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Nuestra Señora de la Salceda se «apareció» a dos caballeros sanjuanistas que se internaron en el Monte del Infierno tras una jornada cinegética:
Al desencadenarse una gran tormenta de tal violencia que nunca habían visto otra parecida, los dos caballeros, atemorizados, ataron sus caballos a una rama y se hincaron de rodillas para pedir protección a la Virgen María. A la mitad de su oración ambos caballeros se vieron gratamente sorprendidos con la aparición de la Virgen, de pequeñísimo tamaño, y subida sobre un sauce. La Virgen, rodeada de luz y de ángeles [...]. Una vez que cesa esta singular aparición termina también la tormenta y entonces los caballeros montan de nuevo a caballo y regresan a Peñalver [...][1].
De todas formas, conviene recordar que las Relaciones de Felipe II fueron escritas en el siglo xvi y que en la dedicada a Peñalver existen grandes diferencias con las noticias que acerca de la misma aparición proporciona García Perdices. En la obra más antigua no aparece para nada el típico «lugar común» del ambiente misterioso, ni de los truenos ni relámpagos. Solo el piafar nervioso de uno de los caballos. Los caballeros, por el contrario, no están atemorizados, sino extrañados, como sorprendidos. Lo que para García Perdices es una «aparición» milagrosa, para nosotros es el «hallazgo casual» de una imagen en la rama de un sauce: «[...] una Ymagen de nuestra Sª ques mui pequeña, y [...] y vió en un Saz una Ymagen de nuestra Sª que dicen es la que agora está en el altar».
Caso curioso es que el caballo, nervioso, hinque las rodillas. Pero este tema se repite en otros muchos casos hagiográficos, como por ejemplo al que sucedió en La Yunta con el caballo que se arrodilló ante la puerta de una casa para indicar que allí se encontraba el Cristo del Guijarro[2].
A pesar de estas diferencias, en el entorno que acompaña al «encuentro», las representaciones iconográficas no se corresponden con lo que se dice en las Relaciones, tal y como demuestra el grabado que acompaña a la obra de don Cecilio Blanco, ni con las pinturas que existieron en la primitiva ermita[3].
(Con pequeñas variantes se produce la «aparición» de la Virgen de la Soterraña, en la «quintería» de Santa María de Poyos, hoy bajo las aguas del embalse de Buendía, que también se «apareció» a dos caballeros de la misma Orden de San Juan, pero en este caso en el interior de una cueva en la que ambos se refugiaron para guarecerse de una gran tormenta. El suceso, como queda a las claras, es bien parecido)[4].
Peñalver y sus glorias
Hay una obra menor, por así decir, titulada Aparición de la Virgen Santa María de la Salceda, Patrona de Peñalver. Peñalver y sus Glorias, escrita por don Cecilio Blanco (presbítero), publicada en 1966 por la Imp.(renta) Suc.(ursal) de A.(ntero) Concha. Pl.(aza) San Esteban, 2. Teléfono núm. 175, 51 pp.
El texto aparece dividido en dos partes. La inicial ocupa las treinta primeras páginas y es la titulada «Peñalver y sus Glorias», escrita en 164 estrofas de cuatro versos cada una, en muchos de los cuales el autor ha suprimido conjunciones y artículos que el lector puede y aun debe imaginarse fácilmente, con el fin de hacer que la medida sea igual para todos. La rima suele ser del tipo ABBA y los versos octosílabos. Pongamos algunos ejemplos:
Para casar con Olalla
Sancho Castillo Negrete
viene vecino al pueblo
mil quinientos veintisiete.
Esta nobleza les viene
del apellido Negrete
extinguido con su casta
hacia siglo diecisiete.
Mil setecientos setenta
y dos años nombraría
dos alcaldes ordinarios
y alguacil por regalía.
Como puede suponerse, se trata de una sencilla obra en la que se recoge la historia del pueblo y se cuentan sus hazañas pasadas. Resuenan en ella los nombres del Cid Campeador, Almanzor, Alfonso VI..., y Nuestra Señora de la Salceda, así como su hallazgo, hasta los tiempos modernos. También contiene datos sobre sus habitantes, arte, producciones y tantas otras cosas más, que allí quedan reflejadas.
En la página 31 publica un grabado, del que hablaremos más adelante, que representa la aparición de la patrona. La parte restante del folleto está dedicada a la Novena, que finaliza con los «Gozos de la Virgen», que reproducimos:
1. Aquí en la Salceda
la Virgen María
elige su trono
cerca de la villa.
2. Cruzados guerreros
que al moro seguían
detiene la Virgen
y así les decía:
3. Ya en este sitio
morar yo quería,
descansen las armas
hacedme ermita.
4. Aquí en la Salceda
alcarria [sic] Castilla,
seré dique al moro
y a mis hijos guía.
5. En fuerte batalla
el moro rendía
castillo muralla
a fuer de María.
6. Cruzados videntes
con gran alegría
rinden las espadas
a Santa María.
7. Oradan la roca,
erigen la cueva,
altares ofrecen
a la Virgen Reina.
8. Dejando coraza
el hábito toman,
honrando a la Virgen
de ello blasonan.
9. Ya lejos la guerra,
en paz y alegría,
Padres Franciscanos
Convento la hacían.
10. Allí los Mendoza,
allí los Cisneros
dan culto a la Virgen
con Julián y Diego.
11. La lámpara luce
con aceite al ver
gustoso lo ofrece
pueblo de Peñalver.
12. Acuden devotos
de las cercanías,
cantan a la Virgen
en sus romerías.
13. Peñalver preside
las fiestas del día
por ser guardador
de Santa María.
14. Acuden sus hijos,
cantan oraciones
camino que llaman
de las procesiones.
15. A tus plantas María
ya llegan tus hijos,
que escuches Señora
te piden propicios.
16. El niño y el joven,
niña y doncella
piden a María
virtud con ella.
17. Esposos y padres
piden a María
esposas y madres
de los hijos guía.
18. Concede María
auxilios piadosos
a todos tus hijos
amantes devotos.
19. Hoy Virgen María
extiende tu manto
de Valmoratilla
a Cerro del Santo.
20. Y todos los días
vuélvelo a tender
desde la Salceda
hacia Peñalver.
21. A Ti Madre mía
suplican tus hijos
les hagas amantes
de Jesús tu Hijo.
22. Peñalver venera
a Santa María
cantando sus glorias
milagros que hacía.
(Peñalver, 1966)
Se cantan con la música del Ave María de Lourdes y, por lo tanto, el estribillo es:
Ave, Ave, Ave María,
Ave, Ave, Ave María.
Más arriba hemos hablado del grabado que representa el hallazgo milagroso de Nuestra Señora de la Salceda. La escena es la siguiente: en lo alto de un árbol situado en la parte central, y entre un gran resplandor, la Virgen se aparece a dos caballeros orantes colocados cerca de sus caballos, que figuran en segundo plano, nerviosos al ver el cielo lleno de relámpagos. En la estrofa número 10 de los Gozos figuran los nombres de los dos caballeros a quienes se apareció: Julián y Diego, al parecer caballeros de la Orden de San Juan. Sin embargo, la mejor documentación la encontramos en textos generalmente pertenecientes al siglo xvii. Así:
* Historia de Monte Celia de Nuestra Señora de la Salceda, compuesta por D. Fray Pedro González de Mendoza, Arzobispo de Granada. Granada, por Juan Muñoz. 1616. (En folio).
* Compendio historial del aparecimiento de Nuestra Señora de la Salceda, fundación de su convento y origen en él de la regular observancia de Nuestro Seráfico Padre San Francisco, que escrivió Fr. Alonso López Magdaleno, cronista de la Provincia de Castilla. Madrid, por Juan García Infanzón. 1687. (En cuarto).
* Arco de paz entre Dios y el hombre, aparecido entre los términos de Peñalver y Tendilla en la milagrosíssima imagen de Ntra. Sra. de la Salceda que se venera en el convento de N. P. S. Francisco de Religiosos Recoletos observantes de esta provincia de Castilla. Breve noticia de su aparecimiento y milagros y novena. Escrito por el R. P. Fr. Juan Ros, Predicador General del número y exdefinidor en el convento de N. P. S. Francisco. Madrid, por Manuel Fernández. (En dieciseisavo y sin año, aunque debió de ser en 1748)[5].
El grabado (estampa) a que nos venimos refiriendo aparece en tres lugares diferentes:
- En la portada de Peñalver y sus Glorias...
- Al término de dichas Glorias y dar comienzo la Novena.
- En unas estampas sueltas, editadas por la Imp.(renta) Concha, sin fecha, ni localidad (aunque realmente son también de Guadalajara y de 1966), y en las que figura una Oración al reverso.
Mide 10,2 × 6,5 cm (al pie: «Aparición de la Virgen / Santa María de la Salceda / Patrona de Peñalver»).
Hay, además, otro grabado, artísticamente mucho más importante que el anterior, en el que puede leerse:
Vr.º Rt.º DE LA MILAGROSSISIMA, YMAGEN DE N.ª S.ª DE LA SALCEDA, SITA EN EL MUI RELIGIOSO CONBENTO, DE Pas RECOs DE N.º P. S. FRANco. APARECI / DA A DOS CAUALLEROS DEL ORDEN SE S. JUAN, ENTRE LOS TERMINOS DE PEÑALBER, Y TENDILLA, AÑO DE 1175. DONDE SE VENERA. / Yrala. del. Se ganan 200 dias de Indulg.ª Rezando una Salve.
Viene firmado, aparte de por el delineante mencionado (Yrala), por «F. G. de Crosa, Sor. Sos. St. Seg.». Se trata de la reproducción de la imagen del retablo mayor del convento de la Salceda. El motivo fundamental lo constituyen precisamente los dos caballeros sanjuanistas que adoran asustados la imagen de la aparecida Virgen. Se trataba de un retablo constituido por tres calles y tres cuerpos.
En el primer cuerpo y sobre el altar aparece, en el centro, la imagen de un Niño Jesús «de la Bola» con dos imágenes más, laterales: san Antonio de Padua, a la derecha, y san Diego de Alcalá, a la izquierda, coronados por el símbolo de la fe en forma de mujer portadora de una cruz y un cáliz en las manos y con los ojos vendados (calle central).
El segundo cuerpo lo constituyen: centralmente, la adoración mencionada de los dos caballeros sanjuanistas y las imágenes de otros dos santos franciscanos; a ambos lados, enmarcados entre columnas salomónicas y en sendas hornacinas, rematada la central —de la Virgen— por el anagrama «M(aría) A(uxiliadora)», sustentado por dos ángeles tenantes, y un cuerpo superior, especie de tímpano, que consta de una imagen central que representa la estigmatización de san Francisco de Asís con el arcángel san Gabriel a la derecha y ¿Tobías? a la izquierda, y a su vez, estos, con dos ángeles laterales, el de la derecha con una filacteria en la que aparecen las palabras «AVE MARIA G(ratia) P(lena)» y un ramo de flores, y el de la izquierda con una espada flamígera, todo ello vuelto a coronar de nuevo por dos ángeles que sustentan un símbolo consistente en una «S» vertical atravesada por una flecha ascendente.
En los ángulos del grabado que comentamos aparecen sendas cartelas en las que puede leerse:
• Derecha:
Virgen que En el sauce estais, / En el Monte y su espesura, / firmeza, Gracia, y Dulzura, / En la Salceda nos dais.
• Izquierda:
Sois Consuelo de afligidos, / Arcos iris en Tempestad, / Sanais toda Enfermedad, / Ciegos, Mancos y Tullidos.
Este grabado es quizá de los más interesantes que existen, ya que nos da clara idea de la primitiva (si es que así puede decirse) traza del altar dedicado a su devoción en el convento franciscano de Nuestra Señora de la Salceda.
Pero conocemos dos grabados más:
Vº Rtº de la Milagª Imagen de Nra Sra de la Salzeda, según fuè aparecida en un sauce a dos Cavalleros del havº de Sn. Juan Aº 1175 // entre los Terms de Peñalber, y Tendilla, llamado antes Monte y Barranco del Infierno por los muchos rayos y Centellas qe en èl // caían y después Monte Coeli, donde se venera en el Convtº de Religos recoltos obseres de N. S. P. Dn. Francº // A devocn de la Sª Dª Josefa Manzano y Coronel, síndica de dho Convtº quien la costeo Aº 1783. seganan 200. días de Indª rezando // una Ave Maria ó Salve.
[¿Alluderre dº.?, ¿Albugene dº.?][6].
Nª. Sª. DE LA SALCEDA. // Como se veneraba en el Convtº de Relijiosos Franciscos del // mismo nombre, hoy en la parroquia de Nª Sª de la Asunción // de la Villa de Tendilla desde el año 1838.
Divujado en 30. De Mzo. De 1849. Por Jose B. R. // y Grabado por M…[7].
Dos fotografías sirven para dar idea de las imágenes que actualmente se conservan en las iglesias de Tendilla[8] y Peñalver[9], además de un panel cerámico, realizado en Talavera de la Reina[10].
Otra Salceda en las Torres de Cotillas (Murcia)
Además de las tres advocaciones de la Virgen de la Salceda que se conocen en la provincia de Guadalajara (Peñalver y Tendilla, en la Alcarria, y Arbancón, a las puertas de la Serranía), encontramos otra más en tierras murcianas. Al parecer, y según señala la página web de esta localidad[11]:
… llegó esta advocación de la Virgen, sobre el año 1867 en que Don José María D’Estoup contrae matrimonio con Doña Amparo Barrio, natural del pueblo de Tendilla. Doña Amparo, mujer profundamente religiosa y amante de la Virgen de la Salceda, trae consigo un cuadro de dicha imagen, el cual es colocado en la capilla que esta familia tenía en la parroquia.
Y añade más:
Algunos padres bautizaban a sus hijas con el nombre de Salceda. A medida que el tiempo pasaba, el nombre de la Virgen de la Salceda iba calando de tal manera en la gente de nuestro pueblo, que Doña Amparo, encarga una imagen de la Virgen, que más tarde sería nombrada Patrona de Las Torres de Cotillas. La imagen de la Virgen de la Salceda, salía en procesión junto con la de la Virgen del Rosario, que por entonces era Patrona de Las Torres de Cotillas. Por este motivo, las fiestas patronales de Las Torres se celebraban la primera semana de octubre, coincidiendo con la festividad de la Virgen del Rosario. En 1969 el Ayuntamiento acuerda cambiar las fiestas Patronales al mes de agosto, en contra de la voluntad del Párroco D. Pedro Martínez Gil, que ese año, todavía celebró las fiestas religiosas el primer domingo de octubre, ya que las cívicas se habían celebrado en agosto. La primitiva imagen de la Virgen de la Salceda, fue destruida en la contienda de 1936. Por las fotos que todavía se conservan de ella, según Don Francisco Liza Alarcón, escultor murciano, dicha imagen pertenecía a la escuela valenciana. Los más antiguos del lugar, todavía recuerdan con cariño la sonrisa de la Virgen. La imagen que hoy se contempla en la parroquia es copia de la anterior, realizada por el escultor murciano Juan González Moreno en el año 1941, debido a la ilusión y entusiasmo del pueblo en general y de su Párroco Don Rafael Fernández Herrera[12].
Hay también dos páginas web más, no oficiales, con textos de José Fernández Baño, que citan en la bibliografía, entre otros, a Montes Bernárdez[13], y se adaptan a los nuevos datos que este aporta en un curioso libro sobre la advocación que tratamos y que nos atrevemos a trasladar íntegramente, a pesar de su extensión, dado el gran interés que tiene para el mejor conocimiento y difusión de dicha advocación mariana:
Lo que no puede precisarse con tanta exactitud es la llegada de esta advocación a la antigua Qutiyyas. Sabemos que en 1450 se produce una terrible incursión del rey Chico de Granada y el lugar queda desierto. Se repuebla entonces con cristianos procedentes de Huete (Cuenca) en 1452. En esa fecha abren ermita en el pequeño poblado asentado entre el Riacho y el río Segura. Esta pequeña iglesia dependerá durante siglos de la parroquia de Alguazas, lugar donde encontraríamos los libros de bautismo, matrimonios y defunciones sin que en ellos se hiciera referencia o mención a ningún santo patrón o virgen.
La situación cambió hace unos 225 años cuando el obispo Manuel Rubín de Celis visitó el lugar un 19 de diciembre del año 1778. A partir de ese momento, todos los documentos eclesiásticos llevarían el encabezado de «iglesia de Nuestra Señora de la Salceda». No está claro si nos hallamos ante el reconocimiento de una tradición anterior o sencillamente el obispo consagró el templo de Las Torres a esta advocación mariana; lo cierto es que en el pueblo no se bautizará a ninguna mujer con este nombre hasta ciento diez años después de estos hechos. La primera que llevó por nombre de pila Salceda fue la abuela del actual párroco, toda una «causalidad».
Desde 1778 hasta nuestros días, toda una serie de vicisitudes relacionadas con la iglesia y su patrona se suceden. Así, 1796 aquella primera ermita instalada a orillas del río Segura se traslada tierra adentro para ocupar la ubicación actual, aunque las obras principales, las grandes obras, se realizarán en 1896.
También hay que destacar la labor pastoral de un sacerdote que ejerció en el pueblo durante más de cuarenta años, Pascual Fernández Briceño, peculiar personaje capaz de organizar en 1769 una manifestación popular contra el poderoso marqués de Corvera y de imponer su nombre a todos los niños que bautizó. Esta tendencia se hizo tradición, de manera que varios de sus sucesores acabaron haciendo otro tanto con los suyos respectivos.
El nombre de Salceda se impuso sistemáticamente, en calidad de segundo, a todos los nacidos en Las Torres, durante dos periodos concretos dentro del siglo xx: de 1906 a 1915 y después, entre 1935 y 1936.
En 1896 se aprueba el proyecto de ampliación y reparación del templo parroquial con el apoyo de la Reina y del Obispo. El promotor de la obra fue José María D’Estoup, a quien todo el pueblo agradeció el esfuerzo realizado para que tal renovación se llevara a cabo.
Probablemente fuera patrona la Virgen de la Salceda a nivel de aceptación popular cuando Mariano Barrio, cuñado de un miembro de los D’Estoup trajera de una finca de Gárgoles (Guadalajara) la imagen de la primitiva virgen a mediados del siglo xix. Otra prueba que justificaría esta afirmación es que desde que en 1778, en el que de modo oficial pero no popular se reflejara el patronazgo de nuestra patrona, hasta 1888 no aparece la primera Salceda bautizada. Esta resultó ser la abuela de nuestro párroco actual Don Antonio[14].
La Virgen de la Salceda
gloria en su divino altar
y Peñalver la venera
con un amor especial
por ser su joya primera[15].
Apéndice poético
GOZOS A NUESTRA SEÑORA DE LA SALCEDA (1865)
De la Salceda Señora
Nuestros votos escuchad
En todos nuestros apuros
Amparadnos con piedad.
Toda la Alcarria os venera
Con la mayor fe, y buscamos
Todos el bien y lo hallamos
En Vos, Madre verdadera
Y pues que experimentamos
Tan potente esta verdad
En todos nuestros apuros
Amparadnos con piedad.
Vuestra clemencia, Señora
Aqueste sitio eligió,
E inmensa gloria alcanzó
Siendo Vos su protectora.
La fama con voz sonora
Lo dice con claridad
En todos nuestros apuros
Amparadnos con piedad.
Como Madre os desvelais
En nuestro bien, y esto es tanto,
Que no hay pena, ni quebranto
Que en nosotros no aliviais.
Y pues siempre nos mostrais
Vuestra inmensa caridad
En todos nuestros apuros
Amparadnos con piedad.
De vuestro poder los dones
Repartís, Reina piadosa,
Y nuestro gozo rebosa
Sobre nuestros corazones.
Testigos son los blasones
De tanta felicidad
En todos nuestros apuros
Amparadnos con piedad.
Los que os vienen aquí a ver
Movidos de devoción
En vuestra fiel protección
Hallan cuanto han de menester.
Que invoquen vuestro poder
Y vuestra benignidad
En todos nuestros apuros
Amparadnos con piedad.
Reverentes y humillados
Nuestras preces os ofrecemos
Para que por vos logremos
El perdón de los pecados.
Y de vos siempre amparados
Clamaremos con verdad
En todos nuestros apuros
Amparadnos con piedad.
GOZOS A LA VIRGEN DE LA SALCEDA
(Se cantan en la actualidad)
Vuestra clemencia Señora
Aqueste sitio eligió
Y tanta dicha alcanzó
Que eres Tú su protectora
La fama con voz sonora
Lo que dice con claridad
En todos nuestros ahogos
Ampárenos tu piedad.
Como Madre os desveláis
En nuestro bien y eso es tanto
Que no hay pena ni quebranto
Que Vosotros no aliviéis
Y pues siempre nos mostráis
Vuestra inmensa caridad
En todos nuestros ahogos
Ampárenos tu piedad.
De nuestro poder los dones
Repartid Reina piadosa
Que vuestro gozo rebosa
Sobre nuestros corazones
Testigos son los blasones
De tanta felicidad
En todos nuestros ahogos
Ampárenos tu piedad.
Eres hermosa María
De los tristes esperanza
Eres iris de bonanza
De los náufragos solaz.
Consuelo de los que lloran
Amparo del penitente
Para el pecador clemencia
Para el justo dicha y paz.
Señora de la Salceda
Que con tanta fe buscamos
En ti nuestro bien hallamos
Como madre verdadera
Y pues experimentamos
Tan patente esta verdad
En todos nuestros ahogos
Ampárenos tu piedad.
A los niños acaricias
Con tu sonrisa de cielo
A los jóvenes consuelo
Les das en su padecer
Y en los peligros del golfo
Dónde naufragan sin guía
Eres tú Virgen María
De su barca el timonel.
Los que os vienen a ver
Les trae la fe y la afición
Porque en vuestra protección
Tienen cuanto han menester
Pues claman a tu poder
Y a tu liberalidad
En todos nuestros ahogos
Ampárenos tu piedad.
Socorred Virgen María
A tus devotos piedad
Esperar de tu clemencia
Tú bendición maternal
No nos desoigáis Señora
Sed el escudo de paz
Que solo ya en ti esperamos
Madre llena de bondad.
Reina de los serafines
Elegida del Señor
Rosa llena de fragancia
Amparo del pecador
Adiós estrella del Cielo
Adiós Madre del Amor
Adiós amparo del mundo
Adiós matutina flor.
Reverentes y humillados
Esta novena ofrecemos
Para que por ti logremos
El llorar nuestros pecados
A tu sombra refugiados
Clamaremos con verdad
En todos nuestros ahogos
Ampárenos tu piedad.
SALVE POPULAR DE TENDILLA A LA VIRGEN
«NUESTRA SEÑORA DE LA SALCEDA»
(La cantan en Tendilla al terminar la misa de los sábados y en alguna ocasión más).
Dios te salve Reina y Madre
De misericordia llena.
Vida, dulzura y consuelo
Y firme esperanza nuestra.
Dios te salve a ti llamamos
Desterrados hijos de Eva.
A ti Madre suspiramos
En este valle de penas.
Ea pues dulce Señora
Y siempre abogada nuestra.
Vuelve a nosotros tus ojos
De piedad y de clemencia.
Y después de este destierro
Nuestra alma a Jesús presenta.
Jesús fruto de tu vientre
Y del Cielo hermosa perla.
Oh, Señora clementísima.
Oh, piadosísima reina.
Oh, dulce Virgen María.
ROMANCE HISTÓRICO SOBRE LA APARICIÓN DE
NUESTRA SEÑORA DE LA SALCEDA (1957)
Una tarde de septiembre,
Caliginosa y serena,
Dos caballeros cazaban
Por las vertientes izquierdas
De nuestro valle. Los dos
Lucen en sus sobrevestas
La cruz roja de la Orden
De san Juan, preciada enseña.
Las nubes que van cubriendo,
A trechos, la azul esfera,
Y el día caliginoso
Presagian una tormenta.
Pero los dos caballeros,
Habituados a la guerra,
Y a sus incomodidades,
Ante el anuncio no tiemblan.
Precedidos por los perros,
Los caballos de las riendas,
Los caballeros, se abren
Paso, entre la fronda espesa,
Con sus pesados mandobles
Manejados con destreza.
Siguiendo los cazadores
En la persecución terca
Han llegado a la cañada
Que el siniestro nombre lleva
De «Barranco del Infierno»,
Porque la maraña espesa
De las ramas enlazadas
Cierra el paso a quien lo intenta.
Pero los dos caballeros,
Diestros en lances de guerra,
A golpes de sus mandobles
En la cañada se adentran.
Distraídos en la caza,
Ninguno se ha dado cuenta
Que las nubes que horas antes
Amenazaban tormenta,
Se unieron y se extendieron
En una cortina densa
Que cubre el Cielo, y parece
Que aplastar quiere la Tierra.
Y quienes jamás temblaron
En duros trances de guerra,
En aquel momento trágico,
De frío y de miedo tiemblan.
Ven las furias del Infierno
Latentes en la tormenta,
Y a la única arma eficaz,
Acuden, para vencerlas
Y, devotos a la Virgen,
Un Ave-María rezan.
Súbito, se calma el viento;
La copiosa lluvia cesa; claridad inefable
Que a los caballeros ciega,
Como si del firmamento
Caído hubiese una estrella;
Mucho más, cual si cien soles
Juntos y a un tiempo lucieran,
Ilumina la cañada
Con aquella luz intensa
Y, acomoda su vista
A la claridad aquella,
Ven su foco en el arranque
De la cañada siniestra.
Y ven, con creciente asombro
Que a sus pies se abre una senda
Que alfombran variadas flores
De deliciosas esencias,
Que al foco de luz conduce,
Y a éste por ella llegan.
Y ven que el foco de luz
No es una brillante estrella,
Sino diminuta imagen
De la que en los Cielos reina,
Que, entre dos ramas de un sauce
Su Divinidad ostenta.
Y al pie del sauce bendito,
La enternecedora escena
De los perros, los caballos
Y la perseguida bestia,
Absortos ante la Imagen
En la adoración más tierna.
Caen en profundo éxtasis,
Y, cuando se éste despiertan,
Sobre la cruz de su pecho
Hacen solemne promesa,
De edificar un santuario
Donde venerada sea
Aquella pequeña imagen,
Que ha probado ser inmensa
Ahuyentando a los demonios
Con su divina presencia,
Y que, por haber bajado
De los Cielos a la Tierra
Sobre un sauce, denominan
La «Virgen de la Salceda».
La noche se había envuelto
En su manto azul de estrellas,
Sin mancha alguna de nubes,
Y la boba Luna llena
Bañada en su luz de plata
El boscaje, que espejea,
Y tierna canción susurra
Cuando Céfiro la besa.
Cumpliéndose la promesa
De los nobles caballeros,
No tardando, en el arranque
Del «Barranco del Infierno»
Que por el de «Monte Celia»
Cambia su nombre siniestro,
Van alzando construcciones
Sobre sólidos cimientos,
De sencilla arquitectura
Que forman vasto convento
Y han de ser modesto estuche
De la joya que los Cielos
Enviaron a la Al-Karria
En milagroso suceso.
Durante los siete siglos
Que, en el ruinoso convento
Permaneció nuestra Virgen,
Obró milagrosos hechos
Que relata con detalle,
En voluminoso texto
Aquel Cardenal Mendoza
Arzobispo de Toledo.
En este breve romance
Ni enumerarlos podemos
Y solo hemos de citar
El más patente portento
Que realiza la Virgen
A diario y en silencio:
Avivar en sus devotos
Cada día el vivo celo
En practicar las virtudes
Por cuyo probado mérito
Jesucristo ha prometido
A los cristianos el Cielo.
¡Devotos de la Salceda;
Alcarreños, Tendilleros!
La devoción a la Virgen
A cada hora aumentemos,
Y un feliz día, con Ella
Nos veremos en el Cielo.
[1] Jesús García Perdices, Cual aurora naciente (advocaciones marianas en la provincia de Guadalajara), Guadalajara, el autor, 1974, p. 87. Cecilio Blanco, presbítero, cuenta en verso la historia del pueblo de Peñalver y la aparición de la Virgen de la Salceda, en un folleto de 51 páginas, titulado Aparición de la Virgen Santa María de la Salceda, patrona de Peñalver. Peñalver y sus glorias (Guadalajara, 1966), que veremos más adelante. Con algunas diferencias, recogen las Relaciones topográficas de España (Memorial Histórico Español) de Juan-Catalina García López, tomo XLI (I de los relativos a Guadalajara), p. 256, pregunta 42, la aparición de la Virgen de la Salceda a los caballeros sanjuanistas: «... hay una Ymagen de nuestra Sra. ques mui pequeña, que proboca á gran devoción [...] (la Casa) la fundó(aron) unos caballeros de la dicha órden de San Juan, que saliendo un día desta su villa yendo á caza [...] en una espesura, se alborotó el caballo, y que alzó uno de los caballeros la Cabeza, y vió en un Saz una Ymagen de nuestra Sra. que dicen es la que agora está en el altar. Y que se arrodilló el Caballo, y el Caballero le hizo grande reverencia, y que fue revelado el Caballero fundase acerca casa [...] (una ermita)». Sobre esta aparición, por así decir, véase la obra de fray Alonso López Magdaleno, Crónica General de la Orden de San Francisco. Compendio historial del aparecimiento de Nuestra Señora de la Salceda, fundación de su convento y origen en él de la regular observancia de Nuestro Seráfico Padre San Francisco, que escribió Fr [...], cronista de la Provincia de Castilla. Madrid, por Juan García Infanzón, 1687. Véase también Juan de Villafañe, Compendio histórico en que se da noticia de las milagrosas, y devotas imágenes de la Reyna de los cielos, y tierra, María Santísima, que se veneran en los más célebres santuarios de Hespaña. Refierense sus principios, y progressos con los principales sucessos mas notables de sus prodigiosos Aparecimientos. Obra, que consagra a la misma Virgen, y Madre de Dios, María Santissima, especial abogada, y patrona de los hespañoles, su author El Padre... de la Compañia de Jesus, Maestro de Theologia, que fue en el Real Colegio de Salamanca; y al presente Rector del mismo Real Colegio. Salamanca, en la imprenta de Eugenio García de Honorato, 1726, p. 311. También José Ramón López de los Mozos, «Catálogo de piezas menores religiosas (I)», en Wad-Al-Hayara, 4 (Guadalajara, 1977): Otros textos (3-OT, pp. 157-159) y Estampas (1-E, pp. 169-170).
[2] José Ramón López de los Mozos, «Catálogo de piezas menores religiosas (II)», en Wad-Al-Hayara, 7 (Guadalajara, 1980), pp. 171-172. (Véase 11-N. Novenario […]). Alfonso Heredia Manrique, Olga Vicente Tineo y Pepe López Pérez, «Fuentes documentales sobre el origen de la tradición del Cristo del Guijarro», en Páginas de La Yunta, n.º 1 (Amigos de La Yunta, 2007), pp. 114-137. Véase p. 134. Breve noticia de la aparición del Santísimo Cristo del Guijarro, recogida en el Novenario al Santísimo Cristo del Guijarro, escrito por Fr. Francisco Tineo en 1767. (Novenario / al / Santísimo Cristo del Guijarro / aparecido en una piedra / en la villa de La Yunta / con una breve noticia / de su admirable y prodigiosa aparición / y una adición en esta reimpresión / compuesto y dado a luz / por el / M. Rvdo. P. Fr. Francisco Tineo / prior que fue / del convento de San Pedro mártir, de Calatayud; Rector / del colegio patriarcal de predicadores de Orihuela, Canci- / ller de dicha Universidad y Catedrático de Teología moral / de la misma, hijo de dicha villa a quien lo dedica y consagra. / Sexta edición / Zaragoza / Gráf. Parra-F. Rey, 19. Tel. 42 11 84 / 1977).
[3] Antonio Herrera Casado, Monasterios y conventos en la provincia de Guadalajara, Guadalajara, Diputación Provincial de Guadalajara, Institución Provincial de Cultura «Marqués de Santillana», 1974, p. 50. Juan Ros, Arco de paz entre Dios y el hombre aparecido entre los términos de Peñalver y Tendilla en la milagrosissima imagen de Ntra. Sra. de la Salceda que se venera en el convento de N.P.S. Francisco de Religiosos Recoletos observantes de esta provincia de Castilla. Breve noticia de su aparecimiento y milagros y novena. Escrito por el P.P. Fr [...] Predicador General de N.P.S. Francisco. Madrid, por Manuel Fernández, s. f. (aunque debió de ser en 1748). Peñalver y Tendilla han mantenido constantes disputas por asignarse la aparición de la Virgen de la Salceda en su término. Hoy se sigue celebrando su festividad en la última localidad el día 7 de septiembre, mediante una devota procesión que lleva a cabo la hermandad de la Salceda. Antonio Herrera Casado, Tendilla historia y arte, Guadalajara, 1994, pp. 37-38.
[4] Jesús García Perdices, Cual aurora naciente…, op. cit., pp. 93-94. «En el siglo xvi la “quintería” de Santa María de Poyos tenía 110 vecinos y otras tantas casas. Fue señorío de la Orden de San Juan, e incluida en su encomienda de Peñalver y en el priorato de Castilla» (Vid. Jesús Mercado Blanco, M.ª Jesús Moya Benito y Antonio Herrera Casado, Historia de Sacedón. Patrimonio y costumbres, Guadalajara, Aache Ediciones, 2003, p. 176.
[5] Tomás Muñoz y Romero, Diccionario bibliográfico-histórico de los antiguos reinos, provincias, ciudades, villas, iglesias y santuarios de España, 1.ª ed., Madrid, 1858 (la 2.ª ed., que manejamos, es de Madrid, 1973), p. 229. Vid. «Salceda».
[6] Hemos consultado Juan Carrete Parrondo, Javier Fernández Delgado y Jesusa Vega González (documentación y catálogo), Estampas. Cinco siglos de imagen impresa, Salas del Palacio de Bibliotecas y Museos-P. Recoletos, 22, Madrid. Diciembre 1981-Febrero 1982, Madrid, Ministerio de Cultura. Dirección General de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas. Subdirección General de Museos, 1981, sin encontrar nombre alguno que se asemeje a los arriba indicados.
[7] Los dos grabados pertenecen al archivo de D.ª Carmen Paz Ropero y fueron publicados en José Luis García de Paz (coord.), Memoria gráfica de Tendilla en el siglo xx, Guadalajara, Aache Ediciones, 2008, p. 28.
[8] García de Paz […], op. cit. p. 26. Esta fotografía se conserva en el Fondo Camarillo del CEFIHGU, en la Biblioteca de Investigadores de la Provincia de Guadalajara de la Diputación.
[9] Peñamelera, n.º 25 (Peñalver, agosto de 2015), p. 64.
[10] Peñamelera, n.º 23 (Peñalver, agosto de 2013), p. 83.
[11]http://www.geo.ya.com/torrescotillas/03phistoria/Salceda/historiavirgendelasalceda.html
[12] Op. cit., pp. 33-35.
[13] José Luis García de Paz, Antonio Herrera Casado y José Ramón López de los Mozos, Peñalver, memoria y saber, Guadalajara, Aache Ediciones (Col. Tierra de Guadalajara, n.º 58), 2006, pp. 99-100. Recientemente, los datos acerca de la web citada más arriba (nota 10) han cambiado y ahora se encuentran en http://www.torrescotillas.net/ayto2/legadohistorico.htmNUESTRA_señora_DE_LA_SALCEDA_Y_LAS_TORRES_DEQYTIYYAS (evidentemente, tanto Peñalver como Tendilla no se encuentran en las Alpujarras de Granada, como indica la página web mencionada, sino en la Alcarria de Guadalajara).
[14]http://www.portallastorres.com/historia.htm y http://www.portallastorres.com/historia-efemerides.htm
[15] Ricardo Montes Bernárdez, Nuestra Señora de la Salceda y Las Torres de Qutiyyas (Murcia), Murcia, Editorial Azarbe, S. L., 2004. Teresa Peñalver Soto, «Artículo para Peñalver», Peñamelera, n.º 11 (Peñalver, septiembre de 2001), pp. 40-41. Hay otra Virgen de la Salceda, cuyo culto fue llevado desde Peñalver hacia 1700, y que es la patrona de San Cayetano (Murcia), donde a los «peñalveros» o habitantes de Peñalver los conocen con el gentilicio de «peñalveres». Se conserva también un «Himno a la patrona...» cuya letra se debe a D. Salvador Sandoval López (1998) y música a D. José Almagro Serna (de Las Torres de Cotillas), así como un «Canto a la Virgen...» cuya letra corresponde a D.ª Lola Egea. Ambos poemas figuran recogidos por Ricardo Montes Bernárdez, Nuestra Señora de la Salceda…, op. cit., de quien los hemos tomado:
HIMNO A LA PATRONA EN / LAS TORRES DE COTILLAS / CORO / Sentada en un sauce, excelsa Patrona, / Bendice a tu pueblo que humilde te reza. / Son sus corazones tu mejor corona, / Tu gloria y el trono de tu realeza./ ESTROFAS / Eres, Virgen, la Estrella de nuestro cielo, / Señora de las flores y los abrojos. / No hay trigal en el campo como tu pelo, / Ni lucero tan puro como tus ojos. // El color de los frutos, en el estío, / Ruboriza la gracia de tus mejillas. / Cantando tu hermosura, se aleja el río / y se inclinan los juncos de las orillas. // Morena de Las Torres, bella Huertana, / Paloma de los cielos y de los valles, / Milagro de los ojos, Rosa temprana / Que embriagas el aire de nuestras calles... // ¡Salceda del Amor!, ¡Oh, Madre buena! / ¡Guarda nuestras almas puras y sencillas! / ¡Que te aclamen Reina de bondades llena / tus hijos de Las Torres de Cotillas!
CANTO A LA VIRGEN DE LA / SALCEDA / Reina entre las reinas / Eres nuestra patrona, / Luce arco de flores / El aura de tu corona. // Virgen de la Salceda, / Danos amor y cobijo, / Estrechanos en tus brazos, / Queremos ser tus hijos. // ESTRIBILLO / Virgen buena y amada, / Te queremos sencilla / Y todos te adoramos / En las Torres de Cotillas. // Mi Señora Salceda, / Vamos todos hacia ti, / Tu mirada es camino, / El que queremos seguir. // Sueño entre tus brazos, / Señora de bondades, / Tu conviertes en calma / Todas tus tempestades. // ESCRIBILLO / Las Torres están tristes, / Si triste te sientes tú... / En nosotros plantastes / El sauce de tu virtud. // Míranos bella Salceda / Y danos tu bendición, / Que si el sol no brilla / Brillará tu corazón. / ESTRIBILLO... [sic].