Si desea contactar con la Revista de Foklore puede hacerlo desde la sección de contacto de la Fundación Joaquín Díaz >
No hace falta regresar a algún siglo anterior al xx, ni se impone la necesidad de viajar a remotas selvas o ignotas montañas, para enfrentar algún curioso problema de índole geográfica. Aquí mismo, en el corazón de la rama occidental del Sistema Ibérico, en ese nudo orográfico que forman los Montes Universales, La Serranía de Cuenca y la Sierra de Molina, y en el que se originan varios de los más grandes ríos que recorren nuestro país, nos encontramos con uno muy sencillo de formular:
¿Dónde nace el río Tajo?
La respuesta, no obstante, no es trivial y no está exenta de polémica. Lo normal en cualquiera de nuestros grandes ríos que terminan en el mar es que su origen corresponda al punto concreto más lejano con respecto a su fin en el que brota algún manantial que origina su corriente primigenia. Sin embargo, no siempre es así. Además, en este caso eso no es fácil de saber y el tema requiere, como mínimo, ciertas aclaraciones.
Teniendo muy presente esta pregunta, veamos, antes de entrar en materia, algunos datos sobre la gran importancia de este río. La Confederación Hidrográfica del Tajo, organismo responsable, según la Ley de Aguas, de la administración de su cuenca, nos dice que tiene un recorrido de 1.092 kms., de los cuales 857 están en España y el resto en Portugal. Es el más largo de la Península Ibérica, regando cinco Comunidades Autónomas (Aragón, Castilla-La Mancha, Madrid, Castilla y León y Extremadura) y doce provincias (Ávila, Badajoz, Cáceres, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Madrid, Salamanca, Segovia, Soria, Teruel y Toledo). Su cuenca abarca más de 80.000 kms. cuadrados, con casi 56.000 en España. Cuatro capitales de provincia (Cáceres, Guadalajara, Madrid y Toledo) se asientan en la misma y, solo en la parte española, casi ocho millones de personas viven en el territorio que demarca (cifra no superada por ninguna otra cuenca ibérica). En sus orillas quedan ciudades como Aranjuez, Toledo, Talavera, Alcántara, Abrantes, Santarém o Lisboa.
El Tajo forma la tercera cuenca española, tanto por superficie como por volumen hídrico. Gracias al trasvase Tajo-Segura, es la que más agua cede a otras cuencas. Gran parte de su curso alto está protegido al estar incluido en el Parque Natural del Alto Tajo. Lo mismo ocurre con la zona próxima a su final, correspondiente a la portuguesa Reserva Natural del Estuario del Tajo. Otras áreas protegidas por las que transcurre son el Parque Nacional de Monfragüe y, compartido por España y Portugal, el Parque Natural del Tajo Internacional.
Nuestro río discurre casi siempre próximo a sistemas montañosos, lo cual hace que sus afluentes sean, en general, de corto recorrido. El más largo es el Zézere, con 242 kms., enteramente situados en territorio portugués. En su desembocadura el Tajo (Tejo en portugués) forma el Mar da Palha (Mar de la Paja), una de las más bellas bahías del mundo. La misma comienza con un pequeño delta fluvial y termina en un estrecho frente a la ciudad de Lisboa. De esta forma, según dónde consideremos su final, tiene tanto un delta (considerándolo a la entrada del Mar da Palha) como un estuario (si pensamos que termina en el Océano Atlántico en Lisboa). Dos puentes cruzan el Tajo al final de su tránsito. El Vasco de Gama (con más de 12 kms. de los que 10 son sobre sus aguas) es el más largo de Europa. El otro es el 25 de Abril, de tipo colgante, que mide más de dos kms. y constituye hoy día uno de los símbolos lisboetas más admirados.
Todos estos resaltables datos son realmente abrumadores y contrastan con el humilde nacimiento de este gran río, tema que retomamos de inmediato. Precisamente en esta humildad reside el planteamiento geográfico inicial que se ha señalado, resumido en la pregunta efectuada.
Si tratamos de obtener la respuesta a la misma de una forma académica y, por lo tanto, acudimos a los libros, nos vamos a encontrar con que la misma ofrece pocas dudas. El río Tajo nace en el paraje denominado Fuente García. Vamos a comprobarlo, yendo muy atrás en el tiempo, viendo las dos citas que en su diario de viaje escribieron al respecto los ingenieros D. José Briz y D. Pedro Simó y Gil que, en 1755 acometieron una expedición de reconocimiento del río Tajo para ver si podría ser navegable desde su nacimiento, información recogida en el libro titulado Memoria que tiene por objeto manifestar la posibilidad de hacer navegable el río Tajo desde Aranjuez hasta el Atlántico, publicado en 1829, obra del autor D. Francisco Javier de Cabanes. Del 14 de agosto de aquel lejano año data la primera de estas anotaciones, correspondiendo al resumen general la segunda: (ver PDF)
Esto es lo que, casi siempre, dicen los libros, incluyendo los de texto. Durante centenares de años los niños han aprendido que el río Tajo nace en Fuente García. Si no quisiéramos complicarnos la vida, la respuesta buscada sería esa. Sin embargo, el tema tiene muchas aristas y lo transcrito de unos libros a otros no siempre es acertado…
Vamos a ver, extraído de un libro de la misma época, escrito por D. Guillermo Bowles, ilustre viajero irlandés por la España del siglo xviii, una excepción a esta regla. La obra, publicada en 1775 y titulada Introducción a la historia natural y a la geografía física de España, una de las cumbres de la literatura de viajes por nuestro país en esa centuria, contiene un texto en el que el autor habla específicamente de Fuente García para decir que el Tajo no comienza ahí, proporcionando su opinión sobre el tema en un texto que se lee casi perfectamente en el español de la época: (ver PDF)
Volviendo a la pregunta inicial, veamos qué ocurre si, cual un Livingstone del siglo xxi, nos ponemos en marcha en busca de las fuentes del Tajo. Con bastantes más comodidades de las que él tuvo, podremos remontar el río por carretera desde su desembocadura hasta muy cerca de su nacimiento. Estamos ante un río tremendamente humanizado. Ya en 1755 era bastante fácil recorrer más de novecientos de sus mil últimos kilómetros. La dificultad, entonces y ahora, estriba en los iniciales (los que hay desde el embalse de Bolarque hacia arriba, incluyendo el de Entrepeñas), punto hasta el que el río ha formado profundos y, a veces, inaccesibles cañones. Son los 51 que transcurren entre la pintoresca y serrana localidad de Peralejos de las Truchas (provincia de Guadalajara) y su nacimiento (que, sea cual sea la respuesta a nuestra pregunta, puede adelantarse que está en la de Teruel) los que más deben preocupar al Livingstone del siglo xxi que quiera explorar a fondo el río.
A la altura del puente del Martinete, nexo de unión por carretera entre Guadalajara y Cuenca y muy cercano a la localidad de Peralejos de las Truchas, puede decirse que el Tajo ya es mayor. El verde azulado profundo de sus aguas y su significativo caudal anuncian ya ahí que estamos ante un curso de agua muy importante. Realmente se abandona su niñez algunos kilómetros más arriba, cuando le sale al paso el recóndito río de la Hoz Seca, su principal afluente en el curso alto (que siempre lleva más agua que el propio Tajo, muy humilde, como ya hemos dicho, en sus orígenes). Remontar desde la población citada representa hacerlo a través de un largo tramo de río salvaje, poco o nada transitado y con accesos muy dificultosos o imposibles para vehículos a motor. Vamos a ilustrar el terreno con otro párrafo del diario de nuestros dos aventureros del siglo xviii, correspondiente al día 15 de agosto de 1755: (ver PDF)
Si siguiéramos el recorrido desde el kilómetro 51, no disfrutaríamos de un camino tranquilo hasta alcanzar, sobre el kilómetro 18, el puente de las Tres Provincias, situado en el trifinio (triple punto de intersección) de las provincias de Guadalajara, Cuenca y Teruel, punto a partir del cual el Tajo se despide de su efímero paso por Aragón. El camino ya está expedito. Esos últimos kilómetros son cosa fácil acompañados, como están, de carreteras asfaltadas. Pero cuidado, el Tajo recién nacido, haciendo gala de esa modestia inicial, no siempre lleva agua por estos lares. En determinados sitios fluye de forma subterránea, filtrado en la tierra. En otros su caudal, o la ausencia del mismo, depende de la época del año y de la pluviosidad acumulada a lo largo del tiempo.
El cauce, no obstante, es muy claro y fácil de seguir. El primer punto en el que puede asegurarse que el río lleva agua de forma permanente es el puente de las Tres Provincias. Este podría ser un razonable criterio para establecer su lugar de nacimiento, aunque no es, desde luego, el que los libros han elegido en este caso.
Pero sigamos. Con o sin agua quedan pocos kilómetros de río. Además, son en general muy llanos. La subida es más que suave y el paisaje corresponde sobre todo a prados de montaña que pueblan el amplio valle que el río ha ido labrando con el paso de los siglos. Estamos permanentemente muy por encima de los 1.500 metros de altura sobre el nivel del mar. Las cumbres que podemos contemplar en la lejanía se elevan más de 300 sobre nosotros. El lugar, llamado Vega de Tajo, es idílico.
Cuando nos aproximamos al final, con ambas orillas ya en terreno turolense, vemos al fondo algo muy brillante que se eleva sobre los prados, sin duda de construcción humana. Es un monumento, muy turístico, con un amplio aparcamiento, erigido en honor al naciente Padre Tajo. Consiste en un grupo escultórico, que incluye hierro, piedra y hormigón, llevado a cabo en 1974 por el artista José Gonzalvo Vives, nacido en la misma provincia. Está a la vera de un curso de agua (el Tajo) que un niño puede saltar con los pies atados.
El monumento consta de cinco partes, las cuales están repletas de alegorías al Tajo y su importante significado en la geografía y en la historia. La estatua principal representa al propio Padre Tajo en forma de anciano barbudo coronado con un aro estrellado de copos de nieve, elemento necesario para que se origine la corriente inicial del río. En su mano diestra sujeta una gran espada, capaz de, haciendo honor a su nombre, tajar en dos el territorio peninsular formando la línea de nuestro gran río.
En la segunda de las composiciones escultóricas, a la derecha de la anterior, puede contemplarse precisamente ese tajo. Muestra, sobre un mapa de la Península Ibérica, la gran línea que describe el río desde el este, en los Montes Universales, hasta el oeste lisboeta. Más simbologías se derivan de que dicha línea tiene forma de rabo de toro, con la parte más gruesa en la parte donde más ancho es el río, en su desembocadura.
Es preciso indicar que es casualidad que el río se llame como el tiempo verbal correspondiente a la primera persona del singular del presente de indicativo del verbo tajar, aunque este hecho pueda provocar una asociación de ideas que origine algún tipo de alegoría. En realidad, parece que su nombre, proveniente de la época romana, fue elegido en honor a un general íbero llamado Tagus. Así se nombra al río en latín (y también en inglés).
Completan la obra escultórica tres figuras metálicas que representan los símbolos heráldicos de las tres provincias involucradas en el origen de nuestro río. Como ya hemos visto, el paraje en el que nos encontramos está situado en Teruel. Sin embargo, el maestro Gonzalvo, con acierto (recuérdese que el trifinio está muy cerca y que solamente a partir del mismo es seguro que el río siempre lleva agua), rindió homenaje a todas ellas a través de sus capitales.
La figura más cercana al Padre Tajo representa a un toro que sostiene una estrella. Son los emblemas de la ciudad de Teruel. La siguiente, representando a Cuenca, es un copón, relacionado con el grial, sobre el cual también hay una estrella. Por último, un caballero con armadura, casco y lanza significa a Guadalajara.
La figura del anciano, lo mismo que el mapa ibérico, está orientada al suroeste. Empequeñece al resto de las esculturas, las cuales apuntan al sureste formando un ángulo recto con las otras dos.
El sitio se complementa con un mojón (el que aparece en la foto inicial de este artículo), que en 1877 dispuso allí el organismo responsable de la administración hidrológica en aquella época, que indica que estamos en la confluencia de los dos arroyos que forman el origen de nuestro río. Tiene cuatro caras talladas, de forma que en la que se orienta más o menos al sur puede verse la inscripción arroyo de Fuente García, mientras que en la contrapuesta figura otra en la que pone arroyo de Navaseca. Apuntando a la unión de los cursos de agua, en la tercera leemos Origen del Tajo. Por fin, en la última aparece la leyenda O. H. de Madrid – 1877 (nombre y sede de la institución citada).
La interpretación de las inscripciones de este mojón revela información geográfica de interés para los buscadores del nacimiento del Tajo. Deja muy claro que su origen no es este, al menos si lo que buscamos es el lugar más lejano al mar del que parte el líquido elemento que forma su cauce. Podríamos asimilar el lugar como nacimiento si aceptáramos que el Tajo comienza en el punto de unión de estos dos arroyos, pero no parece lógico. Y, además, todos los libros hablan de Fuente García. No estamos en Fuente García, sino en el punto en el que muere el arroyo que comienza allí.
Por lo tanto, para uno u otro lado, tenemos que seguir explorando. Lo único claro es que en el paraje en que está el monumento en honor al origen del Tajo resulta que no se encuentra el mismo.
Si interpretamos, que como veremos es más que discutible, que el Tajo comienza en Fuente García, vemos justificado que el lugar para erigir un monumento en su honor sea precisamente este. La razón estriba en que Fuente García está en una finca privada. Está en un sitio muy cercano, pero no siendo público, no tiene por qué ser accesible al turismo.
Si, por el contrario, fuéramos de la opinión de que la gota de agua más lejana del Tajo se origina por el lado del arroyo de Navaseca, ya no está tan claro que la elección sea la más adecuada, dado que por ese lado los cauces (porque son varios) no transcurren por fincas privadas.
En todo caso el sitio es adecuado para soportar una cierta muchedumbre deseosa de alcanzarlo. Hay grandes prados con mucho espacio abierto. Todo el entorno fue remodelado en el año 2010 por la Confederación Hidrográfica del Tajo. Hacía falta porque los visitantes eran demasiados para la escasa infraestructura disponible y, además, se daba la circunstancia de que en demasiadas ocasiones allí no había ni una sola gota de agua. Se canalizaron los dos arroyos de forma que ahora es tremendamente difícil que el lugar esté seco. Se dispuso toda un área recreativa y, además, se hizo una laguna artificial (en la zona este tipo de repositorios de agua se conocen como lagunillos o lagunillas). Todo ello, junto al monumento, disminuye la humildad de ese nacimiento al que todavía no hemos llegado en este viaje virtual.
El término municipal en el que se enclava todo ello es el de Albarracín. De forma errónea, se atribuye comúnmente a Frías de Albarracín. Es cierto que tanto en línea recta como por carretera esta es la localidad más próxima, pero tanto el sitio donde está el monumento como la propia Fuente García están enclavados en el término citado. Las siguientes poblaciones más cercanas, en línea recta, son Guadalaviar y Villar del Cobo, ambas aragonesas. Después figura Valdemeca, conquense. Los términos municipales de las provincias de Cuenca y Guadalajara que confluyen en el puente de las Tres Provincias son, respectivamente, Cuenca y Checa. Nuevamente, a Albarracín corresponde el de Teruel.
Vamos a continuar nuestro viaje a la búsqueda de las fuentes del Tajo. Un turista convencional podría conformarse con llegar hasta aquí pero un Livingstone del siglo xxi no ha respondido aún con claridad a la pregunta inicial. Necesitamos seguir remontando río y ya hemos visto que tenemos dos alternativas.
Vamos a optar en primer lugar por explorar la más fácil, la de los libros, la de la finca privada, es decir, la del arroyo que viene de Fuente García. Se puede hacer con cierta rapidez porque la fuente está delante de una casa en ruinas, llamada, por supuesto, de Fuente García. Hoy por hoy es posible la visita. Ni siquiera hay que caminar 500 metros, bastante llanos (y con indicación) desde el conjunto escultórico.
Allí podemos ver la tantas veces citada Fuente García y degustar su fresca y deliciosa agua. Sin embargo, ni siquiera por este lado habremos terminado nuestra exploración. Eso es porque el manantial de Fuente García, verdaderamente, tiene su origen casi un kilómetro más arriba. Verlo con agua es algo que no puede hacerse en cualquier época. Para llegar simplemente hay que coger el Camino de la Umbría, el cual parte de la misma casa y, siempre en dirección sureste, asciende por un verde y precioso vallejo. Por este lado ya no podemos llegar más lejos. A partir del collado, algo más arriba, las aguas se van al Mediterráneo a través de los ríos Cabriel (que nace muy cerca de aquí) y Júcar (que nace un poco más allá y recibe las aguas del anterior ya en tierras valencianas).
Seguimos sin conformarnos. Nos queda por explorar el arroyo de Navaseca. En este caso vamos a necesitar más tiempo ya que el recorrido no es tan corto y, además, se complica con un terreno más empinado y otros arroyos, tributarios del que nos ocupa.
El arroyo de Navaseca mide unos 3,4 kms. y en el vierten sus aguas, por su derecha, otros dos. El más cercano a su nacimiento (justo en la mitad, a 1,7 kms.) es uno muy corto que recoge las aguas que bajan de varios cerros que pueden alcanzarse desde sus márgenes. El otro aparece en el km. 2,3, a unos 1.100 metros de la zona monumental descrita. Baja del barranco de La Melchora y supera los 5 kms.
Los 1.100 metros comentados se recorren muy fácilmente. Solo hay que seguir la pista sin asfaltar, aunque en muy bien estado, en la que está el aparcamiento del monumento, la cual se dirige a Villar del Cobo. El arroyo, siempre en dirección noreste, va pegado a la misma.
Hemos de tener en cuenta que todos estos cursos fluviales, que se encuentran por encima del trifinio, tienen un carácter intermitente. Según la época del año y la evolución de la temporada hidrológica podemos encontrarlos con más o menos agua, e incluso con ausencia total de la misma en épocas de gran sequía. La zona a la que nos estamos refiriendo es (o tal vez sea mejor decir era) una nava, terreno fácilmente inundable.
El nacedero (referido a un cauce significa lo mismo que nacimiento) que origina el arroyo de Navaseca dista 3,4 kms. del monumento (no confundir con la Fuente de Navaseca, de la que hablaremos más abajo), mientras que el manantial de Fuente García está a solo 1,5. No obstante, tampoco constituye el punto más lejano en el que brota agua al que podemos llegar, aunque es el punto más al este de toda la cuenca del Tajo. Vamos a comprobarlo estudiando los arroyos que se incorporan a la misma en las dos bifurcaciones que hemos citado.
Empezaremos entonces por el primer arroyo comentado. Al mismo afluyen las aguas de bastantes fuentes que se encuentran en esas praderías fácilmente encharcables en las que nos encontramos. En menos de tres kms. a la redonda nos encontramos con la del Ojuelo (incluyendo su propia lagunilla), la de Navaseca (también con una balsa de agua), la del Pie Izquierdo, la del Buitre, la de Ribazones y, la más lejana, la del Borbullón, ya casi sobre la línea divisoria de aguas (en este caso con el río Guadalaviar, más adelante llamado Turia, con destino final en el Mediterráneo de la ciudad de Valencia).
Algunos estudiosos y conocedores del terreno han escrito que la fuente del Borbullón es realmente el origen último del Tajo. Desde luego, por este lado, con certeza, es la más lejana de las que vierten sus aguas a ese río (sus aguas tienen que recorrer unos 4,9 kms. hasta el monumento). Otros, no menos enterados, han sostenido que, efectivamente, dicho nacimiento está por aquí, pero en otro sitio, concretamente en la fuente del Pie Izquierdo (a unos 3,6 kms. de cauce desde el monumento). Argumentan que, aunque está más cercana al monumento que cualquiera de las otras, esta es la única fuente de todas las citadas que jamás se seca.
En todo caso, el tema reviste su importancia porque, sin enterarnos, hemos cruzado, hayamos ido por donde hayamos ido, una línea fronteriza. Algo más allá de las fuentes del Ojuelo y de Navaseca (desde la que se canalizó agua hasta el monumento en la remodelación de 2010) ya no nos encontramos en el término de Albarracín, sino en el de Villar del Cobo. Y para muchos, lógicamente, esto es muy significativo.
De hecho, el Ayuntamiento de Villar del Cobo, en noviembre de 2010 y tras la pertinente aprobación del pleno municipal, solicitó formalmente a la Confederación Hidrográfica del Tajo que iniciara un expediente para reconocer a la fuente del Pie Izquierdo como nacimiento del río Tajo. Las razones esgrimidas fueron precisamente las ya citadas. Por un lado, la mayor distancia al mar desde esta fuente que desde la de Fuente García y, por otro, la permanencia de caudal en la misma incluso en periodos de sequía.
Dado que el manantial de Fuente García a veces está seco y que a la fuente del Pie Izquierdo no se le agota nunca el agua, lo reclamado por este consistorio tiene muchísima lógica. Sin embargo, en tanto en cuanto los criterios de fijación de un nacedero son, como estamos viendo, de índoles diversas, hay quien piensa que el tomado por el mismo no es el más adecuado. Para aclarar esto, es necesario continuar nuestro viaje, remontando cauces y más cauces. Nos queda un arroyo por explorar, el que fluye por el barranco de La Melchora.
Este arroyo desemboca en el de Navaseca al borde de la pista de tierra que seguimos para explorar este. Se observa claramente antes de llegar a otra fuente (no citada anteriormente) que tiene un abrevadero. Viene claramente del norte, dirección que hay que seguir ahora. Justo a 4.000 metros más arriba, después de dejar a la derecha una nueva fuente, la de La Melchora, veremos unas ruinas a la izquierda, las cuales incluyen un torruco (construcción pastoril tradicional en los Montes Universales). Hay además otra fuente que incluye un nuevo abrevadero. El lugar se llama Casa Marín.
Desde Casa Marín parte una pista, hacia la izquierda de la que traíamos que, algo más de 500 metros más arriba (4,5 kms. de cauce desde el monumento), nos deja en una magnífica fuente con seis gamellones (troncos vaciados que sirven de abrevaderos para el ganado, también conocidos como dornajos o, palabra menos académica pero más serrana, tornajos). El sitio, un claro siempre verde en el bosque de pinos albares que lo circunda, y ya por encima de los 1.700 metros sobre el nivel del mar, constituye para algunos el verdadero nacimiento del río Tajo. Está debajo de la cuerda (línea superior de una sucesión de montañas) que une las cumbres de Valhondillo (señalado por el Instituto Geográfico Nacional como vértice geodésico –punto señalizado que indica una posición geográfica exacta–) y Los Malenes. Justo así es como se llama al paraje que da nombre a esta preciosa fuente.
Es muy difícil dar con algún documento que proponga un nacimiento del Tajo diferente a todos los que ya hemos visto. Y, sin embargo, hay otra alternativa perfectamente factible. Inasequible al cansancio, nuestro Livingstone del siglo xxi tiene que ponerse en marcha de nuevo. Hay que ir algo más lejos aún, aunque ya estamos muy cerca del cielo y, necesariamente, no puede faltar mucho.
Más abajo de la misma cuerda citada, y en dirección noroeste desde la fuente de Los Malenes, se encuentra la fuente de Juan Rubio. Hace falta recorrer otros 700 metros, con subida y bajada incluida, para terminar en la llamada Hoya de Juan Rubio, paraje en el que se encuentra, sin alteración humana, este manantial. Desde el mismo parte un vallejo cuyas aguas desembocan en el arroyo de La Melchora, más arriba de Casa Marín. El cauce desde este nacedero hasta el desagüe del arroyo en el de Navaseca mide 5,3 kms. Sumados a los 1,1 que faltan desde este hasta el monumento, nos encontramos con 6,4 kms., que representa la cifra más alta de todas las presentadas. Además, la fuente de Juan Rubio está más alta que la de Los Malenes. También es la más elevada de todas.
Así pues, podríamos decir que casi ya no puede llegarse más lejos Tajo arriba. Pero un Livingstone del siglo xxi no puede conformarse con esto. Está claro que estamos en la montaña más alta de las que rodean la parte inicial de nuestro río, pero no es menos cierto que aún no hemos tocado el cielo. ¿Habrá agua visible por encima del nivel alcanzado?
La respuesta es afirmativa. De hecho, podemos encontrar un manantial más arriba, muy próximo ya a la cima de Los Malenes, más cerca de los 1.800 que de los 1.700 metros sobre el nivel del mar. Su caudal es mínimo y, por supuesto, muestra un alto grado de intermitencia. No tiene nombre y aporta otros 400 metros de cauce, completamente visibles sobre el terreno, a los citados anteriormente.
Es necesario resaltar que todas las fuentes y manantiales que hemos visitado por la segunda opción a partir del monumento pertenecen al término municipal de Villar del Cobo. Justo en la cima de Los Malenes está el trifinio en el que este se une con los de Albarracín y Guadalaviar.
Ahora sí, nuestro Livingstone del siglo xxi ha concluido exitosamente su tarea. Todos los cauces han sido recorridos y las mediciones correspondientes efectuadas. No es él a quien le corresponde decidir cuál es el verdadero nacimiento del río Tajo. Para eso están los geógrafos. Aquí, eso sí, quedan todos los datos. No obstante, da la impresión de que, dependiendo del criterio que se tome, la solución a la pregunta original será una u otra. Desde luego, él se merece un descanso y cuesta imaginar un mejor sitio para hacerlo que la cumbre de Los Malenes, la cual está casi a tiro de piedra del último manantial. Desde allí se contempla en toda su amplitud Vega de Tajo, el ancho valle en el que empezamos la caminata final de nuestro recorrido.
La opinión personal de quien esto escribe es que la fuente de Juan Rubio es la que reúne los máximos méritos para ser considerada el nacimiento del río Tajo. Es la más lejana del mar y, además, la más alta. Casi siempre tiene agua y permanece inalterada por la mano del hombre en un lugar aún hoy más virgen que aquel que el auténtico Livingstone tuvo que alcanzar para descubrir el origen del Nilo.
Veamos, de forma esquemática, una tabla que incluye todos los posibles nacederos que hemos ido encontrando a lo largo de nuestro camino:
Posible origen | Municipio | Comentario |
Puente de las Tres Provincias (Teruel, Cuenca y Guadalajara) | Albarracín, Cuenca y Checa | Lugar desde el que el río siempre lleva agua. Si el Tajo empezara aquí, a Aragón no pertenecería el cauce del mismo salvo en este único punto |
Monumento al Padre Tajo | Albarracín | Confluencia de los arroyos de Fuente García y Navaseca (con canalización artificial) |
Fuente García | Albarracín | Nacimiento histórico, indicado por casi todos los libros (a 400 metros del monumento) |
Manantial del arroyo de Fuente García | Albarracín | Nacimiento del arroyo de Fuente García (a 1.400 metros del monumento) |
Fuente del Borbullón | Villar del Cobo | Fuente más lejana de la cuenquilla del Arroyo de Navaseca (a 4.900 metros del monumento) |
Fuente del Pie Izquierdo | Villar del Cobo | Fuente más lejana de la que siempre mana agua de la cuenquilla del Arroyo de Navaseca y reclamada por el Ayuntamiento de Villar del Cobo como nacimiento del Tajo (a 3.600 metros del monumento) |
Fuente de Los Malenes | Villar del Cobo | Fuente que vierte sus aguas al arroyo de La Melchora (a 4.500 metros del monumento) |
Fuente de Juan Rubio | Villar del Cobo | Fuente que vierte sus aguas al arroyo de La Melchora (a 6.400 metros del monumento) |
Manantial del arroyo de La Melchora | Villar del Cobo | Nacimiento más lejano de la cuenquilla del arroyo de La Melchora y punto más elevado de todos los definidos (a 6.800 metros del monumento) |
El nudo orográfico que origina todos estos manantiales, fuentes y nacederos es pródigo en la formación de importantes ríos. Su corazón serrano, más o menos, coincide con el trifinio tantas veces citado. Un dato revelador es que, en menos de 15 kilómetros a la redonda desde el mismo nacen los ríos Tajo (en cualquiera de sus posibles orígenes), Escabas (tributario del Guadiela, el cual se integra en el Tajo después de formar el embalse de Buendía) y Cuervo (de espectaculares cascadas en su nacimiento, afluente también del Guadiela), ríos atlánticos, y Júcar, Guadalaviar (o Turia) y Cabriel (tributario del Júcar), todos mediterráneos. Esto, unido a que la cuenca del Tajo entrega un gran porcentaje de sus aguas a la cuenca del Segura, da una idea de su potencial.
Vamos a ver, a modo de resumen, un mapa de la cabecera del Tajo si el origen del mismo estuviera en el manantial del arroyo de La Melchora, el último y más lejano de los posibles. En el mismo vamos a presentar los puntos más significativos de los citados en el artículo, incluyendo todos los posibles nacederos del río. La línea morada es la divisoria de aguas Océano Atlántico / Mar Mediterráneo y la verde, más tenue, delimita el término municipal de Villar del Cobo.
Si los geógrafos admitieran esta hipótesis como correcta, y teniendo en cuenta que las medidas del río están hechas desde Fuente García, nacimiento oficial hasta ahora, aparte de modificar los mapas adecuadamente, habría que añadir más de cinco kilómetros a la longitud del Padre Tajo.
Nuestro Livingstone del siglo xxi puede darse por contento. De momento ha demostrado que, efectivamente, existen enigmas geográficos pendientes de respuesta, o al menos de explicación oficial que los aclare. Sin embargo, a diferencia de su álter ego del xix, puede fácilmente emprender la búsqueda de otras respuestas. Porque, incluso en España, aún quedan otros enigmas de este tipo…