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El abanico, ese complemento para el vestir que tanta tradición y significados conlleva, nos sirve de excusa para dedicar un número monográfico a uno de sus modelos más característicos —ventalle lo llamaba Covarrubias—, cuyo uso generó un tipo de papel impreso, de uso muy frecuente en Cataluña, en el que diversos motivos poéticos y literarios servían de adorno y de entretenimiento.
Aunque la historia de la pieza es larga y prolija —podemos suponer que se utilizó desde la Edad Media para espantar insectos y para aliviar el calor con igual éxito— fue en el siglo xvi cuando comienza a hablarse del abano o abanillo o abanico como una especie de pequeño bastidor usado en los verduguillos, que servía para mantener rígido el característico collar. La forma de ese bastidor sugiere que tal vez existiera ya un objeto anterior llamado abano (de vannus=criba) con el que se cribara en las eras moviéndolo arriba y abajo para conseguir separar el grano del bálago en un movimiento similar al que luego se popularizó para alejar las moscas o mitigar el calor. El acto de abanar, pues, consistiría en mover una criba para cerner y aventar.
Lo cierto es que los abanillos de la gorguera desaparecieron con la prenda pero quedaron los abanillos o abanicos de diversas formas (de aspecto de banderita, redondos, en forma de flor de lis, etc.) que dieron origen a un complemento, imprescindible ya para el vestir femenino durante los siglos xix y xx.
Los ventalles de bandera se fabricaban sin bastidor, simplemente con la rigidez obtenida al unir un medio pliego doblándolo, consiguiendo además un objeto que tenía —cuando no se usaba para su fin principal— unas características que le colocaban entre los tipos de impresos que, sin llegar a la categoría de libro o libreto, eran portadores de una información escrita.
La costumbre de imprimir en pliego diferentes temas y motivos, casi siempre con un grabado xilográfico que ayudara a su comprensión o que embelleciera el texto es analizada en profundidad en el artículo que hoy ocupa la Revista y que aporta muy importantes datos para la comprensión y estudio de la imprenta en Cataluña y en España como centros de difusión de papeles que luego se vendieron en América y Filipinas.