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Nota: Agradezco a Montserrat Amores García sus muy pertinentes observaciones y sugerencias.
En el Instituto Municipal de Historia de Barcelona, se conservan dos ejemplares de un romance de cordel titulado: “Nueba y curiosa relación/ del orroroso acesinato cometido en el vecino pueblo de Rasca-/lobos (Gratallops) en la reverend persona del Señor Rector de/ aquel pueblo, egecutado por un malbado apellidado Pere Micas/(a) Pa sucat amb Oli, cometido en 30 de Febrero del año próximo/ presente. Siguen las demás cosas curiosas qne leerá el curioso/ lector que leyere”.
Precede el título la habitual viñeta que representa a un hombre con sombrero blandiendo un hacha encima de una mujer yaciente en el suelo, con una banda terciada; a la izquierda, un perro sentado asiste a la escena y se percibe en el fondo, muy someramente figurados, una mata y tres pájaros.
El pie de imprenta no lleva fecha, pero por la tipografía y la impresión se conoce que se trata de una impresión posterior a 1868.
Desde luego, llama la atención del lector estudioso de tales impresos, por una parte, lo elemental -más que ingenuo, infantil- y burdo de los rasgos de una viñeta no xilográfica sino cincográfica y por otra, la anómala acumulación en un título estructurado según la pauta habitual en este tipo de obras, de faltas de ortografía (nueba, orroroso, acesinato, egecutado, malbado, qne), así como la presencia de varias formas léxicas catalanas (Gratallops, Pere Micas, reverend, rector, Pa sucat amb Oli) en el texto castellano, además de un muy extraño e incoherente “año próximo presente”.
De ahí una primera impresión de que el romance anunciado por la viñeta y por el título tiene demasiadas características de las que se suelen asociar con un romance de ciego y que no va en serio.
Lo confirma la lectura del romance propiamente dicho que dice así:
Ayúdame Dios piadoso
Ayúdame Vírgen María,
y San Cosme y san Damian,
y Santa Ursula vendita
para que os pueda contar
la orrenda felonía
que os voy a contar señores
en este terrible día;
Que es ay ! la mas orrenda
que ha visto la humana vista,
y del como se pasó
os lo contaré enseguida.
De Febrero el dia 30
o sea el último dia,
y hasiendo un dia nuvlado
que de noche parecia,
salia al campo un pastor
del pueblo ya dicho arriba
a apacentar su ganado
a cosa de medio dia.
Acía un viento ferós
que asta derrivaba encinas
y las tejas de las casas
por el suelo rebatía.
Hasta diz que se llevó
una tierna criaturita
que jugaba a caball fort
con otros niños y niñas.
Entre tanto a cuatro pasas
abia la rectoría
donde bivia el Rector
hombre de mui santa vida
que ayunaba los viernes
y comulgaba por Pascua Florida.
Estaba en aquel momento
contando en la Sacristía
los cuartos que en la bacía
se hizieron en aquel dia.
Oió derreprente un grito
que parecia el de un leon
cuando vé brillar el tiro
del certero cazador.
El Rector que se llamaba
Mosen Francisco Esquirol
pegó un salto hacia tras
y dijo madre de Dios!
aqui están matando un hombre
si no me equivoco yo.
Se subióse al campanario
y en seguida dió la voz
De socorro que ay ladrones
Y todo el pueblo se armó.
En aquel mismo momento
apareció cerca de él
un llamado Pere Micas
con el motivo tambien
de alias Pa sucat am Oli
sin que se sepa el porqué.
Llevaba en la mano derecha
Un revuelvo de seis tiros
Y en la otra un baston
De un árbol llamado Pino
Que todo el mundo conoce
Porque se crian muchísimos.
Entonces dijo el arcalde
que fué en llegar al primero
de aqui no me moveré
siu saber el paradero
de mi querida Quimeta
que es la hesposa que mas quiero.
Entretanto a su alrededor
se abian reunido
los regidores del pueblo
con el manescal y el síndico,
y un general retirado
hombre de mucho respeto
que tiene 50 eridas
y es tambien muy buen sujeto.
En aquel mismo momento
se oyó un grito lastimero
que era un grito de muger
y parecia de un perro
cuando le pisan la pierna
vet si era lastimero.
Entonces prendieron todos
Al criminal asecino
Que de un golpe mató tres
Allá en el real camino
Entre ellos dos mugeres
Una señora y un niño:
Y haun no aatisfecho
con tan barbaro suicidio
renegó como un demonio
y se ensució en el Altísimo.
Alli teniais que oir
el llanto del vecindario
que estava echo una furia
contra el terrible adversario.
El pueblo de Rascalobos
(Gratallops como allá llaman)
a entregado al criminal
al Juez de primera instancia
que ya entiende en el asunto
y no le gusta la paja.
Quiera el Señor perdonarle
sus pecados estupendos
y nos de su santa gloria
que bien nos la merecemos.
Y premiando a los buenos
haga la reina del Cielo
tengamos buena cosecha
y salud y buen Govierno.
FIN
Como habrá podido ver el curioso lector, no falta casi nada de lo que puede ser arquetípico de en un romance de ciego:
Empieza el romance con la acostumbrada invocación inicial, seguida por la narración propiamente dicha, y concluida por la súplica final.
En la narración en 116 versos octosílabos asonantados, más o menos agrupados en unidades de sentido, no falta la enumeración de los crímenes (son seis, en total), con el imprescindible castigo final, e intervienen de manera espectacular los elementos naturales (viento ferós). El narrador se cuida de implicar a su auditorio tomándolo por testigo de los horrores relatados. En la narración se puede observar un muy relativo respecto por la coherencia de la historia, a base de arbitrarias elipsis (la muerte del Rector, anunciada en el título, no se cuenta, por ejemplo), la habitual indeterminación entre el relato y el discurso directo sin signos diacríticos que lo señalen, y múltiples incongruencias (dos mugeres/una señora y un niño, 30 de febrero). No falta alguna blasfemia (sugerida) y algún toque de anticlericalismo se puede percibir (comulgaba por Pascua Florida, contando los cuartos, Mosen Esquirol).
El estilo se caracteriza por un evidente prosaismo, con un sistema de ponderación de lo narrado en el que sirven tanto las comparaciones más trilladas (un grito /que parecia el de un leon) como las más prosaicas (de un perro/ cuando le pisan la pierna) y lo más hiperbólico (que tiene 50 eridas). Abundan las repeticiones (lastimero/lastimero, contar/contar/contaré) y las redundancias o perogrulladas ( De Febrero el dia 30/o sea el último día, que ha visto la humana vista, la rectoría/donde bivia el Rector) o los truismos (de un árbol llamado Pino/que todo el mundo conoce/porque se crian muchísimos, la hesposa que más quiero). Casi no queda espacio para los obligados ripios (y es tambien buen sujeto).
Desde el punto de vista morfológico se encuentra algún descuido tipográfico (aatisfecho, siu (por sin), san/San), pero sobre todo una marcada y nunca vista desidia en punto a ortografía (orrenda, hasiendo, nuvlado, acía, asta, derrivaba, caball, abia, bivia, mui, oió, derrepente, se hizieron, hacia tras, ay, hesposa, abian, haun, echo, eridas, acesino, a entregado, Govierno). El propio sistema anortográfico parece deliberadamente errático, incluso cuando de un mismo grafema se trata.
También se puede observar que el romance conlleva una cantidad significativa de rasgos fonéticos característicos del castellano hablado en regiones catalanoparlantes (Rodríguez Marín, 2005, 200), como el seseo, el cambio de la –d final en –t, traducidos por sus correspondientes grafemas (ferós, vet, a cuatro pasas), y ciertas interferencias léxicas ( reverend, Mosen, caball fort, manescal o sea: veterinario). Los distintos protagonistas llevan títulos y/o patronímicos catalanes (Mosen Francisco Esquirol (al que lógicamente se le ve pegar “un salto hacia tras”), Pere Micas (poca cosa), alias Pa sucat amb Oli (de poca importancia, de poco valor), Quimeta, (diminutivo afectivo de Joaquima), y al lugar supuesto del suceso (Gratallops, municipio de la comarca del Priorat) se le da su forma castellana de Rascalobos.
En cuanto al rotacismo en arcalde, a las impropiedades (suicidio), a las palabras equivocadas (un revuelvo) o al indebido uso del pronombre (Se subióse, del como se pasó) habrá de atribuirse al deliberado cultivo de un “habla inculta” o a la necesidad métrica del octosílabo.
El lector de este romance de ciego tiene la sensación de que todo lo que el estudioso suele asociar con el estilo ramplón y desaliñado de este tipo de literatura, resulta convocado, pero como deliberada y excesivamente acumulado y condensado y más degradado si cabe, como en una especie de compendio o muestrario de recursos propios de los ciegos, y pronto le llega la sospecha de que puede tratarse de un pastiche o de una parodia. Una sensación confortada por el carácter jocoso de la súplica final, donde se califican de estupendos los pecados, se autoatribuye el irreverente narrador la santa gloria del Señor (que bien la merecemos) y acaba pidiendo la intercesión de la reina del cielo para una buena cosecha y un buen Govierno: una clara ruptura con las estereotipadas formulaciones habituales.
De una broma efectivamente se trata: la confirmación y clave la da el propio autor de la relación, el artista catalán Apeles Mestres (Apel.les Mestres i Oñós (1854-1936), quien en una mención manuscrita puntualiza: “Apeles Mestres lo dibujó, grabó, escribió y cantó ( !) en público (convenientemente disfrazado de ciego) en febrero de 1877. De todo lo cual doy fe yo mismo”: y firma con su característico anagrama, compuesto de sus iniciales, refrendándolo con la aposición de su sello.
Por aquellas fechas, el futuro ilustrador de las Obras Completas del Duque de Rivas y de El sabor de la tierruca de Pereda y autor de los Cants íntims (1889) o de Margaridó (1890) e Idilis (1900), ya es un incansable dibujante que colaboró (en 1876) en La Llumanera de Nova York con una primera historieta (“Un enterro a la montanya”) y acaba de sustituir a su amigo el ilustrador Tomás Padró como dibujante regular y director artístico de la revista satírica barcelonesa La Campana de Gracia, antes de colaborar también, con caricaturas, agudezas, sátiras políticas, en La Esquel.la de la Torratxa, otra revista del popular editor republicano Inocenci López. También se sabe que, en 1877, por mediación del maestro José Ferrer i Esteve, ya está pensando en comprarse una guitarra.
Por la fecha (30 de febrero), se puede sospechar que de una “performance” propia de Carnaval se trata, celebrada en Barcelona para un círculo de compañeros y/o amigos catalanófonos, tal vez aludidos en el romance, conocedores de los romances de ciego y posiblemente tan agnósticos y anticlericales y poco adictos al Govierno de Cánovas como el propio Mestres o su amigo Pompeyo Gener, además de buenos bebedores; este sería el público del avezado dibujante, fácil compositor y flamante recitador o cantante, disfrazado de ciego, se supone que con anteojos negros, capa y guitarra. Son condiciones casi imprescindibles para que funcionen la broma y la burla: la exagerada acumulación de recursos propios de los ciegos, las maliciosas alusiones anticlericales y la recitación con marcados rasgos fónicos catalanes (sugeridos por vet y pasas) de un texto redactado en castellano, cuando existía una abundante literatura de cordel en catalán.
Esta anécdota, acorde con las formas de sociabilidad de la época (falta poder oír las risas del público y participar de la francachela), también puede ser una confirmación más de cómo en la época considerada (poco después de que la Biblioteca Nacional adquiriera la Colección madrileña de romances de ciegos que perteneció a Don Luis Usoz del Río, calificados por este de “sandezes” (Estepa, 1998, 114) y poco antes de que se constituyera en 1881, la Sociedad del Folklore Español (Guichot, 1999), los romances de ciegos, como literatura efectivamente consumida o como mera representación, tienen para todos (incluso para los letrados) unas resonancias suficientes como para permitir la interpretación del dibujo, del texto y de la performance de Apeles Mestres en clave paródica, como una carnavalada.
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1. Los registra María del Carmen Azaustre Serrano en su Catálogo de 1982 (n° 787). Son medio pliegos (28x20 cm), impresos recto-verso, a dos columnas; uno está impreso en papel verde, y el otro ejemplar en papel amarillo con una mención manuscrita “ms” y signatura S.G. Rom. Reg. n° 289 (a). Su pie de imprenta: “Se halla de venta en casa de Ignacio Broquetas, calle de Picalqués a mano derecha entrando por la plaza de la Cucurulla”.
2. En castellano: churro, media manga, mangotero; en francés: cheval fondu.
3. El propio pie de imprenta -si se fija uno-, aunque parece remitir a sitios y personas reales (Broquetas era por ejemplo el segundo apellido de Manuel Angelón) -habría que comprobarlo en un repertorio de la época-, remeda las formulaciones arcaicas anteriores a la numeración de las calles: a mano derecha entrando por…
4. En un álbum de dibujos (el Llibre vert) ”dibujaba cuanto veía y le llamaba la atención” (Martín, 2007).
5. Por cierto, mucho tendría que esforzarse Apeles Mestres para dejar la viñeta en tan elemental y rudimentario estado de expresión gráfica, y por pocas xilografías vistas hasta ahora, alcanzado.
6. Véase: http://www.arrakis.es/~dedeo/03-ar_ferrer-mestres.htm
7. En “Els dissabtes de Can Peius” recuerda Pompeyo Gener las reuniones mantenidas los sábados con Mestres, Bartrina, Emili Vilanova. El gusto por la parodia de la literatura popular de P. Gener y A. Mestres también queda manifiesto en el “Goig de San Lluç”(información de Montserrat Amores).
8. Ya publicara, en 1875, un libro de verso: ¡Avant!
9. Habría que comprobar si en su Història viscuda (1922), recuerda Apel.les Mestres el episodio.
10. Años más tarde, otro catalán, Luis Carandell (1973), se dedicará, grabándolos ya, a componer y cantar los romances del Lute.
BIBLIOGRAFÍA
Azaustre Serrano, María del Carmen, Canciones y romances populares impresos en Barcelona en el siglo xix, Madrid, C.S.I.C., 1982.
Botrel, Jean-François, “Aspects de la littérature de colportage en Espagne sous la Restauration”, in: L’infra-littérature en Espagne au XIXème et XXème siècles. Du roman feuilleton au romancero de la guerre d’Espagne, Presses Universitaires de Grenoble, 1977, pp. 103-121.
Carandell, Luis, Los romances de Carandell, Madrid, Videosistemas S.A., 1973.
Díaz, Joaquín, El ciego y sus coplas. Selección de pliegos en el siglo xix, Madrid, Escuela libre editorial, 1996.
Estepa, Luis, Estepa, Luis (ed.), La colección madrileña de romances que perteneció a Don Luis Usoz y Río. Estudio por Luis Estepa, prólogo de Jean-François Botrel y un diálogo con Luis Díaz Viana, Madrid, Biblioteca Nacional/Comunidad de Madrid, 1998.
Fontbona, Francesc, El dibuixant (Apel·les Mestres), en: Apel·les Mestres (1854-1936)., Barcelona, Fundació Jaume I, 1985, pp. 27-56.
Gener, Pompeyo, Mis antepasados y yo. Apuntes para unas memorias, ed. de Josep. M. Domigo. Text a cura de Josep M. Domigo y Sandra Sarlé, 2007, Lleida, Punctum & Aula Màrius Torres, 2007.
Gener, Pompeius, Coses d’en Peius. Records anecdòtics serios i humorìstics de la meva vida, Barcelona, Administració Llibreria Varia, 192- ?.
Gener, Pompeyo, Amigos y maestros, Barcelona, M. Maucci, 1915.
Guichot y Sierra, Alejandro, Noticia histórica del folklore, Sevilla, Junta de Andalucía, 1999.
Martín, Antonio, “Una obra maestra de la Cultura Catalana. Los cuentos vivos de Apeles Mestres, 125 años después…”, en: Apeles Mestres, Cuentos vivos, Barcelona, Ediciones Glenat, 2007, pp. 5-9.
Mestres, Apel.les, Història viscuda, Barcelona, Salvador Bonavia, 1929.
Mestres, Apeles, Recorts i fantasies, Fidel Giró, impressor (Biblioteca de El Poble Català), 1906.
Rodríguez Marín, Rafael, Metalengua y variación lingüística en la novela de la Restauración decimonónica, Madrid, Real Academia Española, 2005.