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Si en otra página de la revista trimestral El Santillo he hablado de la escuela de hace 160 años, aquí voy a contar algo que en esta época de avances tecnológicos puede parecer anacrónico. Por aquel entonces en que la gramática se dividía en cuatro partes (Analogía, Sintaxis, Prosodia y Ortografía) los materiales eran rudimentarios, de fabricación casera u obtenida de forma natural y los manuales de aprendizaje, si es que existía, los fabricaban los mismos alumnos y pasaban de unos a otros en el transcurso de los años.
Conservo alguno de esos manuales y aquí voy a mostrar dos. El primero es un ejercicio de caligrafía del año 1866 cuando era maestro D. José Nágera basado en un trabajo realizado en tiempos del maestro D. Fulgencio Gregorio. Este ejercicio de caligrafía, repetido varias veces, presenta la curiosidad de que narra cómo se fabrica una pluma para escribir:
Para cortar la pluma que ha de estar remojada se da un tajo como de dedo y medio de largo por el lado de la canal. Desde el medio de este tajo se va rebajando por ambos lados con igualdad hasta que quede bastante fina por la punta. Se abren los puntos canal arriba en la dirección del cañón sobre un hueso y descarnado. Un poco por el lomo se da un corte diagonal que equivalga a la quinta parte del renglón (sigue el alfabeto en mayúscula y los números hasta el diez).
Y el segundo, también de caligrafía, narra cómo utilizar la pluma anterior, aunque lo difícil es entender su significado con palabras hoy en desuso.
Para que la letra tenga un claro oscuro hermoso es necesario que además de seguir en su formación las reglas presentes, esté la pluma en buena posición. Se conocerá que lo está si poniendo sus hendidura en el caído, el punto derecho de la línea superior del renglón y llevándola hacia abajo por la derecha atravesando un caído con todo su grueso, quede el punto de este lado en la línea de división y tercera parte del vacío tomado de dos caidos.
Escrito por mano y pluma, firma Lucio Mozo Fernández Viejo Mozo