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I INTRODUCCION
Traemos hoya nuestra sección un interesante instrumento que, aunque se encuentra distribuido por una extensa área geográfica europea, es también muy hispánico y muy antiguo: el albogue.
Bajo esta denominación encuadramos instrumentos de una gran afinidad, aerófonos, formados generalmente por dos cuerpos de flauta paralelos y juntos, cuyos extremos terminan en uno, dos, o varios pabellones hechos con cuernos de vacuno.
El Diccionario de la Lengua recoge los vocablos "albogue" y "albogón" con las siguientes acepciones:
"Albogue". (Del árabe "al-buq", la trompeta) m. Especie de dulzaina. / /2. Instrumento músico pastoril de viento, compuesto de dos cañas paralelas con agujeros, un pabellón de cuerno y una embocadura, dentro de la cual hay dos cañitas con lengüeta, todo ello sostenido por una armadura de madera. / /3. Cada uno de los dos platillos pequeños de latón que se usan para indicar el ritmo en las canciones y bailes populares.
((Albogón". (Aumentativo de "albogue") m. Instrumento antiguo de madera, de unos nueve decímetros de largo, a manera de flauta dulce o de pico, con siete agujeros para los dedos, el cual servía de bajo en los conciertos de flautas. / /2. Instrumento parecido a la gaita gallega.
Queda, pues, claro que existen en castellano cinco acepciones correspondientes a los dos vocablos citados. De ellas la segunda de "albogue" es la referente al instrumento objeto de nuestro breve estudio.
En España apenas quedan ya albogues. En Castilla, Manuel García Matos había detectado la llamada por él "gaita de la sierra de Madrid"; en Vascongadas y Navarra quedan algunas albokas y, posiblemente muy pocos "albokaris".
Dentro; del tipo de albogues castellanos, como la gaita serrana mencionada, el cuerpo del instrumento está formado por una sola caña o flauta, con cuatro o cinco orificios, y las albokas vascas por dos cañas, una de cinco orificios y la otra de tres. A la alboka suele acompañar el ritmo de una pandereta.
Felipe Pedrell, en su "Emporio Científico e Histórico de Organografía Musical Antigua Española", llama "albogón" al instrumento pastoril, especie de flauta rústica, muy usada -dice- antiguamente para acompañar canciones y bailes campestres. El nombre de "albogue"-añade-, el tiple de la familia, sin duda, se halla en todas las poesías y novelas bucólicas antiguas. La embocadura y la campana (por eso llama probablemente el Arcipreste de Hita al individuo grave de la familia, "albogón"), según la descripción que dan algunos autores, eran de cuerno con dos cañas de tres agujeros. para formar una escala no muy extensa.
En cuanto al "albogón", dice Pedrell, que en uno de los apólogos del "Conde Lucanor", de D. Juan Manuel, procedente al parecer, de fuente arábiga, se habla del "añadimiento" de un rey moro que perfeccionó el "albogón" dotándole de un agujero. y termina diciendo Pedrell que la calificación de "finchado" que le aplica el Arcipreste, conviene a la denominación de "cornamusa" dada por algunos autores al citado instrumento, confundido, también, y quizá no sin razón, con el "oboe" o con un individuo de la familia de las "bombardas".
Finalmente señalemos que albogues y albokas apoyan sus cañas flautadas en unas piezas de madera hemicirculares llamadas "yugos".
II. SINONIMIA
Español.-"Alboch" (Cataluña), "Albogón", "Albogue" (Castilla), "Albogues", "Alboka"(Vasconia), "Albokas", "Gaita".
Inglés.-"A pastoral flute", "Hornpipe", "Pibcorn", "Stockhorn".
Francés.-"Alboguet", "Cornemuse", "Flüte rustique".
Alemán. -"Dudelsack", "Hirtenpfeife", "Schalmei".
Italiano.-"Flauto".
Portugués .-" Albogue".
Finlandés.-"Lavikko", "Pilli".
Ruso.-"Jaleika".
Servio.-"Diple jednocijevne", "Diple jednostruke s rogon", "Diple s rogon i piscima".
III. ANTECEDENTES
El origen de los albogues, de acuerdo con Balfour, es asiático y, como afirma García Matos, de regiones quizás no muy alejadas del Indostán. Entran en Europa a través de las emigraciones de gentes asiáticas, bien por las invasiones, bien por el simple tránsito. El doble clarinete de la India, según Balfour, parece avalar semejante tesis, pues las cañas o tubos flautados, a más de estar pegados con cera entre sí y a la boquilla -señala García Matos-, tienen los mismos agujeros que se registran en la "alboka" -tres y cinco, respectivamente, y con análoga colocación-, y el cuerno-pabellón se sujeta al instrumento mediante una cuerda (en la alboka con unas cadenillas), para evitar su caída al suelo.
Es también muy probable que el albogue haya sido introducido concretamente en España por los árabes, y que bien ellos o bien los propios españoles, hayan inventado el soporte o "yugo" del instrumento.
En las miniaturas que encabezan las cantigas de Santa María del Rey Sabio, números 220 y 340, aparecen clarísimamente representadas albocas tañidas por posibles juglares.
García Matos descubrió sendos albogueros en el pórtico de la Colegiata de Toro (Zamora), en la puerta principal de la catedral de Burgo de Osma (Soria) y en el pórtico de la iglesia de Santa María del pueblo zaragozano de Uncastillo. En el toresano alboguero se aprecia hasta el detalle de los bordes del pabellón acústico del instrumento en la típica forma de dientes de sierra, como en las albokas.
Etimológicamente la palabra "albogue" parece derivar del árabe, quizás de la palabra morisca "alboke".
En nuestra literatura el albogue aparece ya citado en el siglo XIII, en el "Poema de Alexandre":
El pleyto de ioglares era fiera nota,
Auye hy simfonía, arpa, giga e rota,
Albogues e salterio, cítola que más trota,
Çedra e viola que las coytas enbota.
En el siglo XIV, Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, en su "Libro de Buen Amor", conocido también por "Libro de Cantares", que con el"Libro de Patronio y el Conde Lucanor" del infante don Juan Manuel, constituyen las máximas creaciones literarias castellanas del siglo, en la "Llegada de Don Amor y Don Carnal", "De como don Amor e don Carnal venieron e los salieron a rresçebir", dice:
El pastor lo atyende por fuera de carrera,
Teniendo su çanpoña é los alobogues, espera;
Su moço el caramiello, fecho de cañavera;
Tanía el rabadán la çítola trotera.
Ramón Menéndez Pidal, en su "Poesía juglaresca y juglares", nos dice que, en 1330, el Arcipreste de Hita, refiriendo "cómo clérigos e legos e flayres e monjas e dueñas e joglares salieron a recebir a don Amor", concierta la más gozosa algazara juglaresca que han escuchado los siglos:
dulcema e axabeba, el finchado albogón,
çinfonía e baldosa en esta fiesta son,
Juan del Enzina, el XV-XVI, introduce los albogues en el texto de sus villancicos, recogidos en el Cancionero de Palacio o de Barbieri.
Posteriormente, Lope de Vega, Góngora, Cervantes y otros citan el albogue. Cervantes en el Quijote da una definición del albogue que no tiene nada que ver con el instrumento en cuestión. En el capítulo LXVII, de la parte II, "De la resolución que tomó Don Quijote de hacerse pastor y seguir la vida del campo, en tanto que se pasaba el año de su promesa, con otros sucesos en verdad gustosos y buenos", se dice:
-¡Válame Dios -dijo Don Quijote-, y qué vida nos hemos de dar, Sancho amigo! ¡Qué de churumbelas han de llegar a nuestros oídos, qué de gaitas zamoranas, qué de tamborines, y qué de sonajas, y qué de rabeles! Pues ¡qué, si entre estas diferencias de música resuena la de los albogues! Allí se verán casi todos los instrumentos pastorales.
-¿Qué son "albogues" -preguntó sancho-, que ni los he oído nombrar, ni los he visto en toda mi vida?
-"Albogues" son -respondió Don Quijote- unas chapas a modo de candeleros de azófar, que, dando una con otra por lo vacío y hueco, hace un son que, si no muy agradable ni armónico, no descontenta, y viene bien con la rusticidad de la gaita y del tamborín; y este nombre "albogues" es morisco, como lo son todos aquellos que en nuestra lengua castellana comienzan en "al", conviene a saber: "almohaza", "almorzar"...
Miguel Querol Gavaldá afirma que para Don Quijote los "albogues" eran una especie de platillos como los de las bandas de música, "estamos por pensar -dice- que Don Quijote, excepto el nombre de "albogues", no sabía más de ellos que Sancho. Casi nos atrevemos a decir -añade Querol- que la explicación que Don Quijote da de los "albogues" es un rasgo humorístico de Cervantes, que puso en boca de nuestro caballero una respuesta disparatada a la pregunta de su escudero, y este rasgo de humor ha sido tomado en serio por algunos, dando lugar a la segunda acepción del vocablo "albogues", como significando una especie de platillos. Nos permitimos esta afirmación como una hipótesis aceptable, mientras no conozcamos otros textos que corroboren esta excepcional explicación que de los "albogues" hace Cervantes".
Asimismo, Querol cita las palabras de Covarrubias en su "Tesoro" definiendo el "albogue": cierta especie de flauta o dulzaina. ..de la cual usaban en España los moros, especialmente en sus zambras. Está el vocablo corrompido de "albuque"...que vale tanto como trompetilla o instrumento de boca para sonar".
Respecto al "albogón" también confirma Querol Gavaldá que con tanta frecuencia como los "albogues" hablan nuestros antiguos escritores de aquél, y cita la definición que ya conocemos sobre el "albogón" de Felipe Pedrell.
Por cierto, Pedrell plantea una cuestión muy interesante en su "Emporio Científico e Histórico de Organografía Musical Antigua Española" al expresar que el Arcipreste de Hita, autoridad muy abonada, en uno de los fragmentos más citados de su poema entrando de rondón en la teoría de los modos árabes, nos declara los instrumentos que convienen o no convienen a los cantares de arábigo, curiosísima página de arqueología musical con vistas a la técnica:
"Arábigo non quiere la biuela de arco,
Sinfonía, guitarra non son de aqueste marco,
Cítola, odrecillo non aman caguil hallaco,
Mas aman la taberna, e sotar con bellaco.
Albogues, e mandurria, caramillo e çamponna,
Non se pagan de arábigo cuanto dellos Bolonna,
Como quier que por fuerza disenlo con vergonna
Quien gelo desir fesiere, pechar debe colonna."
A continuación, Pedrell destaca una segunda cuestión muy importante, cual es la de "la cronología instrumental del archipreste de Hita estudiada bajo el punto de vista del acoplamiento técnico de los instrumentos". Dice, en efecto, Pedrell que se nota en el desfile organográfico ideado para recibir a Don Amor , cierto plan de agrupamientos instrumentales, al parecer deliberado y del cual puede sacar algún partido la técnica organográfica en la parte que se refiere a la combinación de los instrumentos entre sí. Desde luego -sigue diciendo- llama la atención que abran el desfile instrumental los "atambores" y que lo cierren "trompas", "añafiles" y "atambales"... A todo esto los "órganos realejos" acompañarían perfectamente al grupo de cantores que, entonando "chanzones e motetes" alusivos al acto, precedían a la pequeña orquesta bucólica de "flautas" y "albogón", entablando, como instrumentos cantantes, diálogos melódicos acompañados por los sones de la "dulçema", la "baldosa", la "cinfonía", la "bandurria" y el "odrecillo".
En el siglo XVIII, Tomás de Iriarte, en su poema "La Música", Canto II, se refiere también a los albogues:
Perficiona después y dulcifica
Sus rabeles groseros,
Albogues, cornamusas y trompetas,
Humildes caramillos y panderos,
Chirimías, dulzainas y cornetas.
En Inglaterra aparecen tres instrumentos muy afines al albogue: el "hornpipe", el "stockhorn" y el " pibcorn". Del primero nos dice el ilustre musicólogo Percy A. Scholes que es un instrumento en desuso y que consistía en un tubo de madera con una lengüeta batiente simple y un pabellón como el del corno; era común en las regiones célticas de Gran Bretaña. Para el mismo musicólogo inglés, el "stockhorn" es un antiguo instrumento escocés también en desuso, formado por un tubo de madera con agujeros para los dedos, o bien hecho con el fémur de una oveja con los mismos agujeros; el cuerno (horn) es de vacuno, fijado al extremo del "stock" (tubo o tronco), en cuyo otro extremo hay una boquilla con una lengüeta (una lengüeta batiente simple, como la del clarinete).
El nombre de "hornpipe", dice Scholes, se usa además para designar un instrumento muy similar al "stockhorn". El "pibcorn" galés es también casi idéntico y se encuentran instrumentos de características semejantes en las provincias vascongadas españolas -concreta Scholes-, en el archipiélago griego, en Arabia, Persia, India y China. El gran interés que ofrecen estos instrumentos -termina diciéndonos Scholes- está en su distribución geográfica, pues coincide con la de los monumentos megalíticos.
En Marruecos los moros tañen unos instrumentos muy parecidos a los albogues, sin yugo, compuestos de dos tubos largos rematados por sendos cuernos grandes de buey.
En Finlandia el "lavikko" o "pilli" es un tipo de albogue de tubo corto, con cuatro agujeros en el mismo, con la lengüeta al aire y un pabellón de cuerno.
En Rusia la "paleika" es otro tipo de albogue con un tubo de cuatro orificios, al igual que el finlandés, pero su pabellón es de corteza de abedul. La "jaleika", puede presentar también seis y siete agujeros, asemejándose en esto al "pibcorn" galés, cuyo origen situaba Balfour en Oriente, y cuyo uso principalmente era propio de los pastores y campesinos de la isla de Anglesey y del país de Gales.
IV. ACERCA DE LA CONSTRUCCION DE LA ALBOKA
Uno de los pocos albokaris -tañedores de alboka vasca- y estudiosos que quedan, Mariano Barrenechea -en colaboración con el P .Jorge de Riezu-, expone con todo detalle la construcción de la alboka en su libro titulado"Alboka. Entorno folklórico". y así, muestran cómo construir buenos tubos sonoros, a partir de la elección conveniente de varas bien curadas; la construcción de las espitas, una de las piezas más importantes de la alboka; el ensamblaje de espita y tubo, que debe ser perfecto, pues los posibles escapes de aire dan lugar a notas defectuosas; la construcción de la boquilla y del pabellón, que suelen ser de ganado vacuno, prefiriéndose los de vaca pirenaica -dicen Barrenechea y Riezu-, rojizos y finos, sobre lo que están de acuerdo los albokaris; el yugo, soporte de los tubos sonoros y asidero del instrumentista, pieza de la alboka que se presta a una mayor ornamentación (hasta nueve tipos de yugos señalan estos autores), y, finalmente, el empleo de los elementos complementarios en la construcción de la alboka: la cera y el hilo, fundamentales en la preparación de la lengüeta y en la sujeción de piezas y recubrimiento de juntas.
V. BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
ANUARIO MUSICAL. Vol. XI (1956). Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Barcelona, 1956.
BARRENECHEA, José Mariano y RIEZU, P.Jorge de: Alboka. Entorno folklórico. Archivo Padre Donostia. Lecaroz (Navarra), 1976.
CERVANTES SAAVEDRA, Miguel de: Obras Completas. Recopilación, estudio preliminar, prólogos y notas por Angel Valbuena Prat. Aguilar, S. A. de Ediciones. Madrid, 1965.
IRIARTE, Tomás de: La Música. Poema. Imprenta Real. Madrid, 1779. (Edición Príncipe)
KOBOLA, A., ZUPANOVIC, L. y MALIC, J.: Tradicijska narodna glazbala jugoslavije. Zagreb, 1975.
MENENDEZ PIDAL, Ramón: Poesía juglaresca y juglares. Espasa-Calpe. Madrid, 1975.
MUSICAL INSTRUMENTS OF THE WORLD. Paddington Press. London, 1976.
PEDRELL, Felipe: Emporio Científico e Histórico de Organografía Musical Antigua Española. Juan Gili librero. Barcelona, 1901.
POETAS CASTELLANOS ANTERIORES AL SIGLO XV. Biblioteca de Autores Españoles. (Colección Rivadeneyra). Ediciones Atlas. Madrid, 1952.
QUEROL GAVALDA, Miguel: La música en las obras de Cervantes. Ediciones Comtalia. Barcelona, 1948.
RUIZ, Juan (Arcipreste de Hita): Libro de Buen Amor. M. Aguilar. Editor. México, 1976.
SCHOLES, Percy A.: Diccionario Oxford de la Música. Editorial Sudamericana. Buenos Aires.