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Ahigal es un pueblo situado al norte ,de la provincia de Cáceres, distante de la capital unos
120 kilómetros y a unos 18 de Hervás, su cabeza de partido. Tres son las rutas por las que podemos llegar a este lugar. La primera parte de la cercana ciudad episcopal de Coria. Las otras dos arrancan de la N 630, atravesando Guijo de Granadilla y Oliva de Plasencia, respectivamente.
La historia de Ahigal arranca de tiempos lejanos. La aparición de algunos utensilios líticos hace que remontemos su origen a bastantes milenios antes de Cristo. En la Edad del Bronce topamos ya con una población estable como derivamos de diversos hallazgos arqueológicos. No faltan tampoco huellas de asentimientos romanos y datos que apuntan a la Alta Edad Media Sin embargo. el actual núcleo no toma forma definitiva hasta la repoblación llevada acabo por Alfonso IX de León con efectivos humanos provenientes de Galicia y de Asturias, de entre otros lugares, lo que tendrá su importancia a la hora de analizar sus aspectos costumbristas y buscar paralelismos. En el año 1184 este núcleo pasa a ser cámara episcopal del obispo don Arnaldo, merced a una concesión del Papa Lucio III.
Los avatares se suceden. Integrado Ahigal en el señorío de Granada, posterior comunidad de Granadilla, su historia se resume en una lucha constante por su emancipación. Hacia 1468 logra que el Duque de Alba, don García Alvarez de Toledo, le ceda sus tierras en enfiteusis. Disuelta la vieja comunidad en 1837, a Ahigal se le adjudicó el término que tiene actualmente.
Hoy el pueblo raya los 3.000 habitantes, dedicados en su mayor parte a la ganadería extensiva y a la agricultura de secano. Un mercado semanal, que se celebra cada domingo, transforma a Ahigal en la capital de la comarca denominada "La Tierra de Granadilla".
El apego de este pueblo a sus tradiciones ha hecho que se convierta en un plato apetecido por etnólogos, antropólogos y folkloristas. No obstante, una buena parte de esa labor investigadora "in situ" está siendo realizada por la Agrupación "Amigos de Ahigal", una asociación de ámbito local que, aunque resulte paradójico, pertenece al colectivo de asociaciones culturales de la provincia de Salamanca. Sus conclusiones ven la luz en una publicación mensual que se distribuye en los centros culturales de la región.
Hasta Ahigal he llegado, después de un dificultoso viaje, la víspera de San Juan. Un claro deseo ha guiado mis pasos: ver de cerca el transcurrir de esta mítica noche, intentando vivirla como uno más de los ahigalenses. En el pueblo me uno a un grupo de personas que han venido con mi misma intención, la de estudiar en su ambiente este tipo de celebraciones solsticiales. Juntos vamos a tener la oportunidad de adentrarnos en un mundo casi fantástico.
* * *
No hay la menor duda de que, San Juan constituyó una de las más importantes fiestas de la cristiandad y su significado hay que buscarlo en la unificación que en el Bautista se hace de la amalgama de ritos solsticiales, perdidos muchos de ellos en nuestra más lejana prehistoria.
En torno a la festividad de San Juan, el ciclo de San Juan, el ahigalense ha centrado una serie de creencias difíciles de calificar o clasificar, con un sentido práctico, en las que se rinde culto a las fuerzas de la naturaleza y que tienen su más profunda expresión en la noche sanjuaniega. Agua, fuego, plantas, ritos médicos y adivinatorios, extrañas creencias meteorológicas y fantásticas tienen su máximo poder cultural en esta noche estival, noche de San Juan desde, el instante en que la Iglesia optó por la cristianización de estas prácticas que no sucumbieron a los sucesivos anatemas y condenas conciliares.
Para el hombre del campo de Ahigal la llegada de esta fiesta siempre ha significado un cambio estacional y de las faenas agropecuarias. Numerosos son los dichos y refranes que pueden rastrearse en este sentido: Tarde o temprano, por San Juan es ya verano; Por San Juan, el trigo en la era y en el huerto rastrojera; Agua de por San Juan, quita vino y no da pan; Por San Juan, amo, yo en la silla y vos en el escaño... Día de nuevos contratos y, eso antiguamente, de que el pueblo pagase el enfiteusis al Duque de Alba, que inequívocamente, tal y como indican los documentos, cobraba la mitad de su renta en "San Juan de Junio".
San Juan implica renovación en todos los sentidos. Así el ahigalense acudía a la feria de Coria, famosa en la Alta Extremadura, a proveerse de herramientas para todo el año y, con un poco de suerte, a dejarse, contratar como segador por los castellanos que allí demandaban mano de obra. Eran otros tiempos. También los pastores, contratados "de por San Juan", que no habían hecho transhumancia, desde esas fechas quedaban condenados a dormir con sus rebaños, lo que equivalía a no regresar al pueblo en varios meses, a pesar de que vieran sus casas desde los cercanos agostaderos. Había que aprovechar la fresca lucera y la marea del pardeal para evitar la moorra del ganado.
Pero San Juan es más que una fecha festiva en el rutinario vivir campesino. San Juan es un elemento mágico indispensable y vital para los ahigalenses, como he podido observar por sus costumbres prácticas que llevan a cabo en esa noche y en la madrugada bajo su entera protección. A la mayor parte de ellas daré una pasada, sin necesidad de profundizar en su significación, lo que dejaré para ocasiones venideras.
1. "ZAJUMERIU".
Ha oscurecido esta noche-víspera de San Juan. En un abrir y cerrar de ojos todas las familias colocan a las puertas de sus casas pequeños matojos de tomillo. Estas plantas presentan la particularidad de haber sido cortadas la víspera del Corpus y haber estado esparcidos durante la procesión eucarística.
Estas piñas de tomillo son humedecidas con agua antes de que la mujer más anciana de la casa pretenda encenderlas. La intención es clara: que la intensidad del humo supere a la de las llamas. Las calles presentan un aspecto fantasmagórico con sus hileras de piras diminutas.
Por estas pequeñas hogueras saltan repetidamente los miembros de las distintas familias y, tras ellos, centenares de niños que con un griterío ensordecedor recorren las calles en un intento de no perderse un solo "zajumeriu". Cada salto va acompañado de, una pequeña cantinela del propio sujeto:
"Por aquí pasó San Juan; / yo no lo vi. /
Sarna en ti, / salud en mi."
"Sarna en un papel, / salud pa tio Miguel."
El nombre del objeto varía según los casos para permitir la rima con el nombre de la persona a la que, se le desea la salud, que suele corresponder a algún miembro de la familia que hizo el "zajumeriu" que en ese momento se salta.
Durante todo el tiempo que, dura el ritual las puertas de las casas han permanecido abiertas, así como las de las cuadras próximas a las viviendas.
Es este un rito sencillo pero lleno de significado, desde, la propia perspectiva de los ahigalenses que participan en el festejo. Así explican que el humo que penetra en las casas y envuelve a quienes saltan a través de la hoguera defiende a hacienda y a personas de los males contagiosos, de la tormenta, de los incendios, de los poderes del mal de ojo y de otras artes brujeriles. Pero estos beneficios solamente los adquieren quienes saltan la hoguera y aquellos cuyo nombre se pronunció rítmicamente en la cantinela. El mal, que los naturales de Ahigal simbo1izan en la sarna, pasa a objetos inanimados, mientras que las personas y los animales se verán libres de él.
La ceniza, al igual que el humo, posee fuerza fumigadora. Lavarse con ella la mañana de San Juan es un remedio eficaz contra las enfermedades de la piel. Constituye igualmente, un medio profiláctico sobre los animales, por lo que esa mañana, cada vez en menor escala, se les saca de sus cuadras y se les obliga a pasar sobre ella, con la creencia de que esta acción les librará de las más diversas enfermedades, de los peores contratiempos y del ataque de las alimañas, especialmente del lobo.
Los restos de la hoguera tienen una última manipulación. Son recogidos, dicen que antes se hacía entre oraciones, y esparcidos por los pequeños huertos que rodean el pueblo, ya que ello propicia una excelente cosecha.
2. AGUA.
Es creencia comúnmente aceptada que en esta noche San Juan bendice las aguas, pudiéndose utilizar para los más variados fines antes de que amanezca. No estuvieron muy de acuerdo con la creencia generalizada las actas de los numerosos sínodos diocesanos, concilios peninsulares, como el II de Braga o los XII y XIV de Toledo, y bastantes padres de la Iglesia de los primeros siglos hispanos.
Los ahigalenses no abrieron los oídos a las repetidas condenas y las aguas fueron para ellos, o mejor, siguieron siendo un elemento indispensable en esta mítica noche. Sin embargo, algo sí se ha perdido. Me cuentan que hasta no hace muchos años, un poco antes de amanecer los mozos y los menos mozos, sin distinción de sexo, habían de cumplir con el preciso rito de lavarse las manos y la cara en una laguna que existía en el "Legiu", una de las plazas del pueblo. Ello servía para librarse de la sarna, herpes y otras enfermedades de la piel por todo el año. Y, también es digno de tenerse en cuenta, para embellecer.
Vasijas con este agua eran transportadas a las casas y cuadras para rociar con ella sus paredes y preservar así estos lugares de todos los poderes malignos. Con ese mismo agua se proveía a los enfermos. También los animales eran careados hasta la laguna para que bebiesen y mojasen sus pezuñas en tan curativo liquido.
Pero el agua de San Juan, además de las cualidades curativas, embellecedoras o profilácticas, sigue utilizándose en Ahigal para fines adivinatorios. A las doce en punto de la noche todas las muchachitas llenan un vaso con agua que esa misma tarde han traído del pozo del Cinojal, situado a un kilómetro del casco. Posteriormente rompen un huevo, preferiblemente que haya sido puesto el día de la Ascensión, y lo vierten en el líquido. Por la mañana observan la forma que haya tomado la clara en el agua y de ella vaticinarán el futuro inmediato. Un barco predice viajes lejanos; una cruz o una caja, la muerte de algún familiar; una herramienta determinada, el oficio del novio; y una iglesia o una cuna, matrimonio en el año.
Yo tuve la suerte de ver algunos recipientes en los que la clara había dibujado agujas de templos y velas de barco. Sus dueñas me aseguraron boda inmediata y viajes marinos, y to ellu de siguru, polque San Juan nunca falla.
Al igual que el agua, el rocío de la noche de San Juan, siempre que se utilice antes de la salida del sol, tiene múltiples aplicaciones. Ello lo saben perfectamente las mujeres que, apenas rayando el alba, corren al campo para revolcarse y caminar sobre la hierba. Por varias de éstas he podido conocer que el llevar a cabo este acto cura o previene las enfermedades de la piel, los reumas, sabañones, males de vista, al tiempo que hermosea la cara de las féminas y da fortuna y buena suerte. Aunque no todas recurren a ello, sí las hay que aprovechan el rocío de San Juan para cumplir o conseguir la maternidad en caso de ser estériles.
En Ahigal la manipulación del rocío es cosa de mujeres. Solamente ellas han de tomarlo. A los hombres no solo no les afecta, sino que. impiden que surta efecto sobre las hembras en caso de que las acompañaran o presenciaran sus revolcones sobre la hierba. Pero sí influye el rocío sobre los animales. Por eso los pastores, que ya duermen con sus ganados, sacan los rebaños de los apriscos antes de la salida del sol para que los animales se impregnen con las virtudes del rocío. Gracias a él no conocerán las heridas ni los accidentes.
Son muchas las mujeres que sacan esa noche la ropa para que duerma al sereno. Se multiplican las colgaduras en ventanas, balcones e incluso huertos anejos a las casas. Se tiene la seguridad de que el rocío convierte esas ropas en talismanes y quienes las lleven después pegadas a sus cuerpos no tendrán el mayor problema para conseguir amores y alejar todo tipo de enfermedades. Y, lo que es más curioso, jamás serán atacadas por la polilla.
3. HIERBAS y PLANTAS.
Aquí también ocurre lo propio. San Juan bendice una serie de plantas que, siempre que sean recogidas antes del amanecer, se harán portadoras de las más ricas y variadas virtudes.
A partir de las doce de la noche son muchas las mozas casaderas que buscan ansiosas el trébol de cuatro hojas. Hoy me aseguran que son menos las rastreadoras de la maravillosa planta que da a la que la encuentra en esta noche buena suerte, grandes riquezas y un inmejorable, casamiento. Sin embargo, los campos de Ahigal siguen recogiendo grupillos de mozuelas que mezclan las risas con el canto de "A coger el trébole...". Tampoco aquí parece que los ahigalenses hicieran mucho caso a las condenas eclesiásticas que se explayaron contra esta costumbre diabólica, ni a las peroratas de los santos padres, como el caso de San Martín Dumiense en el área celta, ni tan siquiera a la censura popular que resume un "Conocido refrán del pueblo: "La que sanjuanea, marcea".
Digna de mención es la recogida del helecho, tal vez por ser una planta que escasea en Ahigal. Todos los naturales del pueblo creen o simulan creer que a las doce en punto de la noche sanjuaniega los helechos florecen y granan. El que consiga una de sus flores alcanzará la felicidad. Los granos constituyen a su vez un amuleto para encontrar novio, además de implicar un aumento de riqueza. El presenciar la recogida de la flor y los granos del helecho es tabú para cualquier visitante, pues de lo contrario el trabajo sería inútil. La operación está sujeta a todo un ceremonial. La persona llegará junto al helecho momentos antes de la media noche y procederá a encender una vela, que colocará en el suelo a sus espaldas, de modo que su propia sombra caiga sobre la planta. Cuando el reloj comienza a dar las doce colocará debajo del helecho una servilleta sin estrenar para que en ella caigan los granos. El siguiente paso es apagar la vela, envolver la servilleta y volver a casa sin mirar hacia atrás y sin pensar en lo que se lleva. Toda esta operación ha de hacerse en silencio. Sí todo se cumple debidamente a la mañana siguiente la servilleta aparecerá llena de granos de oro.
Por otro lado, los helechos que esa noche se cojan por los campos de Ahigal, siempre que se pongan a secar en la cuadra, constituyen un antídoto para las enfermedades de los cerdos.
Hay otro cúmulo de plantas que cogidas antes del alba tienen gracia. Aunque en el pueblo existieron más vegetales con virtud, hoy han quedado prácticamente reducidos a los que posteriormente señalo, colocándolos en el orden de importancia que eligieron mis informantes.
La verbena llevada como amuleto preserva contra las mordeduras de culebras y otros reptiles. Las hojas de nogal en infusión curan todo tipo de enfermedades y hervidas son cicatrizantes. El laurel puesto en la ventana, en la puerta o en el tejado actúa como pararrayos y lo mismo sucede con el cardo que se clava en los vanos de la casa o del establo. La albahaca sembrada esa noche se cree que florece a la mañana siguiente, pudiéndose utilizar para deshacer todo tipo de maleficio. Las hojas de torvisca masticadas calman el dolor de muelas. El agua que esa noche ha servido para macerar ramos de romero al sereno sirve para embellecer la cara de las mozas que se. lavan con ella. El saúco, por su parte, es una planta muy cotizada en la noche. sanjuaniega. Aleja a las brujas y al rayo si se le coloca formando ramo en las ventanas.
Aplicado según los casos cura el dolor de muelas, los catarros, los granos de la piel, la sarna, los tumores, la erisipela, los reumas, etc.
Sin embargo, según pude enterarme, la planta que más bella aplicación tuvo en Ahiga1 en la mágica noche de San Juan fue el lino. Desaparecieron las plantaciones y con ellas desapareció la costumbre. Consistía ésta en que las jóvenes ahigalenses, antes de la salida del sol, acudían a los linares próximos al pueblo a restregar sus cabezas en esas plantas mojadas .por el rocío, con la creencias de que. este rito les haría crecer unas hermosas cabelleras. Práctica, sin lugar a dudas, de simpatía mágica, basada en que los sedosos linos harían crecer por su contacto con la cabeza de la joven unos no .menos sedosos cabellos. Pero dejemos a un lado el análisis de la simpática costumbre, pues a ella dedicaremos nuestro tiempo en otra ocasión.
4. CURANDERISMO.
A través de los apartados anteriores se ha visto cómo la noche de San Juan. siempre que se sepan aprovechar los más variados elementos, es propicia para prevenir y curar toda clase de enfermedades. La operación salutífera que destaca por su mayor fondo de ritualización es la costumbre o práctica de curar la hernia de los niños, práctica que. aun siendo casi universal, en Ahigal presenta sus variantes.
A media noche. un hombre llamado Juan y una mujer llamada María marchan al campo con el niño herniado en sus brazos y sin ningún otro acompañante. Con un instrumento cortante el hombre hiende el tronco de un galapero, mientras la mujer procede a desnudar al pequeño. Seguidamente cada uno se pone a un lado del galapero. La mujer. que tiene cogido al niño. Se lo pasa al hombre a través de la hendidura. al tiempo que se dicen:
-Tomailu p'allá, Juan.
-Maria, ¿qué me das?
-Un niñu jerniau
que quiei sanal,
pol los tres clavus e Cristu
y la Santísima Trinidad.
La operación se repite tres veces mientras suenan las doce campanadas del reloj. Cuando terminan los pases dejan al niño en el suelo durante el tiempo que tarda el hombre en atar la hendidura del galapero con un trozo de lana.
Luego se vuelven al pueblo sin dirigirse la palabra en el camino. Si al cabo de unos días el galapero no se ha secado es síntoma de que el niño sanará.
5. ADIVINACION.
Prácticamente la mayor parte de las formas adivinatorias de la noche de San Juan de Ahigal la llevan a efecto las mocitas que pretenden averiguar acerca de su futuro noviazgo y matrimonio. Ya vimos las derivadas de las formas posibles que toma la clara de un huevo en el agua. Variantes de éstas son las de verter en el agua cera derretida de una vela de tinieblas o gotas de plomo también derretido e interpretar las figuras formadas. Pero hay algunas más.
Las mocitas en edad de merecer escriben en papeles distintos los nombres de sus posibles pretendientes. enrollándolos por separado. A las doce de la noche. se meten en un vaso de agua y el primero que se desenlíe tendrá escrito forzosamente el que habrá ,de ser su novio. También las hay que meten los papelitos enrollados en una bolsa y, sin mirar, sacan uno, siendo el resultado el mismo.
Saben las mozuelas de Ahigal que dormir esa noche con un espejo debajo de la almohada equivale a soñar con un hombre, pero con la particularidad de que el caballero soñado se convertirá en su compañero de por vida. Pero hay muchachas que ponen bajo la almohada unas tijeras abiertas y por la mañana, dependiendo de la posición que éstas tengan, sacan las correspondientes conclusiones sobre venideros amoríos. Otras, al despertar, se quedan con la primera palabra que escuchan. Su inicial corresponderá obligatoriamente a la inicial del nombre del mocito de sus sueños. Algunas proceden sin tanto misterio y lo único que hacen es asomarse a la ventana la mañana de San Juan. Con el primer viudo o so1tero que vean tendrán la suerte o la desgracia de casarse.
No faltan muchachas en Ahigal a las que les importa menos saber quién será su marido que el saber la condición económica de éste. Para ello meten debajo de la cama tres patatas: una pelada en su totalidad, otra a medio pelar y una tercera con toda su cáscara o piel. Al amanecer, antes de salir el sol y sin mirar, procederá a sacar una de las tres patatas, de la que deducirá la riqueza de su futuro marido, que habrá de ser pobre, de condición media o rico.
6. ENCANTAMIENTOS.
La noche y la mañana de San Juan son momentos en los que la tierra se abre para dar salida, aunque sólo por un momento, a una serie de seres fantásticos que siempre se aparecerán a los mortales en los mismos lugares y con las mismas exigencias. En Ahigal estos seres son conocidos con el nombre de "encantos". Tres son los más importantes.
El primero de los "encantos" se aparece en el sitio conocido como Mingulubitu, a unos trescientos metros del casco urbano, y presenta las características de un toro bravo y negro. Para desencantarlo ha de ir una muchacha sola, no sin antes sortear serias dificu1tades. Entre éstas está la de enfrentarse a una enorme serpiente, a la que adormilará haciéndola mamar de su pecho. Antes de la salida del sol la mozuela habrá de estar frente al toro. Cuando el animal la embista ella se quedará quieta y con un pañuelo de seda le limpiará la baba. Acto seguido el toro se convertirá en un apuesto príncipe, que la desposará.
Otro de los "encantos" tiene lugar en el pozo llamado Cinojal. La mocita que acuda hasta el agua encontrará un hilo de oro. Solamente tirando del hilo hasta el final podrá desencantar al rico moro que se encuentra en sus profundidades desde hace siglos a causa de una maldición paterna. Se cuenta que una mozuela se encontró el hilo y tiró de él hasta cansarse, y lo rompió. Al instante se hizo un remolino en el agua y el "encanto" salió del pozo. Hubiera atrapado a la pobre muchacha, vengándose por su flaco favor, si ésta no hubiera huido y escapado de loS límites en que el "encanto" tiene sus dominios.
El último de los "encantos" tiene, su aposento en un lugar conocido como las Oliveras del Tesoro. La mañana de San Juan aparece vigilando un auténtico bazar y ofrece al caminante cualquiera de las cosas que guarda en su tienda, casi todas de oro. De todo lo que muestra solamente hay que aceptar unas tijeras y con ellas cortarle la barba al "encanto" como única forma de desencantarlo. En caso de pedir otra cosa, el barbú no se desencantará y, lo que es peor, procurará castigar al viandante. Cuentan que algunos por no elegir las tijeras lo pasaron francamente mal.
Aún hoy, así lo he podido comprobar, se teme a los "encantos". Tanto es así que nadie, especialmente las mujeres, se pierde por los lugares en que ellos aparecen hasta que el sol está bien alto.
7. OTRAS CREENCIAS.
Al igual que ocurre con los seres fantásticos, de los que los "encantos" son una simple muestra, el término de Ahigal está plagado de tesoros ocultos que sólo aparecen la mañana de San Juan, también antes de salir el sol. Una conseja ahigalense así lo confirma:
"Desde la Fuente la Oliva
al Pozo del Cinojal
hay cien tesoros perdidos,
que nadie puede encontrar."
Serpientes con alas, moros encantados o basiliscos guardan estas riquezas ocultas de los campos ahigalenses.
Se dice que una gallina de oro, acompañada de sus polluelos, también de oro, picotea por esos pagos momentos antes de la salida del sol. Quien tenga la suerte de encontrarse con la pollada habrá de conformarse con cobrar una sola pieza, ya que en caso contrario toda la caza se convertiría en piedras y carbones.
Pero dejando a un lado los tesoros sanjuaniegos que por sí solos llenarían cientos de páginas, nos quedan otras prácticas y creencias distintas a las referidas y también relacionadas con la festividad de San Juan.
Curiosa es la creencia de que el sol sale bailando la mañana de San Juan y no faltan personas que aseguran haberlo visto pegar saltos en el horizonte. También es admitido que los burros lloran, cantan y ríen en esa madrugada, así como el que las serpientes y demás reptiles pierden su condición venenosa.
El que una persona dé tres vueltas al granero o a la casa durante esa noche impedirá que los ratones anden por allí en todo un año. Lo mismo se consigue dando tres vueltas al huerto. Un año estará sin ponerse rancio el tocino que antes de la salida del sol se lave con el agua que haya estado al sereno durante toda la noche. Y libre de piojos se verá por un año el que la mañana de San Juan tenga la precaución de despiojarse. Duración anual tiene la leche de vaca que se ordeñe antes de salir el sol, pudiéndose usar como inmejorable medicina. El madrugar el día de San Juan equivale a no tener sueño durante todo el año, pero, por el contrario, el que se acuesta siesta en San Juan tiene sueño un año y más.
Con lo hasta aquí expuesto no se agota ni mucho menos el tema de San Juan en este interesante pueblo de la Alta Extremadura, Ahigal, donde tuve la suerte de pasar la noche sanjuaniega, pueblo en el que se conserva una rica tradición que es necesario estudiar antes que, al igual que ha sucedido con otras muchas cosas ,tenga la desgracia de desaparecer.
AGRADECIMIENTOS
Quiero agradecer a cuantos me ayudaron con su información para realizar este trabajo de la noche de San Juan:
-Agrupación de .Amigos de Ahigal".
-Gonzalo Domínguez Panadero.
-Ignacio María de Cáceres García.
-Montaña Domínguez.
-Tío Desiderio "Ratón" ( ).
-Severo Ruano.
-Agustín "Feo".