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Castilla y León es una región rica en repertorio tradicional y esa abundancia de música tradicional -y lo que resulta más interesante, su preservación- se entiende gracias a la asociación de los distintos géneros a las tareas de la vida diaria (Cunningham 2001). Dentro del repertorio de canciones de trabajo, podemos encontrar piezas para casi todas las faenas tradicionales, tanto al aire libre (arar, sembrar, segar, trillar, regar, vendimiar o podar), como en el ámbito doméstico (espadar el lino, tejer, amasar el pan, cocinar o la matanza). En esta ocasión nos centraremos en las canciones relacionadas con el proceso de elaboración de fibras de lino, tarea laboriosa que se llevaba a cabo en veladas familiares o vecinales, en las que se aprovechaba para el coloquio, el canto y la narración de historias[1], de manera que comenzaremos comentando las diferentes clasificaciones de las canciones de trabajo que han realizado los principales etnomusicólogos, para después analizar el repertorio recogido en los principales cancioneros castellano leoneses.
Según Miguel Manzano (1999), en este género aparecen «algunos de los más bellos cantos de la tradición musical popular», aunque algunos de los cantos recopilados como «de trabajo», serían en realidad cantos «durante el trabajo», puesto que no tienen nada que ver, ni en el texto ni en la música con el trabajo que se está realizando mientras se cantan, sino que se emplearían para distraerse o darse ánimos; para poder ser considerados como cantos de trabajo deben, o bien hacer referencia a la tarea que se realiza, o bien que la música esté condicionada de alguna manera por el ritmo de la tarea, de forma que los trabajos y faenas agrícolas y ganaderas han dado origen a tres tipos de cantos.
En primer lugar, señala los de tipo melismático y ritmo libre, de carácter lírico y que suelen interpretarse acompañando las faenas que se realizan al aire libre, a menudo en solitario (cantos de arada, siega y acarreo del grano). En un segundo grupo sitúa los cantos con una configuración marcadamente rítmica, cuya melodía está condicionada por tareas que exigen acciones repetitivas, como cuando se trata de actividades en grupo cuyos miembros tienen que actuar a la vez y acompasadamente para realizarse de forma eficaz y sin peligro, como al sacar el grano del centeno sin estropear las cañas. En un tercer grupo reúne los cantos de trabajo que no tienen un estilo musical especial, sino que han sido tomados de otros géneros del repertorio tradicional, adaptándoles algunas estrofas del texto para hacer referencia a la faena o simplemente acompañar el trabajo.
Desde otro punto de vista, Josep Crivillé (1988) señala dos tipos de canciones de música tradicional relacionadas con el trabajo: por un lado, aquellas que se desarrollan en función del ritmo y, por otro, aquellas en las que la melodía es el factor principal, aunque el ritmo siga siendo indispensable, siendo escasas las faenas agrarias que no tengan un repertorio asignado. Según su análisis, en la mayoría de los casos las melodías estróficas de las canciones populares están formadas por una frase melódica divida en dos semifrases, que se subdividen a su vez en dos subperiodos, de manera que la melodía se repite tantas veces como estrofas tenga el texto. Por otro lado, también señala que el ritmo es un factor fundamental, de manera que las canciones se adaptan a las faenas que acompañan, poniendo como ejemplo las canciones de arada, cuya duración venía condicionada por la longitud del surco.
Este autor divide las canciones de trabajo en tres grupos, según pertenezcan al sector primario, secundario o terciario, de manera que en el primer grupo sitúa las de arada, siega, trilla, escarda, caza, pesca, pastoreo y vendimia y en el segundo grupo las de carboneros, esquileo, canteros, carreteros, molineros, yeseros, de mazar el lino, hilanderas y tejedores, siendo las del segundo grupo las más condicionadas por el ritmo del trabajo al que acompañan y pudiéndose interpretar de manera dialogada. Al igual que Manzano, señala que algunos textos de canciones consideradas como «de trabajo», aluden a asuntos relacionados con el amor, las fatigas o la condición social de quienes lo ejecutan porque, en su opinión, las canciones específicas para cada una de las faenas sufrieron las modificaciones o el olvido cuando perdieron su funcionalidad, siendo sustituidas por otro tipo de repertorio.
Por último, mencionaremos a Bruno Nettl (1973), para quien las canciones de trabajo no sólo se reducirían a las labores campesinas, sino que también aparecerían en aquellas actividades más secundarias, entre las que menciona espadillar el lino y mazar el cáñamo, cuya misión sería la de regularizar los esfuerzos y movimientos del trabajador para aminorar la fatiga corporal y procurar un más eficaz rendimiento en la labor.
Una vez comentado el concepto de canciones de trabajo y las distintas formas de clasificarlas, vamos a analizar su presencia en los principales cancioneros de Castilla y León, siguiendo un criterio geográfico de este a oeste y de norte a sur, de manera que sólo mencionamos las provincias en cuyos cancioneros más destacados aparecen canciones de la temática propuesta, por lo que haremos referencia a León, Burgos y Salamanca.
Comenzamos por la provincia de León, en la que destaca el amplio Cancionero Leonés recopilado por Miguel Manzano, en cuyo segundo tomo del segundo volumen recoge dos canciones referidas al lino; se trata de las numeradas como 1102 «¡Vaya lino!» y 1103 «Canción de majar el lino (Verde fue mi nacimiento)».
Recogida en Villanueva del Carrizo, la tonada «¡Vaya lino!» está formada por tres estrofas de cuatro versos octosílabos que se van alternando con un estribillo también de cuatro versos, siendo los impares de cuatro sílabas y los pares de ocho. Las estrofas primera y tercera tienen rima consonante en los versos pares y asonante en los impares, mientras que la segunda estrofa presenta rima asonante en los pares y el texto presenta la rivalidad entre dos localidades próximas en cuanto a la calidad de los productos que generan.
La primera estrofa presenta la localidad de Carrizo de la Ribera citando, no sólo cuáles son los productos que cultiva, sino también la belleza de sus mujeres, siendo el lino lo más abundante (De la Ribera patatas, habas, remolacha y vino, y cría hermosas muchachas pero sobre todo lino.). La segunda estrofa presenta la segunda localidad, Villanueva del Carrizo, que produce lino de mejor calidad que la anterior (Los de Carrizo se alaban porque tienen la linera, pero no tienen el lino que tienen en Villanueva). La tercera estrofa hace referencia a la Virgen de la comarca, que sería la benefactora del lino (Es la Virgen del Villar mi Virgen más favorita, porque me riega el linar que tengo junto a su ermita.) mientras que el estribillo vendría a igualar la calidad del lino de ambas localidades (¡Vaya lino que se cría en la Ribera! ¡Vaya lino que tienen en Villanueva!).
Musicalmente consta de dos frases, una que se repite dos veces en cada estrofa y otra que se repite dos veces en el estribillo, dando como resultado la estructura: AAi BBi Aii Aiii BBi Aiv Av BBi, siendo frecuentes los saltos de cuarta ascendente y los grados conjuntos, todo ello sin sobrepasar el ámbito de octava.
La canción número 1103 «Verde fue mi nacimiento», recogida en Val de San Lorenzo, aparece clasificada como «canción de majar el lino» e incluye diez golpes con la espadilla al comienzo y otros diez al final, con lo que se puede clasificar como canción de trabajo, dado que incluye el ritmo de un elemento de la actividad que se realiza. Consta de cuatro estrofas de cuatro versos octosílabos, de las cuales sólo la primera hace referencia al lino, tanto al crecimiento de la planta como a su empleo para tejer manteles (Verde fue mi nacimiento, azul la primera flor, y ahora estoy comiendo, a la mesa como un señor), puesto que las otras tres serían de ronda: (Entre más ropa te pones cada vez me gustas menos; con ropa no me enamoras, porque es cosa de traperos. Mozo feo y sin dinero, enamorado y celoso, lo comparan en mi pueblo a la carabina Ambrosio. Amor mío, come y bebe y échate a dormir la siesta, que me tienes tan segura como el agua en una cesta).
Musicalmente consta de una frase musical que se repite para cada dos versos, cantándose todas las estrofas con la misma música, predominando los grados conjuntos en un ámbito de quinta, aunque apareciendo un salto de tercera menor al comienzo de cada frase.
Continuamos hacia el este de la comunidad y en la provincia de Burgos encontramos las recopilaciones de Federico Olmeda, quien en su Folk-lore de Castilla o Cancionero Popular de Burgos agrupa en canciones de linos y cáñamos seis piezas, de las cuales las cuatro primeras están referidas al lino: «Cómo vienes a verme (al espadar lino)», «Espadilla granilla», «De que los linos» y «Espadilla granilla».
En la introducción al cancionero ya indica que «la operación de espadar linos y majar yesos son trabajos muy penosos», aclarando que el «espadadero» era el lugar donde se trabajaban los linos y donde podían escucharse las cuatro primeras canciones «sin otra clase de acompañamiento que el ruido descompasado que hace el espadador»[2].
La primera canción, «Cómo vienes a verme (Al espadar linos)» narra un diálogo entre una pareja, tratándose por tanto de una canción durante el trabajo, que consta de tres estrofas con las mismas características: cuatro versos, siete sílabas en los versos impares, cinco en los pares y rima asonante en los pares. La primera estrofa corresponde a la mujer (Cómo vienes a verme, galán tan tarde, si me estoy desnudando para acostarme), mientras que la segunda correspondería al hombre (Si te estás desnudando, vuélvete a vestir, que algunos malos ratos, paso yo por ti.), volviendo en la tercera a cantar de nuevo la mujer (Si pasas malos ratos, galán perdona, que también serás dueño de mi persona.).
Musicalmente consta de una única melodía de seis compases: dos ternarios, dos binarios y los dos últimos también ternarios, que se repite para todas las frases textuales. Emplea un ámbito de sexta y la característica de incorporar síncopas en los compases ternarios y puntillos en los binarios.
La segunda canción presenta a una mujer enumerando los elementos que le ha proporcionado el hombre para poder espadar el lino y que son: la espadilla (tabla con forma de espada para golpear las fibras de lino), la gramilla o gramejón (soporte de madera sobre el que se golpeaban las fibras con la espadilla para limpiarlas), el pellejo o capillo (pieza de cuero para protegerse la mano)[3] y tajo o trabajo que hacer. (Espadilla, gramilla, pellejo y tajo, estas cuatro cosillas me dio mi majo).
Musicalmente es una sencilla composición de diez compases en ritmo ternario que consta de dos semifrases de cinco compases, cuyos tres últimos se repiten, con la salvedad del puntillo añadido en el tercer compás de la repetición. Emplea un ámbito de sexta y un uso exclusivo de los grados conjuntos.
La tercera canción que encontramos lleva por título «De que los linos». Consta de seis versos octosílabos, con rima asonante en los pares, que mencionan la época del año en que la planta del lino ya tiene tallo (alrededor del mes de abril) y que coincide cuando los mozos tenían que marcharse a cumplir el servicio militar[4] (De que los linos encañan los trigos ya tienen flor. Y ha mandado el rey de España y ha mandado echar pregón que de cada casa den, que den un hijo varón).
Musicalmente consta de tres frases, divididas en dos semifrases cada una, que se repiten para toda la canción, de ahí que el transcriptor indique que son muy frecuentes las repeticiones de las melodías, lo que permite percibir más fácilmente «la hermosura de las mismas». Predominan los grados conjuntos con algún salto de tercera menor tanto ascendentes como descendentes, en ritmo ternario y con frecuentes puntillos que le otorgan un ritmo ágil.
La cuarta canción consta de dos secciones claramente determinadas por el texto. En la primera se cuenta la dureza de la labor del trabajo del lino y los elementos necesarios para espadar (Espadilla gramilla, el diablo la lleve, que la mano derecha mucho me duele; espadilla gramilla el diablo la lleve). La segunda narra una anécdota local en el lugar donde se espadaba el lino (De los portones. En el espadadero de los portones quemaron una burra, con moquilones, quemaron una burra con moquilones). En lo que respecta a la música, podemos señalar que está transcrita sin indicación de compás, con predominio del estilo silábico, con frecuentes notas repetidas y dentro de un ámbito de cuarta.
Continuamos nuestro comentario de las canciones de lino en Castilla y León con la provincia de Salamanca, en la que Dámaso Ledesma en su Folk-lore o Cancionero Salmantino recoge, dentro de su sección segunda, once canciones de linos.
La primera, recogida en Serradilla del Arroyo, comarca de Ciudad Rodrigo, consta de dos estrofas de cuatro versos, con la característica de ser heptasílabos los impares y pentasílabos los pares, presentando rima asonante en los pares. La primera hace referencia a la labor de espadar el lino (Espadilla cortita que vaya y venga, que parezca garbosa la espadadera), mientras que la segunda hace referencia a canciones de ronda (Dámela con firmeza que no te engaño; que resaladita, que dame la mano).
Musicalmente consta de dos frases; la primera se repite tres veces, abarca los seis primeros versos, comprende un ámbito de sexta y está formada exclusivamente por grados conjuntos en sentido ascendente. La segunda frase se emplea en los dos últimos versos y, a diferencia de la anterior, incluye saltos de tercera. La estructura de la pieza sería la siguiente: AiAiiAiiiB.
La canción número dos, recogida en la misma localidad, consta de dos estrofas de cuatro versos, los impares de siete sílabas y los pares de cinco. La primera cuenta la dificultad de espadar cuando la espadilla es pequeña y el lino está duro, así como el hecho de que quien realiza la tarea no es la dueña del lino, lo que se entiende porque era común ayudarse entre vecinas en diversas tareas a lo largo del año, entre ellas el espadado del lino (Espadilla chiquita y el lino duro, que lo espade su amo que yo ya sudo); por su parte, la segunda frase recoge los utensilios necesarios para poder realizar el espadado (El día que me case tengo de quemar, espadilla, gramilla, pellejo y dedal).
Musicalmente consta de dos frases, la primera en ritmo binario con predominio de la estructura rítmica de dos semicorcheas y corchea, mientras que la segunda está en ritmo ternario y emplea síncopas. En ambas predominan los grados conjuntos con algún salto de tercera menor ascendente y de cuarta descendente.
La canción número tres, recogida en Valdesangil, cerca de Béjar, lleva por título «Dame la mano prima» y lleva la indicación «para cuando se rastrilla el lino», lo que nos permite saber que se cantaba durante el mencionado proceso para seleccionar las fibras de lino puesto que la letra no hace referencia directa a dicha labor, por lo que se trata de una canción «durante el trabajo». Consta de dos estrofas de cuatro versos que finalizan con la exclamación ¡Ay! Madre, madre y de nuevo encontramos la alternancia de versos impares heptasílabos con los pares pentasílabos. La primera estrofa reproduce un diálogo entre un hombre y una mujer (Dame la mano prima. No quiero primo, que está muy lejos Roma, no sé el camino) mientras que la segunda expresa sentimientos personales (Morenita la quise desde que supe que morena es la Virgen de Guadalupe).
Musicalmente consta de una sola melodía que se repite para cada dos versos, por lo que se canta cuatro veces, comenzando con un salto de tercera ascendente seguida de grados conjuntos, sin sobrepasar un ámbito de sexta.
La canción número cuatro, también de Valdesangil, lleva por título «Una perrita china…» y se trata de una canción durante el trabajo que consta de dos estrofas. La primera presenta cuatro versos heptasílabos con rima asonante en los pares (Y una perrita china se me perdió ayer tarde saliendo de paseo solita con un fraile.) mientras que en la segunda se alternan versos impares de siete sílabas con versos pares de cinco, también con rima asonante en los pares (Las señas yo le he dado al pregonero, tiene la oreja blanca y el rabo negro.)
Musicalmente se emplea la misma música para las dos estrofas, dentro de un ámbito de quinta y con un ritmo básicamente de corcheas y negras. Predominan los grados conjuntos, a excepción del salto de cuarta inicial.
La canción que lleva el número cinco, recogida en La Encina, comarca de Ciudad Rodrigo, consta de una sola estrofa de cuatro versos, heptasílabos los impares y pentasílabos los pares, con la característica de repetirse los versos tercero y cuarto. El texto hace mención directa a la labor del espadado, por lo que se trata de una canción de trabajo (Espadilla ligera que vaya y venga que todo lo merece la espadadera).
Musicalmente emplea un ámbito de sexta, pero presenta un ritmo complejo para lo que suele ser habitual en las canciones analizadas, con inicio anacrúsico en todos los versos y frecuentes síncopas, así como el empleo frecuente de dos notas para una misma sílaba.
La canción número seis, recogida en Casafranca, en la comarca de Guijuelo, consta de una sola estrofa de cuatro versos, de nuevo heptasílabos los impares y pentasílabos los pares, con la característica de que los dos primeros se cantan dos veces. El texto es similar a la canción número dos, recogida cerca de Ciudad Rodrigo y nos da información, no sólo de las herramientas empleadas, sino de la importancia de que los tallos estuvieran en buen estado de maduración para poder espadarlos con facilidad; del mismo modo, hace referencia al hecho de que quien está espadando no es la dueña del lino, (Espadilla y gramilla y el lino crudo, que lo espade su dueño que yo ya sudo).
Musicalmente emplea un ámbito de sexta, comenzando con un salto de cuarta ascendente seguido de grados conjuntos y enfatizando la palabra «sudo» del final al repetirla tres veces con notas cortas, quizás marcando el ritmo de la espadilla contra el gramejón.
La canción número siete, también de Casafranca, consta de una estrofa de cuatro versos octosílabos con rima asonante en los pares, a la que se suma una segunda estrofa de cuatro versos más libres en cuanto a extensión. La primera menciona la tarea (Ama ya estamos aquí, que tenemos que espadar, unas mañitas de lino luego no faltará) mientras la segunda explica el proceso del espadado (tender, tender, espadar, espadar, tender el linito en el canastal.)
Musicalmente abarca un ámbito de octava, emplea ritmo ternario y consta de dos frases musicales. La primera frase se emplea para los dos primeros versos y se repite para los versos tercero y cuarto, comienza con un salto de cuarta ascendente y emplea frecuentes cromatismos. La segunda frase pone música a la segunda estrofa y, salvo un salto de tercera al comienzo, está construida por grados conjuntos con un ritmo formado por corchea con puntillo semicorchea y corchea.
La canción número ocho, de Las Casas del Conde, en la comarca de la Sierra de Francia, consta de una estrofa de cuatro versos, heptasílabos los impares y pentasílabos los pares. El texto hace referencia de nuevo a los útiles (Espadilla y gramilla me dio mi majo y si se lo mandara también el Tajo.)
Musicalmente consta de dos frases, una para cada dos versos, ambas con ritmos apuntillados y dentro de un ámbito de sexta. La primera frase comienza con un salto de cuarta ascendente para continuar por grados conjuntos y acabar con un salto de cuarta descendente, cantándose dos veces con el mismo texto. La segunda frase contiene más saltos de tercera y de cuarta, pero mantiene los ritmos de corchea con puntillo y semicorchea.
La canción número nueve, de Las Casas del Conde, consta de dos estrofas, la primera trata del lino (Aunque estoy espadando no es mío el lino, como no lo he sembrado no lo he cogido) y alterna versos impares heptasílabos con versos pares pentasílabos, con rima asonante tanto en los impares como en los pares. Entre la primera y la segunda estrofa aparece una frase de unión (y abre el toril), que sirve para enlazar con la segunda estrofa que es una torera (salga el toro valiente que va a morir que ya murió, viva la resalada que adoro yo).
Musicalmente encontramos un ámbito de novena, bastante amplio en comparación con otras canciones analizadas. En la primera estrofa aparece una frase musical que se repite para cada dos versos, mientras que en la segunda estrofa el inicio de la frase musical imita la mitad de la que había aparecido en la primera estrofa, acabando en sentido ascendente en lugar de descendente. En cuanto al ritmo, predominan las corcheas con algún ritmo apuntillado.
La canción número diez, también de Las Casas del Conde, aparece indicada por el transcriptor como «variante de la número ocho» y retoma de nuevo el tema recurrente en numerosas canciones de espadar el lino (Espadillita corta y el lino duro, que lo espade mi amante que yo ya sudo.), alternando versos impares heptasílabos con pares pentasílabos. Musicalmente consta de una sola frase musical para toda la estrofa y, dentro de un ámbito de séptima, emplea frecuentes puntillos y algunos tresillos.
Finalmente, la canción número once está recopilada en Mogarraz y menciona únicamente la espadilla: (Que la Torda, tú eres la flor, la espadilla te hará feliz, qué vergüenza y horror me da, que nacieras hija de mí. Tan osona, pava y sosona, que desazona mi amor en ti. No te levantes a pasear, yo lo haré todo que tengo sal.) A diferencia de todo el repertorio analizado, consta de versos de nueve sílabas que aparecen distribuidos en dos estrofas de cuatro versos, con rima asonante en los pares en la primera estrofa pero no así en la segunda, que no tiene rima. Musicalmente abarca un ámbito de octava y son frecuentes las síncopas y las figuras con puntillo, de manera que cada verso emplea una melodía diferente, aspecto que también diferencia esta canción de todas las comentadas previamente.
Finalizamos aquí este recorrido por las canciones que acompañaban el proceso de elaboración de fibras de lino en los principales cancioneros de Castilla y León, señalando algunas características generales. En primer lugar, son muy frecuentes las estrofas que alternan versos impares de siete sílabas con versos pares de cinco con rima asonante en los pares; esta estrofa es conocida con el nombre de endecha mixta y consiste en una composición que expresa un profundo pesar. Respecto al texto, trece de las diecisiete canciones analizadas hacen referencia de alguna manera al lino, predominando las que mencionan los útiles empleados, seguidas de las que hacen referencia a que el lino no era propiedad de quien lo espadaba. En cuanto a las melodías, predominan los grados conjuntos y, cuando aparece algún salto, éste no es muy amplio y se sitúa al comienzo; por otro lado, hay que decir que es frecuente encontrar una misma melodía repetida dentro de la misma estrofa, con frecuencia cada dos versos.
BIBLIOGRAFÍA
Cunningham, Martin y Ramón Pelinski. «Spain. II Traditional and popular music. 2. General features». En The New Grove Dictionary of Music and Musicians, editado por Stanley Sadie. Londres: Macmillan, 2001.
Crivillé i Bargalló, Josep. Historia de la música española 7. El folklore musical. Madrid: Alianza, 1988.
González-Hontoria, Guadalupe, Consolación González, Blanca, Emma Lobato, Carmen Padilla, María Pía Timón y Ana Belén Tallés. El Arte popular en Ávila. Ávila: Diputación Provincial, Institución Gran Duque de Alba, 1985.
Ledesma Hernández, Dámaso. Folk-lore o cancionero salmantino. Salamanca: Imprenta Provincial, reedición de 1972.
Manzano Alonso, Miguel. Cancionero Leonés. Salamanca: Diputación Provincial de León, 1991.
Manzano Alonso, Miguel y Joaquín Díaz. «Castilla y León». En Diccionario de la música española e hispanoamericana, coordinado por Emilio Casares Rodicio. Madrid: SGAE, 1999.
Martín Sánchez, David. «El folklore del lino en Navalosa (Ávila)», Revista de Folklore, núm. 429 (2017): 4-11.
Nettl, Bruno. Música folklórica y tradicional de los continentes occidentales. Madrid: Alianza, 1996 (1973).
Olmeda, Federico. Folk-lore de Castilla o Cancionero Popular de Burgos. Burgos: Diputación Provincial, 1992.
NOTAS
[1] Puede consultarse el proceso de elaboración de fibras de lino en: David Martín Sánchez, «El folklore del lino en Navalosa (Ávila)», Revista de Folklore, núm. 429 (2017): 4-11.
[2] Federico Olmeda, Folk-lore de Castilla o Cancionero Popular de Burgos (Burgos: Diputación Provincial, 1992), 58.
[3] Según menciona Albert Klemm, el capillo se utilizaba en la localidad abulense de San Bartolomé de Pinares, estando formado por un «trozo de cuero triangular que en la parte delantera tiene un orificio o presilla para el índice izquierdo y con ayuda de una correa y un botón se ata en torno a la mano». Albert Klemm, «La cultura popular de la provincia de Ávila», en Anales del Instituto de Lingüística (Mendoza), Tomo VIII (1962), citado por Guadalupe González-Hontoria et al., El Arte popular en Ávila (Ávila: Diputación Provincial, Institución Gran Duque de Alba, 1985), 254.
[4] Puede consultarse el repertorio de las canciones de quintos en: David Martín Sánchez, «Las canciones populares de quintos en los cancioneros de Castilla y León», Revista de Folklore, núm. 264 (2002): 183-190.