleció; posteriormente su hija siguió el mismo trance. «Siempre supe que el extraño visitante no era más que Um Al Helaan», me dijo la emiratí que repetía constantemente su abuela.
Este personaje representa el «mal de ojo» u «ojo de la envidia», que es una creencia antigua y muy común entre las culturas de Oriente Medio; también notorio en culturas africanas y europeas. Según esta creencia, algunas personas poseen el poder maligno de la envidia por el que puede convertir la buena suerte de las personas afortunadas en las peores de las desgracias. No en vano el Corán cita al mal de ojo como «los infieles casi os hacen dormir con sus miradas» (68, 51), y entre los males de los que las personas deben de protegerse alude a «el mal de un envidioso cuando envidia» (113, 5). Ya se conocen la existencia de diferentes amuletos en la Antigua Mesopotamia para paliar el mal de Ojo y aún hoy en día es muy frecuente verlos en todas las casas de Oriente Medio con el mismo motivo. Es común ver algún objeto llamativo, como una cinta roja o violeta, a fin de atraer la mirada de los portadores de mal de ojo y así proteger a sus moradores o ver colgados amuletos o higas que sirven como escudo contra el mal. En especial es muy popular el conocido como nazar, piedra del mal de ojo. Al parecer la palabra nazar deriva del árabe «vista» o «ver». Se compone de círculos concéntricos o con formas de gotas con los colores azul oscuro (o negro), azul claro, blanco y azul oscuro, de vez en cuando un círculo de borde dorado. Se puede encontrar casi siempre presente en las oficinas y hogares, en joyas, en los vehículos, puertas, cosas para bebés e incluso cuadernos escolares o teléfonos móviles; obviamente cada uno protege lo que más quiere.
Um Al Soua’f Wa Leef
Este cuento popular emiratí nos presenta un tronco de palmera muerto e infértil, pero que se encuentra ocupado por un demonio o jinn en su interior por lo que puede atacar y dañar a las personas, emitiendo maldad y desencadenando actos pecaminosos. Um Al Soua’f Wa Leef se encuentra los desiertos, vertederos y granjas lejanas. La palabra Soua’f es un término árabe usado para describir las hojas de palmera y Leef es sinónimo de esponja.
Es famoso el cuento emiratí que relata cómo un hombre estaba en el desierto y se paró a descansar junto a una palmera, cuando de pronto vio como un tronco seco de palmera rodaba hacia él una y otra vez. El hombre se encontraba totalmente atemorizado al ser atacado por espíritus malignos y no supo qué hacer hasta que se puso a leer unos versos del Corán. Según la leyenda, con ello logró limpiar su cuerpo y purificar al demonio que le atacaba y recuperarse.
No cabe duda del fin protector de la leyenda. Por un lado, atemorizaba a las personas de ausentarse solos en el peligroso desierto para evitar que se perdieran o lastimaran y por otro enseñaba cómo leer los versos del Corán reporta protección y salvación.
Hemaret Al Qayleh
Hemaret en árabe es sinónimo de la hembra del burro y Al Qayleh significa siesta. La historia nos cuenta acerca de un horripilante híbrido cuya parte inferior es una mujer y su parte superior un burro. Este ser aparece al mediodía, cuando el sol es terriblemente fuerte en el desierto, y secuestra a los niños o les mata.
No cabe duda de que la historia era narrada para asustar a los niños y prevenir que salieran fuera bajo el fuerte sol del mediodía cuando el calor es más insoportable y peligroso y, sobre todo, que salieran solos. No en vano, en Emiratos las temperaturas al mediodía en verano llegan a los 50ºC y está prohibido por ley trabajar a la intemperie en esas horas punta para prevenir golpes de calor y muertes.
Al Jathoom
Al Jathoom es una criatura voluminosa y aterradora que ataca a las personas mientras duermen y los paraliza para que no puedan pedir ayuda. No queda claro si este demonio tiene alguna forma en particular o si adquiere diferentes aspectos según la ocasión, difiere según quien cuenta el mito. Normalmente suele tomar la forma de una mujer fea y aterradora de cabello largo y gris. Cuando Al Jathoom aparece, la persona siente algo pesado presionando su pecho y dificultando su respiración hasta casi asfixiarlo.
Según la tradición si la persona a la que ataca reza y cumple con los deberes religiosos del Islám, Al Jathoom se irá dejándola dormir. Si por el contrario se descuidan los prefectos de la religión, la criatura les lastima. Por supuesto, a quienes no practican la religión, esta criatura las matará sin piedad. Así pues, para poder prevenirse esta criatura se recomienda llevar una vida religiosa y ordenada, y rezar correctamente los rezos pertinentes antes de ir a dormir (Salat al-Isha).
Bu Diryan
Según los narradores emiratíes, Bu Diryan es un ser espeluznantemente feo y gigante que controla el agua y los mundos submarinos. Esta criatura tiene grandes cadenas que se envuelven alrededor de su cuello y sus pies. Se cuenta que estas cadenas son usadas para envolver a los niños que atrapa. El tintineo que provocan mientras camina por la playa y la costa es escuchado por la gente, provocando espanto.
Una vez más el uso de esta leyenda tiene la finalidad de salvaguarda la costa, asegurándose de que los niños se mantengan alejados del mar y sus peligros.
NOTAS
[1]Calleja Cabo, Jesús, El mundo encantado de Castilla y León. Museo Etnográfico de Castilla y León. Zamora, 2019.
[2]Swann Jones, Steven. The Fairy Tale: The Magic Mirror of the Imagination. Londres, 1995.
[3]Van Gennep, Arnold. La formación de las leyendas. (Facsímil de la edición de París, 1914) Barcelona, 1982.
[4]Swann Jones, Steven. Op.cit.
[5]Thompson, Stith. The Folktale. University of California Press. Londres 1977.
[6]Thompson, Stith. Op.cit.
[7]Thompson, Stith. Op.cit.
[8]Heard-Bey, Frauke. From Trucial States to United Arab Emirates: A Society in transition. Dubai, 2015.
[9]Gulf News. Building a Nation: 40 Years of the UAE in Pictures. Dubai 2011.
[10]Krane, Jim. Dubai: The Story of the World’s Fastest City. USA, 2009.
[11]Viorst, Milton.The storm from the East. The Struggle Between the Arab World and the Christian West. New York, 2007.
[12]Williams, Jeremy. Don’t They Know It’s Friday. A Cross-Cultural Considerations for Business and Life in the Gulf. Ajman, 2017.
[13]Al Marri, Roudha & Ilaria, Caielli. UAE 101 Stories and Cultural Learnings. Dubai, 2018.
[14]Grieve, Paul. Islam: Faith, Religion, Politics: the complete introduction. Londres, 2006.
[15]Hughes, Thomas Patrick. Dictionary of Islam; Being a Cyclopaedia of the Doctrines, Rites, Ceremonies and Customs, Together with the Technical and Theological Terms, of the Mohammedan Religion. Nueva Delhi, 2001.
[16]Al Qassimi, Arwa bint Faisal bin Sultan. Biladi: UAE the Land of History and Home of the Future. Abu Dhabi, 2008.