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Revista de Folklore número

425



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El primer inventario del traje de Veguellina de Órbigo (León), en 1793

EMPERADOR MARCOS, Francisco Javier / JUNQUERA RUBIO, Carlos

Publicado en el año 2017 en la Revista de Folklore número 425 - sumario >



Introducción

Se encuentra expuesto en León el denominado traje de Veguellina de Órbigo. El mismo se encuentra formando parte, en este momento, de una considerable colección, que puede ser visitada por el público, en el edificio del ayuntamiento de León, sito en la plaza de san Marcelo y el gestor de esa magna exposición es uno de los autores de este ensayo (Francisco Javier Emperador Marcos), que cuenta con una cultura amplia en aspectos de lo que suele denominarse «indumentaria tradicional». Habitualmente, está depositado en la Fundación Joaquín Díaz, en Urueña (Valladolid).

En realidad, la vestimenta y sus considerables adornos, deberían denominarse como propios de la villa de Benavides de Órbigo, porque allí fue inventariado este ajuar en 1793, siendo la primera propietaria conocida Rosa Martínez Majo, tatarabuela de Carlos Junquera Rubio. El inventario fue realizado con fecha 28 de septiembre de 1793 y es de suponer que en ese día se concluyó, porque el mismo consta de 16 folios, ocho numerados y otros tantos vueltos.

Esta compilación se realizó con minuciosidad, ya que reseña cuanto tenía la fallecida, que deja esposo viudo y una hija. La costumbre exigió el nombramiento de dos albaceas, como veremos a continuación, que fueron los encargados de inventariar y en ningún lugar se cita si lo redactaron ellos en común, o uno solo pero contando con la opinión del otro.

Es de suponer que fueron elegidos por saber leer y escribir, pues en caso contrario debía acudirse a un tercero que reseñara lo que los catalogadores indicaban. Por otro lado, el documento sigue las normas comunes que se venían aplicando de acuerdo con la tradición en las sociedades agrarias de las familias medianamente pudientes, que no eran consideradas ricas por su caudal, pero tampoco menesterosas. La razón de expresarnos así es que, como se verá, el documento se hace ante un notario, por lo que es público y no se acude a la hijuela, que era la reseña doméstica realizada con las mismas intenciones, pero para ahorrar gastos.

El documento se inicia así: «ynventario abanlo que se forma al fallecimiento de Rosa Martínez Majo vecina que fue de esta billa de Benavides» (fol.1). Advertimos que respetamos el modo de escribir de la época, incluso hasta en la puntuación, porque entendemos que debe hacerse así. En aquellas fechas las normas de la actual RAE ni eran conocidas ni se aplicaban.

A renglón seguido se añade: «en la billa de Benavides de Orbigo á beintocho dias del mes de septiembre del año de mil settecienttos nobenta y tres. Siendo testamentarios inbentariadores y tasadores contadores y partidores Pedro Alvarez, y Antonio Baca Martinez becinos de la misma nombrados por la finada Rosa y su marido Claudio Presa en el testamento que otorgaron con fecha ocho de Agosto del año de mil settecienttos ochenta y seis por ante el notario de esta billa D. Anttonio Guttierrez Fernandez» (fol. 1).

Debemos notificar que esta villa era entonces capital regional de 19 núcleos del condado de Luna y que en ella residían o actuaban las autoridades que debían operar en nombre de esa familia y a las que se acudía ante cualquier problema que hubiera.

Estos documentos, muy familiares por otra parte, han sido calificados tradicionalmente como de cocina, porque se redactaban en esta dependencia como consecuencia de disponer de la única mesa en la que poder apoyarse para escribir en el famoso papel de barba, que se compraba en los estancos. Cuando alcanzan la categoría de notariales, como es el caso, la redacción se ejecutaba ya en el denominado despacho notarial. En los casos en que no ocurrió así, los más en la provincia de León, la denominación tradicional que se empleó fue la hijuela.

Estos escritos tienen interés porque contienen datos que nos orientan hasta el presente de nuestra historia local y desde muy antiguo. Tenemos constancia que una vez que pasan tres, cuatro o más generaciones se convierten en «pergaminos viejos» que conciernen a acuerdos del ayer, pudiendo simular que están enterrados y pasados de moda en cuanto que ya no obligan; por esta razón, han perdido el contexto sociohistórico en que fueron redactados y carecen de influencia sobre los descendientes de aquellos a quienes involucró.

En el ejemplo que mostramos aquí, el traje nunca se repartió porque los diversos matrimonios involucrados hasta el primer cuarto del siglo xx muestran que solo hubo una heredera y por esta razón recibía el total del patrimonio inventariado y por esta causa no hubo necesidad de plantear acuerdos previos a los que llegar. El propietario actual (Carlos Junquera Rubio) lo es porque su madre Josefa Rubio testó a su favor la casa familiar sita en Veguellina de Órbigo y cuanto había en ella de puertas adentro.

Añadimos que este tipo de indumentarias se pensaron para ser lucidas por mujeres jóvenes, jovencitas o mujercitas, como se dijo en el pasado. Su lucimiento se hacía en el tramo de la casa residencial a la parroquia y viceversa los domingos al acudir a Misa Mayor. Era el momento idóneo para que la hija de un pudiente enseñara a propios y extraños el futuro caudal que heredaría.

Ese ropaje era el apropiado para una joven casadera. Tengamos en cuenta que era lucido por jóvenes que tenían entre los 16 y los 20 años, que era la edad apropiada en la que se casaban nuestras abuelas y madres con anterioridad a la Primera Guerra Mundial, razón por la que muchas fallecían en el momento del primer parto.

De suyo, cuando Victorina Junquera Rubio lució la indumentaria en León, el 21 de mayo de 1939, contaba con 17 años. En este momento, el motivo fue acudir a un desfile programado para conmemorar una victoria bélica e iniciar homenajes en otras ciudades leonesas. Desde entonces la collarada se hizo famosa por su riqueza. La primera propietaria, Rosa Martínez Majo, contó con una herencia considerable y así está reseñado en el inventario, por lo que, en el decir de su época, era «un buen partido».

No eran vestidos de baile, aunque sí podrían serlo en ocasiones, pero sin la collarada, que es pesada para estos aspectos. En los momentos lúdicos podía mantenerse un collar de una, dos o tres vueltas. Este adorno solía ser de cuentas de coral rojo y los notables comenzaron a aparecer a finales del siglo xvi, porque procedieron de la entonces colonia de Filipinas, de donde procedieron también los mantones denominados de manila que en realidad deberían haberse calificado de China. Los adornos de este color tuvieron connotaciones de protección; es decir, se creía que un pendiente, un collar u otro objeto de este elemento tenía propiedades de protección para el cuerpo de quien los llevaba. Las famosas higas se elaboraron con estas intenciones y aparecen en el inventario.

Advertimos que los albaceas inventariaron, pero a la vez tasaron; es decir, debieron poner un valor a cada objeto y cada uno de ellos aparece en pesetas y céntimos. A este respecto, añadimos un pequeño detalle para que se tenga en cuenta. Esta moneda estuvo de curso legal en España desde 1868, pero se acuñó desde 1737. En estas fechas del siglo XVIII equivalía a dos reales, y cada real a 25 céntimos, por lo que las pesetas del inventario equivalieron a cincuenta céntimos de las de finales del siglo XIX.

ELEMENTOS INVENTARIADOS DEL TRAJE EN 1793

Vamos ahora a mostrar en una tabla a cuatro columnas los elementos inventariados y el valor que se les aplicó entonces. Respetamos el número, la descripción y el valor en pesetas y céntimos. Posteriormente a que se publique este ensayo, ofreceremos un estudio más completo explicando los añadidos que tuvo en el siglo xx, casi todos de procedencia zamorana y adquiridos en el valle de Vidriales. Añadimos igualmente, las prendas femeninas tal y como fueron vistas y descritas.

Folio 1

Primera habitación por la derecha

25

Un manteo azul de estameña nuevo en

12

50

26

Otro manteo de paño fino con su cinta usado en

10

00

27

Otro paño cecheno en

6

00

28

Otro mas usado en

3

00

29

Un zagalejo de estameña

1

00

30

Otro zagalejo usado en

2

50

31

dos sayas usadas de muletón

1

00

32

una saya de lana verde en

1

00

33

un pañuelo de manta en

2

50

34

otro pañuelo de lana dulze en

2

50

35

Pañuelo para el cuello color de cielo en

2

50

36

Otro del cuello de color rosa en

2

50

37

una chaqueta de paño usada de mujer en

1

00

38

dos mandiles uno de estameña y otro de sarasa en

1

50

39

tres justillos usados en

1

00

Folio 2

40

un pañuelo del cuello berde de algodón en

1

00

41

otro pañuelo de seda raso en

4

00

42

otro pañuelo de seda de toledo en

4

00

43

otro de color carmesi en

2

50

44

otro de seda blanco en

2

50

45

otro pañuelo de seda raso teñido en

1

00

46

un denge de vayeta en buen uso en

4

00

47

otro denge mas usado en

1

00

48

un pañuelo de manta biejo en

00

50

49

dos pares medias blancas en

2

00

50

dos pares medias negras biejas en

1

00

51

otros tres pares de medias biejas en

1

50

52

unas calzetas de ilo en

00

25

53

una chambra de ilo usada en

00

50

54

unos zapatos de paño usados en

1

50

55

un pañuelo de la cabeza de algodon

00

25

56

seis camisas de mujer usadas en

6

00

57

un mandil de estameña en

00

25

58

un pañuelo de algodon negro de la cabeza en

00

75

59

dos baras y media de bregallon en

10

00

60

siete baras de estameña en

26

25

61

una frisa de mujer en buen uso en

4

00

Folio 3

108

una iga de aire engastonada con plata en

00

25

109

unas poleas de plata en

3

00

110

unas calabazas de plata sobredorada en

5

00

Dormitorio junto a la Sala

238

Un arca de nogal grande con los siguientes

25

00

239

Un par de charol de mujer negros con lazo

4

00

240

Unas medias rojas

1

50

241

Un rodao amarillo con restos de bordado en estambres de colores

3

00

242

Unos manguitos de lana rojos

1

25

243

Un mandil de lana bordado de colores

2

50

244

Unos puños de camisa de lino

2

50

245

Un justillo encarnado con adornos de terciopelo

3

00

246

Un manteo amarillo

5

00

247

Otro manteo verde

5

00

248

Otro manteo marrón

3

00

249

Otro manteo pardo

2

00

250

Un adorno corbatero

1

00

251

Otro justillo blanco

2

00

252

Un mandil negro con adornos de azabache

8

00

253

Un atado de lana trenzada en verde y rojo con borlas

4

00

254

Un arca de nogal pequeña con los siguientes

15

00

Un collar de plata dorada con medallones, relicarios, cristo preñao, etc

500

00

255

Unos pendientes de calabaza

30

00

256

Otros pendientes de calabaza

20

00

257

Otros pendientes con paloma

15

00

Tal y como se reseña, en 1793 se tenía ya en estima la collarada y cuantos elementos componían entonces los adornos adicionales del traje. Decimos esto porque todo estaba almacenado en un arca de nogal, que estaba situada en el dormitorio matrimonial; es decir, había vigilancia día y noche sobre este patrimonio. La foto que insertamos muestra la indumentaria en sus componentes más simples. Los zapatos fueron pintados de amarillo pero los originales son negros y aún se conservan.

Emilio Gancedo, un periodista de El Diario de León, insertó una reseña el 11 de octubre de 2016 titulada «El traje que vio pasar a Napoleón». Indudablemente, el emperador francés no estuvo en Benavides de Órbigo, aunque pasó cerca, pues acudió a Astorga y el británico Moore ordenó volar el puente de piedra que une a Hospital de Órbigo con el Puente, en su parte más alta. Se restauró en los 1950 y gracias a las gestiones del arzobispo de Granada, oriundo de la localidad de Hospital de Órbigo.

Al hilo de esto, añadimos que en la primera localidad y por ser centro aglutinador y capital del condado de Luna, hubo un destacamento del ejército francés formado por soldados polacos que se dedicaban a la rapiña todas las noches por los pueblos del Órbigo y de alguna de ellas ya hemos dado cuenta (Junquera Rubio 2007: 305). Supieron de la existencia de la collarada y fueron a buscarla en varias ocasiones. Rosa Martínez Majo se vio obligada a buscarle un lugar seguro y tuvo que envolverla en una piel de oveja y enterrarla temporalmente en la majada con las ovejas, hasta que se disipó el peligro.

En el siglo xx y durante tres décadas, las que van de 1930 a 1960, este traje tuvo mucho predicamento en España. El primer acontecimiento ocurrió el 21 de mayo de 1939 y fue llevado por Victorina Junquera Rubio, que acudió al mayor acontecimiento folklórico ocurrido en la capital leonesa, cuyo gobernador civil solicitó el concurso de todos los ayuntamientos leoneses para despedir a la legión Cóndor, que estaba acantonada en León y en la Virgen del Camino. El alto mando alemán residía en el hotel Oliden. Muchos de los acontecimientos fueron reseñados de forma muy patriótica por los vencedores, ya que la contienda civil había acabado mes y medio antes (González 1939).

Concluimos por el momento este ensayo y prometemos un amplio estudio de aquí a corto plazo.

Bibliografía citada

González, J. 1943. Crónica de las fiestas regionales de la Victoria celebradas en León el día 21 de mayo de 1939. León. Edt. Imprenta Casado.

Junquera Rubio, C. 2007. Veguellina de Órbigo. Desde sus inicios hasta finales de la Edad Moderna. Pamplona. Edt. Eunate.



El primer inventario del traje de Veguellina de Órbigo (León), en 1793

EMPERADOR MARCOS, Francisco Javier / JUNQUERA RUBIO, Carlos

Publicado en el año 2017 en la Revista de Folklore número 425.

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