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La reedición del libro de Joaquín Costa Introducción a un tratado de política sacado textualmente de los refraneros, romanceros y gestas de la península (1881) pone de actualidad un enfoque tan interesante como poco habitual en el estudio de la historia. Si las expresiones populares son el resultado de una mentalidad, es decir de una forma de creer y de actuar, bien podría decirse que su conocimiento en profundidad tendría que ayudarnos a descubrir los veneros de nuestra identidad. Así pensaba Costa en el siglo xix, el siglo de las tormentas románticas y de los avances sociales, cuyos escritores y pensadores siguen sorprendiéndonos tanto por la altura de sus miras como por la ingenuidad de sus enfoques. Decía Costa en uno de sus últimos escritos que él siempre había llegado a destiempo: “Siempre he llegado a deshora. Cuando quise ser catedrático, no quisieron mis jueces, o los que influían sobre los jueces; cuando quise ser diputado, no quisieron los electores, o los que mandaban sobre los electores; cuando quise ser gobernante no quiso el país; cuando quise ser notario, registrador, juez, no quisieron los notarios ni el ministro; cuando quise ser labrador, no quisieron los tribunales ni el clero”, frases con las que dejaba más abierta la posibilidad de haberse anticipado a su tiempo que la de haber llegado tarde. En efecto, sus intentos con Basilio Paraíso y Santiago Alba de crear un partido político integrador y defensor de reformas importantísimas para la agricultura y la economía españolas, se saldó con una más de sus decepciones –otra muy importante fue la de sus oposiciones a cátedra en la Universidad española- y con un cansancio vital irreparable. Aún tendría tiempo y ganas, sin embargo, para publicar en 1901 su Oligarquía y Caciquismo como la forma actual de gobierno en España: urgencia y modo de cambiarla, ingente trabajo en el que, con la experiencia acumulada en su dilatado estudio del campo español y sus problemas, denunciaba sin ambages la situación y exigía un cambio en la política de recursos y energías, al tiempo que ahondaba en los seculares errores de algunos políticos españoles cuya actuación interesada y sectaria fue hundiendo al país en el terrible pozo del 98.La reedición de esta obra de Joaquín Costa nos ofrece la posibilidad de releer al gran pensador aragonés sin prejuicios y sin partidismos, comprendiendo en todo su valor la nobleza de su intención regeneracionista -que le lleva a estudiar con hondura las bases de nuestra identidad popular- y la valentía de su actitud ética. En cualquier caso, se trata de una visión diferente, analítica y crítica, de las expresiones populares que les otorga un especial sentido y una dimensión cabal de su importancia.