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La Edad Media en Europa es un período de tiempo que abarca diez siglos. Oficialmente desde la caída del Imperio Romano, en el año 476, hasta el Renacimiento, año 1492, con el descubrimiento de América.
En conjunto nos referimos a una época conflictiva e inestable en cuanto a la situación política, siendo frecuentes las guerras y las invasiones, bárbaros desde el norte y árabes por el sur.
A pesar de todos estos acontecimientos, no se suele dar mucha importancia a este momento y suele despacharse con el nombre de «los siglos oscuros», posiblemente para justificar nuestra falta de comprensión hacia un período tan extenso y significativo para el mundo actual.
Vamos a intentar arrojar un poco de luz y dirigir la mirada a aquellos celtas tardíos, también herederos del desaparecido Imperio Romano, que poblaron, recorrieron y construyeron lo que hoy es Europa.
Si nos situamos en España, el punto de partida será la conquista árabe en el 714, puesto que los restos del Imperio Romano y las invasiones bárbaras posteriores quedaron barridos, excepto en el norte. Pero también fue el punto de partida de una situación totalmente diferente para el mundo cristiano, que no tenía nada que ver con lo vivido hasta entonces.
Poco después de la conquista árabe empezó la Reconquista cristiana. Se necesitaba la llegada de gentes del norte para consolidar el avance hacia el sur, y empezaron a llegar desde el otro lado de los Pirineos.
Europa estaba habitada por gentes de origen celta y a pesar de todos sus dialectos y diferencias compartían un origen indoeuropeo, es decir, tenían una cultura e incluso una lengua básica común que se había fusionado con el latín, que al mismo tiempo también tenía un origen indoeuropeo, dando después lugar a las diferentes lenguas romances.
Estos celtas estaban más o menos romanizados pero en gran parte se mantenían como gentes errantes, situación compatible con la inestabilidad política, que se desplazaban según las épocas o las circunstancias. Posiblemente hablaban una mezcla lenguas y de dialectos. La comunicación entre gentes de lugares muy distantes sería algo habitual o también que en una misma familia o grupo se hablaran diferentes lenguas.
Cuando la península ibérica se convierte en una tierra de oportunidades, todas estos celtas de origen incierto empiezan a desplazarse hacia el sur, hacia Hispania, la ‘tierra del pan’, conocida así desde los tiempos de los romanos. Pane en latín, o pain en francés, significa ‘pan’; sin embargo, será por la afición de los antiguos a que una palabra signifique una cosa y a la vez lo contrario, pain es ‘pena’ o ‘dolor’ en inglés.
En celta, la raíz de origen indoeuropeo car o cas significa ‘carro’ o ‘casa’, porque para estas gentes que recorrían Europa eran lo mismo. Parece ser que se guiaban por las estrellas (stella o stelle en latín), abriendo de esta manera caminos de estrella en la tierra. También se desplazaban por el mar en las carracas y algunos siglos más tarde en las carabelas.
Los nombres de ciudades y pueblos que tienen esta raíz son numerosos, no solo en España o en la península, sino en toda Europa, y debe de ser también frecuente en Asia y en la India.
Los castellanos serían, pues, las ‘gentes de los carros que seguían las estrellas’ y Castilla, el ‘país de los carros de estrella’ o ‘una inmensa parada de carros’.
Hay además muchos pueblos con el nombre de castro, en este caso el significado es ‘carro o casa de tierra’ y se refiere a los poblados que ya existían antes de la llegada de los carros de estrella.
Entonces empezaron a construir castillos, que eran puntos de llegada y salida. De una manera similar al castellum, que era una construcción romana dedicada a distribuir el agua que llegaba del acueducto por las vías de toda la ciudad, los castillos recibían gente que volvía a partir dispersándose por los caminos.
Catedral significa en celta ‘casa o carro de cabeza o principal del hombre de la tierra’. No es una interpretación poco respetuosa si tenemos en cuenta que para las gentes de esta época el carro o la casa, el caballo, la tierra, las estrellas y el pan eran las cosas fundamentales de la vida. La cátedra sería el carro de cabeza de la tierra.
Carro es car y arro; esta raíz, arr, es muy frecuente en las lenguas celtas. Significa ‘avanzar, moverse hacia delante’.
La ciudad de León fue un lugar de paso obligado para los peregrinos pero también llegaban los carros. Teniendo en cuenta que la afluencia de carros fue continua hasta finales de la Edad Media, no es extraño que este recuerdo haya permanecido en las tradiciones.
En octubre se celebra la fiesta de San Froilán y hay un desfile de carros y pendones. Es sorprendente que se reviva de una manera tan colorista y exacta la llegada de aquellas caravanas en las que ondeaban los pendones y estandartes con los emblemas de sus linajes y lugares de procedencia.
El recuerdo permanece en los nombres de las calles, como la plaza de Santa María del Camino y el monasterio de las Carbajalas. Carbajal era el que ayudaba a las gentes a que bajaban de los carros. En esta plaza, también llamada plaza del Grano, se atendía a los viajeros a los que llamaban galos. Se les entregaba o vendía grano y ellos corresponderían con alguna regalía, alguna cosa de las Galias. Re es ‘cosa’ en latín. Aquellos galos que llegaban en sus carros engalanados eran arrogantes y galantes. Los niños correrían detrás de los carros gritando: «¡Re, galo!, ¡re, galo!».
La catedral conserva el efecto sorpresa por su grandiosidad y belleza, que debió de tener para todos aquellos hombres de estrellas lejanas que buscaban el pan y la estrella, en sentido material o en sentido espiritual.
Los galos llevaban siempre un gallo en lo alto del carro. Era lo mismo decir «viene un carro» que «viene un gallo» o «viene un hombre». Incluso hoy en día, las veletas en forma de gallo se suelen situar en los tejados de las casas o ‘carros de tierra’. Coq es ‘gallo’ en francés y cock en inglés. Muchísimas palabras en castellano se han formado con la raíz celta co, entre ellas colegio o gobierno, haciendo referencia a hombres principales. No es lo mismo que cotarro, que sería un ‘carro de gallos sin cabeza principal’.
En cuanto a poule en francés, es ‘gallina’, parecido al latín populus. Po (de polis) y pulus, su significado en esta lengua es ‘pueblo’. También en latín con esta raíz existen puella y otros términos relacionados con la infancia y juventud. En castellano existen muchas palabras, como: popular, público, pueblo... Para los celtas, co se utilizaba para los dirigentes porque se refiere a quien lleva el carro, y poule se identifica con la mujer, con quienes van en el carro y las cosas relacionadas con ellos. Generalizando, se identifica con los dirigidos. La raíz gen en latín significa ‘gentes’. En inglés, hen significa gallina y también mujer.
En cuanto a otros términos relacionados con el carro y los galos, ya en el siglo i a. C. Diodoro Sículo describe al galgo como el ‘perro de los galos’. La caza con galgo era algo común en todas partes, entre los galos, hispanos o entre los árabes. Para alumbrar por las noches utilizaban candelas, ‘estrellas de carro’ y el carbón era bueno para llevar en el viaje.
Val significa ‘caballo’, pero también ‘tierra’. Es muy común en los nombres de pueblos en Castilla. Carval es el ‘caballo del hombre de carro’, pero cuando se refiere a la tierra hace referencia al origen. Los nombres de pueblos más antiguos se refieren al lugar de procedencia. El caballo tenía muchos significados en la antigüedad, pero con el tiempo se pierden y valle, que era val stelle o ‘caballo de estrellas’, se queda solo con el significado que hoy conocemos.
Si va el galo por el mundo, vaga en carro. El nombre de Carlos o Carl tiene esta raíz. Significa ‘hombre del carro’ y es un nombre muy común entre los reyes de Europa.
Los nombres con val son frecuentes en Tierra de Campos. Valladolid podría proceder de Val de Aoiz o incluso Val de Olite, ambos pueblos de Navarra. Cercanas a Valladolid tenemos una Tudela de Duero y una Viana de Cega. Navarra fue una zona de paso para los galos y al mismo tiempo un territorio de frontera. El reino árabe de Tudela se mantuvo hasta el siglo xii. En el siglo x y xi los árabes arrasaron muchos pueblos y no es extraño que, en momentos de conflicto, parte de sus habitantes decidieran unirse a los carros que buscaban tierras nuevas.
El otro nombre no oficial de Valladolid es Pucela, que procede de poule, ‘gallina’ en francés, y cella, que es ‘lugar cerrado’. Los galos instalados aquí tenían muchos gallineros. Un nombre equivalente, pero en castellano, es Pozal de Gallinas. Esta actividad proporcionaría a sus habitantes una cierta riqueza y sería un lugar bien abastecido. Posiblemente por ello poco después se asentaría aquí la nobleza. Finalmente llegaría a ser sede de la corte.
Siguiendo el río, arribamos a Arroyo. La raíz celta arr significa ‘que se adelantaron’ o ‘que llegaron un poco más allá’, que era un pequeño río de gente. Arrow en inglés es ‘flecha’. Parece que tradujeron el nombre al castellano y se lo pusieron al pueblo de al lado. Hoy se llama Arroyo-La Flecha. Este antiguo significado desapareció muy pronto.
Hubo en los siglos siguientes muchos ‘adelantados de las encomiendas’, pero no con arroyo. Todos los arroyos se quedaron finalmente con el que hoy conocemos, aunque sobrevive mucho tiempo el de pequeño grupo de gentes que llega a un lugar, porque sigue apareciendo durante la repoblación.
Los galos hablaban diferentes lenguas y dialectos. Si repasamos la historia de lo que hoy es Francia en la Baja Edad Media o en la Antigüedad tardía, veremos que inmigrantes procedentes del sur de Inglaterra se asentaron en Bretaña y en la costa atlántica francesa. En el centro, los francos o tribus germánicas se desplazaron hacia el sur. El francés antiguo se habla a partir del siglo xi.
En Simancas podemos incluso retroceder en el tiempo, a mediados del siglo x, cuando tuvo lugar la batalla frente a los árabes. Este nombre puede significar ‘casas del hombre que vigila’. Tordesillas sería una ‘torre de vigilancia’. Sillage en francés es ‘estela’, y haría referencia al rastro que dejan los movimientos de las tropas.
En esta zona hay más topónimos relacionados con los carros. Muy pronto llegarían hasta aquí gentes de Asturias o astures, muy numerosos en Palencia y Burgos.
Del siglo x y xi podemos seguir hablando en la Comarca del Carracillo, situada en el norte de la provincia de Segovia, en el límite con Valladolid. Dicen que significa ‘el camino del cielo’, y es verdad, porque literalmente sería carro-cielo o ‘carro que sigue el cielo’.
Aunque en esta época la repoblación se había paralizado por la contraofensiva árabe, la gente continuaba llegando por su cuenta y riesgo. La parte oriental de la provincia de Segovia estuvo habitada en estos siglos y hubo una continuidad a pesar de las incursiones árabes. Está probado que lo estuvieron: Sepúlveda, Fuentidueña y su entorno.
Cuéllar estuvo poblado en estos siglos, siendo arrasado por los árabes en el siglo x. El nombre debe referirse a la collera del arnés del caballo. Aunque, al tratarse de algo relacionado con el caballo, también tenía otros significados. En el escudo del pueblo está la cabeza del caballo. Cercano a Cuéllar, Vallelado es el ‘val estellado’, parece como si fuera la parte que falta. También tiene cabezas de caballo en el escudo.
Siguiendo por La Mata, mata es una ‘especie de toldo o techo que se colocaba cuando el carro se detenía’, permitiendo ampliar la superficie cubierta. Un nombre relacionado es matacán, que es una ‘superficie que sobresale al exterior en lo alto de los muros de los castillos’, con el objeto de atacar al enemigo desde arriba.
En cuanto al pueblo de Íscar, parece que los árabes cuando iban a asolarlo a finales del siglo x, ya lo llamaban así. Debió de ser el carro-isla, el que estaba aislado en esa zona más occidental de Segovia. No se han conservado edificaciones de esta época, solo restos arqueológicos de torres defensivas.
En cuanto a las gentes, Co y geces de Íscar, que es lo mismo que Men o Me y geces, que significan ‘hombres y mujeres de Íscar’, posiblemente, se instalaron aquí procedentes de Íscar o fueron trasladados cuando ya no existía la amenaza de los árabes y se crean los señoríos a finales del siglo xi.
Otros hombres y mujeres, seguramente procedentes de Cuéllar, se fueron al monte. Precisamente en Cogeces del Monte se conserva un baile típico que se llama pingacho, que significa literalmente ‘canto de la casa del galo’ o ‘el canto del galo’.
Aunque podríamos decir que la mayoría de los apellidos y topónimos de España proceden de los carros, Calle o de la Calle es un apellido frecuente en esta zona. Es el apellido de quien escribe. Después de haber pensado siempre que era un apellido que no significaba nada, lo que significa es eso: siglos x u xi, car stelle o ‘carro de estrellas de origen no determinado’.