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Revista de Folklore número

456



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La jota de Alcuéscar

GUTIERREZ GOMEZ, Juan de la Cruz

Publicado en el año 2020 en la Revista de Folklore número 456 - sumario >



El municipio cacereño de Alcuéscar, incrustado entre las sierras del Centinela y de la Lombriz, se encuentra situado en lo que se conforma como el centro de la Comunidad Autónoma, en el límite con la provincia de Badajoz. Una población que hoy alcanza aproximadamente los tres mil habitantes y que, en sus buenos tiempos, allá por los mediados del pasado siglo, llegó a contar con cuatro mil quinientas almas.

La Villa fue fundada en el año 830 bajo la dominación musulmana. En la misma destacan la iglesia de Santa María del Trampal, templo visigodo que se construyó hacia el siglo vii, donde se encontraron lápidas e inscripciones dedicadas a la diosa prerromana Ataecina y con referencias, asimismo, a la ciudad celtibérica de Turóbriga. Está considerada monumento de carácter histórico-artístico.

Entre sus monumentos también la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, construida a finales del siglo xv, así como casonas señoriales que fueron levantadas por los grandes terratenientes, con algunas de ellas adornadas en sus fachadas con diferentes escudos y blasones de las familias más adineradas del pueblo de Alcuéscar en el pasado, dejándose constancia de la historia y nobleza de la villa.

Alcuéscar fue, asimismo, encomienda de la Orden de Santiago. Su nombre procede de cuando la repoblación de los árabes, que llegaron desde aquellas tierras granadinas de Guéscar, para tomar, posteriormente, el prefijo «al», convirtiéndose en Alguéscar. Más tarde, por tanto, pasó a ser Alcuéscar. Una localidad por la que cruza la Vía de la Plata, y que cuenta con un Albergue de Peregrinos, en la Casa de la Misericordia de los Esclavos de María y de los Pobres, que fuera levantada el año 1949 por el sacerdote Leocadio Galán.

De calurosos veranos y suaves invierno existen dehesas, con profundos y frondosos encinares y alcornocales con grandes manchas de encinas jaras, alcornoques, monte bajo así como buenos pastizales.

Entre sus festividades es de reseñar las procesiones de Semana Santa, destacando el paso de La Burrina, acompañado por personas de todas las edades ataviadas con indumentaria hebrea.  Asimismo la noche del Viernes Santo representa para muchos alcuesqueños los momentos más emotivos de la Semana Santa del pueblo. Sobre todo cuando, sobre la media noche, la Virgen de los Dolores, rigurosamente vestida de luto, recorre las calles del pueblo en la procesión de la Soledad. Una procesión en la que se vuelca prácticamente todo el pueblo y con un elevado número de personas acompañando a la imagen con velas y, también, en medio de un rosario de promesas.

La Jira tiene lugar el lunes de Pascua, en Alcuéscar con toda la población en la Finca Municipal, conocida como la Casa de los Tomates. Se celebra el Día de la Romería junto a una gran algarabía del paisanaje, se instalan los ranchos, se come, se bebe, se canta y, más tarde, se procede a un baile continuado hasta el atardecer. Un momento de gran solemnidad en la vida de la fiesta con la presencia de la Virgen Labradora.

El 1 de Mayo tiene lugar la conmemoración de la Cruz de Mayo. Un día en el que en buena parte del vecindario se alzan altares, primorosamente engalanados, y que reciben las visitas de todos los habitantes de la localidad mientras se procede a la degustación de dulces típicos del pueblo elaborados con un inmenso amor por las vecinas, echando mano del recetario histórico y tradicional de Alcuéscar.

Más tarde, siguiendo el recorrido del calendario festivo, se celebra la Feria de la Tenca y el Vino. Una Feria que, de año en año, gana más adeptos y visitantes de diversos lugares de Extremadura mientras corren los buenos caldos y se saborean las deliciosas tencas de las charcas y humedales como son, por ejemplo, los de la Charca del Cura y el Pantano, Es la tenca, para conocimiento de los lectores de la revista Folklore, un pez de agua dulce, muy preciado en toda la provincia cacereña y de altos precios en plena temporada, llegando a rivalizar con los pescados más caros del momento.

Con el mes de agosto el municipio de Alcuéscar procede a sacar y a izar la bandera de la Fiesta del Emigrante, un mal endémico que cruza con toda su crudeza la geografía extremeña. Fiestas en honor de tantos y tantos que, en su día, tuvieron que atravesar, entre lágrimas, las lindes municipales para enrolarse en el tren migratorio. Uno de los dramas más relevantes de la historia social y económica de Extremadura, que hoy, sigue perdiendo población en todos sus municipios y grandes ciudades,

Posteriormente en el calendario figuran las Fiestas Patronales en honor de la Virgen del Rosario. Todo el pueblo aparece hermosamente adornado, el paisaje humano se encuentra repleto de mujeres, de jóvenes, de niñas, que se engalanan y lucen los refajos y el traje típico del pueblo, Se aúnan numerosas voces y coros que entonan, preferentemente, la Jota del Candil, se elaboran las típicas y riquísimas roscas de piñonate. Más tarde se lleva a cabo la ofrenda floral, se procesiona a la Virgen con saludos y voces de «¡Viva la Virgen del Rosario!», se procede al tradicional Ramo y todos pujan por ayudar como buenamente pueden a la iglesia.

Una Fiesta que, como en todos los pueblos de la geografía festiva extremeña, se decora con un ornamento variopinto de bailes, encierro de vaquillas, campeonatos diversos, largos paseos, calle arriba, calle abajo, luciendo el traje típico de la localidad y otras manifestaciones festivas.

Por último destaquemos La Chaquetía. Una celebración en la que el vecindario alcuesqueño procede al aprovechamiento de los frutos típicos de la época, como son y resultan las castañas, las nueces, las almendras, las granadas...

A la hora de hacer referencia a los platos típicos de la localidad cacereña de Alcuéscar se encuentran, entre otros, el escabeche de habas, el frite, como es tradicional en toda la región extremeña, en base a las excelentes carnes que se encuentran en la provincia, tanto de cabrito como de cordero y de cerdo.

También hemos de reseñar, en este desfile gastronómico y culinario, las migas, tal cual las elaboran los pastores de aquellos tiempos, y las sopas de tomate, que se suelen acompañar con un sofrito con pimiento y albahaca.

Todo ello, claro es, adobado con buenos y ricos caldos de la localidad. En el panorama de la dulcería sobresalen las roscas de piñonate, en base a la miel, los quesos de almendra, las perrunillas, las flores y las roscas fritas.

Respecto a los hijos ilustres hemos de citar a: Eduardo Hernández Pacheco y Estevan, doctor en Ciencias Naturales, Catedrático de Geología en la Universidad Central de Madrid, creador de la Sociedad de Expansión de la Enseñanza, y autor del Mapa Geológico de España.

También Francisco de Cáceres, que se alistó muy joven en los Tercios Españoles, luchó en Flandes, Nápoles y Norte de Africa, participando, asimismo, en la batalla de San Quintín y embarcándose en 1569, como capitán de la expedición de Diego Hernández Serpa, camino de Venezuela, siendo gobernador de La Grita, y fundador de diversas ciudades como Altamira de Cáceres, actualmente Barinas, Alcántara, Santiago de las Atalayas y otras.

Rafael García-Plata de Osma, escritor y folklorista, articulista especializado en costumbrismo y la más variada temática etnográfica, colaborador de Ramón Menéndez Pidal, que recogiera numerosas coplas, cuentos y romances. Entre sus obras sobresalen «Demosofía extremeña», «La musa religiosa popular», «Coplero de lilas blancas» y otras.

Francisco Huertas y Barrero, licenciado en Medicina regentó el Servicio de Medicina en el Hospital General, al frente del cual permaneció hasta su jubilación, miembro del Real Consejo de Sanidad, Vicepresidente de Sección de la Academia Médico-Quirúrgica, senador, Gran Cruz de Isabel la Católica. Publicó numerosos trabajos de gran relieve clínico científico, tales como «La erisipela», «Neumonías poco frecuentes», «La pleurotomía», «Corazón y vasos», «La viruela», «La Malaria y su tratamiento», «Terapéutica de los sudores en los tísicos», y otros.

Natividad Gabriel Cañamero. (1894-1959), figura en la historia de la localidad altoextremeña como personaje muy popular, organizadora de fiestas y actos religiosos, poetisa, muy devota de la Virgen del Rosario y defensora de la fe. Escribió muchos poemas, «Siembra del Lino», «Honores a mi Pueblo», y uno de especial significado que podría considerarse como el Himno de la villa de Alcuéscar.

De este modo, pues, nos adentramos en la Jota de Alcuéscar, también conocida como «Jota del Candil».

La «Jota de Alcuéscar», en la provincia de Cáceres, también conocida en la Alta Extremadura como «Jota del Candil», se conforma como una de las danzas folklóricas de mayor relieve en la provincia. Una jota típica y popular que hoy divulgan, prácticamente, todos los grupos de Coros y Danzas. He aquí su curiosa historia.

Por circunstancias que parecen desconocerse, no existía una danza popular típica, propia del municipio, que expresara el sentir colectivo entre jotas y bailes, arrancando decenas de años atrás. Tal como se han ido recogiendo a lo largo del tiempo, afortunadamente, en todos los pueblos extremeños, gracias al empeño y el trabajo de prestigiosos folkloristas e investigadores como Manuel García Matos, Angelita Capdevielle, Domingo Sánchez Loro y Valeriano Gutiérrez Macías, entre otros.

En este sentido es de señalar que un buen día Natividad Gabriel Cañamero, mujer dinámica y defensora de la sensibilidad de las tradiciones y los valores del pueblo, quiso recoger el mejor sentir de las gentes de la tierra a través de la hondura y raigambre de las gentes alcuesqueñas y entrelazándolos con la patrona del municipio.

Hasta donde hemos podido conocer, la jota tiene su origen en el año 1952, con motivo de la inauguración de la ermita Redonda, que se construyó en honor de la Virgen de Fátima. Por lo que la «Jota del Candil» se estrenó, de forma oficial, cuando se inauguró y bendijo la ermita.

Con esos ingredientes un buen día se difundió por el pueblo su poesía titulada «Jota del Candil, que, en el correr de los tiempos, se transformaría, curiosamente, por un lado como una representación emblemática de la localidad, por otro, en lo que se ha dado en llamar como himno de Alcuéscar, y, asimismo, casi como, a través de un fenómeno sorprendentemente llamativo, en una de las jotas más populares de la provincia de Cáceres.

Y lo que aún resulta más importante: abrirse un hueco de relieve entre un repertorio de llamativa relevancia como son «El Redoble», jota dieciochesca cacereña, «El pollu», de Montehermoso, la «Jota de Guadalupe», «El Perantón», de Zarza de Granadilla, «La Vitorina», entre otras muchas, que enriquecen, al medio del ritmo entre bandurrias, laudes, guitarras, botellas raspadas con cucharas, flautas, tamboriles, castañuelas, panderetas, la magnitud del folklore altoextremeño.

Como la historia va por partes, y con ese hilo argumental, Natividad quiso escoger ese aire que imprimían en aquellos entonces los mozos del pueblo cuando acudían al baile con un candil con el que se alumbraban tanto en la calle como en el baile en medio del jugueteo de las sombras de la vela, a través de una imagen de entonces. Mozos que acudían con una capa entre los fríos invernales.

Asimismo la autora, llevada de una gran capacidad imaginativa, introdujo en la esencia de la poesía una muy original y curiosa estampa, como es la que surge y emana, en determinados momentos de la danza, entre mozos y mozas, al detenerse la ejecución e interpretación de la misma.

Entonces los bailaores y las bailaoras de la «Jota del Candil» se reúnen por separado, para charlar de sus asuntos, hasta que, poco después, los muchachos se arrancan, de uno en uno, a las jóvenes para expresarle, a través de una coplilla, requiebros o piropos cuajados de sentimientos y amores que producen curiosidad, sorpresa y admiración por parte de los que contemplan la más que curiosa escena tradicional, folklórica y amorosa. Dichas coplillas o piropos son conocidos, popularmente, como «bombas».

Tras unas «bombas», la mayoría de corte picaresco o «picante», como se suele expresar, se reanuda el baile, siempre alegre y variado. Las mozas y los mozos se sonríen alegremente, denotándose la complicidad entre ellos, mientras las miradas de unos y otras, de otras y unos, van encaminadas a esas relaciones que salen del alma de los bailaores.

Finalizadas las bombas», el coro y los músicos solían gritar: «¡Venga, que lo bailen!». Y, también: «A ver, aquel que tenga el sombrero quitao, que se le ponga! Venga a bailarlo».

Entonces volvían a sonar los acordes musicales y se reanudaba la «Jota del Candil», de Alcuéscar, entre el alegre sonar de los acordes musicales y las risueñas voces de los componentes de los coros y danzas y agrupaciones folklóricas.

Posteriormente se vuelve a detener la danza y se producen nuevos piropos...

El pueblo de Alcuéscar tiene (bis)
un orgullo bien fundado,
porque tiene de patrona
a la Virgen del Rosario.
(Estribillo)
Dicen los segadores
que van segando,
quien bebiera tu agua.
Fuente´l Castaño,
Fuente´l Castaño, niña,
Huerta la Orden,
para estar más cerquita
de mis amores.
Brilla la ermita redonda (bis)
como el anillo en el dedo,
que va lleno de diamantes,
más brilla la Virgen dentro.
Dicen los segadores, niña chiquita,
quien estuviera cerca de aquella ermita.
De aquella ermita, niña, de aquella ermita,
pa´ rezarle el rosario a la Virgencita.
¡Bomba!
En nuestro pueblo de Alcuéscar
se crían buenas mozas,
humildes y trabajadoras
como manojos de rosas.
¡Bomba!
Aunque tu madre te esconda
debajo de una baldosa,
mañana por la mañana
te tomaré por esposa.
¡Que baile!
Va subiendo por la cuesta (bis)
a la cima del Calvario,
la que apareció en la ermita
con el Rosario en la mano.
(al estribillo)
¡Bomba!
Siempre te he de querer
con amor y con dulzura,
porque tú eres la mujer
más guapa de Extremadura
¡Que baile!
Va subiendo por la cuesta (bis)
a la cima del Calvario,
la que apareció en la ermita
con el Rosario en la mano.
Dicen los segadores, niña chiquita,
quien estuviera cerca de aquella ermita.
De aquella ermita, niña, de aquella ermita
pa´ rezarle el rosario a la Virgencita.
El pueblo de Alcuéscar tiene (bis)
un orgullo bien fundado,
porque tiene por patrona
a la Virgen del Rosario.

Ya con la poesía, aplaudida por todo el pueblo, Natividad la estudió junto al coadjutor de entonces, y para la que Pedro Cámara y Quico Gil, bajo la coordinación del sacerdote Leocadio Galán Barrena, natural de la localidad pacense de Calamonte, que se incorporó al pueblo en 1932, compusieron la música. Interpretada y adaptada con la forma de llevar a cabo una música de aire folklórico, alegre y con mucho ritmo.

Pedro Cámara, Quico Gil y don Leocadio – que fuera fundador de la Casa de Misericordia «Los Esclavos de María y de los pobres»– acogieron el encargo con todo cariño, se comprometieron con el mayor empeño y se volcaron con la «Jota del Candil». Como consecuencias, la obra salió adelante.

Posteriormente, con las cátedras ambulantes de la Sección Femenina, y en base a los pasos y ejecuciones de otras danzas típicas de la provincia, se fue dando pie y vida, paulatinamente, poco a poco a la «Jota del Candil». De este modo, con los mozos y mozas ataviados con la indumentaria popular se perfeccionó y elaboró lo que, hoy, se conforma como una danza popular extremeña de gran calado, belleza y ritmo.

Señalemos, asimismo que con el paso del tiempo, y al formar parte dicha jota del repertorio folklórico de agrupaciones de la entidad como la de los Coros y Danzas de la Sección Femenina de Cáceres, dirigidos por Angelita Capdevielle, y, más tarde, por Pepi Suárez, se fueron incrementando las «bombas» o piropos.

De tal forma que ya, allá por los años sesenta, se lanzaban y escuchaban otras como:

Morenita,
te quise desde que supe
que morena es
la Virgen de Guadalupe.
O:
¿Fuiste tú la que metiste
a San Antonio en un pozo
y le diste de zambullías
hasta que te sacó novio?
O:
Aunque hogaño no aiga trigo,
ni tampoco sementera,
yo me casaré contigo,
quiera tu madre o quiera.
O:
Cuando llegará el día
y aquella feliz mañana
en que nos traigan a los dos
el chocolatito a la cama.
O:
Eres como el pino verde
que arriba tiene la copa,
eres como el caramelo
que se deshace en la boca.
O:
Cacereña,
campesina,
eres la mujer más fina,
que Dios ha plantado en la tierra.
O:
Tengo un canario en mi casa,
que canta cuando te nombro,
mira si te nombraré veces...,
que mi canario está ronco
y tú no te lo mereces.
O:
Con un pie en el umbral
y otro en el tejao
mira si por tu querer
yo ando espatarracao.
O:
Eres chiquita como almendra,
maura,
la muchacha ma bonita
que pasea por Ehtremaura.
O:
La madre que te parió
tuvo que ser pastelera.
porque un bombón como tú
no lo fabrica cualquiera.
O:
Eres alta y buena moza,
como junco de ribera,
la muchacha más bonita
que pasea por Higuera.
O:
Cuando paso por tu casa
me dí un fuerte tropezón,
y no fuiste pa decirme:
Levántate, corazón.
O:
Morena, yo quisiera sel
la cinta de tu mandil,
pa ceñilmi a tu cuelpu
sin poelu resiltí.
O:
Aunque estás por tu hermosura
siendo el antojo de muchos,
si no te casas conmigo
no te casas con ninguno.
O:
Eris alta y güena moza,
como ramuju e retama,
la muchacha más guapina
d´entri todas las serranas.
O:
Quiera tu madre o no quiera
te la tengo que meter,
la media por la pierna
y el zapato por el pie.
O:
El diablo son los hombres,
suelen decir las mujeres,
pero toas están deseando
que er diablo se las lleve.

Las «bombas» representan por su curiosidad y peculiaridad, dentro de las danzas típicas y populares de Extremadura, una particularidad muy específica de la misma.

Como añadido y anécdota hemos de señalar  que en algunos viajes de los que realizaba dicho grupo folklórico a poblaciones del país hermano de Portugal, algunas de estas «bombas» se expresaban en el idioma luso. Como ejemplo podemos citar la siguiente:

Eres como o piñeiro verde
que ensima ten a copa,
eres como o rebosado
que se desfa na boca...

Lo que, como es de suponer, provocaba el jolgorio y el aplauso de los espectadores portugueses ante el lanzamiento de las «bombas» de la «Jota del Candil».

Asimismo es de especificar que en la historia de la «Jota de Alcuéscar», se encuentran otras numerosas «bombas», o piropos, como, por ejemplo, el que dice:

Quisiera una argolla
donde cuelgas el candil,
para verte desnudar
y para verte vestir.
O:
La Virgen de Guadalupe
tiene la cara triste,
por ti, extremeña bonita,
que el corazón le partiste.
O:
Yo no paso por tu puerta
ni aunque me lo mande el cura,
porque temo más a tu padre
que a un toro de Miura.
O:
Debajo del delantal
tienes un conejo vivo,
aquí tengo la escopeta,
si quieres le pego un tiro.
O:
Cómo le gusta a tu madre
que te venga a rondar,
que te traigo cacahuetes
y se come la mitad.
O:
Si quieres que vaya a verte
ponle a tu perro cadenas,
que ayer tarde me mordió
por ver tu cara morena.

Asimismo hemos de dejar constancia de que la Cruz del Calvario, como se denominaba al Cerro, un icono para todo el paisanaje alcuesqueño, fue subida hasta el mismo en un carro tirado por bueyes.

Una cruz que, igualmente, se alza hacia los cielos como un icono de relevancia en la localidad cacereña de Alcuéscar.

NOTA: Con información de Eufemia Burdallo, presidenta de la Agrupación Folklórica Virgen del Rosario y Lola Silva, Página Web Ayuntamiento de Alcuéscar y Página web Folklore Extremeño.



La jota de Alcuéscar

GUTIERREZ GOMEZ, Juan de la Cruz

Publicado en el año 2020 en la Revista de Folklore número 456.

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