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Dentro de las industrias tradicionales de la provincia de Madrid, tuvo en siglos pasados un notable desarrollo la del curtido de pieles.En bastantes poblaciones de ella funcionaron tenerías y algunas tuvieron una producción importante.
La materia prima para este tipo de industria fue siempre abundante y de buena calidad, sobre todo la proporcionada por el ganado lanar. Además de las numerosas cabezas de esta especie que existían en la mayor parte de los pueblos de la provincia, hay que contar también con los rebaños que invernaban en ella y el que pasaba camino de otras más meridionales.
Las principales cañadas de la Mesta atravesaban algunos pueblos madrileños: La cañada real leonesa cruzaba estas tierras para continuar después a través de Toledo y Cáceres. El ramal que se desprendía de El Espinar (Segovia) pasaba por los términos de Colmenar Viejo, Navalcarnero y Villamanta hasta Puebla de Montalbán (Toledo).
La cañada real segoviana partía de Riaza, cruzaba el partido de Sepúlveda y luego los madrileños de Torrelaguna, Colmenar Viejo y Navalcarnero para, atravesando la provincia de Toledo, terminar en Almodóvar del Campo (Ciudad Real).
La cañada real soriana atravesaba también el partido de Chinchón.
El ganado cabrío fue en otros tiempos también muy numeroso en la provincia de Madrid, así como el vacuno en los pueblos de la sierra principalmente.
También existieron con relativa abundancia árboles y arbustos que proporcionaban la materia curtiente. Entre ellos destacaba el zumaque, arbusto del género Rhus y de la familia de las anacardiáceas, muy rico en tanino, y por eso muy utilizado en la industria del curtido
Se cultivó el zumaque en varios pueblos madrileños. En el siglo xvi lo hacían especialmente en Brea de Tajo y Valdaracete:
Brea de Tajo: “… la granjería que tienen es labrar la tierra de viñas e olivas e zumaque”[1].
Valdaracete: “… medianamente fructuosa de pan e vino e aceite e zumaque”[2].
En el siglo xviii se seguía cultivando el zumaque en esas dos poblaciones. En Brea, a mediados de esa centuria, se obtenían de 9 a 10.000 arrobas, la mayor parte de las cuales se transportaban a las tenerías de Pozuelo de Alarcón. Por esos mismos años se cultivaban 12 fanegas de tierra en Pezuela de las Torres y un poco menos en Corpa.
En otros lugares se daba de forma natural como en Rozas de Puerto Real donde “tenían quasi de balde el zumaque”[3].
En el siglo xix continuaba cultivándose el mismo arbusto en Brea de Tajo y Valdaracete. En esta última población obtenían de eso “mucha utilidad”.
Todavía podemos encontrar hoy arbustos de zumaque de forma silvestre en los lugares donde antiguamente se cultivó, como por ejemplo en el término de Brea de Tajo.
Los chupones de zumaque los plantaban en otoño formando lineas a unos pies de distancia unos de otros. En verano se cortaban las matas a unos diez centímetros del suelo, se dejaban secar y luego se molían las hojas juntamente con la parte leñosa. Durante el siglo xviii funcionaron molinos de zumaque en Alcorcón, Aravaca, Brea de Tajo, Corpa y Torrejón de Velasco.
Las distintas operaciones que se realizaban en las tenerías para el curtido de las pieles eran éstas:
1ª. Zurrado
Consistía esta operación en poner las pieles secas en noques o pequeños estanques donde se reblandecían. Después se golpeaban fuertemente.
2ª. Apelambrado
Tenía por finalidad quitar el pelo a las pieles. Para ello se sumergían en agua y cal durante algún tiempo y después se raspaban con cuchillos especiales.
3ª. Desencalado
Una vez depiladas las pieles tenían que ser tratadas con productos desencalantes que disolvían la cal que contenía, por lo que se facilitaba así la penetración de la materia curtiente.
4ª. Curtición
Las pieles desencaladas se sumergían en los noques donde se depositaban también las materias curtientes.
La cantidad de zumaque que se debía de emplear al curtir venía determinada en las Ordenanzas. En la de 10 de mayo de 1751, por ejemplo, se estipulaba:
A cada diez docenas de badanas cosidas y por coser se la ha de dar de material de zumaque veinte arrobas… y después de lo referido, han de estar con el dicho zumaque dos días en las mismas aguas en que se han curtido.
Los tipos de cuero más corrientes fabricados en las tenerías madrileñas fueron los que se obtenían de pieles de ganado lanar y cabrío: badana, correjel, baldés, cordobán, etc. La badana y el correjel, sobre todo, eran muy necesarios porque se empleaban en talabartería para hacer albardas, colleras, barrigueras, etc. y en guarnicionería, para hacer correajes para las caballerías.
La suela o cuero vacuno curtido también se fabricaba bastante por su mucha utilización en la industria del calzado.
Menos frecuentes fueron otros tipos de cuero como el ante, la gamuza y el tafilete, que se elaboraban en los pueblos madrileños de Aravaca, Nuevo Baztán y Pozuelo de Alarcón.
En Colmenar Viejo se fabricó un tipo de cuero llamado sillero, utilizado para hacer mangas de riego principalmente y otro llamado abarquero, que servía para hacer abarcas, tipo de calzado basto muy utilizado en siglos pasados y aún hasta hace unos años, por los agricultores y pastores de los pueblos españoles.
Principales tenerías madrileñas
En el Fuero de Madrid de 1202 no se cita a los curtidores pero sí se prohíbe que salieran de la villa las corambres que, lógicamente, serían curtidas en ella.
De finales del siglo xiv tenemos ya referencias de la existencia en Madrid de tenerías en el barranco del Pozacho, hoy calle de Segovia.
A mediados del siglo xv hubo otras tenerías en las inmediaciones de la puerta de Valnadú, que estaba situada muy cerca de las actuales plazas de Oriente y de Isabel II. Se curtían entonces no sólo las pieles del ganado que se sacrificaba en la villa sino también el de varios pueblos de los alrededores.
Unos años después los profesionales del cuero madrileños se concentraron cerca del “matadero y rastro”, hoy el Rastro, sobre todo en la calle que por eso se llamó de las Tenerías y más tarde Ribera de Curtidores.
Durante el siglo xvii había en Madrid generalmente unos 20 maestros curtidores que tenían sus talleres también junto a ese matadero municipal.
En la primera mitad del siglo xviii funcionaron en los pueblos madrileños cerca de 50 tenerías, la mayoría de ellas de escasa producción. Otras en cambio adquirieron gran prestigio no sólo por la cantidad sino por la calidad de los artículos obtenidos. Éstas últimas gozaron de muchos privilegios y franquicias como la exención de cargas concejiles, alcabalas y cientos.
En la segunda mitad del mismo siglo el número de tenerías disminuyó en la provincia de Madrid. Sólo funcionaron en estas poblaciones: Alcobendas, Alcalá de Henares, Aravaca, Bustarviejo, Ciempozuelos, Colmenar de Oreja, Colmenar Viejo, Chapinería, Pinto, Pozuelo de Alarcón, San Sebastián de los Reyes, Vicálvaro y Villa del Prado.
Durante el siglo xix y primeros años del xx sólo trabajaron en toda la provincia unas 10 tenerías.
Los pueblos madrileños que destacaron en esta actividad artesana fueron éstos:
Alcalá de Henares. Aunque el curtido de pieles se practicó bastante tiempo antes en esta población, fue en el último cuarto del siglo xviii cuando sus tenerías alcanzaron una mayor producción. Se fabricaban en las dos existentes estas pieles:
1ª. 1.000 pieles, de 3 a 4.000 cordobanes y de 4 a 5.000 docenas de badanas.
2ª. 1.000 medios de suela, 1.000 cordobanes y 600 docenas de badanas.
La obtención de curtidos continuó en Alcalá durante todo el siglo xix y parte del xx. Se fabricaban sobre todo badanas, baldeses, cabras, cordobanes, suelas y becerros con destino a la capital y pueblos próximos.
Aravaca. Casi a finales del siglo xviii se estableció en esta población una gran fábrica de de curtidos propiedad de D. Antonio Ibarrola Llaguno y tres socios más, con un fondo de 40.000 pesos[4].
Poco después el único propietario era Ibarrola y en la fábrica trabajaban 60 curtidores además de 6 aprendices y algunas mujeres. Obtenían al año hasta 100.000 pieles de 40 géneros de gran calidad sobre todo el ante, que era utilizado por la familia real.
A la fábrica se le concedieron franquicias por las reales cédulas de 30 de agosto de 1774 y 24 de diciembre de 1777 y en su portada figuraban las armas reales.
Poseía la misma fábrica un batán para trabajar los antes y un molino de zumaque.
Carabanchel Bajo. Hubo a finales del siglo xix cinco tenerías en las que se elaboraban 10.000 pieles al año destinadas a guarnicionería. Además se curtían las del ganado que entraba en el matadero de la villa que eran más de 30.000 reses[5].
Colmenar de Oreja. Había en este pueblo a mediados del siglo xviii, 5 tenerías en las que se obtenía principalmente suelas, cordobanes y badanas. Los dueños de dos de ellas eran mujeres.
Estuvieron los fabricantes exentos de cargas concejiles y de derechos de alcabalas y cientos por las reales cédulas de 1748 y 1753.
En 1784 seguían funcionando en esta población 3 tenerías que dejarían de trabajar poco después ya que no se citan en documentos del siglo xix.
Colmenar Viejo. Trabajaban en esta villa a mediados del siglo xviii, 8 tenerías en las que estaban empleados 12 maestros curtidores y 2 oficiales.
Cada tenería producía una utilidad de 300 reales al año fabricando principalmente cordobanes y badanas.
Continuaron trabajando en Colmenar Viejo varias tenerías durante la segunda mitad del siglo XVIII, todo el xix y parte del siglo xx.
A finales del siglo xix elaboraban las 6 tenerías extistenetes unas 6.000 pieles vacunas y 500 lanares y cabrías.
La fabricación del cuero abarquero muy utilizado especialmente en La Mancha, decayó mucho por el empleo de los neumáticos para hacer abarcas.
En el año 1914 se curtieron en Colmenar Viejo unas 6.000 pieles.
Estremera. En 1752 existía en esta villa una tenería con dos maestros curtidores. Elaboraban suela y cordobán sin duda en gran cantidad, a juzgar por los beneficios anuales obtenidos que eran de 5.500 reales
Nuevo Baztán. A principios del siglo xviii D. Juan de Goyeneche fundó un gran establecimiento industrial en esta población y en la vecina de Olmeda de las Fuentes.
Nació Goyeneche en Arizcun, lugar del Valle de Baztán (Navarra) en 1656 . Estudió en el Colegio Imperial de Jesuitas de Madrid y fue tesorero de las reinas Mariana de Neoburgo, esposa de Carlos II, María Luisa de Saboya e Isabel de Farnesio, esposas de Felipe V.
Adquirió no lejos de Madrid capital unos terrenos y allí el célebre arquitecto José de Churriguera construyó para él un palacio, plaza e iglesia y realizó el trazado del pueblo al que llamó Goyeneche Nuevo Baztán en recuerdo de su tierra navarra.
Llevó a cabo Goyeneche en Nuevo Baztán y en los pueblos próximos una importante labor humanitaria ayudando a los labradores pobres “que no tuvieran par de mulas ni de bueyes de labor” y a las viudas. Creó también un pósito en Nuevo Baztán “por el mucho afecto que tenía a ese lugar fundado y fabricado a sus expensas”.
En esa época los agotes, paisanos de Goyeneche, estaban considerados como un pueblo maldito a los que se les atribuía entre otras cosas ser leprosos y por eso eran totalmente discrimados. Tenían los agotes un lugar reservado en las iglesias para no mezclarse con los demás vecinos. Llevaban obligatoriamente una marca roja- un pie de gato o una pata de oca- en lugar visible sobre la espalda para distinguirlos y también con la misma finalidad iban sonando unas campanillas o unas tablas.
Tuvo Goyeneche la idea de mejorar el estado en que vivían los agotes estableciéndolos en Nuevo Baztán, pero los que se decidieron a venir a esta población la abandonaron después volviéndose a su tierra.
Estableció Goyeneche en Nuevo Baztán y Olmeda de las Fuentes fábricas de aguardiente, papel, vidrio, sombreros, pañuelos, curtidos, etc.Se obtenían a principios del siglo xviii principalmente gamuzas y antes.
La vida de esta tenería fue corta como lo fueron el resto de las industrias creadas por Goyeneche.
Se creó otra, que también duró poco tiempo, en Olmeda de las Fuentes donde se fabricaban los mismos productos.
Pozuelo de Alarcón. Ocupó sin duda esta villa el primer lugar entre los pueblos de la provincia de Madrid por su industria de curtidos en la que consiguieron géneros de alta calidad.
Trabajaban a mediados del siglo xviii varias tenerías en Pozuelo y una de ellas obtenía unos beneficios de 3.000 reales al año.
En 1764 fundó otra D. Juan Díaz Quijano para lo cual creó una compañía con un capital de 60.000 pesos.
Se obtenían en Pozuelo correjales, cordobanes, baquetas, tafiletes, correales, baldeses y antes de gran prestigio.
En 1789 alcanzaron las tenerías de esta villa uno de los momentos de mayor auge pues el valor total de los beneficios obtenidos fue de 3.525.805 reales.
Después de un período de decadencia, a finales del siglo xix hubo otra época de esplendor en la que trabajaban 7 tenerías con bastantes operarios, y los productos obtenidos se vendían por toda España.
A mediados del siglo xx existían en Pozuelo 8 tenerías.
Valdemoro. Hubo en esta población madrileña en la primera mitad del siglo xviii una tenería situada en el lugar conocido como Ejido de las Tenerías. Se fabricaban en ella suelas, cordobanes y badanas. Entró luego en un período de decadencia y medio arruinadas sus instalaciones se vendió en 1753 a los jesuitas, quienes la reedificaron llegando a obtenerse de nuevo productos de calidad.
Villa del Prado. En el siglo xvii había en este pueblo algunas pequeñas tenerías.
En el siglo xviii se producía en las 4 que trabajaban, cordobán, badana y suela. En 1780 el valor de los curtidos obtenidos en las mismas tenerías fue de unos 20.000 reales[6].
En el siglo xix quedaron las tenerías de Villa del Prado reducidas a 2 que funcionaron hasta 1831 y después a una que trabajaba aún en el año 1885 y tenía 12 empleados[7].
Los profesionales del curtido de esta población tuvieron sus instalaciones en el que se ha llamado durante siglos Arroyo de las Tenerías, hoy convertido en calle.
Posteriormente esta forma de artesanía evolucionó en la provincia de Madrid, como en el resto de España, hasta pasar a ser una industria de tipo medio al emplearse máquinas y productos químicos que realizan la curtición en poco tiempo.
[1] Relaciones histórico-geográfico-estadísticas de los pueblos de España: Brea de Tajo.
[2]Relaciones…Valdaracete.
[3]Interrogatorio de Lorenzana: Rozas de Puerto Real.
[4]Larruga Boneta, E. Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España. Madrid 1787-1800. Tomo III, memoria XIII, páginas 83-85.
[5]González y Valencia, I. Crónicas de Carabanchel Bajo. Madrid 1891.
[6]Interrogatorio de Lorenzana: Villa del Prado.
[7]Archivo Municipal de Villa del Prado.