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Revista de Folklore número

439



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Cotejo de animales invertebrados en «La Celestina» y «La Lozana andaluza»

SANTIAGO ALVAREZ, Cándido

Publicado en el año 2018 en la Revista de Folklore número 439 - sumario >



1. Introducción

Dos obras de similar factura, muy significativas de nuestra literatura clásica, hicieron su aparición de manera sucesiva en un corto lapso, una, Tragicomedia de Calisto y Melibea (Fernando de Rojas), La Celestina, en los albores del siglo xvi (Burgos, 1499 ó Salamanca, 1501), la otra, Retrato de la Lozana andaluza (Francisco Delicado), La Lozana andaluza, al poco de rebasar el primer cuarto del mismo (Venecia, 1528). Ambas ofrecen, en forma dialogada, el relato realista de la azarosa vida de toda una serie de personajes que buscan su deleite sin abandonar el marco urbano.

La acción, en una y otra, transcurre por escenarios parecidos; los correspondientes a La Celestina se hallan en una ciudad innominada, ocupan el espacio comprendido entre la desvencijada casa de la alcahueta, situada «al cabo de la ciudad, allá cerca de las tenerías, en la cuesta del río», y las suntuosas de los enamorados, Calisto y Melibea. Por otro lado, los de La Lozana andaluza están ubicados en el barrio Pozo Blanco de la Ciudad Eterna, Roma, degradado tanto en lo físico como en lo moral.

El interés suscitado por ambos escritos queda plasmado en los cuantiosos estudios en crítica literaria de que han sido objeto entre los que cabe señalar aquellos relativos a los aspectos de la naturaleza: flora y fauna (Blay Manzanera y Severín, 1999; Pardo de Santayana et al. 2011, Piquero Rodríguez, 2015).

Como nueva aportación, en el presente trabajo se analizan, de modo exclusivo, los animales invertebrados que discurren por uno y otro texto con especial atención a su significación zoológica.

2. El inventario de animales invertebrados

El número de voces vernáculas relativas a animales invertebrados en cada una de las obras es del mismo orden, diez en La Celestina y once en La Lozana andaluza, aunque el cómputo para el conjunto queda reducido a diecisiete dado que cuatro resultan comunes: arador, coral, grana y mosca; seis son propias de La Celestina: abeja, alacrán, araña, grillo, hormiga y sanguijuela; siete lo son de La Lozana: carcoma, esponja, lombriz, ostia, pulga, pulpo y verme (Tabla, 1).

3. Análisis de las voces[1]

AbejaLC

Este industrioso insecto aparece citado tres veces en La Tragicomedia de Calisto y Melibea, la primera sale de la boca de Celestina cuando da cuenta a Calisto de su argucia para conseguir aplacar a la, en apariencias, sañuda Melibea durante el primer encuentro mantenido con ella:

CELESTINA. […] La mayor gloria que al secreto officio de la abeja se da, a la qual los discretos deuen imitar, es que todas las cosas por ella tocadas conuierte en mejor de lo que son. Desta manera me he auido con las çahareñas razones y esquiuas de Melibea. Todo su rigor traygo conuertido en miel, su yra en mansedumbre, su aceleramiento en sossiego. (Auc., VI, pág. 140).

La astuta vieja compara su acción a la de la abeja trabajadora que transforma el néctar libado de la flor en una sustancia densa y dulce, la miel. La idea expresa un conocimiento por sus causas del que estaba advertida la sociedad de aquel tiempo como recoge el refrán «Cuanto zuga la abeja, miel torna» (Correas, 1992).

La siguiente cita aparece poco después en la misma jornada, cuando Calisto se muestra dadivoso con la vieja:

CALISTO. Corre, Pármeno, llama a mi sastre, e córtele luego un manto e una saya de aquel contrayr que se sacó para frisado.

motivo de crispación para el arisco Pármeno, acérrimo enemigo de Celestina, quien no puede contener su rabia porque considera que todo lo que ella trae son embelecos:

PÁRMENO. Assí, assí; a la vieja todo, porque venga cargada de mentiras como abeja, e a mí que me arrastren; tras esto anda ella oy todo el día con sus rodeos. (Auc., VI, pág. 149).

El símil está asentado en la abeja trabajadora que regresa del pecoreo con el buche o bolsa melaria, repleto del néctar libado; con granos de polen por todo el cuerpo, pero en particular apilado en los cestillos ad hoc dispuestos al extremo distal de las tibias del par de patas posterior. La expresión «Cargado de mentiras como abeja» la dispuso en nuestro acervo paremiológico Cobos López de Baños (1989).

Por último, la infortunada Elicia exclama desconsolada ante Areusa tras la muerte violenta de su protectora:

ELICIA. […]¡O Celestina sabia, honrrada y autorizada, quantas faltas me encobrías, con tu buen saber! Tú trabajauas, yo holgaua; tú salías fuera, yo estaua encerrada; tú rota, yo vestida; tú entrauas contino como abeja por casa, yo destruya, que otra cosa no sabía hazer. (Auc., XV, pág. 309).

La sentencia expresa el trajín diurno observable en torno a la colmena, el incesante entrar y salir por la piquera de las hembras de la casta trabajadora.

AlacránLC

La única cita aparece en La Celestina, en un dialogo mantenido en el primer encuentro entre esta y el jovenzuelo Pármeno en casa de Calisto:

CELESTINA. [….]. Mas rauia mala me mate, si te llego a mí, avnque vieja. Que la voz tienes ronca, las barbas te apuntan. Mal sosegadilla deues tener la punta de la barriga.

PÁRMENO. Como cola de alacrán.

CELESTINA. E avn peor: que la otra muerde sin hinchar e la tuya hincha por nueue meses. (Auc., I, pág. 58).

El cuerpo de este arácnido, lucífugo, refugiado bajo piedras, está formado por el cefalotórax, amplio, y el abdomen estrecho y alargado (la cola) a cuyo extremo caudal porta el aguijón conectado con una glándula venenosa, con el que pica por descuido o imprudencia. El simbolismo fálico expresado por esta procaz metáfora se pone de manifiesto cuando el alacrán está en disposición de atacar; arquea hacia arriba el abdomen, que cimbra, mientras mantiene apoyado el cefalotórax en el suelo sobre los cuatro pares de patas.

La actitud desplegada, como respuesta del comportamiento, ya aparece referida en Calila e Dimna (Döhla, 2009): «Et yo no te di este enxenplo synon por que sepas et entiendas que el mal omne syenpre está aparejado para facer mal, asy commo el alacrán, que syenpre está aparejado para ferir. (Manuscrito A)».

AradorLC&Lo

Este sustantivo masculino proviene del latín arator, alude a un diminuto ácaro, ectoparásito del hombre y otros animales, que causa la dolencia dérmica denominada sarna. La voz irrumpe en el siglo xv, así, la vemos recogida por Nebrija tanto en el Diccionario latino-español (1492): «Acarus, i, animal omnium minimum, por el arador», como en el Diccionario español-latino (1495): «Arador el de la mano, acarus, ari» y, también, en El libro de las propiedades de las cosas (Anglico,1494), la versión en romance del manuscrito de Anglicus de 1240, De proprietatibus rerum, donde el traductor traslada la expresión «sirones in manibus» por «los aradores que son en las manos».

El ácaro, descubierto por el médico hispano-árabe Avenzoar en el siglo xii (Martínez de Anguiano, 1884), estuvo considerado efecto de la dermatosis, atribuida a la alteración de los humores corporales (Anglico, 1494; Sabuco, 1587), hasta mediados del siglo xix (Doby, 1998) cuando quedó confirmada su condición de causa. La hembra realiza la puesta a medida que horada un túnel en la capa córnea superficial de la piel, luego, las larvas afloran para extender el contagio (Fernández Rubio et al. 2008).

El término aparece consignado en las dos obras:

La cita hallada en La Tragicomedia sale de la boca del sagaz Pármeno, que ve difícil si no imposible la sanación del enamorado Calisto aconsejado por el ramplón Sempronio; lo plasma con una sentencia de la sabiduría popular: «No se caza arador a pala de azadón.» (Vallés, 1549); «No se saca arador con palo y azadón.» (Correas (1992), que advierte de la sutileza requerida para extraer del túnel al causante del intenso prurito, como insinúa el romance El infante vengador (Diaz-Mas, 1994): «con la punta del venablo sacaría un arador».

La medida era practicada de manera complaciente en la Edad Media, cosa que vemos descrita en el romance Seducción de la Cava (Diaz-Mas, 1994):

Ella hincada de rodillas, él estála enamorando;

sacándole está aradores de sus jarifes manos.

y recoge el autor de el Retrato de la Lozana andaluza; así, en la primera cita registrada, Guardián acude a las habilidades de Lozana, pide le saque al menos uno al sol, pero en la segunda ella se muestra mucho más obsequiosa, multiplica la acción por diez.

El síndrome apuntado en la tercera cita hallada en La Lozana no es imputable al arador, se trata de otro diminuto ácaro, que instalado en el folículo piloso de las pestañas produce la inflamación (Fernández Rubio et al., 2008).

ArañaLC

Este arácnido conocido desde antiguo dada su condición de sinantrópico, aparece señalado una sola vez en La Tragicomedia, aunque de modo implícito, por su obra, la tela de seda que fabrica para la captura de sus presas:

CELESTINA. [….], E si el otro yerro ha hecho, no redunde en mi daño; pues no tengo otra culpa sino ser mensajera del culpado; no quiebre la soga por lo más delgado; no semejes la telaraña que no muestra su fuerça sino contra los flacos animales; no paguen justos por pecadores. (Auc., IV, pág. 119).

La aduladora alcahueta suplica a la suspicaz Melibea que no emplee su saña, no actúe con desmesura contra ella, infeliz recadera; se lo advierte con un símil recogido en el acervo popular: «La telaraña lo flaco apaña.» ó «La tela de la araña, al ratón suelta y a la mosca apaña.» (Vallés, 1549) que también hallamos en las notas del Dr. Laguna al Dioscórides (1555) «Sirvenles aquellas telas d’estancia, y juntamente de redes, para retener los flacos mosquitos: porque los moscardones y abejonazos, con su insulto las rompen, y desbaratan, como suelen ordinariamente los ricos violar y romper las leyes.» (Libro II, Cáp. LVI pág 156-157).

CarcomaLo

Este es el nombre del coleóptero xilófago de pequeñas dimensiones, sinantrópico, que perfora la madera; su acción destructora se expresa con la misma raíz, carcomer, que significa «roer la carcoma la madera» (Dic. Autoridades, 1726).

En La Lozana encontramos dos citas, la primera emplea el participio de carcomer que sugiere «lo que está roydo de carcoma» (Covarrubias, 1611):

TERESA. [….]; y sálense de noche de dos en dos, con sombreros, por ser festejadas, y no se osan descobrir, que no vean al ataúte carcomido. (Mam. VII, pág. 52).

La sentencia aplica el término en sentido figurado; es una metáfora con marcado tono desdeñoso.

La segunda cita surge en un diálogo con elevada carga de obscenidad entre Pelegrina y Lozana:

PELEGRINA. Decíme, señora Lozana, ¿qué quiere decir que los hombres tienen los compañones gordos como huevos de gallina, de paloma y de golondrina, y otros que no tienen sino uno?.

LOZANA. [….], y los que los tienen como golondrinas se los han disminuido malas mujeres cuando sueltan su artillería, y los que los tienen como paloma, esos te saquen la carcoma, y los que los tienen como gallina es buena su manida. (Mam. LXIII, pág. 238).

La desvergonzada Lozana, con el pareado, «y los que los tienen como paloma, esos te saquen la carcoma», viene a decirle a Pelegrina que si tiene alojada en su ánimo la carcoma, esto es, padece «el cuidado grave y continuo que mortifica y consume al que lo tiene (Covarrubias, 1611)», con un hombre que muestre tales avíos hallará el remedio.

CoralLC&Lo

Las dos obras se hacen eco del preciado animal de hábitat marino, que extraido a la superfice se endurece al contacto con el aire y resulta susceptible de manipulación:

La cita recogida en La Celestina, resalta el valor pecuniario, equiparable al del oro; recordemos que San Isidoro lo tiene incluído entre las piedras preciosas (Etimologías, XIV, 4, 19)[2].

Las tres sentencias registradas en La Lozana, la primera muestra la alegría que origina la visión de estos elementos decorativos, la segunda incide en el valor crematísticos de los productos elaborados. Por último, en la tercera se emplea el término en sentido figurado para encarecer las prendas de alguna persona.

EsponjaLo

Este otro animal de hábitat marino, sésil, conocido desde muy antiguo, aparece registrado una sola vez en La Lozana:

DESPENSERO. [….]. Esta fue la que hacía la esponja llena de sangre de pichón para los virgos. (Mam. XXVIII, pág. 131).

la sentencia delata una de las múltiples aplicaciones del absorbente animal, en este caso para encubrir la pérdida de la doncellez.

GranaLC&Lo

El término aparece citado en las dos obras, designa al insecto hemíptero-homóptero, el cóccido parasito sedentario de la coscoja, cuyas hembras adquieren forma esférica de las que se extrae un preciado colorante:

La cita hallada en La Tragicomedia de Calisto y Melibea sale de la boca de Celestina que no está dispuesta a repartir con Sempronio y Pármeno la cadena de oro, dádiva de Calisto; ella trata de apaciguarlos con el ofrecimiento de unas valiosas calzas de buen paño teñidas con el tinte procedente de la grana.

Por otro lado, las tres citas recogidas de La Lozana refieren, la primera y la tercera a sendas pócimas en cuya composición entra el animal reducido a polvo; la segunda, por el contrario, ensalza a la patria del autor, Martos (Jaén), en cuyos parajes boscosos había abundancia del insecto parásito de la coscoja.

GrilloLC

Este insecto ortóptero, lucífugo, aparece citado una sola vez en la Tragicomedia, cuando la maliciosa Celestina, que atisba la tacañería de Calisto, quiere partirse, con la escusa del recato, pues la noche está al llegar anunciada por el crepúsculo vespertino, pero aquél la retiene con la promesa de hachas y pajes para acompañarla; entonces el hostil Pármeno, en tono irónico asiente:

PÁRMENO. Sí; sí; porque no fuercen a la niña. Tú yrás con ella, Sempronio, que ha temor de los grillos que cantan con lo escuro. (Auc., VI, pág. 147).

Estos insectos hacen manifiestación de su presencia en la obscuridad con la estridulación, intermitente, monótona y molesta, que producen los machos para atraer a las hembras.

HormigaLC

El insecto himenóptero, social, que organizado en grandes filas marcha en busca del alimento, aparece citado en el texto de La Tragicomedia muy al comienzo:

Como hormiga que dexa de yr,

Holgando por tierra, con la prouisión:

Jactose con alas de su perdición:

Lleuáronla en alto, no sabe dónde yr.

Prosigue.

El ayre gozando ageno y estraño,

Rapina es ya hecha de aues que vuelan;

Fuertes más que ella, por ceuo la llieuan;

En las nueuas alas estaua su daño. (Versos, Auctor, pág. 8).

Las estrofas exponen en modo alegórico un acontecimiento incomprensible, la aparición de hormigas con alas que desentendidas de la marcha a peón, remontaban el vuelo con consecuencias adversas. El sentido del poema estaba recogido en nuestro refranero: «Nacieronle alas a la hormiga, por su mal.» (Vallés, 1549), «Por su mal y su ruina nacen alas a la hormiga.» (Correas, 1992).

El fenómeno resulta natural, las hormigas aladas son adultos sexuados, machos y hembras, que emergen del hormiguero para extender la especie en el espacio, fundar nuevas colonias; pero una gran proporción no alcanzan el objetivo porque son malos voladores, terminan con ellos aves insectívoras y otras calamidades (Santiago-Álvarez, 2006).

LombrizLo

Esta voz viene del latín vulg. lumbrix -icis, alteración del clásico lumbricus (Corominas y Pascual, 1987), se emplea tanto para nombrar a un anélido «lombriz de tierra» como a un nematodo «lombriz intestinal» (Santiago-Álvarez, 2011).

Las tres citas registradas en La Lozana hacen referencia al nematodo, la lombriz intestinal:

RAMPÍN. [….]. Está diciendo que tiene polvos para vermes, que son lombrices, y mira qué prisa tiene, (Mam. XV, pág. 82).

FALILLO. ¿Qué es eso que echa? ¿Son lombrices? (Mam. XXXIV, pág. 149).

LOZANA. [….]. Se quitar ahitos, sé para lombrizes, sé encantar la terciana, sé remedio para la cuartana, y para el mal de la madre. (Mam. XLII, pág. 176).

MoscaLC&Lo

El nombre del importuno díptero, sinantrópico (Doby, 1998), que no está libre de ambigüedad, aparece consignado en ambos textos:

La cita hallada en La Tragicomedia es la defensa lanzada por Celestina ante el acoso y amenazas de Sempronio y Pármeno por su negativa para darles parte de la cadena de oro recibida de Calisto; alude a moscas distintas de la doméstica la cual ni es hematófaga ni tiene capacidad de picar, se trata de especies que guardan semejanza morfológica con ella como la «mosca brava o de los establos», la «mosca de prado» e incluso la «mosca borriquera».

La sentencia «las suzias moxcas nunca pican sino los bueyes magros e flacos» la hemos elevado tal cual a la categoría de paremia (Santiago-Álvarez, 2006); la condición de «magros y flacos» resulta favorable para que dichas moscas ataquen a estos animales, los cuales, por otro lado, no muestran la energía suficiente para librarse de tan insidiosa compañía. Esta frase, con anterioridad, la había incluido en su repertorio Cobos López de Baños (1989) pero al suprimir la conjunción adversativa, «sino», cambia por completo el sentido de la misma.

La cita recogida en La Lozana es una metáfora, sin embargo las supuestas picaduras proceden de moscas propiamente hematófagas, las que tienen capacidad para picar señaladas dos párrafos más arriba.

OstiaLo

El Vocabulario Español-Latino (Nebrija, 1495) incluye la voz ostia: pescado de conchas, ostreum, i; el Vocabulario Latino-Español (Nebrija, 1492) la voz: oftrea. eae. five «oftreum, i, por la oftia del mar. Se trata de un molusco bivalvo, acéfalo, comestible.

La cita hallada en La Lozana andaluza:

LOZANA. ¡Por mi vida! ‘Hi, hi! Pues comprá de aquellas ostias un par de julios, y acordá dónde iremos a dormir. (Mam. XII, pág. 62).

expresa con toda claridad la utilización comercial y gastronómica del citado molusco.

El Retrato de la Lozana vio la luz mucho antes de que el término propiamente castellano ostria u ostia, cuya primera documentación corresponde al Libro del Buen Amor s. XIV (Allí lidian las ostias con todos los conejos; 1117a.), hubiera sido desplazado por el equivalente ostra (Covarrubias, 1611), que también viene del latín ostrea aunque para nuestro idioma fue tomado del portugués (Corominas y Pascual, 1987); hallamos la 1ª doc. a finales del siglo XVI, en Introducción del Símbolo de la Fe de Fr. Luis de Granada (1583): «En el quinto están los animales imperfectos, que además de la vida tienen sentido, aunque carecen de movimiento, como son las ostras, y muchos de los mariscos».

PulgaLo

El término referido al insecto sinantrópico (Doby, 1998), de pequeñas dimensiones, áptero, cuyas hembras hematófagas infligen molestias por picadura, lo encontramos en La Lozana:

DIVICIA. ¡Ay, Sagüeso!, ¿qué me has hecho, que dormía?

SAGÜESO. De la cintura arriba dormíades, que estábades quieta.

DIVICIA. «La usanza es casi ley»; soy usada a mover las partes inferiores en sintiendo una pulga. (Mam. LIII, pág. 205).

SAGÜESO. ¡Oh, pese al verdugo!, ¿y arcando con las nalgas oxeáis las pulgas? (Mam. LIII, pág. 206).

El diálogo es el final del desvergonzado encuentro de ambos sujetos en casa de Lozana, alentado por la misma; amén de la connotación obscena, mueven a hilaridad tanto la simpleza de la complaciente Divicia como la irónica pregunta de Sagüeso: pero ni una ni otra acción sirven para desembarazarse de tan insidioso animal.

PulpoLo

El vocablo se refiere al molusco cefalópodo, comestible, cuya captura se practicaba en aguas litorales poco profundas. Una cita en La Lozana:

LOZANA. Beso sus manos, que si no fuera porque vo a buscar a casa de un señor un pulpo, que se yo que se lo traen de España, y tollo y oruga, no me fuera, que aquí me quedara con vuestra señoría todo hoy. (Mam. XXVI, pág. 126).

La sentencia resalta la utilización gastronómica y la actividad comercial que se ejercía con este molusco.

SanguijuelaLC

Este anélido hematófago, de hábitat dulceacuícola, aparece citado en la Tragicomedia:

CELESTINA. […] E tú gana amigos, que es cosa durable; ten con ellos constancia; no biuas en flores dexa los vanos prometimientos de los señores, los cuales deshechan la substancia de sus siruientes con huecos e vanos prometimientos, como la sanguijuela saca la sangre, desagradescen, injurian, oluidan seruicios, niegan galardón. (Auc., I, pág. 63).

Aquí, la taimada vieja trata de ganar para su causa a Pármeno; por medio de la comparación le expone que los amos se aprovechan de los sirvientes como hace la sanguijuela cuando se pega al biotopo cutáneo por descuido o imprudencia. La sentencia «como la sanguijuela saca la sangre» la proponemos como variante del refrán recogido por el Maestro Correas (1992) «Chupar la sangre como sanguijuela.»

VermeLo

Este cultismo castellano viene del lat. vg. vermen, inis, que a su vez procede del lat. vermis, is, gusano (Corominas y Pascual, 1987), aparece citado una vez en La Lozana andaluza:

RAMPÍN. [….]. Está diciendo que tiene polvos para vermes, que son lombrices, y mira qué prisa tiene, (Mam. XV, pág. 82).

La sentencia recogida delimita el significado del término a la lombriz intestinal.

4. Epílogo

Los vocablos recogidos en La Tragicomedia de Calisto y Melibea relativos a nombres vernáculos de invertebrados están dispuestos del inicio al Aucto XV; la limitación alcanza a aquellos término que por insinuación los señalan, como aljófar y perla a la ostia* o seda al gusano* productor de la misma, no obstante, una cita de la seda aparece en el Aucto XIX (Anexo, I). Por el contrario los allegados del Retrato de la Lozana andaluza se encuentran ampliamente repartidos por el texto, también los que hacen referencia indirecta a ellos como colmena, colmenar y enjambre, a la abeja* o seda al gusano* secretor (Anexo, II).

Las diecisiete voces inventariadas aluden a animales de vida libre, a excepción del parasito intestinal lombriz/verme, siete corresponden a no artrópodos y diez a artrópodos (Tabla, 2).

El conjunto representa un pequeño extracto del elenco de invertebrados que mantienen estrecha relación con el hombre desde los tiempos más remotos; de cuya interacción da cumplida cuenta el acervo de la sabiduría popular (Santiago-Álvarez, 2014).

El detenido análisis del listado correspondiente a cada una de las obras pone en evidencia una curiosa diferencia: tienen en común un no artrópodo, coral y tres artrópodos: arador, grana y mosca pero La Celestina complementa con un único no artrópodo: sanguijuela y cinco artrópodos: abeja, alacrán, araña, grillo, hormiga; La Lozana andaluza integra cinco no artrópodos: esponja, ostia, pulpo, lombriz, verme y tan solo dos artrópodos: carcoma, pulga. En resumen, La Celestina tiene ocho artrópodos y dos no artrópodos; La Lozana andaluza, cinco artrópodos y seis no artrópodos (Tabla 3).

Los invertebrados no artrópodos se distribuyen entre cinco Tipos de la Escala Zoológica: Poríferos, Cnidarios, Nematodos, Anélidos y Moluscos, son de hábitat acuático, con la excepción comentada de lombriz/verme (Tabla, 3). Se reparten entre útiles: esponja, coral, ostia y pulpo y dañinos: lombriz/verme y sanguijuela.

Los invertebrados del Tipo Artrópodos pertenecen a dos Clases: arácnidos e insectos (Tabla, 3).

Los 3 arácnidos corresponden a tres Órdenes (Tabla, 4) son de vida área en ambiente natural o en la compañía del hombre, causan daños, el alacrán, por descuido o imprudencia; la araña, tanto las de ambiente natural como las sinantrópicas, de modo fortuito y el arador vive como ectoparásito en el cuerpo del hombre.

Los insectos repartidos en seis Órdenes, todos son de hábitat aéreo, unos viven en ambiente natural, otros en la habitación y compañía del hombre, sinantrópicos (Tabla, 5); dos resultan beneficiosos, grana y abeja; cinco perjudiciales, grillo, mosca, pulga, carcoma y hormiga.




BIBLIOGRAFÍA

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Anexo, I

Citas indirectas de invertebrados en La Tragicomedia

Aljófar y perla

Las dos voces hacen referencia a una producción zoógena generada dentro del molusco bivalvo, ostra*, cuando un cuerpo extraño (grano de arena, larvas de Trematodos o Cestodos) penetra entre el manto y la concha, el epitelio paleal reacciona segregando láminas concéntricas y alternantes de conquiolina y de calcita alrededor del intruso con resultado final de la apreciada perla.

En La Tragicomedia encontramos una cita de aljófar en sentido figurado:

CALISTO. ¡Con quantas lágrimas, que parescían granos de aljófar, que sin sentir se le cayan de aquellos claros e resplandecientes ojos! (Auc. XIV, pág. 357).

También varias citas de perla:

CALISTO, «Las manos pequeñas, en mediana manera, de dulce carne acompañadas; los dedos luengos; las uñas en ellos largas e coloradas, que parescen rubíes entre perlas.» (Auc. I, pág. 38).

CELESTINA. ¡O angélica ymagen! ¡O perla preciosa, e como te lo dizes! Gozo me toma en verte fablar. (Auc. IV, pág. 111).

CELESTINA. Tal sea mi vejez, quál todo me parece perla de oro. (Auc. VII, pág. 172).

CELESTINA. ¡O mis enamorados, mis perlas de oro! Tal me venga el año qual me parece vuestra venida. (Auc. IX, pág. 202).

CELESTINA. ¿Pues qué me mandas que haga, perla preciosa? (Auc. X, pág. 232).

CALISTO. ¡O angélica ymagen! ¡O preciosa perla, ante quien el mundo es feo! (Auc. XIV, pág. 289).

Seda

Esta voz hace referencia a otra producción zoógena tenida en muy alta estima, la fibra que resulta de la secreción por vía oral de las larvas del llamado gusano de seda*, que vive a expensas de las hojas de la morera. Este lepidóptero es el único insecto doméstico:

PARMENO. e hilos de seda encerados, (Auc. I, pág. 51)

CELESTINA. Buena se puede dezir, pues queda abierta puerta para mi tornada; é antes me recibirá a mi con esta saya rota, que a otra con seda e brocado. (Auc. VI, pág. 138)

CALISTO. que de mis braços fueras hecho e texido, e no de seda como eres, (Auc VI, pág. 152) (el cordón de Melibea)

MELIBEA. Dexa estar mis ropas en su lugar, e si quieres ver si es el hábito de encima de seda o de paño, ¿para qué me tocas en la camisa? Pues cierto es de lienço. (Auc. XIX, pág. 350)

Anexo, II

Citas indirectas de invertebrados en El Retrato de la Lozana andaluza

Colmena, colmenar y enjambre

Los tres términos hacen alusión a la abeja*:

RAMPIN. Por esta calle hallaremos tantas cortesanas juntas como colmenas (Mam., XII, 62).

LOZANA. Que mi casa será colmena, (Mam., XLI, 172).

SAGÜESO. Si como yo tengo a Celidonia, la del vulgo, de mi mano, tuviese a esa traidora, colmena de putas, yo sería duque del todo, (Mam., LII, 199).

SAGÜESO. Soy contento, y aun bailar como oso en colmenar, alojado a discrición. (Mam., LII, 201).

RAMPIN. ¿Ésa? Cualque cortesanilla por ahí. ¡Mirá qué tranquinada d’ellas van por allá, que parecen enjambre, y los galanes tras ellas! (Mam., XII, 63).

SAGÜESO. Juro a Dios que la tengo de hacer dar a los leones, que quiero decir que Celidonia sabe más que no ella, y es más rica y vale más, aunque no es maestra de enjambres. (Mam., LII, 199).

Seda

Esta apreciada producción zoógena, secreción oral de las larvas del doméstico lepidóptero, aparece citada en dos ocasiones:

RAMPIN. No, que él no trae señal, que es judío que tiene favor, y lleva ropas de seda vendiendo, y ese no lleva sino ropa vieja y zulfaroles. (Mam., XV, 81).

OVIDIO. Callá, que no parece sino cairel de puta pobre, que es de seda aunque gorda. (Mam., LVI, 216).




NOTAS

[1] En todo el artículo, las citas textuales proceden de: La Celestina: tragicomedia de Calisto y Melibea, edición de M. Menéndez y Pelayo. Vigo. 1899-1900; Retrato de La Lozana andaluza, edición de B. Damiani. Clásicos Castalia. Madrid. 1972

[2] Edic. bilingüe por J. Oroz Reta y M. A. Marcos Casquero, BAC, Madrid. 1983



Cotejo de animales invertebrados en «La Celestina» y «La Lozana andaluza»

SANTIAGO ALVAREZ, Cándido

Publicado en el año 2018 en la Revista de Folklore número 439.

Revista de Folklore

Fundación Joaquín Díaz