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Resumen:
El antropólogo, folclorista y músico peruano Alejandro Vivanco Guerra, recogió testimonios sobre las celebraciones -hoy desaparecidas- de los ritos propios de la estación de lluvias durante su trabajo de campo entre las “comunidades indígenas” de la sierra del valle del Chancay (provincia de Huaral, departamento de Lima). Quisiéramos poner a disposición de los investigadores este material sobre los ritos en torno a la Semana Santa y el Corpus Christi, que -algo sorprendentemente- se ha mantenido inédito por casi medio siglo.
Palabras clave: Ritual, Andes, Etnografia, Patrimonio inmaterial.
Abstract:
During his fieldwork, the Peruvian anthropologist, musician and folklorist Alejandro Vivanco Guerra collected a great amount of data about the cultural patrimony of the“indigenous communities” of the Chancay valley (Huaral province, Lima highlands, Peru). Our aim is to make available to the academic community the part of this data about Catholic celebrations that -yet surprisely- has remained unpublished for almost half a century.
Keywords: Ritual, Andes, Ethnography, Non-material Heritage.
El trabajo de campo y los documentos etnográficos de Alejandro Vivanco
Nunca conocí a Alejandro Vivanco. Ni siquiera me topé alguna vez con su nombre en mis clases como estudiante de Antropología en el Perú. Ahora pienso que no es de extrañar que lo que fuera seguramente su mejor trabajo haya sido cuidadosamente obviado, olvidado.
No fue sino hasta que inicié mi primer trabajo de campo, cuando supe de él. Pero incluso entonces no imaginaba siquiera la existencia de los cuadernos de campo de Vivanco. Indignado como estaba en aquellos años por la ausencia de trabajos sobre el mundo ritual y la mitología del valle de Chancay, debió llamarme la atención alguna nota encontrada al paso acerca de la presencia de este inusual integrante del equipo de estudiantes que José Matos Mar, profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, llevaría a esta región.
Estaba en casa de otro de aquellos estudiantes de Matos, entonces profesor mío, Alejandro Ortiz Rescaniere, lamentando la muerte de Vivanco y la pérdida de sus apuntes, cuando tuvimos la idea de buscarlo en la guía telefónica. Fue Alejandro quien, a pesar de mi escepticismo, hizo la búsqueda. Llamé y me respondió su viuda: Inés Oropeza. Sin su inmediata generosidad, no me hubiese sido posible siquiera ver los cuadernos de campo que ella conservaba y que luego donó, a pedido nuestro, a la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ese fue el inicio de este texto que, diez años después de aquella llamada, presenta una parte de aquella etnografía olvidada de Alejandro Vivanco.
Una década después, he dejado finalmente el valle de Chancay por la comarca de los cañaris de Lambayeque. De hecho, este texto fue terminado durante mi estadía en la Universidad de Bonn, donde comienzo a ordenar mis propios apuntes de este trabajo de campo en la sierra norte del Perú. Quizá no sea del todo inconveniente para un trabajo gatillado por un trabajo de campo, el de Vivanco.
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A continuación, señalaremos algunos breves datos biográficos del autor de esta etnografía inédita de los Andes centrales del Perú. Aprovecharemos para, de paso y algo someramente, señalar algunas de las ideas que inspiraron las investigaciones antropológicas sobre esta región del Perú en la época de Vivanco: los inicios de la segunda mitad del siglo xx. Además, haremos una descripción del estado y contenido general de los cuadernos de donde hemos extraído estos topónimos.
Justo Alejandro Vivanco Guerra nació el año de 1910 en la ciudad de Huamanga, capital del departamento de Ayacucho. Huamanga está rodeada de una población indígena que le otorga su lengua y sus fiestas propias a esta villa de trazo español. Indios y señores podían compartir muchas costumbres: ocupando posiciones distintas en las mismas fiestas religiosas, o siguiendo tradiciones paralelas pero mutuamente influidas. A fines de la segunda mitad del siglo xx, aparecerá allí -y en otras regiones de los Andes- una generación de señores entusiasmados por re-descubrir -y, en ocasiones, con un cierto dramatismo ensoñado- lo “indígena”.
Vivanco viene, pues, de una de estas antiguas ciudades de los Andes, donde aprende el quechua y donde comienza a interpretar la música propia de su región. En 1935, viaja a la capital, pues sus padres desean que estudie derecho allí. Sin embargo, en Lima, acogido en la modesta casa de unos parientes, parece olvidar este proyecto universitario y se gana la vida festejando serenatas entre sus paisanos. Trabajará también en muchas imprentas de Lima, primero como tipógrafo y luego como corrector de pruebas. Más tarde, abrirá su propia imprenta y, al mismo tiempo, formará sus propios grupos folclóricos. En Lima, una gran cantidad de conjuntos musicales y compañías de teatro “incaicos” comienza a copar los escenarios y los medios de comunicación más importantes. En 1944, los “señores” del Cuzco recrean la “Fiesta del Sol” sobre unos conocidos restos arqueológicos. El ministerio de educación del Perú organiza, por esos años, concursos de música vernácula: en 1948, Vivanco se presenta y gana.
Entonces entabla amistad con uno de los miembros del jurado: el escritor y antropólogo José María Arguedas, quien, de regreso de su experiencia como profesor de escuela en el Cuzco, gustó y aconsejó el arte de Vivanco. Poco después, ambos colaborarían para que uno de los más importantes sellos discográficos de la época, editase los primeros discos de música popular andina. Años después, en 1960 y 1961, un narrador de cuentos, amigo de Vivanco, daría a Arguedas abundantes materiales para continuar con sus recopilaciones de literatura oral en quechua (Arguedas, 1960-61).
Por su parte, Vivanco -ya con casi cincuenta años cumplidos- obtiene una plaza de profesor de música en una escuela estatal. Sin embargo, su familia no parece estar contenta. En Ayacucho, es recriminado por no haber iniciado sus estudios universitarios. Entonces, después de veinticinco años de haber llegado a Lima, Alejandro Vivanco, comienza sus estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en 1962 (Vilcapoma 1999).
Vivanco ingresa, no a la facultad de Derecho, como sus padres le aconsejaran, sino al Instituto de Etnología y Arqueología, donde se encontraban, entre otros profesores, Luis E. Valcárcel, Jorge Muelle, Juan Comas, John Murra, José Matos Mar y José María Arguedas. Quizá fuera Arguedas, a quien conociera hace más de diez años, uno de los principales móviles de esta decisión de Vivanco.
En 1962, el instituto organizó una expedición a la parte alta del valle del Chancay: será el inicio de un proyecto de gran envergadura dirigido, en parte, por José Matos Mar. El proyecto de “Estudios de cambios en pueblos peruanos”, auspiciado por la universidad de Cornell y el Instituto de Estudios Peruanos, había comenzado. Entre las seis universidades peruanas que participaban del proyecto, La Universidad Nacional Mayor de San Marcos fue escogida para estudiar el valle del Chancay. Después de explorar la costa, los estudiantes de entonces, guiados por Matos, visitaron una de las comunidades indígenas más altas: Santa Lucía de Pacaraos. Para muchos de esos jóvenes estudiantes, Pacaraos constituyó, no sólo el primer trabajo de campo de su carrera, sino incluso su primera experiencia del mundo ritual andino. Entre ellos, se encontraba, como un estudiante más, Alejandro Vivanco, quien, a sus cincuenta años, bien hubiera podido ser el padre de cualquiera de sus compañeros.
Encontramos estas líneas en el primero de sus cuadernos de campo:
Los colegas sanmarquinos estamos en pleno Tamborhuasi cumpliendo cada uno la misión encomendada de antemano por el doctor José Matos Mar. Yo me quedé en el sector de Mishimarca o sea del centro atento a todas las incidencias del acontecimiento, llenando las páginas de mi libreta de campo. Emilio Mendizábal, muy abrumado y activo con la grabadora portátil, los comuneros le decían “el gringo”. Revilla llega junto con los vasallos desde las alturas donde se encontraba desde la víspera. Los vasallos lo traían abrazado en actitud fraternal. Kolson y Anglade Fransua, colegas extranjeros, están ubicados cerca de las rejas con sus máquinas fotográficas. Teresa Morán y Graciela Castillo, tomando apuntes del panorama in situ y bocetos de los dibujos y adornos de la reja. Hugo Neyra, con su grabadora y cámara fotográfica correteando por todos lados para no perder un solo detalle de la fiesta. Bendezú, con su traje cow-boy norteamericano y sombrero de anchas alas confundiéndose con las reses que entran en tropel. Fernando Núñez, también con su característico sombrero de anchas alas tomando afanosamente bocetos al carbón. Montoya y Trigoso se han ubicado en el sector de Jatun Cachi, sirviendo de valioso elemento de enlace del Dr. Matos. Alejandro Ortiz, apurando el informe de un anciano en el sector de Shumimarca.
Un año después, Vivanco comenzaría una recopilación más o menos sistemática de lo que hoy se llamaría el “patrimonio inmaterial” de toda la parte alta de este valle. En enero de 1963, exactamente cinco meses después de aquella primera visita, Vivanco vuelve a partir. Será el inicio de un periplo solitario a través de veintidós comunidades indígenas distribuidas en seis distritos de la cuenca alta del río Chancay (Pacaraos, Atavillos Alto, Acos, Veintisiete de Noviembre, Lampián y Atavillos Bajo). El itinerario de Vivanco concluye (en la comunidad de Coto) la primera semana de Agosto.
En algún momento, que todavía no podemos precisar, los datos que recopiló fueron parcialmente transcritos en varios cientos de fichas mecanografiadas, clasificándolos según la entonces novedosa guía etnográfica de Murdock (1). Cada una de estas fichas etnográficas tiene un encabezado donde se consignan los siguientes datos sobre la información transcrita: los “rubros” y los “temas” a los que atañe, la procedencia de la información, la fecha de recolección, el informante, el recopilador y la ubicación en los cuadernos de campo originales. Los datos que contienen los cuadernos están clasificados siguiendo estas categorías:
• Las bellas artes: los bailes, la música y la literatura oral (mitos, canciones, bromas, refranes);
• El mundo mágico religioso (las creencias, los tabúes, los peligros y beneficios de los sobrenatural);
• Los ritos: en honor a los santos epónimos de las villas, en conmemoración de los muertos, con ocasión de la limpieza de los canales de regadío, y los ritos para la identificación del ganado.
• La toponimia en idioma nativo;
Es probable que las fichas mecanografiadas que trascriben parte de las libretas fueran elaboradas y entregadas por el mismo Vivanco, a fines de 1963, a José María Arguedas -quien, luego, se las entregara a Alejandro Ortiz Rescaniere-. Lo que también parece cierto es que estas fichas formaron parte de un archivo aún mayor que Arguedas venía reuniendo desde fines de los años cuarenta (Rivera Andía 2001 y 2011).
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Los brevísimos artículos sobre el valle del Chancay que Vivanco lograra publicar -primero, en una revista local de muy escasa circulación (llamada “Nikko”), y luego reunidos en un libro compilatorio (Vivanco 1988: 222, 246 y 317)-; mencionan un recorrido más extenso que el de sus cuadernos: siete distritos en vez de seis y veintisiete comunidades en vez de veintidós.
Con todo, esta información parece coincidir con un pasaje de la libreta de campo número 12 (páginas 72-73), donde, en la comunidad de San Agustín de Páriac (Huayopampa), escribe el 10 de Marzo de 1962: “Hasta ahora se ha cumplido exactamente lo planeado. Ojalá no tenga obstáculos en estos 5 pueblos que me faltan”. Los cinco pueblos a los que se refiere Vivanco son: San Pedro de Pallac y San Luis de Chaupis (en el distrito de Atavillos Bajo) y Rauma, Huándaro y Sumbilca (en el distrito de Sumbilca). Con ellos se completarían, pues, las veintisiete comunidades y siete distritos. Sin embargo, las libretas numeradas como “trece”, “catorce” y “quince” no han sido ubicadas aún. De la libreta No. 12, consagrada a Pampas y Huayopampa, la secuencia salta hasta la libreta número dieciséis, donde sólo se mencionan las visitas a las comunidades de Pacaraos, Pirca y Coto en Agosto de 1963. Lamentablemente, las fichas mecanografiadas que trascriben parcialmente las libretas de campo tampoco incluyen ningún dato de estas cinco comunidades (Pallac, Chaupis, Rauma, Huándaro y Sumbilca). Otro detalle relevante es una anotación marginal en la partitura correspondiente al “Baile de los Negritos” de la comunidad de Santa Cruz de Cormo: “vea Huándaro”. De este modo, deducimos, además, que aquellas libretas perdidas debieron incluir partituras.
Es probable, pues, que Vivanco haya completado su recorrido en cinco comunidades más -que consignamos en el cuadro del itinerario con signo de interrogación- y que los datos allí recopilados se hayan perdido junto con las tres libretas desaparecidas. Pero el trabajo de campo de Vivanco también parece prolongarse en el tiempo. En los artículos se afirma que, además de los años de 1962 y de 1963, habría visitado la zona también en 1964, durante las vacaciones del “ciclo doctoral” (año en que habría contado “con la aprobación de la cátedra” para hacer tal viaje). Finalmente, Vivanco menciona una visita adicional a Pacaraos con ocasión del ritual ganadero en el año 1969: “con una delegación de 45 alumnas del Curso de Folclore de la Escuela Superior de Turismo... [quienes] lograron realizar un importante trabajo de investigación” (1988: 317). Lamentablemente, no hemos podido obtener los datos recopilados ni en 1964 ni en 1969. Lo que sabemos, en suma, es que la información recopilada por Vivanco, en su recorrido de tres meses por las comunidades indígenas del valle de Chancay, está pues contenida en, al menos, trece cuadernos de campo.
Además de testimonios escritos -con datos hoy únicos acerca de los rituales, la tradición oral, la toponimia y otros aspectos generales-, estos cuadernos incluyen fotografías y pentagramas de cada uno de los pueblos que visitó. Daremos un ejemplo de esto último. Sólo en cuanto a uno de los rituales descritos, los ganaderos, Vivanco incluye pentagramas de varias de sus expresiones musicales en más de veinte comunidades indígenas del valle de Chancay. A esta colección, se le suman más de medio centenar de canciones y numerosos testimonios directos de los protagonistas de los rituales sobre este patrimonio cultural.
En cuanto a las fotografías de su trabajo de campo, solo una decena fueron publicadas -con una nitidez poco afortunada- en los escasos artículos ya mencionados. Una nota, que encontramos entre algunas transcripciones mecanográficas de las libretas, menciona un “álbum fotográfico”. Entre las páginas de los cuadernos de campo, hallamos un viejo recibo de pago de un estudio fotográfico de la época donde se señala el revelado de doce rollos fotográficos.
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Cabe notar un aspecto metodológico del material que aquí presentamos parcialmente, aunque en este caso no sea quizá del todo evidente. Vivanco parecía percibir a sus informantes como personas individuales. Un rasgo notable en las libretas de Vivanco es que, para cada testimonio o dato que consignan, se señala, por lo menos, el nombre del informante (si es que no se agregan datos como su edad, estado civil y ocupación). La escritura privilegia, además, la voz de los habitantes de esa comarca: los giros y los modos de hablar, el entusiasmo, las preocupaciones y las emociones asociadas a los escenarios narrados en las más de veintisiete “comunidades indígenas” del valle. Pocas veces irrumpe la voz de Vivanco, pues éste trascribe literalmente lo que escucha y le da prioridad sobre todo lo demás.
Como dijimos, pues, las libretas de campo de Vivanco no sólo recogen datos que ahora sería muy difícil obtener debido al acelerado cambio que ha vivido la región en las últimas décadas. Estos cuadernos, además, nos permiten captar la voz de los pobladores que entrevistó. Los comentarios de Vivanco están separados y no interfieren con las descripciones de los habitantes de las tierras altas del valle de Chancay. Podría decirse que la recolección y organización de los datos está, en general, menos marcada por las hipótesis del etnólogo, que por los testimonios de los que conversaron con Vivanco. Estamos ante una de las fuentes “primarias” de la antropología: los apuntes de sus cuadernos de campo, sin más alteraciones que las producidas por la presencia del etnógrafo y las vicisitudes del viaje. Creemos que la perspicacia de Vivanco para recoger la voz de los pobladores -los giros y los modos de hablar, el entusiasmo y las preocupaciones, las alegrías y las tristezas atribuidas a cada escenario narrado-; su habilidad para transmitir la voz de los campesinos que le describían las fiestas de sus pueblos; probablemente compensa, en gran medida, lo escueta que es la información en ocasiones.
Los testimonios personales que deja en sus libretas, muestran que Vivanco era bienvenido en la región. Es evidente, sin embargo, que, como en toda estancia corta en el campo, la selección de los informantes debió restringirse a una élite local, o que debió haber una cierta desconfianza ante la repentina presencia de otros estudiantes urbanitas en el valle. Al respecto hay una anécdota que muestra, además, el grado de vinculación de los campesinos del valle del Chancay con la sociedad nacional. Uno de los estudiantes de antropología de la expedición al valle de Chancay en 1962, Hugo Neyra, publicó al siguiente año un artículo (ilustrado con lacónicas caricaturas de indígenas sureños) sobre estas comunidades. Este artículo causó malestar entre los habitantes del valle: ofendidos por la imagen que se daba de ellos, enviaron una carta de rectificación al mismo diario. La animadversión causada contra los estudiantes de la Universidad de San Marcos no dejó de ser sentida por Vivanco, en cuya libreta No. 3 narra los problemas que tuvo y transcribe dicho documento de rectificación.
Vivanco tenía, sin embargo, algunos puntos a su favor: en primer lugar, no era limeño sino provinciano, hablaba un idioma indígena; y además no era completamente desconocido (los discos de sus conjuntos folclóricos circulaban en la región). Las libretas de campo narran las oportunidades que tuvo Vivanco de comunicarse a través del quechua con los campesinos del valle -no olvidemos que entonces el quechua estaba difundido en todas las comunidades del alto Chancay-, y aún de interpretar para ellos la música que había recopilado en su propia comarca. La cultura propia de las comunidades de la cuenca alta del Chancay, sin embargo, no podrían haber dejado de impresionar a este hombre adiestrado en el idioma y el arte de los indios del sur. Por un lado, pues, la experiencia vital de Vivanco y sus inclinaciones personales, lo hacen afín con el mundo rural andino, con su arte, sus costumbres y su lengua. Y, por otro lado, las particularidades de la comarca que describe, la sierra de Lima, parecen brindarle un distanciamiento útil para sus descripciones.
No tenemos muchos testimonios sobre cómo era percibido Vivanco en el medio académico en que desarrolló su trabajo, que por momentos casi parece tener un carácter “clandestino”. ¿Existieron espacios para la difusión de un trabajo como éste en la academia peruana posterior a los años sesenta? En todo caso, alguien que hoy llamaríamos “folclorista”, es quien ahora nos provee de una oportunidad única para la comparación sincrónica entre distintas manifestaciones culturales de una misma región, y también para el estudio diacrónico del patrimonio inmaterial en un período de transformaciones, crucial para la sociedad rural del Perú. Estamos, quizá, frente a la más grande fuente conocida de manifestaciones culturales de una región de los Andes, hoy muy debilitadas, sustituidas, o simplemente desaparecidas.
¿Cuántos archivos de esta naturaleza se encuentran en una situación similar hoy? Alejandro Vivanco terminará sus estudios de antropología, se desempeñará como profesor de música y folclore, y continuará recopilando materiales etnográficos hasta su muerte, en 1991. Escribirá y sustentará tres tesis universitarias (1972, 1973 y 1976); sin embargo, ninguno de estos trabajos tocará el tema de las comunidades del valle del Chancay.
Los testimonios sobre las celebraciones de Semana Santa y Corpus Christi en los cuadernos de campo de Vivanco
Los testimonios sobre los rituales del valle de Chancay suman la mayoría de los recopilados en la región. Así, por ejemplo, en comparación con las recopilaciones sobre la tradición oral en los cuadernos de Vivanco, los ritos ocupan más o menos el triple de páginas (2).
En general, la información recopilada a este respecto corresponde a diferentes tipos de ritos. En primer lugar, encontramos testimonios sobre los rituales de ciclo vital: el reconocimiento social del niño (llamado “corta pelo”), la inauguración de la vivienda familiar (llamado “zafa casa” o “techa casa”) y los funerales. Esta primera categoría de ritos es algo breve en comparación con las siguientes. Hay que decir que los cuadernos no poseen descripciones de los ritos asociados al nacimiento de los hijos ni al matrimonio (bastante complejos y originales en otras zonas andinas, desde el cortejo y el “pedimiento de mano”); aunque el “techa casa” podría considerarse parte de aquellos.
En segundo lugar, encontramos descripciones de los ritos de ciclo económico, es decir, aquellos relacionados con las actividades económicas de la región. Se describen dos rituales asociados a la agricultura: la limpieza de canales de riego (que tienen una gran complejidad en todos los Andes, sobre todo en el valle adyacente al sur del Chancay: Canta), la siembra del maíz, y los rituales asociados a la ganadería (el “rodeo”). Encontramos, pues, descripciones de casi todas las variantes rituales existentes en el valle, casi medio siglo antes de nuestro arribo a la región (3).
En tercer lugar, se encuentran las fiestas en torno a las imágenes del panteón católico: una gran variedad de santos, vírgenes y cristos que se adscriben a las fiestas patronales, las de cofradías, las de determinados parajes, o las de los campos de cultivo o de los hatos. De hecho, los testimonios sobre estas fiestas representan casi la mitad de los datos sobre rituales en general. En cuarto lugar, hallamos descripciones de tres ritos que se adscriben a la temporada de lluvias: el día de Todos los Santos, la Navidad y el día de Reyes Magos (de hecho, resulta curioso que todos los testimonios relacionen estos dos últimos casi como dos partes de una misma celebración). Finalmente, aquí seleccionamos dos fiestas del calendario católico celebradas durante la estación seca: las celebraciones del Corpus Christi y de Semana Santa (aunque esta última suele ubicarse en sus límites iniciales).
1. Semana Santa
Los siguientes párrafos, escrito por uno de los autores del clásico estudio sobre la comunidad de Huayopampa (Juvenal Casaverde), constituyen, hasta el momento, la única descripción publicada de la Semana Santa en el valle del Chancay.
[En la semana Santa] El trabajo individual es suspendido, los fogones de las casas deben mantenerse apagados, se espera de hombres y mujeres que limiten sus contactos públicos, no debe fumarse y nadie debe consumir licor alguno: un continente serio, grave y digno, adecuado al luto que se vive, es lo conveniente. El cumplimiento de la norma está asegurado por la vigencia de sanciones especiales: multa y aún cárcel por algunas horas es el castigo que se aplica a los bulliciosos, a los que beben, a los que fuman, o se comportan en general de manera inconveniente. Para hacer respetar la ley, funcionarios especiales -úriac y alguaciles- recorren las calles de la población; si encuentran una cocina en actividad la extinguen arrojando baldes de agua. La iglesia está abierta permanentemente en estos días y la gente entra y sale de ella sin mayores ceremonias. En su interior, sin embargo, y durante los oficios religiosos, los alguaciles y los úriac se encargan, como afuera, de hacer respetar la ley; con grandes varas golpean a quienes dan muestras de conducta irreverente y toman nota, en libretitas, de los nombres de las personas que se han hecho merecedoras de multas. Como en otros casos las tarifas son especialmente altas con las autoridades.
Es particularmente interesante la revisión de las libretas y actas de multas. Observamos delitos como éstos: “estar durmiendo en la iglesia”, “dejar pelear perros en la plaza”, “no tener listas las ceras”, “estar con cigarros en la oreja”, “no haber ordenado que se queme el fuego en el momento de la adoración”, “tener cuidado a que se queme los fuegos”. Todos ellos imputados a autoridades. No es infrecuente que aparezcan multadas simultáneamente dos personas, la primera por cometer una falta y la segunda por tratar de impedir que tal falta llegara a producirse.
...el importe de las multas es tan bajo que sumas superiores podrían conseguirse siguiendo caminos menos complicados. Los multados y encarcelados, por su parte, toman las sanciones con muy buen humor y rara vez se sienten agraviados... Son aquí las mismas autoridades las que buscan activamente, entre sí, cogerse en falta. (Casaverde et. al., 1982 [1968]: 287-288).
Estas lineas son, pues, un buen ejemplo de lo poco que la etnografía andina ha avanzado en ciertas regiones y temas. En general, la bibliografía sobre rituales andinos no ha dado mucha importancia a celebraciones andinas que no son consideradas como de “raigambre prehispánica”; pero la atención es aún menor si de trata de pueblos pequeños (en contraste con las “semanas santas” que atraen miles de turistas urbanitas); y todavía más rara o ínfima si estas fiestas tienen lugar en comarcas que se piensa como “no indígenas” (por ejemplo, los Andes del centro, pero sobre todo del norte peruano).
La comunidad de San Agustín de Páriac-Huayopampa (a la que se refiere la cita precedente) junto con las otras comunidades del valle del Chancay, celebran la Semana Santa de una forma particular, que no se encuentra fácilmente en otras regiones de los Andes. Es decir, estas comunidades alternan sus celebraciones de Semana Santa entre aquellas aledañas que pertenecen a un mismo distrito. Esta modalidad de “celebración compartida”, no es, pues, un caso aislado en el Chancay: sucede así también con las comunidades de los distritos de Pacaraos, Veintisiete de Noviembre y Atavillos Alto. En todos estos distritos, la Semana Santa es festejada por turnos por las comunidades. Podría decirse, pues, que la “unidad celebratoria” de la Semana Santa en esta región, no son las comunidades (lo que suele ser el caso mas frecuente), sino el distrito.
Ahora bien, el peculiar ambiente -descrito, primero, por Vivanco y, luego, por Casaverde- de la Semana Santa del valle de Chancay, parece reflejar unas ciertas actitudes comunes en otras regiones de los Andes. Por ejemplo, es bastante similar a lo que observamos (desde el 2009) en otra comarca andina, algo alejada de esta: la sierra de Lambayeque (4). A pesar de la distancia temporal y física (medio siglo y cientos de kilómetros), los “fiscales”, los “cabos” y los “apóstoles” que encontramos en esta región del norte, tienen también papeles similares a los “marca maestro”, los “auxiliares” y los “santos varones” del valle de Chancay. Las coincidencias abarcan, además, varios otros detalles como el uso ritual de la matraca, el sentido del humor o el sistema de vigilancia y castigo que se impone en la puerta de la iglesia.
Transcribimos a continuación las descripciones reunidas por Vivanco:
Santa Lucía de Pacaraos (distrito de Pacaraos) (5)
La fiesta de la Semana Santa se realiza rotativamente. Es una fiesta distrital que llega al pueblo cada siete años. Itinerario:
a. Pacaraos
b. Viscas
c. Ravira
d. Chauca
e. Santa Cruz
f. Santa Catalina
g. Vichaycocha
Estos siete pueblos forman el distrito de Pacaraos. La comunidad nombra un “marca maestro”, quien prepara comidas y bebidas especiales para la fiesta de Semana Santa. Designa doce personas que harán el grupo de los santos varones.Desde el Domingo de Ramos, las autoridades de la comunidad de los siete pueblos hacen reunión general y toman acuerdos relacionados con la celebración de la Semana Santa. Por ejemplo, contratar el cura, comprar palmas que traen desde Huánuco y frutas para el monumento. Costean el estipendio del cura. A Domingo de Ramos vienen por obligación los siete pueblos. A veces el alcalde celebra cabildo abierto de carácter general. Miércoles y Jueves Santo. Misa en la iglesia y café para los varones y su gente.
Viernes Santo. El Viernes Santo es solemne. El marca maestro prepara la colación que consiste en dos o tres peroles de mazamorra de harina con leche. La comunidad también se hace presente con su colación. La colación o mazamorra de harina proporcionada por el marca maestro y la comunidad, que también proporciona, se sirve después de la Tiniebla. La procesión sale a las doce de la noche del día viernes.
Sábado de Gloria. La madrugada del día sábado se realiza la Misa de Gloria. Luego todos se despiden para dirigirse a sus respectivos pueblos (6).
San Juan de Viscas (distrito de Pacaraos) (7)
Víspera: el sábado a las tres de la tarde se reúnen las autoridades en el local comunal, bajo las órdenes de un fiscal que es regente de toda la fiesta como autoridad máxima. Llaman a todos los solteros y solteras para que adornen al Señor de Ramos en su anda con palmas, romeros y olivos traídos exclusivamente del maizal de Rapacán. En la noche se realiza la víspera con la intervención del párroco del distrito.
Domingo de Ramos: el domingo a las 8 a.m., reunión de todas las autoridades de los siete pueblos del distrito, así como las autoridades locales y constituidas: juez, teniente gobernador, gobernador, alcalde municipal, etcétera. Se dirigen a la iglesia a la misa y reciben sus palmas benditas por el párroco. Sale la procesión acompañada por seis cantores y el cura. Después de la procesión, todos van al almuerzo que ofrece el pueblo a todas las autoridades del distrito. Después del almuerzo, reunión general de las autoridades en el local comunal, donde toman acuerdos para el progreso de todo el distrito. Luego se retiran a sus respectivos pueblos. Lunes santo: cuaresma. Rezos en la noche en la iglesia. Martes santo: reunión en la iglesia en la noche y rezo general.
Miércoles santo: a las tres de la tarde, se reúnen nuevamente los solteros y solteras para adornar la imagen de Jesús Nazareno, con flores del campo: flores de papa, flor de kantu, molugancho, salvia, y otras flores pero de color morado o blanco. Nada de rojo. En la noche del miércoles santo, el “fiscalejo” manda colocar en medio de la iglesia una mesa larga con un mantel fino y un crucifijo. En un bando de la mesa se sientan seis cantores y en el otro bando se sientan otros seis cantores presididos por el párroco y cantan alternándose hasta que [se] terminen las quince ceras colocadas en el triángulo. Acto seguido, comienza la comunión de niños y niñas y el pueblo. Jueves santo: en la mañana, comunión general. En la noche, rezo en iglesia.
Viernes santo: reunión de los comuneros de la localidad siempre a las órdenes del “fiscalejo” para armar a Jesús Crucificado. Hasta las 4 p.m. En la noche se reúnen los cantores y el cura para hacer las Tinieblas y desclavación por los Santos Varones y Sermón de las Tres Horas. El auxilio recorre el pueblo con la matraca invitando al pueblo. La banda de músicos toca marchas fúnebres y marchas regulares. Adoración: después de la procesión, comienza la adoración del Señor. Toda la población descalza se acerca al Señor y adora dejando una pequeña limosna. A las cinco de la mañana comienza la Misa de Gloria.
Sábado de gloria. Después de la misa, la banda toca alegres dianas entre cohetes y bombardas y repique de campanas. Luego, despacho general con huaynos y mulisas. Así termina la Semana Santa en Viscas.
Santa Cruz de Andamarca (distrito de Santa Cruz) (8)
La Semana Santa es una fiesta distrital que comienza el Domingo de Ramos y termina en la Pascua de Resurrección. Esta fiesta es rotativa. Celebramos cada siete años. La comunidad encarga la celebración de la Semana Santa a las dos cofradías y estas cofradías nombran su mayordomo por obligación y un alférez. Los gastos corren a cargo de los mayordomos. El alférez hace menos gasto que los mayordomos. La comunidad sólo proporciona la banda de músicos para toda la fiesta. Desde días antes, la comunidad se reúne para hacer los preparativos, junto con los mayordomos y alférez. Aún más pesada que esta fiesta es la de Corpus y Virgen de la Asunción en que se gasta de diez a quince mil soles. Para esta costumbre que dura ocho días, muchos comuneros que han sido designados como mayordomos y alférez se han quedado sin bienes o muy pobres. Como es obligatorio, tratan de cumplir haciendo todo sacrificio. Los pudientes han empleado hasta media cancha.
Domingo de Ramos. En la mañana, llegada de todas las autoridades del distrito de Pacaraos: Viscas, Chauca, Santa Cruz, Santa Catalina, Vichaycocha y Pacaraos. Misa, reparto de palmas y procesión. Las palmas traen de Huaral. Después de la procesión, cabildo abierto como de costumbre para tratar asuntos relacionados con el progreso del distrito. En la tarde, las autoridades vuelven a sus respectivos pueblos y vuelven nuevamente el día Jueves Santo. Lunes a Miércoles Santo. Sólo hay rezos, a veces misa.
Día Jueves Santo. Reunión de las autoridades de los siete pueblos del distrito en la casa comunal. Estas sesiones se realizan en el consejo cuando la fiesta cae en la capital del distrito. Misa en la iglesia y procesión. En esta fiesta no hay almuerzo [para] el pueblo, no se acostumbra. Solamente a la banda de músicos atienden por cuenta del pueblo. En la tarde todos vuelven a sus respectivos pueblos.
Viernes Santo. En la tarde se realiza el Sermón de las Tres Horas. La desclavación del Señor. Tinieblas. Este día salen los santos varones con su vestido blanco y van a la iglesia a desclavar al Señor. Los santos varones forman los devotos voluntarios por toda la vida. Para las reuniones en la iglesia durante Jueves y Viernes Santo, lo hacen con la matraca. En la noche sale la procesión del Santo Sepulcro, con acompañamiento del pueblo y la banda de músicos, por las principales calles de la ciudad.
Sábado de Gloria. Después de la Misa de Gloria, repique de campanas, cohetes y dinamita en gran cantidad. Es la alegría por [la] resurrección del Señor.
Domingo. Después de la misa, poncheo y desayuno. Cada uno va a celebrar en sus casas si así desean. Colación. “Colación” llamamos a la mazamorra con leche y harina que invitan los mayordomos durante los días de Semana Santa. “¡Vamos a tomar colación donde el mayordomo!”, dice la gente.
San José de Baños (distrito de Atavillos Alto) (9)
Anteriormente esta fiesta era distrital. O sea que celebraban los seis pueblos que forman el distrito de Atavillos Alto. A un pueblo le tocaba cada seis años, pero ahora estamos en desacuerdo porque no nos permite la distancia. Además, existen desacuerdos entre los pueblos. Por falta de cura y por desacuerdo entre los pueblos solamente nos concretamos a rezar toda la Semana Santa, desde Domingo de Ramos hasta el Sábado de Gloria. El rezo está a cargo de los cantores que no faltan en estos sitios. En las tardes sale la gente por las calles haciendo la pasión.
Santa María Magdalena de Ravira (distrito de Pacaraos) (10)
En el mes de julio (26), después de la fiesta de la patrona María Magdalena, la comunidad nombra un mayordomo que se hará cargo de la fiesta de la Semana Santa. Los mayordomos se preparan bien para quedar bien.
El día Jueves Santo, después de la misa, hay sesión distrital precedida por el alcalde municipal. Allí toman acuerdos para la celebración de fiestas comunales, distritales, asuntos relacionados con el progreso del distrito. En la noche, rezo en la iglesia. Los días Jueves y Viernes Santo sirven la colación a todos los visitantes del distrito. La colación es mazamorra con a[v]ena y leche. Las autoridades visitantes, después de la colación, vuelven a sus pueblos.
Viernes Santo. Desde la mañana, rezo en la iglesia. “La gente no comulga ni se confiesa”. En la noche, cerca de las doce, el Sermón de las Tres Horas y “Tinieblas”. Durante las “Tinieblas”, los santos varones o doce apóstoles desclavan al Señor y colocan en su sepulcro y sale la procesión por todas las calles y termina a las cuatro de la mañana. Hay banda de música.
Día Sábado de Gloria. Desde las ocho de la mañana, después de la Misa de Gloria, la gente entra en alegría, con repique de campanas, cohetes, etc. Diversión general.
Santiago de Chisque (distrito de Atavillos Alto) (11)
Semana Santa celebran los tres pueblos de Atavillos Alto: Chisque Huaroquín y Cormo. No participan Baños, Pirca y Pasac por la dificultad de la distancia y por falta de cura. Hay un proyecto de formar un nuevo distrito con los tres pueblos nada más. A cada pueblo le toca celebrar cada tres años, con asistencia de los pueblos.
Domingo de Ramos. Este día se hace la entrada de Jesús a Jerusalén. El pueblo se reúne en el lugar llamado Kuchire. Hasta dicho lugar se lleva al Señor Domingo de Ramos, montado en su burrito blanco. Desde allí hace su entrada triunfal al pueblo. Las mujeres extienden en el suelo, por donde pasará el Señor, sus mejores mantas, pañolones, flores, etc. Es costumbre establecida que ese día de Domingo de Ramos, las autoridades de los tres pueblos se reúnan en un cabildo. Se realiza el nombramiento de las autoridades por sorteo. Estas autoridades tienen la misión de controlar el orden durante la Semana Santa y la disciplina más estricta con multas. Las autoridades de la fiesta son:
Un alcalde municipal de la fiesta.
Un gobernador.
Un juez de paz mayor.
Un mayordomo menor.
Un policía secreto.
Cada uno tiene atribuciones de hacer cumplir el reglamento y sus decisiones son inapelables. Hacen guardar el orden, tranquilidad, justicia, limpieza, control en la iglesia. También los establecimientos comerciales son vigilados.
El día Miércoles Santo nuevamente se reúne el cabildo de los tres pueblos. Allí acuerdan las prohibiciones y las multas para los que no cumplan con el reglamento. Prohibiciones y multas. Disposiciones que se debe cumplir durante la semana santa:
Las calles deben estar bien limpias.
No se verá ningún animal transitar por las calles.
Las tiendas evitarán vender licor, cigarros, coca, etc.
Esos días nadie come carne.
Ningún hombre fumará cigarro, chacchará coca ni tomará licor.
Los hombres no podrán usar chalina.
Las mujeres irán con vestidos modestos, sin lujo.
Las mujeres no usarán aretes, sortija, joyas, reloj; nada llamativo.
Los establecimientos que no cumplan con estas disposiciones pagarán una multa de S/. 50.00. Los hombres que sean sorprendidos fumando cigarro pagarán una multa de S/. 20.00. para hacer cumplir estas disposiciones, las autoridades nombradas inspeccionan las tiendas, las calles y hasta las casas. En la puerta de la iglesia las autoridades decomisan las chalinas de los hombres y las sortijas y aretes de las mujeres. La Semana Santa requiere una disciplina muy estricta. Las autoridades de los pueblos vecinos se quedan hasta el fin de la fiesta, atendidos por las autoridades de la localidad. Esto se llama “colega a colega”. Cada uno debe llevar a su casa y atenderlo con desayuno, almuerzo, comida y cama. Esta costumbre rige en los tres pueblos. Es pues un sistema de ayuda mutua de reciprocidad. Los días de la Semana Santa nadie come absolutamente carne:
Jueves y viernes
Me dan ponche.
Noche de colación
Mazamorra, chocolate, leche.
Jueves Santo. La matraca reúne a la gente en la iglesia. Dicho día y el Viernes Santo rigen estrictamente las disposiciones de las autoridades. Viernes Santo. Rezo general en la iglesia. En la tarde de dicho día se realiza la ceremonia de La Cena y Sermón de las Tres Horas.
La última cena. El Viernes Santo en la tarde se reúnen los Santos Varones, que representan a los doce apóstoles, en la casa comunal. Allí arreglan la mesa para la realización de la Última Cena del Señor. El cura preside la mesa como Jesús. Allí está presente Judas. Antes el cura lava los pies a los apóstoles. La comida de los apóstoles consiste en puré de habas sin sal. A las 9 p.m., el Sermón de las Tres Horas por el cura. Allí escuchan las Siete Palabras de Jesús en la Cruz. En el altar mayor se ha preparado el calvario. Allí van los Santos Varones vestidos de blanco. Desclavan al Señor en medio de la mayor congoja y dolor. Colocan el cuerpo sagrado en su anda de Sepulcro y sale la procesión. Los fieles acompañan con sus velas. El pueblo encabezado por los alguaciles canta el “pasio” (pasión). La procesión va lentamente por las calles de la ciudad, hasta las 5 ó 6 de la mañana del Sábado de Gloria.
Sábado de Gloria. A las diez de la mañana, Misa de Gloria. En el altar mayor aparecen los huachos que son carneritos recién nacidos bien blanquitos y enflorados con cintas y flores. Estos representan al Cordero Pascual. En el momento que el cura canta la Gloria, las campanas repican, la banda toca dianas, los cohetes revientan. Comienza la alegría después de la semana santa entera de recogimiento. “Después de la misa, almuerzo y borrachera general”. En el momento de Gloria cesan automáticamente las prohibiciones.
Domingo de Pascua de Resurrección. En la mañana, misa de Pascua de Resurrección. Salen en procesión las imágenes de San Juan, Virgen María y el Señor del Espíritu. Durante la procesión y en presencia del pueblo cambian el vestido negro de la Virgen con su vestido blanco. Después de la procesión, almuerzo y despacho a todas las autoridades, fieles e invitados de los tres pueblos. Las autoridades celebran la última reunión para levantar un acta con los acuerdos para la celebración del año siguiente y señalan el pueblo al que corresponderá la celebración.
San Pedro de Huaroquín (distrito de Atavillos Alto) (12)
Por un acuerdo mancomunado, celebran esta fiesta, en forma rotativa cada tres años, los tres pueblos [de] Chisque, Huaroquín y Cormo. Cuando le toca a Huaroquín, tiene que hacer igual que Chisque.
Domingo de Ramos. Reunión de las autoridades en el pueblo celebrante. Nombramiento de autoridades para la celebración. Entrada de Jerusalén. Miércoles Santo. Nueva reunión de autoridades de los tres pueblos. Control estricto de la disciplina durante los días de la Semana Santa.
Viernes Santo. En la noche, salida de los santos varones y la última cena precedida por el párroco. Desclavación del Señor y procesión que dura toda la noche.
El Domingo Pascua de Resurrección sale la procesión del patrón San Pedro, vestido de blanco. Es la única diferencia (13).
Santa Cruz de Cormo (distrito de Atavillos Alto) (14)
Esta fiesta es rotativa entre los tres pueblos: Chisque, Huaroquín y Cormo. Les toca celebrar cada tres años, con toda solemnidad.
Domingo de Ramos. Muy de mañana preparan el pueblo con arcos triunfales, con flores y con inscripciones de bienvenida para recepcionar la llegada de las autoridades de los pueblos de Chisque y Huaroquín. A las 8 de la mañana llegan las autoridades y el pueblo, con banda de músicos, sale a recibirlos. Llegados, el pueblo se reúne en cabildo para el nombramiento de las autoridades especiales de control durante la Semana Santa. Dichas autoridades son nombradas entre las personas de los tres pueblos. Nombran una policía secreta que hará cumplir todas las ordenanzas en las tiendas de comercio y hasta en las casas particulares. El policía denuncia si alguien está en la cantina o está fumando cigarro, o si la tienda está vendiendo licores, etc.
El Domingo de Ramos, las autoridades de la fiesta nombradas en cabildo pasan lista para constatar si todo está en orden para la celebración de la Semana Santa. Si el mayordomo no ha contratado al cura, paga multa el valor del sueldo del cura. Y así sucesivamente. Esos días todos tienen que guardar una estricta disciplina. Llevan trajes honestos, todos de luto, sin joyas ni cadenas. Las mujeres no llevan ni alfiler en el pecho (15). Todo el mundo con sus respectivas velas en las ceremonias. En la mañana hay misa y procesión dentro de la iglesia. A las 12 m. hacen la entrada de Jerusalén. La entrada de Jerusalén comienza desde el sitio del estanque donde está la capilla de Santo Domingo. Las señoras cubren el suelo hasta la puerta de la iglesia con sus mantas y pañolones. No hay un solo claro y encima riegan flores. Todos vienen con sus palmas y olivos y con gritos de triunfo.
Inmediatamente después de la entrada de Jesús en Jerusalén, las autoridades pasan lista a la comunidad por orden de padrón. El que no contesta o falta, paga multa de dos soles. Mientras tanto, el presidente de la comunidad ordena que preparen lunche en su casa para las autoridades, devotos e invitados. Después del lunche, las autoridades de los dos pueblos, Chisque y Huaroquín, y las demás personas de pueblos vecinos, reciben palmas y olivos que se llevarán al tiempo de volver a sus hogares. Después de la despedida, sigue el pueblo con rezos y cánticos. Lunes y martes santo. Rezo en el templo.
Día Miércoles Santo. A las 12 m. llegan nuevamente las autoridades de los pueblos de Chisque y Huaroquín. Visita general del pueblo para controlar su limpieza. Visita a las tiendas o chinganas. Si encuentran infracción, clausuran el local e imponen multa fuerte. Esos día ya se quedan las autoridades visitantes en el pueblo, atendidos por sus colegas, o sea, cargo a cargo: el presidente atiende al presidente, el secretario al secretario, etc. Jueves Santo. Todo el día, duelo. Rezo en el templo y mucha disciplina.
Viernes Santo. Duelo más riguroso. En la tarde se realiza el acto de la última cena, el cura preside la mesa y los santos varones hacen el papel de los discípulos de Cristo. Lavatorio de pies. Este día preparan en el templo un monte calvario con el Señor crucificado en medio de los ladrones. En la noche, sermón de las tres horas por el párroco. Los santos varones van a la iglesia a desclavar al Señor. A las 9 p.m. colocan el cuerpo sagrado del Señor en su santo sepulcro y sacan en procesión por todas las calles de la ciudad, oda la noche, hasta el amanecer. Acompañada con la banda de músicos y cánticos. “Taca taca”. Los días de la semana sólo se oye la “taca taca” en vez de campana. (Matraca).
Sábado de Gloria. A las 10 a.m. se celebra la Misa de Gloria. Apenas el cura canta: “¡Gloria! ¡Gloria!”; todos demuestran su alegría. Revientan cohetes, la banda toca diana. Las escarapelas de luto comienzan a cambiar con rojo. En ese momento quedan sin efecto las prohibiciones y comienza la alegría general y, cuando salen del templo, una borrachera general. Cordero pascual. Para la misa de gloria llevan al templo carneritos o becerritos de color blanco adornados con cintas y flores y salen de la iglesia en medio de la mayor alegría.
Domingo de Pascua de Resurrección. En la mañana, desayuno a las autoridades visitantes. Misa en el templo. Luego, despacho a las autoridades y visitantes. Las señoras llevan flores para la waytapa (enflorar). Hay un estandarte de lujo de los tres pueblos y dicho día entregan al presidente del pueblo que celebrará la Semana Santa del año siguiente. Después del despacho, todos a sus casas. Y termina la Semana Santa.
San Juan de Uchucuánico (distrito de Acos) (16)
Domingo de Ramos. Entrada de Jerusalén. Cristo triunfante viene en un burro vivo. Las señoras cubren el suelo con frazadas, mantas y con flores. Todos con palmas y olivos. “¡Viva Jesús!”, gritan todos. Miércoles y Jueves Santo, ritos y rezos en el templo.
Viernes Santo. La Última Cena con los apóstoles, y lavado de pies. Preparan el Monte Calvario. Hacen “Tempestad” y procesión toda la noche.
Sábado de Gloria. Misa de gloria. Llevan a la iglesia carnero enflorado. Después de la misa, sale el carnero en medio de la alegría. Ese día los vaqueros toman mucha leche. En la plaza hacen el rodeo chiquito con enflorada a los ganaderos. Ameniza arpa y violín. Borrachera general.
Domingo de resurrección. Misa en la mañana y baile en la noche.
San Pedro de Cárac (distrito de 27 de Noviembre) (17)
Esta fiesta realizan por turno entre los pueblos de Cárac y Coto. Un año cada pueblo.
Domingo de Ramos. A las 9 a.m., reunión de las autoridades de los dos pueblos para tomar acuerdos relacionados con la fiesta. Entrada de Jerusalén. El Señor entra en un burrito bien enflorado. Dos angelitos jalan el burro con cintas. El pueblo acompaña con palmas y ramas de olivos. Termina con una misa.
Miércoles santo. En la mañana, reunión de las autoridades para acordar a qué pueblo le toca celebrar el año siguiente. Rezo en la iglesia. En la noche, las “tinieblas” con asistencia de cantores y músicos. Jueves santo. Rezo todo el día y misa.
Viernes santo. Misa con rezo y cantos. En la noche salen los santos varones, que son cuatro. Salen para desclavar al Señor del Calvario. Van llevando un paño blanco, perfumado con agua florida. Sale la procesión y dura toda la noche porque sacan tres veces de la iglesia.
Sábado de gloria. Misa de Gloria en la iglesia. Al canto de Gloria revientan cohetes, cohetecillos, gritos y banda de músicos.
Domingo de resurrección. Misa. Las autoridades visitantes son atendidas por el pueblo. Luego, despacho a las autoridades y visitantes.
San Juan de Coto (distrito de 27 de Noviembre) (18)
Esta fiesta se celebra en turno con Cárac, a veces no se celebra por falta de cura.
Domingo de Ramos. A las 8 a.m., reunión general de las autoridades de Cárac y Coto. El alcalde municipal preside las reuniones. En esta reunión se acuerda sobre la manera de celebrar dignamente esta fiesta que dura una semana. Según la liturgia, se hace la entrada de Jerusalén desde la capilla que las autoridades eligen. Se acompaña con palmas y olivos. Se extienden las mejores mantas en el suelo para que pase el Señor. Tinieblas.
Desde el lunes hasta el miércoles se reproducen las “tinieblas” en el templo. Se colocan ceras de peaña triangular y se apaga poco a poco hasta terminar. El miércoles en la tarde se reúnen nuevamente las autoridades para tomar acuerdos y celebrar la Semana Santa. En la mañana, misa. “En la puerta de la iglesia, a veces dentro, dos personas hacen guardia con sus espadas”. En la tarde, en la iglesia, se realiza el “lavatorio” de los pies de los doce apóstoles del Señor. A los doce apóstoles representan doce niños. En la noche, “tinieblas” y procesión de la Virgen de los Dolores con cánticos religiosas. Se observa estricta disciplina en la iglesia y en el pueblo.
Viernes Santo.- desde las 8 a.m. la matraca llama a misa. En la tarde, reunión de las autoridades. Mientras tanto, se arma el calvario en el altar mayor del pueblo. En la noche, llegada de los doce angelitos formados por doce niñitos no mayores de dos años. Los santos varones bajan al Señor de la cruz. Ellos son seis. Procesión del santo sepulcro. Acompañado por la Virgen de Dolores, Jesús Nazareno, San José. La procesión dura toda la noche. Hay banda, cantos.
El Sábado de Gloria. A las 11 a.m., misa de Gloria. Hay control estricto de la disciplina del pueblo. Al canto de Gloria, todos vivan y comienza la quema de cohetes, repique de campanas y diana por la banda de músicos. Después de la misa, almuerzo al pueblo y alegría general con licores de toda marca. Despacho de las autoridades de Cárac y a los visitantes.
San Juan Bautista de Lampián (distrito de Lampián) (19)
Hasta el año 1940, celebración por rotación con el pueblo de Canchapilca. Desde esa época celebra sólo Lampián, porque el terremoto del 40 destruyó la iglesia de Canchapilca y muchos santos se han caído.
Domingo de Ramos. Reunión de las autoridades en cabildo para tomar acuerdos relacionados con la celebración de la semana santa. En la mañana, misa. En la tarde, “entrada de Jerusalén” con palmas y olivos. En la noche, rezo en la iglesia. Miércoles Santo. Nueva reunión de las autoridades para acordar la estricta disciplina del pueblo en la Semana Santa.
Jueves Santo. Misa, si es que hay sacerdote. De lo contrario, se dedican a rezar, en completa disciplina, con los aficionados del pueblo. Control de vestidos a fin de que sean honestos y las mujeres, de negro. En la tarde del jueves santo se realiza el “lavatorio” de los pies de los doce apóstoles. Salen doce niños como apóstoles, vestidos de blanco. Hacen también ellos la escena de “La última cena”.
Viernes Santo. Arman el “calvario” en el altar mayor de la iglesia. En la noche, los cuatro santos varones salen para desclavar al Señor de su Santo Madero. Lo bajan y colocan en su sepulcro y sale en procesión toda la noche, acompañado por la Virgen. Todo el pueblo acompaña con mucha devoción.
Sábado de Gloria. Misa de gloria en la mañana. Todos gritan “¡Gloria!” cuando el sacerdote canta en la misa. Después de la misa, toda la alegría retorna al pueblo. Cambian el color del vestido las mujeres. Los hombres comienzan a emborracharse.
(continua > > >)
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NOTAS
1 Estas fichas fueron donadas también a la Pontificia Universidad Católica del Perú y forman parte del mismo archivo.
2 Los rituales, junto con la música, es también, el tema en el que yo me he especializado: primero, en esta región y
luego entre la sierra de Lambayeque.
3 De hecho, la persistente vitalidad de estas fiestas el día de hoy, fue lo que motivó mi etnografía sobre el tema, escrita entre los años 1999 y 2003.
4 Sin embargo, la Semana Santa de la sierra de Lambayeque tiene una particularidad que no hemos encontrado
descrita antes. Esta es, la aparición y muerte, dentro de la iglesia, de un “diablo” (construido a partir de una cabeza esculpida
en un madero de un árbol llamado higuerón).
5 En: libreta de campo No. 1, pág. 40-41. Informante: una comisión nombrada en cabildo (13 de enero de 1963).
6 Véase: Organización eclesiástica. El cura. (Nota de A.V.G.).
7 En: libreta de campo No. 2, pág. 53-57. Informante: Aquiles García Pastrana (15 de enero de 1963).
8 En: libreta de campo No. 4, pág. 18-22. Informante: Irineo Zavala García (24 de enero de 1963).
9 En: libreta de campo No. 6, pág. 16. Informante: Marcelino Flores Aguedo (27 de enero de 1963).
10 En: libreta de campo No. 5, pág. 67-68. Informante: Simona López Figueroa de Silva (31 de enero de 1963).
11 En: libreta de campo No. 7, pág. 136-144. Informante: Manuel Guillén Huaranga (14 de febrero de 1963).
12 En: libreta de campo No. 8, pág. 35. Informante: Ignacio Feliciano Ambrosio (15 de febrero de 1963).
13 Veá[se]: [Santiago de] Chisque.
14 En: libreta de campo No. 8, pág. 95-104. Informante: Simón Félix Abad (18 de febrero de 1963).
15 Véase: Semana Santa en Chisque. (Nota de A.V.G.).
16 En: libreta de campo No. 9, pág. 93. Informante: Leopoldo Casimiro Casimiro (22 de febrero de 1963).
17 En: libreta de campo No. 10, pág. 26-27. Informante: Efraín Cueva Zárate (25 de febrero de 1963).
18 En: libreta de campo No. 10, pág. 108-112. Informante: Aurelio Córdova (27 de febrero de 1963).
19 En: libreta de campo No. 11, pág. 105-107. Informante: Basilio Guzmán Pariasca (4 de marzo de 1963).