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Claudio Monteverdi nacido en 1576, compositor de una Trilogía operística excepcional (“Orfeo” (1607,) “El retorno de Ulises a la Patria” (1640) y “La Coronación de Popea” (1643), es la figura que une el renacimiento con el barroco. Sus maravillosos madrigales siguen la tradición de antaño, las obras escénicas la rompen en parte, abren un nuevo mundo y a pesar de los problemas de sus fuentes originales y de la ausencia de una orquestación completa se mantienen en el repertorio. El Teatro Real, por ejemplo, las ha programado en versión escénica de Pier Luigi Pizzi y musical de William Christie y su Orquesta. Últimamente una versión de Philiph Boesmans titulada “Poppea e Nerone” rompió los esquemas habituales. En Valladolid pudimos ver recientemente un interesante montaje de Emilio Sagi y una buena dirección musical de Antonio Florio en el Teatro Calderón.
Las óperas monteverdianas significan de alguna forma “El Mundo al revés”, titulo de un magnifico simposium sobre el tema desde la visión, por una parte plástica, por otra cultural y filosófica de que, en todas las épocas, y en esta que vivimos particularmente, han existido atisbos de un caos que puede transformarlas. De ahí la ruptura de las manifestaciones sociales y artísticas con los modelos anteriores. En este año 2012 todavía es más acuciante la sensación de que esta sociedad neocapitalista salvaje tiene fecha de caducidad, aunque espectáculos como los asaltos del público al Centro Comercial “Rio Shopping” hagan pensar otra cosa. Las formulas que puedan evitarlo no aparecen y el terror medieval a un posible fin de la felicidad mínima se instala sobre todo en las capas mas desfavorecidas, que tiemblan ante este “Mundo al revés” del presente que supone su destrucción, mientras contemplan atónitas el obsceno enriquecimiento de unos pocos, protegido por las Instituciones.
Monteverdi y sus óperas. La primera “Orfeo” se basa en la mitología, “El retorno de Ulises” en la literatura y “La Coronación de Popea” en la historia. En todas ellas aparecen la muerte y la sin razón e incluso en la última el triunfo del mal, aunque este sea en parte efímero.
En la fabula de “Orfeo”, libreto de Alessandro Striggio, la sensación de la perdida de Euridice, tiene mucho de injusticia que no se soluciona con el doble final, uno trágico, otro aparentemente feliz. Euridice muere mordida por una serpiente. Orfeo tiene la posibilidad de sacarla de los infiernos pero fracasa al incumplir la prohibición de la mirada. Absurdo. Euridice no volverá a él y su rescate por Apolo no mitiga el dolor de su pérdida.
Todo lo que surge de la relación de los dioses con los humanos suele terminar en desastre. El Mundo al revés. Lo que en principio parece misión salvífica a la hora de la verdad resulta todo lo contrario. Es curioso que el gran músico religioso de algunas obras maestras rompa esa línea de respeto a la divinidad, incluso a la que procede de la mitología, y muestre su cara más ambigua. El amor de Orfeo y Euridice no se consumará y ello va incluso contra su propia naturaleza. Esta fábula del gran cantor fue retomada por Gluck de forma menos abrupta que en la opera monteverdiana, quizá la primera que abrió el genero para la historia de la cultura.
Homero escribió “La Odisea” y su protagonista Odiseo-Ulises fue el único ser humano que escuchó el canto de las sirenas y no pereció de inmediato. Gran obra literaria que después de “La Iliada” comprende todo un mundo histórico y de leyenda. Monteverdi, con libreto de Giacomo Baodaro, compuso una ópera que concreta la vuelta de Ulises a su hogar donde le espera Penélope. Los impresentables pretendientes deben ser castigados. Otra vez el mundo al revés. La venganza de Ulises se realiza a través del crimen. Están presentes los dioses, un Neptuno bastante impresentable y una Minerva que ayuda benévolamente a Ulises. En una obra que algunos han visto como un drama o melodrama de carácter casi doméstico, teñido de sentido del humor propiciado sobre todo por uno de los personajes, Iro. La escena en la que Ulises mata, uno tras otro, a los tres pretendientes de Penélope es de gran crueldad. No se trata de duelos en igualdad de condiciones. Muy al contrario la contienda está predeterminada desde el propio arco, arma mortal. En el dúo final, después del reconocimiento de la esposa, no subsana esa ruptura de la justicia que se impone como normal. Años más tarde en la opera “Electra” de Richard Strauss y Hoffmansthal casi aparece justificado el asesinato de Clitemnestra y Egisto, aunque esta vez no intervengan los dioses.
La “Coronación de Popea”. Una de las grandes obras maestras del teatro lírico. Una de las más misteriosas y extrañas ¿Fue su compositor Monteverdi? ¿Qué orquestación es la adecuada al no conservarse la original? ¿Cuál de los manuscritos, el de Venecia o el de Nápoles, es el mejor? Mas de veinte versiones de su música orquestal, la última, al menos que se conozca, la de Philiphe Boesmans, estrenada en La Moneda de Bruselas y que este año se representó en el Real con el desafortunado titulo de “Poppea e Nerone”, cuando la palabra “Coronación” es esencial. En esta ópera Poppea triunfa, pero en su relación posterior con Nerón es asesinada por éste. Matices importantes para situar esta joya de la maldad triunfante.
La inmoralidad en la ópera. Nerón es un monstruo. Ha matado a su madre, con cierta tolerancia por parte de su maestro Séneca, y no se para en barras ante su pasión por Poppea, en la ópera amante de Othon, en la historia su esposa. El censo de los personajes que acompañan al Emperador y Poppea es grande y todos tienen su importancia. Octavia, la esposa de Nerón repudiada, las ayas de Octavia y Poppea, Séneca, Drusilla y Valleto, Damigella, Lucano, Liberto y La Fortuna, La Virtud y El Amor en un prólogo que predice con exactitud el triunfo de Poppea.
Este entramado de personajes da lugar en el libreto a toda una serie de conductas (intentos de asesinato, traiciones, relaciones sexuales) que muestran una Roma corrupta. (¿Existía una tentación del retrato de su época en el libretista Busenello?) Nadie se salva, ni siquiera el ínclito Séneca que se suicida por orden del Emperador. Un retrato terrible que la música traduce en hermosas arias y dúos. Para terminar con el famoso “Por ti miro, por ti godo” verdadera asunción del mal en la belleza.
Sea cual sea la versión escogida, se trata de una ópera larga, llena de episodios muy teatrales que la confieren una especial unidad en la diversidad. Visión de un mundo en una época histórica que Busenello capta con singular inteligencia y que la música morteverdiana exalta. “La coronación de Poppea” es el presente. Queda atrás el pasado (“Agripina” de Haendel, lo trata) y no se dice nada del futuro. Quizás Busenello habría tenido que escribir “La destrucción de Poppea” para equilibrar la balanza. No ha sido así y a los aficionados nos queda esa exaltación de la pasión equivoca, de la ambición de poder, de la traición, del crimen, del sexo como motor de las vivencias.
La gran actualidad de esta obra maestra se comprueba en la versión de Boesmans con montaje de Warlikowski que la transforma desde el presente, manteniendo sus coordenadas. Todo el gran espacio del escenario del Real esta ocupado por el aula de una Universidad. Italia años 20. El Profesor Séneca se dirige a sus ilustres alumnos (los que serán protagonistas de la opera) convencido de su fracaso. Seis años después comienza la obra. Se mantiene la escenografía con algunas variaciones y en el fondo los figurantes asumen el papel de Guardia Pretoriana de Nerón, haciendo gimnasia y entrenándose, proyecciones diversas, algunas de la Olimpiada de Berlín. Los personajes surgen desde diversos rincones, llegando a crear cuadros típicos de Edgard Hopper. Rica gama gestual en las diversas escenas, destacando la entrada de Nerón-Poppea, del doble travestimiento del final, de los dúos de los soldados y el de Nerón y Lucano. La muerte de Séneca, la permanencia del cadáver. Turbiedad general, sexualidad difusa. Prepotencia que conduce a la corrupción, ayer, hoy y seguramente mañana. Al final se nos cuenta el destino de los personajes históricos en sobrias imágenes.
Sigue siendo el mundo al revés, aunque paradójicamente se mantengan los mismos vicios de antaño, corregidos y aumentados. ¿Alguna vez podremos contemplar el mundo al derecho, en el que el talento, el trabajo, la soldiaridad y el amor sean sus verdaderos conductores?