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Refiere fray Ramón Molina Piñedo en su libro La ermita de la Virgen de la Granja de Junquera (1) que, “a los ya existentes, se sumaron algunos exvotos nuevos en el camarín, que fue donde comenzaron a exponerse a partir de la renovación de la ermita”, puesto que de los anteriores, del siglo xviii, se alude en la oración de una novena que, si no compuesta, debió ser retocada a finales de dicho siglo y editada en 1800 (2), en la que puede leerse:
“O Virgen sacrosanta, esperanza segura de los que en ti confian, y eficacísima protectora de todos los desamparados, a quien tanta honra hace tu Hijo, concediéndote cuanto pides. Virgen, pues, milagrosísima de la Granja, cuya intercesión es tan notoriamente eficaz, como demuestran los testimonios que en tu Altar se manifiestan” (3).
Dichos testimonios, eran, los exvotos que pendían de sus paredes: matas de pelo, piernas, pies, pechos y ojos de cera, muletas y mortajas de niños, fotografías de soldados destinados a Cuba, además de “algunos cuadros con pinturas votivas” (4).
Uno de ellos era un lienzo -que pereció junto a otros exvotos en el incendio que la ermita sufrió el día 23 de agosto de 1936- que con arte casi infantil representaba uno de los milagros de la Virgen que más fama alcanzaron en aquellos días y que la mentalidad popular llegó a transformar en leyenda, tal y como lo recogen los siguientes versos:
Cuentan que un niño jugaba
feliz con un pajarillo que,
sin cadenas ni grillos,
libre en la casa volaba.
Una tarde, la ventana
de aquella estancia se abrió,
y el pajarillo escapó,
abandonando a su dueño.
Y, sin pensarlo, el pequeño,
tras él, incauto, salió.
Hacia el vacío se lanza
y la madre que lo ve
grita al cielo: “¡Ampárale,
Virgen Santa de la Granja!”.
Y ella que todo lo ve,
en los aires le suspende
y el inocente desciende
a la tierra salvo y sano,
con el ave de su mano
y con la faz sonriente (5).
Según el testimonio de doña Carmen García Blanco, dicho cuadro
“era de dimensiones más bien pequeñas que grandes y tenía su marco. Se encontraba junto a la ventana del camarín, la cual, y para iluminar la imagen, estaba enfrente del nicho de la Virgen. Aparecía en él una de las calles de Madrid, porque el suceso acaeció en la Corte. Desde el balcón de una la de las casas, el niño se lanzaba hacia el vacío en pos del pajarito. En un extremo estaba la Virgen de la Granja entre nubes y resplandores. También en el balcón se veía a la madre del pequeño, invocando la protección de la Virgen. Tenía una inscripción cuyo contenido no puedo recordar” (6).
Es lógico suponer que, en la inscripción o leyenda que no recordaba la informante, aparecieran los nombres del niño y de su madre, así como su edad y el año en que tuvo lugar el portento, que debió ocurrir a finales del siglo XIX. Para ello se basa fray Ramón en la visita que, hacia 1895, hizo a la ermita de la Granja el erudito don Juan Catalina García López, con el fin de recabar datos de la misma para sus Aumentos a las Relaciones Topográficas de Felipe II y su Catálogo monumental de la provincia de Guadalajara (Yunquera), y de cuyo camarín había desaparecido ya -por lo tanto, mucho antes del incendio- otro exvoto que “representaba a una mujer ahogándose e invocando a la Virgen” (7), conservándose todavía el cuadro del “Niño del pajarito” junto a otros exvotos entre los que se encontraba el de “Atanasio Dongil, viudo en tercer matrimonio de María Contreras”, fallecido el 5 de octubre de 1843, en cuyo testamento dispone que “se lleve por una vez a la hermita de Ntra Sñora de la Granja una cabeza de cera” (8).
De un tercer exvoto también han llegado algunos datos orales de interés, que en 1987 también se plasmaron en verso:
Servía en mansión lejana
una moza de Yunquera,
y en todo momento era
-de noche y por la mañana-
una copla yunquerana
la que su voz repetía:
“Ampara, Virgen María
de la Granja, al que te implora”.
Oíala su señora
y una noche que salía
la dama en su carruaje,
arreció fuerte tormenta,
estorbando, según cuentan,
la seguridad del viaje.
Quemó un rayo el equipaje.
Los caballos, asustados,
escaparon desbocados
hacia un barranco cruel,
arrastrando el coche aquel,
dama, cochero y criados.
En tal trance, la señora
sólo una frase decía:
“Ampara, Virgen María
de la Granja, al que te implora”.
Y un milagro en esa hora
paralizó a los corceles
que, serenándose fieles,
volvieron a su camino.
Así es el poder divino
que esta Santa Virgen tiene”(9).
La dama, agradecida, además de regalas vestidos y joyas a la Virgen y a su Hijo, mandó pintar un exvoto, este que comentamos, que la misma doña Carmen García Blanco recordaba de la siguiente manera:
“... se encontraba en el lado derecho, según se entraba al camarín. No era muy grande. En la parte central estaba la berlina, tirada por cuatro caballos, los cuales corrían desbocados por el campo, no lejos de un gran precipicio. En un extremo, la imagen de la Virgen de la Granja, rodeada de nubes y de luz. Dentro de la berlina, la señora, invocando a la Virgen. Tenía una inscripción, cuyo contenido ya no recuerdo”.
La dama protagonista del milagro, según es tradición, era la marquesa del Villar, y la moza que le inculcó la devoción a la Virgen de la Granja, Josefa Larraqueta, que falleció hacia 1909 (10), por lo que el exvoto debió ser pintado a finales del siglo XIX o en los primeros años del siguiente.
Pues bien, según cuentan Carmen Blas y Pepa Pérez, entonces camareras de la Virgen, todo sucumbió pasto de las llamas:
“Este (el camarín) se encontraba lleno de exvotos: aquellos cuadros del niño del pajarito y de la marquesa del Villar, entre otros varios, trenzas, matas de pelo, piernas, pies, brazos, manos, pechos, cabezas, ojos, cuerpos enteros de cera, fotografías; pero ante todo, incontables mortajas, sobre todo de niños, y muchísimos cordones de hábitos. Todos los exvotos tenían sus letreros en los que constaba el milagro realizado por la Virgen Santísima, el nombre de los favorecidos y las fechas en que habían sido ofrecidos” (11).
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NOTAS
1 MOLINA PIÑEDO, Fray Ramón (O.S.B.), La ermita de la Virgen de la Granja de Yunquera, Guadalajara, Aache Ediciones, 1999, a quien seguimos para la realización de este trabajo.
2 MOLINA PIÑEDO, Fray Ramón (O.S.B.), op. cit., p. 203.
3 Novena a Nuestra Señora de la Granja, que se venera en la villa de Yunquera..., Compuesta por un devoto suyo,
Madrid, 1800, pp. 21-22.
4 MOLINA PIÑEDO, Fray Ramón (O.S.B.), La ermita de la Virgen de la Granja..., p. 203.
5 Idem, pp. 203-204. MOLINA PIÑEDO, R., El Misterio de Bermudo o el bien mejor heredado. Versión de J. Andradas (J. Navarro Molina), Yunquera de Henares, 1987, fols. 44-45, conservado en el Archivo del Monasterio de San Salvador de
Leyre (Yesa, Navarra) (En adelante AML). Inédito.
6 MOLINA PIÑEDO, Fray Ramón (O.S.B.), La ermita de la Virgen de la Granja..., p. 204.
7 MOLINA PIÑEDO, Fray Ramón (O.S.B.), op. cit., pp. 253-254. GARCÍA (LÓPEZ), Juan Catalina, Memorial Histórico Español colección de documentos, opúsculos y antigüedades que publica la Real Academia de la Historia. Tomo XLII. Relaciones Topográficas de España. Relaciones de pueblos que pertenecen hoy á la provincia de Guadalajara con notas y aumentos
de D... Académico de Número. II. Madrid, Est. Tip. de la Viuda é Hijos de M. Tello, Impresor de Cámara de S. M. y de la R. Acad. de la Hist. C. de San Francisco, 4, 1903, p. 490. En la contestación a la pregunta 40 dicen: “... que en nuestra s.a de la
Granja ay un cuadro de un milagro que hizo; y es que un hombre hecho una su muger en una arrozía mui grande una noche, y encomendándose a nra. Señora de la Granja estubo viva, y no se ahogó hasta que la vieron y la sacaron” (7 de agosto de
1580). (Catalina García señala en nota a pie de página que “Ya no existe semejante cuadro”).
8 Archivo Parroquial de Yunquera, Difuntos VII, fol. 209.
9 MOLINA PIÑEDO, R., El Misterio de Bermudo... op. cit., fol. 44, en AML.
10 Algunos testimonios vienen a confirmar la veracidad de este suceso, puesto que dicha señora, agradecida a la Virgen, mandó que se bordase un manto con las ropas que vestía en aquellos difíciles momentos -que solamente se lo ponían a la Virgen en las rogativas por la lluvia y pocas veces más-, y le regaló el medallón que lucía en su pecho en el momento de la invocación, al desbocarse los caballos. También ha quedado constancia escrita de que pagó 100 pesetas por la sepultura “perpetua” de Josefa en el cementerio de Yunquera (Archivo Parroquial de Yunquera, Cementerio, fol. 124).
11 MOLINA PIÑEDO, Fray Ramón (O.S.B.), La ermita de la Virgen de la Granja... op. cit., pp. 373-374, datos tomados de CB y PP. Relato 1.= La Guerra Civil en Yunquera (1936-1939). Relato 1, por C. BLAS y P. PÉREZ, en AML.